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PIB de América Latina caerá 8,1 % este 2020 y el próximo año recuperará el 4,1 %

La pandemia de coronavirus no solo ha afectado la economía actual de varios continentes, sino que sus secuelas se extenderán por varios meses más.

Este año se prevé un desplome de la economía latinoamericana del 8,1 %, la mayor disminución de las últimas décadas y por encima de otras regiones emergentes como Europa del Este (-4,4 %) y Asia (-3 %), según el consenso de analistas recogido por el Banco de España en un informe publicado este jueves.

En 2021, la región volverá al crecimiento con un repunte del PIB del 4,1 %, el mismo previsto para Europa del Este pero un punto inferior al de Asia -excluida China-, señala la entidad en el Informe de Economía Latinoamericana del segundo trimestre de 2020.

El Consensus Forecast, que considera a los seis grandes países (Brasil, México, Argentina, Chile, Colombia y Perú), muestra además una incertidumbre «mucho mayor que en años anteriores», lo que causará una recuperación gradual e incompleta, señala la entidad española.

De hecho, Argentina, Brasil y México no recuperarán hasta 2022 el nivel de actividad previo a la crisis del coronavirus.

De las grandes economías consideradas, Perú será la que más caiga este año, el 12,6 % interanual, y la que más crezca en 2021, con un rebote del 9,9 %.

El PIB de Brasil, la mayor economía de la región, descenderá en 2020 el 11,7 % y retomará el crecimiento en 2021 con un alza del 3,2 %, mientras que la de México, la segunda en tamaño, caerá el 9,9 % y subirá el 3,7 % en estos dos años.

Argentina sufrirá un retroceso de su economía este año del 11,7 % y Chile del 5,9 %, países que el año que viene crecerán el 5,1 y el 4,6 %, respectivamente.

Por último, Colombia verá cómo su economía se contrae este ejercicio el 6,8 para recuperar el crecimiento en 2021 con un alza de su PIB del 4,6 %.

La región encaró la crisis sanitaria con unas perspectivas de crecimiento inferiores a las de otras regiones emergentes por obstáculos estructurales como su dependencia del ciclo de precios de las materias primas, su baja inversión en infraestructuras o el escaso rendimiento obtenido del gasto educativo, recuerda el Banco de España.

A pesar de las mejoras que se han producido en asuntos como la reducción de la deuda pública, la pobreza y la desigualdad, la entidad señala que los países de la región se beneficiaría de la aplicación de reformas para hacer más competitivas su economía e inversiones en economía e infraestructuras.

Fuente: https://www.eluniverso.com/noticias/2020/10/08/nota/8007277/segun-banco-espana-pib-america-latina-caera-81-este-2020-proximo

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América Latina: Carta de la Verdad. Disputas semióticas en los territorios de la Realidad

Carta de la Verdad. Disputas semióticas en los territorios de la Realidad

Fernando Buen Abad

“¿No es el primer deber del que busca la verdad dirigirse directamente a la verdad sin mirar a diestra o siniestra?” K. Marx

Conquistar la verdad es un trabajo… es una lucha. La verdad no es una moneda que pueda darse y recibirse, sin más, en el mercado de la información. No nos cuenten que la verdad es “incognoscible”, o subjetiva, porque el estado actual del conocimiento esté limitado, mientras fabrican escondites, o mentiras retorcidas, para dificultar el camino del saber. La verdad se alcanza, y se defiende, con el esfuerzo militante del pensamiento y la acción organizados. Se alcanza en la dialéctica tensional entre el error y la certeza. En el debate capital-trabajo. Al margen de reduccionismos. El problema de la verdad (tanto como la mentira) es un problema humanista de nuestro tiempo. Sólo se resuelve en la praxis.

Para nosotros es fundamental una concepción totalizante, e indisoluble, de la especie humana y el universo, en función, objetiva y subjetiva, transformadora del mundo. Para nosotros es fundamental un método crítico de toda información (sentido amplio) que produce la sociedad en que vivimos; por tanto, en función de esa crítica, como resultado de ella, necesitamos un plan de acción superadora, con un programa de transformación revolucionaria, para la creación de un tipo nuevo de relaciones entre los seres humanos hacia un nuevo orden mundial de la información y la comunicación. Con un punto de no retorno lógica y políticamente. La verdad al alcance de todos. La mejor contribución al proceso revolucionario es la crítica inspirada por la lealtad, la crítica científica que empodera a la razón de la lucha para profundizarla. La crítica sin complacencia, sin torpeza. La que alimenta a la revolución y esmerila al capitalismo. La verdad sea dicha.

Empeñarse en la búsqueda de la verdad, sobre una base semiótica concreta y científica es, en más de un sentido, un cambio histórico que revoluciona a la historia misma. Transforma a la búsqueda, y sus métodos, en un instrumento magnífico. No esperemos “bienvenidas” por parte de los poderes hegemónicos expresados en sus trincheras políticas, económicas ni académicas. La bienvenida deben darla, si se ofrecen resultados potentes, las bases en pie de lucha. Quienes asumen el deber de estudiar y defender el problema de la verdad, trabada en las luchas de clase que se verifican en sus entrañas, deben desarrollar métodos, hipótesis y teorías correctas capaces de ascender a la praxis correcta que no es otra más que la praxis emancipadora dirigida desde las bases.

Las premisas de una semiótica científica están íntimamente vinculadas al desarrollo histórico, a las condiciones objetivas de la economía y de la vida material determinadas por leyes objetivas y cargadas, a su vez, de significación histórica, aunque sea imperfectamente, explicado en su praxis misma. La base del carácter científico de la semiótica que debemos desarrollar exige, desde su definición, capacidades predictivas (y preventivas) sobre el destino marcado por el modo de producción de sentido que interesa a las clases dominantes y sus componentes esenciales. ¿Cómo están pensando y proyectando la “manipulación simbólica”?

Falsificar la realidad es una actividad sistémica del capitalismo, una religión en la que las falacias son esencia y necesidad vital para poner, fuera de la vista de la clase trabajadora, los modos y los medios de hurto contra el producto del trabajo. No sólo invisibilizan la plusvalía, además nos embriagan con ilusiones o espejismos que hacen de las víctimas cómplices solidarios de sus verdugos. La producción de embrutecimientos, borracheras y anestesias simbólicas tiende a expandirse y a producir mutaciones aberrantes, afamadas porque son muy rentables. A cualquier costo. No nos cansaremos de repetirlo.

Es una necesidad imperativa prever a dónde quiere llevarnos la maquinaria fabricante de falacias. Identificar sus horizontes, sus métodos, sus recursos y sus consecuencias. Es crucial la tarea de producir anticuerpos y desplegar de inmediato fuerzas para la defensa y para la vanguardia en el estudio de la realidad y la búsqueda de la verdad. Sin los relativismos tóxicos de las filosofías con sordina, sin las baratijas ideológicas de los individualismos ni las metafísicas del cangrejo. Ya está en el horno “el nuevo orden”, la “nueva normalidad”, el “happytalism” (capitalismo feliz y progre). Matrices teóricas y “categorías nuevas” de donde se desprenderán cifras y paisajes para anestesiarnos a golpes de silogismos espurios y “entretenimiento familiar”.

Hoy, la “clase dirigente” sabe bien lo que necesita para darse sobrevida y prepara lo necesario para frenar a las fuerzas revolucionarias que se mueven desde abajo. Es tarea de la semiótica emancipadora, luchar en cualquier frente de disputa simbólica para descubrir, explicar y combatir, toda forma de esclavitud. El cuento de que tanto la realidad como la subjetividad, son incognoscibles e impredecibles, debe combatirse con herramientas científicas que permitan probar cómo operan las herramientas de dominación económico-ideológicas y explicar cómo derrotarlas. La verdad, que no es propiedad privada, es un espacio de trabajo y lucha permanentes donde debe desplegarse una creatividad metodológica capaz de generar información correcta, con rigor ético, y sin esclavitudes mercantiles. La verdad no es un ente intocable ni místico, es una construcción social que reclama intervención colectiva, debate y consenso. Es una responsabilidad colectiva. Requiere fuerza científica y vigilancia irrestricta, sin amos, sin reformistas, sin oportunistas ni sectarios. Cultiven el santoral que cultiven.

No debemos temerle a la verdad, ni a los mitos fabricados para desfigurarla, ni a sus acólitos. No temerle a la verdad, mejor aún interrogarla, socializarla, democratizarla, re-politizarla y hacerla patrimonio de la humanidad bajo una práctica de acción directa y organización revolucionaria. Desatar todos los velos que la cubren y encierran, desmentir todas las falacias que la acorralan, desarticular los templos y los calabozos que la encierran. Emancipar a la verdad y combatir a las falacias, vengan de donde vengan, valgan lo que valgan, beneficien a quién beneficien. La verdad es un organismo social vivo, es dinámica y pertenece a todos. Hay que conocerla. ¿Por qué las mentiras de unos cuantos han de valer más que las verdades de millones?

Fuente de la Información: https://www.telesurtv.net/bloggers/Carta-de-la-Verdad.-Disputas-semioticas-en-los-territorios-de-la-Realidad-20201008-0001.html

 

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El Socialismo en la experiencia latinoamericana

El Socialismo en la experiencia latinoamericana

 

Juan J. Paz y Miño Cepeda

Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Por Juan J. Paz y Miño Cepeda

Las teorías sobre el socialismo, que nacieron en Europa durante el siglo XIX, eran prácticamente desconocidas en América Latina, incluyendo al marxismo. Con el avance del siglo XX ingresaron entre inmigrantes, elites políticas e intelectuales y acompañaron al incipiente desarrollo del movimiento obrero. La Revolución Rusa (1917) aceleró la difusión del marxismo, el nacimiento de partidos marxistas en la región y el sueño por el “socialismo”.

Si bien los partidos marxistas idealizaron la necesaria toma del poder, participaron en procesos electorales y cumplieron decisivas labores en la organización de los trabajadores y clases populares, no lograron el control del Estado que hiciera posible el camino al socialismo. A su vez, los -mal llamados- regímenes “populistas”, a partir de la década de 1920 (que también hay que identificar con la izquierda de la época), construyeron economías sociales con modernización capitalista, que fortalecieron capacidades estatales, promovieron educación, salud y seguridad social, y reconocieron amplios derechos laborales. Ocurrió tempranamente con los gobiernos de la Revolución Juliana (1925-1931) en Ecuador; José Batlle y Ordóñez (1903-1907 y, sobre todo, la segunda presidencia, 1911-1915) en Uruguay; Hipólito Yrigoyen (1916-1922 y 1928-1930) en Argentina, o parcialmente con Arturo Alessandri Palma (1920-1925 y 1932-1938) en Chile; pero con mayor claridad y definición con Getulio Vargas (1930-1945; y 1951-1954) en Brasil; Lázaro Cárdenas (1934-1940) en México y Juan Domingo Perón (1946-1955 y 1973-1974) en Argentina. Todos esos gobiernos se ubican en el largo proceso de superación de los regímenes oligárquicos tradicionales.

Pero el camino definitivo al socialismo en América Latina solo se hizo posible a partir de la Revolución Cubana (1959). Se ha escrito miles de páginas sobre ella. En esencia fue el resultado de la eficaz lucha armada guerrillera, con enorme apoyo popular, en el marco del enfrentamiento a Fulgencio Batista y al intervencionismo de los EEUU. Tanto el bloqueo norteamericano, como el cerco latinoamericano impuesto por la guerra fría, explican la larga relación de la isla con la URSS hasta que el derrumbe del socialismo en ese país y en Europa del Este determinó el “período especial” de la década de 1990, durante el cual en Cuba se redefinió la economía para continuar el camino socialista.

Las guerrillas, que se generalizaron en la región a partir de la década de 1960 sobre la imagen de lo ocurrido en Cuba, no tomaron el poder, excepto en Nicaragua, con el triunfo de la Revolución Sandinista (1979); pero no pudo afianzarse la vía al socialismo, impedida por la “Contra” y los EEUU a través de la CIA, y porque el Sandinismo perdió las elecciones en 1990.

El proceso que merece particular atención y estudio, por las experiencias que dejó para la izquierda latinoamericana, es el de Chile.

La primera “República Socialista” se instaló el 4 de junio de 1932, tras el derrocamiento del presidente Juan Esteban Montero. La Junta cívico-militar integrada por el “socialista” Eugenio Matte, el general Arturo Puga y el abogado y político Carlos Dávila, la proclamó. Apenas duró 12 días, porque Dávila logró expulsar a los otros dos miembros y autoproclamarse presidente, aunque duró en el cargo solo hasta el 13 de septiembre, cuando fue derrocado.

Esa “República Socialista”, apoyada por jóvenes seguidores de Matte y de Marmaduke Grove (prestigioso marino y uno de los fundadores del Partido Socialista, que nació al siguiente año), demócratas radicales y un sector de los militares, paradójicamente no tuvo el apoyo del Partido Comunista (por entonces enemistado con los socialistas) ni de una serie de federaciones obreras; pero encendió la oposición de los estudiantes católicos (la Universidad Católica de Santiago tenía una tradición política y conservadora de años), capas medias y empresarios. La Junta y Dávila apenas esbozaron un programa, pero se logró, al menos, la creación del Ministerio de Trabajo y de Salubridad Pública.

El Frente Popular, que ya logró unir a comunistas y socialistas chilenos, junto a sectores democráticos y bases sociales, logró la presidencia de Pedro Aguirre Cerda (1938-1941), bajo la consigna “socialista” de “Pan, Techo y Abrigo”, una idea que entre los ecuatorianos inmediatamente recuerda la propuesta de campaña electoral del socialcristiano y rico empresario León Febres Cordero (1984-1988), quien tuvo éxito con su fórmula “Pan, Techo y Empleo” que, desde luego, no cumplió, pues su gobierno inauguró el modelo empresarial-oligárquico que rigió en el país hasta 2007 y revivió a partir de 2017.

Pero el camino más fundamentado y desarrollado para lograr conducir Chile al socialismo solo se alcanzó con el ascenso presidencial de Salvador Allende (1970-1973). Cabe seguirlo desde la campaña electoral, pues aunque la Unidad Popular (UP) logró la convergencia de sectores importantes de las izquierdas (partidos Socialista y Comunista, MAPU y otros), hubo grupos minoritarios que dudaron o no se unieron. Desde luego, las derechas procuraron impedir el triunfo y contaron con apoyo de la CIA y de un sector militar, a quien estorbó la posicion asumida por el general René Schneider, Comandante en Jefe del Ejército en aquellos días, quien proclamó el respeto institucional a la democracia y a los resultados en las urnas (“doctrina Schneider”). Esa posición explica su asesinato (1970). Instalado el gobierno, Allende debió utilizar la Constitución y los “resquicios legales” para lograr los cambios. A momentos incluso contó con el apoyo de la Democracia Cristiana (por entonces proponía el “socialismo comunitario”), que con el gobierno de Eduardo Frei Montalva (1964-1970) había iniciado la “chilenización del cobre”, la reforma agraria y mantuvo la inclinación política a favor de los trabajadores, acciones coincidentes con lo que haría la UP en el gobierno. Las reformas sociales fueron inéditas; pero la economía, que creció el primer año, empezó a tambalear desde el segundo. En estricto rigor histórico, nunca se instaló una economía “socialista”, pero sí fue desestabilizada la economía “capitalista”. Allende procuró actuar de acuerdo con las circunstancias. El MIR y la VOP demandaron siempre la radicalizacion acelerada. Pero el peligro de una guerra civil frenaba al mismo gobierno. Como el “socialismo” de aquellos tiempos se asociaba a la estatización completa de los medios de producción, Allende se preocupó por extender el sector de “propiedad social” frente a la privada y la mixta; sin embargo, en diversas oportunidades, las tomas de tierras y las de fábricas y otras empresas, para que se transfirieran a la administración de sus trabajadores, rebasaron el control del gobierno y aceleraron las quejas, reacciones y resistencias de las clases propietarias. Las acciones de persecusión, amedrentamiento y agresión derechista crecieron en manos de organizaciones como “Patria y Libertad” (“Tradición, Familia y Propiedad” – TFP-, grupo que también se estableció en Ecuador). Los “camioneros” se convirtieron en la fuerza opositora más efectiva. Las damas de la burguesía lanzaron sus marchas y “cacerolazos”. Los empresarios confabularon para el desabastecimiento general o la subida de precios. La sociedad se polarizó. Se confió demasiado en la institucionalidad chilena de cuatro décadas, en la que los militares siempre se mostraron respetuosos de la democracia y apartados del conflicto político.

La construcción del “socialismo por la vía pacífica” despertó enemigos poderosos en plena guerra fría: ante todo los EEUU, pues el gobierno de Richard Nixon, (1969-1974), asesorado por Henry Kissinger, su Secretario de Estado, y contando con las acciones desestabilizadoras de la CIA, no estuvo dispuesto a permitir una segunda Cuba (incluso se buscó comprometer a los militares anticomunistas brasileños y argentinos); los empresarios hicieron lo suyo para boicotear la economía, incluyendo los paros patronales; sectores de las clases medias acomodadas imaginaban riesgos; los medios de comunicación bombardeaban con su propia labor opositora; y entre los militares incubaba la conspiración definitiva. El sector militar más pervertido por el macartismo dio el golpe final y el 11 de septiembre de 1973 acabó con el gobierno socialista y con toda democracia, imponiendo la dictadura terrorista de Augusto Pinochet (1973-1990).

Años más tarde, el derrumbe del socialismo real iniciado en la URSS, junto con las reformas en la República Popular China (RPCh) y, sobre todo, las que introdujo Cuba a raíz del “período especial”, permitieron comprender mejor que la vía al socialismo puede tener diversas condiciones y caminos, en los que no se descarta la democracia representativa. Ha quedado claro que la estatización total de los medios de producción no es necesariamente inmediata ni forzosa. Incluso V.I. Lenin lo advirtió, al acudir a la Nueva Economía Política (NEP, 1921-1928), bajo la cual en Rusia tuvieron que revivir formas de propiedad privada, un proceso que igualmente merece estudiarse con rigor. En la actual RPCh hay un evidente sector privado y “capitalista” (hay multimillonarios chinos), pero el Estado no ha renunciado al control de la economía, proclama al marxismo como guía, pero asume la construcción de la nueva sociedad como un proceso de más largo plazo, bajo la fórmula de la “vía China al socialismo de mercado”.

Hoy, la vía al socialismo en América Latina está en discusión. La izquierda no es únicamente marxista, sino variada. El progresismo latinoamericano, como nueva tendencia en el siglo XXI, demostró las virtualidades de una economía social de transición, pero igualmente sus propios límites. Nadie puede atribuirse la verdad revolucionaria. Porque si algo debe asimilarse de la experiencia histórica, es que el socialismo constituye un proceso en construcción desde nuestro presente, bajo las particularidades y experiencias diarias de cada país, ya que no es posible reproducir las vías y modelos que han ejercitado otras sociedades.

Pichincha Comunicaciones

Autor: Juan J. Paz y Miño Cepeda

Fuente de la Información: https://www.nodal.am/2020/10/el-socialismo-en-la-experiencia-latinoamericana-por-juan-j-paz-y-mino-cepeda/

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I Congreso Mundial de Educación 2020. Luis Miguel A. Dorry: «En nuestras diversidades se encuentran nuestras riquezas y en nuestras alianzas las fortalezas». México

Panel: Gremialismo, sindicalismo y transformación Educativa.

Ponente: Luis Miguel Alvarado Dorry. Investigador y editor del Centro Internacional de Investigaciones «Otras Voces en Educación» (CII-OVE)/México.

Título: En nuestras diversidades se encuentran nuestras riquezas y en nuestras alianzas las fortalezas.

¡Hola a todes!

“Es inherente la reivindicación democrática participativa de los sindicatos”

(LMAD, septiembre 2020).

La negación de la negación, para Lenin <la dialéctica “exige que sea indicada la ‘unidad’, es decir, la conexión de lo negativo con lo positivo; hallar lo positivo en lo negativo”> (Rosental & Iudin, 1946, pág. 231).

En este marco, centraré mi participación.

El neoliberalismo educativo no solo ataca a las escuelas y a las educaciones, también a los gremios y sindicatos, por ello, es inherente una permanente crítica y autocrítica desde y hacia el interior de los gremios y sindicatos, con el hito de develar las distintas tensiones y contradicciones que en ellos se generan a partir del empoderamiento y construcción de monopolios que, poco a poco, germinan en formas de poder opresoras hacia les propies agremiades y sindicalizades.

 

Aquí algunas de muchas tensiones y contradicciones:

  1. La democracia representativa-democracia participativa; la primera se empodera a una o un pequeño grupo de personas a partir de la elección que las bases hacen, en su mayoría, se vuelve jerárquica y vertical, en muchas ocasiones, les representantes detentan puestos superiores para la adquisición de mayor poder y confort, estes son cooptades y seducides por el sistema imperante ofreciendo puestos políticos en las estructuras gubernamentales perdiendo con ello la pasión, el amor y el compromiso para con sus representades formando monopolios y corporativos de poder. La segunda empodera al colectivo compartiendo el poder entre todes de manera horizontal para el bien común, cada une se convierte en una célula que, al unirse a otres, forman sistemas cooperativos más complejos y resistentes.
  1. La despolitización-concienciación ética, la primera surge a partir de distintas formas de dominación y control con base en actos coercitivos tales como: manipulación, amenazas, estigmas, entre otras no menos importantes, ejercidas hacia les agremiades y sindicalizades dogmatizando y alienando las subjetividades de estes bajo los intereses de les dirigentes; por el contrario, la concienciación ética conlleva politización entre todes, en este proceso, dan cuenta de las distintas injusticias provocadas no solo por el sistema imperante, sino que también desde las propias representaciones hacia les agremiades y sindicalizades, asimismo se lucha con pasión, amor y compromiso en contra de estas.
  1. Patriarcado-machismo – los feminismos, la mayoría de los gremios y sindicatos figuran únicamente hombres en las dirigencias polarizando así a las mujeres y demás diversidades sexuales, diversidades que “normalizan” estos hechos callando consciente e inconscientemente, solo son utilizadas para levantar la mano y votar por su representante. En gremios y sindicatos corrompidos por el mismo sistema neoliberal, a los hombres, les piden dineros por favores o bien por algunos trámites que por derecho se tiene, mientras que, las mujeres y demás diversidades sexuales, son acosadas y violentadas sexualmente. Diversidades sexuales que “normalizamos” y “legitimamos” estos hechos con expresiones como “él consiguió su préstamo o su cambio porque dio dinero”, o bien, “ella consiguió su crédito hipotecario, su cambio de escuela o un cargo en el sindicato porque dio las nalgas”. Debemos pues, todes, reivindicar y empoderar a todas las diversidades sexuales y no solo a hombres en los gremios y sindicatos, no como entes pasivos, sino como sujetas con férrea participación y compromiso.
  1. Opresión-Liberación, en la primera se encuentran implícitas las relaciones opresores-oprimides generadas por la construcción de monopolios de poder con base en la subjetividad neoliberal, conservadora, patriarcal y neocolonial que ostentamos y que, por lo general, lo polarizamos en nuestros discursos progresistas. Discursos que distan de la cotidianidad vivencial, es decir, pregonamos ser de izquierda compitiendo con nuestres compañeres, en el sentido de quién es más o quién hace más o mejor las cosas, invisibilizando con ello el conocimiento y reconocimiento de les otres, es decir, otredad. No quiero decir con esto que los gremios, sindicatos, pedagogías y teorías críticas, contrahegemónicas y contestatarias sean varitas mágicas que usemos para transformar a les otres, por el contrario, esta transformación, conlleva un proceso vivencial permanente de desconstrucción dialéctico, dialógico y doloroso en y desde nosotres mismes.

 

En este contexto, si no llevamos a cabo una exhaustiva reflexión, crítica, autocrítica y proceso de transformación propia, oscilaremos siempre en la oposición y nunca nos consolidaremos como resistencias, en tanto que, las fuerzas y seducciones del neoliberalismo nos cooptarán y, en palabras de Luis Hernández Navarro, “nos convertiremos en aquello que tanto hemos criticado”.

De lo anterior, no me refiero a la construcción de otros sindicatos y caer en el divisionismo y fragmentación, sino que, de los que son y están, reivindicarlos en el marco de la democracia participativa a partir de la formación de subjetividades críticas.

Si bien es cierto que muchos gremios y sindicatos han servido de muros de contención contra los embates del neoliberalismo, sin embargo, es importante develar las tensiones y contradicciones en su interior, por lo tanto, es necesario reflexionar-nos, desconstruir-nos y constuir-nos a partir de la negación de la negación de nuestra subjetividad, de nuestros gremios y sindicatos, hallemos pues, lo positivo de lo negativo. Esto puede ser el inicio de un proceso de transformación gremial, sindical y, por tanto, educativa, y el devenir de la liberación de les seres humanes.

Si nuestras luchas siguen siendo pequeñas islas, el tsunami capitalista nos sumergirá junto con todas nuestras esperanzas, por eso es importante esta alianza mundial que hoy congregamos en defensa de la educación pública y contra el neoliberalismo educativo, retomamos una de las categorías o máximas que nos dejó Marx referida a “la unión de trabajadoras y trabajadores” no solo para protestar, sino que también para proponer alternativas que contrarresten al neoliberalismo educativo.

Es por ello que, “Es inherente la reivindicación democrática participativa de los diversos grupos gremiales y sindicales, porque en nuestras diversidades se encuentran nuestras riquezas y en nuestras alianzas las fortalezas.

Muchas gracias.

 

Referencias

Rosental, M., & Iudin, P. (1946). Diccionario filosófico marxista. Montevideo: Ediciones Pueblos Unidos.

Fuente e Imagen: I Congreso Mundial de Educación 2020.

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Mundo: Respuesta de los Gobiernos a los pueblos originarios ha sido mixta

Mundo/América Latina/27-09-2020/Autor(a) y Fuente: www.telesurtv.net

«Los pueblos indígenas no necesitan salvadores, lo que necesitamos es apoyo por parte de los Estados», expresó Masaquiza.

La oficial asociada de Relaciones Sociales en la Secretaría del Foro permanente para las cuestiones indígenas de la Organización de Naciones Unidas (ONU), Mirian Masaquiza, indicó este miércoles que la respuesta de los Gobiernos a los pueblos originarios indígenas ha sido «mixta» en medio de la pandemia de la Covid-19.

Durante su intervención en el programa Enclave Política de la televisora teleSUR, la representante indígena ecuatoriana explicó que si bien algunos Gobiernos han garantizado apoyo a las comunidades indígenas del mundo, no lo han hecho de manera puntual, mientras que otros ni siquiera han garantizado los servicios básicos en medio de la crisis sanitaria.

Igualmente, aseveró que la actual situación epidemiológica global ha venido a confirmar las enormes brechas de desigualdad en el mundo, y ha afectado a «los más débiles», entre ellos los pueblos originarios, muchos de los cuales aun no han sido reconocido por muchos Estados en el planeta.

«En América Latina estamos reconocidos en la Constitución. Sin embargo la participación es bastante baja. O existen leyes o presupuestos en los que simplemente están invisibilizados los pueblos indígenas», afirmó  Masaquiza.

En tal sentido, la funcionaria de la ONU explicó que la ausencia de datos específicos sobre el número de personas que integran las comunidades indígenas y sus ubicaciones, afecta el apoyo que se les pueda brindar a sus miembros, y en el caso de las mujeres es más grave aun «porque si no existen datos desglosados con referencia al género es invisible el desglose con respecto a la pertinencia étnica», afirmó.

Asimismo, aseveró que varias naciones no han asumido la existencia de otros sectores sociales como el movimiento de los indígenas, de las mujeres, de los migrantes, que exigen acciones precisas de acuerdo a sus realidades, por lo que es fundamental el diálogo con esos sectores. «Hay que consultarles y trabajar con ellos», expresó.

Masaquiza también destacó que los pueblos indígenas son poseedores de conocimientos tradicionales, lengua propia, sistemas de Gobierno, y otros rasgos distintivos sistemas que han persistido por civilizaciones, que han usado para combatir la pandemia de la Covid-19.

Además, reconoció como positiva la cooperación entre las comunidades indígenas en medio de la emergencia sanitaria, la cual debe ir «de la mano de los tratamientos científicos», lo cual es fundamental lleguen a los indígenas», recalcó la representante indígena del Ecuador.

Con relación a este punto, llamó a los Estados a utilizar las guías que han creado la ONU y varias organizaciones no gubernamentales sobre el potencial de los pueblos originarios, para que basándose en estas puedan apoyar a los miembros de esas comunidades.

«La pandemia ha marcado un antes y un después de todo lo que vivimos. El cambio climático, la inequidad siguen estando en primer plano y los más excluidos seguimos en esta situación», afirmó la funcionaria.

Al respecto, instó a los Gobierno a implementar documentos ya suscritos como los Objetivos de Desarrollo 2030, la Declaración de la ONU sobre los Derechos Indígenas del 2007, el documento final de la Conferencia Mundial de los Pueblos Indígenas y otros documentos que abogan por el reconocimiento y la protección de los sectores indígenas.

«En nuestra región, el Convenio 169 de la OIT es también una guía complementaria a la Declaración de la ONU para que los Estados trabajen con los pueblos indígenas, con la participación de los líderes de las comunidades», enfatizó.

Al preguntarle sobre los retos del planeta ante el cambio climático y las agresiones del ser humano a la naturaleza, la representante indígena respondió que es falta de voluntad política que no se haya avanzado más en esa cuestión que le atañe a toda la humanidad.

Masaquiza resaltó que es muy necesario que la sociedad civil conozca de los compromisos internacionales sobre el cuidado del medio ambiente, para exigir que estos sean implementados. «Esto no es una situación en la que tenemos que ganar todos para sobrevivir», alertó.

Por último precisó que las mujeres indígenas necesitan más apoyo para prepararse y asumir cargos en las diferentes instancias nacionales e internacionales que le permitan defender los derechos de sus comunidades, sin ser estigmatizadas como mujer o como autoridad. «El sistema de cuotas en algunos países está ayudando», reconoció.

Fuente e Imagen: https://www.telesurtv.net/news/respuesta-gobiernos-pueblos-originarios-ha-sido-mixta-20200923-0057.html

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América Latina: La respuesta sistémica a la pandemia

Con la pandemia de coronavirus a América Latina, el despojo se recrudeció, aumentaron las políticas para restringir la circulación de productos campesinos y el trabajo asalariado se extremó en la región, concluyó el folleto «Ganancias, privilegios, control y represión: La respuesta sistémica a la pandemia».

El folleto, realizado por la Alianza Biodiversidad, evalúa los efectos de la pandemia en las comunidades campesinas de América Latina y cómo se recrudecieron las problemáticas ambientales, alimentarias y sociales, al mismo tiempo que los «Estados y corporaciones aprovechan la fragilidad» para arrasar con los espacios rurales y autónomos.

«En casi todos los países de la región las actividades agroindustriales y de extractivismo fueron exceptuadas de la cuarentena por considerarse en las medidas tomadas como ‘actividades esenciales’», destaca el documento, en el que se enlistan las principales acciones de los gobiernos contra las comunidades durante la pandemia.

«Para toda la región podemos concluir que los procesos de despojo que venían ocurriendo no se detuvieron con la pandemia, se echaron a andar nuevos con argumentación Covid-19. El capitalismo más desnudo ‘perdió sus buenas maneras’, y esto explica por qué es generalizada la desprotección de los pueblos por parte de los Estados y el casi odio de las empresas a sus empleados en el momento más álgido de la crisis», concluye el documento.

Descarga el Folleto aquí:

 

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Horizonte electoral en Latinoamérica: Unidad con contradicciones o derrota del campo popular.

Por: Javier Tolcachier

 

En los meses por venir tendrán lugar varias citas electorales en la región. En Octubre deberán celebrarse elecciones en Bolivia y un plebiscito en Chile sobre la posibilidad de cambiar la Constitución. En Noviembre, los ciento cincuenta millones de electores brasileños estarán llamados a designar autoridades municipales. En Diciembre, la cita electiva será en Venezuela para renovar la composición de la Asamblea Nacional y normalizar su funcionamiento. En Febrero de 2021 se votará para elegir un nuevo ejecutivo y cámara legislativa en Ecuador.

Si bien las preocupaciones cotidianas de los pueblos probablemente estén de momento mucho más centradas en las necesidades de supervivencia que en cuestiones de superestructura política, no será lo mismo cual sea el signo que resulte triunfante en esas contiendas.

En su costado aliciente, las experiencias recientes de Argentina y México han mostrado que para las poblaciones de dichos países, luego de la asfixia neoliberal de apenas un período en el primer caso y de una larga agonía de continuados sexenios en el segundo, los gobiernos de Fernández y López Obrador constituyen hoy un respiro y una apertura a mejores posibilidades para las mayorías.

En ambos casos, la vía que posibilitó la derrota de los candidatos de las finanzas corporativas y del sometimiento neocolonial fue el logro de una unidad con contradicciones, pero con el suficiente potencial para dar término a la catástrofe social anterior.

Mirado en perspectiva histórica, el fenómeno no es novedoso. Todas las revoluciones ocurridas en el primer decenio del siglo XXI tuvieron como común denominador la construcción de mayorías a través de la acumulación de sectores diversos alrededor de un programa alejado del yugo neoliberal.

Las derechas y el capital, por su parte, también buscan sumar. Toman para ello como eje la demonización de los gobiernos populares, siendo asistidos por el golpismo, la manipulación mediática y la corrupción del poder judicial, marionetas cuyos hilos se anudan en el deseo geopolítico de los Estados Unidos de retomar su preeminencia perdida en la región.

Bolivia, retomar el hilo constitucional y un renovado Proceso de Cambio

Luego de sucesivas postergaciones, la ley aprobada indica que deberá votarse el 18 de Octubre. La reedición  de una campaña sucia contra Evo aún sin ser candidato (idéntica a las usadas en todas las campañas anteriores) junto al recrudecimiento de las persecuciones a líderes sociales y personalidades del MAS indican que la campaña electoral de odio de la derecha ha comenzado.

Aún cuando en los recientes bloqueos se verificaron indicios de fisura en el consenso popular, aún cuando la candidatura de Luis Arce no haya conformado del todo al sentir indígena, es obvio que, dada la enorme polarización, el ex ministro de Evo contará con la mayoría de los votos en la elección.

La estrategia de los sectores reaccionarios estará, por tanto, puesta en maniobras de proscripción del masismo, de autoproscripción para favorecer la acumulación alrededor de un candidato o de aglutinar el voto antievo en una segunda vuelta. El primer caso producirá una oleada de indignación difícil de contener, salvo desatando una mortífera represión. Si la intención del imperialismo occidental (EEUU+Europa), enfocada en recuperar la explotación leonina de los recursos naturales del país, es guardar las formas, pondrán todos los recursos a su alcance para “bajar” algún candidato, fomentar el divisionismo en el seno del sector indígena-campesino-trabajador, apostar a sumar para una segunda vuelta o seguramente todas a la vez.

La opción del campo popular es clara: Unidad más allá de las contradicciones o legitimación del golpismo en las urnas.

Chile, nueva Constitución o nada

Una semana después de la cita electoral en Bolivia, tendrá lugar en Chile el plebiscito que abrirá el camino para desarmar la dictadura neoliberal impuesta a sangre y fuego por el poder corporativo y su sicario Pinochet.

A la pregunta ¿Quiere usted una Nueva Constitución?, los chilenos deberán responder con un claro Apruebo o Rechazo. Sin embargo, como continuidad de la tendencia tramposa instalada en la arquitectura de la vieja constitución, los herederos del viejo régimen instalaron una segunda pregunta mucho más confusa para el ciudadano de a pie.

Acerca del tipo de órgano que deberá redactar la Nueva Constitución, el elector tendrá como opciones “Convención Mixta Constitucional” o “Convención Constitucional”. El casi imperceptible “mixta” introduce la posibilidad de que integrantes del Congreso – considerado la “política de la cocina” (es decir, de las componendas) por la mayoría de los chilenos – conformen un 50% de la convención, fortaleciendo su carácter “reformista” y no refundante.

Otro truco formal es la cláusula de que dos tercios de los convencionales sean necesarios para aprobar el nuevo texto constitucional. Lejos de querer reflejar a una amplia mayoría de chilenos, como señalan sus defensores, la traba de los dos tercios fue una de los principales cerrojos de la constitución pinochetista para impedir su modificación.

A un año de la gesta de Octubre en la que “Chile despertó”, también aquí las opciones son nítidas: Apruebo y Convención Constitucional. La ahora impermitida aspiración de una Asamblea Constituyente Plurinacional, Soberana y Paritaria, como el reclamo de amplios sectores sociales, deberá constar en el reclamo “AC” con el que pueden ser refrendadas las papeletas. Esto quedará como horizonte real de lucha posterior para un pueblo endeudado, empobrecido y maltratado por treinta años de dictadura mercantil, para el cual será necesario seguir creando conciencia y consolidar un sujeto político popular decisivo.

Brasil, la necesidad de fortalecer el antifascismo desde abajo

En la actual tragedia sanitaria, social y política que atraviesa el Brasil, una elección municipal puede parecer un detalle sin importancia. Sin embargo, muchas de las decisiones cotidianas que afectan a la población son tomadas por gobiernos locales y autoridades federales. Al mismo tiempo, es precisamente desde las entidades municipales, desde los concejales y prefectos, más cercanos a la base social, desde donde debe erigirse la resistencia y alternativa a la monstruosidad hoy gobernante en los poderes ejecutivo y legislativo, siempre mucho más cercanos al poder económico concentrado.

El panorama de las municipales es diverso y todavía confuso. Bolsonaro no logró legalizar su nueva fuerza política (Alianza por el Brasil), cuya estructura reposa en el entramado de iglesias neopentecostales. Sin embargo, es obvio que la extrema derecha posicionará a sus candidatos en otras listas (Republicanos, PSL, etc.). La izquierda mantiene fuertes diferencias y, salvo en unas pocas ciudades, no ha logrado alianzas en la mayor parte de las grandes capitales. El cálculo de las fuerzas progresistas es lograr pactos en segunda vuelta para evitar que, como parece a priori, los partidos conservadores como el PSDB – golpeados en el ámbito nacional por sucesivos escándalos y la falta de figuras aglutinantes – retomen el control estratégico de los principales municipios.

Para no fracasar en el intento de retomar la senda de gobiernos soberanos y solidarios, es evidente la necesidad de un frente popular que nuclee a todas y todos, pero sobre todo, que retome una íntima ligazón con los sectores populares.

Venezuela, unidad en defensa de la autodeterminación

Las principales naciones protagonistas del régimen capitalista pro-occidental, los medios de confusión a su servicio, gobiernos súbditos y títeres locales advierten que no aceptarán el resultado de las elecciones legislativas en Venezuela por efectuarse en condiciones viciadas. No se refieren con ello a la situación de bloqueo financiero y comercial, las extendidas medidas coercitivas unilaterales del gobierno de Donald Trump, la demonización de la que ha sido objeto la revolución bolivariana durante más de 20 años, los ataques a la soberanía nacional mediante intrigas, las amenazas de invasión, el apoyo continuado al golpismo, la instalación fallida de un gobierno paralelo, entre otros factores, sino a supuestas irregularidades producidas por el gobierno en la composición del poder electoral o en las directivas de algunos de los partidos políticos contendientes en las presentes elecciones.

Venezuela es una nación bajo asedio imperial y ese es el factor esencial que debería ser removido para garantizar circunstancias de relativa normalidad en el funcionamiento político del país.

Para reemplazar el actual legislativo, de mayoría opositora y de conducta de bloqueo interno durante los cinco años desde la peor derrota electoral del chavismo, se aprestan a participar, además del oficialista Gran Polo Patriótico (GPP), numerosos partidos opositores y organizaciones regionales.

También aquí hay fricciones internas en el universo de facciones que apoyan a la revolución y competencia entre los partidos opositores por ocupar los puestos con mayor proyección política en la futura Asamblea.

La mejor opción para los revolucionarios en la coyuntura sigue siendo la unidad en la diversidad, favoreciendo la participación popular, una distribución equilibrada de poder dentro de sus filas y valorando la existencia de un contrapoder democrático. De este modo, pueden fortalecerse los consensos en un proceso de diálogo participativo, debilitando así las opciones violentas y revanchistas locales y extranjeras.

Ecuador, separar la paja del trigo

Las elecciones presidenciales y legislativas están previstas en Ecuador para el 7 de Febrero de 2021. Si bien de acuerdo al cronograma dado a conocer por el CNE la inscripción de candidaturas recién procederá formalmente a partir del 18 de Septiembre, una veintena de candidatos ya han sido nominados por las más diversas agrupaciones.

La profusión de candidaturas, a las que se suman las de asambleístas y representantes al Parlamento Andino, hace, al menos en principio, poco inteligible el panorama. Sin embargo, es previsible que tan sólo tres fuerzas políticas concentren los votos en primera vuelta. Por el progresismo, Andrés Aráuz, joven ex ministro de Economía de la Revolución Ciudadana, respaldado por Rafael Correa; Guillermo Lasso, banquero representante del neoliberalismo salvaje y Cristina Pérez, la cara bonita – ex Miss Guayaquil y presentadora televisiva – del socialcristianismo manejado por Jaime Nebot.

Otras propuestas, como las del indigenismo, la socialdemocracia o las débiles continuidades del actual desgobierno (Construye – ex Ruptura o lo que queda del otrora mayoritario Alianza País) serán sin duda factores de dispersión del voto. Lo mismo, con expresiones menores de la derecha como el ex presidente derrocado Lucio Gutiérrez, el ex prefecto de Azuay Paul Carrasco, el Movimiento Suma o la Unión Ecuatoriana del ex fiscal del Estado Pesántez Muñoz.

Sorprendente, y con muchos interrogantes que se disiparán más adelante, fue la renuncia de Otto Sonnenholzner, ex vicepresidente de Moreno, a ser candidato, a quien los medios aliados habían posicionado con fuerza en la escena política. En realidad, éste representaba  una renovación generacional gatopardista, o vino viejo en odres nuevos, a la usanza de “Marito” en Paraguay, Carlos Alvarado en Costa Rica o Bukele en El Salvador.

De hecho, faltan aún muchos meses para la contienda y muchas cosas pueden ocurrir. Lo que es seguro para el campo popular es que, más allá de las contradicciones evidentes que pudiera suscitar el regreso de la Revolución Ciudadana al poder político, es la única opción no alineada con el sometimiento del Ecuador a los poderes del capital y del imperialismo. Facilitar una nueva unidad alrededor de esa candidatura para resistir la profundización del sometimiento a los dictados del gobierno estadounidense, aparece como la alternativa más coherente.

Un escenario social de fragmentación e incertidumbre

¿Por qué parece delinearse un horizonte de tintes grisáceos? ¿Adónde reside la dificultad para nuclear y organizar masivamente voluntades y cimentar mayorías consistentes? ¿Cuál es la lectura de trasfondo que, a primera vista, pareciera desteñir el futuro inmediato, invitando a sentidos pragmáticos más que a hondas transformaciones? ¿Dónde quedó el ímpetu emancipador y revolucionario? ¿Acaso estas líneas dejan translucir la derrota cultural de los proyectos populares de cambio emergidos en la primera década del siglo XXI? No es el caso.

Sin embargo, hay factores sicosociales que no son idénticos a los de finales del siglo pasado, a los que se debe prestar la debida atención en la coyuntura y que posiblemente no estén siendo suficientemente recogidos en el análisis.

Hay un avance momentáneo de las corrientes retrógradas en todo el mundo que no se debe, como habitualmente se cree, a particulares estrategias exitosas de recolonización, sino que éstas se aprovechan de tendencias en un marco de evidente decadencia sistémica que pueden resumirse en los siguientes factores:

1.     La vertiginosa aceleración del tempo histórico, que irrumpe como desestabilización de paisajes conocidos, superando a la capacidad de adaptación de amplias capas poblacionales.

2.     La incertidumbre generalizada sobre la dirección de los acontecimientos, que genera la desgarradora necesidad de asideros estables, lo que supone ansiedades de regreso a mundos reconocibles, localizables idealmente en el pasado.

3.     La disolución de vínculos de contención y relación sociales, provocados por el desgaste de valores y hábitos que daban sustento a lazos anteriores, secundado por la difusión de ideologías individualistas. La soledad absoluta en un universo enrarecido es una sensación compartida por muchos seres humanos.

4.     La exclusión de una sociedad gobernada por la concentración económica, la angustia del éxito y la falta de alternativas suficientes para mayorías empobrecidas,  azotadas por la desigualdad y el fracaso individual como destino colectivo.

5.     La falta de sentido existencial en las propuestas de acumulación material propuestas incluso desde una redistribución más justa de los recursos comunes.

6.     La reacción pendular por los avances conseguidos en la igualdad de condiciones de la mujer, los negros, los indígenas, las disidencias sexuales y otros colectivos discriminados.

7.     La reacción de identidades culturales a un proceso de globalización dirigido por el poder multinacional.

Como correlato de la conjugación de estos vectores, sumados al desgaste por burocratización de los procesos de cambio y la permanente amenaza contrarrevolucionaria de ahogar en la nada a los derechos humanos de las mayorías, se ha producido cierto enlentecimiento o degradación en los proyectos de humanización o la franca reversión a cargo de fuerzas conservadoras en dirección política regresiva.

Hacia un nuevo sujeto cultural, social y político humanista

Más allá de la coyuntura presente, que presenta obstáculos a las aspiraciones comunes de felicidad, justicia, coherencia y unidad, entre otras, existen, como en cada bifurcación de la historia, opciones que recogen lo mejor del momento anterior y lo proyectan de manera renovada a la próxima fase de la evolución social.

Podría ocurrir que esas opciones fueran apenas un sustrato esencial a veces no reconocible en el fragor y la fanfarria de la confrontación con la injusticia y el difícil ascenso hacia una sociedad plenamente humana.

Podría ser que en los pliegues de las nuevas sensibilidades generacionales, en sus poderosas vertientes feministas, en las exigencias de cuidado medioambiental y de otras especies, en la utilización a escala y para beneficio humano de las posibilidades tecnológicas, anide parte de la respuesta.

Podría ser que en la sed de horizontalidad, de democratización real, de desconcentración del poder, de libertad, creatividad y buen trato, en un sutil clamor por un nuevo paradigma en el que la espiritualidad y la lucha por mejores condiciones objetivas de vida no sean términos excluyentes, esté parte del enigma futuro.

Podría ser que lo que hoy aparecen como verdades de identidad irreconciliables y definitivas exacerbando el racismo, la violencia, el secesionismo y el desencuentro, encontraran una luz de esperanza en un nuevo humanismo integrador de las diferencias. Si así fuera, estaríamos ante la presencia embrionaria de un nuevo sujeto cultural, social y político cuyo objetivo será, sin concesiones ni exclusión alguna, la superación revolucionaria del dolor y del sufrimiento que hoy padece la humanidad.

(*) Javier Tolcachier es investigador del Centro Mundial de Estudios Humanistas y comunicador en la agencia internacional de noticias Pressenza.

Fuente:  https://insurgenciamagisterial.com/horizonte-electoral-en-latinoamerica-unidad-con-contradicciones-o-derrota-del-campo-popular/

Fotografía: BBC

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