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El matrimonio infantil, una enorme amenaza para 1 de cada 4 niñas en América Latina

Redacción: Telemundo

 

Países como República Dominicana, Nicaragua, Honduras y Guatemala presentan las tasas más altas de matrimonios infantiles en América Latina. La condiciones de pobreza y la falta de educación son algunas de las principales causas.

Una de cada cuatro menores se casan o establecen una unión informal antes de los 18 años en Latinoamérica, el principal problema de las niñas y adolescentes en la región, según el Estado Mundial de la Población 2020, presentado este martes por la ONU.

Esa es una de 19 problemáticas, como los castigos corporales, el incesto y el infanticidio, según el informe “Contra mi voluntad. Desafiar las prácticas que perjudican a las mujeres y niñas e impiden la igualdad”, del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA).

La prevalencia mundial de esta práctica nociva es del 21%, una lista encabezada por África Occidental y Central (40 %) y África Oriental y Meridional (34 %), seguidas por América Latina y el Caribe, donde una de cada cuatro niñas (25 %) están casadas o en unión informal antes de cumplir 18 años y en algunas partes de la región la cifra es de una de cada tres (33 %).

Al menos 60 millones de latinoamericanas se casan sin ser mayores de edad, con República Dominicana (36 %), Nicaragua (35 %), Honduras (34 %) y Guatemala (30 %) presentando las tasas más altas, mientras que Brasil y México ocupan el cuarto y el octavo lugar mundial por cantidad de casos, respectivamente.

Farzana Nabi, una niña afgana, fue vendida por 61 dólares para ser casada, el 17 de junio de 2019.
Farzana Nabi, una niña afgana, fue vendida por 61 dólares para que se casara con otro niño, el 17 de junio de 2019.Getty Images

«Debemos proteger a las mujeres y las niñas cumpliendo las leyes contra prácticas como el matrimonio infantil y la mutilación femenina, pero también cambiando las actitudes y las normas», explicó Mónica Ferro, directora del UNFPA.

Según el organismo, es posible acabar con el matrimonio infantil y a la mutilación genital femenina en todo el mundo en un plazo de 10 años. Para eso es necesario incrementar los programas para mantener a las niñas en la escuela durante más tiempo y enseñarles oficios para la vida cotidiana, así como lograr que los hombres y los niños participen en el cambio social.

La ONU calcula que, para acabar con estas dos prácticas, que acabarían con el sufrimiento de unos 84 millones de niñas, sería necesaria una inversión de 3,400 millones de dólares hasta el año 2030.

Pobreza y falta de educación

«El fenómeno acá no es tanto el matrimonio, son las uniones», aseguró Neus Bernabeu, asesora regional de Género y Juventud del UNFPA para América Latina y el Caribe, que agregó durante una conferencia virtual que es algo que afecta más a «los hogares más pobres, los de menos educación, las áreas rurales y poblaciones indígenas», casi un 60 % del total.

Esa situación se convierte en una especie de círculo vicioso porque prolonga las deficiencias sociales «para toda la vida». Estas menores «interrumpen sus trayectorias de vida, abandonan las escuelas, se embarazan, tienen muchas más posibilidades de tener hijos tempranamente y más hijos», añadió Bernabeu.

Así, de un lado, las niñas con solo enseñanza primaria tienen el doble de probabilidades de casarse o irse a vivir en unión libre. Por el otro, el 86% de las mujeres casadas o en una unión libre antes de los 18 años habían tenido un hijo antes de los 20 años, en contraste con el 34 % de las que se casaron siendo mayores de edad.

Aunque se han logrado avances como la eliminación en 2019 de todas las excepciones legales en matrimonio infantil en El Salvador y Guatemala y la inserción de un objetivo en el Plan Nacional de Desarrollo de Colombia para eliminar la práctica, América Latina es la única región del mundo donde esta problemática no se ha reducido en 25 años.

«Puede que no ‘se vea la foto’ de un hombre muy mayor con una niña vestida de novia, pero hay una práctica muy común de uniones, con diferencias de edad de 8 a 10 años. Lo malo es que si no se ve, no se aborda», afirmó a Efe Bernabeu.

«Se necesita un cambio cultural. Los padres deben oponerse y los gobiernos deben cumplir sus obligaciones con los tratados internacionales», dijo Harold Robinson, director regional para América Latina y el Caribe del UNFPA.

La mutilación genital femenina, que este año puede afectar a 4,1 millones de niñas y mujeres y que está presente en 31 países del mundo, la mayoría de África, también perjudica a algunas latinoamericanas.

Por ejemplo, en Colombia, en comunidades indígenas como la embera chamí, en el departamento del Valle del Cauca (suroeste), que heredaron esta práctica en tiempos de la colonia para prevenir la infidelidad femenina mediante la clitoridectomía, conocida localmente como «la curación».

Aunque en 2015 las autoridades indígenas firmaron un mandato para erradicarla, está práctica no ha desaparecido, como queda patente cuando niñas acuden a centros de salud con lesiones graves, que incluso les provoca la muerte.

«Como todo ser humano, las mujeres indígenas tienen derecho a la intimidad, a una buena salud y a preservar el cuerpo con el que fueron creadas, porque no hay nada imperfecto en nosotras”, defiende Arelis Cortés, que a sus 28 años trabaja con la Organización Regional Indígena del Valle del Cauca, en una tarea de concientización con viajes de «hasta ocho o nueve horas en llegar a las comunidades más apartadas».

Una niña en las inmediaciones de una favela de Río de Janeiro, el 09 de junio de 2020.
Una niña en las inmediaciones de una favela de Río de Janeiro, el 09 de junio de 2020.Getty Images

La clave es la igualdad

La preferencia por los hijos varones, que ha generado un desequilibrio entre la población masculina y femenina y que puede provocar mayores riesgos de violencia machista, es una de las prácticas nocivas en las que más se debe trabajar para erradicarlas totalmente, según el informe.

Una práctica que, según Robinson, ha «provocado un ‘déficit’ de unas 140 millones de mujeres» en el mundo, aunque en América Latina, según el análisis de Naciones Unidas, «los progenitores tienden a atribuir el mismo valor a las hijas y los hijos, y a veces favorecen a las primeras».

Algo que no deja de ser sorprendente en una región de marcado machismo y que, lamentablemente, no se traduce en mejores condiciones, especialmente en temas de violencia de género, problemática que ha aumentado en algunos países por las cuarentenas impuestas para combatir el coronavirus.

Se trata de una coyuntura que, según el director regional del UNFPA, implica un riesgo adicional. «La respuesta a la pandemia está interrumpiendo muchos de los programas» orientados a poner fin a las prácticas nocivas, asevera.

El Fondo de Población de la ONU admite que es difícil eliminar estas prácticas nocivas de aquí a 2030 como parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), especialmente porque, como dijo Bernabeu, todavía «muchas niñas y mujeres son tratadas como objetos sexuales, como estorbos, como mercancías».

«Lo único que puede cambiar esta situación es un trato equitativo. Parece mentira que en el siglo XXI tengamos que pedir un trato igual para las niñas. Los hombres tenemos que reconocer que hay un privilegio masculino que hay que acabar«, afirmó Robinson, que pidió cumplir con tres cosas fundamentales: «Respetar, proteger y cumplir (las leyes)».

 Fuente: https://www.telemundo.com/noticias/2020/07/03/el-matrimonio-infantil-una-enorme-amenaza-para-una-de-cada-cuatro-ninas-en-latinoamerica-tmna3817977

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CLACSO: Pacto Ecosocial del Sur

Por: CLACSO.

 

La presentación estuvo cargo de:
Maristella Svampa (Argentina) Socióloga, investigadora, escritora
Mario Rodríguez Ibáñez (Bolivia) Red de la diversidad, Wayna Tambo
Arturo Escobar (Colombia) Antropólogo

Moderó:
Breno Bringel (Brasil) Asociación Latinoamericana  de Sociología

Comentaron:
Francia Márquez (Colombia) Activista socioambiental afrocolombiana
Karina Batthyány (Uruguay) Secretaria Ejecutiva de CLACSO
Edgar Mojica (Colombia) Secretario General de la Central Unitaria de Trabajadores
Rudrigo Rafael de Souza e Silva (Brasil) Mesa Nacional Movimiento de Trabajadores sin Techo
Patricia Gualinga (Ecuador) Pueblo Originario Kichwa de Sarayaku
Mina Lorena Navarro (México) Socióloga e investigadora
Vandana Shiva (India) Ecofeminista, filósofa y escritora
Nnimmo Bassey (Nigeria) Activista socioambiental

Apoyaron: CLACSO y ALAS


Adherir al Pacto Ecosocial del Sur


Esta iniciativa nace de un grupo de personas y organizaciones de diferentes países latinoamericanos. Nos motiva la urgencia de construir dinámicas sociales capaces de responder a y contrarrestar las dinámicas de reacomodo capitalista, concentración de riqueza y destrucción de ecosistemas que vemos surgir en medio de la crisis del COVID-19, y de configurar, conjuntamente con quienes deseen juntarse, un horizonte colectivo de transformación para Nuestra América que garantice un futuro digno.

Durante mucho tiempo, las élites nos contaron que no se podía parar los mercados ni la gran máquina de acumulación capitalista, pero resulta que sí, que es posible activar el freno de emergencia cuando se decide que la vida está en peligro.

La crisis desnudada por la pandemia ha potenciado las desigualdades y muestra que nuestro futuro está en juego. Una parte de la población está encerrada, otra parte enfrenta contagio, represión y hambre. Los pueblos indígenas y afroamericanos están expuestos a una nueva ola de exterminio; la violencia patriarcal y racista y los feminicidios han aumentado. Mientras, viejos y nuevos grupos de poder aprovechan la emergencia para asegurar que el “retorno a la normalidad” o “la nueva normalidad” no les deje sin beneficios.

La pandemia es una tragedia para muchas personas, cuyo dolor compartimos. Pero la pausa impuesta al capitalismo mundial por el COVID-19 representa también una enorme oportunidad de cambio: la de construir nuestro futuro desde el cuidado de la vida.

Aun cuando se mantienen profundas heridas a la naturaleza, este freno forzado también significó desacelerar la destrucción de ecosistemas, sobre todo por la disminución de las emisiones de CO2. Las clases medias mundiales experimentan colectivamente que es posible vivir sin ese consumo exacerbado que provoca destrucción ambiental y que amenaza la vida misma en el planeta; que la felicidad y la calidad de vida tienen dimensiones más relevantes que el poseer y acumular cosas, como es vivir en un tejido de relaciones afectivas confiables.

Se ha puesto en evidencia que la vida campesina, los sentidos de comunidad, el cuidado y la reciprocidad son centrales en el sostenimiento de la vida; que, a pesar de vivir en el capitalismo, no vivimos por y para el capital. Tomamos conciencia de que la comercialización directa, los intercambios sin dinero, las redes por fuera de los mercados capitalistas hoy resuelven muchas de nuestras necesidades básicas; y experimentamos que tienen espacio y potencial para el futuro.

Incluso en escenarios formales, ideas antes inconcebibles o consideradas inviables, ocupan un lugar central en la agenda a nivel mundial. Aun agencias económicas como la CEPAL proponen una renta básica universal, y el Fondo Monetario Internacional recomienda a los gobiernos introducir un impuesto a la riqueza, para contrarrestar la escandalosa desigualdad y reducir los déficits fiscales. En el norte global, movimientos sociales y políticos pugnan por un nuevo pacto ecosocial global para salvar el planeta, que articule justicia social y justicia ambiental.

Retomando propuestas elaboradas colectivamente en distintos contextos, proponemos un Pacto Social, Ecológico, Económico e Intercultural para América Latina. Este Pacto no es un listado de demandas que dirigimos a los gobiernos de turno. Más bien, invita a construir imaginarios colectivos, acordar un rumbo compartido de la transformación y una base para plataformas de lucha en los más diversos ámbitos de nuestras sociedades. Convoca a movimientos sociales, organizaciones territoriales, gremiales y barriales, comunidades y redes, pero también a gobiernos locales alternativos, parlamentarixs, magistradxs o servidorxs públicos comprometidos con la transformación; para cambiar las relaciones de fuerza, mediante plebiscitos, propuestas de ley, u otras muchas estrategias con una real incidencia para imponer estos cambios a las instituciones existentes por parte de una sociedad organizada y movilizada.

En este sentido, los puntos que siguen buscan articular justicia redistributiva, de género, étnica y ambiental. Algunos de ellos prevén un papel más protagónico de las instituciones públicas y otros se refieren más a las prácticas y cambios de facto que se tejen desde abajo y se van expandiendo horizontalmente.

-Transformación Tributaria Solidaria. Propuestas nacionales de reformas tributarias según el principio: “Quién tiene más, paga más – quién tiene menos, paga menos”. Deben incluir el impuesto a la herencia, a las grandes fortunas, a los mega emprendimientos, a las rentas financieras y, como medida transicional, al daño ambiental. En lugar de que todxs paguen impuestos universales, y solo algunxs tengan protección social, proponemos que solo los que más tienen tributen, pero en cambio todxs estén protegidos.

-Anulación de las Deudas Externas de los Estados, y construcción de una nueva arquitectura financiera global. En estos momentos extraordinarios se justifica, dejar de pagar la deuda externa como se hizo en 1931/32, y como lo propuso la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), el presidente de Francia Emmanuel Macron y el Papa Francisco. La cancelación de la deuda externa de los países del Sur global, constituye un primer paso de reparación histórica, por la deuda ecológica y social contraída por los países centrales desde la colonia.

-Creación de sistemas nacionales y locales de cuidado que ponen la sostenibilidad de la vida en el centro de nuestras sociedades. El cuidado es un derecho y, como tal, debe incluir un rol más activo del Estado y de las empresas en consulta y corresponsabilidad permanente con los pueblos y comunidades. Esto permitirá combatir la precariedad laboral y alcanzar una mejor repartición de las tareas del cuidado, en términos de clases sociales y de género, pues el mismo recae de modo desigual sobre las familias y en ellas, sobre las mujeres. Debemos promover políticas públicas que enlacen cuidado con protección social, atendiendo las necesidades de personas mayores en situación de dependencia, niños y niñas, personas con discapacidad severa y demás individuos que no puedan atender sus necesidades básicas.

-Una Renta Básica Universal que unifique la política social a través de la introducción de una renta básica para todxs, y que sustituya las transferencias condicionadas focalizadas heredadas del neoliberalismo, para poder salir de la trampa de la pobreza. Tal como acaba de recomendar la CEPAL a los gobiernos latinoamericanos. Disminuir la jornada de trabajo sin disminución de salario, para repartir tanto el empleo formal como las tareas de cuidado.

-Priorizar la Soberanía Alimentaria. En un momento en el cual la región latinoamericana presenta el mayor grado de concentración de la tierra a nivel mundial, es prioritario desarrollar políticas que apunten a la redistribución de la tierra, del acceso al agua y una profunda reforma a las políticas agrarias, alejándose de la agricultura industrial de exportación con sus efectos ambientales y sociales nefastos. Se trata de priorizar la producción agroecológica, agroforestal, pesquera, campesina y urbana, promoviendo el diálogo de saberes. Fortalecer los mercados campesinos y locales. Crear redes de distribución de semillas para asegurar su libre circulación, sin propiedad intelectual. Reforzar las redes de distribución campo-ciudad y la certificación comunitaria entre consumidores y productores. Fomentar la propiedad social, colectiva y comunitaria de la tierra, generando soberanía a quienes la cuidan y trabajan, y protegiéndoles de la especulación.

-Construcción de economías y sociedades postextractivistas. Para proteger la diversidad cultural y natural, necesitamos una transición socio-ecológica radical, una salida ordenada y progresiva de la dependencia del petróleo, carbón y gas, de la minería, la deforestación y los grandes monocultivos. Es necesario transitar hacia matrices energéticas renovables, descentralizadas, desmercantilizadas y democráticas y modelos de movilidad colectivos, seguros y de calidad. Se debe reducir el riesgo frente al colapso climático, una amenaza más grave que la pandemia como nos muestran inundaciones, sequías, deslaves e incendios.

-Recuperar y fortalecer espacios de información y comunicación desde la sociedad, actualmente dominados por los medios de comunicación corporativos y las redes sociales que forman parte de las corporaciones más poderosas de nuestros tiempos. Para disputar los sentidos históricos de convivencia, desde medios ciudadanos, pero también desde la calle, la plaza y los espacios culturales.

-Autonomía y sostenibilidad de las sociedades locales. La pandemia ha mostrado la fragilidad de las cadenas globales de producción, y la riqueza de los esfuerzos locales, y nacionales. La enorme creatividad de los pueblos latinoamericanos debe ser la base para los cambios políticos, que promuevan la autonomía y sostenibilidad de los territorios y sociedades locales. Corresponde fortalecer la autodeterminación de los pueblos indígenas, campesinos, afro-americanos y experiencias comunitarias urbanas populares en términos económicos, políticos y culturales; desmilitarizar los territorios y el conjunto de la sociedad; apoyar los mercados locales; democratizar el crédito, apoyar a las pequeñas y medianas empresas, la soberanía energética local comunitaria basada en modelos sustentables y renovables.

-Por una integración regional y mundial soberana. Es imperativo favorecer los sistemas de intercambio local, nacional y regional a nivel latinoamericano, con autonomía del mercado mundial globalizado que abran alternativas al monopolio corporativo. Introducir monedas paralelas al dólar en diferentes escalas permitiendo una desconexión relativa de las peligrosas dinámicas del mercado mundial, fortaleciendo los intercambios entre países de la región y su diversificación económica complementaria.

 


Fuente de la reseña: https://www.clacso.org/pacto-ecosocial-del-sur/

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Libro: La Escuela Plataforma de la Patria

La Escuela Plataforma de la Patria

Adriana Puiggrós

CLACSO

«Muchas de las ideas aquí expuestas son simples hipótesis, en tanto otras están confirmadas por una dura realidad que aqueja a franjas muy significativas de la infancia y la adolescencia de nuestra región. He preferido usar en esta oportunidad el lenguaje que surge de la libre asociación de ideas, antes que el académico, porque ello me permitió decir y contradecir, afirmar y dudar, mantenerme todo lo posible en la frontera entre el pasado, el presente y el futuro, al menos en mi imaginación. Así también, me permití interrumpir o alternar el estilo argumentativo con algunos de los recuerdos y anécdotas que afloraron mientras escribía. He usado el lenguaje de género cuando resultó oportuno, y el tradicional en muchas ocasiones, lo cual me hizo sentir libre….» (La autora)

Descargue este interesante libro aquí:  http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/se/20191205024740/La-escuela.pdf

 

Fuente de la Información: CLACSO / Biblioteca en Acceso Abierto

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América Latina: La cuarentena se hizo «cientena» y nos alcoholizó a todos

La cuarentena se hizo «cientena» y nos alcoholizó a todos

Por Aram Aharonian | 29/06/2020 | Opinión

Fuentes: CLAE – Rebelión -Ilustración: DAQ

Dejamos la cuarentena y entramos en sesentena primero y ya en cientena, con la pregunta del millón dando vueltas: ¿Qué pasará en la pospandemia? Esta cientena nos tiene a mal traer. Uno que se sentía seguro con su trabajo, sabe hoy que puede volverse desocupado en un abrir y cerrar de ojos, si es que ya no lo está y ni siquiera se enteró.

Fabulan que esta historia empezó con una sopa: un chino se comió una de murciélago, y ahora se receta distanciamiento y cuarentena. El mundo se ha volcado entre el pánico, la ciencia, el escepticismo y la distopía que ha provocado el nuevo coronavirus. La normalidad que conocimos no existe más, se ha ido para siempre. Ya ni siquiera se llama normalidad.

Lo tenemos en claro: no vamos a abrazarnos ni estrechar las manos y vamos a andar con barbijos hasta que haya una vacuna. Para las coquetas, salieron a la venta los barbijos de marcas famosas que tienen el mismo efecto que las caseras, pero eso sí, son mucho más caras.

Dejamos la cuarentena y entramos en sesentena primero y ya en «cientena», con la pregunta del millón dando vueltas: ¿Qué pasará en la pospandemia? Esta «cientena» nos tiene a mal traer. Uno que se sentía seguro con su trabajo, sabe hoy que puede volverse desocupado en un abrir y cerrar de ojos, si es que ya no lo está y ni siquiera se enteró.

Tenemos miedo a todo, sobre todo a lo que vendrá. Éste es un miedo novedoso, callado, solapado, escondido y agazapado, que nos hace abrazar con fuerza las almohadas, que es lo único que podemos abrazar para sacarnos el temor.

La cuarentena sirve para angustiarse pensando en sobrevivir. Súmele  el encierro y el miedo al virus. Hay mucho miedo, y éste es –también- un recurso usado por quienes mandan, para mantener el rebaño más o menos ordenado.

Esto no es nada novedoso. Lo hizo la iglesia cristiana durante dos milenios casi, y también –antes y después-  los judíos, musulmanes, hindúes, que invocaron la ira de las deidades para ordenar las sociedades; inventaron rituales, formas de obediencia, pecados imperdonables. En ciertas épocas no tan lejanas instalaron el terror para mantener el control del «rebaño» (y ahora algunos pentecostales insisten con el mismo verso).

También es cierto que la pandemia ha llevado a un aumento alarmante en el comportamiento autoritario de los gobiernos de derecha, aquí en América Lapobre y en el resto del mundo, que están utilizando la crisis para silenciar a los críticos, según dicen en una carta abierta que firmaron más de 500 exlíderes y ganadores del premio Nobel.

Muchas conductas se observan refractarias a las normas, unos por patanería o inconsciencia, por razones de supervivencia, otros por razones ideológicas u odios  apenas partidistas.

Y quizás ahí anide esa negación donde ignorar el peligro oficia como una fórmula para que ese peligro no exista. Hasta que sale a buscar un respirador y una cama en algún hospital y lo virtual se convierte en la cruda y dura realidad.

Pensadores contemporáneos han publicado sus propias reflexiones sobre la pandemia y los efectos que tendrá.  Por ejemplo, “El coronavirus es un golpe al capitalismo al estilo de Kill Bill y podría conducir a la reinvención del comunismo”, escribió el filósofo, sociólogo, psicoanalista y crítico cultural esloveno de moda, Slavoj Žižek. Amén.

Y nuestros opinadores repiten el pensar del norte, que a pesar de estar igualados por la pandemia, sigue siendo el norte, olvidando la necesidad perentoria de vernos con nuestros propios ojos y teniendo en cuenta, siempre, que nuestro norte es el sur. ¡Qué buena oportunidad para intentar retomar el pensamiento crítico latinoamericano, pensando en qué pospandemia –para todos- podemos ir diseñando!

Algunos aluden a una motivación de cambio, otros a un reflejo de la disfunción social y económica, y otros más al poder de los medios y las redes sociales, sin duda más virales que el virus mismo.

Uno de los grandes y graves problemas del distanciamiento social y las medidas sanitarias tomadas en (casi) todo el mundo por la pandemia del coronavirus es que nos han convertido a todos en alcohólicos o en alcoholengélicos. El olor a alcohol no nos sale de la boca, como era el caso de una santa borrachera, sino de nuestras manos.

Pero no hay mal que por bien no venga (uno tiene una cantidad de refranes a disposición que debe usar en alguna parte de la nota). Los barbijos significaron un ahorro en afeites, maquillaje y lápiz labial, pero a medida que el mundo adopta el uso de máscaras faciales, ha surgido un efecto secundario: los dermatólogos están viendo un aumento en los casos de brotes de acné,  que afecta las áreas de la boca y la nariz.

Lo peor de las cuarentenas o «cientenas» es que uno se va acostumbrando a ellas. Vivimos la pandemia virtualmente y la soportamos realmente. En estas medidas de distanciamiento o aislamiento social, los matrimonios o parejas deben estar, obligatoriamente juntos, cara a cara, las 24 horas de todos los días, muchos en pequeñas casas o apartamentos.

¿Habrá subido el índice de separaciones y divorcios? Y ni hablemos de los mártires que tienen suegras viviendo con ellxs (sí, este chiste hoy es políticamente incorrecto).

Uno se va acostumbrando a mirar a los vecinos desde la ventana, a no acercarse a menos de metro y medio de los amigos –ni de los enemigos-, a apagar el televisor, cansado de ver series y películas porque los noticieros uno dejó de verlos a la segunda semana, convencido de que es difícil superar tanta mediocridad, tanta mentira, feikniús, manipulación del imaginario colectivo…

Curas milagrosas, teorías conspirativas, (des) informaciones médicas, catástrofes inminentes viralizadas por las redes sociales y difundidas como ciertas por los medios, circulan, se reproducen. La incertidumbre, el miedo (muchas veces actuado en cámara)y los intereses políticos alimentan el floreciente mercado de la información falsa.

La cuarentena se vuelve una enfermedad, aunque la enfermedad es la infección del coronavirus. El aislamiento no es un castigo, dicen, sino una herramienta terapéutica, pero dolorosa, que atenta contra nuestro sistema de relaciones, la psiquis, la economía.

Hay gente –de alguna forma hay que llamarlos- como Olavo de Carvalho, el astrólogo terraplanista y  gurú del presidente brasileño Jair Bolsonaro,  que dice que el covid-19 no existe, y  que la globalización es una invención de los comunistas. También están quienes afirman que la pandemia es un engaño chino y por ello son anticuarentena  y defensores a ultranza de los negocios (ni siquiera los propios) antes que de la salud.

Claro, también hay gente que dice y escribe que el mundo fue creado hace 6.010 años, que los dinosaurios jamás existieron, que el hombre nunca llegó a la Luna y que todo fue un montaje holiwudense, que el centro de la Tierra es hueco, habitable y que por allí anda Adolfo Hitler. Ah, y están quienes aún hoy aseguran que Carlos Gardel no murió en Medellín hace 85 años…

(La computadora me sorprende reproduciendo Cuesta Abajo, y ahí está Carlitos cantando “…ahora, cuesta abajo en mi rodada,/ las ilusiones pasadas/ yo no las puedo arrancar./ Sueño/con el pasado que añoro,/ el tiempo viejo que lloro/ y que nunca volverá”).

Volver, pero con la frente marchita. La alusión a una vuelta a la normalidad tal vez devenga de una expresión de deseos, y quedará para un tiempo futuro aún no definido. Ese viaje de regreso observará varias escalas (ojalá que con otros pilotos), sin duda.

Permítame salir de América Lapobre y dar una vueltita por los países “serios”, civilizados, que suman centenares de miles de muertos por coronavirus y están al borde la peor crisis económica. Esos países que nuestros queridos y generalmente diestros gobernantes y los medios hegemónicos dicen que debemos imitar para salir del subdesarrollo.

Dos pantallazos primermundistas

Uno: Michael Flor salió en sillas de ruedas y ovacionado por el personal sanitario que lo atendió en un hospital al este de Seattle, en Estados Unidos. Sus 62 días internado lo hicieron famoso en el estado de Washington por pasar más tiempo que nadie luchando contra el coronavirusen un centro médico.

No podía imaginar que volvería a ser noticia unas semanas después al recibir la factura del hospital por un 1.122.501 dólares,  una cuenta que ilustra lo desquiciante del sistema sanitario en la primera potencia mundial.

Dos: Alemania fue el primer país europeo que volvió a confinar a alrededor de 600.000 personas, después de una explosión de casos de coronavirus en dos cantones de Renania-del-Norte-Westfalia, Gütersloh y Warendorf. En el origen de la decisión está una explosión del número de cerca de 1.600 casos positivos en el matadero Tonnies, en Gütersloh, uno de los más grandes de Europa.

La mayoría de sus 6.700 empleados son inmigrantes búlgaros y rumanos, que trabajan en condiciones precarias y se alojan en promiscuas residencias comunes. La totalidad del personal del matadero y sus familias -unas 7000 personas- fueron puestas en cuarentena, 21 personas debieron ser hospitalizadas y seis están en terapia intensiva.

Más de 300 policías fueron enviados al lugar para hacer respetar las medidas sanitarias e impedir que los productos llegaran a los consumidores. Seguramente los manden a algún país subdesarrollado, para poder empezar a desarrollar una nueva pandemia.

Augusto Monterroso, escritor guatemalteco-hondureño-mexicano, escribió un excelente cuento de apenas siete palabras: “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”. Lamentablemente, mañana, cuando despertemos abrazados a la almohada, la pandemia seguirá ahí.

*Periodista y comunicólogo uruguayo. Magíster en Integración. Fundador de Telesur. Preside la Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA) y dirige el Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la) y susrysurtv.

http://estrategia.la/2020/06/27/alcoholizame-la-cuarentena-se-hizo-cientena-y-nos-alcoholizo-a-todos/

Autor: Aram Aharonian

Fuente de la Información: https://rebelion.org/la-cuarentena-se-hizo-cientena-y-nos-alcoholizo-a-todos/

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Más allá de Greta Thunberg, voces de mujeres indígenas en la lucha medioambiental

Más allá de Greta Thunberg, voces de mujeres indígenas en la lucha medioambiental

Por Mila García Nogales | 29/06/2020 | Feminismos

Imagen: Nicolasa, de 34 años, es indígena perteneciente a la etnia kaqchikel. Nunca pasó de tercero de primaria. Quiso seguir estudiando, pero su padre y su madre no lo consideraron oportuno por sus «responsabilidades como mujer». G. G.

Para que se alce la voz de las mujeres indígenas el ecofeminismo blanco tiene que callar. Matizo: si no eres racializada y no estás unida al territorio, pero quieres que el mensaje de tus hermanas se escuche, no hables más. Hazte a un lado. Sé un megáfono, no otra mano en su garganta.

Empiezo a escribir este artículo sentada en el sofá de mi piso de Madrid, con los pies en alto y un cojín bajo la espalda. He abierto las ventanas. Estoy cómoda. Empezar a escribir este artículo sentada en el sofá de mi piso de Madrid, con las ventanas abiertas, mientras el aire y la sensación de espacio me dan toda la libertad que necesito, es cómodo. Pero no es justo. Porque, en este momento, en otro lugar del mundo, una mujer con más cosas que decir que yo no tiene ninguna hoja en blanco sobre la que respirar. Esa mujer no cuenta ni con las mismas oportunidades ni con los mismos medios ni, en definitiva, con los mismos privilegios (la comodidad es una metáfora de todo aquello de lo que casi ni te enteras y a lo que, sin embargo, no quieres renunciar) que yo. Esa mujer es muchas mujeres a la vez, y posee tantas voces como mordazas arrastra.

Para que se alce la voz de las mujeres indígenas, el ecofeminismo blanco tiene que callar. Matizo: si no eres racializada y no estás unida al territorio, pero quieres que el mensaje de tus hermanas se escuche, no hables más. Hazte a un lado. Sé un megáfono; no otra mano en su garganta.

Ahora, Nia Huaytalla, con doble nacionalidad argentina/peruana y de raíces apurimeñas y chankas, Violeta Silvestre, chilena, andina, altiplanika, y Ninari Chimba Santillan, perteneciente a la nacionalidad Kichwa de los pueblos Cotopaxi y Otavalo, las tres activistas, las tres indígenas, explican lo que yo no tengo derecho a contar por ellas.

Nia Huaytalla, Argentina/Perú (raíces apurimeñas y chankas)

La crisis climática es una consecuencia de un sistema extractivista y colonial. Históricamente, un 47% de las emisiones de gases de efecto invernadero fueron causadas por Estados Unidos y la Unión Europea, mientras «Latinoamérica» entero solo emitió un 3%, igual que África. Sin embargo, los territorios explotados para producción agrícola, ganadera, minera o petrolera casi siempre son del Sur Global y, particularmente, territorios indígenas. También es importante marcar que las clases privilegiadas (que suelen ser blancas) de las ciudades del sur Global son cómplices de esta explotación.

Ahora, ¿quiénes sufren más la crisis climática? Hay muchísimos estudios que apuntan a lo mismo: mujeres racializadas de territorio o de los barrios más precarizados. Mi mamá me contaba cómo la presencia de las mineras en un pueblo cercano contaminó el río de su comunidad; eso hace que tengas que caminar decenas de kilómetros solo para buscar agua y ¿quién lo hace? Las mujeres. Sumado a que con las sequías, desastres naturales, epidemias o inundaciones, las familias sufren mayor precarización y las mujeres racializadas son forzadas a dejar la escuela para trabajar o casarse.

Sin embargo, acá en la ciudad seguimos llamando «caras del ecologismo» a gente blanca europea o de descendencia europea que jamás vivió una complicación así en su vida, todo lo contrario: se benefician constantemente del saqueo al territorio mientras son entrevistadas en medios y asisten a conferencias (financiadas por empresas) a llorar por un futuro cuando a miles de vidas racializadas les arrancaron su presente. Ese ambientalismo cae en el cinismo de intentar «ser diverso», pero esta lucha no les pertenece porque fueron y son opresores.

Lo siguiente va particularmente al ambientalismo blanco, en su mayoría racista, privilegiado, que hace extractivismo epistemológico y se apropia de una lucha histórica: vivir en la ciudad no significa que no te pueda preocupar el medioambiente, pero sabé tu lugar, dejá de apropiar espacios que no corresponden, dejá de usar la lucha para llenar tu ego colonial, cedé espacios a quienes lo viven en primera persona y hazte a un lado, acompañá a las hermanas pero vos no tenes que salvarlas del desastre que vos y tus ancestros crearon.

El ecologismo blanco es un movimiento apropiado y banalizado. Es un chiste que habiendo tanta cantidad de activistas indígenas muriendo todos los años recién la gente empiece a pensar la situación crítica de la crisis climática cuando una niña blanca europea, privilegiada, se sienta con un cartel. Es insultante. Y ni siquiera les importan las vidas negras e indígenas, solo les importa no perder su privilegio de ciudad en el futuro.

Justicia climática es justicia racial. Justicia climática es la reparación histórica que las personas blancas privilegiadas de todo el mundo le deben a las personas racializadas. Tras cientos y cientos de años de saqueo en nuestros territorios, es hora de pagarlos.

Violeta Silvestre, Chile (vinculada al territorio andino del Altiplano)

Una comienza a luchar de diversas formas al ser consciente de todas las opresiones desde el cuerpo, en lo cotidiano. Muchas de esas opresiones cambian tu modo de ver la vida justamente porque se te ha violentado. En el camino, vas encontrando a otras personas como tú, que han vivido situaciones similares de violencia por lo que son o cómo deciden ser, y ahí te das cuenta de que no es solo un problema personal (ya que individualmente no trasciende) sino colectivo, comunitario, de pluralidades diversas. Y lo haces por ti, pero también por quienes te rodean, y con esto no solo me refiero a humanas, sino a la Madre Tierra, a los animales, a las plantas, a las montañas, a todo.

Yo luego de salirme de la universidad me sumergí en la danza, que tiene una memoria ancestral y de lucha. Hoy en día, es lamentable cómo es vista como una actividad blanda y poco trascendental. Sin embargo, dialogar desde el cuerpo ha sido fundamental para mí, y empecé a compartirlo con otras mujeres o disidencias entendiendo estos cuerpos como territorios que también están en disputa y colonizados, patriarcalizados, capitalizados. Conectar con ellos y volver al placer y a la alegría también son actos rebeldes contra el sistema.

El capitalismo y el patriarcado se sostienen por las opresiones sobre otros cuerpos, comunidades o territorios. La naturaleza o la “gran madre” se relaciona con el cuerpo sexuado de las mujeres, sobre todo indígenas. Esta construcción no es casual y justifica la explotación, que opera bajo la lógica extractivista, entendiendo el cuerpo de mujeres racializadas como un territorio. Ambas territorialidades son oprimidas por cuerpos o empresas hegemónicas. Y ser mujer blanca, eurocentrada, de clase media-alta en una ciudad puede implicar privilegios a costa de la precarización del trabajo de las mujeres indígenas y de la depredación de la naturaleza.

Chile es un país que, desde sus cimientos colonialistas, o desde que comenzó a llamarse así, promueve y solo visibiliza a cuerpos blancos hegemónicos. No reconoce a los pueblos originarios de donde actualmente se ubica. Su educación, su medicina: todo yace bajo una perspectiva eurocentrista yanki hecha para que “Chile” sea blanco. Si ni el pueblo mestizo de Chile se reconoce como sujeto de derechos y de vida digna, ¿qué queda para los indígenas? Los apoyos que se reciben son para ser folclorizados, pero nunca para alzar la voz, si la alzas te desaparecen, como a Macarena Valdés, Matías Catrileo, Camilo Catrillanca o el Machi Celestino Córdoba, que se encuentra en huelga de hambre por ser condenado a 18 años de cárcel por un caso con irregularidades, sin pruebas y con montajes. Tengo mucha rabia a veces con $hile, ese $hile que aspira ser gringo y «exitoso», pero también quiero mucho a ese Chile organizado y rebelde que como pueblo ha construido su historia, y amo montones también a quienes no se sienten parte del nombre Chile, y tienen sus propios nombres previos a llamarse así.

Es ahí en donde nos miramos con nuestros ojos negros, con el cabello fuerte y la memoria larga. Las personas que por generaciones hemos defendido la Tierra ahora nos vemos mucho más amenazadas y con dificultad para subsistir (persecución política, desplazamiento de nuestro territorio, contaminación, etc.). Y a cambio solo somos sujetos de estudio y/o romantización, no agentes que tienen voces y demandas, con estudios, con sentipensares. Si desde el feminismo ha costado llegar a las tribunas y ser escuchadas, desde el pronunciamiento de comunidades indígenas para la defensa de la Tierra cuesta mucho más. El ecofeminismo ha sido un gran aporte, aunque existen feminismos en el aya que que no se nombran como ecofeministas pues muchas de esas teorías nacen eurocentradas y de academicistas blancas. El feminismo del Abya Yala es ese feminismo sin ola, pero que ha estado arraigado a su tierra en acuerpamiento por siglos.

Es necesario, vital, el reconocimiento de las mujeres indígenas que escriben sus luchas. Es necesario un cambio de sistema, la reparación histórica hacia los pueblos originarios que han defendido los territorios, acabar con la impunidad de quienes fueron y son dueños y/o parte de las empresas extractivistas que alteran la ciclicidad de la tierra sin ningún tipo de consideración hacia ella ni a quienes la viven. Es cuestionar y hacernos cargo de nuestros privilegios, es un cambio de paradigma desde lo macro hasta lo micro (y me incluyo), ya que requiere de responsabilidades y cambios radicales de los modos de ser, ver y sentir la vida.

Ninari Chimba Santillan, Ecuador (nacionalidad Kichwa de los pueblos Cotopaxi y Otavalo)

Lucho por el retorno al respeto de todas las formas de vida, humanas y no humanas. Lucho por la generación que aún no ha llegado, y por la que está, por su infancia, por que las primeras letras que aprendan a leer y escribir sean palabras suyas, milenarias, andinas, tan nuestras que escriban su camino tejido al del resto; por que sepan que en la vivencia anida la memoria, que les sonríen, les abrazan y les guían sus ancestras y ancestros, que la escuela forma, pero que la chakra, los paisajes, crían. Quiero que, cuando aprendan lo ajeno, sepan de dónde viene, qué trae, de qué despoja, cómo aporta, cuándo usarlo. Lucho por el resurgimiento de escuelas amables con el saber local, docentes descolonizados con actitud de cariño y respeto hacia los comuneros, comuneras y los wawas, a la lengua nativa y a las prácticas comunitarias de crianza de agrobiodiversidad que cada comunidad andina-amazónica tiene.

Lucho por que el espacio que ocupo me cuestione, me recuerde, me permita, y me retorne a la coherencia y a la cosmoexistencia de mis abuelos, de mi mamá y de mi papá. Lucho por saber usar bien los privilegios ganados con esfuerzo, pero también aquellos con los que nací. Lucho porque la lucha feminista sea interseccional y no se separe de la lucha ecológica. Lucho porque reconozcan, conozcan, las más de 3000 variedades de papa que se cultivan en los Andes, o las variedades de maíz, con tanta variabilidad de colores como nosotres siendo LGBTQ indígenas: porque existimos y nos atraviesan todas las luchas y todos los dolores, pero también todas las resistencias.

Lucho para que nuestra música andina no muera, para que nuestros tejidos y colores no desaparezcan, para que la memoria del corazón no deje de latir porque aún hay mucha lucha que bombear, y el arte lo permite. Lucho para que ninguna wawa se vea al espejo y no se sienta hermosa con su piel y rasgos milenarios, color tierra, que guarda más de 10000 años de antigüedad. Lucho para que las mujeres indígenas aprendamos a soltar la rabia cuando lo necesitemos, y el afecto firme y encariñador cuando sea el momento.

Lucho porque la gente blanca y mestiza no nos cuestione el dolor ni la muerte. Contra su ignorancia, falta de empatía y sensibilidad, carencia afectiva cultural, arrogancia, poder, odio, conocimiento «universal» que no es de todos. Lucho para que no cuestionen nuestros saberes porque su ciencia no logró comprobarlos. Y, aunque digan que hay que cuidar la tierra, no saben hablarle, no saben llorarla, no saben amarla como a sí mismos; pero, sobre todo, no saben defender a los defensores de siempre, los pueblos indígenas campesinos. Lucho para que sea posible la interculturalidad consciente y crítica.

Lucho para que en la lucha medioambiental el privilegio blanco sea una herramienta más de tantas, pero no de poder, no de protagonismo. Por que sea empuje, aliado, pero no el color oficial teniendo a lado a alguien indígena, de territorio, al que se pueda ceder o dar espacio. Lucho por que el ecofeminismo regrese a ver a las mujeres que, aun antes de que se tornara en concepto, en movimiento, siendo analfabetas lo han venido conociendo, gritando, viviendo, tejiendo; por que las escuche y aprenda de ellas. Por que las ecofeministas sean recíprocas en la cotidianidad y enciendan coherencia por donde caminan.
Ser mujer indígena en Ecuador significa vivir con los conflictos socioculturales, religiosos, raciales, homofóbicos o cocidas en la cotidianidad.

Significa saber conjugar la ciudad y el campo en nosotras. Pero también es tener raíz, tener comunidad, tener amparo, crecer con biodiversidad, vivir una interculturalidad a medias o en camino, pero no imposible. Significa llegar a ocupar espacios y luchar para que estos no te absorban, no te contaminen, no te despojen y te hagan olvidar. Significa tener la suerte de comer variabilidad local, significa que en algún momento de tu vida puedas conocer alguna de las 14 nacionalidades y 18 pueblos que habitan en este territorio llamado Ecuador. Significa tener la opción de aprender, de desaprender, de volver a tus raíces. Porque aún hay tesoros vivientes.

Yo también he vivido en España. Vivir en España significa sobrevivir sola, tengas familia o no, vivir sin abrazos inesperados y llenos, sin un tono de voz que no te haga sentir pequeña o tonta, callar o hablar pero casi siempre callar, levantarte con el suspiro de “un día más”, porque otra vez vas a aguantar la incomodidad en los metros, las miradas porque no encajas y nunca lo harás aunque te compres algo de ropa en Primark. Porque nuestra belleza es diferente, nuestros cuerpos son diferentes y nuestras ropas como mujeres indígenas son otras. Significa angustia en las calles porque no conoces los lugares y, como no sabes, te gritan o te hablan duro (normal) porque no saben que nuestra forma de expresar es siempre más cálida y su trato lastima. Y buscas alguna familia o colectivo de personas racializadas para sanar, para sentirte abrazada, querida, amparada, importante, para que sobrevivir sea llevadero.

Para mí, vivir y estudiar en España significa que académicamente tengas que sobrevivir, que aprendas a pelear, que duela, que te ignoren,  que cuestionen tus saberes y conocimientos porque no conocen o no quieren conocer. Pero también es encontrar a personas blancas como docentes o estudiantes (jóvenes, pocas) si tienes suerte; que pregunten, que se cuestionen, que escuchen, que pidan perdón, que agradezcan, que abracen, que quieran ser hermanas, que lo intenten y que, en medio de todo lo doloroso que resulta esa metrópoli para las mujeres indígenas racializadas, sean descanso y amparo. Vivir en España también es buscar los espacios verdes y sentirte en casa por un segundo, o conversar con una persona migrante, sentirte en casa por otros segundos y palpar ya no sobrevivencia sino resistencias.

Si Greta Thunberg ha conseguido convertir la cuestión medioambiental – esa por la que tantas niñas y mujeres como Nia, Violeta y Ninari han sido despojadas de sus tierras, de sus derechos y hasta de sus vidas – en un movimiento global, es porque lo ha hecho desde una posición cómoda, de privilegio; más parecida a mi escena de sofá y ventana que a las identidades indígenas oprimidas que luchan, día a día, golpe a golpe, por lo suyo. La ventaja estructural y sistémica con que la líder de Fridays for future cuenta por el simple hecho de haber nacido blanca y en el Norte mundial con respecto a las femineidades racializadas del territorio se traduce, del otro lado, en opresión. Por cada privilegio siempre hay una opresión.

En el caso de Greta, se conectan las opresiones machista (por ser mujer), edadista (por ser una persona joven en un contexto adulto) y capacitista (por ser Síndrome de Asperger), pero ella en ningún caso sufrirá nunca opresión racista o territorial, vinculadas en tal medida a la explotación capitalista y colonial de la naturaleza que, si no se viven, tampoco el vínculo con ésta se puede llegar a entender o más bien a sentir en toda su dimensión, en toda su honestidad.

Esto deja un gran hueco vacío en su relato: el gran hueco vacío de su relato. Al mismo tiempo, apoya el activismo interseccional y la idea de que, dentro del feminismo, no se da una situación de desigualdad única sino muchas diferentes, con más o menos opresiones relacionadas entre sí, con mayor o menor número de privilegios interconectados, y que cada una de estas realidades merece una habitación propia dentro del feminismo. El problema llega, y prevalece, cuando la falta de empatía de unas favorece la tiranía que se ejerce sobre las otras; cuando las más privilegiadas disfrutamos de varios cuartos en propiedad y las que lo son menos solamente pueden existir de puertas para afuera porque les hemos arrebatado su lugar.

Fuente: https://www.publico.es/sociedad/mas-alla-greta-thunberg-voces.html

Fuente de la Información: https://rebelion.org/mas-alla-de-greta-thunberg-voces-de-mujeres-indigenas-en-la-lucha-medioambiental/

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Venezuela – Fe y Alegría: La pandemia es una oportunidad para transformar la educación

Fe y Alegría: La pandemia es una oportunidad para transformar la educación

Texto por Isabella Reimí │@isabellareimi Fotos por Iván Reyes

El próximo 30 de julio finaliza el año escolar 2019-2020 según el Ministerio de Educación. Sin embargo, este viernes 26 de junio algunas de las escuelas de la red Fe y Alegría ya terminaron de impartir el programa escolar al menos a 67% de sus estudiantes.

De acuerdo con el balance que ofreció a Efecto Cocuyo Noelbis Aguilar, directora de esta red de escuelas, los resultados del año escolar, hasta ahora, han sido “satisfactorios”.

Durante el proceso de educación a distancia, que comenzó el pasado 16 de marzo, el movimiento educativo vio la pandemia como “una oportunidad para transformar” la evaluación de contenidos por la evaluación de aprendizajes. La estrategia estuvo enmarcada en el proyecto educativo que anunciaron en marzo de 2020.

Fe y Alegría tuvo que afrontarse con que los criterios de evaluación de las familias no eran los mismos que el de los docentes. Por la brecha generacional los padres esperaban trasladar una escuela “rígida y pesada” a la casa.

“Al principio fue difícil. Se generaron tensiones por los niveles de exigencia y el no comprendernos. Los maestros tuvimos que asumir que esas eran las familias que teníamos. Aún con sus dificultades, estaban muy prestas para la colaboración”, dijo Aguilar.

Cambio de paradigma

De acuerdo con la directiva de Fe y Alegría, durante el tercera lapso las escuelas y las familias flexibilizaron el proceso educativo.

El cambio de paradigma, que consistió en transformar el proceso de evaluación punitivo a uno inclusivo “llevó a relaciones más empáticas”, explicó la directora.

“El desarrollo del pensamiento lógico no solo sirve para los ejercicios de matemática. Te enseña a analizar, contrastar, evaluar, resolver problemas de la vida. Cuando escuchas los testimonios de las familias, te das cuenta de que el conocimiento cobró sentido”, concluyó sobre la experiencia.

A pesar de los logros, Aguilar considera que se trabajó con “muchas limitaciones” durante el año escolar, en especial fracción que se enseñó de manera remota. Anticipa que, debido al COVID-19, la educación continuará a distancia cuando se reinicien las clases.

La deuda que considera pendiente para el próximo año escolar es replantear la estrategia educativa y enriquecer el currículo escolar.

La interacción entre docentes y alumnos “no trata de trabajar contenido sino de desarrollar capacidades”, dijo.

Además de lo cognitivo, Fe y Alegría apuesta por la formación espiritual de sus alumnos y de sus habilidades para relacionarse “con el otro” de manera fraternal.

Educación multimodal

Bajo un contexto de crisis humanitaria compleja, carencias en la cobertura de telecomunicaciones y fallas en el servicio eléctrico, Fe y Alegría considera como un logro el atender al 67 % de sus estudiantes durante la cuarentena de manera integral.

Esto se logró bajo una estrategia multimodal. Desde que inició el confinamiento hasta la primera semana de abril la red educativa se esforzó en conocer las herramientas con las cuales contaban sus estudiantes. De esta manera sabían qué estrategias podían utilizar para contactarlos. Algunas familias no tenían equipos otras no tenían cobertura.

En su encuesta 33 % de los estudiantes contestó que tenía acceso a la guía pedagógica, ya sea de manera virtual o recogiéndola presencialmente en el plantel; 28 % de las familias contaban con al menos un teléfono inteligente y el mismo porcentaje utilizaba Whatsapp; 25 % de los hogares disponían de un televisor y 20 % de una radio, y solo 7 % contaban con un computador.

Las dos primeras semanas de julio las directivas concentrarán esfuerzos en ubicar al 23 % restante y nivelar su experiencia pedagógica. Aunque algunos de estos alumnos están identificados de muchos de ellos “no se sabe prácticamente nada”.

Respecto a los últimos “hay que tomar una decisión”, dijo Aguilar. Sin embargo, aclaró que todas las escuelas deben someterse a un proceso de nivelación al reiniciar el próximo año para “afianzar los saberes más importantes para la vida”.

“Si apostamos por la persona, el contenido que imparta la materia es relativo”.

Docentes agotados y familias comprometidas

Tras trabajar durante 100 días frente a los diferentes obstáculos,  el personal docente de Fe y Alegría está “agotado”.

“Preparaban los materiales, los enviaban, trataban de ubicar al estudiante, mantenían contacto con los representantes y se entendían con los padres en el caso de los más pequeños, estaban pendientes de que mandaran las actividades del portafolio”, enumeró la directora.

Además, los profesores tuvieron que trabajar en conjunto para llenar sus carencias propias, como la falta de cobertura. Así mismo hicieron guardias en las escuelas para recibir a los padres por turno.

“De verdad fue un trabajo bien titánico”, confesó Aguilar. En lugar de trabajar en horario de escuela, de 7:00 a. m. a 12:00 del mediodía, trabajaban durante todo el día, ya que no podían planificar cuándo respondería el alumno.

Sin embargo, la directora de la red de escuelas cree que la participación de las familias fue valiosa y aportó un trabajo con “mucha colaboración, mucha solidaridad” y compromiso que “ayudó a que el último lapso se diera lo mejor posible”

“Creo que el éxito de toda esta propuesta en un medio tan adverso fue la implicación de las familias, que fueron mediadoras de estos procesos”, comentó.

La directiva decidió respetar las vacaciones de todos sus maestros en lugar de hacer el acostumbrado plan vacacional, que esta vez hubiera transcurrido de manera virtual. De igual modo estarán enviando guías recreativas a las familias con actividades para hacer en el tiempo libre.

Fuente de la Información: https://efectococuyo.com/la-humanidad/fe-y-alegria-la-pandemia-es-una-oportunidad-para-transformar-la-educacion/

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Acceso a la educación de las niñas en Latinoamérica puede retroceder por la pandemia

Redacción: Vistazo

El acceso a la educación de las niñas de América Latina podría «retroceder décadas» debido a la pandemia de la COVID-19 si los Gobiernos «no toma medidas urgentes» que incluyan concienciar a los padres para que garanticen su retorno a las escuelas, alertó este jueves la ONG Plan International.
Plan recordó que la cuarentena decretada por los Gobiernos en los países de la región para frenar la propagación de la COVID-19 ha dejado al 95 % de los estudiantes «alejados de los servicios de educación, con dificultades de acceso a las redes de protección y apoyo social».
«En el caso específico de las niñas, la combinación de factores de riesgo como la violencia basada en género, el embarazo precoz, los matrimonios y uniones infantiles tempranas y forzadas, el asumir las responsabilidades del hogar, la falta de acceso a servicios de salud sexual y reproductiva pueden llevar a que muchas niñas no regresen a las escuelas», dijo la ONG global.
El derrumbe de la economía en América Latina por la pandemia, que la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) prevé hasta de un 8 % en 2020, afectará a la educación de las niñas, ya que muchas familias «han visto la reducción de sus ingresos» y «no podrán costear el valor de los estudios, o dejarán a sus hijas al cuidado de la casa y la familia», explicó la especialista de Plan International, Janaina Hirata.
Es por ello que alertó de que «si los gobiernos no toman medidas de respuesta urgentes, y se hace un trabajo de concientización con padres y madres que garantice que sus hijas retomen el ciclo escolar (…) la brecha de género en términos de acceso a la educación podría ampliarse retrocediendo décadas y dejando atrás lo logros ya obtenidos» en favor de las niñas y adolescentes.
CONSECUENCIAS DE CERRAR ESCUELAS
El aumento de la violencia doméstica en América Latina, embarazos en adolescentes y el riesgo de aumento de los matrimonios y uniones infantiles tempranas y forzadas son algunas de las consecuencias por cerrar escuelas que Plan Internacional señala.
Países como Colombia, El Salvador y Perú han reportado un alza de la violencia doméstica durante el confinamiento, lo que se «espera siga en aumento afectando el bienestar de las niñas y adolescentes», denunció la organización.
La pandemia puede disminuir el financiamiento de programas de salud sexual y reproductiva dirigidos a niñas, adolescentes y jóvenes, con lo cual pueden aumentar los embarazos adolescentes en la región.
Los casamientos forzados y prematuros también pueden incrementarse ya que es otro de los grandes problemas que afrontaba la región antes de la llegada del coronavirus: 1 de cada 4 mujeres jóvenes se casó o unió antes de los 18 años según datos de la organización.
Fuente: https://www.vistazo.com/seccion/mundo/actualidad-mundial/acceso-la-educacion-de-las-ninas-en-latinoamerica-puede-retroceder
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