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Coalición por el Acceso al Conocimiento contra el cobro por préstamos en bibliotecas públicas

Coalición por el Acceso al Conocimiento contra el cobro por préstamos en bibliotecas públicas

Por Red en Defensa de los Derechos Digitales

 

La Coalición por el Acceso al Conocimiento (A2K) ha hecho público su rechazo a que se discutan los cobros por “derechos de préstamo” en la 44ª sesión del Comité Permanente de Derecho de Autor y Derechos Conexos (SCCR) de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), a realizarse del 6 al 8 de noviembre en Ginebra.

La Coalición A2K ─de la cual R3D: Red en Defensa de los Derechos Digitales forma parte─ está compuesta por organizaciones que representan a educadores, investigadores, estudiantes, bibliotecas, archivos, museos, además de otros usuarios del conocimiento y comunidades creativas de todo el mundo. Los miembros comparten la visión de un sistema de derechos de autor justo y equilibrado que se sustenta en la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

El grupo presentó un análisis de los principales puntos del día que se abordarán en la sesión, entre los que destaca una propuesta de estudio propuesta promovida por tres países acerca del pago por el derecho al préstamo público, que no es más que una exigencia de que las bibliotecas públicas paguen una “compensación” por el préstamo no comercial de libros y otras obras de sus colecciones.

El análisis insta a los miembros del Comité de la OMPI a “no dedicar valioso tiempo” en esta discusión, ya que considera que este tipo de prácticas solo existen en un pequeño número de países ─concentrados en Europa, Australia, Canadá, Israel y Nueva Zelanda─ y muchos funcionan como parte de la política cultural estatal, no de los derechos de autor.

La Coalición también considera que el cobro por préstamo público implicaría el pago de tasas a autores extranjeros y nacionales, lo que podría significar que los países en desarrollo terminen pagando importantes montos a las editoriales del Norte Global.

Así mismo, la Alianza de la Sociedad Civil Latinoamericana para el Acceso Justo al Conocimiento ─donde R3D también es partícipe─ publicó recientemente una posición similar, la cual defiende la naturaleza del préstamo público como mecanismo imprescindible para garantizar el derecho fundamental de acceso y participación en la cultura.

Entre los otros puntos abordados por el análisis de la agenda de SCCR, la Coalición A2K apoya la implementación de la propuesta del Grupo Africano para mayores excepciones y limitaciones al derecho de autor frente al derecho a la educación y el derecho de acceso a la cultura.

Así mismo, la coalición también mostró su oposición a la propuesta del Tratado de Radiodifusión, sugiriendo que se elimine de la agenda. Este tratado pretende establecer nuevos “derechos exclusivos” para los radiodifusores, de modo que abarquen las transmisiones por Internet y, por ende, generen nuevas regalías.

“No existe ningún racional para un tratado antipiratería para contenidos que ya se encuentran protegidos por otros tres tratados digitales de la OMPI, así como el cifrado de señales”, señala el análisis.

Fuente: https://r3d.mx/2023/10/05/la-coalicion-por-el-acceso-al-conocimiento-se-posiciona-en-contra-del-cobro-por-prestamo-publico-a-bibliotecas/

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Alfabetización informacional o cómo hacer de tu biblioteca escolar un motor de trabajo

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El día 8 de septiembre es el Día Internacional de la Alfabetización, decretado por la Unesco hace décadas. Hoy día, España no vive una realidad de analfabetismo, al menos no en relación a saber leer y escribir. Pero sí se plantea, como en todo el mundo, el problema de enfrentar una vida llena de datos, bulos, información, paparruchas, IA y noticias falsas. ¿Qué debe y puede (con ciertos mimbres) hacer una biblioteca escolar en estas tesitura?

La Lomloe, que entra en su segundo año de desarrollo, establece que todos los centros educativos han de tener una biblioteca escolar. La ley también establece, así como los decretos de desarrollo curricular que le van aparejados, tanto del Ministerio como de las comunidades autónomas, que la alfabetización ya sea mediática, informacional o digital, debe ocurrir en todas las etapas y materias.

Tres alfabetizaciones que quienes se encargan de organizar y dinamizar bibliotecas escolares, ya sean docentes o bibliotecarias saben diferenciar, aunque como dice alguna de aquellas que han participado en la elaboración de este reportaje, las fronteras son porosas.

Para sentar unas bases lo más comunes o claras posibles, la idea de esta alfabetización informacional (Alfin para las entendidas), es la capacidad de buscar, seleccionar información, trabajarla y hacer una devolución en diferentes formatos.

Según la ley educativa, es asunto del profesorado realizar este trabajo, de diferentes maneras, a lo largo de la escolarización de niñas y niños. No debería tener porqué hacerlo en solitario y, tal vez, con escasa o nula formación en el tema. Para eso está la biblioteca escolar, para echar un cable.

“Más que urgente, es vital”. Son palabras de Felicidad Campal, bibliotecaria en la ciudad de Salamanca. No en un centro educativo, sino en una biblioteca pública, aunque realiza visitas a centros y recibe escolares en su trabajo. Es una de las mayores expertas en la materia. Para ella, la “competencia informacional es básica, tanto como saber leer y escribir”.

Proyectos, situaciones de aprendizaje, multidisciplinariedad

Para Campal, los proyectos son una de las mejores maneras para hacer esta labor de alfabetización. “Son interesantes pero necesitas tiempo y ganas de hacerlos. Se trata de emocionar”. Aunque entiende que al profesorado se le exigen muchas funciones y “es más fácil utilizar el libro de texto”.

Júlia Baena es bibliotecaria por estudios, aunque lleva años trabajando en el ámbito escolar en Cataluña. Desde hace algún tiempo está haciendo entrevistas a personas expertas, a la vez que un focus group con estudiantes de secundaria. Está inmersa en la elaboración de su tesis doctoral que, precisamente, trata sobre la alfabetización de adolescentes.

Para esta experta, la nueva ley abre alguna puertas interesantes para las bibliotecas escolares (BE) gracias a la apuesta por metodologías como el aprendizaje por proyectos, la puesta en marcha de situaciones de aprendizaje en los currículos, o el trabajo multidisciplinar.

Son puertas que sus compañeros docentes podrán abrir, aunque ya tenían otras oportunidades para trabajar el Alfin.

En la otra punta del país, en Galicia, llevan años pudiendo realizar lo que han llamado Proyectos Documentales Integrales (PDI). Su nombre es bastante claro. Se trata de hacer metodología por proyectos que, además, tenga muy presente el trabajo con la documentación, con la información. Y, además, debe implicar a todo el centro: alumnado, profesorado, PAS e, incluso, entidades ajenas. Los explica Mónica Muñoz. Es maestra de música en Vigo y, además, la responsable de su biblioteca escolar.

“La BE dinamiza a la hora de buscar recursos. Se buscan libros, enlaces, se ofrecen tutoriales para trabajar por proyectos, sobre cómo se cita bibliografía, cómo se usan las imágenes y la música libres de derechos” o, incluso, se impulsa el proyecto desde la propia biblioteca, comenta Muñoz.

Para ella, además de los grandes proyectos de centro, la formación sobre Alfin puede comenzar elaborando pequeñas preguntas, “hacer pequeñas búsquedas del tesoro. Hay cosas tan básicas… como lo que antes llamábamos técnicas de estudio como un buen subrayado, un buen esquema”.

Gettyimages

Asunción Carballo, profesora de Lengua castellana en un IES de Vigo señala, durante la misma conversación con Mónica Muñoz, la importancia de que la selección de los materiales audiovisuales porque “muchas veces mandas al alumnado a buscar en el mar de internet pero sin estrategias ni herramientas”.

Esta es una de las patas más importantes del Alfin, y esta, uno de los tres pilares que estas dos docentes y bibliotecarias escolares destacan de una BE, junto a la formación de usuarios (en el uso y provecho de la propia biblioteca) y la animación a la lectura.

Loli Olmos, PT en un CEIP de Granada trabaja en la misma línea. Bajo la premisa de que lo más interesante es que el centro trabajo “centro de interés común” y que cada aula “llegue hasta donde pueda o quiera”. Bajo esa premisa, ella ha pasado ya algún tiempo pensando en qué materiales hay en el fondo documental de la BE de su centro y haciendo algunas otras indagaciones para poder empezar a dar servicio al resto de compañeros desde el primer día. Con este trabajo de “curación de contenidos”, Olmos envía al claustro, dividido por edades, los materiales que pueden utilizar sobre el tema concreto, este curso “Cuentos con ciencia”.

Las BE, además de poder hacer de soporte o centro de documentación y casi de investigación para la elaboración de los proyectos, también son un centro de formación y recursos para la alfabetización informacional de alumnado y, también, de profesorado cuando es necesario.

Y hablando de proyectos comunes o centros de interés, Carmen Cañabate, maestra jubilada pero que estuvo y está muy vinculada (ahora como voluntaria) a la biblioteca del CEIP Clara Campoamor, de Huércal (Almería) habla de que en su centro, por ejemplo, se hizo el curso pasado un congreso en el que participó todo el mundo. Con conferencia inaugural, mesas redondas, mesas de expertos, talleres… Durante un trimestre todo el alumnado trabaja sobre un tema concreto, pero desde diferentes perspectivas. El producto final, muy importante en todos los proyectos, fue el congreso.

Formar sobre el uso de la información

Esta formación sobre dónde y cómo conseguir información útil para los diferentes trabajos que han de realizar (también como cimiento para la futura vida ciudadana de estas chicas y chicos), se lleva a cabo de diferentes maneras. Cada forma dependerá, por supuesto, de las posibilidades y recursos con los que cuenten los equipos de biblioteca.

El personal con el que se cuenta, si tiene o no horas de dedicación, el apoyo de la dirección del centro a la propia biblioteca, los recursos materiales… Son muchas variables.

Una “privilegiada” podría ser Júlia Baena. En Cataluña son las AMPA de los centros las que realizan la contratación de bibliotecarias (no docentes) para que se hagan cargo de las diferentes tareas. Eso sí, siempre habrá una coordinación que ostentará alguna persona del claustro.

En cualquier caso, su situación le permite tener 20 horas semanales para la BE. Defiende que es la herramienta fundamental, los demás recursos ya serán más sencillos. Eso sí, nota el hecho de no pertenecer al claustro del centro y el trabajo extra que eso supone en cuanto a reuniones con docentes, tutoras y tutores o jefaturas de departamentos.
Otra ventaja que tiene, por ejemplo, es que en Cataluña, el alumnado de 1º de bachillerato tiene que realizar obligatoriamente una investigación y un trabajo al final del curso. Esto le facilita el poder organizarse, junto al jefe de estudios, para conseguir algunas horas en estos cursos con las que poder dar formación en Alfin.

También ha hecho algunas cosas en 1º de ESO y parte del reto de este curso es, por una parte, extenderlo a otros cursos y conseguir mayor visibilidad sin tener que “perseguir” al claustro para hablarles de las bondades de la biblioteca y la necesidad de esta formación para que chicas y chicos sean capaces de investigar, discriminar entre fuentes fiables y no fiables, fake news… Se plantea, incluso, aprovechar la web de la biblioteca para hacer píldoras informativas que queden ahí para su uso posterior.

Esta es una vía que otra compañera Loli Olmos que durante años, fue la coordinadora, en la administración, de la red de bibliotecas escolares de la provincia de Granada.

Para ella, mantener un espacio digital accesible es fundamental, no como extensión, sino como parte de la propia BE. En su espacio web está todo el catálogo de la biblioteca, así como los “entornos informacionales” que ha ido preparando para el profesorado (y que “a los chiquillos y a las chiquillas les gusta bichearlo”, comenta). “ Y luego, además, pues creo tutoriales para el alumnado”. Eso sí, sin pretender que todo esté hecho en un curso: “Este año me ha dado tiempo a crear tres tutoriales. El año que viene creo otros tres”.

El espacio digital, además, puede ayudar a suplir un problema fundamental, el tiempo de dedicación para hacer todo esto y, además, el espacio: ¿tutorías? ¿materias concretas? ¿momentos comunes para todo el alumnado? Se puede hacer formación sobre cómo gestionar la información en la propia web. Olmos explica que como posibilidad de hacer tutoriales para comparar páginas web confiables y no confiables. “¿Qué características tiene esta? ¿Cuál tiene esta? Compara este documento, compara este vídeo con este otro, compara esta presentación con esta otra. Y eso no necesito hacerlo siempre en presencia con el alumnado. Lo puedo tener en mi espacio digital”.

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Asunción Carballo abunda en esta idea y explica que en la web de la biblioteca de su centro, tienen un espacio llamado Trabalhando coa información. “Ahí lo que proponemos es cómo trabajar con el alumnado un proceso de búsqueda y selección de la información y luego de hacer un trabajo final. Intentamos acompañar, dar opciones y unificar criterios: cómo se referencia, cuáles son las fuentes, cómo seleccionar y evaluar la información en Internet”, explica.

Olmos habla de que sería interesante que existiera también una hora de biblioteca, incluso para que el profesorado pudiera acercarse a ella para preguntar si hay algún material sobre un tema concreto del que quiere hablar en clase. Es lo que denomina entornos específicos informacionales que, explica, “son, digamos, como unos paquetes de información que la biblioteca prepara para las personas usuarias que le piden información sobre cómo investigar un tema”.

Pone un ejemplo: “El docente de cuarto me ha dicho: ‘Tengo muchos alumnados interesados en dinosaurios, quiero articular algo para trabajar el currículum desde ese centro de interés’. Vale, pues ahora yo voy a la biblioteca, primero busco todos los fondos documentales físicos que tenemos, tanto libros de ficción como libros informativos y obras de referencia. Además, le hago una selección de páginas web y de recursos digitales de calidad. Yo hago una curación de contenidos”.

Olmos prefiere hablar de formación en el uso de la información más que de Alfin, puesto que en su experiencia, la gente entiende mejor la primera que la segunda. Y para que sea posible, es necesario “un nivel de metacognición y de pensamiento” sobre lo que se está haciendo. Lo comenta en relación al libro de texto y al hecho de que este tipo de materiales raramente requieren “mucho nivel de abstracción” por parte del alumnado a la hora de responder a las cuestiones que se le plantean.

La formación es pilar clave en toda esta historia. Quien gestiona el espacio de la BE ha de estar formado para poder dar unas claves tanto a profesorado como a alumnado para que, después, se enfrenten a la búsqueda y gestión de la información. También con la mirada ética, comentan diferentes bibliotecarias, de citar las diferentes fuentes de información que se usen porque, aunque lo que hay en Internet es más o menos accesible, no es de quien lo toma.

Pero ¿quién debe hacer esa formación?

Loli Olmos comenta que dado el tiempo que suele tener quien coordina la biblioteca, incluso de todo el equipo cuando lo hay, y que el público que tiene es cautivo, pero está metido en una clase, lo mejor es que la formación sobre el uso de la información la hiciera el profesorado, bien en tutorías o en clases concretas.

Todas las mujeres con las que hemos hablado para este reportaje tienen que “robar” en mayor o medida el tiempo a otras docentes, a otros compañeros. Y tal vez es así por algo que comenta Mónica Muñoz y es la necesidad de convencer al claustro de que “la persona que viene a ayudarnos no nos roba”. Es decir, dado que la alfabetización informacional es un requisito curricular (ya lo era con la Lomce), para la totalidad del claustro (Muñoz comenta que ella, como maestra de Música tiene que hacerlo, como lo tendrá que hacer quien imparta Educación Física), y no todo el mundo estará formado, la BE se convierte en el espacio perfecto, y quienes la gestionan, en manos amigas. Muñoz reivindica así que se les faciliten tutorías o clases concretas para formar al alumnado en la búsqueda de información, en su gestión, en su cribado, así como en su reelaboración.

A pesar de eso, en su centro se ha propuesto que en una hora de tutoría vayan yendo niñas y niños para que el equipo de la biblioteca puede hacer formación de usuario (cómo es la biblioteca, qué tiene, cómo se organiza…) y algunas acciones de Alfin.

Carballo también quiere involucrar a las tutorías porque, aunque ella y su equipo están en diferentes materias y cursos, no llegan a todo el alumnado haciendo formación en su tiempo de clase.

Formación y tiempo

La formación es una de los palos en la rueda de todo esto. Carmen Cañabate comenta que, salvo en contadísimas excepciones, la formación inicial del profesorado, tanto de infantil y primaria, como de secundaria, no hace mención, siquiera, a las bibliotecas escolares.

Sobre esta base, todas las bibliotecarias docentes han de buscarse formación específica por su cuenta que puede o no estar entre la oferta de su comunidad autónoma. En lugares como Galicia cuentan con una potente red de BE y asesorías que apoyan el proceso, además de formaciones al principio del curso para toda las personas de las BE y una más, obligatoria, para quienes gestionan estos espacios. Son, casi, la excepción.

Tema a parte es si quienes gestionan o dinamizan la biblioteca han de ser docentes del centro o personas que hayan estudiado Biblioteconomía. Todas las mujeres que han prestado sus ideas para este texto tienen sus propias opiniones, a veces divergentes, pero en cualquier caso, creen que la formación es básica. Si se es docente, en relación a la catalogación así como en otras tareas como, precisamente, cómo realizar la alfabetización informacional. Si se viene de la Biblioteconomía, en pedagogía para poder trabajar más eficazmente en el contexto escolar.

Y, por supuesto, el tiempo es otra de las claves. Como suele pasar en todos los aspectos de un centro educativo. Quienes se dedican a la biblioteca, con suerte, tienen hasta tres horas de dedicación. Es el caso de Andalucía. Aunque Cañabate “trabaja” como voluntaria porque, dice, es necesaria una persona a tiempo completo.

Desde Galicia, Mónica Muñoz cree que ni con 25 horas semanales podría hacerse todo lo que hay que hacer en una biblioteca. Ella suma sus horas (tres también) a las de sus compañeras del equipo (una cada una, otras tres) para hacer todo lo posible. Es lo mismo que le pasa a Loli, que hasta ahora no ha contado con equipo con reducción horaria, de manera que se lleva buena parte del trabajo a casa para poder responder a a las responsabilidades de la biblioteca.

Júlia Baena es la “privilegiada”, como se decía arriba, gracias a sus 20 horas como bibliotecaria contratada por el AMPA del centro que, además, cuenta con una coordinadora que la ayuda con la relación con el claustro.

Fuente e Imagen: https://eldiariodelaeducacion.com/bibliotecas-escolares/2023/09/08/alfabetizacion-informacional-o-como-hacer-de-tu-biblioteca-escolar-un-motor-de-trabajo/

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El normalismo rural en México: El rio revuelto de las discordias

Publicado en educacionfutura.org

Alejandro Moreno Lozano

Desde su nacimiento, Las normales rurales se han caracterizado por ser instituciones escolares que preparaban a profesores que enseñarían la lectura y la escritura, matemáticas, comportamiento social adecuado para la época en los lugares de mayor consentración poblacional. Está lógica se rompe con el fín del régimen de Porfírio Díaz en 1911, Para adquirir un sesgo mas rural.

En los años posteriores a la Revolución, la educación rural fue una preocupación constante para los nuevos grupos gobernantes, no sólo porque México era un país predominantemente rural, sino porque una cantidad significativa de los habitantes apenas se imaginaban parte de una entidad política llamada México. Como es el caso de toda nación, el Sistema Educativo Mexicano de ese tiempo, estaba íntimamente ligado a la necesidad de forjar patria. Así mismo, el origen agrario de la Revolución Mexicana exigía una reforma íntegra y las escuelas rurales serían instrumentos fundamentales dentro de este proceso. Los profesores mismos debían ser líderes en las comunidades y sus lecciones harían posible la transformación que el nuevo Estado decía llevar a cabo. De esta forma los profesores serían el vínculo concreto entre los ideales abstractos del nuevo proyecto nacional y los beneficios materiales, como el acceso a la tierra.

La orientación socialista que tuvo en la década de los treinta la educación, permaneció con fuerza en el Sistema Educativo Mexicano. Aunque su significado era siempre ambiguo, mientras que para unos esta orientación significaba socializar los medios de producción, para otros representaba simplemente una lucha contra el alcoholismo, la superstición y el “fanatismo religioso”. Con su “socialismo a la mexicana”, el presidente Lázaro Cárdenas (1934-1940) desde su campaña presidencial había delimitado el perfil del maestro de la educación socialista: se concibe al maestro como revolucionario, líder social, consejero, orientador, que no solo se aboca a enseñar a leer y a escribir, sino muestra también la manera de convivir mejor, de crear una existencia más humana y justa.

Aunque en la práctica la educación socialista fue siempre problemática, su apoyo por parte del Estado abrió un importante espacio para la transformación social. José Santos Valdés, profesor, inspector de normales rurales y pedagogo, se mostró inicialmente escéptico a la educación socialista. Al parecer sabía que era una contradicción introducir una educación socialista en un país de propiedad privada. Sin embargo, en la contradicción se vislumbraba una amplia oportunidad para la creación de la necesaria conciencia de clase en las niñas, niños y jóvenes de esa época, quienes serían los propiciadores del cambio revolucionario. Así lo comprendió la burguesía y de allí su ruda oposición. Ciertamente, la oposición se hizo sentir de forma virulenta. Auspiciados por hacendados y por la Iglesia, los Cristeros se dedicaron a quemar escuelas, a asesinar y desorejar maestros, y a violar maestras .

Cuando el Estado logró derrotar a este movimiento religioso, los grandes terratenientes siguieron activos en la persecución de profesores y el clero no desdeñaba oportunidad para hablar mal de ellos. Ser maestro significaba enfrentar no sólo el aislamiento y las dificultades de habitar tierras lejanas, sino exponerse a la violencia de los que defendían el antiguo orden. De allí la imagen del maestro que cargaba el libro en un brazo y el rifle en el otro, un heroísmo celebrado tanto en círculos populares como en oficiales, y que muestra el papel tan importante que ocupa el maestro rural en la historia contemporánea.

Forjar patria era una de las primeras preocupaciones de los arquitectos del Sistema Educativo Mexicano. Moisés Sáenz, subsecretario de Educación de 1924 a 1933, afirmó que los dos propósitos trascendentales de la educación rural fue la incorporación de [la] gran masa indígena a la familia mexicana; [y] la formación del espíritu rural. Sin considerar el conocimiento que la población rural había acumulado tras siglos de vivir de la tierra (o simplemente caracterizándose como retrógrada), el gobierno revolucionario se propuso instruir a las comunidades en los mejores métodos para cultivar la tierra.

Pero este esquema pronto dio lugar a varias contradicciones. Por un lado, la efervescencia del nuevo orden revolucionario creó un ambiente propicio para la experimentación con las más recientes teorías pedagógicas. La filosofía de John Dewey, por ejemplo, tuvo especial resonancia en México. Moisés Sáenz, que estudió con él en la Universidad de Columbia, se dedicó a propagar sus ideas. En 1923 la SEP decretó que todas las escuelas debían ser “escuelas de acción” conforme a la filosofía expuesta por Dewey, en la que el niño aprende haciendo. En ningún lugar parecía encajar mejor esta teoría que en la escuela rural, donde el mismo campo abierto sería el salón de clase. La naturaleza proveería la base para construir una nueva realidad. Dewey mismo, quien en 1926 impartió una serie de conferencias en México, resaltó las posibilidades que daba el momento en que se encontraba México. “Creo ocioso decir que ustedes, aquí en México –dijo en su primer seminario– están pasando por una época tan crítica que, si su sistema de escuela ha de estar en armonía con lo que exige la vida social, debe perseguir un ideal de creación y transformación social, más bien que la simple reproducción del pasado”.

El énfasis que ponía Dewey en la necesidad de integrar la escuela con la comunidad, era otro elemento natural de las escuelas rurales cuyos maestros serían no sólo educadores, sino líderes sociales. Ningún sistema educativo en el mundo –observaría Dewey–, demuestra mejor el espíritu de íntima unión entre actividades escolares y aquellos de la comunidad .

La escena que se vislumbraba del profesor rural era de un único maestro, en una pequeña escuelita con piso de tierra, sin materiales, con mesitas precarias y con un montón de chiquillos de todas las edades que tiene que organizar por lo menos, enseñarles a leer y escribir. Maestros que muchas veces se quedan a dormir en la propia escuela y que tardan horas para llegar a las cabeceras municipales a cobrar raquíticos salarios.

Fuente e Imagen: https://www.educacionfutura.org/el-normalismo-rural-en-mexico-el-rio-revuelto-de-las-discordias/

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Embarazos y escuelas

Por: Tahira Vargas García 

Las adolescentes y niñas que están embarazadas y se encuentran asistiendo a las escuelas sufren el estigma y la discriminación porque se considera que ellas son “un problema”.

Recientemente en las redes sociales se desató una polémica alrededor de la obra de Jorge Pineda destacado artista dominicano fallecido en febrero de este año. La obra elaborada en el año 2014 se expuso en la Bienal de este año y presenta a una maniquí de una niña embarazada con el uniforme de las escuelas públicas con la intención de visibilizar la normalización de una realidad que afecta a la niñez y adolescencia en nuestro país.

La existencia de un escándalo en las redes alrededor de la obra muestra a una parte de la sociedad que busca esconder una realidad que esta presente en los centros educativos que no se previene, pero tampoco se integra y que su visibilización se entiende como promoción. Mucha gente reacciono de forma distorsionada al objetivo de la obra entendiendo que estos maniquís existían en las tiendas y que con ello se buscaba promover el embarazo en la adolescencia y en la niñez.

Lamentablemente en nuestro sistema educativo existe una población de niñas y adolescentes embarazadas fruto de abusos sexuales, incesto y en algunos casos embarazos deseados en la adolescencia.

Las adolescentes y niñas que están embarazadas y se encuentran asistiendo a las escuelas sufren el estigma y la discriminación porque se considera que ellas son “un problema”. Se les mira con desprecio y se busca la manera de esconderlas muchas veces negando que existen o tratando de que cuando terminen el año escolar o el embarazo no regresen a la misma escuela, sino que pasen al programa de educación para adultos lo que viola sus derechos como niñas y adolescentes.

El embarazo en la adolescencia no debería existir, pero existe.

Estas prácticas de exclusión están sostenidas en la negación de la realidad y en las barreras a la creación de alternativas para integrar a niñas y adolescentes que de manera forzada se han convertido en madres a sus aulas con facilidades de espacios de cuidado en las comunidades para que continúen sus estudios en los mismos centros donde estaban estudiando desde un trato igualitario como niña y adolescente.

El sistema educativo debe incluir en el perfil de la población que tiene en sus aulas a una población masculina y femenina que son padres y madres adolescentes lo que implica integrar en el currículo el cuidado en todas sus dimensiones para una población que no cuenta con herramientas para ello pero que vive esta realidad.

El embarazo en la adolescencia no debería existir, pero existe. El sistema educativo no ofrece herramientas ni una educación sexual integral sólida y consistente desde el ciclo primario para una población infantil y adolescente que está continuamente expuesta a riesgos de abuso sexual, incesto, explotación sexual y el ejercicio de prácticas sexuales diversas.

Mantener a la población infantil y adolescente que “la embarazan” o “se embarazan” en los centros educativos favorecería a que se le ofrezca empoderamiento y capacitación para que se pueda convertir en facilitadora-multiplicadora de procesos de educación afectivo-sexual de prevención  desde la estrategia de pares sostenidos en el contexto social que han vivido y viven cotidianamente con mirada a las situaciones  de riesgo de:  abuso sexual, explotación sexual, incesto desde sus derechos incluyendo a población femenina, masculina y no-binaria.

Los vacíos en el abordaje transparente y responsable de la realidad afectivo-sexual y de los distintos riesgos que vive la población infantil y adolescente en los centros educativos, en las familias y en las comunidades provoca total desprotección de esta población y grandes brechas generacionales que se convierten en violencia, maltrato y violaciones de derechos.

 Este articulo fue publicado originalmente en el periódico HOY

Fuente e Imagen: https://acento.com.do/opinion/embarazos-y-escuelas-9242204.html

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Dime cuánto mides y te diré quién eres (extrañas variables en el desempeño escolar)

Por: Andrés García Barrios

La formación por hileras y estaturas es parte de un conjunto de tácticas de control que dio comienzo a finales del siglo XVIII, cuando el filósofo alemán Jeremy Bentham desarrolló el concepto de panóptico, presente hasta la actualidad en prisiones, hospitales, y por supuesto, en escuelas.

Hace algunos meses prometí en este mismo espacio que escribiría sobre la relación de la pedagogía con el giro de las perillas en las puertas de los consultorios médicos. Era un chiste, claro está. Un chiste hecho sólo con la intención de reafirmar que la educación tiene que ver con todo lo que existe en este mundo. Sin embargo, en ese momento no imaginé que un día, entre mis artículos, vendría éste que escribo ahora, y cuyo título original podría ser parte de la misma lista que aquél: La estatura de los estudiantes como determinante de su desarrollo escolar. En este caso, no era un chiste.

El asunto empieza con la siguiente anécdota.

Hace no mucho me hallaba platicando con un par de amigos de la primaria en una reunión de generación escolar. Los tres rebasábamos el uno ochenta de estatura.

.─ ¿Se dan cuenta ─dijo uno de ellos, Gonzalo─ de que nosotros tres seguimos siendo amigos cercanos porque hace cincuenta y tantos años, el día en que entramos a la preprimaria, la maestra formó a nuestro grupo por estaturas, y nosotros tres quedamos hasta atrás de la fila, juntos?

Nunca lo había pensado. Gonzalo y Alan, el tercer amigo, fueron en efecto dos de los compañeros con los que mantuve más comunicación durante aquellos años de primaria y secundaria, y unos de los que más marcaron mi desempeño escolar. Conocí a sus familias, frecuenté sus casas y nuestra amistad tuvo que ver con casi todo lo que me ocurrió en el colegio en aquellos años.

Todo por ser altos.

El hecho de coincidir en las filas puede parecer azaroso, pero tiene su historia. Formar a los niños y niñas en hileras por estaturas no es sólo la útil ocurrencia de alguien. A todos nos parece lógico y hasta natural que la directora desee dominar con la vista a cada uno de los estudiantes; incluso sin problema podemos imaginar a nuestros ancestros primitivos recurriendo a esta tipo de estrategias al dirigir grupos. Pero no. Hasta donde entiendo, la formación por hileras y estaturas es parte de un conjunto de tácticas de control que dio comienzo a finales del siglo XVIII, cuando el filósofo alemán Jeremy Bentham concibió un modelo de prisión en el que los guardias ocupaban un puesto central desde el cual podían vigilar a los presos, ubicados en celdas a su alrededor. El concepto se llamaba panóptico y de ninguna manera fue algo trivial. Como modelo de prisión se llevó a la práctica escasas veces, pero como concepto de vigilancia y control materializó una mentalidad omnipresente en la época, la cual se extiende hasta nuestros días. Según el filósofo francés Michel Foucault el concepto/modelo de Bentham está presente en la sociedad moderna en prisiones, hospitales psiquiátricos, cuarteles y por supuesto, escuelas, pero también de forma oculta en todas nuestras concepciones del mundo (los foucaultianos actuales no vacilan en estudiar el fenómeno de Google y las redes sociales con este mismo enfoque, delatando la hipervigilancia a la que todos somos sometidos por un poder tan objetivo como interiorizado).

Suena exagerado (y seguramente lo es, como toda posición filosófica), pero al menos yo puedo aceptar la agudeza de este pensamiento con sólo imaginar lo siguiente: es el inicio del día en una primaria de gobierno como todas; la directora da un anuncio a niñas y niños, no desde un sitio central y en alto sino desde cualquier lugar del patio, a ras de piso, mientras los chavitos la escuchan, no formados en filas ni por estaturas sino acomodados a su antojo en pequeños o grandes grupos, de pie o sentados, dondequiera. Todos ellos están atentos, escuchando ─o al menos en silencio─, y cuando la maestra acaba de hablar, se encaminan a sus clases.

Fin de la fantasía.

En esta utópica imagen todo es igual a nuestras escuelas de hoy, salvo que en ella la directora no ha tenido a la vista a todos y cada uno de sus estudiantes; ahora bien, ese solo detalle es tan determinante que, para mí, sólo podría ocurrir en una sociedad por completo distinta a la nuestra: calles distintas, casas distintas, transporte distinto, personas relacionándose de maneras distintas, vistiendo incluso ropa diferente, y por supuesto, todo ello en tal contacto con la naturaleza que en sus ciudades proliferarían ventanas como la de ese edificio de la ciudad de México de la que emerge un árbol.

El orden escolar actual tiene sus fortunas, como la mía de haber coincidido con aquellos dos amigos. Pero no podemos negar que, a muchos estudiantes, la rigidez de “detalles” como el de las estaturas les afecta duramente. Hablo de “detalles” y por el momento sólo me estoy refiriendo a la planeación logística y dejando de lado otros órdenes más hondos que influyen en los satisfactores básicos de los niños (si la formación por estaturas determina tantas cosas, no quiero ni pensar las consecuencias de haber nacido en cierto medio social, de asistir a ciertas escuelas, de tener acceso a ciertos alimentos, de vestir de determinadas formas…).

Sin tener que entrar todavía en estas profundidades, puedo extenderme un poco y platicarles otra anécdota que deja ver cómo esto de la mirada panóptica crece hasta invisibles horizontes. Para hacerlo, es momento de comentar un rasgo del modelo original de Bentham, que no mencioné antes: resulta que en éste, las ventanas del puesto del vigilante están hechas de un material que le permite a él ver a los presos sin que ellos lo vean, e incluso sin que sepan si en realidad se encuentra en su puesto, observándolos, o si ha abandonado el lugar para irse a casa. De esa manera, el vigilante se convierte en una especie de mirada omnisciente que los presos interiorizan y que cargan siempre sobre sí (además, como el vigilante puede o no estar ahí físicamente, el panóptico significa un gran ahorro en sueldos de personal para la institución carcelaria).

Pues bien, mi segunda anécdota, que tiene que ver con esto, es la siguiente. Resulta que en mi escuela, como en tantas otras, los niños éramos divididos en grupos que se identificaban con letras, en mi caso AB y C. Todos sabíamos que los alumnos del A eran los más aplicados y mejor portados (puedo decir que en mi recuerdo eran también los más peinaditos); en el otro extremo, los del C éramos los más inquietos, los menos aplicados e incluso los menos dotados académicamente (y claro, los menos preocupados por permanecer peinados); los del B eran un nivel intermedio entre ambos. Está de más decir que cuando se trataba de concursos académicos entre los tres grupos, ganarles a los del A e incluso a los del B, significaba para los del C (o para mí, al menos) sobreponernos a una especie de humillación siempre latente.

Pues bien, no hace mucho tuve la oportunidad de platicar con uno de los directores de aquellos años. Para mi enorme sorpresa, me contó que los grupos siempre habían sido conformados al azar, sin que mediara ninguna característica personal en las decisiones: nada de mayor capacidad intelectual, ni medios sociales distintos, ni diferencias de comportamiento: ¡nada! Todo eso era ─me dijo─ una especie de mito que corría de forma inevitable entre los estudiantes y que los hacía autoclasificarse de esa manera, provocando conductas como las que describo.

¡Quién sabe cuántas cosas habrá determinado aquel “detalle” en nuestras vidas! Debo decir que todavía mantengo un chat de amigos con aquella generación, y en él aún aludimos a esas diferencias. Lo hacemos con humor, pero hay amigas y amigos que recuerdan, por ejemplo, su paso por el grupo A como una experiencia angustiante, de competencia feroz, depresión y estrés constantes. Por otra parte, si doy mi testimonio como alumno del C, debo confesar que no puedo dejar de asociar esta letra con ser flojo y un poco tonto (lo cual, por otra parte, siempre me abrió grandes oportunidades de diversión).  La mirada omnipresente del panóptico foucaultiano sigue de alguna forma dentro de mí.

*

¿Cuántas arbitrariedades como esas unen y separan a los niños? ¿Por cuáles caminos prestablecidos llegan a conocerse unos a otros, o a desconocerse? ¿Cuántos prejuicios operan para que decidan a quién quieren acercarse y a quién no, configurando no sólo el universo social que los acompañará por largo rato sino distorsionando el sentido mismo que tiene y tendrá en sus vidas el tomar decisiones? Una tercera historia personal me permitirá darles la vuelta a estas preguntas e intentar responderlas de forma positiva, buscando una salida a esas rutas inconscientes que determinan nuestras relaciones y comportamientos. Se trata de un ejercicio que un grupo de personas llevamos a cabo hace muchos años en una escuela de la Ciudad de México. Formaba parte de un amplio proyecto llamado Taller de Integración, que habíamos creado con la simple intención de apoyar la convivencia entre estudiantes de cuarto y quinto grados de primaria, y de explorar prácticas de comunicación e inclusión. Mediante charlas, juegos y dinámicas de grupo, aspirábamos a aportar nuevos canales de encuentro entre niños que se mantenían separados entre sí por motivos de los que ellos mismos no eran conscientes.

El ejercicio en cuestión consistía en trazar una raya al centro del aula, con los niños colocados en torno. Los maestros hacían una pregunta: “¿A quién le gusta la música?”, y en vez de decir “A mí”, los niños debían colocarse sobre la raya. Era una forma de crear efímeros grupos con quienes estaban unidos por esa característica. Si bien al principio las preguntas convocaban a un montón de niños a ir a la línea, poco a poco apuntaban hacia inclinaciones menos comunes (¿a quién le gusta pintar?, ¿a quién le gusta tener momentos de soledad?) hasta aludir a condiciones íntimas (¿quién ha perdido a un ser querido?, ¿quién siente enojo con frecuencia?). Los niños sobre la raya formaban ahora grupos más reducidos, y teníamos la esperanza de que algunos pudieran identificar coincidencias que los unían con compañeros que no eran sus amigos, o a los que rechazaban, o incluso con quienes tenían una relación de bullying. Recuerdo bien que una de nuestras principales dudas era hasta dónde podíamos llevar las preguntas sin violentar la intimidad de nadie.

Años después tuve la fortuna de ver repetido este ejercicio ─que, por cierto, no habíamos inventado nosotros─ en un experimento social en el que ocurría lo mismo, sólo que con mayor cantidad de gente, toda adulta. El objetivo era evidenciar las coincidencias que había entre habitantes de distintas zonas de una ciudad conflictiva. En un inicio los participantes formaban seis o siete grupos, unidos por edad o por medio social, no recuerdo. Comenzadas las preguntas, los grupos se iban disolviendo para formar otros con nuevas características (los que eran hijos únicos, los que habían perdido un hermano, etc). Resultaba conmovedor ver a toda aquella gente desplazándose por el gran salón para formar conjuntos con nuevas e inesperadas diversidades. De todo aquello tengo dos recuerdos entrañables: la imagen de un motociclista gigantón, vestido de cuero oscuro y con todo el cuerpo tatuado, agachándose para recibir el abrazo de una anciana de aspecto tímido y conservador, y llorando juntos por haber coincidido en no sé qué pregunta. La otra imagen conmovedora fue la de un chico que recorrió el escenario, él solo, para colocarse tímidamente al centro, único participante que respondía a la pregunta: “¿Quién de ustedes es bisexual?”

Creo que es un ejercicio que todos deberíamos hacer en nuestras comunidades. La educación que yo quiero lo incluye definitivamente. No sé a ciencia cierta si esta interacción puede abrir ventanas oxidadas en nosotros y hacernos pensar y actuar distinto. Quiero creer que la anciana y el motociclista nunca volvieron a ser los mismos después de aquel abrazo; que al verse uno reflejado en otro, ambos derrumbaron grandes prejuicios sobre sus diferencias. Quiero también pensar que alguno de nuestros estudiantes del Taller de Integración se dio la oportunidad de acercarse a algún compañero “desconocido” después del juego aquel. Quiero creer que dinámicas como ésta pueden abrir vías de solución a problemas, por ejemplo, al bullying, el cual presumiblemente opera cuando una persona no se quiere ver reflejada en otra.

Tal vez este ejercicio no sea suficiente para revelar a los participantes que llevan dentro de sí una mirada vigilante que los persigue y los induce a creer ciertas cosas. Para mí, bastaría con que les permitiera vislumbrar que nuestros atributos y experiencias están más repartidos de lo que creemos, y les dejara sospechar que los seres humanos estamos más unidos unos con otros que con ese deber omnisciente que se la pasa vigilándonos.

Quisiera, en última instancia, volver al inicio de este texto y pararme frente a aquellos niños de mi preprimaria para gritar con voz tierna y firme: ¡Rompan filas! Algunos de ellos se quedarían con sus amigos recién conocidos, pero otros seguramente se irían a rondar por ahí, atraídos por una mirada, una sonrisa o una estatura diferentes.

Todos se sentirían súbitamente libres. En nuestro mundo hipervigilado, eso resultaría un respiro insondable.

Fuente e Imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/el-modelo-panoptico-en-las-escuelas/

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Mundo: “Si usamos bien las tecnologías de IA tendremos menos aulas donde los niños se sienten perdidos o aburridos”: Salman Khan, pionero de la transformación en la educación

“Si usamos bien las tecnologías de IA tendremos menos aulas donde los niños se sienten perdidos o aburridos”: Salman Khan, pionero de la transformación en la educación

La tecnología ya existe y algunas personas pueden optar por ignorarla, pero no creo que sea una buena estrategia, dice el experto.

Desde chatbots y asistentes virtuales a vehículos autónomos, la inteligencia artificial (IA) está ganando terreno lentamente en nuestra vida diaria.

“La tecnología ya existe y algunas personas pueden optar por ignorarla, pero no creo que sea una buena estrategia”, dijo Khan en una entrevista con BBC News Brasil.

Graduado del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y de la Universidad de Harvard, en Estados Unidos, Khan dejó una carrera en el mercado financiero para fundar Khan Academy, la escuela virtual más grande del mundo.

La plataforma cuenta con videos y ejercicios traducidos a más de 36 idiomas que enseñan, de forma gratuita, desde aritmética básica hasta cálculo vectorial.

Ahora, con el desarrollo de nuevas tecnologías con inteligencia artificial y su infiltración en la educación, Khan Academy está desarrollando su propia IA generativa. La idea es que la herramienta sirva como tutor para los estudiantes y asistente para los profesores.

Para Khan, la tecnología es la salida para evitar el mal uso de la IA en la educación.

“Si usamos bien la tecnología, tendremos menos aulas donde los niños se sienten perdidos o aburridos y donde el maestro dé cátedra a los estudiantes, que es básicamente lo que sucedió en muchas escuelas durante la pandemia, con clases a través de Zoom”, dice.

Respecto a los cuestionamientos que muchos plantean sobre el machine learning o aprendizaje automático y la exhibición de comportamientos parciales o prejuiciosos, el empresario dijo que a menudo esos problemas pueden ser imposibles de evitar, especialmente en las humanidades.

Pero señala que, con las clases en línea, es mucho más fácil monitorear cualquier irregularidad.

“Si se descubre que una IA generativa dice algo sesgado, alguien puede fácilmente hacer una captura de pantalla, publicarla en las redes sociales y desacreditar a la organización que desarrolló la tecnología”, afirma Khan.

“Esto no podría hacerse en un aula tradicional, en la que si un educador dice algo sesgado, es más difícil demostrar que eso sucedió”.

Puedes leer a continuación los principales extractos de la entrevista de Salman Khan con BBC News Brasil, editados para mayor brevedad y claridad:

Una persona escribiendo en un teclado de computadora

Getty Images
Khan sostiene que en las clases online es mucho más fácil controlar cualquier irregularidad.

¿Todavía podemos detener el avance de la tecnología de IA en la educación o ya hemos superado ese punto?

La tecnología ya existe y algunas personas pueden optar por ignorarla, pero no creo que sea una buena estrategia.

De hecho, será utilizada por personas con malas intenciones, por delincuentes para realizar fraudes o por gobiernos autoritarios para vigilar a la gente. Y en mi opinión, depende de aquellos con buenas intenciones tomar el control primero.

Toda tecnología es sólo una extensión de la intención del usuario, no importa si hablamos de IA, internet, energía nuclear o una máquina de vapor. Si hay gente que quiere utilizar la energía nuclear para el mal y no para el bien, el efecto será negativo.

En mi opinión, la mejor manera de abordar la IA en este momento es que las personas con buenas intenciones la utilicen correctamente, piensen de manera proactiva en nuevos medios de protección y traten de minimizar los riesgos. En otras palabras, no debemos escondernos sino involucrarnos más.

Muchos temen que las nuevas herramientas de IA que se han vuelto populares en los últimos años puedan menoscabar el proceso de aprendizaje, ayudando a los estudiantes a hacer trampa y devaluando el papel de los profesores en la educación. Pero tienes una perspectiva diferente, ¿no?

Sí. Creo que tenemos que resolver algunos problemas, pero hay muchas oportunidades por explorar.

Obviamente, el mayor desafío es la posibilidad (y la realidad, de hecho, ya que esto ya está sucediendo) de utilizar la IA generativa para copiar, escribir ensayos y resolver problemas matemáticos.

Pero creo que hay soluciones para esto. ChatGPT no fue creado con fines educativos y lo que tenemos que hacer es desarrollar herramientas específicas para los estudiantes.

En Khan Academy creamos Khanmigo, nuestra propia IA que funciona como un buen tutor socrático. No da respuestas, sino comentarios y sugerencias.

La idea es que la IA y los estudiantes trabajen juntos para escribir un ensayo, por ejemplo. Es decir, el profesor da la tarea a través de Khanmigo y los alumnos deben trabajarla allí mismo.

La tecnología puede señalar errores y sugerir que el estudiante reformule oraciones y argumentos y, al final, los profesores pueden acceder a la transcripción del chat.

La IA también puede evaluar el proceso, informando cuántas horas pasó el alumno trabajando en ese texto y cuáles fueron las principales dificultades, además de sugerir al profesor una calificación para ese texto.

Y, por supuesto, algunas personas dirán: “¿pero qué impide que un estudiante use ChatGPT de todos modos?”. En nuestra plataforma, si un estudiante usa una IA para escribir el ensayo y simplemente copia y pega el texto final en Khanmigo, nuestra IA le dirá al profesor: “No sé de dónde vino este ensayo, simplemente apareció aquí de repente”.

Y cualquiera que afirme haber desarrollado herramientas para detectar texto creado por una IA generativa miente.

Por lo tanto, centrarse en el proceso y no sólo en el resultado es la principal forma de resolver el problema de copiar.

En una encuesta reciente, UNESCO destacó la importancia de la interacción social en el proceso de aprendizaje y señaló que durante la pandemia muchos estudiantes se vieron perjudicados por la educación a distancia. ¿No podría un tutor de IA, en lugar de un humano, repetir este patrón?

Para ser claros, no veo a la IA como un sustituto de la interacción humana. De hecho, la tecnología debería utilizarse para facilitar la interacción humana o apoyar al alumno cuando los humanos no estén disponibles.

Todos recordamos alguna vez cuando éramos estudiantes y estábamos a las 11 de la noche antes de un examen tratando de entender un concepto, sin nadie que nos ayudara. Ahí es donde entra la tecnología.

O si a un estudiante le da vergüenza hacer una pregunta frente a una sala llena de gente, puede preguntarle a la IA, que, de hecho, notificará al maestro sobre esa pregunta y todas las demás, sugiriéndole que, por ejemplo, explique nuevamente un concepto en el aula.

Si utilizamos bien la tecnología, tendremos menos clases donde los niños se sientan perdidos o aburridos y donde el profesor esté dando cátedra a los alumnos, que es básicamente lo que ocurrió en muchas escuelas durante la pandemia con clases vía Zoom.

¿Y los profesores? En Brasil, ésta ya es una profesión poco valorada. ¿El uso de la IA no podría empeorar aún más la situación?

No lo creo. Nuestra propuesta es utilizar también la IA como asistente de enseñanza para los profesores, ayudando a desarrollar planes de lecciones, redactar informes de progreso e incluso evaluar los trabajos. Los profesores dedican mucho tiempo a tareas administrativas y, de esta manera, pueden dedicar más tiempo a estar con los estudiantes.

Contar con las herramientas más modernas en cualquier profesión es señal de que esa profesión es valorada.

Y aquí existe una oportunidad para que los educadores comiencen a aprovechar la IA generativa de manera significativa mucho antes que otras profesiones, incluso ingenieros de software, programadores o científicos.

No se trata de sustituir lo que hace el profesor, sino de permitirle desempeñarse a un nivel aún mayor. Sabemos que los profesores no son tan valorados ni tan bien remunerados como deberían y, al mismo tiempo, casi siempre tienen exceso de trabajo. Así que si puedes hacerles la vida más fácil, será como un regalo.

Hay un gran debate sobre la capacidad de la IA para salirse de conceptos preconcebidos, aprendidos a través de interacciones humanas. ¿Cómo garantizar que los estudiantes no tengan acceso a contenidos sesgados o prejuiciosos?

Siempre digo que es muy difícil que algo sea completamente imparcial. Quizás las matemáticas o las ciencias, pero en humanidades es casi imposible.

Por lo tanto, el estándar para la IA debe ser el material que sigue el status quo. En el caso de Khanmigo, todo está anclado en contenidos y ejercicios que han sido previamente escritos por nuestros profesores y que siguen altos estándares.

Pero lo interesante de esto es que, si se descubre que una IA generativa dice algo sesgado, alguien puede fácilmente tomar una captura de pantalla, publicarla en las redes sociales y desacreditar a la organización que desarrolló la tecnología.

Esto no se podría hacer en un aula tradicional. Si un educador dice algo sesgado es más difícil analizarlo minuciosamente y demostrar que eso sucedió. En otras palabras, con la IA tenemos 10 millones de personas examinando ese punto de vista.

Niña escribiendo en una tableta

Getty Images
“Los educadores deben asegurarse de que todo lo que utilizan tenga medidas de seguridad y privacidad aceptables”, dijo Salman Khan a BBC News Brasil.

Centrándonos en lo más práctico, vivimos en un mundo muy desigual y estas soluciones pueden funcionar en países más desarrollados, pero ¿qué pasa en otros lugares? ¿No pueden esas soluciones profundizar las desigualdades en oportunidades y en la calidad de la educación entre los países más pobres y los más ricos?

Creo que, de hecho, ayudará a reducir la desigualdad. Quizás no ahora, pero sí a largo plazo.

Hoy en día, una persona que vive en Brasil y proviene de una familia rica, por ejemplo, puede contratar un gran tutor para ayudarle con sus estudios, mientras que los estudiantes más pobres no tienen esta posibilidad y necesitan estudiar solos y entender todo el material en un aula abarrotada, a veces con otros 40 estudiantes.

Pero con el paso de los años, tal vez en unos cinco años, creo que los tutores de IA podrían estar disponibles para más y más personas y a un costo mucho más asequible. Esto puede ayudar a cerrar la brecha que existe entre las escuelas privadas costosas y las públicas o más baratas.

¿Debería el sector educativo dejar la regulación de las tecnologías de IA en manos de las empresas que las desarrollan?

Los educadores deben asegurarse de que todo lo que utilizan tenga medidas de seguridad y privacidad aceptables. Khanmigo solo almacena datos de usuario para mejorar la experiencia de los estudiantes y eso, en mi opinión, es un requisito. Se debe garantizar que los datos de los usuarios no se almacenen ni se vendan.

Por lo tanto, los educadores, administradores escolares y formuladores de políticas deben establecer pautas a nivel de cada región antes de elegir qué herramientas quieren utilizar.

El mismo estudio de la Unesco que mencioné anteriormente señala que, en la mayoría de los países, se necesitan muchas más autorizaciones y pasos para aprobar un nuevo libro de texto que para validar el uso de tecnologías de IA en escuelas y aulas.

Esto ocurre en un escenario en el que menos del 10% de las escuelas y universidades de todo el mundo han desarrollado políticas institucionales o directrices con respecto al uso de la IA. ¿Corremos el peligro de bajar los estándares de la educación con la IA?

No lo creo. Creo que la mayoría de las personas razonables ve que hay mucha política involucrada en la burocracia para aprobar un libro de texto. Y al final, la efectividad no tiene nada que ver con la elección del material A o B.

Puedo hablar de Estados Unidos, donde diferentes distritos eligen diferentes libros de texto. Pero en los últimos 50 años no ha habido evidencia de que un material tenga resultados diferentes que otro.

Y si estas nuevas herramientas, ya sea la inteligencia artificial generativa o Khan Academy, han producido evidencia de que están teniendo un impacto significativo en los estudiantes, entonces debería ser más fácil analizarlas, probarlas y tomar una decisión. Cuanto menos desgaste haya en el proceso, mejor.

Muchos colegios independientes o privados eligen su material didáctico de una forma menos burocrática y más rápida. Entonces, si queremos reducir la desigualdad, no podemos aumentar la burocracia, sino permitir que la toma de decisiones se realice más rápidamente y esté a cargo de personas que conocen a los estudiantes, personas dentro de las escuelas.

Fuente de la Información: https://www.prensalibre.com/vida/bbc-news-mundo-vida/si-usamos-bien-las-tecnologias-de-ia-tendremos-menos-aulas-donde-los-ninos-se-sienten-perdidos-o-aburridos-salman-khan-pionero-de-la-transformacion-en-la-educacion/

 

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ONU: Los médicos indonesios actúan ante los signos reveladores de violencia familiar

Los médicos indonesios actúan ante los signos reveladores de violencia familiar

Los médicos de la isla indonesia de Sulawesi Central están poniendo en práctica la capacitación que recibieron del Fondo de Población de las Naciones Unidas ( UNFPA ) para identificar y actuar en casos de violencia doméstica.

Cuando los padres de un niño de cinco años herido le dijeron a la Dra. Fai’zah A. Salim que se había caído de una escalera, ella no quedó convencida y sospechó lo contrario.

Capacitada por el UNFPA en Palu, capital de Sulawesi Central, para identificar signos tanto físicos como psicológicos de violencia doméstica, remitió al niño a un consejero social. Poco después explicó lo que realmente pasó y cómo su padre lo había golpeado por hacer travesuras.

Los médicos, capacitados para reconocer signos de violencia doméstica, pueden ayudar a las víctimas más allá del simple tratamiento de las heridas.

El reconocimiento es el primer paso.

«El reconocimiento es el primer paso para poder ayudar», afirmó el Dr. Salim. «Necesitamos hacer mucho más que tratar las heridas sintomáticas».

El Centro de Salud Pública, o Puskemas, donde trabaja el Dr. Salim, es parte de un programa piloto del UNFPA para combatir la violencia de género y otras formas de violencia doméstica.

El programa cubre 11 distritos de Indonesia, incluido Palu. En su marco, el UNFPA apoya al Gobierno en la formulación de políticas y capacita a los proveedores de atención médica. Se alienta a los socios locales a abogar por que las víctimas se presenten y busquen ayuda más allá del tratamiento de sus heridas físicas.

Los resultados son significativos. En los primeros tres meses de 2023, el personal de Puskemas Sangurara ya había identificado siete casos de violencia doméstica, en comparación con entre uno y dos durante todo un año hace un año. “¿Es por la promoción o porque estamos mejor capacitados para reconocer los síntomas de la violencia de género? Probablemente ambas cosas”, dijo el Dr. Salim.

Serias preocupaciones sobre la violencia de género

A pesar de los importantes avances en la igualdad de género, incluido un mayor acceso de las mujeres y las niñas a la educación, el empleo y los servicios de salud, la violencia de género sigue siendo un grave problema de salud pública y derechos humanos en Indonesia, afirmó Norcahyo Budi Waskito, oficial de programas del UNFPA Indonesia. . Se han puesto en marcha políticas, estrategias y documentos legales nacionales.

Sin embargo, estas no siempre se han implementado a nivel local. El Gobierno ha reconocido la necesidad de una solución sistemática para poner fin a la violencia de género y se ha asociado con agencias de la ONU como el UNFPA y ONU Mujeres .

El número de casos denunciados ha aumentado de unos 216.000 en 2012 a cerca de 458.000 en 2022, según la Comisión Nacional sobre Violencia contra la Mujer. Esto sugiere que los esfuerzos por alentar a más víctimas a denunciar están surtiendo efecto.

Pero las cifras probablemente no representan el panorama completo, ya que lo que sucede detrás de puertas cerradas en una casa familiar todavía es considerado tabú por muchos, y denunciarlo conlleva un estigma.

La vergüenza no es la única razón que impide que las víctimas denuncien; También existe un desincentivo financiero.

Annisa Rahmah, médica de urgencias del Hospital Anuta Pura de Palu, dijo que algunas víctimas optan por marcharse una vez que identifica los casos como violencia doméstica porque entonces el tratamiento no estaría cubierto por el seguro médico del gobierno.

«Es deprimente verlos alejarse», dijo. A los que se quedan se les ofrece un paquete de tratamiento que incluye asesoramiento psicológico.

Una víctima de violencia de género recibe asesoramiento en el Centro de Salud Sanguara de Palu.

Apoyo a las víctimas

Además de capacitar al personal médico, el UNFPA también apoya a grupos comunitarios y organizaciones no gubernamentales (ONG). En Palu, la organización de mujeres Libu Perempuan, por ejemplo, cuenta con 30 voluntarios –desde abogados hasta psicólogos– para ayudar a las víctimas. La asociación también gestiona una casa segura, donde actualmente viven dos familias, y organiza programas de formación, incluidos cursos para hombres sobre la prevención de la violencia familiar y de género.

Objetivo 5 de los ODS: Igualdad de género.

«Fue un importante cambio de mentalidad en la sociedad el hecho de que ayudar a las víctimas es tan importante como llevar a los perpetradores ante la justicia», dice Maya Safira, coordinadora del programa. Todos sus colegas participaron en cursos del UNFPA.

En un país de 280 millones de habitantes y más de 7.500 distritos, la capacitación del UNFPA en 11 distritos sólo puede llegar hasta cierto punto. Sin embargo, Budi Waskito, oficial de programas del UNFPA, dijo que el proyecto piloto ofrece un modelo que otros donantes o el gobierno pueden replicar.

«Ofrecemos una receta, pero no podemos cocinar todas las comidas», dijo.

El UNFPA trabaja en estrecha colaboración con el Ministerio de Salud para que el Gobierno pueda ampliar la capacitación que ofrece. Ha ayudado al ministerio a desarrollar un manual de capacitación para el personal médico, pautas de respuesta para hospitales y orientación para programas de defensa locales.

El Ministerio de Salud está estudiando la posibilidad de replicar el éxito de este proyecto, afirmó Kartini Rustandi, directora de Salud Reproductiva, Edad y Ancianos.

«El Ministerio de Salud continúa haciendo esfuerzos para acelerar la distribución equitativa de instalaciones de salud capaces de gestionar la violencia contra las mujeres y los niños y el desarrollo de capacidades para los trabajadores de la salud, ya sea a través de fondos del presupuesto regular, asignaciones presupuestarias específicas o en colaboración con donantes», dijo.

Para el Dr. Faiza, el objetivo es claro.

«Hasta que hayamos prevenido todos los casos de violencia de género, tenemos más trabajo por hacer», afirmó. “Y lo estamos haciendo”.

Hombres en un centro comunitario religioso discuten sobre violencia doméstica y de género.

Fuente de la Información: https://news.un.org/en/story/2023/08/1140092

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