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El abuso sexual de menores, un problema sin solución en Afganistán

Redacción: Clarín

La práctica, conocida como bacha bazi, es común entre los hombres en puestos de poder.

El niño afgano de 14 años dijo que su profesor le pidió “un pequeño favor” a cambio de no reprobarlo en sus exámenes finales. Luego el hombre se llevó al menor a la biblioteca escolar, cerró la puerta con llave y lo violó, contó el estudiante.

En la misma escuela, un adolescente de 17 años reportó un trato similar del director. Dijo que el hombre había amenazado con matarlo si le decía a alguien.

Pero los menores sí hablaron, relatando sus casos a un grupo de defensa de menores de su provincia, que descubrió que esos dos chicos no eran las únicas víctimas. De sólo tres planteles educativos en la provincia de Logar, al sur de la capital afgana, el grupo dijo que había tomado las declaraciones de 165 niños que dijeron haber sido víctimas de abuso sexual en sus escuelas, o a manos de autoridades locales a las que acudieron en busca de ayuda.

Ahora, Afganistán está atrapada de nuevo en un debate sobre el desenfrenado abuso sexual de menores, y de una renuencia de muchos funcionarios a abordar el asunto.

Después de hablar con el canal de noticias TOLO sobre la investigación, el líder del grupo de defensa de Logar, Mohammad Musa, y un colega, Ehsanullah Hamidi, fueron detenidos por la agencia nacional de inteligencia de Afganistán. Presionado por EE.UU. y por grupos de derechos humanos, el gobierno los liberó.

Desde hace varias generaciones que el abuso sexual sistemático de menores es un problema en Afganistán. Bacha bazi —que significa juegos de niños— es común entre los hombres en puestos de poder que mantienen a niños como esclavos sexuales. Los chicos bacha bazi son obligados a vestirse como niñas y a bailar para los hombres antes de ser violados. A veces, los niños son prostituidos al mejor postor.

Musa dijo que su grupo —la Institución Civil, Social y Juvenil Logar— comenzó a investigar luego de una publicación en Facebook, en mayo, que mostraba a hombres con niños en posiciones sexuales.

El post fue eliminado rápidamente, señaló Musa, pero el grupo conservó muchas de las imágenes. Algunos de los menores eran reconocibles, y se habían quejado antes de abusos sexuales, dijo.

El grupo Logar empezó a hablar con estudiantes, encontrando docenas que dijeron que habían sido violados. Muchos de sus relatos fueron confirmados por maestros u otras personas de la zona.

A medida que surgían los relatos, al menos siete chicos que dijeron haber sido violados fueron encontrados muertos, indicó Musa, lo más probable a manos de sus familias.

Musa señaló que el grupo de defensa llevó las declaraciones de los menores a la Policía provincial de Logar, pero que no se tomó ninguna acción. Dijo que varios chicos que habían accedido a ser interrogados por la Policía fueron luego violados por oficiales.

Shapoor Ahmadzai, vocero de la Policía, dijo que las acusaciones eran falsas. “Nadie ha venido a la Policía por casos de violación”, declaró.

No obstante, el Ministerio de Educación en Kabul informó el 14 de noviembre que enviaría una delegación a la Provincia para investigar.

En Logar, Shafiullah Afghanzai, director ejecutivo del secundario Hamid Karzai, donde los chicos de 14 y 17 años dijeron que habían sido violados, dijo que el director de la escuela había sido transferido a otro distrito este año tras ser acusado de abusar sexualmente de un niño.

Afghanzai declaró que otros niños también habían sido violados por maestros en otras dos escuelas de la provincia. Dijo que los tres chicos que habían denunciado violaciones fueron después asesinados por los talibanes, que controla partes de Logar y condena el abuso sexual como antiislámico.

Musa dijo que 25 familias abandonaron sus hogares avergonzadas luego de que sus hijos dijeron que habían sido violados. En varios casos, los menores habían sido desterrados de sus casa por los padres, comentó Musa.

Wakil Kaliwal, director del Departamento de Educación en Logar, dijo que había quizás uno o dos casos de violación estudiantil en las escuelas de la Provincia, pero no una epidemia de abusos sexuales.

Afganistán hizo que el bacha bazi y ofensas relacionadas fueran violaciones del código criminal nacional en mayo de 2017. La pena es de hasta tres años de cárcel —de tres a cinco años si el baile es “un evento público”. Si un maestro, instructor o “superior de alguna forma está involucrado”, el castigo es de cinco años de prisión.

En un informe de 2018, la ONU documentó 78 casos de abuso sexual contra niños en Afganistán, añadiendo, “la impunidad para los perpetradores sigue siendo un serio desafío”.

El menor de 17 años del secundario Hamid Karzai dijo que se quedó sin hogar luego de que su padre lo echó. Dijo que ya no asistía a la escuela.

“Mi padre dice que, si me vuelve a ver, me matará”, manifestó.

Fuente: https://www.clarin.com/new-york-times-international-weekly/abuso-sexual-menores-problema-solucion-afganistan_0_6SMTFGvqQ.html

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“Es necesario un Estado fuerte para garantizar los derechos de la mujer en Afganistán”

Redacción: Política Exterior

Shukria Jalalzay dedica más de 12 horas al día a defender los derechos de mujeres y niñas en Afganistán. Ni las amenazas de los talibanes la frenan. “Tengo que trabajar, no por mí, sino por mi país, por las futuras generaciones”. Jalalzay es la directora de Afghan Women Coordination and Promotion Organization, una organización que lleva a cabo iniciativas para el empoderamiento de las mujeres desde Kabul, sobre todo en materia de educación. “Cuando tienes habilidades, tienes dinero, y con dinero tienes acceso a la sanidad, a la justicia, a más educación, a mejores trabajos… en definitiva, puedes tomar tus propias decisiones”. En un país donde muchas mujeres ni siquiera tienen acceso al paracetamol sin consentimiento de sus maridos, la formación puede ser la llave que abra la puerta a la libertad.

La economista y activista ha visitado recientemente la sede de Incipe en Madrid para hablar sobre la situación de las mujeres en materia de Derechos Humanos en Afganistán. “Voy a presentar los avances, apoyados por el Estado, pero después, aunque lo siento, no tengo buenas palabras. Estamos en guerra”, aseguró nada más empezar. La guerra lo impregna todo. Por más que las cifras arrojen esperanza, Jalalzay deja claro que el Estado es débil, que los talibanes tienen fuerza y que el conflicto y la corrupción no se pueden sacar de la ecuación.

A su juicio, el principal objetivo que debe defenderse en las negociaciones con los talibanes es reforzar las instituciones del Estado: “Es crucial para las mujeres que el Estado sea fuerte, si no, no puede haber derechos”. Aunque desde el Estado se reconoce la igualdad legal, “en Afganistán la situación sigue siendo mucho más difícil para las mujeres en todos los ámbitos, por lo que son necesarias medidas de discriminación positiva”.

 

“En Afganistán la situación sigue siendo mucho más difícil para las mujeres en todos los ámbitos, por lo que son necesarias medidas de discriminación positiva”

 

No obstante, en materia de educación es cierto que las cifras son esperanzadoras: en 2018, las chicas representaron casi el 40% del alumnado general y alrededor del 25% del universitario. Pero las barreras siguen siendo muchas. La primera, señaló Jalalzay, la calidad de la educación básica es muy mala “cerca de la calidad cero. Hay guerra, hay corrupción y no hay capacidad para mejorarla”. Así que, pese a las cifras, no existe una capacitación real en la educación básica, aunque la calidad mejora a nivel universitario. A esta situación se le añaden los problemas estructurales que impiden el acceso a la educación a las niñas: falta de recursos económicos de las familias, de infraestructuras, problemas relacionados con la seguridad o trabas culturales que impiden el permiso familiar. “La mentalidad de muchas familias es que las hijas no son suyas. Se casarán y se irán, así que no merece la pena invertir en ellas”.

En el acceso al trabajo, por su puesto, las trabas también sobran. Empiezan con el bajo nivel de formación en la población femenina, pero también juegan un papel crucial las barreras culturales, la corrupción, la discriminación, la carga del trabajo doméstico o la “falta de permiso familiar”: maridos apelando a la violación de su “honor” como proveedores. Pese a todo, se calcula que las mujeres ya representan un 21% del funcionariado. “No es suficiente, pero es un buen número”, apuntó Jalalzay. Un caso particular es el de las fuerzas de seguridad, donde las féminas son tan solo un 2,15% en la policía y no llega ni al 1% en el ejército. “A muchas mujeres el mero hecho de querer formar parte de las fuerzas armadas les supone el divorcio”.

Pero quedan muchos retos en otros ámbitos. Y todos interconectados. En el acceso a la salud, continúan siendo muy elevada la mortalidad materna, por ejemplo. En este sentido, Jalalzay señaló a la corrupción como el mayor problema del sistema sanitario y lo ilustró relatando un drama personal. “Mi cuñada fue a dar a luz estando de ocho meses y necesitaba una inyección, pero el médico solo tenía una y quería vendérsela a otra paciente. Estamos hablando de una inyección de 500 afganis, unos 5 euros. Finalmente la vendió. Mi cuñada empeoró mucho y la llevamos a otro hospital. Mi sobrina nació muy guapa y muy sana, pero mi cuñada murió”.

Matrimonio infantil, pobreza y corrupción

Otro reto al que debe enfrentarse el país es el del matrimonio infantil. “Los problemas que subyacen aquí son la pobreza y la corrupción judicial”. En primer lugar, es la pobreza lo que lleva a las familias a arreglar matrimonios con hombres mayores a cambio de dinero. Sin embargo, cuando esto sucede, el drama no acaba ahí. “Cuando él muere, ellas se quedan viudas, con hijos pequeños y sin ningún tipo de ayuda para mantenerse”. En segundo lugar, el matrimonio forzoso está tipificado específicamente en una ley que, “aunque no consiguió ser aprobada en el parlamento debido a la oposición de los fundamentalistas, sí ha sido firmada por el presidente Ashraf Ghani Ahmadzai y ahora se aplica. Es un crimen y tiene un castigo específico. El problema viene con el sistema judicial, desafortunadamente.”

Por activista, por mujer, o sencillamente por afgana del siglo XXI, Jalalzay narró experiencias cercanas muy duras para cada problema. “Tenía una amiga periodista que no podía ejercer porque su marido no la dejaba. Cuando fue ante la justicia para obtener el divorcio, el juez le dijo ‘muy bien, pero primero te casas conmigo, y luego yo te consigo el divorcio’. Afortunadamente ella fue muy lista y grabó la conversación. Él perdió su trabajo. ¿Qué quiero decir con esto? que tenemos buenas leyes, pero estamos en guerra y sencillamente no se pueden implementar correctamente”.

Durante la charla se abordaron algunos asuntos con un tono más triunfalista que el empleado por Jalalzay, más avances de la situación, haciendo hincapié en cómo era el punto de partida. Así, se recordó que en 2001, cuando cayó el régimen talibán, no había ninguna mujer en el sistema educativo. Se mencionaron mejoras como el creciente papel de las mujeres en sectores como las artes, los negocios o la joya de la corona: el hecho de que tanto ante Estados Unidos como ante Naciones Unidas las embajadoras sean mujeres. “Es un gran logro, desde luego -reconoce la activista Jalalzay-. También tenemos muchas viceministras pero necesitamos tiempo. No es posible recuperar tan rápido todo lo que hemos perdido con la guerra. Estos avances son reales, pero yo me fijo en los problemas. ¿Por qué? La razón es que nos encontramos en un momento crítico, en medio de las negociaciones de paz, y se decidirá si la balanza cae hacia el lado del Estado o hacia el lado talibán. Así que me fijo más en los problemas para que la comunidad internacional no nos abandone. Los logros conseguidos no son solo nuestros. Se han alcanzando pagando el precio de muchas vidas, tanto de la comunidad internacional como de afganos”.

Fuente: https://www.politicaexterior.com/actualidad/necesario-estado-fuerte-garantizar-los-derechos-la-mujer-afganistan/

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Hartas de héroes, las afganas crean sus propias campeonas de videojuegos

Redacción: France 24

Al igual que las princesas que saltan sobre elfos y lanzan dagas contra brujos en los videojuegos que crearon, las codificadoras afganas quieren inspirar a toda una generación de mujeres jóvenes en un Afganistán muy patriarcal.

Estas apasionadas por la tecnología asisten a un cursillo nocturno, Code To Inspire, en Herat, capital del oeste de Afganistán. Aprenden la técnica y crean aplicaciones y juegos educativos para chicas de Afganistán y de otros lugares.

Su mayor logro fue el lanzamiento este año de «La heroína afgana», creada en seis meses por un equipo de doce mujeres jóvenes. En la aplicación para teléfono inteligente, una princesa tocada con un velo verde circula por un castillo en ruinas para derrotar a un brujo y salvar a su familia.

Fereshteh Forough, profesora de informática y exrefugiada, fundó Code To Inspire en 2015. Según ella, los estudiantes estaban hartos de la ausencia de personajes femeninos en la industria de los videojuegos y se aburrían «jugando a juegos en los que los hombres son superhéroes».

«La heroína afgana» encarna «los desafíos y obstáculos a los que se enfrentan las mujeres todos los días en Afganistán y, a pesar de todos los contratiempos, continúan luchando y avanzando», dijo Forough, radicada en Nueva York, en un intercambio de correos electrónicos con la AFP.

Dominar las técnicas informáticas puede transformar las cosas en un país donde las oportunidades educativas para las niñas son limitadas, el acceso a Internet es incierto y las mujeres sufren discriminación, opina.

Al igual que muchas mujeres afganas, Fereshteh Forough se preocupa por un posible regreso al poder de los talibanes, bajo cuyo régimen, en los años 1990, no se permitió a las mujeres trabajar y acabaron confinadas en sus hogares.

«Aprendiendo a codificar, puede trabajar a distancia desde casa con total seguridad, si tiene internet», explica Forough, que persigue el cambio «para que estas mujeres jóvenes puedan contribuir a sus comunidades y defender la igualdad social, política y económica».

– «Educación más rápida» –

Los derechos de las mujeres y la educación de las niñas han progresado considerablemente desde la caída de los talibanes hace casi dos décadas, pero los desafíos persisten con los frecuentes ataques a colegios de niñas y las amenazas a las estudiantes.

El conflicto afgano ha provocado el cierre de más de 1.000 colegios en 2018, según Unicef, negando el derecho a aprender a 500.000 niños, de los que alrededor del 60% son niñas. «En el peor de los casos, si los talibanes limitan el derecho de las mujeres a trabajar, el dominio de la informática puede permitirlo desde casa», afirma Forough.

Los juegos y las aplicaciones son educativos o lúdicos. Algunos incluyen recuerdos de las codificadoras o incluso historias reales.

Por ejemplo, en el juego «La lucha contra el opio», los soldados se despliegan en la provincia de Helmand (sur), donde hay muchos campos de adormidera. Está inspirado en la historia del hermano militar de una codificadora que acabó destinado allí.

«Mi principal objetivo como desarrollador de juegos y aplicaciones es lanzar la mayor cantidad posible de juegos educativos para niñas», dice Nasri Wahidy, una estudiante de Code To Inspire. «Queremos que las niñas aprendan y se eduquen más rápido a través de los juegos».

Uno de ellos enseña geografía.

Hasta ahora, el centro ha enseñado a más de 150 estudiantes a codificar programas, crear juegos y aplicaciones y desarrollar páginas web.

«Se convertirán en ciudadanos digitales de un mundo sin fronteras geográficas», predice Fereshteh Forough.

Fuente: https://www.france24.com/es/20191024-hartas-de-h%C3%A9roes-las-afganas-crean-sus-propias-campeonas-de-videojuegos

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La educación de los niños es una víctima de las guerras y los desplazamientos

Redacción: La Gaceta

Una de las consecuencias no atendidas de las guerras y los conflictos civiles en muchas partes del mundo es su efecto en la educación de las personas, particularmente en la educación de los niños. Debido a la estrecha conexión entre educación y salud, estos eventos han tenido un efecto severo también en la salud de las personas, particularmente en los niños, y en el desarrollo de los países.

En muchos de los países en conflicto hay ataques contra estudiantes, docentes, escuelas y universidades, mientras que los militares usan las escuelas de forma rutinaria para sus actividades. Las niñas y las mujeres son blanco de ataques debido a su género. Las guerras recientes en Afganistán, Irak, Libia, Yemen y Siria han tenido efectos devastadores no solo por la gran cantidad de muertes sino también por su impacto en la educación y en la salud de los niños.

Vínculos entre nivel educativo y salud

Los niños con educación primaria, particularmente en los países en desarrollo, pueden ayudar a sus familias a tomar decisiones nutricionales que afectarán la salud de toda la familia. El nivel de educación en relación con la salud es particularmente importante entre las mujeres. Se ha encontrado que una mejor educación, particularmente entre las madres, está ampliamente asociada con una mejor salud de los niños. Además, la educación para las mujeres está estrechamente asociada con el menor tamaño de la familia.

Las condiciones de deterioro en Siria han llevado a cientos de miles de personas a abandonar su país y buscar refugio en otros lugares. Antes del conflicto, el 97 por ciento de los niños en edad escolar en Siria asistían a la escuela, y las tasas de alfabetización sirias superaron el 90 por ciento para hombres y mujeres, por encima del promedio regional. Hoy, dentro de Siria, más de 2 millones de niños no asisten a la escuela, mientras que más de medio millón de niños refugiados sirios no asisten a la escuela en los países vecinos.

Los servicios de salud, sociales y educativos del Líbano han sido los más afectados por la gran cantidad de refugiados sirios. Sin embargo, el Líbano no ha recibido la asistencia gubernamental internacional adecuada para enfrentar esta crisis, a pesar que varias orgaizaciones no gubernamentales (ONG) han estado brindando ayuda a los refugiados sirios.

Tanto el gobierno libanés como el pueblo libanés han demostrado una considerable comprensión y disposición para ayudar a sus vecinos sirios. Sin embargo, los problemas creados por la afluencia de refugiados han alcanzado dimensiones tan enormes que han tensado las relaciones entre el pueblo sirio y libanés y sus gobiernos.

Aunque la ayuda que las ONG ofrecen a los refugiados sirios es invaluable, la necesidad es abrumadora. “En tiempos de conflicto e inseguridad, mantener el acceso a la educación es de vital importancia para la protección y el desarrollo de los niños”, afirma Save the Children.

Olas interminables

En las Américas, las olas aparentemente interminables de familias de refugiados que ingresan a los Estados Unidos han puesto en peligro la educación de sus hijos. En muchos casos, las autoridades de inmigración en los Estados Unidos maltratan a quienes buscan asilo. Como resultado, la educación de los niños y su calidad de vida han sufrido notablemente.

La política de separar a los niños de sus padres ha tenido consecuencias terribles, y muchos niños sufren un trastorno de estrés postraumático. En muchos casos, el resultado de esta separación es que los niños terminan siendo atendidos por otros niños. “El cuidado de los niños por parte de otros niños constituye una traición a la responsabilidad de los adultos”, dijo Gilbert Kliman, psicoanalista de San Francisco, quien evaluó a docenas de niños y padres que buscan asilo.

Las estadísticas recientes indican que para fines de 2019, alrededor de 539.000 centroamericanos serán desplazados, la mayoría de los cuales solicitarán asilo en los EE. UU. Solo en 2018, 49,000 niños y adolescentes abandonaron la escuela en El Salvador. Se estima que en Guatemala y Honduras, más de 2 millones de niños no pueden asistir a la escuela.

Los más vulnerables del mundo

En el Triángulo Norte, es decir, en esos tres países, los individuos están escapando de una escalada dramática en el crimen organizado y la pobreza. Aunque en la mayoría de los casos familias enteras huyen juntas, a veces los niños hacen este peligroso viaje al norte solos, convirtiéndose así en algunos de los refugiados más vulnerables del mundo.

Negarse a lidiar con los efectos de la guerra en la educación solo agravará estos problemas, y con su consecuencia en la salud y el bienestar de los niños. Como Nelson Mandela declaró elocuentemente: “No está más allá de nuestro poder crear un mundo en el que todos los niños tengan acceso a una buena educación. Los que no creen esto tienen poca imaginación “.

Fuente: https://www.lagaceta.com.ar/nota/820458/opinion/educacion-ninos-victima-guerras-desplazamientos.html

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Una red de matronas se extiende por las áreas rurales de Afganistán

Redacción: Europa Press

A primera vista, se parece a cualquier clase de medicina ordinaria: una sala llena de mujeres, todas con uniformes azules, bolígrafos y libretas en la mano, mientras escuchan a su maestra. Pero una vez que las 37 mujeres hayan completado sus estudios, la mayoría se irá a casa para convertirse en la primera matrona de su aldea.

En el Instituto de Ciencias de la Salud de Herat, la ONG World Vision capacita a mujeres para ser matronas. Es el programa de salud más grande de la ciudad donde, desde 2004, más de 300 parteras han sido formadas.

Herat es una provincia en el oeste de Afganistán que tiene una población de aproximadamente dos millones de personas, y aunque la mayoría de la población se concentra en la capital, la provincia se extiende por amplias zonas rurales. Cuando los partos se vuelven complicados, estar a horas de distancia caminando del hospital más cercano puede ser muy peligroso, incluso mortal.

El programa de formación, que matricula a mujeres de entre 18 y 35 años, funciona bajo la condición de que las jóvenes regresen a sus pueblos y aldeas una vez que hayan finalizado sus estudios, con el objetivo de ayudar a expandir la red de matronas en la provincias rurales afganas y reducir así la mortalidad maternoinfantil.

Después de la graduación, reciben el instrumental necesario y se les paga un salario de hasta un año. «Inicialmente es World Vision quien paga el salario, pero estamos trabajando para que sea el Gobierno quien se haga cargo», explica Soraya Faiz, maestra de la clase y una de las primeras graduadas del programa.

Soraya, después de terminar sus estudios hace 13 años, trabajó como partera durante cuatro años en diversas clínicas antes de asumir el papel de docente en el programa de World Vision.

LAS PRIMERAS MATRONAS DE SU PUEBLOS

Atefeh Jeboria, de 17 años, es una de las estudiantes del programa. Originaria de un pueblo a unos 30 kilómetros de Herat, dice que ha visto morir a demasiadas madres y bebés en los últimos años. «No tenemos clínica y muchas veces, cuando hay complicaciones, es demasiado tarde para ir a la ciudad», explica la joven. «Comencé a pensar en ser matrona cuando vi a mis familiares morir en el parto. Sabía que esas muertes se podían evitar», añade.

La aldea de Atefeh es una comunidad rural con caminos sin pavimentar, casas de barro, dos escuelas, una para niños y otra para niñas, pero no hay ni rastro de instalaciones médicas ni farmacias.

«Cuando un anciano del pueblo se me acercó para preguntarme si estaba interesada en ser partera, vi una gran oportunidad para ayudar a mi comunidad», comenta Atefeh, sentada en una silla, fuera de su clase. Desde que se comprometió hace dos años con el proyecto financiado por World Vision, ha viajado diariamente a Herat para asistir a las clases.

«Nuestro tiempo de estudio está muy planificado. Primero nos enseñan teoría y seguidamente hacemos prácticas en el laboratorio. Después, para terminar nuestra formación, vamos al hospital donde observamos a las matronas y trabajamos directamente con madres y bebés», cuenta orgullosa Atefeh.

Razia Yusefi, de 19 años, se unió al programa desde la localidad natal de Armalergh, una comunidad agrícola a casi tres horas en coche de Herat. Vive en una residencia femenina de estudiantes, a las afueras de la ciudad, lo que le permite tener mucho tiempo para estudiar: «Si viviera en mi casa, estaría haciendo tareas domésticas, pero aquí solo puedo concentrarme en mi formación», explica.

Razia dice que fue su padre, un mulá religioso, quien la empujó a estudiar mucho y finalmente le permitió mudarse a Herat para continuar sus estudios. «Pienso en mi pueblo a menudo y sé que actualmente todavía no tenemos matrona», dice. «Vine a Herat con otra chica de mi pueblo y nuestra comunidad estaba emocionada por enviarnos lejos para ser parteras», asegura Razia.

«Circular por Armalergh es peligroso», dice la joven, «no hay carreteras de verdad y si tienes coche, conducir es muy peligroso». «Por eso, muchas mujeres no buscan atención médica cuando se ponen de parto. Creo que la situación va a cambiar cuando regresemos a nuestra aldea e inauguremos la clínica para atender los partos», confía. «Y esto mismo es lo que van a hacer todas nuestras compañeras de clase en sus pueblos y aldeas», añade.

Fuente: https://www.europapress.es/internacional/noticia-red-matronas-extiende-areas-rurales-afganistan-20190831082233.html

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Exámen final: acabar el curso con vida, Afganistán

Redacción: El País

90 países se han unido en una iniciativa global para proteger las escuelas en conflictos y emergencias. Se han registrado más de 14.000 ataques a instalaciones educativas en el último lustro.

Ir a la escuela es sinónimo de muerte en al menos dos decenas de países en el mundo. En agosto del año pasado una bomba masacró en Yemen un autobús lleno de estudiantes. Afganistán ha perdido en los últimos años 2.000 centros educativos. 28.580 menores no pueden ejercer su derecho a la educación por el conflicto en Malí. Los ataques a las escuelas de Ucrania se han multiplicado por cuatro en 2019. La milicia Boko Haram combate en Nigeria la que denomina como educación occidental y detesta especialmente que se forme a las niñas. Los profesores huyen del norte de ese país por el temor a ser asesinados.

Una coalición global integrada por 90 países y organizaciones internacionalescomo Unesco, Acnur, Save the Children, Plan Internacional y Unicef, entre otras, lucha desde 2010 por la difícil, a veces casi imposible, tarea de proteger las infraestructuras y el personal educativo en conflictos y emergencias. Según la organización, en cinco años se han producido más de 14.000 ataques a la educación en 34 países. Esta semana la coalición ha celebrado en Palma de Mallorca su tercera reunión internacional.

En un conflicto, las escuelas son susceptibles de ser usadas como cuartel o incluso como retrete para los soldados, los pupitres se queman para hacer leña, los alumnos y profesores son reclutados y las niñas violadas o raptadas. Estos días se han mezclado decenas de historias de jóvenes y docentes para los que estudiar y dar clase se convirtió un día en una actividad de alto riesgo. Muzoon Almellehan abandonó Siria hace cinco años con sus libros en la mochila y ahora dedica su vida a que los refugiados como ella puedan proseguir con su educación. El profesor Maidugu Magaji sobrevivió a cuatro ataques suicidas en su colegio en Nigeria. El estudiante Zaher al Bakour escapó de los disparos de un francotirador en su camino a la universidad en Alepo. Los peores lugares para ser estudiante son Siria, Yemen, Egipto, Nigeria y República Democrática del Congo. Le siguen de cerca Venezuela, Ucrania, Afganistán e India.

En una reunión con altos mandos de Defensa, un comandante me dijo: ‘¿Quieres que deje de haber enfrentamientos, que me quede sin trabajo?’. No puede ser que un país como Somalia dedique solo el 3% de su presupuesto a educación

En el centro de la problemática: el irrelevante papel de la enseñanza en algunos territorios. «En una reunión con altos mandos de Defensa, un comandante me dijo: ‘¿Quieres que deje de haber enfrentamientos, que me quede sin trabajo?’ Esa es una muestra de dónde está el problema. No puede ser que un país como Somalia dedique solo el 3% de su presupuesto a educación, así no se puede construir el futuro», señala el ministro de Defensa de la nación africana, Sonkor Geyre. Marta Ruedas, que trabajó para la ONU en Irak, rememora cómo en la formación del primer Gobierno tras la guerra hubo una fuerte disputa entre los hombres poderosos para hacerse con los ministerios importantes. «El de Educación se le asignó rápidamente a una mujer», relata.

Cuando los soldados ocupan un colegio, los alumnos se quedan sin centro y se convierte en objetivo de los ataques. Geneva Call, una organización dedicada a proteger a civiles en enfrentamientos armados, elaboró un informe basado en entrevistas a milicias en varios países. «Prácticamente todas las guerras actuales cuentan con al menos un grupo de este tipo, si no hablamos con ellos, no encontraremos soluciones», defiende su director Alain Délétroz. «Ellos defienden que si un colegio lleva tiempo abandonado, se puede ocupar. Sus ventajas están claras: las escuelas suelen estar bien situadas, tienen altos muros, y cuentan con un patio que es muy útil», detalla. Los Ejércitos también llevan a cabo estas prácticas. «Parece algo muy evidente, pero hasta que no existe una directiva concreta y se da la orden a los mandos militares de respetar los centros académicos, se sigue haciendo», especifica Christine Muhigana, representante de Unicef en República Centroafricana.

Para reducir el daño que provocan las guerras los expertos plantean diferentes soluciones. «Hay que exigir responsabilidades a los Estados y para eso hacen falta datos fiables. Pero si estos no pueden o no quieren asumirlas, entran en juego las organizaciones internacionales», apunta Yasmine Sherif de Education Cannot Wait. Stefenia Giannini, número uno de Educación de la Unesco ha aportado la experiencia de un programa en Nigeria para que las chicas que no pueden acudir a clase prosigan con su formación en casa con dispositivos móviles. Ag Gadeda, del Ministerio de Educación de Malí ha apuntado que en su país se están levantando estructuras militares temporales para disuadir a los soldados de ocupar escuelas, una solución a corto plazo. Cynthia Petrigh contó su trabajo a la hora de instruir combatientes en el respeto de las normas humanitarias, entre ellas, respetar los centros educativos.

Uno de los problemas es que los organismos internacionales y los propios Estados no se ponen de acuerdo en qué se entiende por ataque. En el encuentro entre expertos se ha debatido un abanico que va desde bombardeos hasta el hecho de quitarle la sombra a un colegio talando un árbol. «Falta capacidad técnica, recursos financieros y seguridad en el terreno para detallar el número y naturaleza de los ataques», constata la directora de investigación de la coalición, Amy Kapit.

Cuando se habla de escuelas seguras se piensa en un blindado a las puertas de un colegio pero eso no debería ser así, la simple presencia militar puede precisamente aumentar el riesgo de ataques

La coalición cuenta con unas directrices para proteger los colegios, que no siempre se implementan. Esta guía establece recomendaciones sobre cómo evacuar una escuela o protegerla con sacos de arena, diseñar rutas seguras para los alumnos y cambiarlas regularmente, o asegurar que los profesores reciben su sueldo y no abandonan el centro. «Cuando se habla de escuelas seguras se piensa en un blindado a las puertas de un colegio, pero eso no debería ser así, la simple presencia militar puede precisamente aumentar el riesgo de ataques. Hay que delegar la seguridad en la propia policía local o en seguridad privada», apunta Juan Francisco Martínez, secretario general de Política de Defensa de España.

Las instituciones de educación superior han sufrido al menos 200 ataques hasta 2018. Así relata Hamidullah Abawi, asesor del Ministerio de Educación en Afganistán, la llamada que recibió de su prima en 2016: «Estaba llorando, yo solo oía gritos y disparos, cogí mi coche y fui a la universidad americana de Kabul mientras al otro lado del móvil seguía oyendo el alboroto. Eran un ataque terrorista. Mi prima no murió, pero sí otros dos estudiantes y varios profesores y policías». Afganistán está a punto de poner en marcha un programa piloto de defensa de la educación en las dos regiones que más agresiones sufren.

En el aire queda la pregunta que se hace Musa Gbow, miembro de una organización que lucha contra el reclutamiento de niños: «¿Cuantas conferencias más necesitaremos para cumplir este objetivo? El momento de proteger la educación es ahora».

Fuente: https://elpais.com/elpais/2019/05/29/planeta_futuro/1559114709_101699.html

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