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El legado de las bibliotecas de Afganistán en honor a las víctimas está en peligro

Rahila Monji y Najiba Hussaini fueron mujeres que le apostaron a la educación en medio de la guerra. Sus familiares construyeron bibliotecas para mantener vivo su legado. Ahora las mujeres afganas temen que un acuerdo de paz entre el gobierno afgano y y los talibanes signifique un retroceso para garantizar su educación; una lucha que han emprendido por más de 20 años.

El 24 de julio de 2017 un atacante suicida talibán acabó con la vida de 24 personas, entre ellas estaba Najiba Hussaini. Era una mujer asombrosa; completó su maestría en Japón y trabajó en el Ministerio de Minas y Petróleo del gobierno. Al igual que ella, Rahila Monji, de 17 años, creía en la educación como motor de cambio. Pero murió en 2018 luego de un ataque terrorista en un centro educativo. Rahila Monji y Najiba Hussaini fueron mujeres que le apostaron a la educación en medio de la guerra; de ahí que sus familiares lucharon por mantener vivo su legado. “Najiba no está muerta, respira con todos los niños y niñas que vienen a su biblioteca y estudian”, dijo su pareja Hussain Rezai al New York Times.

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La Fundación Rahila y la Biblioteca Conmemorativa de Najiba Hussaini fueron creadas para promover la educación de los afganos. “La sociedad puede superar su crisis actual a través de soluciones que deben extraerse del conocimiento y la educación de sus jóvenes”, se leía en el diario Rahila Monji. Hoy, la fundación creada en su nombre, otorgó más de 100 becas estudiantiles, recibió a más de 12.000 visitantes en un año y cuenta con más de 10.000 libros y publicaciones. “La Fundación le ha enseñado a la comunidad una lección invaluable: que podemos ser resilientes y luchar con medios más emancipadores e impactantes”, se lee en su página web.

A pocos kilómetros, en Nili, la capital de Daikundi, la Biblioteca Conmemorativa de Najiba Hussaini tiene más de 12.500 libros, revistas e informes de investigación. “La biblioteca es popular entre los jóvenes, muchos de ellos estudiantes con escasez crónica de recursos educativos, especialmente libros”, se lee en una publicación del New York Times.

Ellas en medio de la guerra

Sus familiares cuentan que Rahila Monji iluminaba la habitación más oscura con una risa contagiosa; era inteligente y dispuesta. Pero lo que más recuerda su primo Maisam Iltaf eran las ganas de Rahila de cambiar el mundo.

“Estaba emocionada de haber sido admitida en la academia Mawoud para comenzar sus cursos de preparación universitaria; quería estudiar economía. Pero sus sueños perecieron ante mis propios ojos, en las afueras de la ciudad, mientras la gente limpiaba y excavaba franjas de tierra. Enterramos a Rahila con todos sus sueños de educación”, contó Iltaf el 27 de agosto de 2018 al medio Aljazeera. Doce días atrás un terrorista del Estado Islámico se detonó a sí mismo en la academia Mawoud. Rahila Monji, de 17 años, y 48 compañeros murieron en el atentado.

La misma guerra acabó con la vida de Najiba Hussaini, de 28 años. Un atacante talibán detonó un vehículo cargado de explosivos en en el oeste de Kabul matando al menos a 24 personas e hiriendo a otras 42. Hussaini fue una destacada estudiante; se graduó como una de las mejores de su clase en la escuela secundaria y ganó una beca para estudiar aplicaciones informáticas en India. Se fue a Japón para terminar su maestría y regresó a Afganistán para liderar la unidad de base de datos en el Ministerio de Minería de Afganistán.

“Los ataques a las escuelas del país se triplicaron entre 2017 y 2018, pasando de 68 a 192. En el primer semestre de 2019, se informó que 36 escuelas en todo el país cerraron debido a la violencia, lo que privó a 13.894 niños de acceder a educación”, de acuerdo con un informe de Unicef. Y es que es precisamente por la guerra que muchos padres se niegan a enviar a sus hijos al colegio en Afganistán. La organización estima que 3,7 millones de niños de entre 7 y 17 años no van a la escuela en todo el país; el 60 % son niñas. Y de los inscritos, sólo el 54 % completa la escuela primaria.

Desde 2017, Human Rights Watch advirtió que a medida que la seguridad en el país empeora y los donantes internacionales se retiran de Afganistán, el progreso para que las niñas vayan a la escuela se ha estancado. Aquí algunos datos de la organización:

 El gobierno de Afganistán ofrece menos escuelas para niñas que para niños en los niveles primario y secundario.

 En la mitad de las provincias del país, menos del 20 % de los maestros son mujeres, una barrera importante para las niñas cuyas familias no aceptan que un hombre les dicte clases, especialmente en la adolescencia.

Alrededor del 41 % de las escuelas no tienen edificios y muchas carecen de muros fronterizos, agua y baños, lo que afecta de manera desproporcionada a las niñas.

Pero eso no quita el esfuerzo de las mujeres, de las organizaciones de derechos humanos y de algunos gobiernos para garantizar el acceso a la educación en Afganistán. Estos son algunos avances, de acuerdo con The Borgen Project:

→ En 2019, más de 9 millones de niños afganos están escolarizados. Alrededor de 300.000 estudiantes asisten a colegios y universidades. Además, se colocaron 480.000 nuevos maestros en escuelas afganas.

→ Es raro que los niños afganos abandonen la escuela una vez matriculados. Aproximadamente el 85 por ciento de los niños que comienzan la escuela primaria también terminan la escuela primaria. Además, casi el 94 por ciento de los niños y el 90 por ciento de las niñas que comienzan la escuela secundaria también terminan la escuela secundaria.

 La interferencia de Estados Unidos ha mejorado la educación. En 2007, seis años después de la invasión estadounidense de Afganistán, el 60 por ciento de los niños afganos asistían a la escuela en entornos temporales como tiendas de campaña en lugar de en edificios escolares.

Una paz que puede acabar con los derechos de las mujeres

Muchos afganos temen el regreso al poder, parcial o total, de los talibanes, que albergaron a la red yihadista Al Qaida antes del 11 de septiembre de 2001.

Los talibán se encuentran en una posición de fuerza desde la firma del acuerdo con Estados Unidos, que impusieron con su incesante guerrilla; los insurgentes controlan ya la mitad del territorio afgano. La guerra causó decenas de miles de muertos, entre ellos 2.400 soldados estadounidenses, obligó a millones de personas a huir y costó a Washington más de un billón de dólares.

Con unas negociaciones de paz que avanzan lentamente entre el gobierno afgano y y los talibanes, a las mujeres afganas les preocupa que ese acuerdo signifique perder todo el progreso que han logrado en 20 años. “No quiero que la ideología talibán vuelva a gobernar a mi pueblo”, dijo Hamid Omer, hermano de Rahila Monji al New York Times. “Donde nací, mi pueblo tuvo que quemar todos los libros de texto escolares disponibles en nuestra escuela. Me temo que volveremos a enfrentar la misma situación”.

Cuando los talibanes dominaban completamente el país antes del 11 de septiembre, se prohibió la educación formal para las niñas. “La educación es una parte importante de la religión islámica. Los talibanes también lo saben, pero parece que no tienen una postura clara sobre la educación de las niñas“, explicó Habib-ur-Rahman a Foreign Policy, y quien ha dirigido una pequeña escuela para niñas en su propia casa en una remota zona rural de Afganistán, dominada en gran parte por los talibanes.

Fuente: https://www.elespectador.com/noticias/el-mundo/en-afganistan-crearon-bibliotecas-en-honor-a-las-victimas-ahora-temen-que-se-pierda-su-legado/
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Afghanistan Battered by COVID, Conflict, Climate Change

Afghanistan Battered by COVID, Conflict, Climate Change

GENEVA – The United Nations is calling for increased support for Afghanistan in response to increasing humanitarian needs due to COVID-19, conflict and climate change.

Jens Laerke, spokesman for the U.N.’s humanitarian affairs office, says the U.N. will need $1.3 billion to provide life-saving assistance for 16 million Afghans in the coming year.

“That is double the number of people compared to one year ago. And that drastic increase is almost entirely due to COVID-19…however, for the time being, we only have half the money that we need to provide winter support. Winter is coming and we need an additional $71 million for this year,” Laerke said.

Afghanistan has suffered 40 years of brutal war that has killed millions and displaced millions more within the country and as refugees. Afghans have told U.N. officials they desperately hope that ongoing Afghanistan peace negotiations succeed.

For peace to be credible, however, they say it must be inclusive of everyone in Afghanistan, especially women and girls.

Besides the ravages inflicted by this war, Laerke says people in Afghanistan also have to contend with a worsening climate crisis and other natural disasters. He says life for most Afghans has been a matter of survival over the past four decades.

“Their situation now has been further battered by the impact of the COVID-19 crisis. Household income and savings have disappeared, and needs have increased dramatically. Almost half of children under five are now facing acute malnutrition and require treatment to save their lives,” he said.

Laerke added that food and health care are primary needs. He noted aid agencies are staying and delivering relief to those in need despite the many risks to their safety. So far this year, he said aid workers have provided humanitarian assistance to nearly eight million people.

Fuente de la Información: https://www.voanews.com/south-central-asia/afghanistan-battered-covid-conflict-climate-change

 

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Las cuatro mujeres que negocian la paz con los talibanes en Afganistán

Los talibanes y el gobierno afgano se encuentran en un proceso crucial para poner fin a la guerra. De los 21 miembros gubernamentales, cuatro mujeres pondrán el foco en sus derechos.

Tras 19 años de guerra en el país, Afganistán ha comenzado las conversaciones con los talibanes para poner fin al conflicto, que ha dejado miles de muertos y ha provocado un retroceso en los derechos de la ciudadanía, especialmente de las mujeres.

El pasado 12 de septiembre, el Gobierno afgano y los talibán se sentaron por primera vez juntos en una mesa de negociación en la que participan cuatro mujeres. Aunque son pocas, ya que del lado del gobierno hay 17 hombres, su presencia es extremadamente significativa para el país.

Fawzia Koofi

Fawzia Koofi durante una entrevista en Kabul en 2012.

Fawzia Koofi durante una entrevista en Kabul en 2012. Reuters

Fawzia Koofi, de 45 años, es política y activista por los derechos de las mujeres en el país. En 2005 logró un escaño como diputada y desde ese año hasta 2014 ejerció como vicepresidenta de la Asamblea Nacional, siendo la primera mujer en ocupar ese puesto. En 2014 presidió la Comisión de Mujeres, Sociedad Civil y Derechos Humanos de la Asamblea y en 2019 creó el partido Movimiento de Cambio por Afganistán.

Koofi ha sufrido dos atentados. El primero ocurrió el 8 de marzo de 2010. La activista regresaba de un acto convocado por el Día Internacional de la Mujer cerca de la ciudad de Tora Bora, cuando intentaron asesinarla. El segundo se produjo este mismo año, en el mes de agosto. El convoy en el que viajaba fue atacado durante la noche por un grupo armado de desconocidos en el norte de Kabul, cuando regresaba de la provincia norteña de Parwan. En esa ocasión Koofi resultó herida en un hombro y en una mano, aunque no fue muy grave. Los talibán negaron su implicación en el nuevo intento de asesinato.

Habiba Sarabi

Habiba Sarabi

Habiba Sarabi

A sus 64 años, la doctora Habiba Sarabi es una destacada figura en el proceso de paz del país. Estudió Medicina y después de graduarse obtuvo una beca de la Organización Mundial de la Salud para ir a la India a completar sus estudios de hematología. Con la llegada del régimen talibán, Sarabi y sus hijos huyeron a Pakistán, aunque regresaba frecuentemente en secreto, ya que su marido se había quedado en Kabul a cuidar de la familia.

También trabajaba clandestinamente como maestra de chicas, en Afganistán y en los campos de refugiados afganos en Pakistán. En 1998, entró al Instituto Afgano de Enseñanza y llegó a ser directora general. Además, ha sido vicepresidenta de la organización Asistencia Humanitaria para las Mujeres y los Niños de Afganistán.

En 2005 hizo historia al ser nombrada gobernadora de la Provincia de Bamiyan por el presidente Hamid Karzai, siendo la primera mujer en ocupar este puesto en el país.

«Sin la participación de las mujeres en este proceso, no habrá una paz duradera y sostenible. Al mismo tiempo, estamos viendo un aumento de la violencia contra las mujeres en Afganistán por parte de quienes entienden que, al atacarlas, también se puede atacar y socavar el proceso de paz en sí. Hay mucho en juego. No debemos cejar en nuestra determinación de seguir avanzando hasta que hagamos realidad nuestra ambición de un Afganistán en que todas las mujeres puedan vivir en paz y se reconozcan sus derechos», dijo a ONU Mujeres.

Sharifa Zurmati

Sharifa Zarmani.

Sharifa Zarmani. Ministerio del Estado para la Paz

Actualmente es asesora del presidente en materia de derechos humanos. Sharifa Zurmati, de 52 años, estudió Literatura Pastún y ha trabajado como reportera y portavoz en diferentes medios de comunicación del país.

Según apunta la página del Ministerio de Estado para la Paz, entre sus funciones en el gobierno están: formar parte de la Comisión Electoral Independiente; asesora y portavoz del Ministerio de Asuntos de la mujer; y representante en el Parlamento de la provincia de Paktia.

A finales de los años 90 dirigió una escuela secreta para niñas en su casa, ya que su educación estaba perseguida por los talibanes. Un día, en 1997, los talibanes irrumpieron en el centro y tuvieron que mentir sobre lo que hacían. «Les dijimos que estábamos enseñando a los estudiantes a leer el Corán, pero tuvimos que ocultar que también impartía otras materias como poesía, matemáticas y geografía. Al escuchar que los estudiantes estaban leyendo el Corán, los hombres se fueron», contó a Al Jazeera News.

Shala Farid

Shahla Farid.

Shahla Farid.

Shahla Farid creció en el seno de una familia intelectual. Tuvo la nota de acceso a la universidad más alta y se graduó en Derecho y Ciencias políticas. Obtuvo el título de enseñanza (Kader) y ejerció en varias escuelas antes de convertirse en profesora de la Universidad de Kabul. Sus publicaciones se han centrado en los derechos de la mujer.

Fuente: https://www.elespanol.com/mujer/actualidad/20201121/mujeres-negocian-paz-talibanes-afganistan/536697278_0.html

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ODS1. El 50% de las familias en Afganistán han enviado a sus hijos a trabajar durante la pandemia de COVID-19

Según un informe realizado por World Vision hasta el 50% de las familias se han visto obligadas a enviar a sus hijos a trabajar durante la pandemia para hacer frente a las presiones financieras.

El 50% de las familias afganas encuestadas por World Vision se ven obligadas a enviar a sus hijos a trabajar, ya que la COVID-19 ha diezmado sus medios de vida.La ONG hace un llamamiento a los líderes mundiales que se reúnen en la Conferencia de Afganistán 2020 para que acuerden objetivos comunes para proteger a los niños afganos y devolverles la educación.

“El pueblo afgano ya se enfrentaba a una crisis compleja, debido a los conflictos, los sistemas de protección debilitados y los desplazamientos durante décadas, y la Covid-19 ha traído nuevos desafíos que conducen a un aumento del trabajo infantil y el matrimonio infantil. Al consultar a los niños y los padres, hemos descubierto que la mitad de las familias encuestadas se ven obligadas a enviar a sus hijos a trabajar o a mendigar para sobrevivir”, explica Asuntha Charles, directora de World Vision Afganistán.

El sondeo de World Vision también muestra que el 48% de las familias afganas encuestadas han perdido sus fuentes de ingresos durante la pandemia, y más del 50% no tienen acceso a alimentos. Los impactos secundarios de la COVID-19 no solo han provocado un aumento de las tasas de trabajo infantil, sino también matrimonio infantil. Estudios recientes muestran que una de cada tres adolescentes se ve obligada a contraer matrimonio infantil en Afganistán.

“Estas cifras son muy alarmantes y demuestran que la COVID-19 ha empujado a las familias vulnerables a situaciones que ponen en peligro sus vidas y a tomar medidas desesperadas. Hacemos un llamamiento urgente a los líderes mundiales para que den prioridad a la protección de los más vulnerables en Afganistán, en particular a los niños”añade Asuntha Charles.

World Vision se compromete a trabajar con los líderes y con la comunidad en Afganistán para proteger a los niños y las niñas y restaurar sus derechos básicos. La ONG ha publicado un informe,Nexus,que detalla sus planes de colaborar con el pueblo afgano para abordar sus desafíos e insta a otros agentes de cambio a que se asocien en estos esfuerzos.

“La conferencia debería dar prioridad al futuro de los niños afganos. Los líderes mundiales deben tener en cuenta que los niños representan el futuro de la paz, la recuperación y la prosperidad de Afganistán. No invertir adecuadamente en la protección y los derechos de todos los niños en Afganistán, incluida la educación de calidad, socavará cualquier esfuerzo por lograr un cambio sostenido”agrega Asuntha Charles. 

World Vision en Afganistán

World Vision inició operaciones de socorro de emergencia en Afganistán en 2001 abordando las necesidades urgentes de los niños y las familias afectadas por desastres naturales y décadas de conflicto. Más de una década después, los programas de World Vision en Afganistán se han expandido a sectores de desarrollo como salud, nutrición, WASH, protección y educación infantil, empoderamiento de la mujer y promoción de cambios sociales positivos a través de asociaciones interreligiosas.

Desde el inicio de operaciones, la ONG ha llegado a más de 10 millones de personas. Solo en 2020, 642.761 personas vulnerables se beneficiaron de las intervenciones. Actualmente, se están ejecutando 35 proyectos activos en las provincias de Herat, Badghis y Ghor.

Fuente: https://www.corresponsables.com/actualidad/ods1-50-familias-afganistan-enviado-hijos-trabajar-pandemia-covid19-world-vision

 

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Ataque terrorista en la Universidad de Kabul dejó 22 muertos

Al menos 22 personas murieron, incluidos los tres atacantes, y el mismo número resultaron heridas en un ataque armado este lunes 2 de noviembre que se prolongó durante cinco horas en la Universidad de Kabul (Afganistán), donde se encontraban miles de alumnos.

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Afganistán: Deben oírse las voces de las víctimas en las conversaciones de paz

Amnistía Internacional ha señalado la necesidad de que las víctimas del conflicto de Afganistán tengan voz en las conversaciones de paz entre el gobierno afgano y los talibanes, y de que se atiendan sus reivindicaciones de justicia.

En referencia a las mencionadas conversaciones, que se celebrarán en Doha (Qatar), la organización de derechos humanos ha pedido tanto a los equipos negociadores como al país anfitrión que incluyan las voces de las víctimas y que garanticen una verdadera participación de las mujeres en ellas, para que sus derechos sean respetados en el acuerdo resultante.

Pero para que las conversaciones de paz sean dignas de tal nombre, deben comprometerse a impartir justicia a las víctimas y a garantizar la rendición de cuentas frente a las violaciones graves de derechos humanos.
David Griffiths, director de la Oficina del Secretario General de Amnistía Internacional

“Nadie desea más la paz que la ciudadanía afgana, que ha sufrido tanto y durante tanto tiempo a causa del conflicto. Pero para que las conversaciones de paz sean dignas de tal nombre, deben comprometerse a impartir justicia a las víctimas y a garantizar la rendición de cuentas frente a las violaciones graves de derechos humanos. La participación de las víctimas es una salvaguardia esencial para garantizar que sus voces sean oídas», ha declarado David Griffiths, director de la oficina de la Secretaria General de Amnistía Internacional.

“La paz no puede ser sólo el cese de hostilidades. Para que la población afgana rompa con su doloroso pasado y las heridas cicatricen, las víctimas deben tener acceso a la justicia, y los responsables de delitos tienen que rendir cuentas. Si no se abordan las graves violaciones de derechos humanos cometidas por ambas partes, no sólo se traicionará a las víctimas, sino que persistirá la amenaza de un nuevo conflicto.”

Asimismo, Amnistía Internacional ha pedido tanto a los equipos negociadores como a las partes en el conflicto —y, en particular, al gobierno de Afganistán—, que impidan cualquier retroceso en relación con las conquistas de derechos humanos alcanzadas durante los últimos 20 años, y que los posibles acuerdos formalizados tengan como eje los derechos de la población afgana y, en especial, de las mujeres. Con respecto a los derechos las mujeres, el objetivo debe ser consolidar y fortalecer su capacidad para ejercer plenamente sus derechos humanos.

Crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad

Las conversaciones empiezan pocos días después de que el secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, haya sancionado a la fiscal de la Corte Penal Internacional, Fatou Bensouda, porque su oficina está investigando los crímenes de guerra y de lesa humanidad cometidos por todas las partes en el conflicto.

Desde que Afganistán se convirtió en Estado Parte en el Estatuo de Roma, en 2003, Amnistía Internacional y otras organizaciones de derechos humanos han venido documentando violaciones graves de derechos humanos contra la población civil afgana, incluidos torturas, desapariciones, homicidios selectivos y ataques deliberados contra civiles en crímenes de guerra. Como las autoridades afganas no investigaban seriamente esos delitos, la Corte Penal Internacional ha intervenido como “tribunal de última instancia”.

Las sanciones referidas llegan poco después de la polémica liberación, por parte del gobierno afgano, de presos talibanes acusados —con fundamento— de violaciones graves de derechos humanos, incluidos crímenes de guerra. La ausencia de rendición de cuentas por violaciones graves de derechos humanos —y, en particular, crímenes de guerra y de lesa humanidad—, reduce aún más las perspectivas de justicia para las víctimas.

“Al imponer esas inadmisibles sanciones a la fiscal de la CPI, el gobierno de Trump intenta de nuevo castigar a quienes buscan justicia por los delitos de derecho internacional cometidos en Afganistán. Con su actuación, Estados Unidos ha decidido proteger a los responsables de delitos frente a la rendición de cuentas y abandonar a las víctimas”, ha declarado David Griffiths.

“Los equipos negociadores del gobierno afgano y de los talibanes deben dejar de amparar a los perpetradores, apoyar la investigación de la CPI y comprometerse a garantizar justicia, dentro del país, a todas las víctimas de decenios de atrocidades. Si realmente quieren llevar la paz a Afganistán, deben demostrar que no tienen miedo de impartir justicia.”

Preservar las conquistas de derechos humanos

Las conversaciones de paz deben comprometerse también a preservar y fortalecer los avances que ha experimentado Afganistán durante los últimos 20 años en materia de derechos humanos.

En particular, el acuerdo de paz deberá ajustarse a las obligaciones internacionales de Afganistán y, por tanto, defender la celebración de juicios justos y los derechos de las mujeres y las niñas, de los menores de edad, de las minorías religiosas y étnicas, de los periodistas y de los defensores y defensoras de derechos humanos.

De momento, los talibanes no se han comprometido de manera explícita y creíble con los derechos humanos consagrados en la Constitución de Afganistán ni con el derecho internacional de los derechos humanos, lo que incluye los derechos al trabajo, a la educación, a la libertad de circulación, a la libertad de religión o credo y a la libertad de expresión.

“No se puede soslayar el hecho de que las autoridades afganas han incumplido sus propios compromisos de derechos humanos, pero tampoco se puede negar que se han dado grandes e importantes pasos durante los últimos 20 años en lo que se refiere a las libertades de las mujeres y las niñas, las minorías religiosas y étnicas, los periodistas y los defensores y defensoras de los derechos humanos, de igual forma que se ha avanzado en lo relativo al derecho a la educación. Pese a las graves amenazas a su seguridad, la población afgana ha ejercido sus derechos civiles y políticos. Es preciso consolidar estos logros, y no comerciar con ellos”, ha afirmado David Griffiths.

Fuente: https://www.amnesty.org/es/latest/news/2020/09/afghanistan-victims-must-be-heard-in-peace-talks/

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‘Revolución’ feminista en Afganistán: las nuevas políticas que hacen frente a los talibanes

Cuando hace dos años Zuhra Ahmadzai fue nombrada primera vicegobernadora de Paktia, una de las provincias más conservadoras de Afganistán, solo había unas pocas mujeres en puestos gubernamentales. Ahora se cuentan por centenares y el Gobierno afgano ha decidido extender su participación a todo el país.

El Ejecutivo del presidente afgano, Ashraf Ghani, anunció este mes el nombramiento de mujeres vicegobernadoras en las 34 provincias de Afganistán, tras comprobar los avances logrados por las seis actuales en Herat, Kabul, Daikundi, Bamyan, Nangarhar y Paktia.

«Estas seis mujeres brindaron cambios significativos, ayudaron a resolver problemas de la mujer, promovieron sus derechos e impulsaron el papel de la mujer en la toma de decisiones. Por eso decidimos nombrar vicegobernadoras para las 34 provincias por primera vez en la historia del país», afirma a Efe el portavoz de la Dirección Independiente de Gobernanza Local, Sayed Shah Saqim.

Protección familiar

Un camino que está repleto de obstáculos, como recuerda a Efe Ahmadzai, la vicegobernadora de Paktia, de 67 años, que se enfrenta diariamente a muros culturales y a amenazas, viéndose obligada a contratar a familiares como secretarios, guardas o conductores.

«Cuando eres mujer y trabajas en un lugar tan remoto, tienes que tener a gente de confianza como ayudantes, porque no te puedes fiar en un entorno de tanta desconfianza», asegura la vicegobernadora, que celebra sin embargo que a pesar de todo lo padecido por la mujer en el país, «se han sentado las bases para su progreso«.

Habiba Kakar, vicegobernador de la provincia de Nangarhar habla con mujeres afganas en su oficina en Jalalabad.

Habiba Kakar, vicegobernador de la provincia de Nangarhar habla con mujeres afganas en su oficina en Jalalabad. EFE

Con los nuevos nombramientos, el principal objetivo será eliminar los obstáculos sociales, culturales y administrativos que entorpecen el progreso de las mujeres, combatiendo la violencia doméstica y tratando de mejorar su acceso a la educación o a la sanidad.

Pero la vicegobernadora de Paktia pide al Gobierno cautela, que no se tome a la ligera el perfil de mujer que nombrará en las provincias más conservadoras, donde será importante su experiencia y edad para que se perciba un respeto a la tradición y la cultura.

De lo contrario podrían estar firmando su sentencia a muerte, además de perder los avances alcanzados. «Se trata de puestos realmente sensibles, llenos de responsabilidades y no es para tomárselo a broma. Los nuevos nombramientos(…) no deben jugar con las emociones, con comportamientos innecesarios e irresponsables, como usar ropa o maquillaje inapropiados. Si intentan violar la cultura y la tradición, entonces no saldrán vivas», sentencia.

Tradición y cultura

Latifa Mohsini, de 35 años y vicegobernadora de la provincia central de Bamyan, cree sin embargo que las mujeres tienen la «capacidad y el conocimiento» necesarios para «romper los tabúes» y superar las injusticias que marcan la tradición y la cultura.

«Los nuevos nombramientos de mujeres pueden ayudar a formar una nueva plataforma de cooperación entre mujeres de varias provincias para compartir experiencias hacia el progreso», dice a Efe Mohsini.

La provincia oriental de Nangarhar era considerada hasta no hace mucho el bastión en Afganistán del grupo yihadista Estado Islámico, además de contar con una importante presencia de los talibanes, lo que se traduce en una gran opresión a la mujer.

Por eso, la vicegobernadora de Nangarhar, Habiba Kakar, avisa que, aunque las afganas lograron un progreso significativo, ese progreso se limita principalmente a Kabul y algunas otras ciudades. «Todavía existen problemas en áreas remotas, donde las familias prohíben a sus hijas ir a la escuela por motivos culturales«.

El avance, sin embargo, es innegable si se marca como punto de partida la caída del régimen talibán en 2001 con la invasión estadounidense. El porcentaje de funcionarias aumentó de cero en 2001 a un 28 % en 2019, mientras que el número de niñas en escuelas aumentó de casi cero a 3,5 millones, o el 38 % del total de estudiantes.

Además cientos de mujeres trabajan en puestos de responsabilidad como ministras, viceministras -es significativo el caso de los ministerios de Interior y Defensa- o cabezas de importantes delegaciones como la de la embajada afgana en Washington o la ONU.

«Los últimos 19 años han supuesto un despertar para las mujeres, al contar con una presencia sin precedentes en todos los ámbitos de la vida. (Además) se han aprobado y aplicado varias leyes para el progreso y el empoderamiento de la mujer», celebra en declaraciones a Efe la activista por los derechos de la mujer Laleh Osmani.

Amenaza talibán

Sin embargo, teme que puedan «perder» esos avances si no las tienen en cuenta durante las conversaciones de paz entre el Gobierno afgano y los talibanes, que aunque sin fecha de inicio, se espera que comiencen en un futuro próximo.

«Las mujeres de hoy no son las mujeres de hace 19 años que permanecía en silencio, ahora son conscientes de sus derechos y no permitirán que sus logros y progresos sean en vano», remarca.

Y es que como recordaba en junio en un informe Human Rights Watch, los talibanes aún aplican con severidad medidas en contra de las mujeres, algo que contradice las declaraciones insurgentes sobre una flexibilización de algunos de sus postulados más rigoristas.

Fuente: https://www.elespanol.com/mujer/actualidad/20200729/revolucion-feminista-afganistan-nuevas-politicas-frente-talibanes/508949632_0.html
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