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Indígenas de Bangladesh viven con la zozobra de perder sus bosques

 Cuando el Departamento Forestal de Bangladesh taló el huerto de bananos de Basanti Rema, esta habitante indígena de los bosques de Madhupur, sintió que estaba viviendo una pesadilla.

Rema, de la aldea de Pegmari, en Madhupur, parte del distrito de Tangail, había cultivado sus platanales  en media hectárea dentro del bosque de esa área protegida. Pero el Departamento Forestal alegó que la tierra en la que se cultivaban los bananos pertenecía al organismo estatal.

La historia de Rema no es inusual, ya que en el pasado los garo y otras minorías indígenas han sido desalojados de sus tierras ancestrales por falta de derechos registrados sobre ellas, aunque existan pruebas de que junglas como la de Madhupur han sido su hogar de siempre.

“La disputa por la tierra es el principal problema, ya que el gobierno declaró 9145 acres (3700 hectáreas) de tierra del bosque de Madhupur como bosque de reserva forestal absoluta, poniendo en riesgo nuestra vida en nuestra tierra ancestral”, dijo Jonajetra, un miembro de la comunidad garo que vive dentro de ese bosque selvático, en la región norcentral de este país del sur de Asia.

En su diálogo con IPS, aseguró que el Departamento Forestal a menudo presenta casos falsos contra los indígenas por la supuesta tala de árboles. Incluso se ha demandado por esa actividad a niños de siete y ocho años.

En el boletín oficial de Bangladesh del 15 de febrero de 2016, el Ministerio de Medio Ambiente y Bosques declaró la tierra parque nacional de Madhupur como reserva forestal en virtud de la sección 20 de la Ley Forestal de nada menos que de 1927.

“Los habitantes garo se han enfrentado a varios problemas en la jungla. El Departamento Forestal presenta con frecuencia casos falsos contra nosotros”, dijo a IPS el dirigente Eugin Nokrek, presidente de Joyenshahi Adivasi Unnayan Parishad, una organización de pueblos indígenas bangladesíes.

“Si queremos construir una nueva casa y desmantelar la antigua, el departamento obstruye nuestras obras. Si queremos plantar huertos de bananos o piñas en nuestras tierras en barbecho, recibimos objeciones del Departamento Forestal”, añadió.

Miedo al desalojo

A pesar de vivir en la jungla de Madhupur, también conocida como Garth Gazau, durante generaciones, a los indígenas garo y otras minorías no se les han reconocido sus derechos en aquellas tierras declaradas como forestales.

Los esfuerzos del Departamento Forestal por recuperar las tierras perdidas por la agricultura y el acaparamiento de tierras han acrecentado el temor de las comunidades indígenas de perder las tierras donde han vivido por muchas generaciones, con derechos diferenciados a otros ocupantes que no se están teniendo en cuanta.

“Estamos a punto de ser desalojados de nuestras tierras ancestrales, ya que el gobierno ha declarado el bosque de Madhupur como una reserva absoluta. Podemos ser desalojados del bosque en cualquier momento”, dijo Nokrek, miembro del pueblo garo.

Hace décadas, Madhupur, en el distrito de Tangail, tenía 49 750 hectáreas, de las que  22 450 eran bosques protegidos.

Miembros de los pueblos indígenas de Bangladesh forman una cadena humana en el distrito de Tangail, en una de sus muchas iniciativas para exigir que se le reconozcan derechos legales sobre sus tierras ancestrales, en especial en la jungla de Madhupur. Foto: Rafiqul Islam / IPS

Según los funcionarios del Departamento Forestal de Tangail, ya han desaparecido algo más de 32 000 hectáreas de bosque debido a la tala indiscriminada y al acaparamiento de tierras, en un proceso que continúa y que se busca revertir.

Mohammad Jahirul Haque, funcionario forestal en la división de Tangail, dijo que el Departamento continuará sus campañas para recuperar las tierras forestales de los acaparadores. Sin embargo, aseguró a IPS que no había ningún plan para desalojar a los indígenas del bosque y que permanecerían en sus tierras ancestrales.

Según Sanjeeb Drong, secretario general del Foro de Pueblos Indígenas de Bangladesh, legalmente el bosque de Madhupur está bajo la jurisdicción del Departamento Forestal, pero los indígenas lo reclaman como su territorio colectivo ancestral y tienen pruebas para defender sus derechos.

El activista recordó que Madhupur es el hogar de las etnias garo, barman y koch, que viven entre sus árboles por muchas generaciones.

Cumplir una promesa

Al gobierno de la primera ministra Sheikh Hasina se le considera sensible a los derechos indígenas y en el programa electoral que la elevó por primera vez al poder en enero de 2009 se comprometía a formar una comisión independiente para resolver los conflictos territoriales de las diferentes minorías étnicas.

Pero la estela de persecuciones del pasado mantiene el temor entre las comunidades originarias, lo que se recrudece con las medidas adoptadas por el Departamento Forestal contra las actividades de los indígenas en Madhupur y los obstáculos de todo tipo al desarrollo de sus comunidades.

Nokrek dijo que muchas familias indígenas fueron desalojadas de Madhupur durante el bienio 2007-2008, durante el gobierno provisional de entonces.

Al dirigente indígena le preocupa que un cambio de gobierno pueda incrementar los desalojos, aduciendo causas de conservación ambiental o de otro tipo.

“Somos los habitantes del bosque y exigimos derechos legales sobre nuestra tierra, en la que hemos vivido durante generaciones. Queremos el reconocimiento legal de nuestra tierra ancestral para que nadie pueda desalojarnos”,  dijo Nokrek.

Además, explicó, “si tenemos el reconocimiento legal, obtendremos una compensación cuando el gobierno quiera hacerse con nuestras tierras ancestrales por un interés mayor”.

Los propietarios de tierras son compensados cuando se adquieren sus tierras para proyectos gubernamentales. Sin embargo, los garo y otras etnias indígenas no pueden recibir una indemnización porque no tienen pruebas legales sobre la propiedad de la tierra y otros derechos colectivos sobre ella.

De hecho, “la larga disputa sobre el derecho a la tierra de las minorías étnicas aún no se ha resuelto, ya que el gobierno todavía no ha formado la prometida comisión”, dijo Drong.

“Los responsables políticos deben tomar decisiones sobre cómo conceder a las personas de las etnias los derechos sobre sus tierras ancestrales”, insistió el secretario general del Foro de Pueblos Indígenas de Bangladesh.

En 1956, el entonces gobierno de Pakistán declaró el bosque a Madhupur como parque nacional y desalojó a los indígenas para adquirir las tierras forestales.

Tras alcanzar  Bangladesh su independencia en 1971, el bosque de Madhupur fue declarado bosque nacional o bosque reservado.

“Aunque los garo llevaban mucho tiempo viviendo en este bosque, los terratenientes no les concedieron derechos sobre la tierra tras la aprobación de la Ley de Adquisición y Tenencia del Estado de Bengala Oriental en 1950. Por eso perdieron sus derechos sobre sus tierras ancestrales”, detalló Drong en su diálogo con IPS.

Eso no ha sido obstáculo para que “la mayor parte del bosque de Madhupur ya haya sido acaparada por personas influyentes y ocupantes locales”, señaló.

Los árboles nativos son reemplazados

Nokrek, por su parte, denunció que el Departamento Forestal está sembrando plantones de acacia, en lugar de mantener los tradicionales árboles de sal (Shorea robusta ) en el bosque más grande de esta especie en Bangladesh, en el marco de un llamado programa de forestación social.

“El Departamento Forestal, los políticos y las personas influyentes encuentran negocio en este proyecto”, dijo.

Tras señalar que, debido a la presión del aumento de la población, la superficie forestal disminuye día a día, el dirigente indígena dijo que en los últimos años se han establecido fábricas e industrias en terrenos forestales mediante la falsificación de documentos.

Haque, el responsable de la división del Departamento Forestal de Tangail, dijo que había algo menos de 50 000 hectáreas de bosque de sal en Madhupur, aunque reconoció que parte de ese territorio estaba ocupado por acaparadores locales de tierra y personas influyentes.

El Departamento Forestal ha recuperado hasta ahora unas 7500 hectáreas de esas tierras boscosas, aseguró.

Como el bosque se está reduciendo rápidamente en la principal zona de Madhupur,  Haque  aseguró que el gobierno tomó ya la decisión de restaurar el bosque tradicional de sal y la tierra forestal en barbecho se pondrá bajo cobertura verde con la plantación de nuevos plantones de esa especie nativa.

Fuente: https://rebelion.org/indigenas-de-bangladesh-viven-con-la-zozobra-de-perder-sus-bosques/

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Las niñas de coros escolares ganan la batalla por su derecho a cantar en Afganistán

El Ministerio de Educación afgano prohibió a las niñas mayores de 12 años cantar en coros escolares. La movilización, con más de un centenar de mujeres compartiendo vídeos de canciones infantiles, logró que el Gobierno diera marcha atrás, pero la educación de las niñas sigue estando llena de obstáculos.

La guerra en Afganistán no ha perdonado al sistema educativo del país. Las escuelas se han ido politizando, tanto por el extremismo religioso como por la búsqueda del poder político en este país islámico, en donde algunos intentan introducir una dimensión ideológica en el sector educativo. En teoría, el Gobierno afgano fomenta el acceso de las niñas a la educación, pero en la práctica, las niñas de algunas zonas del país siguen siendo limitadas para asistir a la escuela.

Aunque la igualdad de género figura en la constitución afgana, la brecha existe y es grave. Najiba Arian, portavoz del Ministerio de Educación afgano, afirma que actualmente hay 9,7 millones de alumnos escolarizados en el país, de los cuales el 42% son niñas. Sin embargo, casi 3,7 millones de niños y niñas en edad escolar (de los cuales 60% son niñas) se encuentran fuera del sistema escolar.

Las dificultades de acceso a la educación son más pronunciadas en las provincias del sur y del este del país, dice Arian, no solo por la inseguridad, sino también por la persistencia de costumbres tradicionales y tribales. La mayoría de estas zonas pertenecen a grupos étnicos y se encuentran bajo el control de los talibanes, que que gobernaron el país en la década de los 90 y que, a pesar de sus recientes declaraciones de cambio, siguen oponiéndose a la educación de niñas y mujeres, por ejemplo destruyendo escuelas que se han construido en los últimos 20 años.

Sin embargo, estos y otros retos han empujado a las mujeres afganas a no rendirse.

En 2015, el Ministerio de Educación introdujo un controvertido plan de reforma que introducía uniformes para las alumnas — vestidos largos y de color oscuro que cubrían todo el cuerpo, similares a los que utilizan los grupos islamistas extremistas. Muchos activistas de la sociedad civil condenaron el plan, argumentando que la ropa no solo promovía el extremismo, sino que también era demasiado calurosa para llevarla en verano, cuando las escuelas están abiertas en el país. Finalmente, el Ministerio tuvo que abandonar la idea. En algunas partes del país, donde el conservadurismo y las costumbres tribales siguen siendo fuertes, las jóvenes usan este tipo de vestimenta —que cubre también sus rostros—, a pesar de las altas temperaturas, lo que dificulta tanto ir a la escuela como prestar atención en clase.

Una movilización online, espontánea y sin líderes

Sin embargo, la batalla por la igualdad de género en las escuelas afganas ha adquirido recientemente un nuevo matiz, gracias a un movimiento online por los derechos de las mujeres y que pretende dar voz a quienes han sido silenciadas durante demasiado tiempo: la campaña coral Ma’arif (que significa educación).

La campaña fue el fruto de la indignación suscitada después de que uno de los departamentos del Ministerio de Educación anunciase, en marzo de 2020, que las alumnas mayores de 12 años tenían ahora prohibido cantar en coros escolares, ya sea en público o delante de hombres.

Espontánea y sin líderes, la movilización adoptó una forma original. Más de un centenar de mujeres colgaron en Internet, a causa de la pandemia, vídeos en los que cantaban canciones de su infancia y cuestionaban por qué se les impedía cantar a las niñas habiendo pasado dos décadas desde la caída del Gobierno talibán. La campaña obtuvo un amplio apoyo de la opinión pública, de forma sostenida.

Una vez más, la protesta logró hacer retroceder al Gobierno. El Ministerio de Educación acabó emitiendo un comunicado en el que sostenía que el plan «no reflejaba la posición y la política oficial del Ministerio». Wahid Omar, asesor del presidente afgano Ashraf Ghani Ahmadzai, declaró: «Ningún individuo o institución puede poner límites a los ciudadanos, [sería] contrario al espíritu de la Constitución del país».

El plan fallido para fusionar escuelas con mezquitas

A comienzos de 2021, el Gobierno intentó otra maniobra, esta vez para fusionar las escuelas con las mezquitas durante los tres primeros años del plan de estudios de primaria —probablemente para asegurar la influencia de los círculos islamistas radicales, como el de los talibanes—, pero nuevamente se detuvo en seco tras una ola de protestas online. El ministro de Educación, Assadullah Hanif Balkhi, se justificó en ese momento diciendo que el programa tenía como objetivo facilitar el acceso a la educación a los alumnos de zonas que no tienen escuelas, y que el plan de reforma había sido malinterpretado.

«Tanto el plan de fusionar las escuelas con las mezquitas durante los tres primeros años de educación como el de prohibir que las alumnas mayores de 12 años canten en las escuelas son esfuerzos para radicalizar y ‘talibanizar’ el sistema educativo afgano», lamentó Fariha Esaar, una de las activistas que cantó para las cámaras durante la campaña coral.

Ahora, con la retirada de las fuerzas militares extranjeras y la posibilidad de una escalada de la guerra civil en el país, añadió, existe una gran preocupación por la influencia del grupo armado en algunos círculos. «No podemos permanecer en silencio. Debemos levantarnos y evitar que el extremismo se inmiscuya en el sistema educativo. Esta vez lo hemos conseguido, pero necesitamos planes de acción más estructurales para garantizar la igualdad de género, y para que las decisiones políticas no excluyan a las mujeres».

Ghulam Dastgir Munir, profesor y experto en educación, afirma que fue suspendido de su puesto en una escuela pública tras criticar abiertamente iniciativas radicales como la educación de los niños en las mezquitas y la prohibición de que las niñas canten. Para él, el principal reto sigue siendo el reparto de plazas y puestos en el sector de la educación, que actualmente no se asignan en función de la experiencia sino de la afiliación política. Para garantizar la igualdad de género y despolitizar las escuelas, dice, los nombramientos deben estar libres de toda afiliación política.

La campaña coral Ma’arif es un ejemplo de éxito en la lucha de la sociedad civil por la igualdad de género en Afganistán. Pero un plan de acción a largo plazo es necesario para acabar con las desigualdades en las escuelas. Uno que aumente la tasa de maestras y sensibilice a las familias sobre la importancia de la educación de las niñas, especialmente en las zonas aisladas.

Fuente: https://www.eldiario.es/internacional/ninas-coro-ganan-batalla-derecho-cantar-afganistan_1_8104799.html

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La larga marcha de las niñas afganas para seguir estudiando

El reciente atentado contra una escuela en Kabul forma parte de una avanzada de los sectores talibanes contra la educación femenina, en particular de las adolescentes.

La orden de cerrar las escuelas de niñas fue comunicada en la mezquita, durante una reunión con el consejo de ancianos. La noticia se filtró por los docentes y llegó a los hogares de los alumnos. O llegó en forma de carta tajante a las autoridades escolares locales.

Cualquier reclamo, tratativa o intento de razonar con los talibanes era inútil, ya lo sabían. Así que hace tres años, las chicas mayores de 12 años tuvieron que dejar de ir al colegio en dos distritos rurales del sur de Šibarġan, una remota capital provincial del norte de AfganistánHasta 6000 chicas se quedaron sin clases de la noche a la mañana. Los docentes varones fueron despedidos abruptamente: lo que habían hecho, dar educación a esas niñas, iba en contra del islam, decían los talibanes.

En todo Afganistán llegaron órdenes similares a esas impartidas a apenas 100 kilómetros al sur de Šibarġan, capital de la provincia de Yauzyán. En los distritos controlados por el movimiento talibán, se acababa la escuela para todas las niñas, excepto las más pequeñas, salvo poquísimas excepciones. El mensaje talibán era claro: las adolescentes debían estar en casa ayudando a sus madres.

“No pude pisar el colegio durante 2 años”, dice Farida, que ahora tiene 16 años. Farida se quedó sin escuela en el distrito de Darzab cuando tenía 12 y llegó aquí, a la capital provincial a los 14, en condición de refugiada. “Fue mi hermana la que me dijo que se acababa la escuela. Ella es maestra”, dice Farida. “Así que me quedaba ayudando a mamá con las cosas de la casa.”

En todas las escuelas de Šibarġan hay unas cuantas adolescentes refugiadas que viajaron al norte desde zonas controladas por el talibán y ahora viven en la capital provincial con algún pariente.

En todas las escuelas de Šibarġan hay unas cuantas adolescentes refugiadas que viajaron al norte desde zonas controladas por el talibán y ahora viven en la capital provincial con algún pariente.

“Le dije a mi familia que tenía muchas, pero muchas ganas de estudiar”, dice Nabila, de 16 años, que llegó a Šibarġan junto a su madre hace dos años, procedentes del distrito de Darzab. “Tal vez les tengan miedo a las mujeres.”

La aceptación a regañadientes de los pobladores locales permite entrever en qué se convertiría la vida de todos los afganos si continúa el lento desplome de las fuerzas militares del gobierno. Y no pasa un día sin que lleguen malas noticias sobre el auge de insurgencia talibán: más bases tomadas por asalto, más distritos capturados, puestos de avanzada que se rinden, y funcionarios y periodistas asesinados.

Desde el 1° de mayo, cuando Estados Unidos inició formalmente su retirada de Afganistán, los talibanes han conquistado territorios en prácticamente todas las regiones del país.

El 8 de este mes, el cruento atentado contra una escuela de Kabul, capital de Afganistán, dejó un tendal de niñas muertas. Aunque el talibán negó ser responsable del hecho, el mensaje del responsable era muy claro: la educación de las niñas no será tolerada.

El talibán controla los distritos de Qosh Tepa y Darzab —una región agrícola pobre, de tierra poco productiva y golpeada por la sequía, donde viven 70.000 personas— y las 21 escuelas de esos distritos. Tomaron el control en 2018, después de feroces enfrentamientos con fuerzas del gobierno y con los talibanes renegados locales, que habían proclamado su alianza con Estado Islámico.

Dos gobiernos

Aunque el control lo tienen los talibanes, todos los meses los docentes de esos distritos peregrinan hasta Šibarġan, la capital provincial, para cobrar sus salarios, una de las muchas anomalías de un país que en los hechos ya tiene dos gobiernos. La ciudad, polvorienta y bulliciosa, sigue en manos del gobierno central, pero como otras capitales de provincia, es una isla y está rodeada: los talibanes dominan las rutas de entrada y salida.

El gobierno provincial todavía tiene inspectores escolares para los distritos capturados, pero esos funcionarios de educación locales deben observar con impotencia cómo los insurgentes islamistas introducen grandes dosis de religión en el programa de estudios, recortan las horas de historia, y excluyen de las aulas a las niñas.

Las docentes mujeres han sido despedidas. Los talibanes usan los libros de texto gratuitos que entrega el gobierno, pero controlan estrictamente su contenido y se aseguran de que se trabajen intensamente los libros de instrucción islámica. También castigan a los profesores que no se presentan a trabajar, recortándoles el sueldo, y sacándoles días libres. Varios docentes de esos distritos han sido acusados por los talibanes de espionaje y de afeitarse la barba.

Los talibanes usan los libros de texto gratuitos que entrega el

gobierno, pero controlan estrictamente su contenido y se aseguran de que se trabajen intensamente los libros de instrucción islámica.

“Si no obedecemos, nos castigan”, recuerda haber escuchado de boca de los maestros el director de educación de Yauzyán, Abdul Rahim Salar.

Las niñas que huyen a Šibarġan para poder continuar con su educación tienen la sensación de haber escapado por un pelo de un destino desconocido que les imponían los talibanes. Nilofar Amini, de 17 años, dice que extrañaba la escuela a la que le prohibieron ir hace tres años. Llegó a la capital provincial hace apenas unos días.

“Quiero recibir educación”, dice Nilofar.

La política del talibán en relación con la educación de las niñas puede variar ligeramente, porque las decisiones las toman los comandantes locales, fiel reflejo de la descentralización de un movimiento que varios expertos, como Antonio Giustozzi, han descrito como una “red de redes”. En un informe difundido el año pasado, la organización Human Rights Watch señaló que si bien los comandantes talibanes suelen permitir la escolarización de las niñas de hasta 12 años, en general lo prohíben a partir de esa edad. De todos modos, en algunas zonas “la presión de la comunidad convenció a los comandantes de permitir un mayor acceso a la educación para las niñas”, dice el informe. Pero no son muchos. Y menos en esta parte de Afganistán.

Las niñas que huyen a Šibarġan para poder continuar con su educación tienen la sensación de haber escapado por un pelo de un destino desconocido que les imponían los talibanes.

Un docente del distrito cuyas tres hijas adolescentes ya no pueden ir a la escuela señala: “La situación es mala y me duele mucho por ellas. No tienen nada que hacer”. El hombre agrega que sus hijas se dedican a ayudar a su madre con las tareas de la casa.

Nadie puede desobedecer

Frente a la sede escolar provincial de Šibarġan, donde fue a cobrar su sueldo, el docente prefiere no revelar su nombre por temor a las represalias de los talibanes, y dice que sus hijas le siguen preguntando cuándo podrán volver a la escuela.

“No nos dejaron seguir estudiando”, dice Fatima Qaisari, de 15 años, alojada en un ruinoso campamento de refugiados de la vecina provincia de Faryab, y agrega que cuando cerraron su escuela tenía 12 años.

Los funcionarios de educación de la capital provincial hablan de un clima de represión en el que los residentes, padres y maestros no tienen voz ni voto en las duras y estrictas políticas impuestas por los talibanes.

“Hemos entrado en contacto con los miembros de esas comunidades educativas muchas veces, pero sin ningún resultado”, dice Abdel Majid, director de escuelas en Darzab. “Nos dicen que su gobierno no quiere que las niñas reciban educación y que nadie puede desobedecer”. La facción talibán que apoyaba a Estado Islámico destruyó algunas de sus escuelas; otras no tienen ventanas.

En la Escuela Mariscal Dostum —que lleva el nombre del militar Abdul Rashid Dostum, exvicepresidente del país y héroe local, cuyo retrato está por todas partes en la ciudad—, un puñado de niñas escapadas de los distritos controlados por el talibán tratan de ponerse al día con los estudios y recuperar el tiempo perdido. Varias dicen querer ser maestras, y una de ellas tiene la esperanza de estudiar ingeniería.

En la oficina del director, algunas de las refugiadas de Darzab y Qosh Tepa siguen sin entender la absurda decisión de los talibanes de prohibirles ir a la escuela.

“Es una decisión sin sentido”, dice Farida, de 16 años, y mueve la cabeza de un lado a otro con incredulidad. “Nunca tuvo la menor lógica”.

Fuente Original:  Jaime ARRAMBIDE (TRADUCTOR) 

Fuente: https://kaosenlared.net/la-larga-marcha-de-las-ninas-afganas-para-seguir-estudiando/

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Afghanistan: Unspeakable killings of civilians must prompt end to impunity

Afghanistan: Unspeakable killings of civilians must prompt end to impunity

Responding to the bombing of Sayed -ul- Shuhada High School in West Kabul on Saturday afternoon, which killed at least 85 people and injured at least 150, and the bombing of a bus in Zabul Province on Sunday night which has reportedly left at least 11 people dead and dozens injured, Samira Hamidi, Amnesty International’s South Asia Campaigner, said:

“The appalling scenes in West Kabul and Zabul Province must serve as a wake-up call to the world. These unspeakable crimes brutally highlight the failure of authorities to protect civilians, particularly girls and minority groups. People are being slaughtered on a weekly basis and the bloodshed shows no sign of letting up.

«Now is not the time for the international community to turn its back on Afghanistan»

“Now is not the time for the international community to turn its back on Afghanistan. Targeting civilians, especially children and schools, is a war crime and violation of international humanitarian law. All parties to the peace negotiations must focus their utmost efforts on protecting civilians, upholding human rights for all, and ending impunity for these crimes.”

Fuente de la Información: https://www.amnesty.org/en/latest/news/2021/05/afghanistan-unspeakable-killings-of-civilians-must-prompt-end-to-impunity/

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Tregua talibán tras la matanza de 85 niñas en una escuela de Afganistán

El ataque al colegio Seyed Al Shuhada puede ser obra del Estado Islámico.

La tregua de tres días anunciada ayer por los talibanes no oculta el drama que ha vivido Afganistán después de diversos ataques que han dejado casi un centenar de muertos. El domingo murieron once personas y 28 quedaron heridas como consecuencia de la explosión de dos bombas dejadas en una carretera en el sudeste del país. Ese ataque llegó un día después de una de las matanzas más grandes y más dolorosas de los últimos meses, con más de 85 jóvenes muertas.

Sucedió el sábado en Kabul cuando tres bombas explotaron a las afueras del colegio Seyed Al Shuhada, situado en el sector conocida como Dasht-e Barchi, habitado mayoritariamente por la minoría chiíta hazara. A esa hora más de dos mil alumnos, la mayoría mujeres, abandonaban la institución. Después de la primera explosión, llegaron otras dos detonaciones. Las víctimas fueron mayoritariamente niñas y mujeres de entre 13 y 18 años que se disponían a volver a sus casas para celebrar el Iftar, la ceremonia con la que se rompe el ayuno del mes del Ramadán.

 

 

Las mujeres, sobre todo las de la minoría hazara, pueden pagar un precio muy alto en el nuevo escenario

En Afganistán no son extraños los ataques a colegios o centros de maternidad, como el que sucedió en este mismo barrio de Kabul hace un año y en el que murieron 15 personas, la mayoría madres y sus bebés. Una multitud de padres y vecinos se apresuraron a buscar a sus pequeñas en medio de un escenario caótico. Muchos no tuvieron éxito. Ayer la cifra ascendía a 85 fallecidos y más de 147 heridos.

El atentado no ha sido reivindicado pero muchos en Afganistán señalan al Estado Islámico, responsable de otros ataques contra los hazara, aunque el Gobierno ha acusado a los talibanes. El portavoz de esta organización lo niega y asegura que no llevan a cabo ataques en Kabul desde febrero del año pasado. “Han atacado tantos civiles a lo largo de su historia que la desconfianza hacia ellos es infinita, por eso ya nadie les cree cuando lo niegan”, aseguró ayer por teléfono Shaharzad Akbar, directora de la comisión independiente de derechos humanos afgana.

La tregua de los talibanes se iniciará el miércoles y se extenderá hasta el próximo sábado. A diferencia de otras treguas donde los combatientes pudieron visitar a sus familias, esta vez tienen la orden de mantenerse en sus puestos. El comunicado advierte que si son atacados por el “enemigo” tienen que estar listos para defenderse.

La tregua no ha sido suficiente para amainar el temor de muchos en el país que han visto con horror cómo la violencia se ha disparado desde el primero de mayo, cuando las tropas estadounidenses empezaron a retirarse. Desde entonces ha habido enfrentamientos en un gran número de provincias con decenas de muertos, aunque la cifra exacta sigue siendo incierto. “Su alto el fuego no tiene sentido. Se toman tres días de descanso para matar de nuevo. Váyanse al infierno”, aseguraba en un tuit la activista Samira Hamidi, que forma parte del equipo de Amnistía Internacional en el sur de Asia.

Desde hace semanas las mujeres que integran la red de mujeres de Afganistán, incluida Samira, advierten de los riesgos que corren las mujeres, incluidas las jóvenes estudiantes, en el nuevo escenario al que se enfrentará Afganistán desde el próximo 11 de septiembre cuando las tropas estadounidenses y de la OTAN se hayan retirado del país. “Ellos dicen que han cambiado, pero lo que vemos en áreas que están bajo su control es totalmente diferente”, aseguró Akbar. Puntualiza que para la mayoría de los afganos todavía es un misterio la opinión que tienen los talibanes sobre la participación de las mujeres en el Parlamento o en la industria.

El jefe del consejo de paz afgano, Abdullah Abdullah, respondió ayer a través de un comunicado al anuncio de los talibanes y dijo que el país necesita un alto el fuego permanente. “Creemos que la mejor solución para salir de la crisis del país es acelerar las conversaciones de paz, la declaración de un alto el fuego duradero y poner fin a los combates para siempre”, dijo. El acuerdo firmado entre Washington y esta organización en febrero del año pasado contemplaba que las tropas tendrían que haber salido este primero de mayo lo que ha llevado al líder talibán, Haibatullah Akhunzada, a acusar a Washington de violar el pacto.

Fuente: https://www.lavanguardia.com/internacional/20210511/7444252/tregua-taliban-matanza-85-ninas-escuela-afganistan.html

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Afghanistan: Top UN officials strongly condemn ‘heinous’ attack on girls school

Asia/Afghanistan/14-05-2021/Author/Source: news.un.org

Two senior UN officials on Wednesday, condemned in the strongest terms, a terrorist attack targeting girls and their families outside a high school in Kabul, the capital of Afghanistan.

The terrorists who exploded a bomb near a girls’ school in the mostly Shiite district of west Kabul in Dasht-e-Barchi on Saturday “must be held accountable” for their “heinous crime”, the UN Special Representatives for Children and Armed Conflict, Virginia Gamba, and on Violence Against Children, Najat Maalla M’jid, said in a joint statement.

According to news reports, scores of people – many of them students between the ages of 11 and 15 – were killed and hundreds of others injured.

Safeguard girls education

The UN officials also called on the Afghan authorities to urgently protect the right to education in armed conflict, especially for girls, which is too often overlooked and neglected.

“In many contexts, access to education is particularly harsh for girls for economic and cultural reasons, but also for security reasons of which the recent attack in Afghanistan is only one latest tragic example”, they said, pushing for the safety of schools “and that girls just like boys are given equal opportunities to pursue their education”.

Afghanistan schools targeted

Afghanistan schools and hospitals remain one of the most attacked, according to the 2019 Secretary-General Report on Children and Armed Conflict. And preliminary data for 2020 show a similar worrying trend, with COVID-19 further exacerbating the vulnerabilities of children, including girls.

“Girls may not be given the choice to go back to school when they reopen, because they had to work or be married off to support their families”, said the two UN officials.

Against the backdrop of the unremitting challenges posed by the COVID-19 pandemic, they stressed that “countries must make the strategic decision of prioritizing education, including in armed conflict in line with the Sustainable Development Goals (SDGs) of reaching the furthest behind”.

Undermining women’s roles

Targeting girls undermines the crucial role that educated girls and women play in the social and economic development of their societies.

The Special Representatives underlined the urgency of ending the violence in Afghanistan and achieving a peaceful settlement of the conflict.

They also extended their condolences to the victim’s families and the Government of Afghanistan and wished a full recovery to those who were injured in the horrific terrorist attack.

Source and Image: https://news.un.org/en/story/2021/05/1091842

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Sangriento atentado frente a una escuela primaria en Kabul

Sangriento atentado frente a una escuela primaria en Kabul

Una explosión ante una escuela de niñas en la capital afgana, Kabul, causó al menos 33 muertos y decenas de heridos, incluidos estudiantes, informó el ministerio de Interior afgano este sábado (08.05.2021).

La Unión Europea (UE) condenó enérgicamente el «horrendo» atentado con bomba que constituye una violación «despreciable» del derecho internacional.

La explosión que según la agencia dpa dejó un saldo provisional de 33 muertos y unos 80 heridos, ocurrió en el distrito de Dasht-e-Barchi, en el oeste de Kabul, cuando los residentes estaban en la calle haciendo compras antes de la fiesta del Aíd al Fitr, la próxima semana, que marca el final del mes sagrado del Ramadán.

El barrio está poblado principalmente por chiitas hazaras y en el pasado ha sido atacado por militantes islámicos sunitas.

El portavoz del ministerio de Salud, Dastagir Nazari, dijo que varias ambulancias fueron despachadas al lugar para evacuar a los heridos. «La gente en la zona está molesta y ha golpeado a varios trabajadores de ambulancias», indicó.

Sayed M. Modarresi
@SayedModarresi
[Thread] The school’s name: Sayyed-ul-Shohada. It means ‘Prince of Martyrs’, a title given to Imam Hussein. Who knew the 40 innocent souls that perished today, would follow in his footsteps?

Image

Escenas desgarradoras

«Vi cuerpos ensangrentados entre una nube de humo y polvo, cuando heridos gritaban y sufrían», declaró a la AFP Reza, quien escapó a la explosión.

«Vi a una mujer buscar entre los cuerpos mientras llamaba a su hija», agregó. «En ese momento, encontró una bolsa de su hija ensangrentada y se desmayó».

Reza agregó que la mayoría de las víctimas eran adolescentes que acababan de salir de la escuela.

Afghanistan Bombenanschläge auf Schule in Kabul

La gente busca a sus familiares después de que al menos 30 personas, en su mayoría alumnas, hayan muerto en tres explosiones consecutivas dirigidas a una escuela en Kabul, la capital de Afganistán.

UE: «despreciable acto de terrorismo»

La misión europea en Afganistán condenó el atentado.  «El horrendo ataque… es un despreciable acto de terrorismo», señaló la misión por Twitter.

The horrendous attack in Dasht-i Barchi area in Kabul, is an despicable act of terrorism. Targeting primarily students in a girls’ school, makes this an attack on the future of Afghanistan. On young people determined to improve their country. Our thoughts go to all affected.

«Tener como objetivo estudiantes de primaria en una escuela de mujeres, hace de este ataque una agresión contra el futuro de Afganistán. Contra gente joven determinada a mejorar el país».

La misión de asistencia de Naciones Unidas en Afganistán (Unama) expresó su «profundo rechazo» a la explosión.

«EE.UU. condena este bárbaro ataque cerca de una escuela femenina en Kabul, Afganistán. Ofrecemos nuestras condolencias a las víctimas, muchas de ellas menores, y sus familias. Exigimos el fin inmediato de la violencia y de los ataques sin sentido contra civiles inocentes», dijo en un comunicado el portavoz del Departamento de Estado, Ned Price.

«Unicef condena con fuerza el horrible ataque ocurrido hoy cerca de la escuela secundaria Sayed Ul-Shuhada», dijo en un comunicado su directora ejecutiva, Henrietta Fore. «El ataque se ha cobrado las vidas de docenas de escolares, la mayoría niñas, y ha herido de gravedad a muchos más», agregó por parte el organismo de Naciones Unidas.

Dasht-e-Barchi ha sido frecuente objetivo de ataques de militantes islamistas suníes.

Aunque el ataque no fue reivindicado, el presidente afgano Ashraf Ghani acusó a los talibanes y al Estado islámico.

Fuente de la Información: https://www.dw.com/es/sangriento-atentado-frente-a-una-escuela-primaria-en-kabul/a-57473451

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