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Una red de matronas se extiende por las áreas rurales de Afganistán

Redacción: Europa Press

A primera vista, se parece a cualquier clase de medicina ordinaria: una sala llena de mujeres, todas con uniformes azules, bolígrafos y libretas en la mano, mientras escuchan a su maestra. Pero una vez que las 37 mujeres hayan completado sus estudios, la mayoría se irá a casa para convertirse en la primera matrona de su aldea.

En el Instituto de Ciencias de la Salud de Herat, la ONG World Vision capacita a mujeres para ser matronas. Es el programa de salud más grande de la ciudad donde, desde 2004, más de 300 parteras han sido formadas.

Herat es una provincia en el oeste de Afganistán que tiene una población de aproximadamente dos millones de personas, y aunque la mayoría de la población se concentra en la capital, la provincia se extiende por amplias zonas rurales. Cuando los partos se vuelven complicados, estar a horas de distancia caminando del hospital más cercano puede ser muy peligroso, incluso mortal.

El programa de formación, que matricula a mujeres de entre 18 y 35 años, funciona bajo la condición de que las jóvenes regresen a sus pueblos y aldeas una vez que hayan finalizado sus estudios, con el objetivo de ayudar a expandir la red de matronas en la provincias rurales afganas y reducir así la mortalidad maternoinfantil.

Después de la graduación, reciben el instrumental necesario y se les paga un salario de hasta un año. «Inicialmente es World Vision quien paga el salario, pero estamos trabajando para que sea el Gobierno quien se haga cargo», explica Soraya Faiz, maestra de la clase y una de las primeras graduadas del programa.

Soraya, después de terminar sus estudios hace 13 años, trabajó como partera durante cuatro años en diversas clínicas antes de asumir el papel de docente en el programa de World Vision.

LAS PRIMERAS MATRONAS DE SU PUEBLOS

Atefeh Jeboria, de 17 años, es una de las estudiantes del programa. Originaria de un pueblo a unos 30 kilómetros de Herat, dice que ha visto morir a demasiadas madres y bebés en los últimos años. «No tenemos clínica y muchas veces, cuando hay complicaciones, es demasiado tarde para ir a la ciudad», explica la joven. «Comencé a pensar en ser matrona cuando vi a mis familiares morir en el parto. Sabía que esas muertes se podían evitar», añade.

La aldea de Atefeh es una comunidad rural con caminos sin pavimentar, casas de barro, dos escuelas, una para niños y otra para niñas, pero no hay ni rastro de instalaciones médicas ni farmacias.

«Cuando un anciano del pueblo se me acercó para preguntarme si estaba interesada en ser partera, vi una gran oportunidad para ayudar a mi comunidad», comenta Atefeh, sentada en una silla, fuera de su clase. Desde que se comprometió hace dos años con el proyecto financiado por World Vision, ha viajado diariamente a Herat para asistir a las clases.

«Nuestro tiempo de estudio está muy planificado. Primero nos enseñan teoría y seguidamente hacemos prácticas en el laboratorio. Después, para terminar nuestra formación, vamos al hospital donde observamos a las matronas y trabajamos directamente con madres y bebés», cuenta orgullosa Atefeh.

Razia Yusefi, de 19 años, se unió al programa desde la localidad natal de Armalergh, una comunidad agrícola a casi tres horas en coche de Herat. Vive en una residencia femenina de estudiantes, a las afueras de la ciudad, lo que le permite tener mucho tiempo para estudiar: «Si viviera en mi casa, estaría haciendo tareas domésticas, pero aquí solo puedo concentrarme en mi formación», explica.

Razia dice que fue su padre, un mulá religioso, quien la empujó a estudiar mucho y finalmente le permitió mudarse a Herat para continuar sus estudios. «Pienso en mi pueblo a menudo y sé que actualmente todavía no tenemos matrona», dice. «Vine a Herat con otra chica de mi pueblo y nuestra comunidad estaba emocionada por enviarnos lejos para ser parteras», asegura Razia.

«Circular por Armalergh es peligroso», dice la joven, «no hay carreteras de verdad y si tienes coche, conducir es muy peligroso». «Por eso, muchas mujeres no buscan atención médica cuando se ponen de parto. Creo que la situación va a cambiar cuando regresemos a nuestra aldea e inauguremos la clínica para atender los partos», confía. «Y esto mismo es lo que van a hacer todas nuestras compañeras de clase en sus pueblos y aldeas», añade.

Fuente: https://www.europapress.es/internacional/noticia-red-matronas-extiende-areas-rurales-afganistan-20190831082233.html

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Exámen final: acabar el curso con vida, Afganistán

Redacción: El País

90 países se han unido en una iniciativa global para proteger las escuelas en conflictos y emergencias. Se han registrado más de 14.000 ataques a instalaciones educativas en el último lustro.

Ir a la escuela es sinónimo de muerte en al menos dos decenas de países en el mundo. En agosto del año pasado una bomba masacró en Yemen un autobús lleno de estudiantes. Afganistán ha perdido en los últimos años 2.000 centros educativos. 28.580 menores no pueden ejercer su derecho a la educación por el conflicto en Malí. Los ataques a las escuelas de Ucrania se han multiplicado por cuatro en 2019. La milicia Boko Haram combate en Nigeria la que denomina como educación occidental y detesta especialmente que se forme a las niñas. Los profesores huyen del norte de ese país por el temor a ser asesinados.

Una coalición global integrada por 90 países y organizaciones internacionalescomo Unesco, Acnur, Save the Children, Plan Internacional y Unicef, entre otras, lucha desde 2010 por la difícil, a veces casi imposible, tarea de proteger las infraestructuras y el personal educativo en conflictos y emergencias. Según la organización, en cinco años se han producido más de 14.000 ataques a la educación en 34 países. Esta semana la coalición ha celebrado en Palma de Mallorca su tercera reunión internacional.

En un conflicto, las escuelas son susceptibles de ser usadas como cuartel o incluso como retrete para los soldados, los pupitres se queman para hacer leña, los alumnos y profesores son reclutados y las niñas violadas o raptadas. Estos días se han mezclado decenas de historias de jóvenes y docentes para los que estudiar y dar clase se convirtió un día en una actividad de alto riesgo. Muzoon Almellehan abandonó Siria hace cinco años con sus libros en la mochila y ahora dedica su vida a que los refugiados como ella puedan proseguir con su educación. El profesor Maidugu Magaji sobrevivió a cuatro ataques suicidas en su colegio en Nigeria. El estudiante Zaher al Bakour escapó de los disparos de un francotirador en su camino a la universidad en Alepo. Los peores lugares para ser estudiante son Siria, Yemen, Egipto, Nigeria y República Democrática del Congo. Le siguen de cerca Venezuela, Ucrania, Afganistán e India.

En una reunión con altos mandos de Defensa, un comandante me dijo: ‘¿Quieres que deje de haber enfrentamientos, que me quede sin trabajo?’. No puede ser que un país como Somalia dedique solo el 3% de su presupuesto a educación

En el centro de la problemática: el irrelevante papel de la enseñanza en algunos territorios. «En una reunión con altos mandos de Defensa, un comandante me dijo: ‘¿Quieres que deje de haber enfrentamientos, que me quede sin trabajo?’ Esa es una muestra de dónde está el problema. No puede ser que un país como Somalia dedique solo el 3% de su presupuesto a educación, así no se puede construir el futuro», señala el ministro de Defensa de la nación africana, Sonkor Geyre. Marta Ruedas, que trabajó para la ONU en Irak, rememora cómo en la formación del primer Gobierno tras la guerra hubo una fuerte disputa entre los hombres poderosos para hacerse con los ministerios importantes. «El de Educación se le asignó rápidamente a una mujer», relata.

Cuando los soldados ocupan un colegio, los alumnos se quedan sin centro y se convierte en objetivo de los ataques. Geneva Call, una organización dedicada a proteger a civiles en enfrentamientos armados, elaboró un informe basado en entrevistas a milicias en varios países. «Prácticamente todas las guerras actuales cuentan con al menos un grupo de este tipo, si no hablamos con ellos, no encontraremos soluciones», defiende su director Alain Délétroz. «Ellos defienden que si un colegio lleva tiempo abandonado, se puede ocupar. Sus ventajas están claras: las escuelas suelen estar bien situadas, tienen altos muros, y cuentan con un patio que es muy útil», detalla. Los Ejércitos también llevan a cabo estas prácticas. «Parece algo muy evidente, pero hasta que no existe una directiva concreta y se da la orden a los mandos militares de respetar los centros académicos, se sigue haciendo», especifica Christine Muhigana, representante de Unicef en República Centroafricana.

Para reducir el daño que provocan las guerras los expertos plantean diferentes soluciones. «Hay que exigir responsabilidades a los Estados y para eso hacen falta datos fiables. Pero si estos no pueden o no quieren asumirlas, entran en juego las organizaciones internacionales», apunta Yasmine Sherif de Education Cannot Wait. Stefenia Giannini, número uno de Educación de la Unesco ha aportado la experiencia de un programa en Nigeria para que las chicas que no pueden acudir a clase prosigan con su formación en casa con dispositivos móviles. Ag Gadeda, del Ministerio de Educación de Malí ha apuntado que en su país se están levantando estructuras militares temporales para disuadir a los soldados de ocupar escuelas, una solución a corto plazo. Cynthia Petrigh contó su trabajo a la hora de instruir combatientes en el respeto de las normas humanitarias, entre ellas, respetar los centros educativos.

Uno de los problemas es que los organismos internacionales y los propios Estados no se ponen de acuerdo en qué se entiende por ataque. En el encuentro entre expertos se ha debatido un abanico que va desde bombardeos hasta el hecho de quitarle la sombra a un colegio talando un árbol. «Falta capacidad técnica, recursos financieros y seguridad en el terreno para detallar el número y naturaleza de los ataques», constata la directora de investigación de la coalición, Amy Kapit.

Cuando se habla de escuelas seguras se piensa en un blindado a las puertas de un colegio pero eso no debería ser así, la simple presencia militar puede precisamente aumentar el riesgo de ataques

La coalición cuenta con unas directrices para proteger los colegios, que no siempre se implementan. Esta guía establece recomendaciones sobre cómo evacuar una escuela o protegerla con sacos de arena, diseñar rutas seguras para los alumnos y cambiarlas regularmente, o asegurar que los profesores reciben su sueldo y no abandonan el centro. «Cuando se habla de escuelas seguras se piensa en un blindado a las puertas de un colegio, pero eso no debería ser así, la simple presencia militar puede precisamente aumentar el riesgo de ataques. Hay que delegar la seguridad en la propia policía local o en seguridad privada», apunta Juan Francisco Martínez, secretario general de Política de Defensa de España.

Las instituciones de educación superior han sufrido al menos 200 ataques hasta 2018. Así relata Hamidullah Abawi, asesor del Ministerio de Educación en Afganistán, la llamada que recibió de su prima en 2016: «Estaba llorando, yo solo oía gritos y disparos, cogí mi coche y fui a la universidad americana de Kabul mientras al otro lado del móvil seguía oyendo el alboroto. Eran un ataque terrorista. Mi prima no murió, pero sí otros dos estudiantes y varios profesores y policías». Afganistán está a punto de poner en marcha un programa piloto de defensa de la educación en las dos regiones que más agresiones sufren.

En el aire queda la pregunta que se hace Musa Gbow, miembro de una organización que lucha contra el reclutamiento de niños: «¿Cuantas conferencias más necesitaremos para cumplir este objetivo? El momento de proteger la educación es ahora».

Fuente: https://elpais.com/elpais/2019/05/29/planeta_futuro/1559114709_101699.html

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Deshumanización y guerras en el mundo

Por: Víctor Arrogante

Los conflictos armados producen desigualdad y millones de personas desplazadas y refugiadas. La concienciación de lo que ocurre en el mundo empieza con la información, pero es tanta y tan poco rigurosa que no se termina de entender la dimensión de la tragedia, salvo por las cifras escandalosas. Escuchamos hablar en los medios de la guerra de Siria y Afganistán, Irak, Yemen, República Democrática del Congo, Libia o Somalia, pero existen más guerra en el mundo, sobre las que va disminuyendo la información, hasta su desaparición total.

En la actualidad, se están dando los niveles más altos de desplazamiento registrados. Según datos de ACNUR; 70,8 millones de personas, se han visto obligados a abandonar su hogar. Entre ellos 25.9 millones de refugiados de los que más de la mitad son menores de 18 años. También hay millones de apátridas a quienes se les niega la nacionalidad y el acceso a derechos básicos como la educación, la atención médica, el empleo y la libertad de circulación. En el mundo, casi una persona es desplazada por la fuerza cada dos segundos, como resultado de un conflicto o persecución.

La guerra en Siria es una de las más largas y cruentas de la región. Por el tamaño y la población del país, ha generado una de las crisis de refugiados más graves desde la Segunda Guerra Mundial. Todo empezó en el año 2011, cuando miles de personas pidieron en las calles la dimisión del presidente Asad y que se realizaran diversas reformas políticas. Los opositores tomaron fuerza y se creó el Ejército Sirio Libre. Con el paso del tiempo entraron en escena los partidarios del yihadismo y el Estado Islámico. En el año 2014 se formó una coalición internacional liderada por Estados Unidos que comenzó a bombardear al Estado Islámico. El país se dividió en zonas, unas controladas por el régimen de Asad y otras por los rebeldes.

Tras ocho años de guerra, la ONU está tratando de crear un comité para redactar una nueva constitución, el primer gran paso para lograr la paz definitiva. En 2019, ocho años después del inicio de los combates, 6,1 millones de personas están desplazadas de sus hogares y 5,6 millones son refugiados en otros países de la región. La cifra de refugiados sirios aumenta cada día, en la mayor crisis de refugiados en el ámbito mundial de los últimos 25 años. Aunque países como Turquía, Líbano y Jordania han abierto sus puertas a las personas que huyen de los bombardeos en Siria, la ayuda humanitaria escasea tras tantos años de conflicto.

Azotado por la guerra y la violencia política desde los años 70 del siglo XX, Afganistán ha sido uno de los grandes focos de inestabilidad y desplazamientos forzados en Asia Central. Tras la salida de las tropas soviéticas en 1989, comenzó una nueva etapa de violencia interna que culminó con la intervención de la OTAN en 2001. En octubre de 2017 se cumplieron 16 años desde que Estados Unidos bombardeara por primera vez Afganistán tras los atentados del 11 de septiembre. En este tiempo se han sucedido tres presidentes: George W. Bush, que declaró la guerra; Barack Obama, que la dio por terminada sin éxito en el año 2014; y Donald Trump, que ha visto cómo se han intensificado las acciones terroristas en los últimos meses. Para presionar en las negociaciones de paz, los Talibanes impiden a las ONG hacer su trabajo, cerrando clínicas y centros de ayuda.

El conflicto en Irak entre grupos armados y fuerzas gubernamentales, en los últimos años ha generado que en 2018 hubiera 1,8 millones de desplazados internos en el país, de los que el 53% son niños. A finales de 2017, la ofensiva gubernamental para recuperar el control de la ciudad de Mosul llevó al conflicto a su punto álgido. Aunque el país no se encuentra totalmente pacificado y muchos desplazados siguen sin poder regresar a sus casas, Irak fue el país con mayor número de retornados en 2018, con 945.000. Antes, el 20 de marzo de 2003, se produjo la llamada guerra de Irak, segunda guerra del Golfo, o conocida como Operación Libertad Duradera. El Estado Islámico ya no tiene el control efectivo de territorios, pero se mantiene fuerte en zonas desérticas o montañosas, desde donde lanza ataques estratégicos contra líderes tribales y políticos, tratando de aumentar la tensión entre las comunidades árabes y kurdas.

Se da la circunstancia de que una parte importante de la sociedad española se manifestó en contra del apoyo a la intervención en Irak, mostrado por el entonces presidente del gobierno José María Aznar. Este hecho y los atentados del 11-M, entre otros, motivaron un cambio de gobierno en el que el PSOE obtuvo mayoría tras las elecciones generales el 14 de marzo de 2004. Una de las primeras medidas del nuevo Gobierno, fue ordenar la retirada de España de Irak, restando apoyo internacional a la ocupación. La coalición comandada por Bush, no encontró ninguna de las armas de destrucción masiva que fue el engaño para invadir Irak. (Ver Guerra de Irak, participación de España y armas de destrucción masiva).

Yemen, con más de cuatro años de guerra, se ha convertido en el escenario de una de las peores crisis humanitarias del planeta. El alto el fuego en Hodeidah en 2018 disminuyó significativamente la cifra de muertes de civiles, pero no así en otras zonas del país. La extensión del conflicto, el colapso de la economía, la inseguridad alimentaria y el derrumbamiento de los servicios públicos básicos, han generado que el 80% de la población necesite ayuda humanitaria para sobrevivir. La ONU alerta de que la hambruna en Yemen, podría ser la peor de los últimos 100 años en el mundo. El 53% de la población no tiene nada que comer y más de un millón y medio de niños sufren desnutrición aguda. La guerra se ha cebado con los más débiles, en uno de los países más pobres del mundo.

Yemen sufrió un golpe de Estado en 2014, y la guerra se ha convertido en un conflicto que enfrenta a las diferentes entidades que quieren formar el gobierno. En este caso también ha intervenido el Estado Islámico y Al-Qaeda. El problema se agravó cuando una coalición de estados árabes dirigida por Arabia Saudí comenzó a bombardear el país en el año 2015. Tras cinco años de guerra, servicios básicos como la Sanidad o la Educación prácticamente ya no existen. Además, según la ONU, hay más de tres millones de desplazados y el 80% de la población necesita ayuda. Los más pequeños, como siempre, se llevan la peor parte. Unicef ha calificado el país como «un infierno en la tierra» para los niños, donde miles de ellos se están convirtiendo en niños soldado.

Si hay una guerra que no termina nunca es la de la República Democrática del Congo. Comenzó en el año 1996 y todavía perdura, produciendo personas refugiadas, hambre y muerte. La tensión aumentó gravemente a raíz de la negativa del presidente Kabila a dejar el poder después de haber sucedido a su padre en el año 2001. La guerra ha arrasado los campos de cultivo, han aumentado los precios y miles de personas se han visto obligadas a dejar sus casas. En julio de 2019, la OMS ha calificado como emergencia internacional un nuevo brote de ébola. Esto se une a un brote de sarampión con más de 115.000 afectados. Guerra interminable, epidemias, campamentos de refugiados superpoblados e insalubres, donde la situación es desesperada.

Otro conflicto vivo es el de Libia, que se encuentra a un paso de la guerra civil y amenaza a toda la región, sin signos de una paz en un futuro cercano. El panorama muestra una probable fragmentación del país. Durante 2019 ha ido fortaleciéndose el Ejército Nacional de Libia, una facción bajo el mando de Khalifa Haftar, opositor al gobierno reconocido internacionalmente, que cada vez cuenta con menos territorio bajo su control. El ENL ha ampliado su presencia e influencia en el sur de Libia desde mediados de enero. Ha firmado la paz con grupos armados tuareg y se ha enfrentado con otros, para mantener el control de campos petrolíferos.

Somalia, considerado como ejemplo paradigmático de estado fallido, lleva en guerra interna desde los años 90 del siglo pasado. La mayor parte del país está fuera de control del Gobierno, que en los últimos años ha logrado recuperar su influencia en el sur del país tras una ofensiva apoyada por la Unión Africana. A la violencia armada hay que sumar los estragos del cambio climático. Más de 2 millones de personas se han convertido en desplazados a causa de la sequía, las inundaciones y el propio conflicto. Esto ha provocado que la población desplazada se duplique hasta los 2,6 millones.

En la medida que EEUU deja de liderar el orden internacional, más países tratan de reforzar su influencia, mediante la intromisión en conflictos de otros Estados. Desde el inicio del siglo XXI las guerras se han multiplicado principalmente en África y Oriente Medio, conflictos que provocan un mayor número de desplazamientos forzados y víctimas en pleno 2019; conflictos interminables que tienen consecuencias muy graves sobre los países y especialmente sobre, la población civil, que es siempre la principal damnificada y las mujeres son las principales víctimas de los conflictos armados.

Más de 24.000 niños fueron asesinados, heridos, mutilados, reclutados a la fuerza y secuestrados, o sufrieron abusos sexuales y otras violaciones de sus derechos humanos durante el año 2018, según el último Informe Anual del Secretario General sobre Niños y Conflictos Armados. De esa cifra, más de la mitad corresponde a quienes perdieron la vida o quienes resultaron con graves heridas, como la pérdida de algún miembro de su cuerpo, principalmente por incidentes de fuego cruzado, restos de explosivos de guerra, minas terrestres y otras acciones de combate perpetradas tanto por grupos no estatales, como actores estatales y fuerzas multinacionales.

La paz es el estado ideal de armonía, libertad, seguridad en un mundo democrático. Podemos construir un mundo en el que impere la paz, la justicia y la solidaridad, trabajando de manera colectiva, enriqueciéndonos con las diferencias culturales y aprendiendo cada día. Somos responsables de crear un mundo mejor.

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=259296

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AFGANISTÁN : Universidades privadas molestas por un control gubernamental más estricto

Asia/Afganistan/universityworldsnews

Las universidades privadas en Afganistán han sido molestadas por las medidas del gobierno para hacerse cargo de los exámenes de ingreso a la universidad, así como para detener las admisiones a las facultades privadas de medicina, expresando su oposición a lo que ven como una mayor interferencia del gobierno en el sector privado de educación superior. 

Las universidades privadas habían realizado previamente sus propios exámenes de ingreso para seleccionar estudiantes. Estos ahora estarán bajo la supervisión del gobierno. 

Las universidades privadas solo han florecido en los últimos años gracias a la relativa paz en los principales centros urbanos en medio del creciente interés de la población por buscar educación superior en el país devastado por la guerra.

Con un sector privado en rápida expansión, el Ministerio de Educación Superior ha endurecido las reglas destinadas a una mejor regulación de la estructura de tarifas y el control de calidad de los aspectos académicos y administrativos de las extensas universidades privadas. El ministerio también dijo recientemente que las regulaciones más estrictas se produjeron después de quejas de venta de títulos en universidades privadas en medio de acusaciones de que algunos estudiantes ni siquiera asistieron a clases. 

La Asociación de Universidades Privadas e Institutos de Educación Superior en Afganistán (APUIHEA) celebró una reunión de emergencia la semana pasada para plantear sus preocupaciones y oposición a una mayor interferencia, como lo expresaron, el gobierno en las instituciones educativas del sector privado. El presidente de APUIHEA, Shafiullah Naimi, dijo a University World Newsque los problemas persistentes con el gobierno aún no se han resuelto. 

«Planeamos presentar quejas ante USAID y la embajada de Estados Unidos que se esfuerzan por promover el sector privado en Afganistán», dijo, refiriéndose a la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, que proporciona algunos fondos para la educación superior, incluso para el sector privado. . 

«Las restricciones del gobierno son muy desalentadoras tanto para los estudiantes como para la administración de universidades privadas, que han invertido su fortuna en establecer más de cien universidades en el país», dijo.

El gobierno afgano tardó más de una década en otorgar finalmente títulos y diplomas aprobados el año pasado a miles de estudiantes universitarios privados que no habían podido obtener un asiento en las insuficientes instituciones del sector público. Las cifras oficiales sugieren que han surgido 131 instituciones privadas de educación superior, que ofrecen cursos en 431 facultades y 990 departamentos. 

Anualmente, más del 50% de los graduados de secundaria (más de 100,000) no logran ingresar a las universidades públicas simplemente porque no hay suficientes cupos disponibles. Sin embargo, de acuerdo con las nuevas reglas de este año, las universidades privadas tienen prohibido inscribir directamente a los estudiantes en medicina. Estos incluyen Cheragh Medical University en Kabul. 

Cheques y saldos

El portavoz del Ministerio de Educación Superior, Faisal Amin, defendió la medida. “El objetivo principal detrás de las nuevas regulaciones es tener controles y equilibrios para las admisiones del sector privado también. De ahora en adelante, la Dirección Independiente de Examen de Ingreso Universitario también realizará pruebas de ingreso para las universidades privadas ”, dijo. 

El académico y autor con sede en Kabul, el Dr. Mohammad Nezam, está a favor de alguna regulación del sector privado. «Sin ningún control y regulación, es muy probable que el sector privado persiga sin descanso sus intereses económicos, lo que resultaría devastador, particularmente en campos como la medicina, la administración pública, la ingeniería civil, etc.», dijo. 

Nezam sugirió que un mecanismo regulador abierto y equilibrado supervisado por representantes públicos y teniendo en cuenta los intereses de los estudiantes sería la solución correcta para el enfrentamiento actual.

Fuente: https://www.universityworldnews.com/post.php?story=20190726144336805

Imagen tomada de: https://www.universitiesintheworld.com/images/private-universities-in-afghanistan.jpg

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Afganistán relega al pasado los humillantes cortes de pelo en las escuelas

Redacción: El Diario

Badar Amar, un joven estudiante de 15 años en una de las escuelas de Kabul, dejó de acudir al colegio para no hacer frente a las burlas de sus compañeros después de que un profesor le infligiese un humillante trasquilón como castigo, una práctica corriente en Afganistán que ha sido prohibida este mes.

«El año pasado me obligaron a cortarme el pelo en clase, y para ser sincero me sentí humillado y me convirtió en el hazmerreír de mis compañeros de escuela», relató Amar a Efe.

Tras la traumática experiencia, el joven no volvió a aparecer por clase en tres meses para finalmente abandonar los estudios durante un curso escolar completo.

«Tuve que empezar la clase de nuevo este año», explicó.

La costumbre de trasquilar el cabello como castigo, por motivos tan variopintos como portarse mal o lucir un corte de pelo más largo de lo habitual, está muy extendida en las escuelas afganas desde hace décadas aunque solo afectaba a los estudiante varones.

Las autoridades nunca han podido hasta ahora erradicarla completamente, aunque los estudiantes esperan que la práctica quede relegada al recuerdo después de que las autoridades la hayan prohibido explícitamente el 2 de julio en una directiva.

El nuevo reglamento forma parte de un conjunto de medidas impulsadas por el Gobierno para reformar el sistema educativo.

Un importante porcentaje de los menores están fuera del sistema escolar de la nación asiática, sumida desde hace casi dos décadas en un sangriento conflicto tras la invasión estadounidense que expulsó a los talibanes del poder.

«A partir de ahora, todos los tipos de cortes de pelo forzosos y disciplinarios a los estudiantes por parte de los profesores y directores de las escuelas quedan estrictamente prohibidos», aseguró a Efe una portavoz del ministerio de Educación, Nooria Nijrabi.

La nueva directiva ya ha sido enviada a las delegaciones de Educación en Kabul y en todas las provincias afganas.

La prohibición de las autoridades tiene como motivación «evitar los traumas psicológicos a los estudiantes», explicó Nijrabi.

Y es que la reacción del joven Amar de abandonar la escuela debido a la violencia del acto y a las burlas de sus compañeros de clase no tiene nada de inusual.

Según la portavoz, «los que han sufrido esta práctica suelen decir que se han sentido humillados».

Aunque utilizada ocasionalmente como castigo disciplinario, las escuelas del país han recurrido sistemáticamente a los trasquilones desde hace décadas para forzar a los alumnos a llevar el pelo corto y asegurarse de su buena higiene capilar.

Y, aparentemente, debido a la creencia de que una melena demasiado exhuberante distrae a los estudiantes niños a la hora de clase.

«Si ahora vemos a un estudiante que mantiene una higiene correcta y puede mantener su pelo limpio, y el pelo largo no dificulta su visión en clase, entonces el estudiante es libre y puede elegir el corte de pelo que quiera», aseguró Nijrabi.

Aunque la limpieza capilar del joven deje que desear, los profesores ya no podrán amenazar con los antiestéticos trasquilones y tendrán que persuadir al alumno para que se corte el pelo.

No solo eso, las autoridades castigarán con penas que pueden ir desde una sanción administrativa al despido a los profesores culpables de rapar a sus alumnos.

Así se busca un incentivo más para mantener a los niños en las escuelas.

Según datos oficiales del Ministerio de Educación, 9,4 millones de niños están escolarizados en el país, pero se considera que el 22,3 % están ausentes por varias razones.

Que las niñas estén exentas de este particular castigo no implica que su condición en el deteriorado sistema educativo afgano sea mucho mejor, en un país que vive una guerra desde la invasión estadounidense que derrocó a los talibanes en 2001.

A parte de los inscritos, 3,7 millones de jóvenes permanecen alejados de las aulas por distintas razones, el 75 % de ellos niñas.

«Ya tenemos estudiantes fuera de las escuelas más que suficientes, y no queremos desalentar a todavía más alumnos manteniendo esta costumbre», sentenció la portavoz de Educación.

Fuente: https://www.eldiario.es/sociedad/Afganistan-relega-pasado-humillantes-escuelas_0_919008417.html

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Incertidumbre por los derechos de las mujeres en Afganistán

Redacción: El Universo

El compromiso firmado por los talibanes para respetar los derechos de las mujeres puede parecer un logro, pero los activistas se preguntan cómo interpretarán el texto los islamistas radicales.

Talibanes y representantes de la sociedad afgana, incluidos algunas mujeres, se reunieron dos días en Doha en un encuentro histórico, al cabo del cual publicaron una declaración conjunta.

Se comprometieron a trazar una «hoja de ruta para la paz», basada en el lanzamiento de un proceso de paz monitoreado.

Los participantes acordaron que «garantizar los derechos de las mujeres en los asuntos políticos, sociales, económicos, educativos y culturales de acuerdo con y dentro del marco islámico de valores islámicos» es vital para una paz duradera.

Los observadores advierten que la promesa está abierta a amplias interpretaciones, dependiendo de quién defina los valores del Islam.

«Durante el periodo talibán, nuestros derechos fueron completamente respetados en ‘el marco de los valores islámicos'», ironizó en Twitter la afgana Wazhma Frogh, activista por los derechos de las mujeres.

«¡Qué éxito en la reunión de Doha: un pasó atrás!», se indignó.

Manizha Qurban, una usuaria afgana de Facebook, pidió que la interpretación de los valores islámicos no quede en manos de «algunas personas ignorantes».

En ese caso, «será una pesadilla, sobre todo para las mujeres. Deberíamos invitar a especialistas de otros países islámicos para que interpreten los valores por nosotros», escribió.

La preocupación y la confusión es aún mayor ya que solo las versiones en inglés y farsi darí de la resolución conjunta incluyen la referencia a los derechos de las mujeres. Una versión del texto publicada en pastún, idioma hablado principalmente por los talibanes, no lo menciona.

Este encuentro coincidió con la voluntad de Estados Unidos de lograr un acuerdo de paz con los insurgentes para retirarse de Afganistán tras 18 años de intervención militar, la guerra más larga de su historia.

‘Clásica retórica talibana’

Los talibanes insisten en que garantizarán los derechos de las mujeres, pero siempre incluyen la advertencia de que estos se definirán según los valores del Islam.

En algunas zonas del país actualmente bajo la influencia de los talibanes (alrededor de la mitad del territorio afgano) los habitantes constatan pequeños cambios.

Los talibanes permiten ahora a las niñas asistir a la escuela primaria, pero siguen separadas de los niños y fijan su currículo escolar.

No obstante, las flagelaciones y las lapidaciones de las mujeres, así como los crímenes de honor (cuando una mujer es acusada de causar deshonor en su hogar) siguen siendo frecuentes.

«Por favor (…) no dejen a los talibanes interpretar los principios islámicos para las mujeres otra vez. (Estos) para ellos significan pegar y encarcelar a las mujeres», escribió una usuaria en Facebook, Samira Samim.

Heather Barr, responsable de Human Rights Watch, señala que parece positivo que las palabras «derechos de las mujeres»estén mencionadas en el texto.

«Pero este lenguaje sobre los derechos de las mujeres en el marco islámico es la clásica retórica talibana», declaró.

Los talibanes «se oponen fundamentalmente a la igualdad de género. Así, las mujeres afganas en la mesa de negociaciones saben que llevan a cabo la lucha de su vida mientras intentan preservar la promesa de igualdad de género que figura en la Constitución» afgana, subrayó Barr.

En mayo, el portavoz de los talibanes Suhail Shaheen aseguró: «no tenemos ningún problema» con los derechos de las mujeres basados en los valores islámicos.

«Tenemos culturas y valores diferentes. Nuestros valores, los valores afganos, son diferentes de los valores occidentales», declaró. (I)

Fuente: https://www.eluniverso.com/noticias/2019/07/09/nota/7417101/incertidumbre-derechos-mujeres-afganistan

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Drama de los niños en zona de conflicto: dejar el cole para no ser reclutados

Redacción: La Vanguardia

«El miedo a ser reclutados y a sufrir agresiones sexuales» hace que muchos menores que viven en zonas de conflicto armado abandonen sus estudios, denuncia la consejera de Save the Children, Michela Ranieri.

Dar visibilidad a este drama es el objetivo de la exposición «Una educación segura para todos» del fotoperiodista Diego Ibarra, que organizada por la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) y la Fundación Save the Children, podrá visitarse desde hoy y hasta el próximo día 24 en la Casa Árabe de Madrid.

Durante la inauguración de la muestra, la jefa de la Oficina de Acción Humanitaria de la AECID, Cristina Gutiérrez, ha explicado que con esta exposición se pretende también denunciar los perjuicios que la educación puede tener en los miles de niños que viven en países en conflicto como Afganistán, Colombia, el Líbano, Pakistán, Siria y Ucrania.

 

 

«Esperamos que sirva para reflexionar sobre cómo un acto tan simple como ir al cole, en otros países se convierte en algo muy difícil o incluso imposible», ha señalado la directora de Sensibilización y Políticas de Infancia de Save the Children, Ana Sastre.

La exposición, que forma parte de la «Declaración sobre Escuelas seguras» firmada por casi un centenar de países, tiene «mucho sentimiento y simbología de lo que implica una escuela en conflicto. Algunas imágenes son muy impactantes y no dejan indiferente a nadie», ha aseverado Gutiérrez.

«Grupos armados instalan sus bases de operaciones en las escuelas porque tienen baños, cocinas y patios, poniendo en peligro a sus alumnos, ya que cuando una escuela se usa para un fin militar, puede ser atacada por la otra parte de manera legítima, ha explicado Ranieri.

Un problema que esta exposición trata de visibilizar para ayudar a «prevenir y castigar los ataques a escuelas en conflicto», ha recalcado Gutiérrez.

Fuente: https://www.lavanguardia.com/vida/20190711/463418729991/drama-de-los-ninos-en-zona-de-conflicto-dejar-el-cole-para-no-ser-reclutados.html

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