Afganistán
La educación afgana: terrible también para los niños. Informe
Los lectores asiduos de este boletín saben perfectamente que Afganistán sufre «la crisis de derechos de la mujer más grave del mundo», que incluye la prohibición de la educación secundaria y superior para las niñas.
Un nuevo informe describe ahora cómo las abusivas políticas educativas de los talibanes en Afganistán están perjudicando también a los chicos.
Uno de los principales motivos de preocupación es que los talibanes han despedido a todas las maestras de las escuelas masculinas. Además de la injusticia contra las mujeres afectadas, la escasez de profesores cualificados para sustituirlas ha dejado a muchos niños en aulas con profesores no cualificados y, en ocasiones sin profesores.
Peor aún, las palizas van en aumento. Niños y padres describen un preocupante aumento de los castigos corporales. Los funcionarios han golpeado a niños frente a toda la escuela por cosas como tener el corte de pelo o la ropa equivocados, o por tener un teléfono móvil.
Y es probable que los cambios en los planes de estudio tengan repercusiones a largo plazo en el país. Los talibanes han eliminado algunas asignaturas por completo, como las artes, los deportes, el inglés y la educación cívica.
Como dice mi colega y experta de HRW Sahar Fetrat: «Los talibanes están causando un daño irreversible al sistema educativo afgano, tanto para los niños como para las niñas. Al dañar todo el sistema escolar del país, corren el riesgo de crear una generación perdida privada de una educación de calidad.»
Fuente: https://www.hrw.org/es/news/2023/12/06/la-educacion-afgana-terrible-tambien-para-los-ninos
Las niñas que desafían el veto del Talibán en las escuelas secretas de Afganistán
En un desafío al gobierno de los talibanes, mujeres y niñas afganas siguen recibiendo educación en secreto.
Fundadas y en su mayor parte atendidas por mujeres, escuelas secretas han comenzado a emerger, ofreciendo clases online y presenciales a aquellas con la valentía suficiente para asistir.
En esta crónica, la periodista afgana Sana Safi de BBC nos lleva al interior de varias escuelas secretas y también de los corazones y las mentes de mujeres que, pese a los riesgos, se resisten a que se les niegue una educación.
«Siento que estoy robando una educación. Estoy robando una vida».
Las inquietantes palabras de una adolescente en Afganistán resuenan en el aire cuando me siento frente a la computadora en mi departamento de Londres, conectada a un mundo clandestino escondido tras el velo del secreto.
«¿Puedes ponerte en la parte de atrás para que pueda ver toda la clase?», pregunto a la joven que sostiene un portátil y que entonces desplaza su cámara a lo largo de la estancia para que yo la pueda ver.
Me muestra una clase completa de al menos 30 mujeres jóvenes. Están sentadas en fila, todas vestidas de negro, excepto por sus pañuelos blancos o estampados que les cubren la cabeza.
Su profesora, también vestida de negro por completo, está de pie junto a una pizarra. Por sus trazos, deduzco que es una clase de biología.
A medida que el suave murmullo de la charla en el aula inunda el espacio virtual, se despliega ante mis ojos una realidad oculta.
No solo soy testigo de de esta clase secreta en un lugar no revelado en Afganistán, sino de un acto de desafío contra los gobernantes talibanes, que desde hace un año y medio prohíben la educación secundaria y universitaria para mujeres y niñas.
Mi «montaña rusa»
Mi viaje al mundo oculto de las escuelas secretas de Afganistán ha sido como una montaña rusa de sentimientos.
Al conectarme en una ventana digital a las vidas de estas educadoras y estudiantes recuerdo mi propio pasado en Kandahar, en el sur del país.
Nací en Afganistán y cuando era niña también tuve que asistir a la escuela en secreto.
Al hablar con la maestra, los recuerdos oscuros y difíciles me abruman por momentos. Hasta que finalmente logro preguntarle: ¿cuánto tiempo lleva trabajando en la escuela?
«He estado aquí como profesora durante seis meses», responde.
Pero siempre con miedo.
«Mi hermano suele decir, ‘por favor, deja la escuela’. Aunque nadie lo sabe, le preocupa que algún día lleguen los talibanes. Pero fueron mis padres quienes me convencieron de quedarme y enseñar a mis hermanas. Porque comparto su dolor. Mi universidad también la cerraron, así que quiero ayudar a las niñas de aquí a estudiar».
En el aula se observan marcos de ventanas de madera tradicionales y cuadros en las paredes. Parece estar llena de vida, lo que contrasta con mis propios recuerdos de mediados de la década de 1990.
Rechazada a las puertas de la escuela
En aquel tiempo, cuando los talibanes llegaron al poder tras una brutal guerra civil, de la noche a la mañana se despojó de la educación a todas las mujeres y niñas.
Mientras viva, nunca olvidaré el primer día que intenté ir a la escuela bajo el régimen talibán.
Con solo siete años, una mujer me recibió y me dijo: «ninguna niña o mujer puede venir a la escuela».
Yo llevaba un uniforme negro hecho por mi madre con un cinturón amarillo bordado, que tampoco estaba permitido.
Recuerdo haber sentido una gran decepción cuando la mujer me prohibió entrar, porque estaba muy emocionada con mi uniforme.
Mis padres, entonces, comenzaron a buscar una escuela secreta.
Dieron con una pareja de esposos que había convertido su casa en varias aulas.
Todas las mañanas mi madre me llevaba al mercado de hortalizas para luego desaparecer por la parte de atrás y entrar en la escuela secreta hecha de barro. Aprendimos a leer y a escribir con los libros que consiguieron.
Pero los esfuerzos de aquella pareja fueron, por desgracia, efímeros.
Cuando los talibanes se enteraron, asaltaron nuestra escuela y encarcelaron por 15 días a mis maestros, quienes, tras ser liberados, huyeron de Afganistán.
Cinco años más tarde, cuando las fuerzas estadounidenses y aliadas derrocaron el régimen talibán por los ataques del 11 de septiembre, yo estaba entre los millones de adolescentes que reclamamos nuestro derecho a la educación.
Pero cuando los talibanes regresaron al poder en agosto de 2021, una vez más se coartó el acceso de mujeres y niñas a los centros educativos.
Ahora las niñas pueden asistir a escuelas primarias, pero la educación secundaria las universidades les están vedadas.
Este cruel giro del destino ha erosionado el potencial de estas jóvenes y dejado sus sueños pendiendo de un hilo.
En el núcleo de las redes de escuelas secretas de Afganistán hay intrépidas educadoras que se ven obligados a trabajar en la sombra.
Como Pashtana Durrani una activista que, desde que entró en vigor la prohibición más reciente, ha liderado la creación de muchas de las nuevas escuelas clandestinas del país.
Su organización paraguas, Learn Afghanistan, tiene hoy 230 estudiantes, todas mayores de 12 años.
“Poder decidir mi destino”
El riesgo para todos los involucrados, confiesa, es enorme. Pero cree que dejar de hacerlo simplemente no es una opción.
«Si no hubiera recibido mi educación, me habrían casado. Mi hermana estaría casada. Mi hermano estaría trabajando en alguna parte pese a ser menor. Pero, gracias a mi educación, me convertí en la matriarca de mi familia y eso me dio poder sobre mi destino», afirma.
Veo cómo los esfuerzos de Pashtana dan fruto a través de la pantalla de mi portátil cuando sus alumnas me hablan en un inglés impecable. Me dicen que estudian de todo, desde biología, química, física y filosofía hasta materias más prácticas como diseño gráfico.
Varias mujeres jóvenes describen sus ambiciones de convertirse en diplomáticas, médicas e ingenieras.
Mientras las escucho, recuerdo los desafíos que implican estos esfuerzos. El miedo a ser descubiertas y el cierre de las escuelas son unas amenazas constantes. Pero más fuerte aún es la determinación de estas jóvenes de aprender y crecer.
La posición oficial de los talibanes sobre la nueva prohibición de la educación es que no se trata de algo permanente.
Dicen que están trabajando para crear un «ambiente seguro» e introducir «los cambios necesarios en el plan de estudios». Pero aún queda saber qué significa eso o cuándo, en todo caso, se levantará la prohibición.
Este viaje virtual me ha dejado una mezcla de emociones: esperanza, frustración, admiración y tristeza.
La lucha por la educación de las niñas en Afganistán está lejos de lograr sus objetivos, pero la determinación de estas personas es un faro de esperanza.
Como me dijo una alumna: «seguiremos resistiendo. Tal vez algún día veamos la luz al final del túnel».
Afganistán: La educación no puede esperar
Somaya Faruqi, Campeona Mundial de la ECW, reflexiona sobre los dos años transcurridos desde la toma del poder de facto en Afganistán y la prohibición impuesta a la educación de las niñas.
Hace hoy dos años, Somaya Faruqi, entonces una adolescente de 19 años, estaba junto a otras nueve chicas de su equipo de robótica en de Kabul cuando las autoridades de facto tomaron el poder en Afganistán. El equipo había acudido a la capital para participar en una competición de robótica. Nunca imaginaron que aquello marcaría el comienzo de un viaje que las alejaría de su querido país y cambiaría sus vidas para siempre.
Somaya mira fijamente a lo lejos mientras recuerda el momento en el que se dirigían al aeropuerto de Kabul. Junto a ellas había otros miles de personas: hombres armados patrullando las calles, niños perdidos llorando por sus padres, madres buscándoles histéricas por los edificios, cadáveres y heridos por el suelo.
«Las soñadoras afganas», su equipo robótica había aparecido regularmente en las noticias afganas por su trabajo en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM) y por su participación activa en la sociedad. Pero de un día para otro ya no estaban a salvo en Afganistán. Así que Somaya y los miembros de su equipo tuvieron que huir y ponerse a buen recaudo en Qatar.
Durante dos meses permanecieron en Doha. «Fue un periodo difícil. La mayoría de nosotras nos sentíamos muy deprimidas. Cada vez que empezábamos a hablar de Afganistán, llorábamos. Era difícil hablar de lo que habíamos presenciado en esos últimos días», recuerda Somaya.
El 18 de septiembre, a las pocas semanas de tomar el poder, las autoridades de facto impusieron la prohibición de que las niñas asistieran a la escuela secundaria. A pesar de sus promesas de reabrir la escuela a todas las niñas en unos meses, la prohibición se ha mantenido estrictamente, y se ha ampliado en los últimos dos años.
Lejos de casa
Somaya terminó el 12º curso en Qatar, desde donde solicitó plaza en la universidad y recibió una beca del Fondo Qatarí para el Desarrollo para cursar estudios de ingeniería en Estados Unidos. Desde niña sólo soñaba con ser ingeniera, pero nunca imaginó que tendría que dejar su país para conseguirlo.
«Lo que había soñado de niña comparado con mi realidad de ahora es muy diferente. Estudio lo que siempre quise estudiar, pero nunca imaginé que tendría que huir de mi país para hacerlo. A veces, me siento culpable de poder estudiar cuando mis antiguas compañeras ni siquiera pueden ir a la escuela en Afganistán, y algunas se han visto obligadas a casarse a una edad temprana», explica Somaya.
Hoy, mientras Somaya cursa una carrera de ingeniería en Estados Unidos, no puede creer que haya pasado un segundo año y que a sus amigas de Afganistán se les haya negado su derecho humano inherente a la educación, a aprender y a perseguir sus propios sueños.
La necesidad de seguir apoyando a las mujeres y niñas afganas
Ahora, con 21 años, Somaya afirma que la situación de las niñas en el país es incomprensible. «A las niñas se les ha prohibido el acceso a los espacios públicos: escuelas, gimnasios, parques; no se les permite hacer nada; sólo quedarse en casa. Muchas se han visto obligadas a casarse», afirma, y añade que la situación está afectando enormemente a la salud mental de las niñas. «La depresión es generalizada. La tasa de suicidios de niñas ha aumentado mucho en los últimos dos años. Es trágico».
Somaya insiste en la urgente necesidad de apoyar recursos de salud mental en línea para ayudar a las niñas y mujeres atrapadas en casa a sobrellevar las penurias que sufren y ayudarlas a recuperarse y mantener la esperanza. «La situación es especialmente difícil para las niñas obligadas a casarse. Tiene que haber más esfuerzos y campañas para concienciar y cambiar las normas culturales que empujan a las familias a casar a sus hijas.»
¿Qué la hace seguir adelante en los días más difíciles?
La resistencia de las niñas afganas que viven en una situación imposible pero se aferran a la esperanza de volver a la escuela algún día. Y, las mujeres afganas en las calles arriesgando sus vidas para protestar por sus derechos.
«La valentía de estas niñas de Afganistán me da fuerzas para usar mi propia voz como activista y como Campeona Mundial de la ECW para amplificar sus voces ante el mundo. También me inspira en mis propios estudios de ingeniería porque conozco el valor de la oportunidad de educación que tengo, una que a ellas se les niega de forma inaceptable.»
Nota: Desde septiembre de 2021, la prohibición ha dejado a 1,1 millones de niñas y mujeres jóvenes del país sin acceso a la educación formal. En diciembre de 2022 se prohibió además la educación universitaria para las mujeres.
Para alzar las voces de las niñas de Afganistán a las que se niega el acceso a la educación y al futuro por el que han trabajado y con el que han soñado. La ECW, en colaboración con Somaya Faruqi, lanza el 15 de agosto de 2015 la campaña #AfghanGirlsVoices, que durará un mes y pondrá de relieve sus voces.
Imagen: Somaya Faruqi, Campeona Mundial de la ECW
Fuente: ECW
Más información en UNRIC
Afganistán: La resolución del Consejo de Seguridad de la ONU debe estar respaldada por una acción concertada para restituir los derechos a las mujeres y las niñas
En respuesta a la aprobación por el Consejo de Seguridad de la ONU de la resolución que exige a los talibanes levantar urgentemente las restricciones que vulneran los derechos de las mujeres y las niñas en Afganistán —votada a raíz de la reciente prohibición de que las mujeres afganas trabajen con la ONU en el país— Joyce Bukuru, responsable de trabajo de incidencia de Amnistía Internacional ha manifestado:
“El Consejo de Seguridad ha aprobado la resolución en un contexto de ataque implacable a los derechos humanos de las mujeres y las niñas en Afganistán. Los talibanes tienen la obligación de cumplir la resolución, levantar de inmediato las prohibiciones y restricciones sobre los derechos de las mujeres y las niñas, incluidos los derechos al trabajo y la educación, y poner en libertad a todas las personas que están detenidas por protestar o denunciar las prohibiciones”.
“Aunque se trata de un paso en la dirección correcta, la resolución no abarca la obligación de rendir cuentas de los responsables de la vulneración sistemática de derechos. Tampoco fija las medidas concretas que deben adoptar los miembros del Consejo de Seguridad para apoyar las iniciativas en curso destinadas a restituir los derechos a las mujeres y las niñas en Afganistán y a hacer rendir cuentas a los talibanes, en cuanto autoridades de facto, por sus violaciones graves y sistemáticas de los derechos humanos de las mujeres y las niñas.”
“Afganistán tiene obligaciones en virtud del derecho internacional de los derechos humanos, pero ninguna de las iniciativas tomadas hasta ahora han detenido los abusos de los talibanes. Esta resolución debe ir acompañada de máxima presión internacional para enviar a los talibanes el mensaje de que los derechos de las mujeres y las niñas no son negociables: son universales e inalienables.’’
Información complementaria
El 5 de abril de 2023, los talibanes anunciaron su decisión de prohibir a las mujeres afganas trabajar con la ONU, ampliando una prohibición anterior de trabajar con ONG. Este anuncio se ha producido en un momento en el que Afganistán atraviesa una crisis humanitaria sin precedentes.
Amnistía Internacional ha documentado anteriormente cómo los talibanes están devastando las vidas de las mujeres y las niñas de Afganistán con la represión de sus derechos humanos. Desde que tomaron el control del país en agosto de 2021, los talibanes han violado los derechos de las mujeres y las niñas a la educación, al trabajo y a la libre circulación; han diezmado el sistema de protección y apoyo para quienes huyen de la violencia de género en el ámbito familiar; han detenido a mujeres y niñas por infracciones menores de normas discriminatorias, y han contribuido al aumento del número de matrimonios infantiles, precoces y forzados en Afganistán.
https://www.es.amnesty.org/en-que-estamos/noticias/noticia/articulo/afganistan-la-resolucion-consejo-seguridad-onu-accion-concertada-restituir-derechos-mujeres-ninas/
UNICEF: La decisión de los talibanes de prohibir a las mujeres afganas trabajar con las Naciones Unidas costará la vida de los niños
La decisión de los talibanes de prohibir a las mujeres afganas trabajar con las Naciones Unidas costará la vida de los niños
NUEVA YORK, 5 de abril de 2023 – “Afganistán es el hogar de una de las peores crisis humanitarias del mundo. Más de 28 millones de personas, incluidos más de 15 millones de niños, necesitan asistencia humanitaria y de protección este año, un aumento asombroso de 4 millones de personas con respecto a 2022. El hambre y las enfermedades acechan. Y la economía está hecha jirones.
“Sin embargo, a pesar de esta situación devastadora, las autoridades de facto han tomado la decisión inconcebible y confusa de prohibir que las mujeres afganas trabajen con las Naciones Unidas en Afganistán, incluido UNICEF. Inmediatamente después del decreto que prohíbe a las mujeres afganas trabajar con ONG, esta decisión es otra afrenta a los derechos fundamentales de las mujeres y socava aún más la entrega de asistencia humanitaria en todo el país.
“Las mujeres afganas son el alma de nuestra respuesta humanitaria. Están altamente capacitados y en una posición única para llegar a los afganos más vulnerables, incluidos niños y mujeres, enfermos y ancianos, así como personas con discapacidades. Tienen acceso a poblaciones a las que sus colegas masculinos no pueden llegar. Son expertos en nutrición, trabajadores sociales y de salud comunitarios, maestros, vacunadores, enfermeras, médicos y mucho más.
“Con una de las operaciones más grandes sobre el terreno, UNICEF tiene como objetivo llegar a 19 millones de afganos con servicios esenciales solo este año. Brindamos tratamiento a niños con desnutrición severa. Nos estamos asegurando de que las familias tengan ropa abrigada y que las comunidades tengan agua segura para beber. Y estamos llevando vacunas que salvan vidas y otros suministros a los centros médicos.
“Las trabajadoras son vitales para el éxito de nuestro trabajo. Sin ellos, el desastre humanitario que se desarrolla dentro de Afganistán se intensificará y morirán más niños.
“UNICEF se hace eco del Secretario General de la ONU al condenar enérgicamente la decisión de las autoridades de facto de prohibir que las mujeres afganas trabajen con las Naciones Unidas en Afganistán.
“Instamos encarecidamente a las autoridades de facto a que revoquen la decisión y revoquen todas las medidas que restringen los derechos de las mujeres y las niñas al trabajo, la educación y la libertad de movimiento”
Fuente de la Información: https://www.unicef.org/press-releases/talibans-decision-ban-afghan-women-working-united-nations-will-cost-childrens-lives