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Buscan restablecer acceso de mujeres afganas a educación y trabajo

Prensa Latina 
El Ministerio del Interior de Afganistán informó hoy que el Emirato Islámico (gobierno Talibán) trabaja en formas de reabrir las universidades para mujeres y facilitar su acceso al trabajo.

En un comunicado, el titular interino de Interior, Sirajuddin Haqqani, divulgó que se reunió en Kabul con el enviado de la Misión de Asistencia de Naciones Unidas para Afganistán (Unama), Markus Potzel, quien compartió sus preocupaciones sobre las restricciones a la educación para las féminas en el país.

Haqqani dijo que se están realizando esfuerzos para encontrar una solución permanente dentro de la Sharia (ley islámica) y acorde con la cultura afgana.

El Ministerio del Interior dijo que los líderes del Emirato Islámico están comprometidos con el bienestar y la prosperidad de la gente, y que se están realizando esfuerzos para abordar el problema, informó el portavoz de la cartera, Abdul Nafay Takor.

De acuerdo con la Unama, Potzel transmitió el llamado de la comunidad internacional para levantar las prohibiciones de trabajo y educación para mujeres y niñas en Afganistán.

Poco después de su llegada al poder, en agosto de 2022, el Talibán prohibió el acceso a la educación para las niñas con estudios superiores al sexto grado, lo que ha generado fuertes reacciones dentro y fuera del país desde entonces.

Tras esa primera medida en contra del sector femenino, el Emirato Islámico limitó también el acceso de las mujeres al empleo, comenzando por las que se desempeñaban en oficinas del gobierno; y el mes pasado, prohibió el empleo de las féminas en Organizaciones No Gubernamentales.

https://www.prensa-latina.cu/2023/01/04/buscan-restablecer-acceso-de-mujeres-afganas-a-educacion-y-trabajo

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Afganistán: Tras condenar a prohibición de los talibanes a las mujeres de ir a la universidad, la ONU pide su revocación inmediata

La exclusión sistemática de las mujeres en prácticamente todos los aspectos de la vida en el país no tiene parangón en el mundo.

La ONU, todas sus agencias y los expertos en derechos humanos han condenado la decisión de los talibanes de cerrar las universidades a las mujeres y han solicitado a las autoridades de facto que gobiernan Afganistán que «revoquen inmediatamente la decisión».

En un comunicado, la Misión de Asistencia de la ONU en Afganistán (UNAMA) instó a tales autoridades a «reabrir las escuelas para niñas más allá del sexto grado y poner fin a todas las medidas que impiden a las mujeres participar plenamente en la vida pública cotidiana».

Violación clara del derecho a la educación

El Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Volker Türk, describió la prohibición como «otro golpe atroz y cruel a los derechos de las mujeres y niñas afganas y un revés profundamente lamentable para todo el país».

Tras recordar que su exclusión sistemática de prácticamente todos los aspectos de la vida «no tiene parangón en el mundo», sostuvo que prohibir a las mujeres la educación terciaria es «aún más desgarrador» si se tienen en cuenta sus vitales contribuciones a lo largo de los años.

«Además de la prohibición de que las niñas asistan a la escuela secundaria, basta pensar en todas las doctoras, abogadas y maestras que se han perdido, y que se perderán, para el desarrollo del país», dijo el alto funcionario de la ONU.

Afirmó que suspender el acceso de las mujeres a la educación terciaria y superior supone una «clara violación» de las obligaciones contraídas por Afganistán en virtud del derecho internacional, y añadió que su derecho a acceder a todos los niveles educativos sin discriminación es «fundamental e incuestionable».

Unas niñas leen sus libros de texto en el centro educativo Dasht-e-Barchi de Kabul (Afganistán). (archivo)
© UNICEF/Shehzad Noorani
Unas niñas leen sus libros de texto en el centro educativo Dasht-e-Barchi de Kabul (Afganistán). (archivo)

Confinamiento entre cuatro paredes

La prohibición de que las mujeres asistan a la universidad es una continuación de las políticas de discriminación sistemática de los talibanes.

Desde agosto de 2021, han prohibido a las niñas cursar estudios secundarios, han restringido la libertad de circulación de mujeres y niñas, han excluido a las mujeres de la mayor parte de la población activa y les han prohibido utilizar parques, gimnasios y baños públicos.

Estas restricciones culminan con el confinamiento de las mujeres y niñas afganas a las cuatro paredes de sus hogares, según la UNAMA.

«Impedir que la mitad de la población contribuya de forma significativa a la sociedad y a la economía tendrá un impacto devastador en todo el país».

Hacerse daño a sí mismo

La UNAMA recordó que estas prácticas expondrán a Afganistán a un mayor aislamiento internacional, penurias económicas y sufrimiento, «lo que repercutirá en millones de personas durante años».

«La ONU estima que restringir el trabajo de las mujeres puede suponer una pérdida económica de hasta 1000 millones de dólares, o hasta el 5% del Producto Interior Bruto (PIB) del país», explicaron, y añadieron que prohibir el acceso de las mujeres a las universidades, incluidas las maestras y profesoras, contribuirá a pérdidas económicas adicionales.

La educación es un derecho humano básico, recordó la misión de la ONU. Excluir a las mujeres no sólo les niega este derecho, «sino que niega a la sociedad afgana en su conjunto el beneficio de sus contribuciones».

Repercusiones

La exclusión de facto de mujeres y niñas de la educación, el lugar de trabajo y otros ámbitos de la vida por parte de las autoridades aumenta los riesgos de matrimonios forzados y de menores, así como la violencia y los abusos, señaló la UNAMA.

«La discriminación continuada contra más de la mitad de la población del país se interpondrá en el camino de Afganistán hacia la consecución de una sociedad inclusiva en la que todos puedan vivir con dignidad y disfrutar de igualdad de oportunidades», aseguraron los responsables de la Misión.

La ONU recuerda a los talibanes que arrebatar el libre albedrío a las mujeres y excluirlas de todos los aspectos de la vida pública y política va en contra de las normas universales de derechos humanos en las que se basan las sociedades pacíficas y estables.

«Esta decisión será un factor negativo para los afganos en el extranjero que se planteen regresar y obligará a más personas a huir del país», continúa el comunicado.

Un grupo de niñas de primaria sentadas en su clase en un instituto de la provincia afgana de Nuristán.
© UNICEF/Sayed Bidel
Un grupo de niñas de primaria sentadas en su clase en un instituto de la provincia afgana de Nuristán.

Cerrar la puerta al futuro

El máximo representante de la ONU en el país, Ramiz Alakbarov, afirmó en Twitter que la Organización «habla con una sola voz», al compartir la indignación de millones de ciudadanos, así como de la comunidad internacional.

«La educación es un derecho humano fundamental», tuiteó.

«Una puerta cerrada a la educación de las mujeres es una puerta cerrada al futuro de Afganistán».

Persecución de género

Al mismo tiempo, 19 expertos independientes en derechos humanos nombrados por la ONU condenaron la decisión en los términos más enérgicos, señalando que, entre otras muchas «restricciones irracionales», esta medida puede equivaler a persecución por motivos de género, un crimen contra la humanidad.

El anuncio es «una violación flagrante de sus derechos humanos consagrados en múltiples tratados internacionales, de los que Afganistán es signatario, y tendrá consecuencias desastrosas para los afganos», afirmaron en un comunicado.

Los expertos también señalaron que otros eruditos islámicos afirmaron que no existe ninguna justificación religiosa o cultural para ello.

Impacto profundo

Educar a mujeres y niñas sienta las bases de la autonomía económica de las mujeres y es fundamental para lograr la igualdad de género.

Sin mujeres instruidas, habrá menos profesionales para atender a la población y sacar adelante a Afganistán, sostuvieron los expertos.

Señalaron que las doctoras son necesarias para proporcionar a las mujeres una atención médica adecuada, ya que las autoridades de facto restringen a los médicos varones el tratamiento de mujeres y niñas.

Sin maestras, que antes constituían el 82% del Ministerio de Educación, el aprendizaje de los niños se resentirá, y sin abogadas, las mujeres y sus familias tendrán acceso a la justicia.

«Las repercusiones intergeneracionales de tal restricción serán profundas y desastrosas para Afganistán».

Instaron a los talibanes a «dejar de utilizar la seguridad de las mujeres y las niñas como pretexto para imponerles restricciones severas y desproporcionadas y, en su lugar, abordar la causa fundamental de la violencia y la discriminación contra las mujeres y las niñas, a saber, el comportamiento y las actitudes de los hombres que las consideran inferiores y subordinadas a los hombres y los niños».

Mujeres veniendo sus pertenecencias en la provincia afgana de Balkh.

Los más afectados

Por su parte, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) presentó los resultados de una encuesta que revela que las mujeres y las niñas de Afganistán son las más afectadas por la crisis humanitaria y económica actual.

Las limitaciones para trabajar hacen imposible que muchas de ellas puedan alimentarse a sí mismas y a sus hijos, lo que aumenta el riesgo de que adopten estrategias desesperadas para hacer frente a la situación, como vender sus bienes, sacar a sus hijos de la escuela o saltarse por completo las comidas, explicó el PMA.

Restricciones y más restricciones

La movilidad de las mujeres se ha visto aún más limitada al obligarlas a ir acompañadas de acompañantes masculinos, lo que ha dificultado su acceso a mercados, clínicas y puntos de distribución.

Las trabajadoras humanitarias, esenciales para las mujeres y niñas vulnerables, se enfrentan a retos similares.

Se calcula que en Afganistán hay unas 800.000 mujeres desnutridas embarazadas y lactantes, la cifra más alta jamás registrada en Afganistán, lo que perpetúa un círculo vicioso de madres desnutridas que dan a luz a niños desnutridos.

Fuente: https://dppa.un.org/es/tras-condenar-la-prohibicion-de-los-talibanes-las-mujeres-de-ir-la-universidad-la-onu-pide-su#:~:text=21%20Dic%202022-,Tras%20condenar%20la%20prohibici%C3%B3n%20de%20los%20talibanes%20a%20las%20mujeres,tiene%20parang%C3%B3n%20en%20el%20mundo.

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Afganistán: Adolescentes afganas se presentan a exámenes pese a llevar un año sin ir a clases

Asia/Afganistán/09-12-2022/Autor(a) y Fuente: www.jornada.com.mx

Jóvenes afganas podrán tomar sus exámenes de graduación de la escuela secundaria esta semana, a pesar de que se les ha prohibido la entrada a las aulas desde que los talibanes tomaron el control del país el año pasado. En la imagen, estudiantes asisten a un centro educativo religioso, que permaneció abierto desde el cambio de régimen, en Kabul, Afganistán, el 11 de agosto de 2022. Foto Ap

Las autoridades educativas afganas organizaron el miércoles exámenes de fin de estudios secundarios para adolescentes en gran parte del país, a pesar de que a la mayoría de ellas se les prohibió asistir a clase durante más de un año.

El ministerio de Educación no facilitó detalles sobre los exámenes -ni sobre el número de alumnas que se presentaban a ellos- y se negó a permitir que los medios de comunicación se acercaran a las escuelas donde se estaban celebrando.

«Fueron muy difíciles. No estábamos listas», dijo una adolescente a AFP mientras se dirigía a su casa, pidiendo no ser identificada.

Afirmó que les avisaron sobre el examen apenas unos días antes. «Este examen no sirve porque durante tres años no hemos estudiado nada. Primero fue el coronavirus y luego la llegada de los talibanes, así que no pudimos estudiar», detalla.

La mayoría de las escuelas secundarias para niñas cerraron sus puertas en todo el país desde que los talibanes volvieron al poder en agosto del año pasado, y los islamistas de línea dura ofrecen una serie de excusas para justificar este hecho.

Los funcionarios afirman no contar con suficientes profesores o fondos. También aseguran que reabrirán cuando se haya preparado un plan de estudios islámico y cuando se formule una política nacional sobre el atuendo escolar.

El ministerio había anunciado la reapertura de dichas escuelas en marzo del año pasado, pero fueron cerradas horas después por orden del líder supremo Hibatulá Akhundzada que, según fuentes talibanes, se opone a la educación de las niñas.

Los talibanes permitieron hasta ahora que las jóvenes asistan a la universidad, con clases segregadas por sexo.

Sin embargo, se teme que, sin poder aprobar el examen de fin de estudios, haya muy pocas mujeres que puedan solicitar la universidad.

Los estudiantes que aprueban el examen de fin de estudios son elegibles para presentar el «Kankor», una prueba altamente competitiva que decide codiciadas plazas universitarias.

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Nuevo ministro talibán diluye esperanzas de escuelas femeninas de Afganistán

La designación este miércoles de un nuevo ministro de Educación en Afganistán, un erudito conservador cercano al líder supremo de los talibanes, diluye la posibilidad de reabrir las escuelas secundarias femeninas en el país, cerradas desde la llegada al poder de los fundamentalistas hace un año.

El ex jefe del consejo de eruditos de la provincia meridional de Kandahar Malawi Habibullah Agha es desde este miércoles el nuevo ministro de Educación, como parte de una serie de cambios en la Administración del Gobierno talibán de la que informó hoy el principal portavoz de los fundamentalistas, Zabiullah Mujahid.

Agha sustituye así al exministro Noorullah Munir, que estuvo casi un año al frente de esta cartera como parte del primer gabinete de los talibanes tras su llegada al poder, y mantuvo el cierre de las escuelas de secundaria femeninas, pese a mostrar en varias ocasiones su compromiso de reabrir los centros una vez las «adaptaran» a la ley islámica o sharía.

El nuevo ministro es una de las figuras más cercanas al líder supremo de los talibanes, Mawlawi Hibatullah Akhundzada, por lo que es visto como un perfil más conservador y se supone contrario a la reapertura de las escuelas de educación femenina.

A juicio de la activista afgana Nahid Noori, «el ministro anterior estaba bajo mucha presión de la nación afgana y de la comunidad internacional por no abrir las escuelas para niñas, por lo que el líder talibán ha decidido traer una nueva cara al ministerio para soportar la presión y hacer su trabajo» de acuerdo a sus ideas, dijo a Efe.

Desde la llegada al poder de los fundamentalistas el 15 de agosto de 2021, las mujeres han experimentado un deterioro en materia de derechos humanos que las acerca cada vez más al primer régimen talibán de 1996, cuando quedaron recluidas a las labores domésticas, sin posibilidad de trabajar o recibir educación académica.

La plétora de limitaciones impuestas a las mujeres en poco más de un año incluyen desde la imposición del burka hasta la segregación por sexos en lugares públicos o el veto a viajar sin velo y acompañadas de un familiar masculino en trayectos largos.

Pese a que durante este último año varios centros educativos trataron de reabrir las escuelas secundarias para mujeres, como ocurrió a principios de este mes en la provincia de Paktya, los talibanes reprimieron y ordenaron a los pocos días el cierre.

El decreto también apunta al exviceministro del Interior Mullah Mohammad Mohsin como nuevo gobernador de la provincia de Panjshir, donde recientemente se registraron enfrentamientos entre presuntos rebeldes del Frente de la Resistencia Nacional (NRF) y los talibanes.

El gobierno fundamentalista informó de la muerte de al menos 41 miembros del NRF, incluidos cuatro comandantes, en un operativo llevado a cabo en el antiguo bastión de la resistencia que luchó contra la toma del poder de los talibanes hace un año.

Fuente: https://www.swissinfo.ch/spa/afganist%C3%A1n-educaci%C3%B3n_nuevo-ministro-talib%C3%A1n-diluye-esperanzas-de-escuelas-femeninas-de-afganist%C3%A1n/47917776

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Afganistán: Con Carter inician los eventos que culminaron en el 9/11

Asia/Afganistán/23-09-2022/Autor(a) y Fuente: www.elsalvador.com

El crimen más reciente del fanatismo islamista es el asesinato de una joven de 22 años, Mahsa Amini, a quien la policía “moralista” de Irán apresó para aleccionarla cómo “llevar el velo”, vale decir los trapos con los que en los regímenes “fundamentalistas” cubren a las mujeres, a las que consideran seres de “segunda clase”.

¿Cuáles son los eventos que culminaron con el ataque a las Torres Gemelas por una banda terrorista lidereada por Mohammed o Mahoma Atta?

No hay que ir muy lejos para saberlo. La principal causa fue el destronamiento del Sha de Irán por Jimmy Carter, que de inmediato instaló en el poder a un clérigo fanático que estaba refugiado en el sur de Francia y desde donde nadie habría hecho mayor caso a sus incendiarias y descabelladas prédicas, pero que una vez en el poder impuso sobre Irán una teocracia con todos los horrores que tal cosa implica, incluyendo ahorcar a personas por “ofensas” a Mahoma.

El crimen más reciente de los enloquecidos es el asesinato de una joven de 22 años, Mahsa Amini, a quien la policía “moralista” del régimen apresó para aleccionarla cómo “llevar el velo”, vale decir los trapos con los que en los regímenes “fundamentalistas” cubren a las mujeres, a las que consideran seres de “segunda clase”.

La capital, Teherán, Kerman y otras ciudades y pueblos de Irán han sido escenario de desafiantes e incendiarias protestas, en las cuales las mujeres han literalmente quemado los trapos y mostrado sus rostros, mientras son vitoreadas por muchedumbres, incluyendo a hombres.

La televisión internacional ha mostrado imágenes de manifestantes coreando consignas como “¡Mujeres, vida, libertad!” y poniendo barricadas ardientes y enfrentándose a la policía, en jornadas que significan un “¡basta ya!” al fanatismo y la locura.

En Afganistán las mujeres están forzadas a cubrirse desde la cabeza hasta los pies y se les niega la educación a las niñas mayores de doce años, se les prohíbe salir de casa sin ser acompañadas de un miembro masculino de su familia, además de vedarles desempeñarse como profesionales.

El 9 de octubre de 2012 una joven pakistaní, Malala Yousafzai, recibió un disparo en la cara que le asestó un talibán porque ella abogó por el derecho de la mujer a ser educada. Malala, quien vive en el exilio, es la persona más joven en recibir el Premio Nobel de la Paz, el mismo premio que el Parlamento noruego otorgó al malvado personaje que instaló a los fundamentalistas en el poder al propiciar la caída del Sha de Irán.

Lo que la inmensa mayoría de la gente olvida del infernal personaje que es Carter es que en su propio país, los Estados Unidos, racionó los combustibles, forzando a los automovilistas a ir de un lugar a otro buscando dónde llenar de gasolina o diesel sus vehículos, pese a que el país cuenta con reservas inmensas.

Carter estuvo a punto e inclusive mandó imprimir tiquetes de racionamiento, como se supo en su momento, muy similares a los que franceses, ingleses y otros países, con la excepción de Alemania, distribuían desde azúcar y mantequilla hasta gasolina.

Al rechazar los racionamientos, una decisión tomada conjuntamente por el canciller Konrad Adenauer y su ministro de Economía, Ludwig Erhard, se impulsó la rápida reconstrucción del país durante los años del llamado “Milagro Alemán”, sentando la economía de mercado como el modelo para reconstruir economías destrozadas por la guerra, un sistema que a su modo opera en China y que fue aplicado casi de inmediato por los llamados “Tigres del Asia”, entre ellos Corea del Sur, Taiwán y hasta Vietnam.

Los fundamentalistas pretenden borrar los avances de 15 siglos

El Sha de Irán, amigo de Occidente, vigilaba lo que sucedía en el Medio Oriente y pudo, de haber permanecido en el poder, sofocar a tiempo la conjura de islamistas radicales que culminó en los ataques a las Torres Gemelas, parte de los movimientos propiciados por alQaeda, Bin Laden y sus secuaces.

De dejarlos, los fundamentalistas acarrearían al mundo a los tiempos cuando Mahoma predicaba, borrando todas las conquistas realizadas por la humanidad, incluyendo los viajes al espacio y a la Luna y la llegada de aeronaves no tripuladas a Marte.

Fuente e Imagen: https://www.elsalvador.com/opinion/nota-del-dia/iran-islam-/1000302/2022/

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ODS5. Afganistán ha perdido 500 millones de dólares en los últimos doce meses por negar a las niñas la educación secundaria

Privar a las niñas del país de su derecho a la educación tendrá un efecto devastador en la economía del país.

Según un nuevo análisis de UNICEF, mantener a las niñas fuera de la escuela secundaria le cuesta a Afganistán el 2,5% de su Producto Interior Bruto (PIB) anual.

Si los tres millones de niñas que conforman el actual grupo de edad de ese tramo educativo pudieran completar su educación secundaria y participar en el mercado laboral, las niñas y mujeres podrían aportar al menos 5.400 millones de dólares (5.261 millones de euros) a la economía afgana.

Las estimaciones de UNICEF no tienen en cuenta el impacto no financiero de negar a las niñas el acceso a la educación, como el futuro déficit de profesoras, doctoras y enfermeras, el consiguiente impacto en la disminución de la asistencia de niñas a la escuela primaria y el aumento de los costes sanitarios relacionados con los embarazos adolescentes. Tampoco tienen en cuenta los beneficios más amplios de la educación, como el éxito educativo general, la reducción del matrimonio infantil y una menor mortalidad infantil.

La decisión tomada el 23 de marzo de no permitir a las niñas volver a la escuela secundaria fue impactante y profundamente decepcionante. No solo viola el derecho fundamental de las niñas a la educación, sino que las expone a una mayor ansiedad y a un mayor riesgo de explotación y abuso, incluyendo la trata infantil y el matrimonio forzoso y temprano”, asegura Mohamed Ayoya, representante de UNICEF en Afganistán. “Ahora, este nuevo análisis explica claramente el terrible impacto económico que esta decisión tiene sobre el PIB del país”.

Consecuencias de la tardía educación de las niñas afganas

Antes de que los talibanes tomaran el poder el 15 de agosto del año pasado, más de 4,2 millones de niños en Afganistán estaban fuera de la escuela, el 60% de ellos niñas. Aunque el potencial coste de no educar a niños y niñas por igual es alto en términos de ganancias perdidas, no educar a las niñas tiene un coste especialmente alto debido a la relación entre el éxito educativo y el retraso del matrimonio y la maternidad por parte de las niñas, su participación en el mercado laboral, la toma de decisiones sobre su propio futuro y la mayor inversión en la salud y la educación de sus propios hijos más adelante.

El análisis muestra que Afganistán será incapaz de recuperar el PIB perdido durante la transición y de alcanzar su verdadera productividad potencial si no cumple el derecho de las niñas a acceder y completar la educación secundaria.

UNICEF quiere ver a cada niña y cada niño de Afganistán en la escuela, aprendiendo”, asegura Ayoya. “No pararemos hasta lograr este objetivo. No es solo que la educación sea un derecho para cada niño y niña, es que es la base del futuro crecimiento de Afganistán”.

El compromiso de UNICEF con los niños y jóvenes de Afganistán

Con las niñas sin poder volver a la escuela secundaria, surgen otros problemas que UNICEF está tratando de paliar: la organización trabaja para llegar a las niñas adolescentes con los servicios que necesitan –como apoyo para prevenir la anemia o higiene y salud menstrual-, que UNICEF solía proporcionar en las escuelas. En los últimos doce meses, los servicios de salud y nutrición en las escuelas han llegado a 272.386 niñas y adolescentes con suplementos de hierro y ácido fólico. Es decir, la imposibilidad de las niñas de continuar su educación compromete su salud.

La desnutrición infantil también está aumentando. En junio de 2021 30.000 niños recibieron tratamiento contra la desnutrición aguda en el país; en junio de 2022 fueron 57.000, es decir, un aumento del 90%. Los niños están siendo obligados a trabajar para apoyar a sus familias en vez de ir a la escuela, el lugar más seguro en el que podrían estar.

La de Afganistán sigue siendo una de las crisis de infancia más complejas y multidimensionales a nivel mundial”, concluye Ayoya. “Se trata de un momento crítico para una generación de niños en el país. Los derechos de las niñas están siendo atacados; sus infancias se ven dañadas por las privaciones. Por eso, a pesar de las dificultades para trabajar en este entorno, UNICEF está ampliando, ayudando y consiguiendo resultados como nunca antes. Y, mientras lo hacemos, queremos decir a la gente de Afganistán: no podríamos hacerlo sin vuestra confianza y apoyo. También queremos agradecer a nuestros donantes y aliados su generosidad hasta la fecha, pero les instamos a mantener su apoyo vital a los niños, especialmente con el invierno a la vuelta de la esquina”.

 Fuente: https://www.corresponsables.com/actualidad/afganistan-perdido-dolares-negar-ninas-educacion-secundaria

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Afganistán: La escuela secreta de Nafeesa

La escuela secreta de Nafeesa

Pese al riesgo que implica llevar la contraria a los fundamentalistas islámicos, cientos de miles de niñas, adolescentes y mujeres jóvenes de Afganistán acuden a escuelas clandestinas, entusiasmadas por labrase un mejor futuro.

Nafeesa encontró el lugar ideal para esconder sus libros escolares en la cocina, donde los hombres raramente se aventuran y están a cobijo de la mirada recriminadora de su hermano talibán.

“Los chicos no tienen nada que hacer en la cocina, así que allí acomodo mis libros”, explicó Nafeesa, de 20 años, quien frecuenta una escuela clandestina en su aldea rural en el este de Afganistán.

“Si mi hermano lo supiera, me pegaría”, aseguró.

Cientos de miles de niñas, adolescentes y jóvenes mujeres afganas como ella se han visto privadas de escolaridad desde el regreso al poder de los talibanes hace un año. Los fundamentalistas islamistas impusieron severas restricciones a las mujeres de cualquier edad para someterlas a su concepción integrista del islam.

Se han visto excluidas de la mayoría de empleos públicos y no pueden realizar largos trayectos sin la compañía de un familiar hombre.

También deben cubrirse enteramente en público, incluido el rostro, idealmente con el burka, un velo integral con una rejilla a nivel de los ojos, usada ampliamente en las regiones más aisladas y conservadoras del país.

Incluso antes del regreso de los talibanes al poder, la inmensa mayoría de las afganas ya usaban velo, aunque fuera con un pañuelo suelto.

Para los talibanes, como norma general, las mujeres no deben dejar su domicilio salvo absoluta necesidad.

Pero la privación más brutal fue el cierre en marzo de los colegios de secundaria para mujeres en numerosas regiones, justo después de su reapertura anunciada desde hacía tiempo.

A pesar de los riesgos y por la sed de aprender de las niñas, los colegios clandestinos han proliferado por el país, a menudo en las habitaciones de los hogares.

Periodistas de la AFP pudieron acudir a tres de ellas, a conocer a sus alumnas y profesoras, cuyos nombres fueron modificados para preservar su seguridad.

Vale la pena el riesgo

Nafeesa tiene 20 años pero todavía estudia las asignaturas del colegio de secundaria dado los retrasos de un sistema educativo golpeado por décadas de guerras en el país.

Solo su madre y su hermana mayor saben que sigue sus clases. Pero no su hermano, que durante años luchó con los talibanes en las montañas contra el antiguo gobierno y las fuerzas extranjeras y no volvió a casa hasta la victoria de los islamistas el pasado agosto.

Por la mañana le permite acudir a una madrasa para estudiar el corán, pero por la tarde, sin que él lo sepa, se cuela en una clase clandestina organizada por la Asociación Revolucionaria de Mujeres de Afganistán (RAWA, por sus siglas en inglés).

“Hemos aceptado este riesgo, sino nos quedaríamos sin educación”, explicó Nafeesa.

“Quiero ser médica (…) Queremos hacer algo para nosotros mismas, queremos tener libertad, ser útiles a la sociedad y construir nuestro futuro”, dijo la joven.

Cuando la AFP acudió a su clase, Nafeesa y las otras nueve alumnas discutían de la libertad de expresión con su profesora, sentadas lado a lado sobre una alfombra y leyendo por turnos un libro en voz alta.

Para llegar al curso, suelen salir de casa horas antes y tomar itinerarios distintos para no llamar la atención en una región dominada por los pastunes, un pueblo de tradición patriarcal y conservadora que es mayoritario dentro del movimiento talibán.

Si un combatiente talibán les pregunta dónde van, ellas responden que están inscritas a un taller de costura y esconden sus libros escolares en bolsas de la compra o bajo su vestimenta.

Corren riesgos, pero a veces también se sacrifican, como la hermana de Nafeesa, quien abandonó la escuela para despejar las sospechas que pudiera tener su hermano talibán.

¿Tradición religiosa?

Según los eruditos religiosos, nada en el islam justifica prohibir la educación secundaria a las mujeres. Un año después de su llegada al poder, los talibanes insisten que permitirán la reanudación de las clases, pero sin ofrecer un calendario.

La cuestión divide al movimiento. Según varias fuentes entrevistadas por la AFP, una facción radical que aconseja al jefe supremo, Hibatullah Akhundzada, se opone a la escolarización femenina o pretende que se limite a estudios religiosos y clases prácticas de cocina o costura.

Desde el inicio, los talibanes justifican la interrupción de la educación secundaria a una simple cuestión “técnica” y aseguran que las chicas volverán a clase una vez se establezca un programa educativo con base en las reglas islámicas.

En cambio, las niñas pueden seguir la escuela primaria y las estudiantes pueden acudir a la universidad, aunque en clases segregadas por sexo.

Pero sin diploma de estudios secundarios, las adolescentes no podrán pasar a la universidad. Las actuales promociones de mujeres en educación superior pueden ser las últimas del país en un futuro cercano.

Asunto de derechos

Para el investigador Abdul Bari Madani, “la educación es un derecho inalienable en el islam, tanto para los hombres como para las mujeres”.

“Si esta prohibición continúa, Afganistán volverá a la época medieval (…) Una generación entera de chicas será sacrificada”, señaló en conversación con la AFP.

Es este miedo a perder una generación el que llevó a la profesora Tamkin a transformar su casa de Kabul en una escuela.

La cuarentañera ya se negó a perder su educación cuando tuvo que parar sus estudios durante el primer mandato talibán (1996-2001), cuando prohibieron la escolarización de todas las mujeres.

Le llevó años formarse ella sola, de forma autodidacta, y convertirse en profesora. Ahora, se quedó sin su trabajo en el ministerio de Educación cuando los talibanes volvieron al poder en agosto de 2021 y reenviaron a su casa a casi todas las mujeres con un empleo público.

“No quería que estas chicas fuera como yo”, explicó Tamkin a la AFP, con lágrimas en los ojos. “Deben tener un futuro mejor”, dijo.

Con el respaldo de su marido, ha transformado un trastero en aula. Después vendió una vaca familiar para comprar libros escolares, porque la mayoría de sus alumnas proceden de familias pobres y no pueden permitírselos.

Hoy en día, enseña inglés y ciencias a unas 25 alumnas entusiastas.

Recientemente, en un día lluvioso en Kabul, las chicas llegaron para una clase de biología.

“Yo solo quiero aprender. Poco importa el aspecto del lugar de estudio”, declaró Narwan, sentada con compañeras de todas las edades y que teóricamente debería estar terminando la educación secundaria.

Detrás suyo, un cartel colgado en un muro anima a las alumnas a ser buenas: “La lengua no tiene hueso, pero es tan fuerte que puede romper el corazón, así que prestad atención a vuestras palabras”, dice.

Es la bondad de sus vecinos que ha permitido a Tamkin poder disimular el nuevo objetivo de su trastero. “Los talibanes han preguntado varias veces: ‘¿Qué hay aquí?’ Dije a los vecinos que dijeran que era una madrasa”, explicó.

Maliha, alumna de 17 años, está convencida de que algún día los talibanes no estarán en el poder. “Entonces, haremos buen uso de nuestro conocimiento”, aseguró.

Inspiración

En la periferia de Kabul, en un laberinto de casas de adobe, Laila dirige otra clase clandestina.

Cuando vio el rostro de su hija tras la repentina anulación de la educación secundaria en marzo pasado, supo que debía hacer algo.

“Si mi hija lloraba, entonces las hijas de los otros padres también deberían llorar”, recordó la profesora de 38 años.

Una decena de chicas se encuentra dos días por semana en casa de Laila, que tiene un patio y un jardín donde cultiva verduras.

En el aula, una larga ventana se asoma al jardín. Sus alumnas, con libros y libretas forradas de plástico azul, están sentadas en la alfombra, implicadas y estudiosas. Al principio, toca corregir los deberes hechos en casa.

“No tenemos miedo a los talibanes”, afirmó Kawsar, de 18 años. “Si dicen lo que sea, nos pelearemos pero seguiremos estudiando”, dijo.

Estudiar no es el único propósito de las chicas y mujeres afganas, a menudo casadas en relaciones abusivas o restrictivas. Algunas buscan un poco de libertad.

Zahra, que frecuenta la escuela clandestina en un pueblo rural del este de Afganistán, se casó a los 14 años y vive actualmente con sus suegros que se oponen a la idea de que siga sus clases.

Debe tomar somníferos para luchar contra la ansiedad y teme que la familia de su marido la fuerce a quedarse en casa.

“Les digo que voy al bazar local y vengo aquí”, explicó Zahra en la escuela, el único medio que tiene para hacer amigas.

Agence France-Presse (AFP)

 

Fuente de la Información: https://www.prensa.com/vivir/la-escuela-secreta-de-nafeesa/

 

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