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Niños de región siria de Ghouta Oriental retornan a escuelas

Asia/Siria/05 Abril 2018/Fuente: Prensa Latina
El Departamento de Enseñanza Obligatoria de la Dirección de Educación de Damasco-campo informó hoy que 12 mil alumnos retornaron a sus escuelas en las localidades de Saqba y Kafer Batna, en Ghouta Oriental, al este capitalino.
Los educandos también reiniciaron sus clases en los centros de alojamiento temporal en Heryalah y Al-Dwer, precisó el director del Departamento de Enseñanza Obligatoria, Abdul Qader Amouri.

El funcionario indicó que el ministerio de Educación abrió cuatro escuelas reconstruidas en la localidad de Kafer Batna y dos en Saqba, como parte de la reanudación del proceso educativo de los alumnos.rec

Las escuelas dentro de centros de alojamiento en las localidades de Heryalah y Al-Dwer reabrieron sus puertas y actualmente cursan estudios más de nueve mil niños de Ghouta Este, precisó.

Comunicó además que en un plazo de 15 días se abrirán tres escuelas en la localidad de Harasta, y continuará la reparación de centros docentes con daños menores y medianos, los cuales fueron provocados por ataques terroristas.

Según se conoció, el ministerio somete a los niños a un programa educativo intensivo de nivelación de materias en aras de recuperar el tiempo perdido durante la etapa de dominio de poblados por las agrupaciones extremistas.

En días anteriores, el ministerio adelantó que prolongará por dos meses más el actual año escolar en Ghouta Oriental, demarcación que estuvo bajo el dominio de bandas radicales desde 2012.

Medios televisivos mostraron en actividad en esa área a decenas de consejeros psicológicos y sociales del Departamento de Investigación del Ministerio de Educación, que ofrecen ayuda a niños con afectaciones por la prolongada guerra en este país árabe.

Siria vive sumida en un cruento conflicto armado desde marzo de 2011 que dejó saldo de más de medio millón de muertos y mutilados, junto a pérdidas materiales ascendentes a más de 300 mil millones de dólares, según datos de diversos organismos.

Fuente: http://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=165136&SEO=ninos-de-region-siria-de-ghouta-oriental-retornan-a-escuelas
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La gran mayoría de niños sirios que se encuentran refugiados no reciben educación

Siria / 1 de abril de 2018 / Autor: Egleiny Santaella / Fuente: El Ciudadano

Surge el temor del crecimiento de una generación perdida de niños sirios refugiados sin escolarizar

KidsRights indicó, que los donantes internacionales y los gobiernos de países vecinos deben reunirse en abril en Bruselas, para abordar urgentemente la necesidad de 603 millones de dólares que faltan en financiamiento y hacer de la educación una prioridad.

Fracasar en la educación es tener “una generación perdida”

El informe puntualizó, que unos 777.000 de los 1,8 millones de niños sirios registrados en los cincos países no estaban siendo educados a finales del 2017, cifra que fue casi 250.000 superior que en año 2016.

Dullaert, enfatizó que el fracaso en educar a los niños sirios llevaría a “una generación perdida” y dañaría gravemente los esfuerzos para reconstruir el país, que entra en su octavo año de guerra.

“La exitosa reconstrucción de la Siria posconflicto por parte de una generación joven dependerá del nivel de acceso a la educación que podamos ofrecerles”, dijo Marc Dullaert, fundador y presidente de KidsRights, en el comunicado.

Cifras según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef)

El conflicto sirio comenzó en 2011 con un levantamiento popular y ha matado a cientos de miles de personas y desplazado a once millones más. Una generación de niños ha crecido sin una educación adecuada, con 180.000 forzados a trabajo infantil, según Fondo de las Naciones Unidas para la infancia, UNICEF.

Además Marc instó, a los donantes internacionales y a los gobiernos de los países de acogida a reunirse en abril en Bruselas para abordar urgentemente la necesidad de 603 millones de dólares que faltan en financiación y hacer de la educación una prioridad.

Camino hacia la Conferencia de Bruselas sobre Siria

Los donantes internacionales y los gobiernos anfitriones tendrán que reunirse en abril durante la segunda “Conferencia de Apoyo a Siria en Bruselas”; con la finalidad de apelar a la comunidad internacional para que proporcione los fondos que la Organización de Naciones Unidas (ONU) necesita urgentemente para recibir apoyo educativo.

Mientras Marc Dullaert, subrayó que una parte de los presupuestos humanitarios deben destinarse a la educación, que durante año ha estado entre las últimas prioridades humanitarias.

Fuente de la Noticia:

https://www.elciudadano.cl/educacion/mas-de-140-de-los-ninos-sirios-que-se-encuentran-refugiados-no-reciben-educacion/03/29/
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Más de 3,5 millones de niños sirios solo conocen el sonido de la guerra

Asia/Siria/Fuente: El plural

La población siria lleva 7 años de sufrimiento, desesperación y violencia. Aldeas Infantiles SOS recuerda el terrible impacto que el conflicto ha tenido en toda una generación de niños.

Marzo es el mes que nos recuerda el inicio de este sangriento conflicto que comenzó con el arresto de un grupo de adolescentes por  pintar en las paredes de su escuela en Deraa “es tu turno, Doctor”, “la gente quiere que el régimen caiga”, en referencia a Asad; tras la detención y tortura de los que eran solo unos críos, comenzaron las manifestaciones que clamaban más democracia y derechos para la población, era el comienzo de una guerra civil que ya se ha cobrado con la vida de más de 20.000 niños.

Se calcula que 3,3 millones de niños dentro del país están expuestos a artefactos explosivos

Hay una necesidad pospuesta de abordar la atención a largo plazo de los niños que han sufrido la violencia, la pérdida y separación de su familia, la interrupción de su educación y que no han podido disfrutar de una infancia pacífica”. afirma Alia Al-Dalli, directora internacional de Aldeas Infantiles SOS para Oriente Medio y el Norte de África.

Más de 3,5 millones de niños sirios menores de siete años no conocen otra realidad que la guerra, carecen de servicios básicos, de educación y de protección. Siete años después de que estallase el conflicto, Aldeas Infantiles SOS continúa apoyando a niños y familias en situación de riesgo a través de Programas de Respuesta de Emergencia de Aldeas, ubicados en Alepo, Damasco y Tartús, y donde han prestado ayuda a 93.000 niños y 52.000 familias afectadas por la contienda. “No debemos perder de vista el efecto que este conflicto ha tenido en toda una generación de niños»Alia Al-Dalli.

 En 2017 fue el año en el que mataron a más niños y niñas desde el comienzo del conflicto y más de 360 niños resultaron heridos, dejando a muchos de ellos con discapacidad, según Naciones Unidas.

Se estima que más de 8,5 millones de niños en Siria y los países vecinos continúan necesitando ayuda humanitaria

 

Aldeas Infantiles SOS

Aldeas Infantiles SOS, recientemente galardonada con el Premio Princesa de Asturias de la Concordia 2016, es una organización internacional, privada, de ayuda a la infancia, sin ánimo de lucro y con presencia en 134 países.

Su labor se centra en el desarrollo del niño hasta que llega a ser una persona autosuficiente y bien integrada en la sociedad. Trabaja para fortalecer a las familias vulnerables, de modo que puedan atender adecuadamente a sus hijos; protege a los niños que se han visto privados del cuidado parental, a los que brinda un entorno familiar protector en el que puedan crecer sintiéndose queridos y respetados, y acompaña a los jóvenes en su proceso de maduración e independencia.

Fuente: https://www.elplural.com/tech/2018/03/23/mas-de-35-millones-de-ninos-sirios-solo-conocen-el-sonido-de-la-guerra

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El Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas aborda las violaciones de los derechos infantiles en Siria.

Por: Internacional de la Educación/21-03-2018

Frente a la desesperada situación de los niños y niñas sirios, la Internacional de la Educación ha pedido encarecidamente al Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas que intensifique las presiones sobre todas las partes del conflicto.

En una carta dirigida al Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Zeid Ra’ad Al Hussein, el Secretario General emérito de la Internacional de la Educación (IE), Fred van Leeuwen, ha condenado las graves violaciones de los derechos humanos observadas en el marco del conflicto sirio y concretamente las crueles violaciones de los derechos infantiles. En nombre de la IE, van Leeuwen ha expresado su profunda preocupación por la violencia indiscriminada y deliberada ejercida contra las instituciones educativas, estudiantes, personal docente y académico y todos los integrantes del sector educativo.

Esta carta se envió en vistas de la 37ª sesión del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas convocada para hoy, 13 de marzo, para debatir las violaciones de los derechos humanos infantiles en Siria. El debate de alto nivel se centrará en los ataques contra los niños y niñas, las escuelas y los hospitales, así como la negación del acceso a los organismos humanitarios.

Los niños y niñas son el grupo más vulnerable

«La educación es un derecho humano y un bien público, las escuelas y las universidades deben ser entornos seguros para la enseñanza y el aprendizaje»,declaró van Leeuwen.

Este debate de alto nivel se produce tras los informes que han revelado que los niños y niñas de la República Árabe de Siria son los más vulnerables a la violencia y los abusos. Su sufrimiento se debe a los ataques perpetrados contra las poblaciones civiles, a la falta de acceso a la educación y a su captación como niños soldados.

Recomendaciones de la IE

La Internacional de la Educación ha recomendado que el Consejo de Derechos Humanos y los Estados miembros de las Naciones Unidas insten a todas las partes en conflicto a:

• Reconocer y respetar el derecho de todos los niños y niñas y de los adultos a una educación segura en un entorno de aprendizaje pacífico, y a respetar las instituciones educativas como refugios seguros;

• Cesar inmediatamente toda forma de ataques y violencia dirigidos contra las instituciones educativas, estudiantes, docentes, personal académico y otro personal de la educación;

• Cesar inmediatamente la ocupación y el uso ilegales de las instituciones educativas para fines militares y desalojar aquellas ocupadas actualmente por grupos militares o armados.

• Adoptar todas las medidas posibles para proteger a los estudiantes, docentes, personal académico y otro personal de la educación de cualquier ataque deliberado en su trayecto entre el domicilio y el lugar de trabajo o de aprendizaje;

• Adoptar todas las medidas posibles para garantizar la continuación de la educación durante el conflicto;

• Adoptar todas las medidas posibles para garantizar el acceso a la educación a todos los niños y niñas afectados por el conflicto sirio, incluidos aquellos refugiados y desplazados dentro de Siria y en los países vecinos;

• Garantizar que las víctimas de los ataques contra las instituciones educativas reciben la asistencia necesaria, especialmente ayuda médica y humanitaria.

Intensificar los esfuerzos

La federación sindical mundial ha instado asimismo al Consejo de Derechos Humanos y a los Estados miembros de la ONU a colaborar en la supervisión y la denuncia de los ataques contra las instituciones educativas, ayudar a terminar con la impunidad, intensificar los esfuerzos diplomáticos para poner fin inmediatamente al conflicto y apoyar todas las iniciativas orientadas a la total restauración del sistema educativo sirio.

Asimismo, la Internacional de la Educación ha animado a los gobiernos implicados en el conflicto a firmar y respaldar las Directrices para prevenir el uso militar de escuelas y universidades durante conflictos armados.

Informes alarmantes

Entre los numerosos informes internacionales alarmantes sobre los efectos del conflicto sirio, el Informe de 2017 de UNICEF destaca que,  la imposibilidad de acceder a la educación es un grave problema para los niños y niñas: se estima que Siria cuenta con 1,75 millones de niños/as  en edad escolar y más de un 40 % de niños/as sirios/as refugiados/as no están escolarizados. En 2017, la ONU confirmó 2909 casos de violaciones graves de los derechos infantiles (incluidos 119 ataques a hospitales y 89 ataques a escuelas).

En 2018, el conflicto de Siria sigue provocando daños devastadores para todos los niños y niñas y para la educación: cientos de estudiantes han sido asesinados y miles siguen viéndose privados de su derecho a la educación, decenas de escuelas han quedado destruidas o dañadas y el sistema educativo está gravemente perturbado. En los primeros meses de este año, los intensos combates que han tenido lugar en las regiones de Afrin, Idleb y Ghouta oriental se han dirigido claramente contra las poblaciones y las infraestructuras civiles. La negativa de permitir la ayuda humanitaria y médica en las zonas de conflicto agrava el sufrimiento de los niños y niñas y de toda la población civil.

Acceso negado

En las regiones de Ghouta oriental y Afrin, los niños/as y los estudiantes no tienen acceso a las escuelas y las universidades. Las actividades educativas se han interrumpido debido a los bombardeos y los ataques aéreos. Los informes indican que, solo en la región de Afrin, se han cerrado 311 escuelas, entre ellas 261 escuelas de primaria y 50 de secundaria y de enseñanza superior; 31 escuelas han quedado destruidas o gravemente dañadas; 2327 docentes han sido obligados a dejar de impartir clases, dejando así a 65 000 niños privados de su derecho a la educación; además, 250 estudiantes y 136 docentes universitarios no tienen acceso a sus universidades.

*Fuente: https://www.ei-ie.org/spa/detail/15741/el-consejo-de-derechos-humanos-de-las-naciones-unidas-aborda-las-violaciones-de-los-derechos-infantiles-en-siria

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UNICEF: Siete años de guerra en Siria

UNICEF/20 de marzo de 2018/Por Rawd Dandashi/Fuente: https://blogs.unicef.org

Un niño de 15 años que perdió un año de escuela cuando se intensificó la violencia en su pueblo de Siria.

Guerra civil
Asedios
Bombardeos
Víctimas
Refugiados

Yo había oído estos términos en clase de historia; eran conceptos abstractos a los que nunca había prestado mucha atención. Pero hace siete años, cuando tenía 11, se convirtieron en una realidad para mí.

2011

Estaba en clase de inglés cuando, de repente, entró el director de la escuela. Me dijo que ese día no iba a irme a mi casa, sino a la de mi tío, que era más segura. Yo no entendía muy bien por qué, pero no le di demasiada importancia. Una hora después, el director volvió para informarme de que una bomba acababa de explotar cerca de la casa de mi tío: al final, tenía que irme a mi casa.

Recuerdo el trayecto a casa en autobús. Calles vacías, caras asustadas asomando por las ventanas, tiroteos, gritos lejanos…

Conforme nos acercábamos a mi casa, el conductor gritó: “niña, ¡prepárate!”. Aceleró, luego pisó el freno con fuerza y abrió la puerta. Yo escuché a mis padres gritar: “¡corre, corre, corre!”. De repente, me vi corriendo hacia mi casa rodeado de disparos de rifles.

Al llegar, no lograba asimilar la gravedad de lo que había ocurrido durante el día. No fue hasta la noche, cuando me informaron de que las escuelas cerrarían hasta nuevo aviso, que me estrellé contra la realidad. Estábamos en guerra.

Lo que siguió después fueron días largos en los que apenas teníamos electricidad, comida o señal en los teléfonos. Yo estaba preocupado por mis hermanos mayores, que vivían en otras partes del país.

En cuanto pudimos salir de la ciudad, nos dirigimos al campo, con la esperanza de encontrar más seguridad. Cuando llegamos a nuestro nuevo hogar, pudimos reunirnos por fin con mi hermano y mi hermana.

2012

Afortunadamente, las escuelas abrieron de nuevo. Sin embargo, no pudimos regresar a casa. Con el fin de reanudar mi educación, comencé a ir a una escuela del campo. Mi padre me llevó a la escuela durante todo el semestre, pasando por puestos de control del ejército y esquivando tiroteos.

Casi al terminar el semestre, la situación empeoró. Por culpa de la violencia, tuvimos que escapar a Damasco, donde nos alojamos con unos familiares.

Para cuando encontré una escuela pública cercana, el segundo semestre había comenzado. Los libros eran diferentes. Todo me suponía un reto: estudiar para los exámenes finales, vivir en un entorno nuevo y ponerme al día con todo lo que me había perdido.

Sin embargo, decidí dar lo mejor de mí. Estudié mucho, día y noche. Y aprobé.

A destroyed classroom with broken benches, twisted metal, dust, and a green boadr on a wall, both riddled with holes made probably from bullets or bomb shrapnel
© UNICEF/Syria/2017/AbdulazizUna escuela primaria de la parte rural de Damasco, Siria, destrozada por la violencia continua de la zona.

2013

El bombardeo de Damasco se intensificaba cada día, cada vez iba a peor. Al final, decidimos regresar a casa.

Por primera vez en mucho tiempo, en mi ciudad la situación parecía estar más estable. Seguíamos teniendo precaución, pero ya nos habíamos acostumbrado al malestar y tratamos de seguir adelante con nuestras vidas. Yo me matriculé en una escuela nueva y seguí estudiando.

2014

Las bombas explotaban en nuestro vecindario: los cadáveres y los heridos estaban desperdigados por todas partes. La Media Luna Roja venía y los recogía. Vimos esa escena tantas veces que casi se convirtió en algo habitual. Ese año perdimos a muchas personas queridas.

Los bombardeos se volvieron más violentos. Cuando explotaba una bomba, la gente corría a la zona para ayudar a los heridos, pero al poco tiempo explotaba otra. El número de muertos aumentaba cada día.

Llegados a ese punto, mi hermana decidió mudarse a otra ciudad y mi hermano dejó el país, con la esperanza de encontrar un trabajo y una vida mejor.

2015

En ese momento, mi familia estaba esparcida por el mundo. Solo unos cuantos se quedaron en Siria, haciendo lo posible por mantener la cordura.

Hubo un momento en el que nos volvimos optimistas y creímos ver cerca el final. Poco después, comenzaron los secuestros y las violaciones: el fruto de la guerra.

Una mañana soleada de octubre, secuestraron a mi mejor amigo en su propio barrio mientras daba vueltas con el coche. Sabíamos que lo habían hecho por dinero. Su familia pagó el rescate y su madre prometió que no saldría de casa hasta que regresara su hijo. Él nunca volvió.

A large white van with a red crescent logo on its side makes its way through a rubble filled part of the city.
© UNICEF/Syria/2018/KhabiehUn vehículo de la Media Luna Roja pasa junto a edificios en ruinas, en Douma, Guta Oriental, Siria.

2016

Empezamos a vivir cada día como si fuese el último. Era la única forma de seguir adelante. Sabíamos que podríamos morir en cualquier momento; teníamos la muerte delante de nuestros ojos.

2017

La vida se volvió un poco más soportable. Los familiares que estaban aislados podían venir a visitarnos. Antes, solíamos hablar sobre el restaurante al que queríamos ir o los sitios que podíamos visitar; ahora solo hablábamos de los familiares que se habían ahogado tratando de buscar un refugio en otro país.

Aunque eran momentos terriblemente duros, de vez en cuando nos las arreglábamos para sonreír. Nuestras almas heridas habían dejado de sangrar; en su lugar, se habían formado enormes cicatrices.

2018

Hoy. Ahora.

Escribo este texto recapitulando los últimos siete años de agonía, tortura, tormento, desasosiego, pena y miseria.

Llevo cuatro años sin ver a mi hermano y dos sin ver a mi hermana. Mi mejor amigo sigue sin aparecer; no tengo noticias de él.

Esta guerra interminable ha retrasado mi educación, y sé que tendré que esforzarme al máximo y darlo todo para conseguir buenos resultados.

Las tragedias de los últimos siete años también me han enseñado algo sobre mí mismo. A pesar de haber vivido las situaciones más nefastas y haber perdido a gente a la que quería, he encontrado fuerzas nuevas para salir adelante.

No puedo rendirme ante las circunstancias que me rodean. Tengo que seguir persiguiendo mis sueños. No soy una mera superviviente: soy la creador de mi propio destino.

 

Rawd Dandashi tiene 19 años y vive en Siria.

Fuente de la Noticia:

Siete

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Siria: a la escuela bajo las bombas

Por: Sami Boukhelifa

Tras siete años de guerra en Siria, el conflicto sigue siendo tan sangriento como devastador. Más de 500.00 muertos y desaparecidos, millones de refugiados repartidos en todo el mundo y millones de desplazado dentro de las fronteras sirias. ¿Cuál es el futuro de los niños en medio de este caos?

La guerra en Siria mata hombres, desfigura las ciudades y quiebra la sociedad. Millones de niños sirios jamás han pisado una escuela. No aprenden ni a leer ni a escribir. Es una generación sacrificada. “Nuestros padre se niegan a que vayamos al colegio porque nuestras escuelas están siendo bombardeadas. Muchos niños han muerto en la escuela. Nuestros padres temen por nosotros”, cuenta Mouna Karzi, una niña de ocho años, en Maarat Al Nouman, en la provincia de Idlib. “Pero hoy, con las escuelas escondidas, la situación ha cambiado y podemos ir nuevamente a clase”, se felicita.

Su testimonio llega a través de la aplicación WhatsApp, por el director de esta “escuela oculta”. Se llama Fadi Al Maari, y es además militante de la oposición siria. “Con los bombardeos, desgraciadamente el saber se convierte en algo secundario y la prioridad es vivir, sobrevivir”, lamenta este hombre que lucha por la escolarización de los niños sirios. “Los chicos de Maarat Al Nouman [Idlib] han perdido tres años de escolaridad en promedio. Aquí todos los habitantes han debido abandonar la ciudad a causa de los combates y los bombardeos de la aviación siria, que atacaba deliberadamente a los civiles”, dice Fadi Al Maari.

“Cuando la situación se calmó un poco pudimos volver a nuestras casas, pero nuestras escuelas y hospitales eran continuamente bombardeadas. La gente tenía miedo y rechazaba categóricamente el enviar a sus hijos al colegio. Pero rápidamente tomamos conciencia del peligro que representaba la desescolarización de los niños. Entonces creamos escuelas en zonas protegidas de los bombardeos sirios y rusos”, señala con orgullo el joven director de escuela.

“Nuestros niños tienen derecho al conocimiento”

Fadi Al Maari, y otros militantes de la oposición siria, financian con sus magras economías personales el proyecto. También echan mano al voluntariado. De este modo, mujeres de la comunidad de Maarat Al Nouma se convierten en maestras y profesoras improvisadas. Hoy, se ocupan de niños que tienen entre seis y 16 años.

“Algunas de nosotras enseñábamos antes de la guerras. Las otras todas tiene un diploma”, asegura Thana, que se ocupa de los más pequeños. “Idlib y Maarat Al Nouman son ciudades siniestradas. El régimen no se conformó con matar civiles aquí su aviación y la rusa han destruido nuestras escuelas. La escuela es la vida, es el futuro de nuestros hijos”, enfatiza la joven, antes de añadir: “Rechazamos la idea de tener una generación de niños sirios iletrados, analfabetos. Es por eso que pusimos en marcha las escuelas ocultas. Estas escuelas están protegidas de los bombardeos, están fuera de las ciudades y las clases se llevan a cabo en planta baja. Nuestros niños tienen derecho al conocimiento y es su derecho más elemental”.

Pedido de ayuda

Determinado a escolarizar a todos los niños de su provincia, Fadi Al Maari mira hacia el extranjero y pide ayuda. “La ayuda internacional que llega a Siria no debe limitarse solamente a medicinas y comida.”, asevera. “Tenemos una gran responsabilidad. Haber fundado esta escuela alternativa significa que los niños van a recibir una educación. Las organizaciones humanitarias francesas o de otros países ya ayudan enormemente al pueblo sirio, pero hay que comprender que la educación es una prioridad tan importante como el restos de la ayuda humanitaria”, recalca.

un llamado a las organizaciones humanitarias francesas: ayuden a los niños sirios a tener una educación. En las zonas liberadas, los niños deben poder seguir yendo a la escuela. Más allá de los bombardeos aéreos, la desescolarización en sí es una bomba de tiempo”, concluye este militante de la oposición siria.

Fuente: http://es.rfi.fr/oriente-medio/20180315-siria-las-escuela-bajo-las-bombas

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Eastern Ghouta students: It’s suicide if we leave our basements

Ghouta/ March 19, 2018 /aljazeera

Three students explain what life is like in rebel-held besieged enclave, as they try to keep up with their studies.

It has been nearly five years since Syrian government forces imposed a siege on the rebel-held Eastern Ghouta.

The past month has been one of the deadliest in the enclave, with more 1,200 civilians killed since the aerial and ground bombardment began on February 18.

As the campaign against Eastern Ghouta continues, schools and universities have either been destroyed or shut down, leaving students with few options for continuing their education.

Some have enrolled in online universities, while others have joined new, start-up medical academies to address the extreme shortage of medical staff in the area.

Three students spoke to Al Jazeera about the obstacles they face as they try to continue their education in Eastern Ghouta.

Majed Daas, 22, computer science student

Ever since 2013 [start of the siege], I began searching for a way to continue my studies, but it was difficult because of the siege and we frequently have no fuel, internet or electricity.

So I sat down with some of my friends who are older than me, have already graduated or studied computer science and I started to learn how to run computer programs and software with them.

It was tough at the beginning, very complicated, but computer science has always been my obsession. After training with my friends, I completed my high school exam and did quite well.

Before the campaign started [against Eastern Ghouta], I was going to an internet shop to study, which cost a lot – nearly $3 per session every day. The books that I had to print cost me a fortune. I earn only $150 a month and printing a book costs about $30.

Studying on my laptop was challenging too. We never have electricity so I have to pay $5 a week to get electricity for a few hours and sometimes it doesn’t work properly because of the attacks.

Two months ago, I applied at the University of the People [an American online institution] and signed up for two courses only, but I couldn’t continue because of the intense attacks. Sadly, I had to withdraw since I can’t complete the courses under these circumstances.

Our days now are horrifying; I just can’t describe it. As I am talking to [you] right now [by phone] seven air strikes have struck around me. We stay all day in basements; sometimes I go outside to use the internet to talk with friends and family.

A photo of what is left of Majed Daas’ home that was destroyed last week [Courtesy of Majed Daas]

Warplanes, helicopters, mortar attacks – everything that you can imagine is being dropped on us by Russian forces and the [Bashar al-Assad] regime. We are expecting something like [the atomic bombings of] Hiroshima and Nagasaki to happen so they can kill us all and finish us off.

We have spent the last three weeks underground sleeping, waiting, going up and down, helping to bring some water and whatever we can to women and old, sick people who are struggling to death in these tombs or so-called basements.

Bassam Yousef, 22, physiotherapy student

The crowds of injured people and the shortage of medical staff in Eastern Ghouta is what drove me to continue my studies. With Sham Medical Academy, I found what I needed and it opened many doors for me to continue my studies. The academy opened to support the liberated areas with properly trained medical staff who don’t have medical certificates.

For sure, studying in Ghouta is very different. We had class interrupted countless times because of the relentless shelling campaign these last years, especially in Jobar area, close to me.

In each of these shelling campaigns, medical checkpoints and hospitals have been drowning with patients. Where I work, we were targeted more than three times, and it affected me badly in my studies as I was conducting medical research with Sham Medical Academy.

Since three months ago, we’ve been suffering from a lack of materials and supplies, food and fuel prices have increased gradually, schools have closed after many massacres and directed attacks against them. Education has come to a halt in all of Eastern Ghouta. I want to continue my Masters in psychological sciences at the academy, but can’t because of the intense campaign against Ghouta.

We have been living in the basement for the last few weeks. We hardly have any food supplies and water. There are roughly 200 people in each basement. The continuous attacks have prevented us from leaving it for hours sometimes; it’s quite stinky and humid.

Bassam Yousef helps a patient at a medical checkpoint in Eastern Ghouta [Courtesy of Bassam Yousef]

Can you imagine the amount of people held in a small place, breathing heavily and struggling with lung illnesses and other diseases? We are being hit right now as we speak [over the phone]. We will be hit by regime forces until we die or they force us to leave the city.

Mohammed Nizar Arbash, 22, computer science student

When the siege hit the city, we weren’t able to go out or get any supplies. I couldn’t find any way to study so I started working on some computer programs for video editing and was developing these skills with help from friends. I learned how to do many things like app programming.

I worked during this time with the civil defence team, helping them with video editing in their media office, which helped me to develop my computer knowledge.

By the beginning of 2016, I enrolled at the virtual University of the People in computer science. It was [a] hard decision to make as I couldn’t give up working, which my family and I depend on in order to survive and I had to pay the university’s expenses as well. [The university charges an assessment fee of $100 per course.]

Before studying at the virtual university, I studied computer science for two years in Eastern Ghouta, which was supported by the temporary government of the opposition, but my certificate wasn’t recognised by international universities because the university didn’t belong to the regime.

Mohammed Nizar Arbash says ‘the virtual option has been the best solution’ for obtaining an education in Eastern Ghouta [Courtesy of Mohammed Nizar Arbash]

The certificate that I received was practically useless and I had to start from scratch all over again. To complete my studies and get a masters degree, I registered in the virtual university as I knew I would otherwise face difficulties in continuing my higher studies.

But this semester I withdrew from all of my courses because of the ongoing extermination war that we are under now.

These days I go out to bring water for people, bring some batteries to light the shelter or go out to find a medic or anything the elderly urgently need. It’s suicide every time we leave our basements, but if we don’t leave it for some time we’ll suffocate from the bad smell. It’s more like prisons that we’re living in, stuck under the shelling of Assad’s forces and its allies.

Fuente: https://www.aljazeera.com/news/middleeast/2018/03/eastern-ghouta-students-suicide-leave-basements-education-180317160631282.html

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