Aunque quizás otras enfermedades -como el cáncer o la diabetes- acaparen mayor atención debido a sus altos índices de mortalidad; el asma continúa siendo uno de los padecimientos con mayor prevalencia a nivel global.
El origen de esta enfermedad del sistema respiratorio es complejo, e involucra la inflamación, obstrucción intermitente e hiperreactividad de las vías respiratorias. Las mayores complicaciones las enfrentan los niños, pues en la actualidad entre el 40 y el 80 por ciento de ese sector poblacional en el mundo presenta broncoconstricción durante la práctica de ejercicio, así sea de corta duración.
Para hacerle frente a ese panorama, en 1997 se creó en la capital cubana la escuela para niños asmáticos, una iniciativa que hoy, 20 años después, se ha reproducido a lo largo del territorio nacional y constituye un referente para los países de la región.
La doctora Dania Fabré, alergóloga del capitalino Hospital Pediátrico Juan Manuel Márquez, y fundadora de la escuela, conversó con Prensa Latina sobre la evolución de esa institución en estas dos décadas.
En realidad no fuimos los primeros, en Cuba existen escuelas de niños asmáticos desde la década de 1970, un ejemplo de ello es el centro ubicado en la zona Tarará (en el este de La Habana).
No obstante, esa institución tiene características distintas a la nuestra; la de Tarará es una escuela de tipo internado, donde se envían diferentes especialistas a atender niños que no evolucionan bien en su asma. Además, muchos de ellos también presentan problemas de disfunción familiar, explicó Fabré.
La especialista recordó que en 1997 se decidió hacer una escuela con otra dinámica, basada en la realización de cursos periódicos en el año, ejecutados por un equipo multidisciplinario, e implementados de una manera amena y didáctica.
Aunque ahora afortunadamente la experiencia existe por todo el país, el origen de estos centros fue el hospital Juan Manuel Márquez -apuntó la doctora-, nuestro objetivo era explicar a los padres el padecimiento de sus hijos. En esos primeros momentos se daba material impreso y audiovisual con información acerca del asma y se enseñaban hábitos y habilidades apara convivir con la misma, añadió.
Fabré aseguró que 20 años después se puede decir que la escuela ha tenido una repercusión muy positiva desde el punto de vista de costos, tanto tangibles como intangibles.
Tangibles porque los niños redujeron su asistencia a los cuerpos de guardia de los centros asistenciales, así como los ingresos en los hospitales. Consumían menos medicamentos y acudían más a la escuela; por consiguiente, sus padres asistían más al trabajo. Todo eso puede traducirse en dinero ahorrado tanto del bolsillo de las familias como del presupuesto estatal, detalló la doctora.
Sobre los beneficios intangibles, la alergóloga se refirió al dolor que significa para una familia tener un hijo o un familiar asmático, aspecto que ha mejorado ostensiblemente con los pacientes de la escuela a través de todos estos años.
Igualmente, subrayó que un punto de inflexión importante se dio en 2002, cuando comenzaron a capacitar a profesores de la asignatura Educación Física, que se imparte en los sistemas primario y secundario de enseñanza en la nación antillana.
El ejercicio es capaz de desencadenar la dificultad respiratoria; por los que los niños asmáticos tienen dos problemas: el profesor no quiere que practique ejercicios físicos para no tener así que asumir esa responsabilidad; mientras que el padre también se niega por miedo a que le ocurra algo a su hijo. Por tanto, lo que indicamos nosotros en la escuela es que hay que entrenar para poder hacer educación física porque se trata de una actividad muy importante para el niño asmático, explicó.
Fabré comentó que cuando una persona sufre de asma, aumenta su frecuencia respiratoria y entran a trabajar una serie e de músculos que normalmente no lo hacen. Eso significa un gasto extra de energía por parte del organismo.
Por ese motivo, hay que tener el cuerpo preparado para enfrentar una crisis de asma, y el entrenamiento físico ayuda al paciente a afrontar esto satisfactoriamente. Podemos decir que ya más de un centenar de profesores de educación física han recibido entrenamiento en nuestra institución, informó Fabré.
En estos 20 años de trabajo, la escuela para el niño asmático ha recibido varios reconocimientos, entre ellos el premio del Foro Nacional de Ciencia y Técnica en 2002, y el Premio de Alergología 2010.
Ese centro también ha sido inscrito en dos ocasiones en el libro de la Asociación Nacional de Innovadores y Racionalizadores de Cuba; además de ser presentada como experiencia en diferentes eventos científicos internacionales de la especialidad.