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El Savador: Educación ha conocido solo 15 casos de acoso escolar este año

Centro América/El Salvador/03.07.18/Por Susana Joma/Fuente: www.elsalvador.com.

Los casos ocurrieron tanto en centros escolares públicos, como en privados. El viceministro Francisco Castaneda asegura que están tomando medidas para abordar este fenómeno.

El viceministro de Educación, Francisco Castaneda, aseguró que el Ministerio de Educación (Mined) atendió 15 denuncias de acoso escolar en lo que va del año.

Castaneda expresó que diez de los casos se reportaron en cinco centros educativos privados del país y diez centros de enseñanza pública, comprobados con testimonios directos de maestros y padres.

El funcionario, quien fue abordado sobre el fenómeno de acoso escolar a fines de mayo y a escasas semanas de haberse conocido el caso de un estudiante del Colegio Highlands que fue golpeado por otros compañeros, no cree que el problema vaya al alza, sino más bien cree que se ha incrementado la confianza que lleva a denunciar. y eso como resultado de las estrategias que esa cartera de Estado aplica actualmente en el sistema educativo nacional.

“Hemos identificado que el bullying no es solo entre jovencitos de iguales edades, sino también hay un bullying que muchas veces es generado por algunos docentes, de los docentes a los alumnos, y también tenemos algunos casos de alumnos hacia docentes”, citó.

Es precisamente a raíz de estas situaciones, según afirmó Castaneda, que el Mined ha tomado algunas medidas como fortalecer visitas dirigidas a colegios específicos, y aunque se abstuvo de detallar los nombres de centros en que han intervenido, si reconoció que uno de ellos fue el Higlands.

“Hemos formado un equipo multidisciplinario del Ministerio de Educación, (en) donde (a las instituciones) va una representación de gestión educativa, un psicólogo, un trabajador social, y hemos encontrado que sí tenemos debilidades de asistencia psicológica no solo en el sector público sino en el sector privado también…”, señaló, sin dejar de advertir que los colegios muestran apertura para tratar el tema.

El objetivo de este nuevo instrumento es mejorar las condiciones en que se provee el aprendizaje en las instituciones educativas públicas y privadas.

De acuerdo con Castaneda, los equipos del Mined han asistido a los colegios para darles apoyo, pero también les han recomendado que deben fortalecer el servicio de atención psicológica. Añadió que los equipos técnicos que envían han auxiliado a los colegios identificando menores con discapacidad víctimas de bullying, como suele ocurrir en los cuadros de autismo, Síndrome de Down o con problemas auditivos.

En este punto subraya que hay casos en los que como el profesor desconoce, no está formado para la detección temprana de un problema de aprendizaje, cree que el niño o el joven no le está poniendo atención, y el acoso cobra otra dimensión. “Tuvimos un caso del sector público en donde un maestro le decía que no le comprendía que porqué era idiota, con palabras soeces que no deben estar en el vocabulario del maestro. Eso nos ha llevado como ministerio a juntar toda esta cultura de denuncia que está creciendo en la sociedad salvadoreña para crear la Política Nacional de Convivencia Escolar y Cultura de Paz”, apuntó. La política a la que se refiere fue lanzada en mayo.

El viceministro Castaneda señala que el bullying ha sido resultado de la ausencia de una política pública de Estado, de convivencia, de cultura de paz, y reconoce que es el Mined el que está llamado a ser pionero en introducirla, no como parte de un tema más que responda a la coyuntura de violencia que vive el país sino como parte de su planificación estratégica de los grandes desafíos.

Advirtió que luego de emitir la política el reto es buscar el apoyo del sector privado y la cooperación internacional, entre otros actores, para difundirla a corto plazo en los 5,184 centros educativos públicos que incluye los católicos, y los más de mil colegios privados.

Los alumnos del Centro Escolar República de Honduras aprenden a preparar la tierra y técnicas de cultivo de hortalizas que pueden replicar en casa.

Castaneda reiteró que además de que han dado apoyo a los colegios que han tenido reportes de bullying, han instruido a equipo de la Unidad de Derechos Humanos y Género del Ministerio para que en el marco de la política, asesoren a los colegios y escuelas para que en el marco de la nueva política revisen ya actualicen los reglamentos y manuales de convivencia.

Al consultarlo sobre en qué forma el ministerio apoyará la atención psicológica en las escuelas, Castaneda sostiene que tienen planeado reforzar con psicólogo a aquellas escuelas que cuentan con más de 300 alumnos y están analizando la inversión que ello requeriría. Al respecto, comentó que el psicólogo en un primer momento sería contratado por la escuela con fondos de los presupuestos que se les asignan, y el cual con ese fin sufriría un incremento, pero que luego el ministerio tendría que contratarlos de forma permanente para que les den el servicio.

Según las cuentas del funcionario, en su gestión el número de psicólogos conque cuenta el Ministerio de Educación pasó de diez a cien, los cuales están contratados para atender los programas que se llevan entorno a las instituciones que están en municipios contemplados en el Plan El Salvador Seguro. El viceministro expuso que los afectados pueden exponer denuncias de acoso al teléfono 2592 3000, de la Dirección Nacional de Programas Sociales y Prevención; O Al 2502 4011 del vicedespacho ministerial.

Fuente de la noticia: https://www.elsalvador.com/noticias/nacional/496230/educacion-ha-conocido-solo-15-casos-de-acoso-escolar-este-ano/

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El Salvador: Más de 12,000 estudiantes abandonaron sus centros escolares por inseguridad en 2017

El Salvador / 24 de junio de 2018 / Autor: Redacción / Fuente: Solo Noticias

Cristobal, una organización no gubernamental con base en El Salvador, brindó esta mañana detalles sobre un informe “Generación sin retorno”, sobre la situación de la niñez y adolescencia frente al desplazamiento forzado causado por la violencia.

Durante la presentación destacó que entre el 2014 y 2017 3,868 niños y adolescentes entre 0 y 19 años de edad fueron asesinados en El Salvador, según datos del Instituto de Medicina Legal (IML). También detalló que entre el 2016 y el primer trimestre del 2018 ya se contabilizan 7,770 homicidios de niños, niñas, adolescentes y jóvenes.

El informe del desplazamiento forzado por la violencia de Cristobal revela que 12,221 niños y adolescentes abandonaron sus escuelas por la inseguridad en 2017. Además del desplazamiento forzado, los menores son víctimas de delitos como lesiones (9.1%), violaciones sexuales (71.3%), agresiones sexuales (60.2%) y fueron cometidos contra menores entre 0 y 17 años de edad.

Las casos y causas por retiro de centros escolares son:

  • 3,369 por delincuencia.
  • 502 por desplazamiento forzado.
  • 640 por pandillas.
  • 62 por asesinato.
  • 7,648 por abandono de país.

Según el informe, las principales causas del desplazamiento forzado de niños y niñas en El Salvador son: las amenazas, homicidios y extorsiones. Y los principales causantes son, en este orden: Pandillas, la Policía Nacional Civil (PNC) y la Fuerza Armada de El Salvador (FAES), y otros actores.

Entre enero 2016 y marzo 2018, 675 niñas, niños, adolescentes y jóvenes fueron desplazados por violencia. La mayor cifra es de 2017, en ese año ocurrieron 360 casos.

Según datos del Ministerio de Educación, la delincuencia, pandillas y el desplazamiento forzado son las principales causas por lo que estudiantes se retiraron de las aulas. Cinco de cada 10 niños desplazados por violencia dejaron de estudiar o trabajar. 9 de 10 quiere dejar el país. Los principales destinos donde los niños, niñas y adolescentes quieren huir es a Estados Unidos, Costa Rica, Guatemala, México y Honduras.

“Hemos tenido casos de menores de edad que han pasado 11 meses confinados en sus cuartos por temor a la violencia”, dijo Julio Magaña, coordinador de litigio estratégico de Cristobal.

La cifra más alarmante es que del delito de violencia sexual en menor o incapaz, en un 90.8 %, fue cometido en contra de niñas, niños y adolescentes.

Otros datos del informe, indican que el solo el 54 % de las familias de estos niños y adolescentes a quienes afecta la violencia en El Salvador decidieron denunciar. Frente a un 46 % no lo hace por temor a represalias y desconfianza en las instituciones públicas.

El informe de Cristobal detalló finalmente que los lugares donde con más frecuencia se han registrado desplazamiento forzados de NNA (Niñas, Niños y Adolescentes) son: San Salvador, Soyapango, Ilopango y Panchimalco.

Fuente de la Noticia:

https://www.solonoticias.com/2018/06/19/mas-de-12000-estudiantes-abandonaron-sus-centros-escolares-por-inseguridad-en-2017/

ove/mahv

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Cuatro comentarios sobre el problema de la violencia

Por: Luis Armando González

Se recogen a continuacion cuatro comentarios del autor a propósito de algunos tópicos relativos al problema de la violencia. Fueron escritos en diferentes momentos –el primero en 2011 y el cuarto en 2017— y en situaciones coyunturales específicas. Están, pues, fechados y situados. Asimismo, aún en su brevedad y con sus limitaciones, ponen de relieve que la violencia criminal (ejercida por el crimen organizado y las maras o pandillas) no sólo no es un problema reciente (que comenzó en 2009) sino que viene de los años noventa y que desde entonces para acá se ha complejizado. El autor está convencido de que la envergadura del accionar criminal requiere de una intervención del Estado –y no sólo del Ejecutivo—fuertemente coercitiva, a sabiendas de que la prevención es la respuesta de largo plazo para un problema tan complejo.

 

La escuela como objeto de violencia

La escuela no escapa a la violencia que se ha desatado en la sociedad salvadoreña desde la postguerra. El enfoque tradicional de la violencia en la escuela se revela sumamente limitado para entender lo que está sucediendo en estos momentos. Y es que ese enfoque tradicional se centra en la escuela como foco de violencia, es decir, en sus dinámicas internas de carácter violento que se toman como punto de partida para comprender las prácticas violentas de los adultos.

Desde este enfoque, entonces, la tesis que se suele defender es que la violencia en la escuela está en la base de la violencia que se genera en la sociedad. Asimismo, en los intentos por explicar la violencia en la escuela se apela, además de a los factores que derivan de la misma dinámica escolar (por ejemplo, a la violencia represiva propia de una educación bancaria-autoritaria), a los entornos familiares y de amigos que serían los que permitirían explicar por qué los niños y adolescentes son proclives a la violencia en la escuela.

De modo casi circular, esta perspectiva de análisis propende a buscar la solución al problema de la violencia en la escuela en la atención preventiva de los entornos antes mencionados, con énfasis en la responsabilidad de la familia.

¿Cuál es la violencia en la escuela que preocupa a quienes se mueven en este marco de análisis? Su punto de mira son las agresiones entre los alumnos, las amenazas, burlas y abusos contra los más débiles, etc. A los más críticos no se les escapan las agresiones y maltratos de los maestros hacia los alumnos, ni la violencia propia de un sistema escolar bancario-autoritario.

Pero, como quiera que sea, la cuestión de fondo –en la perspectiva que reseñamos— es que la escuela es un foco de hábitos y prácticas violentas que, luego, repercuten en la sociedad, cuando quienes vivieron la violencia en la escuela se convierten en adultos.

La sociología de los años setenta fraguó esta forma de entender la violencia en la escuela. En una época en la cual la familia era una pieza sólida del engranaje social y los entornos inmediatos de amigos un fuerte condicionante de las conductas individuales, lo razonable era buscar en la familia y en esos entornos las claves de los hábitos de quienes se integraban en las escuelas –que eran el otro gran espacio de integración social. Familia, grupos de amigos, escuela y trabajo marcaban los hábitos y conductas de los individuos en esos años setenta en las sociedades occidentales industrializadas.

La serie de televisión “Los años maravillosos” refleja bien esas dinámicas tal como se dieron en la sociedad norteamericana de finales de los años sesenta y principios de los años setenta. La sociología y la psicología de esos años elaboraron sus teorías y enfoques a partir de la realidad de un capitalismo sólido, en el cual la familia, la escuela y el trabajo eran los principales ejes de integración social.

Esos enfoques y teorías tienen poca utilidad en estos momentos, a la hora de entender la violencia en las escuelas. El “capitalismo líquido”—analizado por autores como Z. Bauman y A, Guiddens— exige otras formas de abordaje del tema de la violencia. Y es que, entre otros cambios importantes (por ejemplo el peso del consumismo de marcas alentado unos medios de comunicación globalizados), la familia ha dejado de ser lo que antaño fue como matriz formadora de los hábitos básicos.

Más allá del peso de la familia actual –la familia ampliada casi ha desaparecido y en el caso de la familia nuclear hay fuertes condicionantes económicas para mantenerse como tal— en la formación de sus miembros más jóvenes, hay entornos violentos (con un componente de cultura de violencia) que son más decisivos en la creación de hábitos de los individuos que la familia y el círculo inmediato de amigos.

De hecho, el entorno violento en El Salvador está dominado por pandillas y crimen organizado. Y es a ese entorno al que hay que prestar atención si se quiere entender la violencia en las escuelas salvadoreñas. Porque las pandillas y el crimen organizado están convirtiendo a las escuelas en objetivo de sus prácticas violentas; las escuelas se están convirtiendo en víctimas propicias para sus fechorías, sobre todo porque sus jóvenes son vistos como candidatos para integrarse a las redes criminales.

En la actualidad, el grave problema de la violencia en las escuelas estriba en que pandillas y crimen organizado, en determinados lugares del país, tienen en su punto de mira a alumnos y profesores. Esa violencia externa a la escuela amenaza la vida y seguridad de sus integrantes. Es una violencia distinta a la agresividad y abusos que tradicionalmente se han generado dentro del recinto escolar; más aún, es una violencia que está dando a la violencia tradicional en la escuela otra dimensión, al introducir en ella la posibilidad de usar armas de fuego o de valerse de “ayudas” externas (de pandillas) para resolver tensiones suscitadas dentro de la escuela.

Urge, pues, tomarse en serio el nuevo carácter de la violencia contra la escuela. Este consiste en que la escuela se está convirtiendo en objeto de una violencia criminal que, de no ser contenida con firmeza, dejará mucho más dolor que el dejado hasta ahora en las familias que han perdido a sus hijos o en los profesores amenazados y chantajeados por criminales sin escrúpulos. Hay que hacerse cargo del entorno violento que rodea a las escuelas; hay que hacerse cargo de la cultura de la violencia que se propaga como hongo; y hay que hacerse cargo de lo trágico que es para una sociedad que las escuelas estén sometidas a la amenaza del crimen.

San Miguel, 30 de noviembre de 2011

 

II

La complejización de los problemas sociales

 

Hay quienes gustan de ver los fenómenos sociales del presente (sobre todo los más graves y complejos) como surgidos por generación espontánea. Ya se trate de la pobreza, el crimen organizado, las pandillas o las inundaciones causadas por las lluvias, su postura es de extrañeza ante algo que se les revela como nuevo, como surgido de repente. Y en sus opiniones al respecto insisten, con voz de alarma, en lo inusitado de los problemas abordados. Incluso utilizan terminología hace tiempo en boga –y que en  otro tiempo rechazaron y condenaron— como si fueran los descubridores de la misma o por lo menos sus más fervientes valedores.

En estos días, por ejemplo, se ha escuchado a un ex Director de la PNC hablando –alarmado claro está—, de la situación de violencia en el país y planteando la tesis de la “territorialización” del accionar de las pandillas y el crimen organizado.  Cualquier persona desprevenida podría ser convencida de la tesis –sostenida por este ex funcionario policial— de que el crimen en el país nunca ha sido como ahora, siendo la mejor expresión de esta gravedad la mencionada “territorialización” del crimen.

Sin embargo, si alguien se toma la molestia de dar una mirada a la Revista ECA de la UCA, del año 2006, encontrará un texto titulado “Violencia social y territorialización del crimen”. Si esta misma persona busca en 1997 encontrará un número monográfico de la misma revista dedicado a la violencia. Y si en lugar de ECA da una ojeada a la Revista Realidad de 1998, encontrará un artículo que lleva por título “El Salvador en la postguerra: de la violencia armada a la violencia social”.

O sea: no hay tales de apuntar alguna novedad cuando se habla de “violencia territorializada”. Y es que esa territorialización no es algo nuevo, al igual que tampoco es nueva la elevada violencia social que actualmente golpea a la sociedad salvadoreña. Lo que sí es cierto es que la violencia social/criminal se ha hecho más compleja desde el fin de la guerra civil (1992) hasta el día de hoy; lo que sí es cierto es que fenómenos que apenas se gestaban en aquellos años ahora han alcanzado un nivel de desarrollo que los hacen casi inmanejables e incluso irreversibles. Y esto no sólo sucede con la violencia, sino con otros muchos fenómenos sociales, culturales, económicos, medioambientales: hace 20 o 30 años eran fenómenos en gestación, cuyo tratamiento era en muchos sentidos más fácil, pues se trataba de fenómenos poco complejos. Ahora, dos o tres décadas después, su complejidad es mucho mayor, y por ende su tratamiento y solución.

Entonces, lo que no conviene perder de vista, primero, es que los problemas sociales no surgen por generación espontánea, abruptamente, sino que tienen una génesis. Segundo, que los problemas sociales no son de la misma complejidad a lo largo del tiempo: siendo menos complejos en sus primeras etapas, a medida que avanza el tiempo se tornan más complejos. Y, tercero, que el tratamiento de los problemas sociales es más fácil en sus primeras fases que en las de maduración o de concreción final.

San Salvador, 14 de octubre de 2013

III

El fenómeno de la violencia y el inmediatismo

En estos días, en El Salvador, se ha agudizado la sensación de que nunca, como en estos momentos, la violencia ha desbordado cualquier capacidad de contenerla. Es como si de pronto, abruptamente y como si fuera por generación espontánea, tuviéramos niveles indescriptibles de violencia; niveles de violencia inmanejables y que desconciertan a todos, incluidas las autoridades de gobierno.

La gente vive la inmediatez de esta situación con verdadera paranoia, atrapada por temores indecibles que acechan desde cada sombra, cada espacio oscuro, cada desconocido que se cruza por nuestra acera o se cruza en nuestro camino. Ninguna medida de seguridad es suficiente, siendo una de ellas la disposición a mostrarse agresivos de manera “preventiva”, por si acaso al desconocido que viene en dirección a nosotros se le pudiera ocurrir atacarnos (más aún: es “seguro” que ese desconocido tenía la intención de agredirnos, pero lo disuadimos con nuestra “acción preventiva”).

Esta sensación actual de que la “situación está yuca”, como nunca, es alimentada por las grandes empresas mediáticas que, quizás movidas por intereses bien particulares no ajenos a sus filiaciones políticas, la promueven sistemáticamente, a través de juegos de imágenes y elaboraciones discursivas que la “inflan” en su cantidad, en su gravedad y en su novedad. Hay quienes, comentaristas bien intencionados o ingenuos, terminan cayendo en la trampa de la inmediatez.

Y es que cualquier esfuerzo de conocimiento está encaminado a vencer las trampas de la inmediatez y de las apariencias. El abordaje de los fenómenos sociales exige cumplir con el requisito de vencer sus apariencias, de ir más allá de lo que se nos ofrece inmediatamente, sobre todo cuando eso que “vemos”, “sentimos” o “percibimos” de un fenómeno social está inflado por empeños mediáticos mal intencionados.

La violencia es un fenómeno social. Como tal, hay expresiones suyas que afectan directamente a las personas, y que es natural que para ellas eso sea lo único que importe. Más aún, no sólo es eso lo que cuenta, sino que –dadas las limitaciones espaciales y temporales de la percepción y dadas las consecuencias dañinas e inmediatas de la violencia en sus vidas— es natural que lo que las afecta ahora de la violencia sea visto y sentido como lo más grave, pues lo que sucedió antes o lo que está detrás de lo que les afecta no tiene ninguna relevancia práctica.

Sin embargo, el analista de lo social –el sociólogo, principalmente— no puede proceder de la misma manera, porque lo suyo es el conocimiento de la realidad social. Y para conocer hay que ir detrás de los fenómenos, para explicarlos y, en la medida de lo posible, sugerir mecanismos de intervención en ellos.

En el caso de la violencia, ir detrás de sus manifestaciones inmediatas, por más duras y dramáticas que se nos presenten, es una tarea de primera importancia para quienes estudian lo social. Este “ir detrás” supone indagar sus raíces históricas y su evolución, pues los fenómenos sociales –por más que la inmediatez nos los muestre como salidos de la nada— tienen una dinámica de gestación y evolución. Sin esta constatación, no se entiende que dejados por sí mismos seguirán evolucionando y haciéndose más complejos y difíciles de resolver. Y es que esa evolución de los fenómenos sociales avanza, por lo general, hacia una mayor complejidad o, cuando menos, complicación de los mismos.

Justamente, la violencia social en El Salvador, principalmente la que involucra a las maras y al crimen organizado, se ha venido complejizando y complicando desde 1994. No es el momento de analizar los hitos de esa complejización (y complicación) –ni para analizar el papel jugado por distintos gobiernos en ese proceso—, pero sí para señalar que desde ese momento hasta la fecha ha habido distintas etapas críticas en la dinámica de la violencia, siendo la actual una etapa de mayor complejidad y complicación, pero no una situación absolutamente distinta de otras anteriores en su gravedad o impacto social.

Y si no se realiza, ahora, una intervención decisiva en la dinámica de la violencia en el país, en 10 o 20 años el problema será más complejo y complicado, pero en continuidad (y relativa ruptura) con las dinámicas previas, fraguadas 30 o 40 años antes. Por supuesto que a esa generación de salvadoreños, si todavía tenemos empresas mediáticas como las que predominan en estos momentos, les parecerá que viven momentos apocalípticos, sin solución posible, con una violencia aparentemente surgida de la nada, que afecta sus vidas y que los amenaza por doquier, sin que haya nada que hacer para protegerse. No hay nada más delicado para la convivencia ciudadana que la sensación de indefensión de los individuos; esta sensación ha venido calando en la convivencia de los salvadoreños desde el fin de la guerra civil. Se la tiene que revertir, con una intervención de envergadura dirigida por el Estado y con la confluencia de las distintas voluntades (universitarias, empresariales, intelectuales, religiosas, políticas, profesionales y gremiales) que en el país están dispuestas a sumarse al esfuerzo por hacer de El Salvador un lugar de convivencia pacífica, tolerante y justa.

Eugene, Oregon, 29 de abril de 2014

IV

 

Violencia criminal y prevención de la violencia

Por distintas razones, algunas loables y otras no tanto, en los juicios acerca de la violencia criminal se fueron estableciendo criterios de carácter ético que lenta, pero casi inexorablemente condujeron a dejar de lado la realidad dura e hiriente de la violencia criminal, que a su vez fue justificada apelando a las condiciones de exclusión y pobreza de sus agentes, o a su ingenuidad e inocencia dada su minoría de edad.

Mientras esto sucedía en las discusiones y cátedras académicas (cuyos análisis y conclusiones irradiaban hacia las esferas públicas y privadas) los criminales reales (no los que reciben en los libros denominaciones más suaves como “personas en conflicto con la ley”) no dejaban –y aun no dejan– de causar dolor en la sociedad, siendo lo más doloroso de sus acciones los asesinatos de personas inocentes a lo largo y ancho del país. Desde los años noventa, la violencia criminal ha causado una verdadera sangría en El Salvador. Ahí están los datos para quien quiera verlos. Pero detrás de los datos, hay personas concretas  cuyas vidas llegaron a su fin violentamente por obra de criminales sin escrúpulos. Eso ya no puede ni debe seguirse tolerando.

El Estado salvadoreño tiene la obligación legal y moral de utilizar con eficacia y determinación todos los recursos a su disposición para contener y someter al imperio de la ley –haciendo uso de la fuerza necesaria y suficiente— a quienes son una amenaza para la vida y los bienes de cualquier ciudadano.

Ligado con lo anterior, está el asunto de cómo se relacionan, en el combate de la violencia criminal,  el uso de la fuerza coercitiva del Estado y la prevención. Aquí se tiene que decir que ante quienes delinquen efectivamente, el Estado tiene que hacer uso de sus capacidades coercitivas, según la naturaleza (la amenaza real) del acto criminal a contener. A mayor amenaza de los criminales, mayor uso de la fuerza del Estado, pues este último debe mostrar a quienes delinquen que el crimen no paga. Es equivocado creer que la prevención debe estar orientada a quienes se dedican a delinquir.

Es equivocado y peligroso para la sociedad que el Estado se doblegue ante el crimen, o también que se exija al Estado ceder en su determinación de combatir a grupos criminales, apelando a lo mal que se sienten quienes actúan fuera de la ley. La prevención está orientada a quienes no delinquen efectivamente, pero que, dadas sus condiciones de vida, pueden correr el riesgo de terminar integrados en grupos criminales, o en cualquier caso  pueden estar en riesgo de ser víctimas de la violencia criminal.

Es falto de realismo  abanderar programas de prevención para criminales en activo que lo que hacen es usar esos bien intencionados programas para ocultarse de sus fechorías o para impedir que el Estado les dé su castigo merecido. Eso es lo que los criminales hacen ahora con la bandera de los derechos humanos, lamentablemente. La lectura que hacen de la respuesta del Estado ante el crimen –con categorías de interpretación propias de esquemas teóricos fraguados en el marco de los regímenes autoritarios de los años 60 y 70 del siglo XX— no sólo escamotea importante evidencia acerca de las dinámicas de violencia y de la respuesta del Estado ante ellas, sino que es francamente descontextualizada. La falta de imaginación teórica, el éxito que esas categorías tuvieron en un época en la cual no había manera de leer las acciones del Estado más que cómo autoritarias y represivas y el amarillismo al que se prestan expresiones como “unidades o grupos de exterminio”, “violación de los derechos humanos” y “represión estatal”, entre otras, enturbian la posibilidad de elaborar marcos interpretativos adecuados para los fenómenos sociales y políticos del presente.

Fuente: https://www.alainet.org/es/articulo/193486

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El Salvador reforzará medidas contra el acoso escolar

Centro América/El Salvador/31 Mayo 2018/Fuente: Prensa Latina

 El fenómeno global del »bullying» (acoso escolar) también golpea a El Salvador, donde las autoridades educativas lanzaron una política de convivencia para frenar y contrarrestar el problema.
La Política Nacional de Convivencia Escolar y Cultura de Paz recién presentada por el ministerio de Educación revisará los reglamentos en las escuelas públicas para mejorar el clima de enseñanza y aprendizaje.

Esta estrategia para prevenir la violencia física, verbal o psicológica en el entorno escolar es fruto de 20 meses de trabajo y consultas en 112 centros docentes, así como espacios y actores de la sociedad civil salvadoreña.

‘La política regirá todas las normativas internas en la educación pública y privada, y exigirá la existencia y aplicación de manuales de convivencia actualizados y modernizados’, aseguró el viceministro Francisco Castaneda.

Amén de incentivar el respeto entre familia, escuela y comunidad, esta política contribuye a la construcción de la cultura de paz y sin violencia escolar, agregó Castaneda, quien insistió en la promoción de valores cívicos y morales.

Esta iniciativa es anunciada dos semanas después de que un estudiante acabara hospitalizado en una pelea en una escuela privada de San Salvador, regenteada por la congregación religiosa de los Legionarios de Cristo.

La víctima, estudiante del capitalino Colegio Highlands, sufrió una fractura craneal con desprendimiento de la corteza cerebral, daño ocular, rotura del tabique y daños emocionales por la paliza recibida.

Los alumnos implicados fueron suspendidos indefinidamente mientras la Fiscalía General de la República investiga el caso, y el Arzobispado de San Salvador llamó a resolver el asunto, o tomaría cartas.

Fuente: http://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=183156&SEO=el-salvador-reforzara-medidas-contra-el-acoso-escolar
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Educación revisará reglamentos de escuelas y colegios de El Salvador

Centro América/El Salvador/31 Mayo 2018/Fuente: El salvador

El Ministerio de Educación lanzó ayer la Política Nacional de Convivencia Escolar que busca, entre otras cosas, que se fomente el respeto. La institución verá que los centros de enseñanza públicos y privados tengan sus manuales de convivencia actualizados.

El Ministerio de Educación (Mined) revisará los reglamentos y planes de convivencia de las escuelas públicas y los colegios del país, según anunció ayer el viceministro de Educación, Francisco Castaneda, en el marco del lanzamiento de la Política Nacional de Convivencia Escolar y Cultura de Paz.

La política, que está orientada a mejorar el clima bajo el cual se da el proceso de enseñanza aprendizaje y superar cualquier tipo de violencia, se concretó tras 20 meses de trabajo, que incluyó consultas a estudiantes, docentes, personal administrativo, padres de familia de 112 centros escolares, así como a especialistas de ONG’S, universidades, agencias de cooperación, empresas, iglesias, entre otros actores.

“La política va a regir todas las normativas internas que tienen tanto el sector público como el privado; y a partir de hoy vamos a iniciar un proceso de divulgación de la política y a exigir también a los institutos nacionales, a los complejos educativos y a los colegios privados que deben tener sus manuales de convivencia actualizados, modernizados, que estén bajo la sombrilla de esta política”, afirmó Castaneda.

De acuerdo con las palabras del viceministro, al poner en sintonía los reglamentos de los centros educativos con la política favorecerá que se establezca una relación de respeto en su interior, así como entre familia y escuela, entre la escuela y la comunidad.

El funcionario también aseguró que con esta política dan un paso importante para la construcción de la cultura de paz y para tener una escuela libre de violencia, y si bien reconoció que en algunas zonas del país se debe de trabajar mucho por el tema de la violencia, también subrayó que en este año no tienen registrado homicidio de estudiantes, ni maestros del sistema educativo público.

El Ministro de Educación, Carlos Canjura, afirmó que es una responsabilidad de todos contribuir a fomentar de forma sistemática la convivencia en la sociedad: “Nosotros tenemos la tarea y estamos trabajando desde la primera infancia con el tema de la asignatura de moral, urbanidad y cívica”, citó.

Norbert Eichler, primer secretario y cónsul de la Embajada de Alemania en El Salvador, destacó el papel que juegan las escuelas en proporcionar a los niños la educación formal, pero también en forjar cualidades y valores tales como la tolerancia, empatía y consideración por los demás.

Eichler, quien destacó el esfuerzo que se ha hecho en el diseño de la Política Nacional de Convivencia Escolar, detalló que el problema de la violencia afecta también las escuelas alemanas, en la mayoría de las cuales se han establecido programas de prevención, en los que todos los miembros de la comunidad educativa, y especialistas trabajan juntos.

Mélida Hernández de Barrera, directora de prevención y programas sociales del Mined, tras agradecer el apoyo de las distintas organizaciones, señaló que están realizando una guía para que cada escuela haga su plan de convivencia, de acuerdo a su contexto y a sus recursos.

Fuente: http://www.elsalvador.com/noticias/nacional/485893/educacion-revisara-reglamentos-de-escuelas-y-colegios/

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Más de 1,700 jóvenes salvadoreños dejaron de ser ninis en 2017

El Salvador/17 de Mayo de 2018/El Mundo

El 26.6 % de los jóvenes de entre 15 y 24 años no estudia ni trabaja, según la Digestyc.

Los datos de la Dirección General de Estadísticas y Censos (Digestyc) señalan que en 2017, más de 1,700 jóvenes dejaron de ser ninis, es decir, que no estudian ni trabajan.

La Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples (EHPM)  de 2017 estima que 357,969 jóvenes de entre 15 y 24 años no estudian ni trabajan, representando el 26.6 % del total de personas con estas edades.

Respecto a 2016, la población nini, no obstante, mostró una reducción. En ese año, la EHPM estimó que habían 359,670, es decir, 1,701 más que en 2017.

En El Salvador, el rostro de esta problemática es femenino. El 38.4 % de las mujeres entre 15 y 24 años correspondió a ninis en 2017, frente al 37.7 % registrado en 2016. Mientras tanto, la incidencia en los hombres es del 14 % e incluso se redujo en comparación con el año anterior, cuando llegó al 14.6 %.

Un estudio de la Fundación Dr. Guillermo Manuel Ungo (Fundaungo) señaló que las mujeres tienden a abandonar sus estudios y oportunidades laborales porque se les impone la responsabilidad de las tareas del hogar.

El fenómeno de los ninis también afecta más a los jóvenes que pertenecen a hogares con ingresos más bajos, ya que el porcentaje de ninis es de 48.5 % en el quintil de menor ingreso, mientras que en el quintil con mayor ingreso es de 14.2 %.

Fuente: http://elmundo.sv/mas-de-1700-jovenes-salvadorenos-dejaron-de-ser-ninis-en-2017/

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El Salvador: Maestros interinos dicen que MINED no les paga desde enero

El Salvador / 15 de abril de 2018 / Autor: Évelyn Machuca – Flor Lazo / Fuente: La Prensa Gráfica

El ministro de Educación aseguró que desconoce la situación. Según él, ya deberían haberles pagado.

Unos 80 maestros interinos aún están esperando que el Ministerio de Educación (MINED) les pague los días trabajados desde el 15 de enero, cuando comenzó el año escolar. Así lo denunciaron a LA PRENSA GRÁFICA varios afectados.

Uno de ellos, docente en el Complejo Educativo República Dominicana, incluso envió una carta, vía correo electrónico, dirigida al ministro del ramo, Carlos Canjura, en la que le cuestiona sobre los motivos de la ausencia de pago.

“Se preguntará por qué el cuestionamiento. Este se debe a que su servidor es profesor de la asignatura de Inglés y hasta el momento sigo en la incertidumbre de cuándo recibiré mi salario”, reza la misiva.

“No entiendo por qué hay gente a la que no se le ha pagado. Entendería que sí está cancelado, que no se les adeuda”. 
Carlos Canjura, ministro de Educación

“Créame que yo comprendo que para el inicio de este año ha afectado bastante el hecho de que el Presupuesto para la Nación se aprobara tardíamente… pero considero que usted como ministro debería exigir a los encargados de desarrollo humano que se agilice el proceso para los maestros interinos, ya que las carencias a las que se ve obligado el maestro/a interino/a no son dignas”, agrega en el documento.

En la red social Twitter, el usuario Manuel Molina (@manucho_molina) también interpeló hace unos días al viceministro de Educación, Francisco Castaneda, y al vicepresidente de la república, Óscar Ortiz, al respecto de este tema.

“@CastanedaMined Me dicen que en su despacho está la aprobación de 77 partidas de maestros interinos de San Salvador que laboran en las escuelas desde enero sin salario. Le pido en nombre de ellos que resuelva ese trámite; son familias que necesitan respuesta. Saludos”, escribió Molina al funcionario.

Al vicepresidente Ortiz se dirigió dos días más tarde, el pasado miércoles: “@oscarortizsv Señor vicepresidente, desde enero 77 maestros de San Salvador esperan aprobación de su plaza interina, cuatro meses laborando sin recibir salario. En la misma condición están los maestros pagados por horas clases. Le pido solucione el problema de @MINEDelsalvador”, le escribió el usuario.

Al ser consultado, el ministro Canjura, durante la inauguración de 7,500 círculos de alfabetización en La Unión, aseguró desconocer la situación sobre si aún se les adeuda dinero a los maestros interinos en concepto de pagos correspondientes por sus servicios.

A su entender, afirmó, ese problema ya tendría que estar solucionado.

“El tema de maestros interinos es un tema que debiera estar resuelto. No entiendo por qué hay gente a la que no se le ha pagado. Yo entendería que sí está cancelado y entiendo que no se les adeuda”, expresó.

Hace dos meses, el Sindicato de Maestras y Maestros de la Educación Pública de El Salvador (SIMEDUCO) ya había denunciado retrasos con los procesos de contratación de los profesores interinos, una potestad que está a cargo de los Consejos Directivos Escolares (CDE), según lo manda la Ley de la Carrera Docente; y, luego, la tramitación de los pagos es responsabilidad de las oficinas departamentales de Educación.

Fuente de la Noticia:

https://www.laprensagrafica.com/elsalvador/Maestros-interinos-dicen-que-MINED-no-les-paga-desde-enero-20180412-0136.html

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