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La internacionalización de la educación superior: visiones retrospectivas y prospectivas

El análisis y estudio sistemático de la educación superior y su constitución como disciplina autónoma apenas tienen cuatro décadas. Este interés por las políticas de educación superior, asociado a la emergencia de ésta como disciplina, da origen a un campo de estudios que surge junto con la desaparición de la clásica “universidad de élites” al masificarse la educación superior a principios de los 60. El área dedicada a las políticas públicas en educación superior abarca hoy días temas instalados de indagación (expansión, diversificación, evaluación y financiamiento de los sistemas de educación superior) y otros en vías de consolidación (internacionalización, interculturalidad, atención a la diversidad ) o de reciente reaparición (equidad). En la perspectiva de ampliar y reforzar la agenda de investigación latinoamericana sobre una educación superior, es relevante anunciar la publicación por la editorial Planeta y la Universidad Católica de Colombia (Bogotá, 2012)., del libro “La internacionalización de la educación superior a nivel mundial y regional: principales tendencias y desafíos” coordinado por Francisco López Segrera.

Esa obra reúne doce trabajos que nos proponen un estado del arte actualizado de la internacionalización de la educación superior a nivel mundial y regional. Incluye estudios globales (Altbach y Knight, Brock, Brunner), regionales (Didou, Férnandez Lamarra, Gacel Ávila), subregionales (Azevedo), de país (Zarur) y de caso (Douglas, Cortadellas, Hernández) por conocedores del tema1 .

Los autores nos alertan acerca de los peligros y promesas de los procesos de internacionalización de la educación superior, señalados en el Comunicado Final de la CMES de UNESCO (Paris, 2009).2 Ese documento dejó bien claro que si bien la ES para su desarrollo debía buscar también fondos en todos sus beneficiarios, incluido el sector privado, los Estados y gobiernos debían preservar plenamente su compromiso y responsabilidad con relación a la ES y no abandonarla al único arbitrio de las leyes del mercado.

Lo que observamos, sin embargo, es que mientras en Europa, América Latina y África, prevalece el modelo de universidad pública, numerosos tipos de “nuevos proveedores” han aparecido a nivel mundial, e incluso en las mencionadas regiones “que ofrecen educación superior privada con fines comerciales”.

En ese marco general de situación, varios de los autores involucrados en la producción de ese libro advierten que, si bien las actividades internacionales de las universidades se han ampliado dramáticamente en volumen, alcance y complejidad durante las dos décadas pasadas, América Latina confronta obstáculos para lograr una integración competitiva en la economía global en la medida en que aumenta la complejidad de las tareas de conocimiento que los países deben abordar.

Subrayan en consecuencia la necesidad de examinar crítica- y comparativamente cómo han sido diseñados y aplicados, en nuestra región y en otras, las políticas y los programas de internacionalización y cómo han abonado a dinámicas cruciales para mejorar el posicionamiento de las sociedades latino-americanas en un mundo globalizado, como lo son las de aseguramiento de calidad y de impulso al bienestar social y económico.

Asimismo, mencionan la urgencia de integrar diagnósticos de situación que sirvan para contrastar las problemáticas detectadas en sociedades y grupos de países tan distintos como lo son los de América del Norte, Latina y de Europa y mutualizar una transferencia racional de experiencias. Finalmente, hacen énfasis en que es preciso establecer distinciones entre conceptos tan distintos como los de internacionalización, transnacionalización y mercantilización de la educación superior en América Latina3 y trabajar sistemáticamente los indicadores disponibles para monitorear logros y disfuncionamientos y detectar prácticas ejemplares con el propósito de alcanzar resultados más significativamente socialmenteLas universidades en sus orígenes se caracterizaban por el internacionalismo y no por la internacionalización.

Planteamos entonces que la internacionalización de la educación superior es el proceso de integrar una dimensión internacional, intercultural y global en la docencia, la investigación y el servicio y/o extensión de la educación superior; aspira a la integración de profesores, estudiantes y planes y programas de estudio con el objetivo de mejorar su calidad y elevar el nivel académico de los programas de educación superior para beneficio de los profesores y estudiantes que participan en ellos.

Muchas interrogantes se abren ante nosotros ante los derroteros de la internacionalización de la educación superior y las reflexiones vertidas en ese libro por los autores de los capítulos. ¿Es justo que la ES se comercialice como una mercancía y pierda su carácter de bien público, de derecho ciudadano? ¿Quién controla la entrada de estos “nuevos proveedores” – la calidad y “valores” de lo que ofrecen – en los sistemas nacionales de ES? ¿Cómo proteger los SES de las naciones sin impedir el “libre flujo” de conocimientos e informaciones? ¿Prevalecerá el criterio de la OMC de considerar la educación superior como un servicio comercial regulado por ella?

En conclusión, pese al desarrollo de la cooperación internacional y al consenso que existe a nivel mundial acerca de la importancia de la ES, las desigualdades se agudizan. Aumenta el “éxodo de competencias” de muchos de los mejores talentos formados en la universidad pública, del espacio público hacia el privado. Por otra parte, se incrementa cada vez más el “éxodo de competencias” – también denominado “fuga de cerebros”-de los países en vías de desarrollo hacia los países desarrollados. Si la universidad latinoamericana no se implica en su entorno, y si en cambio prioriza temas de investigación irrelevantes para la sociedad donde radica, tenderá a convertirse en una suministradora de elites que, una vez formadas, emigrarán hacia los países desarrollados. Para sus países de origen, esta es la peor descapitalización posible.

Fuente:

file:///C:/Users/Administrador/Downloads/articulo-lopezsegrera_obsmac.pdf

Fuente imagen:

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Estados Unidos: Banco Mundial alerta sobre crisis educativa global

Washington/17 de Octubre de 2016/Radio Fórmula

El presidente del Banco Mundial (BM), Jim Yong Kim, advirtió hoy que todos los países padecen una “crisis” educativa y de aptitudes pues no preparan a su gente para el mercado laboral y lamentó que se culpe al comercio por la pérdida de empleos.

Kim participó en un foro de la institución Brookings de Washington, donde señaló que el pesimismo económico de muchas personas es real porque las clases medias bajas de países de altos ingresos son el único segmento de la población cuyos ingresos cayeron en un lapso de 20 años.

“Esa es la gente más molesta, que empuja las protestas en el mundo. Están respondiendo a algo que es real (…) hay una oscuridad de cómo se ve el futuro”, reconoció Kim.

No obstante señaló que, de acuerdo con cifras de la Organización Mundial de Comercio (OMC), sólo 20 por ciento de la pérdida de los empleos del mundo se deben al comercio y el resto a la innovación y la eficiencia.

“Pero es difícil rechazar la innovación y la eficiencia, así que la gente está contra del comercio”, lamentó.

Tanto la candidata presidencial demócrata Hillary Clinton, como el candidato presidencial republicano Donald Trump, son críticos del libre comercio y del propuesto Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP).

Kim dijo sin embargo que es verdad que los políticos ofrecieron programas de ajuste y capacitación laboral junto a los acuerdos de libre comercio y que al final no se materializaron.

“Lo que existe es una crisis de aptitudes, una crisis educativa en todos los países del mundo. Todos pueden ser mejores si preparan a su gente para el mercado laboral del futuro”, indicó.

Al respecto señaló que mientras las empresas tecnológicas de Estados Unidos se quejan de no tener suficiente mano de obra para cubrir sus necesidades, en el medio oeste industrial del país la gente está perdiendo empleo.

Kim comentó que planea discutir el tema de cómo encontrar una salida al problema del anémico crecimiento global, durante un foro con la directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde y el director de la OMC, Roberto Azevedo.

Fuente: http://www.radioformula.com.mx/notas.asp?Idn=630490&idFC=2016

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Guatemala: Realizarán jornadas del Movimiento Estudiantil

Guatemala/17 de Octubre de 2016/La Hora

En la Universidad de San Carlos de Guatemala (Usac), del 17 al 19 de octubre se realizarán lras Jornadas Movimiento Estudiantil, Universidad y Sociedad,  en donde participarán asociaciones de estudiantiles, profesores e investigadores de esa casa de estudios y de la Universidad Rafael Landívar.

En la actividad se debatirá el pasado y el presente del movimiento estudiantil, así como el papel que ha jugado históricamente la Asociación de Estudiantes Universitarios (AEU) y las posibilidades de su rescate.

Fuente: http://lahora.gt/realizaran-jornadas-del-movimiento-estudiantil/

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Comentarios al Acta del XXII Congreso Nacional de Historia Sobre política científica y ética

Entrevista a: Felipe de J. Pérez Cruz

En el debate sobre la situación de la historia en el país, su investigación y enseñanza acredito que existe un conjunto de problemáticas que debemos atender y resolver. En los últimos años hemos debatido sobre el contenido, organización y trascendencia de los congresos nacionales de Historia, tradición de eventos fundada por Emilio Roig de Leuchsenring desde 1942, que felizmente rescató la Unión Nacional de Historiadores de Cuba (UNHC). Soy de los que considera que estos Congresos deben de repensarse desde la propia tradición democrática y científica forjada por Roig de Leuchsenring, y en tal propósito trabajé con los asociados de la capital en la organización de los congresos de esa provincia en los últimos once años. A la vez he hecho llegar a la dirección de la UNHIC mis criterios y sugerencias en relación a cómo deben realizarse los congresos.

Recién conocí de la publicación del Acta del XXII Congreso Nacional de Historia, realizado en abril pasado, en la hermosa ciudad de Holguín, y con preocupación observo en lo que se lee en el documento y en varias resoluciones, que los posicionamientos inadecuados y las decisiones desacertadas, lejos de resolverse, se acentúan. Entre un número significativo de objeciones, me referiré a las que en mi opinión resultan más significativas en el orden de la política científica y de la ética que nos merecemos.

¿Qué aportó el XXII Congreso?

Un primer hecho que se nota en el Acta es la ausencia de definiciones de aporte. Conozco la calidad de las investigaciones que nutrieron las presentaciones de la delegación habanera al XXII Congreso, y estoy al tanto de los resultados y temas que se trataron en las ponencias de no pocos de los colegas de otras asociaciones provinciales. Hay en el país un crecer significativo en calidad, en definición de resultados de impacto, y sin dudas esta realidad debió caracterizar el hacer en las comisiones de discusión. Sin embargo, lo primero que resulta significativo en el Acta, es la ausencia de una evaluación cualitativa de los resultados historiográficos generales del Congreso. ¿En qué fue importante el XXII Congreso para las ciencias históricas, la historiografía, la arqueología, los estudios de patrimonio, la enseñanza de la Historia? ¿Qué trabajos de los presentados, qué autores y temas marcaron diferencias, nuevos aportes? ¿En qué se avanzó o no, respecto al XXI Congreso? Desafortunadamente el Acta no nos ofrece respuestas concluyentes a estas y otras interrogantes fundamentales.

Sé que el exacto balance autocrítico casi siempre es inalcanzable, porque nadie tiene la última palabra, la verdad y la claridad absoluta. No la tiene una persona, ni un colectivo, ni un Congreso. Siempre quedaran aspectos no suficientemente dilucidados, matices por precisar, se harán valoraciones felices o infelices, pero hay que comprometerse con unos u otros criterios, con unos u otros argumentos, sean estos aportados por uno o por varios autores. La defensa de la cultura e historia del país, necesitan de tales tomas de partido. Un Congreso de Historia debe orientar a los cientistas, a los maestros, a los demás intelectuales y artistas, a los trabajadores, al pueblo. Así lo pensó e hizo Emilio Roig de Leuchsenring.

No basta como se lee en el Acta “encargar al Ejecutivo Nacional de la UNHIC que ponga a disposición del Ministerio de Educación las ponencias presentadas en el Congreso referidas a la personalidad histórica del Comandante en Jefe Fidel Castro y las posibilidades de su utilización en la enseñanza de la Historia de Cuba. El Congreso –si de la tradición fijada por Emilio Roig de Leuchsenring se trata- se reúne para conocer y precisar los aportes, los nuevos conocimientos, no para entregar un grupo de ponencias. En todo caso habría que entregar al MINED, los documentos de consolidación de resultados de investigación, las monografías y artículos que demuestran que lo dicho en las ponencias, constituyen resultados de ciencia, vistos, aprobado y certificado por los órganos académicos correspondientes.

Los Congresos como nos enseñó Roig de Leuchsenring, no pueden pensarse como un desfile de ponencias, cuyo más inmediata consecuencia será la de engordar currículos. El programa científico de los congresos, se consume además en presentaciones adicionales de invitados. Podemos organizar giras de los Premio Nacionales y de otros especialistas, cursos pre y post congreso, y muchas otras actividades de promoción, pero el espacio del Congreso, el tiempo de los delegados debe ser respetado para analizar y discutir sus trabajos, sus puntos de vista, este es el propósito convocado.

La organización de la presentación de los delegados, debe introducir fórmulas más modernas y prepositivas. Todo en atención a que los temas que se acordaron para la agenda del Congreso, sean acotados y significados con los aportes personales y colectivos. Hay que educar y exigir calidad, develar que parece pero no es, dónde está la joya –aunque esté en bruto-, y rechazar el refrito casi siempre vendido en finas y cuidadas formas gramaticales. No puede terminar un Congreso, sin producir resoluciones que planteen lo nuevo, lo avanzado, y también lo polémico. Hoy muy poco de esto se hace. El Acta y los documentos a los que he tenido acceso lo confirman.

Hoy que salvar el Congreso de los discursos “emulativos”. Cuidarnos de los falsos protagonismos. Dar a conocer cuáles son los historiadores y las historiadoras, los colectivos y las instituciones, que marcan la dinámica del debate y la construcción de conocimientos desde los propios resultados presentados y validados.

Nuestro país trabaja por la máxima equidad y en buena y significativa proporción lo ha logrado. Pero aún los acumulados históricos pesan. En la Habana y en tres de las capitales de provincia, se concentran junto con las comunidades culturales y universitarias de mayor tradición en la investigación histórica, los centros académicos más importantes del país, realidades que crean condiciones más ventajosas en esos territorios para la labor de los asociados a la UNHIC. Las diferencias en tradición y aseguramientos, se reflejan en el Congreso Nacional de Historia, donde los colectivos de las referidas provincias prácticamente totalizan el 85% de las ponencias presentadas en los últimos congresos nacionales. No se aprecia en el Acta, que el XXII Congreso haya puesto su atención en buscar fórmulas activas, que permitan una participación realmente nacional, en la perspectiva de lograr que los congresos impacten en todo el territorio y contribuyan a generar nuevos incentivos para el pensamiento, la investigación y el activismo histórico, en aquellas regiones de menor desarrollo relativo. El Acta refleja que lejos de pensar en la masificación de la cultura y la ciencia histórica, desde el propio acto de su debate y construcción dentro del Congreso, asistimos a un fortalecimiento de las tendencias academicistas.

Los objetivos de trabajo del Partido: La más significativa ausencia

Hubiera sido de interés que el XXII Congreso valorara la labor académica desarrollada por la UNHIC, alrededor de los Objetivos de Trabajo del Partido, aprobados en la Primera Conferencia Nacional del Partido, en enero del 2012.

Sin dudas la labor de la academia cubana, no puede ser reducida a las prioridades partidistas por muy estratégicas que estas sean. Más allá de lo importante y urgente para el Partido, siempre habrá un amplio universo de intereses y necesidades a atender. Sin embargo, lo importante y lo urgente en criterio del PCC, reclamaba la atención del XXII Congreso y más: Haber llegado a la reunión científica de Holguín, con un conjunto de resultados de ciencia y propuestas.

Con certeza se ha precisado cómo desde los centros de la propaganda imperialista y anticubana, está en marcha un millonario y bien organizado programa de desmontaje de la historia nacional, pero no interiorizamos suficientemente que el problema fundamental está en que carecemos de una estrategia de construcción de nuestra propia historia. En esta ausencia, la atención tácita a la demanda partidista no es solo un hecho de “procedimiento”, funciona sobre todo como eje orientador para la acción y la labor cienciológica. A falta de otros objetivos que debieran formularse en relación con la Historia, la función directriz la cumple en particular el Objetivo No. 641, aprobado en la citada Primera Conferencia Nacional del Partido.

Trabajar sin eje orientador, nos da por resultado el listado de asuntos inconexos que refleja el Acta del XXII Congreso.

¿Fortalecer la unidad?

El Objetivo No. 64 solicita “fortalecer la unidad”, el Acta nos informa que la prioridad fijada en el XXII Congreso estuvo en “profundizar en las indagaciones sobre el federalismo en diversas regiones y localidades y sus personalidades representativas, asumiendo fundamentos teóricos que permitan conclusiones más acabadas y establecer los puntos comunes existentes”.

¿Ya está agotado el estudio sobre la construcción histórica de unidad revolucionaria? Sin dudas hay abordajes muy enjundiosos sobre la Guerra de los Diez Años, pero tal cualidad escasea en la guerra del 1895, mientras, permanece semi-develado el difícil periodo entre guerras, solo atendido con cierta holgura en las figuras centrales de José Martí, Antonio Maceo y Máximo Gómez. Los avatares de la unidad en la república solo cuenta con el énfasis, no pocas veces de la mano del anticomunismo, sobre el dogmatismo sectario de dirigentes del primer Partido Comunista, como si no hubieran existido múltiples apasionamientos, tan sectarios como dogmáticos en otras organizaciones y figuras históricas. Tal pareciera -según cierta historia “oficial” de la Revolución que aflora con bastante frecuencia-, que Fidel Castro fue siempre considerado un iluminado, atendido y seguido por todos, y que la rebelión trascurrió por unanimidades entre los líderes y combatientes de las distintas organizaciones. El Fidel de las dificultades, frente a incomprensiones, disensos y traiciones, el hombre que reencarnó a José Martí en la tarea gigante de forjar la unidad ideológica y política de todos los patriotas, permanece aún en la sombra por la falta de estudio e introducción de lo hasta ahora develado. La tarea titánica de forjar el Partido único de la Revolución, la conducción del tránsito desde el pluripartidismo revolucionario al nuevo Partido Comunista, sus avatares y retos, no se conocen por las nuevas hornadas de militantes. Ni siquiera por estos días de jubiloso aniversario por sus noventa primaveras, hemos sido capaces de abordar en profundidad esta arista fundamental de nuestro fundador.

La historia real y compleja de la unidad entre los revolucionarios, es un capítulo principal, pero no agota la historia de la unidad nacional: Este temática tienen mucho que decirnos sobre el presente, su valor para la prospectiva es incalculable. Me pregunto cómo pudo faltar esta prioridad en el inventario que hace el Acta del Congreso, más cuando sabemos que el tema estuvo presente o fue referenciado en varias de las ponencias presentadas. Las inconsecuencias que apreciamos nos obligan a preguntarnos también, si el énfasis del Acta por el tema del federalismo y sus figuras, se concibe como parte de las problemáticas de la unidad nacional en tanto objeto de estudio, o en su diferencia responde a intereses particulares, locales o sectoriales.

¿El internacionalismo y los estudios internacionales?

No solo el tema del federalismo aparece colgado, sin asideros en una lógica programática de política científica. Tal situación salta en todo el documento, y gravita sobre otros asuntos tratados con notable superficialidad. En orden de trascendencia no puedo dejar de mencionar el tema del internacionalismo.

El Objetivo No. 64 propone “promover la comprensión” sobre “la tradición patriótica, cultural, solidaria e internacionalista de nuestro pueblo”. El Acta nos informa que la prioridad fijada en el XXII Congreso, estuvo en “ampliar las investigaciones sobre el papel desarrollado por los internacionalistas cubanos contra el nazi fascismo durante la Segunda Guerra Mundial, particularmente su incursión dentro de los ejércitos aliados. ¿Nos preguntamos –y solo referimos el siglo XX-, si ya está agotado el estudio de la participación en la Revolución Mexicana o en defensa de la República Española? ¿Cuándo vamos a dar atención al estudio del internacionalismo en la época de la Revolución: 380 mil cubanos y cubanas pelearon en África, antes y durante las grandes epopeyas de Angola y Etiopía, y cientos, más anónimos aún, lo hicieron en Viet-Nam, en Argentina, Nicaragua, El Salvador, Venezuela, Granada, y en muchos otros escenarios del movimiento antimperialista y de liberación nacional? La gesta boliviana de la guerrilla del Che, que puede parecer “estudiada”, reclama de la mirada desde la historiografía cubana. Ante estos retos, según el Acta que citamos, la UNHIC se propone solo prioriza el estudio de la participación cubana en los ejércitos aliados durante la II Guerra Mundial.

Centrar la mirada en “los ejércitos aliados”, habla de una pluralidad que debe ser precisada. Hay estudios sobre la participación de jóvenes comunistas cubanos en el Ejército Rojo, pero ¿está la presencia cubana agotada con lo ya publicado? ¿Nos referimos en concreto a potenciar el estudio de la participación cubana dentro del Ejército estadounidense?: Sin dudas esta última es una deuda de estudio, y se la debemos a nuestros pueblos –al cubano y al estadounidense-, a su amistad y colaboración.

Asumir la deuda que refiero es tan importante para los dos pueblos, como conocer –no olvida y sacar lecciones- de la colaboración militar y de inteligencia del Gobierno de los Estados Unidos, con la dictadura de Fulgencio Batista, y si en el plano militar internacional se trata, se precisa develar el enfrenamiento de nuestros internacionalistas con los boinas verdes, los marines, la CIA, el terrorismo de Estado, los bandidos de la contra y la metralla “made in USA”, que asesinó en Viet Nam, Bolivia, Nicaragua, Guinea Bissau Angola y Granada a nuestros compatriotas, a cubanos en misión militar, y a maestros, constructores, tecnólogos, diplomáticos y otros trabajadores civiles. Es asumir que el crimen de Barbados contra un avión civil cubano, fue el resultado de la histeria y venganza de Henry Kissinger, por la participación cubana en la derrota del plan de la CIA con Sudáfrica, para impedir en 1975 la independencia de Angola y la victoria del marxista Agostinho Neto y de la guerrilla antimperialista que comandaba.

Si de la URSS se trata, tendríamos que escribir la hermosa historia de la colaboración militar soviética en Cuba, y con Cuba en otras partes del mundo. Relación que junto a la hermandad combativa de los pueblos, fijo no pocos puntos de confrontación política con la dirección soviética. Desencuentros antes y después de la Crisis de Octubre de 1962.

Estos temas de colaboración tienen un parte aguas, que la UNHIC no puede obviar al establecer sus intereses: Sin dudas pueden encontrarse en los Estados Unidos y Rusia, serios proyectos académicos, que estarían interesados en apoyar los estudios sobre la colaboración cubana en la lucha contra el fascismo durante la II Guerra Mundial. Este es un tema que se mueve en el universo historiográfico de ambos países. En su diferencia, salvo excepciones, para estudiar la labor internacionalista cubana y su enfrentamiento con los asesores y oficiales de la CIA y el Pentágono, en el terreno internacional, o la gesta internacionalista soviética vinculada a Cuba; no abundan las contrapartes. Los apoyos financieros tienen que gestionarse fundamentalmente en y dentro del Estado cubano, y este es un campo sobre el que la UNHIC debiera pronunciarse, donde hay que explicar persuadir y convencer a camaradas que no son historiadores y si deciden los esquemas de recursos.

Colocar el Objetivo No. 64 en el punto de mira del XII Congreso, hubiera contribuido además a percatarse de la ausencia de prioridad que se mantiene en los Congresos Nacionales de Historia y en la UNHIC, sobre la Historia de América y Universal, pues incluso las referencias que se hacen en el Acta a los temas internacionales, se dirigen una y otra vez al escenario cubano, y no a la búsqueda de las interacciones particulares y universales de la historia nacional con la historia regional y mundial. Loable propósito este, que esta formulado con precisión en el objetivo partidista.

No solo de política académica se trata

El inventario problémico sobrepasa los temas de política de ciencia. El análisis del Acta del XXII Congreso Nacional de Historia, nos confirma que en la perspectiva de sus organizadores, además de obviarse la promoción y evaluación de los objetivos de trabajo partidistas, ni siquiera se consideró importante para el propio desarrollo del trabajo en el XXII Congreso, la cercanía en tiempo y escenario con el VII Congreso del PCC.

Me cuentan que el VII Congreso del PCC si fue comentario y debate continuo entre los delegados al XXII Congreso Nacional de Historia, imposible que no lo fuera no solo por la inmediatez de la realización del cónclave partidista, sobre todo por la activa y comprometida militancia comunista -con carnet y sin el-, que se aprecia dentro de los miembros de la UNHIC. Ya en las circunstancias, ni el clima de debate nacional que se producía, ni las inquietudes que se intercambiaban en los pasillos del propio XXII Congreso, movieron la reflexión de los directivos hacia una agenda donde tuvieran cabida los objetivos y temas históricos, que la vanguardia revolucionaria cubana acababa de discutir. La agenda del XXII Congreso se mantuvo incólume, tal como había sido “aprobada” meses antes.

La disonancia en la orientación política, se acompañó en el XXII Congreso con otras debilidades. Emilio Roig de Leuchsenring en los Congresos Nacionales de Historia fijaba el nuevo conocimiento y los temas de política en resoluciones, que luego recibían la divulgación apropiada y adquirían un carácter orientador. La UNHIC no había asumido esta importante tradición, hasta que la misma fue retomada por la asociación de la capital en su Congreso Provincial del 2014, que se pronunció por aprobar un grupo de resoluciones sobre varios temas de trascendencia historiográfica, cultural, educacional y política. Pero lejos de apoyo y debate sereno, las resoluciones presentadas por la asociación de La Habana en el XXI Congreso Nacional de Historia -celebrado en Camagüey en el 2014-, concitaron una sostenida resistencia por parte de los directivos de la UNHIC Nacional. La discusión de varias de estas resoluciones fue postergada para el XXII Congreso Nacional, para dar inició un escabroso proceso de consultas. En el Acta queda “resuelto el problema”. A propósito se lee que “a partir de la organización del XXI CNH, el Comité Ejecutivo Nacional aprobó…la no admisión de Resoluciones en paralelo por parte de las filiales en tanto los acuerdos o resoluciones tomados en los CNH deben ser resultados del debate de las ponencias aprobadas por Comisión Nacional de Admisión”. Cerrar, negar, impedir: la tendencia  a la intransigencia burocrática y al dogma prevalecen en este pensar-hacer de los directivos de la UNHIC Nacional. Ni hacen en la certera tradición de Roig de Leuchsenring, ni permiten que otros compañeros en las bases lo hagan.

Trampas y trucos

Según el Acta “se discutieron” las Resoluciones presentadas por la asociación habanera sobre la resistencia indígena y el título honorífico de Mariana Grajales Cuello como Madre de la Patria, pero no se explica por qué para tales reuniones, no se coordinó la presencia de los autores principales de las propuestas que se iban a “debatir”. En contraste, cada vez que desde los espacios habaneros invitamos para estos dos temas, el debate fue eludido por los directivos y los comisionados nacionales. Todos estaremos de acuerdo en que con diálogo de sordos, exclusiones y procedimientos tramposos, no llegamos a ninguna parte ni en ciencia ni en Revolución: De hecho retrocedemos a la moralidad nauseabunda del mundo burgués.

“Las perchas” como procedimiento de la politiquería burguesa, introducen en un debate congresional de un tema principal, otro que nunca antes se trató, para obligar y/o pasar desapercibida su aprobación dentro del conjunto. Cuando el 28 de febrero de 1901, el senador Orville H. Platt propuso enmendar la Ley de Gastos del Ejército de los Estados Unidos, incluyendo en ésta una cláusula sobre las relaciones con Cuba, nacía la inmoral Enmienda Platt. Hasta hace muy poco con tales procedimientos, la extrema derecha del país del Norte y la mafia terrorista cubano americana, han logrado aprobar las más criminales leyes anticubanas, Y por asombroso que pueda parecer, tan inmoral proceder se permitió en el XXII Congreso. Así se informa en documento de dictamen adjunto al Acta, que en el “proceso” de discusión de la Resolución sobre la resistencia indígena, en una reunión convocada por la dirección nacional de la UNHIC, se apreció coincidencia en torno a varios puntos”, y uno en particular afirma el “peligro ante las manipulaciones que supuestos “grupos de aborígenes cubanos” han promovido como fórmula de legitimación de intereses espurios”.

Ya nos referimos a que los autores de las Resoluciones, no participamos en las citadas reuniones, pero dado el caris de la declaración que se hizo en el dictamen presentado al XXII, resulta imprescindible precisar que tal afirmación no nos pertenece. Debemos declarar lo inadmisible de que este tipo de planteamientos se introduzcan en la UNHIC, y se intenten acreditar, en el debate que personal y colectivamente abrimos. No puede prestarse la UNHIC Nacional para hacer ataques groseros y veladas acusaciones. Menos implicar en tales procederes a las instituciones y colectivos científicos que se listan como participantes en la reunión donde se acredita que el malsano criterio fue tomado como acuerdo. Si hay elementos sobre los puntos de acusación que se enarbolan, quien o quienes los sostengan deben exponerlos de manera clara y pertinente, interpelando directamente a las personas y/o a los grupos que se consideren de intereses espurios, asumiendo no está demás precisarlo, junto con el debate académico, la responsabilidad política y legal de sus denuncias. Eso es lo ético, lo revolucionario.

Hay cómo hacer

Felicito el esfuerzo y la labor que desde Guantánamo condujo el responsable de coordinar el taller, que evaluó la Resolución sobre las invasiones británicas de 1741 y 1762. No hay casualidad en la aparente paradoja: Desde la profundidad del oriente cubano, se coordinó el citado taller realizado en la Habana. Se actuó con eficiencia organizativa, transparencia y camaradería profesional. A diferencia, compañeros que viven y trabajan en la propia capital, fueron incapaces de articular similar tarea para tratar el tema aborigen.

Pienso que la UNHIC, asociación con más de 5 mil profesionales revolucionarios, está en plenitud para hallar soluciones a estos problemas. Hay trabajo, resultados y vergüenza suficiente, para exigir las rectificaciones a los compañeros y compañeras que en el Secretariado Nacional de la Unión encabezan el mal hacer, a los que a sabiendas dejan correr el error, y sobre todo a los confundidos –no pocas veces obnubilados por el culto a las jefaturas- consensan y aprueban. Tenemos por demás Estatutos y un Código de Ética, para dirimir los asuntos de nuestra competencia.

Con tanto que hacer para el bien de la memoria patria, en tiempos que se incrementa la guerra de pensamiento que se nos hace, no podemos permitirnos perder un minuto en querellas de pésima política, traspiés y engañifas. Hay que cortar rápido y por lo sano.

Para que las señaladas y otras insuficiencias no ocurran, con el propósito de acompañar a las asociaciones no gubernamentales en el desarrollo de sus objetos sociales, la Ley de Asociaciones de la República, concibe la fórmula de la responsabilidad institucional, que como órganos de relación, deben tener los institutos estatales. En el caso de la UNHIC, se impone que el Ministerio de Cultura colabore más con la dirección de la Unión, en el propósito de solucionar las causas disparadoras de las situaciones a que hecho referencia. Recomiendo que para ello, la actual dirección ministerial comience por evaluar si los funcionarios que deben cooperarnos están en condiciones de hacerlo.

El Acta del XXII Congreso Nacional de Historia también nos compele a debatir en el orden propiamente académico, pero este sería asunto para otros comentarios. Primero, lo primero: La política y la ética, y sobre todo la ética de la política.

Nota:

1 El Objetivo No. 64, orienta: Perfeccionar la enseñanza y divulgación de la Historia de Cuba y de la localidad en el interés de fortalecer la unidad nacional y promover la comprensión sobre el origen y desarrollo de la nación, la consolidación de un pensamiento propio y la tradición patriótica, cultural, solidaria e internacionalista de nuestro pueblo. Profundizar, además, en la Historia de América y Universal para una mayor comprensión de los procesos que rigen el desarrollo de la humanidad.

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=217888

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Jóvenes excluidos de educación y trabajo

Por: José Roberto Osorio

Según el estudio “Exclusión educativa y laboral de la población de 15 a 24 años en Centroamérica”, (ERCA-Estado de la Nación, con auspicio de OIT), en 2015, Centroamérica tenía 45.4 millones de habitantes de los cuales 9.1 millones, cifra equivalente a una quinta parte, eran jóvenes. El 59 % de ellos estaba fuera del sistema educativo y dos millones (22.8 %) estaban simultáneamente fuera del sistema educativo y del mercado laboral.

Este grupo es importante numéricamente y porque se espera desempeñen funciones sociales, económicas y políticas estratégicas para sus países, aunque muchos ya se han incorporado tempranamente al mundo del trabajo, generalmente en forma precaria y es obvio que se integran de varias y con frecuencia limitadas formas a la dinámica social. Empero, sin formación, o con una de baja calidad, no tendrán las condiciones para contribuir positivamente al proceso de desarrollo de los países y la falta de trabajo decente les impediría disponer de recursos mínimos para crear familias y ser parte de un proceso de crecimiento de ellos mismos y de cada nación. CEPAL ha planteado que “una persona en edad laboral debe contar al menos con 12 años de escolaridad formal para reducir su riesgo de ser pobre”.

En la Región, Honduras tiene el mayor porcentaje de jóvenes de su población (2015), con el 22 %, siguiéndole Nicaragua con el 21 %. Guatemala y El Salvador exhiben una tasa del 20 %, Costa Rica el 18 % y Panamá el 17 %.

La cobertura educativa en la Región se habría incrementado. En 2013 la educación primaria acogía entre el 80 % y 95 % de los niños y niñas en edad de acudir a la escuela, tasa que disminuye a menos de la mitad en preescolar y secundaria en la mayor parte de los países. Un fuerte desafío de la institucionalidad y los propios civiles es lograr una inclusión temprana de los estudiantes y retenerlos en el sistema para que continúen en la secundaria.

En cuanto a inversión pública en educación por persona, en 2013, Costa Rica casi sextuplicaba, por ejemplo, la de El Salvador y Honduras; decuplicaba la de Nicaragua, siendo casi el doble de la que se registró en Panamá.

También en 2013, la PEA de la Región fue de 20 millones de personas y la tasa de desempleo del 5.5 %. El problema mayor no es el desempleo sino la “precariedad de las condiciones de trabajo, y en ambas situaciones la población joven es la más afectada”. Los jóvenes tienen fuertes limitantes para incorporarse al mundo del trabajo y la tasa de desempleo en este grupo social duplica o triplica los promedios de cada país.

La clasificación elaborada en el estudio mencionado va desde la exclusión total que es la de aquellos jóvenes que no estudian ni trabajan (en este contexto se denominarán NENT, debido a las tergiversaciones del muy difundido vocablo “ninis”, grupo que en ocasiones se ha llegado a interpretar como una amenaza a la convivencia democrática, en tanto no creen en nada y se oponen a todo), hasta la inclusión en que se encontrarían los jóvenes que se dedican solamente a estudiar.

Combinaciones intermedias son “solo trabaja” y “estudia y trabaja”.

Suponiendo que los jóvenes que solo estudian (inclusión), asisten a un grado acorde a su edad y reciben una educación de buena calidad, tendrían mayores y mejores oportunidades de inserción en el mercado laboral.

En general los jóvenes trabajan en empleos peligrosos, mal remunerados y precarios.

Este panorama, complicado y difícil, impone tareas urgentes y prioritarias a los gobiernos, en particular a los tomadores de decisiones, gestores y gerentes públicos.

Fuente: http://www.laprensagrafica.com/2016/10/07/jovenes-excluidos-de-educacion-y-trabajo

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Juventud, cultura y universidad

Por: Pedro Rivera Ramos

Décadas hace que gran parte de la juventud panameña y dentro de ella, la universitaria, viene manifestando cambios cualitativos y sensitivos, no solo en aspectos que habitualmente no suelen despertar tanta preocupación social, como modas, música y gustos estéticos; sino en valores y ética, en identificación de la cultura emancipadora, en su rendición al consumo casi patológico, en una pérdida gradual del sentido e importancia de la colectividad y en una apatía peligrosa hacia el desarrollo del pensamiento crítico o el cuestionamiento otrora, hasta irreverente.

Es muy común entre nuestros jóvenes, el desdeño y desconocimiento sobre hechos y personajes históricos que han marcado indeleblemente la vida nacional; sin embargo, pueden delirar durante horas sobre las hazañas deportivas de un jugador desechable del momento o del último chisme de la farándula criolla o extranjera.

Lo que aquí acontece no es exclusivo de nuestra juventud. Esos rasgos pueden ser observados con facilidad en muchas otras latitudes. Factores internos y externos, junto a un formidable mecanismo mediático soportado básicamente en una cultura de la imagen, así lo han configurado y decidido. Hoy, lamentablemente para nuestros jóvenes estudiantes, todo lo que no sea estrictamente curricular, carece casi por completo de significado e importancia. Igual suerte viene padeciendo la adquisición del conocimiento en su carácter crítico y desmitificador, así como la valoración social de la utilidad de la educación superior.

Eso explica, en gran medida, la apatía e indiferencia que muestra gran parte de nuestro estudiantado hacia actividades extracurriculares, con independencia de la calidad o el buen gusto que pueda exhibir la obra cultural. El estudio y su finalización solo adquieren legitimización social, cuando garantiza la inserción inmediata al mercado del trabajo y los réditos generados pasan a ser exclusivamente para beneficio y disfrute personales.

Ahora solo se estudia pensando esencialmente en el símbolo de la instrucción y los beneficios mercantiles; renunciando así, a todo lo que pueda servir para revelar las grandes potencialidades que en el ámbito cultural, espiritual y humano, se encuentran en nuestra especie. Atrás han quedado las preocupaciones sociales legítimas de antaño, el romanticismo inserto en utopías humanas, la identificación plena con proyectos nacionales de emancipación y soberanía. El mundo de la frivolidad, el hedonismo, el utilitarismo y la insolidaridad, se han apoderado de las almas y corazones de vastos sectores de nuestra juventud y conspiran desde hace ya mucho tiempo, contra una educación más ética, comprometida y liberadora; que en el caso de la universitaria, debe estar encaminada hacia la creación, de un sujeto transformador desde una perspectiva social y humanística.

Al mundo que de veras existe y que indudablemente debe ser transformado, le urge que los jóvenes, y principalmente los estudiantes, adquieran consciencia de la extraordinaria responsabilidad que tienen por delante. Sin pretenderlo, les ha correspondido vivir en un país y en un planeta donde se incrementa la riqueza tan rápido como crecen las desigualdades e injusticias. Mucho pueden aportar si deciden luchar contra los contrastes inaceptables o las inequidades intolerables de nuestra vida cotidiana.

Para comenzar, nuestra juventud, y especialmente la estudiosa, debe ser capaz de revestir sus argumentos de toda la dimensión crítica posible; respetando otredades y pluralidades culturales, defendiendo con tenacidad sus ideales y principios y renunciando siempre, a la seducción del pernicioso conformismo o de la desmovilización ideológica.

No hay duda alguna de que la Universidad de Panamá es una institución compleja que tiene la misión y el compromiso de desempeñar roles muy diversos en nuestra sociedad. Debe formar profesionales suficientemente competentes, que sean capaces de intervenir con éxito en la solución de los grandes problemas que apremian a nuestro país. Pero es al mismo tiempo un pilar fundamental de nuestra identidad como Nación y su principal centro de producción intelectual y científico. Es aquí donde florece la cultura nacional y donde mejor interaccionan la academia con las necesidades y urgencias de las comunidades.

Por tanto, la Universidad no está ni puede estar confinada exclusivamente a dispensar enseñanza, como muchos a veces quisieran que fuera su única ocupación. Ella está obligada a penetrar con independencia en los contextos sociales existentes y a pronunciarse con responsabilidad ante los problemas políticos, económicos, sociales y éticos de la Nación. Ese rol histórico al que nunca debe renunciar, debe ser transmitido sin cortapisas a todos los jóvenes que se agitan en sus aulas en busca del saber.

Por eso toca a la Universidad de Panamá, en su condición de principal centro de estudios y cultura de la Nación, identificar, reconocer y actuar sobre estas manifestaciones de escepticismo, desmovilización e inercia que, con tanta frecuencia, solemos encontrar entre la inmensa mayoría de nuestro estudiantado. Es preciso que este gigantesco trabajo, que sin dudas debe emprenderse desde el terreno cultural y con la urgencia que las realidades exigen, tenga al aula de clases como el espacio más sustantivo donde estas conductas inicien su transformación más radical. Para ello se requiere cuanto antes el desarrollo de los instrumentos pedagógicos apropiados, la creación de las estructuras pertinentes y la generación de las instancias culturales necesarias, con el fin de abordar con la contundencia debida esta tarea de primer orden.

No obstante, este escenario que parece sumamente sombrío y desalentador, contiene, es justo reconocerlo también, a un sector minoritario de estudiantes universitarios que, por distintas razones, se ha rehusado a ser asimilados totalmente por la propaganda de la superficialidad, la inmediatez y la banalidad. En su lugar ha optado por cultivar sensibilidades sociales; estremecerse y actuar ante las injusticias y las desigualdades; preocuparse por las consecuencias perjudiciales del cambio climático; identificarse con procesos de renovación política y contra la guerra; desarrollar sus inclinaciones artísticas y literarias. Por eso que resaltar una visibilización mayor de sus talentos, como ejemplos a imitar por otros jóvenes, ha de ser una prioridad impostergable, si queremos realmente contribuir a transformar cualitativamente a nuestra juventud.

De modo que es imprescindible que se mejore y fortalezca la formación del estudiante desde una perspectiva humanista, solidaria y asentada en los más grandes valores universales. Como también es crucial que se renuncie, entre otras cosas, a cualquier forma abierta o disfrazada de cooptación de dirigentes o intervención o tutelaje de las organizaciones políticas estudiantiles. Es evidente que tal proceder, en cierta manera, ha contribuido a acelerar el colapso de las mismas y a la desprotección peligrosa de la propia Nación, al privarla de su sector social que en el pasado reciente de nuestra historia, ha sido el más consecuente y aguerrido a la hora de encabezar la defensa de los grandes intereses nacionales.

Fuente: http://laestrella.com.pa/opinion/columnistas/juventud-cultura-universidad/23965987

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No basta solo el orgullo

Por: Miguel Febles Hernández

Entre tantos papeles que habitualmente cu­bren parte de la mesa de trabajo encontré la edi­ción primera del boletín Tribuna del Pa­tri­monio, otro granito de arena de la Oficina del Historiador de la Ciudad de Camagüey por con­tribuir a la preservación de los valores ar­qui­tec­tónicos, históricos y culturales de la lo­ca­li­dad.

Se trata de un documento pequeño, sencillo en la forma, pero colmado de argumentos irrebatibles que ponen el dedo sobre la llaga en asuntos relacionados con el comportamiento cívico y el respeto hacia una exquisita obra forjada en más de cinco centurias por generaciones y generaciones de principeños.

En el artículo que encabeza el boletín, José Rodríguez Barreras, director de la institución, entra rápido en materia: «Los rasgos que por años han llevado a esta ciudad a ser única en la fisonomía nacional no pueden ponerse en riesgo por la indolencia, las malas prácticas y la irresponsabilidad».

Lo cierto es que la otrora Villa de Santa Ma­ría del Puerto del Príncipe, con un entramado urbano sumamente complejo sobre todo ha­cia su centro histórico, vive a diario las tensiones que genera un flujo creciente de ciudadanos y vehículos de todo tipo por sus estrechas y ya congestionadas arterias.

Para paliar, en algo, tal situación, las auto­ri­dades locales han emitido regulaciones y apro­bado reglamentos, dirigidos a favorecer el or­denamiento vial y la funcionalidad de tan im­portante zona, cuyo segmento más antiguo fue declarado por la Unesco en el 2008 Patri­monio Cultural de la Humanidad.

Sin embargo, los resultados distan bastante de los propósitos, a todas luces por la falta de sistematicidad, rigor y exigencia en el enfrentamiento a las indisciplinas sociales y actitudes violatorias, tanto de personas aisladas co­mo de entidades, cuyo negativo proceder pa­rece transformar el entorno en un lugar caótico y hostil.

Tal responsabilidad recae, por solo mencionar a algunos de los entes más implicados, en las fuerzas del orden público, en los inspectores de la Dirección Integral de Supervisión, en los agentes de los cuerpos de seguridad y protección, y en los directores y gerentes de las uni­dades comerciales y gastronómicas.

Si se actuara conforme a lo legislado, con la se­veridad requerida, no existirían revendedores en cada esquina, no se descargarían mercancías en horarios inadecuados, los medios de tracción animal y equipos de gran porte no entrarían al centro histórico y disminuiría el maltrato a la propiedad pública.

Lugareños y visitantes se enorgullecen de una obra que en los últimos años le ha rega­la­do a la ciudad el Centro de Convenciones San­ta Cecilia, el Paseo Temático del Cine, el tea­tro Avellaneda, el centro recreativo El lago de los sue­ños, el Parque Botánico y la rehabilitación integral de sus principales arterias co­mer­cia­les.

Acción transformadora que no se detiene, en un esfuerzo por otorgarle a la urbe un valor agregado significativo: está en marcha la edificación del nuevo recinto ferial, el Museo Te­má­tico del Ferrocarril, la sala de conciertos, el proyecto audiovisual El Callejón de los Mi­lagros y los hostales San Juan de Dios y El Co­lonial.

Pero mientras unos construyen y fundan, no puede permitirse que otros se arroguen el derecho de destruir, agredir, degradar o irrespetar el patrimonio edificado, no pocas veces ante la mirada impasible de los propios conciudadanos y de quienes deben velar y exigir por su cuidado y preservación.

No basta entonces proclamar el legítimo or­gullo de ser camagüeyanos, de vivir en esta vi­lla patrimonial, si ello no se revierte en actos, en una conducta cívica y en una manera de re­lacionarse con el entorno que la resguarde de la irreverencia y las malas prácticas que afectan lo físico y, también, la espiritualidad.

Fuente: http://www.granma.cu/opinion/2016-10-13/no-basta-solo-el-orgullo-13-10-2016-23-10-28

Imagen: http://www.pprincipe.cult.cu/leytrad/santa-maria-puerto-principe.htm

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