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No repetir

Por: David Calderón.

 

Los propósitos clave de todo sistema de educación básica se enmarcan en la triple inclusión: estar, aprender y participar. Es decir, la fuerza y los recursos del Estado, el compromiso y las capacidades de los agentes educativos se orientan a que todas y todos estén incluidos en la escuela, que aprendan lo que quieren y necesitan y que participen activamente de su propio proceso de construcción personal y comunitaria.

Un sistema que reprueba tiende a excluir. La reprobación tiene un severo impacto en la permanencia; los alumnos reprobados tienen una probabilidad mucho más alta que sus compañeros de dejar la escuela.

Ha causado cierto revuelo que en el Diario Oficial de la Federación, el 29 de marzo de este año, se haya publicado el acuerdo número 11/03/19 “por el que se establecen las normas generales para la evaluación del aprendizaje, acreditación, promoción, regularización y certificación de los educandos de la educación básica”. Los acuerdos secretariales son piezas normativas que aterrizan criterios generales que la SEP, como coordinadora de todos los sistemas escolares de la República, marca para el cumplimiento de los objetivos de ley.

En el artículo 11 de dicho acuerdo se establece, en la fracción I, que los grados de la educación preescolar se acreditan (es decir, se da por cumplido el grado y se reconoce la promoción al grado siguiente) sólo con haberse cursado, lo mismo que los grados primero y segundo de primaria, como se indica en la fracción II.

No faltaron los comentarios que consideraran el asunto como una decisión a favor de la laxitud y la irresponsabilidad de la autoridad sobre el logro escolar, o incluso como una novedad que “dañará” el trabajo de las escuelas. Ni una cosa, ni otra.

Está bien documentado que el problema con la reprobación es que no está en el mejor interés de la niñez; tal vez para alguien en la intención, pero la evidencia muestra lo contrario. En todos los grados, pero especialmente en los iniciales, se sientan las bases para poder aprender a lo largo de la vida. Darse por vencidos desde el inicio, en cuanto al esfuerzo de los adultos, es un contrasentido para el derecho a aprender.

Si algo nos ha enseñado la pedagogía, desde Comenio y antes hasta el día de hoy, es precisamente que no hay “problemas de aprendizaje” sino limitaciones de la enseñanza y de la convivencia. Todo el aprendizaje es “problema” en el sentido de que para todo ser humano hay reto en el descubrimiento del mundo y de los otros, y exigencia para activar nuestras capacidades y llevar adelante nuestros propósitos; ese reto cobra características específicas según la edad, género, identidad étnica, estado de salud, contexto familiar y social de cada quien. Nos vamos descubriendo, perteneciendo, tomando control de nuestras propias vidas por acercamientos sucesivos, por indagación, por ensayo y error.

Si un alumno es reprobado al inicio de su trayectoria escolar, en lugar de ser apoyado para identificar y superar las barreras al aprendizaje y la participación (BAP, por sus siglas) que enfrenta, el ciclo de exclusión se exacerba. Las BAP no sólo se refieren a condiciones permanentes de discapacidad o de talentos específicos destacados, sino a factores de nutrición, momento emocional y por supuesto a los factores escolares y contextuales de clima de aula, plan de estudios y estrategias homogeneizantes; vamos, las creencias de los adultos sobre lo que pueden esperar de niñas y niños pueden ser las primeras BAP.

La reprobación trajo en otras épocas expulsión; si se la empareja con la repetición, puede tratarse de una expulsión lenta o pospuesta. Pensemos; si como reza el dicho “el principio de la locura es hacer lo mismo y esperar resultados diferentes”, entonces nos engañamos si creemos que, en un caso en el que no fue apropiado el proceso, repetirlo en condiciones casi idénticas es la solución.

La repetición está correlacionada, en sus efectos, con el abandono escolar, en los grados repetidos o con posterioridad. No puede minimizarse el efecto de etiquetación de la sobre-edad o la discriminación por ser señalados, como si fuese sólo un tema de voluntad aprobar o no; la posibilidad de generar culpa o ansiedad es muy alta, cuando lo común es falta de atención específica.

En distintas partes del mundo se ha adoptado esta política, como ocurre en los países escandinavos, Portugal, Francia misma. Así que no es excepcional la medida, y de hecho, tampoco es nueva en México. Justamente un sólido estudio empírico (Leave them kids alone! The positive effect of abolishing grade retention on pupils’ dropout rates: Evidence from a policy change, de Francisco Cabrera del CIDE, detalla los efectos del acuerdo 648 (vigente a partir de agosto de 2012) en el que se abolió la reprobación de primero a tercero de primaria. No tiene desperdicio: se muestra con fuerza que no sólo mejoró la permanencia en grados posteriores, sino que no afectó los resultados de aprendizaje registrados en las pruebas nacionales, con todos los ajustes correspondientes. Es decir, no hay elementos para afirmar que dejar de lado la reprobación “daña” el logro promedio porque los chicos que enfrentan retos más tangibles se queden en los grados siguientes; acaban por “ponerse al paso”.

Desde el enfoque de inclusión, esta normativa apunta a aspectos positivos; es adecuada en tanto y en cuanto efectivamente se impulse que en cada aula se hace el esfuerzo necesario para detectar oportunamente el ritmo de aprendizaje, se establezcan estrategias de detección temprana de barreras al aprendizaje y la participación de cada niña y niño, y se siga un plan para alcanzar las metas correspondientes a lo largo del ciclo. Los profesores agradecerán esta “descarga administrativa” de cálculos y registros, pero debe hacerse la retroalimentación cualitativa a las familias y a los propios alumnos, de forma continua y no “para la boleta”. Esperamos que el acuerdo se complemente con una estrategia deliberada, práctica, accesible para que los ajustes al trabajo grupal e individual no dejen fuera del aprendizaje y de la participación. Qué bueno que puedan estar; ahora, hay que asegurarse que se cumpla su derecho a que aprendan y participen.

Fuente del artículo: http://www.educacionfutura.org/no-repetir/

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El memorándum

Por: Carlos Ornellas.

El concepto de República imperial, que trabajó Enrique Krauze bajo la inspiración de don Daniel Cosío Villegas, es amplio y complejo. Baste por lo pronto señalar que implica concentración de poder en quien ocupe la silla del águila, sin contrapesos de valía

A juzgar por sus actos, el presidente López Obrador se desesperó por el retraso para legislar el fin de la Reforma Educativa del gobierno de Peña Nieto y encumbrar la de la Cuarta Transformación. Pero la desesperación es mala consejera, o tal vez buena, si se acomoda a un fin más allá de la enmienda constitucional. Me refiero a la tentación de restablecer la República imperial.

El concepto de República imperial, que trabajó Enrique Krauze bajo la inspiración de don Daniel Cosío Villegas, es amplio y complejo. Baste por lo pronto señalar que implica concentración de poder en quien ocupe la silla del águila, sin contrapesos de valía.

El presidente López Obrador dio la prueba de la desesperación: “Ya se envió una iniciativa de ley de reforma a la Constitución, pero hay grupos del magisterio que no ven con buenos ojos la propuesta… pero si se tarda mucho y no hay acuerdo voy a sacar un decreto abrogando, quitando la mal llamada Reforma Educativa” (Excélsior, 14/04/19; énfasis en el original).

El Presidente no ha firmado tal decreto; no obstante, remitió un memorándum a la secretaria de Gobernación y a los secretarios de Educación Pública y de Hacienda para que, “con base en las facultades que me confiere el cargo que detento”, ordenar se abrogue la mal llamada Reforma Educativa.

La parte medular que apunta a la concentración del poder se expresa en los lineamientos b y c del memorándum. Dispone que las instancias del Poder Ejecutivo federal dejen sin efecto todas las medidas de la Reforma Educativa. Pero, al mismo tiempo, afirma que la nómina del sector quedará bajo control de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, la cual impedirá prácticas patrimonialistas, “aviadores” y cualquier otra forma de corrupción. La Secretaría de Educación Pública administrará las plazas magisteriales, evitará que se trafique con ellas y garantizará la contratación de maestros egresados de las normales públicas. La Secretaría de Gobernación realizará diligencias y acciones para poner en libertad a maestros y luchadores sociales que persiguen causas sociales justas y retirar las imputaciones para castigar activismos pacíficos.

Legisladores de todos los partidos, representantes empresariales, activistas sociales, académicos y juristas destacados, como el ministro en retiro de la Suprema Corte, José Ramón Cossío, señalaron la inconstitucionalidad del memorándum y la invasión de facultades de otro poder.

El Presidente piensa que tiene potestad para juzgar cuáles son causas justas y afirma que el activismo de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación es pacífico. Y, a pesar de que él supone que con estas medidas contentará a sus líderes, ellos responden con más presión: “Hasta no ver no creer”. Quieren el retorno total de sus privilegios: controlar la nómina y disponer de la trayectoria laboral de los maestros.

La idea de rehabilitar la República imperial forja contrapesos. Unos se enojan y la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación muestra músculo. Espero que el Presidente no se desespere más.

Fuente del artículo: http://www.educacionfutura.org/el-memorandum/

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Un debate sin educación

Por: Saturnino Acosta. 

No me refiero al piropo de Iglesias a Rivera, ni al resto de improperios proferidos por unos y otros, las interrupciones permanentes, hablar todos a la vez, gesticular puerilmente, acusar o señalar con el dedo.

El caso es que en el segundo debate televisivo, la Educación, no la de sus señorías, la otra, pasó inadvertida sin propuestas reales o importantes, y mucho me temo que a falta de dos días para las elecciones generales, ya poco se espera de ella, no la de sus señorías, de la otra.

El problema no es que no lleven en sus programas medidas educativas, es que las medidas no son dignas de mención y mucho menos la solución, sobre todo si no se explica el cómo y quizás porque no se sepa cómo.

Sorprende el silencio en el debate educativo y molesta, como funcionario docente, cuando alguno de los debatientes, que no debatidores, se quejan del bajo sueldo que perciben los funcionarios de salud, o prometan la equiparación salarial a fuerzas y cuerpo de seguridad del Estado y funcionarios de prisiones. Parece que para el profesorado lo mejor es un MIR o enseñar la Constitución, que por cierto alguno ha aprovechado para leer estos días.

Me parece no solo bien, justo y necesario que se reconozca salarialmente al personal sanitario y por supuesto que se homologue el sueldo a todo funcionario que realiza la misma función en todo el territorio, pero se les olvida aquellos funcionarios que siguen sin tener estatuto, carrera profesional, peores condiciones, y cada vez más obligaciones con menos retribuciones, lo que genera no solo menos devociones, sino un…, más educación, señorías.

Lo curioso de todo esto ya no es la falta de empatía hacia el profesorado, o medidas sin medidas, es que el resto de medidas en todos los ámbitos pasan por mejorar la Educación. Un ejemplo con la Formación Profesional Dual, si no se crea un plan de movilidad nacional específico para el profesorado y el alumnado, con ayudas concretas para esa movilidad de ambos y menos sin que exista la cobertura de un tejido empresarial nacional de calidad y de libre acceso, donde se pueda poner en práctica lo aprendido, así como ayudas a esas empresas, durante pero también después, si se posibilita el acceso al primer empleo, difícilmente se impulsará nada.

Así nuestros jóvenes no tendrán que marcharse, podrán estudiar, trabajar y emprender por cuenta propia o ajena, y a la vez cotizar, y a la vez, y a la vez, y a la vez. Por no parecer del 1 o del 6, y tratar a todos por igual, todos los programas educativos que he leído de todos adolecen de lo mismo, voy a mejorar, voy a hacer, voy a prometer, pero nadie dice, voy a sentarme con mis debatientes, que no sean debatidores, para saber qué queremos y después con los profesionales saber cómo lo hacemos.

Todo es educación porque sin educación no hay debates ni devotos.

Fuente del artículo: https://www.elperiodicoextremadura.com/noticias/opinion/debate-sin-educacion_1158985.html

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Educación y rebelión ecosocial para salvar el planeta

Por: Agustín Moreno.

Hoy es necesaria una rebelión ecosocial en la educación para salir de un sistema educativo agotado y abducido por los resultados de las evaluaciones

“¡Sin planeta, no hay futuro!”, “¡Ni un grado más, ni una especie menos!”, eran algunos de los gritos de miles de jóvenes que llenaban las plazas en la huelga estudiantil del 15 de marzo. La Humanidad está en una encrucijada medioambiental estratégica: el cambio climático, el agotamiento de los recursos y el deterioro de las condiciones de vida en la Tierra, es algo que afecta ya a la generación actual y no solo a las futuras.

Aquellos que están dispuestos a seguir colocando al planeta al borde del abismo por su codicia son enemigos muy poderosos. Recientemente se conocía que el cártel del petróleo estaba invirtiendo más de 1.000 millones de dólares para bloquear medidas contra el cambio climático y obstruir el cumplimiento de los objetivos de los Acuerdos de París. Es decir, para mantener o expandir el calentamiento global, con las consiguientes consecuencias catastróficas.

Cada día es más fuerte el movimiento que propone una respuesta radical a esta situación de colapso más que previsible. La propia juventud europea y mundial está tomando conciencia de esta realidad y ha surgido un movimiento de lucha contra el cambio climático, con huelgas y manifestaciones en diferentes países europeos y del mundo. En España se expresó el 15 de marzo con una huelga estudiantil de amplio seguimiento que nos marca el camino a seguir.

La escuela y la educación han jugado un papel importante haciendo que nos sintamos ajenos a lo que vivimos y a la naturaleza. Sigue, hasta hoy, proponiendo un currículo que nos sitúa por encima de la vida, en lugar de educarnos como cuidadores de ella. Hay organizaciones ecologistas y de renovación pedagógica que analizan los currículos escolares y nos muestran la lejanía y la ausencia de una mínima conciencia ecosocial en ellos. Se ha seguido defendiendo que el crecimiento económico y la explotación de los recursos naturales son algo ilimitado, que podemos consumir sin límites. No pone la vida y su cuidado en el centro.

Ante esta situación de emergencia social y ecológica, el sistema educativo no puede permanecer ajeno al deterioro ambiental que amenaza la vida y nuestras condiciones en las que se desarrolla. Los currículos, las prácticas educativas e incluso las infraestructuras escolares viven de espaldas a los problemas de insostenibilidad estructural. Hoy es necesaria una rebelión ecosocial en la educación para salir de un sistema educativo agotado y abducido por los resultados de las evaluaciones, los estándares y las rúbricas. Es necesario modificar la relación de los seres humanos con el territorio. Es imprescindible entender y desarrollar las implicaciones centrales de la sostenibilidad en la escuela. En palabras de José Domínguez, “la educación básica debe crear un clima ecoeducativo adecuado, para que todos los educandos adquieran una conciencia ecológica ético-crítica, científicamente bien informada… La educación básica debe capacitar a los ciudadanos y ciudadanas para llevar a cabo una transición acelerada del modo capitalista de producción y consumo neoliberal, que es esencialmente antihumanista, antiecologista y antidemocrático, a un modo de producción y de consumo ecohumanista, ecologista y democrático”.

Hay, al menos, tres planos de acción: la educación en la naturaleza, el planteamiento medioambiental de la educación y la movilización ciudadana en la que participe la escuela. En cuanto a la importancia de la primera, ya los pedagogos clásicos sabían que era una fuente de conocimiento, desarrollo cognitivo, motivación y toma de conciencia ambiental. Fue uno de los pilares de la renovación pedagógica de la Institución Libre de Enseñanza, y sigue siendo un referente de los movimientos de renovación y del ecologismo hoy. Pedagogas actuales como Heike Freire defienden educar en verde. Para ello, lo primero es acercar a los niños a la naturaleza cada día, sabiendo que ellos son naturaleza; la segunda parte de esta educación verde implica una concienciación medioambiental, ecológica.

Por otro lado, las políticas y la legislación educativa deben incorporar la educación ecosocial en el currículo de todos los niveles. Desde el Documento de Bases para una nueva ley educativa lo tenemos en cuenta y realizamos una serie de propuestas:

• Desarrollar una educación en el territorio. Facilitar el acceso autónomo a pie y en bicicleta a centros escolares y de ocio, vinculado a una escolarización de proximidad. Ampliar los programas y recursos de educación ambiental.

• Construir y adaptar los centros educativos con criterios ecológicos. Organizar sistemas de transporte sostenible al centro educativo. Supervisar la auditoría ambiental de los centros educativos para evitar derroches en calefacción, iluminación, equipos electrónicos. Crear espacios verdes educativos dentro de los centros, incluyendo huertos escolares y zonas arboladas y de tierra, no cementadas.

• Implementar programas que faciliten a los centros trabajar los contenidos curriculares que tienen como eje central la sostenibilidad y sus implicaciones. Abordar los problemas ecológicos más importantes tales como: declive energético, pérdida de biodiversidad, sobre-urbanización, cambio climático, contaminación (de agua, suelos, alimentos, aire…), crisis alimentaria. Sus causas y medidas correctoras necesarias. Filosofía medioambiental y ética ecológica.

• Desarrollar un currículo en la autonomía, que incorpore contenidos de Educación Ética política y promueva las capacidades para conocer y comprender una sociedad basada en el mercado y para desarrollar criterios que permitan construir en ella los propios valores.

• Desarrollar de forma sistemática la contratación pública con criterios de sostenibilidad, éticos y sociales (comedor escolar, compras de productos de limpieza, material escolar…). Modificar en lo posible las construcciones escolares que exigen alto consumo energético.

La nueva ley educativa que este país necesita y que tendrá que elaborarse en la próxima legislatura ha de abordar la educación ecosocial como un imperativo moral y pedagógico. Para ello será necesario que avancen en las próximas elecciones las formaciones políticas que tienen conciencia del gravísimo problema del calentamiento global, defienden el carácter público de la educación, la derogación de la LOMCE como una ley antiecológica y antisocial y el aumento de la inversión educativa. Pero ello solo será posible si van acompañadas de una amplia movilización de la ciudadanía, iniciada ya por el movimiento ecologista y la juventud.

Fuente del artículo: https://www.cuartopoder.es/ideas/2019/04/13/educacion-y-rebelion-ecosocial-salvar-planeta/

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Un manual para ser niño – Gabriel García Márquez

Por: .

 

Aspiro a que estas reflexiones sean un manual para que los niños se atrevan a defenderse de los adultos en el aprendizaje de las artes y las letras. No tienen una base científica sino emocional o sentimental, si se quiere, y se fundan en una premisa improbable: si a un niño se le pone frente a una serie de juguetes diversos, terminará por quedarse con uno que le guste más. Creo que esa preferencia no es casual, sino que revela en el niño una vocación y una aptitud que tal vez pasarían inadvertidas para sus padres despistados y sus fatigados maestros.

Creo que ambas le vienen de nacimiento, y sería importante identificarlas a tiempo y tomarlas en cuenta para ayudarlo a elegir su profesión. Más aun: creo que algunos niños a una cierta edad, y en ciertas condiciones, tienen facultades congénitas que les permiten ver más alla de la realidad admitida por los adultos. Podrían ser residuos de algún poder adivinatorio que el género humano agotó en etapas anteriores, o manifestaciones extraordinarias de la intuición casi clarividente de los artistas durante la soledad del crecimiento, y que desaparecen, como la glándula del timo, cuando ya no son necesarias.

Creo que se nace escritor, pintor o músico. Se nace con la vocación y en muchos casos con las condiciones físicas para la danza y el teatro, y con un talento propicio para el periodismo escrito, entendido como un género literario, y para el cine, entendido como una síntesis de la ficción y la plástica. En ese sentido soy un platónico: aprender es recordar. Esto quiere decir que cuando un niño llega a la escuela primaria puede ir ya predispuesto por la naturaleza para alguno de esos oficios, aunque todavía no lo sepa. Y tal vez no lo sepa nunca, pero su destino puede ser mejor si alguien lo ayuda a descubrirlo. No para forzarlo en ningún sentido, sino para crearle condiciones favorables y alentarlo a gozar sin temores de su juguete preferido. Creo, con una seriedad absoluta, que hacer siempre lo que a uno le gusta, y sólo eso, es la formula magistral para una vida larga y feliz.

Para sustentar esa alegre suposición no tengo más fundamento que la experiencia difícil y empecinada de haber aprendido el oficio de escritor contra un medio adverso, y no sólo al margen de la educación formal sino contra ella, pero a partir de dos condiciones sin alternativas: una aptitud bien definida y una vocación arrasadora. Nada me complacería más si esa aventura solitaria pudiera tener alguna utilidad no sólo para el aprendizaje de este oficio de las letras, sino para el de todos los oficios de las artes.

La vocación sin don y el don sin vocación

Georges Bernanos, escritor católico francés, dijo: «Toda vocación es un llamado». El Diccionario de Autoridades, que fue el primero de la Real Academia en 1726, la definió como «la inspiración con que Dios llama a algún estado de perfección». Era, desde luego, una generalización a partir de las vocaciones religiosas. La aptitud, según el mismo diccionario, es «la habilidad y facilidad y modo para hacer alguna cosa». Dos siglos y medio después, el Diccionario de la Real Academia conserva estas definiciones con retoques mínimos. Lo que no dice es que una vocación inequívoca y asumida a fondo llega a ser insaciable y eterna, y resistente a toda fuerza contraria: la única disposición del espíritu capaz de derrotar al amor.

Las aptitudes vienen a menudo acompañadas de sus atributos físicos. Si se les canta la misma nota musical a varios niños, unos la repetirán exacta, otros no. Los maestros de música dicen que los primeros tienen lo que se llama el oído primario, importante para ser músicos. Antonio Sarasate, a los cuatro años, dio con su violín de juguete una nota que su padre, gran virtuoso, no lograba dar con el suyo. Siempre existirá el riesgo, sin embargo, de que los adultos destruyan tales virtudes porque no les parecen primordiales, y terminen por encasillar a sus hijos en la realidad amurallada en que los padres los encasillaron a ellos. El rigor de muchos padres con los hijos artistas suele ser el mismo con que tratan a los hijos homosexuales.

Las aptitudes y las vocaciones no siempre vienen juntas. De ahí el desastre de cantantes de voces sublimes que no llegan a ninguna parte por falta de juicio, o de pintores que sacrifican toda una vida a una profesión errada, o de escritores prolíficos que no tienen nada que decir. Sólo cuando las dos se juntan hay posibilidades de que algo suceda, pero no por arte de magia: todavía falta la disciplina, el estudio, la técnica y un poder de superación para toda la vida.

Para los narradores hay una prueba que no falla. Si se le pide a un grupo de personas de cualquier edad que cuenten una película, los resultados serán reveladores. Unos darán sus impresiones emocionales, políticas o filosóficas, pero no sabrán contar la historia completa y en orden. Otros contaran el argumento, tan detallado como recuerden, con la seguridad de que será suficiente para transmitir la emoción del original. Los primeros podrán tener un porvenir brillante en cualquier materia, divina o humana, pero no serán narradores. A los segundos les falta todavía mucho para serlo -base cultural, técnica, estilo propio, rigor mental- pero pueden llegar a serlo. Es decir: hay quienes saben contar un cuento desde que empiezan a hablar, y hay quienes no sabrán nunca. En los niños es una prueba que merece tomarse en serio.

Las ventajas de no obedecer a los padres 

La encuesta adelantada para estas reflexiones ha demostrado que en Colombia no existen sistemas establecidos de captación precoz de aptitudes y vocaciones tempranas, como punto de partida para una carrera artística desde la cuna hasta la tumba. Los padres no están preparados para la grave responsabilidad de identificarlas a tiempo, y en cambio sí lo están para contrariarlas. Los menos drásticos les proponen a los hijos estudiar una carrera segura, y conservar el arte para entretenerse en las horas libres. Por fortuna para la humanidad, los niños les hacen poco caso a los padres en materia grave, y menos en lo que tiene que ver con el futuro.

Por eso los que tienen vocaciones escondidas asumen actitudes engañosas para salirse con la suya. Hay los que no rinden en la escuela porque no les gusta lo que estudian, y sin embargo podrían descollar en lo que les gusta si alguien los ayudara. Pero también puede darse que obtengan buenas calificaciones, no porque les guste la escuela, sino para que sus padres y sus maestros no los obliguen a abandonar el juguete favorito que llevan escondido en el corazón. También es cierto el drama de los que tienen que sentarse en el piano durante los recreos, sin aptitudes ni vocación, sólo por imposición de sus padres. Un buen maestro de música, escandalizado con la impiedad del método, dijo que el piano hay que tenerlo en la casa, pero no para que los niños lo estudien a la fuerza, sino para que jueguen con él.

Los padres quisiéramos siempre que nuestros hijos fueran mejores que nosotros, aunque no siempre sabemos cómo. Ni los hijos de familias de artistas están a salvo de esa incertidumbre. En unos casos, porque los padres quieren que sean artistas como ellos, y los niños tienen una vocación distinta. En otros, porque a los padres les fue mal en las artes, y quieren preservar de una suerte igual aun a los hijos cuya vocación indudable son las artes. No es menor el riesgo de los niños de familias ajenas a las artes, cuyos padres quisieran empezar una estirpe que sea lo que ellos no pudieron. En el extremo opuesto no faltan los niños contrariados que aprenden el instrumento a escondidas, y cuando los padres los descubren ya son estrellas de una orquesta de autodidactas.

Maestros y alumnos concuerdan contra los métodos académicos, pero no tienen un criterio común sobre cuál puede ser mejor. La mayoría rechazaron los métodos vigentes, por su carácter rígido y su escasa atención a la creatividad, y prefieren ser empíricos e independientes. Otros consideran que su destino no dependió tanto de lo que aprendieron en la escuela como de la astucia y la tozudez con que burlaron los obstáculos de padres y maestros. En general, la lucha por la supervivencia y la falta de estímulos han forzado a la mayoría a hacerse solos y a la brava.

Los criterios sobre la disciplina son divergentes. Unos no admiten sino la completa libertad, y otros tratan incluso de sacralizar el empirismo absoluto. Quienes hablan de la no disciplina reconocen su utilidad, pero piensan que nace espontánea como fruto de una necesidad interna, y por tanto no hay que forzarla. Otros echan de menos la formación humanística y los fundamentos teóricos de su arte. Otros dicen que sobra la teoría. La mayoría, al cabo de años de esfuerzos, se sublevan contra el desprestigio y las penurias de los artistas en una sociedad que niega el carácter profesional de las artes.

No obstante, las voces más duras de la encuesta fueron contra la escuela, como un espacio donde la pobreza de espíritu corta las alas, y es un escollo para aprender cualquier cosa. Y en especial para las artes. Piensan que ha habido un despilfarro de talentos por la repetición infinita y sin alteraciones de los dogmas académicos, mientras que los mejor dotados sólo pudieron ser grandes y creadores cuando no tuvieron que volver a las aulas. «Se educa de espaldas al arte», han dicho al unísono maestros y alumnos. A éstos les complace sentir que se hicieron solos. Los maestros lo resienten, pero admiten que también ellos lo dirían. Tal vez lo más justo sea decir que todos tienen razón. Pues tanto los maestros como los alumnos, y en última instancia la sociedad entera, son víctimas de un sistema de enseñanza que está muy lejos de la realidad del país.

De modo que antes de pensar en la enseñanza artística, hay que definir lo más pronto posible una política cultural que no hemos tenido nunca. Que obedezca a una concepción moderna de lo que es la cultura, para qué sirve, cuánto cuesta, para quién es, y que se tome en cuenta que la educación artística no es un fin en sí misma, sino un medio para la preservación y fomento de las culturas regionales, cuya circulación natural es de la periferia hacia el centro y de abajo hacia arriba.

No es lo mismo la enseñanza artística que la educación artística. Ésta es una función social, y así como se enseñan las matemáticas o las ciencias, debe enseñarse desde la escuela primaria el aprecio y el goce de las artes y las letras. La enseñanza artística, en cambio, es una carrera especializada para estudiantes con aptitudes y vocaciones específicas, cuyo objetivo es formar artistas y maestros como profesionales del arte.

No hay que esperar a que las vocaciones lleguen: hay que salir a buscarlas. Están en todas partes, más puras cuanto más olvidadas. Son ellas las que sustentan la vida eterna de la música callejera, la pintura primitiva de brocha y sapolín en los palacios municipales, la poesía en carne viva de las cantinas, el torrente incontenible de la cultura popular que es el padre y la madre de todas las artes.

¿Con qué se comen las letras? 

Los colombianos, desde siempre, nos hemos visto como un país de letrados. Tal vez a eso se deba que los programas del bachillerato hagan más énfasis en la literatura que en las otras artes. Pero aparte de la memorización cronológica de autores y de obras, a los alumnos no les cultivan el hábito de la lectura, sino que los obligan a leer y a hacer sinopsis escritas de los libros programados. Por todas partes me encuentro con profesionales escaldados por los libros que les obligaron a leer en el colegio con el mismo placer con que se tomaban el aceite de ricino. Para las sinopsis, por desgracia, no tuvieron problemas, porque en los periódicos encontraron anuncios como éste: «Cambio sinopsis de El Quijote por sinopsis de La Odisea». Así es: en Colombia hay un mercado tan próspero y un tráfico tan intenso de resúmenes fotostáticos, que los escritores armamos mejor negocio no escribiendo los libros originales sino escribiendo de una vez las sinopsis para bachilleres. Es este método de enseñanza -y no tanto la televisión y los malos libros-, lo que está acabando con el hábito de la lectura. Estoy de acuerdo en que un buen curso de literatura sólo puede ser una gema para lectores. Pero es imposible que los niños lean una novela, escriban la sinopsis y preparen una exposición reflexiva para el martes siguiente. Sería ideal que un niño dedicara parte de su fin de semana a leer un libro hasta donde pueda y hasta donde le guste -que es la única condición para leer un libro-, pero es criminal, para él mismo y para el libro, que lo lea a la fuerza en sus horas de juego y con la angustia de las otras tareas.

Haría falta -como falta todavía para todas las artes- una franja especial en el bachillerato con clases de literatura que sólo pretendan ser guías inteligentes de lectura y reflexión para formar buenos lectores. Porque formar escritores es otro cantar. Nadie enseña a escribir, salvo los buenos libros, leídos con la aptitud y la vocación alertas. La experiencia de trabajo es lo poco que un escritor consagrado puede transmitir a los aprendices si éstos tienen todavía un mínimo de humildad para creer que alguien puede saber más que ellos. Para eso no haría falta una universidad, sino talleres prácticos y participativos, donde escritores artesanos discutan con los alumnos la carpintería del oficio: cómo se les ocurrieron sus argumentos, cómo imaginaron sus personajes, cómo resolvieron sus problemas técnicos de estructura, de estilo, de tono, que es lo único concreto que a veces puede sacarse en limpio del gran misterio de la creación. El mismo sistema de talleres está ya probado para algunos géneros del periodismo, el cine y la televisión, y en particular para reportajes y guiones. Y sin exámenes ni diplomas ni nada. Que la vida decida quién sirve y quién no sirve, como de todos modos ocurre.

Lo que debe plantearse para Colombia, sin embargo, no es sólo un cambio de forma y de fondo en las escuelas de arte, sino que la educación artística se imparta dentro de un sistema autónomo, que dependa de un organismo propio de la cultura y no del Ministerio de la Educación. Que no esté centralizado, sino al contrario, que sea el coordinador del desarrollo cultural desde las distintas regiones del país, pues cada una de ellas tiene su personalidad cultural, su historia, sus tradiciones, su lenguaje, sus expresiones artísticas propias. Que empiece por educarnos a padres y maestros en la apreciación precoz de las inclinaciones de los niños, y los prepare para una escuela que preserve su curiosidad y su creatividad naturales. Todo esto, desde luego, sin muchas ilusiones. De todos modos, por arte de las artes, los que han de ser ya lo son. Aun si no lo sabrán nunca.

Fuente del artículo: https://otra-educacion.blogspot.com/2014/04/manual-para-ser-nino-gabriel-garcia.html?m=1&fbclid=IwAR05AYzswTSk2VoH8l0iD5O5sEJadOl9mqkjFyytwsjhFCw-QJURHrYKRXw

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La OCDE y el ODS4 en la reforma educativa

Por: Lev M. Velázquez Barriga.

a idea de materializar unasola agenda mundial que estandarice los sistemas educativos nacionales, hegemonizando los principios empresariales de la calidad y la evaluación como medio para alcanzarla, ha sido una tarea sistemática de las multinacionales que representan al neoliberalismo a escala global, algunas veces condicionando el financiamiento a la intervención de los bancos mundiales y regionales, otras imponiendo el poder de las oligarquías en esquemas que se disfrazan de cooperación y construcción de políticas públicas, una más legitimando los intereses del capitalismo mediante los organismos internacionales.

La síntesis más reciente (2015) de esta agenda mundial de educación del neoliberalismo es el Objetivo para el Desarrollo Sostenible Número 4 (ODS4), porque los esfuerzos del Banco Mundial, del Banco Interamericano de Desarrollo y de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos, arribaron de manera protagónica a los espacios de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (en inglés Unesco), definiendo el rumbo educativo que atenderá las demandas del capitalismo del siglo XXI durante los próximos 15 años.

Para Luis Bonilla Molina, especialista en la Unesco, el ODS4 evidencia la hegemonía actual del neoliberalismo educativo en la construcción de políticas educativaspero también del proceso neocolonizador que posibilita la disolución progresiva de las autonomías conceptuales y operativas de los Ministerios de Educación nacionales(http://otrasvoceseneducacion .org/ archivos/256021) que terminan siendo incapaces de construir alternativas basadas en la historia plurinacional de cada país y en las pedagogías propias de la tradición latinoamericana, o bien, basadas en las cosmovisiones originarias.

Esta neocolonización conceptual y falta de autonomía ha sido muy visible en los gobiernos neoliberales y la Cuarta Transformación no es la excepción a la regla. En todo el proceso de la reforma no han sido capaces de defender la narrativa del bienestar social; lo mismo sucedió con los aliados parlamentarios, el Partido del Trabajo presentó una iniciativa de ley que proponía la descolonización de los saberes y los conocimientos, la emancipación social y la comunalidad indígena como un eje fundamental de la educación, pero finalmente se inclinaron por un dictamen que desechó casi por completo su propuesta, aceptando lo que ya venían promoviendo en educación temprana los partidos del Pacto por México y las organizaciones de la sociedad civil empresariales. Ni siquiera pudieron resignificar las conceptualizaciones del discurso de la derecha, tan sólo parafrasearon lo que ya está en el ambiente de la reforma educativa de globalización económica.

Cuando el Presidente de México celebra que la cámara de Diputados haya aprobado el dictamen porque con esto se da marcha atrás a una imposición que vino del extranjero, está engañando a los mexicanos. El proyecto de decreto que fue turnado a la Cámara de Senadores contiene los rasgos esenciales del Acuerdo de cooperación México-OCDE para mejorar la calidad de la educación de las escuelas mexicanas que desde el sexenio de Peña Nieto fracturó la esencia del artículo tercero para forzar ahí la regulación de las relaciones laborales de la carrera docente y los directivos, en donde las evaluaciones son el instrumento principal para alcanzar la calidad, tal cual ha pregonado el discurso hegemónico de la agenda mundial para las reformas educativas.

También recupera los conceptos que el empresariado internacional hegemonizó mediante el ODS4, pero que fueron esterilizados para no sembrar ninguna rebeldía o demanda de justicia social; es así como educación inclusiva y equitativa de calidad promueven la estandarización de las diferencias cognitivas, de los contextos escolares, de la formación de especialidades docentes, para que todo pueda ser evaluado bajo parámetros de certificación uniformes y para que la diversidad de género desemboque en igualdad de oportunidades y derecho a la apropiación homogénea de aprendizajes y las habilidades necesarios para la economía global. En la misma lógica, otros conceptos como la educación para la paz y el desarrollo emocional, sitúan la violencia en los factores individuales para no atender los estructurales, la resolución de conflictos interpersonales tiene como trasfondo el desarrollo de las competencias necesarias para modelos empresariales que tienden a la autonomía y la dispersión de los trabajadores, en cuyas circunstancias no hay otra opción más que autorregular su propia explotación.

Mientras algunos celebran la cancelación de la reforma administrativa y laboral, su carácter punitivo o el reconocimiento de la educación inicial, la oligarquía internacional sabe que con la reforma en proceso está disputando con ventaja el control de la totalidad: de la política educativa; la organización gerencial de la escuela; el currículo focalizado en el desarrollo de habilidades laborales; la elaboración y orientación por competencias de los materiales educativos; la formación instrumental, despedagogizada y despolitizada de los docentes para facilitar la asimilación de la subjetividad neoliberal en la escuela, la precarización en el trabajo y la meritocracia en la profesionalización; pero todos estos procesos atravesados por el discurso de la calidad y la excelencia; medidos, certificados y estandarizados por las evaluaciones que se definen en órganos autónomos nacionales o multilaterales en donde las corporaciones económicas están a la cabeza.

Fuente del artículo: https://www.jornada.com.mx/2019/04/27/opinion/020a2pol

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La entrega

Por: Hugo Aboites.

 

No hay ambigüedad que dure 100 años y la del gobierno de López Obrador en el tema de la educación tardó exactamente cinco meses en disiparse. Por un lado, sus reiteradas declaraciones de que se abrogaría completa la reforma, y, por el otro, la SEP insistiendo en su evidente inclinación por la OCDE y ese instituto. Lo más reciente fue, por un lado, la aprobación en las comisiones unidas de la Cámara de un dictamen abrumadoramente rechazado por académicos en la UNAM y maestros, y por otro, el esperanzador memorándum en que el Presidente planteaba lineamientos, “en tanto se alcanza un entendimiento con los padres de familia y los maestros sobre los cambios constitucionales requeridos…” (Pág. 2, primer párrafo). Esto último alentó la confianza de los maestros. Y, más todavía, cuando al memorándum del 16 de abril le siguió la convocatoria de la SEP a negociar el lunes 22. Sin embargo, sorpresivamente, el día 24 con la decisiva participación de la mayoría de diputados de Morena, el dictamen del paquete de modificaciones se lleva al pleno de la Cámara y en horas queda aprobado.

Es cierto que ya no se aplicarán evaluaciones punitivas a los maestros, pero seguirán excluidos del 123 y, con eso, indefensos, para empezar, ante un procedimiento de ingreso, promoción y reconocimiento de excepción que ya anuncian las modificaciones aprobadas. Pero, lo más grave, abre todavía más que en 2013 la conducción de la educación nacional a la representación local de la OCDE y de Mexicanos Primero. La SEP de Moctezuma Barragán justificó este despojo de conquistador, en la necesidad de ceder en algo a fin de conseguir la abrogación de la reforma. Pero era innecesario. Un gobierno con el respaldo popular al presidente que significan 30 millones de votos y, además, con el peso de uno de los movimientos sociales y magisteriales más poderosos de la historia reciente, pueden plantarse y empujar con fuerza extraordinaria una reforma de fondo. Si se quiere. Con lo aprobado queda claro que no se trataba de defender a la educación y al interés superior de niños, niñas, maestros y maestras, y sino de darle un poco a los maestros sin alterar demasiado el proyecto de control de le educación de conservadores, empresarios y la OCDE.

Y los diputados sabían contra quien iban, si no, ¿por qué el presidente de la fracción de Morena, Mario Delgado, hablando al día siguiente en Aristegui noticias, llama a los maestros a tranquilizarse, a tener confianza? ¿Por qué anticipa que habrá resistencia aunque –usando las mismas fatuas palabras de Mexicanos Primero en 2012– espera que sólo durará un tiempo? Tal vez, pero también puede que, como en 2013, la molestia aumente, venga luego la resistencia focal, la campaña de la derecha exigiendo represión y un gobierno crecientemente entrampado en un tema que es de Peña Nieto.

En un aparente intento por ofrecer esperanza, el Presidente ahora reitera que debe darse prioridad a los normalistas y desde la Cámara se habla de que las demandas y rectificaciones se incluirían en la legislación secundaria. Viendo cómo se arrasó con las propuestas y reservas de las minorías y hasta con la propia iniciativa presidencial, sería ingenuo confiar de nuevo.

La votación en la Cámara muestra la reactivación del Pacto por México, ahora con la inclusión de la mayoría de los diputados de Morena. Usando el mismo método de ceder para lograr, el PRI y el PAN elegirán a los integrantes del nuevo INEE con el mismo perfil del pasado (incluyendo a algún(os) progresista(s) pero, además, con una sustancial ampliación numérica. Ya no habrá sólo una Junta Directiva sino además un consejo técnico y otro más, consultivo. Decenas de integrantes más. Se busca así democratizar la imagen del nuevo organismo y legitimar más la presión empresarial y conservadora sobre la educación que comenzó a ejercer en 2013. Por eso mantiene su carácter de una entidad autónoma que desde fuera, desde la sociedad civil empresarial y de la OCDE, y por encima de una SEP que gusta de ceder, establece criterios, lineamientos, indicadores para normar, certificar, medir la excelencia (calidad) y, por tanto, asumir la conducción y el rumbo de la educación. Y esto incluye sobre todo el quehacer de millón y medio de maestros y maestras, además de estudiantes y comunidades que, una vez más, quedarán subordinados a las imposiciones pedagógicas de una cúpula privilegiada y conservadora y excluidos de la participación en la conducción nacional y regional de su propio trabajo educativo.

Sin embargo, los nuevos reformadores deben recordar que no se ha borrado el horizonte de una lucha larga, muy dura y que, por nacional y exitosa, puede ahora servir para unificar otras muchas resistencias. Las de comunidades y organizaciones sindicales contra los proyectos de despojo de sus derechos y de su patrimonio educativo, cultural y de territorio. Las que, cada vez más, sólo confían en la fuerza de su unidad.

Fuente del artículo: https://www.jornada.com.mx/2019/04/27/opinion/020a1pol

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