No obstante que la contienda por la educación incluye a bastantes actores, diversas posiciones políticas y orientaciones ideológicas, a veces es conveniente agruparlas en reductos polares para entresacar las aristas cardinales de los debates. Pongamos por ejemplo la evaluación docente dentro de la Reforma Educativa que el próximo gobierno quiere enterrar y que el que fenecerá en menos de dos semanas todavía defiende. Lo hace con proclamas y los pocos instrumentos políticos que le quedan.
El que viene tiene activos por delante, pero no se vislumbra cuáles serán sus herramientas institucionales; las políticas están a la vista: una coalición de intereses de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación y de Morena, bajo el mando del presidente electo, Andrés Manuel López Obrador.
Aun desde antes de que naciera el Servicio Profesional Docente y entrara en vigor la Ley del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación, una narrativa contestataria comenzó a penetrar el ambiente. Rezaba que, por instrucciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos y otros organismos intergubernamentales, se trataba de evaluar a los maestros para denostarlos, castigarlos, someterlos y tenerlos bajo un control autoritario al servicio del neoliberalismo. En suma, para desprestigiar a la profesión docente.
El discurso oficial de la reforma, por el contrario, puso el acento en una evaluación para mejorar la práctica pedagógica y regular los procedimientos de ingreso, promoción, recompensa y permanencia en el servicio educativo. Si bien sus abogados reconocían la influencia de tendencias globales, insistían en la necesidad de que México conociera cuál es el estado profesional de los docentes, sus fortalezas y debilidades con el fin de diseñar mecanismos para incrementar las primeras y empequeñecer las segundas.
La narrativa disidente nunca quitó el dedo del renglón, imputó —y lo hizo con eficacia— que la reforma era laboral, no educativa y que la evaluación es punitiva. Para reforzar sus argumentos recurrió al parlamento de la movilización, una propaganda conveniente a sus propósitos de ganar adeptos más allá de los estados donde la CNTE es dominante. Intelectuales y periodistas hicieron suyo el reclamo y abonaron con sus análisis a censurar al INEE y, en consecuencia, a debilitar la prosopopeya de la Secretaría de Educación Pública y del Instituto.
El INEE y la SEP pusieron en juego artefactos sólidos en su estructura metódica, pero con escasa penetración en la plaza pública. No construyeron un discurso vigoroso para transferir al magisterio las bondades del SPD, es decir, la oferta de profesionalización y crecimiento intelectual y moral. Los activos de la reforma quedaron incrustados en la ley con un lenguaje burocrático, aunque es el arreglo del proceso legislativo. Mas no pudieron traducirlo a palabras propias de los maestros, a pesar de que pusieron el acento en las cataduras de mejoría, como énfasis en el aprendizaje (situado, activo), la escuela al centro y porciones de autonomía para ejercer la práctica curricular. Las proclamas fueron infructuosas contra la oratoria incendiaria.
La contienda por la conducción del sistema educativo mexicano es de larga data, no se terminará con el arribo del nuevo gobierno. Cada reforma, aunque sea frágil, deja una impronta en el sistema. Lo que nos enseña la historia es que la escuela es una institución perdurable, que genera mecanismos de defensa contra embates de todo tipo. De que ha cambiado, ha cambiado, pero ha sido de manera gradual, no con grandes trancos. Incluso, las reformas trascendentes, como la de la educación socialista y la de la unidad nacional, o las no tan cimeras como las de los gobiernos de Echeverría y de Salinas de Gortari, o la más nociva que benéfica producto de la alianza entre el presidente Calderón y Elba Esther Gordillo, dejaron huella. La del gobierno de Peña Nieto dejará muchos puntos, aunque los legisladores —que se comportan como opositores y no como parte del grupo gobernante— no quieran dejarle ni una coma.
Lo mismo pasará con la evaluación. El debate seguirá. El INEE con su estructura actual desaparecerá, pero ciertas de sus funciones permanecerán, ya dentro de la SEP o en un Instituto sin autonomía. La narrativa, sin embargo, tal vez mude. La evaluación ya no será punitiva sino espléndida.
RETAZOS
Llegué a la conclusión de que el tiempo mexicano dura seis años, ni un minuto más.
Fuente del artículo: http://www.educacionfutura.org/evaluacion-punitiva-evaluacion-formativa/
La voz, firme, retumba en la precaria y pequeña «aula». Nico no necesita darse vuelta tras esa advertencia y sigue escribiendo cuentas en el pizarrón. Sabe que a sus espaldas, pese a sus 12 años, los alumnos le harán caso y guardarán el teléfono en el bolsillo.
Nico es Leonardo Nicanor Quinteros, el pibe que eligió ayudar a otros chicos de los humildes barrios Las Piedritas I y II, en Pocito, San Juan, “para que no repitan de grado”. Sólo tenía 8 años cuando comenzó a darle clases a dos primitos. Hoy, cuatro años después, 36 estudiantes asisten a la escuela “Patria y Unidad”, que él «fundó» en el patio de la casa de su abuela Ramona.
Concentrado. Nicanor, al frente de la clase.
“Patria por los colores de la bandera y Unidad porque es lo que queremos de los niños”, asegura serio el “profe”, como lo conocen todos a Nico. Él también es un niño, pero con otras responsabilidades. Así lo decidió cuando el 7 de julio de 2014 le pidió permiso a Ramona para ocupar la piecita de atrás y allí abrió las puertas de «su colegio». “Aprendí sólo a enseñar”, le dice a Clarín sin nada de soberbia y con mucha timidez.
Es la hora. Nico recibe a sus alumnos. Sueña con ampliar las «aulas».
Pocito es un departamento ubicado a unos 20 kilómetros al sur de la capital sanjuanina. Nico vive en el barrio Las Piedritas II con su abuela y llegar a su casa no es una tarea complicada para cualquier foráneo. Policías, maestros, kiosqueros y niños pueden señalar tranquilamente, con mayor o menor precisión, dónde está la escuelita más famosa del lugar.
“Es un barrio de gente humilde y laburante”, contó un agente municipal. “Muchos trabajan en el campo, cosechando uvas, aceitunas o lo que haga falta”, agregó después de dar indicaciones certeras para ubicar la vivienda.
Nicanor y sus alumnos. La escuelita funciona en la casa de su abuela Ramona. «Acá no se viene a jugar, sino a aprender», aclara el «profe». Foto: Delfo Rodriguez
Tras superar una puerta de reja que pocas veces está cerrada, hay que caminar unos 20 metros por un parejo camino de tierra y doblar hacia la izquierda para encontrar “Patria y Unidad”. En medio del trayecto se encuentra la puerta de ingreso principal a la casa de Ramona. Y a la derecha un pequeño galpón techado donde se mezclan desordenados muebles, cajas y colchones. Ese es el bunker donde Nico guarda los libros ante cada tormenta, que no es para nada habitual en esa calurosa zona sanjuanina.
Solidaridad y vocación. Nicanor da clases todos los días, de 14 a 18.
“Patria y Unidad” no es una escuela convencional. No tiene, claro, reconocimiento oficial. Aunque tampoco lo necesita. Allí, en un pequeño punto de la provincia de Domingo Faustino Sarmiento, simplemente se enseña y se aprende. Y tanto Nico como sus alumnos no buscan otra cosa.
Las puertas son dos elásticos de camas viejas. Las paredes, de cartón, chapa y nylon. Adentro los espacios son mínimos: tres aulas, de dos por dos, divididas por telas que hacen las veces de cortinas. Cada sala tiene su pizarrón y un tacho de lata donde se guardan pequeños trozos de tizas. Hay un jardín de infantes, donde los niños se sientan en ladrillos alrededor de una mesa. “Vienen niños de dos años… Allí primero empiezan jugando”, explica con naturalidad Nico. Las otras dos aulas son para grados superiores (1° y 2° una y 5° y 6° otra). Afuera están los bancos para los estudiantes de 3° y 4° grado, además de un mástil con la bandera argentina y hasta una campana para llamar al recreo.
Además de enseñar, Nico estudia. Va a 1° año y ya consiguió una beca para estudiar el profesorado de educación cuando termine el Secundario. Foto: Delfo Rodriguez.
Nico cursa primer año en la escuela 12 de agosto. Porque el “profe” también debe estudiar. Por eso se levanta todos los días a las 7, se cambia, toma el desayuno y sube a su bicicleta para llegar al colegio.
A las 13 vuelve a casa, almuerza y una hora más tarde ya comienza con su tarea preferida: “Me gusta enseñar”, admite. Y abre bien los ojos cuando cuenta que ya le regalaron una beca para estudiar el profesorado de educación, una vez que termine el Secundario.
Las clases comienzan a las 14 y terminan a las 18, aunque a veces pueden extenderse algunas horas más. La gran mayoría de los 36 alumnos son niños que buscan reforzar los conocimientos que adquieren en sus escuelas. “Pero puede venir cualquier persona, y no sólo los del barrio”, anuncia Nico, que también les ofrece a sus estudiantes una taza de té en invierno o un vaso de jugo en verano.
A clase. Algunos de los alumnos de Nico, llegando a la casa de su abuela Ramona.
No es algo nuevo. “Cuando era más chico, yo le daba 20 pesos para que se comprara la merienda en la escuela, pero él gastaba 10 y con el resto le compraba algo de comer a sus alumnos”, recuerda su abuela con emoción.
Nico se toma su tarea muy en serio. “Están aprendiendo, no vienen a jugar”, dice. Quien puede dar fe de ello es Mirta Donoso, que tiene 40 años y es la alumna más grande de la escuela.
“A veces le pregunto si una cuenta está bien o mal, sino me pone un uno así de grande”, relata sonriendo esta mujer que camina más de media hora bajo el sol para llegar a la escuela. “No hay sombra, es un desierto”, agrega la madre de ocho hijos. Algunos de ellos también asisten al colegio de Nico. “Voy a seguir viniendo porque quiero aprender más. Mi sueño es terminar la escuela y ser alguien en la vida”, sentencia “Mimí”, quien debe contener las lágrimas cuando cuenta que ya puede escribir su nombre.
Recreo. Nico toca la campana de su «escuela», a la que bautizó «Patria y Unidad». Foto: Delfo Rodríguez
La historia de Nico se hizo conocida en mayo, cuando Ramona contó en una casa donde realiza tareas domésticas lo que hace su nieto y los medios comenzaron a invadir su casa. “Todo cambió mucho después de ese momento”, asegura el joven. “Fue una locura”, coincidió Alejandra (35), la madre.
Las donaciones, los premios y los reconocimientos se multiplicaron. También algunos viajes a otras provincias y unas vacaciones pagas a Mendoza. Sin embargo, aparecieron además algunas promesas que sólo quedaron en eso, como una conexión a Internet domiciliaria que aún brilla por su ausencia.
Aunque el sueño es mucho más grande. “Me dijeron que iban a construir un salón para dar clases, la idea es que el año que viene ya esté listo”, se entusiasma Nico. En realidad la promesa fue comenzar a levantar la escuela en septiembre, pero hasta ahora no hay novedades. Entonces Ramona se puso en campaña para cumplir el sueño de su nieto: fue a una delegación de Anses y sacó un crédito para comprar los materiales para comenzar a edificar la escuela.
Con la abuela. Ramona y Nico.
Nico es el cuarto de cinco hermanos y cuando tenía sólo dos meses de vida sufrió un paro respiratorio. “Dios lo dejó nuevamente en esta Tierra con un propósito”, asegura convencida su madre. “Lo que hace es conmovedor -sigue Alejandra-. Comenzó como una travesura con dos niños y fue creciendo hasta convertirse en algo muy grande”.
Fuente del artículo: https://www.clarin.com/sociedad/12-anos-profe-famoso-san-juan-36-alumnos-quiere-ampliar-escuela-fundo_0_i9d4qo3Xa.html
La presencia de la mujer en las carreras científicas y tecnológicas es todavía escasa. Las jóvenes no se sienten identificadas con la figura del investigador científico aislado del mundo y sin habilidades sociales y los escasos referentes femeninos en los libros de texto no ayudan tampoco a que las chicas elijan unos estudios que ven muy difíciles y con dudosas perspectivas laborales.
El Instituto Lluís Vives de Valencia trabaja en este campo y durante una semana ha acogido a estudiantes de Portugal e Italia dentro del programa europeo Erasmus+ para incentivar las vocaciones científicas entre las jóvenes, dotándolas de referentes que las alejen de los estereotipos con que se asocian las carreras científicas y tecnológicas,
Y en busca de esa científicas de carne y hueso, cercanas y accesibles se fueron esta semana a la Facultad de Ciencias Físicas de la Universitat de València, donde la profesora titular María Jesús Hernández les enseñó en su laboratorio «la magia de la Física». La profesora les da instrucciones para calcular la aceleración de la gravedad, algo que sucede cuando te subes a una atracción de caída libre en Port Aventura o Disney.
«Tenéis que medir, repetir y probar de nuevo; aseguraros de que no ha sido una casualidad. Eso es lo que hace siempre un científico», le insiste la profesora a los alumnos extranjeros. En la mesa de al lado hay un contador Geiger, que permite medir la radiactividad, y objetos que hacen del laboratorio un escenario perfecto para las ilusiones ópticas, los experimentos con vapor de alcohol o experimentos de rozamiento con un taburete y pesas. Es la parte más divertida de la Física.
«Hemos observado que llega un momento en que las chicas van dejando las asignaturas científicas por la imagen de dificultad que tiene la ciencia», subraya Sira Muñoz, profesora y coordinadora de programas internacionales del IES Lluís Vives. «La gente no tiene una imagen real de lo que es la ciencia, les parece complicada. Hay niñas que cuando les dicen a sus padres que van a estudiar alguna carrera técnica o científica, estos las desaniman; les dicen que busquen otra cosa».
Muñoz reflexiona sobre los objetivos del programa europeo: «¿Cuál es el estereotipo de una científica? Si los únicos referentes de mujeres en ciencia para las niñas de hoy son Marie Curie, la primera mujer premio Nobel, pensarán que nunca llegarán y se desanimarán. Pero si se fijan en una profesora como María Jesús Hernández, que es madre, ha estudiado Físicas, trabaja en ello y es una cientíca, tendrán un ejemplo más cercano. Tenemos que acercarles la imagen de la ciencia o no se dedicarán a ello», enfatiza.
Laura, de 15 años, originaria de Pescara (Italia) y alumna de la ESO, es una de las estudiantes que participan en el Erasmus+. No sabe todavía qué estudiará de mayor: «Primero tenemos que verlo todo para elegir bien. Creo que la ciencia es difícil pero también interesante», comenta en uno de los descansos de la visita al campus universitario de Burjassot.
Con 12 años, María, una estudiante de Lamego (Portugal), ve este viaje a Valencia como «una experiencia increible para contactar con personas de otros paises, de otras culturas, y salir fuera de nuestra zona de confort, de nuestro país». «No tengo muy claro que estudiaré de mayor pero me gusta mucho la astronomía, el universo», afirma de camino al observatorio astronómico del campus.
Según datos de la Unesco, solo el 28% de los investigadores científicos en el mundo son mujeres y solo uno de cada cinco países entre Europa Occidental y Estados Unidos ha logrado la paridad de género en la investigación. Si bien hay carreras de ciencia paritarias o feminizadas, como Química, Medicina, Biología, Enfermería y Matemáticas, faltan de forma muy señalada en otras materias como Física, Informática e ingenierías de todo tipo.
“Desde la infancia se nos educa con expectativas distintas, cuando no debería ser así porque todos tenemos talentos diversos”, decía Milagros Sainz, directora del grupo de investigación GenTIC de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y coordinadora del libro Se buscan ingenieras, físicas y tecnólogas, en un reportaje publicado por EL PAÍS el pasado mes de agosto.
Este programa en concreto no sólo sirve para acercar a los alumnos a la ciencia sino también para mostrarles la dimensión europea, multicultural y plurilingüe que tiene. «Favorece el entendimiento y el diálogo y promociona los valores democráticos europeos», subraya la coordinadora.
Tras esta primera visita se llevarán a cabo dos más a las ciudades de Pescara en Italia y a Lamego en Portugal durante el presente curso y tres más el curso venidero. El proyecto incluye la participación directa de la dirección de los centros educativos, de 18 profesores y 96 alumnos y sus familias, así como un impacto indirecto estimado en 600 alumnos.
Fuente del artículo: https://elpais.com/ccaa/2018/12/01/valencia/1543673486_338161.html
Por iniciativa de la Argentina, este año se incorporó el tema a la agenda como un asunto “prioritario”. Los ministros de todos los países acordaron un documento que llevarán a la cumbre este fin de semana. Qué contiene.
Los jefes de Estado ya están llegando. Pronto comenzarán las bilaterales, la cumbre y luego la foto final. Todo será como cualquier otra reunión del G20, pero esta vez con una diferencia. Por primera vez, este año los mandatarios firmarán un documento en el que el tema educación está entre los prioritarios. Es más, por primera vez se armó un “grupo de trabajo de Educación” que, durante todo este año e incluso con una reunión de todos los ministros de educación de los países del G20 en Mendoza, elaboró el documento final que será puesto a consideración de los presidentes en la cumbre de este fin de semana.
El documento es bien extenso y recorre diversos aspectos de las políticas educativas que, desde este foro, se recomienda para los países. Habla del derecho de los chicos a tener una educación de calidad, de cómo desarrollar las habilidades que se requerirán para los próximos años, la necesidad de financiamiento con control de los resultados en términos de aprendizajes, y el compromiso a una mayor cooperación internacional en esta materia.
Todos juntos. Compromiso firmado en septiembre por los ministros de educación del G20. EFE
Y avanza incluso sobre aspectos más puntuales como tomar en cuenta a la inteligencia artificial, el Big Data e Internet de las cosascomo cuestiones centrales a considerar en los nuevos contenidos escolares, tener un foco las áreas STEAM -ciencia, tecnología, ingeniería, artes y matemáticas-, y la necesidad que los docentes manejen lenguajes digitales y tengan iniciativas innovadoras.
¿Cómo se llega a que un foro especializado en finanzas y economía se preocupe por estos temas? Dicen que el G20 dio un vuelco importante en el 2008, tras la gran crisis internacional. Allí, los responsables del organismo advirtieron que el crecimiento económico de las naciones -el objetivo de este foro- no iba a lograrse sólo con medidas económicas, y que para desarrollarse los países también necesitan ampliar los temas de debate. Así se fueron incorporando los diversos “grupos de trabajo”, como los de empleo, “mujeres líderes en negocio” o desarrollo. Y este año, por iniciativa de la Argentina en la presidencia del G20, también el grupo de educación.
“Entendemos que para que nuestros países crezcan y se desarrollen en todas las dimensiones, incluidas las personales, la herramienta fundamental es la educación. Es esencial toda aquella política orientada a desarrollar las habilidades del siglo XXI así como la cooperación para que se articulen estas políticas entre los países”, le dijo a Clarín Alejandro Finocchiaro, ministro de Educación nacional, al explicar por qué la Argentina pidió que se incorpore la educación a la agenda del foro.
Para llegar al documento final sobre educación que será tratado por los presidentes en la cumbre, hubo distintas instancias y encuentros. En abril se reunieron los equipos técnicos de los distintos países en Buenos Aires (en el CCK) y en septiembre los ministros de educación de los países del G20 en Mendoza. Ahí firmaron el texto que se llevará al foro de presidentes ahora.”
Si bien ese documento está plagado de enunciados políticamente correctos y de buenas intenciones, siempre sobreviene la incógnita con respecto a cuánto de todo esto llegará finalmente a las aulas, al aprendizaje diario y concreto de los chicos en cada rincón del país.
Finocchiaro reconoce que en los encuentros de organismos internacionales suele perderse el tiempo en aspectos irrelevantes, pero asegura que el G20 es distinto, especialmente por “el modelo de cooperación” que -dice- se establece. Y da un ejemplo: el nuevo modelo de enseñanza de la matemática que el Gobierno comenzará a implementar el año que viene en el país.
“El modelo Aprender Matemática toma las experiencias de casos de éxito como los de Singapur y Francia y esto surge a partir de la cooperación en el marco del G20. Logramos que vengan a la Argentina pedagogos de esos dos países (que volverán en enero) que, sumados a los pedagogos argentinos, están trabajando en la implementación del nuevo modelo. Es un ejemplo concreto de un sistema de cooperación que toma buenas prácticas de otros países y se busca adaptar a nuestra realidad. Todo esto se hizo en el marco del G20 y fue totalmente gratis para el país: no tuvimos que invertir un solo peso”, dice Finocchiaro.
Este miércoles, además, la Argentina firmó un acuerdo para reforzar la cooperación en educación con los Estados Unidos. Contempla la creación de un grupo de trabajo que deberá diseñar un programa de actividades basado en intereses comunes en el área de la educación, desarrollar y promocionar becas y otras herramientas que fomenten el aumento de la movilidad estudiantil y el intercambio académico. Además, deberá facilitar la cooperación entre gobiernos regionales, organizaciones de la sociedad civil, universidades y otras instituciones educacionales a todo nivel, de acuerdo a un comunicado de la embajada de los Estados Unidos en la Argentina.
Acuerdo de cooperación en educación con los Estados Unidos entre el embajador Edward C. Prado y el ministro Alejandro Finocchiaro.
El acuerdo fue firmado por el embajador de Estados Unidos en Argentina Edward C. Prado y el ministro de Educación nacional Alejandro Finocchiaro.
Tras la experiencia de Buenos Aires, la duda ahora está planteada en si Japón, el próximo presidente del foro durante el año que viene, va a seguir considerando a la educación como tema prioritario. “Eso dependerá de ellos, pero esperemos que la experiencia nuestra sirva para que continúen”, dicen desde el Gobierno argentino.
Fuente del artículo: https://www.clarin.com/politica/cumbre-g20-primera-vez-lideres-mundo-debatiran-educacion_0_1mjC72s2s.html
Pronunciado en el salón Multipropósito de la Universidad Pedagógica Nacional
14 de noviembre de 2018
Bogotá, DC
Buenas noches a todas y todos, un agradecimiento por estar acá acompañándome en un honor que no es a mí, sino en mí a una causa que he construido colectivamente con todas y todos ustedes los presentes y muchos ausentes; a la Universidad Pedagógica Nacional y a sus diferentes instancias directivas que han discutido y aprobado esta decisión de un honor a esta causa que represento hoy, acá y ahora; al profesor Alexander Ruiz, quien de forma terca, amiga y generosa quebró mis argumentos expuestos en otras circunstancias para hacer posible este reconocimiento, al cual me resistí no por humildad sino por la manera cómo mi vida ha estado atravesada por esa disputa entre la teoría y la práctica, el saber de la academia y el de los movimientos y sus gentes, lo cual fue siempre un conflicto que aun en los momentos más difíciles saldé recordando a Goethe: “gris, gris, es el árbol de las ideas, verde, verde, es el árbol de la vida”.
Hoy, luego de largas reflexiones y de preguntarme qué debo decir, y de reconocer que no fui consciente del valor de este acto y la generosidad de quienes lo propician, sino cuando, a propósito de la publicación como noticia en la página de la universidad me encontré frente a la avalancha de felicitaciones por los más variados medios y desde los más diversos lugares, lo cual me hizo tomar consciencia de su importancia. Y allí, la pregunta que intento responder hoy: ¿de qué manera uno de los nueve hijos de Tiberio y Gilma, dedicados al comercio y al cuidado de sus tierras y la crianza de sus hijos, nacido en la montaña de un bello pueblito del suroeste antioqueño llamado Palermo, está hoy acá recibiendo honores por una causa impensable en su lejana infancia.
Solo hay una explicación, la cual había formulado el viejo pensador clásico alemán en una de sus tesis ya famosas: “el educador necesita ser educado”. Y luego de grandes cavilaciones, mi conclusión es que soy la hechura de mis formadores, y que, si estoy hoy acá frente a ustedes, puedo repetir una frase que le adjudican a Newton: “si he visto más lejos, es porque estoy sentado sobre los hombros de gigantes”. Y para mí, ellos son mis maestros y maestras personales y colectivos a quienes convoco esta noche.
Allí está la maestra Rosa Amelia Porras, quien me enseñó a leer y escribir con sentido, haciéndome hurgar en las páginas del periódico que recibía mi padre todos los días. Mi profesor de ciencias naturales, Gustavo Urón, quien me mostró la unidad de lo humano y la naturaleza como fundamento del mundo. Bernardo Álvarez, el “pecoso”, quien desde la filosofía nos exigió siempre un sentido de praxis que me llevó a realizar la alfabetización obligatoria en nuestro lejano bachillerato en los tugurios de La Iguaná en Medellín, con un método que circulaba en unas hojas mimeografiadas del IICA-CIIRA del profesor Paulo Freire.
En mi paso por la Compañía de Jesús, el testimonio de vida al servicio de los pobres del padre Célico Caicedo y de Jaime Alfredo Neira me enseñaron desde posiciones ideológicas diferentes la necesidad de la integralidad humana en cualquier compromiso que se asuma en la vida, a la vez que me introdujeron en el movimiento campesino de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos – ANUC, con los cuales recorrí en mi juventud este país, conviviendo y aprendiendo que de la pobreza no se sale por la generosidad de los poderosos, sino por la organización y lucha de los desposeídos.
Crecí en un claustro honra de la inteligencia comprometida colombiana, que fue puesto al servicio de los grupos populares a los que acompañé en sus múltiples escuelas de formación desde el Centro de Investigación y Educación Popular (CINEP), en donde encontré tres maestros que me permitieron en tiempos difíciles mantener el rumbo de unas opciones cristiano-liberadoras y pulieron mi ser en coherencia con esas búsquedas: Guillermo Hoyos, en la exigencia constante de construir una argumentación rigurosa, porque en su decir, “lo popular no puede ser populismo, Raúl, volvete serio”. Carlos Eduardo Vasco, quien desde su testimonio de vida y su exigencia lógico-matemática, me ayudó a pulir muchas de mis propuestas y las escuchó con un corazón generoso de maestro exigente; y Alejandro Angulo, quien, con su mayor don, la sabiduría, me escuchó y corrigió ayudándome a descubrir en mi subjetividad e individuación caminos otros posibles.
En los trabajos con grupos cristianos, no puedo dejar pasar la asesoría a diferentes pastorales sociales del país, en especial al amigo hoy desaparecido, sacerdote Eduardo Díaz de Barrancabermeja, quien me permitió estar en el epicentro del movimiento social del país, el cual con su apertura permitía un diálogo claro con todas las concepciones. Allí ancló el trabajo con las mujeres que me enseñaría muy temprano cómo nuestro proyecto transformador era y es profundamente patriarcal, y en el surgimiento de esos procesos las discusiones en cabeza de Guillermina y Yolanda, que terminarían con la creación de la Organización Femenina Popular – OFP, como un grito de autonomía de las mujeres frente al tutelaje de los que representábamos esa mirada más clerical y patriarcal de los asesores de los movimientos en esas dinámicas.
En el ejercicio del trabajo, conformamos las escuelas campesinas del sur del Atlántico, que tendría en la profesora Gala Guerrero su maestra insigne, quien con sus compañeras y compañeros de trabajo me enseñaron también muy temprano que era necesario transformar la escuela y su pedagogía, y el maestro y la maestra como actores centrales de ella. En esos años aprendí que en la educación popular la pedagogía era profundamente política. Esta experiencia, desarrollada en siete municipios fue constituyendo una propuesta basada en la investigación temática freireana y en la investigación acción participante (IAP), lo cual propició mi encuentro con el gran maestro Orlando Fals Borda, quien me abrió el camino de los saberes populares como un lugar epistemológico diferente, así como nuestra condición humana sentipensante, y la actitud de mantener la rebeldía como bandera frente a todos los poderes que dominan, no importa su signo, de izquierda o de derecha.
Estas escuelas, ligadas al movimiento campesino, se convirtieron en referente de trabajo pedagógico para una escuela formal basada en la investigación. Desde allí se apoyaron las experiencias de las escuelas interculturales y bilingües del Consejo Regional Indígena del Cauca – CRIC, y experiencias de maestros y maestras ligadas a procesos de educación popular que dieron cauce a grupos pedagógicos ligados a los contextos y a los orígenes sociales y culturales de sus territorios. Estas dinámicas confluyen en la constitución del movimiento pedagógico colombiano como una de sus vertientes conceptuales y prácticas al interior de la Federación Colombiana de Educadores – FECODE, en donde aprendería de la diversidad de apuestas transformadoras, y al reconocerla, convertirla en riqueza. Allí fui colega y compañero de muchos de los grandes maestros de la pedagogía de este país. También, uno de sus lugares de referencia como pedagogía práctica y desarrollo de esas luchas fue la experiencia de la escuela San José de Aipe, que se nutrió a su vez de los desarrollos de la escuela Filodehambre en Neiva.
El acompañamiento a la construcción del movimiento pedagógico desde esta concepción, nos llevó a conformar con variados sectores en donde participaban algunos profesores de esta Universidad (UPN), procesos de apoyo a la Constituyente de 1991 que derivaron luego en la Constituyente educativa, donde participamos activamente en la discusión de una ley de educación para estos tiempos y en nuestros contextos, lo cual concluyó en la Ley 115 de 1994. De igual manera, los desarrollos metodológicos logrados acompañaron en una primera fase el desarrollo de la construcción de un proyecto pedagógico propio en el movimiento de educación popular integral Fe y Alegría a nivel nacional e internacional, que me dotó de la amiga e interlocutora peruana Amanda Bravo, con quien trabajaríamos las capacidades, como una respuesta a las competencias limitadas del capital en educación, y me permitiría compartir con ese gran maestro, Manuel Uribe, sj, quien me enseñó con su vida y reflexión que un proyecto educativo sin ética no tenía sentido.
Estos desarrollos permitieron que fuera convocado a un equipo liderado por María Elena Manjarrés en el Programa Ondas de Colciencias, a darle forma a la propuesta de la Investigación como Estrategia Pedagógica en un programa de ciencia para niños, niñas y jóvenes. Esta iniciativa se desarrolló durante ocho años y fue trabajada para ser endogenizada a su currículo con el gobierno boliviano. Al marcharnos del Programa, en medio de una ofensiva burocrática y clientelista por instaurar el STEM americano como propuesta para el Programa, contábamos con equipos en los 32 departamentos del país, más de 6,000 proyectos de investigación, un millón de niños, niñas y jóvenes y 22,000 maestras y maestros participando en él.
En la elaboración de la propuesta de Ondas conocí a un maestro que me señaló caminos de lecturas y debates para producir el encuentro y complementariedad entre las ciencias naturales, las ciencias sociales y las sabidurías ancestrales, mi querido Jairo Giraldo, con cariño el “doctor Buinaima”, con quien además trabajamos la metáfora del Programa y de los materiales para sacarlos del positivismo para niños y aproximarlo en la integralidad de las tres físicas.
Salido del CINEP con otro grupo de compañeros y compañeras por la orientación que tomaba la institución por los aires menos progresistas de las nuevas direcciones nacionales de la institución jesuítica en esos aciagos días y por las personas colocadas a dirigir el Centro, fui recogido por el Proyecto Planeta Paz, que buscaba y sigue buscando una paz desde los territorios y con los sectores sociales populares con una premisa de la necesidad del aprendizaje, manejo, regulación, tramitación de los conflictos como fundamento de la construcción de lo humano, en el sentido que decía el maestro Estanislao Zuleta: “Una sociedad mejor es una sociedad capaz de tener mejores conflictos. De reconocerlos y de contenerlos. De vivir, no a pesar de ellos, sino productiva e inteligentemente en ellos. Que solo un pueblo escéptico sobre la fiesta de la guerra, maduro para el conflicto, es un pueblo maduro para la paz.”
La vida ha sido muy generosa conmigo, allí, en medio del trabajo con 386 organizaciones sociales populares, mi aprendizaje ha sido inmenso. Solo como ejemplo, uno de los sectores, el de LGBTI me rompió esquemas y me exigió profundos desaprendizajes que no acabo de concluir sobre lo humano, la sexualidad, el género, los feminismos, y esas múltiples formas de poder arraigadas en cuerpos y diversidades que exigen profundas transformaciones subjetivas más allá de la épica para construir movimientos que, en su momento, por ejemplo en Manizales, nos llevaron a realizar las reuniones en una discoteca luego de la 1 de la mañana, huyendo de las amenazas de los paramilitares. De eso da fe la infatigable maestra de la Movilización Social por la Educación y de todas las luchas sociales allí, Stella Cárdenas, con quien hemos aprendido este último año de la sabiduría ancestral en la sistematización de la educación propia de los resguardos de Rio Sucio, Caldas.
De igual manera, mi duelo también fue compensado con el bálsamo de la Expedición Pedagógica Nacional, que rompiendo los parámetros de una educación única y homogénea construida por los organismos multilaterales y sus agentes en los ministerios de educación y algunas universidades. La Expedición propone la metodología del viaje y nos enseñó que, más allá de la diversidad humana biológica, cultural, existía en este país una diversidad educativa y pedagógica que era visible en esas múltiples maneras de hacer escuela y de ser maestro y maestra, más allá de la homogeneización propuesta por el capitalismo cognitivo a través de sus estándares, competencias, derechos básicos de aprendizaje y otras yerbas que posan de técnicas y objetivas en educación, para eso que los brasileros de Bolsonaro llaman en estos días: “fuera la política de la escuela”.
También ese ejercicio de Planeta Paz y de la Expedición Pedagógica Nacional, con esos miles de mujeres y hombres que no menciono personalmente porque no me alcanzaría el tiempo para ello, me ha permitido decantar en ese ejercicio de darle la voz a los actores sociales populares, de avanzar en la constitución de ellos como sujetos, y desde el reconocimiento de sus prácticas como lugares epistémicos, que requiere de otras formas investigativas para dar cuenta de ellas. Allí ha emergido la sistematización como un camino privilegiado para hacer visibles los saberes y conocimientos negados desde otras epistemes, lo cual da piso a un diálogo-confrontación de saberes y negociación cultural como desarrollos propios de la pedagogía de la educación popular que no es, sino que se está haciendo.
De igual manera, como respuesta a los tiempos que corren desde la memoria del conflicto y experiencias de paz desde la escuela, nos muestra el ejercicio sistematizador desarrollado como una gran lección de que no existirá paz si no se construye desde los territorios y con la gente. Allí, y en múltiples expresiones, emergen con fuerza propia las geopedagogías, las cuales nos han llevado a cuestionarnos, ampliar y complementar los troncos pedagógicos de los que habíamos bebido en nuestros desarrollos conceptuales y prácticos, para dar respuesta también a los nuevos contextos, a los nuevos campos epistémicos y conceptuales, a las emergencias de la diversidad, a ese sur profundo que exige entrar en sus tradiciones y en sus sabidurías para hacerse complementario de los otros conocimientos.
Por toda esta gente que me ha hecho, y en su nombre, que me han ayudado a construirme cada día como educador popular en este continente, bien sea en el proyecto común o en la negación de él, lo cual siempre me obligó a refinar la argumentación, acepto estos honores a una causa colectiva, y a nombre de ellos en mí, me reconozco educador en unos tiempos donde muchos de los paradigmas que le dieron forma a ella están en crisis, generado por un cambio copernicano de un mundo que ha vivido dos revoluciones industriales en los últimos cincuenta años, y nos coloca sobre una cuarta revolución industrial que a la vez que hace centrales el trabajo inmaterial, la ciencia artificial, la información y la tecnología con sus algoritmos y el big data como fundamento de un capitalismo cognitivo que, al volver la ciencia fuerza productiva, convierte a la apropiación del común del conocimiento en estos tiempos el elemento central de su nuevo proyecto de control, así como en el pasado se apropió del común de la naturaleza y el de la cultura volviéndolos mercancía.
Ese control, ayer como hoy, vuelve a construir desigualdad y opresión, que no se puede esconder bajo los mantos del discurso del progreso. No en vano, la OIT nos muestra cómo en ese tránsito entre tercera y cuarta revolución productiva, 200 millones de personas han perdido su puesto de trabajo, y el informe de Oxfam a la cumbre de Davos hace visible la concentración acelerada de la riqueza. En el 2012 los 62 más ricos del mundo poseían lo de los 3,500 millones más pobres. En el 2016, ya solo 8 poseían lo de 3,700 millones; y a ellos se les había aumentado sus ingresos en un 44%, y a los más pobres se les había disminuido en un 37%.
Por ello recibo este honor a nuestra causa, de parte de una universidad pública, de la cual ahora con este reconocimiento soy oficialmente su egresado, en unos tiempos donde los jóvenes en la calle nos siguen dando las lecciones de dignidad que no nos dieron los rectores de las universidades negociando el inmediato presente para sus intereses políticos e individuales pero olvidando, como lo reconocemos hoy los educadores populares, que si no hay una educación pública para todas y todos científica, de calidad, contextualizada y descolonizadora, el futuro de la sociedad de la humanidad está en peligro, ya que terminaremos en manos de quienes quieren convertir la educación en un servicio-mercancía, para los intereses de quienes buscan solo lucro y dinero en ella, colocándonos en una carrera para las competencias que necesita el mercado para garantizar productividad y competitividad de su homo oeconomicus, despojándonos de esas dimensiones trascendentes que hacen posible la esperanza y la solidaridad con el dolor ajeno, fundadas en unas capacidades de un ser humano integral y pleno.
Por ello, no es posible en la actual coyuntura caer en el administrativismo de sobrevivencia rectoral, y es necesario unirnos, todas y todos, a los jóvenes para hacer de la educación un asunto de la sociedad y discutir el proyecto educativo nacional que agrupe a los más variados actores y que coloque las nuevas bases no solo para reformar la Ley 30, sino para todas las educaciones, desde nuestros contextos, haciendo posible que no solo formemos ciudadanas y ciudadanos del mundo, sino también hijos e hijas de la aldea, éticamente responsables con el destino del planeta y de los dolores y sufrimientos de esta humanidad negada por un mercado que ha asumido la vida, la subjetividad, la individuación de miles de millones de personas a través del consumo y de la obsolescencia programada convirtiendo al dinero en su nuevo dios.
Cómo no convocar esta noche al “mono” Carlos Gutiérrez, nuestro monje terco y polémico de la prensa y editorial alternativa de este país, quien abrió con amplitud las puertas de Desde Abajo a este escritor descalzo, quien muchas veces los afanes de la acción y de la lucha no le permiten el tiempo para pulir el verso. Al “mono”, quien sigue siendo compinche en esta tarea que tenemos para largos años de refundar la democracia y revolucionar la revolución.
Me he hecho y me sigo haciendo educación popular gracias a todas y todos los que me ayudaron a aprenderla. Un agradecimiento especial a mi madre, acá presente, a mi padre y a mi hermano Álvaro que desde una estrella me miran. A mis hermanos, a mis sobrinos, que, en los momentos más duros, cuando creí desfallecer, estuvieron allí, a pesar de la diferencia de caminos para apoyar y animarme humana y materialmente, y con ello permitirme ser fiel al ideal. Como decía el letrero en la cabecera de la cama de las tías Judith y Raquel, que tantas veces refrendó mi camino: “Renunciar al ideal, arruga el alma”.
También a mis amigos y amigas de rumba y compinches de solidaridades, amores, desamores, luchas fracasadas que volvíamos victoria en cada fiesta. A ellas y ellos, porque siempre han alentado la esperanza en medio de un ron donde Marielita y sus tangos. Donde Gustavo, nuestro Olafo del Goce Pagano, que se marchó antes de este día refunfuñando por esta nueva “cooptación” que yo aceptaba. Al Fernando, en su Buscando América, el Hugo, en Café cinema; esos lugares donde paseamos ser latinoamericanos el ser latinoamericanos para la fiesta y el disfrute, a veces hasta la locura y el éxtasis, acompañados por las palabras pícaras de nuestro poeta mayor, Roca, con quien compartimos la común penitencia de ser hinchas del Deportivo Independiente Medellín – DIM.
Cómo no recordar en este momento a mi amigo y maestro del alma Mario Calderón, con quien posamos de herejes en los momentos más duros del paramilitarismo, que en una noche aciaga se lo llevó. Con él fundamos con otros rebeldes la “diócesis de Oriente”, en honor a la canción de la música salsa Oriente, obispado que dirigió Mario con una prestancia inigualable, y cuyo lema es y será: el sol jamás saldrá por el norte. Su liderazgo logró reunir una buena cofradía de interlocutores bohemios que cada día amanecíamos recordando que la transformación era un asunto cotidiano.
Desde luego, una palabra para las mujeres que he amado, me han amado, y me siguen amando. Que han soportado mis locuras, mis propuestas de relación y de vida no tan fáciles. Gracias. Sin ese cariño y afecto no habría sido fácil estar hoy acá, pero en especial, a la que se atrevió a querer un hijo en medio de mi nomadismo eterno, y en especial a ese hijo que me ha enseñado tantas cosas desde el vientre materno y me sigue dando lecciones todos los días, y a quienes lo han educado haciendo de él un ser humano de la tradición de los librepensadores y de la solidaridad. A su padrino Carlos, quien de cuando en cuando me reconviene de mi manera de practicar el oficio de padre.
No puedo terminar sin agradecer a don Simón Rodríguez, que me enseñó que era necesaria una educación que nos hiciera americanos y no europeos, y que hoy algunos en esta Universidad quieren que en este salón multipropósito se llene de sentido llamándolo Aula Simón Rodríguez, para que sus ideas siempre estén llenando de contenido y esperanza las actividades que acá se realicen. Quiero cerrar con sus palabras para invocar el futuro que seguiremos construyendo. Dice el maestro de Bolívar: “¿Dónde iremos a buscar modelos? La América española es original, originales han de ser sus instituciones y sus gobiernos, y originales los medios de fundar unos y otros. O inventamos o erramos (…) Yo dejé la Europa –donde había vivido 20 años seguidos—por venir a encontrarme con Bolívar; no para que me protegiese, sino para que hiciese valer mis ideas en favor de la causa. Estas ideas eran: (y serán para siempre) emprender una educación popular, para dar ser a las repúblicas imaginarias que ruedan en los libros y en los congresos.”
Ensayos sobre las izquierdas en América Latina y el Caribe
Diría Francisco, no el Papa de Roma, sino mi recién fallecido padre ¡que terquedad la tuya, intentar debatir lo que nadie parecer querer cambiar!Y es que es el pragmatismo se viene imponiendo como razón política en las propias izquierdas. Solo los más osados se atreven a plantear uno u otro tema teórico que muestre algún nivel de atasco en su implementación en la praxis. Lo hacen a sabiendas que desde múltiples lugares se le acusará de revisionistas, renegados, intelectualespequeñoburgueses o, hasta de ser parte de la nómina de algún servicio secreto internacional, hecho del cual los acusados no se habían enterado hasta la fecha. A pesar de ello, tomo aire para buscar aliento y me decido a hacer las veces de secretario de multitudes diversas y, en consecuencia, procedo a tomar nota de los planteamientos y dudas que en tono de murmullos se escuchan cada vez con mayor insistencia en distintos lugares de lucha de nuestraamérica. La única intención de este escriba –aunque sospecho que dirán que tengo ocultas e innobles intenciones- es la de intentar contribuir a la construcción de una agenda compartida sobre los desafíos epistémicos, conceptuales y de acción de los socialistas libertarios a finales de la segunda década del siglo XXI.
Por supuesto me refiero al socialismo científico sistematizado por Karl, el nacido en Tréveris. Fíjense que digo que él “sistematizó” y en ningún momento que creó, porque Marx fue un científico social y no un religioso, ni un infalible gurú. Y allí dos problemas iniciales, sobre los cuales volveré más ampliamente en otros artículos.
El primero de ellos reside en el hecho que a través del tiempo ha surgido una especie de ortodoxia marxista que se siente facultada para establecer los cánones del marxismo, la legalidad y legitimidad del pensar la transformación, que ha convertido el pensamiento crítico en estático alejado del dinamismo dialéctico, para el cual categorías como imperialismo, obrero fabril, partido revolucionario, trabajadores, ideología, alienación, entre otras, no han sufrido cambios en el terreno concreto de la lucha de clases a más de un siglo de haberlas definido inicialmente. Marx siempre estuvo atento a la influencia de las realidades históricas concretas en la teoría, entendiendo que la dialéctica no era una externalidad analítica, sino que tocaba al propio pensamiento socialista.
El segundo de ellos, es la creciente invisibilización del hecho que Carlos Marx se reclamó socialista científico, algo que ahora pasan por alto muchos apologistas neo metafísicos que atacan sin cesar cualquier apelación a la mentalidad científica. La transformación estructural de las sociedades capitalistas para abrir paso al socialismo no es un acto solo de voluntad –que la requiere- sino también de pensamiento estructurado, de conocimiento en profundidad de las ciencias puestas al servicio de la liberación del hombre por el hombre. En consecuencia, el marxismo es el pensamiento científico transdisciplinario que reflexiona, estudia y propone ideas para el cambio estructural de las sociedades a partir del estudio de cada coyuntura histórica, nunca en abstracto, ni desde el inmovilismo cognitivo.
Marx fue un hombre de su tiempo histórico. Como pocos comprendió el impacto del desarrollo científico y tecnológico en el modo de producción capitalista. Carlos Marx fue un enamorado de las posibilidades que encerraban la primera y segunda revolución industrial para romper las profundas y estructurales desigualdades acumuladas por siglos. Por ello interpretó de manera acertada el impacto de la relación del trabajo colectivo de los obreros industriales y fabriles alrededor de las máquinas y las innovaciones, en los procesos de producción de mercancías. Construyó una interpretación única y singular respecto a la conciencia de esa clase social, constituida en el corazón del modo de producción, a la cuál caracterizó como el motor de la nueva historia de la lucha de clases y de las posibilidades de construcción de la vida colectiva del común, el socialismo.
Marx construyó una teoría que hemos denominado marxismo, no como un nuevo relato teológico, sino como un método para actualizar de manera permanente el presente y el devenir de las luchas. Karl, el gigante revolucionario no podía prever –ni era su tarea histórica- que precisamente el desarrollo tecnológico que ocurriría 150 años después de la elaboración del Manifiesto Comunista (1848) conocería una tercera y cuarta revolución industrial (1960-2019/ 2020- ) que ahora no tan solo deja de agrupar a los trabajadores en fábricas para la producción de mercancías, sino que comienza a expulsarlos de ellas, impactando la idea de lo colectivo en la producción, reconfigurando también el papel de otras clases sociales consideradas en algún momento subalternas al proyecto socialista.
El problema es que la reflexión sobre estas dinámicas es muy precaria aún en América Latina y el Caribe y ahora, para colmo, se nos anuncian las consecuencias inmediatas de la primera ola del desembarco (década de los ´20 del siglo XXI) de una cuarta revolución industrial (fábricas 4.0, expulsión en masa de amplios sectores de la clase obrera de las fábricas, crisis humanitaria laboral en los países altamente industrializados, ALC como simple campo de extractivismo de materias primas de viejo y nuevo cuño), así como de la llamada era de la singularidad (fusión de tecnología con vida humana), en medio de una crisis ecológica planetaria sin precedentes.
¿Cuál es el impacto de estas nuevas realidades en el plano teórico general del socialismo, en las organizaciones revolucionarias y en el propio programa de acción de las luchas socialistas? Sobre esto seguiremos escribiendo, como simples secretarios de múltiples voces que reclaman un espacio y una agenda emergente para mantener viva y con posibilidades de disputa del poder la idea socialista por parte de quienes vivimos del trabajo en el siglo XXI.
Las universidades españolas han sabido multiplicar su productividad científica y proveer a la economía con profesionales bien preparados. Su contribución a la productividad de la misma y a la atracción de inversiones ha sido así notable. ¿Cómo lo han podido hacer con medios inferiores a los de sus homólogos europeos? No hay misterio. La Universidad es intensiva en trabajo, de profesores y personal administrativo. Su calidad no es menor a la de sus homólogos y el servicio que reciben nuestros estudiantes es similar al de los suyos. Pero los salarios son inferiores. Añadamos el entusiasmo de un personal consciente de que se estaba levantado un país que, intelectual y económicamente, venia de muy abajo.
Ahora bien, la inercia y el voluntarismo no dan para más. Es un milagro que las universidades hayan superado la crisis y que sigan desempeñándose decentemente. Pero si no se confrontan con valentía las fuerzas que amenazan con empujarla, otra vez, hacia abajo, su deterioro es seguro, y más a corto que a largo plazo.
Los retos fundamentales del momento son tres: el de la financiación, el de la autonomía y el de la gobernanza. Hay otros problemas graves, por ejemplo el de garantizar una renovación generacional del profesorado que incorpore lo mejor que tenemos preparándose, en las universidades y centros de investigación de España o del exterior. Pero si se solucionan los tres retos antes mencionados, los demás caerán por añadidura. Los tres requieren convicción y acción política.
Hay que tener presente, en primer lugar, que la financiación universitaria se ha demostrado muy sensible a la coyuntura económica. Ha descendido más que la media durante la crisis. La razón es que en el ajuste a la crisis se han priorizado, ante todo, las pensiones y, a continuación, la salud y la educación obligatoria. Y un poco más atrás, la dependencia. El gasto público en estas categorías ha disminuido menos que la media y, como consecuencia, el resto lo ha hecho más. Por tanto, para mantener las cosas donde estaban, en el ciclo alcista que sigue a la crisis debería aumentar el gasto en ese resto por encima de la media. Pienso, sin embargo, que sería mejor evitar oscilaciones, y que un crecimiento modesto, pero sostenido, sería óptimo. Por ejemplo un aumento real (sin inflación) del 5% anual en la financiación pública de las universidades. Este, idealmente, debería ser un compromiso presupuestario de comunidades autónomas y de Administración central, seguramente en forma de apoyo a la investigación universitaria en este último caso. Un 5% sostenido parecerá muy poco a mis colegas, pero piénsese dónde estaríamos si se hubiese seguido esta senda en el pasado. Ciertamente, preferiría más, y con seguridad la Universidad utilizaría bien esta cantidad más. Pero quiero ser realista. La precedencia de pensiones, salud y educación obligatoria continuará y, dadas nuestras perspectivas fiscales, la tensión presupuestaria que se generará será considerable. Contar con grandes incrementos de apoyo público a las universidades sería un deseo de improbable realización.
Las universidades tendrán el dilema de perder calidad o aumentar la participación de los alumnos en la financiación
No voy a evitar temas difíciles: las universidades españolas se encontrarán ante el dilema de elegir entre perder calidad o aumentar la participación de los alumnos en la financiación, mediante sistemas de tarifación social: tasas de matrículas en función de la renta familiar. En particular, matrícula gratuita e incluso una beca salario para el que no puede contribuir. También debería instaurarse un sistema generoso de créditos. No negaré la existencia de una demanda en sentido contrario: acercarse a la gratuidad. El argumento es que así es en Alemania y en otros países europeos. Pero en estos países han estructurado sus prioridades de formas distintas. En Alemania existe el copago sanitario. Una vez establecida una política pronunciadamente favorable a las pensiones y a la gratuidad de la salud y la educación, todo lo demás, incluidas las universidades, va a sufrir. El dilema, pues, perdurará. Si la elección va en la dirección de permitir el deterioro, no duden que las familias que puedan pagar una educación universitaria de calidad la pagarán, pero lo harán a las universidades privadas. ¿Tiene sentido inducir la huida de las clases medias de la Universidad pública? ¿No sería mejor que las familias que pueden permitírselo contribuyan a la Universidad pública y así aseguren una Universidad de calidad también para los que no pueden? La izquierda se equivoca reivindicando la gratuidad. Que la derecha les acompañe debería abrirles los ojos.
Las universidades son, en teoría, autónomas. En realidad, lo son solo parcialmente, y su incardinación en la Administración pública ha significado una dependencia excesiva, y acentuada durante la crisis, de restricciones administrativas. El grado de autonomía debe ser mayor. El efecto de financiación y autonomía no es simplemente aditivo. Es multiplicativo, en el siguiente sentido: el beneficio de un aumento de financiación es mayor cuanto mayor sea el grado de autonomía de la Universidad. Por supuesto, una mayor autonomía es plenamente compatible con rendición de cuentas. La dirección en la que España debe avanzar es pues muy clara: soltar las amarras, legislativas y reglamentarias, que encorsetan la capacidad de acción de las universidades en todas las dimensiones.
Hay que terminar con el sistema de elección de rectores que es desconocido y exótico en nuestro entorno
La amarra principal que hay que soltar es la que impone un sistema de elección de la primera autoridad universitaria, el rector, por un procedimiento exótico y totalmente desconocido en nuestro entorno. Un procedimiento que tiene la curiosa virtud de restarle autoridad. Se acusa a veces de reduccionista a esta focalización en el procedimiento de elección de rector. No debería. Más bien pienso que la acusación resulta de la desesperanza y de la consiguiente adaptación mental que lleva a proclamar poco importante aquello que se cree irresoluble. No debemos rendirnos. Dotar a las universidades de un órgano colegiado superior con autoridad y con capacidad para nombrar a un rector —entre profesores o investigadores internos o externos a la Universidad— es la clave para atacar con efectividad los muchos otros problemas, como el de la contratación del profesorado. La potencia de la autonomía universitaria será mayor si los instrumentos básicos de dirección residen en órganos altamente competentes y con autoridad. Los informes realizados en la última década por encargo ministerial recomiendan ir en esa dirección. No es necesario encargar otro. Ahora conviene actuar.
En este tema podríamos ir con Unamuno y copiar las mejores prácticas. Si menciono a Finlandia se me dirá que no es realista tomar a países escandinavos como ejemplo. Pues tomemos a Portugal. Su ley universitaria establece que las universidades se rigen por un órgano colegiado superior (Consejo de Gobierno) que, en particular, nombra al rector, un profesor no necesariamente de la propia Universidad. Lo importante, y salvaguardando así el imperativo constitucional de la autonomía universitaria, es que una mayoría de este órgano es nombrado desde el interior de la Universidad. Además, las universidades portuguesas pueden individualmente elegir constituirse en fundaciones, y pasar de la contratación funcionarial a la laboral. Algunas lo han hecho y otras están en camino. Pero lo que merece subrayarse es que las universidades pueden elegir. Otro ejemplo, magnífico, de lo que significa la autonomía universitaria: la capacidad de las universidades de organizarse a su mejor entender.
Fuente del artículo: https://elpais.com/elpais/2018/11/30/opinion/1543591093_025939.html
OtrasVocesenEducacion.org existe gracias al esfuerzo voluntario e independiente de un pequeño grupo de docentes que decidimos soñar con un espacio abierto de intercambio y debate.
¡Ayúdanos a mantener abiertas las puertas de esta aula!