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«Cerrado por fútbol» (recordando a Galeano)

Por: Aram Aharonian
Cuando el Mundial comenzó, en la puerta de mi casa colgué un cartel que decía: Cerrado por fútbol. Cuando lo descolgué, un mes después, yo ya había jugado sesenta y cuatro partidos, cerveza en mano, sin moverme de mi sillón preferido. Esa proeza me dejó frito, los músculos dolidos, la garganta rota; pero ya estoy sintiendo nostalgia.”, escribió el escritor uruguayo Eduardo Galeano, quien no diferenciaba muy bien a un hincha de un fanático.

La mayoría de sus textos sobre fútbol quedaron dispersos en su obra publicada, pero también varios inéditos y verdaderos hallazgos hizo el periodista Ezequiel Fernández Moores en “Cerrado por fútbol”, que reúne todo lo que Galeano ha escrito, antes y después de ese texto célebre, sobre el deporte que más amó: historias dispersas o escondidas en todos sus libros, además de textos completamente inéditos, perdidos o…

En él recopila anécdotas conmovedoras y divertidas del Galeano “futbolero” y testimonios de sus amigos Joan Manuel Serrat, Chico Buarque y Jorge Valdano, como la crónica en la que, con sólo 23 años, llama “traidor” al Che Guevara en persona por haber adquirido en Cuba la pasión por el béisbol.

Durante años, décadas, Galeano recopiló anécdotas sobre fútbol, en mesas de bares y restoranes, en servilletas de papel (primero) o en pequeñas libretitas (luego) desde la de un jugador que recibía una vaca por cada gol, pasando por el relato de los diez futbolistas que se pintaron la cara de negro en solidaridad con su compañero discriminado por la hinchada.

Y cuando llegaba la hora de algún partido de fútbol trascendental, se encerraba en su estudio, televisor por medio, y admitía allí solo a pocos amigos. Solo a aquellos que compartían la misma pasión por Nacional de Montevideo o por el celeste de la selección uruguaya y estaban dispuestos a no hablar por hora y media.

Galeano miraba el fútbol como “cochino negocio”, como espectáculo, como soporte publicitario, y pese a todo, como espejo fiel de la realidad y espacio para el encuentro colectivo y la pasión popular. Para él, el fútbol expresaba emociones colectivas, esas que generan “fiesta compartida o compartido naufragio, y existen sin dar explicaciones ni pedir disculpas”.

“Desde chico quise ser jugador de fútbol. Y fui el mejor de los mejores, pero sólo en sueños, mientras dormía. Al despertar, no bien caminaba un par de pasos y pateaba una piedrita en la vereda, ya confirmaba que el fútbol no era lo mío. Estaba visto, yo no tenía más remedio que probar algún otro oficio. Intenté varios, sin suerte, hasta que por fin empecé a escribir”.

Era un patadura. Por suerte se dedicó a dibujar primero y a escribir después. Pero se apresuró en irse: teníamos cita para ver este Mundial (por televisión), recordando que una vez, cuando éramos muy chicos y no existía la televisión, escuchamos por radio la transmisión del partido desde el estadio Maracaná de Río de Janeiro –en la voz del inolvidable Carlos Solé- en la que la Celeste se consagraba campeón del Mundo.

“Era incomprensible: los uruguayos, tan distantes y respetuosos siempre, se abrazaban en las calles. Centenares en 18 de Julio (la principal avenida de Montevideo) escuchaban por altoparlantes ubicados en General Electric, La Vascongada y el London Paris, la transmisión de don Carlos Solé. “El fútbol produce milagros”.

Hasta hoy, 68 años después, escuchamos en las radios el relato de aquel golazo del Ñato Ghiggia, con un lagrimón rodando por la mejilla. Es difícil ser uruguayo y no amar el fútbol, después de dos consagraciones olímpicas en 1924 y 1928 y el primer campeonato mundial en 1930, en el Estadio Centenario de Montevideo. Es que Uruguay ingresó a la geografía mundial a las patadas, diría Galeano.

Antes de la final contra Argentina en las Olimpíadas de 1928, el periodista Nobel Valentini y el futbolista Álvaro Gestido crearon, sobre un motivo mundial popular, un verdadero himno de guerra: «Vayan pelando las chauchas/ aunque les cueste trabajo/donde juega la Celeste, todo el mundo boca abajo».

La letras no tiene nada de provocatico: En aquella épocas de amauterismo, en las ligas se jugaba por el asado o por el puchero, y el equipo que perdía debía pelar las chauchas para la ensalada

Xico Sá, amante del fútbol real como buen brasileño, señala que Oscar Tabárez, de 71 años, entrenador del equipo que eliminó a Portugal de la Copa del Mundo, con el espíritu del profesor primario, oficio que ejerció por décadas en las afueras de Montevideo, no deja de dar instrucciones hasta hoy a jóvenes jugadores uruguayos, con visitas a museos, estudios de mapas y visiones sobre botánica, entre otros diálogos sobre la existencia. El fútbol, ​​para el técnico, no es sólo una cuestión de fuerza física y esquemas tácticos, pasa por la idea de formación de las personas.

Diego Lugano, el excapitán de la Celeste por muchos años, deletreó parte de la cartilla del maestro: «Antes de ser jugador de la selección uruguaya, usted necesita ser un buen ser humano para jugar con ella. Tabárez sólo convoca profesionales con valores éticos. Eso importa más para él que ser un gran jugador. Si coincidirán las dos cosas, eso es óptimo, pero esa es su idea. Para estar en la selección, primero uno debe tener esos dos requisitos: valores y ética. Si uno es un buen jugador o no, viene después”.

Galeano sostenía que no era fácil ser cronista o periodista deportivo. Cuando uno escribía bien, enseguida lo pasaban a otra sección “más seria”. Y recordaba el vía crucis de Osvaldo Soriano, gran escritor argentino, quien murió sin poder ser periodistas deportivo: “Pero no, Gordo, estás loco, ¿en Deportes? No. Lo tuyo está en Sociedad o en Cultura”, le dijo Rodolfo Walsh cuando Soriano intentó cubrir Deportes en el diario Noticias. Y el Gordo, mascullando bronca, dio media vuelta y se fue.

Me retracto: Galeano sí sabía la diferencia entre un hincha y un fanático.

*Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=243793&titular=%22cerrado-por-f%FAtbol%22-(recordando-a-galeano)-

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La guerra comercial entre EEUU y China expresa los problemas del capitalismo mundial

Por: Julio C. Gambina 

El viernes 6/7/2018 EEUU impuso aranceles a las importaciones provenientes de China por 34.000 millones de dólares. La inmediata respuesta china fue de réplica y por el mismo importe.

La escalada proteccionista amenaza a multiplicar ese monto por varias veces, trascendiendo la relación bilateral y afectando al propio capitalismo como sistema mundial.

Es EEUU contra China, pero también EEUU contra Europa, o Canadá y México, o sea, contra todos los países del sistema mundial en aras de recomponer a favor de Washington las relaciones económicas bi o multilaterales.

Desde las relaciones internacionales se teme porque nadie tiene el poder de confrontación de EEUU, o de éste y de China.

EEUU tiene el poder del dólar, con capacidad de emitir a voluntad, aun siendo ello relativo, del mismo modo que suma poder bélico y cultural e intenta la supremacía tecnológica en tiempos contemporáneos.

China se sostiene en un gigantesco superávit comercial y financiero, especialmente en bonos del Tesoro de EEUU, junto a su ampliada capacidad de gasto bélico y de desarrollo tecnológico de última generación.

La batalla por el dominio tecnológico está en el centro de la discusión comercial, monetaria y productiva, a lo que debe sumarse la capacidad de disuasión bélica y la influencia mediático cultural.

Esta situación de confrontación descoloca la lógica aperturista y liberalizadora inspirada desde el mentiroso ideario neoliberal, que supone la no intervención estatal, desmentida desde una gigantesca participación de cada Estado Nación en el sustento de los intereses de los capitales de origen en sus territorios.

La realidad es que esos intereses privados se negocian en los organismos internacionales, gestionados por funcionarios de los Estados Nacionales en favor de los capitales privados. El Estado es el mecanismo de lobby del capital privado. En el ámbito nacional el Estado regula los intereses del capital contra el conjunto social y en el ámbito mundial cada Estado defiende a los capitales nacionales en función de su capacidad negociadora en el sistema mundial.

Sin el Estado Nación, los capitales privados no pueden imponer sus necesidades como reglas del sistema mundial.

Trump y su proteccionismo descoloca a los organismos internacionales y a sus mentores ideológicos, contraponiendo sus propuestas contra el sentido común neoliberal construido por cuatro décadas luego de la crisis de los setenta.

Quedan descolocados organismos, funcionarios e intelectuales de la lógica “globalizadora”, sea el FMI, la OMC, o aquellos que remiten a la corriente principal del pensamiento económico “liberal” (o neo-liberal), los que influyen en la Academia, los Medios de Comunicación y muy especialmente en los gobiernos de derecha, en expansión en varios territorios del planeta.

Existe entonces incertidumbre tras décadas de un discurso “aperturista y liberalizador”, que con el cuantioso déficit comercial estadounidense, principalmente con China, desnudó sus límites.

¿No era que la apertura resulta beneficiosa para todos los países?

El triunfo de Trump se explica por los votos del descontento con la globalización, por el efecto del cierre de empresas y su impacto en el empleo y la crisis urbana de territorios antiguamente progresistas, sea Detroit como capital del automóvil, u otras ciudades fantasmas y/o desaparecidas, o disminuidas rutas que explicaron el progreso de antaño, caso de la Ruta 66 en EEUU.

Por eso, Trump hizo campaña y asumió bajo la presidencia de EEUU sustentando la consigna “America First”, lo que suponía una crítica a la liberalización operada e impulsada por casi cuatro décadas desde EEUU, entre Reagan (1981-1989) y Obama (2009-2017). En la lectura de Trump y sus votantes, EEUU perdió con la globalización, en la desindustrialización y pérdidas de empleo.

Pero atención que en ese mismo tiempo histórico operó la modernización de China, iniciada en 1978 por Deng Xia Ping, para transformar al país ya hace unos años en la “fábrica” del mundo, adueñándose del primer lugar en la producción y exportación de bienes materiales del sistema mundial. Aquí la lectura es de ganancia con la globalización.

Es curioso observar como los promotores de la globalización hacen un balance negativo sobre las consecuencias en su territorio, y a la inversa, la emergencia china se presenta como sostén de la continuidad de la globalización.

La liberalización de la economía mundial bajo discurso hegemónico “neoliberal”, ensayado bajo dictaduras genocidas en el sur de América desde 1973, facilitó la libre circulación de capitales que transitoriamente resolvió el problema de rentabilidad del capital estadounidense, europeo y japonés ante las fuertes caídas de fines de los sesenta y comienzos de los setenta, recolocando sus inversiones en otros territorios “emergentes”, especialmente China.

Un nuevo orden emergió ante los problemas del capitalismo mundial en los 60/70, que era aún un mundo bipolar que proyectaba en el imaginario social global la posibilidad de ir más allá del capitalismo y por ende se imponía cultural e ideológicamente demostrar las ventajas del libre cambio en el nuevo tiempo de transnacionalización de la economía mundial, contra cualquier propuesta de orden anticapitalista.

Esos flujos de inversión se orientaron principalmente hacia Asia y el Medio Oriente, petróleo mediante para este caso.

China fue el gran receptor de inversiones externas, bajo la soberanía del Estado gobernado por el Partido Comunista, lo que suponía la gestión soberana del orden económico bajo la dirección del Estado Nación. Entre otras cuestiones, los gobernantes de China no enajenaron la propiedad del suelo y establecieron normas restrictivas a la lógica universal del capital.

El flujo de capitales hacia China se constituyó en un gigantesco stock para la acumulación y reproducción ampliada del capital, no solo en China, sino en el ámbito mundial. El capital del Estado chino se agigantó en ese periodo y con esa lógica.

Pero en ese proceso, China creció en la producción material y por ende en la oferta comercial global, con capital estatal y privado, muy especialmente en contra del papel de EEUU, al tiempo que se constituía en el principal financista con su excedente económico, del déficit fiscal y comercial de EEUU. China es el mayor tenedor de bonos del tesoro de EEUU.

Con esa acumulación material, China se presenta últimamente en la disputa monetaria. Su moneda actúa contra la antigua hegemonía del dólar lograda desde Bretton Woods en 1944. Son cuantiosos los convenios comerciales bilaterales acordados en los últimos años con moneda China, el yuan.

Orden y desorden en el capitalismo

El interrogante es si EEUU bajo gobierno Trump o sucesivos con la misma orientación, si la política interna estadounidense así lo indicara (crecimiento económico mediante o baja del desempleo), podrá revertir la situación estructural gestada por décadas de liberalización, a contramano del origen “proteccionista” que llevó a las colonias independizadas en 1776 a crecer y transformarse hacia 1945 en la potencia hegemónica del orden imperialista.

Vale la mención histórica ya que Inglaterra se había constituido en potencia hegemónica baja la consigna liberal del libre comercio, la libre competencia y el libre cambio. Es una concepción ideológica sustentada en pensamiento clásico de la nueva ciencia emergente: la Economía Política, con Adam Smith y su “Acerca de la Riqueza de las Naciones” hacia 1776, o David Ricardo y su magna obra de 1817 “Principio de Economía Política y Tributación”.

La traducción de ese ideario en el nuevo país fue a contramano del libre comercio y se sustentó en un renovado proteccionismo para la industrialización y las finanzas desde un nacionalismo propio (algo similar ocurrió en Alemania). El ideólogo de ese accionar fue Alexander Hamilton, uno de los padres fundadores y el primer Secretario del Tesoro del gobierno de George Washington.

El proteccionismo originario de Hamilton es el antecedente histórico de una política económica que colocó a EEUU en la línea de sucesión de la hegemonía imperialista, único caso de esa evolución desde su inicio colonial. EEUU como Gran Bretaña, luego de su consolidación como potencia industrial y financiera promovió junto al proteccionismo para su territorio y capitales, la más amplia apertura del resto del mundo.

Así se construyó el mundo capitalista desde 1945, inundando de dólares el sistema mundial para declarar la inconvertibilidad del dólar en 1971 rompiendo todos los acuerdos sustentados al fin de la segunda guerra mundial. El mundo capitalista se desbarató entonces, pero EEUU consolidó su poder económico, militar y cultural.

¿Podrá consolidarse ahora desbaratando las relaciones internacionales construidas por décadas?

La impunidad de la política exterior del imperialismo estadounidense es una constante desde su histórica hegemonía, incluso desde antes (expansión territorial histórica contra México, por ejemplo).

Con la caída de la URSS se validó el imaginario para la libre circulación del capital bajo hegemonía estadounidense, lo que encontró límites en varios procesos en curso, donde China es uno de los más destacados, no el único.

Entre otros puede registrarse la re-emergencia de Rusia en el sistema mundial, especialmente por razones militares y diplomáticas.

Puede también considerarse en otro plano el proceso de cambio político en Nuestra América a comienzos del Siglo XXI, lo que provocó la contraofensiva de las clases dominantes en curso, vía golpes blandos y fuerte batalla ideológica cultural para recomponer la agenda de la restauración liberalizadora.

Más allá del capitalismo

Se escuchan voces críticas a la guerra comercial desatada por EEUU, que pareciera defienden el orden capitalista vigente desde los setenta y ochenta bajo el discurso neoliberal.

Como si el accionar actual del EEUU gobernado por Trump fuera contrario a un bienestar deseado gobernado por la experiencia previa.

No se comprende que el accionar previo, de Reagan a Obama era la forma asumida de la supremacía estadounidense (neoliberal) y que ahora con Trump se asume una nueva etapa (¿proteccionista?) para renovar y recrear la dominación estadounidense.

El efecto social negativo en materia de mayor explotación y depredación de bienes comunes operó con la propuesta de liberalización de la economía en tiempos aperturistas y tratados de libre comercio y bilaterales en defensa de las inversiones, como ahora con el proteccionismo de Trump.

Por eso Nuestra América debe recomponer una estrategia de integración regional alternativa a las demandas e intereses de las transnacionales y las principales potencias de la dominación contemporánea.

Ni aquel orden liberal fue favorable a los explotados y empobrecido, ni esta búsqueda proteccionista lo será para la amplia mayoría de la sociedad.

La guerra comercial y monetaria es por la dominación y la aspiración debiera ser por constituir la lucha por la emancipación social.

Por eso, la discusión debe ir más allá y pensar en la crítica del orden contemporáneo, incluido el desorden generado desde la guerra comercial o monetaria, parte de procesos de confrontación ideológica o bélica que el panorama mundial devuelve.

Ni el pensamiento hegemónico ni el poder real imaginan ese horizonte más allá del capitalismo, que solo puede estar en la capacidad social de criticar nuestro tiempo para transformar la realidad en favor de las necesidades sociales insatisfechas. Todo un desafío social e intelectual.


Julio C. Gambina, Presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas, FISYP

visitá mi blog www.juliogambina.blogspot.com

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«Pluriverso»: hacia horizontes postcapitalistas

Por: Alberto Acosta 

“Hablar del pluriverso significa: revelar un espacio de pensamiento y de práctica en el que el dominio de una modernidad única haya quedado suspendido a nivel epistémico y ontológico; donde esta modernidad haya sido provincializada, es decir, desplazada del centro de la imaginación histórica y epistémica; y donde el análisis de proyectos descoloniales y pluriversales concretos pueda hacerse honestamente desde una perspectiva des-esencializada”. (Arturo Escobar (2012) )

La actual crisis mundial es sistémica, múltiple y asimétrica, con claros alcances civilizatorios. Nunca antes tantos aspectos cruciales de la vida fallaron simultáneamente, y las expectativas sobre el futuro son tan inciertas. Los problemas ambientales ya no pueden ocultarse por más poderosos -y torpes- que sean los negacionistas. Tampoco pueden ocultarse las abismales desigualdades, que van en aumento a medida que la sombra del “desarrollo” cubre todas las partes de la Tierra. Cual virus mutante, las manifestaciones de la crisis se perciben en todos los espacios: ambientales, económicos, sociales, políticos, éticos, culturales, espirituales…

Dejar de buscar al fantasma del “desarrollo” es difícil . Su retórica seductora, a veces llamada “mentalidad de desarrollo” o “desarrollismo”, se ha internalizado en prácticamente todos los países. Sobre todo en aquellos que sufren las consecuencias del crecimiento industrial en el Norte Global. Norte Global que, por cierto, fue el primero en aceptar un camino único de progreso, sin aceptar su responsabilidad en la grave crisis socio-ambiental global . De hecho, hasta parte del Sur no asume el reto ambiental al acusar al Norte de impedirle alcanzar el “desarrollo” (inspirado en el mismo estilo de vida del Norte).

Casi siete décadas después de que la noción de “desarrollo” [1] se extendiera por todo el mundo, la verdad más bien parece indicar que el mundo vive un “mal desarrollo” . Dentro de ese “mal desarrollo” están inclusive los países llamados industrializados o “desarrollados”. Es paradójico, pero el discurso del “desarrollo” en términos vitales solo lleva a la consolidación de la crisis sistémica actual.

Dicha crisis no es coyuntural ni manejable desde la institucionaliad existente. Es histórica y estructural, y exige una profunda reorganización de las relaciones tanto dentro, como entre las sociedades de todo el mundo, como también entre la Humanidad y el resto de la “Naturaleza”, de la cual formamos parte. Y eso implica, evidentemente, una reconstrucción institucional a escala mundial, algo inviable desde las actuales instituciones de alcance planetario e inclusive desde los estrechos márgenes estatales.

Tal como sintetiza el libro Pluriverso – Diccionaro del Postdesarrollo [2], nuestra lección más importante como Humanidad es reencontrarnos con la Madre Tierra para garantizar una vida digna para todos los seres (humanos y no humanos). En todas partes, cada vez más personas buscan satisfacer sus necesidades afirmando los derechos y la dignidad de la Tierra . Esas búsquedas responden al colapso ecológico, al acaparamiento de tierras, a las guerras destadas para controlar las reservas petroleras y mineras, así como a otros extractivismos (agroindustria, plantaciones agroexportadoras, incluso con cultivos genéticamente modificados) que casi siempre destruyen los medios de vida rurales y generan pobreza urbana. A veces, el “progreso” occidental se vuelve el principal causante de que nuestro mundo esté enfermo de opulencia, alienación y desarraigo. Ante ello, los movimientos de resistencia popular se encuentran extendidos en todos los continentes.

A medida que la globalización del capital desestabiliza las economías regionales y nacionales, dejando a su paso poblaciones enteras de refugiados -incluso dentro de sus propios países-, algunos sectores de la población afrontan la situación identificándose con el poder machista de la derecha política, con su promesa de “quitar empleo” a los migrantes, artificialmente señalados muchas veces como causantes de las crisis… A menudo, las clases trabajadoras inseguras también adoptan tal postura. El resultado es una peligrosa derivación global hacia el autoritarismo.

Por su parte, la -privilegiada- tecnocracia promueve el neoliberalismo con ilusiones de democracia representativa y trayectoria de innovación para el crecimiento perpetuo. Algo perverso, pues denota que hasta la diferencia derecha-izquierda ortodoxa es difusa en cuanto a modernización y progreso. Además, cada una se basa en valores eurocéntricos y machistas.

Karl Marx nos recordó que, cuando una nueva sociedad nace desde adentro de la vieja, esta arrastra muchos defectos del sistema antiguo. Más tarde, Antonio Gramsci observaría: “La crisis consiste precisamente en el hecho de que lo viejo está muriendo y lo nuevo no puede nacer; en este interregno aparece una gran variedad de síntomas morbosos.” Lo notable es que ahora -algo no anticipado por estos intelectuales europeos- las alternativas emergen sobre todo desde los márgenes políticos de ambas periferias del capitalismo, tanto desde su periferia colonial como de superiferia doméstica . Basta anotar los esfuerzos de los grupos decrecentistas que avanzan desde la academia a la configuración de un vigoroso movimiento social .

Por cierto, el análisis desde Marx es necesario, pero no basta; debe complementarse por otras propuestas, incluidas las que emana del Sur global como las perspectivas del sumak kawsay o Buen Vivir, del eco-svarag, del ubuntu, del comunitarismo; incluyendo las versiones críticamente reflexivas de las principales religiones y, por supuesto, los aportes de la convivialidad de Ivan Illich para construir una sociedad que permita a todos sus miembros la acción más autónoma y creativa posible, usando herramientas controlables por ellos mismos. En una transición como ésta, crítica y acción requieren nuevas narrativas imaginativas, combinadas con soluciones materiales prácticas. Tejer resistencias y sumar proyectos alternativas potenciará el tránsito por senderos pluriversales.

Ya no podemos hacer lo mismo, aunque lo hagamos mejor. Ya no podemos confiar en crear “corporaciones más responsables” o “burocracias reguladoras eficientes”; ni siquiera basta con reconocer la ciudadanía plena para los “de color”, “viejos”, “discapacitados”, “mujeres” o “queer” dentro del pluralismo liberal. Del mismo modo, no bastan los parches “prístinos” de la Naturaleza, de poco efecto sobre el colapso de la biodiversidad. Ninguna opción basta si no se ataca el corazón de la crisis sistémica mundial: el capitalismo y sus ansías infinitas de poder expresadas en una acumulación depredadora tanto de la vida humana como de las demás formas de vida.

En aquellos esfuerzos parciales que no cuestionan al capital, el fantasma del “desarrollo” se reencarna de infinitas maneras, pues los remedios de corto plazo desde el poder solo sostienen el statu quo Norte-Sur, el patriarcado, la colonialidad y el divorcio Humanidad-Naturaleza. Por supuesto, incluso las mejores intenciones –carentes de horizontes postcapitalistas- pueden llevar, sin quererlo, a soluciones superficiales, falsas y hasta agravantes de los problemas globales. Eso sí, es difícil distinguir las iniciativas “convencionales”, “falsas” o “superficiales” de aquellas “transformadoras radicales”. Además, en el proceso de transición muchas propuestas hoy innovadoras irán perdiendo su vigencia en el camino. Pero justamente tendremos que aceptar esta dialéctica en donde hasta las propuestas más potentes deberán reemplazarse por propuestas superiores, aunque la superación no provenga desde nuestra cosmovisión.

Aquí caben las palabras del notable sociólogo alicantino José María Tortosa en su libro “Maldesarrollo y malvivir – pobreza y violencia a escala mundial” (2011):

“La tarea es enorme y, precisamente por ello, no hay por qué hacerle ascos a compañeros de viaje, compañeros de marcha que no compartan otras variables. Los ateos podrían trabajar con los agnósticos y los creyentes, los budistas con los cristianos, los católicos con los protestantes. Los que pueden tener motivaciones para alterar el funcionamiento del sistema las tienen originadas en religiones o en ideologías bien concretas y comparten una cierta idea de la justicia aunque no compartan la cosmovisión. No importa. De lo que se trata desde esta perspectiva es ponerse a marcar el paso en una misma dirección: la de una sociedad más justa y, por tanto, menos empobrecida y violenta. La acumulación de pequeñas reformas podría ser, entonces, revolucionaria. Por eso ninguna de éstas tiene que ser despreciada si, unidas a las demás, puede producir el salto cualitativo: aislada puede tener sentido, ligada a las demás lo puede tener con mucha más razón ya que ya no sólo se tratará de afrontar necesidades locales sino que puede coadyuvar en el cambio de las reglas del juego.”

Inpulsando el cambio del juego mismo, cabría anotar.

Las alternativas transformadoras -como sinetizan más de cien aportes en el libro mencionado- difieren de las “soluciones convencionales” de varias maneras. Como se resume en la introducción de dicho libro, primero, idealmente van a las raíces de al menos un problema. Segundo, cuestionan las características centrales del discurso del “desarrollo”: crecimiento económico, retórica del progreso, racionalidad instrumental, mercados, universalidad, antropocentrismo, sexismo, etcétera. Tercero, abarcan una ética radicalmente diferente a la del sistema actual, reflejando valores basados en una lógica relacional; un mundo donde todo está interconectado; y con sociedades que abarcan valores como: diversidad y pluriversalidad; autonomía y autosuficiencia; solidaridad y reciprocidad; bienes comunes y ética colectiva; unidad con la Naturaleza y sus derechos; interdependencia; simplicidad y suficiencia; inclusión y dignidad; justicia y equidad; sin jerarquía; dignidad del trabajo; derechos y responsabilidades; sostenibilidad ecológica; no violencia y paz. Cuarto, a medida que avanzamos, la agencia política pertenecerá a los marginados, explotados y oprimidos. Y, quinto, la transformación debe integrar y movilizar múltiples dimensiones: política, económica, social, cultural, ética, espirituales, aunque no necesariamente de golpe. Hay varios caminos hacia una socio-bio-civilización, donde el único centro sea la vida misma.

Muchas cosmovisiones y prácticas radicales hacen ya visible al pluriverso. La noción de pluriverso cuestiona a la “universalidad” propia de la modernidad eurocéntrica. Como dirían los zapatistas de Chiapas, el pluriverso representa “un mundo donde caben muchos mundos”: un mundo en donde todos los mundos conviven con respeto y dignidad, sin que ninguno viva a costa de otros. Esta es la definición más sucinta y adecuada del pluriverso.

El camino es largo para que la multiplicidad de mundos se vuelva totalmente complementaria, pero ya hemos tomado rumbo: los movimientos por la justicia y la ecología encuentran cada vez más puntos comunes. Igualmente, las luchas políticas de mujeres, indígenas, campesinos, así como de pobladores urbanos a lo largo y ancho del planeta, están convergiendo.

Si bien las transiciones son complejas y no completamente radicales, son “alternativas” si al menos tienen potencial para la transformación sistémica. Dada la diversidad de visiones imaginativas, permanece abierta la creación de sinergias entre ellas. Habrá reveses; unas estrategias se desvanecerán otras será cooptadas por el poder del capital, y otras surgirán. Las diferencias, tensiones e incluso contradicciones existirán, pero esa es la esencia misma de un intercambio constructivo. Intercambio en donde todas las visiones tienen un espacio para expresarse e intercambiar experiencias, críticas y sobre todo sueños.

Los caminos hacia el pluriverso –sustentados en las reflexiones del post-desarrollo y la post-economía – son múltiples, abiertos y están en continua evolución. Una evolución que demanda siempre más democracia, nunca menos; más libertad, nunca menos; más vida, nunca menos.

Notas:

[1] Para comprender este proceso de discusiones múltiples se recomienda el libro de Koldo Unceta: “Desarrollo, postcrecimiento y Buen Vivir”, Abya-Yala, 2014 .

[2] Editado por Ashish Kothari, Ariel Salleh, Arturo Escobar, Federico Demaria, Alberto Acosta; con su primera edición en la India (estará publicado en octubre del 2018). Este artìculo se inspira en la introducción de ese libro, que sirvió de base para el texto publicado en la Revista Ecuador Debate 103 del CAAP (2018): “Encontrando senderos pluriversales”, de los mismos autores . La idea de armar tal compilación fue discutida por primera vez por Alberto Acosta, Ashish Kothari y Federico Demaria, en la Cuarta Conferencia Internacional sobre el Decrecimiento en Leipzig, 2014. Un año después, Ariel Salleh y Arturo Escobar se unieron al proyecto y la planificación comenzó en serio. El libro cuenta con 110 entradas, de diferentes temáticas, como aportes de 120 autores y autoras de todos los continentes.

Alberto Acosta, economista ecuatoriano. Profesor universitario. Exministro de Energía y Minas. Expresidente de la Asamblea Constituyente. Excandidato a la Presidencia de la República.

*Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=243929

Imagen: Internet

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The Slow and Fast Assault on Public Education

By: HENRY A. GIROUX

Since Donald Trump’s election in November 2016, there have been few occasions to feel hopeful about politics. But now we are witnessing a proliferation of causes for hope, as brave students from Parkland, Florida, and equally courageous teachers throughout the United States lead movements of mass demonstrations, walkouts, and strikes.

The United States is in the midst of a crisis of values, ethics, and politics. It has been decades in the making, produced largely by a neoliberal system that has subordinated all aspects of social life to the dictates of the market while stripping assets from public goods and producing untenable levels of inequality. What we are now living through is the emergence of a new political formation in which neoliberalism has put on the mantle of fascism.

The assault on public education, the slow violence of teacher disenfranchisement, and the fast violence of guns can only be understood as part of a larger war on liberal democracy.

Amidst this cataclysm, public schools have been identified as a major threat to the conservative ruling elite because public education has long been integral to U.S. democracy’s dependence on an informed, engaged citizenry. Democracy is predicated on faith in the capacity of all humans for intelligent judgment, deliberation, and action, but this innate capacity must be nurtured. The recognition of this need explains why the United States has, since its earliest days, emphasized the value of public education at least as an ideal. An education that teaches one to think critically and mediate charged appeals to one’s emotions is key to making power accountable and embracing a mature sense of the social contract.

Now, as our public schools are stretched to their breaking, their students and teachers are leading the call for a moral awakening. Both argue that the crisis of public schooling and the war on youth are related, and that the assaults on public schooling can only be understood as part of a larger war on liberal democracy.

No one movement or group can defeat the powerful and connected forces of neoliberal fascism, but energized young people and teachers are helping to open a space in which change looks more possible than at any time in the recent past. The Parkland students have embraced a grassroots approach and teachers are following their lead. Both are primed for action and are ready to challenge those eager to dismantle the public education system. They recognize that education is a winning issue because most Americans still view it as a path through which their children can gain access to decent jobs and a good life. The usual neoliberal bromides advocating privatization, charter schools, vouchers, and teaching for the test have lost all legitimacy at a moment when the ruling elite act with blatant disregard for the democratizing ethos that has long been a keystone of our society.

All of the states in which teachers have engaged in wildcat strikes, demonstrations, and protests have been subject to the toxic austerity measures that have come to characterize the neoliberal economy. In these states, teachers have faced low and stagnant wages, crumbling and overfilled classrooms, lengthening work days, and slashed budgets that have left them without classroom essentials such as books and even toilet paper—necessities that, in many cases, teachers have purchased themselves with their paltry salaries. It is significant that teachers have refused to confine their protests to the immediate needs of their profession or the understandable demand for higher wages. Rather, they have couched these demands within a broader critique of the war on public goods, calling repeatedly for more funding for schools in order to provide students with decent conditions for learning.

Likewise, students protesting gun violence have contextualized their demands for gun control by addressing the roots of gun violence in state violence and political and economic disenfranchisement. Refusing to be silenced by politicians bought and sold by the NRA, these students have called for a vision of social justice rooted in the belief that they can not only challenge systemic oppression, but can change the fundamental nature of an oppressive social order. They recognize that they have not only been treated as disposable populations written out of the script of democracy, they also are capable of using the new tools of social media to surmount the deadening political horizons preached by conventional media outlets and established politicians.

The attack on public education is one side of the neoliberal ledger. The other side is the explosion of the punishing state with its accelerated apparatuses of incarceration and militarization.

What is so promising about the student-led movement is that not only is it exposing the politicians and gun lobbies that argue against gun control and reframe the gun debate while endangering the lives of young people, they have also energized millions of youth by encouraging a sense of individual and collective agency. They are asking their peers to mobilize against gun violence, vote in the midterm November elections, and be prepared for a long struggle against the underlying ideologies, structures, and institutions that promote death-dealing violence in the United States. As Charlotte Alter pointed out in TIME:

They envision a youth political movement that will address many of the other issues affecting the youngest Americans. [Parkland student leader David] Hogg says he would like to have a youth demonstration every year on March 24, harnessing the power of teenage anger to demand action on everything from campaign-finance reform to net neutrality to climate change.

This statement makes clear that these young people recognize that the threat they face goes far beyond the gun debate and that what they need to address is a wider culture of cruelty, silence, and indifference. Violence comes in many forms, some hidden, many more spectacularized, cultivated, valued, eroticized, and normalized. Some are fast, and others are slow, and thus harder to perceive. The key is to address the underlying structures and relations of power that give rise to this landscape of both spectacular gun violence and the everyday violence experienced by the poor, people of color, the undocumented, and other “disposable” people. The attack on public education and the rights and working conditions of teachers is one side of the neoliberal ledger. The other side is the explosion of the punishing state with its accelerated apparatuses of containment, militarized police, borders, walls, mass incarceration, the school-to-prison pipeline, and the creation of an armed society. These issues need to be connected as part of a wider refusal to equate rapacious, neoliberal capitalism with democracy.

The Parkland student movement and the teacher walkouts have already advanced the possibilities of mass resistance by connecting the dots between the crises that each group is experiencing. The “slow violence” (to borrow Rob Nixon’s term) of teacher disenfranchisement needs to be understood in relation to the fast violence that has afflicted students, both of which arise from a state that has imported the language of perpetual war into its relationship with its citizens. As Judith Levine points out, every public sphere has been transformed into a virtual war zone, “a zone of permanent vigilance, enforcement, and violence.”

In the face of this, the need is for disruptive social movements that call for nothing less than the restructuring of U.S. society. In the spirit of Martin Luther King, Jr., this means a revolution in values, a shift in public consciousness, and a change in power relations and public policies. The Parkland students and the teachers protesting across the nation are not only challenging the current attacks on public education, they also share an effort in constructing a new narrative about the United States—one that reengages the public’s ethical imagination toward developing an equitable, just, and inclusive democracy. Their protests point to the possibility of a new public imagination that moves beyond the narrow realm of specific interest to a more comprehensive understanding of politics that is rooted in a practice of open defiance to corporate tyranny. This is a politics that refuses “leftist” centrism, the extremism of the right, and a deeply unequal society modeled on the iniquitous precarity and toxic structures of savage capitalism. This new political horizon foreshadows the need to organize new political formations, massive social movements, and a third political party that can make itself present in a variety of institutional, educational, social, and cultural spheres.

The teacher and student protests have made clear that real change can be made through mass collective movements inspired by hope in the service of a radical democracy.

What the teacher and student protests have made clear is that change and coalition-building are possible, and that real change can be made through mass collective movements inspired by hope in the service of a radical democracy. This is a movement that must make education central to its politics and be willing to develop educational spheres which listen to and speak to the concrete problems that educators, students, minorities of color and class, and others face in a world moving into the abyss of tyranny.

The long-term success of the movements begun by the teachers and students will likely hinge on whether they connect with wider struggles for minority rights, economic justice, and social equality. If they open to a vision of shared struggle, they may find their way to a radical democratic recuperation that benefits all people whose needs are being sacrificed on the altar of neoliberal fascism. What we have learned from the student and teacher demonstrations is that politics depends “on the possibility of making the public exist in the first place” and that what we share in common is more important than what separates us. At a time when tyranny is on the rise and the world seems deprived of radical imagination, such courageous acts of mass resistance are a welcome relief and hopeful indicator of an energetic struggle to secure a democratic future.

Source:

https://bostonreview.net/education-opportunity/henry-giroux-slow-and-fast-assault-public-education

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Educación sexual, pero con enfoque moralista

Por Mariana Otero

LO MÁS IMPORTANTE
  • La ley nacional que obliga a incluir el tema en las escuelas sugiere abordarlo con una visión integral.
  • En Córdoba, hay limitaciones.
  • Los prejuicios y el temor a la reacción de las familias obstaculizan la implementación.
  • Pero, a la vez, se involucran más docentes.

Cada vez más escuelas incluyen la educación sexual en las aulas, pero el enfoque sigue siendo más “moralista” que integral y persisten dificultades para su implementación, vinculadas a los prejuicios y al temor a la reacción de las familias.

Los datos surgen del relevamiento 2016/2017, publicados en el documento Estado de la implementación de la educación sexual integral (ESI) en instituciones educativas de Córdoba, realizado por el Ministerio de Educación de la Provincia.

Del trabajo participaron 2.600 escuelas, públicas y privadas, de nivel inicial, primario, secundario y superior. Es decir, el 56 por ciento del total de centros educativos de la provincia.

La información revela que, a 12 años de sancionada la ley 26.150 de Educación Sexual Integral (2006), el 85 por ciento de las instituciones de todos los niveles realiza acciones y actividades relacionadas con la temática. Más de la mitad de las escuelas lo hace de manera sistemática y el resto, esporádica. Pero todavía hay obstáculos para su plena implementación.

Esta radiografía de la aplicación de la ESI, más el debate que desató la legalización del aborto (que incluyó los déficits de información en diversos sectores de la sociedad), obligó a la Provincia a impulsar una especie de refundación de la educación sexual y a preguntarse por qué el tema aún no está instalado por completo en las escuelas.

El secundario es el que presenta más dificultades; en especial, con el compromiso de los docentes. Sin embargo, hay deudas en todo el sistema educativo ya que persiste un enfoque moralista, por encima del integral, con diferencias notorias entre escuelas de gestión estatal y privadas.

En el secundario

Según el informe oficial, el 85% de las escuelas secundarias aborda la ESI, mientras que sólo el 30% lo hacía antes de sancionarse la ley. En la actualidad, el 59% trabaja el tema de manera planificada y sostenida, frente al ocho por ciento que lo hacía antes de 2006.

En contraposición a lo que ocurre en el nivel inicial y primario, en la secundaria es alto el porcentaje de profesores que no participan en acciones vinculadas a educación sexual. Sólo dos de cada 10 (21%) escuelas tiene a su plantel docente completo involucrado en la temática. Estos casos ocurren en escuelas en las que la gestión directiva se compromete de manera particular con su implementación e, incluso, figura en el proyecto institucional.

El bajo porcentaje de profesores involucrados estaría vinculado a características propias del nivel: muchos docentes, escasa articulación, falta de espacio y tiempo para trabajar en conjunto y fragmentación del conocimiento en asignaturas diversas.

Aquellos que se interesan de manera activa indican que lo hacen por demanda de la institución y de los propios alumnos. También, y en este orden, por iniciativa personal, por la capacitación recibida, por solicitud de los supervisores y por la demanda de las familias.

Los enfoques relacionados con valores religiosos o espirituales predominan en colegios privados (63%) y caen en los estatales (37%). La abstinencia y fidelidad también son tópicos que se abordan con más fuerza en las instituciones aranceladas, la mayoría de ellas confesionales.

El 42% de las escuelas, en general, utilizan un enfoque moralista (religioso-espiritual), mientras que el 40%, uno integral –recomendado por la ley nacional–, que incluye aspectos vinculados con el cuidado de la salud y el cuerpo, la diversidad sexual, la perspectiva de género, derechos y afectividad. El 15%, en tanto, sigue reduciendo el tema a aspectos biológicos.

En las escuelas estatales, un 30% utiliza un enfoque basado en la biología (16% en las privadas), mientras que el 58% de las privadas sostiene un enfoque moralista (21% en las estatales).

El relevamiento muestra, además, que el principal obstáculo para la implementación son los prejuicios en relación al tema (58%) y el temor a la reacción de las familias (37%).

En relación con las trabas institucionales, la mayoría de los consultados acuerda que la principal es la falta de tiempo para la planificación colectiva (78%).

En el nivel inicial

El 87% de los jardines de infantes realiza acciones de educación sexual integral y casi todos los docentes están involucrados por interés personal (21%), solicitud institucional (70%), porque recibió capacitación (69%), por necesidad de los alumnos (49%), por pedido de supervisión (41%) o por necesidad de las familias (38%).

Se abordan temas relacionados al cuidado del cuerpo y la salud, a la expresión de emociones, a los vínculos saludables, a la violencia de género, al maltrato y abuso sexual, a la sexualidad y amor y a valores espirituales y religiosos.

Los enfoques integral (43%) y moralista (42%) son los predominantes, aunque varían de manera notable según se trate de escuelas de gestión estatal o privada. En las estatales, el 34% lo aborda desde un punto de vista moralista mientras que en las privadas ocho de cada 10 (78%) utilizan una visión basada en espiritual y religioso.

En las estatales, el 49% utiliza un enfoque integral y el 10%, basado en lo biológico. En las privadas, en tanto, sólo 18% integral y tres por ciento, con foco en la biología.

De qué se habla en las escuelas sobre el tema

La investigación revela cómo se enseña educación sexual.

42% Esta proporción de las escuelas utiliza un enfoque moralista (religioso-espiritual), contra un 40% que enseña de una manera integral, que es el recomendado por la ley aprobada en 2006.

63% Los enfoques relacionados con valores religiosos o espirituales predominan en colegios privados (63%) y caen en los estatales (37%). La abstinencia y fidelidad, eje en los confesionales.

79% La violencia de género se aborda en el 79% de las escuelas estatales (y el 61% de la privadas). La diversidad sexual, 69% estatales y 50% privadas. Prevención de embarazos: 53% estatales y 31% privados.

Fuente del artículo: http://www.lavoz.com.ar/ciudadanos/educacion-sexual-pero-con-enfoque-moralista
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What may be missing in our education system

By The Royal Gazette

A great deal has changed in recent decades, in educating our young people to meet various challenges along the path of life. Most would agree that there have been major strides in technology and teaching techniques, designed to better equip students for a changing world with emphasis on knowledge needed for success. Nothing wrong with that, except in the process, it would appear that some traditional values have faded.

In the modern world today, where much of life rumbles along at a maddening pace, even commenting on this aspect of our educational system could be frowned upon as being out of step with education in today’s world. Education officials are confronted with a wide range of complex issues these days, and obviously officials strive to provide the best for students. However, no educational system is perfect, and there are always problems that require input from parents and community leaders, in trying to uphold values such as discipline and respect.

In Bermuda today, just as it is in many countries, the impact of illegal drugs and the consumption of alcohol by some young people, has been a problem that threatens the vulnerable, in addition to creating additional problems for parents and teachers, and eventually the community.

It is a situation that has challenged every government.

It should be noted that our teaching professionals are to be commended for their daily contribution in classrooms throughout the island, a task too often taken for granted.

With numerous changes in teaching from the way it was decades ago, it is also worth noting that it is still crucial for students to learn the true meaning of why discipline, respect, and a commitment to being a good citizen, are values that never change.

Our schools are generally thought of as learning centres for all there is to know about how to be successful. But these days in many countries, values such as discipline and respect have diminished with an increase in negative behaviour patterns.

Many of Bermuda’s heroes will never have their names flashed across the television screens, or in banner newspaper headlines. Yet these were the people who diligently toiled against enormous hardships and social injustices, to help steer Bermuda towards a society where decency, respect, and truth formed the pillars of society.

Yes, they knew the importance of economic success, but they also knew without values, success would be shallow.

Bermuda needs to take a deep look at itself in the area of values, because without them, our future will be up for question. While the Government cannot solve all community problems, they must be seen and heard to do everything possible to avoid a gradual slide to an “anything goes” society, where respect for others is shoved under the bus. This is a growing concern throughout our communities.

If our young people are influenced by the notion that what is popular gains more attention than what is right, the next generation will face even bigger challenges. Education involves far more than academics.

We often hear of things being different today, but when essential values are bypassed, as being outdated, or no longer relevant, seeds are being planted for a weakened society with the door open for potential civil chaos.

Discipline and respect were very much a part of our education system years ago, and with Bermuda being a religious community, it was normal for most schools to have a brief moment of devotion, prior to starting the school day.

Much has changed. Today, families seldom sit together at meal times to discuss matters of interest. The home should be the setting where education begins.

Instead, swallowed up in a world of cyberspace activity, there is little time for one-on-one family conversation. Some might say this is just a part of modern society.

We hear often that more financial investment should be made to enhance our educational system, and while that is positive, a real concern should be about what values have faded from the system, when it comes to discipline and respect for strong values.

Students of today are expected to be leaders of tomorrow, but they will only be successful if armed with solid values and a commitment to making Bermuda a safe and peaceful island. Bermuda must make use of all of its resources to protect values for future generations.

It is a challenge bigger than politics, and success will depend on how well we all work together for the good of the community.

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