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El primer día de curso empieza con un reto que se convierte en proyecto

Por: Jaume Carbonell

Los proyectos ocupan buena parte de la jornada escolar. Detrás de ellos hay un minucioso plan de trabajo y un intenso proceso formativo.

“Hay que preparar muy bien el primer día de clase. Es el único día que la sociedad se pregunta qué se hace en la escuela -los padres, otros familiares, los medios de comunicación, etc-. Desde el primer momento mostramos que se pueden hacer cosas interesantes y emocionantes; y ofrecemos oportunidades que pueden derivar en un proyecto. Estos se inician siempre con un reto”. Es la voz de Xavier Geis, director de la escuela de Rellinars (Vallès Occidental, Barcelona), un centro rural cíclico de 86 alumnos distribuidos en dos aulas de Infantil y en otras tres de ciclo inicial, medio y superior de Primaria. Dentro del edificio funciona, con carácter autónomo y experimental, una escuela infantil con un grupo de niños y niñas de dos y tres años con quienes comparten algunas actividades.

Este curso empezó con un proyecto de arte en torno a la ropa, y en cada grupo-clase se planteó un reto distinto. En Infantil se les facilitaron distintos tipos de ropa y tenían que investigar  si todas ellas se ensucian por un igual, lo que les llevó a un intenso proceso de observación y documentación que terminó con pruebas de teñido. En el grupo intermedio el reto era saber si eran capaces de hacerse una camiseta. Y los mayores tenían que averiguar cuál era el mejor sistema de lavado para sacar las manchas de las batas de que dispone el colegio para usarlas en algunas actividades. Esto les llevó a la compra y análisis pormenorizado de diversos productos de limpieza y a elaborar su propio jabón.

El trabajo por proyectos ocupa buena parte de la jornada escolar y allí se integran todos los contenidos y competencias, salvo el inglés, la música y la educación física, que se imparten aparte. A lo largo de un curso pueden llevarse a cabo hasta media docena de proyectos, algunos de los cuáles se trabajan simultáneamente, y se apoyan con dos docentes. A principio de curso se establece un plan de trabajo para cada clase, donde se explicitan los contenidos y competencias que quieren  priorizarse, con una doble mirada dirigida al currículo y al entorno del alumno. Ahí se focalizan retos y proyectos integrados. Aunque esta programación a veces puede alterarse para dar respuesta a oportunidades de aprendizaje ocasionales y extraordinarias que ofrece el entorno.

El proyecto se apoya en diversos recursos de aprendizaje. El primero es la libreta del alumno donde se apunta todo lo que ocurre en clase y fuera de ella. Es una manera de ir personalizando el aprendizaje a través de reflexiones sobre el conocimiento. No hay dos libretas iguales. El segundo es la pizarra colectiva de papel, donde se va anotando todo el conocimiento que el grupo va generando. No se borra nunca y las hojas se van girando y guardando para su consulta. El tercero es la red de relaciones, una pausa que sirve para ir sistematizando el conocimiento que van trabajando y que les permite vincularlo con las preguntas e hipótesis de la investigación. El cuarto atiende a la formación docente: de qué manera los maestros, en los claustros pedagógicos que celebran semanalmente durante hora y media, se cuentan lo que hacen, cómo les va, qué dificultades surgen y cómo pueden aprender unos de otros tanto en la formación interna como externa.

Y el quinto es ver qué y cómo aprende el alumnado mediante tres evaluaciones trimestrales. La primera y la tercera corren a cargo del profesorado. El informe se realiza siempre con la participación conjunta de dos docentes: “Con el contraste se enriquece la mirada”. Y la del segundo trimestre consiste en una autoevaluación por parte de los alumnos: “En la sesión de evaluación les comentamos en qué puntos de sus valoraciones coincidimos y en qué otros no. Suele haber un consenso muy amplio, las diferencias son de matiz. Ellos están ya  acostumbrados a reflexionar al final del proceso y regulan muy bien su grado de exigencia”.

En la pared del fondo del aula de ciclo medio hay diversos murales en los que se visualizan el estado de investigación de los proyectos del grupo, con las pertinentes redes de relaciones. En concreto, nos fijamos con uno en torno a la geometría, ejemplificado a partir de la rayuela y otros juegos geométricos; y en el que iniciaron a principio de curso a partir del reto de cómo se hace una camiseta. Para esta investigación han contado con la colaboración de una madre modista que ha introducido al alumnado en el conocimiento de los patrones y han experimentado con las medidas de sus propios cuerpos. También han visitado el museo textil de Terrassa para observar los procesos de fabricación y han estudiado a fondo la evolución, diversas y composición de los tejidos naturales, sintéticos e inteligentes, así como las tendencias de la moda: desde el Coco Chanel hasta los pantalones femeninos. Su maestra, María Casanovas, nos cuenta que de acuerdo con el plan de trabajo han finalizado un proyecto sobre la tierra y está previsto iniciar otro sobre el ser humano.

María subraya el valor de los retos personales y colectivos que subyacen en los proyectos. “Aprendemos a buscar experimentos que no sabíamos que existían. Los maestros nos planteamos nuevas dudas y a los alumnos les obliga a encontrar respuestas. Nos vamos haciendo preguntas continuamente, todo va creciendo y llega un momento que hay que cerrar el proyecto, aunque queden preguntas y líneas de investigación abiertas. Las redes de relaciones nos sirven para situarnos y saber dónde estamos. Los alumnos aprenden con sentido y se dan cuenta que todo está conectado entre sí y con la vida”.

Fotografía: Escola Rellinars

En este espacio repleto de vida y de mucha ciencia no falta una cartelera donde hay pegadas algunas noticias de prensa -“Encuentran un sistema planetario con siete ‘hermanos’ de la Tierra”- que van comentando e incorporando al proyecto y otra sobre preguntas interesantes: “¿Cómo es que los cohetes y los aviones pueden volar y no les atrae la gravedad?” o “¿La gravedad y la atmósfera tienen alguna cosa en común?  Esta maestra forma parte del seminario de proyectos del ICE (Instituto de Ciencias de la Educación) de la UAB, una institución nucleada por docentes con una sólida y dilatada experiencia escolar que alimentan diversos procesos formativos innovadores.

También Xavier Geis, que ocupa el cargo de director desde la creación de la escuela hace diez años, está involucrado en procesos de formación continua. Forma parte del Secretariado de la Escuela Rural de los MRPs (Movimientos de Renovación Pedagógica), de un grupo que se ocupa de las cuestiones pedagógicas que afectan a la escuela rural y de otro, también del ICE de la UAB, sobre las Matemáticas. En estos momentos están debatiendo sobre el momento y la forma de introducir los algoritmos en la escuela. La formación está igualmente muy presente en el centro. El curso pasado organizaron cuatro sesiones para reflexionar sobre el azar y la suerte y se dieron cuenta que para ahondar en el primer concepto se requería más formación matemática. “Nuestra idea no es tanto que aprenda el maestro sino que aprenda la escuela. Que todo esto quede y que los que vengan después puedan aprovecharlo”.

Esta escuela forma parte de la primera corona -de los 26 centros seleccionados- de la red de Escola Nova 21. “Nos vinieron a buscar y tardamos mucho tiempo en tomar una decisión. Lo vimos como una oportunidad. De momento nos hemos limitado a visitar escuelas para conocernos y ver las potencialidades de cada una de ellas. Nosotros, por parejas, hemos visitado aquellas con las que podemos compartir algunas similitudes como los proyectos”.

Reconoce que al principio muchas familias no entendían su metodología de proyectos, pues pedían reproducir la forma en que ellos aprendieron, aunque hoy las cosas se ven de otra manera y se aceptan. “Cada curso viene alguna familia a vivir en el pueblo únicamente por la escuela. Y esto ayuda para cambiar la percepción de aquellas familias que aún no lo tienen tan claro. Piensan que alguna cosa tendrá esta escuela cuando viene gente de fuera y recibimos tantas visitas”. Los vínculos con las familias son extensos e intensos. “A veces cuesta marcar los límites de la proximidad”.

El colegio, además  del patio de los pequeños y las pistas deportivas, tiene el privilegio de disponer de un bosque con cierto desnivel: un mundo de oportunidades para el juego y la exploración. En las paredes interiores se visualiza el trabajo de los proyectos, con telas coloristas y dibujos sobre la moda. El vestíbulo de entrada es especialmente acogedor, con algunos móviles muy originales y trabajados que cuelgan del techo, algunas pinturas, un sofá, una estantería con libros y un par murales donde el alumnado ha escrito las palabras que definen lo que se hace aquí dentro.

A  la salida vemos algunas bicicletas. “Algunos vienen con ella al colegio”, dice Xavier. “Los miércoles todos las traen y circulan por aquí. Y una vez por trimestre organizamos una salida en bicicleta de todo el día para descubrir parajes del entorno que ellos desconocen”. Vaya, que aquí las bicicletas no son para el verano.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/pedagogiasxxi/2017/04/26/el-primer-dia-de-curso-empieza-con-un-reto-que-se-convierte-en-proyecto/

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Racionalizar el calendario escolar podría ayudar al alumnado en desventaja social

Por: Saray Marqués

El ‘largo verano del olvido’ dificulta ciertos aprendizajes ¿Tienen los tres trimestres los días contados? ¿Cómo lo hacen nuestros vecinos? ¿Es nuestro calendario escolar irracional o el único posible?

“Hoy no puedo, estamos de vacaciones. La semana que viene, tampoco, que es puente, igual que la siguiente”. Quizá esta sarta de excusas, y más si van dirigidas a una persona de fuera de España, puedan hacer a más de uno replantearse si los tiempos de trabajo y descanso son en nuestro país todo lo racionales que deberían, cuando no sonrojarse.

Si del calendario escolar se trata, habrá cursos, como este, en que el tercer trimestre se pasará en un suspiro, al coincidir la Semana Santa tardía y acumularse en primavera y verano distintos festivos en varias comunidades autónomas.

Récord de festivos

¿Es este año escolar una rareza española? ¿Limita esto las posibilidades de aprender de los niños y jóvenes? Es cierto que el número de festivos es superior que en otros países europeos, según el último informe al respecto de Eurydice: 12 en total, como mínimo, repartidos a lo largo de todo el curso, frente a los ocho de Portugal, los siete de Grecia, o los cinco de Francia e Italia.

Pero el español, con un mínimo de 175 horas al año en primaria y secundaria (la media de la OCDE es de 185), salvo por este detalle, no difiere mucho del calendario de otros países del sur de Europa.

Marcado por un largo periodo de vacaciones estivales, de unas 12 semanas (el doble que en Alemania), es bastante similar al portugués, con al menos dos semanas de descanso en Navidad, de dos a tres días por carnaval, y 10 días de parón en Semana Santa. Tampoco dista mucho del griego o del italiano (donde la Pascua se acorta a la mitad). Son países con tres grandes trimestres, donde el curso empieza tarde, en septiembre, lo que no permite establecer unas “vacaciones de otoño”, como sucede en Francia y en la mayoría de países europeos salvo los del sur y Polonia, Serbia y Montenegro.

El gran parón estival

Distintos autores coinciden en que las largas vacaciones estivales no son lo mejor para garantizar la equidad en educación. Se suele hablar de “el largo verano del olvido”, y cómo este afecta más a los alumnos en situación de desventaja social. Para Barbara Heyns, entre otros, la brecha por razón socioeconómica o de etnia se acrecienta más durante el verano que durante el curso. “Cuanto más largas sean las vacaciones, mayor es el riesgo de que esa brecha impida el aprendizaje adicional de esos niños. Todos conocemos la sensación de estar abrumados o perdidos, mientras los otros parecen dominar ya lo básico y pillar carrerilla a partir de ahí”, explica la analista de la OCDE Claire Shewbridge, coautora junto con Anna Gromada de una reciente revisión de los tiempos escolares en los países socios.

La pérdida de aprendizaje, sin embargo, difiere de unas asignaturas a otras, siendo las matemáticas, por ejemplo, más “democráticas”. Los alumnos, con ligeras diferencias dependiendo del contexto del que procedan, pierden en torno a un mes de instrucción en esta materia. En otras, como las relacionadas con las habilidades comunicativas, se pierde más en entornos desfavorecidos: los alumnos de mayor nivel socioeconómico y cultural siguen aprendiendo, aunque no estén en la escuela, mientras que los menos afortunados se quedan anclados en donde lo dejaron. Tanto es así que para autores como Smith y Brewer, el efecto acumulativo de la diferencia entre lo que unos y otros aprenden en verano es la principal causa de la brecha por razón socioeconómica.

Países como EEUU se han volcado en reducir el impacto negativo de este largo verano del olvido, redistribuyendo sus clases de un modo más homogéneo a lo largo de los 12 meses. Lo han hecho, en el caso de algunos estados, como el de California, con una especial consideración para las condiciones laborales de los profesores, a los que se les ha gratificado con una paga extra y se les ha dotado de más tiempo destinado a su planificación. En la misma línea ha ido el Reino Unido, con el objetivo de reducir el tiempo que los alumnos de entornos desfavorecidos pasan sin supervisión, fuera del colegio.

¿Ha funcionado? No según lo esperado, pues modificar el calendario por sí solo no sirve si no se introducen otros cambios cuantitativos o cualitativos. Solo así el tiempo extra supone una ganancia. Este tiempo puede conllevar un aprendizaje más profundo, sin centrarse solo en lo que entra en el examen, y potenciar unas mejores relaciones entre alumnos y profesores, lo que a su vez afecta positivamente al rendimiento, pero también puede generar fatiga o aburrimiento y el síndrome del profesor quemado (entre las motivaciones para ser profesor, tener tiempo para la familia y vacaciones fue un punto muy valorado en el Reino Unido, Noruega, Turquía y EEUU).

“El mayor descubrimiento de un vistazo a la investigación internacional es la importancia de cómo usamos ese tiempo. El número de días que los chicos acuden a clase es importante, pero la clave es la calidad de las oportunidades de aprender, si se garantiza que la enseñanza está adaptada a sus necesidades e implica un desafío para el alumno, y si el tiempo no se pierde mandando callar, o esperando al alumno o al profesor que llega tarde”, analiza Shewbridge.

Tendencia al cambio

Sea como fuere, entre 2003 y 2012 rara fue la nación que no introdujo algún reajuste en su organización de los tiempos escolares. Así, España se incluye entre los países, con Dinamarca, Finlandia, Islandia, Noruega, Polonia y Eslovenia, en que se aprecia una tendencia a incrementar las horas de clase al año, tanto en primaria como en secundaria, aunque aquí se materializara en apenas media hora.

Pero no se trata solo de arañar una hora más o menos, de la cantidad de tiempo en clase, sino de cómo se distribuye este. El francés François Testu, uno de los mayores expertos en el análisis de los tiempos escolares y de cómo su desajuste con los ritmos biológicos de los niños y sus niveles de energía puede ser fuente de fatiga y mermar la capacidad de adquirir conocimientos por parte de estos, aboga por el ciclo 7-2: siete semanas de instrucción y dos de descanso.

Dado que los niños necesitan entre cuatro y siete días libres para recuperar su ritmo de sueño y de atención, las vacaciones servirían así para relajar a los estudiantes para estar preparados para el siguiente periodo de trabajo. Tendría sentido además, un mayor número de pausas, y más cortas, dado que tras 9 o 10 semanas de instrucción se acusa la fatiga acumulada, según Testu.

Aquí, las condiciones climatológicas imprimen su impronta, y si Cantabria ha podido sacar adelante este curso un calendario “más europeo”, arrancando antes, no ha sido posible en otros lugares que se lo han propuesto, como en la Comunidad Valenciana donde el exceso de calor en las aulas supuso un impedimento.

El clima y otros condicionantes

No es extraño que el clima o las tradiciones condicionen el curso, como señala Shewbridge: “En todos los países, las vacaciones han estado influidas por las tradiciones (incluidas las económicas, como la necesidad de que los niños ayudaran con la cosecha y aquellas marcadas por las religiones tradicionalmente dominantes). También influyen los intereses en la economía del turismo, las condiciones laborales establecidas para el cuerpo docente… Estas tradiciones son notablemente difíciles de cambiar, pese a que la investigación en varios países indica que el calendario podría estar mejor organizado para maximizar las oportunidades de aprender de los alumnos”.

En el estudio se menciona cómo en EEUU, antes de la estandarización de los calendarios escolares en el siglo XX, era común que en las escuelas rurales los meses de instrucción fueran tan solo seis, frente a los 11 o 12 en las urbanas.

Hoy, estos últimos condicionantes han desaparecido, con lo que cabe buscar una reorganización de los tiempos escolares que permita sacarle partido a “el recurso más valioso en el proceso educativo: el tiempo del aprendizaje del estudiante”, según la OCDE, que pide que se tenga en cuenta su influencia en el rendimiento tanto como otros como la reducción de la ratio o el incremento de los salarios.

¿Cómo? Familiarizándonos con campos como el de la cronopsicobiología y cuestionando las inercias establecidas: “No somos robots”, asevera Shewbridge, “Estamos expuestos a mayor riesgo de enfermedad y fatiga en determinadas épocas y estaciones del año [en el hemisferio norte, este se da en noviembre, febrero y marzo]. A diferentes edades, los niños tienen distinta capacidad de concentración (y, por supuesto, muchos sistemas educativos tienen cursos escolares más cortos para niños pequeños). También hay algunos ejemplos de innovación en institutos que empiezan su jornada más tarde, lo que encaja mejor con las pautas de sueño de los adolescentes y maximiza sus posibilidades de aprender, ¡esperemos que estos experimentos funcionen!”.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/04/24/racionalizar-el-calendario-escolar-podria-ayudar-al-alumnado-en-desventaja-social/

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Cuestionamientos sobre la inclusión educativa y los pueblos indígenas en el nuevo modelo educativo

Por: Rosa Guadalupe Mendoza Zuany

La inclusión es uno de los ejes –junto al de equidad–  presentes tanto en el Nuevo Modelo Educativo como en el discurso político para posicionar dicho Modelo. Pero, ¿cuál es el sentido que se le otorga y qué condiciones son necesarias generar para que las escuelas sean inclusivas?

La inclusión forma parte de una política internacional de la UNESCO transferida por el gobierno mexicano, de forma más contundente y explícita a partir de la propuesta del Nuevo Modelo, ampliando su sentido más allá de la atención educativa a personas con discapacidad. Es decir, la inclusión se orienta según Aurelio Nuño Mayer a la atención de niños “si tienen alguna discapacidad, si hay alguna desventaja económica, por el origen étnico o de género”.[1]

La inclusión tiene como destinatario una diversidad de diversidades presentes en las aulas, y su característica principal es que se puede aprender en un mismo salón de clases. Frente a ello, se argumentan explícitamente las razones sociales y educativas de la inclusión, asociadas a la tolerancia y a la no discriminación, a la convivencia en la diversidad, a la atención de las formas de aprendizaje diferenciadas de cada individuo, etc.

Sin embargo, poco o nada se habla de la razón económica de la inclusión. Ésta es explícita en las Directrices sobre políticas de inclusión en la educación (UNESCO, 2009) que al respecto dicen: “es menos costoso establecer y mantener escuelas en las que se enseña a todos los niños juntos, que establecer un complejo sistema de distintos tipos de escuelas que se especialicen en diferentes grupos de niños”. [2] Sin duda, en el contexto económico en crisis como en el que vivimos, esta razón parece ser la de mayor peso a la hora de presentar a la inclusión como uno de los ejes del Modelo. Si bien quizá no en un corto plazo, esto podría tener implicaciones claras y más contundentes para el subsistema de Educación Indígena, considerando la ya débil posición de la educación intercultural bilingüe en el sistema educativo mexicano.

Un ejemplo claro del “ahorro” que representa la inclusión para la SEP es el Programa para la Inclusión y la Equidad Educativa (PIEE) que fusionó siete programas presupuestarios en 2014, orientado a indígenas, migrantes y personas con discapacidad principalmente, y cuyo presupuesto no es la suma del presupuesto con el que contaban dichos programas. En el ejercicio fiscal 2014, “el monto total del presupuesto aprobado para el PIEE fue inferior en 59.82% a la suma de los programas que agrupó”.[3]

Así pues, preocupa el discurso de la inclusión para un sistema educativo sin condiciones para ofrecer una educación inclusiva, y para el cual no se diseñan ni implementan políticas que permitan vislumbrar, cómo crear las condiciones necesarias para realmente ofrecerla. Particularmente es importante conocer si las escuelas garantizarán el ejercicio de derechos, como el de los niños y niñas indígenas a una educación intercultural y en sus propias lenguas maternas.

Entre los cuestionamientos que surgen sobre la creación de condiciones para la escuela inclusiva, señalo algunos importantes: ¿qué se plantea para la formación inicial y continua del maestro que sea capaz de atender en su aula la diversidad social, cultural y lingüística, la vulnerabilidad económica, las necesidades educativas de niños y niñas con discapacidad? ¿Qué perfiles, parámetros e indicadores (PPI) del Servicio Profesional Docente (SPD) se están planteando para que cada escuela “inclusiva” cuente con personal docente capacitado, diversificado y suficiente para atender la diversidad de diversidades presente en las aulas? ¿Qué medidas se adoptan, por ejemplo, la construcción de materiales educativos específicos para los niños y niñas indígenas, que tienen el derecho a aprender en su lengua materna, más allá de la Asignatura Lengua Indígena, que sólo se imparte en escuelas del subsistema indígena en el nivel primaria? ¿Por qué se señala que progresivamente las escuelas contarán con maestros de inglés, y se omiten metas y mecanismos para contar con maestros hablantes de lenguas indígenas? ¿Por qué no se plantea el aprendizaje de lenguas indígenas como segundas lenguas?

Considero que un Nuevo Modelo que se denomina inclusivo debería responder esas preguntas de forma clara y contundente. De no hacerlo, la noción de inclusión parece más cercana a la “integración” que caracterizó la política educativa de la época indigenista de la segunda mitad del siglo pasado, donde la castellanización y la asimilación a una nación mestiza fueron los principales objetivos.

El hecho de hablar de “calidad” y no de diversas nociones de calidad, o de aprendizajes claves generalizables y no del reconocimiento de aprendizajes clave diferenciados, remite a la omisión de la consideración de los resultados sobre la educación que quieren los pueblos indígenas, derivadas de ejercicios de participación tan importantes como la “Consulta previa, libre e informada a pueblos y comunidades indígenas sobre evaluación educativa” que llevó a cabo el INEE en 2015. Sus resultados apuntan a que la calidad de la educación considera criterios diferentes a los que los hacedores de políticas educativas tienen en mente, y que lo que quieren aprender no es única ni precisamente lo que señalan los planes de estudio.

En conclusión, las implicaciones del eje de la inclusión, para los niños y niñas indígenas, son preocupantes ya que parecen significar el regreso a un paradigma integracionista que vulnera sus derechos específicos como miembros de pueblos indígenas, derivados del Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo y de la Declaración de Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas. Todo indica que prevalece la razón económica de la inclusión ante un panorama poco halagüeño sobre la posibilidad de promover discusiones y construir acuerdos -en el marco de nuestra diversidad- sobre la educación que queremos los diferentes grupos que habitamos el país.

*Rosa Guadalupe Mendoza Zuany es investigadora en el Instituto de Investigaciones en Educación de la Universidad Veracruzana.

[1] El Universal, 17-03-2017 http://www.eluniversal.com.mx/articulo/nacion/politica/2017/03/17/nuevo-modelo-educativo-garantiza-la-inclusion-nuno

[2] UNESCO (2009) Directrices sobre políticas de inclusión, página 9.

[3] INEE (2017). Directrices para mejorar la atención educativa de niñas, niños y adolescentes indígenas. México: INEE, página 103.

Fuente: http://insurgenciamagisterial.com/cuestionamientos-sobre-la-inclusion-educativa-y-los-pueblos-indigenas-en-el-nuevo-modelo-educativo/

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Innovar o morir

Por: Miguel Ángel Santos Guerra

La innovación no consiste en hacer por hacer; en cambiar por cambiar. No es activismo. La innovación, para ser educativa, tiene que estar penetrada por los valores.

La rutina es el cáncer de las instituciones. La rutina aherroja la acción en las cadenas de las inercias. ¿Cómo hacemos la planificación este año? Como el año pasado. ¿Cómo vamos a realizar la evaluación? Como siempre. ¿Cómo vamos a agrupar a los alumnos y a las alumnas? Como todos los años.

Quisiera, en primer lugar decir que hay muchísimas acepciones del concepto de innovación. El lenguaje permite entendernos, pero en muchas ocasiones hace que nos confundamos. Utilizamos la misma palabra pero de forma no solo distinta sino contradictoria. El problema no es que no nos entendamos porque entonces podemos dialogar. El problema es creer que nos entendemos cuando decimos cosas diferentes.

La abundantísima bibliografía sobre innovación desvela la polisemia del concepto. Hay quien llama innovación a una reforma. Y hay quien llama innovación a un cambio de horario.

Hay, a mi juicio, algunas características que exige el concepto de innovación.

En primer lugar supone cierta insatisfacción con lo que se está haciendo, cierta disconformidad con lo que existe. Porque no da resultados, porque genera problemas o porque produce cansancio. Se formulan preguntas, se pone en tela de juicio la práctica. Y, como resultado de la respuesta, se piensa en introducir alguna novedad.

En segundo lugar, supone cierta creatividad para incorporar algo nuevo, algo que no existía, algo que tiene un carácter transformador. La innovación crea e incorpora algo nuevo.

En tercer lugar, exige una condición positiva, al menos en teoría. Puede que luego resulte un fracaso el desarrollo de esa innovación, pero el núcleo de su incorporación está en la expectativa de mejora.

En cuarto lugar, aunque no es esencial este requisito sino deseable, debería tener un carácter colegiado. Aunque la iniciativa de un solo profesional, en una sola asignatura, en un aula solamente, debería ser un cambio conocido, compartido y consensuado.

Hay quien confunde cambios con mejoras. Mejora es una palabra infinita que debemos desentrañar, pero no todo cambio es una mejora. Un amigo le dice a otro:

-¡Qué pena esta vida! ¡Nadie cambia!

-No digas eso, porque yo he cambiado muchísimo desde el año pasado, replica el interlocutor.

Y el amigo precisa:

– Me refería para bien.

Insisto: no todos los cambios son mejoras. Por consiguiente, no todos los cambios son verdaderas innovaciones.

La necesidad de la innovación procede de múltiples causas. Por una parte, hay exigencias de adaptación de la escuela a nuevas funciones que debe asumir o a reformulación de funciones que ya existían. Por otra parte, pueden introducirse innovaciones para evitar el fracaso constatado o superar una situación problemática. Hay hallazgos científicos que invitan, casi exigen, la incorporación a la práctica de esos descubrimientos. También la creatividad puede ser una fuente de innovación, cuando iniciativas originales se ponen en marcha en busca de mejoras de procesos y resultados.

La escuela no puede permanecer anclada en viejas concepciones, en viejas prácticas, en dinámicas obsoletas. Cambian los tiempos, cambian las responsabilidades. También cambian las personas. Las necesidades, las condiciones, las expectativas de los alumnos y de las alumnas son cambiantes. Por eso digo en el título: innovar o morir.

Hay ante la innovación dos posturas antitéticas: pudiendo mantener todo lo que hay, ¿por qué cambiarlo? Y esta otra: pudiendo cambiar lo que hay, ¿por qué mantenerlo?

Los tipos de innovación son innumerables. Podemos clasificarlos en función de su ámbito de implantación: varios centros, un centro, un departamento, un aula, una asignatura… En función de su contenido: convivencia, metodología, organización, materiales… También hay innovaciones diversas en función del tiempo: hay innovaciones de largo plazo, de medio plazo y de actuación breve…

Es muy importante pensar en la finalidad que se persigue. Debe estar clara la pretensión que se busca. ¿A quién beneficia la innovación? A todos y a todas, solamente a los que más lo necesitan, solo a los que menos lo necesitan? Y hay que analizar el contenido de la pretensión: ¿afecta a cuestiones de fondo o a dimensiones superficiales de la práctica?

Creo importante llamar a la necesidad de evaluar las innovaciones. No todo lo que se pretende se alcanza, no todo lo que se busca se consigue. Es más, a veces se generan efectos secundarios nocivos. Y hay que plantearse cuáles han sido las causas del fracaso. En primer lugar por responsabilidad y, en segundo lugar, porque el fracaso pude ser una fuente de aprendizaje. Existe la fertilidad del error.

Considero muy importante que las innovaciones se fundamenten con rigor, se plasmen en escritos claros y ordenados y, sobre todo, que se difundan para que otros vean que se pueden hacer cosas y para que encuentren el estímulo de saber que otras personas se están esforzando en mejorar lo que se hace. Dice la profesora inglesa Joan Dean que si los profesores y profesoras compartiésemos las cosas buenas que hacemos encontraríamos una fuente inagotable de optimismo.

La innovación no consiste en hacer por hacer, en cambiar por cambiar, en una concatenación de actividades y proyectos nuevos. No consiste en cambiar por cambiar. Innovación no es activismo. Porque la innovación, para ser educativa tiene que estar penetrada por los valores.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/04/18/innovar-o-morir/

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Ser anticapitalista hoy: una cuestión de sentido común

Por: Mateo Aguado.  

Hace poco más de un año tres reputados científicos de la NASA publicaron un impactante estudio en el que, basándose en complejos modelos matemáticos, pronosticaban el posible colapso de la civilización humana para dentro de pocas décadas. Las causas que se aludían como determinantes para llegar a tales conclusiones eran principalmente dos: la insostenible sobreexplotación humana de los recursos del planeta y la cada vez mayor desigualdad social existentes entre ricos y pobres (1).

Más allá de analizar la gravedad de esta predicción, me gustaría hacer notar que los dos motivos que –según estos investigadores– podrían acabar provocando el derrumbe de nuestra civilización son precisamente dos de las más claras características que posee el sistema capitalista: una insensibilidad total hacia la sostenibilidad ecológica del planeta y una abrumadora despreocupación hacia la (des)igualdad y la (in)justicia social.

En consecuencia –y como se verá en mayor profundidad en las líneas que siguen– no resultaría demasiado descabellado afirmar que el capitalismo es, a día de hoy, una de las mayores amenazas que se ciernen sobre la continuidad de la cultura humana en el planeta Tierra.

Evidencias de un sistema insensato

En las sociedades modernas de hoy en día nos hemos acostumbrado a asociar el poder adquisitivo con la capacidad de alcanzar una vida feliz. Es decir, se asume que –más que menos– nuestro nivel de renta determina la felicidad que podemos llegar a alcanzar en nuestra vida (o, como se suele decir, que el dinero da la felicidad).

Esta engañosa forma de concebir la vida (basada en los aspectos materiales y monetarios como medida a través de la cual lograr una vida buena) representa, probablemente, la mayor herramienta moral que posee el capitalismo en la actualidad. Sin embargo, y como veremos a continuación, esta concepción ofrece al menos dos evidencias que la hacen insostenible.

I) La evidencia social

Desde el punto de vista social el capitalismo es insostenible en tanto en cuanto promociona una sociedad global de poseedores y desposeídos en donde el sobre-consumo innecesario de unos pocos se produce a costa de las carencias vitales de la mayoría. Y es que una de las características que ha demostrado tener el capitalismo moderno es la construcción de sociedades en las que tienden a crecer las desigualdades sociales (lo cual sucede tanto si pensamos a una escala planetaria, a nivel de países, como si lo hacemos dentro de un mismo país bajo el prisma, cada vez más simplificado, de clases).

Paralelamente a esta estratificación económica de la sociedad en dos claros grupos (unas élites muy ricas y unas masas pobres), el capitalismo no ha logrado tan siquiera cumplir su clásica promesa de traer la felicidad a un creciente número de personas. Son cuantiosos los estudios que en este sentido han cuestionado rotundamente el axioma tan fuertemente instaurado en el ADN capitalista (y en el imaginario colectivo) de que el dinero da la felicidad. Estos estudios vendrían a mostrarnos cómo la correlación entre los ingresos y la satisfacción con la vida sólo se mantiene en etapas tempranas, cuando el dinero es usado para cubrir las necesidades más básicas. A partir de este punto entraríamos en una situación de “comodidad” en donde más dinero ya no significa necesariamente más felicidad. Es más, una vez ha sido alcanzada esta situación, seguir buscando obstinadamente el crecimiento económico (en el plano macro) y el aumento de la renta y el consumo (en el plano micro) puede resultar incluso contraproducente, pues tiende a hacernos descuidar otros aspectos de nuestra vida –intangibles pero igualmente esenciales para la felicidad– como las relaciones sociales o el buen uso del tiempo (2).

Así pues, parece claro que el capitalismo es un sistema que chirría tanto con la justicia social como con la felicidad humana. Como pusieron de manifiesto hace unos años Richard Wilkinson y Kate Pickett –en su magnífica obra Desigualdad: Un análisis de la (in)felicidad colectiva– estas dos cuestiones (justicia social y felicidad humana) son dos asuntos íntimamente relacionados. Parece ser que las desigualdades sociales tienden a hacernos más infelices: en aquellas sociedades en donde son mayores los niveles de desigualdad, mayores son también los niveles de infelicidad (3).

De todo esto se puede extraer la acertada conclusión de que una sociedad preocupada por maximizar sus niveles de felicidad debería ser una sociedad centrada en rebajar al mínimo sus niveles de desigualdad (lo cual, dicho sea de paso, parece una tarea incompatible con las actuales políticas de desarrollo occidental). Por ello, como sostiene Jorge Riechmann en su libro ¿Cómo vivir? Acerca de la vida buena, el capitalismo es “un enemigo declarado de la felicidad”. Y por esta misma razón “los partidarios de la felicidad humana no pueden ser sino anticapitalistas”.

II) La evidencia ecológica

Por otro lado, el axioma del crecimiento indefinido que el capitalismo defiende, a la vez que (como hemos visto) un sinsentido social, es una inviable biofísica. La constante demanda de materiales y energía que conlleva una economía como la que tenemos no puede mantenerse de forma indefinida en el tiempo sin acabar chocando con los límites biofísicos de nuestro planeta (un lugar éste, no lo olvidemos, finito y acotado). Este hecho, a pesar de ser firmemente ignorado por los economistas convencionales (y por la inmensa mayoría de los políticos), constituye una realidad absolutamente incontestable, tal y como nos enseña la segunda ley de la termodinámica. Se podría afirmar, por lo tanto, que el capitalismo es, desde el punto de vista ecológico, biofísico y termodinámico (desde el punto de vista científico al fin y al cabo) un sistema imposible abocado al desastre.

Es por razones como ésta que en política y en economía, al igual que sucede con el resto de aspectos de la vida, se hace imprescindible poseer un mínimo de cultura científica para poder ejercer como ciudadanos responsables y comprometidos (o lo que es lo mismo a efectos termodinámicos, para acomodar nuestro comportamiento a los límites biofísicos del planeta).

Me resultan muy interesantes en este sentido las sabias palabras de Wolfgang Sachs, quien sostiene que, en el futuro, el planeta ya no se dividirá en ideologías de izquierdas o de derechas, sino entre aquellos que aceptan los límites ecológicos del planeta y aquellos que no. O dicho de otro modo, entre aquellos que entiendan y acepten las leyes de la termodinámica y aquellos que no. No se trata por lo tanto de arreglar o refundar el capitalismo (como algún político sostuvo hace no mucho) sino de entender que nuestro futuro como especie en este planeta será un futuro no-capitalista o, sencillamente, no será (4).

Hacer comprender al común de los mortales que la esfera económica no puede crecer por encima de la esfera ecológica (al menos no sin comportarse antes como un cáncer) es, por sencillo que pueda parecer de entender, uno de los mayores desafíos a los que se enfrenta la ciencia y la educación del nuevo milenio.Esferas concéntricas

Sin embargo, esta cuestión de las esferas concéntricas –cual muñecas rusas– y de los límites del planeta es (pese a los reiterados mensajes ilusorios en pro del gasterío insensato que el capitalismo se empeña en difundir) un asunto sencillo de concebir para todas las personas. Y aquí reside –precisamente– nuestra esperanza: la esperanza de un cambio social en aras de poder alcanzar otro mundo posible, más justo y sostenible.

Como argumentaba recientemente Juan Carlos Monedero, es mucho más factible hacerse anticapitalista a día de hoy desde posiciones ecologistas que desde posiciones marxistas. La inviabilidad de un sistema que aboga por el crecimiento constante en un mundo que es limitado es algo mucho más fácil de comprender para la gente normal que la tendencia descendente de la tasa de ganancia o el fetichismo de la mercancía de la que nos hablaba Marx.

Por lo tanto, y a modo de corolario, urge entender que ser anticapitalista a día de hoy no es ya una cuestión de ecologistas o de marxistas aislados, sino que es algo de sentido común; algo directamente relacionado con la lógica de supervivencia. Esperemos que este asunto sea entendido –más temprano que tarde– por la inmensa mayoría de individuos que pueblan la Tierra hasta convertirse en una evidencia popular. Nuestra continuidad sobre el planeta y nuestra felicidad de ello dependerán.

Notas

(1) Motesharrei, S., Rivas, J., & Kalnay, E. (2012). A Minimal Model for Human and Nature Interaction.

(2) Para profundizar algo más sobre este tema se recomienda leer este artículo.

(3) La obra de Wilkinson y Pickett (2009) muestra minuciosamente como el incremento en las desigualdades tiene significativas repercusiones negativas sobre otros aspectos de la vida que afectan directamente al bienestar y a la felicidad. Tal sería el caso de la educación, la esperanza de vida, la mortalidad infantil, la incidencia de enfermedades mentales, el consumo de drogas, las tasas de obesidad y sobrepeso o el número de homicidios; variables todas ellas que presentan peores valores en aquellos lugares en donde mayor es la desigualdad.

(4) Defender desde la argumentación socio-ecológica el “suicidio” social que supone seguir enfrascados en la lógica del capitalismo es un imperativo vital a la vez que uno de los grandes objetivos de este blog: crear conciencia anticapitalista a través de las Ciencias de la Sostenibilidad.

(5) EME: Evaluación de los Ecosistemas del Milenio de España (2011). Síntesis de resultados. Fundación Biodiversidad. Ministerio de Medio Ambiente, y Medio Rural y Marino.

Fuente: http://iberoamericasocial.com/ser-anticapitalista-hoy-una-cuestion-de-sentido-comun/

Autor Fotografía: mundolibertario

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Educación especial en Venezuela integración e inclusión

América del Sur/ Venezuela/Abril 2017/Margarita Carías Galvis/

 

Autora: Margarita Carías Galvis

La educación especial en Venezuela provee la atención educativa integral de la población con necesidades especiales, desde una visión humana social del enfoque socio-histórico-cultural y del ideario Bolivariano y Robinsoneano, como respuesta a la inclusión educativa de aquellos niños y adolescentes  en el aula regular.

A través de las aulas integradas, las unidades psico-educativas quienes poseen docentes especialistas y psicopedagógos, realizan las adaptaciones curriculares pertinentes para optimizar las potencialidades de estos niños y jóvenes, de acuerdo  a la resolución en el  2005 del Ministerio Del Poder Popular Para la Educación, tienen igual derecho a estar integrados y participar en la llamada educación regular.

De esta manera la educación especial en un proceso de transición socio-política hacia la construcción de un modelo de sociedad inclusiva, integradora y socialista, que requiere de manera inexorable, una educación capaz de formar a los republicanos y republicanas, que participen de manera activa, lo cual implica incorporar los aportes que desde las diversas instancias incluidas las consultas por la calidad educativa(2009.-2014)  y actualización de la política de educación especial.

Los actores responsables del hecho educativo han dado a lo largo de 15 años de profundas transformaciones de la educación venezolana y el país.ha pasado de ser inminentemente clínica, privada, excluyente  propia del mercantilismo neoliberal  a un enfoque humanista social,donde podemos observar en nuestras escuelas.

Foto: Margarita Carias

En este sentido los estudiantes con dificultades, auditivas, visuales, psicomotoras, compromisos cognitivos leves, síndromes del espectro autista, dificultades de lenguaje y /o del desarrollo, plenamente integrados e incluidos, participan activamente de todas las actividades programáticas del plantel.

Como referencia se tiene  el caso del Liceo Vicente Emilio Sojo, en El municipio Ribas del estado Aragua, con profesores en lengua de señas venezolana que a la vez son interpretes de los estudiantes con deficiencias auditivas,  incluidos en este plantel así m ismo casos como el de la UEE J M Álvarez Jaramillo, del mismo municipio con un estudiante incluido desde la educación inicial.

Es por ello que  se cuenta con áreas de atención en la modalidad siguiente:

  1. Retardo Mental.las instituciones que brindan atención en esta área son institutos de Educación especial y talleres laborales (IEE TEL)
  2. Autismo, atendido en los centros de atención integral a personas con autismo(CAIPA)
  3. Deficiencias Auditivas :instituto de deficiencias auditivas
  4. Deficiencias visuales en las instituciones llamadas :CAIDV
  5. Dificultades de Aprendizaje :Unidades psicoeducativas (UPE), aulas integradas
  6. Impedimentos físicos. Centro de desarrollo infantil (CDIhasta los seis años)
  7. Talento superior

 En este sentido se avanza con programas  de apoyo tales como:

  • Prevención y atención temprana: se proporciona al niño en las primeras etapas de su vida y consiste en un conjunto de acciones encaminadas a prevenir los probables déficits en el desarrollo de los niños con riesgo de padecerlos tanto por causas orgánicas como psicológicas o sociales.
  • Lenguaje: Es una unidad de Apoyo de la dirección de educación especial; tiene como finalidad definir las políticas y las líneas estratégicas para el desarrollo del lenguaje de la población atendida dentro de la modalidad o integrada a la escuela regular, se inicia desde la edad preescolar hasta la adultez y desde los centros de Desarrollo infantil hasta los talleres de educación laboral existentes en todo el territorio nacional.
  • Educación y trabajo: Le corresponde propiciar las condiciones para el desarrollo integral del individuo, cuya formación le permitirá .a “ser” y “aprender haciendo “el promover la responsabilidad consigo mismo, con la familia y la comunidad, estimular la capacidad creadora, despertar una actitud positiva hacia el trabajo y el desarrollo de una conciencia ciudadana para beneficio individual y colectivo.
  •  Integración social:La integración responde a una concepción del hombre ,en su condición de persona cuya dignidad personal radica,en asumirse como ser cultural social e histórico con una tendencia hacia la autorrealización libertad y apertura solidaria con los demás seres humanos,con capacidad de originalidad y creatividad y jerarquía de valores y dignidad personal Nozenco, (1995) por lo tanto promueve la participación social  para que las personas con necesidades especiales como cualquier ciudadano ,que conozcan la realidad en que viven ,desarrollen sus capacidades y actúen solidariamente  para intervenir en la transformación de sí mismo y de la sociedad en la medida de sus posibilidades de acuerdo a lo establecido en el marco de la Constitución Nacional.

 Se concluye con la certeza de que todas estas unidades de apoyo y servicios trabajan entrelazadas y en conjunto para lograr de forma exitosa la inclusión e integración educativa, porque todos somos especiales y todos somos diferentes y nuestras diferencias nos enriquecen. Garantizar una educación de calidad para todos y todas. Desarrollar una pedagogía del amor,  el ejemplo y la curiosidad. Fortalecer el papel de los maestros y maestras. Promover un clima y gestión escolar caracterizada por la convivencia. Garantizar un sistema de protección estudiantil. Lograr una estrecha relación entre las familias, la escuela y la comunidad. Desarrollar un currículo nacional integrado y actualizado. Garantizar edificaciones educativas sencillas, amigables y seguras. Desarrollar un sistema de evaluación de la calidad educativa. Reconfigurar la organización y funcionamiento del Ministerio del Poder Popular para la Educación.

Fuente: Enviado por la autora a editores OVE.

Fuente Imagen :

https://lh3.googleusercontent.com/0FX2uneumyl6jcfhXpo-ITvtybBuxN4NGwbfTK74fO4qCYqdcYq8Z7vFYc5x7m3I2IXL=s85

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Educar contra la explotación infantil.

Por: Saray Marqués.

Nos hemos acostumbrado a levantarnos escandalizados un martes porque un documental de la BBC denuncia que niños huidos de la guerra de Siria trabajan por un sueldo de miseria en fábricas textiles de marcas europeas en Turquía, y a plantearnos un miércoles, plantados ante un escaparate, si esta temporada somos más de Mango o de Zara. A parcelar, a diferenciar, a no conectar… También en la escuela.

No siempre

Sin embargo, esta no es siempre ajena a la realidad, y las aulas no siempre le dan la espalda al contexto de crisis ecosocial en que estamos viviendo. Y hay experiencias que nos demuestran que, si se quiere, los niños no son “demasiado pequeños” para afrontar la crudeza y la complejidad de determinados acontecimientos, el currículo demasiado intenso como para no jalonarlo de cuestiones que nos atañen ni la LOMCE tan antiecológica como para impedirlo.

En ocasiones dentro de la educación formal y otras desde la no formal, con talleres educativos como los que se proponen desde el colectivo Consume hasta morir, integrado en Ecologistas en Acción, un documental como el realizado por la cadena pública británica constituye una oportunidad para conectar las aulas con la vida.

Este proyecto, en marcha desde 2002, ha servido durante todos estos años para “desenmascarar el argumentario fundamental detrás de la sociedad de consumo gracias a la contrapublicidad y a las herramientas de la comunicación social”, explica Isidro Jiménez, en Consume hasta morir desde sus inicios. Distintos profesores e investigadores universitarios vinculados a estos campos han ido pasando por sus filas (cinco personas lo componen en estos momentos), aportando estrategias para introducir la reflexión a partir de estas herramientas, ya sea en la educación formal, en institutos, en asignaturas como Plástica, o en la no formal (centros de formación ambiental, ocio y tiempo libre…). También hay personas en su día ligadas al marketing. “El objetivo va más allá de derrumbar la publicidad, esta es solo la herramienta al servicio del modelo de consumo. Nuestra tesis es que esta es ideológica, educa y transmite valores definidos e interesados”, analiza Jiménez. “Nosotros le damos la vuelta y la empleamos para luchar y trabajar contra ese modelo”.

La contrapublicidad, la primera herramienta que emplearon, es ahora una más, y el trabajo del colectivo está ya un paso por delante. De la denuncia han pasado a la propuesta en positivo de alternativas desde la economía social, gracias a medios como El salmón contracorriente y proyectos como el libro de próxima aparición Manual de comunicación para la ciudadanía organizada. Sin embargo, en muchos centros se sigue empleando el lenguaje de la contrapublicidad, con el que comenzaron, para acercar determinados temas a un público joven, “y es interesante esa parte que sigue, sin que ya ni siquiera participemos”, apunta Jiménez.

La emisión de The refugees who make our clothes ha sido el caso más reciente y ha servido para “descubrir una realidad que ignorábamos, preocupante porque nos habla de una segunda o tercera explotación de una población ya vulnerable, y reaccionar, pidiendo a las empresas afectadas saber si conocían estas situaciones, lo que han hecho hasta el momento para evitarlas y lo que pretenden hacer, conscientes de que no caben soluciones inmediatas y fáciles, de que la deslocalización es un hecho que hay que gestionar, pero esperando que esas empresas no miren para otro lado, porque sus políticas de responsabilidad social corporativa no terminan en sus sedes sociales en España, sino que han de llegar allá donde están sus centros de producción”, en palabras de David del Campo, director de cooperación y ayuda humanitaria de Save the Children en España.

Del Campo habla de 2.485.000 niños sirios refugiados en países limítrofes como Turquía y de 2.700.000 que viven en su país pero no van a la escuela. En ambos casos, la amenaza de la explotación laboral se cierne sobre ellos, “que pueden llegar a cobrar un tercio del salario mínimo, aunque la ley no permita en Turquía ni el trabajo de menores ni la explotación de refugiados en fábricas”, relata.

El precedente de Dacca

Ahora ha sido Turquía, pero hace tres años fue Bangladesh. Todos los focos se giraron hacia su capital, Dacca, cuando 1.127 trabajadores textiles murieron en un derrumbe durante su jornada laboral (2.438 resultaron heridos). Entonces, los profesores María Pose y Guillermo Rodríguez, del Colegio Montserrat (Fuhem) de Madrid, se tomaron en serio lo de que “los centros educativos son agentes activos de transformaciones sociales donde formar, trabajar y hacer ver que podemos construir un mundo mejor”. Así fue como comenzaron a preparar una exposición, que se inserta dentro del proyecto global ConSumoGusto, que a día de hoy sigue haciendo campaña en pro del concepto de ropa limpia.

Durante el tercer trimestre, los pasillos del colegio se llenaron de fotos del accidente y de carteles en que los alumnos denunciaban que de una camiseta de 25 euros tan solo 11 céntimos iban destinados al sueldo de la persona que la cosía o cómo se pagaba la hora de trabajo en Bangladesh (10 céntimos), China y Bulgaria (30 céntimos) o Marruecos (70 céntimos). En ocasiones en horas de clase y otras fuera del horario, Rodríguez recuerda cómo, bajo el lema ‘Sabemos lo que pasó y sabemos cómo actuar’, chicas y chicos analizaron las etiquetas de su ropa, situando en un mapamundi los países de donde venía, hablaron de externalización, deslocalización, de derechos laborales o recibieron charlas de expertos.

“El profesorado está a veces sobrecargado, le saturamos para que haga cosas, por eso yo oriento, abro puertas para que sea el alumno el que las haga”, explica Rodríguez, que recuerda cómo entonces hubo posibilidades de seguir trabajando en el tema para aquellos alumnos más implicados, a los que no les bastaba con las horas lectivas. Otros docentes se contagiaron del entusiasmo, que partía en esta ocasión de un profesor de Matemáticas impregnado del estilo de educación para el desarrollo: “Nunca dejas tu asignatura, porque cuando recurríamos al mapa era un mapa de Peters, que también es curioso y me permitía hablarles de conceptos matemáticos”.

Todo el currículo

El de Dacca es solo un ejemplo de lo que se está haciendo desde el Montserrat (premio Vicente Ferrer de Educación para el Desarrollo, concedido por la Agencia Española de Cooperación Internacional y el Ministerio de Educación) y de lo que se propugna desde la Fuhem. Su coordinador de áreas ecosocial y educativa, Luis González, explica cómo pretenden elaborar un currículo Lomce “ecosocializado”: “Partimos de un documento muy desarrollado sobre lo que consideramos que debe conocer una persona desde el punto de vista de la sostenibilidad, la justicia social y la democracia y, una vez que tenemos claros esos aprendizajes clave, vamos analizando dónde encajarlos en el currículo oficial: en qué asignatura en qué curso y con qué visión insertaríamos el cambio climático, con conexión entre distintas áreas y niveles”.

Es así como, según González, estarán trabajando los contenidos mínimos de la ley pero con un enfoque ecosocial, “en ocasiones incorporando contenidos nuevos y, en otras, con una visión distinta”, como podrán abordarse en profundidad temas que hoy o no se tratan o se tratan de soslayo, dependiendo de la disposición del docente, o que se consideran un extra. Cuestiones como “Comprender que no todo es reparable”, “Contrastar organizaciones socioeconómicas depredadoras con otras con una relación armónica con el entorno”, “Valorar las implicaciones de la lógica comprar-tirar-comprar y el papel de la publicidad”, “Ser conscientes de cómo las personas han sido y siguen siendo tratadas como mercancía” o “Conocer cómo el capitalismo consigue reproducir el capital a través de la explotación de personas”, algunas de las que se recogen en su borrador, ahora sí estarán.

Todo esto se ofrecerá en forma de materiales autoeditables para todos los docentes, en abierto, y se espera tener un primer piloto de Ciencias Naturales y Sociales de 6º de Primaria el curso que viene. “El trabajo no se pierde con un posible cambio de ley educativa, pues la mayoría de los elementos, aun con una nueva ley, no variarán sustancialmente”, señala González.

Lesbos, Girona, Málaga

Para Iolanda Arboleas, directora del Institut de Sils de Girona, no hay desconexión posible con la realidad. Todo, de Sant Jordi a la inauguración del curso, se impregna de aquello que nos rodea y que consideran más acuciante. No es raro en un centro, reconocido por Ashoka como changemaker, que inicia la jornada con su Bon Dia, dedicando los cinco primeros minutos a abordar un tema de impacto en ese momento.

Así, el pasado Sant Jordi la guerra de Siria y sus consecuencias fue la protagonista, con su descenso a cada uno de los cursos (sensibilización en 1º de ESO, análisis en 2º, reivindicación y protesta en 3º y acción en 4º). Y este curso se dará por inaugurado el viernes 28 con un acto en el Ayuntamiento al que toda la población está invitada, en el que los alumnos de 3º de ESO hablarán de democracia y derechos humanos vinculándolo con la Revolución Francesa y la Americana, que están estudiando, y donde acudirá para dar una conferencia, promovida por el centro y el AMPA Joel Da Silva, voluntario de Proactiva Open Arms, la ONG cuya labor describe Astral, el documental de Salvados.

A la colaboración con ONG están también acostumbrados en el IES Pablo Picasso de Málaga, donde trabajan con InteRed. Del mismo modo, es frecuente que se aborden problemáticas sociales desde una visión multidisciplinar y con testimonios de primera mano. El curso pasado, en un proyecto sobre las migraciones, participaron los profesores de Filosofía, Inglés, Economía y Geografía. Los alumnos escucharon las experiencias de personas que en su día tuvieron que abandonar su país que visitaron el centro, leyeron noticias, vieron documentales… “Queremos formar agentes de cambio, y hacerlo con herramientas propias de la participación en ciudadanía”, analiza Marisol Aneas, jefa de estudios y premio Vicente Ferrer de Educación para el Desarrollo. “En base a lo que está pasando, aspiramos a que el alumnado forme parte, aunque guiado, en la toma de decisiones de cómo trabajar en el aula, qué temáticas abordar”, prosigue Aneas.

Profesora de Economía, también comienza sus clases con dos noticias seleccionadas por los chicos y chicas, que dan para una exposición y un debate de unos 15 minutos y “sirven para conectar la clase a la realidad inmediata”. Su asignatura, para ella, contiene además conceptos imprescindibles con que analizarla. En sus clases de 1º, 2º y 4º de ESO hay lecciones fundamentales, las que hablan del agotamiento de los recursos, de los objetivos de desarrollo sostenible, de emprendimiento social, de finanzas alternativas, de responsabilidad social o de consumo responsable.

Ciudadano LOMCE

Para José Carlos Tobalina, docente del centro de formación ambiental Ciudad escolar en la Comunidad de Madrid, vinculado a los Movimientos de Renovación Pedagógica (MRP), existen estas y otras experiencias (cita también las de los colegios Trabenco de Leganés, Miguel Hernández en Getafe, Carlos Cano de Fuenlabrada o Palomeras Bajas en Madrid) “donde maestros o maestras de forma individual o en equipo sacan adelante proyectos coherentes con un nuevo paradigma ético, que desarrolla el pensamiento crítico y forma parte de una concepción global del ser humano en la sociedad”, pero no bastan.

Según él, ni el currículo ni la formación inicial del profesorado están listos para aportar “una visión crítica, consciente y lúcida del sistema en que vivimos, de las contradicciones en el funcionamiento del modelo neoliberal capitalista, de los problemas que tenemos de carácter ecológico y de justicia social”.

La escuela está en medio, reconoce Tobalina, a su alrededor los medios de comunicación o las redes sociales van ganando en impacto, “pero debería estar jugando un papel de compensación, de alfabetización crítica, y no lo está haciendo, sino que sigue vehiculando un conocimiento alejado de la realidad a través de materias que en ciertas épocas sirvieron para situar al ser humano en una visión del mundo antropocéntrica, distinta a la que tenemos que tener hoy”.

Tobalina habla de cómo la actual ley va en esa línea, “encaminada a crear ciudadanos LOMCE, seleccionados, con una mente capaz de cambiar muy rápido en lo tecnológico, muy dóciles en lo político y social, con una conciencia medida sobre medio ambiente (capaces de plantar un árbol cerca de su casa, o de comer comida ecológica), pero con una visión incompleta de lo que son en su entorno social y natural”.

Frente a esto, desde las jornadas que los MRP y Ecologistas en Acción celebrarán a principios de 2017 abordarán Qué escuela para qué mundo. Porque en el ámbito escolar hay mucho que repensar, también más allá del currículo (plantea algunos ejemplos: cómo se va y se vuelve del cole, cómo se transforma arquitectónica y estructuralmente para que sea algo abierto, cómo se conciben los tiempos, respetando los ritmos de cada uno, cómo, qué y con quién se come…) y porque todo esto ha de servir para acercar un poquito más la escuela a la vida, para que la escuela sea la vida.

Fuente: http://insurgenciamagisterial.com/educar-contra-la-explotacion-infantil/

Imagen: http://insurgenciamagisterial.com/wp-content/uploads/2016/11/twitter.jpg

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