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El proyecto de vida de centro

Por Fernando Hernández

La creación de redes de docentes de diferentes niveles y especialidades para hablar y repensar la práctica propia y ajena, ayuda a la hora de crear otros modelos de escuela, de aprendizaje.

Reseñaba en un escrito anterior la efervescencia educativa que se está viviendo en Cataluña. Aquí, buena parte del profesorado se ha ido vinculado a redes que tratan de contribuir y generar, con estrategias, agendas y propósitos diferentes, formas de gestionar la vida de los centros y el aprender de los alumnos con la voluntad de responder a algunos de los desafíos del presente. Como un grupo de docentes, con el que nos reunimos desde hace ya unos cuantos años, con la voluntad de generar saber pedagógico a partir de compartir nuestros modos de pensar e intervenir en las instituciones (desde la escuela infantil hasta la universidad) y con los colectivos de los que formamos parte. En este espacio compartimos y reflexionamos sobre estos movimientos que tienen lugar en Cataluña, sobre sus posibilidades, aportaciones y tensiones.

Algo que caracteriza nuestro modo de compartir es que ponemos en juego y en cuestión tanto nociones como propuestas que se ofrecen como la última novedad. Como la innovación que solucionará los problemas de la educación de manera simple y milagrosa. Lorenz Malaguzzi, el inspirador de las escuelas infantiles de Reggio Emilia, nos enseñó a cuestionar toda idea o propuesta que llega a la escuela. Por nuestra parte consideramos que ofrecer soluciones definitivas para una realidad tan compleja como la educación escolar es una irresponsabilidad. Por eso nos sigue sorprendiendo que se acepte el ‘deber ser’ que se nos vende, sin interrogarlo, sin ver a quién favorece y excluye. Sin platearnos qué lo fundamenta y qué agenda de intereses defiende.

En esta línea, algo que nos preocupa en estos últimos tiempos son las iniciativas que tratan de implementar innovaciones, con frecuencia importadas de otros países, con la ilusión de crear escuelas avanzadas, pero que enmascaran el propósito de formar un sujeto neoliberal. Propuestas que muchas escuelas adoptan sin cuestionamientos, tensiones o fisuras. Dejándose llevar por la presión mediática o la retórica de quienes actúan -según la expresión de Andy Hargreaves- como ‘gurús de la educación’ (‘quienes generan dependencia de su poderosa figura’). Para activarnos frente a esta y otras situaciones similares ponemos los conceptos y las propuestas que se nos plantean en juego y las sometemos a debate, para generar miradas alternativas.

Nosotros, desde hace tiempo, pensamos y llevamos a nuestros lugares de trabajo, la idea de que ‘la vida’ se ha de hacer presente en las relaciones pedagógicas. Por eso planteamos que el aula y la escuela sean lugares donde fluya la vida. Para ello generamos proyectos de vida de centro y de aula. Esto nos ha llevado a pensar, desde nuestro día a día, lo que hemos denominado ‘el proyecto de vida de centro’ (PVC). Voy a tratar de apuntar algunas de las características de este lugar para el pensar sobre lo que nos afecta en nuestro quehacer diario, más allá de modas y ofertas salvadoras coyunturales. Estas aportaciones emergen de lo compartido en uno de nuestros últimos encuentros.

De entrada consideramos que un PVC no es algo definitivo, que se escribe y se deja en un cajón de la dirección del centro. Es un documento vivo y, por tanto, incompleto. Siempre en proceso, pues refleja lo que mantenemos como estable, pero también lo que vamos cambiando en nuestras concepciones y propuestas. Asume la idea de que el curriculum no es algo fijo y normativo, sino que tiene un sentido experimental y que se recrea en la relación entre el docente y cada uno de los aprendices. Desde esta mirada no ponemos el énfasis sólo en el que sabemos, sino también en aquello que no conocemos y que la trama de relaciones de las que formamos parte nos permite aprender.

No estamos obsesionados por los resultados, pues pensamos que la escuela no es una empresa, y que lo que realmente importa aprender no se puede reducir a las respuestas de un cuestionario. Esta visión resultadista elude la complejidad de lo que significa e involucra el aprender. También pensamos que el PVC resalta y valora las diferencias y no busca homogeneizar bajo un paraguas de normalizadora y clasificadora estabilidad. Nuestra visión de la educación pone el énfasis en la experiencia y no en la estructura, cuestionando el sentido del conocimiento como algo proposicional y empaquetado y frente al que planteamos el papel de la conversación de la que se derivan narrativas y relatos sobre aquello que nos preocupa y afecta. En esta consideración de la educación como un proceso de relaciones encarnadas los aprendices no son seres anónimos que dejan sus historias en la puerta de la Escuela, sino sujetos con autoría e historicidad, junto a los cuales tratamos de afrontar retos y aprovechar las oportunidades que se nos ofrecen.

Sobre todo ello reflexionamos en nuestros encuentros mensuales, generando una praxis desde la que aprendemos a nombrar lo que nos sucede y a dar sentido a todo lo que nos atraviesa y cuestiona.

Fuente:http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/02/24/el-proyecto-de-vida-de-centro/

Imagen: educacionenred.pe.rsz.io/noticia-img/2012/08/024858-foto-proyecto-innovacion-2012-aplicado-iei-antonio-raymondi-mejorara-calidad-vida.jpg?mode=crop&width=860&height=450

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Lo que hay detrás del discurso de la educación inclusiva

por: Observatorio del Derecho a la Educación y la Justicia

 

El Observatorio del Derecho a la Educación y la Justicia (ODEJ) es una plataforma para el pronunciamiento público, impulsado por el campo estratégico en modelos y políticas educativas del Sistema Universitario Jesuita (SUJ). Su propósito consiste en la construcción de un espacio de análisis informado y de posicionamiento crítico de las políticas y las reformas educativas en México y América Latina, arraigado en la realidad social acerca de las injusticas del sistema educativo, y recupera temas coyunturales y estructurales con relación a la agenda educativa vigente.

La Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad reconoce el derecho a la educación bajo tres enfoques: no discriminación, igualdad de oportunidades y asegurar la educación inclusiva a todos los niveles (INEGI, 2015). Sin embargo, de acuerdo a los resultados del Censo 2010, en México, sólo 45 personas con discapacidad de cada 100 en edad escolar, asisten a una institución educativa (INEGI, 2013).

Esta realidad tiene un gran contraste, ya que en la actualidad no existe política educativa destinada a la población con discapacidad que no haga alusión al concepto de inclusión, a la igualdad y a la defensa de los derechos humanos. La inclusión se dice y se escribe por todas partes en el marco de la exigibilidad de los gobiernos del derecho a la educación de la población con discapacidad.

Entonces, ¿por qué los índices de escolarización continúan siendo tan bajos?

A partir de la década del noventa, en el marco del auge y expansión de las políticas neoliberales en todo Latinoamérica, el ámbito educativo se vio forzado a renovar usos de lenguaje y prácticas pedagógicas, como consecuencia de la aparición de una serie de documentos firmados por organismos internacionales y a los cuales adhirieron la mayoría de los países de Latinoamérica.

Hacia 1993,  se firmaron las “Normas uniformes sobre la igualdad de oportunidades para las personas con discapacidad de las Naciones Unidas”, y en 1994, la “Declaración de Salamanca y marco de acción para las necesidades educativas especiales de la UNESCO.” En estos documentos, que rescatan el derecho a la educación de las personas con discapacidad, se especifica la importancia de definir los procesos educativos de este sector a partir del concepto de inclusión educativa. Esta reorientación al tener como punto de partida el proceso de transformación en el que las escuelas se desarrollan en respuesta a la diversidad, se vinculó estrechamente con el modelo social o derechos humanos, basado en el reconocimiento y defensa de los patrimonios culturales de los sectores con discapacidad.

En 1996, en Barcelona, se aprueba la Declaración Universal de Derechos Lingüísticos, cuyo reclamo se centra en el respeto por la diversidad lingüística y cultural y el derecho lingüístico a expresar y difundir la lengua de la comunidad de pertenencia en todas las funciones del universo social, sin discriminación alguna.

En este contexto, se buscó que el concepto de ´inclusión´ se insertara en el discurso político-pedagógico, para revertir la noción tan comúnmente utilizada de ´integración educativa´ que implicaba la integración del estudiante con discapacidad a la escuela, sin que la institución modificara en absoluto su estructura y organización. Por el contrario, la noción de inclusión plantearía que al insertarse un estudiante con discapacidad a la escuela, la institución debe transformarse en su totalidad (Ainscow, 2001). La responsabilidad del éxito escolar no recaería específicamente en el estudiante, sino también en la escuela, que asumiría la responsabilidad de garantizar un contexto educativo adecuado y pertinente para el niño o joven con discapacidad. De esta manera, en las escuelas, entre los directivos y los maestros a partir de los documentos institucionales se difundiría ampliamente el concepto de inclusión, como una forma de dar cuenta de la necesidad de que el estudiante con discapacidad goce de condiciones dignas para su educación.

En el caso de la Comunidad Sorda, se sistematiza la noción de inclusión educativa con la implementación del modelo bilingüe intercultural para este sector. En México, en junio de 2005 se aprueba la Ley General de Personas con Discapacidad, donde por primera vez, se identifica a la “lengua de Señas Mexicana como una de las lenguas nacionales “que forman parte del patrimonio lingüístico con que cuenta la nación mexicana” (Art. 12, Ley General de Personas con Discapacidad, 2005). Así también, en los documentos curriculares de la SEP se manifiesta la importancia que la comunicación entre maestro y estudiante se de en Lengua de Señas Mexicana (LSM).

La comunicación en LSM es significada desde el discurso institucional como un elemento cultural clave en el aseguramiento de modelos educativos verdaderamente inclusivos, dando cuenta de la comunicación en LSM como garantía de la inclusión. Pero, ¿qué formaciones ideológicas subyacen a estos planteamientos institucionales? ¿la comunicación en LSM es garantía de inclusión en las escuelas?

En este sentido, en las escuelas que reciben a población sorda en México, como el caso de los Centros de Atención a Estudiantes con Discapacidad (CAED), existen conflictos en torno a la comunicación en LSM que, lejos de garantizar lo que desde la mirada institucional llaman comúnmente inclusión, se reproducen otras dinámicas y tensiones, que impiden, excluyen y marginan a los estudiantes sordos de las instituciones educativas.

Según los resultados de una investigación que se viene desarrollando en estas escuelas[1], las dificultades que presentan los maestros para comunicarse y explicar contenidos en LSM, la presencia mayoritaria de maestros oyentes en las escuelas para sordos, su alta rotación como consecuencia de la precarización laboral por el atraso de los pagos y los salarios muy bajos, son algunas de las principales problemáticas que convergen en las escuelas. La ajenidad que representa para los estudiantes sordos el seguimiento de un curriculum oficial y estandarizado, que no prioriza las particularidades culturales y lingüísticas de la comunidad, así como la instancia del examen de acreditación, también estandarizado, que se realiza en una única lengua, el español, forman parte de la cadena de hostigamiento y estigmatización hacia el colectivo sordo. En este marco, el uso de la LSM en las aulas, tal como se estipula desde la SEP, se termina convirtiendo en un mero instrumento de transición hacia la apropiación de contenidos oficiales, poco pertinentes para la Comunidad Sorda. Por el contrario, el español, aunque no fuera la principal lengua de comunicación, continúa sosteniendo su monopolio lingüístico-cultural en los contenidos abordados en clase, el curriculum y los requisitos de examen para acreditar las materias del plan de estudios.

En “Orientaciones para la atención de las personas con discapacidad en Modelos Bilingües Biculturales de la Educación Básica” (2012), se destaca la presencia de un adulto sordo en los entornos escolares bilingües. Según la SEP, “las personas sordas adultas deben formar parte de todo programa educativo para niños sordos, incluso en escuelas regulares donde existan relativamente pocos alumnos sordos, ya que son modelos de la cultura, la identidad y la lengua.”

Cabe señalar que, en ningún momento en el documento de la SEP, se nombra a tal figura como “maestro” o “profesor” sordo, a diferencia del adulto oyente, que es comúnmente denominado “maestro”.

Según relatan Albarracín y Alderetes (2008), sobre el papel del auxiliar docente bilingüe, a propósito de la población indígena, “en muchos casos, el auxiliar docente bilingüe es reducido al papel de un mero traductor y su función carece del reconocimiento dentro de la estructura escolar”. Esta falta de reconocimiento y valorización del papel docente, en el caso del maestro sordo, se advierte como consecuencia de su escasa formación en contenidos pedagógicos y disciplinares, al no existir una instancia de formación profesional para estos maestros. Lo que promueve finalmente un proceso de subutilización de los adultos sordos en el contexto pedagógico y el desplazamiento de la cultura sorda en la escuela (Lulkin, 1998).

A esto se añade que en ningún momento se plantea la relevancia de la inserción de las particularidades de la cultura sorda en la propia currícula ni tampoco se posiciona a la LSM como la lengua configuradora de los procesos de enseñanza y aprendizaje en las aulas, quedando más bien implícito el objetivo principal de los estados que es la adecuación y adaptación de los sordos a una currícula oficial y prescripta.

Según Andreani (2008), la noción de interculturalidad barajada desde los gobiernos, tiene el objetivo de estereotipar los contenidos interculturales, neutralizando contenidos educativos, para “apaciguar” el conflicto y encubriendo la persistencia de la desigualdad y la dominación social.  La forma de bilingüismo pensada para la educación del sordo, en este sentido, forma parte de esta cadena de significación que funciona finalmente como una estrategia de los gobiernos para ocultar la desigualdad y las injusticias que se siguen reproduciendo en los ámbitos escolares. “Los procesos de desvalorización de las lenguas y culturas vigentes son al presente problemáticas soslayadas, cuando no acalladas, mediante el recurso de mantener intactas prácticas educativas perimidas, pero adornadas con un falso discurso pluri-multi” (Albarracín, 2006).

Al parecer entonces, una de las claves para entender los bajos índices de escolarización estaría dada por la visibilización de las prácticas de estigmatización y desplazamiento que se esconden detrás del discurso de la educación inclusiva.

¿Qué lugar tiene la pertinencia cultural y lingüística en las escuelas de hoy, llamadas inclusivas? ¿cómo se puede abonar a la accesibilidad de la educación si hay cientos de maestros precarizados? ¿dónde quedan las historias, los saberes y las experiencias comunitarias más profundas de los sectores históricamente silenciados?

Es urgente comenzar a discutir el concepto de inclusión masivamente utilizado en las escuelas y en los documentos oficiales, y más aún si tiene en cuenta que el concepto de inclusión surgió en un contexto de imbricación de la educación y el mercado, como lo fue la década del noventa. Es preciso desnaturalizar las prácticas y principios que reproducen las visiones hegemónicas, dominantes y neoliberales. De lo contrario, indefectiblemente, se seguirá reproduciendo la estigmatización, la precarización y la violencia simbólica enmascaradas en un discurso de inclusión.

Referencias

Ainscow, M. (2001).  Desarrollo de escuelas inclusivas. Madrid: Narcea.

Albarracín, L. (2006). “Lenguas, Dialectos e Ideologías”. En: Diversidad cultural y derecho a las diferencias/Competencias lingüísticas, Novedades Educativas, No. 186, Buenos Aires.

Albarracín, L. y Alderetes, J. (2008), “Acciones de política lingüística: Su impacto sobre las lenguas originarias”. En el III Congreso Internacional Transformaciones culturales. Debates de la teoría, la crítica y la lingüística, Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 4 al 6 de agosto de 2008.

Andreani, H. (2.008). “Lenguas indígenas en el noroeste argentino: Criterios ideológicos y técnicos para una lecto-escritura.” En el VIII Congreso Latinoamericano de Educación Intercultural Bilingüe, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 3, 4 y 5 de diciembre 2008.

Lulkin, S. (1998). “O discurso moderno na educa-gao dos surdos: praticas do controle do corpo e a expressáo cultural amordazada.” En A surdez. Um olhar sobre as diferengas, Porto Alegre: Editora Mediacáo, pp. 33-50.

INEGI (2013). Las personas con discapacidad en México: una visión al 2010. Instituto Nacional de Estadística y Geografía, México.

INEGI (2015). Estadísticas a propósito del
Día Internacional de las Personas con Discapacidad
. Instituto Nacional de Estadística y Geografía, Aguascalientes.

SEP (2012). Orientaciones para la atención de las personas con discapacidad en Modelos Bilingües Biculturales de la Educación Básica. Secretaría de Educación Pública, México.

 

[1] Tesis de Maestría en desarrollo, Conflictos y resistencias lingüísticas en el CAED: un enfoque de los derechos lingüísticos sordos, por la Universidad Iberoamericana, Ciudad de México.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/lo-que-hay-detras-del-discurso-de-la-educacion-inclusiva/

Imagen: www.educacionfutura.org/wp-content/uploads/2015/07/discapacidad2.jpg

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¿Señor deportación?

Por Roberto Rodriguez

En Estados Unidos está ocurriendo un interesante debate que se pregunta en cuál administración presidencial ha ocurrido el mayor número de deportaciones de inmigrantes indocumentados.

La polémica no es nueva, ni mucho menos. El 30 de julio de 2012 la revista Forbes publicó un artículo de Alex Nowrasteh titulado “President Obama: Deporter-In-Chief” en el que argumenta que el gobierno, en sentido contrario al de las declaraciones del Ejecutivo sobre la prioridad de una amplia reforma migratoria, en los hechos había recrudecido las prácticas de deportación hasta alcanzar cifras históricas, superiores a las de cualquier otra gestión presidencial. El mismo argumento es reiterado en 2014 por el diario The Economist, cuya edición del 8 de febrero incluyó un editorial con el mismo título de la primera presentación, aunque con cifras actualizadas (véase).

La calificación de Obama como “deportador en jefe” reapareció durante la campaña de Trump, y se repite en la actualidad. La prensa de otros países, México incluido, ha reproducido recientemente tal versión invocando los datos que la sustentan. En un clima de incertidumbre sobre las acciones que Trump tomará contra la población migrante indocumentada, de la que el contingente de nacidos en México es de lejos el de mayor volumen relativo (entre 55 y 60 por ciento del total), entender las tendencias y prácticas de la deportación en Estados Unidos es un tema relevante.

Generalmente se acepta que los datos estadísticos compilados y distribuidos por el Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos (Department of Homeland Security o DHS) son una fuente oficial confiable. En sus anuarios estadísticos se ofrece información que consigna, por un lado, el número de “remociones” (removals), es decir de acciones de deportación que provienen de la ejecución de órdenes emitidas por la autoridad responsable. Y por otro se informa acerca el número de “retornos” (returns) que no están sustentados en órdenes de deportación. La suma de ambos conceptos puede ser leída como la cantidad de deportaciones efectivas en un periodo determinado.

El registro estadístico indica que, en efecto, durante los ocho años de la administración de Barack Obama el número de deportaciones legales superó todos los antecedentes. Fueron, en total, más de tres millones de órdenes de deportación ejecutadas o un promedio anual de 386,776 o más de mil diarias. En cambio, la cantidad de retornos de tipo “voluntario” (2.2 millones en ocho años) fue muy inferior al ocurrido en las anteriores administraciones. En ese concepto el record corresponde a la gestión de Bill Clinton, con casi 11.5 millones en los dos periodos de gobierno.

¿En qué consisten las deportaciones voluntarias? Según la definición del DHS el concepto integra todos los casos en que a los ilegales aprendidos la autoridad les ofrece el recurso de aceptar ser extraditados sin un proceso judicial formal intermediario. La ventaja que tienen los que aceptan el expediente es que, después de la remoción, pueden optar por solicitar ingreso legal, lo que generalmente no ocurre ya que el antecedente es registrado.

Es pues, como se dice, “voluntariamente a fuerzas”. Según información del DHS la abrumadora mayoría, más del noventa por ciento, de las remociones voluntarias es debida a detenciones ejecutadas por la Patrulla Fronteriza o por el ICE (Immigration and Customs Enforcement). De ahí que la división entre obligatorio y voluntario oculta más de lo que exhibe. Como se muestra en el cuadro, el total y el promedio de remociones más retornos en el periodo de Obama es sensiblemente más bajo que el de los gobiernos antecedentes, de Reagan a George W. Bush.

Las cifras globales son apenas una aproximación general, lo que hay que ver es el desarrollo de las políticas migratorias en EUA, de lo que nos ocuparemos más adelante.

Indocumentados deportados de Estados Unidos(1981 a 2016)
Remociones Retornos Suma
Total Promedio Total Promedio Total Promedio
Obama (09-16) 3,094,208 386,776 2,186,907 273,363 5,281,115 660,139
Bush-2 (01-08) 2,012,539 251,567 8,316,311 1,039,539 10,328,850 1,291,106
Clinton (93-00) 869,646 108,706 11,421,259 1,427,657 12,290,905 1,536,363
Bush-1 (89-92) 141,326 35,332 4,020,357 1,005,089 4,161,683 1,040,421
Reagan (81-88) 168,364 21,046 8,108,489 1,013,561 8,276,853 1,034,607
Fuente: U.S. Department of Homeland Security. 2015 Yearbook of Immigration Statistics.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/senor-deportacion/

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Aprendizaje insuficiente, una forma de exclusión II

Por David Calderon

En la entrega pasada afirmamos que el esfuerzo de nuestro país para lograr aula para todos, libro para todos y maestro para todos ha sido de proporciones históricas, un inspirador hito en el camino hacia la equidad.

Aún no terminamos de asegurar esos componentes de forma definitiva, de manera que auténticamente sean para todas y todos. Tenemos todavía miles de “centros escolares” sin sanitarios, o sin techos. Cuatro de cada diez alumnos -a decir del anterior director de la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos, Joaquín Diez Canedo- recibieron los libros que les correspondieron tarde o incompletos. En 44% de las primarias aún no tienen un maestro para cada grado… literalmente tienen que compartir maestro, y apenas el año pasado se conformó una comisión entre el INEE y algunos estados para pensar alternativas de preparación o apoyo explícito para los maestros y directores que deben enfrentar esa situación.

Pero lo más inquietante, como afirmé antes, es que en el monumental despliegue no puede obviarse la dura realidad de que tampoco la inclusión en el aprendizaje es para todos. La finalidad misma de la educación, su incorruptible juez, es el aprendizaje para todos. En México está todavía lejos, y más tardaremos en llegar a ello mientras más fallemos en reconocer la urgencia y la necesidad de procurarlo, sin pretextos ni mezquindades.

Los resultados de niñas y niños de contextos marginados –salvo excepciones que confirman que “origen no es destino”- reflejan las limitaciones del punto de partida. Si las reflejan y no las reflectan, es decir, si no desvían su efecto; si la escuela no es el dispositivo social y cultural por excelencia para interrumpir las prácticas de discriminación, sino un dispositivo para continuarlas, urge que nos hagamos un replanteamiento de fondo. De verdad: hondo, honesto, exigente con nosotros mismos.

Cristalizar las brechas es terrible, y nuestros sistemas tardan en reconocerlo. Suelen confundir la lista de ingredientes -que puede ser, como se dijo arriba, ya en sí un gran mérito el poderlos reunir- con la atención que merece el proceso mismo, para que se arribe a los resultados. En México la crisis ha sido jalonada y virulenta por momentos, para ir saliendo de una oscura noche de mediocridad, complicidades, opacidad y saqueo, pero no es privativa de nuestro país. Los investigadores más serios de todo el mundo reconocen que la organización de la educación por escuelas cerradas, grados rígidos, maestros formados como expertos temáticos y aplicadores de las recetas del plan y programas de estudio no basta, que está haciendo agua. Y que no es solución verdadera ni vouchers, ni escuelas concertadas, ni poner computadoras, ni plataformas con videítos de 5 o 15 minutos.

Pienso que muchas de las claves son político-pedagógicas: hay una gran tarea por implementar –e incluso por descubrir- cómo se logra formar, animar y conducir un ejército de adultos, los profesores, para que establezcan un diálogo exigente, creativo, empático y constructivo con una marea de niños, todos diferentes entre sí, un día sí y otro también, con una finalidad deliberada y verificable.

¿Cómo preparamos al adulto seleccionado para esos 20 o 25 años de atención, desapego, resiliencia ante el potencial de la nueva generación? Claramente tiene que presentarse una profesión con adecuada compensación económica, con permanente apoyo de otros adultos y con auténticas satisfacciones socioemocionales y de curiosidad intelectual. Y cumplirse dichas promesas, ya que se reclute a los que adhieran a esa misión como agente social.

Si no se hace así, mandamos a las personas más importantes –literalmente quienes resguardan y promueven el despliegue de capacidades de la siguiente generación- a hacer su trabajo sin la preparación adecuada, sin indicaciones claras de resultado y desempeño que se espera de ellas y ellos, y sin los materiales y apoyos necesarios para que alcancen resultados equivalentes en cada grupo a lo largo y ancho de todo el país.

La administración actual, a nivel de la federación y los estados, tiene un reto mayúsculo, porque heredaron la operación del sistema con los docentes que ya están empleados, unos extraordinarios, otros de desempeño apenas suficiente y otros que claramente no tienen esta vocación. Por ello, es más fácil hacer ajustes a la infraestructura, o comprar equipo moderno, o revisar el currículum vigente en lugar de ponerse metas específicas de atraer talento adecuado y llevar a los docentes actuales hasta su mejor desempeño.

Por ello, la clave de la inclusión educativa seguirán siendo los docentes, y más que su perfil inerte (o sus conocimientos o rasgos que pueden registrarse en una evaluación estandarizada) es su acción cotidiana, sus estrategias de aula, su ejemplaridad para la formación del carácter, su riqueza de animación socioemocional, su colaboración en el colectivo docente los que cuentan.

Finalmente la educación verdadera es lo que nos pasa juntos cuando buscamos que el otro crezca. Eso aún no es política pública, y ese déficit de pensamiento pedagógico es lo que a veces le falta a las decisiones de volumen, de bulto. Insistamos en el proceso de inclusión; aprendizaje para todos es la nueva frontera del derecho a la educación.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/aprendizaje-insuficiente-una-forma-de-exclusion-ii/

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Resistencias

Por: Atilio Borón

Resistir es decir NO. No al menosprecio. No a la arrogancia: No a la trituración económica. No a los nuevos dueños del mundo. No a los poderes financieros. No al G8. No al “Consenso de Washington”. No al mercado totalitario. No al libre intercambio integral. No al póker del mal (Banco Mundial, FMI, OCDE, OMC). No al hiperproductivismo. No a las privatizaciones permanentes. No la irresistible extensión del sector privado. No a la exclusión. No al sexismo. No a la regresión social. No al desmantelamiento de la seguridad social. No a la pobreza. No a las desigualdades. No al olvido del Sur. No a la muerte, cada día, de treinta mil niños pobres. No a la destrucción del ambiente. No a la hegemonía militar de una sola superpotencia. No a la guerra preventiva. No a las guerras de invasión. No al terrorismo. No a los atentados contra las poblaciones civiles. No a los racismos. No al antisemitismo. No a la islamofobia.. No a la vigilancia generalizada. No a la disminución cultural. No a las nuevas censuras. No a los medios que mienten. No a los medios que nos manipulan.

Resistir es también poder decir SÍ. Sí a la solidaridad entre los siete mil millones de habitantes de nuestro planeta. Sí al derecho de las mujeres. Sí a la existencia de una ONU renovada. Sí a un nuevo plan Marshall para ayudar al África. Sí a la erradicación definitiva del analfabetismo. Sí a una ofensiva internacional contra la fractura digital. Sí a una moratoria internacional para la preservación del agua potable. Sí a los medicamentos esenciales para todos. Sí a acciones decisivas contra el sida. Sí a la preservación de las culturas minoritarias. Sí al derecho de los índígenas. Sí a la justicia social y económica. Sí a una Europa más social y menos mercantilista. Sí a una tasa Tobin de ayuda a los ciudadanos. Sí a un impuesto a la venta de armas. Sí a la supresión de la deuda de los países pobres. Sí a la prohibición de los paraísos fiscales.

Resistir es soñar que otro mundo es posible y contribuir a construirlo.

Fuente: http://www.cubadebate.cu/opinion/2016/12/20/resistencias/#.WK9rfTiaz_s

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Niños ¡a cuidar pedófilos!

Por: Gloria Hurtado

La declaración del abogado de la Curia de Cali, culpando y responsabilizando a las familias por el abuso del sacerdote pederasta a sus hijos, es de una gravedad descomunal. Y lo es, porque a no ser que se vuelva una “colombionada” (fue a mis espaldas) esta declaración tiene la autorización del Arzobispo de Cali Monseñor Darío Monsalve. Y allí, en ese detalle, radica la gravedad del hecho.

En muchas partes del mundo se ha detectado el abuso de los sacerdotes a menores de edad y mal que bien (y casi a regañadientes) la Iglesia ha ido aceptando su culpabilidad. Aun mas, el Papa Francisco ha pedido perdón por las faltas de estos hombres enfermos. De acuerdo a la declaración de un libro español, el 50% del clero en Roma es homosexual. Ni bueno, ni malo, es un dato estadístico. Alguna teoría explica que como hace 50 o 40 años, el que un hombre no tuviera amiga, esposa o amante lo clasificaba como “sospechoso” o raro, la Iglesia terminó siendo un refugio “maravilloso” para esconder lo que en esa época la cultura condenaba en forma tan contundente.

La homosexualidad no es una enfermedad pero la represión sexual si puede causar estragos en personalidades frágiles. Y la iglesia Católica puede ser proclive a que muchas patologías se desarrollen a causa precisamente de la represión, o en otros términos, del celibato. El sacerdote Mazo que abusó de los cuatro menores en Cali muy posiblemente es un hombre enfermo, lo que no excusa su falta y mucho menos las consecuencias de sus actos. Debe asumirlas. Pero Monseñor Darío Monsalve no “aparece” ni como enfermo, ni irracional, ni iletrado, ni con poca conciencia. Precisamente por lo que él ha sido y ha representado para la sociedad, las frases del comunicado adquieren dimensiones de tsunami. El sacerdote pederasta abusó sexualmente de los niños. Pero el arzobispo abusó de la dignidad de las familias auspiciando las declaraciones que el abogado de la curia emitió sin ningún reparo. Resulta que ahora hay que advertirle a los niños y niñas que ellos son responsables de que un sacerdote quiera abusar de ellos y por lo tanto el niño y la niña de 9, 11 o 15 años debe “proteger” al sacerdote de caer en la tentación. Hace mucho rato no escuchaba una conducta tan perversa, de acuerdo a la definición psicoanalítica de perversión. ¿Y quién la patrocina?

Claro, se puede desviar toda la atención culpando al abogado Montaño, o diciendo “dije pero no era, me malinterpretaron, no fue lo que expresé, me entendieron mal, la sociedad me persigue”. Victimizarse es también una forma de evasión. Y no se está hablando de reparación ni compensación económica. No me imagino al Papa Francisco justificando una declaración como la del abogado de la Arquidiócesis  dirigida por Monseñor Monsalve. La gravedad está en el aval y en las condiciones personales de quien autorizó la declaración. ¿Qué pasa con las familias de estos niños, Monseñor? ¿No le produce ni un ápice de remordimiento excusar la falta del sacerdote “cobrándoles” a los padres su confianza en los representantes eclesiásticos? De acuerdo a esta teoría ¿los padres de Yuliana Samboni son responsables porque la dejaron salir a la calle? No, ya no estamos en la edad de la inocencia Monseñor, es hora de ser adultos y asumir consecuencias. La salud mental pasa por allí.

Fuente: http://www.revolturas.com/en/articulos

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Niñez

Por: Fernando Savater

Uno oye decir ocho años, veinte, cincuenta y vuelve a verse con esa edad, tratando de reconstruir mentalmente cómo la vivimos. Creyendo que ese recuerdo servirá para entender a quienes la padecen o disfrutan hoy. Gran error: nada ha cambiado tanto como la niñez, juventud, vejez… Sobre todo la niñez. Repasando noticias de los últimos meses, encuentro a una chica de doce años fallecida en Madrid de una monumental borrachera durante un botellón, un chico de trece que asesinó con una ballesta a su profesor e hirió a cuatro personas más en Barcelona, otro treceañero que mantuvo una relación pasional con su maestra texana y la dejó embarazada, contándolo como es natural en YouTube, lo cual es preferible a los chicos y chicas de menos de catorce que suben asiduamente a la red las palizas que dan en manada a sus compañeros nacidos para víctimas. Veo que una niña de diez años ha ganado en la tele con unos condumios rebuscados e indigestos un concurso de aspirantes a chefs mediáticos, pura corrupción de menores. Y muchos suicidios a los doce, de un muchacho en Eibar, de una chica que se hace un selfiemientras se mata, etcétera.

Intento recordar mis doce años. Los días azules y el sol de la infancia en la Concha, con sabor a patatas fritas, la noche de los sábados leyendo el Capitán Trueno y el Jabato, las aventuras representadas con mis hermanos en un cuarto que era la jungla, el Far West, Marte, el fondo del mar…y en la radio el Zorro zorrito. Cada cumpleaños veíamos el cine mudo proyectado en una sábana. Aún faltaba bastante para la televisión, para las borracheras y las fornicaciones, para el desafío al mundo. En cuanto al suicidio… Imprudente, preferí darle al tiempo su oportunidad.

Fuente: http://elpais.com/elpais/2017/02/10/opinion/1486731595_911201.html

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