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Educación popular en derechos humanos

Por Carlos A. Ventura Callejas

La educación popular en derechos humanos es una propuesta metodológica que contribuye a la lucha de las personas y los pueblos para construir un mundo más justo y digno, al tomar como herramientas los derechos humanos pero, sobre todo, como herramientas pensadas para procesos de emancipación. Con base en esto, el Centro de Derechos Humanos Fray Francisco de Vitoria, OP, AC, ha acompañado espacios formativos y ha entretejido saberes. Es vital reconocer los procesos de lucha que han llevado a Latinoamérica a la conquista de los derechos humanos que reconocen a las personas como sujetas de derecho y a los medios de comunicación para exigir a los Estados condiciones dignas de vida, aspectos que todavía están en construcción.

SOCIOS | CIUDAD DE MÉXICO (MÉXICO) | 29 DE ABRIL DE 2013
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Los procesos de formación que acompañamos se realizan mediante los componentes de propuestas educativas que surgen en América Latina, y se han venido fortaleciendo y alimentando a partir del intercambio de saberes entre los diversos grupos organizados que buscan liberarse y transformar este sistema deshumanizante que cada día se colapsa con mayor gravedad.

Acompañamos el proceso de la Escuela para Promotoras y Promotores Juveniles en Derechos Humanos desde hace 10 años, el cual ha visto pasar a poco más de medio millar de jóvenes que han dedicado tiempo y entrega en este espacio para construir saberes y herramientas encaminadas a la defensa de los derechos humanos, sobre todo de derechos de grupos que históricamente han sido explotados, marginados y discriminados.

Lo procesos educativos deberían ser un medio por el cual las personas hallen alternativas para caminar en comunidad hacia un mundo donde los derechos humanos sean una realidad concreta, y pasemos del reconocimiento de los derechos en los instrumentos internacionales o leyes del Estado, a su ejercicio pleno. Consideramos apremiante que en los procesos de formación y acompañamiento sobre derechos humanos seamos sensibles a las propuestas educativas que rompan con el modelo hegemónico de educación bancaria e individualista, de lo contrario el proceso de socialización del saber con relación a los derechos será infructuoso. Es importante que las personas acompañantes de estos procesos formativos facilitemos espacios fraternos y horizontales, donde “nadie sea sin que una o uno deje de ser”, donde las personas se reconozcan hermanadas en la construcción y esperanza de que la civilización del amor es posible, y que el mundo subvierta la injusticia, la opresión y este sistema violento, capitalista y patriarcal.

La educación popular en derechos humanos conserva las propuestas que la educación popular del siglo pasado cimentó. No podemos dejar de lado los componentes que ya se han llevado a cabo y que son efectivos. Por ejemplo, tanto en la propuesta de la Teología de la Liberación, a través de prácticas como las comunidades eclesiales de base, como en los procesos formativos de movimientos y organizaciones populares, se ha comprobado la educación como un medio que posibilita la crítica, y a través de ésta se comprenden los componentes estructurales que por siglos han mantenido a pueblos enteros en la marginación y la miseria, y donde juntas y juntos desenmascaramos las mentiras y abusos de la civilización del capital, la civilización de la riqueza, como lo denunció Ignacio Ellacuría. Asimismo, se ha hecho una opción clara y fuerte por las mayorías empobrecidas, por los pueblos que luchan para dignificarse en su quehacer cotidiano desde los pequeños signos de amor en comunidad hasta la organización social y política, que encuentran su razón de ser en la superación de la deshumanización y la edificación del buen vivir de todas las personas y pueblos.

En las últimas 2 décadas, en el país el tema de los derechos humanos ha cobrado una importancia relevante; incluso se han hecho parte de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos con las debidas obligaciones que un Estado tiene para garantizarlos y protegerlos. Sin embargo, si los grupos organizados que caminamos al lado de las víctimas –sean organizaciones no gubernamentales, movimientos sociales o colectivos– perdemos la intención de empoderar a las personas para que exijan sus derechos y tomen en sus manos estas herramientas de emancipación, entonces correremos el riesgo de olvidar que los derechos humanos son para las personas, para los hombres y mujeres de este mundo y, al olvidar seguramente terminaremos por legitimar y entender los derechos humanos en función de las propuestas e intereses venidos del sistema y de la clase dominante, advertencia que Franz Hinkelammert nos hace desde varios años atrás.

Lo importante en un proceso de educación popular en derechos humanos, a nuestro juicio, es guiarlo hacia la búsqueda y conquista de derechos que propicien que todas y todos tengamos las condiciones básicas y necesarias para una vida libre de miseria y miedo, y a su vez rechazar la acumulación del capital como motor de la historia y principio de la humanidad. Así también se hace urgente la solidaridad y organización entre todos los pueblos del mundo, a través del cosmopolitismo, tal como lo señala Boaventura de Souza, con la finalidad de hermanar las luchas por los derechos humanos y compartir experiencias que han reivindicado la dignidad y la justicia de las personas y los pueblos.

Para el Centro Vitoria, dirigido actualmente por don Miguel Concha, ha sido fundamental que los derechos humanos se compartan, se vivan y se construyan desde lo más sencillo, desde lo más significativo para las personas y con base en metodologías venidas de la educación popular y la educación para la paz, en ello han contribuido mujeres y hombres que han colaborado como facilitadores y acompañantes en el proyecto de la Escuela de Derechos Humanos. A todas y todos, muchas gracias.

Los 10 años de la Escuela de Derechos Humanos del Vitoria muestran que el trabajo colectivo y compartido hace realidad la existencia de juventudes defensoras de derechos humanos, y que con el paso del tiempo, a través de un diálogo intergeneracional, entretejen experiencias y saberes que dan cuenta de la gran comunidad de personas que cotidianamente defienden los derechos humanos, y transformar así un sistema basado en el individualismo que excluye y explota a todas y todos aquellos que no pertenecen al grupo dominante y poseedor de la lógica de la civilización del capital y el patriarcado.

Este lugar de formación para jóvenes defensoras y defensores de derechos humanos es parte de las experiencias que la Red Nacional de Organismos Civiles Todos los Derechos para Todas y Todos ha visibilizado mediante su campaña Defendamos la Esperanza (www.defendamoslaesperanza.org.mx), con la intención de compartir los trabajos de defensa y promoción de derechos humanos que las organizaciones de esta Red realizan.

Es fundamental que la sensibilización hacia las violaciones de derechos humanos nos lleven a reconocernos también como víctimas de violaciones sistemáticas a nuestras derechos, pero también al reconocimiento de los abusos que cometemos contra la Madre Tierra, al tiempo que desarrollamos habilidades de defensa y transformación social. Estos procesos educativos tendrían que ir encaminados a humanizar la humanidad y construir un mundo basado en la sororidad y fraternidad, al reconocer las diversas orientaciones sexuales e identidades sexogenéricas, comenzando desde las relaciones cara a cara hasta la transformación de las relaciones estructurales que por tanto tiempo han violentado y explotado a las personas y la naturaleza.

La educación popular en derechos humanos hace que nos miremos como iguales, nadie por encima de nadie, con vitalidad para la defensa de la dignidad y creatividad para reinventar nuestros espacios de convivencia, para dar paso a la civilización del amor y la solidaridad. En este caminar colectivo, las víctimas hallamos fuerza suficiente en la comunidad para reivindicar nuestra dignidad y exigir justicia y reparación del daño que se nos hace. Un proceso basado en el amor y la esperanza no nos permite mirarnos solas y solos, todo lo contrario, en compañía del otro y la otra, de la comunidad, es que nos dirigimos de manera firme a defender nuestros derechos, a tomarlos en nuestra manos porque son nuestros, porque son medios por los que defendemos nuestra vida.

La educación popular en derechos humanos es para y desde el pueblo, por ello, es recreada desde y con el pueblo. No es un modelo acabado, pues el intercambio de saberes hace que en cada espacio de formación se recontextualice y resignifique conforme a las personas. Las experiencias de educación popular en América Latina y las prácticas de defensa de los derechos humanos, al mezclarse, nos posibilitan ver que los procesos de formación son liberadores, que los derechos humanos son herramientas de emancipación y que la paz y la justicia se hallan entre las personas y los pueblos que salen de sí para solidarizarse con la liberación y la dignidad de los grupos violentados por el actual sistema. Esta propuesta busca hacerse cargo de la realidad y fortalecer la esperanza en que “otro mundo es posible”

Fuente: http://www.voltairenet.org/article178376.html

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Las fallas del circuito penal juvenil: más violencia y pocos derechos

Por Alejandra Perinetti

Durante mucho tiempo, la legislación de nuestro país criminalizó la pobreza y, a partir de una concepción paternalista de la infancia, se encargó de poner bajo una pseudoprotección a cualquier «niño que se encontrara en riesgo o estado de abandono moral o material», ingresándolos a dispositivos institucionales de control social como los institutos de menores.

Estas instituciones poco tenían que ver con el fortalecimiento de los vínculos familiares o con estrategias de revinculación con su familia de origen, vulnerando así los derechos del niño y afectando su desarrollo pleno.

Hoy en día, a más de 25 años de sancionada la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN), donde niños, niñas y adolescentes son reconocidos como sujetos de derecho, éste debería ser un tema saldado en pos de la construcción de un sistema de protección integral de derechos con características que garanticen el bienestar de todos los niños, independientemente del estrato social al que pertenezcan. Lamentablemente, esto no es así.

Un estudio publicado en 2015 por la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia (Senaf) junto a Unicef, revela que hay 3908 jóvenes infractores y presuntos infractores de la ley penal de hasta 17 años, inclusive. Esta cantidad representa al 0,14% del total de población de 14 a 17 años del país.

Por otro lado, si se considera el nivel educativo alcanzado por este grupo de adolescentes y jóvenes, podemos observar que el 17% cuenta con la educación primaria completa, el 16% con la primaria incompleta, el 64% no ha cumplimentado con el nivel secundario completo mientras que solo el 3% logró finalizar los estudios secundarios.

Podemos deducir entonces que hay un sector de la sociedad más vulnerado para el cual la respuesta punitiva del Estado parece ser la más recurrente.

Además, una vez que ingresan al circuito penal juvenil, las condiciones en las que se encuentran estos adolescentes distan mucho de convertirse en una oportunidad para que, una vez que recuperan la libertad, puedan reinsertarse saludablemente en el contexto de sus comunidades.

Por ello, se vuelve urgente remarcar que el mandato constitucional establece que el sentido de la privación de la libertad no debe ser el castigo, sino la adecuada preparación para la vida en libertad.

Sin embargo, los institutos de libertad restringida son totalmente iatrogénicos (dícese del acto médico que a pesar de haber sido realizado debidamente no consigue la recuperación de la salud del paciente): las condiciones en las que pasan sus días los adolescentes y jóvenes privados de libertad dan cuenta de pautas y normas de convivencia que, sin profundizar demasiado, se podrían asociar a una clara violación de los estándares mínimos de calidad de vida y derechos humanos que se establecen y reconocen en distintos tratados internacionales, Constitución Nacional, así como en las leyes nacionales y provinciales que se dictaron en consecuencia.

En este contexto surge la siguiente pregunta: ¿cómo es posible exigirle a un adolescente o joven que se «reinserte» en la sociedad una vez cumplida su condena si durante la permanencia en estos dispositivos no se ha hecho más que profundizar la vulneración de sus derechos?

Más allá de la deuda que nuestro país tiene en materia de responsabilidad penal juvenil, es necesario avanzar hacia el fortalecimiento de políticas destinadas a mejorar las condiciones en la permanencia y el egreso de los adolescentes que transiten por el circuito penal juvenil.

Tratamiento diferenciado

El tratamiento que se le da a la comisión de un delito por parte de un adolescente o joven no puede ser el mismo que a un adulto. Necesitamos contar con un sistema judicial que resguarde a los jóvenes en conflicto con la ley penal, con el objetivo de romper el círculo vicioso que reproduce la violencia en la que viven inmersos.

Más aún, es necesario mejorar los mecanismos de integración social que apunten a evitar no sólo la reproducción de conductas juveniles delictivas, sino que, fundamentalmente, garanticen sus derechos, brindándoles un marco para su inserción social.

Desde Aldeas Infantiles SOS entendemos a la juventud y la adolescencia como un período entre la niñez y la adultez, en el cual se busca consolidar su relación con la sociedad, en un afán de reinventar el mundo desde su propia mirada y formas de expresión.

Esto nos convoca a todos como sociedad a acompañar la transición, desde la inclusión y la participación, de quienes van a construir nuestro futuro, posibilitando así un debate real sobre qué tipo de sociedad queremos construir.

¿Una inclusiva y constructiva o una que ensanche la brecha por donde se filtran cada vez más niños, niñas adolescentes y jóvenes?

La autora es directora nacional de Aldeas Infantiles SOS Argentina; www.aldeasinfantiles.org.ar

Fuente: http://www.lanacion.com.ar/1897714-las-fallas-del-circuito-penal-juvenil-mas-violencia-y-pocos-derechos

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Protegiendo el mundo submarino

Por Antonio Quezada Pavón

Era un guagua, como decimos en la Sierra, y ya soñaba con el océano lleno de color y vida y de fantásticas criaturas. Tuve la suerte de tener una tía viviendo en la hermosa ciudad de Manta y muy temprano aprendí a amar y a explorar nuestro mar. Mi primer descubrimiento fue darme cuenta de que el mar sabía salado, nada extraño para un longuito interandino como yo. Con el tiempo quise hacerme marino -como mi venerable primo mayor, que era el héroe familiar-, pero finalmente estudié ingeniería y me alejé de las olas marinas. Cuando me establecí hace casi cuatro décadas en Guayaquil, nuevamente se despertó mi secreta pasión por el mar.

Y ya grande en mi vida tomé la decisión de hacerme buzo hace más de 15 años en las que he acumulado medio millar de inmersiones en muchos lugares de los océanos Pacífico, Atlántico e Índico. Como Master Scuba Diver he tomado numerosas especialidades de buceo, pero la que más me ha cautivado es la fotografía submarina. Debo reconocer que no soy un fotógrafo submarinista, simplemente soy un buzo con una cámara submarina, lo cual me ha dado el gran privilegio de explorar algunos de los más increíbles paisajes sumergidos, como son los tiburones en nuestras islas Galápagos, que es uno de los sitios de buceo más importantes del mundo, o los de Jardines de la Reina en Cuba, o los más agresivos en la Bahía de Sodwana en Sudáfrica; los pequeños y hermosos peces tropicales en Bonaire, en Bali, en las Maldivas o en la Gran Barrera de Coral de Australia.

He aprendido que todo en este planeta afecta o es afectado por el océano y las aguas prístinas en las que yo soñaba de pequeño son ahora muy difíciles de encontrar, siendo cada vez más escasas y amenazadas. Los seres humanos nos mantenemos como los líderes depredadores en la Tierra y fui testigo y he fotografiado sus consecuencias. He tratado de conmover a mis lectores y alumnos, sacándoles de su indiferencia con impactantes imágenes de cómo se destruye el coral y se agrede al océano. Pero si bien esto tiene algún mérito, doy vueltas en círculos. Por eso creo que la mejor manera de generar un cambio es vender amor. Sí, voy a transformarme en un casamentero que una a mis paisanos de todas las regiones del país con el mar.

Con mis fotografías y las perfectas imágenes de mis amigos fotógrafos submarinistas profesionales tenemos la oportunidad de revelar los animales y el ecosistema que está escondido debajo de la superficie del océano. Ustedes no pueden enamorarse y defender algo que no conocen que existe. Esa es la misión de la fotografía conservacionista. Este año la costa ecuatoriana se ha beneficiado de una larga temporada de mantarrayas gigantes  y ballenas jorobadas, que migran anualmente atraídas por el abundante plancton que viene con la corriente fría de Humboldt. El avistamiento de ballenas es un negocio turístico recientemente explotado y que atrae a miles de visitantes de todo el país y del exterior. Desde este año ya está regulado y las lanchas han sido inspeccionadas y ofrecen alguna seguridad.

Pero lo más hermoso es bucear con las mantas birostris -mantarraya diablo- y el bajo más cercano con abundantes animales es el Cope, de 52 km² y una profundidad promedio de 15 m, localizado a 32 km de Ayangue, Santa Elena. Con el incremento de la densidad del plancton las mantas se alinean formando una larga cadena de alimentación y su curiosidad hace que las burbujas de los buzos las atraigan, transformando la inmersión en un verdadero ballet submarino, donde los bailarines son mantas de 7 m de largo y tonelada y media de peso, y los buzos somos unos maravillados espectadores. Esto ha hecho que yo tenga una larga y apasionada relación con el océano y lo defienda tenazmente. Ojalá ustedes caigan también en este lazo amoroso. (O)

Esta noticia ha sido publicada originalmente por Diario EL TELÉGRAFO bajo la siguiente dirección: http://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/columnistas/1/protegiendo-el-mundo-submarino
Imagen de uso gratuito tomada de: https://pixabay.com/p-14787/?no_redirect

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El burkini en la Europa de las libertades

Por Ángeles Ramírez

En estos días, la vestimenta de las musulmanas ha vuelto a estar de actualidad porque al menos diez ciudades costeras francesas han prohibido el burkini, un bañador de cuerpo entero con un gorrito, que utilizan las mujeres que no quieren mostrar el cuerpo. Como obedeciendo a una consigna, algunos alcaldes – la mayoría del partido Republicano de Sarkozy, más un socialista- decidieron a la vez que ese traje de baño debía ser erradicado de las playas francesas.

Los argumentos para la prohibición, como siempre, han sido de lo más diverso, pero al saltar a los medios españoles, hay básicamente uno: que el burkini representa la opresión sexista y las mujeres que lo portan, la vanguardia del islam y el oscurantismo fundamentalista.

De este modo, el prohibicionismo sostiene que esas vestimentas son símbolos que atentan contra la autonomía de las mujeres, contra la igualdad de géneros y que por tanto, necesariamente las mujeres lo llevan contra su voluntad, mostrando justamente su sumisión y necesidad de ser liberadas y empoderadas. O aún peor, lo llevan voluntariamente, lo cual muestra su intención de extender esos valores patriarcales en la “Europa de las libertades”. La discusión sobre el burkini ha hecho reaparecer también al pañuelo y al niqab, como parte del escenario discursivo.

Sin embargo, la afirmación de que estas prendas son siempre un signo de dominación patriarcal, no refleja la realidad: la relación entre el pañuelo y el patriarcado es diversa porque lo son los contextos en los que viven 1.500 millones de personas musulmanas.

No es lo mismo un pañuelo en un país como Arabia Saudí, con norma vestimentaria para las mujeres, que en Francia, donde está prohibido llevar un niqab por la calle; ni el de una mujer trabajadora del puerto de Tánger que el de una de la alta burguesía yemení; ni el de una activista universitaria belga que el de una campesina senegalesa.

Para muchas mujeres, poder llevarlo como parte de sus creencias religiosas es un triunfo, como sería el caso de una francesa con niqab; para otras, es la herramienta para poder salir a la calle y trabajar o estudiar o bañarse en el mar, como la joven obrera cairota; y para otras, finalmente, puede ser una imposición legal o social contra la que se revuelven, como las mujeres saudíes. Por otra parte, la correspondencia entre “más ropa = mujeres sometidas // menos ropa = mujeres emancipadas” es muy cuestionable también en el mundo no musulmán, en que los cuerpos semi-desnudos de las mujeres se han convertido en una mercancía al servicio del patriarcado.

Lo que siempre es inequívocamente un signo del patriarcado es que a las mujeres, por ley, se las obligue a vestirse (o a no hacerlo) de determinada manera y sean multadas o encarceladas si no lo hacen. Es bien interesante que a nadie se le haya ocurrido perseguir legalmente – ni en la playa ni fuera de ella- a los hombres con barba larga, con qandoras y pantalones hasta los tobillos, signo inequívoco de la militancia salafista. O a las monjas de la mayoría de las órdenes católicas, que defienden valores contrarios a la igualdad entre hombres y mujeres, como bien nos enseña el obispo Cañizares, entre muchos otros.

Por tanto, el tema de los significados no se resuelve y estas generalizaciones señalan un gran desconocimiento –y atrevimiento- de las realidades sociales y políticas contemporáneas por parte de las personas responsables de los discursos y de las políticas. Algo semejante se podría decir del otro tema de los debates, la asociación del burkini con los grupos fundamentalistas y de las mujeres que los llevan con las vanguardias de estos grupos. Según el primer ministro francés, es la traducción de un proyecto político de contra-sociedad.

Sin embargo, es absurdo suponer que todas las mujeres musulmanas que van con hiyab o burkini y sí, también con niqab, son militantes islamistas o que están comandadas y manipuladas por quienes sí lo son. Por supuesto que hay mujeres activistas de diferente índole entre las musulmanas, algo que por otra parte no es ilegal. Lo que sí es ilegal –por no poner otros adjetivos, como totalitario o fascista- es prohibir ciertas vestimentas porque representan determinadas posturas políticas que no compartimos. En todo caso, debemos combatir esas ideologías con herramientas políticas: la restricción de derechos no lo es.

Sorprendentemente, ha sido poco tratado el tema más importante, que es el déficit democrático que supone la prohibición de una prenda vestimentaria en un lugar público. Obviamente, el objetivo de los Estados prohibicionistas no es la lucha contra el patriarcado y la salvaguarda de la igualdad entre hombres y mujeres, puesto que no parece haber una relación entre la prohibición y la disminución de la desigualdad.

Es fundamental recordar que el veto al burkini –como antes pasó con el hiyab y el niqab- se inscribe una larga lista de restricciones de derechos a las personas musulmanas en Europa, a través de la regulación del cuerpo de las mujeres, con el fin de disciplinar a poblaciones que son identificadas por el discurso dominante como diferenciadas de la “nacional” e “intrusas”, independientemente de su nacionalidad. Pero además son socialmente menos favorecidas y por tanto, más sensibles a la discriminación y al racismo. Son las “clases peligrosas”.

Por ello puede afirmarse que se trata de leyes, de dictámenes o normas que van directamente contra las mujeres musulmanas, contra las comunidades musulmanas y contra la población en general.

Pero la cuestión va mucho más allá, porque no se trata de Europa contra el islam, sino del control del espacio público por parte del Estado, comenzando por las poblaciones más vulnerables. Es un modo de aprovechar el estado de emergencia o el miedo al terrorismo para imponer restricciones a la ciudadanía: en la misma línea que se prohíben concentraciones o se elabora una ley mordaza que recorta la libertad de manifestación, se veta el niqab, el burkini o el hiyab, en nombre de la supuesta protección de la población. Políticamente se institucionalizan las políticas racistas, empujando a la gente y a parte de la izquierda hacia los discursos identitarios de la derecha y la extrema derecha, que definitivamente, son los únicos actores, junto con el patriarcado, que se refuerzan en este contexto. Luchemos contra eso.

Fuente:  http://www.vientosur.info/spip.php?article11639#sthash.TtmLL0S5.dpuf

Imagen tomada de: http://scd.france24.com/en/files/imagecache/france24_ct_api_bigger_169/article/image/france-burkini-maires.jpg

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«Grito» para celebrar

Por Alejandro Castro

El costo político de la revuelta de los insurrectos maestros de Chiapas le salió muy alto al Gobierno Federal, ya que la ‘concertacesión’ deja ver el desvanecimiento de cargos y la decapitación política de un presidenciable.

De entre todos los festejos por el inicio de la lucha por la Independencia, el más trascendental fue dado por los insurrectos maestros de Chiapas cuando en la tradicional noche del 15, en su asamblea estatal, anunciaron poner fin a su paro de labores que se extendió por más de 120 días. Al igual que en otros actos oficiales, donde hubo diferencias, también se observó la división de opiniones entre los aguerridos maestros de la sección 7, pues, mientras unos 266 votaron por regresar a clases, otros 191 insistían seguir en pie de lucha hasta la muerte, acusando a sus líderes de vender el movimiento. Previamente, otra parte de los insurgentes, agrupados en la sección 40, habían decidido iniciar labores a partir de esta semana. Así, con esta salomónica decisión, un millón 700 mil alumnos y unos 80 mil maestros del sistema de Educación Básica regresaron a clases desde el lunes pasado.

El costo político de esta revuelta le salió muy alto al Gobierno Federal, ya que, aunque no lo reconozcan, la “concertacesión” deja ver el desvanecimiento de cargos contra los líderes del movimiento magisterial y la decapitación política de un presidenciable. Además, suma miles de millones de pesos el cálculo de los daños materiales, tanto a particulares como en inmuebles pertenecientes a instituciones de los estados afectados. Se espera también ajustes a la reforma educativa a fin de mantener la calma política en la recta final del sexenio, como muestra la suspensión de la evaluación docente en este año. Al final, se puede decir que algunos grupos políticos se salieron con la suya a expensas de los derechos de millones de niños de Oaxaca, Chiapas y Guerrero.

Con la tregua ya declarada, Sylvia Schmelkes, consejera presidenta del INEE, reconociendo fallas en la forma en que se desarrollaron los procesos y se aplicaron los instrumentos de la pasada evaluación, presentó a los integrantes de la Comisión de Educación Pública y Servicios Educativos de la Cámara de Diputados el replanteamiento del modelo de evaluación del desempeño docente, proponiendo que la evaluación prevista para 2017 tenga lugar en la escuela y esté vinculada a su contexto real. Ahora consideran tres etapas: Informe de responsabilidades profesionales, Proyecto de enseñanza (planeación didáctica) y el Examen de conocimientos pedagógicos y curriculares.

Fuente: http://sipse.com/opinion/grito-para-celebrar-columna-gis-pizarra-alejandro-castro-escalante-223290.html

Imagen tomada de: http://www.diariodepalenque.com.mx/wp-content/uploads/2016/09/ni%C3%B1os-de-chiapas-de-regreso-a-clases-e1474318061774.jpg

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Desarmar las palabras y los corazones

Por Antonio Perez Esclarín

Hay personas que, si se mordieran la lengua, se envenenarían. Otros muchos confunden el Twitter con una cloaca donde vierten toda su inmundicia. Pareciera que no saben hablar o comunicarse sin insultar y ofender.

Les confieso que me embarga una enorme tristeza cuando entro en algunas redes sociales, cuando escucho algunas declaraciones y discursos, o cuando veo que multitudes corean y aplauden a los que profieren insultos. Lo verdaderamente lamentable es que personas que ejercen altos cargos públicos y deberían ser ejemplo de respeto y educación, nos tienen acostumbrados a un lenguaje procaz, que deseduca.

Sustituir argumentos por ofensas, gritos, amenazas o golpes no sólo demuestra una gran pobreza intelectual sino una pequeñez de espíritu y una verdadera falta de dignidad y de humanismo. La agresión es signo de debilidad moral e intelectual y la violencia es la más triste e inhumana ausencia de pensamiento. Valiente no es el que amenaza, ofende o golpea, sino el que es capaz de dominar su agresividad y no se deja arrastrar o dominar por la conducta de los que ofenden. La violencia deshumaniza al que la ejerce y desata una lógica de violencia siempre mayor. Quien insulta, hiere, y ofende se degrada como persona y no podrá contribuir a construir una sociedad más justa o más humana.

En Venezuela, nos hemos acostumbrado a muchos tipos de violencia, entre ellos, a la violencia verbal. El hablar cotidiano y el hablar político reflejan con demasiada frecuencia la agresividad que habita en el corazón de las personas. De las bocas brota con fluidez un lenguaje duro, implacable y procaz, que confunde brillantez y oratoria con capacidad de ofender y de herir. Y no olvidemos que es muy fácil pasar de la violencia verbal a la violencia física, del insulto al golpe, ya que la experiencia nos demuestra que casi todas las peleas comienzan con insultos.

Nunca llegaremos a la paz ni a la convivencia provocando el desprecio, los insultos y la mutua agresión. ¿Qué paz se podrá hacer entre personas que no se escuchan ni respetan mutuamente sus ideas diferentes? ¿Por qué tenemos que despreciar, ofender y considerar como enemigo a alguien simplemente porque piensa de una forma distinta? ¿Cómo podemos medir quiénes tienen o no verdadero amor a la Patria?

Sólo quienes busquen con espíritu abierto y lucidez fórmulas de convivencia humana y política nos acercarán a la paz. Con posturas dogmáticas y humillantes nunca construiremos un país próspero y justo. Nunca llegaremos a la paz si seguimos introduciendo fanatismo y ofensas, si se coacciona a las personas con graves amenazas e insultos y se busca reducir al silencio al que piensa diferente. Cuando en una sociedad la gente tiene miedo de expresar lo que piensa, se está destruyendo la convivencia democrática y se está negando la dignidad de la persona pues, como nos decía Paulo Freire “nos hacemos personas cuando salimos de la cultura del silencio, somos capaces de decir nuestra propia palabra y dejamos de repetir las que nos ponen en la boca”.

Sólo los que tienen el corazón en paz podrán ser sembradores de paz y contribuirán a gestar un mundo mejor. No construiremos una Venezuela de justicia y de paz si no comenzamos desarmando los corazones y las palabras.

Fuente: https://antonioperezesclarin.com/2016/09/14/1710/

Imagen tomada de: http://www.radiocubana.cu/images/violencia-redes-sociales.jpg

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Es la representación, querido.

 Por Alejandro Grimson

La sociedad argentina está intensamente movilizada. Más allá de que un núcleo comprometido asista a las diferentes movilizaciones, sería erróneo creer que los protagonistas del 29 de abril son los mismos que los de San Cayetano, del 24 de marzo o de la Marcha Federal, para señalar sólo algunas de las movilizaciones multitudinarias que tuvieron epicentro en Buenos Aires. A esto se puede agregar la movilización universitaria, y muchas otras movilizaciones que ha habido en diferentes provincias con menor repercusión en los grandes medios. Se trata de un nuevo ciclo de protesta social y política cuyas causas y consecuencias conviene analizar y debatir.

Si bien la razón evidente es la política de ajuste y recorte del poder adquisitivo de las grandes mayorías, no todo ajuste es necesariamente seguido de un ciclo de movilización intenso, donde cabe agregar el ruidazo contra el tarifazo, los veredazos de comerciantes y el frutazo en la Plaza de Mayo. Existen al menos tres motivos políticos que explican esta coyuntura particular. El primero es que como no se produjo una crisis comparable a la hiperinflación o al 2001, las organizaciones sociales se encontraron con su poder intacto ante el inicio de los despidos y de la recesión con inflación. El segundo es que tres décadas de vida democrática han producido una densidad y diversidad organizativa muy intensa, así como una experiencia que decanta en una madurez política de muchas de las direcciones sectoriales. El tercero es que en todas las movilizaciones más multitudinarias convergen sectores sociales que hace un año tenían posiciones políticas opuestas y que actúan de modo unitario ante el avance neoliberal.

Es claro que la primera consecuencia de este ciclo de protestas es que ya nadie recuerda el techo del 25% para las paritarias o el 2000% para el aumento del gas. Pero la movilización se retroalimenta en que la respuesta oficial consistió en habilitar una inflación mayor, con lo cual se produjo un importante deterioro del salario real y una buena parte del aumento de tarifas no llegará como boleta residencial, pero sí reconvertido en precios, dado el impacto en la industria y en los comercios.

“Las organizaciones sociales se encontraron con su poder intacto ante el inicio de los despidos y de la recesión con inflación”

Todos los análisis de los ciclos de movilización muestran justamente que la efervescencia social no dura para siempre. Avanza o retrocede. En el momento actual es probable que aún estemos lejos de que se apague su intensidad. Por una parte, porque aún hay acciones clásicas que no se han instrumentado, como la huelga general. Por otra parte, porque aunque son conocidos los análisis que plantean que este modelo no es viable sin represión, la situación parece bastante más compleja. El gobierno entiende más de política de lo que algunos creen. (No conviene olvidar que supo ganar las elecciones y construir mayorías en ambas cámaras para aprobar leyes.) Por lo tanto, sabe que acudir al “protocolo” ante movilizaciones multitudinarias sería arrojar combustible para apagar un incendio.

Sin embargo, nada más equivocado que creer que el gobierno carece de estrategia. Su estrategia es política y tiene varias facetas. La primera es fragmentar a la oposición. La segunda es alentar a sectores dialoguistas que renuncien a construir un proyecto político alternativo. La tercera es fogonear acciones que renuncien a construir un proyecto político de mayorías. La cuarta es que los referentes de esas plazas tengan un papel exclusivamente sectorial. Todos mecanismos que apuntan en un mismo sentido: despolitizar el debate.

¿Cuál es el resultado de esta situación? Que el creciente rechazo que tiene en sectores de la población la política económica del gobierno no tiene hoy una expresión política. Ningún sector tiene la capacidad de llenar por sí mismo ese vacío de representación. Y por ahora todos los sectores continúan actuando como tales, es decir, como una parte. Con bastante rapidez se constituyó la voluntad de articular partes diversas para salir a las calles. Pero existe una dificultad intensa para traducir esa articulación a un frente político en el cual nadie tendría asegurado de antemano el protagonismo.

“Ningún sector tiene la capacidad de llenar por sí mismo ese vacío de representación”

Es muy probable que en esa  dificultad anide la principal chance para un triunfo estrictamente político del gobierno y sus planes neoliberales. Porque si no se produce una convergencia política de todos los sectores que quieren un país que se desarrolle con los 42 millones de habitantes adentro, el gobierno y otras variantes neoliberales tendrán el camino allanado para 2017. Por ahora se trata de una hipótesis, pero por su gravedad debe ser tenida en cuenta. Si se diera esa situación, es necesario comprenderlo ahora mismo, podría haber una legitimación electoral del plan de ajuste. Es decir, una derrota de gran magnitud, que destrabaría las relaciones de fuerza mucho más en favor del gobierno. Resulta triste imaginar que sólo en ese contexto de derrota, los agrupamientos sociales y políticos ya menguados aceptarían poner los caballos delante del carro, entenderían cabalmente aquel dicho que rezaba “primero la patria”. En otras palabras, que de nada sirve discutir los liderazgos si en el camino se pierde la lucha hegemónica.

El dilema de la hora, entonces, es contribuir a cerrar el abismo que hay entre el rechazo a las políticas económicas y la representación política de ese rechazo. En ese abismo anida el mayor de los riesgos. Y en el trabajo para su resolución podría emerger una alternativa política a los neoliberalismos.

Fuente: http://www.locotonoticias.com.ar/2016/09/es-la-representacion-querido-por.html

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