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BYOD, trae tu propio dispositivo: el modelo que quiere revolucionar la educación

Por. Pablo Espeso

¿Sabes lo que es BYOD? Porque no es un concepto novedoso, sino una política de amplio recorrido sobre todo en el mundo anglosajón. Una tendencia al alza que tiene mucho que ver con tecnología, pero más con los recursos físicos que con las metodologías u objetivos de aprendizaje.

BYOD se refiere a Bring Your Own Device, trae tu propio dispositivo, y se refiere a una política de uso de recursos que está siendo ampliamente utilizada por todo el mundo, y que permite que los chavales traigan su propio dispositivo (portátil, tablet, smartphone o cualquier otro elemento tecnológico) al aula. En vez de utilizar los recursos disponibles en el centro, cada chaval traerá su dispositivo de casa. ¿Y qué tiene que ver esto con la educación? Un informe del European Schoolnet trata esta cuestión.

BYOD, trae tu propio dispositivo: los beneficios

Imagina el aula más habitual de un colegio actual: ordenadores viejos, mal mantenidos y que terminan siendo un suplicio para los chavales. Fuentes de virus, y un auténtico quebradero de cabeza a la hora de compartir información, guardar lo que los chavales hayan creado en clase o también sesiones abiertas que son tremendamente peligrosas (y precisamente hace poco que hablamos de seguridad en Internet). Es lo que existe en la mayoría de centros, por no hablar del uso de otras categorías de dispositivos como por ejemplo tablets, ideales para el entorno educativo.

Cuando los chavales traen su propio dispositivo a clase, la cosa cambia y las ventajas de aplicar esta política de recursos son significativas. Si cada chaval tiene su propio dispositivo, él es el responsable de cuidarlo, tratarlo y mantenerlo de la mejor forma. Esa sensación de que los ordenadores del cole son “gratis” — y, por tanto, podemos maltratarlos como queramos — desaparece, y debemos cuidar bien nuestro cacharro… que sólo tenemos uno.

Pero el buen mantenimiento es el menor de los beneficios. La política BYOD permite llevar a casa lo que el chaval crea o elabora en clase. Ese trabajo creado en esta asignatura o en aquella otra ya no necesita ser transportado en una memoria USB, puesto que lo tenemos en nuestro propio dispositivo. Los ficheros ya no se pierden más, los tendremos en el equipo bien organizados y ordenados, como nosotros queramos, o subidos a éste o aquél servicio de almacenamiento en la nube

Y como es nuestro dispositivo, nosotros lo conocemos más que nadie. Estamos acostumbrados a utilizarlo, a escribir en él y a su velocidad de respuesta, ya sea rapidez o lentitud a la hora de abrir un determinado fichero, navegar por la red o la tarea que necesitemos desarrollar. Sabemos los programas y herramientas que tenemos instalados, el cómo funcionan y lo que podemos hacer con ellos.

Además hay que tener en cuenta también que el modelo BYOD permite utilizar el dispositivo más allá del aula de informática, al ser dispositivos portables. Cada chaval/a podrá utilizarlo en cualquier aula, para cualquier asignatura o por cualquier motivo que resulte interesante para el desarrollo de la labor educativa.

Lo que BYOD representa para el centro escolar y para el docente

Desde el punto de vista del centro escolar como ente organizativo y de gestión, BYOD también trae múltiples  beneficios. El primero y más evidente es el ahorro económico que supone no tener una serie de equipos preparados y listos para utilizar en varias ocasiones a lo largo del día, incluyendo el número que sea (¿25? ¿30?) más sus accesorios (pantallas), periféricos (teclados, ratones) y la infraestructura energética y de conexión a Internet.

Notebook in a bagpackTambién existen cambios en cuanto a los beneficios pedagógicos y del aprendizaje, pues el entorno es diferente. No sólo los valores de aprender a cuidar los recursos o de cómo usar la tecnología, también el modelo 1:1 (un dispositivo por cada alumno) implica que las cosas se hacen de forma diferente a cuando varios comparten el mismo terminal.

Es por ello por lo que el conocimiento adquirido es mayor, e igualmente también podemos aplicar otras metodologías menos convencionales y clásicas. Esta tarea recaerá del lado del docente, que deberá informarse y “cambiar el chip” para adaptarse al nuevo contexto.

Pero…

Todo tiene un pero, alguna desventaja. Y este caso no es una excepción: los inconvenientes existen, por supuesto.

En primer lugar — y posiblemente el más importante — está en que el ahorro económico del que hablábamos antes se convierte en un gasto adicional para las familias. El entorno ideal sería que fuese el propio centro cediese durante un período de tiempo (curso tras curso) los dispositivos, si bien esta posibilidad es bastante remota en el entorno socioeconómico actual en el que aunque el presupuesto es superior al de años anteriores, aún está muy alejado de lo necesario para disponer de un banco de dispositivos para el alumnado.

Computer Lab

Imagen: laboratorio de informática, de ShutterStock

Y si bien es cierto que el aspecto económico es el punto más crítico de este modelo, también se pueden dar casos en los que los alumnos se despisten con otras aplicaciones o juegos que tengan instaladas en sus respectivos equipos. En los equipos públicos del centro se tiene el software mínimo necesario para dar las clases, pero en los portátiles personales lo habitual es que también se tenga otro contenido.

No es descabellado pensar, por tanto, que un alumno/a que esté aburrido vaya a abrir Minecraft (y no con fines educativos que ya vimos que los tiene, y muchos), a escuchar música, ver vídeo o navegar por la Web. La libertad de que cada uno maneje su ordenador personal debe venir acompañada por la responsabilidad en el buen uso, y a ésta se llega con la formación tanto del docente al cargo como del núcleo familiar.

Por último, existen una serie de requisitos para el centro, algunos fáciles de cumplir y otros de mayor dificultad. Principalmente son relativos al mobiliario, a la organización del aula y a otros recursos que son requisitos para el buen funcionamiento de la política BYOD: se necesita una importante cantidad de enchufes (generalmente uno por cada alumno/dispositivo), una conexión a Internet rápida y estable, capaz de permitir la navegación a unas cuantas decenas de equipos, así como en ocasiones también un espacio en el que almacenar los dispositivos cuando estos no estén utilizándose.

¿Es BYOD el futuro en educación?

En algunos contextos educativos en España se han dado importantes pasos adelante en cuanto a la política BYOD, que goza de mayor uso a cada año que pasa. Sucedió hace años en el entorno más profesional, ocurre en muchas universidades y poco a poco está haciéndose hueco en la educación de secundaria y primaria, en algunos centros puntuales.

El modelo BYOD en clase

Imagen: niña con un portátil en una biblioteca, de ShutterStock

En los años más recientes estamos observando que las aulas de uso público —como las clásicas “aulas de informática”— están vaciándose, cediendo lugar a otras localizaciones en las que los alumnos llevan su propio dispositivo. Esto les permite almacenar y guardar todo lo que hagan en horas lectivas para poder acceder a ello en su casa, y continuar el trabajo gracias a herramientas colaborativas tipo Moodle o la más reciente e innovadora Edmodo, que son esenciales para el modelo BYOD.

Evidentemente el entorno ideal está muy lejos de la realidad actual, aunque a la vista del crecimiento de esta política durante últimos años —así como lo que está viéndose en otros países— podemos afirmar que sí, terminará siendo lo común y más aún con la masificación de los dispositivos tecnológicos en el hogar.

Fuente: http://www.educaciontrespuntocero.com/noticias/byod-bring-your-own-device-educacion/32857.html

Imagen: http://www.educaciontrespuntocero.com/wp-content/uploads/2016/02/child-using-notebook-500×404.jpg

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Modelo educativo: símbolo y ceremonia

Por. Carlos Ornelas.

El secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño, presentó el 20 de julio tres documentos que conforman el Nuevo Modelo Educativo. Es una propuesta seria que requiere de análisis escrupulosos. No los quiero hacer de botepronto sin leer con atención los dos documentos principales: Los fines de la educación en siglo XXI, que es breve; y El modelo educativo 2016.

El tercero, Propuesta curricular para la educación obligatoria: 2016, es un texto de más de 350 páginas, expone cada programa por grado y materia. Aunque es para todo mundo, la SEP dirige este material a los maestros en activo, ellos son los destinatarios principales.

En los artículos de los miércoles de agosto me encargaré de analizar los dos primeros textos. Hoy cato la ceremonia de presentación, elementos del simbolismo político. Insisto, siguiendo a Gramsci y, desde otra óptica, a March y Olsen, que el manejo de los símbolos —ceremonias, rituales, apariencias— es tan importante para el ejercicio del poder como el control de otros recursos.

En el presídium estuvieron quienes deberían de acuerdo con el contexto político enrevesado. En el centro, el secretario Nuño, la estrella del día. Lo escoltaronSylvia Schmelkes, presidenta de la Junta de Gobierno del INEE, a su izquierda, y el gobernador de Oaxaca, Gabino Cué, presidente en turno de la Conago, a su derecha.

Con la primera, el secretario saldaba el desliz de la semana anterior al colocar al INEE como si fuera una dependencia de la SEP. Al segundo, además de significar al conjunto de autoridades estatales, le cayó bien la fecha: celebró un año de la “reconquista” del Instituto de Educación Pública de Oaxaca de manos de la Sección 22, la cabeza de la CNTE. ¡Qué mejor que festejar en el patio de la Secretaría de Educación Pública! Las efemérides cuentan.

Más a la derecha Juan Díaz de la Torre, con ánimo renovado y ocupando espacios que el gobierno le había negado. Equidistantes, el senador Juan Carlos Romero Hicks y la diputada Hortensia Aragón. Nadie del Poder Judicial. En los extremos,Carlos Mancera, para aludir a la participación social, y Sergio López Ayllón, director del Centro de Investigación y Docencia Económicas, institución que monitoreará la consulta.

El discurso del secretario Nuño fue breve, que no es usual en él. Expuso los afanes de la reforma y describió el contenido de los documentos. El mensaje alegórico no podía faltar: la referencia a José Vasconcelos y al presidente Álvaro Obregón, fundadores de la SEP y promotores de la educación de masas.

El ritual se cumplió. Juan Díaz de la Torre dirigió palabras de aceptación de las premisas del modelo; también dio fe de su defensa de los derechos de los maestros. Hay que reconocerlo, fue sobrio, como diciendo: “Estoy de regreso y voy por más”. La liturgia exigió que la mayor parte de los miembros del presídium tomara la palabra; cosa extraña, los legisladores guardaron silencio, acaso para beneficio de la concurrencia. La ceremonia se alargó, es una rutina cultural que predomina en los actos públicos.

Sé que voy contra la corrección política, pero —con excepción de Díaz de la Torre, que fue tradicional— los discursos me parecieron sensatos, sin presumir que esas palabras se convertirán en realidad. Cada orador destacó promesas de cambio esperanzadoras, como la apuesta por la autonomía curricular, que acentuóSchmelkes; la reforma como el activo más importante de la nación, según Cué. La promesa de equidad que sustentó López Ayllón y la idea pedagógica constructivista que resaltó Mancera.

La SEP se tardó en presentar su propuesta. Lo hace en condiciones desfavorables, con la CNTE en rebeldía y poco tiempo para discusiones profundas. Pero más vale tarde que nunca, dice el clásico. Hoy esclarece su postura. Hay bastante tela de donde cortar.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/modelo-educativo-simbolo-y-ceremonia/

Imagen:http://www.educacionfutura.org/wp-content/uploads/2016/07/nuno-1.jpg

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Pistas para analizar el modelo educativo 2016 y la propuesta curricular para la educación obligatoria 2016

Por. Ángel Díaz-Barriga

No es fácil analizar los dos documentos que recientemente ha presentado el Secretario de Educación Pública, me refiero al Modelo Educativo 2016 y a la Propuesta curricular para la educación obligatoria 2016. Su lectura permite identificar que finalmente se presenta –aunque de manera muy tardía– una visión para el futuro de la educación del país. Se puede afirmar en primer término que estamos ante dos documentos que tienen una rigurosa formulación, ideas significativas para impulsar un cambio en la educación y que al mismo tiempo por su extensión, diversidad de temas que contienen y su visión de la educación para el siglo XXI difícilmente se pueden comentar en una primera aproximación y mucho más difícil resultará convertirlos en realidad en el país.

Destacan algunos aspectos positivos que emanan de estos documentos. Una visión centrada en la escuela, en el alumno y en el aprendizaje de temas significativos para la vida. Utilizan una vieja expresión “aprender a aprender”, al reconocer que en el siglo XXI, la escuela no puede ser responsable de enseñar todo aquello que es factible aprender. Dicho en otros términos, se coloca en una posición muy distinta al aprendizaje repetitivo, memorístico y escolar. La escuela abierta a la vida, al aprendizaje activo. Más aún, claramente señalan que los docentes deben establecer ambientes de aprendizaje, en vez de trabajar ante el pizarrón, que deben dejar de trabajar contenidos para establecer problemas significativos que los alumnos analicen en forma colaborativa. Las ilustraciones del texto presentan aulas interactivas, con mobiliario intercambiable durante su presentación, ciertamente más parecidas a las escuelas de Finlandia que las mexicanas. Las metas son ambiciosas  pretende una ciudadanía con dominio del castellano (verbal y escrito) y del inglés, lo que supone que el 50% de las clases sean en español y el otro 50% en inglés, como lo hacen las escuelas bilingües, con docentes que trabajen matemáticas, español, historia y de preferencia docentes nativos que trabajen matemáticas, español e historia; con dominio de las TIC y uso de las TIC para el aprendizaje, lo que demanda una ruta amplia de experimentación didáctica, (por ejemplo, el Plan CEIBAL en Uruguay lleva más de 20 años, mientras en los últimos sexenios en México la política ha carecido de una orientación sólida: hemos pasado de enciclomedia a habilidades digitales y actualmente al uso de tabletas); sin olvidar el reto de lograr que no sólo las escuelas tengan internet, sino que en toda la sociedad se pueda acceder a la información en línea, única manera de no excluir a los más pobres. Se establecen siete marcos de formación, más campos formativos, asignaturas, áreas de desarrollo personal (lo socio-emocional), la formación ciudadana con valores, ética, entre otros. No queda claro en cuántas horas semana/mes están pensando dedicar para el desarrollo de todas estas habilidades: de comunicación, de razonamiento lógico, de comprensión de temas socio-históricos y de las ciencias naturales. Propone un modelo interno de evaluación formativa para el trabajo con los estudiantes en la escuela, pero no asume que dicho modelo se contradice con la forma como actualmente realiza la evaluación del desempeño docente.

El modelo y el proyecto curricular en términos generales contiene ideas de avanzada acordes con una educación para el siglo XXI, sus propuestas y metas son ambiciosas, lo cual tiene el riesgo de que “el que mucho abarca poco aprieta”. Carecen de una definición de etapas  pues lograr una transformación como la que propone, de un día a otro, no será tarea fácil.

Por otra parte, es preocupante el poco espacio que se concede a las escuelas normales. Mientras en el currículo de educación básica hablan de autonomía curricular –tema impulsado por el BID en los años noventa del siglo pasado– la necesaria autonomía curricular para las escuelas normales no se aborda, sólo aparece una referencia secundaria de “impulsar la sinergia entre normales y universidades”, no queda claro si esta sinergía significa que las universidades asumirán la formación de profesores desde preescolar hasta el bachillerato. O sólo es el reflejo del escaso valor que esta administración ha concedido al fortalecimiento de la educación normal.ipn-alumnos

Más serios son los límites que desde un análisis político se puede realizar a la presentación y propuesta de discusión de ambos documentos. En primer término emerge una contradicción entre la cara autoritaria y democrática del Estado. El modelo se está trabajando desde 2014, lo prometieron para 2015 y lo presentan en 2016, para aplicar en 2017. No hay prisa, porque hay que promover la participación, foros que iniciarán a una semana de su publicación. Pero esta participación democrática que se negó en 2012 y 2013, cuando se aprobó en 21 días las modificaciones constitucionales al artículo 3º y se aprobó apresuradamente (el 1 de septiembre de 2013) la Ley de Servicio Profesional Docente –que tanta agresión y descalificación ha motivado hacia los docentes– y que se sigue negando en un marco de muy confusas declaraciones. 

El modelo es un ejemplo de una política al revés. Primero la evaluación del desempeño docente y luego el modelo, esto es, primero se construye el piso 15 del edificio y luego nos dicen a los mexicanos ya tenemos el modelo de la planta baja al piso 21, nos piden decidir si será condominio, hotel u oficinas, pero el 15 no se toca. Esto es lo que estamos viviendo en estos días, un secretario que afirma que la evaluación del desempeño fue poco justa y poco pertinente; la presidente del INEE que señala que lo mejor era hacer observaciones en el aula, pero salía muy caro, que la ley debería modificarse pero que no es el momento; mientras que Guevara Niebla, un consejero del INEE, manifiesta su extrañeza porque el examen lo haya hecho el Ceneval, que no estuvo calibrado y que tuvieron muchas presiones, incluyendo la de aceptar el documento Perfiles, parámetros e indicadores; por su parte el presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados pide a la CNTE un proyecto de reforma.Por otra parte, la revisión de la ley es un tema al que claramente se ha negado tanto el Presidente de la República al afirma que al ejecutivo le corresponde aplicar la ley y en general los actores mencionados que consideran que se pueden mejorar los instrumentos, pero no la concepción de evaluación que se desprende de las leyes aprobadas.

No se puede dejar de señalar que el Estado mexicano contradice uno de los principios fundamentales de la reforma: asumir la rectoría  sobre la educación, envía una señal equivocada al subir en el presídium, del acto público de presentación del modelo, al presidente del SNTE,  darle el micrófono cuando se trata de un tema académico y no laboral. Los maestros tienen una estructura que les permite analizar el modelo como son los consejos técnicos escolares y las academias en secundaria y bachillerato.

Sin lugar a dudas ambos documentos Modelo y Propuesta curricular requieren de un análisis más cuidadoso, pero ante la gran cantidad de tareas que actualmente demanda el trabajo escolar:  atención a alumnos, (preparación de clase, llenado de formatos y de boletas), participación en el consejo técnico escolar,  atención a padres de familia, y otra la cantidad de actividades que se realizan cotidianamente y en el transcurso del año escolar, el análisis de estos documentos será una acción secundaria.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/pistas-para-analizar-el-modelo-educativo-2016-y-la-propuesta-curricular-para-la-educacion-obligatoria-2016-angel-diaz-barriga/

Imagen: http://www.educacionfutura.org/wp-content/uploads/2016/07/modelo_educativo-768×513.jpg

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Inteligencias múltiples y educación

“El diseño de mi escuela ideal del futuro se basa en dos hipótesis: la primera es que no todo el mundo tiene los mismos intereses y capacidades; no todos aprendemos de la misma manera. La segunda hipótesis puede doler: es la de que en nuestros días nadie puede llegar a aprender todo lo que hay para aprender” Howard Gardner

En mi entrada anterior presentaba la teoría de las inteligencias múltiples desarrollada por Howard Gardner en la que expone que todas las personas no tenemos una inteligencia única sino múltiples inteligencias relativamente independientes que interactúan entres si,  que pueden operar aisladamente o trabajar juntas según la tarea que realicen. Las inteligencias no se desarrollan todas por igual, todos tenemos varias predominantes y tenemos la capacidad de desarrollarlas hasta un determinado nivel de competencia si recibimos el estímulo adecuado

Estas inteligencias se combinan de manera diferente en cada uno de nosotros haciéndonos únicos y haciendo que cada uno de nosotros aprenda de manera diferente.

Si cada uno de nosotros es único y aprende de manera diferente, la teoría de las inteligencias múltiples tiene una gran implicación en la educación.

Estas implicaciones son principalmente, la individualización y pluralización. Individualizar para tratar a cada niño de forma diferente, conociendo sus diferentes inteligencias y enseñarle y evaluarle atendiendo a sus capacidades y pluralizar para decidir que conceptos, temas o ideas son importantes y presentarlos de diferentes formas según las capacidades de cada niño.

“La educación que trata a todos de la misma  forma es la más injusta que puede existir”  Howard Gardner

Gardner recomienda «atender a las diferencias individuales de los niños en las escuelas y tratar de individualizar las evaluaciones y los métodos de instrucción»

Cada uno de nosotros pensamos y aprendemos de maneras distintas, la educación debe ser distinta para cada uno, debe ser una educación personalizada. Gracias a las nuevas tecnologías esto es posible ya que disponemos de las herramientas necesarias para que cada uno aprenda de manera diferente.

«La teoría MI representa un esfuerzo por fundamentar de forma amplia el concepto de inteligencia en los más amplios conocimientos científicos actuales posibles, pretende ofrecer un conjunto de herramientas a los educadores con las que ayudar al desarrollo de las potencialidades individuales, y creo que aplicada de forma adecuada puede ayudar a que todos los individuos alcancen el máximo desarrollo de su potencial tanto en la vida profesional como privada » (Gardner, 1998)

Descubrir cómo aprende una persona, cuáles son sus pasiones, sus fortalezas y talentos servirá para educar a cada persona de manera personalizada utilizando todo los recursos tecnológicos y humanos a nuestro alcance. Es un ideal al que nos acercamos cada día más

La escuela tradicional valora mucho el coeficiente intelectual y tenerlo alto te hace destacar en la escuela, sin embargo seguro que todos conocemos a compañeros del colegio o universidad que sacaban notas excelentes y sin embargo no sabían relacionarse con otras personas y actualmente  no tienen tanto éxito como pensábamos que tendrían y sin embargo otros compañeros que solían suspender y eran expertos relacionándose con los demás, eran muy creativos o tenían buena autoestima, actualmente tienen un trabajo que les apasiona, han creado su propia empresa o disfrutan lo que hacen. Un coeficiente intelectual alto no predice el éxito o las oportunidades que tenemos en la vida, sin embargo la calidad de la enseñanza recibida y los recursos propios de los que disponeos tienen mucho que ver

Los maestros deben cambiar para enseñar a cada alumno de manera diferente. El maestro debe convertirse en un guía para ver la mejor manera de aprender de una persona, cada persona aprende de manera diferente y el maestro debe ser capaz de saber cómo enseñar a cada estudiante haciendo equipo con los padres, ayudándole a reconocer cuáles son sus tipos predominantes de inteligencias y ayudarles a utilizarlas para acceder al conocimiento ayudándole a estimular y desarrollar también el resto de sus habilidades.

Identificar las inteligencias requiere un proceso continuo de observación contrastado con diferentes fuentes de información, padres, profesores y el propio alumno

Gardner recomienda dos técnicas para identificar las fortalezas de los estudiantes

  1. Llevarlos a un museo para niños un par de veces (o parque infantil con muchos tipos de juegos) y observar detalladamente qué hacen y cómo lo hacen. Completarlo con lo que se observa en la clase.
  1. Dar un pequeño cuestionario sobre sus puntos fuertes a los propios estudiantes y su los padres y, si es posible, el maestro del año pasado. En la medida en que los tres informan de los mismos puntos fuertes y débiles, tendrá fiabilidad.

A nivel personal y profesional, conocer nuestras inteligencias predominantes nos puede ayudar a desarrollar todo nuestro potencial y dedicarnos a aquellas actividades para las que tengamos habilidades naturales y desarrollar aquellas que creemos nos pueden ayudar al desarrollo de esa actividad

Actualmente se necesitan nuevas competencias que antes no se valoraban, trabajar en equipo, en red, cooperar, colaborar, construir confianza, conocerse y comprenderse uno mismo, gestionar nuestras emociones. Todas estas competencias son necesarias para desarrollarnos en el mundo laboral y en la escuela deberían enseñarnos a desarrollarlas

Gardner sugiere crear dentro de las escuelas entornos que modelen este tipo de comportamientos entre maestros, entre maestros y padres y entre chicos mayores y los pequeños, donde se trabaje en equipos donde existan personas que tienen distintas perspectivas. Formar equipos en los que las personas tengan habilidades, intereses y pasiones complementarias donde todos puedan sumar es muy necesario, enriquecedor y se disfruta más.

Me gusta esta visión de la educación y pensar que es posible y que quizás algún día la educación pública pueda tener en cuenta este enfoque es un sueño,

Me parece una buena manera de tener adultos felices

Fuente: http://eleslaboninvisible.com/inteligencias-multiples-educacion/utm_campaign=shareaholic&utm_medium=twitter&utm_source=socialnetwork

Imagen: http://eleslaboninvisible.com/wp-content/uploads/2016/06/Inteligencias-M%C3%BAltiples-y-Educaci%C3%B3n-1024×776.jpg

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Clases de Felicidad

Si la educación debe ser un proceso de aprendizaje para la vida…la buena educación debe mostrar el camino a la felicidad. Nos preocupamos por el bienestar de los niños. Queremos que estén bien, que tengan lo mejor, que crezcan felices, que tengan una buena educación… y es posible que en este intento, sin querer, pese más la inercia del “siempre se ha hecho así”.
El objetivo final de la educación no es la acumulación sistemática de conocimientos, sino la preparación para la vida. Por ello, ya conoces mi opinión: Las emociones sí importan.
Sabemos que el cariño puede acelerar el crecimiento del cerebro… las investigaciones nos muestran que el afecto es un instrumento enormemente poderoso en el desarrollo cerebral y cognitivo de los niños.
También sabemos que el entorno directo del niño —especialmente la familia— es determinante en su futuro profesional y personal, tal y como han demostrado los estudios de James Heckman, premio Nobel de Economía del 2000.
Si las emociones importan… deberíamos aprender a reconocerlas y a gestionarlas.
CLASES DE FELICIDAD
FELICIDAD-03-INED21
La buena educación debe mostrar el camino a la felicidad
No hemos sido educados para conectar con nuestro mundo emocional, pero la educación debe cambiar.
“La educación está aún en una etapa pre-científica”, según señala la OCDE en su informe “Hacia una nueva ciencia del aprendizaje”. Y es que la educación funciona como ha funcionado durante siglos y toca incorporar los avances científicos a las aulas.
Uno de los cambios que debería introducir la educación es enseñar a los niños a ser felices. Algo así como incluir “clases de felicidad”.
Algunos centros educativos ya han introducido las “clases de felicidad”. Wellington College introdujo una clase sobre la felicidad, en la que profesores especializados ayudan a los alumnos a fijarse objetivos vitales positivos, a sobrellevar la tensión del día a día y promueven debates sobre las emociones.
El profesor Richard Layard, experto en felicidad de la London School of Economics participó este año enWorld Innovation Summit en Doha, donde señaló que la educación debe dar tanta importancia a los conocimientos para vivir como la que se da a saber leer y escribir. Y afirmó que los niños felices tienen más éxito y obtienen mejores resultados en su vida.
FELICIDAD-INED21
El afecto, enormemente poderoso en el desarrollo cerebral y cognitivo 
He descubierto recientemente a una experta maravillosa en felicidad: Sonja Lyubomirsky, profesora de Psicología de la Universidad de California y autora del libro “La ciencia de la felicidad”. Ella expone que “la felicidad cuesta trabajo”. Sus trabajos de investigación han demostrado que las personas que se esfuerzan por ser más optimistas y agradecidas son más felices. Conseguir la felicidad requiere hacer un esfuerzo para conseguirla.
Saber matemáticas es importante, nadie lo duda… pero ¿no es importante saber ser feliz?
Debemos desprendernos de prejuicios y reconocer la importancia de educar para la felicidad. Porque sabemos que la felicidad no es un algo fortuito o aleatorio, sino que es algo que cada persona debe construir. Si queremos lo mejor para los niños, no podemos olvidarnos de darles herramientas para que sean felices, porque
La felicidad NO es un regalo, la felicidad es…
una conquista
Fuente: http://peleandoconlastic.blogspot.mx/
Imagen: http://ined21.com/wp-content/uploads/FELICIDAD-04-INED21.jpg
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5 Barriers To More Authentic Teaching And Learning

La escuela debe ser diferente. La enseñanza debe ser diferente. El aprendizaje debe ser diferente. En la mayoría de los casos no lo es. La mayoría de las escuelas y los días de clase se ve extrañamente similar a lo que muchos de nosotros hicimos hace décadas, solo que con una tecnología más avanzada. Vemos maestros que trabajan para empujar a los estudiantes hacia el dominio del contenido a través de algunas de las últimas herramientas de alta tecnología en un esfuerzo para propagar la ilusión de relevancia. Vemos a los estudiantes que preguntan por qué deben aprender tal o cual contenido, para que lo van a usar. Cuando las escuelas y los maestros están obligados a guías y mapas del plan de estudios, están operando en un ambiente artificial. El aprendizaje auténtico es más orgánico y no encaja bien con este tipo de enfoque con guión.

School should be different. Teaching should be different. Learning should be different. In most cases it’s not. The pieces and parts of most schools and school days looks eerily similar to what many of us experienced decades ago but with more advanced technology. We see teachers working their tails off to push students toward content mastery squinting through some of the latest tech tools in an effort to propagate the illusion of relevance. We see students wondering why they should learn this or that content, asking when they’ll ever use it, and fighting the battle of compliance with adults who keep asking them to do work that seems to be more for the institution than the learners. It doesn’t have to be this way. Many teachers and students are aching for things to change and some in leadership positions even hire PD partners like us to help build capacity in teachers for more authentic teaching and learning.

So why aren’t we making more progress?

Rigid Curriculum and Content Standards

When schools and teachers are bound to pacing guides and curriculum maps they’re operating in an artificial and contrived environment. Authentic learning is more organic and doesn’t fit well with this sort of scripted approach. Part of the problem is that we’re trying to teach too many standards. In his latest book, In Praise of American Educators: And How They Can Become Even Better, Dr. Richard DuFour makes an almost heretical statement calling for prioritization of certain standards and not teaching others. Imagine if schools actually went through the process of prioritization by asking themselves, “which standards are important and why?” Doing this with a lens of authenticity would be a huge step in the right direction!

Fear of Testing and Accountability Scores

I’ve lost count of how many times teachers have told me that they’d love to do more authentic teaching and learning but they can’t because they are responsible for test scores. The irony of this is that while it may feel like you’re doing your job as a teacher by “covering content” and getting those kids ready for the test it is fools gold. One of my favorite stories from working with a math teacher years ago revolves around this misconception. She was (justifiably) terrified to change her teaching practice because of recent legislation that tied student performance to her pay. As she stopped and started the process of trying to come up with an authentic project-based learning experience for her students she came to me at lunch on day two of our workshop. Wiping away tears she stated that she thought she had an idea that she would feel comfortable developing. A few questions into our conversation I asked when she would implement this project. She noted that she was planning on trying this near the end of the school year, after testing. When I asked if it would be new learning (thus the reason for it being after testing) she responded, “no, it would be stuff I’ve already taught but they would have forgotten it by then.” I sat quietly for a moment as she realized what she’d said. We don’t open the school doors for teachers to teach, we open them for students to learn. We must shift away from testing and accountability as drivers of our pedagogical decisions.

Schedules and Silos

Other than teachers, adults in the “real world” don’t go through their day in segments of math, social studies, science, language arts, etc. So why do our students? What if our school days didn’t have the regular movement of students from silo to silo, timed by bells and schedules? If we want student learning to be more authentic wouldn’t it make sense to make it more like real life? Some of the best schools I’ve seen have rethought and redesigned these systems and practices to allow for more organic movement of students and learning based on what they need to know for their current context. While we’re at it what if we redesigned those “subjects” with a nod toward contextualization by thinking about more modern subject areas?

Educator Practice

Authentic learning can be a difficult shift. It can be scary. While it may remind us of some of our most memorable moments from when we were students it can feel like we’re setting ourselves up for the natives to run wild and cause us the kind of stress that leads to heartburn and hair loss. I know this because I took the leap but came out on the other side feeling liberated and more confident in my ability to meet the needs of my students. Of course that doesn’t mean everything will go smoothly with no hiccups or problems but the reality is that the illusion of control we can feel as educators is really the sense that we’re winning the battle of compliance. If we really had control of our students then wouldn’t test scores be tremendously better? Moving your practice toward more authentic learning takes time and support because you’re allowing for mistakes, reflection, revision, and growth. As elementary teacher Nan Arant notes in our recent podcast, Ep. 44 A Teacher Tells How Project-Based Learning Has Impacted Her Teaching, her first post-workshop project had lots of hits and misses but was transformational for her practice in a way that has rejuvenated her love of teaching. It is important though for both teachers and leaders to engage in it as a long-term process not just an experiment to be quickly abandoned because it didn’t go perfectly. Collaborative learning experiences like our PBL Workshops are a great start but if you want to avoid an implementation dip it’s best to engage in more depth. Tuning and alignment, observation and feedback, and reflection/revision sessions as well as adding regular practices to your PLC’s and staff interactions that support and grow authentic learning practices help to bring up questions, issues, and barriers to be resolved.

Policymakers

TTPD achievement teaching and learningLet’s be real. Both sides of the aisle have contributed to a giant mess of policies, rules, and laws that seems to do nearly everything possible to run counter to authentic learning. No Child Left Behindsigned into law in 2002 by George W. Bush pushed schools to create a culture of achievement, not one of teaching and learning. In 2009 Barack Obama and Secretary of Education Arne Duncan brought us Race to the Top which did nothing but dig us deeper into testing and accountability. At some point our legislators and policymakers will have to play along but it’s going to be tough sledding. Ultimately it’s much easier to line student test scores up and compare them for successes and failures and many parents play along. If parents really knew and understood what school could and should look like they’d force lawmakers to make changes but when the newspapers and national media trumpet great schools as largely defined by test scores it’s hard to expect much different. Learning is messy and sometimes tedious. Authentic assessment takes time with qualified professionals and is often inefficient. Real learning and thinking is not reflected in numbers, it’s a narrative that reflects a process of growth that doesn’t often occur in straight lines. Our laws and policies need to reflect this.

If we truly want to prepare our students for real life it’s time we stop asking them to play school and start making learning more authentic.

Interested in growing authentic teaching and learning at your school? Contact Us>>

Image attribution: Oleg Afonin

Fuente: http://www.teachthought.com/pedagogy/5-barriers-to-more-authentic-teaching-and-learning/

Imagen: http://www.teachthought.com/wp-content/uploads/2016/07/14835782849_76e953ea31_b.png

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Los profesores como intelectuales transformativos

América del Norte/EEUU/ Julio del 2016/Henry Giroux/www.revistadocencia.

“Si creemos que el papel de la enseñanza no puede reducirse al simple adiestramiento en las habilidades prácticas sino que, por el contrario, implica la educación de una clase de intelectuales vital para el desarrollo de una sociedad libre, entonces la categoría de intelectual sirve para relacionar el objetivo de la educación de los profesores, de la Los profesores como intelectuales transformativos y del perfeccionamiento de los docentes con los principios mismos necesarios para desarrollar una ordenación y una sociedad democráticas”. Es posible que esta cita extraída del mismo artículo que presentamos a continuación, sea la mejor manera de presentar a su autor, profesor e investigador en la Escuela de Educación de la Universidad de Miami de Ohio, exponente de la pedagogía crítica, corriente surgida con fuerza en la década de los setenta en Gran Bretaña y Estados Unidos y a la que, en su obra, compromete “con los imperativos de potenciar el papel de los estudiantes y de transformar el orden social en general en beneficio de una democracia más justa y equitativa. Para Giroux, el tema central es el desarrollo de un lenguaje que a los educadores y a otros les permita develar y comprender el nexo existente entre instrucción escolar, relaciones sociales en sentido amplio que informan dicha instrucción escolar, y las necesidades y competencias producto de la historia que los estudiantes llevan a la escuela”2 . El artículo, extraído de la obra que se indica a pie de página, plantea un rol docente asumido como un profesional reflexivo, un intelectual capaz de hacerse cargo de una pedagogía contextuada social y políticamente que se plantea como un objetivo explícito de su práctica la transformación social. Ello reafirma la idea en la que insistimos en este número de Docencia: el docente no es neutral frente a la realidad, está llamado a reflexionar y a dar sentido a la reflexión que se realiza en escuelas y liceos, en una perspectiva de cambio educativo y social.

Contrariamente a muchos movimientos de reforma educativa del pasado, el llamamiento actual al cambio educativo representa al mismo tiempo una amenaza y un desafío para los profesores de la escuela pública, en una medida realmente desconocida hasta ahora en la historia de nuestra nación. La amenaza está representada por una serie de reformas educativas que muestran escasa confianza en la habilidad de los profesores de la escuela pú- blica para ejercer el liderazgo intelectual y moral a favor de la juventud de nuestra nación. Por ejemplo, muchas de las recomendaciones surgidas en el debate actual, o bien ignoran el papel que desempeñan los profesores en la formación de los estudiantes como ciudadanos críticos y activos, o bien sugieren reformas que no tienen en cuenta la inteligencia, el punto de vista y la experiencia que puedan aportar los profesores al debate en cuestión. Allí donde los profesores entran de hecho en el debate, son objeto de reformas educativas que los reducen a la categoría de técnicos superiores encargados de llevar a cabo dictámenes y objetivos decididos por expertos totalmente ajenos a las realidades cotidianas de la vida del aula3 .

El mensaje implícito en esta práctica parece ser el de que los profesores no cuentan cuando se trata de examinar críticamente la naturaleza y el proceso de la reforma educativa. El clima político no parece favorable para los profesores en este momento. En todo caso, éstos tienen ante sí el reto de entablar un debate público con sus críticos, así como la oportunidad de comprometerse haciendo la autocrítica necesaria con respecto a la naturaleza y la finalidad de la preparación del profesorado, los programas de perfeccionamiento del profesorado y las formas dominantes de la enseñanza en el aula.

Por otra parte, el debate ofrece a los profesores la oportunidad de organizarse colectivamente para mejorar las condiciones de su trabajo y para demostrar a la opinión pública el papel central que debe reservarse a los profesores en cualquier intento viable de reforma de la escuela pública.

Para que los profesores y otras personas relacionadas con la escuela se comprometan en este debate es necesario desarrollar una perspectiva teórica que redefina la naturaleza de la crisis educativa y que al mismo tiempo proporcione la base para un punto de vista alternativo sobre la formación y el trabajo de los profesores. En pocas palabras, el reconocimiento de que la actual crisis educativa tiene mucho que ver con la tendencia progresiva a la reducción del papel de los profesores en todos los niveles educativos es un prerrequisito teórico necesario para que los docentes se organicen con eficacia y dejen oír colectivamente su voz en el actual debate. Además, este reconocimiento deberá luchar a brazo partido no sólo con la pérdida creciente de poder entre los profesores en lo que se refiere a las condiciones básicas de su trabajo, sino también con una percepción pública cambiante de su papel como profesionales de la reflexión a este debate y al desafío que el mismo origina examinando dos problemas importantes que necesitan de un cierto análisis para mejorar la calidad del «trabajo de profesor», que incluye tanto las tareas administrativas y algunos compromisos opcionales como la instrucción en el aula.

En primer lugar, opino que es necesario examinar las fuerzas ideoló- gicas y materiales que han contribuido a lo que podríamos llamar la proletarización del trabajo del profesor, es decir, la tendencia a reducir a los profesores a la categoría de técnicos especializados dentro de la burocracia escolar, con la consiguiente función de gestionar y cumplimentar programas curriculares en lugar de desarrollar o asimilar críticamente los currículos para ajustarse a preocupaciones pedagógicas específicas.

En segundo lugar, está la necesidad de defender las escuelas como instituciones esenciales para el mantenimiento y el desarrollo de una democracia crítica y también para defender a los profesores como intelectuales transformativos que combinan la reflexión y la práctica académica con el fin de educar a los estudiantes para que sean ciudadanos reflexivos y activos. En lo que resta del ensayo trataré de desarrollar estos puntos, examinando finalmente sus implicaciones para ofrecer una visión alternativa del trabajo de los profesores.

Los profesores como intelectuales transformativos A continuación trataré de defender la idea de que una manera de repensar y reestructurar la naturaleza del trabajo docente es la de contemplar a los profesores como intelectuales transformativos. La categoría de intelectual resulta útil desde diversos puntos de vista.

En primer lugar, ofrece una base teórica para examinar el trabajo de los docentes como una forma de tarea intelectual, por oposición a una definición del mismo en términos puramente instrumentales o técnicos. En segundo lugar, aclara los tipos de condiciones ideológicas y prácticas necesarias para que los profesores actúen como intelectuales. En tercer lugar, contribuye a aclarar el papel que desempeñan los profesores en la producción y legitimación de diversos intereses políticos, econó- micos y sociales a través de las pedagogías que ellos mismos aprueban y utilizan. Al contemplar a los profesores como intelectuales, podemos aclarar la importante idea de que toda actividad humana implica alguna forma de pensamiento. Ninguna actividad, por rutinaria que haya llegado a ser, puede prescindir del funcionamiento de la mente hasta una cierta medida.

Este es un problema crucial, porque al sostener que el uso de la mente es un componente general de toda actividad humana, exaltamos la capacidad humana de integrar pensamiento y práctica, y al hacer esto ponemos de relieve el núcleo de lo que significa contemplar a los profesores como profesionales reflexivos de la enseñanza. Dentro de este discurso, puede verse a los profesores como algo más que «ejecutores profesionalmente equipados para hacer realidad efectiva cualquiera de las metas que se les señale.

Más bien (deberían) contemplarse como hombres y mujeres libres con una especial dedicación a los valores de la inteligencia y al encarecimiento de la capacidad crítica de los jóvenes11».

La visión de los profesores como intelectuales proporciona, además, una fuerte crítica teórica de las ideologías tecnocráticas e instrumentales subyacentes a una teoría educativa que separa la conceptualización, la planificación y el diseño de los currículos de los procesos de aplicación y ejecu-ción.

Hay que insistir en la idea de que los profesores deben ejercer activamente la responsabilidad de plantear cuestiones serias acerca de lo que ellos mismos enseñan, sobre la forma en que deben enseñarlo y sobre los objetivos generales que persiguen. Esto significa que los profesores tienen que desempeñar un papel responsable en la configuración de los objetivos y las condiciones de la ense- ñanza escolar. Semejante tarea resulta imposible dentro de una división del trabajo en la que los profesores tienen escasa influencia sobre las condiciones ideológicas y económicas de su trabajo.

Este punto tiene una dimensión normativa y política que parece especialmente relevante para los profesores. Si creemos que el papel de la enseñanza no puede reducirse al simple adiestramiento en las habilidades prácticas sino que, por el contrario, implica la educación de una clase de intelectuales vital para el desarrollo de una sociedad libre, entonces la categoría de intelectual sirve para relacionar el objetivo de la educación de los profesores, de la instrucción pública y del perfeccionamiento de los docentes con los principios mismos necesarios para desarrollar una ordenación y una sociedad democráticas.

Personalmente he sostenido que el hecho de ver a los profesores como intelectuales nos capacita para empezar a repensar y reformar las tradiciones y condiciones que hasta ahora han impedido que los profesores asuman todo su potencial como académicos y profesionales activos y reflexivos. Creo que es importante no sólo ver a los profesores como intelectuales, sino también contextualizar en términos políticos y normativos las funciones sociales concretas que realizan los docentes.

De esta manera, podemos ser más específicos acerca de las diferentes relaciones que entablan los profesores tanto con su trabajo como con la sociedad dominante. Un punto de partida para plantear la cuestión de la función social de los profesores como intelectuales es ver las escuelas como lugares económicos, culturales y sociales inseparablemente ligados a los temas del poder y el control. Esto quiere decir que las escuelas no se limitan simplemente a transmitir de manera objetiva un conjunto común de valores y conocimientos.

Por el contrario, las escuelas son lugares que representan formas de conocimiento, usos lingüísticos, relaciones sociales y valores que implican selecciones y exclusiones particulares a partir de la cultura general. Como tales, las escuelas sirven para introducir y legitimar formas particulares de vida social. Más que instituciones objetivas alejadas de la dinámica de la política y el poder, las escuelas son de hecho esferas debatidas que encarnan y expresan una cierta lucha sobre qué formas de autoridad, tipos de conocimientos, regulación moral e interpretaciones del pasado y del futuro deberían ser legitimadas y transmitidas a los estudiantes.

Esta lucha es del todo evidente, por ejemaula y las mismas modalidades de evaluación. La idea de que los estudiantes presentan diferentes historias y encarnan diferentes experiencias, prácticas lingüísticas, culturas y talentos no alcanza ninguna importancia estratégica dentro de la lógica y del alcance explicativo de la teoría pedagógica gestionaria. Los profesores como intelectuales transformativos A continuación trataré de defender la idea de que una manera de repensar y reestructurar la naturaleza del trabajo docente es la de contemplar a los profesores como intelectuales transformativos. La categoría de intelectual resulta útil desde diversos puntos de vista.

En primer lugar, ofrece una base teórica para examinar el trabajo de los docentes como una forma de tarea intelectual, por oposición a una definición del mismo en términos puramente instrumentales o técnicos. En segundo lugar, aclara los tipos de condiciones ideológicas y prácticas necesarias para que los profesores actúen como intelectuales. En tercer lugar, contribuye a aclarar el papel que desempeñan los profesores en la producción y legitimación de diversos intereses políticos, econó- micos y sociales a través de las pedagogías que ellos mismos aprueban y utilizan. Al contemplar a los profesores como intelectuales, podemos aclarar la importante idea de que toda actividad humana implica alguna forma de pensamiento.

Ninguna actividad, por rutinaria que haya llegado a ser, puede prescindir del funcionamiento de la mente hasta una cierta medida. Este es un problema crucial, porque al sostener que el uso de la mente es un componente general de toda actividad humana, exaltamos la capacidad humana de integrar pensamiento y práctica, y al hacer esto ponemos de relieve el núcleo de lo que significa contemplar a los profesores como profesionales reflexivos de la enseñanza.

Dentro de este discurso, puede verse a los profesores como algo más que «ejecutores profesionalmente equipados para hacer realidad efectiva cualquiera de las metas que se les señale. Más bien (deberían) contemplarse como hombres y mujeres libres con una especial dedicación a los valores de la inteligencia y al encarecimiento de la capacidad crítica de los jóvenes11».

La visión de los profesores como intelectuales proporciona, además, una fuerte crítica teórica de las ideologías tecnocráticas e instrumentales subyacentes a una teoría educativa que separa la conceptualización, la planificación y el diseño de los currículos de los procesos de aplicación y ejecu- 10 Patrick Shanon, «Mastery Learning in Reading and the Control of Teachers», Language Arts 61 (septiembre de 1984), 488. 11 Scheffler, “University Scholarship”, pág. 11. Al contemplar a los profesores como intelectuales, podemos aclarar la importante idea de que toda actividad humana implica alguna forma de pensamiento. plo, en las exigencias de los grupos religiosos de derechas, que tratan de imponer la oración en la escuela, de retirar determinados libros de las bibliotecas escolares y de incluir algunas enseñanzas religiosas en los currículos científicos.

Naturalmente, también presentan sus propias demandas las feministas, los ecologistas, las minorías y otros grupos de interés que creen que las escuelas deberían ense- ñar estudios femeninos, cursos sobre el entorno o historia de los negros. En pocas palabras, las escuelas no son lugares neutrales, y consiguientemente tampoco los profesores pueden adoptar una postura neutral.

En el sentido más amplio, los profesores como intelectuales han de contemplarse en función de los intereses ideológicos y políticos que estructuran la naturaleza del discurso, las relaciones sociales de aula y los valores que ellos mismos legitiman en su enseñanza. Con esta perspectiva en la mente, quiero extraer la conclusión de que, si los profesores han de educar a los estudiantes para ser ciudadanos activos y críticos, deberían convertirse ellos mismos en intelectuales transformativos.

En la esfera política, al demostrarse que dicha instrucción representa una lucha para determinar el significado y al mismo tiempo una lucha en torno a las relaciones de poder. Dentro de esta perspectiva, la reflexión y la acción críticas se convierten en parte de un proyecto social fundamental para ayudar a los estudiantes a desarrollar una fe profunda y duradera en la lucha para superar las injusticias económicas, políticas y sociales y para humanizarse más a fondo ellos mismos como parte de esa lucha.

En este sentido, el conocimiento y el poder están inextricablemente ligados a la presuposición de que escoger la vida, reconocer la necesidad de mejorar su carácter democrático y cualitativo para todas las personas, equivale a comprender las condiciones previas necesarias para luchar por ello. Hacer lo político más pedagógico significa servirse de formas de pedagogía que encarnen intereses políticos de naturaleza liberadora; es decir, servirse de formas de pedagogía que traten los estudiantes como sujetos críticos, hacer problemático el conocimiento, recurrir al diálogo crítico y afirmativo, y apoyar la lucha por un mundo cualitativamente mejor para todas las personas.

En parte, esto sugiere que los intelectuales transformativos toman en serio la necesidad de conceder a los estudiantes voz y voto en sus experiencias de aprendizaje. Ello implica, además, que hay que desarrollar un lenguaje propio atento a los problemas experimentados en el nivel de la vida diaria, particularmente en la medida en que están relacionados con las experiencias conectadas con la práctica del aula. Como tal, el punto de partida pedagógico para este tipo de intelectuales no es el estudiante aislado, sino los individuos y grupos en sus múltiples contextos culturales, de clase social, raciales, históricos y sexuales, juntamente con la particularidad de sus diversos problemas, esperanzas y sueños.

Los intelectuales transformativos necesitan desarrollar un discurso que conjugue el lenguaje de la crítica con el de la posibilidad, de forma que los educadores sociales reconozcan que tienen la posibilidad de introducir algunos cambios. En este sentido los intelectuales en cuestión tienen que pronunciarse contra algunas injusticias económicas, políticas y sociales, tanto dentro como fuera de las escuelas.

Paralelamente, han de esforzarse por crear las condiciones que proporcionen a los estudiantes la oportunidad de convertirse en ciudadanos con el conocimiento y el valor adecuados para luchar con el fin de que la desesperanza resulte poco convincente y la esperanza algo práctico.

Por difícil que pueda parecer esta tarea a los educadores sociales, es una lucha en la que merece la pena comprometerse. Comportarse de otro modo equivaldría a negar a los educadores sociales la oportunidad de asumir el papel de intelectuales transformativos.

Fuente: http://2.bp.blogspot.com/_scHeD2Pty3c/ShhBKGxngFI/AAAAAAAAAB4/94mnd69kOc0/s320/girouxlecturestill.jpg

Fuente: http://www.revistadocencia.cl/new/wp-content/pdf/20101021065849.pdf

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