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Pedagogía de la Tierra y Cultura de la Sustentabilidad

América del Sur/Brasil/Julio del 2016/Moacir Gadotti/www.uyitskaan.org/

Por primera vez en la historia de la humanidad, no por efecto de armas nucleares, pero por el descontrol de la producción, podemos destruir toda la vida del planeta. Es a esa posibilidad que podemos llamar la era de la exterminación.

Pasamos del modo de producción al modo de la destrucción; tendremos que vivir de ahora en adelante enfrentando el permanente desafío de reconstruir el planeta. Tenemos quizás un poco más de 50 años para decidir si deseamos o no destruir el planeta. Los paradigmas clásicos que orientaron hasta ahora la producción y la reproducción de la existencia en el planeta pusieron en riesgo no solamente la vida del ser humano, sino todas las formas de vida existentes en la Tierra.

Las alertas se han dado durante varias décadas por científicos y filósofos desde los años ’60. Necesitamos de un nuevo paradigma que tenga como fundamento la Tierra. Por otra parte, vivimos en una era de la información próspera en tiempo real, de la globalización de la economía, pero para pocos, de la realidad virtual, de la Internet, de la eliminación de fronteras entre naciones, de educación a distancia, de oficinas virtuales, de robótica y de sistemas de producción automatizados y del entretenimiento. Vivimos el ciberespacio de la formación continuada.

Las nuevas tecnologías de información y de comunicación marcaron todo el siglo XX. Marx sostenía que el cambio en los medios de producción transformaba el modo y las relaciones de producción. Eso mismo sucedió con la invención de la escritura, del alfabeto, de la prensa, de la televisión y hoy está sucediendo con la Internet.

El desarrollo espectacular de la información, ya sea en lo que dice respecto a las fuentes, ya sea la capacidad de difusión, está generando una verdadera revolución que afecta no solamente la producción y el trabajo, pero principalmente la educación y la formación. El escenario está dado: globalización provocada por el avance de la revolución tecnológica, caracterizada por la internacionalización de la producción y por la expansión de los flujos financieros; regionalización caracterizada por la formación de bloques económicos; fragmentación que divide globalizadores y globalizados, centro y periferia, los que mueren de hambre y los que mueren por el excesivo consumo de alimentos, rivalidades regionales, enfrentamientos políticos, étnicos y confesionales, terrorismo.

El término «sustentabilidad» puede no ser muy apropiado para lo que pretendemos exponer a continuación, que es darle a ese concepto un nuevo significado. De hecho, es un término «sustentable» que asociado al desarrollo, sufrió un gran desgaste. Mientras para algunos es solamente un rótulo, para otros se tornó la propia expresión del absurdo lógico: desarrollo y sustentabilidad serian lógicamente incompatibles. Para nosotros es más que un calificativo del desarrollo. Va más allá de la preservación de los recursos naturales y de la viabilidad de un desarrollo sin agresión al medio ambiente. Implica un equilibrio del ser humano con él mismo y con el planeta, más aún, con el universo.

La sustentabilidad que defendemos se refiere al propio sentido de lo que somos, de dónde venimos y para donde vamos, como seres del sentido y donantes de sentido de todo lo que nos rodea.

Ese tema deberá dominar los debates educativos de las próximas décadas. ¿Qué estamos estudiando en las escuelas? ¿No estaremos construyendo una ciencia y una cultura que sirven para la degradación del planeta y de los seres humanos? La categoría de sustentabilidad debe ser asociada a la de planetaridad. La Tierra como un nuevo paradigma. Complejidad, universalidad, y la transdisciplinable aparecen como categorías asociadas al tema de planetaridad. ¿Qué implicaciones tiene esa visión del mundo sobre la educación?

El tema nos transporta a una ciudadanía planetaria, a una civilización planetaria, una conciencia planetaria. Una cultura de la sustentabilidad es también, por tanto, una cultura de planetaridad, o sea, una cultura que parte del principio de que la Tierra es constituida por una sola comunidad de seres humanos, los terráqueos, y que son ciudadanos de una única nación.

1. Sociedad sustentable Nuestra intención es lanzar a continuación el debate a respecto a una Pedagogía de la Tierra, que comprenda la ecopedagogía y la educación sustentable. Ese debate ya tuvo su inicio con el nacimiento del concepto de «desarrollo sustentable» utilizado por primera vez por la ONU en 1979, indicando que el desarrollo podría ser un proceso integral que debería incluir las dimensiones culturales, étnicas, políticas, sociales, y ambientales, y no solamente las dimensiones económicas. Ese concepto fue diseminado mundialmente por los informes del Worldwatch Institute en la década de los 80 y particularmente por el informe «Nuestro Futuro Común» elaborado por la Comisión de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y el Desarrollo, en 1987.

Muchas fueron las críticas hechas a ese concepto posteriormente, en numerosas ocasiones por su uso reducible y trivialización, a pesar de parecer «políticamente correcto» y «moralmente noble». Existen otras expresiones que tienen una base conceptual común y que son complementarias, tales como: «desarrollo humano», «desarrollo humano sustentable» y «transformación productiva con equidad». La expresión «desarrollo humano» tiene la ventaja de situar el ser humano en el centro del desarrollo. El concepto de desarrollo humano, cuyos ejes centrales son «equidad» y «participación», es un concepto aún en fase evolutiva y que se opone a la concepción neoliberal del desarrollo. Concibe la sociedad desarrollada como una sociedad equitativa que será lograda a través de la participación de las personas. Como el concepto de desarrollo sustentable, el concepto de desarrollo humano es mucho más amplio y, algunas veces, aún un poco vago. Las Naciones Unidas, en los últimos años, pasaron a usar la expresión «desarrollo humano» como indicador de calidad de vida basada en índices de salud, longevidad, madurez psicológica, educación, ambiente limpio, espíritu comunitario y entretenimiento creativo, que son también los indicadores de una sociedad sustentable, o sea, una sociedad capaz de satisfacer las necesidades de las generaciones de hoy sin comprometer la capacidad ni las oportunidades de las generaciones futuras.

Las críticas al concepto de desarrollo sustentable y a la propia idea de sustentabilidad parten del hecho que el ambientalismo trata separadamente los asuntos sociales y los asuntos ambientales. El movimiento conservacionista apareció como una tentativa elitista de los países ricos en el sentido de reservar grandes áreas naturales preservadas para su entretenimiento y contemplación, la Amazonía, por ejemplo.

No era una preocupación por la sustentabilidad del planeta, pero sí por la continuidad de sus privilegios, en contraste con las necesidades de la mayoría de la población. Ante esas críticas, el éxito de la lucha ecológica hoy depende mucho de la capacidad de los ecologistas de convencer a la mayoría de la población, al sector más pobre, de que se trata no solamente de limpiar los ríos, descontaminar el aire, reforestar los campos devastados para que podamos vivir en un planeta mejor en un futuro distante. Se trata de dar una solución, simultáneamente, a los problemas ambientales y a los problemas sociales. Los problemas que trata la ecología afectan no sólo al medio ambiente, sino que afectan al ser más complejo de la naturaleza que es el ser humano.

El concepto de «desarrollo» no es un concepto neutro. Tiene un contexto bien definido dentro de una ideología del progreso, que supone una concepción de historia, de economía, de sociedad y del propio ser humano. El concepto fue utilizado en una visión colonizadora, durante muchos años, la cual dividió a los países del globo en «desarrollados», «en desarrollo» y «subdesarrollados»… sujeto siempre a un patrón de industrialización y de consumo. Este concepto supone que todas las sociedades deberán orientarse por una única vía de acceso al bienestar y a la felicidad, alcanzables únicamente por la acumulación de bienes materiales. Se impusieron metas de desarrollo por medio de políticas económicas neo-colonialistas de los países llamados «desarrollados», en muchos casos, con un gran aumento de la miseria, de la violencia y del desempleo.

Conjuntamente con ese modelo económico, con sus ajustes a veces criminosos, fueron trasplantados valores éticos e ideales políticos que condujeron a la falta de estructuración de pueblos y naciones. No es de sorprenderse, por lo tanto, que muchos tengan reservas cuando se habla en desarrollo sustentable.

El tema desarrollo llevó a una «agonía del planeta». Tenemos hoy conciencia de una inminente catástrofe si no traducimos esa conciencia en acciones para retirar del desarrollo esa visión predatoria, concebirlo de una forma más antropológica y menos economista y salvar la Tierra.

Parece claro que entre sustentabilidad y capitalismo existe una incompatibilidad de principios. Esa es una contradicción de base que está incluso en el centro de todos los debates de la Carta de la Tierra y que puede hacerla inviable. Se intenta conciliar dos términos inconciliables. No son inconciliables en sí, metafísicamente. Son inconciliables en el actual contexto de la globalización capitalista. El concepto de desarrollo sustentable es impensable e inaplicable en ese contexto. El fracaso de la Agenda 21 lo demuestra. En ese contexto, el «desarrollo sustentable» es tan inconciliable como la «transformación productiva con equidad» defendida por la CEPAL. ¿Cómo puede existir un crecimiento con equidad, un crecimiento sustentable en una economía volcada hacía la ganancia, por la acumulación ilimitada, por la exploración del trabajo y no por las necesidades de las personas? Llevado a sus últimas consecuencias, la utopía o el proyecto del «desarrollo sustentable», pone en duda no solamente el crecimiento económico ilimitado y predador de la naturaleza, sino las formas de la producción capitalista. Eso solamente tendría sentido en una economía solidaria, una economía volcada a la «compasión» y no a la ganancia

Los graves problemas socio-ambientales y las críticas al modelo de desarrollo fueron generando en la sociedad mayor conciencia ecológica en las últimas décadas. Aunque esa conciencia no haya aún provocado cambios significativos en el modelo económico y en los rumbos de las políticas gubernamentales, algunas experiencias concretas apuntan hacia una creciente sociedad sustentable en marcha, como lo demostró la Conferencia de Asentamientos Humanos Hábitat II, organizada por las Naciones Unidas en Estambul, Turquía, en 1997. En esa Conferencia fueron presentadas experiencias concretas de lucha contra la «crisis urbana», como es la violencia, el desempleo, la falta de vivienda, transporte y salubridad, que viene degradando el medio ambiente y la calidad de vida. Esas experiencias apuntan hacia el nacimiento de una ciudad sustentable. Las políticas de sustentabilidad económica y social, poco a poco, van apareciendo, constituyéndose en una esperanza real de que aún estamos a tiempo para enfrentar «nuestros desafíos globales».

2. Educación sustentable La sensación de pertenencia al universo no comienza en la edad adulta, ni tampoco por un acto razonable. Desde la infancia, nos sentimos unidos con algo que es mucho mayor que nosotros. Desde niños nos sentimos profundamente unidos al universo y nos colocamos delante de él con una expresión mixta de respeto y asombro. A través de nuestra vida, buscamos respuestas a lo que somos, de dónde vinimos, para dónde vamos, en fin, cual es el sentido de nuestra existencia. Es una búsqueda incesante que jamás termina. La educación puede jugar un papel preponderante en ese proceso si nos enseña a valorar muchos asuntos filosóficas fundamentales, pero también, se logra explorar al lado del conocimiento esa capacidad que todos tenemos de encantarnos con nuestro universo. Hoy, tomamos conciencia de que el sentido de nuestras vidas no está separado del sentido del propio planeta. Frente a la degradación de nuestras vidas en el planeta llegamos a una verdadera encrucijada entre un caminoTecnozoico, que pone toda la fe en la capacidad de la tecnología de sacarnos de la crisis sin cambiar nuestro estilo contaminador y consumista de vida, y un camino Ecozoico, basado en una nueva relación saludable con el planeta, reconociendo que somos parte de un mundo natural, viviendo en armonía con el universo, caracterizado por las actuales preocupaciones ecológicas. Tenemos que escoger. Esto definirá nuestro futuro. Realmente, no me parece que sean caminos totalmente opuestos. La tecnología y el humanismo no se contraponen. Pero, claro está, hubo excesos en nuestro estilo contaminador y consumista de vida que no es producto de la tecnología, sino del modelo económico. Esto es lo que debe ser visto como la causa, y constituye uno de los roles en el que deberá orientarnos la educación sustentable o ecológica.

El desarrollo sustentable, visto de una forma crítica, tiene un componente educativo formidable: la preservación del medio ambiente depende de una conciencia ecológica y la formación de la conciencia depende de la educación. Aquí entra en escena la Pedagogía de la Tierra, la ecopedagogía. Ésta constituye una pedagogía para la promoción del aprendizaje del «sentido de las cosas a partir de la vida cotidiana», como dicen Francisco Gutiérrez y Cruz Prado en su libro ecopedagogía y ciudadanía planetaria (São Paulo, IPF/Cortez, 1998). Encontramos el sentido al caminar, viviendo el contexto y el proceso de abrir nuevos caminos; no solamente observando el camino.

Es, por consiguiente, una pedagogía democrática y solidaria. La investigación de Francisco Gutiérrez y Cruz Prado sobre la ecopedagogía se originó en la preocupación en el sentido de la vida cotidiana. La formación está ligada al espacio/tiempo en el cual se realizan concretamente las relaciones entre el ser humano y el medio ambiente. Éstas se encuentran sobre todo a nivel de sensibilidad del individuo, mucho más que en a nivel de la conciencia. Por lo tanto, se encuentran mucho más al nivel de la subconciencia: no las percibimos y, muchas veces, no sabemos cómo suceden. Es necesaria una ecoformación para volverlas conscientes. Y la ecoformación necesita de una ecopedagogía. Como destaca Gastón Pineau en su libro De l’air: essai sur l’écoformation (París, Païdeia, 1992) una serie de referencias se asocian para eso:

la inspiración bachelardiana, los estudios del imaginario, el abordaje de la transversalidad, de la transdisciplinalidad y de la interculturalidad, el constructivismo y la pedagogía de la alternancia. Necesitamos una ecopedagogía y una ecoformación hoy, necesitamos de una Pedagogía de la Tierra, justamente

Necesitamos una ecopedagogía y una ecoformación hoy, necesitamos de una Pedagogía de la Tierra, justamente porque sin esa pedagogía para la reeducación del hombre o la mujer, principalmente del hombre occidental, prisionero de una cultura cristiana predatoria, no podremos hablar más de la Tierra como un hogar, como un abrigo, para el «bicho-hombre», como lo dice Paulo Freire. Sin una educación sustentable, la Tierra continuará solamente siendo considerada como el espacio de nuestro sustento y del dominio técnico-tecnológico, objeto de nuestras investigaciones, ensayos, y, algunas veces, de nuestra contemplación. Pero no será el espacio de vida, el espacio de nuestro abrigo, del «cuidado» (Leonardo Boff, Saber cuidar, Petrópolis, Vozes, 1999). No aprendemos a amar la Tierra leyendo libros sobre esa materia, ni tampoco en libros de ecología integral. La experiencia propia es lo que cuenta. Sembrar y acompañar el crecimiento de un árbol o de una plantita, caminando por las calles de la ciudad o aventurándose en una floresta, escuchando el canto de los pájaros en las mañanas asoleadas o quien sabe, observando como el viento mueve las hojas, sintiendo la arena caliente de nuestras playas, mirando las estrellas en una noche oscura.

Existen muchas formas de encantamiento y de emoción frente a las maravillas que la naturaleza nos brinda. Es lógico que exista la polución, la degradación ambiental para recordarnos que podemos destruir esa maravilla y para formar nuestra conciencia ecológica y movernos hacia la acción.

Acariciar una planta, contemplar con ternura una puesta del sol, oler el perfume de una hoja de pitanga (frutilla), de guayaba, de naranja o de ciprés, del eucalipto… son múltiples formas de vivir en relación permanente con este planeta generoso y compartir la vida con todos los que en él habitan o lo componen. La vida tiene sentido, pero ella sólo existe cuando existe en relación. Como dice el poeta brasileño Carlos Drummond de Andrade: «Soy un hombre disuelto en la naturaleza. Estoy floreciendo en todos los robles». Eso Drummond sólo podría decirlo aquí en la Tierra. Se estuviese en otro planeta del sistema solar, no diría lo mismo. Solamente la Tierra es amigable con el ser humano. Los demás planetas son, honestamente, hostiles a él, aunque hayan sido originados por el mismo polvo cósmico. ¿Existirán otros planetas fuera del sistema solar que alberguen vida, quizás una vida inteligente? Si tomamos en consideración que la materia de la cual se originó el universo es la misma, es muy probable que así sea. Pero, por ahora, solo contamos con uno que es indudablemente nuestro amigo.

Tenemos que aprender a amarlo. ¿Cómo se traduce en la educación el principio de la sustentabilidad? Se traduce por preguntas como: ¿Hasta qué punto hay sentido en lo que hacemos? ¿Hasta qué punto nuestras acciones contribuyen con la calidad de vida de los pueblos y con su felicidad? ¿Es la sustentabilidad un principio reorientador de la educación y principalmente de los currículos, objetivos y métodos? Es en ese contexto de evolución de la propia ecología que aparece, y que aún gatea, lo que llamamos «ecopedagogía», inicialmente llamada de «pedagogía del desarrollo sustentable» y que hoy ultrapasó ese sentido.

La ecopedagogía se está desarrollando sea como un movimiento pedagógico, sea como un abordaje curricularComo la ecología, la ecopedagogía también puede ser entendida como un movimiento social y político. Como todo movimiento nuevo, en proceso, en evolución, él es complejo y, puede tomar diferentes direcciones, y algunas veces contradictorias. Él puede ser entendido diferentemente como lo son las expresiones «desarrollo sustentable» y «medio ambiente». Existe una visión capitalista del desarrollo sustentable y del medio ambiente que, por ser anti-ecológica, debe ser considerada como una «trampa», como viene argumentando Leonardo Boff.

La ecopedagogía también implica una reorientación de los currículos para que incorporen ciertos principios defendidos por ella. Estos principios deberían, por ejemplo, orientar la concepción de los contenidos y la elaboración de los libros didácticos. Jean Piaget nos enseñó que los currículos deben contemplar lo que es significativo para el alumno. Sabemos que eso es correcto, pero incompleto. Los contenidos curriculares tienen que ser significativos para el alumno, y solo serán significativos para él, si esos contenidos son significativos también para la salud del planeta, para un contexto más amplio.

Colocada en este sentido, la ecopedagogía no es una pedagogía a más, al lado de otras pedagogías. Ella solo tiene sentido como proyecto alternativo global donde la preocupación no está apenas en la preservación de la naturaleza (Ecología Natural) o en el impacto de las sociedades humanas sobre los ambientes naturales (Ecología Social), pero en un nuevo modelo de civilización sustentable desde el punto de vista ecológico (Ecología Integral) que implica un cambio en las estructuras económicas, sociales y culturales. Ella está unida, por lo tanto, a un proyecto utópico: cambiar las relaciones humanas, sociales y ambientales que tenemos hoy. Aquí está el sentido profundo de la ecopedagogía, el de una Pedagogía de la Tierra, como la llamamos.

La ecopedagogía no se opone a la educación ambiental. Todo lo contrario, para la ecopedagogía la educación ambiental es una conjetura. La ecopedagogía la incorpora y ofrece estrategias, propuestas y medios para su realización concreta. Fue justamente durante la realización del Foro Global 92, en el cual se discutió mucho la educación ambiental, que se percibió la importancia de una pedagogía del desarrollo sustentable o de una ecopedagogía. Hoy, sin embargo, la ecopedagogía se ha convertido en un movimiento y en una perspectiva de educación mayor que una pedagogía del desarrollo sustentable. Ésta se inclina más hacia la educación sustentable, hacia una ecoeducación, que es mucho más amplia que la educación ambiental. La educación sustentable no se preocupa solamente por una relación saludable con el medio ambiente, sino también con el sentido más profundo de lo que hacemos con nuestra existencia, a partir de nuestra vida cotidiana.

Conciencia planetaria, ciudadanía planetaria, civilización planetaria La globalización, impulsada sobre todo por la tecnología, parece determinar cada vez más nuestras vidas. Las decisiones sobre lo que nos pasa en nuestro día a día parece que se nos escapa, por tomarlas lejos de nosotros mismos, comprometiendo nuestro papel de sujetos de la historia. Pero esto no está bien. Como fenómeno y como proceso, la globalización se volvió irreversible, pero no ese tipo de globalización. el globalismo. al cual estamos sometidos hoy: la globalización capitalista. Sus efectos más inmediatos son el desempleo, la profundización de las diferencias entre los pocos que tienen mucho y los muchos que tienen poco, la pérdida de poder y autonomía de muchos Estados y de muchas Naciones.

Tenemos entonces que distinguir los países que hoy comandan la globalización, los globalizadores (países ricos), de los países que sufren la globalización, los países globalizados (pobres). Dentro de este complejo fenómeno podemos distinguir también la globalización económica, realizada por las transnacionales, de la globalización de la ciudadanía. Ambas se utilizan de la misma base tecnológica, pero con lógicas opuestas. La primera, sometiendo Estados y Naciones, es comandada por el interés capitalista; la segunda globalización es la realizada a través de la Organización de la Sociedad Civil. La Sociedad Civil globalizada es la respuesta que la Sociedad Civil como un todo y las ONGs están dando hoy a la globalización capitalista. En este sentido, el Foro Global 92 se constituyó en un evento de los más significativos del final del siglo XX: dio gran impulso a la globalización de la ciudadanía. Hoy, el debate con relación a la Carta de la Tierra se está constituyendo en un factor importante de construcción de esta ciudadanía planetaria. Cualquier pedagogía, pensada fuera de la globalización y del movimiento ecológico, tiene hoy serios problemas de contextualización.

«Extranjero yo no voy a ser. Ciudadano del mundo yo soy», dice una de las letras de una música cantada por el cantante brasileño Milton Nascimento. Si los niños de nuestras escuelas entendiesen con profundidad el significado de las palabras de esta canción, estarían iniciando una verdadera revolución pedagógica y curricular. ¿Cómo puedo sentirme extranjero en cualquier territorio del planeta si pertenezco a un único territorio, la Tierra? ¡No hay lugar para extranjero entre los terráqueos, en la Tierra! Si soy ciudadano del mundo, no pueden existir para mí las fronteras. Las diferencias culturales, geográficas, raciales y todas las demás diferencias se debilitan, frente de mi sentimiento de pertenencia a la Humanidad.

La noción de ciudadanía planetaria (mundial) se sustenta en la visión unificadora del planeta y de una sociedad mundial. Ella se manifiesta en diferentes expresiones: «nuestra humanidad común», «unidad en la diversidad», «nuestro futuro común», «nuestra patria común», «ciudadanía planetaria». Ciudadanía Planetaria es una expresión adoptada para expresar un conjunto de principios, valores, actitudes y comportamientos que demuestra una nueva percepción de la Tierra como una única comunidad, con frecuencia asociada al «desarrollo sustentable», mucho más amplia de lo que esa relación con la economía. Se trata de un punto de referencia ético indisociable de la civilización planetaria y de la ecología. La Tierra es «Gaia», un súper organismo vivo y en evolución, todo lo que sea hecho en ella se verá reflejado en todos sus hijos.

La cultura de la sustentabilidad supone una pedagogía de sustentabilidad que tome conciencia de la gran tarea de formar la ciudadanía planetaria. Ese es un proceso ya en marcha. La educación para la ciudadanía planetaria está comenzando a través de numerosas experiencias que, aunque muchas de ellas sean locales, apuntan hacia una educación para sentirnos miembros mucho más allá de la Tierra, para vivir una ciudadanía cósmica. Los desafíos son enormes tanto para los educadores como para los responsables de los sistemas educativos. Pero ya existen ciertas señales, en la propia sociedad, que apuntan hacia una creciente búsqueda no solamente de temas espirituales y de autoayuda, sino de un conocimiento científico más profundo del universo.

Movimiento por la ecopedagogía Esa travesía del milenio se caracteriza por un gran avance tecnológico y también por una enorme inmadurez política: mientras que la Internet nos pone en el centro de la Era de la Información, el gobierno humano sigue siendo muy pobre, generando miserias y deterioración. Podemos destruir toda la vida del planeta. Quinientas (500) empresas transnacionales controlan un 25% de la actividad económica mundial y un 80% de las innovaciones tecnológicas. La globalización económica capitalista debilitó los Estados Nacionales imponiendo límites para su autonomía, subordinándolos a la lógica económica de las transnacionales. Gigantescas deudas externas gobiernan algunos países e impiden la implantación de políticas sociales ecualizadores.

Las empresas transnacionales trabajan para 10% de la población mundial que se sitúa en los países más ricos, generando una tremenda exclusión. Ese es el escenario de la travesía, un escenario aún más problemático por la falta de alternativas. Los paradigmas clásicos están agotando sus posibilidades de responder adecuadamente a ese nuevo contexto. No logran explicar esa travesía, mucho menos, pasar por ella.

Muchos falsos profetas y charlatanes ofrecen soluciones mágicas. Una nueva espiritualidad surge muy bien aprovechada por las merco-religiones. La respuesta dada por el estatismo burocrático y autoritario es tan deficiente como el neoliberalismo del dios mercado. El neoliberalismo propone más poder para las transnacionales y los estadistas proponen más poder para el Estado, reforzando sus estructuras. En el medio de todo eso está el ciudadano común que no es, ni empresario, ni Estado. La respuesta parece estar más allá de estos dos modelos clásicos, pero seguramente no en una supuesta «tercera vía» que desea solamente dar sobrevida al capitalismo sofisticando la dominación política, la exploración económica y provocando una enorme exclusión social. La respuesta parece venir hoy del fortalecimiento del control ciudadano frente al Estado y al Mercado, a la Sociedad Civil fortaleciendo su capacidad de gobernarse y controlar el desarrollo. Aquí entra el papel importante de la educación, de la formación para la ciudadanía activa.

Podemos decir que hay una comunidad sustentable que vive en armonía con su medio ambiente, no provocando daños a otras comunidades, ni para la comunidad de hoy, y ni para la de mañana. Y eso no puede constituirse solamente en un compromiso ecológico, pero ético-político, alimentado por una pedagogía, o sea, por una ciencia de la educación y una práctica social definida. En ese sentido, la ecopedagogía, inserta en ese movimiento socio-histórico, formando ciudadanos capaces de escoger los indicadores de calidad de su futuro, se constituye en una pedagogía completamente nueva e intensamente democrática.

Las pedagogías clásicas eran antropocéntricas. La ecopedagogía parte de una conciencia planetaria (géneros, especies, reinos, educación formal, informal y no-formal…). Ampliemos nuestro punto de vista. Del hombre para el planeta, por encima de géneros, especies y reinos. De una visión antropocéntrica para una conciencia planetaria, para una práctica de ciudadanía planetaria y para una nueva referencia ética y social: la civilización planetaria. No se puede decir que la ecopedagogía representa ya una tendencia concreta y notable en la práctica de la educación contemporánea. Si ella ya tuviera sus categorías definidas y elaboradas, ella estaría totalmente equivocada, pues una perspectiva pedagógica no puede nacer de un discurso elaborado por especialistas. Al contrario, el discurso pedagógico elaborado es el que nace de una práctica concreta, probada y comprobada.

Laecopedagogía está aún en formación y en formulación como teoría de la educación. Ella está manifestándose en muchas prácticas educativas que el «Movimiento por la ecopedagogía», liderado por el Instituto Paulo Freire, intenta congregar. El Movimiento por la ecopedagogía, nacido en el seno de la iniciativa de la Carta de la Tierra, está dando apoyo al proceso de discusión de la Carta de la Tierra, indicando justamente una metodología apropiada que no sea la metodología de la simple «proclamación» gubernamental, de una declaración formal, pero la traducción de un proceso vivido y por la participación crítica de la «demanda», como lo dice Francisco Gutiérrez. La Carta de la Tierra debe ser entendida sobretodo como un movimiento ético global para llegarse a un código de ética planetario, sosteniendo un núcleo de principios y valores que hacen frente a la injusticia social e a la falta de equidad reinante en el planeta. Cinco cimientos sostienen a ese núcleo: a) derechos humanos; b) democracia y participación; c) equidad; d) protección de la minoría; e) resolución pacífica de los conflictos. Esos cimientos son frutos de una visión del mundo solidaria y respetuosa de la diferencia (conciencia planetaria). El intercambio planetario que ocurre hoy en función de la expansión de las oportunidades de acceso a la comunicación, notablemente a través de la Internet, deberá facilitar el diálogo ínter y transcultural y el desarrollo de esta nueva ética planetaria. La campaña de la Carta de la Tierra agrega un nuevo valor y ofrece un nuevo impulso a ese movimiento por la ética en la política, en la economía, en la educación, etc. Ella se hará realmente fuerte y, quizás, decisiva, en el momento en que representar un proyecto de futuro un contra proyecto global y local al proyecto político-pedagógico, social y económico neoliberal, que no solamente es intrínsecamente insostenible, como también esencialmente injusto y deshumano.

La Tierra como paradigma Gaia, igual vida. Muchos entienden que es ilegítimo considerar la Tierra como un organismo vivo. Esta calidad la Tierra no tendría. Miremos la vida solamente por la percepción que tenemos de la nuestra y de la vida de los animales y de las plantas. Es verdad, no tenemos el distanciamiento que tienen, en el espacio, los astronautas, pero podemos tener el mismo distanciamiento de los astronautas en el tiempo, mucho más dilatado que el nuestro propio tiempo de vida. La «hipótesis Gaia» que concibe la Tierra como un súper organismo complejo, vivo y en evolución, encuentra respaldo en su historia de billones de años. La primera célula apareció hace ya 4 billones de años. De ese tiempo hacia ahora el proceso evolucionado de la vida no ha cesado de presentar complejidad, formando ecosistemas interdependientes dentro del macrosistema Tierra que, por su vez, es un microsistema, si comparado con el macrosistema del Universo. Solamente logramos entender la Tierra como un ser vivo distanciándonos de ella en el tiempo y en el espacio.

La visión que los astronautas tuvieron «de lejos» los cambió muchísimo a ellos y también a nosotros mismos que no vivimos directamente esa fantástica experiencia. No solo ella fue vista como una bola azul en el medio de la oscuridad del universo, pero fue percibida como una sola unidad. Por lo tanto interfirió también en la visión que tenemos de nosotros mismos, como una «única comunidad» (Leonardo Boff), como un «sistema vivo» (Fritjop Capra). Esa visión cambió nuestra conciencia, con el paradigma que nos orientaba hasta entonces. Con la conciencia planetaria nació nuestra conciencia de ciudadanía planetaria.

Es verdad, el paradigma de la razón instrumental nos condujo a la violencia y a la negación de valores humanos fundamentales como la intuición, la emoción, la sensibilidad. Somos humanos porque sentimos, percibimos, amamos, soñamos. Pero hay también un peligro o una trampa en ese nuevo paradigma: él puede llevarnos a la contemplación de la naturaleza y hasta a la mistificación de la realidad, a una espiritualidad canalizada por una religiosidad basada en la pasividad. En vez de la solidaridad y de la lucha por la justicia, estaríamos esperando por un mundo mejor sin trabajo, sin esfuerzo, sin conquista, sin sacrificios. Nuevos valores humanos que no toman en cuenta la complejidad y la contradicción inherente a todos los seres, objetos y procesos destruye la posibilidad de un cambio cualitativo en dirección de un nuevo y necesario proyecto civilizacional. Para dimensionarnos como miembros de un inmenso cosmos, para que asumamos nuevos valores, basados en la solidaridad, en la afectividad, en la trascendencia y en la espiritualidad, para superar la lógica de la competitividad y de la acumulación capitalista, debemos abrir un difícil camino. Ningún cambio es pacífico.

Pero él no se hará realidad, orando, rezando, solamente por nuestro puro y sincero deseo de cambiar el mundo. Como nos enseñó Paulo Freire, cambiar el mundo es urgente, difícil y necesario. Pero para cambiar el mundo es necesario conocer, leer el mundo, entender el mundo, también científicamente, no solamente emocionalmente, y, sobretodo, intervenir en él, organizacionalmente. El racionalismo debe ser condenado sin condenar el uso de la razón. La lógica racionalista nos llevó a saquear la naturaleza, nos llevó a la muerte en nombre del progreso. Pero la razón también nos llevó a la descubierta de la planetarización. La poética y emocionante afirmación de los astronautas de que la Tierra era azul fue posible después de millones de años de dominio racional de las leyes de la propia naturaleza.

Debemos condenar la racionalización sin condenar la racionalidad. Al llegar a la Luna por primera vez, el astronauta Neil Amstrong afirmó: «un pequeño paso para el hombre y un gran paso para la humanidad». Eso fue posible a través de un descomunal esfuerzo humano colectivo que tomó en consideración todo el conocimiento técnico, científico y tecnológico acumulado hasta entonces por la humanidad.

Eso no es nada despreciable. Si hoy formamos redes de redes en el enmarañado mundo de la comunicación planetaria por la Internet, eso fue posible gracias al uso tanto de la imaginación, de la intuición, de la emoción, cuanto de la razón, por el gigantesco y sufrido esfuerzo humano para descubrir cómo podremos vivir mejor en este planeta, como podremos interactuar con él. Es cierto que lo hemos hecho de manera equivocada. Nos consideramos «superiores» gracias a nuestra racionalidad y exploramos la naturaleza sin cuidado, sin respecto por ella. No nos relacionamos con la Tierra ni con la vida con emoción, con afecto, con sensibilidad. En ese campo estamos apenas gateando. Pero, estamos aprendiendo. Estamos presenciando el nacimiento del ciudadano planetario.

Aún no logramos imaginarnos todas las consecuencias de ese singular evento. En ese momento sentimos, percibimos, nos emocionamos con ese hecho, pero no conseguimos adecuar nuestras mentes y nuestras formas de vida a ese acontecimiento espectacular en la historia de la humanidad. Percibimos, como Edgar Morin, que es necesario ecologizar todo, y así, ensayaremos la vida en este nuestro planeta cuyos habitantes descubrirán la planetarización. ¿Qué podemos hacer desde ya? Podemos interrogarnos profundamente sobre los paradigmas que nos orientaron hasta hoy y ensayar la vivencia de un nuevo paradigma que es la Tierra vista como una única comunidad. Y continuar caminando, juntos, para que logremos llegar «allá» aún a tiempo. Moacir Gadotti es profesor titular de la Universidad de São Paulo, Director del Instituto Paulo Freire y autor de varias obras, entre ellas: La educación contra la educación (Paz y Tierra, 1979: Francés y Portugués), Invitación a la lectura de Paulo Freire (Scipione, 1988: Portugués, Español, Inglés, Japonés e Italiano), Historia de las ideas pedagógicas (Ática, 1993: Portugués y Español), Pedagogía de praxis (Cortes, 1994: Portugués, Español e Inglés), Perspectivas actuales de la educación (Artes Médicas, 2000) y Pedagogía de la Tierra (Petrópolis, 2000). Este artículo es el resultado de diversos debates en encuentros y en congresos y especialmente en la Conferencia Continental de las Américas, en diciembre de 1998, en Cuiabá (MT) y durante el Primer Encuentro Internacional de la Carta de la Tierra en la Perspectiva de la Educación, organizado por el Instituto Paulo, con el apoyo del Consejo de la Tierra y de la UNESCO, del 23 al 26 de Agosto de 1999, en São Paulo y del I Foro Internacional sobre Ecopedagogía, realizado en la Facultad de Sicología y Ciencias de la Educación de la Universidad del Porto, Portugal, del 24 al 26 de marzo de 2000. El autor viene acompañando ese tema desde 1992 cuando representó la ICEA (Internacional Community Education Association) en la Rio-92 (Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo), llamada de «Cúpula de la Tierra», que elaboró y aprobó la Agenda 21. En el Foro Global-92, en la misma época, coordinó, al lado de Moema Viezer, Fabio Cascino, Nilo Diniz y Marcos Sorrentino, la «Jornada Internacional de Educación Ambiental» que elaboró el «Tratado de Educación Ambiental para Sociedades Sustentables y Responsabilidad Global». Este texto retoma ideas tratadas en el libro Pedagogía de la Tierra publicado por la Editora Petrópolis de São Paulo.

Fuente:http://www.uyitskaan.org/wp-content/uploads/2015/06/Pedagog%C3%ADa-de-la-Tierra-y-Cultura-de-la-Sustentabilidad.pdf

Fuente imagen : https://quintacohorte2013.files.wordpress.com/2015/05/environmental-protection-326923_1280.jpg?w=551&h=367

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Integración sur–sur: reto para los estudios comparados en educación

 Centro américa/Cuba/  Rosa María Massón Cruz/Julio 2016/www.cubaeduca.cu

La relación sociedad–educación escolarizada ha estado en el centro de los estudios de las ciencias de la educación. Dentro de este sistema de ciencias, la educación comparada estudia las relaciones que se establecen entre la proyección, planificación y puesta en práctica de las políticas y los sistemas educativos. La primera aproximación a una concepción metodológica para la comparación de las políticas y de los sistemas educativos nacionales, fue propuesta por el francés Marco Antonio Jullien de París en el siglo XIX. Su trabajo no influyó en los primeros comparativistas, los que de manera empírica indagaban en otras realidades educativas para describir lo que en ellas sucedía y tratarlas de aplicar, tal y como se manifestaban, sin realizarles adecuación a sus países, por ello se consideraron “viajeros” que pedían “préstamos educacionales”. El comienzo del siglo XX fue significativo para la educación comparada: el inglés Michael Sadler fundamentó las primeras nociones de cómo se manifiestan las relaciones y las influencias entre la sociedad, la política y el sistema educativo nacional. El estudio de esta relación, sirvió de punto de partida para que un grupo de comparativistas (I. Kandel, N. Hans, F. Schneider y G. Bereday), desde diferentes referentes, fundamentaran una concepción teórico–metodológica para realizar los estudios comparados de las políticas y los sistemas educativos nacionales dentro y estrechamente relacionados con el contexto económico, político y social. De la labor de estos investigadores se llegó a la certeza de que copiar las experiencias educativas de un sitio a otro no era posible sin que estas sufrieran transformaciones.

El fin de la Segunda Guerra Mundial y las modificaciones de las relaciones internacionales entre los países trajo, entre otras consecuencias, la configuración de bloques de países de características económicas y sociales diferentes. Uno de esos bloques, como consecuencia de los siglos de colonización y las deformaciones económicas y socio– culturales a que fueron expuestos, comienza a ser denominado como países dependientes, en vías de desarrollo o simplemente subdesarrollados.

A diferencia de los anteriores, para la mayoría de los países que constituyeron el escenario real de la guerra, sus economías, a pesar de la lógica afectación, tenían la posibilidad de una pronta recuperación por los niveles antes logrados. Estos, en la medida que se recuperaban del evento, lograban estabilizar y continuar desarrollando su educación escolarizada, pero los que habían sufrido los efectos de la colonización, aunque fueran ya reconocidas como naciones, no lograron desprenderse de las ataduras de la dependencia creadas por siglos, ni satisfacer a través de la educación escolarizada las demandas de sus poblaciones.

Estas relaciones internacionales influyeron en el rumbo y naturaleza de los estudios comparados en educación. La imposibilidad de que los servicios educativos estuvieran al alcance de todos, y que sectores como las minorías étnicas, los campesinos y las mujeres tuvieran menos oportunidades aún, se hizo presente, ya que la expansión de los servicios educativos no era suficiente para que se cumpliera en la práctica, lo proyectado como principios básicos de la políticas educativa.

Ante estas problemáticas educativas, que se repetían y se generalizaban en los países de economías dependientes, se comenzó a plantear que una de las vías para solucionarlas se debía basar en el apoyo foráneo, tanto desde el punto de vista financiero como técnico. Este apoyo se comenzó a materializar fundamentalmente a través de organismos einstituciones internacionales creadas para este fin, como por ejemplo la UNESCO.

En la medida que estas actividades de cooperación e investigaciones se fueron ampliando, se sumaron a este propósito otros organismos e instituciones que surgieron con otro fin, fundamentalmente económico, pero que, al aumentar su protagonismo en las relaciones internacionales, se han especializado también en la esfera educativa. Este es el caso del Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, el Banco Interamericano de Desarrollo, entre otros.

De estas organizaciones centrales han surgido proyectos regionales como la Oficina Regional de Educación para América Latina y el Caribe (ORELAC), y la Comisión Económica para América Latina. Realizar estudios comparados en educación se convirtió en la base de esta “tipo de colaboración”, que, en sentido general desde su surgimiento y aún en la actualidad, ha estado condicionada por proponer proyectos de colaboración que, en muchos caso, no han tenido en cuenta las características específicas de cada contexto donde se aplican dichas propuestas.

Los estudios comparados en educación que se dirigen desde estos organismos e instituciones, no han logrado tener en muchos casos los resultados esperados, porque han analizado los fenómenos educativos de manera general, homogénea y con una aparente neutralidad (Cruevello de Silveira, 1992; Popkewitez y Pereyra, 1997; Garrido, 2000; Arnove, 2003; Mendoza, 2003; Massón, 2004), desconociendo la mediaciones que se dan entre lo proyectado y lo aplicado por los diferentes autores, en contextos educativos diversos.

Las dinámicas económicas y sociales han cambiado en los países de Latinoamérica en la actualidad, las que se 5 caracterizan por encontrar vías de colaboración a través de las relaciones (MERCOSUR, ALBA).

Esta colaboración sin imposición, ha generado proyectos de desarrollo educacionales y culturales, creando con ello un nuevo marco para realizar estudios comparados en educación que contribuya, desde el conocimiento de los fundamentos de esta ciencia, a comprender la realidad del otro, en la medida que se colabora para, conjuntamente, poner en marcha sueños tan largamente acariciados como el de lograr “Educación para todos en condiciones de equidad”.

De esta manera las relaciones Sur–Sur se configuran como un nuevo contexto para realizar estudios comparados en educación y la propuesta que se propone para realizar de estos estudios puede ser factible en estas condiciones de colaboración .

Para finalizar, los nuevos espacios de colaboración e intercambio entre países con el propósito de hacer cumplir sus políticas educativas, podrán ser mucho mas eficientes si se logra a aplicar los presupuestos teórico – metodológicos de los estudios comparados en educación. Los proyectos de colaboración para la puesta en práctica de las políticas educativas emergentes, se configuran como espacios socioeducativo que privilegia las iniciativas de cambios que surgen cuando se consideran las opiniones y necesidades de los sujetos que participan en dichos proyectos y las particularidades de los contextos donde se aplican. La incorporación de la comunidad de educadores a los estudios comparados permitirá que se encuentren explicaciones sobre las influencias de los problemas educativos generales en los contextos educativos donde se ponen en práctica los proyectos de colaboración, logrando con ello ser viable los objetivos que se proponen.

Bibliografía

Corvalán M Ana María, “El financiamiento de la educación en período de austeridad presupuestaría”, UNESCO / OREALC. Santiago, Chile, 1990. García Garrido José Luis, “Tendencias de presente y de futuro”.

Cuadernos de la OEI. Educación comparada 3, Génesis, estructuras y tendencias de los sistemas educativos iberoamericanos. OEI 2001. García- Heridaburo S, Juan Eduardo. “Las reformas latinoamericanas de la educación para el siglo XXI”.

Convenio Andrés Bello, Septiembre 1998. UNESCO, “Proyecto regional de educación para América Latina y el Caribe”. Modelo de acompañamiento, apoyo, monitoreo y evaluación del Proyecto Regional de educación para América Latina y el Caribe PRECLA. Declaración de la Habana.

CEAAL. Tarea “La construcción de las políticas educativas en América Latina: Educación para la democracia y la modernidad crítica en Bolivia, Chile, México y Perú.

UNESCO:  “Proyecto regional de educación para América Latina y el Caribe”. Modelo de acompañamiento, apoyo, monitoreo y evaluación del Proyecto Regional de educación para América Latina y el Caribe PRECLA. Declaración de la Habana.

Torres Santomé Jurjo» Educación en tiempos de neoliberalismo » Colección Pedagogía manuales. Ediciones Morata, S. L Madrid, 2001.

Fuente:http://www.cubaeduca.cu/medias/pdf/4835.pdf

Fuente imagen:http://i0.wp.com/otrasvoceseneducacion.org/wp-content/uploads/2016/07/rosa_masson.jpg?resize=290%2C290

 

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Influencias transnacionales en las políticas educativas: los modelos de evaluación del sistema escolar en México y España

Por: Inmaculada Egido Gálvez

Resumen.

En el momento actual, existe un debate abierto acerca de las consecuencias que la globalización tiene en el terreno educativo. Algunos expertos defienden la existencia de influencias de carácter trasnacional, que conducen a una armonización progresiva de las políticas educativas a nivel mundial, mientras otros consideran que el peso de los Estados nacionales sigue siendo determinante en la configuración de los sistemas educativos. El objetivo de este artículo es contribuir a dicho debate, analizando los modelos de evaluación del sistema escolar vigentes en dos países con características bien diferenciadas, como son México y España. Para ello, se lleva a cabo un estudio realizado con una metodología comparativa que permite constatar los rasgos comunes y las discrepancias existentes entre los modelos de ambos países. Los resultados apuntan a una convergencia entre México y España que, a pesar de sus distintos contextos y problemáticas educativas, han adoptado modelos de evaluación del sistema escolar prácticamente homogéneos. Aunque dichos resultados se circunscriben a los dos países estudiados y no es posible generalizarlos a otros lugares, las analogías encontradas parecen avalar la existencia de un proceso de estandarización educativa a escala global. Se refuerza, por tanto, la idea de quienes defienden la primacía de la influencia internacional sobre los niveles nacionales en las políticas educativas de nuestros días-

En la actualidad, resulta un hecho ampliamente constatado que los planteamientos que inspiran las políticas educativas desbordan los planos nacionales y circulan cada vez más de manera global, influidos por corrientes de alcance trasnacional. En realidad, ello no es sino un reflejo de los fenómenos que hemos dado en llamar “globalización” o “internacionalización”. Estos términos, con diferentes matices, describen la intensificación de las relaciones globales de interacción e intercambio, el aumento de la interconexión mundial y la armonización de modelos y estructuras sociales (Luzón y Torres, 2013). De hecho, muchos de los análisis que profundizan en las implicaciones de la globalización en el terreno educativo coinciden en señalar que el papel que los Estados jugaban tradicionalmente en la definición e implementación de las políticas nacionales de educación se ha redefinido en nuestros días, como consecuencia de la existencia de modelos y orientaciones propagados a escala internacional (Dale, 2009; Puelles, 2012; Torres, 2009). De igual modo, en ellos se pone de manifiesto la importancia que han adquirido los Organismos Internacionales vinculados a la educación en la elaboración de las líneas orientadoras de las reformas escolares en todo el mundo y en la legitimación de la ideología que subyace a las mismas (Leibfried y Martens, 2009; Lingard, 2000; Meyer y Benavot, 2013; Ramírez, Meyer y Lerch, 2016). En la práctica, estos organismos, que pueden considerarse simultáneamente como manifestaciones de los procesos de globalización y como agentes institucionalizadores de los mismos, han cobrado en las últimas décadas un protagonismo cada vez mayor en la definición de las prioridades de cambio en la educación. Así, en opinión de algunos expertos, en ningún otro ámbito de las políticas públicas se encuentra una convergencia tan clara de las reformas hacia ejes comunes a escala mundial como la que existe en las políticas educativas, lo que conlleva la estandarización creciente de los sistemas escolares (Schriewer, 2011). Se argumenta que la dinámica de alineamiento global conduce, como ya plantearon los postulados del institucionalismo sociológico, a una suerte de isomorfismo ideológico y organizativo en el terreno educativo, que se produce a través de procesos miméticos, por imitación de los modelos que se consideran exitosos (Di Maggio y Powel, 1999).

De hecho, la comparación es uno de los procedimientos más ampliamente utilizados en el análisis de la formación e implementación de las políticas pú- blicas en sus diferentes ámbitos, ya que permite la identificación de similitudes y diferencias entre modelos nacionales de organización política (Landman, 2011). En el ámbito concreto de la educación, el uso de la comparación ha sido también una estrategia de análisis comúnmente empleada desde hace tiempo para identificar la existencia de corrientes internacionales que afectan a sistemas educativos de diferentes lugares (Roselló, 2008). Con este planteamiento, se presenta a continuación un estudio comparativo entre los modelos nacionales de evaluación del sistema escolar de México y España. La selección de estos dos países, pertenecientes ambos al ámbito iberoamericano, pero con sistemas escolares claramente distintos en cuanto a dimensión, situación y problemática, otorga a la comparación el necesario grado de heterogeneidad entre los casos de estudio para plantear las semejanzas y diferencias en relación al objeto de análisis. Obviamente, el hecho de limitar el estudio a estos dos países concretos impide la extrapolación de los resultados a otros contextos, pero puede servir al objetivo de realizar una aproximación a la posible existencia de convergencias en los sistemas educativos a escala internacional (Bieber et al., 2015).

CONCLUSIONES: LA CONVERGENCIA DE LOS MODELOS DE EVALUACIÓN DEL SISTEMA ESCOLAR EN MÉXICO Y ESPAÑA

A la luz de la comparación presentada en el apartado anterior, el paralelismo entre los modelos de evaluación de la calidad educativa vigentes en México y España resulta evidente. El estudio comparativo permite constatar que la preocupaciónpor la calidad educativa se ha plasmado en ambos casos en el establecimiento de un modelo de evaluación que adopta un enfoque abiertamente similar, a pesar de las diferencias que existen entre los dos países.

Así, tanto la finalidad genérica asignada a la evaluación como los objetivos que la concretan son coincidentes en los dos casos. Se espera, de acuerdo con los postulados de la nueva gestión pública a los que antes se ha hecho referencia, que la evaluación sea un instrumento de utilidad para identificar necesidades y áreas de mejora en el terreno educativo y para desarrollar acciones basadas en evidencias empíricas. Para realizar la evaluación, en los dos países se han creado organismos especializados, que comparten el mismo acrónimo en su denominación (INEE) y que tienen asignadas atribuciones muy similares, si bien en el caso de México su autonomía de funcionamiento puede considerarse superior a la de España. Ambos organismos privilegian en sus acciones el conocimiento experto de los evaluadores, por lo que en buena medida los docentes y directivos escolares son considerados “receptores” de la información producida. Además, los procedimientos de evaluación desarrollados en ambos países tienen como eje fundamental las pruebas censales y muestrales de rendimiento de los estudiantes, que son el foco central de los sistemas de indicadores utilizados en los dos casos. Dichos sistemas de indicadores siguen una estructura equivalente en los dos países que, en términos generales, es la misma que utilizan la OCDE y otros organismos internacionales (OECD, 2012; Tröhler, 2013). Por otra parte, la difusión del conocimiento derivado de las evaluaciones se lleva a cabo mediante procedimientos afines en los dos países.

Sin embargo, como se ha mencionado, el objetivo de la comparación no es tanto señalar semejanzas y diferencias concretas entre los dos países como contribuir a profundizar en el debate acerca de la posible existencia de corrientes políticas de alcance supranacional en el terreno de la educación que conducen a la convergencia entre países o, por el contrario, la concepción de las políticas educativas como ámbitos en el que siguen pesando fundamentalmente las tradiciones y las dinámicas propias de cada país. A este respecto, si entendemos como convergencia el hecho de que países con características claramente diferenciadas produzcan respuestas políticas similares y similares procesos de implementación de las mismas (Bieber y Martens, 2011), es innegable que dicha convergencia existe en los modelos de evaluación adoptados en México y España. Los resultados de la comparación vendrían a reforzar, por tanto, la idea de quienes defienden la primacía de la influencia internacional sobre los niveles nacionales en las políticas educativas de nuestros días.

En este sentido, y aunque las inferencias que pueden realizarse a partir de un estudio restringido a dos países son claramente limitadas, la analogía que se ha observado en los modelos de evaluación de México y España apunta a la existencia de planteamientos compartidos y agendas de reforma comunes en la esfera internacional. Las similitudes detectadas en los dos países apoyan, por tanto, las tesis sobre los procesos de alineamiento global y la estandarización como fruto de la internacionalización y la globalización de la política educativa a escala mundial (Vega, 2013).

En este sentido, y aunque las inferencias que pueden realizarse a partir de un estudio restringido a dos países son claramente limitadas, la analogía que se ha observado en los modelos de evaluación de México y España apunta a la existencia de planteamientos compartidos y agendas de reforma comunes en la esfera internacional. Las similitudes detectadas en los dos países apoyan, por tanto, las tesis sobre los procesos de alineamiento global y la estandarización como fruto de la internacionalización y la globalización de la política educativa a escala mundial (Vega, 2013).

Se contradice, por tanto, al menos en relación con la concreta temática de la evaluación, la visión de quienes afirman que los sistemas educativos permanecen como entidades esencialmente nacionales a pesar del impacto de las fuerzas internacionales. Por el contrario, se refuerza la hipótesis de que diferentes países emprenden políticas que obedecen a un mismo dictado, adoptando los nuevos valores sociales a los que las organizaciones internacionales dan legitimidad y que alcanzan una amplia difusión en todo el mundo (Jiménez Moreno, 2016).

De hecho, la fuerza de la interconexión global en relación a la temática de los sistemas nacionales de evaluación de la calidad educativa resulta palpable no solo en la homogeneidad de las reformas adoptadas en los dos países, sino también en la coincidencia que en el plano temporal se constata entre las mismas. Como se ha comentado, en México y España las políticas de evaluación han seguido una evolución prácticamente paralela, lo que pone de manifiesto la rapidez con la que circulan las ideas educativas en el mundo actual. Esto supone una diferencia respecto a lo que sucedía en el pasado, cuando las influencias internacionales, producto del préstamo o del aprendizaje de unos países a otros (Dale, 1989; Phillips, 1989), perfilaban procesos de cambio más dilatados en el tiempo. En estos momentos, la intensidad de las relaciones entre los niveles nacionales y supranacionales y la existencia de nuevos mecanismos de influencia para los Estados hacen que los cambios se adopten de manera prácticamente simultánea en diferentes regiones del mundo.

En este sentido, el examen de los modelos de evaluación de los dos países analizados en este artículo, México y España, ilustra la existencia de un desarrollo convergente que se orienta, en lo sustancial, a las directrices propagadas por los Organismos Internacionales, especialmente la OCDE. Los responsables de la toma de decisiones en ambos sistemas, inmersos en el “poder blando” de las redes globales de intercambio de información, así como en la presión no siempre percibida que implica la diseminación de una particular visión del desarrollo educativo (Meyer y Benavot, 2013; Schriewer, 2011), parecen haber adoptado un modelo de evaluación que ha alcanzado una amplia difusión internacional, independientemente de las diferencias que pueden encontrarse en sus contextos educativos.

Aunque el peso de las corrientes trasnacionales en los sistemas educativos actuales ha sido ya objeto de reflexión tanto desde las perspectivas politológicas como sociológicas que analizan el cambio en la educación (Bieber et al., 2015; Dale, 1989; Landman, 2011), lo cierto es que a partir del estudio realizado cabe enfatizar la necesidad de seguir profundizando en esta temática para comprender los procesos que guían la configuración de los sistemas educativos en nuestros días. Específicamente la Educación Comparada debe prestar una atención cada vez mayor a esta dimensión, ya que la influencia de los planos supranacionales plantea un reto de primer orden a los supuestos clásicos de esta disciplina, que tradicionalmente privilegió el Estado-nación como unidad de análisis (Carney, 2014; Cowen, 2009, Lingard y Rawolle, 2014). De hecho, la comprensión de la educación en estos momentos requiere superar la “insoportable estrechez de la visión nacional” (Dale, 2009: 124), ya que si bien la misma pudo servir en el pasado como marco de referencia para el análisis de las políticas educativas, en el momento actual ha perdido su validez. La existencia de corrientes de pensamiento, agendas políticas e incluso instrumentos de cambio orientados por los procesos de globalización, como el que se ha reflejado en estas páginas, pone de manifiesto la necesidad de integrar diferentes niveles de análisis, lo que implica tanto la necesidad de adoptar nuevos planteamientos en la investigación comparativa como la búsqueda de nuevos métodos de indagación, capaces de captar la complejidad del diseño y la implementación de las políticas educativas en la actualidad.

Arnove, R.F. (2011). La perspectiva del “Análisis del Sistema Mundial” y la Educación Comparada en la era de la Globalización. Revista Latinoamericana de Educación Comparada, 2, 51-62. Recuperado de: http://www.saece.org.ar/ relec/revistas/2/art6.pdf.

Bieber, T., Martens, K., Niemann, D. y Teltemann, J. (2015). Towards a Global Model in Education? International Student Literacy Assessments and their Impact on Policies and Institutions. En N. Hamilton, B. Maddox y C. Addey (Eds.), Literacy as Numbers: Researching the Politics and Practices of International Literacy Assessment Regimes (pp. 165-186). Cambrigde: Cambridge University Press.

Bonilla, J. (2003). Encuentros y desencuentros con los procesos de evaluación de la calidad educativa en América Latina. En G. Iaies et al. (Eds.), Evaluar las evaluaciones. Una mirada política acerca de las evaluaciones de la calidad educativa (pp. 37-66). Buenos Aires: IIPE-UNESCO.

Coraggio, J.L. y Torres, R.M. (1997). La educación según el Banco Mundial. Un análisis de sus propuestas y métodos. Buenos Aires: Miño y Dávila.

García Garrido, J.L., García Ruiz, M. J. y Gavari, E. (2012). La Educación Comparada en tiempos de globalización. Madrid: UNED.

 Fuente http:///rie_contenedor.php?numero=boletin71_2&titulo=Numero%20Especial%2071/2

Fuente imagen http://www.sergioweb.es/wp-content/uploads/2015/05/Mapa_Mundi_Detalle_Max_2008.png

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La profesión docente en momentos de cambios. ¿Qué nos dicen los estudios internacionales?

Europa/ España /Carlos Marcelo García/ Julio del 2016/M.a Rosa Oria Segura

Resumen

La profesión docente, como todas las profesiones u ocupaciones en los tiempos actuales, se enfrenta a una crisis de identidad motivada por las cambiantes circunstancias en las que se desenvuelve. Nuevas exigencias, nuevos desafíos que requieren de los profesionales un elevado grado de implicación y compromiso. Un compromiso que debe ir dirigido a asegurar el derecho de todos los alumnos por aprender. En este artículo hacemos un análisis de los recientes informes internacionales que sobre la enseñanza y la docencia se han realizado. A través de ellos se analizan aspectos como las condiciones de trabajo de los docentes, los procesos de iniciación, la privacidad o las percepciones que el profesorado tiene acerca de su trabajo y del reconocimiento social que éste tiene.

 A modo de presentación: 

El cambio social que estamos viviendo en este nuevo siglo ha transformado profundamente el trabajo de los profesores, su imagen y también la valoración que la sociedad hace de su tarea. Esteve (2003) planteaba que los profundos procesos de cambio social registrados en los últimos treinta años y la enorme transformación de nuestros sistemas educativos han creado problemas nuevos que aún no hemos logrado asimilar. El desconcierto, la falta de preparación para afrontar los nuevos retos y el intento de mantener las rutinas, lleva a muchos profesores al desarrollo de su trabajo en un ambiente en el que se percibe una crítica generalizada, que les presenta como los responsables universales de todos los fallos del sistema educativo.

El papel de profesor: se ha transformado entre otras razones porque debe asumir un mayor cúmulo de responsabilidades, así como por el aumento de las exigencias a las que se encuentra sometido. La literatura contemporánea describe una serie de características muy variadas y a veces contradictorias de lo que se consideran las cualidades que debe reunir “un buen profesor”. Algunas refi eren al conocimiento y los valores que maestros y profesores deben poseer para transmitir a los estudiantes, a lo que se agrega el manejo de métodos de enseñanza relacionados con los contenidos, las competencias comunicacionales que les permitan interactuar con estudiantes, padres, colegas; el dominio de técnicas derivadas de los avances más modernos de las tecnologías de la información y la comunicación, las competencias para la investigación y la reflexión acerca de sus propias prácticas. Tedesco (2003) afi rma que si uno llegara a creer que el maestro debería efectivamente reunir todas las características señaladas por los expertos y especialistas en diversos documentos, el resultado sería algo así como un tipo ideal tan contradictorio como de imposible realización práctica.

Pero no sólo hay mayores demandas para el profesor, sino también una progresiva delegación de responsabilidades educativas por parte de otros actores sociales como la familia. A esto se suma la aparición en las últimas décadas de medios de comunicación e Internet, que han forzado al docente a cambiar su papel en sociedades que son crecientemente multiculturales y, en muchos casos, multilingües.

Las transformaciones sociales operan también sobre el contexto del aula y obligan a una revisión en profundidad de muchos contenidos curriculares. ¿Cuáles son los contenidos realmente importantes? Esta pregunta conduce a la necesidad de modifi car las metodologías y las condiciones de trabajo en las escuelas ya que los docentes se enfrentan a estudiantes muy diferentes entre sí. Y esto obviamente impacta la relacióndocente-estudiante que es a menudo confl ictiva en términos de autoridad y disciplina. Todo ello hace aún más difícil el desarrollo de las diversas tareas que el docente debe desempeñar. El rol docente aparece como crecientemente fragmentado.

La avalancha de cambios sociales no se ha visto acompañada de los correspondientes cambios políticos y administrativos. Las reformas educativas han arrojado resultados ambiguos que necesariamente llevan a cuestionar las opciones de políticas adoptadas. En muchos casos, los esfuerzos realizados no han servido para garantizar un desarrollo educativo sostenido y, en la práctica, las realidades educativas han probado ser “resistentes” y duras de transformar. La situación mejoró menos de lo esperado porque las reformas llevadas a cabo no han tenido sufi cientemente en cuenta a los docentes: quizás no se colocó en el centro de la agenda la cuestión del desarrollo profesional y personal de los docentes desde una perspectiva integral (Vaillant, 2005).

La literatura destaca la importancia del aprendizaje durante toda la vida, tanto para docentes como para los directores y los supervisores. Es erróneo pensar que los docentes trabajarían con más éxito si tan solo se les remunerara mejor o se les ofrecieran mayores incentivos. En muchas ocasiones los docentes saben qué estudiantes no aprenden y cuáles están aprendiendo bien, pero es también frecuente que los docentes quieran mejorar su desempeño pero no sepan cómo conseguirlo.

Los sistemas educativos mejoran cuando se cuenta con docentes con excelente preparación que poseen la convicción de que sus estudiantes pueden efectivamente aprender.

El desarrollo profesional docente: es una pieza clave en el complejo proceso de enseñar y de aprender (Marcelo y Vaillant, 2009). Son muchos los factores intervinientes aunque estamos convencidos de que los sistemas educativos mejoran cuando se cuenta con docentes con excelente preparación para la tarea de enseñar, y cuando éstos poseen la fi rme convicción de que sus estudiantes pueden efectivamente aprender.

Asumimos por tanto que al escribir o hablar sobre el profesorado debemos hacer referencia a aquello que Linda Darling-Hammond (2001) denominó el derecho de aprender. Y lo hacemos porque resulta ineludible recordar que las escuelas fueron creadas para ayudar a transformar las mentes de los estudiantes en mentes educadas. Hoy en día, para seguir respetando ese derecho se exige del profesorado un esfuerzo redoblado de confi anza, compromiso y motivación (Marcelo, 2002).

Somos conscientes de que las transformaciones que nuestras sociedades están experimentando no pasan por delante de las escuelas sin llamar vigorosamente a sus puertas. Sin embargo, quizás sea el mundo educativo en general, pero el escolar en particular, el que menos haya tomado nota de las profundas transformaciones que se están operando. Una pléya de de pensadores e investigadores están mirando desde un punto de vista crítico nuestros actuales sistemas escolares para someterlos a un detallado

escrutinio. Y no es que la principal meta de la escuela sea la de “preparar para el trabajo”: es simplemente que una ciudadanía activa no puede construirse con sistemas educativos obsoletos en cuanto a su organización y estructura tanto curricular como didáctica.

Hay que entender qué significa “el derecho a aprender” como un principio orientador en la formación docente y superar el tradicional aislamiento que la caracteriza

Los cambios en la forma de aprender que afectan al profesorado, refuerzan la idea de que la responsabilidad de la formación recae cada vez más en los propios profesionales. Hacer de nuestras escuelas espacios en los que no sólo se enseñe sino en los que los profesores aprendan, representa el gran giro que estamos necesitando. Y para ello, nada mejor que entender cabalmente qué significa “el derecho a aprender” de nuestros estudiantes, como un principio orientador en la formación de los docentes. Una formación dirigida a asegurar un aprendizaje de calidad en nuestros estudiantes, comprometida con la innovación y la actualización. Que supere el tradicional aislamiento que caracteriza a la profesión docente. Una formación que consolide un tejido profesional a través del uso de las redes de profesores y escuelas, y que facilite el aprendizaje flexible e informal. Una formación que en definitiva contribuya a re-profesionalizar la docencia, en contraste con aquellos que pretenden simplificar la complejidad del acto de enseñar.

Desde siempre hemos sabido que la profesión docente es una “profesión del conocimiento”. El conocimiento, el saber, ha sido el componente legitimador de la profesión docente. Y lo que en definitiva ha justificado el trabajo del docente ha sido su compromiso con la transformación de ese conocimiento en aprendizajes relevantes para los estudiantes. Para que ese compromiso se siga renovando, antes era necesario -y ahora resulta imprescindible- que los docentes –como también sucede con muchos otros profesionales- estén convencidos de la necesidad de ampliar, profundizar, mejorar su competencia profesional y personal. Por eso decía Zabalza (2000) que hemos convertido “la agradable experiencia de aprender algo nuevo cada día, en un inexcusable principio de supervivencia” (165).

La profesión docente, como todas las profesiones u ocupaciones en los tiempos actuales, se enfrenta a una crisis de identidad motivada por las cambiantes circunstancias en las que se desenvuelve. Nuevas exigencias, nuevos desafíos que requiere de los profesionales un elevado grado de implicación y compromiso. Un compromiso que debe ir dirigido a asegurar el derecho de todos los alumnos por aprender. Necesitamos y vamos a necesitar en un futuro próximo docentes que peleen contra el elevadísimo fracaso escolar que padece nuestra sociedad, que desarrollen capacidades para gestionar ambientes de aula muy complejos y multiculturales, que se apropien de las nuevas tecnologías y utilicen todo el potencial que poseen no sólo para motivar a los alumnos sino para dirigirlos hacia un aprendizaje comprensivo y sólido. Pero también docentes con capacidad de autoformación y con el convencimiento de que la docencia La profesión docente es la segunda mejor valorada en Europa y la primera en España.  La profesión docente en momentos de cambios. ¿Qué nos dicen los estudios internacionales? es una profesión en la que hay que estar continuamente aprendiendo, continuamente intercambiando ideas y proyectos con otros docentes, investigando y difundiendo su conocimiento y experiencias prácticas, innovando para hacer de la escuela un lugar de aprendizaje y formación para todos.

Fuente: http://M.a Rosa Oria Segura /revista-cee/pdf/n16-marcelo-garcia.pdf

Fuente imagen :http://image.slidesharecdn.com/elsaberhacerenlaprofesindocente-130320223005-phpapp01/95/el-saber-hacer-en-la-profesin-docente-1-638.jpg?cb=1363818642

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Escollos y desafíos de la educación ciudadana en escuelas rurales del caribe colombiano. Una etnografía de escuela

América del Sur/Colombia/Julio del 2016/Álvaro Andrés Rivera Sepúlveda/ rieoei.org/rie

Resumen

En este trabajo se presentan resultados preliminares de una investigación centrada en interpretar y comprender los sentidos ético-políticos y pedagógicos de la educación ciudadana en tres instituciones educativas rurales del caribe colombiano. Dentro del enfoque cualitativo, se desarrolla una etnografía de escuela en la que se combinan diversas técnicas de recolección de información tales como la observación participante, la entrevista individual semiestructurada, el grupo focal, la cartografía social y pedagógica, el grupo de discusión y la revisión de documentos institucionales. Los hallazgos del estudio demuestran que: a. el modelo de democracia liberal que ha alcanzado hegemonía en occidente, presenta una profunda crisis en el medio rural, b. se requiere insistir desde la escuela en la formación de una ciudadanía rural participativa como mecanismo de empoderamiento de las comunidades campesinas en la intervención sobre lo público y resignificación del sistema democrático, c. las desigualdades de poder evidentes en la administración totalitaria que ejercen los rectores y en las prácticas pedagógicas autoritarias que aún siguen desarrollando algunos profesores rurales, desestimulan la construcción de una cultura democrática escolar y d. los estudiantes campesinos presentan serias dificultades en el ejercicio de su autonomía moral y política, lo que les impide comportare como auténticos actores sociales y políticos. Palabras clave: educación ciudadana; escuela rural; estudiantes campesinos; comunidades rurales y etnografía de escuela.

La necesidad de indagar por los sentidos ético-políticos y pedagógicos de la educación ciudadana en tres instituciones educativas rurales del caribe colombiano surgió de conformidad con dos niveles de análisis complementarios, uno epistemológico y otro empírico. En cuanto al primero, la revisión de antecedentes teóricos e investigativos, tanto en el campo de la educación ciudadana como en el de la escuela rural, demostró que si bien existen avances importantes y significativos en la ampliación y profundización del saber educativo en las dos líneas –sobre todo en la primera-, lo cierto es que son muy pocos los estudios que han abordado de manera articulada la pregunta por los sentidos de la educación ciudadana desde instituciones educativa pertenecientes al mundo campesino. Según lo reportan las fuentes consultadas, las tendencias y énfasis epistemológicos en los dos campos han transitado por temas diversos y paralelos de muy poco contacto, unido al hecho de que la escuela rural se ha convertido en un tema subsidiario dentro del amplio campo de la investigación educativa.

En lo relativo al nivel de análisis empírico, especialmente a partir de las percepciones de organizaciones eclesiales y civiles, las inquietudes expresadas por algunos líderes educativos del sector y las observaciones personales, se pudo percibir que las instituciones educativas rurales del caribe colombiano presentaban serias deficiencias en la formación de auténticos actores sociales y políticos y poco contribuían al empoderamiento político de las comunidades campesinas. Según lo reportaron los diferentes agentes, la escuela estimula en escasa medida la participación de los ciudadanos rurales en la resolución de los problemas públicos presentes en su ambiente inmediato, impulsa débilmente la construcción de organizaciones locales para exigir la restitución de derechos frente a las instituciones del Estado y poco concientiza al campesinado sobre la necesidad de ejercer posiciones más críticas frente a las prácticas de subordinación que promueven los conjuntos políticos y económicos dominantes.

Esta situación problemática y los dos niveles de análisis desde los cuales se justificó, evidenciaron la necesidad de realizar una investigación cualitativa de corte etnográfico, cuyo principal objetivo radicara en interpretar y comprender, desde la percepción de los diferentes actores educativos y las dinámicas de lo cotidiano en la escuela, los sentidos ético-políticos y pedagógicos relacionados con la educación ciudadana para la construcción de comunidades democráticas en tres instituciones educativas rurales del caribe colombiano. En parte, se buscaba que los resultados pudieran contribuir de manera significativa en la fundamentación y diseño de una propuesta pedagógica alternativa orientada a la educación ciudadana de estudiantes campesinos.

ETNOGRAFÍA DE ESCUELA

Específicamente el planteamiento metodológico de la investigación corresponde a una etnografía de escuela que como tal ha requerido la presencia permanente y prolongada del investigador en tres instituciones educativas rurales del caribe colombiano con el fin de interpretar y comprender el mundo material y simbólico por medio del cual los diferentes actores educativos rurales (estudiantes, maestros, directivos y padres de familia) perciben, valoran y significan las prácticas, los discursos y la instituciones relacionadas con la democracia, el ejercicio ciudadano y la educación para la ciudadanía desde una perspectiva ético-política y pedagógica.

De acuerdo con Hammersley y Atkinson (1994) y Guber (2001), en contextos exóticos y apartados, donde los sujetos poseen cosmovisiones alejadas de la sociedad convencional, el único medio para acceder a los significados que ellos negocian e intercambian, es el contacto vivencial y profundo del investigador con la realidad objeto de indagación. Si bien las etnografías de escuela se diferencian de otras prácticas etnográficas únicamente por la selección del contexto escolar como campo particular de investigación, lo cierto es que su metodología ofrece aportes significativos para interpretar y comprender realidades educativas poco conocidas tal como ocurren naturalmente y recuperando las visiones internas de los sujetos que las constituyen (Velazco y Díaz, 1997). Debido a sus intenciones epistemoló- gicas, es un procedimiento especialmente útil para aportar nuevas lecturas e interpretaciones sobre la problemática educativa priorizando las voces de sujetos y comunidades que demasiado a menudo están ausentes (Celigueta y Solé, 2013).

En parte, uno de sus principales objetivos es comunicar y hacer inteligible al mundo profesional las visiones internas y las estructuras mentales de los actores educativos en contextos específicos y los marcos socio-culturales dentro de los cuales ellos se desenvuelven, a fin de establecer límites viables para cualquier tipo de intervención y de orientar el diseño de propuestas que contribuyan a mejorar las prácticas educativas (Goetz y LeCompte, 1988).

CRISIS DE LA DEMOCRACIA LIBERAL EN EL MEDIO RURAL

De acuerdo con las observaciones realizadas, se detectó en las comunidades campesinas un alto grado de desilusión frente al desarrollo y los resultados de la democracia liberal en la región, en tanto no ha favorecido la construcción de un orden social más justo ni ha estimulado el mejoramiento de las condiciones de vida en los planos colectivo ni individual. En consecuencia, ha tomado fuerza la idea de que lo que significa vivir bien y mejor corresponde más a un tema de lo privado-doméstico que de lo público-colectivo, premisa sobre la cual se ha profundizado la cultura de la venta del voto, los favores políticos y los acuerdos amañados. Al respecto, uno de los padres de familia entrevistados subraya:

Hoy en día ningún político tiene programa para estas comunidades, el programa de ellos es traer la mochila con quince o veinte millones de pesos y dárselo a la gente para que comercien ese día, porque ese día es un comercio aquí […] entonces ya los políticos no vienen como antes que se montaban en una tarima y se ponían a hablar de sus programas, de sus programas que tenían para las comunidades, hoy en día no se ve eso, hoy en día el político se encierra, por ejemplo, conmigo: te voy a dejar esto para que tú me negocies los votos, se encierra conmigo en la casa y el pueblo está esperando que yo le lleve la plata (IET-GDPF).

Debido a que el trabajo de campo coincidió con el tiempo de campaña y elecciones para la conformación de juntas administradoras locales en Colombia, se pudo detectar entre la población campesina un conjunto de prácticas electorales fraudulentas dentro de las que se destaca la tradicional venta del voto por una suma de dinero que regularmente se establece en el mercado, el intercambio del voto por materiales de construcción y la promesa de cierto número de votos a cambio de una vacante o un contrato de trabajo en el sector oficial.

En lo referente a esta última práctica, se halló con preocupación que la institución educativa rural es una de las entidades públicas que más se presta para el intercambio de votos por oportunidades de trabajo: los contratos del restaurante, de la limpieza, de la vigilancia, de la tienda y del transporte escolar, así como los cargos administrativos y el nombramiento provisional de profesores, son las figuras más apetecidas en este tipo de intercambios.

Debido a que las instituciones educativas rurales observadas se encontraron profundamente sumergidas en la cultura del fraude electoral y del comercio político, tanto por las acciones individuales de sus miembros como por favorecer la asignación amañada de contratos y cargos públicos, se cuestionó reiteradamente a los diferentes actores escolares sobre la pertinencia de continuar desarrollando prácticas pedagógicas tendientes a la transformación de dichas inconsistencias en la sociedad más amplia, frente a lo cual la gran mayoría confirmó, sin mucho convencimiento, la necesidad de la intervención educativa para atender esta problemática. Pero insistieron que se trataría de un proyecto bastante largo y tedioso que tendría que iniciarse con los estudiantes más pequeños acompañado de un profundo compromiso de todos los profesores y la realización de sistemáticas estrategias de concientización tanto en la comunidad como en la familia. De no ser así, toda práctica o discurso aislado no sería más que un esfuerzo infructuoso.

No obstante, el hallazgo más significativo en este punto, fue la posición de algunos actores educativos rurales para quienes toma fuerza la idea acerca de que se requiere trabajar desde la escuela en la construcción de una ciudadanía más activa y participativa por medio de la cual las comunidades campesinas puedan incidir directamente en la toma de decisiones institucionales y por esta vía purificar el sistema democrático vigente. En este sentido una de las profesoras entrevistas señala:

Nosotros como docentes estamos fallando desde la institución: mira nosotros estamos educando niños, con ellos podemos cambiar haciendo grupos juveniles, gestionar con jóvenes proyectos, donde la comunidad vea en los muchachos algo diferente. ¿Por qué en los pueblos la gente vende la conciencia? Porque no hay grupos que lideren ideas, que lideren proyectos, entonces como no hay nadie que venda nada nuevo, pues es muy fácil tú decir: prefiero recoger los ochenta mil pesos y en esos cuatro años veremos qué es lo que pasa. Nosotros estamos fallando porque no estamos cambiando desde la escuela la forma de pensar, a través del estudio de la democracia, a través de liderar proyectos de interés comunitario… cuando eso se dé, esas personas van a cambiar, porque ya los jóvenes van a estar despiertos y van a cambiar la mentalidad de los papás. Esos muchachos con sus ideas buenas puedan cambiar la corrupción que hay en el país (IET-P-02).

A MODO DE CONCLUSIÓN

De conformidad con los resultados preliminares de la investigación sobre la cual se soporta este trabajo, se puede subrayar que debido a la crisis que presenta la democracia liberal en el medio rural analizado, como consecuencia del fraude electoral generalizado, la ausencia de representación política, el abandono por parte del Estado y la constante violación a los derechos de la población, se evidencia la necesidad de estimular desde la escuela la formación de una ciudadanía rural activa y participativa que favorezca el empoderamiento de las comunidades campesinas en la autogestión sobre lo público y que contribuya a resignificar el sistema democrático. No obstante, al observar la estructura y forma de funcionamiento de la escuela rural, se puede deducir que las desigualdades de poder evidentes en la administración totalitaria que ejercen los rectores y en las prácticas pedagógicas autoritarias que aún siguen desarrollando algunos profesores, no estimulan el ejercicio cotidiano de la ciudadanía, así como tampoco contribuyen a la construcción de una cultura democrática escolar. Esto, sumado a la atmósfera de inferioridad y sumisión todavía presente en el mundo rural, ha frustrado el desarrollo de la autonomía moral y política de los estudiantes campesinos.

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Arte dramático y universidad pública. Hacia una integración necesaria

Europa/España/ Julio del 2016/Manuel F. Vieites/recyt.fecyt.es

Resumen:

Este trabajo quiere mostrar la necesidad de que los estudios superiores de arte dramático, como ya ocurrió con otras enseñanzas superiores reguladas en la Ley Moyano de 1857, se integren en el sistema universitario público para lograr su incorporación real, y no nominal, al Espacio Europeo de Educación Superior, potenciar la calidad de los procesos de enseñanza y aprendizaje, e igualmente el desarrollo de los procesos de investigación que les son propios. Para ello se propone una panorámica histórica de lo que ha sido el desarrollo de tales estudios hasta el momento actual, analizando los retos que la legislación les demanda, mostrando cómo en otros países de nuestro entorno cultural forman parte de la oferta universitaria pública, propia o adscrita, y considerando diferentes propuestas formuladas en los últimos años para su normalización académica e institucional.

Planteamiento problema en la perspectiva de la educación pública

El 13 de enero de 2012 la Sala de lo Contencioso-Administrativo, Sección cuarta, del Tribunal Supremo, hacía pública una sentencia en la que estimaba el recurso de la Universidad de Granada contra la denominación de “grado” para los estudios superiores de enseñanzas artísticas. Con la entrada en vigor de la Ley Orgánica de Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE) estos estudios recuperan la anterior denominación de “título superior” y se mantienen fuera de la universidad. Las razones de la Universidad de Granada para presentar el recurso no carecían de lógica por cuanto el Real Decreto 1614/2009, que establecía la ordenación de las enseñanzas artísticas superiores reguladas por la Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación (LOE), en buena medida contravenía el artículo 53.4 de ésta, al establecer que quienes hayan superado “(…) las enseñanzas de arte dramático obtendrán el Título Superior de Arte Dramático, equivalente a todos los efectos al título universitario de Licenciado o el título de Grado equivalente”. Se recurría, entre otras cosas, que lo que era título superior equivalente en una norma acabase siendo grado en una norma de rango inferior.

La sentencia del Tribunal Supremo generó una cierta polémica en medios de comunicación (Aunión, 2012) y redes sociales (ACESEA, Plataforma por la Integración, Doce notas), pues deja a los titulados superiores en enseñanzas artísticas en una situación de desventaja ante quienes debieran ser sus homónimos en Europa, por cuanto éstos obtienen un título de grado (BA, o Bachelor of Arts) y aquéllos un título que se considera equivalente en España, pero no así en Europa, por cuanto la norma española no tiene rango de norma europea. Más allá de algún encuentro sectorial (ACESEA, 2012; Pliego de Andrés et al., 2013), la sentencia no generó un debate académico para analizar el problema en el ámbito de lo educativo y substraerlo al debate político o corporativo. Y debieran ser razones educativas y académicas las que orienten la búsqueda de una solución, en línea con esa convergencia con Europa a que obliga la propia idea de un Espacio Europeo de Educación Superior (EEES), pues en la Declaración de Bolonia de 19 de junio de 1999 los ministros de educación de los países miembros de la UE se comprometían a adoptar un sistema de títulos fácilmente identificables y equiparables, también a través de un Suplemento Europeo, con la finalidad de promover la movilidad y el empleo de la ciudadanía europea y la competitividad internacional del EEES. Para establecer ese sistema de fácil equiparación los títulos universitarios se denominan grados y sus detentores graduados, y por ello a nivel internacional los títulos en arte dramático se dicen BA. No así en España en el caso que nos ocupa. La entrada en vigor de la LOMCE obliga a la modificación del RD 1614/2009, por cuanto aquélla establece en el apartado 3 del artículo 54 que quienes hayan superado las enseñanzas de arte dramático obtendrán el Título Superior de Arte Dramático, que se incluye, a todos los efectos, en el nivel 2 del Marco Español de Cualificaciones para la Educación Superior y “(…) será equivalente al título universitario de grado”. Se genera así una problemática sustantiva porque la aplicabilidad de la equivalencia se circunscribe al Estado español y en ningún caso al espacio europeo. Estamos pues ante un problema de calado por cuanto los títulos superiores serán objeto de convalidación en Europa según los países, lo que puede llevar a que en bastantes casos el alumnado deba cursar un número variable de créditos para homologar su titulación a un grado que, en honor a la verdad, no poseen. Fue éste el detonante para que colectivos y plataformas reclamen desde entonces la integración de los citados estudios en la universidad, atendiendo a razones de tipo educativo y académico, pues si bien la entrada en vigor de la LOMCE deja sin efecto la denominación de grado, no así elementos normativos incluidos en el RD 1614/2010 o en el RD 630/2010, el que regula el contenido básico de las enseñanzas artísticas superiores de Grado en Arte Dramático establecidas en la LOE. Entre las cuestiones más importantes cabría señalar:

 La LOMCE mantiene el artículo 58.5 de la LOE que establece que “(…) las Administraciones educativas fomentarán convenios con las universidades para la organización de estudios de doctorado propios de las enseñanzas artísticas”.  La LOMCE mantiene el artículo 58.6 de la LOE que establece que los “(…) centros superiores de enseñanzas artísticas fomentarán programas de investigación en el ámbito de las disciplinas que les sean propias”.  La disposición adicional sexta del RD 1614/2009 establece que “(…) las Administraciones educativas dotarán a los centros de enseñanzas artísticas superiores de los recursos necesarios para facilitar su funcionamiento, desarrollar sus objetivos en las áreas de la docencia, la investigación y la creación artística”.  El RD 630/2010 establece en su preámbulo que “(…) la consolidación de líneas de investigación y creación, la formación de creadores e investigadores son aspectos imprescindibles a fomentar y considerar por parte de las instituciones públicas y privadas”.  El RD 630/2010, en su artículo 2.2, señala que los “(…) estudios de doctorado regulados en el Real Decreto 1393/2007, de 29 de octubre, podrán impartirse en los centros superiores de enseñanzas artísticas de Arte dramático mediante convenios con las universidades”.  Finalmente, el mismo RD en su artículo 2.3 indica que ”(…) los centros de enseñanzas artísticas superiores de Arte dramático fomentarán programas de investigación científica y técnica propios de esta disciplina, para contribuir a la generación y difusión del conocimiento y a la innovación en dicho ámbito”, para luego concluir que las administraciones educativas “(…) establecerán los mecanismos adecuados para que estos centros puedan realizar o dar soporte a la investigación científica y técnica, que les permita integrarse en el Sistema Español de Ciencia y Tecnología”.

Son retos que se relacionan con la dimensión superior de los centros y con la necesidad de operar como escuelas universitarias, en el fomento de los estudios de grado y posgrado, la investigación, y la búsqueda de la excelencia en ambos casos; retos al que sumaremos el de la creación y de una investigación aplicada a la creación, lo que conduce al trinomio conformado por investigación, innovación y creación (I+i+C). Y así, del “problema” de la no equivalencia automática de las titulaciones a nivel europeo, pasamos, en mi modesta opinión, a otros “problemas” derivados de las dificultades para enfrentar los desafíos y demandas que reclama la legislación vigente, y que se podrían concretar en:

 Las administraciones educativas debieran promover que los centrosenseñanzas artísticas sean reconocidos como centros de investigación, y dotarles de los recursos necesarios.

 Las administraciones educativas debieran establecer la normativa para que el profesorado de los centros superiores de enseñanzas artísticas pueda desarrollar y acreditar su carrera investigadora.

 Los centros educativos debieran desarrollar una cultura investigadora con medidas diversas, desde la creación de grupos de investigación a la edición de revistas científicas.

 Los centros educativos debieran fomentar una oferta educativa de posgrado también para potenciar la investigación en las áreas propias de su especialidad.

 El profesorado debiera asumir nuevas funciones vinculadas con la investigación, desde la obtención del doctorado al desarrollo de líneas de investigación específicas al área de conocimiento de su especialidad.

 El alumnado debiera integrar en su formación de grado y de posgrado la investigación vinculada con la innovación y la creación.

Las enseñanzas de arte dramático en la enseñanza pública española

Un Decreto de 11 de marzo de 1952 establecía en su artículo primero la segregación de los estudios de música y declamación que, desde la Ley Moyano de 1857, venían conviviendo en los conservatorios, por lo que éstos asumen los estudios de música y los de declamación pasan a ser responsabilidad de las escuelas de arte dramático, considerando también aquí la posibilidad de establecer los niveles elemental, profesional y superior, señalando que la de Madrid tendría carácter superior (Turina, 1994). Y así nace la primera escuela superior de arte dramático que tiene antecedentes en las propuestas de Olavide, Jovellanos y otros ilustrados (Rubio, 1998), y sus orígenes en aquel primer conservatorio creado bajo la regencia de María Cristina de Borbón, que vendrá a normalizar la Ley Moyano de 1857 (Soria, 2010). En efecto, la Ley Moyano en su título III dictaba los que serían estudios universitarios, superiores y profesionales, y si bien no hay una referencia explícita a los estudios de declamación, en su artículo 137 establecía que en Madrid hubiese un Conservatorio de Música y Declamación considerado como escuela superior, aunque los requisitos de acceso, incluso a la función docente, no fuesen similares en todos los establecimientos de enseñanza superior. Entre aquellos estudios superiores y profesionales figuran numerosas titulaciones que con el paso del tiempo acabaron por integrarse en la universidad, desde ingeniería a veterinaria.

Algunas propuestas de resolución en la perspectiva de la educación pública

Por otro lado, ese conjunto de problemas ha generado diferentes propuestas de resolución y algunas bien tempranas, como la que ofrecía en 1969 Rafael Castro proponiendola incorporación de los conservatorios a la universidad, aunque los centros de arte dramático han sido muy renuentes a imaginar siquiera ese proceso. Con todo, tras la publicación, al amparo de la LOGSE, del RD 754/1992 que recogía los contenidos mínimos de un título superior en arte dramático que se decía equivalente a todos los efectos a una licenciatura universitaria, y ante la constatación de que otras equiparaciones necesarias en el nivel legislativo (organización de centros, estatuto del profesorado, equipamientos, normativas…) no llegaban, la Asociación Española de Centros Superiores de Enseñanzas Artísticas (ACESEA) solicita en 1996 del profesor Embid Irujo un informe que determinase la organización que mejor conviniese a esas enseñanzas primando su autonomía y su carácter superior.

Como catedrático de derecho administrativo, emitía un Informe, publicado en 1997, que contenía una visión histórica, comparada y académica del problema. En su análisis de los antecedentes mostraba cómo en otros países europeos se había producido lo que denominaba una “línea evolutiva” que terminaba con la incorporación de estudios y centros a la universidad, o con la creación de universidades de las artes, prestando especial atención al caso alemán. En el ámbito del arte dramático las instituciones educativas alemanas llevan la denominación de “Hoschschulen”, “Theaterakademie”, o “Universität der Künste”, y por ello proponía “(…) concluir la línea evolutiva seguida por el ordenamiento jurídico” en España (Embid Irujo, 1997, p. 28) con la creación de institutos superiores de enseñanzas artísticas que, según señalaba en el preámbulo de su “Borrador de Ley Orgánica reguladora de la organización en régimen de autonomía de las Enseñanzas Artísticas Superiores” (p. 45), gozarían de la “(…) condición de universidades” (p. 47).

En tanto la propuesta del profesor Pastor García recoge aspectos substantivos de los informes señalados y de otros documentos más propositivos y menos analíticos, merece la pena considerar ahora los que él señala como positivos de la integración en la universidad:  Títulos universitarios de Grado, Máster y Doctorado.  Cumplimiento de unos niveles de calidad reconocibles de modo objetivo  Garantía de una estructura académica competente en materia educativa, con órganos autónomos y solventes.  Normalización de la actividad investigadora para alumnado y profesorado.  Autonomía en la gestión.  Mayor reconocimiento y consideración social de las enseñanzas.  Procesos públicos de control y evaluación institucional y social de la calidad de estas enseñanzas y del profesorado mediante agencias externas.  Flexibilidad académica.  Uso de instalaciones y equipamiento.  Grupos de investigación y licencias para investigación.  Reconocimiento de la investigación para el profesorado (Pastor, 2012, pp. 61-62). ¿Cuáles serían entonces los grandes problemas que plantearía la integración de las enseñanzas artísticas superiores en la universidad? Básicamente tres: (a) las ratios, (b) el estatuto docente del profesorado, y (c) la autonomía y funcionamiento de los centros. Cuestiones sobre las que volveremos más adelante.

Europa desde el Reino Unido y en clave de defensa de la educación pública

Tal vez uno de los países europeo que más destaque por la diversidad de la oferta en cuanto a educación teatral sea el Reino Unido, y por ello convendría considerar cómo está organizada para tomar conciencia de lo mucho que queda por hacer para lograr una convergencia real con Europa.

Lo mismo ocurre, con excepciones, en toda Europa, al menos en lo que hace referencia a los títulos oficiales de grado. En el caso de la École Superieur d’Art Dramatique de París, habilitada por el Ministerio de Cultura para otorgar, al término de tres años, el Diplôme National Supérieur Professionnel de Comédien (DNSPC), un acuerdo con la Université Sorbonne Nouvelle (París 3) permite a sus estudiantes obtener una licenciatura en Études Théâtrales. Una oferta similar es la del Conservatoire National Supérieur d’Art Dramatique de París, en colaboración con la Université de Paris VIII (Vincennes y Saint-Denis), que también ofrecen centros de Burdeos o Saint-Étinne, pues la mayoría, como ocurre en la École Supérieur ed’Art Dramatique de Montpellier y en la de Lille, han establecido convenios con las universidades de su entorno (Université Paul Valéry Montpellier III y Université de Lille 3, respectivamente), para poder otorgar una segunda titulación, la denominada Licence en Arts du Spectacle, que, con similar o muy parecida denominación, ofrecen otras universidades. Muy diferente a la de Francia es la situación de otros países, como Alemania, Hungría, Polonia, Finlandia o República Checa, en donde las enseñanzas de arte dramático forman parte de la oferta universitaria, como nos muestra la base de datos de la European League of Institutes of The Arts, en la que las instituciones asociadas en el campo del arte dramático o son universitarias o tienen convenios con universidades. Desde la Ilia State University en Georgia hasta la Folkwang Universität der Künste en Alemania, o la Høgskolen i Østfold, de Noruega, que acoge la Akademi for Scenekunst, en todas se ofrecen títulos bajo la denominación de BA, MA o PhD. En ningún caso se hace referencia a títulos equivalentes, como en España, pues cuando no son grados, reciben otra denominación, como ocurre en Francia, en donde para obtener un grado es necesario continuar estudios en la universidad. No se trata de una cuestión nominal. Se trata de una cuestión de equivalencias y de reconocimiento de las mismas, pues no siempre los títulos superiores emitidos en España gozan de reconocimiento en Europa, y obtenerlo implica superar un costoso proceso de convalidación que nunca es título por título, sino por créditos cursados. Pero incluso en España la equivalencia “a todos los efectos” proclamada por LOGSE, LOE y LOMCE entre titulaciones superiores y licenciaturas o grados, se puede ver cuestionada, como recordaba Calvet Villena (2013, p. 9). Finalmente no podemos dejar de señalar el hecho de que en la versión inglesa del Suplemento Europeo al Título Superior en Arte Dramático, nuestras autoridades tendrán un verdadero problema para traducir la expresión “título superior” dado que al no poder utilizar la expresión Bachelor of Arts, las posibilidades que quedan son Higher Diploma, HigherDegree, Advanced Diploma o Advanced Degree, denominaciones que normalmente se asocian con títulos de formación profesional o las antiguas diplomaturas universitarias.

Hacia la integración de los centros públicos en la universidad pública

A pesar de los escollos, otras enseñanzas han culminado con éxito su integración en la universidad, lo que ha incrementado su legitimación y su valoración. Su incorporación permitió diversificar y enriquecer la oferta educativa, mejorar el estatuto del profesorado, aumentar de forma substantiva los derechos del alumnado y convertir los centros en espacios de investigación, innovación y creación, con la posibilidad de crear grupos que muestran su excelencia competitiva a nivel nacional e internacional.

En el camino andado por los antiguos institutos superiores de educación física, unas enseñanzas con notables especificidades y singularidades, hemos de destacar que su incorporación a la universidad ha generado la aparición de un importante número de revistas científicas, ha posibilitado el desarrollo de múltiples líneas de investigación aplicada a la práctica deportiva y ha transformado de raíz la imagen de los propios estudios.

Considerando las diferentes posiciones que se han venido formulando, pero igualmente la experiencia aportada por otras integraciones, entendemos que la necesaria convergencia en el EEES, con la asunción de las responsabilidades que se han venido analizando, obliga a tomar un camino que permita que en un plazo razonable las enseñanzas artísticas superiores sean universitarias de pleno derecho. Y para ello la mejor opción no es otra que la que se ha aplicado en ocasiones anteriores: la puesta en marcha de un proceso que lleve de la adscripción a la integración.

Ello permitiría generar un espacio de transición durante el cual los centros adaptasen su funcionamiento a la norma universitaria, y el profesorado pudiese cumplir los requisitos para poder incorporarse a los cuerpos universitarios que en cada caso correspondiese. Un proceso que debiera impulsar y liderar el Ministerio de Educación, a través de un Real Decreto de adscripción común para todas las enseñanzas artísticas superiores, para favorecer unidad de criterio y actuación en todas las Comunidades Autónomas, lo que siempre redunda en beneficio de las comunidades educativas y permite la movilidad en el propio país. Entre las cuestiones que debiera regular estarían:

 La norma básica para que los centros adapten sus pautas de funcionamiento a las de una escuela superior, según establece la LOU. 

El procedimiento para que los centros presenten la memoria de verificación de sus actuales grados a través de la universidad a la que estén adscritos, y puedan presentar estudios de posgrado y programas de doctorado.

 El procedimiento para la fijación de las plantillas de los centros y la adscripción definitiva del profesorado a los mismos.

 El procedimiento para que el profesorado inicie su proceso de incorporación a los cuerpos docentes universitarios y solicite sexenios de investigación a efectos académicos.

 El procedimiento para que los centros cuenten con el apoyo de servicios de la universidad como los de garantía de la calidad o movilidad.

 El procedimiento para que las Comunidades Autónomas convoquen concursos específicos para la creación de un número suficiente de nuevos grupos de investigación en centros y escuelas superiores de su ámbito de competencia. 

Los mecanismos para determinar las necesidades específicas de cada centro en relación a infraestructuras docentes, equipamientos y recursos materiales, financiamiento o personal de administración y servicios, en especial personal para ámbitos específicos como tecnología y regiduría escénica, producción o archivos y bibliotecas.

Conclusiones

Muchas de las supuestas desventajas que se vienen considerando para cuestionar la integración de las enseñanzas artísticas en la universidad obedecen tanto a un desconocimiento de la realidad universitaria como a miedos atávicos más vinculados con cuestiones corporativas que con realidades académicas. A día de hoy, las enseñanzas superiores contempladas ya en la Ley Moyano y no integradas en la universidad constituyen excepción, y esa “excepcionalidad” impide que los centros que las imparten puedan hacer frente a retos viejos y nuevos (Marranca, 1995), muchos de ellos inalcanzables y muy difíciles Arte dramático y universidad pública. Hacia una integración necesaria 511 de asumir con el actual marco legislativo. Por todo ello entendemos que la opción universitaria constituye a día de hoy la única alternativa viable para que las enseñanzas artísticas superiores y con ellas las de arte dramático, se puedan integrar plenamente en el EEES y lograr todos los objetivos que este espacio les propone y demanda. Por otro lado no acabaron por consumarse las supuestas bondades de un “ecosistema propio” que anunciaba Font al señalar que: (…) van tomando cuerpo también las regulaciones autonómicas que han de completar el modelo, con elementos tan decisivos como el establecimiento de los sistemas de evaluación de la calidad y la constitución de los Institutos de las Artes destinados a integrar funcionalmente los distintos centros de cada comunidad y a ejercer de universidad de las artes. Caerá luego, como fruta madura, la correspondiente recalificación del profesorado artístico, la maduración de los métodos de la investigación sobre la práctica artística, etc. El proceso sigue, pues, pero es ya irreversible y sus bases están plenamente asentadas. Las enseñanzas artísticas españolas han llegado finalmente a Europa (2010, p. 16). Infelizmente, el futuro no era eso, sino la “degradación” de los títulos y la vuelta al pasado, a la LOGSE, de la que en realidad nunca se salió. Por ello la principal conclusión que cabría derivar de nuestro trabajo es la constatación de que el sistema universitario ofrece en estos momentos el único marco posible para que los estudios de arte dramático y los centros que los imparten puedan desenvolver todas sus potencialidades y posibilidades en el campo de la formación, la innovación, la creación y la investigación, para caminar por la senda de la calidad y de la excelencia, para ser Europa. Y a todas y a todos corresponde asumir los compromisos necesarios para superar problemas, miedos y amenazas.

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Fuente: http://recyt.fecyt.es/index.php/profesorado/article/view/41053/23337

Fuente imagen: http://mediasuperior.uanl.mx/wp-content/uploads/2012/09/ALUMNOS-DE-NIVEL-MEDIO-SUPERIOR-SE-ENCUENTRAN-CON-EL-ARTE-02-620×336.jpg

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Posibilidades y limitaciones de generar cultura de centro desde las prácticas compartidas de aula: el caso de la educación intercultural inclusiva

                                     Europa /España/ Julio del 2016/Moliner/Sales/Escobelo /www.unav.edu/

Resumen:

El presente estudio analiza las percepciones del profesorado participante en el Seminario de Ciudadanía Crítica (SCC),basado en la innovación en el aula desde un enfoque intercultural e inclusivo. El objetivo del trabajo es analizar las motivaciones del profesorado para el cambio. El análisis del Grupo de Discusión y la observación participante desarrolladas en el SCC, muestran que las actitudes de resistencia del profesorado y la falta de implicación y liderazgo de los equipos directivos actúan como barreras frente al cambio. Las conclusiones apuntan a la necesidad de generar estructuras colaborativas entre profesorado y generar una cultura institucional de cambio. Palabras clave: educación intercultural  inclusiva; comunidades profesionales de aprendizaje; desarrollo profesional; cambio escolar.

PROCESOS DE CAMBIO ESCOLAR HACIA LA INCLUSIÓN

Y  LA INTERCULTURALIDAD

La educación intercultural inclusiva exige una nueva visión del hecho educativo centrada en la diversidad y no en la homogeneidad, en la respuesta a las distintas necesidades de todo el alumnado y en el incremento de su participación en el aprendizaje, las culturas y comunidades (Armstrong y Moore, 2004). Ello permite hacer efectivo el derecho a la no discriminación y a la participación de todo el estudiantado. Este modelo educativo asume el compromiso de transformar la escuela hacia valores y actitudes democráticos de igualdad, respeto, autonomía y solidaridad garantizando la presencia, el progreso y la participación de todos los estudiantes (Echeita y Ainscow, 2011; Pérez Serrano y Sarrate, 2013).

En los procesos de cambio escolar se han identifi cado ya algunos de los factores clave que guían la transformación hacia la mejora educativa (Murillo, 2003; Muñoz-Repiso y Murillo, 2003): a) La escuela como unidad central del cambio, que se impulsa y coordina desde dentro a partir de estrategias multinivel; b) La cultura escolar como elemento decisivo para el cambio, defi nido, según Stoll y Fink (1999), por las metas compartidas de la comunidad educativa, el compromiso colectivo y la idea de mejora continua. Para ello es fundamental la formación del profesorado y el aprendizaje de la organización desde el trabajo colaborativo (Gale y Densmore, 2007); c) El papel determinante de una dirección colegiada, participativa, con un buen liderazgo pedagógico y distribuido que promueva la innovación y genere redes de apoyo en la comunidad educativa (Ainscow, 2013; Bolívar, López y Murillo, 2013). La centralidad de las prácticas docentes, generando comunidades de práctica, a partir de la resolución cooperativa de problemas y la diversifi cación metodológica que favorezca las condiciones de aprendizaje y participación de todos los miembros de la comunidad educativa.

Estos procesos de cambio afectan a la cultura escolar cuando tienen un horizonte común y la mejora se orienta a favorecer la inclusión y la intercuturalidad. Un instrumento muy utilizado para evaluar los enfoques inclusivos usados por el profesorado ha sido el Index for Inclusion (Booth y Ainscow, 2002). Existen varias traducciones y versiones derivadas del mismo que permiten realizar un proceso de autoevaluación tridimensional de las escuelas considerando la cultura, las políticas, y prácticas de educación inclusiva (Echeita y Sandoval, 2002). La más conocida y utilizada en nuestro contexto ha sido la adaptación del Consorcio Universitario para la educación inclusiva, además de las realizadas por otros grupos como la Guia per a l’anàlisi, la refl exió i la valoració de pràctiques inclusives (Durán, Giné y Marchesi,  o la Guía CEIN Construcción de la escuela intercultural inclusiva (Sales, Ferrández y Moliner, 2012) entre otras.

En la revisión de la literatura, Booth y Ainscow (2002) defi enden que una cultura escolar inclusiva implica la creación de una comunidad escolar segura, acogedora, colaborativa y estimulante, en la que todos los estudiantes se sientan valorados y puedan aprender. También en el estudio de Moliner y Moliner (2013) se consideran dos factores fundamentales para la promoción de una cultura intercultural e inclusiva: el conjunto de objetivos acordados por la comunidad educativa y los valores compartidos. A pesar de que parte de nuestra investigación previa se ha centrado en explorar los procesos de cambio global de los centros (Sales, Traver y García, 2011; Sales, Ferrández y Moliner, 2012) nos proponemos también indagar sobre la repercusión de los cambios que el profesorado plantea a un nivel micro en la cultura del centro.

DESARROLLO PROFESIONAL PARA EL CAMBIO DE LA CULTURA ESCOLAR

Por tanto, en los procesos de cambio hacia una escuela intercultural inclusiva es esencial identifi car las palancas y lugares estratégicos en los que se gesta y desarrolla la transformación (Senge, 1992).

Muchos autores coinciden con Fullan (2001) en que, en un modelo de cambio bottom up (desde abajo), el papel del profesorado es una pieza clave para darle un impulso signifi cativo al proceso. En este sentido, Wheelan (2005) argumenta que el cambio en la cultura escolar proviene de pequeños grupos de profesorado que impulsan la innovación y que progresivamente es compartida con otros hasta que los valores y creencias comunes han sido desarrollados y difundidos entre toda la comunidad escolar. De hecho, las comunidades profesionales de aprendizaje o los grupos colaborativos de profesorado muestran una gran potencia para generar cambios en las prácticas y en la cultura escolar (Zwart, Wubbels, Bergen y Bolhuis, 2007). Generan comunidades inclusivas como parte de un proceso de cambio (Busher, 2005); promocionan la participacion entendida como las experiencias y negociaciones compartidas resultantes de la interacción en una comunidad propositiva, desde una perspectiva de aprendizaje situado (Lave y Wenger, 1991; Wenger, 1998). La infl uencia de otras fuerzas no es menos importante, pero están mediadas por las comunidades cuyos signifi cados se han negociado en la práctica (Wenger, 1998). La naturaleza participativa de estas comunidades profesionales de aprendizaje, saca al profesorado de su tradicional aislamiento y lo proyecta hacia una nueva cultura escolar colaborativa.

Sin embargo, es amplio el debate en la literatura sobre el modo en que se produce el cambio escolar, optando muchos autores por la tesis de complementariedad enunciada por Darling-Hammond (2001, p. 274) “no es plausible una visión dura de la reforma emprendida desde arriba, ni tampoco otra romántica dejada al albur de los cambios espontáneos desde las bases”. O por Fullan (2002, p. 51) en una de las lecciones aprendidas: “ni la centralización ni la descentralización funcionan. Son necesarias estrategias de arriba abajo y de abajo arriba” y por Bolívar (2013, p. 67) sobre que “ambas lógicas se informan mutuamente”.

Desde esta perspectiva abordamos como formadores de profesorado y equipo de investigación, la formación continua de los profesionales de la educación. Desde nuestra universidad (Universitat Jaume I), desarrollamos desde hace 8 años el Seminario de Ciudadanía Crítica (SCC), del que forman parte profesorado de Educación Infantil, Primaria, Secundaria y Universidad, para compartir experiencias innovadoras, resolver problemas cooperativamente y dinamizar nuevas propuestas inclusivas e interculturales en las aulas. Este surgió de la necesidad de seguir formándonos en grupo, después de participar en cursos previos impartidos por nuestro equipo de investigación MEICRI (Mejora Educativa y Ciudadanía Crítica: http://meicri.uji.es/). Los miembros del seminario compartimos una visión de la educación como práctica social transformadora, comprometida con la construcción de una sociedad más justa e igualitaria. Adoptamos el enfoque del modelo de investigación en la acción (Elliott, 1991; Carr y Kemmis, 1993), dentro de la perspectiva de refl exión en la práctica para la reconstrucción social. Tres principios básicos de procedimiento permiten integrar y entender las contribuciones al seminario como una posibilidad de desarrollo profesional: a) partimos de las propias experiencias docentes y profesionales; b) contrastamos nuestra visión con la experiencia y aportaciones de expertos que puntualmente intervienen en el seminario y c) se trata de una experiencia de formación entre iguales, enriquecida por la heterogeneidad formativa, experiencial y profesional de sus miembros. En el marco de este espacio de desarrollo profesional, el objetivo de este estudio se centra en la indagación sobre la percepción que el profesorado tiene de las posibilidades de cambio escolar hacia la inclusión y la interculturalidad y cómo las innovaciones que emprenden tienen impacto en el contexto escolar. Intentamos averiguar si el cambio que se inicia en el aula puede tener repercusión en la cultura escolar y en qué condiciones. Si las innovaciones que se proponen y debaten en el Seminario tienen, según los participantes en el mismo, una capacidad de contagiar y transformar la cultura escolar de sus respectivos centros.

EL ESTUDIO

El Seminario de Ciudadanía Crítica (SCC) como contexto de formación compartida y colaborativa, pretende fomentar una escuela intercultural inclusiva mediante procesos de innovación metodológica. Como sesión inicial del curso se planteó una dinámica de reflexión, a través de un Grupo de Discusión sobre las necesidades formativas para emprender cambios en las escuelas y así planificar todos juntos los objetivos y expectativas sobre el SCC para ese año.

Con el estudio pretendemos:

• Conocer la percepción del profesorado participante en el SCC sobre las motivaciones para la innovación.

• Analizar los factores que determinan que las innovaciones de aula lleven a cambios en la cultura escolar.

Los participantes en el grupo de discusión fueron 8 maestros y profesoras, miembros del SCC desde el inicio. Todos habían participado en los cursos previos desarrollados por el grupo de investigación en la universidad y con asistencia habitual a las sesiones de trabajo.

La categorización fue desarrollada utilizando las herramientas informáticas MaxQDA para el análisis de contenido cualitativo y Cmap Tools para la representación gráfi ca. La validación de las categorías se realizó entre los miembros del equipo de investigación que asistimos al Grupo de Discusión (3 miembros) y los que no asistieron y trabajaron directamente con la transcripción de la sesión (4 miembros). Así mismo, la transcripción y la categorización fueron devueltas a los participantes del Grupo de Discusión para que corroboraran o matizaran el análisis.

El contexto social que da sentido al análisis temático del contenido del Grupo de Discusión y da credibilidad y rigor a los resultados lo proporciona la observación participante en las sesiones del SCC y permite el contraste del discurso de los participantes con sus trayectorias en el SCC y su experiencia innovadora en sus contextos laborales.

RESULTADOS

Las percepciones del profesorado participante sobre las motivaciones para la innovación son sobre todo personales y profesionales. Sobre los cambios en la cultura escolar y los elementos clave que permiten transitar de lo individual a lo colectivo. Además de los factores limitadores, apuntan con claridad los elementos que más repercuten en la transformación de la cultura de los centros y la posibilitan.

La clave de iniciar el cambio en la escuela es generarla desde lo micro, la propia aula abierta a todos. Desde lo individual a los pequeños grupos, pequeñas experiencias, con tiempo y espacio para ir consolidándolas y ampliándolas. Si se hacen propuestas top-down o grandes planes de mejora, el profesorado se desmotiva y en muchos casos se resiste al cambio y ni lo intenta: “Entonces, hacer poquito a poco; eso es, poco a poco. Formación, acción e información” (EMP).

Por tanto, la búsqueda de valores compartidos, de confianza y cohesión de grupo es esencial para generar un clima de aprendizaje, de colaboración hacia el cambio y la mejora. Buscar el consenso en los criterios, explicitar qué busca cada uno y dónde se puede confluir. A menudo, buscar espacios informales de convivencia y encuentro ayuda más que otras estrategias más formales. Hay que crear un clima de cuidado mutuo y cohesión, que implique emocionalmente, en un proyecto educativo común.

Del aula al centro:

las barreras para la transformación Aunque los participantes del SCC han conseguido en algunos casos ilusionar a algún compañero o compañera de su escuela para iniciar innovaciones en sus aulas, no parece tan fácil que estas tentativas se extiendan y sean reconocidas o promocionadas en la escuela. Una primera barrera se encuentra en las actitudes de resistencia de los compañeros. Es difícil “contagiar” a otros, que no parecen dispuestos a asumir el reto de transformar su práctica: Pero es que yo sé que la mayoría de mis compañeros, por mucho que revisemos, el año que viene continuarán haciendo lo mismo que han hecho este año, que hicieron el año pasado, y algunos que son más mayores que yo continúan haciendo lo mismo desde hace 25 años. (EP2)

Hacia la transformación de la cultura de centro Vistas las grandes barreras para que la innovación en las aulas llegue a la cultura de centro, la refl exión de los participantes gira en torno a los elementos y factores para la transformación escolar más global. La principal estrategia a desarrollar es la creación de equipos de trabajo que dinamicen el cambio: Aunque sea poca gente, que en el centro haya un grupo de personas, más grande o más pequeño, que, de alguna manera, con el nombre de… equipo de escuela inclusiva, o equipo de aprendizaje cooperativo, o como se llamen, que estén presentes y mantengan viva la llama de alguna manera. (ES2) Los grupos de trabajo deben escuchar las voces de la comunidad, ayudar a priorizar las necesidades de cambio percibidas y a elevarlas a los líderes institucionales y al conjunto del profesorado. De esta forma, se percibe que la dinámica más apropiada para el cambio es down-top y no al revés. Consideran ideal que el equipo directivo .

DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES

Los resultados muestran el interés del profesorado por la innovación educativa y la necesidad de generar cambios en las aulas. Para ello buscan el apoyo y la colaboración entre colegas, lo que origina la creación del SCC, y manifi estan la difi cultad de que esta cultura colaborativa se extienda en sus centros debido a las actitudes de resistencia de los compañeros y a la falta de implicación y compromiso de los equipos directivos. Para superar estas barreras proponen trabajar en equipo, de manera horizontal e implicando a toda la comunidad educativa, de manera que el cambio vaya poco a poco pero sea sostenido y sostenible.

En realidad, se trata de nuevo de generar discursos y relatos compartidos sobre los procesos de cambio. Así lo señalan López Yáñez y colaboradores (2011) en su estudio sobre diferentes escuelas en proceso de mejora, donde muestran cómo el cambio organizativo signifi cativo requiere de una narración colectiva de la historia del centro, que va construyendo una identidad compartida y un sentimiento de pertinencia entre el profesorado y en el resto de la comunidad educativa, previamente invisibles (Spillane y Diamond, 2007). Así pues, estudios previos corroboran la necesidad de una cultura institucional y una política decidida de comunicación que dé sentido a las iniciativas innovadoras, de manera que genere al mismo tiempo un cambio en las prácticas y en el relato que se hace institucionalmente de las mismas (Louis et al., 2009). En este sentido, el papel de los equipos directivos es fundamental para el cambio en la escuela (Ainscow, 2013) para la búsqueda de consensos, la creación de signifi cados compartidos y de un clima de confi anza y apoyo al profesorado que facilite el diálogo y la negociación. Y así, desde un liderazgo inclusivo (Gómez, 2013) que promueve una cultura colaborativa y del cuidado, fomentando la autonomía y corresponsabilidad, es como se van consolidando a largo plazo los procesos de mejora emprendidos por las comunidades de práctica (Scribner et al., 2007). En defi nitiva, las dos primeras conclusiones vienen a corroborar cómo en el seno del SCC se desarrollan procesos relacionados con las tres dimensiones que Escudero (2009) defi ne como propios de una comunidad docente de aprendizaje: 1) concertación y establecimiento de relaciones sociales e intelectuales de colaboración entre el profesorado; 2) deliberación y construcción de una cultura pedagó- gica compartida y 3) articulación y realización de procesos de investigación sobre la práctica, con el propósito de generar conocimiento “de” la práctica y acceder y reconstruir conocimiento externo “para” la práctica-

Estas conclusiones son básicas para los procesos de cambio y la formación del profesorado y visibilizan las relaciones entre lo macro y lo micro, lo social y lo individual, lo organizativo y lo curricular, el centro y el aula, la comunidad educativa y los profesionales de la educación. Explicitar esta relación puede facilitar que el profesorado se sienta agente de cambio en su aula y en su centro. Como señala Priestley (2011), es necesario que todo el que se implique en un proceso de cambio llegue a ser consciente de los factores que infl uyen en la capacidad del cambio. A la vista de los resultados, de acuerdo con Bolívar (2013), Los cambios en la estructura organizativa del centro escolar y la capacitación para el desarrollo profesional del profesor son claves en la mejora escolar. Por eso, en lugar de limitarnos a declarar cómo el profesorado podría comprometerse, dentro de la actual organización de las escuelas y del trabajo docente, la verdadera cuestión sería –al revés– cómo reestructurar las escuelas para que promuevan los papeles y funciones que deseamos. (p. 67).

REFERENCIAS

Ainscow, M. (2013). From special education to effective schools for all: widening the agenda. En L. Florian, (Eds.) The Sage Handbook of Special Education (pp. 146-159). London: Sage Pub.

Ainscow, M., Dyson, A. y Weiner, S. (2014). De la exclusión a la inclusión. Una revisión literaria internacional en camino para responder a los estudiantes con necesidades educativas en las escuelas. En-clave Pedagógica, 13(2013/14), 13-30

Bolívar, A. (2005). ¿Dónde situar los esfuerzos de mejora? Política educativa, escuela y aula. Educación Social, Campinas, 26(92), 859-888.

Echeita, G. y Ainscow, M. (2011). La educación inclusiva como derecho. Marco de referencia y pautas de acción para el desarrollo de una revolución pendiente. Tejuelo: Didáctica de la lengua y la literatura, 12, 26-46

Elliott, J. (1991). Action Research for educational change. Buckingham: Open Empirical study. British Educational Research, 17(3), 219-236.

Moliner, O., Sales, A. y Traver, J. (2007). Procesos de indagación colaborativa: investigación-acción entre colegas para una educación intercultural e inclusiva. Quadens Digitals.net

Traver J. (2003). La diversidad como problema educativo en la escuela rural: de la alquimia pedagógica a las respuestas sociocomunitarias. En AA.VV., II Taller de experiencias educativas en las comarcas del Alto Palancia y el Alto Mijares (pp. 1-15). Segorbe: Fundación Max Aub.

ODET  MOLINER  GARCÍA Universitat Jaume I molgar@uji.es

AUXILIADORA  SALES  CIGES Universitat Jaume I asales@uji.es

PAULA  ESCOBEDO  PEIRO Universitat Jaume I pescobed@uji.es

Fuente: http://www.unav.edu/publicaciones/revistas/index.php/estudios-sobre-educacion/article/view/4802/4128

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