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Una Mirada desde el Proceso de Evaluación y Seguimiento del Estudiante, Hacia el Proceso de Evaluación Socialista.

(Sistematización de la práctica educativa)

Profesor José Eduardo Hermoso Q.

Sur América/Venezuela/julio de 2016

LA IDEA
La idea de escribir estas líneas se centra en la casi inexplorada historia de vida de cada uno de los evaluados, aquellos seres de incomprensible actuación (para nosotros los docentes) ante el proceso educativo, de actitudes irreverentes ante el compromiso de ser joven e irrespetuosamente igualado ante el maestro; debería de partir de algunos conceptos para comenzar a traslucidar hacia donde se dirige este escrito y lograr que el lector se impregne de estos conceptos a fin de conseguir afinidad con él, sin embargo, tomaré como base mi experiencia personal sistematizada sobre los procesos evaluativos que he venido realizando a mis estudiantes desde el comienzo de mi carrera, para violar de manera paulatina algunas preconcepciones que se nos viene encima al tratar de puntualizar lo que es evaluación y nuestra actuación como docentes en el aula.

UNA VERDAD INCOMODA.
¿Que debe saber nuestro estudiante?, ¿por qué debe saber eso nuestro estudiante?, ¿Quién puede determina que tanto sabe nuestro estudiante?, la verdad de estas respuesta se encuentra en la concepción que tenemos de nuestro papel en el hecho educativo y determina en realidad, que somos y que queremos conseguir de nuestros estudiantes, de aquí, distingo varias visiones de lo que se debe evaluar al momento de intentar determinar que tanto sabe nuestro estudiante, sin embargo, esas visiones se ven empañadas por la intencionalidad que, de tras fondo, tiene el docente, muchas veces de forma consciente y otras inconsciente, de “para que se debe evaluar”. Entre ese trasfondo se pueden dar varios ejemplos, tales como:
• El docente que evalúa en función de lo que él como experto sabe y no de lo que el estudiante sabe.
• El docente que evalúa en base a lo que el estudiante no sabe. Rebusca en los contenidos, aquellos puntos de mas difícil entendimiento, para demostrar que el estudiante no sabe y delegarle a este la responsabilidad de la nota.
• El docente que evalúa en base a lo que el estudiante sabe, buscando aquí cuales fueron sus propias debilidades como profesor.
• El docente que simplemente avalúa por evaluar, sin criterio y sin un ¿por qué?, de tal manera que lo importante es que el estudiante tenga alguna nota para cumplir un requisito
• …
Me gustaría detenerme aquí para internalizar, con mi amigo el lector, lo referente a ¿Qué es una nota?, buenos, muchos responderán que; es un número del 1 al 20 que el estudiante saca en: algún examen, algún trabajo, la materia, …, sin embargo, pienso que la nota debe ir mucho más allá que un simple valor, numeral o alfabético, que saca el estudiante en una evaluación. La nota debe ser el reflejo de, lo que él sabe y lo que él hace, por tanto, debe haber un equilibrio entre la nota y su conocimiento y actuar GENERAL en relación al contenido que se le está dando, pero de aquí surgen varios problemas, puesto que nosotros, como supuestos expertos, fragmentamos el contenido y decidimos que es lo que con mayor importancia (desde nuestra óptica) debe saber el estudiante con amplitud, así tendemos a preguntar fragmentos del contenido general que dimos como: fechas, lugares, formulas, definiciones, ejemplos particulares, …, luego de ello, entendemos que el papel donde se plasmaron las respuestas a nuestras preguntas fraccionadas, representa el espejo de la totalidad de lo que el estudiante sabe del contenido, así que procedemos a asignar puntos según el nivel de importancia que tiene para nosotros las preguntas, de tal manera que, en las respuestas buscamos elementos no concordantes con nuestra acción educativa (la clase) y procedemos de forma subjetiva a ir descontando la mayor cantidad de puntos, justificados o no, de las respuestas, para así, validar nuestro proceder (buscamos los errores y nos encerramos en ellos para colocar la nota). Caso contrario, cuando las respuestas fraccionadas se parecen a las respuestas que hemos pensado y se parece a nosotros o a nuestra materia, entonces procedemos de forma subjetiva a ir colocando la mayor cantidad de puntos y nunca o casi nuca evaluamos la aplicabilidad en la vida real de lo aprendió en nuestra clase. Si el lector es detallista se habrá dado cuenta que hemos olvidado en la evaluación al ser (el estudiante) y nos hemos basado únicamente en lo que escribió (que supuestamente representa lo que él sabe), sin embargo, olvidamos detalles como: falta de experiencia en la expresión escrita por parte del estudiante, solo preguntamos fragmentos y no un todo, el tiempo y la presión como enemigo de la evaluación,…, así terminamos evaluando una representación de él (la hoja, la cartelera, el trabajo,…) y no a él (como estudiante y como ser humano), de tal manera que en realidad no importa lo que él sabe sino lo que escribió; en mis años de experiencia he visto algunos colegas que cuando el estudiante se acerca para explicarle lo que él quiso hacer o decir en la evaluación, este le responde “eso no fue lo que escribiste y por tanto esta es tu nota y punto”, yo mismo caí en el error de darle más importancia, como matemático, a los resultados que a los procedimientos, cuando, reflexioné sobre el asunto, empecé a darle más importancia a los procedimientos que a los resultados, pero por último me di cuenta que, ni son los procedimientos ni son los resultados escritos en la hoja; sino el entendimiento propio del estudiante y que finalmente la nota de ellos representan mi actuación como docente

MIS ERRORES COMO DOCENTE
Años tras años, había venido buscando una manera de corregir lo mas objetivamente posible a mis estudiantes e insistentemente cambiaba métodos de evaluación continuamente, ya que cada prueba, cada trabajo, cada evaluación, …, me llevaba irremediablemente a un grupo de estudiantes que aprobaba y a otro que reprobaba, a un grupo interesado y a otro menos interesado en la materia, por tanto me fui frustrando del rendimiento de los estudiantes y de su conducta ante la matemática, lo cual me llevo a preguntarme ¿Qué sabia yo de evaluación? y comencé a hurgar muchos conceptos y definiciones, sin encontrar en ello un aliciente que me permitiera entender el ¿por qué de mi frustración?, muchas de esas lecturas me parecían descontextualizadas, descabelladas y en otros casos me veía reflejado en el autor pero no conseguía los resultados que, según él debía lograr. Entendí que, en vez de revisar otros autores debía comenzar por revisarme a mí mismo y poner en duda todo lo que sabía hasta el momento, comencé así por mi materia, seguí por lo que es evaluación, y me fui indetenible a cuestionarme todo, hasta descubrir que yo tenía debilidades en los contenidos de algunas materias de bachillerato y pensé ¿cómo es posible eso?, ¿por qué no se ingles?, ¿Por qué no recuerdo química?…

EL RENACIMIENTO
Comencé a descubrir, que no todos los estudiantes habían madurado (por decirlo de algún modo) a la par de los contenidos que, año tras año, se le estaban dando en matemática y en todas las otras materias; por tanto, no era justo evaluar a la par a todos los estudiantes, de igual modo estaba evaluando fragmentado el conocimiento y ¿quién era yo para decidir que debían saber ellos en su vida?. En un principio, para mi todos debían saber a profundidad matemática sin importar que hicieran con ese conocimiento, pero después entendía que si un estudiante deseaba ser músico, poeta, actor, …, o simplemente no seguir estudiando, el nivel de importancia en mi materia no era el mismo que el mío, por tanto, no se esforzaría por desarrollar un comprensión en profundidad, ya que sus intereses estaban dirigidos a otro fin, así que a este estudiante no debía evaluarlo con la misma rigurosidad con que debía evaluar a un estudiante que quisiera ser ingeniero, arquitecto, licenciado o cualquier carrera que contuviera las ciencias exactas, sin embargo los problemas se iban profundizando cuando les preguntaba a mis estudiantes ¿Qué querían ser cuando llegaran a la universidad? ya que en las respuestas de la mayoría no había una claridad de futuro, sino más bien una apatía a seguir estudiando.
Que tenía hasta el momento:
• Frustración de la realidad que presentaba en mi materia.
• Dudas sobre lo que sabía y sobre lo que debía saber yo.
• Mucha experiencia sobre métodos de evaluación fallida.
• Diversidad de estudiantes.
• …
El cuestionamiento de todo esto, me permitió ver que estaba cegado por la luz incandescente de la disciplina que manejaba, todo debía ser un número y sin importar que ocurría en la mente del estudiante, en su vida y en su entorno. Me di cuenta que solo me interesaba el papel de la evaluación que él debía cumplir, este despertar de conciencia, en mi actuación, me llevo a redescubrir al estudiante como ser orgánico, con muchas debilidades y con muchas fortalezas, por tanto, no debía buscar las debilidades, sino buscar las fortalezas y potencializarlas a fin de lograr una madurez relativa a su desarrollo único como estudiante en mi materia, por tanto, debía preguntar en una evaluación “que sabía” y “como lo sabía”; visto el “como” en forma de razonamiento, pero lo más importante del despertar; fue el descubrir que yo nunca podría saber que tanto sabe él del contenido y que el único que puede saberlo es él mismo, así que: si la nota representa lo que él sabe, por consiguiente, la nota la tiene que poner el estudiante y no yo; mi papel en toda la evaluación sería orientar la nota hacia la honestidad. Ahora bien, en cuanto al fraccionamiento, tanto del contenido como de la individualización del entendimiento del contenido de la materia, comprendí que el trabajo en grupo debía ser el eje principal y que debía apartar de la mente del estudiante la necesidad de pasar la materia y enfocarlo al entendimiento del contenido, así que procedí a internalizar una nueva praxis del trabajo en grupo basado en la interiorización de su responsabilidad como estudiante y como miembro de un salón.

Nueva Praxis Educativa. Desde los grupos:
La nueva praxis educativa pasó necesariamente por una revisión personal, donde decanté la realidad de nuestro contacto educativo hacia los estudiantes que son, en ciencia cierta, nuestra razón de ser, aquí, me detuve a estudiar a fondo el comportamiento de nuestros estudiantes, para poder luego crear una metodología de evaluación acorde con la madurez matemática de cada estudiante en 4to año de bachillerato, sin embargo, al ir haciendo un estudio profundo del comportamiento estudiantil, fui descubriendo que dentro de los salones de clase existían distintos grupos, de diversos intereses y que en su mayoría se encontraban en rivalidad, es así, como pude visualizar que las clases, eran en esencia, todo lo contrario de lo que los profesores pensábamos, ya que, los grupos en rivalidad, al estar hacinados en un espacio, utilizaban las horas de clase para el enfrentamiento entre ellos, un ejemplo de esto es: cuando un estudiante molesta a otro, cuando un estudiante roba a otro compañero, cuando un estudiante busca atacar directamente a otro grupo de clase,…, y así continuamente, mas sin embargo, ya que vemos a un estudiante, pero no al que está detrás de él, y que en cuyo caso, existe su grupo que lo incita, lo aúpa y lo premia por actuar de esta manera, todo esto tratando de que el profesor no se diera cuenta de lo que ocurría, ya que este se encontraría concentrado en explicar su materia. De aquí pude al menos, visualizar 3 grupos distintos por cada salón, lo cual me llevo a preguntarme, ¿Cómo es posible que esto ocurra?, ¿Cómo no me di cuenta antes?, ¿Cómo es posible que los profesores no nos interesemos en estudiar a estos grupos?, y la pregunta mas importante ¿por qué existen estos grupos?, por tanto, me propuse a trabajar en la convivencia sana de estos grupos, mientras intentaba comprender la naturaleza de la necesidad, de los estudiantes, de conformar grupos de este tipo con esas rivalidades. Al pasar el tiempo he ir trabajando en los grupos, me fui frustrando, ya que, el avance en la tolerancia entre ellos no mejoraba, todo lo contrario, cada vez era mas evidente y repetitivo los choques entre los bandos, me pregunte entonces, ¿qué estoy haciendo mal?, lo cual, me llevo a un análisis profundo de mi actuación y entendía que mis clases eran de 2 horas, una vez a la semana en cada sección, siendo muy poco el tiempo semanal para trabajar en mejorar el comportamiento grupal, pero descubrí también que, existía otras 34 horas de otras materias que no había tomado en cuenta y que necesitaba saber, que estaba pasando con los grupos durante esas horas de clases, así que, decidí, de forma clandestina, ver como mis compañeros docentes enfrentaban el problema de los grupos, tomé la decisión de espiar a mis colegas y lo que descubrí me horrorizo, pues, evidencié que lejos de tratar las rivalidades de los grupos, las apoyaban, de hecho, vi como sus prácticas de clase incentivaban la competencia mal sana entre ellos, que para colmo, con la excusa de las evaluaciones, asentaban las discrepancias, como ejemplo expongo: en educación física, como el docente no estaba al tanto de los conflictos de los grupo, en una evaluación cualquiera, mandaba a formar equipo, donde el mejor equipo ganaba la mayor cantidad de puntos y el peor equipo simplemente perdía puntos, no existía cooperación grupal, simplemente competencia, lo que llevaba a la triste conclusión, a posterior de la clase, al enfrentamiento como grupos, ya sea con burlas verbales o gestuales, entre otras; en castellano, en física y en casi todas las demás materias, al ignorar el profesor lo que ocurría en cada salón con los grupos, cometían el mismo error, impulsando las rivalidades, tanto es así que, existían piques entre salones, que los profesores desconocían, y que de una u otra forma, habían ayudado a que aparecieran dichas diferencias, al comparar abiertamente, secciones con secciones, grados contra grados, estudiantes con estudiantes, sin embargo, al tratar de conversar con mis colegas me conseguí una total apatía a tratar de solucionar los problemas grupales, pues ellos no querían cambiar sus prácticas educativas. Al develar esta realidad en toda su inmensidad, decidí entonces, buscar ayuda nuevamente en los libros de diversas materias como: técnicas grupales, psicología educativa, programación neurolingüística, entre otras; ciertamente, después de su revisión, me di cuenta que la propuesta de la solución tenía que venir de mi parte, ya que, estos libros hablaban de forma universal, de algunas situaciones también generales o específicas que no eran mi caso y que solo me proporcionarían las herramientas como tal, y no, para mi caso específico, entonces, tuve algunas ideas de cómo enfrentar la situación utilizando como base la contextualización de las lecturas que había realizado.

El combate de la división grupal
Entendí entonces que, en realidad estaba combatiendo con paradigmas establecidos desde hace mucho tiempo en la institución, que se habían instalado en el comportamiento de nuestros estudiantes, así, decidí romper con toda la experiencia de mi práctica educativa y empezar a trabajar desde los grupos, para lo cual debía re-concebir en los estudiantes el cómo se miraban entre ellos, trabajando así el desarrollo evolutivo en matemáticas, comencé entonces a trabajar en la evaluación de los grupos, imponiendo como regla normada en el salón que “todos debían pasar”, nadie podía aplazar, con el lema “o todos pasan o todos se quedan”, para lo cual en pequeños espacios de la propia clase, explica la evolución del pensamiento para que fueran comprendiendo de que no todos tenían el mismo desarrollo, y que por tanto, los más adelantados debían ayudar a los que más les costaba entender, fue así como comencé hacer dinámicas con todo el salón dentro del aula, de tal manera que, por ejemplo, en las evaluaciones colocaba una pregunta por persona, los reunía en grupo donde debía decidir quién era el líder del grupo, el cual tenía la responsabilidad de hacer trabajar a cada miembro, de hacer la preguntas al profesor, de distribuir la preguntas, entre otros, y luego cada miembro debía colocar en su hoja su respuesta más la de los otros integrantes del grupo, de tal manera que mientras copiaban la respuesta del compañero este le explicaba cómo había realizado el ejercicio, lo cual, abría un debate entre ellos. Al momento de evaluar, yo corregía los ejercicios sin colocar nota, así, a la clase siguiente les entregaba la hoja de la evaluación corregida pero sin nota, por tanto, cada estudiante tenía que venir a mí a explicar cómo había sido su metodología de trabajo, como se había comportado el grupo con él, como se había sentido con el grupo, y por último le preguntaba, ¿qué nota se ponía él?, no solo en la propia hoja de evaluación, sino, en el desempeño del grupo en el cual participó, también le preguntaba, ¿qué nota me ponía a mí como profesor?, tanto en la explicación del contenido como en las dinámicas de evaluación. Las respuestas aquí me dejaban asombrado, porque, a mi como profesor me colocaban notas altas entre 17 y 20 pero cuando tocaba la autoevaluación, muchos de estos estudiantes al ver la cantidad de detalles que le marcaban en la hoja se colocaban notas extremadamente bajas, otros simplemente me eran honestos y confesaban que terceros estudiantes le había realizado el ejercicio, otros le echaban la culta al grupo, los más brillantes se colocaban altas notas y no asumían la responsabilidad del trabajo grupal solo del ejercicio que ellos habían realizado, y así sucesivamente. Evalué la autoestima y Escuchaba cada uno de los argumentos y excusas que ponían sobre su actuación grupal y su nota, al final, les explicaba que la nota que ellos se ponían en realidad era la que yo me merecía, por tanto esas notas bajas como 08,09,10,…, eran la evaluación de mi actuación como profesor, esto causó impacto, ya que no habían relacionado mi papel como maestro y su rendimiento académico, les recordaba el lema “o todos pasan o todos se quedan”, y les preguntaba ¿cómo íbamos a resolver la situación?, ellos decían desde las propuestas más descabelladas hasta llegar a la más razonables, entre ellas estaba que el grupo de los que más sabían le explicaban a los que menos sabían, preparándolos para defender su evaluación, esto hizo que compartieran mas, que se conocieran, que tuvieran metas en común, que salvara sus diferencias, no necesariamente debían ser amigo, simplemente que entendieran que por sobre todo eran “compañeros de clase” y que debían ayudarse a alcanzar las metas establecidas por los profesores,

SALVANDO LAS DIFERENCIAS DE LOS GRUPOS
Al principio costó mucho que los grupos entendieran a profundidad lo que deseaba lograr con ellos y conmigo, pero después de la 3era evaluación los muchachos se acostumbraron a la metodología, al término de cada lapso hacíamos una dinámica de autoevaluación – heteroevaluación – coevaluación, donde cada quién sabía cuáles eran sus debilidades, tanto en los contenidos evaluados como en el trabajo en grupo, logrando altas reflexiones de su papel como estudiantes, y de su madurez educativa, en algunos casos se pedían hasta disculpas por pensamientos y acciones egoístas que habían tenidos en algunos momentos determinados, en otros casos me sentía lleno de mucho orgullo cuando un estudiante brillante defendía la nota de un estudiante que tenía problemas, a tal punto que sus argumentos hacían ver el nivel de comprensión sobre la vida y el desarrollo académico del otro, en un momento me dieron la sorpresa, cuando estuve de reposo 2 semanas, que se había reunido todo el salón durante ese tiempo para estudiar mi materia, dentro y fuera del liceo, haciéndome sentir satisfecho, esto hizo que su rendimiento en matemática fuera muy bueno, evitó por consiguiente que al termino del año los estudiantes vinieran a mí a solicitar puntos, ya que al final comprendieron que no era yo quien había colocado la nota, sino ellos, logré aumentar su autoestima, así como autoconfianza en matemática y que redescubrieran el valor de ser compañeros de clase aprobando todos la materia.

MÁS INNOVACIONES
El estudio de los grupos y la concentración de ellos dentro del salón de clase, hizo que entendiera la necesidad urgente de cambiar las metodologías para dar mis clases, con mucho esfuerzo compre un video beam y comencé a hacer las presentaciones de los contenidos que deseaba que ellos dominaran, a demás, utilicé sus correos para enviarles la presentación una semana antes de cada clase, esto con la finalidad de que, al menos, la revisaran y trataran de comprender, así mismo, les mandaba varios video de internet donde explicaban el contenido que yo iba a dar. Al inicio de cada clase comenzábamos con algún pequeño juego matemático como sudoku, tahagram chino, entre otros, luego se iniciaban las presentaciones que duraban un máximo de 45 minutos, al termino de estas había un trabajo grupal que debían realizar para desarrollar el cooperativismo, así mismo, les asigné una carpeta a cada estudiante para que fueran guardando los trabajos y los resultados de sus evaluaciones, de tal manera que, cuando alguno sentía que dominaba mejor un contenido podía recuperar la nota, esta carpeta permanecía dentro del liceo y todas las clases se las entregaba para que la revisaran y vieran su desarrollo, igualmente manteníamos contacto permanente a través del correo electrónico o mensajes telefónicos, de tal manera que, en cualquier momento me podían consultar sobre alguna duda en matemática o cualquier otro ámbito de la vida.

LAS DIFICULTADES
El problema mas grande que enfrenté fue el total rechazo por parte de la gran mayoría de mis compañeros, que se dedicó a desacredítame ante la dirección del plantel, poniendo en duda mi ética y mi moral, tratando de establecer argumentos sin consistencias, alegando que mi práctica lo que hacía era fomentar la indisciplina, ya que los estudiantes ponían punto de comparación entre mis metodologías y las de ellos, lo cual era contraproducente para la disciplina que ellos imponía dentro de su clase, decían además que como era posible que los estudiantes se evaluaran ellos mismos y al profesor, que eso era desacertado para el liceo, sin embargo, cada vez eran mas los estudiantes que defendían mi metodología, desmontando cualquier argumento en mi contra.

QUE SE LOCRÓ
Se logro un empoderamiento de los estudiantes, sobre su actuación dentro y fuera de las clases de matemática, la comprensión inequívoca de que eran responsables de su vida y sus notas, que existía un relación directa entre lo que sabían en matemática, su actuación como grupo y la nota que sacaban en la materia, es decir, era un todo en conjunto, comprendieron además lo importante de mantener relaciones armónicas entre compañeros y a superar sus individualidades para alcanzar las metas en conjunto.

QUE LOGRE PERSONALMENTE.
A parte de lograr grandes satisfacciones y haber superado mis frustraciones como docente, al año siguiente de comenzar mi nueva praxis académica, fueron las elecciones de los nuevos directivos del plantel, dando como resultado que los propios estudiantes me postularan como jefe del departamento de evaluación, por el cual obtuve mas del 90% de los votos, ganando así dicha jefatura, la cual ejercí siempre a favor de los estudiante, de allí pude analizar desde una perspectiva trans-disciplinar lo complejo de la evaluación estudiantil y las categorías que surgen cuando intentamos interpretar el conocimiento para darle una nota, así mismo, me interesé en la investigación educativa y comencé un curso de doctorado … pero esa es otra historia.

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Joint programming in European science and technology policy

voxeu.org/08 de julio de 2016/Por: Paul Hünermund, Georg Licht

Resumen: Los países europeos están coordinando cada vez más sus políticas nacionales de investigación y desarrollo. Sin embargo, los programas supranacionales I + D conllevan problemas desde un punto de vista de la gobernabilidad. En esta columna se discute el problema de las subvenciones cruzadas entre los países participantes. iniciativas de programación conjunta europeos generalmente están diseñados para evitar la transferencia de pagos internacionales. La evidencia empírica sugiere que ello viene a costa de una menor eficiencia. Sin embargo, el 87% del gasto público en investigación y desarrollo (I + D) en 2014 todavía se mantuvo en el level.1 nacional Este paisaje fragmentado de la I interno y los sistemas de apoyo D complica la orientación internacional de ciencia y conduce a una duplicación de los esfuerzos de investigación dentro de la UE. El aumento del número de iniciativas de programación conjunta, por tanto, es una prioridad política clave para la Comisión Europea (OCDE 2012). La puesta en común de las contribuciones nacionales a un programa europeo con un presupuesto común (el llamado «real bote común ‘) plantea problemas desde el punto de vista de gobierno. En particular, las tasas de éxito podrían ser geográficamente desequilibrada si subvenciones concedidas a determinados países no corresponden a la cuota de contribución del país. Este debate sobre las transferencias netas entre los participantes se conoce como justa compensación en los círculos políticos. Además, las autoridades podrían estar tentados a reducir la financiación nacional y libre de paseo en las contribuciones de los países socios. Con el tiempo, crear y distribuir un presupuesto único a nivel supranacional podría requerir cambios en las condiciones marco legales para los países participantes de la OCDE (2012). Para evitar estos problemas, el 80% de las iniciativas de programación conjunta europeos están organizadas como ‘ollas comunes virtuales «(VCP) (Moretti y Villanova 2012). Un VCP emula un verdadero fondo común (RCP) en la medida en la calidad de los proyectos que soliciten subvenciones se evalúa de forma centralizada por una sola autoridad pública, que es responsable de todos los países participantes. Cada país se compromete a respetar el ranking de evaluación de la agencia central, pero sólo paga los fondos a sus propios candidatos nacionales. En consecuencia, la preocupación por el parasitismo y justo retorno se mitigan y hay menos necesidad de armonizar los marcos legales. Sin embargo, un VCP hace que el proceso de asignación de las subvenciones de I + D más complicado. Las propuestas de proyectos son generalmente presentadas por consorcios internacionales como las iniciativas de programación conjunta destinadas a promover la cooperación entre países de I + D. Por lo tanto, las limitaciones presupuestarias tienen que ser holgura en todos los países involucrados. Para ilustrar el funcionamiento de un VCP, supongamos que hay cuatro países que participan en un programa conjunto – A, B, C y D. Cada país aporta un presupuesto para financiar exactamente dos subvenciones. En consecuencia, hay un presupuesto total de exactamente ocho becas. Además, supongamos que hay propuestas de proyectos por seis consorcios internacionales y cada socio del proyecto requiere de una subvención para llevar a cabo el proyecto. Todas las propuestas de proyectos se evalúan según un ranking de calidad central, que puede ser como sigue:

Tabla 1 . El funcionamiento de un fondo común virtual de

Un consorcio formado por dos socios del país B y uno del país A ha presentado su propuesta mejor evaluada. Otro consorcio de países B y C presenta el segundo mejor proyecto, y así sucesivamente. En un fondo común, se concederían las tres aplicaciones de más alto rango, después de lo cual se agotaría el presupuesto común de ocho. En una olla común virtual, por el contrario, las limitaciones presupuestarias nacionales individuales deben ser respetados. La primera propuesta recibe fondos como antes. Entonces, sin embargo, el país B utiliza su presupuesto de dos y el segundo clasificado proyecto renuncia a la financiación. Para la tercera propuesta, los solicitantes de diferentes países, allí de nuevo están disponibles los recursos suficientes. También el quinto clasificado propuesta reúne los requisitos para la financiación en un VCP en este ejemplo.

La Tabla 1 ilustra tres cosas. En primer lugar, en un fondo común, ningún socio de un país D recibe una subvención. En su lugar, todo el presupuesto D’s se paga a los socios del fondo de otros países. El fondo común virtual se supone que previene precisamente esta situación. En segundo lugar, el PCV deja huecos de proyectos no financiados que de otro modo se otorgan en un PCR.En tercer lugar, y lo más importante, el rango promedio de calidad de los proyectos financiados es inferior en un VCP. Por lo tanto, si el impacto de las subvenciones se incrementa con la calidad del proyecto, se financian proyectos menos eficientes. Esto lleva a un compromiso entre el equilibrio geográfico de un VCP está diseñado para inducir y una asignación eficiente del presupuesto del programa.

En un artículo reciente, Hünermund y Czarnitzki (2016) estimar el efecto de Eurostars, un programa conjunto de 33 países (incluidos los cinco países no pertenecientes a la UE) destinados a I + D rendimiento de las pequeñas y medianas empresas, en el crecimiento firme y la creación de empleo. El programa contó con un presupuesto total de 472 millones € entre 2008 y 2013, de los cuales el 25% fue co-financiado por la Comisión Europea (Makarow et al. 2014). Una ventaja práctica del hecho de que no todos los proyectos de alto rango quedan formalizadas en VCP es que facilita la identificación de los efectos causales. Mientras que los mejores proyectos siempre son financiados en un PCR, un VCP permite a los investigadores comparar las empresas financiadas con sus vecinos directos en el ranking de evaluación. Para ponerlo en términos econométricos, la variación exógena en la disponibilidad presupuestaria, generada por el PCV, sirve como un instrumento para la recepción de subvenciones de las empresas. Hünermund y Czarnitzki utilizan este y muestran que el impacto de las subvenciones de I + D en la creación de empleo es de hecho una función creciente de la calidad del proyecto (véase la Figura 1). Puesto que un VCP financia proyectos con una calidad media más baja es la relación estimada se traduce en un trabajo subvención inducida que es un 27% más costoso en comparación con un PCR.

Figura 1 . El crecimiento del empleo inducida por las subvenciones de I + D en el programa Eurostars dependiendo de la calidad del proyecto

Aunque un VCP tiene ventajas desde la perspectiva del gobierno, la evidencia empírica muestra que reduce la eficiencia de las políticas conjuntas de I + D. Los números exactos serán diferentes para otros programas, en función de la relación entre la calidad del proyecto y el impacto de políticas. Sin embargo, siempre habrá una pérdida de eficiencia siempre y cuando la relación no es completamente plana. Por consiguiente, un mejor equilibrio entre el equilibrio geográfico y la eficiencia podría ser una combinación de un PCR y un VCP. En un modo mixto de este tipo una parte del presupuesto total se utiliza para financiar los proyectos mejor clasificados, con independencia de su origen geográfico. La parte restante todavía puede ser asignado como VCP para lograr una tasa de concesión uniformemente distribuida. Hünermund y Czarnitzki simular un modo mixto para el programa Eurostars y ha constatado que la contribución de la Comisión Europea del 25% había sido asignado como un verdadero fondo común, una gran parte de los costes adicionales debido a la VCP se habría evitado.

Noticia Original:

The pooling of national contributions to a European programme with a common budget (a so-called ‘real common pot’) poses problems from a governance standpoint. In particular, success rates might be geographically unbalanced if grants paid out to certain countries do not correspond to the country’s contributing share. This debate about net transfers between participants is known as ‘juste retour’ in policy circles. In addition, policymakers might be enticed to lower national funding and to free-ride on partner country’s contributions. Eventually, creating and distributing a single budget at the supra-national level might require changes in the legal framework conditions for participating countries (OECD 2012).

The virtual common pot

To avoid these problems, 80% of European joint programming initiatives are organised as ‘virtual common pots’ (VCPs) (Moretti and Villanova 2012). A VCP emulates a real common pot (RCP) insofar as the quality of projects applying for grants is evaluated centrally by a single public authority, which is responsible for all participating countries. Each country is committed to respect the evaluation ranking of the central agency, but only pays funds to their own national applicants. Consequently, concerns about free-riding and juste retour are mitigated and there is less need to harmonise legal frameworks. However, a VCP makes the allocation process of R&D grants more complicated. Project proposals are usually submitted by international consortia as joint programming initiatives aimed at promoting cross-national R&D cooperation. Thus, budget constraints need to be slack in all countries involved.

To illustrate the working of a VCP, suppose there are four countries participating in a joint programme – A, B, C, and D. Each country contributes a budget to fund exactly two grants. Consequently, there is a total budget of exactly eight grants. Further, suppose that there are project proposals by six international consortia and each project partner requires one grant to conduct the project. All project proposals get evaluated according to a central quality ranking, which may look as follows:

Table 1. The working of a virtual common pot

A consortium formed by two partners from country B and one from country A submitted the best evaluated proposal. Another consortium from countries B and C presented the second-best project, and so forth. In a real common pot, the three highest-ranked applications would be granted, after which the common budget of eight would be exhausted. In a virtual common pot, by contrast, the individual national budget constraints need to be respected. The first proposal receives funding as before. Then, however, country B used up its budget of two and the second-ranked project forgoes funding. For the third proposal, by applicants from different countries, there are again sufficient resources available. Also the fifth-ranked proposal qualifies for funding in a VCP in this example.

Table 1 illustrates three things. First, in a real common pot, no partner from country D receives a grant. Instead, D’s entire budget is paid out to fund partners from other countries. The virtual common pot is supposed to prevent exactly this situation. Second, the VCP leaves gaps of non-funded projects that otherwise would be granted in an RCP. Third, and most importantly, the average quality rank of funded projects is lower in a VCP. Thus, if the impact of grants increases with project quality, less efficient projects are funded. This leads to a trade-off between the geographical balance a VCP is designed to induce and an efficient allocation of the programme’s budget.

The Eurostars Joint Programme

In a recent paper, Hünermund and Czarnitzki (2016) estimate the effect of Eurostars, a joint programme of 33 countries (including five non-EU countries) targeted at R&D-performing small and medium-sized enterprises, on firm growth and job creation. The programme had a total budget of €472 million between 2008 and 2013, of which 25% was co-funded by the European Commission (Makarow et al. 2014).

A practical advantage of the fact that not all high-ranked projects get granted in a VCP is that it facilitates the identification of causal effects. Whereas the best projects always get funded in an RCP, a VCP allows researchers to compare funded firms with their direct neighbours in the evaluation ranking. To put it in econometric terms, the exogenous variation in budget availability, generated by the VCP, serves as an instrument for firms’ subsidy receipt. Hünermund and Czarnitzki use this and show that the impact of R&D grants on job creation is indeed an increasing function of project quality (see Figure 1). Since a VCP funds projects with a lower average quality the estimated relationship translates into one grant-induced job that is 27% more costly compared to an RCP.

Figure 1. Job growth induced by R&D grants in the Eurostars programme depending on project quality

Although a VCP has advantages from a governance perspective, empirical evidence shows that it reduces the efficiency of joint R&D policies. Exact numbers will differ for other programmes, depending on the link between project quality and policy impact. However, there will always be an efficiency loss as long as the relationship is not completely flat. A better trade-off between geographical balance and efficiency might therefore be a combination of an RCP and a VCP. In such a mixed mode a share of the total budget is used to fund the best-ranked projects, irrespective of their geographical origin. The remaining share can still be allocated as a VCP to achieve an evenly distributed granting rate. Hünermund and Czarnitzki simulate a mixed mode for the Eurostars programme and find that if the European Commission’s contribution of 25% had been allocated as a real common pot, a large fraction of the additional costs due to the VCP would have been avoided.

References

European Commission (2008), “Towards joint programming in research: Working together to tackle common challenges more effectively”, Communication from the Commission to the European Parliament, the Council, the European Economic and Social Committee and the Committee of the Regions, 11935/08, COM (2008) 468

Hünermund, P, and D Czarnitzki (2016), “Estimating the Local Average Treatment Effect of R&D Subsidies in a Pan-European Program”, ZEW Discussion Paper No. 16-039

Makarow, M, G Licht, I Caetano, D Czarnitzki, and S Elçi (2014), “Final Evaluation of the Eurostars Joint Programme”, Ref. Ares (2014) 3906990

Moretti, P F, and L M Villanova (2012), “Coordinating European national research programmes: the process towards Joint Programming Initiatives”, Consiglio Nazionale delle Ricerche, DTA 10-2012

OECD (2012), “Meeting Global Challenges through Better Governance: International Co-operation in Science, Technology and Innovation”, OECD Publishing

Tomado de: http://voxeu.org/article/joint-programming-european-science-and-technology-policy

Imagen: https://www.google.com/search?q=Joint+programming+in+European+science+and+technology+policy&espv=2&biw=1366&bih=667&site=webhp&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ved=0ahUKEwjb28nP_-PNAhXDez4KHdbUAJMQ_AUIBygC#tbm=isch&q=european+continent&imgrc=YNC7jRaz20gXpM%3A

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Consumir políticas. Dilemas latinoamericanos

Por: Alfredo Serrano Mancilla

 

El consumo es el territorio social de la diferenciación, la jerarquización y un indicador social del ascenso.

I.
Yo consumo. El pueblo es una operación política, una invención, un conjunto de actores y ciudadanos, pero también es un universo de consumidores e individualidades que presionan sobre la política. Que están ahí, exigiendo ampliar sus posibilidades. La subjetividad posmoderna, la individuación y su vinculación con el consumo se han transformado en un problema electoral, y también político. Es un dilema para todos los gobiernos. El mercado -no solo en su dimensión compra-venta- se ha metido en la cama de la política. En los últimos años, el consumo fue incorporado como política pública: ampliar el mercado interno, el empleo, el salario, etc. Pero poco fue pensado como condición de la subjetividad posmoderna y global. Como práctica donde se realiza lo privado y una identidad vinculada a éste. El consumo es el territorio social de la diferenciación, la jerarquización y un indicador social del ascenso. El momento de lo privado que acecha a lo público. El ciudadano-consumidor es un voto en sí mismo.

II
La mayoría de los proyectos de cambio (Venezuela, Argentina, Bolivia, Ecuador) partieron de un pacto social y económico basado en la lógica ganar-ganar. La gobernabilidad fue viable –por un tiempo- para los intereses de todos los actores. El Estado asumió un papel protagónico reapropiándose de los sectores estratégicos, redistribuyendo la riqueza a través de políticas públicas activas. Logró incluir a las mayorías sociales en clave de consumo gracias a la mejora en el empleo y salario. Mayorías y consumidores se articularon y se expresaron al mismo tiempo. Una asociación que no siempre va de la mano, sobre todo, cuando los problemas económicos aparecen y el Estado ya no aparece como “garantizador” del consumo. Ante coyunturas críticas, la figura del consumidor demanda lo mismo (a veces más) sin preocupación por el interés colectivo. Lo general es su enemigo. Emerge un consumidor liberal que no desea discutir sobre lo estatal ni sobre políticas gubernamentales. Lo que busca es seguir consumiendo.

III
La demanda interna creció y se democratizó significativamente en estos años. El mercado interno no pudo de ninguna manera ser satisfecho por el sector público. Pero la oferta privada nacional tampoco logró ser la respuesta a este nuevo fenómeno económico inclusivo. Fue imposible producir internamente al mismo ritmo que lo hacía el consumo interno. El mercado, sus intereses y actores, se expandió más allá del Estado. Se multiplicó y tomó su propio rumbo sin posibilidad real de ser gestionado ni controlado por las políticas públicas. He aquí la nueva cuestión de época.

IV
Existe una vida social contemporánea que por momentos no es captada en su complejidad por los gobiernos. Un poder en ciernes y en transformación, cuya velocidad muchas veces no puede captarla. La gran avenida del consumo cobijó a todos aquellos que mejoraron su situación. Les tendió la mano. Con “lo social” satisfecho, el consumo se volvió la gran madre de la movilización ascendente.

V
Tras las bambalinas del consumo, se fragua el dilema de época para estos procesos de cambio. A medida que el Estado recuperaba -por distintas vías- las divisas, se forjaba una mayor dependencia del capital privado en el uso de las mismas para importar bienes y servicios. Cuando la divisa se hizo escasa la política se encontró con el mercado y con ese mundo privado dispuesto a todo. Mientras tanto, los consumidores fueron a elecciones y votaron.

  1. En este cambio de época se avanzó en materia de derechos sociales gracias a todo lo realizado en la esfera pública. Sin embargo, los gobiernos progresistas no pudieron limitar ni desgastar el consumismo y su lógica aspiracional. Paradójicamente, su estrategia de integración fue a través del mismo. Por tanto, se encontraron con el segundo dilema: aceptar la fuerza globalizadora de la cultura del consumo, mientras necesitaban limitar las exigencias venidas de los actores económicos-financieros globales. Este dilema se encuentra en el centro de la escena gubernamental. Es un proceso que no es considerado por los ciudadanos en su vida cotidiana. Solo es un dilema para el Gobierno; la persona consume y se encarga de su vida. Participa en la polis con su “bolsillo” pero no como un homo consumis sino con la resignificación política-social de su nueva condición de consumidor/ciudadano. Mas allá, de su inclusión a través del universo de políticas sociales, privilegia opciones políticas que busquen saciar su propia invidualidad y diferenciación. Esta defensa del “derecho individual de consumo” se enfrenta con los imaginarios de las políticas que le permitieron gozar de su condición actual. En momentos de turbulencias económicas, esta subjetividad puede ser expresada por opciones de derecha, cada vez más preocupada por la rebelión de “lo privado” y representada en una discursividad de lo cotidiano que evade e impugna los grandes relatos hiperideologizados. En el territorio de la subjetividad posmoderna ha encontrado su votante.

VII.
La izquierda debe lidiar con una subjetividad que también le pertenece y necesita. Deberá “descender” al mundo del individuo y de los actores para repensar sus prácticas en contextos de intensa globalización. Tendrá que pensar en el votante  y en sus capacidades -siempre mínimas- de erosionar o reconducir esta subjetividad que puede poner en riesgos proyectos democratizadores, inclusivos y bienestaristas. La opción de votar por órdenes decididamente desiguales es una posibilidad que brinda el mundo contemporáneo y la lógica cultural del consumo. La izquierda no puede darle la espalda. Le tocará afrontar esta contradicciónpropia del proceso de cambio. La clave está en hacerlo creativamente.

Tomado de: http://laventana.casa.cult.cu/noticias/columnas/orbita/2016/06/23/consumir-politicas-dilemas-latinoamericanos/

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La Crisis de Autoridad y la Reforma Educativa

Por: Lev Moujahid

La estrategia gubernamental ante los  los maestros busca detener un levantamiento civil, y al tiempo, trazar una salida pactada al conflicto. La moneda de cambio que ya ofrecen en la Segob a la CNTE es frenar el despido masivo de maestros. Todo sin tocar la reforma educativa. Los profesores tendrán que decidir si aceptan o siguen en una lucha que esta aglutinando a los sectores desposeídos del país.

Lo que se mostró en las pasadas elecciones fue una manifestación de hartazgo, de repudio al partido político en el poder y a la forma en como este ha conducido la nación, a sus políticas antidemocráticas y medidas regresivas de los alcances populares que se habían logrado en los procesos históricos del siglo XX, mismos que constituyeron cierta estabilidad en la vida de los ciudadanos.

La alternancia partidista que la oligarquía mexicana pacto en varias entidades del país, tenia como objetivo canalizar el descontento social hacia la jornada electoral, pero sin poner en riesgo sus intereses, de ahí que se generaran expectativas de cambio, que finalmente favorecieran la alianza entre la misma derecha proneoliberal.

Se trataba de desviar o evitar un posible levantamiento social de alcances nacionales, que atentara contra la viabilidad del proyecto oligárquico impuesto a través de las reformas estructurales, el cual ha puesto en marcha el desmantelamiento de la soberanía económica, energética, territorial, educativa y política de México.

En este ambiente, si bien un sector del magisterio disidente tuvo una participación relevante, incluso colectiva y organizada, en favor de la izquierda progresista que se manifestó por echar abajo la reforma educativa, no agoto en la vía electoral sus posibilidades de lucha contra esta medida: la lógica inherente a los maestros continua desde el terreno político, por la vía no institucional, sino de la movilización social.

Sin embargo, la lucha magisterial agudizó la crisis de hegemonía en el sistema político mexicano, no sólo porque debilitó al partido gobernante o porque ha cimbrado sus principales figuras presidenciales; también evidencio su incapacidad para generar un clima de gobernabilidad en medio de diversos conflictos sociales que ellos mismos dejaron crecer.

Las demandas por la estabilidad laboral que encabeza la CNTE, y que por supuesto son legítimas han visibilizado otras inconformidades que no aparecían en el escenario político; detrás de la respuesta represiva al magisterio se dejan ver los proyectos de privatización, eso avispa a todos los actores educativos y a la misma sociedad civil, unas veces en la manifestación social y otras en formas de solidaridad que garantizan las condiciones de lucha por la defensa de la escuela pública, entonces, junto a las muestras masivas de movilización popular, también hay una red de inconformidad que deposita en los maestros, mas que en los partidos políticos sus anhelos de tener una vida mejor.

Un elemento que aparece en este ambiente de descontento generalizado y que hace crisis no solo en el partido hegemonía sino en todo el sistema de partidos, se refleja en los procesos de organización de gobiernos populares que han encontrado fortaleza en el movimiento magisterial, los cuales advierten en la desfiguración del Estado mexicano y sus desgastadas estructuras de poder, así como en sus fallidas políticas antidemocraticas, la necesidad de desconocer los gobierno locales y, en su lugar, edificar formas de poder emanadas desde la voluntad colectiva.

Nochixtlan no ha sido el único caso en medio de este conflicto, en el que se haya decidido conformar poderes alternos; en varias poblaciones de Chiapas, donde los maestros tienen fuertes raíces, las comunidades indígenas que decidieron respaldar a sus profesores y encabezar las mas radicales acciones de presión contra la reforma educativa, ya discutían o habían iniciado la conformación de autonomías.

La idea de crear gobiernos autónomos mas allá de las geografías locales hasta escalar a nivel estatal, se hace posible para las comunidades chiapanecas en la medida en que las organizaciones magisteriales y populares son tan nutridas y de tal magnitud que potencializan una respuesta organizativa mayúscula capaz de derrocar al gobierno de Velasco, pero que ha sido contenida con las fuerzas represivas federales que han ensayado ahí y en Oaxaca la cara mas dura de la dictadura en México.

En esta crisis política el gobierno mexicano ha optado por el endurecimiento de su postura, siempre negativa a derogar o siquiera modificar la reforma educativa. prefiere provocar un preámbulo violento que le permita un margen muy estrecho para ceder ante una eventual negociación con el movimiento magisterial y popular que no toque los principios de ninguno de los pilares de su proyecto neoliberal.

La masacre de Nochixtlan; la criminalización, persecución y encarcelamiento de los defensores de la educación pública; el uso constante de toda la logística contrainsurgente por parte de los cuerpo policíacos y militares para combatir a los maestros y los brotes de rebelión popular, pero también la represión administrativa traducida en despidos y descuentos salariales indiscriminados a los trabajadores de la educación, son escenarios maquinados por el Estado.

La estrategia gubernamental se propone, en primera instancia, detener la amenaza de un levantamiento civil y, en segundo plano, trazar una salida pactada al conflicto magisterial sin tocar la reforma educativa, pero ofertando en la mesa de dialogo ponerle un freno a su plan de aniquilamiento masivo y selectivo contra la CNTE como moneda de cambio.

Son tiempos de decisiones difíciles para las y los  maestros mexicanos; por ello tendrán que optar por una salida que les permita resolver en el corto plazo la estabilidad de su relación laboral, sostener la confianza en que la lucha organizada es el cambio para que ningún trabajador sea excluido del sistema educativo por culpa de una ley injusta. Ademas, deberán caminar en la ruta de la organización multilateral con la sociedad harta de políticas fallidas, trabajar en la construcción de un consenso mayoritario que eche a los neoliberales del poder sin perder su independencia política y encausar los procesos que empujan desde abajo la ruptura con un Estado que suplanta la voluntad popular.

Fuente: http://www.contralinea.com.mx/archivo-revista/index.php/2016/07/06/la-crisis-de-autoridad-y-la-reforma-educativa/

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Natalia Ginzburg y su reflexión sobre la educación

 

Por: Natalia Ginzburg

 

La escritora italiana Natalia Ginzburg propone una educación radicalmente distinta, que se enfoque en las grandes virtudes y no en las del día a día.

Por lo que respecta a la educación de los hijos, creo que no hay que enseñarles las pequeñas virtudes, sino las grandes. No el ahorro, sino la generosidad y la indiferencia hacia el dinero; no la prudencia, sino el coraje y el desprecio por el peligro; no la astucia, sino la franqueza y el amor por la verdad; no la diplomacia, sino el amor al prójimo y la abnegación; no el deseo de éxito, sino el deseo de ser y de saber.

Así comienza el ensayo de la escritora italiana Natalia Ginzburg, “Las pequeñas virtudes”, cuya magia está acumulada en la total sencillez de su prosa. Ginzburg escribió este texto después de haber perdido a su marido y criado a tres niños por sí sola. En él comparte una serie de máximas que proponen ir a contrapelo de la tendencia moderna, convencional, de la educación de los hijos.

A diferencia de la lista de consejos para educar a los hijos que escribió Susan Sontag, que habla más del acontecer diario, de la rutina en familia, la de Ginzburg toca aquellos temas ecuménicos que engloban al resto. La suya es una postura modesta, pero también un retrato a gran escala de la ideología moderna occidental, y de lo que hemos considerado como lo más importante, en gran medida, por cómo nos educaron nuestros padres. Por “un instintivo miedo a la vida”, dice ella. Y no obstante que todos reconocemos, e incluso aspiramos a las grandes virtudes que la escritora enlista arriba, a su parecer olvidamos transmitirlas a nuestros hijos porque “confiamos en que broten espontáneamente de su ánimo, algún día futuro, considerándolas de naturaleza instintiva, mientras que las otras, las pequeñas, nos parecen el fruto de una reflexión y de un cálculo, y, por eso, pensamos que deben ser absolutamente enseñadas”.

Sin embargo, dice, el hombre puede encontrar las pequeñas virtudes en torno a sí y “beberlas en el aire”, porque son de un orden bastantecomún y difundido. Con “pequeñas virtudes” Ginzburg se refiere aquellos instintos de defensa que vamos desarrollando para estar más “seguros” a lo largo de la vida, como la astucia, la diplomacia y el ahorro de dinero. Hace especial hincapié en nuestra relación con el dinero. En “enseñar a los hijos a que no se sientan solos sin la compañía del dinero”. A ser sobrios consigo mismos y generosos con los demás, lo cual se traduce en una relación justa con el dinero, en ser libres frente a él.

No es que las pequeñas virtudes sean, en sí mismas, despreciables, pero su valor es de orden complementario, no sustancial; no pueden estar solas sin las otras, y solas, sin las otras, son un pobre alimento para la naturaleza humana.

Pero las grandes virtudes no se respiran en el aire y deben ser la sustancia prima de nuestra relación con nuestros hijos. Además lo grande puede contener a lo pequeño, pero lo pequeño, por ley de naturaleza, no puede en modo alguno contener a lo grande.

De esta manera Ginzburg apuesta por transmitir el amor por la verdad, la generosidad y la valentía, y confía en que el resto de la educación, aquella enfocada en lo específico y mundano, vendrá por sí solo. Para ello, primero que nada, debemos romper con muchas de las premisas educativas que nos dieron nuestros padres, por que ya no somos los mismos, porque el mundo ya no es el mismo que les tocó a ellos, y porque seguirá cambiando. Las grandes virtudes son las únicas que por naturaleza nunca perderán importancia.

No sirve que tratemos de recordar e imitar, en las relaciones con nuestros hijos, las maneras que nuestros padres emplearon con nosotros. La época de nuestra juventud y de nuestra infancia no era una época de pequeñas virtudes: era una época de fuertes y sonoras palabras que, sin embargo, iban perdiendo poco a poco su sustancia.

Nuestros padres no necesitaban ser prudentes ni temerosos pues tenían el poder. Nosotros no lo tenemos, y es bueno que nos mostremos a nuestros hijos como lo que somos, imperfectos y melancólicos.

La educación es ante todo un clima. Decía Rilke que “no sólo por desidia se repiten las relaciones humanas sin renovación alguna de un caso a otro, sino también por temor y recelo ante cualquier vivencia nueva y de imprescindible trascendencia”. El ensayo de Ginzburg podría resultar un poco incómodo para muchos, precisamente porque promueve una renovación de los valores más grandes y más difíciles de llevar, que primero han de ejercer los padres. Recomienda una distancia de los hijos, una confianza en que ellos encuentren por sí solos las pequeñas virtudes una vez que hayan valorado y adoptado las grandes. Su “clima educativo” invita a recuperar esa sustancia que se ha diluido en el mundo y en tantas relaciones humanas.

Ginzburg es una rara escritora que, como Tarkovsky, valora el aburrimiento y el silencio como herramientas fundamentales de la creatividad. Y para ella sólo hay una cosa que un padre puede fructíferamente fomentar en los hijos, y que representa la verdadera salud y riqueza del hombre: una vocación. “Una vocación, una pasión ardiente y exclusiva por algo que no tenga nada que ver con el dinero, la conciencia de poder hacer algo mejor que los demás, y amar este algo por encima de todo”. Es la única manera, dice, de no ser condicionados en nada por el dinero, de ser libres frente al dinero y de no sentir vergüenza ni orgullo por él.

¿Qué posibilidades tenemos de despertar y estimular, en nuestros hijos, el nacimiento y el desarrollo de una vocación? No tenemos muchas, y, sin embargo, quizá tengamos alguna. El nacimiento y desarrollo de una vocación requiere espacio, espacio y silencio, el libre silencio del espacio. La relación que surge entre nosotros y nuestros hijos debe ser un intercambio vivo de pensamientos y sentimientos, y, sin embargo, debe contener profundas zonas de silencio; debe ser una relación íntima, y, sin embargo, no mezclarse violentamente con su intimidad; debe ser un justo equilibrio entre silencio y palabras.

Esta es la única posibilidad real que tenemos de resultarles de alguna ayuda en la búsqueda de una vocación: tener una vocación nosotros mismos, conocerla, amarla y servirla con pasión, porque el amor a la vida engendra amor a la vida.

Tomado de: http://www.culturamas.es/blog/2016/06/08/natalia-ginzburg-y-su-reflexion-sobre-la-educacion/

 

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Bondades de la Diversidad Cultural para la Construcción Colectiva de un País

 Venezuela/ 08 de Julio de 2016

Por: Aguntín Villalobos Rojas

Villalobosaguntin2014@hotmail.com

 “Si Contamos con una Plantilla Culturalmente Diversa, Podremos Posicionarnos como una Empresa Global”

 “Los Equipos de Trabajos Multiculturales Trabajan Mejor en Proyectos Internacionales”

La diversidad cultural entendida como manifestación colectiva del hombre que invita al compromiso en sociedad para el entendimiento hacia el logro de propósitos comunes sin diferencias de raza, credo, religión, ideología, criterios científicos y teóricos, es un concepto polisémico que lleva implícito la posibilidad que tienen las organizaciones para incrementar la motivación, el compromiso, la innovación, creatividad, su eficiencia y eficacia como fin último de la construcción natural y óptima de un país, en este sentido como nos dice el texto  la diversidad cultural se  “tiene que emanar un interés auténtico para conseguir crear un entorno organizativo diverso donde se valoren las diferencias personales, como fin en sí mismo”. Esta afirmación proporciona relevancia teórica en cuanto al progreso colectivo que puede surgir al entender las diferencias potenciales que se tiene por naturaleza en un país y que sirven como vías de entendimiento para el desarrollo y progreso de un país.

En el histórico de todos los países desarrollados se diferencian épocas bien diferenciadas que van: desde lo primitivo-feudal-rural pasando por lo industrial hasta llegar a lo que Peter Drucker denomina sociedad del conocimiento, organizaciones y países de conocimiento donde la fuente de crecimiento y desarrollo no pondera sólo en las materias primas y capitales para generar bienes y servicios necesarios para el progreso, sino que lo fundamental es el conocimiento e innovación para producirlo y generarlo, yo propondría una nueva forma de organización basada en la diversidad cultural llamada sociedad del entendimiento ya que como decía Einstein ahora en este mundo somos más pero entendemos menos, este es un reto radical que los países, sociedades y organizaciones deben encarar con la suficiente inteligencia como vía óptima de crecimiento y desarrollo.

En este orden de ideas, en Venezuela además de un gran pacto social, sincero, económico y sostenido debe existir la resignificación y unión de criterios del proyecto de país que se desea y se anhela en todos y cada uno de los sectores de la sociedad, sin distinción de ideologías políticas y prescripciones económicas, para tal efecto; que los socialista promuevan la distribución de las riquezas y den garantía de la seguridad social de la nación, pero que también los capitalista participen en el manejo y administración de los recursos para generar este bienestar social. Esta sería un gran idea para concretar lo que establece la UNESCO sobre la importancia de la diversidad cultural como factor de desarrollo de los países y la cual cito en el artículo 3 de su declaración universal “la diversidad amplía las posibilidades de elección que se brindan a todos; es una fuente de desarrollo, entendido no sólo en términos de crecimiento económico, sino también, como medio de acceso a una existencia intelectual, afectiva, moral y espiritual satisfactoria”.

Siendo las cosas así, indudablemente la diversidad cultural debe ser objeto latente de toda reflexión profunda que se haga para plantear objetivos estratégicos de crecimiento individual y colectivos cuando se trata de lograr bienestar social por esta permite la cohesión y complemento de la fuerzas sociales como un todo para generar la motivación y creatividad necesaria para llevar adelante el progreso de una nación.

Para finalizar, estas ideas de materializarían, si además de priorizar en concepto de diversidad cultural, se acompañe de una mejor compresión de los procesos mentales que nos brinda las neurociencias y el uso sostenido  de la ciencia y la tecnología desde lo biológico cultural de la existencia humana; donde los deseos y motivos propios de cada ser humano sean los que determinen sus acciones y racionalidad necesaria y compartida sea inspiración para negar o rechazar este accionar.

Fuente: El Autor.

 

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Entender o no entender… ese es el dilema La guerra mediática

Por: Fernando Buen Abad Domínguez

“Estamos a tiempo”.

Pronunció Walter Martínez  [1] el “Discurso de Orden” [2] en la entrega de los premios de periodismo 2016 en la República Bolivariana de Venezuela. Walter fue receptor de tal premio, una vez más, por sus aportes al periodismo latinoamericano y a la “batalla de las ideas”, también con herramientas de comunicación e incluso dentro de los llamados mass media. Es imposible reseñar el total de los temas tratados en tal discurso, pero es indispensable subrayar uno de ellos que es preocupación permanente de Martínez y tema obligado para un continente acosado por las bases militares y las “bases mediáticas” que operan con toda impunidad e impudicia: La guerra mediática o de «cuarta generación”. En “pleno desarrollo” (Walter Martínez Ipse dixit).

Lo que en la ceremonia de premiación tuvo formato de “conferencia magistral”, cumplió con volver a martillar sobre un yunque de principios y de acciones donde es necesario labrar el plan conjunto de los pueblos revolucionarios hacia un frente de unidad para la defensa y para la vanguardia de la comunicación emancipada y emancipadora. La guerra mediática no es una ficción de mentes conspirativas, no es una pesadilla hija de la indigestión, no es un ataque paranoico ni es un destilado de morbos pensados para vender miedos rentables. Aunque a no pocos les parezca exagerado, inverosímil o inaceptable.

Todas las formas del énfasis y todas las tácticas y estrategias discursivas (pertinentes al formato expositivo desplegado por Walter Martínez) fueron usadas para abrir cabezas y despejar nubarrones… la guerra mediática está en marcha y sólo faltó tomar por las solapas a los asistentes y sacudirlos para reiterar lo urgente y alarmante de la situación enredada con nuestras debilidades y nuestras confusiones que, a granel, generan frenos, desvíos y extravíos costosos, peligrosos y suicidas. Una y otra vez el acento en el discurso de Walter Martínez tuvo referencias en las fuentes de información militar pero fue escrupuloso en esclarecer la importancia excluyente la amalgama cívico-militar, de la movilización popular y su carácter revolucionario inspirado por las ideas y la práctica de Hugo Chávez y su apuesta por el socialismo.

En ese discurso no hubo tiempo suficiente para profundizar, eso lo advirtió el propio Walter desde el principio y su advertencia no fue un simple gesto de cortesía, por el contrario, fue una ventana al realmente enorme problema y un alerta pertinaz para entender la dimensión exacta de una guerra super-dinámica que se nos va de las manos, se nos va de la vista se nos va y nos inunda incluso cuando nos “entretenemos” con la “tele”. Y más allá de las limitaciones del tiempo y de propio formato de la exposición, quedó bien claro que es urgente asumir esa guerra mediática como una prioridad de investigación y como urgencia de acción en momentos en que se llenan los imaginarios con el terrorismo mediático basado, por ejemplo, en convencernos de que la década ganada llegó a su “fin de ciclo”. Que la revolución no es permanente.

Aunque parezca increíble, a pesar de las miles de evidencias y consecuencias que la guerra mediática ha tatuado en nuestra historia reciente, todavía no es materia obligatoria ni agenda prioritaria en los centros de enseñanza ni en los frentes de lucha. Exculpemos a las excepciones. Todavía es necesario tocar miles de puertas y no pocas veces soportar algunos gestos de fastidio por insistir en la obligación de tomar en serio todo plan de ataque mediático para saquearnos y explotarnos mientras nos convencen de que lo “hacen por nuestro bien” y de que debemos estar agradecidos cuando nos humillan y cuando nos ahogan con mentiras, ignorancia e ideología chatarra. Historia, por cierto, nada nueva.

No entender la importancia de la guerra mediática, no comprender su extensión y duración, sus escenarios visibles e invisibles, sus bases materiales y sus bases subjetivas, sus escuelas, sus tradiciones teóricas, sus bibliotecas y sus centros de investigación… es tan irresponsable y tan suicida que no nos quedará margen de lamento ni tiempo para lloriquear las consecuencias que imaginamos y las que no. Eso lo sabe Walter Martínez y por eso insiste, como se debe, en hacer de su insistencia militancia y persistencia que, con su estilo y con su historia, abre oídos donde otros no pueden.

No entender la importancia de la guerra mediática, no combatirla y no derrotarla, pone en evidencia un flanco débil, un descuido, una banalización o una falta de conciencia que no podemos permitirnos más tiempo. No nos ha servido la improvisación, no nos ha servido el voluntarismo, no nos ha servido el auto-halago, no nos ha servido el empirismo… ya nos han derrotado incesantemente. Los pueblos cuentan con fuerzas inmensas para ganar la guerra mediática, hay muchas experiencias y muchas ansias sólo nos falta derrotar la des-organización y la crisis de dirección. Es verdad “estamos a tiempo” y por eso no hay tiempo que perder.

Notas

[1] 27 de junio 2016 Salón Ayacucho Palacio de Miraflores, Venezuela.

[2] https://www.youtube.com/watch?v=T3l1tmHfWIA

 Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=214201&titular=la-guerra-medi%E1tica-

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