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La educación del castigo y el capital

El corazón de la sociedad flota en veneno y está cercado con alambre de púas, y responde al miedo programado de décadas de un sistema educativo que asocia educación con dinero.

“Llamar a la domesticación del animal ‘mejoramiento’ suena a nuestros oídos casi como una broma. Cualquiera que sepa lo que sucede en una casa de fieras dudará que en ellas la bestia ‘mejore’. Es debilitada, es hecha menos dañina, es convertida, mediante el efecto depresivo del miedo, mediante las heridas, mediante el hambre, en una bestia enfermiza”.

Friedrich Nietzsche

El miedo describe, y quizá resume, la base de modelos educativos que imperan en nuestra sociedad. El castigar que se desplaza sin freno por un carril de la vía, y el premiar dosificado, entregado en pequeñas gotas, moviéndose en sentido paralelo, son dualidades que se nos venden como algo opuesto, pero que en el fondo son solo el maquillaje que esconde el carácter inseparable de mecanismos de domesticación que al final ya no requieren del verdugo que infringe dolor para sostener el statu quo, para imponer una forma de pensamiento único que castra lo diverso, que encarcela almas.

Vivimos en una sociedad que reproduce el yugo, no solo bajo formas de arrodillamiento ante tiranías y clases dominantes, sino también en cotidianidades que reflejan la marca fundida con acero en la psique, en territorios mentales colonizados que requieren de la amenaza del escarmiento como mecanismo de control para obrar o dejar de hacerlo.

De este modo acciones que antes pensamos imperdonables, ahora se convierten en una regla espantosa, mediada por el dinero y el castigo. Y así terminamos respondiendo a compromisos solo por el hecho de que éstos puedan costarnos el dinero invertido en algún curso, o formación académica en cualquier nivel.

Procesos educativos descentralizados, alternativos, desligados del chantaje de la nota que infunde miedo a través del examen, son tomados por la sociedad como un acontecimiento desechable, que se toma y se abandona con la misma facilidad que se arrojan los desechos del día a la basura.

No son procesos asumidos como una posibilidad de libertad para explorar y recuperar nuestra autonomía en una búsqueda que, sin importar las dificultades, debe nutrir el espíritu porque produce placer al hacerlo, una búsqueda donde abandonamos excusas y otorgamos tiempo y corazón para resquebrajar el statu quo que sutilmente se tomó nuestras cabezas.

Pero el corazón de la sociedad flota en veneno y está cercado con alambre de púas, y responde al miedo programado de décadas de un sistema educativo que asocia educación con dinero, pues está dictaminado que se estudia para competir, para sobresalir pisoteando al otro, para destruir cualquier lazo de solidaridad y ayuda mutua, mientras se persigue el espejismo de acumular capital a toda costa.

Es una asociación que además se deriva del saqueo de las condiciones materiales de existencia que el modelo neoliberal, el capitalismo voraz e insaciable, ha robado a pueblos y naciones. La educación como sinónimo vergonzante de acumulación de dinero se vende como solución a los desesperanzados que, cada vez más sumergidos en la miseria provocada por las clases dominantes en el poder, buscan salidas materiales convirtiendo la educación en castración e irreflexión, y no en liberación y rebeldía para acabar con Estados y gobiernos tiránicos como el colombiano.

Nada más terrible para una sociedad que los modelos educativos reproduzcan, en todos los niveles de la vida cotidiana, adormecimiento y control social a partir del miedo y la falsa ilusión de acumular capital.

La conciencia crítica de cada época aún reposa, a pesar de todas sus falencias y contradicciones, en la educación, aunque esto se relegue, se oculte y pretenda ser marginalizado. Recordarlo implica trabajar para que la rebeldía deje de manifestarse como una excepción y pase a constituirse en misión de un modelo educativo para un pueblo que lo necesita. Y ello también recuerda que no existe nada más político que lo cotidiano, pues es desde este lugar afectivo donde se irrigan los actos que pueden descontaminar a una sociedad intoxicada por décadas de desesperanza, miedo y opresión.

*Fuente: Rebeliom

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El Monopoly educativo

Por: ABC

Ana Sánchez-Sierra Sánchez, profesora Instituto de Humanidades CEU Ángel Ayala de la Universidad CEU San Pablo, explica en este artículo la importancia de que la educación sea lo más independiente posible de toda autoridad política.

Desconozco cuál es el secreto de la política. Es posible que su única lógica sea el afán de dominio. Nicolás de Condorcet subrayaba la necesidad de que la educación fuera lo más independiente posible de toda autoridad política. En su informe y proyecto de decreto sobre la organización general de la instrucción pública defiende una enseñanza pública, universal, gratuita y no religiosa (en el sentido de no confesional, el término laico no aparece) y, al mismo tiempo, considera clave la libertad de pensamiento y de opiniones como conditio sine qua non para el progreso educativo.

El artículo 14,3 de la Carta de Derechos fundamentales de la Unión Europea pone en un lugar preferente a los padres respecto a la educación de sus hijos y consagra la libertad educativa, no sólo limitada a convicciones filosóficas o religiosas, sino también pedagógicas. Esa libertad en España no se puede hacer efectiva sin el sistema de conciertos educativos. Sin ellos, sólo podrían elegir quienes puedan asumir el coste de un colegio privado.

Existe, en una parte de la sociedad, una opinión verdadera e íntima que considera, que el Estado es subsidiario de la familia en materia educativa y no a la inversa. Es por ello vital para las familias poder elegir, por el bien superior del hijo, entre un colegio de integración o de educación especial, entre un método Montessori, constructivista o uno basado en las humanidades, o en el humanismo cristiano…

Los caminos son muchos, pero ninguna educación es neutra: la pública, tampoco. Para Condorcet el poder no puede usurpar: «los derechos de la conciencia bajo el pretexto de ilustrarla y de conducirla».

Fuente e Imagen: https://www.abc.es/familia/educacion/abci-monopoly-educativo-202012130112_noticia.html

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Y ahora imaginen una cárcel de mujeres en Afganistán

Fuentes: Público [Foto: Mujeres presas en una cárcel femenina afgana. – REUTERS]

En la noche del domingo 29 de marzo de 2020 un grupo de mujeres presas de la cárcel de Herat, Afganistán, protagonizó un motín en protesta por la inexplicable discriminación de otorgar el permiso de salida a algunas reclusas para evitar la propagación del coronavirus, mientras que a otras muchas no. Y eso sucede cuando, por la exigencia de EEUU —que busca una paz a cualquier precio con los Talibán— el Gobierno afgano ha aceptado excarcelar a unos 5.000 reos del grupo fascista.

Hace casi dos décadas los países de la OTAN, en uno de esos timos de las «intervenciones humanitarias», prometieron que, a cambio de apoderarse del estratégico Afganistán y sus recursos, harían de bombero pirómano y liberarían a las mujeres de la opresión de los yihadistas, que habían convertido el país en el peor del mundo para nacer mujer. Esta categoría hoy le queda corta al país centroasiático: a la violencia de los talibanes, que controlan gran parte del país, se han sumado la de decenas de miles de soldados y contratistas de la Alianza Atlántica, que han montado sus propios burdeles en las bases militares y hoteles, secuestrando o «arrestando» a las mujeres y niñas afganas, y también la de un gobierno títere que con sus leyes medievales sostiene la tercera pata de este triángulo de la guerra contra la mujer, aprovechando las tradiciones patriarcales arraigadas en la sociedad afgana.

«Patadas y paliza» es el maltrato más habitual que sufren las afganas. Afeitar la cabeza de la mujer, quemar su cara con agua hirviendo o cortarle la nariz y las orejas son otras formas singulares de la barbarie machista en este país. No es una contradicción que el mismo hombre que ha colocado su honor en el cuerpo de la mujer sea capaz de alquilarlo por horas a otros hombres -en la provincia Nangarhar, por ejemplo- o la ponga en subasta, mientras por este mismo «honor» le prohíbe a ella entrar en el mercado de trabajo, tener algo de seguridad económica y, por lo tanto, poder.

La violencia psicológica que experimenta desde la infancia y que ataca a la dignidad y la confianza de la mujer en sí misma y le genera ansiedad, miedo, soledad y depresión está dirigida a anular su capacidad de enfrentarse a una opresión que es integral y sistemática: Arezu, de 23 años, dio un beso de despedida a su hijo de tres meses y recitó una breve oración: «Por favor, Dios, detén este sufrimiento». Mientras, vertía queroseno de una lámpara sobre su frágil cuerpo. Luego encendió una cerilla.

El hospital de Herat tiene una unidad de quemaduras especial para estas mujeres-antorcha, que así visibilizan su desesperación, en una sociedad desgarrada, donde cuatro décadas de conflictos y guerra han hecho desaparecer la conciencia sobre los derechos más elementales del ser humano.

El infierno fuera de la cárcel

Rakhshaneh, de 19 años, fue lapidada en 2015 por los talibanes por fugarse con su amor, un chaval de 23 años, huyendo de un matrimonio concertado. Fueron entregados por los familiares y acusados de «relaciones sexuales». Él recibió unos latigazos. En esta tierra cogerse de la mano, darse un beso o incluso una mirada furtiva de amor son considerados «relaciones sexuales», y el cuerpo de la mujer, aquí al igual que en el resto del planeta, es propiedad de todo el mundo (sus padres, el marido, la comunidad, la religión o el Estado, y a veces todos juntos), salvo de ellas mismas, y cualquier atisbo de «autonomía» es castigado por ser un atentado contra la autoridad.

A Zarrineh su esposo le ató las manos y los pies y le cortó la melena y las orejas por pedirle el divorcio después de años de malos tratos. Un detalle: en la lengua darí no existe le verbo «divorciarse», sino «repudiarla»: «pido que me repudies» equivale a «quiero el divorcio», y los malos tratos no son motivos para que ella rompa un contrato que ha firmado su «tutor» varón con otro hombre, el esposo.

A Farjunda, de 27 años, la linchó una turba el 19 de marzo de 2015. Estaba discutiendo con un clérigo sobre los derechos de la mujer cuando este, en voz alta, le acusó de brujería y de haber quemado el Corán. Su cuerpo ensangrentado dejó de moverse minutos después. La policía afirmó que era inocente y arrestó a 49 hombres.

Las leyes prehistóricas

De los 43.000 presos de todo el país (datos del 2019), alrededor de 1.200 son mujeres, pero el número de las personas encarceladas es mayor: cerca de un centenar de niños y niñas, desde cero edad hasta los doce años, están encerrados en estos agujeros detestables y deshumanizados junto a sus madres; algunos incluso han nacido allí, en medio de dolor, tristeza, soledad y suciedad. No hay colegio en las cárceles ni tienen juguetes ni un lugar para entretenerse. Los familiares no los acogen por estar estigmatizados. Por otra parte, los hijos que permanecen con sus padres fuera de la prisión casi nunca pueden visitar a sus madres «delincuentes». La señora Marzi, de 60 años, está condenada a 30 años por la desaparición de su esposo, al que ni siquiera han buscado como es debido. No ve a sus hijos desde hace años.

Aunque hay reclusas por delitos del tráfico de droga, robo o incluso el asesinato (y no porque el CSI afgano hubiese descubierto el crimen a base de pruebas forenses, sino por la acusación de los hombres de la comunidad), la mayoría de estas mujeres están condenadas por los «delitos morales» redactados a base de un brutal sesgo androcéntrico pensando en mujeres, para los que estipula 16 años de cárcel. Estos delitos incluyen:

1) Huir del hogar, de los matrimonios forzados y de los abusos y palizas. La policía debe localizarlas y encerrarlas: son una verdadera amenaza para un orden social que protege al verdadero delincuente.

2) Haber sido violada. Para la ley no existen las relaciones forzadas: se trata de fornicación y adulterio. Punto. Las autoridades apoyan esta medida «porque es una forma de prevenir las enfermedades sexuales contagiosas». Muchas han sido violadas por «manadas» tras ser secuestradas. En 2011, Gulnaz de 19 años fue condenada a 12 años de cárcel por ser violada por el marido de su prima. Le ofrecieron una opción: esquivar la cárcel casándose con su violador (la ley bíblica 22: 28-29), como un castigo ejemplar al violador, quien así llevará de por vida el estigma de ser esposo de una deshonrada.

3) Exigir el divorcio al esposo y negarse a seguir manteniendo el núcleo esencial de un sistema perverso del poder.

Nadia, de 21 años, se escapa de los malos tratos de su esposo y es violada por un hombre que le iba a ayudar. Aprovecha la oportunidad cuando el violador está viendo la televisión; coge su escopeta y primero le dispara a él, después a sí misma. Ella sobrevive, y ahora se encuentra en la cárcel por dos delitos: huir de casa y matar a un agresor en defensa propia.

En el infierno 

La Dirección General de Asuntos Penitenciarios reconoció el año pasado que varias mujeres del personal de las cárceles habían sido acosadas sexualmente por los compañeros masculinos. ¡Imagínense lo abusos que pueden sufrir las reclusas! En las redes sociales afganas se está denunciando a este personal por «alquiler» a las presas por cientos de dólares por noche a los presos pudientes, o sea, los traficantes de droga. Lo que explica el embarazo de varias de ellas que llevan años encerradas.

Si bien la situación de estas mujeres había sido reflejada en el documental «Mujeres afganas, prisioneras con rostros» del director iraní-sueco Nima Sarvestani, quien instaló una cámara en la prisión Pul-e-Charkhi de mujeres de Kabul, fue Transparencia Internacional para Afganistán que visitó tres cárceles en 2018 para llamarlas «deplorables»: los presos no tenían acceso al agua limpia, ni a suficiente comida e incluso suficiente oxígeno, por falta de ventilación.

En las prisiones de Takhar, Lashkar Gah, Pul-e-Charkhi,  Baghlan,y Maidan Wardak, etc. no existe una clasificación de las presas y las niñas de 15 años están en la misma celda que las contrabandistas de droga; la mayoría de las mujeres, antes de entrar, estaban casadas y, por lo tanto, embarazadas o tenían hijos. Haciendas en celdas para cuatro personas «viven» unas diez con 5-6 hijos. Algunas ni tienen baño, por lo que el aire es irrespirable, ni entra la luz del sol, por lo que sus habitantes padecen enfermedades de piel, hueso y respiratorias. Aquellos recintos que cuentan con un patio pueden ser utilizados por ellas  una vez a la semana y durante solo una hora, el resto de los días y horas serán ocupados por los hombres presos.

Fatima, de 60 años, es condenada a 17 años por el asesinato de su anciano esposo y su joven nuera: «les sorprendí teniendo sexo y los maté con un cuchillo» reconoce, aunque ella, como el gobierno, no distingue entre la violación de ella a manos de él y «hacer el amor». Morirá anciana entre rejas cuando debería estar rodeada de sus hijos y nietos en su casa.

Algo diferente son las prisiones de Herat y Badam Bagh cerca de Kabul, reformadas por el Equipo de Reconstrucción Provincial – una constructora estadounidense, incrustada en su ejército. Estos centros cuentan con un espacio para niños, y se organizan clases y talleres de formación de tejer alfombra o costura.

Esta otra República Islámica instalada por EEUU y sus aliados, es incapaz de construir una sociedad justa e igualitaria, por lo que está levantando más cárceles en Tajar, Jozan y Panjshir pagando al Complejo de Industria de Prisiones de EEUU: pronto cerrarán las pocas fábricas que hay en estas regiones para dar sus trabajos a los «presos-esclavos» bajo el nombre de «reinserción».

En este espantoso sistema, la familia puede sobornar a los jueces para que retengan en la cárcel a las mujeres acusadas de «delitos morales», o para que las liberen si cumplen una condena por el narcotráfico.

También hay un grupo de mujeres de «Daesh» con sus hijos. Las que fueron esclavas sexuales de estos grupos terroristas de extremaderecha no tienen ninguna esperanza de salir: su vida aún es más difícil. Las compañeras les maltratan por haber sembrado caos y muerte por todo el país. Ellas ni pueden comunicarse con los carceleros, siendo de Indonesia, India o Pakistán, ni tampoco pueden contratar un abogado, por pobres.

Cientos de mujeres pasarán largos años con sus hijos en estos agujeros, y cuando cumplen sus condenas, puede que no sean liberadas debido a la burocracia y, si lo son, esta libertad puede significar una muerte segura, esta vez a mano de sus familiares: la deshonra sólo se limpia con la sangre de la víctima (de allí el sacrificio de animales ante los dioses). Tan sólo que una mujer pise el suelo de una comisaría supone en esta región del planeta haber mancillado la reputación de la familia, y no porque sean delincuentes, sino porque son manoseadas por la policía.

La artista afgana Kubra Khademi denuncia la inseguridad de la mujer al caminar por las calles de su país.

La artista afgana Kubra Khademi denuncia la inseguridad de la mujer al caminar por las calles de su país.

Gran parte de los miles de proyectos que supuestamente han sido realizados en Afganistán por las oenegés, esos mercaderes de caridad incrustadas en los tanques de la OTAN, se han hecho bajo el nombre de «ayuda a la mujer afgana». Este negocio ha movido una ingente cantidad de dinero, enriqueciendo a sus promotores y lavando los crímenes de los ejércitos ocupantes. Según la ONU, en 2018, alrededor del 80% de las mujeres y el 60% de los hombres eran analfabetos, a la vez que millones de niños y sobre todo niñas hoy tampoco van al colegio: y abrir colegios para niñas era y es uno de los reclamos de pedir subvenciones por estas organizaciones.

En 1978, las fuerzas progresistas afganas tomaron el poder para levantar un país justo e igualitario, y eligieron a la ministra doctora Anahita Ratebzad organizar este progreso para las niñas y mujeres. EEUU se les impidió.

Las valientes mujeres afganas se están jugando la vida para romper la carcomida estructura patriarcal aunque tengan que vestirse, como Kubra Khademi, de gladiadora.

Fuente: https://blogs.publico.es/puntoyseguido/6923/y-ahora-imaginen-una-carcel-de-mujeres-en-afganistan/

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Falso dilema

Por:  Puño en alto

Salvar el verano o salvar las navidades han sido latiguillos que algunos gobernantes han ido soltando para justificar determinadas decisiones o inacciones, es decir, querían decir salvar la economía cueste lo que cueste.

Sacrificar vidas para salvar la economía o salvar vidas sacrificando la economía, este es el falso dilema en el que dicen estar instalados algunos de nuestros gobernantes desde el inicio de la desescalada tras el confinamiento domiciliario.

Para ilustrar mejor esta sin razón propongo que recuerden la magistral película “Salvar al soldado Ryan” de Spilberg que narra con crudeza bélica como en plena II Guerra Mundial la misión de encontrar y traer sano a su madre a un soldado, encomendada a un pelotón de hombres que no entienden el sentido de sacrificar vidas para salvar una.

Salvar el verano o salvar las navidades han sido latiguillos que algunos gobernantes han ido soltando para justificar determinadas decisiones o inacciones, es decir, querían decir salvar la economía cueste lo que cueste. Salvar el verano costó una segunda ola de contagios y muertes y ya nadie niega que salvar las navidades va a costar una tercera ola de contagios y nuevas muertes. Y la economía, la macro y la micro, sigue estando igual o más deteriorada aún. Y si algún privilegiado soldado Ryan, muy pocos, ha podido solventar su economía, ha sido a costa del sufrimiento trágico de muchos y gracias al capitalismo de amiguetes que practican algunos y algunas gobernantes con la excusa de la pandemia.

La referida dicotomía antagónica no puede resolverse desde ninguna perspectiva ideológica, sin embargo, es patente quienes han puesto en todo momento el componente ideológico, que no ha sido otro que el neoliberal. ¿Qué no ha sido construir un inoperante hospital de pandemia cuyo coste va por más de 100 millones de euros en vez de potenciar con medios humanos y materiales los hospitales públicos existentes? ¿Qué otra cosa no ha sido si no el empeño de que se dispensase los TCR en las farmacias? ¿Qué no ha sido, más allá de la incompetencia e inoperancia, si no ralentizar la vacunación para justificar poder privatizar dicho servicio? ¿Qué no ha sido si no que una vez terminadas las fiestas, se anuncien por doquier medidas de restricciones duras debido al alarmante crecimiento de nuevos contagios?

La disyuntiva es falsa porque, entre otras cuestiones, nunca ha existido como tal y porque en ningún momento se está salvando vidas a costa del deterioro de la economía ni se está aliviando la economía sacrificando vidas, tan solo se está justificando para la privatización de servicios sanitarios públicos esenciales y evitar coste electoral. Y sigue siendo falsa porque no ha habido ningún dilema moral en ello, ni se ha pretendido encontrar alternativa alguna.

Todo estaba decidido y premeditado de antemano y aprovechando el efecto narcotizante que causa a la gente las fiestas navideñas y la cooperación inestimable de unos medios de comunicación dopados muy generosamente a la causa. Ahora, terminadas las fiestas todas las comunidades autónomas anuncian duras medidas restrictivas para evitar una tercera ola sin haberse superado la segunda.

Otro componente que hace pensar del falso dilema, es que cada cual antes de decidir tal iniciativa ha estado mirando las encuestas. Así ha pasado en Catalunya, así está pasando en Madrid y así está pasando en otras comunidades autónomas, donde el miedo a tomar una medida supuestamente impopular ha servido para que no se evitara el despropósito colectivo navideño.

En definitiva, no ha existido dilema, ni dicotomía, ni disyuntiva de ningún tipo ya sea de tipo moral, ético tan solo ha habido ideología, cálculo mediático y coste electoral, todo ello por encima de la economía y, por supuesto, de las vidas.

Fuente e imagen: https://nuevarevolucion.es/falso-dilema/

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Delfina Gómez: Las clases de la “Clase Política”

 Juan Carlos Miranda Arroyo

Una de las preguntas que me planteo con frecuencia, para no caer en el pesimismo ni en el determinismo social durante los análisis de coyuntura, es: ¿Cuál es el papel que juegan las y los docentes, sobre todo de la escuela pública, en la definición de las decisiones que se toman en materia de políticas pública educativas?

Me parece que la respuesta a esa pregunta tiene que ver con las dinámicas que se generan durante los procesos de formación y constitución estructural, institucional, de las élites dirigentes, así como con la organización de los colegiados magisteriales que se crean y se recrean en las comunidades educativas. Por ello, y si vamos por partes, en esta oportunidad haré una breve caracterización sobre las élites que gobiernan en México, y describiré algunas de las lecciones que éstas nos dejan y que son recuperables para entender las dinámicas complejas de la formación y ejercicio del poder público.

Observo, de entrada, que las dirigencias políticas y económicas son élites proclives al “mimetismo” (1). Más que una “clase política” con una cierta unicidad, hay personajes y grupos de las élites políticas y económicas -en plural- que se acomodan para mantener el poder y privilegios… Observo que no hay, en contraparte, un empoderamiento ciudadano, ni una construcción ciudadana del poder político, sino élites políticas que buscan cíclicamente la legitimación social. Para el caso de la caracterización del empoderamiento de las y los docentes de la escuela pública en México, se da una negación o una anulación sistemática de estos actores sociales y sus proyectos alternativos.

Vamos a un caso específico: Delfina Gómez. Sin desacreditar de antemano el trabajo que pueda realizar en su paso por la Secretaría de Educación Pública (SEP), al ocupar próximamente el más alto cargo en la cima de la burocracia educativa, observo que la trayectoria de la Maestra Delfina da pistas acerca de su ubicación como miembro de la élite política emergente del régimen de la “4T”.

Como se sabe, Delfina “se desempeñó como maestra de educación primaria durante la mayor parte de su carrera profesional, desde 1982 hasta 1999; de 1998 a 2012 fue además Subdirectora Auxiliar de Proyectos en la Secretaría de Educación del estado de México.” (WP) Ha sido dirigente sindical del magisterio mexiquense; ha formado parte de una agrupación política con intencionalidades partidistas electorales (el GAP de Higinio Martínez); se ha desarrollado también como política de carrera, pues ha sido presidenta municipal de Texcoco, diputada federal y senadora; fue candidata de Morena a la gubernatura de su estado natal; enlace del gobierno federal actual para coordinar los programas sociales en el Estado de México, y hoy es claramente un personaje cercano al presidente López Obrador.

Pero no solamente con nombramientos en altos cargos del gobierno federal o de las entidades se podría hacer la reconstrucción histórica de las élites, sino también con la movilidad de personajes y grupos que forman parte de la llamada “clase política”, -o dicho en términos más amplios: del “establishment” político nacional o local-, se podría también mirar cómo estas élites dirigentes operan, (lo digo como fenómeno de estudio sociológico o politológico), en diferentes naciones y sistemas políticos.

En México, se podría dar seguimiento a las trayectorias políticas de personajes como Elba Esther Gordillo, del mismo Esteban Moctezuma; o de Marcelo Ebrard, de Ricardo Monreal, Manuel Barttlet y un largo etcétera, que se han beneficiado de su condición de miembros privilegiados de la élite política nacional, tanto con el anterior régimen político hegemónico priista como con el actual, de la “4T”. Queda claro que algunas y algunos de ellos han cerrado filas o han establecido acuerdos cupulares con el presidente López Obrador, como parte de los impulsos políticos de la “4T” y su movimiento social, pero queda pendiente analizar de qué manera estos personajes se vinculan con la ciudadanía y sus demandas sociales, o no, pues sólo servirían al poder o se servirían de él.

Sin duda alguna, podríamos estudiar a personajes que han construido una trayectoria, individual y social, es decir, que han participado en la lucha de las élites dirigentes para ocupar espacios de poder público, los cuales provienen de distintas tradiciones ideológicas o movimientos sociales diversos, lo mismo desde el Partido de Acción Nacional (PAN) que en organizaciones que intentaron romper la alternancia bipartidista, como en su momento lo hizo el Partido de la Revolución Democrática (PRD), junto con otras agrupaciones menores como el PT, MC y Partido Verde. Ahí hay mucha tela de dónde cortar para realizar una sociología de las élites políticas en México.

¿Hasta qué punto estas élites dirigentes son representativas se conectan con y atienden efectivamente a las demandas sociales? El sociólogo estadounidense, Alvin Gouldner, que se ha referido en sus obras a la dinámica de las élites burocráticas, tanto en su base como sus liderazgos, ha sugerido algunas ideas interesantes al respecto: “…analiza -por ejemplo- el conflicto que se genera en la burocracia a partir de la resistencia, la falta de consenso e incluso oposición a los lineamientos generados por las autoridades superiores de la organización.”… “muestra que la burocracia puede tener elementos positivos a condición de que se la aplique en un universo técnico-económico estable.” (2) En esta misma línea, sugiero analizar, como escenario inminente o de futuro, las resistencias que opondrá el magisterio de base, (con esto me refiero a las maestras y los maestros, así como a las y los directivos escolares que integran cotidianamente las comunidades educativas), frente a las decisiones que tome la nueva autoridad educativa nacional, el Congreso y los gobiernos de los estados.

Con todo esto, lo que quiero decir es que una de las lecciones que nos deja el nombramiento de la maestra Delfina Gómez, como titular de la SEP, es que importa su trayectoria y no solamente su origen social. Interesan las formas y los contenidos acerca de la carrera política que se ha generado y le han abierto, para convertirla en lo que es hoy: un personaje importante de la nueva élite gobernante. Y si me permiten el atrevimiento, la Maestra Delfina se encuentra, en los hechos, en la antesala de la lucha por la candidatura presidencial del 2024.

Las clases que nos da la “clase política” local pasan por los caminos del devenir histórico, sociológico y político, sin duda. Por los mimetismos, las concesiones y las anulaciones.

Con el nombramiento de la maestra Delfina Gómez al frente de la SEP, se ratifica así, una vez más, la dinámica política compleja del empoderamiento de las élites dirigentes en México.

Notas o fuentes consultadas:

(1) Se entiende por mimetismo al fenómeno que consiste en una “habilidad que ciertos seres vivos poseen para asemejarse a otros organismos y a su propio entorno para obtener alguna ventaja funcional. El objetivo del mimetismo es engañar a los sentidos de los otros animales que conviven en el mismo hábitat, induciendo en ellos una determinada conducta” (WP). Obviamente al escribirlo entre comillas, (“mimetismo”), hago alusión a una metáfora aplicable, libre o arbitrariamente, al ámbito social.

(2) Según Alvin Gouldner: “En la burocracia representativa las normas y reglas son promulgadas por expertos cuya autoridad es en general aceptada por todos los participantes organizacionales. En esta situación se obtiene cumplimiento organizacional con algún tipo de conflicto, pero poco conflicto manifiesto. Bajo este tipo de burocracia existe una razonable compatibilidad entre los valores de la organización y los del personal. El conflicto se diluye para fortalecer el consenso, aunque no está ausente totalmente el conflicto (Gaynor, 2009).” En: José Manuel Juárez Núñez y Sonia Comboni Salinas. Introducción al pensamiento sociológico de Alvin Gouldner. Veredas especial. UAM-Xochimilco. México, 2010, páginas 87-114.

jcmqro3@yahoo.com


Fuente e imagen:  SDPnoticias

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La «carga» docente en las Universidades

Por: Manuel Gil Antón

Fardo. Loza en la espalda. Quintal de café que se lleva en el lomo. Tratándose de impartir cursos, la referencia es a algo pesado que se ha de soportar. No se dice carga de investigación. Al contrario, se da cuenta de ella con orgullo: desarrollo o participo en tal proyecto.

Hay 400 mil personas que laboran en las Instituciones de Educación Superior (IES) en el país. ¿Tiempos completos? 80 mil, y trabajan por horas – a destajo – 320 millares, el 80%. Es el personal académico al que se denomina de tiempo parcial o de asignatura. Llevan a cabo la mayor parte de la función docente en condiciones de precariedad laboral.

No es un grupo homogéneo: una proporción se conforma por profesionistas que, en otros espacios laborales, tienen el centro de su atención e ingresos (abogados, ingenieros o contadores, a guisa de ejemplo). Acuden a las instituciones haciéndose cargo de pocas horas de clases. Otro subconjunto, encuentra en esa actividad un complemento no menor a sus percepciones totales, o la desempeña por la flexibilidad de horario para poder atender otros trabajos, generalmente en la casa y el cuidado de los hijos y adultos mayores: por inequidad de género en la distribución de estas tareas suelen ser mujeres.

Hay otro sector, cuya cantidad es necesario precisar, que encuentra en la docencia frente a grupo, mal pagada y sin considerar parte de su trabajo ni la preparación de las clases ni la revisión de trabajos o exámenes, su único espacio de empleo. Ya sea en una o varias IES, procuran acumular cursos para sacar el gasto. Son profesoras y profesores de “tiempo repleto”.

Sin embargo, tanto quienes cuentan con vínculos de tiempo completo como el personal de tiempo parcial, tienen responsabilidades en la docencia. Esa función sustantiva que, merced a la valoración dispareja con la investigación, se concibe como carga es vital en la generación de nuevos profesionales y científicos.

Su contratación deriva de la tenencia de diplomas que acreditan su saber, pero no de la capacidad de generar ambientes de aprendizaje, proceso muy diferente a “dar clases”. La capacidad docente se cree derivada de un saber certificado, no de su conjunción con habilidades profesionales para suscitar condiciones para aprender. Pueden dominar el contenido de su especialidad, pero no el dominio pedagógico del contenido programado en los cursos que se les asignan. Cualquiera puede enseñar si sabe del tema.

Se ha reflexionado mucho sobre el impacto de la pandemia en las tareas docentes, como si previo a esta calamidad no hubiera ya fallas tan graves como la ausencia de preparación para llevarlas a cabo. A mi entender, se trasladó a las plataformas virtuales lo mismo que antes se hacía. ¿Se quiere averiguar lo que ha pasado en estos meses de escolarización remota de emergencia (no de educación a distancia)?

Paradójicamente, para responder a esta pregunta es necesario reconocer que concebir a la docencia como carga, y no advertir su complejidad intelectual ni la necesidad de mejorar las condiciones en que se lleva a cabo por parte de los tiempos parciales, son previos a la pandemia. Quizá se hizo más visible su descuido. La solución no es tecnológica. Inicia con la recuperación de la importancia de esta labor, despreciada por el espejismo de la investigación como la moneda de curso legal en la estructura de prestigios e ingresos. Ser diestros en el ZOOM deja inalterable el menosprecio en que se ha sumido la docencia desde hace años. Ahí, a mi juicio, reside el problema.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/la-cargadocente-en-las-universidades/

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OPINIÓN: Agenda 2021

Por:  Tlachinollan

Para la clase política de Guerrero, las elecciones que se realizarán en el mes de junio, será el tema central, en torno al cual girará el devenir del estado en este naciente año. La lucha por los cargos públicos será ríspida y hasta con visos de violencia, por las divisiones internas que resaltan al interior de los partidos políticos. La multiplicidad de facciones desgasta y debilita a los partidos, porque se lucha por los cargos y no por la transformación de nuestra sociedad. Los intereses económicos son los que ahora rigen al interior de los institutos políticos, y no los principios ideológicos, que son meros referentes de lo que antaño fue la identidad de los partidos.

Las disputas políticas al interior de los mismos institutos se tornan graves, por los enconos y rivalidades que se profundizan, sin que existan mecanismos eficaces para contener y atemperar estas rivalidades. Ante el temor de que haya agandalle en los cargos públicos, cada facción se organiza con su líder o dirigente, para dar la pelea en cada distrito y en cada municipalidad. El pleito es al interior del partido, porque de ahí depende de que sus candidatos aparezcan en las boletas electorales. Este trance requiere hacer méritos, sobre todo, tener aportaciones de todo tipo, para congraciarse con la dirigencia.

El escenario se complica por la colusión que existe entre los grupos de la delincuencia con los grupos políticos. En los últimos trienios hemos visto como algunos líderes políticos, han coqueteado con el crimen organizado y establecido vínculos con jefes de la delincuencia, para dar la pelea con recursos mal habidos. Esta situación anómala no solo pervierte el proceso electoral, sino que atiza la violencia en un terreno minado por las rivalidades que existen entre los grupos de la delincuencia, que se disputan férreamente el control territorial. El empoderamiento de estas organizaciones ha puesto contra la pared a las mismas autoridades municipales, al grado que prefieren alinearse y supeditarse a su lógica delincuencial. Los mismos cuerpos de seguridad no dan confianza a la población, por sus nexos con la delincuencia y porque no están capacitadas para realmente prevenir el delito y apoyar en la desarticulación de las redes del crimen.

El desbordamiento de los márgenes de la legalidad, propiciado por la delincuencia, no garantizará un proceso electoral dentro de un ambiente de libertad y seguridad, por el contrario, estará marcado por un clima de miedo, amenazas y vendettas. El asesinato de precandidatos, precandidatas y candidatos a puestos de elección popular en los pasados procesos electivos, son los focos rojos que siguen activados, y que requiere acciones coordinadas de los tres niveles de gobierno.

No basta que se incremente el número de efectivos policiales o militares, porque los actores armados no son los más idóneos para garantizar la paz y la legalidad. El gran desafío lo tienen los partidos políticos y las mismas autoridades, que están obligadas a actuar con pulcritud y transparencia, y no ser comparsas de la ilegalidad y de componendas con actores delincuenciales, que se han enquistado al interior de las instituciones gubernamentales y de los mismos partidos políticos. La corrupción que se encuentra adherida dentro de las estructuras del poder, no se puede extirpar de forma abrupta, mientras no se depuren a los funcionarios y agentes que se acostumbraron a vivir de la extorsión y los moches, como si fuera parte de la gobernabilidad. Se tienen que acabar con las zonas porosas que existen dentro de las estructuras del poder público, que son las que permiten las transacciones ilícitas, al amparo del poder. Las mismas autoridades tienen que mantenerse al margen de esta contienda, porque su injerencia es lo que genera enojo, desconfianza y encono, porque se lucra con la pobreza y se toman banderas partidistas que desprestigian a los mimos partidos.  El destino del presupuesto público debe de manejarse con transparencia, sin la carga electorera que tradicionalmente utilizan los gobernantes., al igual que la construcción de obras, que siempre llevan el sello o el del partido que gobierna en el municipio o en el estado, como si fueran los dueños de estos fondos. Aun estamos lejos de que las contiendas electorales sean transparentes y pacíficas, porque quienes nos gobiernan no se manejan bajo estos principios, les pesa todavía la visión clientelar, facciosa, coactiva, utilitarista y mafiosa de los procesos electorales, que miden la calidad de nuestra democracia.

Mientras esto ocurre entre clase política, la población guerrerense se sigue hundiendo en el pantano de la pobreza. Cada mañana lo corroboramos en las principales avenidas de las ciudades, con las decenas de personas ambulantes, desde niños y niñas hasta adultos mayores. El crecimiento desmedido del ambulantaje nos invade por todos lados. La deserción escolar se incrementa en la medida que no hay alimento seguro en la casa y no hay dinero para comprar medicinas. Miles de familias del campo han cerrado sus casas para contratarse como jornaleros y jornaleras agrícolas en los estados fronterizos de Chihuahua, Sonora y Baja California. Mas de 15 mil personas indígenas de la Montaña, se han registrado en la casa de jornalero, siendo el 30 por ciento de niños y niñas.

El hambre será el principal flagelo en este 2021 para las familias guerrerenses, porque no hay ingresos seguros. Ni las ciudades turísticas cubrieron las expectativas económicas de los empresarios y trabajadores. Las remesas ya son insuficientes para cubrir las necesidades básicas y los subsidios gubernamentales, se diluyen ante los altos precios de la canasta básica. No hay dinero que alcance para comprar suficiente maíz y las medicinas básicas para sobrellevar los síntomas del Covid-19. El escenario se vislumbra incierto, sin opciones para hacer frente a esta calamidad. Los programas federales, ha pesar de su incremento en el presupuesto, no podrán atender la multiplicidad de necesidades básicas que requieren las familias pobres. Se necesita implementar programas especiales para cada región, tomando en cuenta su potencial productivo y las características de su población y de su habitat.

La falta de medicamentos tiene costos muy altos, no solo por lo inalcanzable de sus precios, sino porque en población vulnerable, como niños y niñas prematuras, mujeres con alto riesgo en su embarazo, adultos mayores con problemas de comorbilidad, que se encuentran en comunidades apartadas, tienen sus días contados. El numero de personas que fallecen por falta de atención médica, se ha incrementado y agravado con la llegada del coronavirus. Los pacientes y sus familias prefieren atenderse en sus domicilios, porque saben que en el único hospital que recibe pacientes en general, no cuenta con suficientes camas, con personal médico especializado, con estudios de laboratorio ni con medicamentos. Con estas deficiencias, hay fundados temores de que la gente muera en el hospital, no solo por Covid-19, sino por la obsolescencia de los servicios.

El grave problema de la violencia y la inseguridad, en la percepción de la gente común, la situación va de mal en peor. No hay un municipio que garantice seguridad a sus habitantes. Hemos constatado que los grupos de la delincuencia tienen controladas rutas y regiones, donde la población tiene que adaptarse a sus modos de operar. En la Tierra Caliente, la cuota, es una práctica generalizada entre los comerciantes que quieren mantenerse con sus giros económicos. En la región Norte, las disputas por las plazas y ciertos territorios mantienen en constante zozobra a la población. En la zona Centro y la Sierra, varias comunidades están en medio del fuego cruzado y en la disyuntiva de permanecer en sus domicilios o desplazarse fuera de la región. En el puerto de Acapulco, los asesinatos diarios muestran el nivel de empoderamiento de los grupos de la delincuencia, que están en constante pugna. En la Costa Grande, la población sigue padeciendo las peleas a muerte por el reparto territorial entre los grupos del crimen organizado, dejando inerme a la población. La Costa Chica y la Montaña, empiezan a resentir las divisiones que se han dado al interior de los grupos de la policía comunitaria, que ha sido aprovechada por la delincuencia, para irse posicionando de algunas cabeceras municipales.

Este panorama deja ver que la guardia nacional, no ha dado los resultados esperados. Su presencia, además de insuficiente, es meramente testimonial. Los mismos grupos de la delincuencia saben que no tienen órdenes para desarmarlos ni para desmantelar su estructura. En los lugares donde se han suscitado hechos de violencia, a causa de los conflictos agrarios, no han querido establecerse, porque requieren lugares seguros para acampar y que las partes en conflicto, lo soliciten por escrito. Pesa más el criterio burocrático entre los pueblos indígenas que requieren con urgencia su presencia para disuadir la confrontación, que contrasta con su intervención inmediata, para desalojar a los migrantes centroamericanos.

El 2021 llega con mucha pesadumbre, por la violencia imparable, sobre todo contra las mujeres y niñas que han sido víctimas de feminicidios y de un sistema de justicia patriarcal, que da un trato discriminatorio que vulnera sus derechos como víctimas. Lo más desolador es que en este año las autoridades estatales y municipales, sobrellevarán los problemas más agudos, con el pretexto de que no habrá presupuesto suficiente. La población por su parte, seguirá luchando por su sobrevivencia, sorteando su vida, en medio del coronavirus, el hambre y la violencia delincuencial. También será testigo de la disputa que protagonizarán los partidos políticos y sus candidatos, para agenciarse los cargos públicos, donde hay dinero seguro, protección garantizada y servicios de calidad. La brecha entre la clase política y el pueblo trabajador, seguirá ensanchándose y profundizándose en nuestro estado, mientras los que ambicionan el poder, sigan haciendo negocios privados,  pisoteando los derechos de la gente pobre.

Centro de derechos humanos de la Montaña, Tlachinollan

Fuente e imagen: http://www.tlachinollan.org/opinion-agenda-2021/

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