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La pandemia como catalizador de una nueva cultura laboral

Por: Paola Estrada Villafuerte

El trabajo remoto está forzando un cambio en la rutina laboral y muchas personas se están planteando si desean regresar a la oficina cuando el confinamiento termine.

Millones de trabajadores y trabajadoras están participando en un experimento sin precedentes que ha transformado la manera en vemos la oficina. Según una encuesta realizada por Gallup, el 62 % de los americanos empleados dicen que han trabajado desde casa durante la crisis sanitaria, un número que se ha duplicado desde mediados de marzo. Incluso, empresas como Nationwide Insurance ya adoptaron estas medidas y han decidido hacer de los turnos de trabajo remoto una modalidad permanente.

Muchas personas se preguntan si estos cambios establecerán un precedente para el nuevo futuro del trabajo de oficina tal y como lo conocemos. Business Insider prevé que el concepto mismo se transformará de un lugar al que vas todos los días a un centro más bien pensado para reuniones y trabajo colaborativo. Bajo este nuevo concepto, el resto de tu semana laboral probablemente será llevada a cabo en tu propio hogar, siendo que diversas firmas de arquitectos ya se encuentran diseñando los planos de oficina del futuro cercano y las compañías están discutiendo cuánto espacio de oficina realmente necesitan. “El regreso a la oficina probablemente estará marcado por dos olas: antes de una vacuna y después de una vacuna. A corto plazo, las oficinas se sentirán más vacías que antes a medida que las personas regresen por turnos a lugares de trabajo con más espacios privados, cubículos separados por pantallas de plástico y pasillos señalizados para el tráfico de una sola dirección. A largo plazo, la oficina podría convertirse en la columna vertebral social de una empresa, mientras que el trabajo individual centrado se llevará a cabo de forma remota», plantea Alex Nicoll.

“A medida que se intensifica el impulso para reabrir la economía del país, también lo hacen los sentimientos de temor ante la idea de regresar a la oficina”.

Desde que las personas se están adaptando a sus rutinas dentro del hogar, las playlists de lo-fi hiphop en Spotify para acompañar el home office se vuelven cada vez más populares y muchas personas desean que este cambio sea un estilo de trabajo que se mantenga después de la cuarentena. Encuestas revelan que tres de cada cinco trabajadores estadounidenses que han realizado su trabajo desde casa durante la pandemia preferirían continuar trabajando de forma remota tanto como sea posible.

¿Cuáles son los beneficios del home office?

Varias personas han encontrado que sus niveles de productividad y eficiencia han mejorado durante su acercamiento al teletrabajo. “A medida que se intensifica el impulso para reabrir la economía del país, también lo hacen los sentimientos de temor ante la idea de regresar a la oficina”, dijo el profesor y antropólogo, Jeff Anderson para The New York Times. Los que mejor se han desarrollado trabajando vía online, temen que los beneficios encontrados desaparezcan una vez termine el confinamiento.

Un estudio realizado por IBM el pasado mes de abril, donde se encuestó a más de 25,000 estadounidenses, explica los cambios en el comportamiento personal resultantes de la crisis. Se demostró que tres de cada cuatro trabajadores indican que les gustaría continuar trabajando remotamente al menos ocasionalmente, mientras que más de la mitad, el 54 por ciento, quisiera que esta sea su forma principal de trabajo.

Esta modalidad online, además de ser preferida por muchos, también ha sido señalada por varios expertos como una vía alternativa más saludable a la oficina habitual. Estudios revelan que los trabajadores remotos a tiempo completo son un 22 % más felices que aquellos en oficinas presenciales. También reportan una mejor concentración, menos estrés y un 43 % de mayor productividad. Además, el trabajo desde casa no sólo ofrece aspectos positivos a los trabajadores, siendo que las empresas pueden ahorrar en la renta de menores espacios para las oficinas de reuniones ocasionales.

Algunos de los beneficios que The New York Times atribuye al home office son:

  • Ahorro en vivienda y transporte, dado que al laborar en línea se les permite vivir fuera de la ciudad.

  • Menos tiempo en el tráfico, constantemente relacionado a mayores índices de estrés y contaminación.

  • Mayor productividad.

  • Por supuesto, menor riesgo de contagio.

El teletrabajo y la interacción social

Por otro lado, mientras que el trabajo remoto representa una gran opción para familias primerizas, personas con discapacidades y para quienes viven en zonas retiradas, algunos no están totalmente convencidos con este nuevo sistema. A pesar de las ventajas que ofrece, también hay estudios que demuestran que la productividad extra que provee el teletrabajo, también trae consigo bajas en la creatividad y el pensamiento innovador, ya que trabajar aisladamente puede llegar a ser solitario. Muchas de las personas que no se encuentran maravilladas con el home office, reportan una mayor dificultad a la hora de separar el hogar del trabajo. “Falta un elemento de interacción social que es realmente importante”, dijo Laszlo Bock, director ejecutivo de Humu, una nueva empresa de recursos humanos de Silicon Valley.

Desafortunadamente, la normativa sexista dentro de la oficina también se hace presente en el trabajo remoto. En reuniones por videollamada, muchas mujeres se ven constantemente interrumpidas e ignoradas. «Me interrumpen como tres veces y luego trato de hablar de nuevo y otras dos personas están hablando al mismo tiempo interrumpiéndose mutuamente», dijo Mallick, jefa de diversidad e inclusión de la empresa de bienes de consumo, Unilever.

Trabajo remoto y homeschooling

A esto podemos agregar la muy distinta experiencia que están teniendo las familias con hijos con el trabajo remoto, quienes están haciendo frente al reto de la educación desde casa mientras que al mismo tiempo deben cumplir con las obligaciones de la oficina y del trabajo doméstico. En un panorama donde las mujeres son quienes llevan a cabo la mayoría de las labores domésticas, las madres del hogar están experimentando estas dificultades de manera más aguda. Ann Vegdahl, quien trabaja en la academia en la ciudad de Nueva York, y su esposo, ingeniero de software, tienen un hijo de dos años y ella está embarazada de siete meses. Antes de la pandemia, su hijo generalmente estaba en la guardería durante las ocho horas laborales, pero ahora los tres están en casa juntos. Ahora, Vegdahl estima que solo está logrando entre el 40 y el 50 por ciento de su carga de trabajo habitual, así lo plantea para Vox.

Algunas madres trabajadoras se ven envueltas en la forzosa priorización de empleos. «¿Qué reunión es más importante a las 10 a.m.? Es como pelear sobre qué película vas a ver, pero con tu trabajo y tu ego y tu bienestar mental en juego», mencionó Nan Krafft. Según la doctora Alina Salganicoff, directora de política de salud de la mujer en Kaiser, las mujeres algunas veces suelen ganar menos dinero debido a las responsabilidades laborales domésticas, lo que significa que cuando las parejas deben decidir qué trabajo será afectado, es más probable que sea el de ella.

“Para que el trabajo remoto sea exitoso, los empleadores deben proporcionar el equipo adecuado y soporte extra”.

Los retos para las familias que cuentan con el privilegio de trabajar desde casa se han vuelto una nueva realidad y estos se disparan aún más en familias monoparentales, niños con necesidades especiales, aquellas que no tienen hogar y personas  para quienes el teletrabajo no es una opción. Si agregamos factores como la crisis financiera actual y la falta de equipo necesario para trabajar online, la brecha equitativa se abre aún más.

Se debe señalar que el home office ha sido un escenario inalcanzable para todos los trabajadores de salud, personal de emergencias y supermercados, considerados personal esencial. También, para los más de 30 millones de americanos que han perdido su trabajo y los 346 mil empleos reportados por la STPS en México que se han visto recortados y desafiliados del ISSSTE (Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado).

El trabajo remoto requiere equipo y soporte adecuados

Definitivamente, la empleabilidad remota es un modelo que no muchos pueden darse el lujo de experimentar. Y para algunas empresas que se han visto presionadas en la transición online, esta se presenta como un reto que no están seguros de poder cumplir. En una encuesta realizada por IBM, se observa que más de la mitad de los CEOs en Estados Unidos no se sienten capacitados en materia de habilidades y recursos humanos necesarios para ejecutar sus estrategias comerciales a través del home office. Igualmente, un estudio demuestra que 6 de cada 10 trabajadores mexicanos creen que las compañías no están preparadas para adaptarse a esta modalidad de trabajo. Su preocupación es válida, puesto que, como Forbes plantea, el trabajo remoto, como cualquier tipo de trabajo, requiere de unas condiciones especiales para hacerlo funcionar. “Para que este sea exitoso, los empleadores deben proporcionar el equipo adecuado y soporte extra”, dijo Laurel Farrer, directora ejecutiva de Distribute Consulting, una firma de consultoría de negocios. “Y los empleados deben poder realizar el trabajo sin supervisión”.

Algunos expertos plantean que mientras la transición completa al trabajo desde casa no es el objetivo, establecer ciertos turnos ocasionales de trabajo remoto, idealmente de uno a dos días, podría traer muchos beneficios a la cultura laboral. Los empleados mencionan también que esta experiencia ha invitado a los directivos a un panorama más comprensivo y flexible. A muchas personas les gustaría que este ambiente se mantenga post-pandemia. «Hay una versión más suave, sin filtro y más honesta de nosotros mismos que estoy disfrutando de conocer», dijo Benetua-Rolens. “Hay espacio para ser indulgentes y comprensivos entre nosotros y con nosotros mismos. Y es porque todos hemos tenido que ajustarnos”. Rico Sisney, quien trabaja para Greenpeace USA, dice que le gustaría seguir viendo los tipos de correos electrónicos que su organización ha estado enviando últimamente para alentar a los empleados a tomar caminatas y pequeños descansos.

Fuente e Imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/trabajo-remoto-postcovid19

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Tras el confinamiento, estos serían los beneficios de acudir a un campamento para un niño

Por: Carlota Fominaya

Tras unos meses de aislamiento, muchos niños han podido volver atrás en su desarrollo en diferentes aspectos y este recurso podría ser muy beneficioso para ellos, indican los psicólogos.

¿Ir a un campamento este año? La respuesta es que, si se permite su celebración, después de dos meses confinados en casa sin moverse y sin hacer apenas deporte, ni socializar, los niños necesitan salir a jugar, verse con sus iguales, sentirse seguros, arropados, queridos y rodeados de diversión. «Tras unos meses de aislamiento, muchos niños han podido volver atrás en su desarrollo en diferentes aspectos y los campamentos podrían ser un recurso muy necesario para ellos», explica Nuria García Alonso de la Torre, psicóloga infantojuvenil y fundadora de Ayudarte estudio de Psicología.

Para esta experta, estos serían los beneficios para un niño de acudir a un campamento, siempre y cuando se cuenten con las condiciones higiénico sanitarias debidas:

-Mejoran el bienestar físico: Después de tantos meses de aislamiento o salidas limitadas, los niños necesitan volver a correr, saltar y tener la vida activa que no les ha permitido este encierro.

-Incrementan el bienestar mental: Ir a un campamento mejora la salud mental de los niños y logra prevenir o ayudar a mejorar trastornos mentales tanto antes como los que hayan podido venir derivados de este encierro como depresión o ansiedad por estar aislados y encerrados del resto de personas.

 -Potencian la socialización: Los niños necesitan estar cara a cara con otros niños. Las videollamadas nos permite estar en contacto con los demás, sin embargo no todos los niños han podido hablar con sus amigos o no se sienten cómodos o llegan a estar saturados por comunicarse exclusivamente a través de ese medio (por no estar tan acostumbrados).

 -Aumentan la autonomía: Estos meses han podido llegar a generar cierta dependencia del núcleo familiar y es importante ayudarles a que vuelvan a realizar tareas por sí mismos y se sientan preparados para asumir nuevos retos.

-Fortalecer una autoestima sana: Los campamentos permiten que asuman nuevas responsabilidades, tener nuevos logros y sentirse valorados porque alcanzan otros éxitos diferentes a los conseguidos durante estos meses.

-Promueve nuevos aprendizajes: Hasta ahora la formación ha tenido que ser a través de un ordenador, es importante que vuelvan a sentir curiosidad y otra persona que les guíe en su aprendizaje, además de su familia o su tutor. Necesitan nuevos estímulos, metodologías y retos educativos, al margen del curriculum escolar.

-Descubrir nuevos talentos: Estar en un ambiente diferente, permite el autoconocimiento y explorar otras cualidades que pueden no haber aparecido en situaciones ordinarias como verse a uno/a mismo/a más generoso/a, líder etc.

Fuente e Imagen: https://www.abc.es/familia/educacion/abci-tras-confinamiento-estos-serian-beneficios-acudir-campamento-para-nino-202005130154_noticia.html

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Levantar la voz ante el cerco de la violencia

Por: Roberto Patiño

El modelo tiránico del régimen asedia a los venezolanos con violencia, colapso, crisis hiperinflacionaria y escasez casi total de combustible. La coyuntura de la cuarentena preventiva mundial para frenar el contagio del covid-19 ha sido instrumentalizada por la dictadura para reforzar sus sistemas de control y censura mediática, así como para invisibilizar el descontento y la protesta.

La sociedad es desbordada por la situación. Ante la orfandad de instituciones públicas, coaptadas por el poder, la labor de ONG y redes de apoyo civiles representa la única opción de solidaridad y ayuda para la inmensa mayoría. Aunque estas organizaciones y redes tienen capacidades materiales y logísticas limitadas, de igual forma tienen un papel fundamental para la gente, ya que muchas veces son las únicas instituciones que visibilizan y reconocen a la persona y su situación.

Así lo expresa uno de nuestros líderes del Movimiento Caracas Mi Convive: “El saber que cuento con un equipo que me oye en un momento duro, el recibir un mensaje por parte de ustedes preguntando cómo estoy, cómo me siento… Eso tiene más significado para mí…”.

Esta labor toma un mayor sentido en el actual contexto de libertades cercenadas y violencia promovidas desde el Estado.  En días recientes la comunidad de Petare ha vivido enfrentamientos entre bandas armadas, derivados de las nefastas políticas de “zonas de paz” propiciadas por la dictadura. Muchos han tenido que huir de sus hogares, como si fueran refugiados de sus propios barrios. El silencio y la inacción oficial de los primeros días ha dado paso, el viernes 8 de mayo en la madrugada, a la intervención de grupos del Cicpc y las FAES, que nuevamente han actuado violando derechos humanos, en medio de denuncias de detenciones ilegales y ajusticiamientos.

En este sentido, desde Alimenta la Solidaridad, hemos alertado sobre estos hechos, en particular la detención ilegal de Junior Pantoja, un líder social de la comunidad de José Félix Ribas, con una reconocida labor de ayuda en el barrio, en el que participa en el funcionamiento y coordinación de los comedores de nuestro emprendimiento en esa zona.

La detención de Junior repite el patrón de persecución y criminalización de activistas de derechos humanos por parte de las fuerzas de seguridad del Estado, en una política análoga a los sistemas totalitarios.

Esta es otra expresión del cerco de violencia que, desde el régimen opresor, busca arropar a todos los ciudadanos para generar conflicto, rabia, impotencia, anomia. Desde Caracas Mi Convive reiteramos la necesidad de contrarrestar estas políticas inhumanas y crueles desde los valores convivenciales. Por ello utilizamos nuestra plataforma para visibilizar la situación de personas que, como Junior, son agredidos y violentados desde el poder.

Nuestro llamado es a tomar conciencia de la gravísima realidad de represión y violaciones de los derechos humanos que se ha agudizado bajo el manto de la cuarentena.  Debemos sumar voces de denuncia y demanda que deben elevarse por sobre la violencia que el régimen ha establecido como única vía para mantenerse en el poder.

Fuente: https://www.elnacional.com/opinion/levantar-la-voz-ante-el-cerco-de-la-violencia/

Imagen: www_slon_pics en Pixabay

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Historias humanas y resiliencia

“Más que seres de carne y hueso, las personas somos seres hechos de emociones que se convierten en una narrativa” – Regina Freyman

Los educadores son mentores que acompañan y forman a los héroes del futuro. Todos los días, maestras y maestros se arriesgan a través de una pantalla a motivar a su alumnado a ser la mejor versión de su propia historia. De acuerdo con la experta Regina Freyman, más que seres de carne y hueso, las personas somos seres hechos de emociones que se convierten en una narrativa, la cual hace posible que nos levantemos todos los días para escribir nuestra historia de vida. Así lo explicó Regina en nuestro webinar. Si no tuviste oportunidad de seguirlo en vivo lo puedes consultar aquí, cada segundo de este webinar vale oro.

La pandemia por COVID-19 y el confinamiento que vivimos, nos ‘quitaron’ la libertad de salir de casa para realizar las actividades que nos gustan, para reunirnos con la gente que más amamos, la familia y los amigos. Nos sentimos atemorizados de perder la salud o la vida misma. Hoy más que nunca nos aferrados a vivir y comprender, ¿por qué un virus nos tiene encerrados? Esto nos hace replantearnos la vida, el trabajo y nuestro papel en esta nueva realidad.

Si aprendemos a contar una historia de unidad y resiliencia saldremos victoriosos de la crisis que vivimos por COVID-19 y de cualquier otra. La humanidad necesita recuperar la posibilidad de contar historias colectivas que nos ayuden a comprender que somos uno con el entorno y que entre nosotros estamos ligados como neuronas de un gran cerebro colectivo, así lo explica Regina en esta sesión de gran inspiración para todos lo que seguimos el webinar.

“La idea de narrar nos da coherencia poniendo al dolor en palabras, sacándolo de ti lo puedes ver con claridad y perspectiva, convirtiéndolo en algo manejable que tiene límites y rostros. Narrar un suceso traumático nos hace superar la agonía”.

A continuación, te comparto un resumen de los conceptos principales que nos compartió Regina en la sesión en vivo o también puedes revisarlos con mayor profundidad en el video.

  • La resiliencia es un concepto que proviene de la Física. Es la capacidad que tienen los metales para amoldarse fácilmente a la estructura que los contiene. En este sentido, la resiliencia es la capacidad que tiene una persona de adaptarse a nuevas situaciones.

  • El relato es la única forma de reconstruir y poner orden al dolor sin palabras. Sin ser conscientes de ello, todos los días nos relatamos algo que nos ayude a salir adelante y darle sentido a la situación que vivimos.

  • Un maestro es un tutor explícito de resiliencia. Por ello su labor es tan importante.

  • Existen tres factores que impiden la resiliencia: el aislamiento afectivo, la falta de sentido y la vergüenza.

  • Tipos de resiliencia: nula, recuperación de la capacidad de vivir y compensatoria.

  • Antes de contar algo, en la mente revolotean mil ideas y en el cuerpo mil señales, a eso se le llama relato preverbal. ¿Qué te dicen los relatos preverbales de tus alumnos y el tuyo mismo? ¿Cómo manifiesta el cuerpo y el lenguaje no verbal el relato por venir?

  • Una vez que las ideas se ordenan y escuchamos a nuestro cuerpo, surge una voz interior que se expresa, a eso se le llama relato solitario. Los maestros, las familias y los líderes podemos influir enormemente en la construcción de esa historia.

  • Una vez que exteriorizamos la historia de lo que somos, de nuestros sueños y anhelos nos sentimos capaces de compartirlos. Todos nos necesitamos para contar una historia, a esto se le llama relatos compartidos.

  • La cultura es un murmullo, miles de voces que se acomodan para contar nuestra historia social, la de familia, la de la comunidad, la del país, la del mundo incluso. A eso se le llaman relatos colectivos.

Revive este webinar que nos ayudó a descubrir por qué la inteligencia emocional se sostiene sobre la capacidad de contar la mejor historia posible cada vez que nos enfrentamos a un conflicto o a una crisis. Una historia es capaz de cambiar al mundo. De hecho, es lo único que siempre lo ha logrado.

Regina Freyman es adicta… a las historias. Sabe por experiencia que las historia salvan, desde el divorcio de sus padres hasta la dolorosa muerte de su hermana. En busca de palabras estudió letras en la UNAM, se especializó en cuento en la IBERO y tiene 15 años narrando la vida desde el TEC.

Fuente: https://observatorio.tec.mx/edu-news/historias-humanas-y-resiliencia?utm_source=Observatorio+Facebook&utm_campaign=fae6046f02-EMAIL_CAMPAIGN_2019_01_15_LDTEC_COPY_01&utm_medium=email&utm_term=0_613c71fb67-fae6046f02-236904343

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Google, doctrina del shock y liquidación de la escuela pública

 

Las plataformas educativas no son “herramientas pedagógicas”, sino espacios virtuales cuya estandarización bajo el control de los grandes gigantes tecnológicos puede llevar a la desaparición de la escuela pública.

Como viene recordándose estas últimas semanas, los momentos de crisis y excepcionalidad son aprovechados por el poder, según advertía Naomi Klein hace ya algunos años, para imponer a la ciudadanía ―temerosa y preocupada por los problemas inmediatos que tales situaciones suponen― los cambios estructurales que necesita el capital para perpetuar las relaciones de dominación que nos han llevado al decadente mundo que habitamos. El shock que ha sufrido la escuela pública con motivo del actual estado de alarma teniendo que, de la noche a la mañana, reestructurar todo su trabajo en base a la docencia telemática puede considerarse, sin duda, un caso particular de esa excepcionalidad “crítica” a la que nos referimos.

Al menos desde la administración educativa que conozco, la aragonesa, la manera en que se ha afrontado esta situación ha estado, en términos generales, caracterizada por la ausencia total de organización, dejando a los equipos directivos y a los y las docentes totalmente desvalidos y arrojados a una lógica, la del mercado, en cuyos parámetros los grandes gigantes tecnológicos ―como Google y su plataforma G-Suite― tienen todas las de ganar. Los tiempos y los “valores” del capital han “colonizado” nuestro horizonte ético y pedagógico y ―sometidos tanto al shock vírico como a la necesidad de seguir siendo productivos― las decisiones acerca de cómo continuar con nuestra labor docente han acabado por tomarse en base a criterios que nos empujan a perpetuar aquellos “valores” y lógicas que, como decíamos, nos han llevado a la situación actual: rentabilidad, productividad, inmediatez…

Esta situación ha generado, al menos, dos consecuencias negativas.

Por un lado, estamos proveyendo a estos gigantes tecnológicos de una mercancía prácticamente inagotable en un sistema basado en la escolarización obligatoria hasta los 16 años (en el caso del Estado español): toda la comunidad educativa (no solo el alumnado). La mercancía a la que nos referimos es, como sabemos, nuestros datos. ¿Llegará un día ―si no ha llegado ya― en que las grandes empresas y agencias de empleo compren a Google los datos y valoraciones individuales de nuestro alumnado que los y las docentes, tan ingenuamente, compartimos en Google Drive? Si tenemos en cuenta, además, la tendencia general a afirmar la necesidad de que, cada vez más, todo trabajador o trabajadora ―formarlos es el cometido fundamental de la educación― va a tener que estar sometido a un proceso continuo de aprendizaje a lo largo de toda su vida laboral, el botín se vuelve mucho más suculento.

Por otro, la asunción de, fundamentalmente, G-Suite como un estándar educativo supone convertir la escuela pública en un espacio de “formación” de consumidores ―tanto de los productos de Google como en términos generales― en un sentido fuerte de la palabra: aquellos cuyos hábitos de consumo se basan exclusivamente en criterios económicos, de utilidad, de inmediatez y de autosatisfacción. Nunca en base a criterios éticos. La economía, según el credo liberal, no tiene nada que ver con la ética, sino con las “leyes del mercado”, de la rentabilidad y de la productividad y, por tanto, las prácticas de consumo, tampoco. Eso estamos “enseñando”.

¿Imaginan un mundo en donde tanto la estructura educativa como los contenidos obligatorios que se imparten en la escuela estuvieran controlados por los algoritmos del gigante tecnológico?

“ESPACIOS VIRTUALES” Y PRIVATIZACIÓN DE LA ESCUELA PÚBLICA

Pero además de estas consecuencias ―ya advertidas desde hace tiempo― creo necesario destacar que las plataformas como G-Suite no son “herramientas pedagógicas” en sentido estricto, como puedan serlo los libros de texto (sobre los que también habría mucho que decir). Lo que en realidad suponen es la creación de un espacio pedagógico, en este caso virtual, que está aprovechando la actual situación para profundizar su presencia en la escuela pública y mostrar su carácter necesario (sin alternativa posible). Un espacio, obviamente, privado y sujeto a la lógica del capital que ya conocemos.

Si, como suelen repetir generación tras generación, los y las alumnas ven la escuela como una cárcel, es decir, como un dispositivo de encierro, vigilancia y disciplina (y eso sin necesidad de saber quién es Foucault), el nuevo espacio educativo virtual supone una actualización de tales dispositivos. Pero no es objetivo de este texto desarrollar esta idea. Sí lo es, sin embargo, el subrayar que, si de una u otra manera todavía confiamos en que lo estatal pueda hacer frente a los intereses del poder económico, la cuestión toma tintes aún más dramáticos si dichos dispositivos los dejamos en manos de grandes plataformas de carácter privado como G-Suite.

La repetición constante de que el actual escenario pandémico puede repetirse en el futuro es un dato difícilmente refutable. Y a partir de él es perfectamente factible ―vía doctrina del shock― que se profundice paulatinamente en la creación de un espacio pedagógico virtual que vaya ampliando su relevancia en detrimento del espacio físico de la escuela. Un proceso que en estas semanas ha dado un paso gigantesco pero que ya lleva gestándose desde hace años.

¿Es descabellado pensar en la posibilidad de que la escuela física acabe por ceder su centralidad al espacio virtual creado por las plataformas educativas? ¿Podría llegar el caso de que, incluso, la sustituyera?

¿Es descabellado, por tanto, pensar en la posibilidad de que la escuela física acabe por ceder su centralidad al espacio virtual creado por las plataformas educativas? ¿Podría llegar el caso de que, incluso, la sustituyera? ¿Qué sentido tendría entonces la existencia de diferentes escuelas en diferentes barrios y poblaciones? ¿No sería más adecuado, llegado el caso, que existiera una única escuela basada en criterios técnicos que, consecuentemente, diera la espalda por completo a los problemas que se dan en los contextos sociales en los que las escuelas ejercen su labor? ¿Y qué ocurriría con la escuela pública si tal espacio único se trasladase en su totalidad a empresas como Google? ¿Imaginan un mundo en donde tanto la estructura educativa como los contenidos obligatorios que se imparten en la escuela estuvieran controlados por los algoritmos del gigante tecnológico? La expresión “pensamiento único” supondría una interpretación, sin duda, optimista de tal escenario. En definitiva ―y paralelamente al proceso de privatización de la escuela pública que estamos presenciando desde hace años― a lo que estaríamos asistiendo sería a una educación que pasaría de pertenecer al ámbito de los derechos fundamentales a hacerlo al de los servicios; y sus “usuarios”, de ser ciudadanos y ciudadanas a ser clientes. No creo necesario extenderme en lo que todo ello implicaría.

Al margen de que, en opinión de quien esto escribe, el contacto directo entre profesorado y alumnado es un elemento insustituible del proceso educativo, es responsabilidad de la administración educativa ―dado que estamos hablando de la escuela pública― el facilitar un espacio virtual seguro y ético, como lo es el de facilitar un espacio físico. Sin cerrar los ojos a la posibilidad muy real de que el propio Estado pudiera aprovechar tales espacios para ejercer un control férreo de los procesos educativos y de lo que a través de ellos se discute y se cuestiona, el dejar en manos de gigantes tecnológicos dicho espacio no supone más que la privatización de facto de la escuela pública y el sometimiento de ésta a las lógicas e intereses del sector privado.

Pero, ¿y si la administración educativa, como está sucediendo, no cumple con esa responsabilidad fundamental?

EL PAPEL DE LA COMUNIDAD EDUCATIVA

Sabemos que el Estado representa, en muchas ocasiones, una extensión de los intereses del capital y, por tanto, nuestra responsabilidad, como comunidad educativa y como sociedad civil, es la de tratar de, especialmente en momentos como el actual, frenar las lógicas autoritarias que representa. Si el Estado no cumple con sus obligaciones con la comunidad educativa, plegándose a los intereses del poder económico, se debería actuar en consecuencia.

Cuesta entender, por tanto, porqué colectivos e individuos que hacen de la defensa de lo público y de la cooperación como forma no solo de salir de la crisis actual, sino también de construir un mundo alejado de la explotación y el individualismo capitalistas, desarrollan su trabajo a través de herramientas que, no solo de manera simbólica, representan la voracidad, el individualismo y la disolución de la privacidad y, muy probablemente, de las libertades individuales y colectivas. Cuesta, en definitiva, entender que las herramientas educativas de Google se hayan convertido, casi sin oposición, en un estándar educativo entre el profesorado y los centros sabiendo, por ejemplo, que dicha empresa, a través de su plataforma G- Suite, “recopila datos sobre la localización de los menores, las páginas web que visita, sus grabaciones de voz y su agenda de contactos”. El Estado y, en este caso, la administración educativa, no deben convertirse en el chivo expiatorio de nuestras responsabilidades. Y cuando optamos por utilizar G-Suite en nombre de lo fácil e intuitivo que resulta, de su utilidad y de su carácter “gratuito”, estamos, precisamente, tomando la decisión de someter la escuela pública al esquema de valores del capital escudados en que el Estado no está cumpliendo con su deber (como si eso fuera algo nuevo), cuando no, directamente, contribuyendo a la privatización de la escuela pública.

Si la administración está permitiendo la “naturalización” de una situación que va contra los valores más básicos que deben regir la escuela pública, nuestra responsabilidad es la de responder con contundencia.

No hay ninguna duda de que, en este caso concreto, la responsabilidad de las administraciones educativas está por encima de todas las demás ―ya sean individuales o colectivas―, pero el silencio y el conformismo con el que la comunidad educativa está respondiendo ante este nuevo episodio de la ofensiva neoliberal debe también ser objeto de crítica. ¿Y si el alumnado y sus familias se negaran a hacer uso de aquellas plataformas que invaden descaradamente sus derechos? ¿Y si el profesorado, paralelamente, se hubiera negado a realizar todo trabajo telemático hasta no contar con una plataforma ética proporcionada por la administración para la realización de dicho trabajo? ¿Consentiríamos que Ikea nos suministrara gratuitamente mobiliario escolar bajo la condición de poder poner cámaras y micrófonos en las aulas? ¿Consentiríamos que Coca-Cola o Telepizza ―lo sé, es un mal ejemplo, lo que lo hace aún más relevante― hicieran lo mismo en nuestros comedores escolares? Es más, ¿consentiríamos que las administraciones educativas no facilitaran los espacios físicos necesarios para la escuela pública y tuvieran que ser los equipos directivos o, incluso, los y las docentes las que tuvieran que buscar esos espacios? ¿Optaríamos por hacer uso de locales propiedad de fondos buitre a cambio de convertir nuestra privacidad y nuestras vidas en mercancía? Con seguridad ―al menos de momento― los y las docentes nos negaríamos en redondo a realizar nuestro trabajo en tales circunstancias. ¿Por qué entonces lo consentimos, sin ni siquiera alzar la voz, cuando se trata de espacios virtuales?

Desgraciadamente, ni la comunidad educativa ni los sindicatos están/estamos teniendo en cuenta lo suficiente la gravedad de la situación. Y, a pesar de que se nos repite machaconamente que estamos ante una encrucijada que supondrá cambios drásticos en nuestras sociedades, estamos dejando, en lo que se refiere a la escuela pública, que ese nuevo mundo lo construyan gigantes tecnológicos como Google. Alternativas hay. No hay que olvidarlo. Y si la administración ―a sabiendas o no― está permitiendo la “naturalización” de una situación que va contra los valores más básicos que deben regir una escuela pública y democrática, nuestra responsabilidad es la de responder con contundencia.

Fuente: https://www.elsaltodiario.com/el-rumor-de-las-multitudes/google-doctrina-del-shock-y-liquidacion-de-la-escuela-publica

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Primum non nocere

Lo primero, no causar daño” es el precepto atribuido a Hipócrates que se inculcaba a los médicos en formación. Porque la primera obligación –en el caso del médico y también de la autoridad– es no precipitarse a dar un remedio que pueda resultar contraproducente. Es decir, exactamente lo que en educación ha ocurrido: una vez declarada la emergencia sanitaria, las autoridades del Sistema Educativo y de las instituciones se montaron en esa situación inédita e impusieron –como si fuera parte esencial de la emergencia– la virtualización forzosa del programa educativo. Y ya hay señales de que esto está generando un daño grave y de enormes proporciones a millones de niños, jóvenes, familias, así como profesores. Son los niños de las familias pobres –la mitad del país– que más que otros están hoy sometidos a una situación de presión y angustia. Primero se les presentan demandas exigentes (cumplir la tarea, seguir el programa), pero de inmediato se enfrentan a las enormes limitaciones de clase que tienen para acceder a computadora, celular, Internet. Y se generan situaciones angustiosas dentro de la familia. Ésta reduce aún más su gasto para comprar tiempo aire (y enriquecer así a las trasnacionales), pero sencillamente no alcanza, y la niña y niño quedan en medio, aplastados entre la pobreza y la exigencia. Dos imágenes dramáticas y recientes: la del niño de nueve años que se suicida luego de la exigencia de la tarea (C. Serdán, Puebla), y, la niña que para tener señal en el celular debe hacer la tarea en un árbol, en Colombia, donde hay la misma pobreza y aislamiento. Obviamente, se agradecería que se suprimieran las tareas, como se agradece que alguna institución como la UAM regale tabletas y crédito de Internet; hermoso gesto, pero la caridad no es remedio que cura la irresponsabilidad del médico o del funcionario. Irresponsabilidad no por lo que ya se decidió, sino porque la decisión se mantiene sin cambio, día tras día y mes tras mes. Podría haber sido de otra manera, y todavía puede serlo. Para eso, hay que tener en cuenta que se trató de una decisión precipitada y bajo presión; tomada en un par de días, sin diagnóstico, sin ponderación de los antecedentes y las consecuencias del traslado de golpe brusco de toda la educación a lo virtual. Nada.

Pero esta decisión trajo una consecuencia muy preocupante: ahora se ve, significó un giro a la derecha, cuyo alcance y profundidad aún no podemos precisar, y no en dirección a fortalecer el respeto a las libertades y permitir que niños, niñas, jóvenes puedan vivir estos tiempos de cólera y encierro con más alegría, con menos presiones, con maestros e instituciones libres para plantear una catarata de agendas, iniciativas de conocimiento y cultura, libres, sin tareas, sin programas o fechas fijas de entregas, sin amenazas (como se denuncia en el IPN),sin una evaluación agazapada que, anuncia el secretario de Educación Pública, aguarda al final de la contingencia. El giro hacia la derecha rigurosa deja muy mal parado al gobierno de la transformación a la izquierda. Porque la virtualización del programa educativo o educación forzada –como ahora se presenta– contradice la misión de libertad que tiene la educación. Y, además, porque reclutar maestros adeptos y utilizar la virtualidad forzosa en educación no se le ocurrió ni al muy neoliberal titular de la SEP del sexenio pasado, a pesar de que enfrentaba paros indefinidos de labores en muchas partes del país. Y tampoco a las autoridades de la UAM cuando, por inflexibles, el año pasado dejaron estallar una huelga que sabían sería de larga duración.

Los funcionarios (no nuestros médicos de hoy) tomaron una decisión inválida. El Colegio Académico de la UAM, UNAM, IPN, SEP, gobernadores, municipios, los congresos deberían reconsiderarla. Pero, ¿qué hacer para que la decisión sea válida? La respuesta está en la lectura sobre ética que los estudiantes de primer ingreso a todas las carreras, junto con otros temas, discuten con sus profesores en el Tronco Interdivisional (TID) de la UAM-Xochimilco. En el texto del reconocido maestro Dussel, se afirma que para que una decisión sea válida, los afectados por lo que se va a decidir deben ser participantes simétricos (tener mismo peso en decisión). Porque es válido aquello en que los afectados pueden participar simétricamente; si no, no. Y la validez tiene que ver con la participación autónoma y libre ( TID Vol. III:172-173). Lo que no ocurrió ni en la SEP ni en la UAM, UNAM o IPN, y que debería hacerse: tomar la decisión igualitariamente con los estudiantes de todos los niveles y con sus profesores. Y este no es un mandato legal, sino algo más poderoso, un deber ético, obviamente para quienes sean éticamente receptivos y busquen avanzar por el camino de la democracia y la autonomía.

Fuente: https://www.jornada.com.mx/2020/05/23/opinion/019a1pol

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Una pandemia no esconde la otra

Desde la ONU, Ginebra, Suiza

El planeta sigue transpirando. Las temperaturas globales se disparan, a pesar del leve respiro que, paradójicamente, le da el COVID-19 con su corolario de contracción económica y reducción del transporte. Los próximos e imprevistos desastres naturales seguirán tocando a la puerta de la Tierra, aunque el coronavirus buscará desplazarlos del primer plano mediático.

Las emisiones de gases de efecto invernadero, como el C02, responsables principales del deterioro climático, se redujeron drásticamente durante la actual crisis. Por ejemplo, en China, principal emisor del mundo, se estima que las mismas bajaron en torno de un 25 %.

“Suspiro” en sala de emergencia

Sin embargo, descenso momentáneo no implica solución estratégica. Y hacia allí apunta Greenpeace, cuando afirma en su estudio de abril del año en curso que “pese a la reducción de las emisiones en algunos sectores como el transporte y el eléctrico, la concentración de CO2 en la atmósfera no baja, sino que sigue aumentando. Consecuentemente la crisis sanitaria no está contribuyendo a paliar la otra gran crisis que enfrenta el mundo: el cambio climático”  (https://es.greenpeace.org/es/noticias/la-concentracion-de-co2-sigue-creciendo-a-pesar-de-la-crisis-sanitaria-causada-por-el-covid-19/)

La ONG internacional sistematiza algunas estimaciones sobre la reducción transitoria a raíz de la crisis. Y afirma que Alemania podría emitir entre 50 y 120 millones de toneladas menos de CO2 este año por la enorme bajada en la demanda de electricidad. En la ciudad de Nueva York se estima una caída del 5-10% de las emisiones de CO2 y una caída sólida en el metano.

Carbon Brief, referencia en el tema, sostiene que esa reducción podría ser de un 5% con respecto a 2019 (https://www.carbonbrief.org/analysis-coronavirus-set-to-cause-largest-ever-annual-fall-in-co2-emissions). Y sostiene que dicho descenso va a ser el más importante de la historia, desde que se realizan inventarios. Será más significativo que las caídas de CO2 registradas, en orden descendente, durante la recesión del 1991-1992; la crisis energética del 1980-81; la Gripe Española de 1918-1919; y la crisis financiera del 2008-2009.

La Agencia Internacional de la Energía (AIE) constata que la demanda de petróleo de este año ha caído por primera vez desde 2009. Una reducción de cerca de 90.000 barriles de petróleo/día respecto a 2019, debido a la profunda contracción del consumo en China y a las suspensiones en los viajes y el comercio mundiales. Los datos más recientes indican que la demanda de petróleo se desplomó un 25%. Para visualizarlo con una imagen, esa caída sería como si toda Norteamérica (EEUU, Canadá y México) dejasen de consumir ese combustible de golpe.

Cada vez peor

Los últimos cinco años, según el balance de diferentes organizaciones internacionales especializadas, han sido dramáticos para el clima. A pesar de los gritos crecientes de nuevos actores sociales que ganaron asidua y activamente las calles, las cifras son categóricas.

Desde los años 80 cada década ha sido más cálida que la anterior. La concentración del CO2, en el último quinquenio resultó un 18% mayor que en el anterior. El año pasado se registraron los valores más elevados en cuanto a contenido calorífico en los 700 metros superiores de los océanos, amenazando significativamente la vida marina y los ecosistemas.

Las olas de calor golpearon entre 2015-2019 a todos los continentes sin distinción. Y fueron una de las causas principales de los incendios forestales sin precedentes, no solo en la selva amazónica, sino en Australia, América del Norte y Europa.

En cuanto a la repercusión directa en la especie humana, cerca un tercio de la población mundial vive en zonas con temperaturas potencialmente mortales, al menos 20 días por año, debido a las enfermedades propias de ese clima excesivo. La sequía multiplicó la inseguridad alimentaria en numerosas regiones del globo, en particular en África, en tanto los ciclones tropicales repetidos produjeron pérdidas incalculables.

Las lluvias intensas y desbocadas, facilitan la aparición de brotes epidémicos. Allí donde el cólera es ya endémico, 1300 millones de personas corren el riesgo de contraer la enfermedad.

50 años de “poco o nada”

Hace exactamente medio siglo, se “celebró” por primera vez el Día de la Tierra. Entonces, los expertos comenzaron a alertar sobre las consecuencias irreparables para la humanidad producto del calentamiento global.

El diagnóstico de entonces no era errado. Según datos de la Organización Meteorológica Mundial, la concentración de CO2 es actualmente un 26% mayor que las marcas de 50 años atrás. La temperatura aumentó en igual período un 0,86°C y ya supera holgadamente en 1,1°C la de la era preindustrial. Y la tendencia sigue en ascenso. La misma agencia de la ONU calcula saltos significativos hasta 2024, en particular en las regiones de altas latitudes y zonas terrestres, siendo más lento en los océanos, en particular el Atlántico Norte y el Austral. (https://public.wmo.int/es/media/comunicados-de-prensa/el-d%C3%ADa-de-la-tierra-hace-hincapi%C3%A9-en-la-acci%C3%B3n-clim%C3%A1tica)

Desafíos monumentales

En tanto la pandemia produjo un cimbronazo mundial sin precedentes desde la 2da Guerra Mundial, pero con impacto a corto y mediano plazo, la lucha contra el calentamiento apuesta a la estrategia misma de sobrevivencia de la humanidad.

“Se debe actuar con decisión para proteger el planeta tanto del coronavirus como de la amenaza existencial del cambio climático”, declaró recientemente Petteri Talas, director de la Organización Meteorológica Mundial.  Agregando que “debemos aplanar la curva tanto de la pandemia como del cambio climático…Tenemos que actuar juntos en interés de la salud y la prosperidad de la humanidad, no solo durante las próximas semanas y meses, sino pensando en muchas generaciones futuras”.

Si se quiere controlar la pandemia climática, se debería asegurar – lo que parece ya casi imposible- una disminución de las emisiones globales de carbono de 7,6% para fines del año en curso. Y mantener ese porcentaje de reducción anual durante la próxima década para mantener el calentamiento global por debajo del 1,5°C a fines del siglo, según las previsiones del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente.

Visión compartida, al menos retóricamente, por el Secretario General de las Naciones Unidas. En su mensaje por el Día Internacional de la Madre Tierra, el pasado 22 de abril, Antonio Guterres insistió en que “las perturbaciones del clima se están acercando a un punto de no retorno”. Y definió seis principios para que la recuperación económica y financiera postcrisis se impulse en el marco de una nueva conciencia de protección del medioambiente. “La recuperación debe ir acompañada de la creación de nuevos trabajos y empresas mediante una transición limpia y ecológica …la artillería fiscal debe impulsar el paso de la economía gris a la verde y aumentar la resiliencia de las sociedades y las personas” (https://www.un.org/es/observances/earth-day/message)

Greenpeace, por su parte, en el estudio de abril, considera que, “aunque las reducciones puntuales en las emisiones no van a paliar la crisis climática, sí deberían servir para iniciar los cambios profundos y necesarios para reducir las emisiones a cero”. Sostiene que este punto de inflexión puede y debe ser un motor de la recuperación económica y ser la base de la prosperidad a largo plazo. Y llama a que los Gobiernos abandonen las subvenciones a los combustibles fósiles al mismo tiempo que el apoyo a las inversiones públicas se destinen a actividades productivas que garanticen la sostenibilidad del planeta.

Recuperar la calle

La pandemia y las restricciones de movilización y concentración humana frenaron en seco, por algunas semanas, la protesta ciudadana a nivel planetario. La misma estaba en ascenso en muchos países cuando se desató el COVID-19.

Esa cuarentena de calle golpeó particularmente a las movilizaciones juveniles en defensa del clima, principales protagonistas sociales durante todo 2019, en todo caso en Europa. Y hoy, una de las *víctimas* indirectas de la pandemia.

Las organizaciones nucleadas en torno la Huelga Climática, que marcaron la dinámica social en Suiza en los últimos dos años, se vieron obligadas a renunciar, por ejemplo, a la gran jornada de acción que había sido originalmente convocada para el pasado viernes 15 de mayo. Que había logrado consensuar las fuerzas juveniles medioambientales y las principales organizaciones sindicales. Y que se proponía crear un hecho político de la dimensión de la Huelga de Mujeres, del 14 de junio del 2019, cuando se movilizaron en todo el país medio millón de participantes.

Cuando la lenta reapertura comienza a transitarse en una buena parte del planeta, la pregunta de fondo es doble. ¿Logrará imponerse una nueva racionalidad productiva que sea ecológicamente sustentable? Y, adicionalmente, ¿conseguirán las organizaciones sociales -especialmente juveniles- a favor del clima recuperar la energía de un año antes o sufrirán el impacto del lockdown impuesto por los gobiernos para evitar la propagación de la pandemia?

Fuente: https://rebelion.org/una-pandemia-no-esconde-la-otra/

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