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Nuevas Reflexiones

Por: Giorgio Agamben

¿Estamos viviendo, con este confinamiento forzado, un nuevo totalitarismo?

«En muchos aspectos se formula ahora la hipótesis de que estamos viviendo el fin de un mundo, el de las democracias burguesas, basado en los derechos, los parlamentos y la división de poderes, que está dando paso a un nuevo despotismo que, en lo que respecta a la omnipresencia de los controles y el cese de toda actividad política, será peor que los totalitarismos que hemos conocido hasta ahora. Los politólogos estadounidenses lo llaman el Estado de Seguridad, es decir, un Estado en el que «por razones de seguridad» (en este caso, «salud pública», término que hace pensar en los notorios «comités de salud pública» durante el Terror) se puede imponer cualquier límite a las libertades individuales. En Italia, después de todo, estamos acostumbrados desde hace mucho tiempo a una legislación de decretos de emergencia por parte del poder ejecutivo, que de esta manera sustituye al poder legislativo y de hecho suprime el principio de la división de poderes en el que se basa la democracia. Y el control que se ejerce a través de las cámaras de vídeo y ahora, como se ha propuesto, a través de los teléfonos móviles, supera con creces cualquier forma de control ejercido bajo regímenes totalitarios como el fascismo o el nazismo».

En lo que respecta a los datos, además de los que se reunirán por medio de los teléfonos móviles, también habría que reflexionar sobre los que se difunden en las numerosas conferencias de prensa, a menudo incompletos o mal interpretados.

«Este es un punto importante, porque toca la raíz del fenómeno. Cualquiera que tenga algún conocimiento de epistemología no puede dejar de sorprenderse de que los medios de comunicación hayan difundido durante todos estos meses cifras sin ningún criterio científico, no sólo sin relacionarlas con la mortalidad anual del mismo período, sino incluso sin especificar la causa de la muerte. No soy ni virólogo ni médico, pero simplemente citaré fuentes oficiales fiables. 21.000 muertes para Covid-19 parecen y son ciertamente una cifra impresionante. Pero si se comparan con los datos estadísticos anuales, las cosas, como es debido, adquieren un aspecto diferente. El presidente del ISTAT, el Dr. Gian Carlo Blangiardo, anunció hace unas semanas las cifras de mortalidad del año pasado: 647.000 muertes (1772 muertes por día). Si analizamos las causas en detalle, vemos que los últimos datos disponibles para 2017 registran 230.000 muertes por enfermedades cardiovasculares, 180.000 muertes por cáncer, al menos 53.000 muertes por enfermedades respiratorias. Pero hay un punto que es particularmente importante y que nos concierne de cerca.

¿Cuáles?

«Cito las palabras del Dr. Blangiardo: «En marzo de 2019 hubo 15.189 muertes por enfermedades respiratorias y el año anterior hubo 16.220. Por cierto, son más que el número correspondiente de muertes para Covid (12.352) declaradas en marzo de 2020″. Pero si esto es cierto y no tenemos motivos para dudarlo, sin querer minimizar la importancia de la epidemia, debemos preguntarnos si puede justificar medidas de restricción de la libertad que nunca se han tomado en la historia de nuestro país, ni siquiera durante las dos guerras mundiales. Existe una duda legítima de que al sembrar el pánico y aislar a la gente en sus hogares, la población se ha visto obligada a asumir las gravísimas responsabilidades de los gobiernos que primero desmantelaron el servicio nacional de salud y luego, en Lombardía, cometieron una serie de errores no menos graves al enfrentar la epidemia».

Incluso los científicos, en realidad, no ofrecieron un buen espectáculo. Parece que no pudieron dar las respuestas que se esperaban de ellos. ¿Qué opinas?

«Siempre es peligroso dejar las decisiones que en última instancia son éticas y políticas a los médicos y científicos. Verán, los científicos, con razón o sin ella, persiguen de buena fe sus razones, que se identifican con el interés de la ciencia y en nombre de las cuales – la historia lo demuestra ampliamente – están dispuestos a sacrificar cualquier escrúpulo moral. No necesito recordarles que bajo el nazismo científicos muy estimados dirigieron la política de eugenesia y no dudaron en aprovechar los lagers para llevar a cabo experimentos letales que consideraban útiles para el progreso de la ciencia y el cuidado de los soldados alemanes. En el presente caso el espectáculo es particularmente desconcertante, porque en realidad, aunque los medios de comunicación lo oculten, no hay acuerdo entre los científicos y algunos de los más ilustres entre ellos, como Didier Raoult, tal vez el mayor virólogo francés, tienen opiniones diferentes sobre la importancia de la epidemia y la eficacia de las medidas de aislamiento, que en una entrevista calificó de superstición medieval. He escrito en otra parte que la ciencia se ha convertido en la religión de nuestro tiempo. La analogía con la religión debe tomarse al pie de la letra: los teólogos declararon que no podían definir claramente lo que es Dios, pero en Su nombre dictaron reglas de conducta a los hombres y no dudaron en quemar a los herejes; los virólogos admiten que no saben exactamente qué es un virus, pero en Su nombre afirman decidir cómo deben vivir los seres humanos».

Se nos dice – como ha sucedido a menudo en el pasado – que nada volverá a ser lo mismo y que nuestras vidas deben cambiar. ¿Qué crees que pasará?

«Ya he intentado describir la forma de despotismo que debemos esperar y contra la que no debemos cansarnos de estar en guardia. Pero si, por una vez, dejamos de lado la actualidad y tratamos de considerar las cosas desde el punto de vista del destino de la especie humana en la Tierra, recuerdo las consideraciones de un gran científico holandés, Ludwig Bolk. Según Bolk, la especie humana se caracteriza por una inhibición progresiva de los procesos naturales de adaptación al medio ambiente, que son sustituidos por un crecimiento hipertrófico de los dispositivos tecnológicos para adaptar el medio ambiente al hombre. Cuando este proceso supera un cierto límite, llega a un punto en el que se vuelve contraproducente y se convierte en la autodestrucción de la especie. Fenómenos como el que estamos experimentando me parece que muestran que se ha llegado a ese punto y que la medicina que se suponía que iba a curar nuestros males corre el riesgo de producir un mal aún mayor. Incluso contra este riesgo debemos resistir con todos los medios».

Fuente e imagen: https://ficciondelarazon.org/2020/04/22/giorgio-agamben-nuevas-reflexiones/

 

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Movimientos en la pandemia: un nuevo comienzo rebosante de dignidad y autonomía

Por: Raúl Zibechi

Mientras el foco informativo mira la evolución del covid-19, diversos movimientos sociales continúan luchando por el derecho al territorio, a la vivienda y a vivir en paz.

“No queremos tus donaciones. No queremos tus víveres disfrazados de intenciones de exploración”, dice el comunicado de comuneros y autoridades de rondas campesinas de las provincias de Huancabamba y Ayabaca, en la región Piura, norte del Perú.

De ese modo, el 21 de abril las comunidades afectadas por la empresa minera Río Blanco Cooper SA, rechazaron la maniobra de la minera que desde hace años pretende ingresar en esa zona y que ahora se aprovecha de las necesidades para dividir a la población.

El comunicado destaca que la empresa “disfraza sus verdaderas intenciones a través de donaciones”, ya que “desde que llegó a nuestra provincia solo ha traído muerte y ahora viene tendiendo actos de persecución y juicios iniciados contra nuestros dirigentes”. Les dicen que las medicinas que dona “no servirán cuando contamines nuestro medio ambiente y nuestras aguas” y que la ropa que quieren donar “no servirá cuando destruyas nuestros bosques de neblina”.

Además responsabiliza a la minera Rio Blanco “de las acciones que tome cada base o central de rondas contra sus promotores en la zona quienes deben estar en su casa y no dividiendo a nuestra población”.

La oposición a la megaminería en la selva amazónica o en las regiones andinas no han parado con la crisis del covid-19

Raphael Hoetmer, que ha acompañado las resistencias y marchas de los comuneros de Ayabaca, reflexiona por teléfono sobre la importancia del páramo y de los bosques de neblinas para el abastecimiento de agua de Piura y Cajamarca. “Es una zona de fuerte organización campesina, con rondas autónomas y autogestión de la vida. Rechazan la minería porque, aunque se saben pobres, quieren conservar un modo de vida que les ofrece bienestar y libertad, que empeoraría con la minería”.

Otra muestra de dignidad la ofrecen las comunidades de Morona Santiago (Ecuador), que son denunciadas por la minera Explorcobres, por haber atacado el campamento La Esperanza el 28 de marzo. Siempre según la empresa, los comuneros —a los que tilda de “delincuentes”—, tomaron el campamentos , “quemaron varias instalaciones, equipos y un vehículo”.

También en Ecuador, la comunidad San Pedro Yumate, que resiste a la minera Río Blanco en el macizo de Cajas, a una hora de Cuenca, instaló el lunes la tercera pluma (barrera) frente a la vía Cuenca-Molleturo-Naranjal, en una minga para impedir el paso a carros y personas no autorizadas por la asamblea comunitaria, nos escribe Paul desde su momentáneo confinamiento entre los shuar, en la Amazonía.

Mientras las mineras destruyen vidas, contaminan aguas y montes poniendo en riesgo la continuidad de las comunidades, los campesinos e indígenas no golpearon ni atacaron a ninguna persona, solo las instalaciones de las empresas multinacionales.

Seguimos en la región andina. El compañero y antropólogo Rodrigo Montoya nos envía un texto maravilloso, titulado “Aquí termina Lima”. Relata que miles de pobladores de Lima, que migraron años atrás desde diferentes provincias andinas, emprendieron una marcha de retorno a sus pueblos. “No se trataba de manifestante camino a una plaza pública para protestar”. Tenían en común su deseo de irse de la mega ciudad.

“La mayoría de caminantes era joven y tenía rostro andino”, escribe Rodrigo, que a sus casi 70 años fue alumno de la escuelita zapatista. Traigo este recuerdo porque es un compañero que ha hecho de su compromiso una forma vida. Aunque no sabe si desean irse de la capital para siempre, constata que se trata de un hecho “tal vez, demasiado importante”.

Se van de Lima porque no tienen trabajo, pasan hambre, y porque el individualismo de la gran ciudad golpea sus corazones. “A los viajeros de regreso les queda la reciprocidad del ayni —un día de trabajo por un día de trabajo, una carga de leña por una carga de leña— y la minga —un día de trabajo por una comida, con música, bebida y baile— entre familiares de un mismo ayllu o comunidad, como el último recurso en las tierras altas, allí donde los retornantes sin virus esperan llegar y ser bien recibidos”.

Tal vez estamos ante el comienzo de un ciclo inverso, la migración de la ciudad al campo, como nos proponen estos días los rebeldes de Rojava, “volver a la tierra” para “repoblar aldeas rurales”, como reza el comunicado del Comité de Solidaridad con Kurdistán de Ciudad de México. Siento que lo que están haciendo unos cuantos andinos, es todo un programa para enfrentar el colapso del sistema.

En Montevideo (Uruguay), desde enero ha tenido lugar “la mayor ocupación de terrenos en 50 años” producto de una explosión social “como la de Santiago de Chile”

Desde la región andina vamos hasta Montevideo (Uruguay). Allí se produjo lo que un jerarca del gobierno municipal definió como “la ocupación urbana más grande de los últimos 50 años”. Se trata de unas mil familias que ocupan un enorme predio de una empresa de servicios portuarios, abandonado desde hacia 50 años, cuyos dueños tienen una elevada deuda con el Estado..

La ocupación comenzó en enero con apenas 28 familias, en Santa Catalina, la periferia pobre del oeste de Montevideo. La necesidad provocó un estallido de familias que decidieron correr el riesgo de tomar un terreno privado, para superar el hacinamiento en el que viven. El jueves 16 de abril el Ministerio del Interior desplegó un fuerte operativo con decenas de policías, helicópteros y drones, deteniendo a cinco vecinos. Dos de ellas fueron procesadas con prisión domiciliaria.

El lunes 20 de abril, desafiando la cuarentena, entre 50 y cien ocupantes se manifestaron frente a la casa de Gobierno. Resistieron el desalojo, tomaron la iniciativa y desafiaron la cuarentena. Se trata de trabajadores empobrecidos, desocupados, empleadas domésticas, changarines, pescadores y hasta algunos policías, que no pueden siquiera pagar un modesto alquiler en una zona que fue cuna del movimiento obrero.

El abogado Pablo Ghirardo, que representa sindicatos y trabajó durante varios meses con los ocupantes del barrio que bautizaron Nuevo Comienzo, asegura que lo hicieron “por el hacinamiento, ya que viven hasta siete personas en un mono-ambiente que se llueve, además de la fuerte especulación inmobiliaria que hace impagables los alquileres”. En la concentración portaban pancartas donde se leía: “Tierra para quienes la habitan” y “No nos condenen por ser pobres”.

En el barrio funciona un merendero con donaciones de varios sindicatos y de vecinos solidarios. Trazaron las futuras calles y dejaron lugares libres para espacios colectivos y el salón comunal. Están tan bien organizados que la policía no pudo desalojados. La estaca que un día de enero colocó una vecina para marcar su espacio en un terreno baldío, se multiplicó hasta convertirse en barrio.

Jorge Zabalza califica la masiva ocupación como “una explosión social como la que iniciaron aquellos estudiantes que saltaron los controles en el metro de Santiago de Chile”. Cientos de miles son expulsados por el modelo extractivo a los márgenes de la ciudad. Para Zabalza, “la iniciativa individual que se volvió alud colectivo permite adivinar la existencia de un imaginario que anticipa futuras rebeldías populares”.

Fuente e imagen: https://www.elsaltodiario.com/coronavirus/movimientos-en-la-pandemia-nuevo-comienzo-rebosante-dignidad-autonomia

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Construyendo la República

Por: Víctor Arrogante

Con la proclamación de la República el 14 de abril de 1931 y la posterior celebración de elecciones legislativas, se inició un proceso constituyente. El Estado republicano quedaba legitimado democráticamente por las elecciones del 28 de junio y por la Constitución del 9 de diciembre. Todo quedaba por hacer y no se lo permitieron.

La República fue recibida por la mayor parte de la población con gran entusiasmo. Se abría una oportunidad para abordar las reformas necesarias y modernizar las estructuras políticas, económicas y sociales. Tuvo enfrente los intereses creados de la derecha de toda la vida que lo impidieron con una dura oposición, con las contrarreformas del segundo bienio, con un golpe de estado, la guerra y la dictadura franquista interminable.

El Gobierno Provisional que se conformó tras la caída de la monarquía y la proclamación de la República, se mantuvo hasta la aprobación de la Constitución. El nuevo gobierno tuvo que hacer frente a las llamadas cuestión regional, cuestión religiosa, cuestión militar, cuestión agraria y cuestión social. Demasiadas cuestiones, que hoy siguen en nuestras vidas como viejos fantasmas. Todo en un ambiente influenciado por la depresión económica mundial tras el crack de la Bolsa de Nueva York en 1929. Creció el desempleo en las ciudades y se incrementó el subempleo en el campo, disminuyendo las expectativas de bienestar para todos. En estas circunstancias adversas se desarrolló el gobierno formado por la coalición republicano-socialista, en medio de una alta conflictividad política y social.

Las dificultades económicas tenían una raíz interna tradicional: el paro agrícola y desigualdad en el reparto de la tierra; descapitalización industrial con escasa competitividad internacional. Por otro lado se sumaron los problemas derivados de la escasa confianza de empresarios y propietarios agrícolas hacia el nuevo sistema republicano. Como siempre ocurre, mejorar las condiciones para la clase trabajadora, provocan descenso en las inversiones empresariales.

Uno de los problemas inmediatos al que tuvo que hacer frente el Gobierno Provisional, fue el de la proclamación de la República Catalana, impulsada por Francesc Macià de Esquerra Republicana de Catalunya. El Gobierno consiguió que ERC renunciara a la República Catalana, a cambio del compromiso de presentar en las Cortes un Estatuto de Autonomía. En el País Vasco, el PNV y los carlistas, aprobaron en 1931 el llamado Estatuto de Estella, al que se opusieron los republicanos de izquierda y los socialistas por su carácter confesional y poco democrático, incompatible con la Constitución. Se mantuvieron intensas negociaciones hasta que en octubre de 1936, iniciada ya la guerra, fue aprobado un estatuto vasco democrático, siendo elegido José Antonio Aguirre como Lehendakari. Desde antes y desde entonces, aquellos problemas lo siguen siendo, pese a la represión franquista en los territorios.

La agricultura jugaba un papel importantísimo en la economía española de la época, tanto por su contribución a la renta nacional como por la mano de obra que empleaba. La reforma agraria era imprescindible, si se quería acabar con el hambre y su histórico atraso. Los campesinos vivían en situación de esclavitud, sufriendo hambre e injusticias. Los trabajadores de la tierra no la poseían y padecían bajos jornales, malas condiciones de vida, escasa alimentación y jornadas de sol a sol. La Ley de Reforma Agraria puso de acuerdo a los latifundistas, caciques señoritos, opuestos a la modernización del campo, junto con algunos sectores del campesinado, frustrados por la falta de resultados y defraudados con las posibilidades de cambio social.

El ministro de Trabajo socialista Largo Caballero, promovió una reforma laboral, que otorgaba a los trabajadores, a través de sus sindicatos, mayor control sobre las empresas. Era un proyecto coherente con los principios marxistas del socialismo español, que no renunciaba a la transformación revolucionaria de la sociedad, pero pretendía alcanzarla por cauces pacíficos y democráticos. Se aprobó la ley de contratos de trabajo y de jurados mixtos; se estableció la jornada laboral de 40 horas; hubo aumento de salarios y se impulsaron los seguros sociales. Se amplió el Seguro obligatorio de Retiro Obrero, se estableció el Seguro de Maternidad y el Seguro de Accidentes de Trabajo. Las organizaciones patronales se opusieron a todas estas medidas. CNT fue crítica y continuó con la convocatoria de huelgas, al entender que las reformas iban en beneficio de la UGT.

Se reformó el sistema educativo, adaptándolo al modelo que la Constitución establecía. Se potenció la universalización de una educación laica, liberal, mixta, obligatoria y gratuita. El objetivo principal fue la educación primaria. Entre 1932 y 1933 se levantaron 6.570 escuelas y se crearon 7.000 plazas de maestros y maestras, con mejores salarios. El experimento más notable, fue la creación de las Misiones Pedagógicas, ligadas a la Institución Libre de Enseñanza, que llevó el aliento del progreso a los pueblos más aislados y atrasados de España. Se promovió la creación de Universidades Populares, con el objeto de extender la cultura −que era patrimonio de una minoría− al pueblo y promover la alfabetización, principalmente entre las mujeres.

La eliminación de la religión católica como asignatura y la prohibición del ejercicio de la enseñanza a las congregaciones religiosas, provocaron el rechazo de la iglesia y de la derecha católica. La iglesia se negó a cerrar sus escuelas y prohibió a los católicos que matricularan a sus hijos en las escuelas públicas del Estado.

La República trató de limitar la influencia de la Iglesia en la sociedad y en la política española y para ello procedió con la secularización del estado, declarándose la no confesionalidad oficial, la libertad de cultos y se suprimió el presupuesto para la Iglesia. Asimismo se legalizó el matrimonio civil y el divorcio y se secularizaron los cementerios. Se decretó la disolución de aquellas órdenes que tuvieran como cuarto voto la obediencia al Papa frente a cualquier otra autoridad. De este modo la orden de los jesuitas, que tenía una gran influencia en la educación, quedó disuelta en España, quedando sus bienes nacionalizados.

Todas estas medidas provocaron una polarización radical de la opinión pública. Del ámbito religioso surgieron importantes enemigos de la República. La mayor parte de la población de aquella época, como hoy, era católica, por lo que no le fue difícil a la jerarquía religiosa movilizar a importantes sectores en contra del sistema. El gobierno decidió expulsar de España a los religiosos especialmente activos y molestos para los planes de modernización de España.

Manuel Azaña, como ministro de la Guerra, pretendía constituir un ejército profesional defensor de la democracia, para lo que había que reducir la proporción de oficiales existente. Se promulgó la Ley de retiro de la oficialidad, que obligaba a jurar fidelidad a la República o, en caso contrario, a retirarse voluntariamente conservando el sueldo íntegro. Se cerró la Academia militar de Zaragoza, por considerar sus enseñanzas como anticuadas, se clausuraron los Consejos de Honor, el Consejo Supremo de Justicia Militar y se eliminó la prensa militar. La ley de reforma militar fue recibida por un sector del ejército como una agresión a la tradición militar, lo que provocó importantes tensiones, especialmente entre los africanistas. La prioridad dada por el gobierno a los gastos sociales, impidió mejorar la capacidad técnica y de armamento, como estaba previsto. Años después, los mandos militares sediciosos, se le cobraron con creces.

El gobierno radical-cedista entre 1933 y 1936, presidido por Lerroux, y sostenido por la derecha católica de la CEDA de Gil Robles, derogó la mayoría de las medidas anteriores. Aprobó la Ley para la Reforma de la Reforma Agraria; paralizó la reforma militar, amnistió a los golpistas de la sanjurjada y designó, para los puestos claves, a Franco, Goded y Mola; se concilió con la iglesia e inició la negociación con el Vaticano; paralizó el programa de construcciones escolares y anuló la enseñanza mixta.

Los republicanos de izquierda pretendían consolidar la democracia sin cambiar el sistema. Por el contrario, los socialistas, consideraban que el sistema democrático, era un paso intermedio hacia una sociedad nueva −de igualdad, justicia y libertad−, y daban prioridad a las reformas sociales. El enemigo político, mantenía sus posiciones de poder intactas y no permitió más reformas.

Algunos de los problemas sociales de aquella época siguen teniendo vigencia hoy, y los comportamientos de la derecha siguen siendo parecidos, pretendiendo ejercer el poder para beneficio propio, muy alejado de los intereses de la mayoría trabajadora.

Se pretendió modernizar el país y promover la justicia social y los estamentos sociales corporativos afectados lo impidieron. Tanto se opusieron algunos que dieron un golpe de Estado, que provocó una guerra, que ganaron, creando un estado totalitario, que sufrimos durante cuarenta años.

Fuente e imagen: https://nuevarevolucion.es/construyendo-la-republica/

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La violencia de género, con y sin pandemia

Por: La Jornada

En plena epidemia, cuando la vida cotidiana de millones de personas se ve prácticamente circunscrita sólo al ámbito familiar, la violencia en contra de las mujeres, lejos de disminuir, se ha intensificado en los días que van de confinamiento por el coronavirus. Bien mirado el dato, no resulta tan sorprendente si se toma en cuenta que una de las manifestaciones más comunes de la violencia de género tiene lugar precisamente dentro de la familia. En ese núcleo se juntan los factores sicológicos, siquiátricos, sociales y culturales que detonan el comportamiento agresivo que deriva en lesiones de todo tipo, y en casos extremos culmina con la muerte de las víctimas. Extremos, pero no por ello inusuales: el hecho de que en los tres primeros meses del año, incluido el periodo de emergencia sanitaria, se hayan registrado en el país casi mil asesinatos de mujeres (la cifra más alta desde 2015, cuando se empezaron a elaborar estadísticas sobre el tema) indica que la curva de esta forma de violencia mantiene su alarmante tendencia a crecer.

Desde hace al menos un decenio casi no hay día en que los medios no informen de abusos y agresiones cometidas contra mujeres, ya sea en sus entornos familiares o en otros escenarios. En este periodo, algunos expertos en ciencias del comportamiento han llegado a conclusiones tales como que la violencia de género en el hogar no se puede atribuir a desórdenes síquicos ni patologías individuales de los agresores, ni tampoco a factores derivados del medio externo o de la estructura socioeconómica, dado que –dicen– las agresiones se producen en todos los estratos sociales.

Acerca de este punto, sin embargo, no hay coincidencias. Algunos funcionarios han declarado recientemente que el confinamiento obligado por el Covid-19 favorece, con sus tensiones, la violencia intrafamiliar, basándose en que desde que inició la cuarentena los porcentajes de denuncias por agresión y maltrato se han incrementado, alcanzando otro indeseable récord desde que se contabilizan dichas denuncias. Además, ni siquiera se dispone de datos confiables sobre el número real de mujeres agredidas: una agencia de investigaciones y estadísticas sostiene que la cantidad de denunciantes de hechos violentos sólo representan 11 por ciento del universo de afectadas.

Estos números fortalecerían la hipótesis de que el aumento de la violencia de género se debe, por lo menos en parte, a la situación de estrés e incertidumbre que provoca el aislamiento familiar debido a la emergencia sanitaria. Pero tampoco sobre esto hay opiniones coincidentes. Hay diferencia entre las llamadas por violencia y las denuncias ante el Ministerio Público, y como estas últimas no se han incrementado de manera tan dramática como aquéllas no es fácil tener un dato numéricamente confiable de cuántas son las mujeres víctimas de violencia.

Como sea, la información disponible indica que el número de víctimas es inadmisible, incluso cuando una sola constituiría una tragedia. Si se suman la figura de los homicidios dolosos y la de feminicidio, y se le agrega la enorme cantidad de casos en que las mujeres agredidas no pierden la vida, pero sufren distintos grados de lesiones, en su casa o fuera de ella, con o sin confinamiento, continúa siendo acuciante la necesidad de combatir con mayor eficacia el terrible problema que parece haber echado sus malas raíces en nuestra sociedad.

Fuente: https://www.jornada.com.mx/2020/04/26/opinion/002a1edi

Imagen: https://pixabay.com/photos/hand-silhouette-shape-horror-984170/

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OPINIÓN | En la ruta del coronavirus

Por: Tlachinollan

El domingo 19 de abril, llevábamos registradas 18 defunciones de migrantes de la Montaña, acaecidas en Nueva York, a causa del coronavirus. De acuerdo con información de sacerdotes católicos, que están brindando apoyo a la población mexicana que enfrenta estos estragos, hay alrededor de 300 mil personas infectadas. Lo más dramático es el número de muertes que rebasa las 14 mil personas. Sin embargo, la misma población está constatando que hay más defunciones, porque muchas personas están muriendo en sus domicilios.

Lo inaudito es que el sistema de salud de esta megalópolis está colapsado. No hay camas para atender a los pacientes, ni personal médico que pueda revisarlos. Por otra parte, mucha gente migrante se resiste a ir a los hospitales, porque teme un desenlace fatal: “No quiero morir solo”, es el argumento que aflora entre las familias que viven con el coronavirus. Se tiene información extraoficial que hay un número aproximado de 300 compatriotas que han fallecido por el COVID – 19.

En el perfil de Facebook ¡Ah, Chingao! encontramos 59 casos de migrantes que han fallecido y que están solicitando apoyo para el pago de gastos funerarios. Su mensaje principal es muy revelador: “Que en paz descancen todos los paisanos que perdieron la vida por el Covid-19 en Nueva York. 🗽🙏😢🖤🖤🇲🇽. Aún no tenemos la cifra exacta de cuántos Mexicanos perdieron la vida en esta pandemia pero si podemos ver qué los más afectados son los hombres. Que Dios bendiga a todas sus familias en estos tiempos difíciles y cuídense muchos amigos tomen las precauciones necesarias. 🙏#compartir #mexicanosennuevayork #coronavirus #mexico”.

Las imágenes y los mensajes que nos transmiten, condensan la tragedia que enfrentan: “Mi esposo murió ayer a las 3 en el hospital Elmhurst necesitamos de su ayuda por favor para poder pagar el funeral por favor hoy por nosotras y mañana por ustedes se los agradeceré!” … “Repatriar en este momento de crisis el cuerpo de un fallecido es muy difícil, por eso queremos mandar las cenizas a la Esposa, hijo y Principalmente a la MAMÁ de Jesús, para que le den el último adiós al amigo. AYUDANDO, AYUDAMOS. GRACIAS”.

Se hicieron añicos los sueños y los proyectos de vida de los jóvenes que hace 40 años se fueron a Estados Unidos porque ya no tuvieron acceso a un pedazo de tierra en la Montaña. La ruta del coronavirus se propagó masivamente en los cinco condados de Nueva York. Impactó fuertemente en los sectores sociales más vulnerables y marginados.  Las autoridades nunca imaginaron que el monstruo de la pandemia cobraría más vidas que en China. El confort de los neoyorkinos los hizo creer que estaban más allá del bien y del mal, y por lo mismo, que su poderío económico los hacía invencibles.

Para los migrantes, con la llegada del coronavirus, el trabajo se acabó y su vida se redujo al pequeño cuarto donde cohabitan varias familias. Su confinamiento y hacinamiento fue el caldo de cultivo para el contagio. Quedaron atrapados sin encontrar una salida a la enfermedad. Prefirieron mantenerse en casa juntos, en lugar de ir a los hospitales, porque pesa mucho el sentimiento de que no son tratados como ciudadanos estadounidenses. El trato discriminatorio en esta emergencia sanitaria le ha costado la vida a mucha población latina y afroamericana.

Las autoridades americanas y mexicanas han dejado en total desamparo a la población migrante. El cierre de las oficinas y la imposibilidad de establecer un diálogo directo con los funcionarios ha cancelado cualquier llamada de auxilio. La atención se ha centrado en la población estadounidense que cuenta con cierto poder adquisitivo y que tuvo el privilegio de comprar un seguro médico. Los miembros del consulado mexicano en Nueva York, corren la misma suerte que los migrantes mexicanos: están encerrados y lo más que pueden hacer es contestar el teléfono para decir que no cuentan con fondos para apoyar en los gastos funerarios. Lo paradójico es que el sábado 18, el mismo consulado, informó que “brinda atención y apoyo económico a las familias de los mexicanos fallecidos a causa del coronavirus (COVID-19) en el territorio neoyorkino”. Manifestó en su cuenta de twitter que “Se atienden todos los casos de las personas que se comunican con nosotros”, y reiteró que está “dando apoyos económicos para traslado de restos”, por lo cual habilitó sus redes sociales y números telefónicos para recibir las peticiones.

La realidad es que los migrantes mexicanos han tenido que reavivar su solidaridad entre los mismos paisanos, para promover cooperaciones y pedir también el apoyo de las familias que se encuentran en la Montaña o en otros estados. Ante la imposibilidad de juntar tres mil dólares como mínimo para la incineración de cada familiar fallecido, muchos migrantes han utilizado la plataforma GoFundme para solicitar el apoyo de los usuarios de internet, ante el incremento de los costos por la gran demanda que existe para los servicios funerarios.

La ruta del coronavirus en buena medida es la ruta migratoria que han abierto los mexicanos y mexicanas, por eso no es casual que Baja California y Sinaloa ocupen el tercer y cuarto lugar nacional en cuanto al número de personas contagiadas por el coronavirus. Es importante resaltar que en los meses de septiembre a diciembre de 2019 el Concejo de Jornaleros Agrícolas de la Montaña con sede en Tlapa registró 3 mil 675 personas que salieron a trabajar a los campos de agrícolas de estos estados. En esta primera etapa de la migración la mayoría de las familias jornaleras se enroló en los campos agrícolas de Buen Año, Isabeles, Exportalizas mexicana, Cerrucho, Golden de los Dorados, Santa Elena, Nogalitos, El Toro, El Dorado, Saucito, todos del estado de Sinaloa. El censo del Concejo de Jornaleros registra 3 mil 80 personas, que representa el 84% de la población jornalera que salió de los municipios de Tlapa, Metlatónoc, Cochoapa el Grande, Xalpatláhuac, Atlixtac y Alcozauca. La mayoría de las familias son de los pueblos Na’savi, Me’phaa y Nahua. Justo al inicio escolar es cuando salen los padres con sus hijos durante seis meses, es decir, el primer semestre del ciclo escolar. Por otra parte, son familias que no cuentan con tierras para sembrar y la mayoría de ellos, no son beneficiarios de los programas sociales implementado por el gobierno federal.

La población jornalera además de estar invisibilizada por las autoridades federales y estatales es la más vulnerable e indefensa. Enfrenta en todo el proceso migratorio tratos discriminatorios, extorsiones, vejaciones y explotación laboral. Además de todo este viacrucis que los hace rehenes de los enganchadores, de los chóferes, los caporales y los patrones, ahora enfrentan también la amenaza del coronavirus. Se encuentran en campos agrícolas donde viven en galeras, hacinados, sin agua potable, recluidos en los mismos campos donde existen tiendas de raya, que les expolia el precario sueldo que le pagan cada semana. A ninguna empresa se le ha exigido que tome las medidas preventivas para evitar el contagio entre la población trabajadora, mucho menos de que garantice condiciones óptimas para que las familias puedan tener agua potable en sus viviendas y un lugar digno donde descansar. Las autoridades federales y estatales deben de tomar en cuenta que la población jornalera debe de brindársele el apoyo y la protección que requieren, máxime que se encuentran en total desamparo y lejos de sus comunidades. No hay quien haga valer sus derechos como trabajadores, mucho menos que los empresarios asuman su responsabilidad de implementar las medidas necesarias para prevenir un contagio. Es muy riesgoso que las familias tengan a sus hijos, sobre los surcos mientras las mamás y los papás recolectan los vegetales realizando jornadas extenuantes.

Hemos solicitado la intervención de la titular de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, María Luisa Alcalde Luján, para que intervenga ante los patrones en favor de la población jornalera. Es necesario también que las autoridades del estado, puedan coordinarse con las autoridades federales para brindar apoyo a estas familias y monitorear la situación que enfrentan, sobre todo quienes se encuentran trabajando en el estado de Sinaloa y Baja California.

Por su parte, las comunidades indígenas de la Montaña han tomado acuerdos para colocar filtros en las entradas y salidas de sus localidades. Es una medida drástica ante un escenario devastador, porque no contamos con un sistema de salud que esté en condiciones de enfrentar esta pandemia. Por eso mismo, es importante que las autoridades municipales se coordinen con las autoridades de salud y seguridad pública para apoyar las iniciativas de la comunidad, pero, sobre todo, dotar kit antibacterial que ayuden a prevenir el contagio. Se necesita que se garantice el abasto de agua por parte de las presidencias municipales, y que se implemente un programa especial de granos básicos para la población mayoritariamente pobre.

 La curva del contagio esta por llegar a la Montaña, para ello se necesita escuchar y atender a las comunidades indígenas, a los migrantes internacionales y a los jornaleros agrícolas, que están luchando con sus propias fuerzas para hacer frente a la pandemia. Es urgente que las autoridades de Estados Unidos, el Consulado Mexicano en Nueva York en coordinación con las autoridades federales y estatales atiendan la emergencia sanitaria que padecen los migrantes indígenas en Nueva York. La ruta migratoria de los pueblos indígenas en busca de su sobrevivencia, se ha erigido ahora en la ruta del coronavirus.

Fuente e imagen: http://www.tlachinollan.org/opinion-en-la-ruta-del-coronavirus/

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Mercancía política

Por: Marisol Vicens Bello

Si bien el coronavirus tomó de sorpresa al mundo, lo que no ha sorprendido a nadie en este país es que su coincidencia con una accidentada campaña electoral haya provocado que lamentablemente los planes, acciones y decisiones para enfrentar la pandemia, estén contaminados por los intereses políticos particulares.

Un panorama electoral que desde el año pasado y hasta más de la mitad de este estuvo enrarecido por el acoso a la Constitución  para posibilitar un prohibido tercer mandato del presidente, que luego continuó con unas primarias conflictivas en el partido oficial que provocaron su  escisión  y unas elecciones municipales que interesadamente algunos proclamaban que no podían ser celebradas, y que terminaron celebrándose dos veces porque en la fecha señalada falló lo que ninguna de esas voces dijo que podía fallar, el supuestamente blindado voto automatizado; no podía tener peor colofón que tener que posponer por fuerza mayor las elecciones presidenciales y congresuales para julio y tener que celebrarlas bajo los efectos del terrible virus.

Lo que no podemos permitir es que la desgracia humana sea convertida en mercancía política…

La crisis sanitaria nos atrapó con un liderazgo político enfrentado, sin que hubiesen cicatrizado las heridas de acusaciones de sabotaje en las elecciones municipales hoy descalificadas por el informe de la OEA, y de unos resultados que no fueron como algunos anticipaban y que obligan a arreciar la contienda. En tales circunstancias tener que decidir sobre otorgar poderes excepcionales al poder ejecutivo ha sido quizás un trago amargo, pero obligatorio para la oposición.

Sin embargo, el que los más importantes líderes de esta hayan mostrado disposición a aunar esfuerzos y a dialogar, es un hecho positivo, independientemente de que no debería hablarse altisonantemente de gran cumbre, lo que sería inconveniente en estas circunstancias, cuando lo que se requiere es que las autoridades dialoguen con ese liderazgo y lleguen a acuerdos mínimos sobre aspectos fundamentales, lo que al parecer no tienen intención de hacer. Esto lamentablemente ha contribuido a que en vez de tener todas las fuerzas empujando en una misma dirección, cada quien esté empujando por su lado tratando de sacar ventaja.

El gobierno preocupado por anotarse puntos con las acciones y hacer figurar como sus contribuciones todo lo que se haga, como es el caso de los aportes a los programas FASE para ayudar a los trabajadores suspendidos que por el momento solo han provenido de 12,000 mil millones de pesos del IDOPPRIL resultantes de las cotizaciones en exceso de los empleadores formales que pagan la totalidad del seguro de riesgos laborales aunque se denominen “aportes del gobierno”, de donde salieron también 2 mil millones de pesos para la cobertura de las pruebas diagnósticas del covid-19, las cuales aunque son autorizadas por las ARS serán pagadas también con dichos fondos.

El candidato oficial por su parte ha aprovechado la situación para tratar de aumentar sus simpatías y afianzar su lema de hombre de acción, en una estrategia en la que existen muy delgadas y confusas fronteras  entre el gobierno, su campaña y su empresa personal,  cuya división de transporte de salud le ha caído como anillo al dedo para mantener una publicidad continua en los medios de comunicación, organizar  viajes  para acarrear a dominicanos varados en el exterior que tengan impacto público, y transportar desde China insumos médicos con una presteza muy superior a la del gobierno, con todo y los poderes excepcionales del momento, lo que a más de uno mueve a suspicacia. Mientras los principales candidatos de la oposición intentan también ser parte de esta campaña vestida de filantropía, pero con diferencias sustanciales en la profundidad de sus bolsillos.

Es difícil juzgar de buenas o malas intenciones acciones que, en un país con tantas necesidades agudizadas por esta crisis mundial, contribuyen a llevar alivio a la gente, pero lo que no podemos permitir es que la desgracia humana sea convertida en mercancía política y eso es exactamente lo que va a suceder, si no ponemos un paro a tiempo.

Fuente: https://acento.com.do/2020/opinion/8808847-mercancia-politica/

Imagen: https://pixabay.com/vectors/human-rights-hands-arms-fingers-2099066/

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La generación del Coronavirus: ¿Cómo viven los padres y los hijos de la pandemia?

Por: Miguel Ángel Pérez

Aunque ha corrido mucha tinta en torno a este reciente fenómeno social llamado coronavirus, no se ha dicho todo; aun los juicios que podamos hacer son parciales y prematuros. Sin embargo, en apenas dos meses ha surgido una nueva generación: aquella que puede ser la de los hijos, los padres y los abuelos del coronavirus.

El coronavirus junto con la pandemia, el virus microscópico y letal, se ha tornado en todo un fenómeno social, sus implicaciones han tocado el tejido social y han modificado algunas costumbres, el uso social de la decisión de los otros y las otras y la forma concreta de relacionarse con el entorno inmediato.

Estoy de acuerdo con Manuel Castels cuando habla de que más que vivir en una época de cambios hemos pasado a un cambio de época, el coronavirus es un síntoma que se suma a este cambio de época y cuyas complicaciones han tocado las fibras microscópicas de la sociedad.

Las escuelas sin clases formales (presenciales) los espectáculos sin espectadores ni personajes pagados para animar, las competencias deportivas sin competidores ni público que les aplauda, esto no solo es nuevo, es también la nueva forma de asumirnos y definirnos en esta posmodernidad agolpada que no la soñó ni la pensó ni Foucault, ni Bauman, ni el mismo Leotard.

En estos pocos días hemos vivido cambios estructurales como no había sucedido en centurias, el “quédate en casa” el “lávate las manos” el “no saludes de beso”, son las nuevas consignas o el nuevo corpus que será internado en las mentes infantiles y juveniles y cuyo sentido aun no cuenta con escenarios predecibles.

Hoy en este caluroso mes de abril, las formas de relación social se han transformado de tal manera, que reconocemos que han surgido nuevas formas de solidaridad social, “pensar en el cuidado de los otros y en el propio”, pero por el otro ha emergido una nueva paranoia, al asumir este temor condicionado al relacionarse con los demás.

El coronavirus se asocia con la plaga, la peste, o con todas aquellas cosas fincadas con aquellas enfermedades relacionadas con el vínculo y la interacción social ¡que gran paradoja!

Ante todo, ello la educación se ha virtualizado, pero nada más, los contenidos son los mismos, los roles de docentes y de alumnos han cambiado muy poco, y las formas de gestionar el conocimiento ha quedado prácticamente inamovibles, entonces en términos verdadera y profundamente educativos ¿Qué estamos dispuestos a aprender ante este cambio de época? Esa es la gran pregunta que tendrían que hacerse educadores y educadoras, docentes, investigadores, políticos de la educación etc.; si el cambio de época nos está orillando ante el surgimiento e inminente desprendimiento de una nueva generación social, (los hijos del coronavirus); los retos la educación que está dispuesta a contribuir ante este escenario inédito. O van a hacer como pasa en otro tiempo a replegarnos en la cola de la historia y desde ahí recoger lo que otros han hecho y repetir el discurso especializado en los demás.

Asistimos por último ante una brillante oportunidad para dar cabida a una nueva pedagogía dentro de la tormenta del cambio social. La pedagogía de la pandemia y del riesgo universal y humano.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/la-generacion-del-coronavirus-como-viven-los-padres-y-los-hijos-de-la-pandemia/

Imagen: https://pixabay.com/illustrations/man-silhouette-briefcase-umbrella-96587/

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