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¿Para qué sirven las humanidades y las ciencias sociales?

Pablo Gentili

Para qué sirven las humanidades y las ciencias sociales? La pregunta la formuló el pedagogo Pablo Gentili en el lugar indicado y en un buen momento: el martes pasado en la Facultad de Humanidades y Artes (UNR), que este año celebra los 70 años de su creación. Para responderla, Gentili también apeló a un referente histórico y en un momento clave para valorar su legado: Ernesto «Che» Guevara, de quien pronto se cumplirán 50 años de su asesinato. «El Che se subió a una moto y salió a recorrer América latina porque pensaba, con creatividad y con esa enorme fuerza que el optimismo le da a la militancia, que era posible entender el mundo para transformarlo. Ese es el gran desafío de las ciencias sociales y de las humanidades, para hacer un mundo más justo, más democrático y más igualitario», provocó el educador.

Pablo Gentili es doctor en educación (UBA), está radicado desde hace más de 25 años en Brasil, donde es profesor universitario. Actualmente es el director ejecutivo de Clacso (Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales), y es autor de libros y publicaciones, reconocido por su compromiso intelectual y social en todo el mundo, en particular en América latina. Así y todo, al iniciar su conferencia se propuso como «un aspirante a rosarino» para mostrar su reconocimiento por los músicos, futbolistas, académicos y luchadores que ha producido esta ciudad.
«Las humanidades y las ciencias sociales sirven para cuestionar, para interrogar, para hacer preguntas incómodas y meter el dedo en la llaga, para decir lo que falta y lo que sobra, también para reconocer lo que se hace bien, como cuando, por ejemplo, América latina pasó de tener 220 millones de pobres a 126 millones, hay que reconocer esto como una gran conquista democrática», argumentó Gentili sobre las razones de por qué estas disciplinas son clave siempre, pero más en tiempos de neoliberalismo.
Y sumó que se trata de las ciencias que enseñan lo fundamental para hacer cuando se mira la realidad social: «Hacer preguntas, interrogarla, cuestionarla, analizarla, a no creer en absolutamente nada de lo que parece natural y mucho menos a conformarse en lo que parece ser una gran conquista. Ante las grandes conquistas democráticas las humanidades y ciencias sociales nos imponen interrogaciones que nos ayuden a transformar lo que parece natural en un hecho político, lo que parece normal en un hecho social, lo que parece una tendencia en un proceso contradictorio y lo que parece una conquista en un enorme desafío».
Agendas impuestas
Gentili recordó que es esa fuerza de cuestionamiento que tienen estas disciplinas la que molesta a los gobiernos. «El gran problema es cuando nosotros decidimos no molestar más y decidimos no hacerlo asumiendo las agendas que nos ponen».
En los momentos más terribles de la historia, los sectores más conservadores apelaron a las detenciones y hasta las desapariciones y muertes de los cientistas sociales para callarlos. Gentili dice que ahora se han dado otras estrategias más sofisticadas para anular el pensamiento crítico, como por ejemplo los ránkings. Un mecanismo tan perverso como exitoso por el cual las universidades son ranqueadas en función de la producción académica, de indicadores de productividad que califican el nivel. Así, los textos publicados en inglés y en revistas especializadas pensadas en esta lógica miden «los niveles» de las universidades. Son datos bibliométricos que calculan en qué medida la producción académica de un país o de sus intelectuales es citada en otros países o por otros intelectuales.
El investigador se detuvo a desandar el circuito que se genera en esta práctica de citar textos, donde muchos publican en un inglés que ni siquiera hablan, por tanto tampoco pueden leer ni sus propios textos. Un circuito que «va creando comunidades científicas parecidas a los grupos de WhatsApp», ironizó.
Esos criterios que se imponen en las universidades —remarcó— tienen que ver con una lógica de producción de conocimiento cada vez más alejada de los problemas cotidianos de la gente, que nada tienen que ver con la posibilidad de producir conocimientos que interpelen, que se comuniquen, que dialoguen con lo que son los temas propios de investigación de estas ciencias humanas y que son la pobreza, la exclusión, la desigualdad, la violencia, la memoria, el sufrimiento, la discriminación: «Contamos las historias de los que no pueden hablar pero también aprendemos de los que hablan cuando nos cuentan sus historias. Nosotros hablamos de los olvidados, de las mujeres que luchan, de los campesinos que luchan; contamos las historias de las escuelas que nadie cuenta y vamos a buscar las escuelas que nadie vio. Vamos tras las semillas que pueden producir cosas diferentes que no van a contaminar o matar. Vamos a ver con las ciencias sociales conocimientos, saberes, sueños, ideales, utopías, perspectivas, narrativas que relatan e inventan mundos diferentes».
También acusó que esos ránkings que califican el conocimiento académico generan en las universidades competitividad y falta de solidaridad en el desarrollo de proyectos de investigación y producción colectiva de conocimientos. Además de la máquina burocrática a la que se somete a los intelectuales rindiendo cuenta de lo que hacen: «Los académicos de América latina pasan un 40 por ciento del tiempo llenando formularios, rindiendo cuenta de la plata que les dieron y en ningún momento se pregunta para que sirvió lo que investigamos porque no le interesa a nadie».
«Cuando nosotros perdemos de referencia para qué sirve lo que hacemos, en definitiva dejamos de cuestionar, acompañamos las agendas que nos imponen para poder sobrevivir en un lugar cada vez más competitivo. Las ciencias sociales y las humanidades dejan de ser un espacio de diálogo e interrogación para transformarse en un mecanismo burocrático y gerencial, cada vez más despolitizado», llamó a reflexionar.
«Es la investigación social lo que ayuda a pensar —citó como ejemplo— cómo puede ser que hay más y mejores leyes para defender a la mujer pero más violencia de género ¿Qué me muestra esto? Que el patriarcado es una institución difícil de derribar».
«Desconfíen cuando no se nombra la palabra política» en las ciencias sociales, en los discursos de quienes gobiernan, subrayó Gentili una y otra vez desde el arranque y hasta el final de su presentación, marcando el riesgo que significa «despolitizar la política».
El título de la conferencia con el que la Escuela de Ciencias de la Educación (UNR) trajo a Pablo Gentili a Rosario fue «El laberinto de la desigualdad. Educación y justicia social en América latina». Antes de profundizar sobre el reto de las ciencias sociales y de las humanidades, analizó qué pasó en esta región para que luego de tantos años de gobiernos progresistas, que impulsaron políticas públicas y sociales decisivas, indiscutidas, para cambiarles la vida a millones de personas, y volvieron mejores y más inclusivas las democracias, otra vez la derecha y el conservadorismo estén en los gobiernos.
Habló entonces de la no transformación de la matriz productiva primaria, la ausencia de una reforma tributaria de peso que afecte los intereses económicos de los más poderosos y de las corporaciones, además de la concentración de los medios de comunicación en pocas manos que conspiraron (y lo siguen haciendo) sobre las conquistas populares. Razones que siguen haciendo de América latina una región tan desigual como injusta.
Una oportunidad para reflexionar sobre qué pasa en la región
Antes de la disertación del pedagogo Pablo Gentili, el decano de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), José Goity, habló de la oportunidad que representaba esta presencia, en el marco de los 70 años de la creación de esta facultad. También la directora de la Escuela de Ciencias de la Educación, Verónica Zamudio, hizo notar la ocasión de esta visita, sobre todo como una oportunidad valiosa para reflexionar sobre la coyuntura que vive Latinoamérica.
Pablo Gentili expresó su satisfacción por haber sido invitado a Rosario, en los 70 años de Humanidades, en los 50 de Clacso, consejo del cual es el actual secretario ejecutivo, y a poco de cumplirse el 50 aniversario del asesinato en Bolivia del Che Guevara (el 9 de octubre). Una figura que invitó a mirar en tanto ejemplo de compromiso social. El educador valoró además su vínculo profesional con pedagogos locales, en tiempos que se forma en la UBA como académico.

 Fuente: http://www.lacapital.com.ar/educacion/las-ciencias-sociales-sirven-incomodar-y-meter-el-dedo-la-llaga-n1441422.html. Registro realizado por: Marcela Isaías.

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Declaraciones del Alberto Croce: ¿Es impensable que la comunidad se haga cargo de la educación?

DECLARACIONES DE ALBERTO CROCE EN LA JORNADA DEL ENCUENTRO NUESTRA AMÉRICA, EN BRASILIA.

Actualmente el rol de las escuelas y las relaciones que se establecen en su interior están a debate, tras la progresiva degradación de los modelos educativos tradicionales que no están encontrando asidero en las nuevas generaciones de estudiantes, padres y docentes, lo que trae, paralelamente, una colisión entre diversas posturas y experiencias, sin que el Estado tercie más allá de lo discursivo y algunas reformas legislativas que no se expresan en la vida diaria de las instituciones.
“A nivel continental hemos vivido algunos años, que para algunas experiencias, han sido interesantes para la construcción de modelos educativos diferentes. En este momento hay un cambio muy grande en Argentina, como en Brasil, que están impactando negativamente en estos avances. Argentina siempre tuvo una posición diferente en el papel del Estado, que trae sus pros y contras, ya que por un lado, la concepción de un Estado presente puede traer consigo una práctica pasiva frente a este”, señaló a Ansol el educador popular Alberto Croce.
En este sentido, la transformación de la educación no es algo que se rechace desde las instituciones o el poder político, que constantemente apelan a modelos de “cambio”, para superar lo que ya es a todas vistas un quiebre en las formas de enseñar: un caso paradigmático es de la Ciudad de Buenos Aires, que desde hace casi una década destaca y dice identificarse con el modelo educativo finlandés, reconocido en el mundo por su carácter democrático, participativo y libre, con su consecuente inversión presupuestaria, que dista mucho de las propias prácticas que el gobierno local implementa en las escuelas y los docentes.

Alternativas populares

Sin embargo, y especialmente desde el 2001, Argentina ha experimentado experiencias alternativas a las oficiales, como los bachilleratos populares, que se hicieron indispensables para la inclusión especialmente de adultos en el sistema educativo formal: en Capital Federal, el 25 por ciento de los jóvenes adultos que terminaron la escolaridad luego de abandonarla la hicieron en estos espacios.
“Cuando miramos que muchas cosas se tienen que hacer desde el Estado, hace que la iniciativa comunitaria de la educación quede entre paréntesis, porque no es impensado que no sea el Estado quien se haga cargo. Los bachilleratos populares o las escuelas de gestión social, son un espacio de interacción o intersección entre esto de la iniciativa social y el papel del Estado”, afirmó Croce.
Pero estas nuevas formas de escolaridad tampoco están exentas de reclamos por su reconocimiento institucional, como el caso de los bachilleratos populares, que desde sus inicios vienen manteniendo diversas luchas para lograr oficializar sus títulos, becas para sus estudiantes, y más recientemente, equiparar los derechos de sus docentes con el de los trabajadores de la educación formal.
“Cuando se generaron los bachilleratos no se planteaban a los docentes como trabajadores desde el primer minuto. Esto apareció en el proceso, cuando se fue haciendo necesaria una mayor dedicación, y una vez que se fue resolviendo el derecho de los estudiantes a estar dentro de un sistema educativo, quienes trabajaron para garantizar ese derecho, en su tarea diaria, empezaron a descubrir que tenían derechos como trabajadores. Es un proceso de maduración, y como todo proceso de conquista de derechos se dará en la lucha, y que se consolidará en un formato”, destacó Croce a este medio.

Hacia una mayor participación

Uno de los cambios más notables que trajo consigo la Ley de Educación Nacional, sancionada en diciembre del 2006, fue el reconocimiento institucional de las escuelas de gestión social y cooperativa, como parte del sistema educativo, y que traen consigo la posibilidad de que las comunidades se involucren en las decisiones de los propios colegios, tanto en lo organizativo como en lo pedagógico.
“De este tipo no existen en América Latina, aunque sí fuera de ella. Son experiencias con muchas situaciones nuevas, sobre todo desde la gestión. Y también implican muchas diferencias entre sí, porque cada comunidad determina su forma de organización: puede pasar que el rol de la comunidad educativa sea muy participativa y democrática, pero en lo pedagógico sea conservadora o tradicional. La innovación pedagógica viene por otros carriles, no por la mera innovación en la gestión, aunque abre situaciones interesantes”, concluyó Croce. (Ansol)

Fuente de las Declaraciones:

¿Es impensable que la comunidad se haga cargo de la educación?

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CÁTEDRA MAGISTRAL: Rolando Pinto:»Lo Ajeno y lo Propio de una Teoría del Currículo Crítico Latinoamericano»

Videoconferencia de Cátedra Magistral en SEMINARIO INTERNACIONAL DE EDUCACIÓN. ROLANDO PINTO

CÁTEDRA MAGISTRAL: «Lo Ajeno y lo Propio de una Teoría del Currículo Crítico Latinoamericano»
Expositor: Rolando Pinto Contreras.  Doctor en Educación. Premio Paulo Freire 2015
Organiza: Departamento de Educación SNTE-CHILE

 

 

 

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Densidad Latinoamericana del Derecho a la Educación

Por:

Alberto César Croce
Secretario Nacional de la CADE

Presentación hecha en el marco del

Foro Internacional de Educación
organizado por la Campaña Boliviana por el Derecho a la Educación.

La Paz, Bolivia, junio de 2017

La defensa del derecho a la educación y los esfuerzos por ampliarlo, son parte fundante e identitaria de las Organizaciones y Movimientos Sociales que nos hemos comprometido con esta cuestión.

Aquellos que lo hacemos desde nuestra región sabemos que nuestro continente tiene por una parte demandas propias, pero también miradas particulares sobre las demandas comunes. Por eso hablo de la “densidad latinoamericana” de esta perspectiva. En esta presentación intentaré explicar por qué sostengo esta postura y cuál puede ser la agenda de las Organizaciones Sociales que luchamos por el derecho a la educación desde América Latina y el Caribe.

  1. Importancia de la memoria histórica por el derecho a la educación.

Amèrica Latina, nuestra Abya Yala ha vivido desde la conquista procesos de lucha, liberación, resistencia y emancipaciòn.

Nuestros pueblos son pueblos que se han mestizado en el conflicto casi permanente y en el abrazo de los pobres por su liberación.  Negros, inmigrantes pobres, se han  ido amasando en una gesta de amor, resistencia, creación y culturas, con la historia invadida de nuestros pueblos indígenas.

En ese proceso tan profundo como permanente, la educación fue jugando roles claves porque muchos de nuestros libertadores (los más o menos famosos o los más o menos anónimos) asì lo pensaron, desearon y construyeron.

Desde el genocidio que supuso la conquista, el gran “debate” sobre la humanidad de nuestros pueblos indígenas, implicó la realización de un debate que buena parte tuvo lugar fuera de nuestros territorios. Allí grandes prohombres lucharon para que se reconociera la dignidad humana de nuestros pueblos. Una vez logrado este objetivo, aquella las órdenes religiosas a las que pertenecían los que la defendían, lucharon para conseguir permisos para abrir escuelas.

Quiero decir que la educación en nuestra región apareció desde muy temprano como el derecho que garantizaba pero ademàs manifestaba la dignidad humana de las personas.

Los cabildos de nuestras ciudades tuvieron escuelas y maestros pagos, casi uno de los únicos servicios que garantizaban a una parte de la población.

La Universidades de Lima, Chuquisaca y Còrdoba también fueron un mojón siginificativo del lugar que la educación tuvo en nuestro continente.

Es importante destacar experiencias más cercanas que nos hablan de entender que los movimientos emancipatorios y de liberación siempre entendieron que en el campo de la educación se jugaba buena parte de su proyecto político.

Tanto Bolívar, con su maestro Simón Rodríguez, como San Martín, Sucre y otros… fueron promotores y defensores de una educación pública emancipatoria.

Un poco más cercanamente, experiencias como las de Pablo Freire, José Martí, la revolución Cubana y Nicaragüense, la escuela de Warisata… nos vuelven a hablar de la centralidad de la educación en estos procesos a la vez tan nuestros como valorados universalmente.

Las definiciones o concepciones más “técnicas” sobre  educación, que se pueden hacer en otros países o continentes, no dan cuenta de estos procesos que se vivieron y se viven en nuestra América Latina.

De hecho, lo que conocemos como  “educación popular” es como una marca característica de nuestra Abya Yala, aunque por supuesto no sea una exclusividad nuestra…

Contemporáneamente a nosotros, debiéramos destacar experiencias como la del Movimiento Sin Tierra y sus escuelas, la de los bachilleratos populares de Argentina, varios de los programas de alfabetización -destacando el Yo Si Puedo-, varias experiencias de educación rural o de educación radiofónica….que marcaron y marcan nuestras propias experiencias de la región.

Pero la historia no se detiene y la seguimos construyendo. Hoy vivimos tiempos con nuevos desafìos que debemos enfrentar.  Más adelante en esta presentación me referiré a cuáles son estos nuevos retos que tenemos hoy por delante y por los que estamos luchando.

  1. El derecho a la educación en un proceso de integración regional

La Campaña Boliviana por el Derecho a la Educación (CBDE) ha hecho un esfuerzo muy grande para que en este encuentro estén presentes compañeros y compañeras de distintos países de ALC. No es solo para acercar y compartir distintas perspectivas y experiencias.

Nuestra presencia aquì también es un mensaje.

En el contexto actual es necesario que no dejemos de entendernos como una región en el mundo. Y que desde este lugar que ocupamos, procuremos hacer nuestro aporte, respetar nuestra identidad y defender y ampliar el derecho a la educación de nuestros pueblos.

Nuestros tiempos nos exigen asumir una responsabilidad muy grande por las condiciones que presenta el contexto internacional.

Tenemos dos tareas que nos comprometen como sociedad civil. Tenemos que defender derechos conquistados con mucha lucha, pero también tenemos que seguir profundizando la perspectiva del derecho a la educación desde nuestra propia identidad regional.

En buena parte de mundo hay un gran avance de las derechas que implica que se piense más en clave de libertades individuales que de derechos sociales.

Hay intereses muy grandes procurando defender intereses de grupos, corporaciones o sectores sociales muy minoritarios.

Podríamos decir que conviven en forma despareja actores que defienden una perspectiva de derecho con otros que sostienen una perspectiva de negocio.

Pero tenemos que reconocer que esas concepciones individualistas se han modernizado y se han vuelto más atractivas para grupos sociales más amplios.

Las nuevas formas de privatización son diferentes a las que se impulsaban hace 10, 20 o 30 años.

La búsqueda de sectores minoritarios pero poderosos de apropiarse de recursos de todos puso foco en la educación. En promedio, los pueblos destinan entre el 20 o el 30% de sus presupuestos públicos a rubros educativos. Es mucho dinero. Y algunos están mirando con mucha atención estos números que resultan sumamente atractivos para algunos intereses.

De a poco, grandes consultoras internacionales están haciendo grandes negocios con la educación.

Identificamos cuatro estrategias diferentes con objetivos similares:

  1. La privatización tradicional, que busca que escuelas que eran gestionadas por el estado pasen a ser gestionadas por grupos privados con criterios mercantiles.
  2. La negación de la necesidad, conveniencia o derecho de la gratuidad de la educación y la afirmación de que se debe que cobrar por ella.
  3. La “endo privatización”, que no busca privatizar la gestión misma de la escuela sino todo lo que pueda ser privatizado dentro de ella. En esta mirada, se visualiza al director más como un gerente que como un conductor pedagógico. Y se “venden” traslados de estudiantes, alimentación escolar, tecnologías diversas, equipamiento y vestimenta escolar, talleres complementarios, apoyo educativo, capacitación docente, sistemas de evaluación, sistemas de comunicación…
  4. El cuestionamiento al Sistema Educativo por caduco, ahora enfrentado con las posibilidades que podrían ofrecer las nuevas tecnologías. Un ejemplo son las escuelas de bajo costo que se están proponiendo en algunos países de Africa y otras regiones pobres. Pero también algunas modalidades de centros de formación tecnológica para introducir a jóvenes para el “nuevo mundo que se viene”.

Quisiera ahora poner la atención en los otros retos que tiene hoy la Sociedad Civil.

Me gusta decir que la tarea fundamental de las organizaciones es “ampliar las fronteras de los derechos”. Quizás allí esté lo central y específico de su identidad en las sociedades a las que pertenecen. Ni reemplazar al estado ni hacer “caridad”. Ampliar la conciencia social sobre los derechos de los pueblos y las personas.

¿Qué nos implica esto como organizaciones sociales desde América Latina y el Caribe y en el contexto global?

Vivimos en un mundo globalizado y cada vez más marcado por la desigualdad creciente y el consumo inconsciente. Nuestras reivindicaciones culturales no pueden implicar encerrarse en una burbuja artificial que no es querida por nuestros pueblos ni por buena parte de nuestras nuevas generaciones. ¿Cómo respetamos y cuidamos nuestra identidad pero siendo parte de un mundo real cada vez más diferente y que nos envuelve y arrastra?

Por otra parte, las nuevas tecnologías también nos atraviesan y desafìan a nuestras pedagogìas. Si no nos dejamos cuestionar por ellas, estamos en problemas ¿Cuál debe ser su lugar en la nueva educación con perspectiva de derechos?

La conciencia sobre qué implica hoy ser persona también se ha ampliado con nuevas dimensiones y sensibilidades. Por una parte, el lugar de la mujer y la perspectiva de género debe transformar aún más profundamente nuestras prácticas educativas, pero también tenemos que asumir las nuevas sexualidades, el derecho y la obligación de todas las personas a vivir con respeto a las diversidades más importantes.

También reconocer el lugar de las emociones, los sentimientos y las sensibilidades en el campo educativo. Ya no más una educación que se piensa sólo desde las cabezas. La educación “bancaria” no está hoy solamente desafiada por las pedagogías activas. También lo está por comprender y asumir que hay otras vìas para aprender que lo que “entra” por lo cognitivo…

Ampliar hoy el derecho a la educación de nuestros pueblos  desde ALC nos lleva a seguir luchando para que todos tengan educación básica garantizada.

Esto exige ampliar el alcance de la educación inicial y ampliar la cobertura de la  educación secundaria, buscando nuevos formatos transformadores que den respuestas a las diferentes juventudes.

Y prestar especial atención a las dimensiones del derecho a la educación de las niñas y las jóvenes, en sociedades aún muy enfermas de patriarcado y privilegios para los varones.

Las Organizaciones Sociales  educativas seguimos exigiendo una educación multicultural bilingüe o plurilingüe, en especial pensando en nuestros pueblos indígenas.

Otro de los principales desafíos es profundizar en un modelo de educación emancipatoria que reivindique la calidad que se nos exige desde otros modelos. Tenemos que diseñar nuevos indicadores propios y modelos de evaluación que den cuenta de que no hay oposición entre educación emancipadora y calidad, en términos de la persona humana que concebimos quienes defendemos el derecho a la educación en América Latina.

Finalmente,  hacemos referencia a la obligación que tenemos en estos tiempos de luchar por los aumentos de los presupuestos educativos. Las nuevas demandas sociales a la educación exigen mayor inversión que la que hasta ahora hemos tenido. Esto nos ha llevado a especializarnos en la consideración de estas cuestiones, que no eran parte de nuestras agendas, y adentrarnos en otras cuestiones colaterales pero necesarias, como la necesidad de expandir la conciencia de la Justicia Fiscal y el rechazo a las operaciones de lavado y fuga de divisas hacia las guaridas fiscales que enflaquecen los presupuestos nacionales. Por eso, muchos de nosotros participamos también de articulaciones globales y regionales que se ocupan y comprometen con estas temáticas.

  1. Diálogo e incidencia Sociedad Civil – Estado

El último punto de esta presentación nos lleva a reflexionar sobre un punto delicado pero importantísimo en esta lucha: Las relaciones que las organizaciones sociales tenemos con los Estados en clave de derecho a la educación.

Las organizaciones sociales que consideramos la perspectiva de derechos, reafirmamos el lugar del Estado como garante fundamental de los mismos. Y entendemos que esa es su responsabilidad e identidad principal. Otros con otras perspectivas, le asignan el lugar de garantizar las garantías individuales y de mediar en los conflictos de intereses y de poder. No son diferencias menores.

A veces los estados, de acuerdo con sus posicionamientos polìticos, asumen con mayor entusiasmo una u otra perspectiva. Esto será motivo de dificultades y tensiones inevitables pero también necesarias en el marco de las democracias que vivimos.

A las organizaciones y movimientos sociales nos toca reconocer los logros y reclamar los faltantes. Pero aún al considerar los logros, nos enfrentaremos con una realidad: Difícilmente los estados podrán transformar en políticas públicas todo lo que se reivindica desde las organizaciones sociales. Porque siempre habrá limitaciones y procesos a recorrer y realizar. En todos los casos y en todos los campos.

Por tanto, no dudo en afirmar que las relaciones siempre serán relaciones de tensión. El tema es cómo manejar las mismas para que sean fecundas y beneficiosas y no inútiles y destructivas.

Desde dentro de las organizaciones sociales deberemos ser muy cuidadosos en sostener nuestra identidad. La tentación de actuar como partido polìtico y pedir que se nos considere como organización social es muy grande. Lo mismo sucederá con el Estado que, rápidamente, ante las situaciones de incomodidad, intentará mostrar al resto de la sociedad que la organización es en realidad un partido político opositor… Esto se complejiza cuando, algunos partidos “opositores” se suben a nuestras agendas y las hacen propias. Entonces los espacios grises crecen juntamente con la confusión social que todo esto puede provocar.

Más allá de estas cuestiones, estamos convencidos de que buena parte de la vitalidad de la sociedad es fortalecida por las organizaciones sociales que luchan por ampliar los derechos.

Los nuevos tiempos tendrán que hacernos encontrar nuevos formatos. Y nuevos mecanismos de financiamiento que faciliten las tareas de las organizaciones y les garanticen la necesaria sustentabilidad.

MIentras tanto, las organizaciones sociales de América Latina y el Caribe que estamos comprometidas con el derecho a la educación, seguiremos trabajando con mucha convicción para que nuestros pueblos encuentren en la educación los espacios emancipatorios que han sido constitutivos de nuestra identidad.

Fuente: https://albertocesarcroce.wordpress.com/2017/06/08/densidad-latinoamericana-del-derecho-a-la-educacio/

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