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Venezuela y su derecho a la insurgencia

Franklin González*

*Sociólogo (UCV). Doctor en Ciencias Sociales (UCV). Profesor Titular. Ex director de la Escuela de Estudios Internacionales. Estudios Posdoctorales en la Universidad Militar Bolivariana de Venezuela y la Universidad Nacional Experimental “Simón Rodríguez”. Autor de diez libros (10). Profesor de postgrado en la UCV, en el Instituto de Altos Estudios Diplomáticos “Pedro Gual”, la Universidad Militar Bolivariana de Venezuela y en el Instituto de Investigación y Postgrado de la Escuela Nacional de la Magistratura. Fue embajador en Polonia 2005-2006, Uruguay y Grecia y Decano de Postgrado de la Unerg. Conferencista en eventos científicos y políticos, nacionales e internacionales y articulista de periódicos y revistas. framongonzalez@gmail.com.

“El problema de todo intelectual es un problema de responsabilidad. Frente a sus lectores, o sea su pueblo. Y ese problema de responsabilidad, si no es ético, ¿qué es? Es una cuestión de opciones: está el tipo que se queda en su “torre de marfil” y sigue escribiendo sonetos -perfectamente en su derecho-, pero no es un hombre que asume una responsabilidad de tipo histórico”. (Julio Cortázar: Reportaje publicado en la edición impresa de diario Clarín del 3 de diciembre de 1983).

Introito

En América Latina y El Caribe al iniciarse el siglo XXI comenzó a evidenciarse un panorama de cambios políticos que marcaron una inflexión respecto a lo que era la “normalidad” existente. La llegada de Chávez en Venezuela (1999), Lagos en Chile (2000), Lula y Kirchner en Brasil y Argentina (2003), Vázquez en Uruguay (2005), Morales en Bolivia (2006), Correa y Ortega en Ecuador y Nicaragua (2007), y si se agrega a Castro en Cuba, hizo que se hablara de un giro hacia el progresismo con banderas contrahegemónicas en los discursos y programas de la inmensa mayoría de estos gobernantes.

Uno de esos gobiernos, que le dará un sello particular a ese giro hacia el progresismo, lo constituyó, sin lugar a dudas, el gobierno de Hugo Chávez Frías en Venezuela, quien desde un inicio introduce propuestas que van a generar impacto y mucho ruido en quien era y sigue siendo el hegemón en esta zona del mundo.

En este ensayo, utilizando conceptos de la insubordinación fundante de Marcelo Gullo, del nuevo constitucionalismo y del pluralismo jurídico emancipador, intentaremos dar cuenta de un proyecto emancipador, antihegemònico, como el de la Revolución Bolivariana, que ha levantado las banderas de la resistencia pero también de la insurgencia, bajo el derecho de transición social que le asiste a su pueblo y que ha sido acosado por el todo el poder imperial de EEUU.

El poderoso y el débil en la RI

Tucídides en la Historia de la guerra del Peloponeso (1986: 14), al referirse al diálogo entre los embajadores de Atenas y Melos, dice:

“Vosotros sabéis, como nosotros sabemos, que, tal como suceden las cosas en el mundo, el derecho es un tema del que tratan sólo los que son iguales entre sí por su poder, en tanto que los fuertes imponen su poder, tocándoles a los débiles padecer lo que deben padecer”.

En el artículo: “Apuntes para una teoría crítica de las Relaciones Internacionales”, el escritor argentino Marcelo Gullo (2011: 2-3), sostiene que los estados no son iguales unos a otros, sencillamente, porque algunos tienen más poder que otros y que:

“Por la propia naturaleza del sistema internacional, donde rige, en cierta forma, una situación que se asemeja al estado de naturaleza, los estados con poder tienden a constituirse en estados líderes o a transformarse en estados subordinantes y, por lógica consecuencia, los estados desprovistos de los atributos del poder suficiente para mantener su autonomía tienden a devenir en Estados vasallos o estados subordinados, más allá de que logren conservar los aspectos formales de la soberanía”.

Cuando están en juego los intereses vitales de las grandes potencias el principio de la igualdad jurídica de los estados se transforma en una ficción que apenas sirve a fines decorativos. La política internacional comporta siempre un choque de voluntades: aquella que busca imponerse y la que lucha por no dejarse imponer la voluntad del otro, porque está constituida por estados que pretenden determinarse libremente.

En términos jurídicos y siguiendo con Gullo, se estaría hablando de Estados subordinantes y estados subordinados. Los primeros en el ejercicio de su dominio, utilizan tanto el poder militar, como el poder económico y el poder cultural, que es el que últimamente le está dando mucho rédito.

Para los segundos, el querer decidir sobre su propio destino implica, siempre, una tensión dialéctica entre el temor a las sanciones que pueda recibir y el deseo de alcanzar la libertad o la máxima capacidad de autonomía posible que es capaz de conquistar. Situados como subordinados y pensando cómo salir de esa condición, es imperativo entonces elegir entre ser simples espectadores o protagonistas de la historia.

De allí que sea siempre importante tener una visión totalizadora de las relaciones internacionales, que contemple no sólo la mirada desde el “poder”, sino también desde la carencia del mismo, las características y el funcionamiento del sistema mundial, las posibilidades que tienen sus miembros de actuar en función de sus propios intereses y la perspectiva desde la que uno se ubica, para comprender el funcionamiento del sistema.

Con el escritor ruso Alexander Dugin (2018), diríamos que: o somos sujetos de la historia nuestra o seguimos siendo objetos de la historia hecha por otros. Hay que tener presente que las relaciones internacionales, nació como una disciplina occidental, con una particular visión -la etnocèntrica-, y que dentro de una concepción de reconocimiento del otro, no se debe negar o ignorar, pero que nos conmina a desarrollar construcciones propias en el campo epistemológico.

En el caso particular del derecho, debemos, como diría Boaventura de Sousa Santos, en Derecho y emancipación (2012), tener claro que existe el pluralismo, esto es,  hay varios tipos de derecho que coexisten y no operan uniformemente sobre la base de una misma racionalidad ni sobre los mismos espacios sociales. Estos distintos derechos operan articulados y jerarquizados, pero sin reflejar un criterio homogéneo de unión en todos los casos.

El derecho del poderoso

En el texto El Imperio norteamericano (1970: 11-12)), el periodista francés Claude Julien afirma que Estados Unidos es el imperio sin fronteras al ser «no únicamente el más poderoso que jamás haya conocido la historia” y que “tiene entre sus manos el destino de la humanidad”, sino que es, sobre todo, “extraordinariamente voraz”.

Ese imperio, que no respeta norma ni ley internacional alguna, siempre ha aplicado lo que la profesora Aleida Hernández Cervantes (2014) llamaría, con toda propiedad, el Pluralismo Jurídico Transnacional como expresión jurídica de la globalización hegemónica.

Con la Venezuela bolivariana sustentamos la siguiente tesis: todos los presidentes de EEUU, que se han turnado, han aplicado, en política exterior, el liberalismo y el realismo, simultáneamente, esto es, una versión del Pluralismo Jurídico Transnacional

Una vez que en Venezuela se aprobó una nueva constitución y se comenzó su implementación, los distintos inquilinos de la Casa Blanca (desde hace veinte años), se han planteados qué hacer con un país “débil” como la República Bolivariana de Venezuela que “osa” desafiar sus intereses hegemónicos en el Continente Americanos, simplemente porque defiende su independencia, soberanía y autonomía. Esa pregunta se la hizo Bill Clinton, George W. Bush, también el afrodescendiente Barack Obama, se la hizo Donald Trump, representante de los WASP (White Anglo-Saxon and Protestant) y ahora se la hace el demócrata Joe Biden. Todos, y más allá de la frase latina mutatis mutandi, respondiendo a los intereses de los que realmente mandan en ese país: los «poderes fácticos» (constelación de fuerzas económicas, sociales, políticas, militares e intelectuales que diseña, elaboran y ejecutan la política exterior de ese país, entre las cuales se encuentran el Pentágono, la Casa Blanca, los thing than, los lobbys de distintos tipos, las transnacionales, los grandes grupos económicos) o el “Estado profundo” (una especie de gobierno en la sombra).

Después del breve interregno de Bill Clinton (1999/2001), donde hubo un respeto mutuo, las dos presidencias del republicano George W Busch (2001/2009) significaron el comienzo de las relaciones de presión y acoso de EEUU sobre Venezuela. Es así como se acusó al presidente Chávez de mantener un “patrón preocupante de comportamiento provocador” y “derrochador de la riqueza del petróleo en un esfuerzo por promover su visión anti-estadounidense y hostil”. También se dijo que la política de Chávez fomentaba la inestabilidad regional y se le endilgó el calificativo de “terrorista y demagogo”, lo cual se dijo en el contexto de la política de seguritización puesta en marcha por EEUU después de los sucesos del 11/09/ 2001.

El golpe de estado de Abril 2002 fue aupado y apoyado por el gobierno de Bush. En febrero del año 2006 ambos gobierno expulsaron a representantes diplomáticos de las embajadas de los respectivos países. Pero esa teoría del realismo siempre la acompañó este gobernante con la acusación de que en Venezuela se violaba la libertad, la democracia y los derechos humanos (principales postulados del liberalismo). El 31/07/2006,  el presidente Bush, durante una entrevista concedida a la cadena de televisión Fox News, afirmó: “Me preocupa mucho un Gobierno que pueda minar los principios de la democracia (…) la amenaza mayor que afrontamos en la vecindad es el debilitamiento de los valores e instituciones de la democracia” y a Chávez lo veo como una amenaza para la democracia” (https://www.lavanguardia.com/internacional/20060731/51278193354/bush-asegura-que-chavez-es-una-amenaza-para-la-democracia.html)

Luego, los dos períodos del demócrata Barack Obama (2009/2017), llevaron a su máxima expresión esas relaciones tirantes contra Venezuela, hasta tal extremo que el 9 de marzo de 2015, faltándole menos de un año para dejar la presidencia, dejó la siguiente declaración:

“Yo, BARACK OBAMA, Presidente de los Estados Unidos de América, entiendo que la situación en Venezuela, incluida la situación del Gobierno en cuanto la erosión de las garantías de derechos humanos, la persecución de opositores políticos, restricción de la libertad de prensa, el uso de la violencia y violaciones y abusos de los derechos humanos en respuesta a las protestas contra el gobierno, y el arresto arbitrario y la detención de manifestantes que están en contra del gobierno, así como la presencia exacerbada de corrupción pública significativa, que constituye una amenaza inusual y extraordinaria a la seguridad nacional y la política exterior de los Estados Unidos, declaro por medio de la presente una emergencia nacional a los fines de hacer frente a dicha amenaza”.

En otras palabras, nada más y nada menos, que la teoría del liberalismo combinada con la teoría del realismo en una misma declaración.

Después vendrían los cuatros años del republicano Donald Trump (2017/2020), que siguió la línea trazada por el “Estado profundo” aplicándole a Venezuela realismo puro, al renovarse cada año el decreto de Obama, aderezado con otros ingredientes, como las medidas unilaterales, el bloqueo económico, financiero y comercial, la máxima presión con “sanciones” de todo tipo y con “todas las opciones sobre la mesa”, incluyendo la amenaza de una invasión militar directa o, en todo caso, una “guerra proxy”.

Se desarrollaron cualquier cantidad de fórmulas para acabar con la revolución bolivariana a través de la “guerra híbrida”, “guerra multiforme” o “guerra difusa”. Se intentó asesinar al presidente Nicolás Maduro (agosto/2019/), se sabotearon servicios públicos (permanentemente) y se intentaron invasiones del país por la frontera con Colombia (febrero/2019) e incluso por las costas del mismísimo estado La Guaira (mayo/2020)., que se encuentra muy cerca de la capital, Caracas.

Todo ello se acompañó con la acusación permanente de la violación a la libertad, la democracia y los derechos humanos. Se desconocieron las elecciones de mayo de 2018 donde el pueblo eligió como presidente a Nicolás Maduro; se estimuló y apoyó, sin fundamento jurídico alguno, la autojuramentación, a principios del año 2019, como presidente del país de Juan Guaidó, quien para ese entonces era el presidente de la Asamblea Nacional (AN), poder que se encontraba en desacato, según sentencia del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ).

Se presionó para que otros gobiernos actuarán en el mismo sentido y así que constituyó el Grupo de Lima (agosto/2017), como mampara regional contra la revolución bolivariana, una vez que fracasaron con la Organización de Estados Americanos (OEA) en la aplicación contra Venezuela de la “Carta Democrática Interamericana”.

Han insistido una y otra vez en la existencia en Venezuela de una dictadura y que, por tanto, deben endurecerse las presiones contra nuestro país para lograr la “restauración plena” de la democracia y la libertad.

El gobierno de Trump presionó y atosigó a Venezuela hasta más no poder. No fue el instrumento de la diplomacia el que utilizó esa administración sino los ataques directos y frontales. El Departamento amplió sus medidas unilaterales. En agosto de 2017, Trump promulgó el Decreto número 13808, a través del cual prohibió la compra directa o indirecta de valores procedentes del gobierno de Venezuela; recrudeciendo el boicot financiero y la política de aislamiento de la banca privada y pública, y afectando gravemente las operaciones de la estatal petrolera Petróleos de Venezuela (PDVSA). La medida impidió que el país tuviese acceso a los mercados financieros de los EE.UU. y significó el inicio de una fuerte caída en la capacidad importadora de la nación.

En marzo de 2018, Trump dictó el Decreto número 13827, que prohibía toda transacción relativa a la expedición y el uso de cualquier tipo de dinero electrónico,

Moneda digital o token digital por parte del Gobierno de Venezuela., quien semanas había lanzado la criptomoneda «Petro».

Después, el 21 de mayo de 2018, tras la reelección de Maduro, Trump arremetió con el Decreto 13835, que recrudeció las prohibiciones de transacciones u operaciones de refinanciamiento de la deuda venezolana, aplicadas no solo al Gobierno, sino a todos los entes estatales, entre ellos el Banco Central de Venezuela (BCV) y nuevamente PDVSA.

Estas sanciones afectaron el comercio de bienes desde y hacia Venezuela, las transacciones financieras internacionales del Estado y de las entidades económicas que tienen vínculos con éste, la capacidad de emitir deuda soberana nueva y la capacidad de refinanciar la deuda ya asumida, así como el comercio petrolero y la cadena de suministros asociada a esta industria.

El 1 de noviembre de 2018, con el Decreto 13850, Trump estableció un marco para bloquear los activos y prohibir las transacciones de personas que operaran en el sector oro o «en cualquier otro sector de la economía que determine el Secretario del Tesoro».

De hecho, el 28 de enero de 2019, según ese mismo decreto, la Oficina de Control de Activos Extranjeros del Departamento del Tesoro clasificó como «empresa designada» a PDVSA. Como consecuencia, todos los bienes y las participaciones de la estatal petrolera que se encuentran dentro de la jurisdicción de los EE.UU. (incluyendo la filial CITGO) fueron bloqueados, y se prohibió en términos generales que los ciudadanos y las compañías estadounidenses realizaran operaciones con la empresa.

Luego, el 5 de agosto 2019, la orden ejecutiva 13884 amplió el programa de sanciones a la categoría de «embargo». Fue así como EE.UU. procedió al bloqueo de todos los activos del Estado venezolano en territorio estadounidense y autorizó la aplicación de sanciones secundarias contra empresas o países que tuvieran relaciones comerciales con Caracas. (Información que se encuentra en: https://actualidad.rt.com/actualidad/343356cincoanossancioneseeuuvenezuelacrimen)

Tampoco reconocieron las elecciones parlamentarias del 06/12/2020 y realizaron la presión necesaria y el lobby correspondiente, para lograr que otros gobiernos del continente americano y europeo los acompañaran en esa posición.

En febrero de este año 2021 la relatora especial de las Naciones Unidas sobre el impacto negativo de las medidas coercitivas en el disfrute de los Derechos Humanos, Alena Douhan, presentó las observaciones preliminares sobre su visita a Venezuela para evaluar el impacto de las sanciones unilaterales sobre la población venezolana. En ese informe se constata que las sanciones impuestas a Venezuela especialmente a partir de 2014 han propiciado, entre otros, los siguientes resultados: Los ingresos públicos se han reducido en un 99%. El país vive actualmente con el 1% de los ingresos anteriores a las sanciones. Las remesas procedentes del extranjero han disminuido debido al bloqueo de los activos del Estados, a la complejidad de las transferencias bancarias y a los impedimentos para realizarlas. Los activos venezolanos congelados en bancos de Estados Unidos, Reino Unido y Portugal ascienden a 6.000 millones de dólares.

En su evaluación la relatora especial subraya que las sanciones unilaterales contra Venezuela constituyen una violación del Derecho Internacional, y por lo tanto son ilegales, e impactan gravemente contra la población del país e impiden el disfrute de los Derechos Humanos y califica como “efecto devastador” el impacto de las sanciones sobre el derecho a la alimentación, el derecho a la salud, el derecho a la vida, el derecho a la educación y el derecho al desarrollo

(file:///F:/Informe%20UN%20Relatora%20Especial%20Medidas%20Coercitivas%20Unilaterales-%20Venezuela.pdf)

Producida la derrota electoral de Trump, la ilusión hizo presencia. Muchos cifraron la esperanza en que con Joe Biden habría un cambio en esa política de enfrentamiento frontal, que se pondría fin a la estrategia de “máxima presión” y se abriría una oportunidad para promover una solución política.

Pero esas ilusiones están pasando al terreno de la distopía. Las nuevas actuaciones han comenzado. Se están utilizando otros mecanismos buscando el mismo objetivo. Ahora el énfasis se coloca en la aplicación de lo que se llama el soft power (el poder suave) y en la utilización del “multilateralismo”.

No hay duda de que Venezuela es un objetivo asediado y apetecible y, por tanto, factores muy poderosos, desde afuera y desde adentro, la tienen en la mira. Pronunciamientos van y vienen, casi a diario, construyendo el expediente para declararla un “Estado fallido”. Es una nación acosada por múltiples factores que emplean cualquier cantidad de recursos para lograr lo buscado. La coordinación de esfuerzos en el mundo y el servilismo interno no tiene precedentes.

En conclusión, con la Venezuela bolivariana todos los gobiernos que han transitado hasta ahora por la Casa Blanca -republicanos y demócratas-, han implementado simultáneamente el realismo y el liberalismo o, en otros términos, el pluralismo jurídico transnacional. En el caso del realismo por lo estratégico que significa la ubicación geográfica y las riquezas internas de Venezuela y el liberalismo, por el “mal ejemplo“ que significa Venezuela para América Latina y El Caribe, al proponer y estimular mecanismos de integración antihegemónicos (EL Alba, Petrocaribe, Unasur y la Celac).

Simultáneamente, todos estos gobernantes, han levantado la bandera de tres valores contra la revoluciòn bolivariana: la libertad, la democracia y los derechos humanos. (González, Franklin “La revolución bolivariana y Joe Biden”, 2020)

El derecho a sublevarse y emanciparse

Pero nada ni nadie puede arrebatarle a un pueblo, que ha decidido ser independiente, libre y emanciparse, su derecho a sublevarse contra la opresión y contra las sanciones que representa la voluntad del poderoso.

Ese derecho a sublevarse, al ubicarlos en el contexto del derecho insurgente, nos lleva a realizar algunas consideraciones sobre este último.

El derecho insurgente es el “creado por los oprimidos para defender sus intereses y necesidades», siguiendo la lógica del profesor Antonio Carlos Wolkmer (2017). Este Derecho rompe con la fetichizaciòn de la ley, detrás de la cual siempre está la voluntad constituyente y del «estado de derecho» (por sobre la vida de los excluidos); también rompe con el poder constituido, trasciende el ámbito del Estado moderno que “carece de unidad cultural”, por tanto nace del pueblo, se anida en los “sujetos sometidos” (Foucault), en las diversas comunidades, en los movimiento sociales.

Transforma el sistema del derecho desde una nueva instancia de legalidad y legitimidad en tanto es el nuevo poder constituyente.

En la búsqueda de nuevas formas plurales y alternativas de legitimación contrahegemónicas a la tradición formalista y dogmática del derecho occidental, el derecho insurgente es un derecho contrahegemònico y emancipador, que rompe, además, el «mito» monista de la centralización del derecho. Se inscriben en una propuesta que se configura por un tipo específico de pluralidad jurídica, abierta, participativa, democrática e intercultural, y que es síntesis de todos los intereses cotidianos, individuales y colectivos y puede ser considerado una expresión de “pluralismo jurídico, de liberaciòn o juridicidades insurgentes, prácticas que se disponen ir más allá de las esferas de la modernidad monocultural y colonizadora, transformando las instituciones”, según Jesús Antonio de la Torre Rangel (2018).

El derecho insurgente sería una suerte de pluralismo comunitario, capaz de reconocer y legitimar normatividades extra e infra-estatales, generadas en virtud de las carencias y las necesidades fundamentales provenientes de nuevos sujetos sociales, y de captar las representaciones legales de sociedades emergentes en procesos de descolonización, marcadas por estructuras de igualdad precarias y pulverizadas por espacios de conflictos permanentes.

De allí que representa un avance democrático en dirección a una legalidad plural, fundada no más exclusivamente en la lógica de una racionalidad formal, sino en la satisfacción de las necesidades y en la legitimidad de nuevos sujetos sociales. Se inscribe, además, en los nuevos modelos plurales, participativos y democráticos de justicia que apuntan hacia el desarrollo de ciertas prácticas designadas de juridicidad alternativa. En este sentido, no es propiamente un «uso alternativo del Derecho», sino de un proceso de construcción comunitaria de otras formas jurídicas compartidas.

Podríamos  inscribirlo también en la llamada sociología de las emergencias, de la cual habla Boaventura de Sousa Santos, en tanto plantea una variedad de luchas, iniciativas, movimientos y organizaciones que en distintos ámbitos (local, nacional o global) acuden al derecho como recurso para propósitos emancipadores

En ésta el papel de la «crítica jurídica» es fundamental como estrategia pedagógica para crear las condiciones epistemológicas y político-ideológicas de una justicia material efectiva que pueda expresar la alternatividad de un espacio público realmente democrático, capaz de buscar una nueva hegemonía, síntesis de la «voluntad general», en la que coexistan con la pluralidad de los intereses particulares, en una igualdad fundada en las diversidades y en las diferencias.

Es necesario considerar que la constitución de una cultura jurídica antiformalista y pluralista, fundada en los valores del poder social compartido está necesariamente vinculada a los criterios de una nueva legitimidad. El nivel de esa eficacia pasa por la legitimidad de los actores sociales involucrados y de sus necesidades y reivindicaciones.

El objeto último de la teoría crítica es ella misma, transformarse en un nuevo sentido común, en un sentido común emancipatorio, que reconozca el poder científico del conocimiento del «común y como parte de la crítica jurídica opera en la búsqueda de liberar al sujeto de su condición histórica como un ser negado y como un ser excluido del mundo de la vida con dignidad. La «crítica», como saber cognitivo y ejercicio de la emancipación, tiene que mostrar el grado de alienación y de automatización.

Dicho lo anterior, afirmamos que los gobiernos de la revoluciòn bolivariana no han hecho otra cosa que sublevarse contra el dominio del poderoso del norte, con todo su andamiaje jurídico de dominio mundial y de pluralismo jurídico transnacional en función de la emancipación de Venezuela. Y para eso sustenta su accionar en los postulados recogidos en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV), que fue el resultado de una Asamblea Constituyente originaria y de un referéndum popular realizado el 15 de diciembre de 1999  y que se inscribe en el desarrollo del nuevo constitucionalismo latinoamericano.

Es así como desde 1999 se comenzó un proceso de reformas políticas e institucionales con el propósito de extender el alcance y la intensidad de las prácticas democráticas al interior no solamente del Estado existente sino sobre todo en la sociedad venezolana. Dichas reformas implicaron la redacción de una nueva constitución que amplia y profundiza los derechos de los ciudadanos y actualiza sus contenidos, preocupándose especialmente por crear las condiciones necesarias para incluir amplios sectores de la población que fueron históricamente excluidos del disfrute de los derechos y servicios esenciales.

El Estado venezolano se define ahora como democrático y social de derecho y justicia (art. 2). Los artículos 3, 4, 5 y 6 introducen la noción de democracia participativa y el mecanismo de democracia directa, así como otros medios de participación política, tanto en lo referente a los derechos políticos y al referendo popular, como en todo su entramado normativo.

Esta nueva constitución le da poder al pueblo de revocar todo cargo a la magistratura de elección popular, al cumplirse la mitad del período para la cual fue elegido/a el funcionario/a (art. 72). Existen además los referendos aprobatorio y abrogatorio. Se establecen dos nuevos poderes. A los clásicos ya conocidos: el Poder Ejecutivo, liderado por el presidente de la República, el poder judicial, cuya cabeza es el Tribunal Supremo de Justicia y el Poder Legislativo, integrado por la Asamblea Nacional, existen ahora dos nuevos poderes, el Poder Ciudadano (de fuerte inspiración bolivariana) integrado por la Defensoría del Pueblo (nueva institución), la Fiscalía General o Ministerio Público y la Contraloría General de la República y el Poder Electoral, erigido como un poder independiente.

En el preámbulo de esa constitución se aboga por una sociedad democrática, participativa y protagónica, multiétnica y pluricultural en un Estado de justicia, federal y descentralizado, que consolide los valores de la libertad, la independencia, la paz, la solidaridad, el bien común, la integridad territorial, la convivencia y el imperio de la ley para ésta y las futuras generaciones, asegure el derecho a la vida, al trabajo, a la cultura, a la educación, a la justicia social y a la igualdad sin discriminación ni subordinación alguna; Promueva la cooperación pacífica entre las naciones e impulse y consolide la integración latinoamericana de acuerdo con el principio de no-intervención y autodeterminación de los pueblos, la garantía universal e indivisible de los derechos humanos, la democratización de la sociedad internacional, el desarme nuclear, el equilibrio ecológico y los bienes jurídicos ambientales como patrimonio común e irrenunciable de la humanidad.

El artículo 152 establece que:“Las relaciones internacionales de la República responden a los fines del Estado en función del ejercicio de la soberanía y de los intereses del pueblo, ellas se rigen por los principios de independencia, igualdad entre los Estados, libre determinación y no-intervención en sus asuntos internos, solución pacífica de los conflictos internacionales, cooperación, respeto a los derechos humanos y solidaridad entre los pueblos en la lucha por la emancipación y el bienestar de la humanidad. La República mantendrá la más firme y decidida defensa de estos principios y de la práctica democrática de todos los organismos e instituciones internacionales”.

Frente a una política que acude a la fuerza como razón y considera a Venezuela enemiga y una amenaza a la seguridad nacional de EEUU y por extensión al resto del Continente Americano, no queda otra que abogar por la paz y la diplomacia, enfatizando el concepto de gran sociedad internacional en la que los estados colaborarían en base al Derecho internacional, la seguridad colectiva y la cooperación interestatal.

La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela es clara al plantearse la defensa de la paz como valor, pero, además, Venezuela es firmante de la declaración de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), acordada en La Habana, Cuba, los días 28 y 29 de enero de 2014 en la II Cumbre, que dice:

América Latina y el Caribe como Zona de Paz basada en el respeto de los principios y normas del Derecho Internacional, incluyendo los instrumentos internacionales de los que los Estados miembros son parte, y los Principios y Propósitos de la Carta de las Naciones Unidas”(https://www.fao.org/3/bl906s/bl906s.pdf).

Ello indica cuál es el camino a seguir desde Venezuela. Su Gobierno está en la obligación de defender esos principios nacionales y regionales y por tanto debe abogar permanentemente por la paz. Camino que hasta ahora ha operado como instrumento de resistencia.

En ese mismo marco, el de la resistencia e insurgencia, el gobierno de Venezuela interpuso, el 13 de febrero de 2020, ante la Corte Penal Internacional de La Haya una denuncia contra las autoridades de EE.UU. por «crímenes de lesa humanidad contra el pueblo venezolano» y emprendió una campaña que busca darle visibilidad a esa realidad, puertas adentro, con el lema «las sanciones son un crimen».

En razón de estos hechos y realidades podemos afirmar que la revolución bolivariana construye una alternativa de emancipación dentro del pluralismo jurídico en pleno desarrollo, sobre todo en un locus: América Latina y El Caribe, prácticamente ignorada desde el pensamiento dominante anglo y eurocéntrico.

Como decía Michel Foucault en “¿Inútil sublevarse?” que “si las sociedades se mantienen y viven, es decir, si los poderes no son “absolutamente absolutos”, es que, detrás de todas las aceptaciones y las coerciones, más allá de las amenazas, de las violencias y de las persuasiones, hay la posibilidad de ese momento en el cual la vida no se canjea más, en el cual los poderes no pueden ya nada y en el cual, ante los cadalsos y las metralletas, los hombres se sublevan”. (file:///F:/Foucault%20In%C3%BAtil%20Sublevarse.pdf).

En definitiva, el gobierno bolivariano es el principal obstáculo para que Estados Unidos logre su verdadero objetivo: apoderarse de Venezuela por lo que ella significa, geoeconómica y geopolíticamente y recuerda mucho lo dicho por el General Norman Schwarzkopf de EEUU, al mando de la coalición durante la Primera Guerra del Golfo (1990-1991), que habla por sí mismo: «Si todo Kuwait hubiese tenido zanahorias en lugar de petróleo, nunca me habrían enviado aquí»(https://www.nodo50.org/redoesteparia/CitasLa%20ganader%C3%ADa%20Elegida-3-Imperio,%20primac%C3%ADa%20y%20gobierno%20global.html)

Conclusiones

En la Venezuela bolivariana estamos en presencia de un proyecto que se inscribe en el Nuevo Constitucionalismo Latinoamericano (NCL) en tanto representa una corriente de pensamiento que insurge contra el modelo de la democracia liberal, republicana y procedimental, pero al trascender la crítica se plantea entonces la construcción de un modelo de democracia, que sin negar los valores anteriores, los trasciende y levanta como bandera una democracia con olor a pueblo, que incluye la participación en términos reales y no sólo como delegación y además darle el protagonismo a quienes en el constitucionalismo vertical han sido los grandes olvidados.

En Venezuela, también dentro de la corriente del Nuevo Constitucionalismo Latinoamericano (NCL), se plantea que la soberanía tiene al pueblo como sujeto actor y no al Estado, que debe ser un aparato obediencial del primero y representante del pueblo, elegido por él. Para ello es fundamental la creación de una nueva participación institucional que el Estado moderno, bajo los principios del constitucionalismo tradicional y dominante, no ha creado. Por ejemplo, la construcción de las ciudades comunales.

Detrás de lo que ocurre en Venezuela está una actuación, por parte del imperio estadounidense, con total irrespeto hacia el otro, con desprecio a lo distinto y el creerse la única y universal cultura. El otro, esto es, el pueblo venezolano existe y por tanto hay que comprenderlo, conocerlo y entender su mentalidad, inquietudes y aspiraciones. Hay que aplicar la analéctica (Enrique Dussel), que significa ponerse en el lugar del otro. Pero eso no lo comprenden los “poderes facticos” o el “Estado profundo” que manda en EEUU.

Hoy más que nunca se necesita de soluciones comunes y no unilaterales, en un nuevo orden mundial más equilibrado y más equitativo. Con menos injusticia y diferencias entre los pueblos, donde se respeten las diferencias ideológicas, políticas y culturales. Donde la tolerancia sea base de los acuerdos y las conversaciones y las imposiciones sean cosa del pasado. Sin embargo, como sabemos todas las administraciones gubernamentales de EEUU han hecho todo lo contrario; han actuado al margen del Derecho Internacional Público, violentado el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y desconocido cualquier principio de respeto a las reglas de juego internacional. Esa visión es parte de una política hegemónica que no respecta a nada ni a nadie en el campo internacional.

En el pluralismo jurídico transnacional, representado por EEUU, se considera que los gobiernos no deben ser electos por sus pueblos. Es el “todo poderoso” que decide cómo y cuándo cambiar o colocar gobiernos. Sólo necesita que un gobierno no le agrade, lo acusan de dictadura y violador de los derechos humanos y ello justifica cualquier acción negadora del derecho público e incluso privado internacional.

Con toda razón, el jurista italiano, Danilo Zolo (2007), en el texto La justicia de los vencedores. De Nuremberg a Bagdad, dirá que la justicia internacional responde a los intereses de los victoriosos, generalmente las grandes potencias. Con el mismo autor agregaríamos que “Estados Unidos posee un poder imperial en un sentido complejo, tanto estratégico como normativo” (142). “Un poder imperial por fuera y encima del derecho internacional” (agregamos público y privado). “Es así como la potencia imperial se ha cristalizado en un policía internacional que justifica su acción con argumentos teológicos y éticos” (143).

Como nota final debe decirse que Venezuela como país “débil”, sigue en pie de lucha, en resistencia activa, insubordinado y sublevado, porque escogió el camino de no seguir siendo objeto de una historia hecha por otros, sino más bien ser sujeto de la misma.

Referencias bibliográficas

Bautista S. Juan (2014). ¿Qué significa pensar desde América Latina? Madrid, España. Ediciones Akal, S.A.

CELAC (2014). “Declaración de La Habana” II Cumbre de la CELAC. En: https://www.fao.org/3/bl906s/bl906s.pdf.

Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (1999). Caracas, Venezuela. Gaceta Oficial Extraordinaria N° 36.860 de fecha 30 de diciembre de 1.999.

Cortázar, Julio, “Reportaje”. Publicado en la edición impresa del diario Clarín del 3 de diciembre de 1983.

De la Torre Rangel, Jesús Antonio (2018). “Derecho insurgente y derechos humanos. La defensa del territorio y la autonomía de comunidades indígenas mexicanas”. Revista Administración Pública y Sociedad En: https://revistas.unc.edu.ar/index.php/APyS/article/view/26812/28543.

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Fuente: El Autor escribe para el Portal Otras Voces en Educación

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El Gran Reseteo y la Agenda 2030

Por: Jorge Salazar García

Pocos creen que el Capitalismo se encuentra en crisis irreversible. Algunos lo niegan convenientemente mientras aprovechan las ventajas que el mercado les ofrece. Sin embargo, el surgimiento de planes para rescatarlo con el Nuevo Orden Mundial, el Neoliberalismo, la Agenda 2030 y el Gran Reseteo evidencian su agotamiento. Algunos agoreros visualizaron el declive, pero negaron su esencia  autodestructiva culpando a sus víctimas. Por ejemplo, Friedrich Hayek en su obra “Camino de Servidumbre” (1944) señaló a los trabajadores y al Estado como obstructores del modelo. La inflación y recesión económica son resultado del intervencionismo Estatal debido a que el “poder nefasto de los sindicatos” le lleva a aumentar salarios y prestaciones (gasto social) socavando la base sacrosanta del capitalismo: la acumulación privada. Ergo, los gobiernos debían controlar los sindicatos y privilegiar la estabilidad monetaria a cualquier costo. Por esa razón el Estado debería estar al servicio del mercado y fomentar una sociedad híper-individualista. De lo contrario, ni la libertad económica, política ni los valores “democráticos” y morales advendrían, afirmaba.

Desde entonces, los E.U.A. se enfocaron a desmantelar los Estados Nación transformándolos en Estados gerenciales al gusto de las oligarquías. Terminada la gran guerra (1945), el imperio decidió “vender” su modelo, sobre todo a los países del bloque socialista y tercermundistas, originando la Guerra Fría sostenida contra la URSS. La caída del muro de Berlín (1989) proporcionó el pretexto perfecto para imponer su Nuevo Orden Mundial unipolar. Naturalmente siempre ofreciendo la zanahoria de buscar el bien común acompañada del garrote.

Su primer laboratorio fue Chile. Instituirlo implicó un sangriento golpe militar (1973); le siguió Inglaterra, donde apoyando a Margaret Thatcher (1979), que destruyó el sindicalismo; después, en casa, colocaron a un pelele en la presidencia, Ronald Reagan (era actor) y, en México impusieron al banquero Miguel De la Madrid (1982-88). En ninguno de los países mencionados se generó una sociedad próspera, libre, democrática ni segura con su modelo, pues, este resultó un total fiasco. En los Estados donde se aplicó radicalmente, el atraso social, los fraudes electorales, el crimen, la pérdida de valores y el rompimiento del tejido, sentaron sus bases. Fue, eso sí, sumamente lucrativo para los inversionistas, para quienes el sistema continúa siendo exitoso. Como lo afirmó el premio nobel de economía (2001), Joseph Stiglitz: los capitalistas “Perfeccionan habilidades para quitarle el dinero a la gente sin contribuir al progreso social. Crean riqueza arriba pero también crean miseria abajo. Cambiar eso implicaría el suicidio dado que la esencia del Sistema es esa: apropiarse de la riqueza social. Actualmente, no obstante que sus promotores son ya dueños de bosques, minas, recurso energéticos, playas, infraestructura, industrias, bancos, etcétera, la tasa de acumulación de capital sigue en declive. Demasiada depredación, pobreza e inequidad, finalmente, afectan las ganancias.

De eso se percató la élite de Davos (lugar de placer dónde se reúnen anualmente los beneficiarios del modelo; Salinas, Slim y Zedillo incluidos). Allí se expresan autocríticas y derraman una que otra lágrima de cocodrilo por el daño causado al Mundo. Nada de aceptar culpas o enmendar el camino. Actualmente continúan manteniendo la economía en recesión económica permanente y el planeta al borde del colapso por la sobre-explotación depredadora que le impusieron.

El Gran Reinicio

De todo echan mano para lavarse la cara. Esa es la función, por ejemplo, del economista Klaus Schwab, fundador (1971) del Foro Económico Mundial. En 1973, este señor, junto con la Organización Internacional para la Cooperación Público-Privada diseñó el plan de rescate del Capitalismo. En ese mismo año perfiló su seudoteoría “Stakeholder Capitalism” (de las partes interesadas), afinada en 1979. También escribió el libro “Covid-19, El Gran Reinicio” (2020) donde reporta que la pandemia exhibió la insostenibilidad del antiguo sistema y advirtió que el quebranto de la cohesión social, la falta de igualdad de oportunidades y la  exclusión, “podrían acarrear la desintegración social y el colapso político”. Al respecto, su fiel aliado Antonio Guterres (Secretario General de la ONU), el 3 de junio 2020, expresó: “El Gran Reinicio es un reconocimiento de que esta tragedia humana debe ser una llamada de atención. Debemos construir economías y sociedades más equitativas

Obviamente el Gran Reinicio significa “borrón y cuenta nueva”. Puesto en marcha en 2015 con la agenda 2030, su propósito es reconfigurar el sistema sin reconocer que el problema de fondo es el Capitalismo, como lo hizo alguna vez el astrofísico inglés Stephen Hawking. Sólo lo reacomodan a las nuevas condiciones que imponen al mundo la 4ª revolución industrial, el calentamiento global y la disminución de reservas de combustibles fósiles. Gracias a ese garlito pretenden seguir sustituyendo gobierno por gerentes de sus negocios y globalizar el recetario del Consenso de Washington (1989), contando con la complicidad de los organismos internacionales (BM, OMS, FMI, OCDE, ONU…), comandados por el Departamento del Tesoro Norteamericano. Este año (2022), designaron a sus nuevos chivos expiatorios: la pandemia, la guerra en Ucrania, la recesión económica y el cambio climático.

Agenda 2030.

La propuesta para “humanizar” el capitalismo se formalizó en la ONU el 2015.  Allí se presentó la “Agenda para el Desarrollo Sostenible” con el propósito de poner fin a la pobreza, proteger el planeta y mejorar las vidas de las personas en 15 años. Evidentemente, dicha propuesta, provino de ¡los mismos verdugos! y aunque fue aprobada por unanimidad no todas las naciones la firmaron. Quienes sí lo hicieron, se obligaron a cumplir los 17 Objetivos de Desarrollo Sustentable (ODS) contemplados. Al ser Enrique Peña Nieto uno de los signatarios del documento, tales Objetivos (combatir la pobreza, cero hambre, salud y bienestar, educación de calidad, igualdad de género, reducción de las desigualdades, etc.) fueron incorporados al Proyecto Alternativo de Nación de AMLO. Tatiana Clouthier mencionó, como un motivo de su renuncia, bloqueos a la Secretaría de Economía para cumplir con la Agenda. (https://www.un.org/sustainabledevelopment/es/development-agenda/).

Stakeholder Capitalism.

Ahora vuelven a pregonar que existen tres tipos de capitalismo (¿malo, malísimo y pésimo?): el de las partes interesadas (stakeholder capitalism), el de Estado y el de accionistas. La meta del tercero es aumentar los beneficios a los inversionistas. En el segundo, la rectoría de la economía recae en el Estado. El nombre del primero lo acuñó Schwab desde 1973 cuando logró convocar a 1000 compañías a las cuales, expropiando el término “Estado de Bienestar” después pidió procurar, además de su ganancias, beneficios ambientales, sociales, pagar impuestos, cero tolerancia a la corrupción, servir a sus clientes, respetar la competencia y los derechos humanos. Reunidas de nueva cuenta el 24 de septiembre de 2020, las trasnacionales dieron otro empujón a la Agenda 2030. Gustosos, el príncipe de Gales, socios de las grandes empresas telefónicas, cerveceras, farmacéuticas, alimentaria, financieras, petroleras (Ignacio Galán de Iberdrola), automovilísticas, embotelladoras (CocoCola)…, y la fundación Schwab ratificaron el acuerdo.

¿Cómo les va…?

El modelo continúa produciendo escombros. Es eficientísimo arrasando con todo lo que tenga valor; quiebra gobiernos incapacitándolos para recuperar su soberanía en la conducción y diseño de sus políticas. Kármicamente la avaricia de las corporaciones convoca el apocalipsis hasta en su lugar de origen. El mismo gobierno yanqui se hunde con el descomunal endeudamiento ocasionado por  privilegiar a los insaciables y voraces “machuchones”. De una deuda total de 31 billones de dólares, 24 billones pertenecen a los corporativos (Dpto. del Tesoro). Esa es una de las razones del porqué los yanquis no pueden estar sin guerras, las necesitan como el aire que respiran.

¿Cambio o extinción?

Es necesario aclarar que  lo bueno de los ODS es irrefutable; lo nefasto es que, al quedar bajo el control de los codiciosos, nunca se cumplirán y perpetúan la re-victimización y marginación de los afectados. La única salida es la caída del sistema neoliberal. Es eso o el apocalipsis. Lo que venga lo construirán los rebeldes a la cultura del híper-individualismo, superficialidad y el consumismo irracional. Esa es la esperanza que anima a los europeos a sublevarse contra sus gobiernos títeres. Dos cosas son ya imparables: la desglobalización política-económica y la multipolaridad.

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La importancia del lenguaje en la educación preescolar


Por:  Federico Arroyo Solorio
DOCENTE DE LA ESCUELA NOMAL PARA EDUCADORAS DE MORELIA, MICHOACÁN

RESUMEN

Actualmente el lenguaje ha adquirido mayor atención en la sociedad, de modo que en el ámbito educativo también ha recibido un gran impulso; aunque la psicología ha empezado tardíamente a fijarse en éste como función psíquica. Sin embargo, estudios recientes han mostrado que en la actualidad es posible afirmar que las relaciones entre el pensamiento y el lenguaje, en un individuo normal, son las más importantes de su vida psíquica. Que a pesar de que en un inicio el lenguaje en su desarrollo no es muy espectacular, en el primer año de vida se sientan las bases para su universo lingüístico e intelectual, que permitirá desde ese momento, sorprendentes y constantes adquisiciones. En este sentido, en el presente

escrito se pretende abordar la importancia del lenguaje y se relación con el desarrollo del pensamiento; la parte que involucra a la educación preescolar en tanto se considera como parte que va a desarrollar y potenciar estas competencias en el preescolar.

 

Es necesario mencionar que los aprendizajes en un niño recién nacido, que se propician a través de los sentidos, se estimulan fundamentalmente con la afectividad que recibe de su entorno familiar y que el  lenguaje, entendido como expresión y comunicación, es el conducto adecuado para propiciarlos.   Son pues, la estimulación familiar y la contribución del adulto, aspectos fundamentales para un buen desarrollo del lenguaje; el cual también requiere de condiciones adecuadas en cuanto a dificultades ocasionadas por algún trastorno como resultado de una enfermedad,  cuestiones congénitas, adquiridas o físicas; situaciones que

 

Principalmente, pueden ser detectadas después de los tres años, edad que comprende el nivel de educación preescolar.

 

 

La edad preescolar se considera, como se ha mencionado, a partir de los tres años y hasta cumplir los seis, propuesta para  tres grados; en su primer ciclo, aproximadamente tres años de edad, se puede decir que en promedio, un niño habla 900 palabras, transitando a un momento en el que no solo adquiere palabras nuevas, sino que las usa, de manera importante, comienzan a aparecer oraciones breves.  Paralelamente al desarrollo lingüístico tienen lugar el desarrollo de la función simbólica, de las imágenes psíquicas y de la capacidad de representación mental; sobre estos fundamentos se empieza a edificar el pensamiento del individuo. El lenguaje como comunicación con otras personas obliga a utilizar cuestiones temporales y esta interiorización de las palabras, en este caso, conjugadas, provoca el pensamiento que se rige sobre el lenguaje interior y el sistema de signos, permitiéndole al niño poder estructurar el mundo de las imágenes internas. Si el pensamiento nace cuando aparece el lenguaje y la palabra sustituye  los hechos y a las cosas, se aclara que de no haber lenguaje sonoro, el individuo recurre a otros recursos para el desarrollo de su pensamiento. Así las relaciones del niño con las cosas y las personas, antes basadas en los intercambios sensoriales, se trasladan al mundo simbólico que el lenguaje ha hecho posible.

 

Entre los tres y cuatro años de edad, el niño empieza a ser capaz, por primera vez, de expresar verbalmente sus ideas con suficiente claridad; la curiosidad e interés por las cosas y las personas, son superados por  su capacidad efectiva para analizarlas y organizarlas; aparecen estructuras gramaticales correctamente organizadas y construcciones que demuestran capacidad para asimilar y generalizar, de modo que el niño recibe el lenguaje como un juguete nuevo, lo utiliza constantemente para ejercer la facultad de razonar, con la frecuente impaciencia del adulto ante su aparente repetición sin sentido; se debe puntualizar que el pensamiento supone una interiorización del lenguaje, por lo que dicho razonamiento mental discurre más veloz que el razonamiento hablado, de ahí que frecuentemente demuestre que sabe, pero que no se puede expresar.

 

El niño de tres años, según los cuatro estadios del desarrollo cognitivo infantil, establecidos por Piaget, permanece aún en la fase preconceptual, cuyas características son tres: la construcción de símbolos, la utilización del lenguaje y la aparición de juegos simbólicos o de simulacro.   Así la capacidad interna de los símbolos y las imágenes psíquicas han de ir evolucionando a lo largo de los siguientes doce meses; a partir de este momento no estará subordinado a las acciones que le unen a los objetos reales, sino que podrá pensar sobre las cosas y las actividades, o sea manejarlos mentalmente sin necesidad de ejecutar físicamente una acción.  Pero esta madurez es aparente y poco real, todavía es un ser dependiente de la madre y no ha salido de la primera niñez; en muchos de los casos, podemos decir al respecto, que esta dependencia frecuentemente se ve emparentada con sobreprotección y subestimación que se manifiesta cuando la madre o el adulto se comunica con el niño utilizando su mismo imperfecto lenguaje infantil, lo cual es un error, porque confunde la pronunciación correcta de las palabras en los pequeños; también podemos decir que a esta edad preescolar, el aprendizaje de una lengua distinta al idioma nativo es más fácil en el niño que en el adulto.

 

Por otro lado, la formación de educadores tiene como propósitos conocer los procesos a través de los cuales los niños adquieren y desenvuelven progresivamente sus capacidades de comunicación por medio del lenguaje y desarrollen actitudes y recursos que les permitan comunicarse con fluidez con los niños, para estimular el avance de las competencias lingüísticas de los alumnos de educación preescolar; en este entendido, le corresponde a la educación preescolar, el desenvolvimiento de las capacidades del niño como hablante; de este modo los  docentes fomentan en los niños actitudes y habilidades para escuchar con atención a quien habla, para dialogar con sus compañeros o con el maestro, para descubrir objetos, personas y situaciones cotidianas, etc. que los niños desarrollen la confianza, la naturalidad y la motivación que caracterizan una comunicación fluida; de la misma manera se propone que los docentes familiaricen al niño con la palabra escrita, a través de nociones primarias de la “prelectura”.

 

El abordar los temas relacionados con el diagnóstico sobre la adquisición y desenvolvimiento del lenguaje, se considera importante, entre otras cosas, tomar en cuenta las condiciones del contexto sobre el desarrollo del lenguaje, así como el planteamiento de problemas o situaciones que lleven a reflexionar y a explicar las condiciones de las competencias comunicativas en los niños. Se reconoce que el trabajo colectivo, sólo cumple su función formativa   si se basa en un trabajo individual responsable; es recomendable realizar actividades para observar y obtener información no solo en el ámbito escolar, sino también en lo familiar y el entorno social.

 

Algunas actividades que se puntualizan, son las relacionadas con la organización que requiere la indagación primeramente sobre la capacidad del lenguaje humano; posteriormente observar y registrar el lenguaje de niños entre tres y veinticuatro meses de edad, como una forma de iniciar y realizar lo mismo con niños de 2 a 3 años y de 3 a 5 años en diferentes momentos; de tal manera que permita observar el apoyo o estímulo que se recibe de los padres y del contexto en la adquisición del lenguaje en el niño  a partir del análisis secuencial de los cuatro campos fundamentales del desarrollo de la capacidad lingüística, como lo son  el fonológico, el léxico-semántico, sintáctico-morfológico y el pragmático. Lo anterior requiere del uso de recursos e instrumentos cuidadosamente diseñados para registrar y analizar el habla, dichas actividades comprenden los niveles individual, por equipo y posteriormente grupal.

 

Los registros obtenidos se sugiere que se  contrastan con autores que se manejan con distinto enfoque sobre el desarrollo del lenguaje infantil. La relación entre el lenguaje y el pensamiento. En todo momento se recomienda  una actitud abierta y la disposición de revisar y actualizar sus conocimientos, mediante la lectura crítica y comprensiva de  diferentes textos, la sistematización de estos conocimientos en la elaboración de síntesis, registros y otras actividades similares. Otra consideración importante para analizar, es la participación de la educadora, de su lenguaje en relación con los alumnos y su importancia en la socialización del mismo.

 

Finalmente, podemos decir que se desea ofrecer al lector una forma de conocer y dimensionar la importancia social del lenguaje y la atención que éste puede recibir, asimismo la importancia del análisis, para comprender la repercusión  a nivel psíquico. De esta manera, entender la forma  como se  pretende desenvolver e impulsar el lenguaje, y contribuir al desarrollo armónico de las habilidades del niño; como se sugiere, para trabajar, tanto como algunas actividades consideradas necesarias para la comprensión y diseño de estrategias didácticas con la finalidad de contribuir al desarrollo de las competencias  lingüísticas en el niño.

 

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Fuente: El Autor escribe para el Portal Otras Voces en Educación

 

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El sendero ascendente de la rebeldía

POR: REINALDO ITURRIZA
El aumento de la movilización popular durante este 2022 parece demostrar que mucho más intolerable que las privaciones materiales y espirituales, resulta un relato oficial que sugiere la existencia de un “milagro económico”

“Pero nadie deberá hacer nunca sus propias paces con la pobreza, si esta, cual gigantesca sombra, se abatiera sobre su pueblo y su casa. Tendrá entonces que mantener sus sentidos muy despiertos frente a cualquier humillación que le toque en suerte, y someterlos a una disciplina hasta que sus sufrimientos hayan abierto no ya el abrupto camino de la aflicción, que lleva cuesta abajo, sino el sendero ascendente de la rebeldía”

Walter Benjamin, Dirección única I

Promediando la década de los 20 del siglo pasado, muy fresco el recuerdo de la hiperinflación que azotara a la República de Weimar entre 1921 y 1923, Walter Benjamin escribía a propósito de cierta percepción de “catástrofe inminente” prevaleciente en el seno de la burguesía alemana. Esta se expresaba a través de una de esas “frases hechas que revelan a diario la forma de vida del burgués alemán”: «esto no puede seguir así».

Esta percepción de profunda “inestabilidad”, apuntaba Benjamin, respondía al hecho de que, a diferencia de lo que había ocurrido durante los años previos a la Primera Guerra Mundial, sus intereses de clase estaban siendo afectados: “Como la relativa estabilización de los años anteriores a la guerra le favorecía, se cree obligado a considerar inestable cualquier situación que lo desposea”.

Pero lo central en Benjamin es el planteo de que, con frecuencia, la “estabilización” económica condena a la desposesión a enormes contingentes humanos: “las situaciones estables no tienen por qué ser, ni ahora ni nunca, situaciones agradables, y ya antes de la guerra había estratos para los que las situaciones de estabilidad no eran sino miseria estabilizada”.

Es preciso recordarlo: rara vez el “humor” burgués coincide con el de las clases populares.

II.

¿Qué sabemos del origen de la frase «Venezuela se arregló», recurrida de manera muy frecuente hoy día, y qué puede revelarnos su uso?

Cualquiera que indague más o menos a fondo se encontrará con dos grandes sorpresas: en primer lugar, que esta comienza a emplearse mayoritariamente no en el propio país, sino en el exterior; y en segundo lugar, que su uso está directamente relacionado con una cierta actitud de distancia crítica respecto de la instrumentalización del tema Venezuela por parte de los medios del establishment en países como España, Colombia, Argentina y Chile, casi siempre en coyunturas electorales y buscando favorecer a fuerzas políticas conservadoras.

Es lo que se desprende de una revisión en la red social Twitter, que sirve aquí como una referencia parcial y aproximada, pero bastante ilustrativa. En efecto, durante el trienio 2016/2018 la frase fue empleada alrededor de cincuenta veces. En casi la mitad de los casos su uso aludió expresamente, con tono irónico, a la súbita desaparición del tema Venezuela en los noticieros de los referidos países, inmediatamente después de celebrarse jornadas electorales, en marcado contraste con la sobreexposición del mismo tema en tiempos de campaña.

Esto cambiará lenta pero progresivamente a partir de 2019: entonces, la frase aparecerá referida tantas veces como durante el trienio anterior, comenzará a ser utilizada principalmente desde cuentas nacionales y, lo más importante, en lugar de reflejar una actitud crítica frente al relato hegemónico sobre la realidad venezolana, su uso irá dando cuenta de una actitud más bien cínica: en la mayoría de los casos se afirmará que «Venezuela se arregló» en tono sarcástico, a sabiendas de que es falso o, dicho correctamente, a partir de la convicción de que lo que se afirma es mentira.

Este filón cínico de la frase tiende a imponerse en coincidencia con, o más bien en respuesta a fenómenos de hondo calado social, como la dolarización de facto de la economía nacional, la liberación de precios, la masiva eliminación de aranceles para las importaciones, entre otros, que pronto se traducen, para parte de la población, en una percepción de mínima “normalización”, en tanto que, eventualmente, desde entonces es posible transar con una moneda fuerte, reaparecen los productos en los anaqueles, el mercado se ve inundado de productos importados y, al menos en teoría, se multiplican las posibilidades para el consumo suntuario. Todo lo cual en un contexto hiperinflacionario.

En principio, la frase «Venezuela se arregló» vendría a significar un desmentido de tal “normalización”. Incluso, en ocasiones puede identificarse la intención de cuestionar el carácter profundamente regresivo de las políticas orientadas a controlar la hiperinflación y “estabilizar” la economía. Pero no es esto lo que predomina. En general vaciado de sentido crítico, su uso tiende a asociarse a una renuncia manifiesta a intentar comprender lo que está ocurriendo.

A decir verdad, esta actitud cínica es en buena medida la resultante de tiempos confusos, en los que resulta cada vez más cuesta arriba concluir que siguen en disputa dos proyectos antagónicos de sociedad. Las fronteras programáticas se han difuminado. En la noche de la revolución bolivariana, todos los gatos son pardos. El oficialismo ha adoptado una política económica que, de estar siendo aplicada por un gobierno antichavista, no solo la base social del chavismo, sino también parte importante de su actual dirigencia, denunciarían sin ambages como neoliberal. Mientras tanto, la dirigencia antichavista, fracturada y derrotada política y militarmente, se debate entre celebrar o rechazar públicamente la orientación general de una política económica con la que está fundamentalmente de acuerdo. La desorientación es la norma.

“A decir verdad, esta actitud cínica es en buena medida la resultante de tiempos confusos, en los que resulta cada vez más cuesta arriba concluir que siguen en disputa dos proyectos antagónicos de sociedad. Las fronteras programáticas se han difuminado”

De allí el carácter ambivalente de una frase que perfectamente pudiera formar parte del repertorio del discurso autodenigratorio, característico del antichavismo («Venezuela no tiene arreglo»), pero que también pudiera tributar a un sentido común potencialmente subversivo («Si se arregló para una minoría, Venezuela no se arregló»).

Este carácter ambivalente se reforzará a partir de 2021, con motivo de la viralización de la frase. De apenas seis menciones en abril pasará a casi el centenar durante el mes de mayo. Ese será el punto de inflexión. A partir de entonces el incremento será exponencial: más de quinientas menciones en agosto, más de mil quinientas en septiembre, más de dos mil en diciembre.

¿Qué puede explicar semejante comportamiento? ¿Qué ocurre durante 2021? Me parece que dos cosas, fundamentalmente: en primer lugar, que se afianza la “normalización” todavía en ciernes en 2019. Este afianzamiento trae consigo la percepción de que los fenómenos previamente mencionados, a saber, dolarización, reabastecimiento, productos importados por doquier, la multiplicación de bodegones, la reapertura de bingos y casinos, etc., han llegado para quedarse. En segundo lugar, las medidas de política económica dirigidas a controlar la hiperinflación comienzan a dar resultados: la inflación se mantiene por debajo del 50% durante doce meses consecutivos e incluso llega a ubicarse por debajo del 10% entre septiembre y diciembre.

Ambas circunstancias, una economía que camina a paso seguro hacia la “normalización” y la derrota de la hiperinflación, permiten comprender no solo el optimismo rebosante del oficialismo, sino el hecho de que decidiera disputar el significado de la frase «Venezuela se arregló», a veces de manera explícita, casi siempre de manera implícita, a través de un relato abundante en referencias a la “recuperación económica” y tópicos similares.

Es mi hipótesis que esa decisión del oficialismo de disputar el significado de la frase, sumado a la respuesta que eso generó en un auditorio en buena media propenso al cinismo, y en menor medida inclinado a adoptar posturas más críticas, es lo que explica la viralización de la expresión.

III.

Más allá de la burguesía y sus “frases hechas”, señalaba Walter Benjamin, el detalle está en que esa “estabilización” que le beneficia en tanto clase, suele perjudicar a la clase trabajadora. De nuevo, una economía en vías de “estabilización” bien puede significar “miseria estabilizada” para las mayorías.

Puede ser debatible si la expresión “miseria estabilizada” sirve para describir la actual situación venezolana. Lo que no puede discutirse es que la pobreza, la miseria y la desigualdad han aumentado significativamente a partir de 2014; pero además, y a mi juicio esto es lo más importante, difícilmente pueda argumentarse que la política económica gubernamental apunta en la dirección de revertir esta situación. De hecho, podría afirmarse que sucede todo lo contrario.

El aumento de la movilización popular, y más específicamente de sindicatos, docentes, pensionados, jubilados, trabajadores de la administración pública, etc., durante este 2022, parece demostrar que mucho más intolerable que las mismas privaciones materiales y espirituales, resulta un relato oficial que, ciertamente amparado en cifras oficiales, sugiere la existencia de un “milagro económico”. Evidencia de esto último sería el crecimiento de la economía durante cuatro trimestres consecutivos, a partir del tercer trimestre de 2021, en un promedio superior al 17%.

Pero si lo anterior puede ser traducido por el discurso oficial como la señal de un “milagro”, ¿Cómo habría que nombrar el hecho de que entre el 15 de marzo y el 20 de septiembre de 2022, es decir, en el brevísimo período de seis meses, el salario mínimo integral haya pasado de valer 39,95 dólares a 21,77 dólares? De igual forma, ¿Cómo habría que nombrar la modificación regresiva de las tablas salariales o la detención arbitraria de trabajadores que han denunciado graves casos de corrupción?

La persistente movilización de la clase trabajadora ha sido posible a pesar de los chantajes y las presiones del oficialismo, y de la muy evidente intención de algunos actores vinculados al antichavismo de pescar en río revuelto. Unos y otros han sido mantenidos a raya. Pero quizá lo más significativo de esta movilización es que podría estar anunciando tiempos en los que el cinismo, a la postre funcional a la preservación del estado de cosas, pierda terreno frente a posturas más críticas y beligerantes.

Para decirlo con Walter Benjamin, en lugar de hacer las paces con la pobreza, se trata de aguzar los sentidos, adormilados tras años de humillaciones y privaciones, y retomar el sendero ascendente de la rebeldía. Irónicamente, puede que un relato oficial desmesuradamente optimista, cuando las mayorías populares la están pasando realmente mal, haya contribuido decisivamente a espuelear la dignidad popular. Es sabido que, lo mismo que obra “milagros”, Dios actúa de formas misteriosas.

Fuente de la información e imagen: https://www.alai.info/

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Problemas del Sistema Educativo Nacional 2021

Por: Juan Carlos Miranda Arroyo

«La privatización de la educación tiene su más clara expresión en la educación superior en México»

La Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (MejorEdu), organismo público descentralizado, no sectorizado, del gobierno federal, dio a conocer hace unos meses el documento denominado “Indicadores Nacionales de la Mejora Continua de la Educación en México. Edición 2021: Cifras del ciclo escolar 2019-2020. Principales hallazgos”.

Aunque los datos que nos proporciona este documento oficial no constituyen información que dé cuenta de problemas nuevos en el sistema educativo nacional (SEN), es interesante ir a ellos y comentar una muestra de las cifras dadas a conocer sobre hechos o procesos educativos recientes, a efecto de contextualizarlos en el ámbito de las políticas públicas educativas del actual gobierno federal.

Tamaño del “sistema” según la población atendida

“Durante el ciclo escolar 2019-2020 el sistema educativo mexicano les proporcionó servicios a 38 millones 108 mil 096 estudiantes en las modalidades escolarizada, no escolarizada y mixta, cifra que representa una tercera parte de la población total del país y que hace del SEN el tercero más grande del continente americano. Del total nacional, 37 millones 23 mil 218 estaban matriculados en las modalidades escolarizada y mixta, y fueron atendidos por 2 millones 20 mil 605 docentes en 259 mil 022 escuelas planteles.” (p. 11)

Cabe recordar que durante el ciclo escolar 2019-2020 se inició el confinamiento y la suspensión de clases debido a la crisis sanitaria causada por la pandemia de la enfermedad Covid (marzo, 2020). Ese referente cronológico y estadístico representa un punto de partida para evaluar y dar seguimiento a los problemas agravados de desafiliación de estudiantes del sistema escolar, sobre todo en los niveles de educación básica y media superior (educación obligatoria).

Sostenimiento de las escuelas: cifras actuales

“El SEN es predominantemente de sostenimiento público: 84% de los estudiantes de las modalidades escolarizada y mixta asiste a escuelas o planteles cuyas gestión y operación son financiadas mediante recursos del gobierno. Sin embargo, con la excepción de educación inicial –donde 57% de sus estudiantes estaba inscrito en centros de sostenimiento privado–, se advierte que la participación del sector privado es mayor conforme se avanza en los tipos educativos: en Educación Básica 11.4% de los estudiantes acudió a escuelas privadas; en EMS el porcentaje llega a 18.1%, y en superior alcanza el máximo de participación, con 35.7%.” (p. 12)

Estos datos dan sustento a la hipótesis que hemos sostenido desde hace algunos años, en el sentido de que la tendencia gradual de privatización de la educación tiene su más clara expresión en la educación superior en México. Eso significa que durante los últimos 20 años cada vez hay menores oportunidades para las/los jóvenes de matricularse en las instituciones de educación superior públicas.

Estudiantes indígenas. Graves rezagos.

Evolución de la matrícula y problemas de cobertura en preescolar

“La población del grupo de edad de 3 a 5 años, en edad idónea para cursar preescolar, tuvo una tasa de crecimiento nula entre 2010 y 2020. Al mismo tiempo, la matrícula aumentó sólo en 0.2% promedio anual entre los ciclos mencionados, por lo que las cifras guardan cierta congruencia. Sin embargo, debido a la baja cobertura que registra el nivel de preescolar, no se explica el hecho de que el crecimiento en la matrícula sea mínimo. Tal problema se relaciona con la disponibilidad de infraestructura y de personal docente, lo que demuestra la importancia de la planeación de los servicios de educación preescolar, pero también de educación inicial.” (pp. 12-13)

El problema de la falta de cobertura nacional de la educación preescolar se agudiza específicamente en el rango de edad de 3-4 años (primer grado del nivel), pues según cifras dadas a conocer en 2018 por la propia SEP alrededor del 50 por ciento de las niñas y los niños ubicados en ese rango edad se encontraba matriculado. Una nación como la nuestra no debe perder la oportunidad de lograr que la educación preescolar sea de cobertura universal.

Problemas en el esquema escolar multigrado

“Durante el ciclo escolar 2019-2020 las escuelas multigrado representaban 37.5% de los preescolares, 41.8% de las primarias y 33.1% del total de las telesecundarias y secundarias comunitarias e indígenas. En preescolares unitarios estaban inscritos 450 mil 383 estudiantes, lo que representa 9.7% del total en este nivel, sin contar a los preescolares matriculados en los Cendi. En primarias los estudiantes matriculados en escuelas multigrado representaron 8.6% del total, y de los inscritos en telesecundarias, secundarias indígenas y comunitarias, poco más de 10% asistía a centros educativos con este tipo de organización. Los docentes que laboraban en centros escolares de organización multigrado representaron 14% del total en preescolar, 12% en primaria y 13.9% en telesecundarias, secundarias comunitarias e indígenas.” (p. 14)

Esto significa que se registra una alta cantidad de escuelas públicas multigrado en el país, pero su población es escasa tanto en cantidad de docentes como de estudiantes. La mayor población escolar del país, en educación básica, se concentra en las cabeceras municipales y zonas de marginación media o baja, misma que es atendida en el formato de escuelas de organización completa.

Si a través de las políticas públicas educativas se da más y mejor atención (con recursos humanos, materiales y financieros) a las escuelas de organización completa, las escuelas multigrado continuarán en el abandono, con problemas formativos y en situaciones adversas para sus estudiantes en términos del logro académico (generalmente medido a través de pruebas estandarizadas).

Ubicadas en zonas de alta marginación social, las escuelas de organización multigrado representan los más altos índices de desigualdad social y educativa existentes en el país.

Los pendientes del derecho pleno a la educación y datos de rezago

“La existencia de población en edad escolar fuera del sistema educativo, ya sea porque no puede asistir o porque nunca se matriculó, es un indicativo de que el derecho a la educación no se ha garantizado para todas y todos. En 2020 alrededor de 5.7 millones de NNAJ de entre 3 y 17 años se encontraban fuera de la escuela. Éstos constituían 17.5% de la población en ese rango de edad. Si además se incluye al grupo de 18 a 24 años, en edad típica de asistir a la educación superior, el monto se incrementa considerablemente, ya que, únicamente en este grupo de edad, el porcentaje que no asiste es de 67.5%.” (p. 14)

Problemas acentuados de cobertura en educación preescolar y media superior “Para la población de 3 a 5 años, el porcentaje de no asistencia a la escuela es de 37.9%, el más alto entre los grupos con edad para asistir a educación obligatoria; para la que tiene de 6 a 11 años la no asistencia representa 5.5%; en la de 12 a 14 años, 10.3%, y entre aquellos en edad típica para asistir a la media superior (15 a 17 años), el porcentaje fue de 28.2%.” (pp. 14-15)

El galopante rezago educativo

La definición generalmente aceptada del rezago educativo es la siguiente: Personas mayores de 15 años de edad o más que no han concluido o no han iniciado la educación básica. “Aunque la mayor parte de las y los niños de 6 a 11 años asiste a la escuela, a partir de los 12 años el porcentaje de población que no asiste tiende a aumentar considerablemente, pues alcanza 22% en los 15 años y 33.8% en los 17.” (p. 15)

Alumnos de la Universidad Aguascalientes

Avances en matriculación oportuna

“En el ciclo escolar 2019-2020 la tasa de matriculación oportuna fue de 97.2% en educación primaria, de 92.8% en secundaria y de 77.8% en EMS. En comparación con los valores que tomó el indicador 9 años antes (2010-2011), se observa una mejoría en la matriculación oportuna para los tres niveles educativos: en educación primaria el incremento fue de 1.5 puntos porcentuales, en secundaria de 12.4 y en la EMS de 15.1 puntos. La proporción de mujeres que ingresa a cada uno de los niveles educativos en las edades idóneas es mayor que la de hombres; además, conforme se avanza entre los niveles educativos, la diferencia entre ambos sexos tiende a ser más grande, lo que sugiere que las mujeres experimentan en menor medida que los hombres la reprobación o la suspensión temporal de sus estudios.” (p. 17)

Docentes con funciones directivas, sin descarga de grupo

“La importante presencia de directivos con grupo en las escuelas públicas de educación básica también es una característica constante. Si bien se observa una reducción de 1505 agentes con esta doble función docente y directiva entre los ciclos escolares 2018-2019 y 2019-2020, al pasar de 84 mil 033 a 82 mil 528 directivos con grupo, no se espera que estos agentes tiendan a desaparecer, debido a que, si bien una parte de ellos puede ser relevada de la doble función al completar las plantillas de directivos y docentes en las escuelas donde falta un recurso humano, las circunstancias de otro conjunto de ellos están ligadas a la existencia de escuelas de organización multigrado, donde alguno de los docentes debe asumir la función directiva. Cabe señalar que las escuelas multigrado atienden mayormente a comunidades pequeñas y lejanas, las cuales se encuentran dispersas en todo el territorio nacional. Respecto al total de los registrados en el Formato 911, los directivos con grupo de las escuelas públicas representan a 62.3% de los de preescolar, 48.2% de los de primaria y 39.5% de los de secundaria.” (p. 21)

La existencia de docentes con funciones directivas, sin descarga de grupo, es un factor estructural del sistema educativo nacional que tiene efectos adversos en la formación integral de niñas, niños y jóvenes, así como en la gestión educativa, que demanda de la profesionalización de directivos en la escuela pública.

Fuente de la información e imagen: https://www.sdpnoticias.com

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Una duda asalta al mundo: ¿Se planifica la pobreza? ¿Por qué y para qué?

Por: José Yorg

“No se trata sólo de vencer el hambre, ni siquiera de hacer retroceder la pobreza. El combate contra la miseria, urgente y necesario, es insuficiente. Se trata de construir un mundo donde todo hombre, sin excepción de raza, religión o nacionalidad, pueda vivir una vida plenamente humana (…), un mundo donde la libertad no sea una palabra vacía”. Pablo VI, Populorum progressio.

“La economía actual no es sólo un arte de establecer empresas rentables, sino una ciencia capaz de enseñar los métodos para promover una mejor distribución del bienestar colectivo”. Josué de Castro.

“Denuncié el hambre como un flagelo fabricado por hombres contra otros hombres”. Josué de Castro.

El XI Singescoop – Simposio Nacional de Gestión Cooperativa y el 4° Foro Cooperativo Singescoop tienen como tema “El papel del cooperativismo frente a la pobreza y la desigualdad social”, la educación cooperativa con miras a la construcción del conocimiento a través de la integración de estudiantes, investigadores, profesores y profesionales, promovida por el Curso de Gestión Cooperativa y por Cespol – Cooperativa-Escola dos Estudantes do Colégio Politécnico da UFSM del Brasil.

Hemos aceptado la invitación a participar del evento que se realizará de manera virtual y tiene como objetivo profundizar las discusiones académicas y profesionales en el mundo cooperativo, buscando integrar el universo académico con los cooperativistas.

Presentamos nuestro trabajo que se denomina “Restaurar el aspecto político del cooperativismo en la Gobernanza, Gestión y educación cooperativa”, naturalmente que por razones de protocolo académico no podemos publicar el contenido del Resumen ampliado, sin embargo, podemos referirnos a aspectos del mismo y reflexionar sobre la esencia del lema del encuentro: “El papel del cooperativismo frente a la pobreza y la desigualdad social” y su vinculación con nuestro trabajo, sin alterar su esencia.

Entendemos firmemente que pensar en el papel del cooperativismo frente a la pobreza y la desigualdad social implica una toma de decisión política y su correspondiente acción a favor de una lucha contra ese flagelo social y económico humano. Frente a la pobreza y la desigualdad el cooperativismo tiene mucho que decir.

Precisamente, el cooperativismo surge en el siglo XIX en la Inglaterra industrial como expresión de esperanza de un mejor mundo, fue un acto contestatario profundo, una reacción contra las consecuencias nefastas de aquel capitalismo industrial para la clase trabajadora, el campesinado y pequeños comerciantes.

Hoy, en pleno Siglo XXI, en la era del capitalismo financiero, de la ciencia y tecnología más avanzada, del conocimiento y de la comunicación, la pobreza, la desigualdad y el infortunio de millones de seres de carne y huesos se ha incrementado y la única respuesta de los decisores políticos es poner en marcha el reinicio o reseteo del capitalismo.

Pobreza significa poca alimentación, es decir, hambrunas sociales, prematuras enfermedades como raquitismo, baja o nula educación, vivienda precaria e insalubre, sin agua potable, etc., un destino marcado a la marginación humana, una injusticia social tremenda.

La Prof. Aimé Aminahuel, politóloga, en un artículo publicado en el medio comunicacional “El Diario”, con un intimidante título “La planificación de la desigualdad y la pobreza”,citando a la investigadora argentina Verónica Gago (2014): “…en América Latina, principalmente en Chile y en Argentina, las dictaduras militares de la década de los setenta fueron el medio para instaurar un nuevo modelo económico y social que luego se implementaría en el mundo en la década de los ochenta: el neoliberalismo. En sus textos, hacen referencia al “laboratorio latinoamericano”, con datos estadísticos contundentes que dan muestra de una planificación de la desigualdad y la pobreza, o, dicho de otro modo, una planificación del incremento de las riquezas de una minoría privilegiada de empresarios y bancos”

Nos alerta finalmente Aimé Aminahuel  “…resulta necesario poner sobre la mesa el rol político del FMI en nuestra historia y el modelo económico y social que implementó la dictadura para gritar Nunca Más a la planificación de la desigualdad y la pobreza”.

Lo hemos dicho hasta el cansancio, el cooperativismo economicista, burocrático y dogmático, ya no representan aquellos valores y principios cooperativos que conmovieron al mundo en cuanto a construir la República cooperativa.

A nosotros, impulsores del cooperativismo del Siglo XXI, el principio de “neutralidad política” ya no es una opción valedera, por el contrario, para nosotros llegó el momento de generar un movimiento político cooperativo que construya poder y por tanto, desde este lugar tenemos muchas coincidencias con el Partido Cooperativo de Gran Bretaña.

 El Partido Cooperativo y el Partido Laborista se enfrentarían a las crisis del país británico firmemente, en el interés colectivo con un Plan de Prosperidad Verde, un Fondo Nacional de Riqueza y eliminando las tasas comerciales y reemplazándolas por un sistema más justo.

“Nuestra visión-anotó la Diputada Reeves en un correo que nos envió- es una economía más fuerte, más verde y una sociedad más justa. Y sé que la mejor manera de lograrlo es trabajando juntos”. Respondimos que el cooperativismo nos une más allá de las fronteras ideológicas creadas para separarnos y debilitarnos, le invitamos a seguir  unidos e ir de la crisis a la cooperación.

Insistimos, la pobreza es ante todo un problema político y frente a ese problema político al cooperativismo no le cabe más que responder políticamente, y para que esa respuesta política cooperativa tenga la contundencia que puede y debe dar es necesario construir el poder político cooperativo, de otro modo, caerá el movimiento en pura abstracciones y buenas intenciones, emocionantes discursos, pero será inútil en la práctica.

¡En la fraternidad, un abrazo cooperativo!

Fotografía: Raul rodriguez

Fuente de la información: https://insurgenciamagisterial.com

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¿Interculturalidades?

Por: Noel Aguirre Ledezma

Fidel Tubino, Catherine Walsh y otros destacados investigadores de temas como cultura, colonialismo y otras de carácter societal, advierten que referirse e inclusive desarrollar acciones en el campo de la interculturalidad no siempre es inclusivo ni liberador, tampoco es garantía para solucionar la problemática que trae consigo. Señalan que existen un interculturalismo funcional y otro interculturalismo crítico claramente diferenciados en sus conceptos, enfoques, formas de llevar a la práctica y efectos. A propósito de ello, Tubino afirma: “Las diferencias entre el interculturalismo funcional y el interculturalismo crítico son sustantivas. El primero busca promover el diálogo intercultural sin tocar las causas de la injusticia cultural, mientras el segundo trata de suprimirlas… La asimetría social y la discriminación cultural hacen inviable el diálogo intercultural auténtico. No se la relaciona con asuntos socioeconómicos, de derechos o de ciudadanía”.

Para referirse a interculturalidad no basta definirse como pluriculturales y reconocer la diversidad cultural, menos que se considere un asunto únicamente vinculado a las lenguas, folklore y vestimenta. En términos teóricos, muchas veces, interculturalidad se reduce a “diálogo de diversos”, así se considera que solamente son necesarios mecanismos y arreglos políticos que posibiliten el entendimiento mutuo entre culturas y la gestión de esta diversidad; este concepto es claramente funcional, favorece a culturas que tienen predominio, niega que la diversidad expresa a su vez desigualdad y, fundamentalmente, desconoce la cosmovisión y concepción de vida que tienen los pueblos y/o naciones. Algo de eso ocurrió en el periodo neoliberal, cuando en julio de 1994 se promulgó la Ley 1565 de Reforma Educativa y que en su capítulo de bases y fines definió que la educación “es intercultural y bilingüe, porque asume la heterogeneidad socio cultural del país en un ambiente de respeto entre todos los bolivianos, hombres y mujeres”. A propósito de ello, al evaluar la aplicación de “esa interculturalidad y bilingüismo”, testimonios de pueblos indígenas señalaban: “a los aymaras nomás nos han enseñado aymara y a los de la ciudad nada”, “a título de textos bilingües solo han traducido los libros a nuestro idioma, de nuestra cosmovisión y cultura nada han respetado”, “cuando se refieren a interculturalidad solo se preocupan de la vestimenta y algunos bailes…”

Al haberse convertido interculturalidad en un término cada vez más común y hasta familiar, muchos “estudiosos” de la temática olvidan que su comprensión e interpretación varían desde los referentes que se tiene sobre la sociedad e historia. Es más, en muchas ocasiones, generalmente por razones políticas, estas múltiples comprensiones de interculturalidad fueron ignoradas de manera intencionada.

Desde una lectura crítica e indignada de la realidad, interculturalidad supone una disputa de cuál es la cosmovisión y cómo se concibe la vida y la relación ser humano- comunidad-madre tierra-cosmos entre un patrón civilizatorio occidental, capitalista, patriarcal y colonial en crisis y posiciones alternativas y antisistema, como es el caso del Vivir Bien, Buen Vivir y Vivir Sabroso. Asumiendo que en lo cultural somos diversos a la vez que desiguales, sin intraculturalidad no existe interculturalidad crítica, es necesario valorar nuestras culturas en sus concepciones, formas de vida, prácticas, saberes y conocimientos.

En esas circunstancias, intraculturalidad e interculturalidad, desde una mirada decolonial, también deben ser entendidas como un proyecto político, social, epistémico y ético de transformación estructural y sociohistórica que se inscriben en una lucha contra los poderes dominantes, en la valoración de lo nuestro y las relaciones equitativas entre lo propio y lo diferente.

En cuanto a la intraculturalidad e interculturalidad en el campo de la educación, entre otros aspectos, exige la creación de educaciones propias a nuestro contexto e historia para desde ahí desarrollar un proceso de diálogo con lo que se construye en el mundo; una formación integral que rebase la educación racionalista y cognitivista; el diseño y desarrollo de una educación para la vida que preserva todo ser vivo; la educación a lo largo y ancho de la vida; la complementariedad entre saber “científico e universal” con el “local, popular y comunitario” y la revalorización del territorio.

Noel Aguirre Ledezma es educador popular y pedagogo. Fue ministro de Planificación del Desarrollo y viceministro de Educación Alternativa y Especial.

Fuente de la información: https://www.la-razon.com

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