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Tendencias de la educación superior dominicana

Por: Alejandrina Germán

El próximo 13 de agosto se cumplen 16 años de la puesta en vigencia de la Ley 139-01 de Educación Superior, Ciencia y Tecnología, periodo en el que la República Dominicana ha logrado avances importantes en la calidad, la investigación científica en el fortalecimiento institucional y el crecimiento de la matrícula universitaria.

Hoy en día podemos afirmar que el sistema se ha consolidado, no obstante el tema de la calidad sigue siendo una materia pendiente en la región y, por tanto, en República Dominicana. Hay que precisar que la calidad es un propósito en construcción permanente en una sociedad en la cual el cambio está presente en cada acción que se emprende hacia el logro de una educación que responda a las demandas del presente y del futuro.

Como ejemplo de ese esfuerzo colectivo, diferentes actores y sectores de la sociedad dominicana hemos ido construyendo espacios, elaborando planes y proyectos, firmando acuerdos y aprobando legislaciones que garanticen la construcción de una educación superior cada vez de mayor calidad.

En el 2008 aprobamos tres Planes Decenales (2008/2018): el del Ministerio de Educación Superior, Ciencia y Tecnología, el del Ministerio de Educación y del Instituto Nacional de Formación Técnico Profesional. En el caso del MESCYT, además del Plan Decenal de Educación Superior, se elaboró también, el de Ciencia Tecnología e Innovación para de esa manera completar los dos ámbitos de acción del Ministerio. Estos planes fueron orientados por las tendencias que en ese momento marcaban el camino a seguir para lograr fortalecer el sector educativo.

Mientras que en el 2010 fue promulgada una nueva Constitución de la República, la cual establece en el artículo 63, el derecho a la educación. Precisa que el Estado debe velar por la calidad de la educación superior y financiará los centros y universidades públicos, de conformidad con lo que establezca la ley y que definirá políticas para promover e incentivar la investigación, la ciencia, la tecnología y la innovación que favorezcan el desarrollo sostenible, el bienestar humano, la competitividad, el fortalecimiento institucional y la preservación del medio ambiente, para lo cual apoyará a las empresas e instituciones privadas que inviertan a esos fines.

Actualmente está en ejecución la Estrategia Nacional de Desarrollo 2030, que incluye entre sus contenidos consolidar un sistema de educación superior de calidad, que responda a las necesidades del desarrollo de la Nación; actualizar el currículo de la educación superior para alcanzar estándares internacionales de calidad; establecer un sistema nacional de acreditación de profesores y carrera académica y crear una masa crítica de docentes-investigadores por medio de la formación de maestros y doctores en universidades de reconocida calidad mundial y la atracción de profesionales de alto nivel residentes en el exterior, con criterio de igualdad de oportunidades.

Plantea la necesidad de establecer un sistema nacional de acreditación de instituciones de educación superior, para asegurar un crecimiento ordenado y eficiente de la oferta de educación superior y garantizar su calidad, y promover la certificación de las competencias profesionales de los egresados de educación superior, entre otros aspectos.

Otra estrategia que se ejecuta en el país, en procura de lograr una educación de calidad, es el Pacto Nacional para la Reforma Educativa de República Dominicana, aprobada y firmada en el 2014 con la participación de los principales actores del sistema educativo dominicano, instituciones del gobierno central, el Consejo Económico y Social, partidos políticos, entre otros, con la presencia de expertos e invitados especiales en calidad de testigos, convocados por el señor Presidente de la República, Danilo Medina Sánchez.

También como país hemos firmado diversos tratados, convenios y acuerdos en esta materia.

Como podemos apreciar, en nuestro país contamos con un marco legal y de planificación adecuado y pertinente para lograr que el Sistema de Educación Superior responda eficazmente a las demandas del presente y del futuro.

El desafío consiste en continuar aunando esfuerzos para hacer realidad los compromisos asumidos, tanto a nivel nacional como internacional.

Fuente: http://elcaribe.com.do/2017/08/08/tendencias-la-educacion-superior-dominicana/

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Las mujeres en la Universidad española: algún dato curioso

Por: Juan Carlos Rodríguez

Es conocido que, por regla, general el rendimiento educativo de las mujeres es algo o bastante más elevado que el de los varones a lo largo de toda la enseñanza formal, lo que acaba manifestándose en que las primeras están, hoy, sobrerrepresentadas en la enseñanza universitaria. Su peso en este nivel educativo debería ser inferior al 50%, en correspondencia con su peso poblacional en las edades típicas de la enseñanza universitaria. Sin embargo, en España se sitúa en el 54% (y es todavía más elevado, un 58%, entre los titulados).

Alcanzar esa proporción ha supuesto un proceso de largo recorrido que se intensificó en los años sesenta y setenta, que moderó su ritmo en los noventa y primer lustro del siglo XXI y que en la actualidad parece estabilizado (véase gráfico).

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Se trata de un fenómeno generalizado en los países desarrollados, aunque esa estabilización se dé a distintos niveles (algo más altos, por ejemplo, en los países nórdicos) y pueda, incluso, observarse un retroceso (por ejemplo, por una mayor propensión de los varones a cursar estudios universitarios).

Al intentar entender si esa estabilización es común a todos los ámbitos del conocimiento o la investigación, he acudido a la clasificación de estudiantes según la rama de la enseñanza de la titulación que cursan. Grosso modo, la denominación de las áreas o ramas de enseñanza en las fuentes oficiales permite, aparentemente, trazar series continuas desde 1982 hasta hoy. He calculado el porcentaje de mujeres en cada rama y he elaborado con esos datos el siguiente gráfico.

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En apariencia, el peso de las mujeres estaría disminuyendo muy suavemente en los estudios técnicos y en las ciencias sociales y jurídicas, más acentuadamente en las artes y humanidades, y con más claridad en las ciencias de la salud y las ciencias (antes denominadas ciencias experimentales).

Me ha llamado la atención la notable caída en la rama de ciencias, de un máximo del 59% en 2003 hasta el actual 51%.

De nuevo, intentando entender qué podrían significar esas caídas, he comparado el porcentaje de mujeres en los llamados ámbitos de estudio (según la clasificación internacional ISCED), más pormenorizados que las ramas de enseñanza, y con las que no tienen por qué coincidir. Es necesario recurrir a esos ámbitos porque no podemos comparar titulación con titulación, dado la gran transformación en las titulaciones en la última década, al pasar, básicamente, de un esquema de licenciaturas y diplomaturas  a uno de grados y másteres. He utilizado datos de los cursos 2008-09 y 2014-1015 porque son los que más se ajustan al periodo que interesa (y teniendo en cuenta que no hay datos anteriores por ámbitos de estudio).

La comparación se encuentra en el cuadro siguiente, que recoge los ámbitos de estudio más generales y los más específicos, generalmente agrupados. Como verán, los datos resultan un tanto sorprendentes, a la vista de las líneas descendentes del segundo gráfico.

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En el cuadro, el recorrido temporal es inferior (6 cursos), pero deberían observarse algunos de los cambios antedichos. Más o menos, son coherentes con lo mostrado en el segundo gráfico: hay variaciones en los ámbitos que equivaldrían a las ramas de artes y humanidades, ciencias sociales y jurídicas, las ingenierías y, claramente, las ciencias de la salud.  En este último ámbito, parece que está cayendo el peso relativo de las mujeres, sobre todo, en terapia y rehabilitación, pero también en medicina; esto último, de confirmarse, quebraría una tendencia de varias décadas. En el campo de las titulaciones técnicas, por tanto, confirmarían el estable peso femenino observable desde hace más de una década.

Por el contrario, la caída en ciencias, que debía superar los 5 puntos, prácticamente es inexistente (-1,2 puntos). De todos modos, aunque apenas cae el porcentaje global, sí está cayendo claramente el porcentaje de mujeres en los ámbitos agrupados en la categoría de ciencias, lo que, de representar una tendencia, apuntaría a un reequilibrio por sexos de cierto calado y que, de nuevo quebraría una tendencia de cierta duración. Mi mayor cautela al respecto deriva de que los cambios en las titulaciones habidos en los últimos tiempos quizá estén interactuando con las clasificaciones oficiales y dando lugar a imágenes que quizá no reflejen adecuadamente la realidad.

Sería interesante poder aclararse del todo acerca de la magnitud de esos (aparentes) cambios, pues, unidos a la estabilidad de la presencia de las mujeres en las carreras técnicas, se podría iluminar mejor la discusión pública y académica sobre la mayor o menor propensión de las mujeres a ese tipo de estudios, una de las más intensas en la temática de la relación entre género y estudios.

Sin embargo, me temo que, como muchas veces concluyen los artículos académicos, se trata de una cuestión que requiere más investigación.

Fuente: http://www.universidadsi.es/lo-mas-leido-unisi-las-mujeres-la-universidad-espanola-algun-dato-curioso/

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Padres y profesores somos figuras de apego y debemos estar en el mismo bando

Por: Eva Bailén

Las familias deberíamos interesarnos más por la educación y por conocer metodologías innovadoras

Llevo más de dos años, prácticamente desde que inicié la petición en change.org por la racionalización de los deberes, acudiendo a conferencias, ponencias, charlas e incluso congresos sobre educación. Siempre me siento un poco intrusa, porque parece que es una temática por la que, lógicamente, se interesan principalmente docentes y profesionales del sector educativo. Pero no me incomoda ser de las pocas madres en estos encuentros, al contrario, echo de menos la presencia de otros padres y madres. Sinceramente, creo que las familias deberíamos interesarnos más por la educación y por conocer metodologías innovadoras.

Como ya sabréis, no me creo esa frase tan manida, y a mi modo de ver también dañina, por la que se afirma que “se educa en casa y se enseña en la escuela”. Si fuera así, a los congresos de educación tendríamos que ir los padres y madres, y no los docentes, y ellos tendrían que ir a congresos de enseñar, no de educar. En realidad, creo que los maestros y las familias deberíamos compartir más espacios en los que se hable de educación y de cómo enseñar.

Por todo esto, cuando a principios de julio tuvo lugar una nueva edición del Congreso Iberoamericano Motiva, Crea y Aprende (CIMCA), organizado por el Observatorio de Educación de la Universidad Rey Juan Carlos, no me lo perdí. Este año el congreso trataba sobre las emociones. Desde que se estrenó la película Del revés (Inside Out), creo que somos un poquito más conscientes de la importancia de las emociones en la educación, pero aún así, todavía parece más necesario e interesante enseñar a hacer un análisis sintáctico de una oración que a reconocer y gestionar las propias emociones y las de los demás.

A lo largo de los días que duró el congreso, pasaron varios ponentes maravillosos que nos explicaron qué son las emociones, por qué todas son útiles, aunque algunas sean agradables y otras no tanto, y cómo reconocerlas, gestionarlas y diferenciarlas de los estados de ánimo. Aunque todas las ponencias fueron estupendas, para una madre como yo, creo que la más reveladora fue la de Rafael Guerrero, psicólogo, doctor en Educación y director de Darwin Psicólogos. Después de escucharlo me di cuenta de que a veces educamos muy mal, educamos fatal. Tanto los profesores como los padres y madres podemos llegar a estar muy equivocados y confundidos.

En muchas ocasiones no somos capaces de reconocer ciertas necesidades emocionales de nuestros hijos

De la ponencia de Rafael Guerrero aprendí que una de las grandes confusiones en las que estamos envueltos los educadores nos lleva a no discernir necesidades de deseos o caprichos. Sé que parece una tontería, pero en realidad no es tan fácil, porque una vez cubiertas las necesidades básicas, pasamos a percibir como necesarias cosas que antes no lo eran. Y por otra parte, en el terreno de lo emocional, en muchas ocasiones no somos capaces de reconocer ciertas necesidades emocionales.

Pero es sumamente importante distinguir unas de otras, porque si lo hacemos bien, si realmente somos responsivos y atendemos las necesidades verdaderas de nuestros hijos o alumnos, estaremos construyendo una bonita relación de apego seguro, tal y como explicó Guerrero. Por el contrario, si lo hacemos mal, podemos estar creando (atención a la definición) una relación de apego ansioso ambivalente, es decir, sobreprotegiendo. Para diferenciar un caso de otro, el ejemplo al que recurrió fue al del chiste de Gila que decía “cuando mi madre tenía frío, me ponía un jersey”. Evidentemente, El niño necesitará el jersey cuando tenga frío él, no cuando lo tenga la madre o el padre. La madre de Gila no estaba cubriendo una necesidad del pequeño, estaba sobreprotegiendo.

Uno de los asistentes al congreso se preocupó por los efectos nocivos que pudiera tener el apego seguro, y le lanzó la pregunta a Guerrero. El apego seguro, nos explicó, no es en ningún caso malo para un niño. Un apego seguro no genera niños sobreprotegidos, hay tanta preocupación por la sobreprotección ahora mismo, que parece que nos olvidamos de cubrir las necesidades de nuestros pequeños con tal de no llegar a ser unos padres sobreprotectores o unos padres helicóptero. Y a veces acabamos haciéndolo terriblemente mal, criando a nuestros hijos sin la seguridad que necesitan o educando a nuestros alumnos de manera equivocada.

Otro error monumental que cometemos los adultos es el de criticar al niño, insultando o etiquetando, en vez de criticar la conducta. Cuántas veces decimos a nuestros hijos que son malos, cuando en realidad lo que han hecho mal es un acto concreto, una mala conducta. Posiblemente le hayan pegado a otro niño, que está mal, claro, pero diciéndole que es malo no vamos a solucionar el problema, al contrario, perpetuaremos la conducta. Otras veces, sobre todo cuando el niño suspende, se le dice que es vago, o tonto. Sin embargo en multitud de ocasiones ese niño en realidad sufre un trastorno del aprendizaje, como puede ser TDAH o dislexia, y el daño que se les hace cargándoles el sambenito de la vaguería es difícil de reparar.

Contaba Rafael Guerrero, que al calificar a un niño de tonto o vago, inconscientemente lo ponemos en la tesitura de tener que elegir qué imagen prefiere dar, la de perezoso o la de estúpido. Esto, unido a otra frase que repetimos hasta la saciedad que reza “querer es poder” puede llevar a un chico o a una chica a decantarse por elegir dar la imagen de ser vago, porque dar la imagen de ser poco inteligente es indudablemente peor. Sin embargo, a veces se quiere pero no se puede, a todos nos ha pasado en alguna ocasión que nos hemos sentido incapaces de ejecutar algo que queremos hacer. Pero reconocer que no se puede supone para un chico que se ve en esta situación reconocer la estupidez absoluta, mientras que, tal vez para conseguir aquello que quiere, solo necesita un poco de ayuda, no que lo tachen de vago.

Muchos adolescentes se cierran en banda no por las hormonas, sino porque los padres no supieron crear un apego seguro

Esto último está muy relacionado con el efecto Pigmalión, con la profecía autocumplida. Explicaba Guerrero que si le decimos a un niño que es tonto, que no sabe, que no puede, que es vago, que es un inútil o lanzamos cualquier otra afirmación que deja nuestras expectativas sobre él y su futuro a la altura del barro, lo que ocurrirá es que irremediablemente se cumplirán nuestros mensajes, y difícilmente ese chico o chica será otra cosa que un tonto, un inútil, o un vago. Pero afortunadamente a la inversa también funciona, tener expectativas altas sobre los hijos o alumnos puede ser muy positivo.

Además, me llamó mucho la atención una reflexión que hizo sobre la adolescencia, esa etapa tan temida y tan difícil. Dijo que en ese momento muchos chavales se cierran en banda, y no comparten nada con sus padres, y esto que achacamos a una etapa de la vida o a las hormonas puede tener muchas más relación con la gestión de las emociones, con que se hayan cubierto adecuadamente las necesidades emocionales de esos adolescentes durante la infancia, y de que se haya creado un vínculo de apego seguro, que con cualquier otro proceso fisiológico por el que estén pasando.

El apego, nos dijo Rafael Guerrero, no es un concepto relacionado solo con los bebés. El apego seguro y la gestión emocional son importantes a lo largo de todas las etapas de la crianza y de la educación, y si queremos niños autónomos, que no independientes, porque un niño es dependiente por naturaleza, debemos educar creando vínculos de apego seguro, tanto en casa como en la escuela. Para que un niño sea solvente, y llegue a la independencia, es importante que los adultos de referencia, padres y maestros, seamos capaces de autorregular nuestras emociones, de enseñar las destrezas necesarias para que aprendan a hacerlo ellos mismos, y mantener siempre esa relación asimétrica entre padres e hijos, maestros y alumnos, que garantizará la armonía.

Después de su ponencia, me convencí más aún si cabe de la importancia de que los progenitores se informen sobre lo que los expertos en educación cuentan en congresos y ponencias reservadas habitualmente a profesionales del sector. Asistir a este tipo de encuentros ayuda muchísimo a comprender las limitaciones del sistema educativo actual, y a apoyar los cambios y las iniciativas innovadoras que tanta falta hacen. Habría sido una pena perderse este congreso, imprescindible tanto para docentes como para padres, una oportunidad única para compartir espacio y dejar de situar a familias y a profesores en bandos diferentes.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2017/07/28/mamas_papas/1501238010_432618.html

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Minority report: ¿Por qué hablar del estrés laboral docente?

Por: Fidel Quiñones Marín

“Enseñar es una carrera fascinante que permite seguir estudiando los temas que a uno le interesan, ayudar a los niños a aprender y desarrollarse, y a disfrutar del trabajo en equipo.  Pero también es un oficio muy exigente y, de hecho, todos los profesores acaban sufriendo estrés tarde o temprano” Chris Kyriacou.

 Asistir a la escuela primaria, tanto para maestros y alumnos, es una situación cotidiana.  El escenario escolar dispuesto para el aprendizaje es una condición socialmente deseable para el logro de la normalidad mínima escolar, del funcionamiento del sistema educativo nacional y la consolidación de la educación de calidad.   En la escuela se condensan las expectativas de formación humana, de desarrollo de la personalidad, de construcción de los conocimientos para la vida en sociedad y de la preparación para el trabajo, en otras palabras: el logro de aprendizajes esperados y del perfil de egreso, el desarrollo de competencias para la vida.

Día tras día, semana con semana, mes con mes y año con año, la institución escolar está ahí, al servicio de la sociedad, para recibir a los alumnos en edad escolar (sujetos de la educación) que asisten a “su segundo hogar”, atendidos por un maestro (a) cuyas características como modelo social le ayudará a socializarse y crecer como una persona útil a la sociedad y a la patria. Un maestro idóneo, producido por el sometimiento a la evaluación del desempeño docente que realizan diversas instituciones, dependencias y organismos en conjunto: llámese SEP, INEE, SPD, bajo la supervisión de los órganos empresariales y los medios de comunicación televisivos, resguardados por las fuerzas de seguridad pública.

Noble es el trabajo de enseñanza que el maestro realiza diariamente… una ocupación que lo dignifica como persona y lo cristifica: un buen pastor social, un buen sacerdote civil, un segundo padre para los pequeños, un idóneo y eficaz trabajador de la educación de calidad.  Sin embargo, el docente percibe y siente que en las condiciones actuales, la que asume como su función principal: la enseñanza, es desplazada por otras actividades que le asignan otros agentes, como las autoridades (civiles y educativas), la escuela como institución de servicio, bajo el escrutinio de los padres de familia, los medios de comunicación y la sociedad.  De igual forma las tareas administrativas y los requerimientos de la Reforma Educativa y el Nuevo Modelo Educativo  2017, que se insertan en la dinámica laboral de la escuela que complican, dificultan y tensionan las actividades pedagógicas y didácticas de los maestros frente a grupo.

Mucho se habla desde el discurso oficial de las necesidades del servicio: la planificación del tiempo y de la enseñanza, la actualización permanente y el desarrollo de las competencias docentes para enfrentar los cambios, la obligatoria evaluación del desempeño docente (“Evaluar es para mejorar”); pero en las condiciones actuales, los docentes de educación primaria son rebasados por las múltiples exigencias que ponen en jaque el trabajo educativo escolar (a pesar de las múltiples señalamientos de descarga administrativa para favorecer el tiempo real de aprendizaje).

La nueva escuela primaria ¿pública? que se propone desde la política educativa (desde la reforma laboral en educación) consolidada en los rasgos de la normalidad mínima, es una institución que funciona regularmente, donde los docentes deben asistir puntualmente, capacitarse, diversificar las fuentes de información, trabajar colectivamente y hacer uso de nuevas tecnologías didácticas. Aprovechar compulsivamente al 100% cada minuto y cada segundo de la jornada escolar en el aprendizaje, de lo contrario es sospechoso de incumplir ética y responsablemente con su “trabajo” lo que le impedirá lograr el mínimo necesario para ser valorado como idóneo

Las políticas de calidad, eficiencia, productividad e idoneidad que se implantan en la escuela como institución de servicio ponen énfasis en el presentismo, que aunado al imaginario magisterial del compromiso mesiánico, colocan al docente en estado de vulnerabilidad de su salud.  Mala combinación, que llevada al extremo obliga al docente a asistir enfermo a las aulas (porque “de una gripe nadie se muere”), trabajar con malestar (porque un buen docente no debe quejarse de su trabajo: “ya muchos quisieran un trabajo así”, o en el caso de la compañeras docentes: “no es la primera ni la última maestra que tiene un cólico durante su trabajo”) y vivir laboralmente estresados por las incertidumbres, conflictos y contradicciones que les produce el trabajo en condiciones de adversidad (aunado al estado de indefensión por abandono de las organizaciones propias para a defensa del trabajador, que en la actualidad funcionan como portavoces del discurso oficial)

Además, en el denominado “siglo del estrés”, la sociedad contemporánea parece tener todas las soluciones médicas a los padecimientos del ser humano.  Se supone que desde los servicios de salud se cuenta con la estructura y los recursos para reducir los efectos de las experiencias estresantes a nivel individual (y hasta los anuncios comerciales te invitan a tomar “Dalai”).  Sin embargo, no es ni suficiente, ni justo, ya que los docentes padecen un proceso sistemático de desgaste de su salud, debido a que se han naturalizado los riesgos psicosociales de la enseñanza.  Es decir, en la actualidad se obvian las condiciones reales de trabajo, se silencian las repercusiones a la salud docente y se estigmatiza a quienes señalan los malestares, preocupaciones y conflictos que les genera el quehacer educativo.

Considerando que las respuestas al estrés laboral docente son respuestas culturales por estar configuradas en una institución (la institución escolar) y que la desatención del proceso salud-enfermedad docente es un problema colectivo, silenciado en la implementación de la reforma laboral en educación, es necesario analizar cómo se construyen socialmente los significados del estrés laboral docente, cómo esta situación de conflicto -entre la representación y la realidad- afecta las prácticas de enseñanza-aprendizaje, y valorar las estrategias docentes para sobrevivir al estrés laboral.

En síntesis, es necesario estudiar el estrés laboral docente de los maestros en servicio, porque es una situación que afecta directamente al colectivo docente y en consecuencia, al proceso de aprendizaje. Aunque existe una tendencia a considerar que el estrés se da principalmente en el personal de nuevo ingreso y que poco a poco la experiencia va  fortaleciendo al docente, la realidad es que las tensiones se mantienen, las exigencias sociales y administrativas están a la orden del día, la preocupación por una evaluación impuesta al trabajo docente genera incertidumbre, desmotivación e inseguridad.

Estudiar el estrés laboral del colectivo docente es una necesidad en el ambiente educativo actual para establecer medidas preventivas (y paralelamente, medidas de defensa y afrontamiento) ante los conflictos que nos genera el mundo laboral, configurado e inserto en un proceso sistemático de desgaste de la salud, enfrentado a condiciones laborales de riesgo psicosocial, que limitan el logro de la educación de calidad y de la eficiencia social que se espera de los trabajadores de las instituciones escolares de educación básica.

Fuente: http://insurgenciamagisterial.com/minority-report-por-que-hablar-del-estres-laboral-docente/

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Los niños opinan sobre cómo debe ser un buen maestro

Por: Miguel De Castilla Urbina

En el período en que Federico Mayor Saragoza fuera director general de la Unesco, la organización decidió realizar una consulta, preguntándole a una representación de los niños y niñas del mundo entre 8 y 12 años, sobre ¿cómo debe ser un buen maestro? La consulta se realizó a estudiantes de la Red del Proyecto de Escuelas Asociadas a la Unesco, recibiéndose 500 contribuciones de unos 50 países del mundo.
La siguiente es una muestra de las respuestas de los estudiantes, sus nombres, edades y país de origen, a la pregunta ¿cómo debe ser un buen maestro?
“Un buen maestro debe tratar a sus alumnos como a sus hijos.  Debe contestar a cualquier pregunta incluso si es una pregunta tonta.”  Fantoumata, 11, Chad, Tchad. ”Es muy agradable cuando cantas, juegas con nosotros, nos tratas con igualdad y comprendes los sentimientos y aspiraciones y el humor de cada uno de nosotros.”  Le Nhu Anh, 9, Vietnam. “Necesitas ser bueno, amigable y tener confianza en mí… debes escuchar y comprendernos a todos nosotros… Y nunca perder tu calma o ignorarnos… Me gusta una sonrisa y una palabra amable.” Rose, 9, New Zealand, Nueva Zelandia. “Un sentimiento de amor para el trabajo duro está bien, pero sin un sentimiento de amor hacia los niños es todo un desperdicio de tiempo.”  Ara Tal, 12, Nueva Zelandia.
“Un buen profesor debería tratar a los niños y las niñas en igualdad de condiciones”.  Lisa, 10, Austria. ”Un profesor no debe tener favoritos y no separar al pobre del rico y al no inteligente del inteligente.”  Zandile Sandra, 12,  Zimbabwe. ”A un buen maestro le gusta su trabajo; es un maestro que está preparado para su profesión, que está satisfecho de enseñar a sus alumnos.”  Tapsola, 12, Burkina Faso. ”Para llegar a ser un buen maestro, no solo tienes que enseñar a los niños sino también aprender de ellos.” Tasha-Leigh, 12, Jamaica. ”Un buen maestro es el que responde a las necesidades de sus alumnos y no solamente a las del programa elegido.”  Omar, 12,  Marruecos. “Un buen maestro debe comprender las necesidades de cada niño e intentar sacar lo mejor de cada alumno.” Kimberly, 11,  Trinidad y Tobago.
“Un buen maestro debe razonar con los niños en vez de pegarles.”  María- Isabelle, 11, Ghana. ”No debería ser muy estricto y estar enfadado, porque asusta a los niños y les desanima para ir a la escuela.”  Jana, 11,  República Checa. ”El maestro no debe ponerse nervioso por tonterías (cosas que no valen la pena), ser severo, pero justo.”  Maía, 13,  Federación de Rusia. ”Ellos deberían ser no solo educadores sino modelos, así los jóvenes del mundo serán capaces de adquirir conocimientos de una forma mejor.” Satish, 10, Santa Lucía. ”El maestro debería comportarse bien puesto que los niños le copian.  Julietta, 12, Ghana. ” Enseña solo cosas buenas con la palabra y con el ejemplo, porque es en la niñez donde se cogen todas las respuestas para la vida futura.”  María Magdalena,  11, Chile. ”Debe saber convertirnos en un alumno autónomo y ayudarnos a hacernos mayores.” Anabella, 12, Italia.
“Un buen maestro no da solo las clases, él nos da mucho más que eso.  Es una persona que nos da nuevas ideas y nos explica las dudas.  Que hace de las clases un entretenimiento y no una prisión.”  Catarina, 10,  Portugal. “Me gusta un maestro que me ayuda a pensar y conseguir respuestas por mí mismo.”  Bongani Sicelo, 9,  Zimbabwe. ”Un buen maestro es quien nos guía por el camino correcto para alcanzar nuestras metas.”  Analia, 12,  México. ”Un buen profesor es el que transmite a la generación futura lo que tiene de más valioso: su cultura y su educación.” Nawal, 12,  Marruecos. ”Un buen maestro es para mí un guía que me ayuda a atravesar el camino de la vida que observa siempre donde pongo los pies y si hago faltas me corrige.”  Andrea,  Italia.
Inocencia, ingenuidad, agua fresca recién alumbrada del manantial, deseos de un mundo en paz y por todos compartido. Esos son las niñas y los niños del mundo. Sus maestros somos, como lo dice la niña mexicana de 11 años, Zaira Alejandra Rodríguez Gajardo, “lo que el agua es al campo”.
Fuente: http://migueldecastilla.blogspot.com/2017/04/los-ninos-opinan-sobre-como-debe-ser-un.html
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Conectar con la naturaleza, vivir en el presente

Agosto del 2017/Vicente Berenguer

El ser humano es un ser social que vive en comunidad. Remotamente vivíamos, como el resto de las especies, en la naturaleza, en los bosques, pero poco a poco fuimos diseñando nuestro propio proyecto al margen de ella. Fuimos construyendo pequeñas aldeas y de ahí a las poblaciones y a las grandes urbes. Así, llegamos al punto de que gran parte de la población mundial vive en grandes ciudades habiéndose perdido el contacto con la que siempre fue nuestra casa: la naturaleza.

En este tránsito del vivir en entornos naturales al vivir en las urbes el humano fue ganando y perdiendo cosas. Si hablamos de ganancia podríamos decir, por ejemplo, que fue ganando en comodidad y materialidad. Sin embargo, entre las numerosas cosas que hemos perdido en todo este proceso está el contacto con la naturaleza. Esto, que parece de Perogrullo, no lo es tanto si especificamos de qué estamos hablando cuando decimos que hemos perdido el contacto, y es que por “contacto” no nos estamos refiriendo solamente al vivir-con sino también al hecho de vivir-la. Pero para vivir-la se necesitaría de algo que también se nos ha atrofiado en toda esta vorágine que supone muchas veces la vida urbana, y este algo perdido es el estar en el tiempo.

La especie humana, en efecto, perdió también el estar en el tiempo. Hemos incorporado el pasado y el futuro a nuestra línea psicológica temporal: en el pasado podemos recordar nuestras vivencias y con el futuro hacemos planes estando orientados en realidad por él. Hasta aquí todo estaría bien, pero el problema surge cuando al incorporar el pasado y el futuro arrancamos el presente de nuestras vidas viviendo así la mayor parte del tiempo en el pasado (recordando) o en el futuro (proyectando) pero raras veces conectando.

Perdemos el presente al vivir en base exclusivamente de cara al futuro; perdemos lo que es en favor de lo que aún será y de este modo ni vivimos lo que es ni podemos vivir lo que será ya que cuando esto sea estaremos de nuevo proyectados a lo por venir. De este modo nos situamos continuamente fuera del tiempo y fuera de la realidad ya que la realidad es únicamente lo que es, lo que está aconteciendo. Es imprescindible hacer planes en nuestras vidas o más, es absolutamente recomendable tener un proyecto de vida: reflexionar sobre aquello que queremos realizar, meditar acerca de las metas que nos queremos proponer o sencillamente pensar si nos conviene ir a pie a algún sitio o en bicicleta. El contar constantemente con el futuro es algo vital en nuestras vidas: se requiere pensar en él y requerimos estar proyectados en todo momento hacia él, pero esta proyección o esta herramienta necesaria a menudo se nos vuelve en contra cuando exclusivamente se vive en lo que aún no es y nunca en lo que es.

Pero esta pérdida vivencial o este situarse siempre en el futuro o en lo que aún no es -característica del ser humano en general y del ser humano-urbano en particular- implica consecuencias, siendo la principal de ellas, como decimos, la pérdida del contacto con lo que está sucediendo, la pérdida del contacto con lo que es, con lo cual sucede que sufrimos una enorme pérdida de intensidad en nuestras vidas. Será necesario volver a afirmar que el modo de ser típicamente humano es vivir proyectados hacia el futuro y es necesario que así sea debido a nuestras características y a nuestro modo de vida, pero no lo es tanto o incluso es contraproducente el no “regresar” en ningún momento al presente para percibir-vivir todo lo que en él acontece. Y esto justamente es el “conectar” y es a lo que nos referimos cuando decimos que el ser humano-urbano ha perdido la conexión con la naturaleza pero también con su propio presente.

¿De qué estamos hablando pues cuando decimos que hemos perdido la conexión con la naturaleza? Hemos apuntado que conectar no es solo vivir-con (ella) sino vivir-la (a ella). ¿Y qué es vivirla? Vivirla son aquellos momentos en que nos situamos en el presente sin proyectarnos: es escuchar el lenguaje del pájaro, prestar atención al rugido de bravo río, atender al mensaje del viento, captar el reclamo del grillo nocturno y deleitarnos con el vuelo de la mariposa. Es, remontándonos muchos de nosotros a nuestra infancia (y de paso recomendando a los padres que los niños vean la serie), es existir, adoptando en la medida de lo posible, la filosofía de vida de aquella muchachita la cual debería ser un modelo para los niños por su ecología, por sus valores y por su modo de ver la vida: Heidi, una chiquita que amaba a cada ser vivo, a sus montañas y al conjunto de la naturaleza. Heidi, sí, vivía conectada a la naturaleza y al presente, y es que tal y como le decía su abuelo, “hay que escuchar lo que nos susurra el viento, lo que nos dicen los abetos o el poderoso trueno.”

Pasamos de vivir en aldeas a vivir en urbes con lo cual, volvemos a incidir, hemos perdido el contacto con la naturaleza, con lo que somos, pero a pesar de que muchos de nosotros no tenemos ya el privilegio de escuchar lo que expresa el pájaro o el sonido del viento sobre las copas de los árboles a no ser que nos desplacemos de vez en cuando fuera de la ciudad (algo muy recomendable), lo que sí sigue estando en nuestra mano es ir retornando al presente en la medida en que estar situados en el futuro no nos sea útil. Hemos convenido en que necesitamos constantemente hacer planes y proyectarnos pero también comprendemos que vivir siempre fuera del presente hace que vivamos la vida con menor intensidad y también e importante, aunque no es materia de la presente reflexión, con menor intuición.

Usemos pues la herramienta de la proyección futura a nuestra conveniencia y conectémonos con el aquí y ahora, con el presente, en los momentos en que podamos hacerlo: percibamos, sin pensar en el pasado ni el futuro, la presencia del bosque, del árbol o de la planta; centrémonos exclusivamente en el vuelo del ave o en el brillo de los rayos del sol sobre las nubes, dirijamos toda nuestra atención al sonido del viento o al rugir del trueno, sintamos la lluvia bañar la tierra o simplemente disfrutemos con la presencia de los seres vivos que nos rodean, en este preciso momento, y que precisamente en un futuro no estarán como tampoco nosotros.

Asombrémonos con la belleza de una flor en este preciso instante. Admiremos la belleza que nos rodea en este momento presente.

 

Vicente Berenguer, asesor filosófico

vaberenguer@gmail.com

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¿Cómo aprenden los adolescentes en conflicto con la justicia?: una revisión local desde el enfoque biográfico?

 

Eduardo Sandoval Obando

Psicólogo;

Magíster en Educación, Políticas y Gestión Educativa

Doctor en Ciencias Humanas

Correspondencia a: Eduardo.sandoval.o@gmail.com

Este trabajo se propuso dos objetivos: en primer lugar, caracterizar la propensión a aprender que exhiben adolescentes infractores de ley. Para ello, nos centramos en sus historias de vida, develando parte de sus vivencias en torno al proceso de aprendizaje, su percepción respecto al sistema escolar formal y los cambios que proponen para repensar la escuela (Illich, 1974; Sandoval, 2012). En segundo lugar, proponemos una revisión crítica sobre el sentido y alcance de las historias de Vida, como un recurso metodológico de enorme riqueza para el campo socioeducativo, que nos acerca en la comprensión del sujeto investigado, su contexto y las valoraciones que éstos hacen de su propia existencia (Medrano, 2007; Sandoval, 2014).

Metodológicamente, adoptamos un enfoque interpretativo – cualitativo, empleando la Teoría Fundamentada (Strauss y Corbin, 2002) y las Historias de Vida (Pujadas, 1992; Bolívar, Domingo y Fernández, 2001).

Como parte de los resultados, percibimos la necesidad de propiciar un modelo educativo que estimule la libertad, el aprendizaje práctico, la colaboración y la autonomía de sus estudiantes dentro y fuera de la escuela. Asimismo y partir de esta experiencia investigativa, visualizamos las Historias de Vida, como un enfoque metodológico relevante para la comprensión de estos adolescentes, destacando la necesidad de:

  • Incorporar las historias de vida, como una posibilidad metodológica de alto valor para las ciencias sociales y humanidades, al transformarse en una fuente de comprensión, análisis y exploración de la vida social del sujeto, mostrándonos los acontecimientos que han marcado hitos, el alcance de su práctica y no sólo lo que hacen, develando las valoraciones y creencias que construyen de su propia existencia como una oportunidad para el enriquecimiento de la investigación socioeducativa y los tópicos que aborda.
  • Valorar el enfoque biográfico como un modelo capaz de representar un conjunto de dimensiones y aspectos propios de la cotidianeidad del sujeto y su contexto, que la investigación positivista desecha arbitrariamente, sin poder dar cuenta de aspectos sumamente relevantes para la generación de conocimiento social (emociones, propósitos, deseos, valores, la cultura por ejemplo).
  • Comprender a través de este enfoque metodológico, los efectos y consecuencias inmediatas y futuras, de los procesos de cambio y crisis sociales que vivencian estos jóvenes, aquellas discontinuidades y puntos de giro de alto impacto emocional, así como los mecanismos que éstos ponen en juego para transitar y superar tales eventos a lo largo de su historia vital (exclusión social, marginación, vinculación a episodios de infracción de ley por ejemplo), convirtiéndose en una herramienta de incomparable valor de acceso y penetración en sus procesos de desarrollo e individuación.

Experiencias de este tipo, nos muestran que las historias de vida aportan no sólo conocimientos derivados de la memoria narrada de las experiencias de estos adolescentes, sino que además les permite descubrir-se (en) territorios no explorados, contribuyendo a la comprensión de su pasado, pero también de su presente y futuro; invitándonos a nuevas formas y posibilidades metodológicas de contar lo ya dicho.

Finalmente, anhelamos la construcción de una reforma epistemológica de la escuela y de las prácticas pedagógicas tradicionales, avanzando en la construcción de ambientes educativos capaces de potenciar los talentos e intereses de todos los involucrados en los procesos de enseñanza y aprendizaje (Sandoval, 2016; 2017a; 2017b). Una escuela capaz de responder a la heterogeneidad del alumnado, brindándoles oportunidades reales de éxito, que incidan sistemáticamente en la superación de las desigualdades sociales imperantes en Chile.

Referencias

Bolívar, A., Domingo, J. y Fernández, M. (2001). La Investigación               Biográfico Narrativa en Educación. Enfoque y Metodología.              Madrid: La Muralla.

Illich, I. (1974). Alternativas. Ciudad de México: Joaquín Mortiz-                  Planeta.

Medrano, C. (2007). Las Historias de Vida. Implicaciones                               Educativas (Coord.). Buenos Aires: Alfagrama.

Sandoval, E. (2012). Construcción Socio-histórica de la Propensión            a Aprender de los Adolescentes Infractores de Ley. Tesis de              Magíster en Educación, Mención Políticas y Gestión Educativa.         Facultad de Filosofía y Humanidades. Impresa. Recuperado de: http://cybertesis.uach.cl/tesis/uach/2012/egs218c/doc/egs218c.pdf

Sandoval, E. (2014). Posibilidades Educativas del Adolescente             Infractor de la Ley: Desafíos y Proyecciones a partir de su                    Propensión a Aprender. Psicología Educativa, 20 (1), 39 – 46.

Sandoval, E. (2016). Cruzando las Fronteras de la Pedagogía

Crítica en el Trabajo con Adolescentes Infractores de Ley. Revista de Pedagogía, 37(101), 175-191.

Sandoval, E. (2017a). El Docente como Mediador Emocional y           Cognitivo de Jóvenes en Contextos Vulnerados: Tensiones y             Desafíos para la Transformación de la Práctica pedagógica. Tesis de Doctorado en Ciencias Humanas, Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad Austral de Chile (impresa).

Sandoval, E. (2017b). Desafíos Educativos en Torno a las                 Experiencias de Aprendizaje Mediado con Adolescentes                        Infractores de Ley. Profesorado, Revista del Currículum y                  Formación del Profesorado, 21(2), 377-391.

Strauss, A. y Corbin, J. (2002). Bases de la Investigación                     Cualitativa. Técnicas y Procedimientos para Desarrollar la               Teoría Fundamentada. Medellín: Universidad de Antioquia

Fuente: Enviado a correspondencia OVE

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