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Los videojuegos en la educación

Por: Valeria Sandoval

No es de extrañarnos que muchas de nuestras clases de colegio han sido tremendamente aburridas y tediosas, y la metodología que usaban varios de nuestros profesores, no captaban nuestro interés.

Hoy en día existen nuevas herramientas pedagógicas que, junto a un buen docente que las entienda y focalice adecuadamente, pueden tener el efecto que se busca: motivación e interés de los alumnos para aprender un tema.

Los videojuegos en la educación ya son una realidad, y pueden representar la clave de los profesores para hablar en el mismo “idioma” que los alumnos pues poseen características inherentes que los hacen llamativos para niños y adolescentes: estímulos audiovisuales, información interactiva, mundo atractivo e irreal, historia interesante y, lo más importante, participación activa del jugador (alumno).

Hay estudios que afirman que jugar videojuegos con frecuencia ayuda a desarrollar habilidades psicomotoras como la visión selectiva, es decir, filtrar lo que vemos para enfocarnos únicamente en aquellos elementos que nos interesan y nos sirven, y la coordinación espacial, así como las habilidades cognitivas de memoria y concentración.

Además, es un hecho que los videojuegos permiten que los alumnos aprendan a través de la experimentación (prueba y error), sin miedo a equivocarse, que desarrollen estrategias para superar obstáculos, que tomen decisiones rápidas en base a mucha información, que hagan varias tareas a la vez y que potencien su trabajo colaborativo. De cierta forma también aportan a la necesidad de sentirse competentes al pasar a otros niveles, importantes al compartir su experiencia con amigos, y autónomos al decidir qué rumbo tomar en el juego. Nada mal para tratarse de videojuegos que, incluso hoy, siguen siendo algo satanizados.

Es posible educar y entretener a la vez. La naturaleza del ser humano es lúdica, y jugar nos permite transportarnos e involucrarnos plenamente en una realidad ideal que nos reta y nos enseña.

Ya existen juegos para enseñar diversos temas de matemáticas e historia, por ejemplo. El caso más conocido es el de MinecraftEDU, una variante del videojuego Minecraft, que permite interactuar en un mundo creado por bloques parecidos a los de Lego, construyendo estructuras en colaboración con otros jugadores y sobreviviendo a los retos que se presentan. Los profesores tienen el control del entorno virtual por lo que pueden moldearlo de acuerdo al tema que desean transmitir.

En Perú, El Grupo Avatar que cuenta con el respaldo de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), desarrolló el videojuego de estrategia “1814: La rebelión de Cusco” para complementar las clases de profesores respecto a la rebelión de los hermanos Angulo y Mateo Pumacahua, sin recurrir a la memoria de los alumnos sino al entendimiento completo del entorno y contexto de aquella época.

El Grupo Avatar también ha desarrollado el videojuego en 3D de “Mariano: el último sueño”, tomando como base la vida del poeta peruano Mariano Melgar, con el objetivo de transmitir a los alumnos los valores que este personaje poseía.

Finalmente, considero que la educación debe renovarse, dinamizarse e incorporar dentro de su metodología pedagógica, herramientas que sean familiares a los alumnos, específicamente los videojuegos, con el fin de agilizar el aprendizaje pero sobretodo, de interesar a los alumnos en temas complejos.

Fuente: http://www.puntoycoma.pe/bohemia/los-videojuegos-en-la-educacion/

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Ideas para mejorar la educación multigrado rural

Por: Valeria Jarama

En Perú, la brecha entre el ámbito rural y urbano en resultados de la ECE (Evaluación Censal de Estudiantes) ha venido creciendo en los últimos años. La situación de la educación rural multigrado en Perú es crítica: los alumnos no logran niveles mínimos en comprensión lectora ni matemática.

En este sentido, vale la pena explorar casos de educación multigrado exitosos en otros países y evaluar la posibilidad de tomar los aspectos positivos de cada uno para replicarlos en Perú. Específicamente, en esta nota se exploran los casos de Colombia (Escuela Nueva) y Bangladesh (Modelo BRAC) para mejorar la educación rural multigrado.

Fuente: Minedu, 2017.

CASO DE ESCUELA NUEVA – COLOMBIA

El modelo de Escuela Nueva fue aplicado para escuelas multigrado en zonas rurales con el objetivo de promover un aprendizaje activo, participativo, cooperativo y centrado en el estudiante. Esta adaptado a las condiciones y necesidades de la niñez más vulnerable. En “The Effectiveness of Multigrade Schools in Colombia” McEwan (1998) examina la efectividad de la metodología Escuela Nueva en Colombia para mejorar el rendimiento escolar en español y matemática. Encuentra un efecto positivo y estadísticamente significativo. Esto se le puede atribuir a que el modelo de Escuela Nueva difiere del de una escuela rural tradicional en los siguientes aspectos:

CASO PRIMARIA BRAC – BANGLADESH

El modelo de escuelas primarias BRAC empezó en 1985 en respuesta a la necesidad de educación de calidad de niños en Bangladesh. Provee educación a aquellos niños que no son parte aún del sistema educativo formal, con un enfoque especial en niños en el ámbito rural en condiciones de pobreza y con escuelas principalmente unidocentes de un promedio de 33 estudiantes.  Algunas de las características del modelo son las siguientes:

Una característica en común de estos modelos son los horarios flexibles a sus alumnos, la participación de la comunidad en la educación del niño, las capacitaciones a docentes y el hecho que el docente adquiere el rol de facilitador del aprendizaje de los niños. Definitivamente, adaptando el servicio educativo en el ámbito rural a las necesidades de los los niños se pueden lograr mejores resultados de aprendizaje y menor deserción escolar. En general, hay espacio para generar innovación en la calidad de aprendizaje. Es necesario empezar a tomar en cuenta la oportunidad para probar nuevos modelos y cambios en las escuelas.

Fuente: http://www.puntoycoma.pe/economia/ideas-mejorar-multigrado-rural/

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Una escuela contra la dominación

Por: Daniela Rea

Manuel Amador ha dedicado 10 años de su vida a trabajar contra la violencia de género con estudiantes de una preparatoria en Ecatepec, uno de los municipios más violentos del país y donde la precarización cruza todos los espacios. A través de investigaciones y performance, con los que se apropian de las calles, el maestro induce a sus alumnas y alumnos a encontrar una significación para la vida.

Cuando aún no amanece, Manuel Amador llega al paradero norte del metro Indios Verdes de la Ciudad de México. Con la misma prisa que el resto de los transeúntes, pero a contracorriente, camina por los pasillos entre puestos de ambulantes, fierros viejos y restos del día anterior para llegar al final del pasillo a esperar la combi que lo lleve a la colonia Hank González, en Ecatepec.

El paradero norte es un punto nodal en el traslado que cotidianamente hacen cientos de miles de personas para llegar a la ciudad a trabajar –desde sus casas en el Estado de México–, la mayoría en empleos precarios; además de la jornada, deben aumentar unas 3 o 4 horas para el traslado. Mientras todos ellos vienen, Amador va.

Amador recorre unos 20 minutos en una combi vacía, se baja al pie de la carretera a la altura del frontón, una de las paradas más peligrosas de la ruta, pues el acceso a dos vialidades de alta velocidad ofrece salidas rápidas a asaltantes y secuestradores. Después trepa una barda, cruza un puente sobre la autopista y se interna en unas callejuelas esquivando microbuses y motonetas.

Esta mañana de junio, mientras camina a paso acelerado, llama por teléfono a un amigo y le pide que vaya a su casa porque su llave se atoró en la chapa al cerrar y él no quiso esperar a un cerrajero, pues hoy se presenta los proyectos finales de la materia “Métodos y Pensamiento crítico”, en la que ha estado trabajando seis meses. Amador es maestro de la preparatoria 128 Francisco Villa y acaba de llegar a su clase 3 minutos después de las 7 de la mañana.

Llegó aquí hace casi 10 años, por invitación de Joao Arriaga, con quien había coincidido en la carrera de sociología en la Universidad Autónoma Metropolitana. Amador no tenía trabajo. Había pasado una temporada intensa como candidato a la diputación local del partido Alternativa Socialdemócrata, como activista por los derechos de las personas LGBTTTI y dentro de las oficinas del gobierno del Distrito Federal, «ahí mi trabajo no trascendió, era sólo un burócrata”. Cuando Joao lo invitó, no tuvo nada que perder.

Amador debía imaginar cómo llenar las horas de clase de Etimología, su primera materia asignada, pues por sí misma resultaba aburrida e inservible para los alumnos de Ecatepec. Después le tocó educación física. Como no había ni cancha, se le ocurrió dar clases de baile. Pero el baile se convirtió en algo más que mero mover de cuerpos. Influido por su formación sociológica y las enseñanzas de pensamiento crítico de su mentor, Hugo Zemelman, fue convirtiendo las clases en talleres de expresión que ayudan a las jóvenes a entender los problemas de su vida, no como una desgracia personal, sino como resultado de la precarización de la vida en el Valle de México.

Ser maestro en Ecatepec

Amador había leído, como varios de nosotros, las historias de Ecatepec en la prensa: pobreza, corrupción, mujeres desaparecidas, mujeres asesinadas, cuerpos encontrados en baldíos, en barrancas, desnudos, lastimados, en sus casas frente a sus hijos. Las historias que escuchó en el salón de clases no fueron –no han sido- más sencillas y él se esforzó por generar un espacio seguro para nombrarlas.

“Quería construir pedagogías que pudieran responder a esos contextos –cuenta el maestro-. Que pudieran contribuir a regresar la sonrisa, la dignidad a estas personas, la posibilidad de entender que estudiar valía la pena, importaba. Me interesaba sobre todo que estas materias tuvieran una significación para su vida aquí”.

Ecatepec es el municipio con mayor número de pobres de todo el país, casi 500 mil personas viven en esa condición, según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política Social. Es además el municipio donde los habitantes se sienten inseguros, 7 de cada 10, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía. Quienes aquí habitan son los migrantes (y sus descendientes) que llegaron en las décadas de los 80 y 90 como consecuencia del desmantelamiento de la Reforma Agraria que emprendieron Carlos Salinas y Ernesto Zedillo. Llegaron expulsados del campo y encontraron un espacio sin oportunidades laborales dignas. En Ecatepec, el empleo formal escasea y cuando lo hay es precario, por ello la mayoría sobrevive de la economía informal e ilegal, relatan Héctor Domínguez y Amador en el estudio “Diálogos interdisciplinarios sobre violencia sexual”; muchos jóvenes aspiran a ser narcomenudistas, comprar un carro para ser taxistas o vender mercancía de fayuca. Consecuencia, también, ha sido el borramiento de la identidad campesina e indígena como una forma de sobrevivencia ante el racismo. Es común, dice el estudio, que los hablantes de alguna lengua indígena no la hablen en los espacios públicos o no lo enseñen a sus hijos. En una de las clases de Amador, un grupo de alumnas expuso sobre el racismo y ellas mismas con marcados rasgos indígenas, se referían a los indígenas como los otros.

El salón de clases lo ocupan entre 55 y 60 alumnos que llegan en su mayoría sin desayunar, no sólo por falta de dinero, sino porque muchas mamás salen de madrugada a trabajar como obreras, empleadas de comercios o casas particulares; otros no viven con sus papás o tienen a su cargo a los hermanos menores a quienes hay que despertar, vestir, llevar a la escuela. A la mitad de la clase, el maestro les permite salir por café y pan.

La materia de Métodos y Pensamiento Crítico es el pretexto para que ellos hagan análisis, entrevistas, encuestas e historia de vida. Amador toma algunas estrategias de psicomagia para que alumnas y alumnos nombren las distintas experiencias de violencia. Por ejemplo, les hace formar escenas congeladas de momentos de violencia intrafamiliar o escribir en una hoja un momento triste o doloroso para luego quemarlo. Estas actividades se convierten en los performances que llevarán más tarde al espacio público. “Esto es más que una estrategia pedagógica, llevar los terrores íntimos, es más bien articular el conocimiento del espacio íntimo donde hay violencia y sacar a la luz estrategias de control del patriarcado que se han tratado de invisibilizar. Trasgredir lo público-privado y llamar a la intervención ciudadana”, comenta.

Otra de las estrategias educativas es el proyecto de investigación. Cada semestre los alumnos eligen temas que les preocupan en su vida cotidiana, los cuales han sido recurrentes en los años de clase: machismo, feminicidio, violencia en el noviazgo, discriminación indígena, embarazo adolescente, suicidio, drogas y bullying. Casi todos los temas salen de la experiencia personal.

Esta mañana, los alumnos presentan los avances de su investigación. Un equipo habla de “las formas y causas de abandono y de violencia.”

“Elegimos el tema porque yo había pensado en los perros callejeros, de ahí derivamos el tema, de las formas de abandono. Vimos un perro y no le dimos importancia y luego nos dimos cuenta que estaba muerto, días después, nadie se dio cuenta, nadie lo levantó. Pensamos que no sólo se sentía dolor por los animales sino también por las personas, por donde vivimos hay un viejito que esta en la calle todo el tiempo, también nos derivamos de eso”, expone una alumna.

Otro equipo habla del machismo. Su tema es “¿Cuáles son las motivaciones de los hombres que violentan a la mujer?” y según explica Rebeca, “este tema lo elegimos porque en mi casa se vive violencia. Quien practica esto es mi tío, él es militar y de ahí nos derivamos a todo esto. Lo que yo veo en mi casa diario es que un hombre se siente mayoritario a una mujer porque dicen ser más fuertes, nosotros como mujer debemos respetarlo, nosotros nos sentimos menor que él, nos hace sentir menos”. Una compañera agrega: “también llegamos a una conclusión que esto se ha dado desde antes, entonces tenemos que dejar de decirles a los niños no llores porque tú eres hombre. También como ellos dañan, ellos también fueron dañados y siguen ese mismo patrón y todos salimos mal, con una cicatriz en la corazón”.

— Como mujeres, ¿qué les aporta esta investigación?- interviene el maestro.

— A que cuando crezcamos y tengamos nuestras familias ya no hacer eso- responde una alumna.

— Desde el momento que estableces un noviazgo también- dice el maestro.

— El machismo se va dando desde que los padres de un niño lo maltratan, le dicen que no pueden llorar, eres el hombre de la casa, y el niño va creciendo con esas ideas, él lo va aplicando cuando se casa con su pareja va maltratando a su esposa- participan más estudiantes.

— Muy bien, gracias por involucrarse. Recuerden que ustedes están haciendo ciencia, están generando conocimiento. Con las entrevistas, con su observación, están generando conocimiento- concluye Amador.

En los cuadernos de los estudiantes se pueden leer citas de Judith Butler, Boaventura do Santos, Paulo Freire. Los términos de la filósofa norteamericana son retomados en las tareas, como una que habla de la vida precaria: pobreza, desempleo, explotación, violencia, machismo, falta de vínculos, indolencia, carencia, depresión constante, ansiedad, soledad, hostilidad, odio, resentimiento, baja autoestima. La alumna que enlistó esas palabras en su libreta escribe después: “a estos humanos se les debe regresar su dignidad”.

Ser hombre en Ecatepec

En el Estado de México, según datos de la Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio, cada día 6 mujeres son asesinadas. Durante los años en que Enrique Peña Nieto fue gobernador, los feminicidios aumentaron 133 por ciento, según datos de la misma Procuraduría estatal. Esta es la realidad que enmarca la vida de las estudiantes de La Panchito, una violencia que cruza los espacios privados y públicos. Pero para entender qué es ser mujer aquí, Amador plantea primero lo que es ser hombre aquí.

“En estos lugares de exclusión y de marginación, hay hombres que se construyen a partir de elementos de exclusión. Son hombres excluidos, que yo les llamo ‘los hombres machos marginados’. Entonces, no hay oportunidades de trabajo, son explotados, hay desempleo, hay salario que no alcanza suficientemente y buscan otras formas de conseguir el dinero en los espacios de lo ilegal, lo que le llaman hacer los bisnes o la bisneada. Vemos hombres que ven en el crimen la oportunidad para subsistir, robar, vender cosas robadas en los tianguis, ingresar al crimen organizado. Eso, por una parte. Por otra, vemos hombres con carencias, sin educación, sin empleo, sin reconocimiento, sin un espacio, sin oportunidad, que fueron criados con padres autoritarios, intolerantes, porque son hombres frustrados, desesperanzados. Hay una frustración y un odio que se va naturalizando. Y cuando entran a situaciones de noviazgo, brotan las dificultades para relacionarse, para platicar con una chica, entonces se ven esas situaciones de control. Si entendemos estos espacios como esos lugares de precarización de la vida, pues bueno, ¿cómo entonces podemos entender ahí a las mujeres?”.

Ser mujer en Ecatepec

Joselin tiene 18 años recién cumplidos. Llegó a La Panchito -como le llaman de cariño a la prepa- después de dejar varias escuelas porque tenía que cuidar a su hermana, diez años menor. Joselin se hace cargo de su hermana porque su mamá no puede. No es que trabaje de sol a sol, o sí, pero está saliendo de una condición de violencia a la que estuvo sometida por su esposo desde hace casi 30 años. Entonces, Joselin es la tutora de su hermana y su novio es su tutor ante la escuela. Joselin es una joven de piel morena, cabello largo y negro, ojos negros rasgados y labios gruesos. Tiene la estatura y la complexión de una niña, quizá un poco menos niña que cuando tenía 12 años y le arrojó una cazuela con aceite hirviendo a su padre al ver que estaba abusando de su mamá. La cazuela le rebotó en la espalda y ambas cicatrices permanecen: la que dejó el aceite en el cuerpo del hombre y la que quedó en la memoria de la niña. Muy chica, Joselin entendió que si ella no salvaba a su hermana menor, la perdería de una u otra forma. Y decidió salvarla y salvar también a su madre, aunque eso implique postergarse. Ahora, estudia y trabaja para pagar la renta del cuartito a donde viven las tres.

Betsy va en segundo semestre de preparatoria, tiene 16 años. Ella y sus compañeras de equipo eligieron hablar sobre feminicidios en la exposición frente al grupo. Ella no quiere hablar y sus compañeras la protegen. Después, contará que su tía fue asesinada apenas hace unos meses. “Ella se salvó antes dos veces, pero la tercera fue cuando nos avisan y nos cayó de sorpresa, a mi como mujer nos afecta porque me quede con ese miedo de que él sigue libre, con ese miedo de que nos pueda hacer algo. Esta persona una vez estuvo en el reclusorio y quedó de cambiar, la primera vez sucedió en su casa porque estaba borracho, lo hizo frente a sus hijos y una de sus hermanas, hubo orden de alejamiento, pero el insistía e insistía. Ella no quería estar con él, pero él el no entendía, decía que se acercaba por sus hijos, pero tenía miedo de que mi tía lo dejara, ella metía denuncias y el escapaba. Aquí se crece con miedo, con miedo a salir a la calle, porque ya no estamos seguras, aquí pasan muchas, muchas cosas. Mi tía tenía 25 años y cuatro hijos de 9, 5, 4 y 3 años”.

Amador trae a colación otras historias de sus alumnas. Una de ellas le contó que su vecina se suicidó a los 18 años. “Ella estaba embarazada… dejó una carta diciendo que se suicidaba porque no quería engañar y mentirle al novio, porque había sido violada por un familiar y que ese hijo no era de él”. Otra sufrió abuso sexual de su padre cuando tenía 10 años, en revancha porque la mamá se había ido con otro; su mamá la ve como rival. En este caso, dice Amador, los lazos de parentesco y lógica del patriarcado tradicional se ha desvanecido al punto de que los miembros de la familia se convierten en enemigos.

En su estudio, Amador y Domínguez dicen que ese maltrato a las mujeres, esa misoginia “debe entenderse no solo como una fobia incubada en el plano de la frustración de los hombres marginados”, que son producto de la participación femenina en espacios de poder, sino también como resultado de esa precariedad de la vida que parte de los discursos institucionales y mediáticos, como consecuencia de una crisis social, económica y de valores.

Tomar las calles

Amador, La Panchito y las estudiantes, se hicieron famosos cuando algunos medios locales publicaron una fotografía aérea de la frase “no más feminicidios” que 120 alumnas vestidas de blanco formaron en el cerro de Guadalupe. Era el año 2011 y fue ésta la primera actividad que hicieron fuera del salón de clase. Amador lo recuerda como una hazaña, pues la violencia tenía las calles de Ecatepec convertidas en un campo de batalla. Dos años después, hicieron el performance de “Las quinceañeras”: consiguieron vestidos de gala y salieron a las calles maquilladas con golpes y heridas. La imagen es impactante: sus vestidos brillantes contrastan con el color gris de la periferia y sus rostros toman el espacio público con historias de secuestros y feminicidios.

“Las imágenes que se construyen desde ahí, son imágenes que interpelan a todos, a la sociedad, al gobierno y eso es interesante de los performance. Es decir, que se hacen imágenes que pueden lograr interpelar a la sociedad, desestabilizar y esto es lo interesante de estas imágenes”, dice Amador.

El performance de “Las quinceañeras” lo hicieron dos meses antes de que Gabriela Faustino Berenice fuera asesinada, el 16 de junio de 2015. La joven tenía 25 años y un hijo de 8. Trabajaba en una abarrotería. Salió a recoger leche subsidiada y no volvió a casa, su cuerpo quemado se encontró en un baldío. Las noticias dijeron que todavía estaba viva cuando la encontraron.

“Entonces una alumna me dice, ‘¿qué pasó, profesor? No sirve de nada las cosas que hacemos, ¿verdad?. Imagínese con qué facilidad la mataron, yo la conocía, maestro’. En ese momento dices: ‘sí, sí, sí, creo que vale la pena, hija, creo que vale la pena porque para ti y para tus compañeras que están aquí escuchando, esta realidad no les es indiferente, no nos queda de otra, debemos seguir analizando y cuestionando para que no se normalice’, les dije. Mientras hablaba pensaba ¡qué absurdo me siento diciendo esto! no era la respuesta seguramente que querían escuchar, pero ¿qué respuesta tenía en ese momento?, ¿qué respuesta tengo ahora?, no tengo respuestas”.

O quizá la respuesta fueron más performances.

Como el de “La Barbi”: las alumnas llevaron al salón una muñeca a que intervinieron con las palabras que les han gritado a lo largo de su vida. Zorra, puta, pendeja, no sirves para nada, mensa, zonza, suata, estúpida, piruja, fácil, culo fácil. Después, salieron del salón a las calles y llegaron a un lugar donde 15 días antes habían tirado el cuerpo de una joven asesinada y gritaron las palabras que les pertenecían, no las que otros querían colocar sobre sus vidas: Con falda o pantalón, respétame cabrón, ni una más, ni una más, no más violencia a las mujeres, ni objetos ni desechos, mujeres con derechos. Amador aún recuerda el diálogo con una de sus alumnas: “ay profe yo iba caminando y sentía que mis piecitos, mis piernitas se me caían, pero como vi a mis demás compañeras gritando, yo gritaba, yo gritaba”.

O el de los “Daños humanos”, que hicieron para cerrar el ciclo escolar 2016-2017: una serie de postales vivas en donde los estudiantes representaron esos daños que el capitalismo ha dejado en la vida humana: maltrato, soledad, depresión, suicidio. Eligieron hacerlo en el Deportivo, donde fue encontrado el cuerpo de una joven.

“Daños humanos»

El performance, considera Amador, permite a sus alumnas y alumnos desarticular una ideología de dominación: salir a las calles de Ecatepec, específicamente al espacio en el que son encontrados cuerpos de mujeres asesinadas (los espacios y los temas son elegidos por los estudiantes) a mostrar la violencia que viven cotidianamente en las calles y las casas, rompe con esa idea de que el espacio privado o el cuerpo es impermeable a la intervención de las instituciones o la sociedad y por tanto no se debe denunciar. Y por tanto es culpa de la víctima. Y por tanto se debe silenciar.

El hombre que va

 

Amador ha sido entrevistado varias veces por periodistas y académicos. Un estudiante del CIDE hizo una tesis de maestría sobre su proyecto; otra joven vino desde Francia a conocer el trabajo; otra, de la Universidad de Nueva York, se acercó a conocer la escuela en su estudio de feminicidios. Un grupo de estudiantes coordinado por el maestro Rafael Mondragón de la UNAM prepara un libro sobre la experiencia alrededor del proyecto. Las entrevistas y conversaciones con otros le han permitido conocerse un poco más. Por ejemplo, ese estudiante del CIDE trató de indagar por qué Amador escogió Ecatepec y las mujeres de Ecatepec para dedicar su vida profesional, escarbó en sus antecedentes y trató de explicarlo en la violencia que la madre del maestro sufrió de su padre, aunque él no la atestiguó. “Puede ser… mi mamá fue una mujer trabajadora que vivió violencia de mi padre, ella sufrió discriminación, crueldad. Yo no lo recuerdo porque cuando crecí nos salimos del rancho, crecí en Piedras Negras, Puebla, en el monte. A los cinco años nos fuimos de ahí”.

Pero, según él mismo, son otras las violencias que lo han cruzado. “Homofobia, intolerancia, asaltos… en el 2005 sufrí una agresión por parte de unos policías, eran como diez, me golpearon, me agarraron y otros me golpearon en la cara y fue homofobia. Yo denuncié, no pude pegarles. Decía un amigo que los crímenes de odio por homofobia en el fondo son feminicidios”.

¿Por qué Amador va todas las mañanas antes de que amanezca a contracorriente, desde su casa en el centro de la Ciudad de México a Ecatepec, para trabajar con sus alumnas, sus alumnos, para aprender a nombrar lo que les daña?

“No me es indiferente lo que pasa, me sorprendió, me impactó ver esas imágenes de mujeres que pueden ser llevadas, asesinadas. Recuerdo que una ocasión una niña me dijo ‘es que allá arriba hay un tiradero de mujeres, allá las van a tirar y yo no quiero pasar por ahí’. Me sorprendió que dijera ‘un tiradero’ y fui a ver y efectivamente era un lugar donde había cuatro cruces, de varios años que iban y tiraban ahí… Ver el miedo, el terror, el que puedan ser violentadas, ultrajadas, asesinadas y tiradas a los canales, a los bordos como si fueran una basura. Mujeres, pero también animales, hombres ancianos. ¿Qué somos nosotros, qué dice esto, estos cuerpos abandonados, de lo que somos quienes vivimos aquí ahora?”.

Amador se hace preguntas directo al cuerpo. Y las responde con el cuerpo. Por eso, pensar en él es regresar a esa imagen del paradero norte, cuando aún no amanece y él corre a contracorriente para alcanzar la combi que lo lleve a la colonia Hank González en Ecatepec, y acompañar a esas adolescentes, a esos adolescentes, al lugar del que muchos intentan escapar.

 

 

 

 Fuente: http://piedepagina.mx/una-escuela-contra-la-dominacion.php

 

 

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1968: Las consecuencias

02 de agosto de 2017 / Fuente: http://www.educacionfutura.org

El movimiento estudiantil de 1968 fue una explosión política que dejó honda huella en el país, aunque se han estudiado poco sus consecuencias. Es evidente que el movimiento cristalizó en cambios institucionales: la reforma política de 1977, la creación de la Comisión de Derechos Humanos de 1990, etcétera. “Interrogando a la institución —dice Alberoni— se encuentra el mensaje elaborado por el movimiento. Por otra parte, el movimiento es siempre portador de proyecto, es decir, ya contiene en sí mismo, potencialmente, a la institución”.

Hubo otra consecuencia, menos edificante, del movimiento de 1968. Me refiero al trauma de la masacre de Tlatelolco y cómo fue procesada la experiencia por los estudiantes de aquella época. Las balas del Ejército y la policía no sólo dañaron los cuerpos de los asistentes al mitin del 2 de octubre, también destruyeron las ideas, las actitudes y las expectativas de toda una generación de estudiantes. Tlatelolco hizo volar en pedazos la confianza ingenua que los estudiantes tenían en el orden legal, en la democracia, en las instituciones, en la Revolución Mexicana, y en lugar de esos valores y creencias se creó en ellos, primero, un vacío, después un rencor desesperado, un sentimiento denso de odio y coraje que sólo podía conducir a al delirio y a la locura.

La corriente estudiantil democrática fue derrotada por la masacre de Tlatelolco; en cambio, la matanza hizo que triunfaran las corrientes revolucionarias, no democráticas. Perdimos quienes creíamos que el pliego petitorio sería eventualmente atendido y resuelto por las autoridades. Ganaron los que pregonaban que México no tenía un régimen democrático y que de nada servía cumplir buscar solución pacífica y política a las demandas estudiantiles. Lo que debía hacerse, decían los revolucionarios, era o bien abandonar la universidad para “ir al pueblo” (maoístas), o bien preparar la revolución armada mediante guerrillas urbanas.

La brutal matanza de Tlatelolco pareció darles la razón y contribuyó a reafirmar en esos grupos que México vivía un momento “pre-revolucionario”. En ese ambiente de furia e indignación se produjo una deserción masiva de estudiantes que resolvían irse a trabajar al campo o a las colonias urbanas populares, para organizar la lucha revolucionaria popular (después de todo, lo hechos habían  demostrado que los estudiantes eran una fuerza débil y “pequeñoburguesa”) y, por otro lado, surgieron los primeros grupos guerrilleros urbanos. Desde 1970, la guerrilla comenzó a atraer poderosamente el interés de muchos jóvenes: jóvenes inteligentes, sensibles, solidarios, generosos y valientes que decidían, de un momento a otro, dejarlo todo, bienestar, amigos, familia, comodidades para incorporarse a una aventura que podía, eventualmente, arrancarles la vida.

En todas las universidades se operó un cambio radical en el ambiente estudiantil. Una ola de radicalismo antidemocrático recorrió todos los centros de educación superior del país y las universidades fueron por años escuelas que enseñaban política radical. En 1971 era ya ostensible que la corriente democrática estudiantil había eclipsado. Los llamados “comités de lucha” progresivamente fueron asimilados por las corrientes radicales; 1971, 1972 y 1973 fueron años fatídicos. Los estudiantes revolucionarios —o pro-guerrilla— desataron una campaña violenta de agresión contra los estudiantes democráticos (que eran descalificados con calificativos peyorativos como “tibios”, “reformistas o “aperturos”) campaña que desembocó en acontecimientos trágicos, como el asesinato de un profesor del CCH y la balacera en la Universidad de Sinaloa —mayo 1973—, donde murieron dos estudiantes.

Es la hora del balance: Habría que preguntarnos seriamente cuál es el precio que México pagó por la consumación| de la masacre de Tlatelolco. Preguntarnos cuánto daño nos hizo y nos sigue haciendo. Las balas del Ejército en Tlatelolco acabaron con un sueño y nos instalaron en una pesadilla. Sepultaron de golpe la fe candorosa de los estudiantes en la ley, la creencia de que se vivía dentro de un orden civilizado, la suposición de que prevalecía la razón, la confianza en que, a la postre, el gobierno cedería y otorgaría, si no todos, algunos de los puntos del pliego petitorio. Pero esas mismas balas inauguraron una cauda salvaje de violencia, irracionalidad, barbarie e ilegalidad que, de alguna manera, sigue presente en el México actual y que constituye el mayor obstáculo para que salgamos del abismo en que nos encontramos.

Fuente artículo: http://www.educacionfutura.org/1968-las-consecuencias/

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Problema con la solución de problemas

02 de agosto de 2017 / Fuente: http://www.educacionfutura.org/

Por: Eduardo Andere

No existe currículo ni propuesta curricular en el mundo en la que no se enfatice la importancia de una nueva habilidad para los niños: solución de problemas. Es más, hasta existe un área de aplicación de la prueba PISA de la OCDE que se intitula “solución de problemas”. Sin embargo, en el nombre está el pecado. El problema es la palabra problema.

El cerebro produce más químicos de la “felicidad” en la medida que lo que lee, siente, percibe, mira y escucha, lo relaja (con ciertos límites) en lugar de tensarlo (también con ciertos límites).

La palabra problema engendra tensión. Y a menos que se trate de un juego, donde la tensión natural, derivada del juego, es saludable, en general, problemas no esperados o de la vida real, generan mucha tensión o estrés. Recordemos cuántas veces en nuestras conversaciones cotidianas cuando platicamos con nuestros hijos, padres, hermanos, amigos, colegas, con frecuencia preguntamos: ¿Hay algún problema? ¿Está todo bien? No hay problema, ¡¿verdad?!

Imaginemos a un pequeño que va a la escuela y se enfrenta a una prueba cuyo contenido es un conjunto de “problemas”. La mejor solución del cerebro es elevar la adrenalina para huir, atacar o pasmar. El cerebro reacciona con hormonas, adrenalina y cortisol, ante el problema o la amenaza del problema. Si la escuela es puro problema, porque hay que trabajar todo el tiempo para resolver los problemas de las pruebas, y no solo eso, sino para ganarle a los demás–lo que en sí ya es un problema–no sorprende que la escuela sea rechazada por los cerebros de los niños y jóvenes. Debemos que recordar que los niños y jóvenes ven el mundo de manera diferente de como la ven los adultos.

Para los adultos la solución de problemas puede ser una expresión cotidiana, para los niños, no. Un niño puede ver una banca floja como una oportunidad para curiosear, brincar, jugar, mover, safar, explorar; para un adulto, es un problema.

Si la escuela es un platillo lleno de problemas, ni ganas de ir a la escuela. Por ello, en el siglo XXI, está de moda el tema del aprendizaje alegre o divertido. Pero, ¿qué tiene de divertido ir a un lugar a enfrentar problemas? Eso es cosa de los adultos, no de los niños. Si los adultos le dicen a los cerebros de los niños “ven a divertirte a la escuela” y al mismo tiempo se les somete a la presión de enfrentar, resolver o superar problemas, además de ganarle a sus compañeros todo el tiempo, el cerebro de los niños, se enfrenta a mensajes contradictorios. El cerebro siempre resolverá por el camino fácil: “no me gusta”; por tanto, “no me interesa”; “no estoy motivado”.

Los cerebros de los niños son cerebros con muchas conexiones, muchas más que las de los adultos. Por ejemplo, un bebé de un año de edad tiene el doble de conexiones que las de un adulto. Un adulto tiene alrededor de 500 mil millones de sinapsis por milímetro cuadrado (Bronson y Merryman). Si el bebé tiene el doble, ¿eso lo hace más poderoso desde el punto de vista mental? No. Como dice la psicóloga Alison Gopnik, cada una de esas conexiones es una conexión débil. Con la práctica, la significancia y la repetición esas conexiones se fortalecen y permanecen. En busca de la eficiencia, el cerebro mismo se encarga de podar las conexiones no usadas.

Mientras la madurez llega, en el mundo infantil de conexiones libres y aleatorias, mandar a un niño a una escuela a aprender una habilidad que de entrada es un problema, asusta al cerebro y lo pone a la defensiva. Nada gozoso hay ahí.

La solución del problema “2+2” es un problema per se. Pensemos, ¿qué tiene de problema sumar 2+2? La solución a 2 + 2 es 4. Dos más dos no es un problema, es un acertijo, un enigma, un desafío, y 4, no es una solución a un problema, sino un descubrimiento, una conclusión, una respuesta lógica a un acertijo. En el camino, los niños exploran, indagan, descubren, “espían” y lo hacen juntos, como cuando juegan “a las escondidas”.

Las matemáticas no son un problema, son una impresionante herramienta de eslabones lógicos, nítidos y perfectamente alineados con las habilidades innatas del ser humano. No, no tendríamos que ir a la escuela a estudiar problemas, o sus soluciones, sino a explorar situaciones, descubrir relaciones, indagar caminos. Los problemas vienen más tarde, en el mundo cercano a los adultos. Mientras ese mundo llega, los niños pueden aprender que las matemáticas no son un problema sino una estrategia, una herramienta, una forma sencilla de ver la vida, una exploración, un juego de espías.

Lo mismo podría lucubrar respecto de otra habilidad del siglo XXI: pensamiento crítico. En realidad, lo que queremos decir es pensamiento lógico, que no es otra cosa que inteligencia líquida. Dejemos para los adultos el pensamiento crítico y demos más oportunidad para que los niños desarrollen sus habilidades naturales a su tiempo, sin prisas y sin que tengamos que encasillarlas o secuestrarlas por los cerebros “maduros” e “inhibidos” de los adultos”.

Mientras los nuevos currículos de México no se elaboren a partir de la forma en la que piensan los niños y los jóvenes en sus diferentes etapas de desarrollo, en lugar de la forma en la que piensan los adultos, la retórica de un nuevo modelo para un mundo acelerado, complejo y globalizado, no toca el meollo del problema. Los niños jugando solucionan los problemas creados por los adultos. La palabra problema se repite 322 veces en el nuevo currículo mexicano del 2017. Quizá sería bueno sustituirla por la palabra desafío. En lugar de identificar o resolver un problema se podría girar la intención pedagógica hacia identificar un acertijo, explorar un terreno desconocido, resolver un enigma, superar un desafío y jugar al “espía” para entender los fenómenos que la ciencia aún no explica.

Este es el tipo de reflexiones que haremos en el seminario: El nuevo modelo educativo: un análisis positivo y crítico. Cupo limitado. Solamente en el mes de julio el precio de inscripción es reducido.

Fuente artículo: http://www.educacionfutura.org/problema-con-la-solucion-de-problemas/

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Una óptica de por qué la Investigación en el contexto Educativo

02 de agosto de 2017 / Fuente: https://compartirpalabramaestra.org/

Por: Iliana Carriazo Julio

La praxis pedagógica en Colombia no tiene conexión con el punto de vista investigativo.

Una gran falencia que se vivencia y evidencia hoy en día en la educación, es la praxis pedagógica desde el punto de vista investigativo, y es claro que la educación en Colombia no tiene esa conexión.  La investigación debe constituirse como parte fundamental de la formación integral de los estudiantes, ya que es  una poderosa herramienta de transformación emocional e intelectual del ser humano, en la medida que se siga fomentando su inclusión en los diferentes programas académicos a todo nivel y se cambie la concepción de la misma.

En el contexto educativo, se ve la necesidad de comprender los distintos fenómenos que se presentan en el quehacer pedagógico,  tanto en el interior como en el exterior de las aulas, en la vida institucional y en la vida  comunitaria. Logrando, de este modo, generar innumerables interrogantes que pueden llegar a opacar a los métodos que se utilizan en el proceso de enseñanza e incluso las hipótesis que se plantean, debido a que las respuestas que se buscan tal vez se dan pero sin sentido o con estadísticas huecas que no tienen fundamentación.

Concluyendo puedo decir,  que una motivación de un  proceso investigativo,  es la comprensión de los aspectos personales y académicos,  que pueden influir en la vida de los estudiantes, tales como: las experiencias previas asociadas a su propia vida como estudiantes, a la educación y a la relación con sus docentes y la comunidad.

Lo importante en todo proceso de enseñanza – aprendizaje, es garantizar un desarrollo formativo significativo que pueda trabajar con parámetros verdaderos. Es de anotar que la  investigación educativa  indaga desde una perspectiva interna, es decir, parte de la propia práctica docente y considera a los docentes y estudiantes como participantes activos. Es necesario fortalecer la presencia de docentes  que investiguen sus propias prácticas desde una acuciosa observación y reflexión crítica sobre su actuación, preocupándose  por la innovación educativa y por su propia autoformación como profesionales. El carácter investigativo de la práctica del docente, adquiere significado cuando esta práctica proporciona elementos para descubrir las causas de los problemas con los cuales trabaja en el aula, en la escuela, en la comunidad y avanza en aproximaciones sucesivas hacia una acción  de carácter transformador. Se trata no sólo de que el docente conozca esa realidad, sino que enfrente la dinámica de  su transformación y se abra a una experiencia distinta y renovada. Las situaciones problemáticas  que surgen del trabajo cotidiano constituyen una fuente rica en oportunidades para generar investigación  en torno al carácter de las prácticas pedagógicas.

(Martínez, 2007) lo resume de la siguiente manera: “La investigación educativa se hace conveniente y necesaria porque facilita realizar las siguientes acciones: 1. Dar respuesta a la necesidad de conocer y mejorar una determinada realidad educativa. 2. Innovar en educación y analizar los resultados y eficacia de dichas innovaciones para avanzar en la mejora de los resultados educativos. 3. Formular juicios de valor sobre la situación estudiada (evaluación), y establecer las causas que inciden sobre ella (diagnóstico). Esto facilita poder intervenir para potenciar, modificar y mejorar las situaciones educativas. 4. Tomar decisiones y, en su caso, generalizar conclusiones que puedan estar afectando por igual a muchos sujetos o situaciones, lo que amplía la posibilidad de actuar sobre ellas y de rentabilizar los recursos y las inversiones que se hacen en tiempo, esfuerzo y presupuesto al investigar. 5. Valorar el grado en que se alcanzan determinados objetivos educativos.”

El docente siempre se encuentra en  ambientes complejos donde se da la diversidad de los sujetos que aprenden. Ello implica que como base de su actuación, se encuentra la continua indagación para sustentar la necesidad de perfeccionamiento de su trabajo. De esta forma se puede decir que se presentan dos pilares esenciales sosteniendo este proceso: uno la ciencia pedagógica contemporánea y otro la  investigación científica desde modelos alternativos.  Ese docente que investiga será un modelo de actuación  para  sus  estudiantes, le encomendará tareas variadas y fundamentalmente, no estructuradas, para que pueda florecer la libertad en la búsqueda,   en las acciones y resultados, de modo tal que al presentarse diversas realizaciones, todos crezcan desde una visión que asuma la dialéctica relación entre lo individual y lo social, intrínseca a toda educación bien entendida.

Concluyendo puedo decir,  que una motivación de un  proceso investigativo,  es la comprensión de los aspectos personales y académicos,  que pueden influir en la vida de los estudiantes, tales como: las experiencias previas asociadas a su propia vida como estudiantes, a la educación y a la relación con sus docentes y la comunidad.  Luego de la investigación y la obtención de resultados, se implementan las estrategias necesarias, para que los estudiantes mejoren en el proceso de aprendizaje, sin olvidar la transversalidad con el aspecto  convivencial, porque irían de la mano.

Bibliografía

López y Farfán. La Investigación Educativa Como Base De La Nueva Educación. Congreso Estatal de Investigación Educativa Actualidad, Prospectivas y Retos 4 y 5 de Diciembre del 2006

Fuente artículo: https://compartirpalabramaestra.org/columnas/una-optica-de-por-que-la-investigacion-en-el-contexto-educativo

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La Escuela como proyecto de transformación cultural

02 de agosto de 2017 / Fuente: https://compartirpalabramaestra.org

Por: Martha Lucía de la Cruz

Durante dos tuvimos la oportunidad de aproximarnos al modelo pedagógico que viene desarrollando el colegio y, de manera particular, a los proyectos productivos pedagógicos. 

El pasado 5 y 6 de junio, por iniciativa de la Fundación Compartir, un grupo de organizaciones y fundaciones, visitamos el proyecto “La Escuela como proyecto de trasformación cultural” en el Municipio de la Cumbre, Valle del Cauca, liderado por Rubén Darío Cárdenas, Gran Rector Premio Compartir 2016.

Estas visitas hacen parte de una nueva estrategia del Premio Compartir que consiste en fortalecer iniciativas de maestros o rectores galardonados, que son o pueden constituirse en una innovación, coordinando agendas de potenciales aliados y articulando acciones desde el territorio y con la activa participación de las comunidades.

La invitación fue acogida por RedEAmerica, Empresarios por la Educación, Fundación Smurfit Kappa Cartón de Colombia, Dividendo por Colombia, Universidad ICESI-Maestría de Innovación Social y Del laboratorio al Campo. Nos acompañaron también el Chef peruano Alexander Almeri y el nariñense, Aníbal Criollo, sobre quienes escribiré en otra oportunidad.

Durante los dos días de la visita a la Institución Educativa María Auxiliadora,  tuvimos la  oportunidad de aproximarnos al modelo pedagógico que viene desarrollando el colegio, y de manera  particular a los proyectos productivos pedagógicos. Un modelo que ha entendido con claridad la importancia de la comunidad educativa y su potencial para trasformar el territorio y generar oportunidades para los jóvenes y sus familias; que proyecta y contextualiza el aprendizaje fuera del aula; que promueve procesos de enseñanza/aprendizaje centrados en sus estudiantes y reconoce sus talentos e intereses;  que valora las manifestaciones y expresiones culturales de la región y las fortalece; que recupera y propicia el intercambio de saberes ancestrales, e incentiva la creatividad.

Un proyecto al que hay que aproximarse con los 5 sentidos, para lograr aprehender su esencia; panes de sábila con piña, de café, muffins de zapallo,  dulces de sidra, yogurt de piña, aceites esenciales de limoncillo, caléndula, pino, citronela, cilantro…

Esta visita nos ratifica, lo que como Fundación hemos dicho por muchos años: la educación de calidad es el camino. Por eso seguiremos comprometidos con generar espacios para que entidades públicas y privadas, conozcan estas experiencias y escuchen directamente las voces de las comunidades educativas del país. Espacios para entender cómo lo han hecho,  qué problemas han tenido, cómo los han resuelto, qué necesitan para crecer y mejorar y  se inviertan los recursos en función de esto. De la capacidad que desarrollemos para resolver con calidad, pertenencia y oportunidad los problemas ya conocidos de la educación rural, dependerá buen parte de la tan anhelada paz estable y duradera.

Fuente artículo: https://compartirpalabramaestra.org/blog/la-escuela-como-proyecto-de-transformacion-cultural

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