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Ética de lo Urgente y lo Importante. Didáctica de las Ambulancias

Fernando Buen Abad Domínguez
Rebelión / Instituto de Cultura y Comunicación UNLa
Casi todo lo que es importante es urgente. Una es noción de jerarquía y la otra de tiempo. Eso lo entiende, por ejemplo, quien maneja una ambulancia. Son importantes los semáforos, sí, pero mucho importante es la vida del que viaja (accidentado o no) en una ambulancia y, por lo tanto, en condiciones de seriedad, todo lo que “normalmente” es importante cede su lugar a lo urgente. Digan lo que digan los “burócratas”, los reformistas o los indolentes para quienes la relación entre urgencia e importancia está confundida por su obediencia a los “jefes” o a la negligencia y no a las necesidades sociales.Para la humanidad es muy importante quitarse el yugo del capitalismo, es urgente. Deberíamos estar dedicados, de tiempo completo, a librarnos del coloniaje económico e ideológico que pone en riesgo real la sobrevivencia del planeta y de toda forma de vida, incluida la humana. Sólo mirar las cifras debería hacernos entender la urgencia por salir de un sistema injusto, excluyente, belicista y humillante como el que reina a sus anchas hace ya demasiados siglos. Y sin embargo vamos lentos. La humanidad está en peligro. ¿Es un problema de jerarquía o de tiempo?

Es muy importante combatir las mentiras, la tergiversación y la desinformación. Es muy importante conocer la verdad, saber socializarla y saber qué hacer con ella. Es de importancia suprema vivir y convivir en unidad y con principios comunitarios a toda prueba. Es urgente y sin embargo vamos lentos. Nos frenan los semáforos de la estulticia. ¿Qué nos falta? ¿Ética?

Nos impusieron, con fuerzas militares y fuerzas ideológicas, una “Cultura de la Banalidad” que surte efectos desastrosos. Contiene individualismo de todo tipo, escapismos a granel, solipsismos y anti-política hasta el hartazgo. Su non plus ultra es el consumismo endulzado con egolatría de mercado y cucharadas generosas de indolencia burguesa. Por eso importa más, en la agenda de lo cotidiano la sanción a un futbolista, los matrimonios de la farándula, el chismorreo de corrillos… que lo importante y lo urgente de verdad. Por eso nos anestesian con luz de televisores y mientras nos saquean los salarios, los recursos naturales… la vida misma hundidos en banalidades bacteriológicas.

La vida diaria se nos escapa mientras atendemos eso que es secundario, mediato e intrascendente pero que nos hace sentir como si estuviésemos atendiendo lo verdaderamente importante. Y se va la vida. La banalidad nos invisibiliza la lucha, la hace postergable e intrascendente. La banalidad nos hace ver un mundo que realmente está “patas arriba” como si ese fuese su orden natural y como si debiésemos aceptarlo sin chistar y sin cambiarlo. La banalidad con que el capitalismo nos anestesia es para colmo un gran negocio de ellos que nos vende valores banales disfrazados de moda, disfrazados de placeres, disfrazados de instituciones sagradas. Nos han enseñado a aceptas todas las banalidades que el capitalismo inventa como si fuesen lo más importante y lo más urgente. La banalidad en serio. Ética anestesiada.

Nada es más importante que terminar con la cultura belicista que nos ahoga, día a día, hasta en lo más impensado. Nada más importante que tener un mundo sin máquinas de guerra ideológica y sin guerras psicológicas. Nada más importante que conquistar la Justicia Social para el pueblo trabajador. Nada más importante que un mundo de seres humanos con igualdad de oportunidades y de condiciones objetivas. Nada más importante que asegurar un planeta que sea la Patria de la Humanidad sin excluidos, sin amos y sin esclavos. Sin seres humanos explotados y sin clases explotadoras. Nada más importante que lograr ser humanos emancipados, cultos y libres. Nada más importante que vivir en un planeta sin miedo.

No es importante -ni urgente- poner a salvo las ganancias de las oligarquías ni de sus colonias. No es importante entregarles las tierras, las minas, los ríos, los mares, las montañas, los subsuelos ni los cielos. No son importantes los negocios burgueses con la educación, la vivienda, la salud y el trabajo. No es importante la “moral” de los opresores ni es importante el bienestar de unos cuantos sectores que son dueños de la inmensa mayoría de las riquezas del planeta. Lo importante es el futuro sano y salvo para las niñas y los niños. Lo importante es la vida digna para los adultos mayores. Lo importante es el trabajo emancipado para la juventud y para todos. Lo importante es derrotar toda banalidad y toda injusticia. ¿Cómo hay que decirlo? Hay que abrir paso a la ambulancia de la Historia, la humanidad esta en riesgo.

El “Pensamiento Crítico” consiste fundamentalmente en aprender a poner en orden nuestros métodos para conocer el mundo, para enunciar ese conocimiento y para organizar y movilizar conductas emancipadoras. Saber qué va primero y qué va segundo. Qué es lo urgente y que es lo aplazable. Qué es importante y qué no lo es. El “Pensamiento Crítico” es producto humanista y dialéctico de sí mismo, en clave de lucha. De lucha de clases. Es ese su territorio fértil y su fuente de identidad. En esa lucha se aprende quiénes son los sujetos en contienda, cuántos hay de cada lado, con qué fuerzas cuentan, cuál es su desarrollo desigual y combinado y cuáles son sus derrotas y sus victorias… el “Pensamiento Critico” se forma como conciencia de la disputa que moviliza a la historia y que le da perspectivas, para bien o para mal, sobre el desino mismo de la humanidad y del planeta. Por eso el “Pensamiento Critico” es tan importante. Y no hay transformación posible si el “Pensamiento Crítico” no se hace carne en los pueblos y sus luchas. Comuna o nada.

Aquel que maneja una ambulancia sabe que, llegado el momento, lo importante es un mandato ético y social. Que nada ni nadie puede oponerse o superponerse al cometido de salvar la vida. Ni los semáforos ni la hora del almuerzo, ni los afectos ni las banalidades. Nada es más importante y, por eso, es urgente llegar, íntegros y proactivos, a cumplir la tarea suprema de ser solidarios con quien necesita de toda nuestra destreza, de toda agudeza y de toda presteza. A bordo de la ambulancia va un paquete didáctico para la sociedad toda. Va la vida y la muerte con nuestro papel ante ellas. Va la necesidad de cumplir con el deber y el amor por cumplirlo. Va la inteligencia y la pasión por ser útil. Va el riesgo y van las ciencias. Va el santiamén de la suerte y va el aplomo del científico. Va la historia de la humanidad y va el futuro de quien sufre un accidente. Vamos todos y sabemos que van juntos, lo importante y lo urgente. Así deberíamos ser con todo. Sería una Revolución Cultural nutrida por pensamiento crítico y moral de comunidad. Y el mundo será distinto.

Fuente del Artículo:
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=225063&titular=did%E1ctica-de-las-ambulancias-
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El Plan Maestro y la Represión a Docentes

Miguel Andrés Brenner

Buenos Aires, Argentina

Abril de 2017

  1. PLAN MAESTRO

El proyecto de ley del llamado Plan Maestro no figura aún en ninguna página oficial de la Nación Argentina, mientras que algunos diarios hacen una escuetísima, parcializada y antojadiza alusión al mismo. A continuación presento algunos aspectos cruciales del Plan Maestro a modo de síntesis.

EVALUACIÓN DEL DESEMPEÑO DOCENTE

Proyecto de ley a elevarse al Congreso de la Nación Argentina

 ANTECEDENTE: El Anexo de la Resolución 285/2016 del Consejo Federal de Educación en el inciso 2.2.4 establece la evaluación a los docentes.

ASPECTOS CENTRALES DEL PLAN MAESTRO:

  • IMPLICA LA MODIFICACIÓN DEL ESTATUTO DEL DOCENTE, EL REEMPLAZO DE LOS CONVENIOS COLECTIVOS DE TRABAJO POR CONVENIOS INDIVIDUALES DE TRABAJO INCENTIVADOS POR MÉRITO INDIVIDUAL.

  • ES MÁS UNA REFORMA ADMINISTRATIVA LABORAL QUE UNA PROPUESTA PEDAGÓGICA SUPERADORA.

  • DEBILITA TOTALMENTE EL ROL DE LOS SINDICATOS o bien tiende a anularlos.

  • SE MEZCLAN ALGUNOS OBJETIVOS AMBICIOSOS, y aún seductores para el no avezado, EN UN CONTEXTO DE AJUSTE PRESUPUESTARIO.

  • SE ESTABLECEN METAS IDEALES, y antojadizas, A CORTO PLAZO (conste que la reforma educativa finlandesa, que se presenta como ejemplo, constituyó una política de Estado durante 30 años, que excede a un período de gobierno, y en contextos socioeconómicos muy diferentes a los países de nuestro Sur).

  • ESTABLECE PARA 2021 UN SISTEMA DE EVALUACIÓN INDIVIDUAL PARA ESTUDIANTES Y EGRESADOS DE LOS ISFD, aunque no aclara sus consecuencias.

    2.REPRESIÓN A DOCENTES

La represión a los docentes del domingo 9 de abril de 2017, que deseaban instalar una Escuela Itinerante en el predio de una plaza, la del Congreso de la Nación, a fin de explicar el significado del actual conflicto docente, amerita una segunda lectura:

  • Seguir la experiencia mexicana (no la chilena, aunque ahí también hay evaluación a los docentes, pero de otra manera, también nefasta). A saber=

  1. Desprestigiar a los docentes por la situación de la educación mexicana, mediante profusas estadísticas en base a resultados de aprendizaje de los alumnos, con pruebas estandarizadas que preparan con criterios nada transparentes empresas privadas, quienes con impresionantes ganancias diseñan las pruebas PISA (a quien le interese, para Argentina, http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/193079  , donde se ve al CEO del INET Sánchez Zinny – Instituto Nacional de Educación Técnica – con su empresa Kuepa, y el negociado con la mundial empresa Perason, en la elaboración de las pruebas PISA).

  2. El poderoso Grupo Televisa conjuntamente con la ONG Mexicanos Primero se encargan, principalmente, de difundir el descrédito a los docentes, abonando así el camino para que la población mexicana apruebe la evaluación a los docentes (frente a computadoras, como si pudiera homologarse la relación con una máquina a una relación educativa, personal y comunitaria, situada).
  3. Represión en México y hasta con docentes asesinados por dicha represión para que, a sangre y fuego, se imponga la evaluación a los docentes con sus negociados por parte de importantes grupos empresarios.
  • LA REPRESIÓN DEL DOMINGO 9 DE ABRIL DE 2017 A LOS DOCENTES EN LA PLAZA DEL CONGRESO DE LA NACIÓN IMPLICA QUE LA REFORMA EDUCATIVA DEL PRESENTE GOBIERNO NEOLIBERAL, CON SU PLAN MAESTRO, SE PRETENDE HACER A LA FUERZA, SOBRE LOS DOCENTES Y NO CON LOS DOCENTES.
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A Letter from my Brother to my Son. Letter to a young teacher

by Rick Ayers

Huffington Post Blog

So my nephew Malik, a fabulous renaissance man who has taught sixth grade math, science, and Spanish as well as coaching basketball and baseball for the last six years, was given a pink slip.  Again.  It’s a March ritual around here.  School districts are dealing with slashed budgets and are not certain of enrollment.  In response they send out a flurry of layoff notices.  I’m pretty sure Malik will be hired back.  He’s got some time in, he’s a beloved teacher, and he is extremely successful teaching students in his working class and low-resourced middle school.

But the whole thing is infuriating.  I texted him to say I hoped he was doing OK.  He texted back, telling me that he would never advise a friend to go into this profession.  I was so sad to think about this response, the kind of feeling that so many teachers get at this time of year.

I tried to send him back some words of encouragement.  I’m a teacher educator, after all, and it’s my calling to encourage people to become teachers and help them to be successful.  I wrote him something about the fact that the pink slip is an insult, only that, but he would certainly still have a job.  But as I thought about it, I realized this is one insult piled on top of the many others that are being offered to teachers.  While there is a small problem of some bad and ineffective teachers hanging on to their jobs, as there is with bad, ineffective, lazy lawyers, doctors, nurses, architects, bankers, cops, financial analysts, cooks, firefighters and farmers,  there is a huge bleeding gash in the system – the 40% of new teachers, mostly excellent teachers, who quit in the first three years.  They are discouraged, demoralized, scorned, and ridiculed by the media, politicians, and bosses.  I want you all to hang in there.  So here is my attempt to pull together my thoughts.  It is my “letter to a young teacher.”

Dear Malik,

We are, sadly, living in the year of hating teachers.  Whether it’s Wisconsin governor Scott Walker rewarding the super-rich while complaining about the high compensation of teachers or Obama’s education secretary Arne Duncan applauding the mass firing of teachers and endorsing the teacher-bashing rhetoric of the right, we’re having it hard these days.  After decades of “devolution” of federal funding and escalating military budgets, state governments are de-funding education.  Policy wonks fantasize about making schools in the US that look like those in Singapore – with compliant students who study desperately to make the grade – and the President talks about education designed to compete with China and India – as if that were the purpose of education in a democracy.  The national discussion of education, driven by right wing media and think tanks, suggests that teacher education, teachers, teacher unions, and just about everything else about schools is worth trashing.  Professor William Watkins may be right – these people may really have in mind closing down public education altogether.

On the teacher profession side we find plenty of despair.  Teaching, like the other caring professions, has been regarded as women’s work and therefore worthy of less respect and pay.  And now teachers are being forced more and more into mindless scripted curricula, which amount to low-intelligence test-prep exercises.  Teacher education programs are cutting back their offerings and fewer people, particularly with math and science degrees, are willing to go into teaching.  Getting that March pink slip is just another turn in the barrage of insults teachers suffer.

As I was thinking about this, and how to respond to you, something dawned on me.  I think we pretty much should stop waiting for respect.  It’s not going to come, not for a long, long time.  We know we are creative, growing professionals who are engaged in one of the world’s most demanding jobs and we know we should be honored for our work with children and adolescents.  But perhaps we should simply stop thinking along the lines of that framework of professionals who should be respected.

Here are a few other ways we might frame our job:

First, the miracles.  We teachers fight for success in the classroom every day and many days we fail – like health professionals, it’s part of the job and we try to learn from the losses.  But sometimes we work our magic and it comes out right.  That’s when you want to leap up and give a fellow teacher or a student a high five.  Yes, we get both emotions, twenty times a day.  We have the honor of being with these students more than any other adults – laughing and crying, seeing transformations before our eyes.  And we usually find ourselves in a wonderful community of teachers – intense, funny, brilliant, and deeply ethical colleagues who help us through.

I remember when I first went into teaching.  I had been a restaurant cook for ten years and I knew the slog of production:  bring in raw materials, work on them, push product out the door, charge money, get a little pay.  Mostly it was hard, physical work.  I remember how amazed I was when I first started teaching:  I could get paid for reading, writing, talking, and listening?  What a delight.  And it was the most intellectually and ethically challenging job I could imagine – on the level of course content (we are always scavenging, studying, borrowing, innovating, learning more) and even more on the human interaction dimension (constantly studying the kids, doing close observation, trying to figure out how to be successful at inspiring, encouraging and challenging them).  We get joy, real joy and satisfaction, from our students.  Yes, that’s the secret delight of this profession, working with inspiring colleagues, knowing these kids and being with them through the small and large changes in their lives, knowing their families and the heroic struggles of the communities they come from.  We have the coolest job ever – we are privileged to be working with young people every day.

Secondly, as that t-shirt says, “Be an activist, be a teacher.”  We might head off to work with more joy and positive feeling if we think of ourselves as organizers. Teaching, after all, is not only community service, it is a project of social change. We don’t go to work to blithely reproduce the inequities that exist in our society.  We want students to learn, not just the ropes of the game and the gatekeepers, but their own power, their own capacity.  We want them to have the creativity and imagination to know that another world is possible; we want them to have the skills to make it so.  If you were organizing Mississippi sharecroppers in the 60’s or Flint auto workers in the 30’s, you would not be waiting for someone in power to say you’re great.  You would expect to be insulted and vilified.  But you do the work because you know it’s right.  We teachers do this job because we are change agents. A lot of people jaw about social change and activism but teachers do the work every day.  Like an organizer, you are fighting for broader goals, ones tied to the doors you open for this student, the progress you make on that project.

We go back to work again and again for those goals, not for the ones defined by those who are selling off the public domain and the promise of equality, justice and the common future, the policy wonks who seem to be in charge today.  My hero and heroine teachers are not the savior types you see in the movies.  They are people like Septima Clark teaching in rural South Carolina, Paulo Freire organizing in the mountains of Brazil, Father Lorenzo Milani transforming peasant kids in Tuscany, Sylvia Ashton-Warner empowering Maori children in New Zealand, and so many others.  They got no respect.  They changed the world.  Like organizers, we learn the hard lessons of social change – it never comes when we are patronizing and hand out charity; it only succeeds when we respect the people we teach and act in solidarity with them.  And, like organizers, we are energized by the knowledge that we just might win together, by the knowledge that we do win small victories every day.

Thirdly. . . there is no thirdly.  Just those two.  The joy of working with kids.  The commitment to organizing and social justice.  The pay is bad but, really, not that bad.  One can have a decent, if modest, living doing this.  And we may be scorned by idiots but we are revered by parents, communities, and students. All in all, not such a bad gig.  Of course I’m pretty sure you’re going to stick with it, Malik.  And I hope you encourage other friends to join our ranks.  We need them!

Affectionately,

Tio Rick

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Nuestra lucha contra los feminicidios en Latinoamérica

Por: Ilka Oliva Corado

El 8 de abril se cumplió un mes del feminicidio de 41 niñas, a las que el Estado de Guatemala violó y quemó vivas. Y también, el 8 de abril apareció el cuerpo de Micaela García, una niña argentina miembro del Movimiento Evita que hace unos días había desaparecido. Micaela, de 21 años estudiaba la carrera de Educación Física, se desvivía por los parias, los negritos esos a los que el clasismo detesta. La violó y la asesinó un violador serial al que un juez dejó en libertad porque según él lo único que tenía era una “perversidad natural.”

Pero cambiar el sistema no es cosa fácil, para eso tenemos que involucrarnos todos, en todos los ámbitos de la sociedad, ¿cuándo vamos a empezar?

En el mismo país, hace solo unos meses, en octubre de 2016, Lucía Pérez, de 16 años fue drogada y asesinada. Los forenses descubrieron que había sido violada por la vagina y por el ano, no solo con el pene, también le metieron un palo por ambas vías, palo que le atravesó el cuerpo. Murió de tanto dolor. La muerte de Lucía encolerizó al pueblo argentino, que llamó a la marcha de #NiUnaMenos y a la que se unió el continente entero.

En México, en los últimos seis años 900 mujeres y niñas han sido asesinadas en feminicidios. En Chile, 2016, el nombre de Nabila salió a la luz pública cuando fue encontrada en la calle por un adolescente, al ser llevaba al hospital encontraron que le habían sacado los ojos, que tenía fracturado el cráneo y la mandíbula. El relato oficial cuenta que fue a una fiesta con su pareja, padre de dos de sus cuatro hijos, y que se “emborrachó”, y estaba en “descontrol” y que al llegar al taller mecánico donde vivían, la golpeó. Fue acusado de femicidio frustrado y mutilación.

En Colombia 2016, Yuliana, niña indígena de 7 años, fue violada y estrangulada hasta la muerte en Bogotá. El culpable, un hombre de alta clase social que “bajo efectos de las drogas” cometió el delito. El resto ya lo conocemos.

En Zacapa, Guatemala Yohana, de 8 años de edad, en el 2016 fue violada por tres hombres y ahorcada. Sus padres habían salido de la aldea, para ir a cobrar dinero de un programa social y dejaron a sus 3 hijos en casa, los hombres entraron aprovechando la ausencia de los padres. Cito solamente algunos casos, porque son miles.

Hace unos días un juez en México dejó en libertad a un violador porque consideró que meter los dedos dentro de la vagina de la víctima no era violación. Algo que respaldó un conocido intelectual mexicano en un programa radial de la UNAM, y aparte dijo que a las mujeres nos gusta que nos violen.

En Latinoamérica el 98% de los casos de feminicidios queda en impunidad. Y los pocos que se logran comprobar y se abren procesos en cortes, tienen un final triste, el culpable es declarado inocente. Por razones patriarcales: la víctima lo provocó por vestirse de tal manera, por salir a altas horas de la noche, por pasar por tal lugar, por no querer acostarse con él. La razón de las violaciones sexuales y los feminicidios es una sola: el género.

Jueces, hombres y mujeres con mente patriarcal toman decisiones patriarcales y dejan en libertad a los culpables o toman los casos sin seriedad por tratarse de mujeres vulneradas. Es necesario que todos, en todos lados, nos informemos sobre el patriarcado, desde el lenguaje patriarcal pasando por los mal llamados piropos, que no son más que acoso, hasta llegar al sistema de justicia, pasando por medios de comunicación y su forma de dar las noticias.

Ninguna mujer es culpable y provoca que la violen, la golpeen y la asesinen. Ninguna mujer pide ser violada, o que le griten guapa en la calle, que le toquen las nalgas o las tetas en el autobús. Si una mujer dice no es no, así sea su pareja. Las mujeres no somos objeto de nadie y esto lo deben de entender los jueces, el sistema. Necesitamos un sistema de justicia con perspectiva de género, gente capacitada que tenga el conocimiento sobre el patriarcado, para que lleve los casos y dicte sentencias con todo el peso de la ley.

Un ejemplo de la ineptitud de un sistema de justicia, patriarcal es el caso de las 41 niñas asesinadas, que fueron quemadas vivas en Guatemala, a los culpables se les está tratando con privilegios de clase y poder. El presidente debió ser destituido inmediatamente el mismo día que las niñas fueron quemadas, con más razón si ellas ya habían denunciado que ahí las violaba personal del lugar.

Pero cambiar el sistema no es cosa fácil, para eso tenemos que involucrarnos todos, en todos los ámbitos de la sociedad, ¿cuándo vamos a empezar? La lucha contra la feminicidios, la violencia de género y el patriarcado tiene que ser de todos, ¿quiénes se apuntan?

Fuente noticia: http://www.telesurtv.net/bloggers/Nuestra-lucha-contra-los-feminicidios-en-Latinoamerica-20170409-0001.html

Fuente imagen: http://cdn.20m.es/img2/recortes/2011/02/10/8898-620-282.jpg

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Por ahora, el informe sólo muestra una radiografía general de la crisis de los aprendizajes

Por: Luciana Vázquez

¿Qué podemos saber a partir de ahora con los resultados iniciales de Aprender en la mano? El informe difundido sólo divulga los resultados de la evaluación de sexto grado y del último año de secundaria a nivel nacional. Es decir, podemos conocer los niveles de aprendizaje de los más afortunados: aquellos alumnos que efectivamente llegan a recorrer casi toda la primaria o están a punto de terminar la secundaria, que, sabemos, en este caso son apenas la mitad de los que la empiezan. El resto quedó fuera del sistema: no entra en la estadística educativa.

De esa mitad de alumnos que efectivamente logran obtener el título secundario, el 70% está en los niveles básicos de aprendizaje o no llega a ese nivel después de 12 años de escolaridad obligatoria, hasta terminar la secundaria. La escuela argentina está fracasando en su obligación de enseñar. El sistema educativo argentino no cumple con su promesa de educar ni siquiera a los sectores sociales mínimamente más aventajados, que logran a pesar de todo permanecer en el sistema.

La foto de la escuela primaria no es menos grave. Casi el 42% de los alumnos, en sexto grado, no logra alcanzar niveles satisfactorios en matemática. La Argentina ha logrado una tasa neta de escolarización de primaria altísima. Casi el 100% de los chicos en edad de estar en la escuela primaria está efectivamente en la primaria. Sin embargo, la inclusión física en el aula no se relaciona con una inclusión pedagógica real. Hay asistencia a la escuela, pero no hay aprendizaje de las competencias cognitivas básicas.

Hay otro resultado sugestivo, destacado por las autoridades nacionales justo en momentos en que el paro docente afecta a la escuela estatal. Es la relación entre los niveles de aprendizaje obtenidos según el tipo de escuela, pública o privada. En lengua en 5° año de la estatal, por ejemplo, el 53,7% de los alumnos está en niveles básicos o por debajo, y en matemática, el 79,4%, contra el 33% y el 53,5%, respectivamente, en la privada.

Sin embargo, valen la pena dos aclaraciones. Por un lado, más allá de las comparaciones, el porcentaje de chicos que no aprende, como vimos, es muy alto también en la escuela privada: ese sistema también tiene problemas a la hora de garantizar lo que sucede en sus aulas. Y por otro lado, y es central, el informe no deja claro en ese punto si se llega a esos resultados luego de aislar la influencia del factor socieconómico. Cuando este nivel no se aísla estadísticamente, la escuela privada, con alumnos de mayor capital sociocultural, suele rendir mejor como efecto de ese capital y no como resultado de mejores procesos pedagógicos. Y, al revés, una escuela estatal puede estar haciendo muy bien su trabajo pedagógico, pero, en general, sus resultados serán peores en la medida en que sus alumnos llegan peor surtidos de capital cultural. Sólo controlando la variable socioeconómica es posible concluir cuál es el efecto diferencial que una escuela, privada o pública, les aporta a sus alumnos no importa de qué condición económica sean. En el informe, no se aclara si esa variable fue aislada o no.

Hay otro interrogante a plantear: ¿qué datos claves el informe no divulga y qué implicancias tiene la ausencia de esa información? Hay una ausencia llamativa: todos los resultados son nacionales y no se publica ninguno por provincia, y ése es un déficit central de este primer informe.

En principio, porque cuanto más general un resultado, menos preciso es y menos información aporta para transparentar la realidad que intenta evaluar. Para ser clara: es como si la OCDE tomara las pruebas PISA a 65 países pero sólo se divulgara un solo resultado promedio a nivel general global. Sería de poca utilidad.

Segundo, porque un resultado nacional permite instalar la preocupación en la opinión pública acerca de la crisis educativa, pero no permite asignar responsabilidades políticas a las autoridades de cada distrito. Y eso hay que subrayarlo: la crisis del sistema educativo tiene responsables con nombre y apellido. Los gobernantes, entre otros.

Según fuentes del gobierno nacional, no publicará los informes provinciales hasta que las provincias no estén bien enteradas de sus resultados. No era necesaria esa consulta: entre las funciones reconocidas al Ministerio de Educación nacional está la evaluación del sistema y la divulgación de sus resultados. Al kirchnerismo se le reclamó sin suerte lo mismo: que dejó de publicar los resultados por provincia. Un silencio consensuado en el Consejo Federal entre todos los distritos, incluida la Capital. Sólo la divulgación de los resultados detallados por provincia permitirá a la ciudadanía una discusión informada del panorama educativo actual. Para pasar de la indignación generalizada a la precisión racional en el reclamo educativo.

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Los 4 excesos de la educación moderna que trastornan a los niños

Por: Jennifer Delgado Suárez

Cuando nuestros abuelos eran pequeños, tenían solo un abrigo para el invierno. ¡Solo uno! En aquella época de vacas flacas, incluso tener un abrigo se consideraba un lujo. Por eso, los niños lo cuidaban como un bien precioso. En aquellos tiempos se solía tener lo mínimo indispensable. Y los niños eran conscientes del valor y la importancia de sus cosas.
Mucha agua ha corrido bajo el puente desde entonces y nos hemos convertido en personas más sofisticadas. Nos gusta tener muchas opciones e intentamos que nuestros hijos tengan todo lo que desean y, si es posible, mucho más. Sin embargo, no nos damos cuante de que al mimarles excesivamente contribuimos a crear un ambiente en el que pueden proliferar los trastornos mentales.
De hecho, se ha demostrado que un exceso de estrés durante la infancia aumenta las probabilidades de que los niños desarrollen problemas psicológicos. Así, un niño sistemático puede ser empujado a desarrollar un comportamiento obsesivo y un pequeño soñador puede perder su capacidad para concentrarse.
En este sentido, Kim Payne, profesor y orientador estadounidense, llevó a cabo un experimento muy interesante en el cual simplificaron la vida de los niños diagnosticados con un Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad. Al cabo de tan solo cuatro meses, el 68% de estos pequeños habían pasado de ser disfuncionales a ser clínicamente funcionales. Además, mostraron un aumento del 37% en sus aptitudes académicas y cognitivas, un efecto que no pudo igualar el medicamento más prescrito para este trastorno, el Ritalin.
Estos resultados son, en parte, extremadamente reveladores y, por otra parte, también son ligeramente atemorizantes ya que nos hace preguntarnos si realmente les estamos proporcionando a nuestros hijos un entorno sano desde el punto de vista mental y emocional.
¿Qué estamos haciendo mal y cómo podemos arreglarlo?

¿Cuándo mucho se convierte en demasiado?

A inicios de su carrera, este profesor trabajó como voluntario en los campos de refugiados, donde tuvo que lidiar con niños que sufrían estrés posttraumático. Payne apreció que estos niños se mostraban nerviosos, hiperactivos y continuamente expectantes, como si algo malo fuera a pasar de un momento a otro. También eran extremadamente cautelosos ante la novedad, como si hubieran perdido esa curiosidad innata de los niños.
Años más tarde, Payne apreció que muchos de los niños que necesitaban su ayuda mostraban los mismos comportamientos que los pequeños que provenían de países en guerra. Sin embargo, lo extraño es que estos niños vivían en Inglaterra, por lo que su entorno era completamente seguro. Entonces, ¿por qué mostaran síntomas típicos del estrés postraumático?
Payne piensa que aunque los niños de nuestra sociedad están seguros desde el punto de vista físico, mentalmente están viviendo en un entorno similar al que se produce en las zonas de conflictos armados, como si su vida peligrara. Estar expuestos a demasiados estímulos provoca un estrés que se va acumulando y obliga a los niños a desarrollar estrategias para sentirse a salvo.
De hecho, los niños de hoy están expuestos a un flujo constante de información que no son capaces de procesar. Se ven obligados a crecer deprisa ya que los adultos colocan demasiadas expectativas sobre ellos, haciendo que asuman roles que en realidad no les corresponden. De esta manera, el inmaduro cerebro de los niños es incapaz de seguir el ritmo que impone la nueva educación, y se produce un gran estrés, con las consecuencias negativas que este provoca.

Los cuatro pilares del exceso

Como padres, normalmente queremos darle lo mejor a nuestros hijos. Y pensamos que si un poco está bien, más será mejor. Por eso, ponemos en práctica un modelo de hiperpaternidad, nos hemos convertido en padres helicóptero que obligan a sus hijos a participar en una infinidad de actividades que, supuestamente, les preparan para la vida.
Por si no fuera suficiente, llenamos sus habitaciones de libros, dispositivos y juguetes. De hecho, se estima que los niños occidentales tienen, como media, 150 juguetes. Es demasiado, y cuando es demasiado, los niños se sienten abrumados. Como resultado, juegan de manera superficial, pierden el interés fácilmente por los juguetes y por su entorno y no desarrollan su imaginación.
Por eso, Payne afirma que los cuatro pilares del exceso sobre los cuales se erige la educación actual de los niños son:
1. Demasiadas cosas
2. Demasiadas opciones
3. Demasiada información
4. Demasiada velocidad
Cuando los niños son abrumados de esta forma, no tienen tiempo para explorar, reflexionar y liberar las tensiones cotidianas. Demasiadas opciones terminan erosionando su libertad y les roba la oportunidad de aburrirse, que es fundamental para estimular la creatividad y el aprendizaje por descubrimiento.
Poco a poco, la sociedad ha ido erosionando la maravilla que implica la infancia, hasta tal punto que algunos psicólogos se refieren a este fenómeno como “la guerra contra la infancia”. Basta pensar que en las dos últimas décadas los niños han perdido una media de 12 horas semanales de tiempo libre. Incluso los colegios y las guarderías han asumido una orientación más académica.
Sin embargo, un estudio realizado en la Universidad de Texas ha desvelado que cuando los niños juegan deportes bien estructurados se convierten en adultos menos creativos, en comparación con los pequeños que han tenido mucho tiempo libre para jugar. De hecho, los psicólogos han notado que la forma de jugar moderna genera ansiedad y depresión. Obviamente, no se trata solo del juego más o menos estructurado sino también de la falta de tiempo.

Simplificar la infancia 

La mejor manera de proteger la infancia de los niños es decir “no” a las pautas que la sociedad pretende imponer. Se trata de dejar que los niños sean simplemente eso, niños. La vía para proteger el equilibrio mental y emocional de los niños consiste en educar en la simplicidad. Para lograrlo es necesario:
– No atiborrarles de actividades extraescolares que, a la larga, probablemente no le servirán de mucho.
– Dejarles tiempo libre para que jueguen, preferentemente con otros pequeños o con juguetes que puedan estimular su creatividad, no con juegos estructurados.
– Pasar tiempo de calidad con ellos, es el mejor regalo que pueden hacerles los padres.
– Crear un espacio de tranquilidad en sus vidas donde puedan refugiarse del caos cotidiano y aliviar el estrés.
– Asegurarse de que duermen lo suficiente y descansan.

– Reducir la cantidad de información, asegurándose de que esta sea comprensible y adecuada a su edad, lo cual implica hacer un uso más racional de la tecnología.

– Simplificar su entorno, apostando por menos juguetes y cerciorándose de que estos estimulan realmente su fantasía.
– Disminuir las expectativas sobre su desempeño, dejándoles que sean simplemente niños.

Recuerda que los niños tienen toda la vida por delante para ser adultos, mientras tanto, deja que sean niños y disfruten de su infancia.

Fuente: http://www.rinconpsicologia.com/2016/03/educacion-moderna-trastornos-infantiles.html

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Cuando tener autismo hace que pierdas derechos vitales

Por: Daniel Comin

Paul Corby, tiene autismo, vive en la ciudad de Pottsville, Pennsylvania (EE.UU.), y su vida está en riesgo porque necesita un trasplante de corazón. Pero tener autismo lo excluye de las listas de trasplante.

Hace 5 años hablamos ya de la dura historia de Paul, él necesita un trasplante de corazón para poder vivir. Tiene una enfermedad congénita que afecta a su corazón, y que ya acabó con la vida de su padre. Su enfermedad es una una miocardiopatía denominada “Ventrículo izquierdo no compactado”, no tiene cura ni tratamiento, su única posibilidad es un trasplante. Pero se lo han denegado, ya que tiene autismo.

El informe de denegación decía: “He recomendado en contra del trasplante debido a los problemas psiquiátricos, autismo, la complejidad del proceso, los procedimientos múltiples y el efecto desconocido e impredecible de los esteroides sobre el comportamiento”.

Hoy Paul Corby tiene 28 años, escribe, tiene comunicación, una vida sana, y como cualquier otra persona, tiene días mejores y días peores. Su psiquiatra en su informe dice: No hay ninguna razón de tipo clínico por la cual no debería ser beneficiario de un trasplante de corazón.

Pero Paul ha sido sentenciado por un sistema de salud que juega a ser Dios, que decide quién es apto y quién no es apto para recibir un trasplante en función a su condición personal, y no a sus aspectos de salud general. Es una decisión tremenda, que traspasa los límites de la ética.

Paul y su familia luchan contra un modelo ético espartano, donde al parecer solo los mejores son elegibles. No queda muy claro cual es el criterio que decide quién es mejor y quién es peor.

Ni siquiera un reciente artículo publicado en el Washington Post parece haber cambiar el criterio por el cual Paul no tiene los mismos derechos que cualquier otra persona.

Esta realidad está pasando ahora, y Paul es solo un ejemplo de discriminación, hay muchos otros niños, jóvenes y adultos que sufren a diario una discriminación vital por el mero hecho de tener autismo.

Pero éste no es un caso aislado, una condición como el autismo, o discapacidad intelectual, u otras alteraciones del neurodesarrollo, hacen que se vea a estas personas como seres de segunda clase. Les roban parte de su humanidad, y por tanto, son segregados, excluidos y sentenciados, por el mero hecho de no ser “perfectos”.

Una sociedad que decide qué es “perfecto” y qué no lo es, es sin lugar a dudas una sociedad que perdió el respeto a la vida en general. Es una sociedad que debe ser cambiada.

A Paul les están acortando la vida por ser diferente, por no encajar en el patrón que alguien decidió que era el adecuado ¿Pero, cuántas otras personas están en la misma situación que Paul Corby? Quizá nos sorprenderíamos al saberlo.

Una sociedad debe medirse por cómo trata a aquellos que más ayuda requieren, ese es el verdadero indicador de la calidad moral de esa sociedad, en cómo entendemos el valor de la vida, porque cuando nos atrevemos a puntuar nuestra idoneidad humana en base a criterios de “perfección” nos convertimos en algo despreciable.

Gracias a casos como el de Paul, donde su madre –Karen– NUNCA ha dejado de pelear, se consiguen avances, visibilidad, leyes, …, en resumen, gracias a Karen y Paul, conseguimos ser más humanos.

Que no nos limiten nuestra humanidad, que nos nos sentencien por cómo somos, que nadie diga si nuestro derecho a vivir se basa en cuan útiles somos a un sistema productivo.

No hay lucha más justa que la lucha por la vida, por la igualdad y por el derecho a ser distintos.

Fuente: https://autismodiario.org/2017/04/01/cuando-autismo-pierdas-derechos-vitales/

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