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Sin certezas, todo por hacer

Hugo Aboites*
Hemos entrado de lleno y con sorprendente velocidad a un mundo y un país donde, para citar al clásico, toda sociedad se torna líquida. Ya lo era, pero ahora la percepción de que avanzamos hacia un futuro profundamente cambiante y, por eso, incierto, se ha vuelto dolorosamente tangible. Y los actores principales se mueven, increíblemente, tomando decisiones que parecen diseñadas precisamente para crear mayor incertidumbre y desestabilización. Donald Trump torpedea a la OTAN, el TLCAN, las corporaciones automotrices; se lanza contra minorías y mexicanos; se acerca a Rusia, provoca a China, acorrala a México. Y, acá, el peso y el gobierno se derrumban, la gasolina incendia al país y con todo esto se impulsa –nada menos que desde el gobierno federal mismo– una movilización nacional que se enlaza con la que los maestros comenzaron en 2013. Dilapidado el petróleo, el país depende ahora de remesas y turismo. Pero las primeras están en la mira del nuevo y antinmigrante presidente estadunidense, y Acapulco y Cancún son ahora reclamados como propios por el narcotráfico. Desde la derecha, la única salida que se plantea es la mano dura.

Desde otra perspectiva, hay que reconocer que estas profundas crisis de sentido provocan también poderosos y colectivos procesos de conocimiento. Cuando todo cambia, la mente se transforma y es obligada a pensar más allá de límites y techos que ahora se diluyen con gran facilidad. Se desplaza al individualismo, el conocimiento orienta a la acción civil y politiza a todos, rápidamente. La del pensamiento es la respuesta más importante. El pensamiento crítico es, precisamente, el que reconoce la crisis y, para sobrevivir, reconoce la necesidad imperiosa de darle respuesta. Personas, instituciones, acuerdos políticos, la estructura misma de lo que las constituye se desbarata y exige una reconstrucción. El gobierno se tambalea, no reconoce ni comprende la naturaleza y lo profundo del encrespado mar que lo rodea, y como no puede ni quiere pensar la crisis desde los otros, sus decisiones sólo la agudizan. En la educación la reforma que busca la eficiencia, la calidad, crea una escuela de clima agresivo, y la presión de las reformas que exigen estudiantes y maestros eficientes arrolla a los jóvenes desesperanzados y contribuye a que vean la efímera notoriedad de la violencia extrema como aceptable salida. A balazos contra maestra y compañeros, el problematizado adolescente es usado para silenciar los símbolos del pensamiento y del espacio colectivo.

Sin embargo, otros lugares educativos, libertarios, los foros de discusión, los esfuerzos colectivos y autónomos, la prensa independiente (por eso necesitamos tanto a La Jornada) se convierten en ámbitos de debate y de propuestas. Expresan la vitalidad de la respuesta humana, la apropiación de un campo –donde se piensa al país y se decide qué hacer con él– que generalmente le está vedado a muchos. Pero ahí, en estos espacios, es donde se da con mayor fuerza el encontronazo entre quienes quieren pensar para sobrevivir y quienes, temerosos, reprimen. Por eso el educativo es un espacio tan agitado, importante y hoy contradictorio. Así, en un destello luminoso, casi todos en la Asamblea Constituyente de la Ciudad de México reconocen inmediata y generosamente que no se debe aherrojar a una universidad. Hablo por supuesto de la UACM, y manteniéndola en el artículo 48 de la Constitución prácticamente como una dependencia gubernamental, y acuerdan situarla en el 13, el lugar perfecto: el del derecho al conocimiento. Sin embargo, en la redacción alguien introduce el halo persecutorio y punitivo con que, gracias a la desdichada reforma de la educación, se ha definido la calidad educativa. Al mismo tiempo, las universidades del país, sobre todo las públicas y autónomas, incluyendo la de esta ciudad, se ven ahora sometidas a recortes profundos y colocadas (como las de Nayarit, Zacatecas, Morelos, y muchas otras junto con la de la Ciudad de México) en el borde del precipicio o en una situación muy difícil. En el caso de la UACM, no porque se disminuyan los recursos, sino por la forma en que se entregan.

Es precisamente en las lecturas, en las escuelas y universidades donde niños y jóvenes, más que rodeados de reglamentos y enormes pilas de contenidos a memorizar, deberían recuperar y tomar como punto de partida, la naturaleza profundamente dialéctica de la existencia humana y social. Ya en la familia –como quiera que ésta se conforme– se vive el entrecruce de autoritarismo y democracia en el complejo tejido de relaciones cotidianas, pero en la escuela y la universidad, a través del conocimiento diverso y el más concentrado de una profesión, se trata de dar al pensamiento una dimensión nacional e internacional, de expandir los horizontes para poder cambiarlos. Porque en último término, en la manera como se ve al mundo es que éste aparece como de posible o imposible transformación. Por eso una de las funciones más importantes de la educación es ver este mundo a partir de muchos mundos, es decir, desde nuestra naturaleza profundamente colectiva. Porque el individualismo es una forma poderosa de limitación del pensamiento y de su poder de transformación. Una sociedad individualizada, como busca la no-educación imperante, es incapaz de transformarse. Y entonces, los Trumps presiden.

* Rector de la UACM

Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2017/01/21/opinion/018a1pol

Imagen: https://thumbs.dreamstime.com/x/ser-humano-y-ms-all-59994653.jpg

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Miedo a la libertad

Claudia Korol

Quiero agradecer a Diana la invitación, que entiendo como una oportunidad para intentar pensar sobre la diversidad de fobias que podemos reconocer en el  propio mundo de la diversidad, sobre las exclusiones entre los excluidos y excluidas, sobre las jerarquizaciones y estigmatizaciones que reproducimos en nuestro propio campo.
Hablo como feminista, desde la experiencia de educación popular, realizada con las compañeras y compañeros del equipo Pañuelos en Rebeldía, con quienes intentamos aportar junto a otros movimientos populares, a la batalla para suprimir todas las opresiones, todas las dominaciones, las distintas formas de explotar y alienar que se ejercen desde una hegemonía cultural burguesa, racista, homofóbica, lesbofóbica, travestofóbica, transfóbica, misógina, xenófoba, violenta.
Quisiera compartir algunas experiencias que surgen en los movimientos con los que venimos luchando contra las consecuencias de la exclusión social, contra la falta de trabajo, de educación, de salud; contra la alienación y el desamparo provocados por el capitalismo y el patriarcado.
Por ejemplo: compartimos una experiencia de formación política con un movimiento piquetero. Uno de sus dirigentes un día no fue más a la ruta, ni a los proyectos productivos. Días después supimos que murió de sida en un hospital. Agonizó y murió, sin animarse a decirle a sus compañeros y compañeras del movimiento, la enfermedad que tenía, por miedo a la estigmatización, al rechazo. Se fue solo al hospital y allí murió, quien había peleado valientemente en muchos cortes de ruta. Quien no tuvo miedo de enfrentarse a la policía en las barricadas, tuvo miedo de enfrentarse a la desvalorización de sus compañeros, de su mujer y de sus hijos, a la posible sospecha, a la discriminación. Eso es la homofobia, vivida no solo como experiencia ajena, sino en la propia concepción del compañero, que soñaba y quería cambiar el mundo. Nos preguntamos después de saber de su muerte, con sus compañeros y compañeras, qué tipo de organizaciones estamos creando. Qué tipo de vínculos existen en ellas. Qué emancipación imaginamos.
Cuando planteamos luchar contra la homofobia, contra la travestofobia, la lesbofobia, la misoginia, que se expresan no sólo en la sociedad en general, sino también en el día a día de estos movimientos, no lo situamos en mejorar las posibilidades de inclusión en los mismos de los compañeros y compañeras gays, lesbianas, travestis que los integran. No estamos peleando por una mejor inclusión entre los grupos de excluidos y excluidas.
Estamos diciendo que es necesario repensar la teoría con que se crean y construyen nuestros movimientos que se sienten y se quieren populares, revisitar críticamente nuestras prácticas, concepciones, intentando que al mismo tiempo que se corta la ruta, o se debate en asamblea, o se come en un comedor comunitario, se vayan modificando los vínculos y relaciones al interior de estos movimientos, basadas muchas veces en el autoritarismo, el machismo, la homofobia, la xenofobia, el racismo. Que se vayan creando espacios donde podamos intuir el mundo que deseamos, y sepamos multiplicar prácticas de libertad. De lo contrario, estos espacios también pueden volverse lugares en los que se condiciona y refuerza el prejuicio y la opresión.
Otra experiencia. Fui invitada a participar en Chiapas de la inauguración de una escuela zapatista en el 2005. Había estado por primera vez en esas comunidades en 1995. 10 años después era maravilloso asistir a los cambios que se habían producido en los hombres y mujeres que ejercen cotidianamente el derecho a la autonomía y la dignidad. La fiesta se hacía en una comunidad, gobernada por los propios zapatistas, por una Junta de Buen Gobierno. Interesada en las dimensiones de transformación de la vida cotidiana, comencé a preguntarles a distintos compañeros y compañeras de la comunidad, por los aspectos de su día a día. Hablamos de cómo se forman las parejas, de las posibilidades de elegir de las mujeres, de cómo toman las familias el hecho de que las mujeres jóvenes se vayan de la comunidad por varios meses para formarse como maestras o como promotoras de salud, qué pasa con la violencia en las parejas. En este ir y venir de historias, le pregunto a un muchacho cómo eran las relaciones entre hombres que aman a hombres o mujeres que aman a mujeres. El me miró como quien ve aterrizar a un extraterrestre, y me dijo asombrado «¡acá eso no sucede! ¿en su país pasan esas cosas?».
Pensé entonces que hay un largo camino también entre el discurso de un movimiento que explícitamente se dirige hacia lesbianas, gays, travestis, bisexuales, y se identifica con nuestras demandas, y nos siente parte de la creación de un mundo nuevo, como figura en muchas de las declaraciones de la comandancia zapatista, y la transformación efectiva de la vida cotidiana de millares de personas.
¿Cómo crear una vida plena, en la que la práctica de la libertad signifique suprimir las opresiones? No tengo muchas respuestas. Más bien tengo preguntas para compartir.
Enseñamos a leer y a escribir palabras. Las palabras nombran el mundo que vamos construyendo. Las palabras que leemos y escribimos, van rehaciendo el mundo, siempre que sean palabras con densidad material, con prácticas que las sostengan.
Las palabras pueden también ayudarnos a soñar nuevos mundos, si somos capaces de vivenciar que «los sueños tienen lugar -como nos dijo una compañera en un taller- cuando no nos dormimos»; cuando nos atrevemos a jugar nuestra propia carta, un as que no será del triunfo, sino que nos habilitará para seguir jugando. Pero las palabras que aprendemos a
leer y escribir, pueden actuar como cárceles de nuestra imaginación y subjetividad, si al tiempo que nombramos estigmatizamos, discriminamos, invisibilizamos, negamos a otros y a otras, negando lo que de ellos y ellas hay en nosotras y nosotros.
Cuando enseñamos a leer y a escribir palabras, aprendemos a leer y a escribir historias. Cuando aprendemos palabras e historias, nos referimos a cuerpos. Pero al mismo tiempo, reinventamos con prácticas colectivas, sociales, y con las palabras que las enuncian, los cuerpos que nombramos. Y en ese devenir de los cuerpos re-conocidos, los y nos subjetivizamos, los y nos reencendemos de pasión y de deseo, o de lo contrario, los y nos castramos.
Muchas veces las prácticas de los movimientos populares concibieron a los cuerpos como instrumentos para la lucha, los únicos, nuestras armas contra el poder. Suelen ser -en ese caso- concebidos como cuerpos que resisten, pero que no desean. Cuerpos que suprimen toda necesidad ajena a lo que se considera la lucha misma. Cuerpos que van reprimiendo y olvidando el deseo. El poder de los cuerpos contra el cuerpo del poder, plantea una batalla desigual, que tiene entre sus recursos, la entrega del cuerpo y la supresión del cuerpo. En esa batalla, podemos perdemos antes de perder.
Recuperar los cuerpos, en su integridad deseante, es una posibilidad altamente subversiva. Pero… ¿Qué atenta contra esa posibilidad?
Entre muchas otras cosas, las «alambradas culturales» que separan nuestros cuerpos del deseo, las ideas de los sentimientos, las prácticas de las teorías. La creencia de que alcanza con nombrar, sin poner en juego la corporalidad, la materialidad de la palabra.
Atenta contra esta posibilidad, la fragmentación entre los que luchamos contra cada una de las exclusiones, disociando nuestro esfuerzo de otros esfuerzos que tienen una misma dirección: un mundo en el que quepan todos los mundos, terminar con el sistema de opresión.
Atenta contra la posibilidad subversiva de recuperar los cuerpos, la dificultad que tenemos para reconocernos en el cuerpo de otro cuerpo lastimado, oprimido por el capitalismo y por el patriarcado, sea el cuerpo de la compañera travesti que soporta las noches en la comisaría, o la represión y el acoso policial multiplicados en nuestra ciudad a partir de la aprobación del nuevo código contravencional, o el esfuerzo de simulación de la compañera lesbiana o del compañero gay que creen que tienen que vivir aparentando lo que no son para poder ser, o el dolor de quienes fueron sometidos a operaciones normalizadoras por un cuerpo médico que dicta la orden y la norma, o de los mapuches que están agonizando en un hospital de Temuco, o de las mujeres violadas y encarceladas en Atenco, o de los presos en Las Heras por demandar trabajo, que sufren cotidianamente la negación que significan los espacios de reclusión, y la nueva negación que expresa la indiferencia  de muchos y muchas de nosotros, los excluidos y excluidas de siempre.
Atenta contra la posibilidad subversiva de recuperación del cuerpo deseante, la institucionalización de las políticas asistenciales que promueven, tanto en el campo social como en las políticas hacia la diversidad sexual, la inclusión subordinada en un orden ajeno, en un poder que nos integra para desintegrarnos; la ilusión de que alcanza con buscar un lugar más cálido dentro de los territorios subordinados, y por subordinados, mutilantes.
Atenta también la dificultad de diálogo, la superposición de monólogos y de sorderas de quienes en el campo de los excluidos y excluidas multiplicamos los protagonismos personales por sobre los esfuerzos colectivos de gestación de una cultura emancipatoria contrahegemónica, basada en valores opuestos a los que refuerzan la dominación.
En los movimientos populares, en nuestras prácticas, hay homofobia, hay lesbofobia, hay travestofobia. Hay sobre todo un gran prejuicio que nos impide reconocernos amorosamente en nuestros cuerpos, y otorgarles a los mismos un lugar en la construcción política, que vaya más allá de ser instrumento o arma.
¿Cómo modificarlo? No tenemos muchas propuestas más que la de una labor sistemática de reconocimiento de nosotros y de nosotras, de quienes somos, de nuestras historias, que nos permitan identificarnos y comunicarnos.
Proponemos un aporte desde la educación popular feminista, que vincule íntimamente las dimensiones de la vida cotidiana, con los diversos aspectos de la lucha social y política.
Proponemos una pedagogía del diálogo. De un diálogo que pueda realizarse en encuentros como éste, o en la calle, en una marcha, en un ejercicio de solidaridad, no de asistencialismo, que nos invite a repensarnos como sujetos deseantes.
Proponemos un diálogo que nos alfabetice. Que nos permita leer en nuestros cuerpos las marcas de la rebeldía. Que nos permita identificar las cicatrices de la domesticación, y sabiendo de ellas, predisponernos otra vez al intento de aparecer lo desaparecido, lo silenciado, lo disciplinado.
Que nos permita vivir las pulsiones del deseo, sin colocarles inmediatamente el chaleco de fuerza de la racionalidad objetivante. Que nos permita amigarnos con el miedo, para que éste no nos paralice sino que nos interrogue.
Vencer el terror introyectado por la dominación en nuestras vidas, requiere de un gigantesco esfuerzo colectivo y solidario. Proponemos para ello reconocer nuestra debilidad, mirarnos a los ojos, a la boca, a la piel, a los sueños, y pedirnos ayuda mutuamente.
Proponemos jugar a que cambiamos el mundo, y jugarnos, y cambiarlo, y en el cambio cambiarnos, y cuando cambiemos no dejar de jugar.
Proponemos finalmente dirigirnos a la Asamblea General de la Organización Mundial de la Salud (OMS), solicitando ahora que se incluyan en la lista de las enfermedades sociales, la homofobia, la lesbofobia, la travestofobia, la transfobia, y tal vez en la lista de las enfermedades mentales, el miedo a la libertad.

Fuente del articulo: http://www.panuelosenrebeldia.com.ar/content/view/341/62/

Fuente de la imagen: http://1.bp.blogspot.com/_c5qMl3yzEAM/TAyRVyAHpyI/AAAAAAAACM4/SPO3XpWewVw/s1600/libertad02.jpg

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La tierra de la falsa libertad

Por: Vicente Berenguer

La situación en la «Tierra de la libertad» se había vuelto insostenible para muchos (en realidad era la Tierra de la falsa libertad, aunque oficialmente, y para engañar a los despistados la llamaban así). Gran cantidad de personas malvivían en la parte de abajo con unas pocas monedas y sin apenas recursos, percibían salarios de miseria a cambio de duras jornadas de trabajo (los «afortunados» que lo podían tener). Todo se había vuelto penoso para este sector mayoritario de la población. En cambio, en la parte de arriba las cosas eran muy diferentes. Allí la crisis había supuesto un mayor enriquecimiento del grupo social que vivía en aquella zona hasta el punto que había ocurrido algo novedoso: ahora, en lugar de papel higiénico, usaban billetes de 50.

La noticia llegó a oídos de los que vivían en la parte de abajo de la Tierra de la libertad. ¿Billetes de 50 como papel higiénico? Aquello fue la gota que colmó el vaso de la paciencia de los de abajo, y decidieron ir a hablar con los millonarios de arriba. Estos les dijeron que comprendían la situación y llamaron a los «expertos» encabezados por el presidente para que se hiciese una reunión y estos expertos pudieran ofrecerles las explicaciones pertinentes. Y así se hizo.

Ya todos sentados, el grupo de representantes de los de abajo expusieron a los expertos cuáles eran los hechos, y los hechos eran que mientras gran parte de la población de la Tierra de la libertad estaba pasando verdaderas penurias con salarios humillantes y doblando en muchos casos la jornada laboral siendo ya unos esclavos, los de arriba vivían como reyes, disfrutando de todo lujo pensable y para más inri ahora se limpiaban el trasero con billetes de 50, algo sin duda simbólico y que a los de arriba les producía un gran placer. Era una situación muy injusta estas diferencias, diferencias que siempre habían existido pero que ahora se habían multiplicado por la famosa crisis: los de abajo iban de camino a la esclavitud (y muchos de ellos ya en ella) y los de arriba, en cambio, ahora tenían mucho más si cabe.

Esta fue a groso la exposición de los hechos y esta fue, resumiendo también, la respuesta de los expertos:

-Vuestro problema, la pobreza o la miseria, nada tiene que ver con la situación de los de arriba, la riqueza. Es decir, es independiente el hecho de que vosotros percibáis salarios tan bajos con el hecho de que arriba naden en la abundancia. No tiene nada que ver el que una parte cada vez posea más dinero, patrimonio, yates, joyas y lo que quieran tener con que otra parte, en este caso una mayoría, tenga cada vez menos y deba trabajar cada vez más por menos. No se equivoquen caballeros, una cosa no tiene que ver con la otra.

-Por otra parte, debéis alegraros de ver que los ricos cada vez sean más ricos y debéis estar contentos porque estos millonarios o multimillonarios contra los que protestáis hayan decidido vivir en la Tierra de la libertad y no en otra parte porque así la economía estará en movimiento y podrán haber empresas y posibilidad de trabajar para ellos, y me consta que muchos de ustedes lo hacen, trabajar para ellos. Imagínense que un día decidan irse de aquí; sería nefasto. Agradézcanles el que vivan aquí y que cada día ellos posean más porque serán oportunidades para ustedes.

-Por último, no les moleste que ellos usen billetes de 50 como papel higiénico. Ustedes no saben, pero si en lugar de limpiarse el trasero con ellos se los entregaran a ustedes…se produciría una distorsión en los precios con lo cual todo el mundo saldría perdiendo, también ustedes. Sabemos que pueden pensar que ellos podrían compartir algo o que para que se use ese dinero de ese modo sería mucho mejor el que ellos dieran algo a ustedes, pero créanme, eso sería contraproducente para todos y se les volvería en contra. Es mejor que todo siga así, y que por muchas penurias que puedan estar pasando y por contra por muy bien que vivan arriba son ustedes unos privilegiados por poder vivir y formar parte de la Tierra de la libertad. Aquí reina la libertad, son libres, y este es nuestro valor supremo, por encima incluso de la propia dignidad, por encima de que todos los habitantes puedan tener una vida digna.

Miren caballeros, miren hacia nuestra bandera, ámenla y llévenla en sus corazones. Esta es nuestra patria y todos formamos parte ella, ustedes (los de abajo) y los de arriba. Siéntanla porque nuestra patria nos une a todos, y nuestra patria, como digo, es lo que realmente importa y no si unos viven mejor u otros peor. ¡Nuestra patria caballeros! ¡Viva la tierra de la libertad!

Los expertos economistas y políticos, tras estas palabras pronunciadas por el presidente, se pusieron en pie y lo ovacionaron con un sonoro aplauso y unos vivas, mientras que el grupo de los de abajo, sumidos en una gran perplejidad, fueron desalojados de la sala por las fuerzas de seguridad.

Vicente Berenguer, asesor filosófico

*Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=221901

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Para el nuevo mundo, nueva educación

Por Gabriel Sánchez Zinny

La desconexión entre las capacidades y habilidades de los jóvenes y la demanda laboral sigue creciendo, tanto en países desarrollados como en los que están en vías de desarrollo. En América latina la tasa de desempleo entre los 18 y 24 años es de aproximadamente el 17%. En un reciente reporte del Instituto Nacional de Educación Tecnológica (INET), realizado con apoyo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), sectores importantes de la economía argentina como el automotor, la construcción y el metalmecánico expresaban la dificultad de encontrar personal con las capacidades necesarias para desempeñarse en la industria del siglo XXI.

A su vez, directores y docentes de todo el país, particularmente de escuelas técnicas e instituciones terciarias, expresan la necesidad de actualizar los contenidos y perfiles curriculares, y que las instituciones educativas deberían ser más atractivas para los estudiantes, que las siguen abandonando (en algunos casos, más de la mitad de los que ingresan). Como decía un profesor de tecnología: «La vida de un joven en la escuela se parece muy poco a lo que vive en su vida cotidiana. Casi todos los chicos tienen un teléfono inteligente, ven constantemente videos y contenidos en WhatsApp… No logramos mantenerlos interesados».

Esta realidad se percibe todavía más en los institutos terciarios y en las universidades: están muy lejos de las demandas laborales, con carreras largas en años y horas, y poco relacionadas con las competencias y los escenarios del dinámico mundo productivo de las próximas décadas. Además no ponen el énfasis en habilidades socioemocionales, sino en otras que rápidamente se vuelven obsoletas en la actual economía del conocimiento.

En muchos países se ve la expansión de una formación basada en competencias -el mismo fenómeno ocurre en el reclutamiento de las empresas- más que en títulos formales y certificaciones. Sin embargo, el debate y consenso sobre estos temas parece mucho más avanzado que la realidad, tal vez porque la mayoría de las empresas sigue priorizando los títulos como base para las entrevistas. Es más seguro y sencillo tomar personal sobre la base de su título universitario como garantía de habilidades para un trabajo.

La apertura de la economía argentina al mundo y la mayor incursión de la tecnología en todos los sectores convierten estos desafíos en más acuciantes para los jóvenes en edad escolar, pero también para los que actualmente están trabajando. El Ministerio de Educación, junto con el de Trabajo, tiene un importante rol para garantizar las capacidades y habilidades necesarias a todos los que llegan al mercado laboral. Pero sin perder de vista que en las próximas décadas la educación formal será en tramos cortos pero continuos, muchas veces durante toda la vida, ya sea para actualizarse en algunas competencias y conocimientos o para adquirir otros, debido a que un sector o industria se ha transformado.

En este sistema de educación y trabajo, basado en la necesidad de seguir capacitándose toda la vida, hacen falta muchos más actores que los que existen hoy en la Argentina. El Estado debe asegurar que todos tengan estas oportunidades, y becar a quienes no puedan recibir formación profesional y reentrenamiento; pero también se requiere el aporte de gremios, empresas privadas y organizaciones de la sociedad civil, e instituciones terciarias y universitarias más modernas, que logren adaptarse a estas nuevas realidades.

La tecnología en el sistema educativo, muy escasa a todos los niveles, tiene un importante rol que jugar, al conectar competencias demandadas por el sector laboral con carreras terciarias y universitarias. Así se ayudará al joven a tomar sus decisiones de estudios sobre información transparente, que complemente su vocación e intereses individuales. A su vez, la tecnología puede ofrecer información a cada individuo sobre sus capacidades personales, sobre las demandas del mundo socioproductivo y los estudios necesarios para combinar ambas, y tener así un camino de desarrollo profesional más definido.

Así lo expresa Ryan Craig, autor del libro College Disrupted. The Great Unbundling of Higher Education: «Cerrar la brecha de capacidades, terminando la monocultura de los títulos, tanto desde la educación como desde la empresa, promoviendo una cultura de estudios más cortos, respetados y caminos menos costosos hacia empleos de valor agregado, es el desafío de nuestros tiempo».

Director ejecutivo del Instituto Nacional de Educación Tecnológica (INET)

Fuente: http://www.lanacion.com.ar/1977768-para-el-nuevo-mundo-nueva-educacion

Imagen: radio.uchile.cl/wp-content/uploads/2016/09/Liceos-Tecnicos-1.jpg

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Petróleo: el gran ausente de la Escuela

Por Heriberto Rivera

En el año 2014, concretamente en el mes de julio se cumplieron los primeros cien años, que de manera formal, Venezuela se adentra en la explotación de su primer riqueza natural como lo es el petróleo, pues fue un 31 de julio de 1914 cuando se dio la explotación de tan preciado mineral, causante no él por si mismo, de guerras y desgracias así como de avances en el mundo, que se ha hecho dependiente de hidrocarburos de origen fósil.

Estas palabras, están referidas como un sentimiento que lleva a manifestar la inquietud, por lo poco o escaso que se conoce del petróleo en la escuela primaria y secundaria, aun en tiempos de la revolución bolivariana.

En los tiempos de la escuela primaria, la maestra solía decir que el petróleo es un líquido negro y aceitoso, espeso que mana de la tierra, que es contaminante y que gracias al petróleo tenemos escuelas, hospitales, que se produce en la región zuliana y en el oriente del país; además del cuento mitológico sobre el mismo, pero sin profundizar en el tema; y mas adelante nos hubiese dicho, parafraseando a Pérez Alfonso, “es el excremento del diablo”.

Esa escuela de los años sesenta a la vuelta de los años, ha cambiado muy poco, y hoy en pleno siglo XXI, nuestros niños, adolescentes y hasta los estudiantes universitarios y profesionales manejan muy parca información sobre un tema tan relevante para los venezolanos. Y que decir de los docentes.

Quienes diseñaban el Curriculum tanto de las escuelas, liceos y universidades, tenían el pleno cuidado de no profundizar mucho en el tema, pues seria como dar a conocer una de las herramientas fundamentales para mantener el establecimiento de los privilegios y el surgir de un estado dentro del estado, sin control por los gobiernos de turno.

Al revisar la cronología petrolera, se puede observar como en el año 1883, en la población de Rubio, (Táchira) ya se tenia conocimiento de la explotación un tanto artesanal, luego treinta años después, el 15 de agosto de 1913, la empresa norteamericana New York& Bermúdez halló petróleo en el pozo denominado Babui 1 en el territorio del Estado Sucre, ambos casos con un limitado impacto a la sociedad rural del momento, pero que son referencias importantes a considerar, sobre la aparición de tan preciado oro bruno.

La relación histórica más cercana, nos habla del ahora famoso pozo Zumaque 1, ubicado en las cercanías de la población de Mene Grande, municipio Baralt del Estado Zulia, que tiene el doble merito por ser el pozo icono del inicio de la explotación industrial del petróleo el 31 de julio de 1914, durante el gobierno de J.V. Gómez, y a la vez por ser en ese lugar donde simbólicamente se realizo el acto de la controvertida nacionalización de la industria petrolera el primero de enero de 1976, luego de ser promulgada la respectiva ley en agosto del año 1975. Otros investigadores, hacen alusión al pozo de nombre Eureka como el primer pozo y al segundo pozo denominado el salvador.

Venezuela, es un país, consumista, alienado al modo de producción capitalista, a pesar de que esta planteado el camino al socialismo de siglo XXI, lleno de automóviles del lujo, espaciosos y lujosos centros comerciales, la gente imbuida en la subcultura del cuanto hay pa´ eso, pero también saben que el presupuesto de la nación depende principalmente de los recursos obtenidos por el cambiante precio del petróleo.

El petróleo es nuestro, escuchamos a diario por la prensa y TV, PDVSA ahora es del pueblo. Pero la pregunta importante es cuanto sabemos del petróleo. Que aprendemos en la escuela y en el liceo acerca del petróleo mas allá de ser un recurso natural que brota de las entrañas de la tierra.

Como venezolanos tenemos el pleno derecho, a tener una formación en los términos fundamentales sobre un mineral que le pertenece a todos los venezolanos y que el gobierno Bolivariano y revolucionario viene rescatando de las manos de la burguesía cleptómana que le había arrebatado por medio de gobiernos lacayos al pueblo y una de las estrategias fue el mantener fuera de los currículos todo lo relativo a la política, sociología, antropología, y economía del petróleo y de las fuentes de energía en general; nuestros estudiantes se gradúan de con sendos títulos universitarios ignorando la realidad de sus pueblos y su vinculación con la industria petrolera.

Muchos de los estudiantes ignoran del por qué se habla de una nacionalización “chucuta” (término que hace referencia a la posibilidad futura de regreso de las transnacionales al control de la industria); Sabrán que paso con el famoso articulo 5 de ley de nacionalización petrolera? Por qué Venezuela y el gobierno de turno nacionalizo solo la extracción del petróleo y del hierro? Por qué no pudo nacionalizar la comercialización que quedo en manos de los operadoras serviles de las empresas transnacionales del petróleo? ¿Qué significó para el futuro del país la llamada apertura petrolera? ¿Cuales fueron las causas y posteriores consecuencias dela huelga de obreros petroleros del año 1936? ¿Cómo a través de los convenios de asistencia técnica las empresas gringas tenían el control además de seguir indemnizando a las petroleras?

Lamentablemente, existe una ignorancia cotidiana o desconocimiento que la enorme mayoría de los venezolanos adolece sobre los aspectos sociopolíticos y estratégicos de este tema, de por sí tan importante y trascendente para cada una de las personas que vivimos en este país.

Al respecto es significativa la siguiente experiencia que comenta un profesor: “ hace cerca de cuatro años atrás, con ocasión de asistir como profesor invitado a regentar la cátedra de Geopolítica de los Hidrocarburos en el post grado de Crudos Pesados y Extra pesados que la UNEFA dicta en Maracaibo, me vi desagradablemente sorprendido por los muy bajos niveles de conocimiento que la mayoría de los participantes (ingenieros petroleros y químicos, empleados casi todos de PDVSA) mostraban sobre la materia. Aun recuerdo la expresión de rabia e indignación de un joven ingeniero petrolero al estudiar y comprender la estafa que significó para el país el llamado proceso de apertura petrolera, o las leoninas condiciones a las cuales se obligó nuestra estatal petrolera al adquirir Citgo en los EEUU, o como se nos ocultó por décadas las verdaderas dimensiones, magnitud y valor de la Faja Petrolífera del Orinoco. ¿Por qué nadie nos habló de esto en la universidad? Fue el reclamo permanente y generalizado.” (Sangronis, 2011)

Lo anteriormente comentado todavía esta presente en las instituciones educativas, pues el tema del petróleo aun permanece cuando no oculto, aparece de manera solapada y medrosa sin mayor trascendencia formativa en el desarrollo Curricular de las mismas.

Luego del proceso de “nacionalización” los gobiernos de la cuarta republica, eligieron con abierta humillación para el pueblo venezolano el Camino no traumático” que se escogió para nacionalizar a la industria petrolera y que fueron la fuente para mantener a los gobiernos de AD y Copei. De esta manera, teniendo como justificación la necesidad de mantener la “normalidad” durante la transición, se logró que las compañías extranjeras se avinieran pacíficamente a la nacionalización a cambio de un conjunto de concesiones que en la práctica significaron el mantenimiento esencial y perfeccionado de relaciones dependientes con el capital petrolero transnacional” (Mendoza Potella,2010).

Ya no estamos ante la imposible siembra del petróleo, pues con la inversión y política social desplegada por la nueva PDVSA se viene pagando la deuda social con los sectores mas necesitados, pero si se debe sembrar el petróleo en las aulas de las escuelas, en un fructífera preparación en el campo de la docencia de todos los niveles que a su vez redunde en beneficio de la formación del nuevo republicano, haciendo manar a la escuela venezolana.

Sobre el origen de la expresión de “sembrar el petróleo”, la misma pertenece al economista Alberto Adriani, citada en un artículo de su autoría denominado “El petróleo, los cambios y nosotros”, esto según referencia del experto petrolero economista Carlos Mendoza Pótela.

Si el tema petrolero no forma parte de la formación de nuestros estudiantes y docentes, poco o escasamente se habla sobre la literatura vinculada al petróleo.

En una oportunidad, el escritor Orlando Araujo, autor del libro “Venezuela violenta” se hacia la pregunta ¿Dónde esta la literatura del petróleo?, para a su vez responderse que en una literatura donde el petróleo es consecuencia y no tema: en la alienación, el nuevorriquismo, el consumismo; en la agonía de una cultura modificada, que experimenta el artificio de unos valores recientes.

La literatura sobre el petróleo es de vieja data y debe de ser retomada por los maestros y profesores, con la finalidad de sensibilizar a nuestra población sobre un tema que es imprescindible desmitificar y abordar en su contexto y realidad. En el país del petróleo se habla con vaguedad del petróleo, la literatura permite hacerlo con mayor seguridad y soltura.

En el campo de la literatura, en su haber existen novelas, ensayos, poesía, cuentista y testimonios acerca del petróleo; en ese sentido hay seis novelas fundamentales que se deben rescatar y darla a conocer en el ambiente pedagógico: Mancha de aceite (1935) de César Uribe Piedrahita; Mene (1936) y Casandra (1957) de Ramón Díaz Sánchez; Guachimanes (1954) de Gabriel Bracho Montiel; Oficina Nº 1 (1961), de Miguel Otero Silva; Viento de Huracán (1987) de José León Tapia.

Al parecer, la primer novela sobre el tema petróleo lleva por titulo “LILIA”(1909), cuyo autor es Ramón Ayala; le sigue “ELVIA” (1912) de la autoría de Daniel Rojas, donde se denuncia las depredaciones yanquees en materia petrolera, con detalles sobre los procedimientos dolorosos empleados por los invasores económicos para hacerse de la tierra rica en yacimientos.

También forman parte de la literatura en cuestión, los cuentos “Cardonal” y “Brujerías” de Ramón Díaz Sánchez.

En fin, es la literatura del burbujear negro que no más que según León Tapia “la historia del despojo. Despojo de tierras, de paisajes y culturas. Trajeron otra manera de vestir, música diferente, un tratamiento distinto a las gentes y una manera diferente de mirar a las mujeres. Andaban locos de poder (…) los yanquis se convirtieron aquí en gerentes o simples jefes de pozos. Y los más grandes bebedores de cerveza y putañeros a quienes se les reservaban las mejores recién llegadas, todavía para mirar las cosas con amor de conquistadores. Y trajeron hasta su discriminación y blancura, ya liquidada por la Guerra Federal”.

Es hora de que la escuela rescate la literatura fundacional del petróleo que es desconocida, estando sus libros fuera de circulación.

Referencias:
Cazal, R. “El petróleo también impregno la literatura”, en Correo del Orinoco, domingo 2 de septiembre de 2012
Mendoza P, C. (2010).Nacionalismo petrolero venezolano en cuatro décadas. Ediciones Astra Data, S.A.
Sangronis, P.J. (2011). La neocolonial educación petrolera.
hriverat1@hotmail.com

Artículo enviado por su autor a la redación de OVE

Imagen tomada de: http://www.publicdomainpictures.net/pictures/160000/velka/oklahoma-sunset-oil-rig.jpg

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Bullying: el gran enemigo de la educación ambiental

Por: Carlos Ruperto Fermín

En un Mundo donde los ancianos ya no tienen la fuerza para cambiar el pasado, y donde los adultos se sienten los únicos dueños del tiempo presente, los niños y adolescentes realmente pueden vivir un hermoso futuro ecológico, si permiten que la conciencia ambiental sea el destino y el latido de todos sus corazones.

La carta astral de la maravillosa Madre Tierra, nos dice que un toro puede ser una pluma volando en el desierto, y que una pluma puede ser un toro galopando en la jungla. Cada vez que caemos en el sumidero o superamos los obstáculos, estamos demostrando que el peso de la vida se mide por el poder del cuerpo, por la astucia de la mente y por el valor del alma.

Sin embargo, nuestra inseguridad va fortaleciendo la desconfianza en el entorno, y la presión social nos obliga a luchar con la mandíbula ensangrentada, para no cederles el terreno a los enemigos foráneos, que predican el vigor del mestizaje biológico.

Vivimos en la época de la insatisfacción personal. Tenemos la fortuna de poseer un par de ojos, que inmortalizan el color del arcoíris. Tenemos la fortuna de poseer un par de piernas, que caminan por las calles de la esperanza. Y tenemos la fortuna de poseer un corazón de piedra, que rompe el silencio con cada gemido de dolor por las noches.

No se justifica tanta violencia en los hogares, en las familias, en las oficinas, y en las aulas de clases.

Un ciego regalaría su último segundo de vida, para volver a ver el sol del amanecer. Un sordomudo regalaría su último suspiro de vida, para escuchar el dulce amor de los pájaros. Y un enfermo regalaría su último recuerdo de vida, para recuperar la paz de una bienaventurada salud.

Estamos bendecidos por la Pachamama y santificados por el Cosmos. No importa si tenemos una discapacidad física o una deficiencia mental, porque la diferencia entre gozar la vida y vencer a la muerte, depende de la actitud positiva o negativa que adoptamos frente a los problemas cotidianos.

Pero la suciedad de la Sociedad Moderna que impregna al siglo XXI, no se cansa de ensuciar el termómetro natural de un resplandeciente planeta Tierra, que rebuzna con la ferocidad de un infernal animal llamado Ser Humano, quien en apenas nueve meses puede convertir el éxtasis del orgasmo, en un fenómeno multicultural lleno de ignorancia existencial.

Ese legendario estigma antropológico es conocido como «Bullying», el diablito anglosajón con dimorfismo sexual, que destruye la relación armónica entre la Humanidad y el Medio Ambiente. Un diablito uniformado que representa la putrefacción moral de su agresiva idiosincrasia, en la que convive diariamente junto a sus abuelos, a sus padres y a sus hijos.

Vemos que la clásica cobardía humana no permite cometer el infanticidio, por lo que la sobrepoblación global obliga a que millones de angelitos no deseados, sean felizmente procreados por obra y gracia de un hipocrático Espíritu Santo, que con un cuchillo romperá el anzuelo y con una nalgada aquietará el llanto.

Usamos los dones de la Naturaleza a nuestra propia conveniencia, y después de recibir la primera gracia salvadora del bautismo, nos transformamos en máquinas pecadoras al servicio de la envidia, de la corrupción, de la venganza y del mal.

No es casualidad que la marca de la bestia, todavía se refleja en el Taman Shud de la playa de Somerton, porque después de asesinar a la piñata en la tradicional fiesta de cumpleaños, jamás imaginamos que por cada palazo lleno de algarabía, nacería un nuevo trastorno psicológico en la razón del niño.

Por eso el hiperactivo acoso escolar, que se define en inglés con la famosa denominación de Bullying, es la consecuencia del prematuro maltrato que recibe gran parte de la juventud desde sus casas, donde solamente existen gritos, empujones, golpes, correazos, escupitajos, rabietas y traiciones.

Las locuras en la cama que simbolizaron el mejor de los nidos ecológicos, no pudieron evitar que los niños se adentraran en un sistema educativo primario, que fructifica el primitivo instinto de sobrevivir en cuatro paredes de resentimiento.

Entre los libros, los cuadernos, los pizarrones y los lápices, se esconden las drogas, las lágrimas, los cigarrillos, la cerveza y las pistolas, que van degollando el porvenir de los más inocentes jóvenes latinoamericanos.

La historia se sigue escribiendo con cenizas de flores envejecidas, porque aplicar la educación ambiental en las escuelas resulta una verdadera ridiculez, cuando sabemos que las cicatrices y los moretones que marcan para siempre la vida de los estudiantes, no se pueden evadir por la espalda y por las faldas de los peores profesores.

Quienes sufrimos del trágico Bullying por un glorioso cuarto de siglo, podemos afirmar que la educación ambiental es un contenido teórico y práctico, virtualmente imposible de proyectar en los liceos, mientras la mayoría de los muchachos se encuentran confundidos, y solo piensan en las cadenas del miedo, de la depresión, de la incomprensión, del fracaso y del potencial suicidio.

El desarrollo de la ecología va de la mano con la salud mental. Si tenemos una generación de jóvenes insanos que anhelan incendiar la escuela, robar el mejor de los smartphones, vomitar saliva para contemplar la belleza, compartir estupideces en las redes sociales, consentir penetraciones sin métodos anticonceptivos, y jugar videojuegos bélicos para olvidar la desatención familiar, pues será muy difícil que el conservacionismo se apodere de sus cinco sentidos.

La adicción al Bullying es una inyección letal para la Madre Tierra. Los alumnos arrancan el ciclo académico en los centros educativos públicos y privados, como una liviana pluma en el más cálido de los desiertos, pero a medida que pasan los años cargados de triptongos y ecuaciones, la pluma empieza a ser tan manoteada y fastidiada como el tosco toro de la jungla.

Si un niño se atreve a reciclar los desechos de su desayuno en la escuela, seguro que el resto de los alumnos le romperán sus cristalinos cuatro ojos. Si un niño se atreve a ahorrar el agua potable de la escuela, seguro que el resto de los mamíferos lo azotarán en el humillante patio trasero. Y si un niño se atreve a apagar la bombilla incandescente de la biblioteca, seguro que el resto de los delincuentes le devolverán el favor en la asquerosa sala sanitaria.

Lo peor de la desgraciada locomotora, es que cuando el niño les diga a sus padres que lo humillaron por reciclar, seguro que sus padres le gritarán y le cerrarán la boca. Cuando el niño les diga a sus padres que lo humillaron por ahorrar el agua potable, seguro que sus padres le partirán el hocico y lo encerrarán en la jaula. Y cuando el niño les diga a sus padres que lo humillaron por ahorrar la energía eléctrica, seguro que sus padres ya estarán viendo la televisión o durmiendo.

La pluma resiste el abuso con las eternas pesadillas, pero el toro se cansa con los cuernos de madrugada.

He allí el peligro que representa el Bullying para la comunidad latinoamericana. Jugamos con fuego cada vez que repetimos las mismas aburridas clases de Matemáticas, Geografía y Química, mientras sabemos que el dealer está negociando el polvito en el pasillo, que la fulana está siendo pisoteada con tinieblas en el comedor, que al patito feo le revientan el acné con el espejo retrovisor, y que la excelentísima junta directiva escolar siempre recibe su dinerito en los bolsillos.

Categorizar el arrebato del Bullying como la cosa más «normal» del Mundo, como una simple etapa de la pubertad, y como un castigo necesario para reforzar la conducta de los jóvenes, va aumentando la impunidad en contra de las víctimas, va acelerando la perversión mediática de los victimarios, y va consolidando la triste indiferencia ciudadana hacia la educación ambiental, que emerge como la única homeopatía capaz de extirpar el cáncer maligno de la gente.

No obstante, existen muchachos latinoamericanos muy valientes que NO se doblegan ante la adversidad, y que con mucho esfuerzo han cosechado experiencias ecológicas dignas de presentar a la colectividad.

Por ejemplo, tenemos a la Orquesta de Instrumentos Reciclados de Cateura en Paraguay, que convirtió la basura de las calles de Asunción en una oportunidad de rescate social para muchísimos niños humildes, quienes sin ya nada que perder por todos los malos tragos de la pobreza extrema, se atrevieron a confiar ciegamente en el lenguaje universal de la música, y ahora tienen un sagrado pan de oro bajo los brazos de Santa Cecilia.

La mayoría de esos niños humildes paraguayos, vivían presos en las garras del analfabetismo. No sabían escribir la palabra Bullying ni en Inglés ni en Español. No tenían un espectacular Iphone colgando en la cintura del pantalón, y no bailaban las canciones de reguetón en sus populares perfiles de Facebook.

Pese a vivir en las adyacencias del vertedero de basura Cateura, que producía un foco de permanente contaminación ambiental, las neuronas de los jóvenes paraguayos NO se contaminaron mentalmente, por lo que aprendieron a tocar instrumentos como el violín, el contrabajo, la guitarra, la flauta y las trompetas, que se fabricaron gracias a la creatividad de reutilizar los residuos sólidos del mencionado vertedero.

El resultado de mezclar la filantropía en zonas rurales con el ejercicio de la educación ambiental, se tradujo en una exitosa orquesta infantil con talento paraguayo, que nos invita a emular esa bonita hazaña en nuestros pueblos latinoamericanos.

Aunque todos sabemos que la dinamita del Bullying, sigue estallando con violencia en los colegios de América Latina, es más inteligente cambiar las balas de la guerra por el pacifismo del arte, por el cariño de una mascota rescatada de la carretera, y por un rojizo beso en la tierna mejilla.

El Bullying es como la maleza del campo, crece hasta que se corta la raíz.

Por eso, el primer paso para eliminar el círculo vicioso del acoso escolar, es reconocer que estamos sufriendo en un lugar donde deberíamos aprender con alegría, por lo que alzar la voz y denunciar las agresiones físicas y verbales que afectan nuestra integridad emocional, es la única decisión responsable que podrá liberarnos del conflicto.

Denunciar para que escuchen nuestro reclamo, volver a denunciar para que nos ayuden, y denunciar otra vez para exigir soluciones. No dudes en comunicarte con tus padres, maestros, vecinos, amigos, policías y presbíteros, que te brindarán el apoyo y la solidaridad que tanto necesitas para salir de la oscuridad.

La culpa no recae en la débil pluma, ni tampoco sobresale del fuerte toro. Simplemente estamos viviendo la tempestad de una grave anarquía social, en la que todos quieren comprar la cruz de Jesucristo, al menor precio de venta al consumidor.

Recordemos que el 26 de enero se celebra el Día Mundial de la Educación Ambiental, una fecha oculta en el limbo de las poblaciones y de sus habitantes, que niegan la relevancia de su anual festejo.

Necesitamos voluntad de cambio en los salvajes vientos hispanos. Una alerta roja de altísimo voltaje, que despierte el interés en preservar el bien común, y que restituya los recursos naturales de la Tierra.

Te aseguramos que hay promesa de salvación debajo de la almohada, y soñaremos con el mismo cielo azulado que ayer casi perdimos.

Fuente: https://www.aporrea.org/actualidad/a240013.html

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Los docentes como autores de saber pedagógico

Por: Fernando Hernández

Cuando el grupo de docentes pone en juego su quehacer en el aula, también se pone en disposición de generar saber pedagógico sobre su propia práctica.

En la escuela de la que les he comenzado a hablar al final de mi escrito del mes pasado, la aventura de pensar sobre los sentidos del aprender comenzó poniendo en común, por comunidades de pequeños, medianos y mayores, cómo piensan que los niños y las niñas aprenden. Fue una tarea que las maestras -son mayoría- tomaron con la seriedad de un juego. Pasaron de los espacios de conversación a ir anotando y dejando sobre las paredes de la sala que nos acogía, las palabras clave que evocaban los modos de aprender que observan y promueven en las aulas. Luego, entrelazando cuerpos y palabras, los integrantes de cada comunidad compartieron con el resto del grupo lo que era algo más que una síntesis y se transformaba en una declaración de principios. Reflexionamos sobre lo que las palabras y los gestos evocan sobre el papel del aprender en su escuela.

Había un hilo conductor que sobresalía: un sentido humanista del aprender, en el que destaca el papel que dan al desarrollo personal de cada niño, de cada niña. Además, el valor que otorgan a la conciencia de aprender, la importancia de la implicación en lo que se aprende, el papel de las emociones y el generar complicidades. Sobre estas y otras aproximaciones al aprender tejimos otros hilos de sentido: la necesidad de tiempo para pensar y compartir sobre los modos de aprender que se proyectan en la escuela, la importancia de aprender a partir de establecer relaciones (también entre el dentro y el fuera del centro), el papel de los retos y desafíos… De regreso a Barcelona, pensé que el grupo se había puesto en juego y con ello se había dispuesto a generar saber pedagógico sobre su propia práctica. Además, al dejar que les acompañara alguien que no trata de valorar lo que hacen sino de pensar a partir de lo que narran, cada cual podría llevar aquello a lo que se vinculara a la vida del aula y de la escuela.

La noción de saber pedagógico la llevo conmigo desde que hace ya unos cuantos años, en una escuela, me regalaron la pregunta ¿estamos enseñando a nuestros alumnos a globalizar? Responderla nos llevó cinco años. En ese tiempo compartimos dudas, exploramos las ideas que guiaban el quehacer diario, plasmamos -desde la práctica y la reflexión sobre y desde ella- aquello que se trataba que los alumnos aprendieran. Al mismo tiempo pusimos en cuestión las normativas que homogeneizan lo que sucede en el aula y la organización de la escuela. Nos abrimos hacia un curriculum experimental que emergía y se vinculaba a la vida, donde aprender era ponerse en disposición para cambiar de lugar y de mirada. De todo ello salió una manera de concebir la relación pedagógica a la que dimos el nombre de ‘proyectos de trabajo’.

Con algunas compañeras de esa escuela y con otras que a lo largo de los años se han ido vinculando a los encuentros que tenemos cada mes, hemos ido ampliando el sentido de lo que puede significar generar saber pedagógico. Este saber emerge cuando nos autorizamos, no solo a narrarnos en los relatos del acontecer del aula, en la formación, en el pensar sobre lo que leemos, sino cuando ponemos nombres y establecemos relaciones con lo que de todo ello nos resuena. Durante estos años hemos aprendido a compartir, a escucharnos de manera atenta, a ponernos en juego en situaciones en las que tienen lugar experiencias de aprender y de ser. Con ello, además de pensar en compañía, conseguimos un antídoto ante lo que Massimo Recalcati, en su libro La hora de clase. La erótica de la enseñanza, señala como “el vacío entre cuyos límites se ve obligado -el maestro- a medir su propia palabra”. De esta manera contrarrestamos también los ecos de quienes ofrecen soluciones salvadoras a las necesidades y problemas de la educación.

Este es el viaje al que invité a las maestras de la escuela del principio de esta historia. En cada encuentro, algunas de ellas han ido desgranando escenas de la vida del aula. Son escenas que tienen algo que les sorprende, que les confirma en su modo de mediar en el aprender o que les plantea dudas y tensiones. Sobre lo que va apareciendo pensamos juntos. De algunos de esos retazos de vida y del saber pedagógico que se teje en torno a ellos les contaré en este espacio que me brinda El diario de la educación.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/01/18/los-docentes-como-autores-de-saber-pedagogico/
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