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De la niña Andrea, a los resultados de la prueba Pisa

Por: Abelardo Carro Navas

Tremendo revuelo causaron en los medios de comunicación, los datos que el martes pasado, la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) dio a conocer con relación a la prueba PISA (Programa para la Evaluación Internacional de los Alumnos) que se aplicó a cerca de 540 mil estudiantes de más de 70 países. México, como hace más de diez años, se colocó en los últimos lugares. Asunto nada menor y del cual se despenden varias cuestiones, pero vayamos por partes porque de éste y otros temas, hay mucha tela de donde cortar. Veamos.

Hace unos días, millones de mexicanos fuimos testigos de un hecho que, hasta el momento en que cierro estas líneas, sigue causando polémica. Se trató de la niña Andrea, estudiante de educación básica que en la 36 Feria Internacional del Libro, corrigió al Secretario de Educación, Aurelio Nuño. “No se dice ler, se dice leer”, fue una frase que – quizá – se convirtió en un grito de rebeldía. Como era de esperarse, los memes no tardaron de aparecer e inundaron las redes sociales. El hecho, plasmado así como lo fue y es, se antoja chusco a más no poder. Sin embargo, y permítame ser un tanto crudo al respecto, este tipo de cuestiones, son el reflejo de la realidad que estamos vivimos los mexicanos: tenemos a un Secretario de Educación que se preocupa más por su popularidad y por hacer política con miras a ocupar una gubernatura o presidencia de la república, que por corregir sus problemas de dicción. Si ésta es la realidad que vivimos en nuestros días, imagínese cómo estarán las demás cosas.

Bien se dice que cuando la cabeza está mal, lo demás esta igual, y hay razón en ello. En este caso, y para el momento que estamos viviendo, desafortunadamente le tocó a Nuño ser objeto de burlas y comentarios más que soeces por quienes nos encontramos dentro del Sistema Educativo, pero también, por quienes se hallan fuera de éste. Y es que mire usted, el problema como tal no radica, como una y otra vez lo he reiterado en este y otros espacios, en los maestros, sino en los funcionarios que han estado al frente de áreas tan importantes para el desarrollo cognoscitivo de los mexicanos. Dese cuenta, los datos que ofreció la OCDE nos hacen pensar en ese rezago en el que nos encontramos insertos desde el 2000 a la fecha. Obviamente que este problema viene arrastrándose de años anteriores al que señaló líneas arriba pero, en este caso, los tomó para ejemplificar la idea que pretendo aterrizar.

Recordemos que con la alternancia, producto de la victoria en las urnas que obtuvo Vicente Fox en el 2000, muchos pensamos que las cosas iban a cambiar. Recuerdo que en ese tiempo, el Secretario de Educación, Reyes Tamez Guerra, estuvo subordinado a los designios de la maestra Elba Esther Gordillo quien, ávidamente, estableció una mancuerna con la primera dama, Martha Sahagún, para el logro de sus propósitos. Posteriormente con Calderón, algo similar pasó, solo que el asunto empeoró para el sector educativo, específicamente, para el nivel básico de enseñanza, dado que Josefina Vázquez Mota, cedió la Subsecretaría de Educación Básica al yerno de la profesora Gordillo, Fernando González.

Culminada esta triste y lamentable etapa de gobiernos panistas, llegó a la Secretaría de Educación Pública, Emilio Chuayffet, abogado y político mexicano que, gracias a la victoria que obtuvo Peña Nieto, fue colocado por tres años en tal puesto. Si, así como lo leyó: tres años; y bueno, a la salida de éste llegó Nuño, jefe de la oficina del Presidente y hombre cercano al mismo.

¿Qué le parecen estos datos?, ¿le dicen algo? Si nos preguntamos por qué México se encuentra en niveles deplorables en comparación con otros países del orbe, tal y como lo mostró la prueba PISA, aquí tiene una respuesta, misma que se complementa con la serie de factores que inciden en la escuela pública mexicana. ¿Cuáles son éstos? En reiteradas ocasiones, muchos investigadores, académicos, maestros, columnistas y colegas, nos hemos referido a ellos de manera particular, aunque pueden englobarse en cuatro grandes rubros: economía, cultura, política y sociedad. Cada uno con sus propias particularidades pero que, de manera directa e indirecta, han influido e influyen en la educación de mi México querido.

Ciertamente, la tarea educativa es de todos los mexicanos, de eso no tengo duda. Todos los que habitamos este bello país, tenemos la enorme responsabilidad de participar en la formación de los millones de niños, jóvenes y adultos. Comenzar en casa, con nuestros hijos y familiares, es una buena opción, y podemos hacerlo. Sin embargo, y con todo el respeto lo digo, debemos y tenemos que exigir a los gobiernos y gobernantes que hagan su chamba. Cansados estamos de que tiren culpas a los menos culpables y eludan sus responsabilidades.

Si el Sistema Educativo Mexicano (SEM) está como está, es porque quienes han tenido la posibilidad de mejorar las condiciones de quienes asisten o asistimos a formarnos a una escuela, no lo han hecho. Lamentablemente la SEP, ha sido vista como un trampolín político para llegar a una gubernatura o presidencia de la república, mientras que la educación… ha sido relegada a un segundo plano.

Requerimos pues, menos discursos como los que en días pasados ofreció tan flamante Secretario – Nuño – quien, en su intento de legitimar su actuar en razón de los resultados que dio a conocer la OCDE, pretende agarrarse de su “reforma educativa” que, como se ha dicho, no traerá beneficios y mejoras al Sistema en tanto no destierren la corrupción que priva al interior del medio y se proponga un modelo apegado a la realidad y con sentido.

Por cierto, ¿pensará Nuño culpar a los maestros y maestras de México cuando en las recientes evaluaciones más del 85% obtuvo resultados satisfactorios? Hacerlo, sería cínico y harto ofensivo. Ya veremos.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/de-la-nina-andrea-a-los-resultados-de-la-prueba-pisa/

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El bullying y el Pacto por la Educación

Por:Carlos Hué

 Uno de cada tres alumnos de Secundaria, en España, ha sufrido una agresión física alguna vez en el centro educativo. Esta era una de las conclusiones de un estudio publicado a comienzos de este año por Save the Children sobre el bullying. Este informe indica también que uno de cada diez ha sido víctima de acoso, un tercio reconoce haber agredido físicamente a otro compañero en los últimos dos meses anteriores a su publicación, y la mitad admite haber insultado.

Por comunidades autónomas una vez más hay un norte y un sur. En este caso es el norte central integrado por País Vasco, Navarra, Cantabria, La Rioja, Aragón, Castilla-León y Madrid que tiene índices más bajos. Para definir una conducta como acoso, indica el estudio, es necesario que exista una diferencia de poder entre agresor y víctima, y que haya intencionalidad. El estudio indica además que las chicas suelen ser víctimas con más frecuencia que los chicos, pero ellos suelen desempeñar más el papel de agresores. Por otro lado, las chicas suelen pedir ayuda cuando se sienten agredidas, mientras que los chicos arreglan sus diferencias con violencia. Y, por último, el estudio concluye que ambos, víctima y agresor, suelen tener una baja autoestima.

En esto de la violencia escolar tenemos que explicar, primero, por qué se produce y, segundo, cómo podemos abordarla. En primer lugar, existe una razón física que motiva que en Secundaria se den más casos de agresión entre el alumnado. La cuestión radica en el hecho de que, de una parte, los adolescentes en pocos meses pasan de niños a adolescentes desarrollando, especialmente entre los chicos, una musculatura y una fuerza que antes no tenían y que tienen que encauzar. Y de otra, hay que considerar los cambios hormonales que se dan en su cuerpo en muy breve espacio de tiempo, lo que unido a la falta de un proceso total de mielinización, provoca que esa mayor fuerza física esté descontrolada por el sistema hormonal, ya que todavía no cuenta con un sistema nervioso suficientemente maduro para controlar sus impulsos.

En segundo lugar, desde un punto de vista psicológico, los cambios físicos producidos provocan en los adolescentes una falta de sentido personal pues llega un momento en el que han dejado de ser niños pero no han aprendido a ser adultos. Muchas veces no reconocen su cuerpo, su esquema corporal, cambian la voz, y no cuentan con pautas para saber qué es lo que realmente quieren. Por ese motivo, al dejar la niñez dejan también la autoridad de la familia y se dejan influir decididamente por la opinión de sus compañeros. Por otro lado, es un momento en el que las amistades infantiles dejan de tener sentido y se anda buscando tanto una pareja, como un grupo de amigos que refuercen la personalidad que se va construyendo.

En tercer lugar, desde un punto de vista sociológico, esta sociedad ha determinado la mayoría de edad a los 18 años, aunque la edad penal sea a los 16. A la sociedad, me atrevo a decir, le molestan los adolescentes por no ser obedientes, disciplinados, porque hacen mucho ruido, porque se mueven mucho, porque siempre nos llevan la contraria. También es de señalar el cambio del papel de la familia. Hemos pasado de un modelo patriarcal de tres generaciones a varios modelos de familias, mayoritariamente nucleares y en los que se ha dado una progresiva falta de autoridad. Además, la edad laboral que hace unos años comenzaba a los 12 o 14 años está ahora retrasada hasta más allá de los 25, y hasta 35 años. En definitiva, la sociedad determina que el lugar adecuado para «recoger» a los adolescentes son los centros educativos, los institutos y colegios.

Finalmente, y en cuarto lugar, podemos afirmar que el fracaso social con los adolescentes en una sociedad postindustrial se ha trasladado a los centros educativos con el encargo de que a través del estudio de las mismas asignaturas de siempre se consiga «disciplinarlos» con inestimable ayuda de los «deberes» y las notas. Hoy los centros educativos son, en muchos casos, un lugar donde el sistema educativo ejerce violencia sobre los jóvenes y en el que unos profesores y maestros se ven compelidos a aplicar fórmulas que eran eficaces en los años sesenta del siglo XX, pero que hoy no tienen sentido en el mundo de las comunicaciones y la globalización de las conductas. Por otro lado, el profesorado ha sido seleccionado en su mayoría por los conocimientos de las disciplinas más que por su capacidad de gestionar las emociones y conductas de los chicos y chicas.

La consecuencia es clara. Los chicos pasan muchas horas en los centros educativos teniendo que memorizar conocimientos que están en Internet y que la mayoría de ellos no les servirán en el futuro. Además, los estudios que antes garantizaban un empleo hoy ofrecen muy pocas garantías de empleabilidad. La sociedad traslada la responsabilidad a las familias y estas lo hacen a los profesores que se ven en muchos casos, sin apoyo ni técnicas para sobrellevar la situación. En este panorama no es de extrañar que la frustración de los adolescentes se traduzca en agresiones, hacia sí mismos, que las hay, y que se manifiestan en formas de conductas alimentarias alteradas, depresión e incluso, suicidio; y hacia los demás, en forma de bullying.

Pero hasta aquí los datos y las causas. Entonces, ¿podemos hacer algo? A mi entender lo primero es que la sociedad tome conciencia de la necesidad de un Pacto por la Educación. Y un Pacto por la Educación es diferente de un Pacto por la Enseñanza. El Pacto por la Educación debe tratar de eso, de educación. Educación es ayudar a los estudiantes a que construyan su personalidad, y eso solo se hace en relación con los iguales en un marco de respeto, tolerancia y motivación que desarrolle la autoestima de todos y de cada uno. Y para ello, tenemos desde hace mucho tiempo la formación en inteligencia emocional de los profesores y de los alumnos, pues muchas veces el propio profesorado carece de la autoestima necesaria para trasladarla a los chicos y chicas.

El Pacto por la Educación debería dar más importancia a la formación en valores que a la transmisión de unos conocimientos que están en la web. Por tanto, habrá que cambiar de arriba abajo el currículo, haciendo que los conocimientos no se estructuren en asignaturas, sino de forma interdisciplinar; valorando más las competencias que los conocimientos; y cambiando la metodología de la clase magistral, con todos los pupitres alienados y la puerta cerrada, por metodologías activas y colaborativas como la «flipped classroom» en la que las mesas se colocan según necesidades y la puerta está permanentemente abierta.

Desarrollar la autoestima, la asertividad, la motivación, el control emocional, el conocimiento propio y de los demás, la empatía, la resiliencia, la capacidad para resolver conflictos, para resolver problemas de la vida diaria, la tolerancia, la aceptación de la diversidad, etc. tendrían que ser contenidos fundamentales a desarrollar en ese Pacto por la Educación. Solo así, entendiendo que es más importante aprender que enseñar, que es más importante resolver que memorizar, que es más importante convivir que estudiar, podremos abordar el problema que hoy denominamos bullying. De otro modo, si en lugar de un Pacto por la Educación en los términos referidos, buscamos un Pacto por la Enseñanza en el que prime la lucha de ideologías sociales y políticas, el pronóstico no será nada bueno.

Yo por mi parte, confío. Confío que de una vez por todas, nuestros políticos entiendan las necesidades, de una parte, de nuestros adolescentes reflejadas anteriormente y, de otra, de la sociedad del mañana que va a precisar no de personas que hayan aprobado asignaturas, sino de personas flexibles, equilibradas, solidarias, ajustadas, tolerantes y creativas.

fuente:http://www.aragondigital.es/noticia.asp?notid=151019&secid=21

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Un estudio relaciona la desigualdad de género con el cambio climático

Por: Ecoportal. 10-12-2016

La publicación, coordinada conjuntamente por el CREAF, la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), el Basque Centre for Climate Change (BC3) en el País Vasco, y la Universidad Leuphana de Lüneburg de Alemania, recoge nueve casos de estudio.

Favorecer la incorporación de las mujeres y otros colectivos desfavorecidos a la toma de decisiones sobre la gestión de recursos naturales hace más eficaz afrontar las crisis ecológicas y el cambio climático

Esta es la conclusión de una investigación coordinada por el Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF-UAB) que publica la revista Ambio, que dedica un volumen especial a las mujeres y el cambio ambiental global.

Se trata del primer estudio que relaciona las desigualdades de género con el cambio climático y que refleja que las posibles respuestas al calentamiento global son distintas en función de si las aportan hombres o mujeres.

Empoderar a las mujeres y desfavorecidos

“Para que las sociedades humanas sean capaces de adaptarse mejor al cambio ambiental global será necesario eliminar estas diferencias y empoderar a las mujeres, y a otros colectivos desfavorecidos, en sus comunidades”, ha explicado la investigadora del CREAF y del Insituto de Ciências Agrárias e Ambientais Mediterrânicas (ICAAM) de Portugal, Federica Ravera, coordinadora de los trabajos.

Los investigadores han concluido que hay que considerar la interacción del género con otros elementos de discriminación como la edad, posición social y económica, etnia, educación, sexualidad o las discapacidades.

La publicación, coordinada conjuntamente por el CREAF, la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), el Basque Centre for Climate Change (BC3) en el País Vasco, y la Universidad Leuphana de Lüneburg de Alemania, recoge nueve casos de estudio.

Diferentes casos

Éstos abarcan desde los vaqueros en EEUU hasta la Suecia de los indígenas sami y sus renos; las comunidades ganaderas y agrícolas de África; el conocimiento de plantas medicinales de los indígenas de Amazonia; el estudio de la diversidad de cultivos en la India, o los pescadores de las Islas Salomón.

En los nueve casos, han comprobado que cuanto más equitativa es la división del trabajo y los roles que las mujeres desempeñan en la toma de decisiones, las relaciones de poder en la gestión de recursos naturales y el acceso al conocimiento, mejor responden a los cambios ambientales que están sufriendo.

Por ejemplo, los sami, dedicados al pastoreo de renos en Suecia, o los vaqueros del sur de EEUU, donde las mujeres juegan un rol absolutamente invisible, pero fundamental en sus grupos.

Además de encargarse de varias tareas en la gestión del ganado, en ambos estudios se destaca que son ellas las responsables de transmitir el conocimiento dentro de su grupo y entre generaciones, algo necesario para asegurar su supervivencia.

En comunidades del altiplano de Etiopía destaca que las mujeres suelen tener menor acceso a instituciones locales y que la gestión de los pastos comunales corresponde exclusivamente a los hombres, que en épocas de sequía prefieren vender su ganado.

En cambio, las mujeres aplican estrategias a más largo plazo y priorizan la alimentación de vacas lecheras y ovejas para tener alimento para los niños y los becerros.

La publicación también incluye un estudio liderado desde el Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales (ICTA-UAB) donde se demuestra que las mujeres de la tribu amazónica Tsimane conocen una mayor diversidad de plantas útiles para tratar enfermedades.

Sin embargo, el hecho que ambos géneros conozcan distintas plantas para un mismo tratamiento sugiere que, aunando estos conocimientos, los tsimane pueden ser mucho más capaces de recuperarse y adaptarse a los cambios que sufre la Amazonia.

El estudio que ha liderado Federica Ravera en la India muestra que otros factores, además del género, como la casta, educación, clase social, o el acceso a la tierra, son definitorios a la hora de mitigar y adaptarse a los cambios ambientales.

En las mismas comunidades del Himalaya, sólo las mujeres con mayor acceso a la tierra y a la educación son capaces de conservar la biodiversidad agrícola y la capacidad de respuesta a cambios ambientales.

Asimismo, en las llanuras del Ganges sólo las mujeres de casta más alta son las que pueden acceder a innovaciones agroecológicas, mientras que muchas son relegadas a trabajar exclusivamente como obreras agrarias, supliendo el trabajo de los hombres emigrados.

“Ésta es la primera vez que una colección de estudios aplica una aproximación feminista al estudio sobre el cambio ambiental global”, ha resumido la coordinadora de la publicación.

Ecoportal.net

Efeverde

http://www.efeverde.com/

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Educación política y ciudadana

Por: Jesús Montero Tirado

La educación escolar y la educación superior, incluyendo universidades, son muy lentas en sus cambios. Es relativamente fácil descubrir cuáles son los defectos que hay que corregir y qué cambiar en los procesos realizados, cuyos resultados se recogen después de varios años, porque en educación los resultados no son inmediatos. Pero es difícil decidir qué es lo que hay que cambiar y cómo hacerlo. Los niños, adolescentes y jóvenes no son ratones de laboratorio para andar experimentando con ellos a ver si sale bien cada intento diferente. Por otra parte, los procesos educativos son complejos y capacitarse para poner en marcha nuevos procesos es tanto más difícil cuanto los educadores profesionales tienen menos recurso, con sueldos mínimos, con los que no pueden estar actualizándose permanentemente por cuenta propia.

La constatación de estos hechos no se puede eludir si queremos ser realistas, pero no nos justifica para dejar las cosas como están y no asumir la responsabilidad de la progresiva inadecuación de la educación que se ofrece y la que se necesita. Esto es cada día más acuciante y si lo es en términos generales con respecto a todo lo que se enseña y se hace para educar y capacitar para la vida, con mayor razón lo es cuando se trata en nuestro país de la educación política y ciudadana.

Lo que tradicionalmente se ha podido ofrecer para educar política y ciudadanamente, ahora no nos sirve, es insuficiente y se evidencia que es ineficaz. La mayoría de los escenarios y muchos de los actores del teatro político están cada día más corrompidos. Esa corrupción creciente ha contaminado a no pocos actores de la sociedad civil miembros de la ciudadanía. Las instituciones y organismos creados para limpiar la corrupción, sancionando a los corruptos, también están contaminadas de corrupción. Está claro que educar y capacitar para vivir en una sociedad con políticos, instituciones, organismos y ciudadanos altamente corrompidos no es lo mismo que educar en política y ciudadanía en una sociedad sana. La percepción del nivel de patología ética de nuestro país por parte de instancias internacionales es firme: Transparency International nos sigue clasificando entre los países más corruptos del mundo.

Otra variable que obliga a revisar y actualizar nuestra educación política y ciudadana es la globalización. Queramos o no, las fronteras nacionalistas son “líquidas”, por no decir inexistentes para muchos flujos de interacción e interinfluencia internacional. El acelerado movimiento financiero no necesita pasaporte ni hay aduana que lo frene. La comunicación digital en ningún país pide permiso para penetrar, ya somos ciudadanos del mundo, que es nuestra aldea global.

El dinero electrónico, los bancos online, las bibliotecas, museos, librerías, teatros, operas, danzas, ballet, comercios, cursos, carreras, universidades, juegos electrónicos, espectáculos, conciertos, librerías, asesoramientos, informativos, revistas de todo género y especialidad desde las que ofrecen páginas populares hasta las que entregan papers de la más alta investigación, la comunicación irrestricta en redes y sin redes con ciudadanos de todo el mundo…han generado la sociedad virtual. Formar ciudadanía para esa sociedad y enseñar a participar políticamente en ella y para ella es totalmente distinto que la formación política y ciudadana tradicional.

De educar para vivir en democracias nacionales tenemos que aprender a dar el salto a la democracia mundial. Alain Touraine dice que los elementos fundamentales de la democracia son tres: 1) Representatividad de los gobernantes; 2) Limitación del poder de los gobernantes; 3) Sentido y responsabilidad de la ciudadanía. Y a estos tres elementos corresponden tres dimensiones: 1) Dimensión social; 2) Dimensión moral; 3) Dimensión cívica. (A.Touraine, 1994, 49-80).

Actualmente, la democracia mundial pasa por las democracias nacionales, pero la progresiva integración e interacción de las naciones exige ya otra formación política y ciudadana. Tanto más urgente esta educación cuanto más violentos enemigos de la verdadera democracia brotan en nuestro país. Las ideologías extremas de derechas e izquierdas, las luchas de clases, la corrupción corrosiva con criminalidad y delincuencia amparadas en ella que roban al pueblo su dinero, libertad y paz, las guerrillas terroristas que secuestran, extorsionan, amenazan y chantajean con sus crímenes e impuestos populares extorsivos, los fundamentalismos presuntamente religiosos, las mafias narcopolíticas y narcotraficantes tienen que ser erradicados. La educación debe aportar su fundamental colaboración.

Fuente:http://www.abc.com.py/edicion-impresa/opinion/educacion-politica-y-ciudadana-1543935.html

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Un parque subterráneo ofrece a los niños sirios la oportunidad de jugar

Por: Toby Fricker

Un parque subterráneo bien equipado, con una noria, una pista para jugar a la pelota y otras atracciones, es para los niños sirios como un santuario en el que pueden jugar sin miedo a los ataques.

República Árabe Siria, 27 de noviembre de 2016 – A pesar de la escalada de la violencia en todo el país, los niños sirios hacen lo que pueden para vivir infancias normales, aunque sea por debajo de la tierra.

La “Tierra de la Infancia”, una mezcla entre un patio de recreo y un parque de atracciones, se hizo conectando varios sótanos y cuenta con una noria, una casa de plástico, una pista para jugar a la pelota y otros juegos.

Para los niños y los padres se trata de un espacio que les brinda la relativa seguridad que tan desesperadamente necesitan para jugar. “Participo en casi todos los juegos que hay aquí”, dice Massa, de siete años, que venía de una ciudad cercana. “No me dan miedo los bombardeos porque mi padre me ha dicho que estamos bajo tierra”.

Diseñan un refugio seguro para los niños que se encuentran bajo el asedio

Sigue la escalada de la violencia y el número de niños que viven bajo el asedio se ha duplicado en menos de un año. En la actualidad, al menos 500.000 niños viven en 16 zonas asediadas del país, prácticamente aislados por completo de la ayuda humanitaria y los servicios básicos.

Quedan pocos lugares seguros donde los niños puedan jugar. Por eso, a un grupo de jóvenes voluntarios se les ocurrió una solución innovadora: conectar dos sótanos mediante un túnel y crear un lugar donde los niños pudieran divertirse y moverse sin miedo a los ataques.

Uno de los creadores, Yaseen, estaba estudiando el cuarto curso de arquitectura en Damasco cuando el asedio lo obligó a dejar la universidad un año antes de su graduación.

“El diseño de este proyecto me ayudó a desconectar del fotoperiodismo de guerra que empecé a hacer cuando comenzó el conflicto. Quería recuperar mis viejas habilidades de arquitecto para crear algo que trajera felicidad para los niños”, afirma.

El parque, que tardó dos años en construirse, recibe de media a un total de 200 niños cada día. “Cavamos un túnel para construir una conexión segura entre los dos sótanos y lo decoramos con luces de colores y juguetes”, explica Yaseen. “Queríamos transformar el túnel para que dejara de estar asociado a los ataques, el miedo y el terror y se convirtiera en un lugar divertido del que los niños no pudieran pasar de largo”.

Imagen del UNICEF
© UNICEF/UN041520/Alshami
Los niños juegan en el tren y en la casa de plástico de la “Tierra de la Infancia”.

Una guerra contra la infancia

Jugar en la calle no es una opción para ninguno de los niños que van al parque. Abdulaziz, de 10 años, que perdió a su padre durante la guerra, viene aquí para divertirse con sus amigos. “Mi madre no me deja jugar en la calle con los hijos de los vecinos, pero cuando le hablaron de que este sitio es subterráneo me permitió venir a jugar”, cuenta.

“Mis amigos y yo venimos aquí porque es el único parque que sigue funcionando”, afirma otro niño que viene a menudo. “El parque al que íbamos fue atacado y ya no funciona”.

Los niños sirios se enfrentan al peligro constante de los ataques que ponen sus vidas en peligro. Este año, las Naciones Unidas han documentado 84 ataques en escuelas de todo el país que se han llevado la vida de 69 niños y han herido a otros muchos.

A pesar de todo, los niños como Yaseen están utilizando su valor y su creatividad para ayudar a los niños a vivir vidas lo más normales posible. Y a pesar de todo, los niños siguen poniendo sus vidas en peligro cada día para ir a la escuela y labrarse un futuro mejor.

En la “Tierra de la Infancia”, los niños aprovechan la oportunidad de hacer lo que deberían estar haciendo siempre: jugar y hacer amigos. “Queríamos sacarlos de la oscuridad y de la vida deprimente de la que están siendo testigos bajo el asedio, darles la oportunidad de jugar”, explica Yaseen. Al escuchar a los niños reír y hablar, comprobamos que ese sueño se ha cumplido.

Fuente: https://www.unicef.org/spanish/infobycountry/syria_93416.html

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¿Sólo eficiencia? Educación Superior e Investigación

Por: Marianne González Le Saux

Más del 80% de la investigación realizada en Chile se ejecuta bajo el alero de las universidades. En estos días en que se discute elpresupuesto para educación superior así como el de investigación, ciencia y tecnología, desde la Comisión Desafíos del Conocimiento de Revolución Democrática creemos necesario reflexionar sobre cómo se articulan estos aspectos, ya que la relación entre ambos se suele desdibujar al discutirse separadamente su financiamiento.

Patricio Basso trató esta relación de manera clara y propositiva en una columna en El Mostrador. En ella llama a desacoplar el financiamiento de la docencia del de investigación, pues deben evitarse la existencia de “subsidios cruzados” entre ambas actividades. Asimismo, propone separar el financiamiento estatal para la investigación dividiendo a las universidades en tres tipos: grandes universidades “de investigación” con financiamiento basal, universidades con áreas específicas de investigación con financiamiento a mediano plazo, y financiamiento concursable para investigadores individuales en el resto de las instituciones. Esta propuesta nos merece las siguientes observaciones.

La razón por la cual Basso busca realizar la distinción entre docencia e investigación es muy atendible: se trata de evitar que las familias de los estudiantes sean quienes financien la investigación. En efecto, como lo ha mostrado el mismo Basso, en Chile el aporte de las familias al financiamiento de la educación superior en comparación con el aporte estatal es elevadísimo (las familias contribuyen en Chile a financiar la educación superior en un 54,8%, versus un 45,8% en EE.UU., y un 21,7% el promedio de la OECD).

Sin embargo, la existencia de estos “subsidios cruzados” entre investigación y docencia parecen ser inevitables: el mismo Basso lo reconoce cuando afirma que los investigadores también debieran realizar docencia; que “parte del equipamiento e infraestructura que se requiere para la investigación […] sirve para la docencia”, y en consecuencia, que las instituciones que reciban fondos para la investigación debieran rebajar sus aranceles por concepto de docencia. Estos “subsidios cruzados” –que Basso parece leer en términos puramente económicos— traducen una realidad más profunda: muestran que la relación entre docencia universitaria e investigación es más que la de dos actividades que ocurren, de manera casual, en un mismo edificio. Por el contrario, es precisamente la existencia de una intensa conexión entre estos dos ámbitos lo que otorga calidad a una universidad.

Por ejemplo, hoy en día la “mejor calidad” de una universidad como la PUC o la Universidad de Chile no está dada por la excelente formación en docencia y pedagogía universitaria que reciben sus profesores, la cual es todavía casi inexistente en nuestro país. La calidad ocurre a pesar de las escasas herramientas pedagógicas de sus académicos, y está dada porque muchos de ellos también son investigadores, y pueden transmitir a sus estudiantes conocimiento especializado, acceso a publicaciones, materiales, laboratorios, y redes académicas que solamente se producen por el hecho de realizar investigación. Los “subsidios cruzados” entre educación e investigación no son “un problema”: son un aspecto crucial del quehacer universitario. Ahora bien, ¿quiere decir esto que la buena investigación garantiza la buena calidad de la docencia universitaria? Claramente no, pero la favorece. Y en cualquier caso, concordamos en esto con Basso: no debieran ser las familias de los estudiantes quienes se hagan cargo de dichos costos.

El sistema de financiamiento “tripartito” propuesto por Basso es problemático en la medida en que, si bien aboga por fondos basales, en su aplicación implicaría replicar la lógica de “el ganador gana todo” que ha sido la base, hasta hoy en día, de todo el sistema de financiamiento de la investigación en Chile.

Otro de los puntos planteados por Basso hace hincapié en la esencia de la Universidad: de acuerdo a Basso, no todas las instituciones de educación superior debieran ser “universidades de investigación,” definidas de acuerdo a la Carnegie Foundation como aquellas que entregan formación de nivel doctoral y poseen los más elevados índices en investigación. Para Basso “pretender […] que todas las universidades realicen investigación es no sólo absurdo sino que financieramente infactible”, y “si se aplicara [a Chile] la proporción de universidades de investigación de los Estados Unidos significaría tener solo 11 universidades de investigación”.

La premisa que subyace al argumento de Basso es sin embargo que el sistema de educación superior chileno debiera homologarse y aspirar a replicar la clasificación y los estándares del sistema de educación superior de EE.UU. Esto es igual de absurdo, pues la estructura de la educación superior en Chile es profundamente distinta a la de Estados Unidos. Sin embargo, Basso, de manera automática asume que ese es el modelo que debemos adoptar. Una cosa es la experiencia comparada, siempre enriquecedora, y otra muy distinta es el imperialismo de los estándares internacionales.

La cuestión de si en Chile debemos o no definir universidad como una institución donde se realiza investigación o bien si pueden existir universidades meramente docentes, es algo que debemos resolver en nuestros propios términos, y de acuerdo a nuestras propias necesidades. Si bien, como lo afirma Basso, no todas las universidades debieran ser “universidades de investigación”, esto es, donde la investigación es una actividad predominante, es difícil pensar en “universidades sin investigación”, esto es, desprovistas de una orientación a generar nuevos conocimientos y a evaluar críticamente la realidad que las rodea, pues esto es lo que va a garantizar un aspecto central de la famosa “calidad” de la educación superior. Lo mismo, por cierto, puede decirse de los CFT e IP: si bien en éstos no debiera exigirse la realización de investigación, al menos se debiera requerir como un aspecto central la innovación. En efecto, la formación técnica y profesional debe ir encaminada no solo a replicar conocimientos existentes, sino a desarrollar en sus egresados la capacidad de aplicarlos de manera novedosa y creativa.

El último y más sustantivo aspecto de la columna de Basso es su propuesta de dividir el financiamiento estatal para la investigación en las universidades en tres niveles: A) un fondo basal permanente para las “universidades de investigación”, es decir, para aquellas que ya realizan investigación a gran nivel de forma sistemática B) un fondo de financiamiento por convenio a cinco años para investigación en áreas específicas para universidades “con importante producción previa demostrable” en dichas áreas, y C) un fondo de financiamiento concursable para investigadores individuales estilo Fondecyt, que podría llegar a todas las universidades. Esta clasificación y por ende estos fondos serían independientes del carácter estatal o privado de la universidad. Además, se crearía un fondo para el mejoramiento de la docencia en universidades estatales, especialmente aquellas que no alcancen la categoría “A” o “B”.

Esta propuesta es inteligente y perfectamente razonable si lo único que se persigue es mejorar la “eficiencia” de los fondos destinados a investigación, pues busca precisamente concentrar fondos de investigación basales o de mediano plazo en universidades que ya tienen la capacidad demostrada de llevarla a cabo. El problema es que meramente contribuiría a reforzar las desigualdades regionales y socioeconómicas del sistema de educación superior: se haría más fuertes a las universidades que ya lo son, y más marginales a las que hoy en día no cuentan con los recursos para iniciar o fortalecer programas incipientes de investigación. Más aún, si bien es atendible que se considere un fondo específico para mejorar la docencia en universidades estatales, ¿qué hay entonces de intentar fomentar la investigación en universidades estatales, especialmente las de regiones?

Esta propuesta, por tanto, solamente tendería a cimentar un sistema de educación superior segregado, y en el que nuevamente, el financiamiento público se otorga sin distinción a instituciones privadas y públicas. Esto no contribuye a resolver el problema que el mismo Basso se ha encargado de denunciar con tanta fuerza: la preeminencia del modelo neoliberal de mercado en la educación superior.

En conclusión: el sistema de financiamiento “tripartito” propuesto por Basso es problemático en la medida en que, si bien aboga por fondos basales, en su aplicación implicaría replicar la lógica de “el ganador gana todo” que ha sido la base, hasta hoy en día, de todo el sistema de financiamiento de la investigación en Chile. Puede, por cierto, premiarse a las instituciones que han “hecho las cosas bien” pues malgastar el potencial que han alcanzado sería ridículo. Asimismo, las universidades privadas que no cumplan con estándares mínimos en investigación debieran convertirse en CFT o IP o bien considerarse su cierre. Finalmente, el Estado debe establecer mecanismos para mejorar la investigación en las universidades estatales que hoy en día demuestran falencias en la materia. No se trata de convertirlas en el MIT, pero sí de que estas cuenten con una suficiente masa crítica de investigadores que permitan dotarlas de lo que entendemos por “calidad” universitaria: la posibilidad de criticar el medio en el que se vive y buscar modificarlo mediante la generación de nuevos conocimientos: nada más y nada menos que el alma de la investigación.

Fuente: http://www.elmostrador.cl/noticias/opinion/2016/12/08/solo-eficiencia-educacion-superior-e-investigacion/

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La pedagogía robada o la pedagogía de quienes no son educadores

Por: Carlos Aldana

Ahora las voces sobre la educación de los pueblos provienen de los economistas, de los funcionarios de grandes corporaciones privadas o de organismos internacionales

No son los pedagogos los que más proponen, hablan o discuten sobre educación. Esa reflexión organizada, creativa, crítica y de propuesta para la transformación de los sistemas educativos en nuestros países, ha sido robada a la pedagogía. Por supuesto que en ello tenemos mucha responsabilidad los hombres y las mujeres que nos dedicamos a la educación. Hemos dejado de alzar la voz frente a las imposiciones, nos hemos adaptado y acomodado, hemos recibido cualquier discurso y lo asumimos como novedoso, aunque para nada se acerque a los cambios profundos que las sociedades esperan de la educación y de quienes se dedican a su estudio y propuesta.

Pero más allá de nuestras propias responsabilidades, no podemos dejar de afirmar que las voces sobre la educación de los pueblos provienen de los economistas, de los funcionarios de grandes corporaciones privadas o de organismos internacionales. De ahí proviene la imposición en nuestro imaginario colectivo, de palabras como la productividad, la competitividad y la innovación, como lo ha afirmado Mª Ángeles Llorente en su libro sobre la escuela pública. Pero de ahí no solo viene la voz, también el dinero que asegura que ella se imponga y se vuelva “ciencia” o “academia”, o “innovación”. Para eso es necesario el aporte funcionarios nacionales que, en resguardo de su trabajo o sus prerrogativas, se pliegan a esos discursos internacionales y tecnócratas que predominan.

También las voces que imponen la pedagogía de nuestros días nacen de empresarios educativos que indican y marcan el rumbo de lo educativo, porque en su aplicación se encuentra la posibilidad del sostenimiento de iniciativas privadas que, en nombre de valores, de aprendizaje tecnológico e innovación, crean el mercado de lo educativo y debilitan la visión del derecho a la educación y de las luchas por conquistarlo y sostenerlo.

Por supuesto que también la pedagogía la vienen imponiendo los individuos y sectores políticos que, simplemente por la posición que llegan a ocupar, creen que saben y dominan todo el mundo de la educación.

Así, lo que hoy se escucha, oye o lee sobre educación con más fuerza, casi no surge de hombres y mujeres que alguna vez hayan vivido en la posición del docente, durante todo un ciclo lectivo. Generalmente con ofrecer conferencias o escribir libros, o incluso con ser docentes universitarios, creen que ya saben lo que es vivir la cotidianidad del mundo educativo. ¿Cuántos de esos creadores del discurso dominante en educación, han vivido las relaciones difíciles con padres y madres de familia, o han vivido la conflictividad que a diario surge, o han tenido que meterse en los problemas emocionales, familiares o socioeconómicos de sus estudiantes, o se han desvelado para preparar estrategias, metodologías y recursos, con todo el amor por sus estudiantes? ¿Cuántos de ellos han aprendido lo difícil y desafiante que es el esfuerzo educador con niños, niñas y adolescentes?

La pedagogía robada es la pedagogía de quienes no son educadores. Por el contrario, la voz de quienes viven con constancia la enorme aventura de educar no se escucha o atiende. No son los docentes quienes generan las principales inquietudes, preguntas o quienes hacen las más importantes sugerencias para el cambio educativo. Ni siquiera sus dirigentes hacen propuestas académicas, profundas y consistentes porque la lucha gremial los ha apartado de la reflexión y la producción pedagógica.

Tenemos muy claro que no es casualidad que el robo de la reflexión, visión y propuesta educativa tenga lugar desde la economía, la política o las empresas. Por eso, es precisamente a ellos a quienes hay que disputar el terreno de la discusión y la reflexión para que la imposición del discurso pedagógico no ocurra sin resistencias, mucho menos sin el sentido de esperanza y reivindicación que necesitamos asumir quienes creamos que es necesaria y posible otra educación. Y otra pedagogía.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2016/12/05/la-pedagogia-robada/

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