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Revolucionar las aulas de la escuela secundaria para sentirnos libres

Por: Felipe Foschini y Matias Busi

Muchos ojos observando cómo los jóvenes se transforman en alumnos (“sin luz”). Cómo, a modo de producción en masa, se ubican enfilados en cada aula los pibes que tienen que obedecer para ser alguien.

Los chicos que concurren a los colegios secundarios resisten a la observación constante y sistemática de las autoridades de las instituciones, que controlan por un lado el comportamiento del alumnado y por otro la actividad de aquél que transmite el “conocimiento”, es decir, el docente.

La idea del control fue desarrollada por Michel Foucault mediante los conceptos de “panóptico” y “microfísica del poder”. En su obra Vigilar y castigar explica, entre otras cosas, cómo los modelos de construcción de cárceles se aplican a varias instituciones, tales como escuelas, hospitales o fábricas. Este diseño se basa en la permanente vigilancia sobre los sujetos presentes en cada establecimiento, y en generar la sensación en éstos de estar constantemente bajo observación.

Mediante este planteo, Foucault determina que las instituciones ya mencionadas son aparatos que transforman a los individuos en mercancías afines al sistema capitalista, generando en ellos obediencia y subordinación.

El caso particular que queremos tratar acá es el de la resistencia de los alumnos de sexto año a la observación sistemática que brindan la disposición de las aulas y los ventanales que las exponen. Colocando láminas en los vidrios, evitan que se vea desde el pasillo lo que ocurre en el salón. Frente a esto, los directivos suelen arrancar los papeles, y de esta forma se genera una ida y vuelta de accionar.

La vigilancia silenciosa

Pero supongamos que todos los ventanales están tapados, que ninguna autoridad tiene sus ojos sobre los pibes y que ningún profesor castiga a sus alumnos por desobediencia. ¿Dejaríamos entonces de estar atrapados?

Esta pregunta nos lleva a analizar la problemática más profundamente: los chicos no solamente se ven subordinados por la vigilancia física, sino también por otros agentes como redes sociales, prejuicios, estereotipos.

No dejaríamos de ser obedientes al sistema. La gran mayoría seguiría sacando el celular para revisar mensajes carentes de emoción y carnalidad, seguiríamos juzgando a una mujer por ser libre, a un chico por ser amante de la lectura, o a alguien por ser homosexual, continuaríamos tratando a las empleadas auxiliares como mucamas que deben arreglar nuestro desorden, mientras solo algunos pocos sienten que pueden ser sus madres trabajando para un patrón.

Nosotros mismos nos vigilaríamos y castigaríamos, porque las estructuras anteriormente nombradas, sumadas a los valores transmitidos por la educación familiar, por los programas de Disney, la Iglesia y las instituciones educativas ya nos grabaron el disco duro con los valores de “la normalidad y el acatamiento”.

Desde que comienza el secundario, cada mente espera con ansias el sagrado viaje a Bariloche, y al llegar el último año todas las energías de los estudiantes, que también podrían usarse para mejorar las cosas, se vuelcan totalmente en romperse la cabeza con la joda y el alcohol y, tal vez inconscientemente, en confrontar a las autoridades, las cuales durante todo el transcurso escolar se empeñaron en moldearnos hacia la obediencia.

Las instituciones

Como se nombró previamente, a lo largo de la historia diversas instituciones impusieron sistemáticamente los patrones de comportamiento sobre la sociedad para establecer la dominación.

Las más identificables de los últimos siglos son la Iglesia, la familia, la escuela y el Estado. Todas, con sus respectivas diferencias de accionar, determinaron y determinan cómo deben comportarse los individuos en cuanto a su sexualidad, ideología, rol social, rol laboral, etc.

Por ejemplo, la familia comienza este proceso desde el nacimiento determinando roles. A las niñas se les entregan objetos rosas, muñecas, cocinas y habitaciones de juguete, ropa con flores; mientras que los niños reciben pelotas de fútbol, ropa azul o celeste, autitos y armas.

A partir del jardín esta diferenciación se agrava, cuando maestros y maestras dejan bien claro cómo se comporta “un verdadero chico” y “una verdadera chica”.

Ya en la primaria comienzan a establecerse los valores culturales y sociales según la historia escrita por los vencedores. Se tocan los temas de “normalidad” en cuanto a los roles sexuales (heteronormatividad), acompañados muchas veces por la incidencia religiosa, que califica como herejía cualquier comportamiento que se salga de la regla.

A su vez esta institución difunde a lo largo de generaciones las ideas de inferioridad femenina, el rol de parto y de madre obligado y la subordinación a lo “masculino”.
También, en su constante actividad misógina, la Iglesia aparece reiteradas veces influyendo en cuestiones que competen al Estado, tomando protagonismo en temáticas como la legalización del aborto, que en Argentina deja 300 mujeres muertas en situación de clandestinidad al año. Al mismo tiempo en temas relacionados a las drogas, derechos de educación sexual integral, racismo, xenofobia y hasta, en algunos casos, los programas escolares.

Para reflexionar

Para continuar con lo que venimos hablando, consideramos que hay dos frases que están en boca de muchos, jóvenes y adultos, estudiantes y docentes, aunque de manera inconsciente. Una de ellas es “me voy a quedar libre”, refiriendo al miedo de tener que rendir todas las materias a fin de año por no ir una cantidad obligatoria de días a la escuela. Y esta frase refleja la situación en la que están los alumnos, los “sin luz”.

No están libres, están presos y es a la libertad a la que le temen. Porque esa libertad tiene un castigo, como todas las verdaderas libertades. Y en la escuela ese castigo es el de rendir todas las disciplinas, que te disciplinan, que te ordenan, que te controlan. Por eso desde la infancia te enseñan a respetar, a cumplir, a actuar.

Por otra parte, existe una frase común en los jóvenes que dicen “me escapé” o “vamos a escaparnos”. ¿Qué significa? ¿Que estamos encerrados? Esto quiere decir que la escuela nos condiciona y nos obligan, nos imponen y nos vigilan. Porque no aprendemos lo que nos gusta, nos enseñan lo que quieren. Porque no estamos donde queremos cuando queremos, estamos donde nos obligan y nos controlan.

Defender una educación pública y de calidad, para el conjunto de la población, va de la mano con cuestionar esos «saberes» que observan, condicionan, vigilan y castigan. Apostar a la revolución cotidiana en las aulas, donde se involucren todas y todos los «sin luz», docentes y demás trabajadoras y trabajadores de la comunidad educativa, es el camino para transformar esas genuinas sensaciones de encierro, obligación y control en una potente energía liberadora.

Fuente: http://www.laizquierdadiario.com/Revolucionar-las-aulas-de-la-escuela-secundaria-para-sentirnos-libre

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Música para ver, oír y ganar

Por: Pedro de la Hoz

Esta vez la música ganó y la televisión también. De un año a otro Sonando en Cuba dio el salto que se esperaba en un programa de participación que se propone defender los géneros de la música popular cubana, promover sus valores entre los jóvenes, y, al mismo tiempo, replantear desde una perspectiva propia un tipo de espectáculo que venía ha­ciendo falta en el diseño de las transmisiones televisuales del fin de se­mana.

Habrá quien a esta hora esté de acuerdo o no con el resultado del certamen. Particularmente no le tengo mucha confianza a los concursos, pues el arte no es asunto de tiempos ni marcas. Otra cosa bien distinta son las necesarias jerarquías, a partir de conceptos y calidades.

En tal sentido las finalistas y la ma­yoría de sus compañeros asumieron repertorios y modos de hacer profundamente comprometidos con la tradición y sus actuales desarrollos. De la trova a la canción contemporánea y del son a la timba, sin olvidar cantos rituales cubanos de origen africano, en una equilibrada combinación de respeto al legado insular y de proyección personal, lo que se escuchó en la jornada final fue consecuencia de una siembra cultivada a lo largo de una temporada mucho mejor pensada que la de la entrega anterior.

Detrás de ello estuvo la inteligencia colectiva en la preparación del evento: la ductilidad de los concursantes al asimilar un entrenamiento acelerado (aunque, obviamente, in­suficiente), la responsabilidad de los mentores (Mayito Rivera, Haila y Pau­lo FG, creador del proyecto), la solvencia de la orquesta acompañante, y el aporte de diversos especialistas en el asesoramiento e instrucción de los prospectos.

Estoy seguro de que los 24 jóvenes concursantes —unos más que otros, desde luego— registraron un proceso de cambios y crecimiento espiritual. En su mayoría no partían de cero; las tres finalistas, por ejemplo, ya se habían probado. Pero nunca habían encarado un desafío de tamaña envergadura.

No hay que hacer demasiado caso a uno de los reclamos publicitarios del espacio que aludía a la búsqueda de «la nueva voz» o «la voz de oro» de la canción cubana, porque, a fin de cuentas, comenzaron a esbozarse en el horizonte nuevas voces —sí, en plural— que se transformarán en realidades solo en la medida que el estudio, la constancia y las convicciones artísticas maduren.

Por cierto, ese fue un mensaje en el que insistió la maestra Argelia Fra­goso, que compartió labores en el ju­rado con Adalberto Álvarez, Diana Fuentes y el puertorriqueño Víctor Manuelle. Ojalá todos le hagan caso.

La interpretación de la música po­pular en nuestro contexto se halla ur­gida de mayor rigor profesional y eso pasa desde la recuperación del papel del repertorista hasta el desarrollo de un pensamiento artístico, pa­sando, claro está, por el dominio de elementales recursos técnicos y expresivos. Abundan los que gritan y no cantan, los que imitan y no crean, los que confunden un minuto de fama con el triunfo del talento y a revertir estas nefastas tendencias puede contribuir Sonando en Cuba, siempre que cada meta sea un punto de partida.

Podrá revisarse, de cara a una tercera temporada, el método de selección y evaluación de los aspirantes y la pertinencia o no de mantener los agrupamientos regionales, pero no se puede negar la importancia del alcance nacional del concurso y la implicación de los públicos de cada territorio con la idea de poner por delante a la música cubana.

En otro orden, Sonando en Cuba dejó en términos televisuales un sal­do decoroso. La puesta en pantalla de Manuel Ortega consiguió una bastante balanceada visualidad y un ajustado ritmo. Atrás quedaron las cenizas del deplorable reality show —prefiero hablar, para bien o mal, de telerrealidad— prevaleciente en la ver­sión anterior, para dar paso a una aceptable conjunción de presentaciones musicales y exposición de contextos. RTV Comercial, con la ayuda de mu­chos, se empleó a fondo para sacar a flote el proyecto y atemperar el programa al pulso de nuestra realidad, como cuando se sumó al rechazo unánime al bloqueo o compartió solidaridad con los damnificados del huracán.

Con todo en algunas ocasiones la trama se dejó ganar por la manipulación sentimentalista y ciertas concesiones al populismo y el mal gusto.

Jorge Martínez en la conducción se afincó en su versatilidad y en cada emisión se fue superando a sí mis­mo, hecho más evidente aún en su compañera Yasbel Rodríguez, quien desterró en lo posible los desaguisados ostensibles en sus incursiones iniciales.

Al cuidar los detalles se fue corrigiendo el tiro. Un ejemplo: del detestable empleo del vocablo coach al mucho más nuestro mentor; de la manía a quedarnos sin palabras a las palabras dichas en su justa me­dida.

Dos conflictos tendrá que resolver Sonando en Cuba en lo inmediato. Si bien la articulación entre los procesos de formación y búsqueda de talentos vocales y el acceso al mercado artístico y laboral requiere de mecanismos más flexibles y desprejuiciados a es­tudiar y adoptar por parte de los organismos e instituciones competentes, un programa de televisión no debe ni puede ser la solución, y menos presentarse como la única alternativa. El tono airado y desafiante de uno de los mentores al pronunciarse sobre el tema nunca debió admitirse.

También los responsables del programa, si pretende cimentarse como proyecto cultural, se verán abocados a definir cómo encajará su anunciado redimensionamiento internacional con las premisas conceptuales que lo animan.

Fuente: http://www.granma.cu/opinion/2016-10-31/musica-para-ver-oir-y-ganar-31-10-2016-20-10-44

Imagen: http://culturacubana.net/11-14-5-concurso-de-musica-adolfo-guzman/

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Genios y prodigios matemáticos

Por: Ignacio Mantilla

Hace 205 años, el 25 de octubre de 1811, nació Evariste Galois, el famoso matemático francés que hizo grandes y fundamentales aportes a la matemática.

Sus trabajos fueron trascendentales para el desarrollo del álgebra, más específicamente para las áreas conocidas como Teoría de Grupos y Teoría de Cuerpos. A partir de Galois el Álgebra deja de ser un área dedicada a encontrar solución a ciertas ecuaciones para convertirse en el área encargada del estudio de nuevas estructuras algebraicas.

La fama de Galois se deriva también del hecho de haber obtenido sus extraordinarios logros matemáticos a muy temprana edad. En efecto, siendo un escolar se despierta en él un gran interés por encontrar la solución de las ecuaciones polinómicas y por el problema de hallar una fórmula general para la resolución de estas ecuaciones de quinto o mayor grado por medio de radicales (problema imposible de resolver, como lo demostró el matemático noruego N. H. Abel hacia 1824). Es este interés investigativo el origen de toda su obra.

Como estudiante, Galois mostraba poco gusto por el aprendizaje de la matemática con los métodos clásicos de interminables y rígidos ejercicios en latín y griego, basados en trivialidades. Sus profesores lo describían como un niño raro y disperso. Intentó entonces ingresar a la prestigiosa Êcole Polytechnique de París y reprobó el examen; pero tuvo una gran fortuna, quizá la única: conocer un buen profesor, Louis Paul Richard (1795-1849), quien se interesó en el muchacho y supo apreciar su sobresaliente talento y genialidad. Prácticamente a la edad de 17 años, Galois ya había dado los pasos básicos para llegar a sus más importantes planteamientos matemáticos.

Quiso abandonar su trabajo académico y dedicarse de lleno a la causa de la revolución. Por  fortuna el sorprendente trabajo del joven investigador llegó a manos de Augustin Louis Cauchy, el matemático más importante e influyente de Francia en aquella época.

Hasta hoy son hechos y causas confusas, los que condujeron al joven Galois a batirse en un duelo; muere el 30 de mayo de 1832, un día después del desafortunado duelo, a la edad de 20 años, como consecuencia de la herida en el estómago causada por un arma de fuego.

Es una curiosa coincidencia que dos jóvenes y geniales matemáticos, Abel y Galois, dedicados ambos, entre 1820 y 1830 en forma independiente, a resolver el mismo problema, hayan muerto a tan temprana edad (Abel, murió a causa de la tuberculosis, a los 26 años).

No creo que la edad tenga que ver de manera fundamental en la capacidad matemática de las personas, pero sí es característico en los genios, que las grandes ideas surjan a temprana edad. Es conocido también, por ejemplo, el caso de otro gran matemático, Karl Friedrich Gauss, quien a los 18 años hizo trascendentales aportes matemáticos y fue considerado un «niño prodigio» para las matemáticas.

Hay una anécdota muy famosa según la cual, cuando Gauss tenía 9 años y asistía a la escuela en su ciudad natal de Brunswick (Alemania), su profesor, de apellido Büttner, quiso entretener a los niños el tiempo suficiente para poder escaparse a realizar una diligencia, así que les dejó la tarea de calcular la suma de los números de 1 a 100; es decir, 1+2+3+…+100.  Antes de que el maestro pudiera salir siquiera del salón, el pequeño Gauss le dio la respuesta correcta. El niño había escrito debajo de la expresión, la suma una vez más, pero en el orden contrario: 100+99+…+1, de tal manera que al sumar término a término tenía 100 sumandos iguales (1+100)+(2+99)+…+(100+1). Por lo tanto, el resultado era simple: 100 veces 101. Como lo anterior corresponde a sumar dos veces la expresión inicial, la respuesta debe ser la mitad: (100)(101)/2. Había descubierto por su propia cuenta que la suma de los n números 1,2,…n es n(n+1)/2.

Existen hoy en día dos grandes premios reconocidos mundialmente, para estimular el talento matemático. Por un lado, está el Premio Abel de Matemáticas, también llamado el Nobel de las Matemáticas, es un galardón concedido anualmente por el Rey de Noruega a un matemático destacado. El gobierno noruego creó el Premio en 2002, precisamente en el bicentenario del nacimiento del matemático noruego, Niels Henrik Abel. La Academia Noruega de Ciencias y Letras proclama cada año al merecedor del premio Abel, tras una selección hecha por un comité de cinco matemáticos de varios países. La recompensa económica para el premiado es de unos 700 000 euros. El premio pretende dar difusión y publicidad a las matemáticas y aumentar su prestigio y atracción, especialmente entre los jóvenes. Importantes matemáticos, como John Nash o Andrew Wiles fueron galardonados recientemente.

Por otro lado, tenemos la Medalla Fields, el más prestigioso galardón de las matemáticas. Se trata de una distinción que concede la Unión Matemática Internacional cada cuatro años. Estas medallas se entregan a uno o más matemáticos. Su nombre le fue dado en honor del matemático canadiense John Charles Fields y solo se le concede a matemáticos con edades no superiores a los 40 años. Este requisito es naturalmente un estimulante incentivo para los jóvenes que se dedican a las matemáticas. Pero lo anterior no debe desalentar a los mayores de 40 para hacer nuevos aportes a esta fascinante ciencia exacta o para buscar novedosas e insospechadas aplicaciones.

Fuente: http://www.elespectador.com/opinion/genios-y-prodigios-matematicos

Imagen: http://iqmatematicas.com/

 

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Las 10 claves que explican el Nuevo Sistema Mundo

Por: Ignacio Ramonet

¿Cómo es el Nuevo Sistema Mundo? ¿Cuáles son sus principales características? ¿Qué dinámicas están determinando el funcionamiento real de nuestro planeta? ¿Qué características dominarán en los próximos 15 años, de aquí a 2030?

Para tratar de describir este Nuevo Sistema Mundo y prever su futuro inmediato, vamos a utilizar la brújula de la geopolitica, una disciplina que nos permite comprender el juego general de las potencias y evaluar los principales riesgos y peligros. Para anticipar, como en un tablero de ajedrez, los movimientos de cada potencial adversario.

¿Qué nos dice esa brújula?

EL DECLIVE DE OCCIDENTE

La principal constatación es: el declive de Occidente. Por vez primera desde el siglo XV, los países occidentales están perdiendo poderío frente a la subida de las nuevas potencias emergentes. Empieza la fase final de un ciclo de cinco siglos de dominación occidental del mundo. El liderazgo internacional de Estados Unidos se ve amenazado hoy por el surgimiento de nuevos polos de poderío (China, Rusia, India) a escala internacional. El «desclasamiento estratégico» de Estados Unidos ha empezado. El «siglo americano» parece llegar a su final, a la vez que va desvaneciéndose el «sueño europeo»…

Aunque Estados Unidos sigue siendo una de las principales potencias planetarias, está perdiendo su hegemonía económica en favor de China. Y ya no ejercerá su ‘hegemonía militar solitaria’ como lo hizo desde el fin de la guerra fría (1989). Vamos hacia un mundo multipolar en el que los nuevos actores (China, Rusia, India) tienen vocación a constituir sólidos polos regionales y a disputarle la supremacía internacional a Washington y a sus aliados históricos (Reino Unido, Francia, Alemania, Japón).

En tercera linea aparecen ahora una serie de potencias intermediarias, con demografías en alza y fuertes tasas de crecimiento económico, llamadas a convertirse también en polos hegemónicos regionales y con tendencia a transformarse, de aquí a 15 años, en un grupo de influencia planetaria (Indonesia, Brasil, Vietnam, Turquía, Nigeria, Etiopía).

Para tener una idea de la importancia y de la rapidez del desclasamiento occidental que se avecina, baste con señalar estas dos cifras : la parte de los países occidentales en la economía mundial va a pasar del 56% hoy, a un 25% en 2030… O sea que, en menos de quince años, Occidente perderá más de la mitad de su preponderancia económica… Una de las principales consecuencias de esto es que EE UU y sus aliados ya no tendrán los medios financieros para asumir el rol de gendarmes del mundo… De tal modo que este cambio estructural podría lograr debilitar durablemente a Occidente.

IMPARABLE EMERGENCIA DE CHINA

El mundo pues se «desoccidentaliza» y es cada vez más multipolar. Destaca, una vez más, el rol de China que emerge, en principio, como la gran potencia en ciernes del siglo XXI. Aunque China se halla lejos aún de representar un auténtico rival para Washington. Por una parte, la estabilidad del Imperio del Medio no está garantizada porque coexisten en su seno el capitalismo más salvaje y el comunismo más autoritario. La tensión entre esas dos dinámicas causará, tarde o temprano, una quebradura que podría debilitar su potencia.

De todos modos, hoy por hoy, en 2016, los Estados Unidos siguen ejerciendo una indiscutible dominación hegemónica sobre el planeta. Tanto en el dominio militar (fundamental) como en varios otros sectores cada vez màs determinantes : en particular, el tecnológico (Internet) y el soft power (cultura de masas). Lo cual no significa que China no haya realizado prodigiosos avances en los últimos treinta años. Nunca en la historia, ningún país creció tanto en tan poco tiempo.

Por el momento, mientras declina el poderío de Estados Unidos, el ascenso de China es imparable. Ya es la segunda potencia economica del mundo (delante de Japón y Alemania).

Para Washington, Asia es ahora la zona prioritaria desde que el presidente Obama decidió la reorientación estratégica de su política exterior. Estados Unidos trata de frenar allí la expansión de China cercándola con bases militares y apoyándose en sus socios locales tradicionales : Japón, Corea del Sur, Taiwán, Filipinas. Es significativo que el primer viaje de Barack Obama, después de su reelección en 2012, haya sido a Birmania, Cambodia y Tailandia, tres Estados de la Asociación de naciones de Asia del Sureste (ASEAN), una organización que reúne a los aliados de Washington en la región, la mayoría de cuyos miembros tienen problemas de límites marítimos con Pekín.

Los mares de China se han convertido en las zonas de mayor potencial de conflicto armado del área Asia-Pacífico. Las tensiones de Pekín con Tokyo, a propósito de la soberanía de las islas Senkaku (Diaoyú para los chinos). Y también la disputa con Vietnam y Filipinas sobre la propiedad de las islas Spratly está subiendo peligrosamente de tono. China está modernizando a toda marcha su armada. En 2012, lanzó su primer portaaviones, el Liaoning, y está construyendo un segundo, con la intención de intimidar a Washington. Pekín soporta cada vez menos la presencia militar de Estados Unidos en Asia. Entre estos dos gigantes, se está instalando una peligrosa « desconfianza estratégica » que, sin lugar a dudas, podría marcar la política internacional en esta región de aquí a 2030.

EL TERRORISMO YIHADISTA

Otra de las amenazas globales que nos indica nuestra brújula es el terrorismo yihadista practicado ayer por Al Qaeda y hoy por la Organización Estado Islámico o Daesh (ISIS, en inglés). Las principales causas de ese terrorismo yihadista actual hay que buscarlas en los desastrosos errores y los crímenes cometidos por las potencias que invadieron Irak en 2003. Además de los disparates de las intervenciones en Libia (2011) y en Siria (2014).

En Oriente Próximo se sigue situando el actual foco perturbador del mundo. En particular en torno a la inextricable guerra civil en Siria. Lo que está claro es que, en ese país, las grandes potencias occidentales (Estados Unidos, Reino Unido, Francia), aliadas a los Estados que más difunden por el mundo una concepción arcaica y retrógrada del islam (Arabia Saudíta, Qatar y Turquía), decidieron apoyar (con dinero, armas e instructores) a la insurgencia islamista sunní. Estados Unidos constituyó en esa región un amplio «eje sunní» con el objetivo de derrocar a Bachar El Asad y despojar así a Teherán de un gran aliado regional. Pero el gobierno de Bachar El Asad, con el apoyo de Rusia e Irán, ha resistido y sigue consolidándose. El resultado de tantos errores es el terrorismo yihadista actual que multiplica los atentados odiosos contra civiles inocentes en Europa y Estados Unidos.

Algunas capitales occidentales siguen pensando que la potencia militar masiva es suficiente para venir a cabo del terrorismo. Pero, en la historia militar, abundan los ejemplos de grandes potencias incapaces de derrotar a adversarios más débiles. Basta recordar los fracasos norteamericanos en Vietnam en 1975, o en Somalia en 1994. En un combate asimétrico, aquél que puede más, no necesariamente gana. El historiador Eric Hobsbawn nos recuerda que «En Irlanda del Norte, durante cerca de treinta años, el poder británico se mostró incapaz de derrotar a un ejército tan minúsculo como el del IRA; ciertamente el IRA no tuvo la ventaja, pero tampoco fue vencido.»

Los conflictos de nuevo tipo, cuando el fuerte enfrenta al débil o al loco, son más fáciles de comenzar que de terminar. Y el empleo masivo de medios militares pesados no permite necesariamente alcanzar los objetivos buscados.

La lucha contra el terrorismo también está autorizando, en materia de gobernación y de política interior, todas las medidas autoritarias y todos los excesos, incluso una versión moderna del «autoritarismo democrático» que toma como blanco, más allá de las organizaciones terroristas en sí mismas, a todos los insumisos y protestatarios que se oponen a las políticas globalizadoras y neoliberales.

HAY CRISIS PARA LARGO…

Otra constatación importante: los países ricos siguen padeciendo las consecuencias del terremoto económico-financiero que fue la crisis del 2008. Por primera vez, la Unión Europea, (y el «Brexit» lo confirma), ve amenazada su cohesión y hasta su existencia. En Europa, la crisis económica durará al menos un decenio más, es decir hasta por lo menos 2025…

Decimos que hay crisis, en cualquier sector, cuando algún mecanismo deja de pronto de actuar, empieza a ceder y acaba por romperse. Esa ruptura impide que el conjunto de la maquinaria siga funcionando. Es lo que está ocurriendo en la economía mundial desde que estalló la crisis de las sub-primes en 2007-2008.

Las repercusiones sociales de ese cataclismo económico han sido de una brutalidad inédita: 23 millones de desempleados en la Unión Europea y más de 80 millones de pobres… Los jóvenes en particular son las víctimas principales; generaciones sin futuro. Pero las clases medias también están asustadas porque el modelo neoliberal de crecimiento las abandona al borde del camino.

La velocidad de la economía financiera es hoy la del relámpago, mientras que la velocidad de la política, por comparación, es la del caracol. Resulta cada vez más difícil conciliar tiempo económico y tiempo político. Y también crisis globales y gobiernos nacionales. Todo esto provoca, en los ciudadanos, frustración y angustia.

La crisis global produce perdedores y ganadores. Los ganadores se encuentran, esencialmente, en Asia y en los países emergentes, que no tienen una visión tan pesimista de la situación como la de los europeos. También hay muchos «ganadores» en el interior mismo de los países occidentales cuyas sociedades se hallan fracturadas por las desigualdades entre ricos cada vez más ricos y pobres cada vez más pobres.

En realidad, no estamos soportando una crisis, sino un haz de crisis, una suma de crisis mezcladas tan íntimamente unas con otras que no conseguimos distinguir entre causas y efectos. Porque los efectos de unas son las causas de otras, y así hasta formar un verdadero sistema. O sea, enfrentamos una auténtica crisis sistémica del mundo occidental que afecta a la tecnología, la economía, el comercio, la política, la democracia, la identidad, la guerra, el clima, el medio ambiente, la cultura, los valores, la familia, la educación, la juventud, etc.

Desde el punto de vista antropológico, estas crisis se están traduciendo por un aumento del miedo y del resentimiento. La gente vive en estado de ansiedad y de incertidumbre. Vuelven los grandes pánicos ante amenazas indeterminadas como pueden ser la pérdida del empleo, los electrochoques tecnológicos, las biotecnologías, las catástrofes naturales, la inseguridad generalizada… Todo ello constituye un desafío para las democracias. Porque ese terror se transforma a veces en odio y en repudio. En varios países europeos, y también en Estados Unidos, ese odio se dirige hoy contra el extranjero, el inmigrante, el refugiado, el diferente. Está subiendo el rechazo hacia todos los «otros» (musulmanes, latinos, gitanos, subsaharianos, «sin papeles», etc.) y crecen los partidos xenófobos y de extrema derecha.

DECEPCIÓN Y DESENCANTO

Hay que entender que, desde la crisis financiera de 2008 (de la que aún no hemos salido), ya nada es igual en ninguna parte. Los ciudadanos están profundamente desencantados. La propia democracia, como modelo, ha perdido credibilidad. Los sistemas políticos han sido sacudidos hasta las raíces. En Europa, por ejemplo, los grandes partidos tradicionales están en crisis. Y en todas partes percibimos subidas de formaciones de extrema derecha (en Francia, en Austria y en los países nórdicos) o de partidos antisistema y anticorrupción (Italia, España). El paisaje político aparece radicalmente transformado.

Ese fenómeno ha llegado a Estados Unidos, un país que ya conoció, en 2010, una ola populista devastadora, encarnada entonces por el Tea Party. La irrupción del multimillonario Donald Trump en la carrera por la Casa Blanca prolonga aquello y constituye una revolución electoral que ningún analista supo prever. Aunque pervive, en apariencias, la vieja bicefalia entre demócratas y republicanos, la ascensión de un candidato tan heterodoxo como Trump constituye un verdadero seísmo. Su estilo directo, populachero, y su mensaje maniqueo y reduccionista, apelando a los bajos instintos de ciertos sectores de la sociedad, le ha conferido un carácter de autenticidad a ojos del sector más decepcionado del electorado de la derecha.

A ese respecto, el candidato republicano ha sabido interpretar lo que podríamos llamar la «rebelión de las bases». Mejor que nadie, percibió la fractura cada vez más amplia entre las élites políticas, económicas, intelectuales y mediáticas, por una parte, y la base del electorado conservador, por la otra. Su discurso violentamente anti-burocracia de Washington, anti-medios y anti-Wall Street seduce, en particular, a los electores blancos, poco cultos, y empobrecidos por los efectos de la globalización económica.

SEÍSMOS Y MÁS SEÍSMOS

A este respecto podríamos decir que otra gran característica del Nuevo Sistema Mundo son los seísmos. Seísmos financieros, monetarios, bursátiles, seísmos climáticos, seísmos energéticos, seísmos tecnológicos, seísmos sociales, seísmos geopolíticos como el restablecimiento de relaciones entre Cuba y Estados Unidos, o, en otro sentido, el reciente golpe de Estado institucional en Brasil contra la presidenta Dilma Rousseff… Seísmos electorales como la reciente victoria del «no» en Colombia a los Acuerdos de Paz entre el gobierno de Juan Manuel Santos y las FARC; o el reciente «Brexit» en el Reino Unido, o el éxito de la extrema derecha en Austria, o la derrota de Angela Merkel en varias elecciones parciales en Alemania. O el enorme seismo que podría constituir efectivamente la eventual victoria electoral de Donald Trump en Estados Unidos

Acontecimientos imprevistos irrumpen con fuerza sin que nadie, o casi nadie, los haya visto venir. Hay una falta de visibilidad general. Si gobernar es prever, vivimos una evidente crisis de gobernanza general. En muchos países, el Estado que protegía a los ciudadanos ha dejado de existir. Hay una crisis de la democracia representativa: «No nos representan!», decían los «indignados». La gente reclama que la autoridad política vuelva a asumir su rol conductor de la sociedad. Se insiste en la necesidad de reinventar la política y de que el poder político le ponga coto al poder económico y financiero de los mercados.

INTERNET, EL CIBER-ESPIONAJE Y LA CIBER-DEFENSA

El Nuevo Sistema Mundo también se caracteriza por la multiplicidad de rupturas estratégicas cuyo significado a veces no comprendemos. Hoy, Internet es el vector de la mayoría de los cambios. Casi todas las crisis recientes tienen alguna relación con las nuevas tecnologías de la comunicación y de la información, con la desmaterialización y la digitalización generalizadas, y con la explosión inaudita de las redes sociales. Más que una tecnología, Internet es pues un actor fundamental de las crisis. Basta con recordar el rol de WikiLeaks, Facebook, Twitter y las demàs redes sociales en la aceleración de la información y de la conectividad social a través del mundo.

De aquí a 2030, en el Nuevo Sistema Mundo, algunas de las mayores colectividades del planeta ya no serán países sino comunidades congregadas y vinculadas entre sí por Internet y las redes sociales. Por ejemplo, ‘Facebooklandia’: más de mil millones de usuarios… O ‘Twitterlandia’, más de 800 millones… Cuya influencia, en el juego de tronos de la geopolítica mundial, podría revelarse decisivo. Hoy, las estructuras de poder se difuminan gracias al acceso universal a la Red y el uso de nuevas herramientas digitales.

Por otra parte, por las estrechas complicidades que algunas grandes potencias han entablado con las grandes empresas privadas que dominan las industrias de la informática y de las telecomunicaciones, la capacidad en materia de espionaje de masas ha crecido también de forma exponencial. Las mega empresas, como Google, Apple, Microsoft, Amazon y más recientemente Facebook han establecido estrechos lazos con el aparato del Estado en Washington, especialmente con los responsables de la política exterior. Esta relación se ha convertido en una evidencia. Comparten las mismas ideas políticas y tienen idéntica visión del mundo. En última instancia, los estrechos vínculos y la visión común del mundo, por ejemplo, de Google y la Administración estadounidense están al servicio de los objetivos de la política exterior de los Estados Unidos.

Esta alianza sin precedentes –Estado + aparato militar de seguridad + industrias gigantes de la Web- ha creado un verdadero imperio de la vigilancia cuyo objetivo claro y concreto es poner Internet bajo escucha, todo Internet y a todos los internautas, como lo denunciaron Julian Assange y Edward Snowden.

El ciberespacio se ha convertido en una especie de quinto elemento. El filósofo griego Empédocles sostenía que nuestro mundo estaba formado por una combinación de cuatro elementos: tierra, aire, agua y fuego. Pero el surgimiento de Internet, con su misterioso “interespacio” superpuesto al nuestro, formado por miles de millones de intercambios digitales de todo tipo, por su roaming, su streaming y su clouding, ha engendrado un nuevo universo, en cierto modo cuántico, que viene a completar la realidad de nuestro mundo contemporáneo como si fuera un auténtico quinto elemento.

En este sentido, hay que señalar que cada uno de los cuatro elementos tradicionales constituye, históricamente, un campo de batalla, un lugar de confrontación. Y que los Estados han tenido que desarrollar componentes específicos de las fuerzas armadas para cada uno de estos elementos: para la tierra: el ejército de Tierra; para el aire, el ejército del Aire; para el agua, la Armada; y, con carácter más singular, para el furgo: los bomberos o “guerreros del fuego”. De manera natural, desde el desarrollo de la aviación militar en 1914-1918, todas las grandes potencias están añadiendo hoy, a los tres ejércitos tradicionales y a los combatientes del fuego, un nuevo ejército cuyo ecosistema es el quinto elemento: el ciberejército, encargado de la ciberdefensa, que tiene sus propias estructuras orgánicas, su Estado mayor, sus cibersoldados y sus propias armas: superordenadores preparados para defender las ciberfronteras y llevar a cabo la ciberguerra digital en el ámbito de Internet.

UNA MUTACIÓN DEL CAPITALISMO: LA ECONOMÍA COLABORATIVA

Treinta años después de la expansión masiva de la Web, los hábitos de consumo también están cambiando. Se impone poco a poco la idea de que la opción más inteligente hoy es usar algo en común, y no forzosamente comprarlo. Eso significa ir abandonando poco a poco una economía basada en la sumisión de los consumidores y en el antagonismo o la competición entre los productores, y pasar a una economía que estimula la colaboración y el intercambio entre los usuarios de un bien o de un servicio. Todo esto plantea una verdadera revolución en el seno del capitalismo que está operando, ante nuestros ojos, una nueva mutación.

Es un movimiento irresistible. Miles de plataformas digitales de intercambio de productos y servicios se están expandiendo a toda velocidad. La cantidad de bienes y servicios que pueden alquilarse o intercambiarse mediante plataformas online, ya sean de pago o gratuitas (como Wikipedia), es ya literalmente infinita.

A nivel planetario, esta economía colaborativa crece actualmente entre el 15% y el 17% al año. Con algunos ejemplos de crecimiento absolutamente espectaculares. Por ejemplo Uber, la aplicación digital que conecta a pasajeros con conductores, en solo cinco años de existencia ya vale 68.000 millones de dólares y opera en 132 países. Por su parte, Airbnb, la plataforma online de alojamientos para particulares surgida en 2008 y que ya ha encontrado cama a más de 40 millones de viajeros, vale hoy en Bolsa (sin ser propietaria de ni una sola habitación) más de 30.000 millones de dólares, o sea más que los grandes grupos Hilton, Marriott o Hyatt.

A este respecto, otro rasgo fundamental que está cambiando –y que fue nada menos que la base de la sociedad de consumo–, es el sentido de la propiedad, el deseo de posesión. Adquirir, comprar, tener, poseer eran los verbos que mejor traducían la ambición esencial de una época en la que el tener definía al ser. Acumular “cosas” (viviendas, coches, neveras, televisores, muebles, ropa, relojes, libros, cuadros, teléfonos, etc.) constituía para muchas personas la principal razón de la existencia. Parecía que, desde el alba de los tiempos, el sentido materialista de posesión era inherente al ser humano.

La economía colaborativa constituye pues un modelo económico basado en el intercambio y la puesta en común de bienes y servicios mediante el uso de plataformas digitales. Se inspira de las utopías del compartir y de valores no mercantiles como la ayuda mutua o la convivialidad, y también del espíritu de gratuidad, mito fundador de Internet. Su idea principal es: “lo mío es tuyo” , o sea compartir en vez de poseer. Y el concepto básico es el trueque. Se trata de conectar, por vía digital, a gente que busca “algo” con gente que lo ofrece. Las empresas más conocidas de ese sector son: Uber, Airbnb, Netflix, Blabacar, etc.

Muchos indicios nos conducen a pensar que estamos asistiendo al ocaso de la 2ª revolución industrial, basada en el uso masivo de energías fósiles y en unas telecomunicaciones centralizadas. Y vemos la emergencia de una economía colaborativa que obliga, como ya dijimos, al sistema capitalista a mutar.

Por otra parte, en un contexto en el que el cambio climático se ha convertido en la amenaza principal para la sobrevivencia de la humanidad, los ciudadanos no desconocen los peligros ecológicos inherentes al modelo de hiperproducción y de hiperconsumo globalizado. Ahí también, la economía colaborativa ofrece soluciones menos agresivas para el planeta.

En un momento como el actual, de fuerte desconfianza hacia el modelo neoliberal y hacia las elites políticas, financieras, mediáticas y bancarias, la economía colaborativa parece aportar respuestas a muchos ciudadanos en busca de sentido y de ética responsable. Exalta valores de ayuda mutua y ganas de compartir. Criterios todos que, en otros momentos, fueron argamasa de teorías comunitarias y de ambiciones socialistas. Pero que son hoy –que nadie se equivoque– el nuevo rostro de un capitalismo mutante deseoso de alejarse del salvajismo despiadado de su reciente periodo ultraliberal.

Nuestra brújula también nos señala la aparición de tensiones entre los ciudadanos y algunos gobiernos en unas dinámicas que varios sociólogos califican de ‘post-políticas’ o ‘post-democráticas’… Por un lado, la generalización del acceso a Internet y la universalización del uso de las nuevas tecnologías están permitiendo a la ciudadanía alcanzar altas cuotas de libertad y desafiar a sus representantes políticos (como durante la crisis de los «indignados»). Pero, a la vez, estas mismas herramientas electrónicas proporcionan a los gobiernos, como ya vimos, una capacidad sin precedentes para vigilar a sus ciudadanos.

AMENAZAS NO MILITARES

“La tecnología –señala un reciente informe de la CIA– continuará siendo el gran nivelador, y los futuros magnates de Internet, como podría ser el caso de los de Google y Facebook, poseen montañas enteras de bases de datos, y manejan en tiempo real mucha más información que cualquier gobierno”. Por eso, la CIA recomienda a la administración de EE.UU. que haga frente a esa amenaza eventual de las grandes corporaciones de Internet activando el Special Collection Service, un servicio de inteligencia ultrasecreto -administrado conjuntamente por la NSA (National Security Service) y el SCE (Service Cryptologic Elements) de las Fuerzas Armadas- especializado en la captación clandestina de informaciones de origen electromagnético. El peligro de que un grupo de empresas privadas controle toda esa masa de datos reside, principalmente, en que podría condicionar el comportamiento a gran escala de la población mundial e incluso de las entidades gubernamentales. También se teme que el terrorismo yihadista sea sustituido por un ciberterrorismo aún más sobrecogedor.

La CIA toma tanto más en serio este nuevo tipo de amenazas que, finalmente, el declive de Estados Unidos no ha sido provocado por una causa exterior sino por una crisis interior: la quiebra económica acaecida a partir de 2007-2008. El informe insiste en que la geopolítica de hoy debe interesarse por nuevos fenómenos que no poseen forzosamente un carácter militar. Pues, aunque las amenazas militares no han desaparecido, algunos de los peligros principales que corren hoy nuestras sociedades son de orden no-militar: cambio climático, mutación tecnológica, conflictos económicos, crimen organizado, guerras electrónicas, agotamiento de los recursos naturales…

Sobre este último aspecto, es importante saber que uno de los recursos que más aceleradamente se está agotando es el agua dulce. En 2030, el 60% de la población mundial tendrá problemas de abastecimiento de agua, dando lugar a la aparición de “conflictos hídricos”… En cuanto al fin de los hidrocarburos en cambio, gracias a las nuevas técnicas de fracturación hidráulica, la explotación del petroleo y del gas de esquisto está alcanzado niveles excepcionales. Ya Estados Unidos es casi autosuficiente en gas, y en 2030 podría serlo en petroleo, lo cual tiende a abaratar sus costes de producción manufacturera y exhorta a la relocalización de sus industrias. Pero si EE.UU. –principal importador actual de hidrocarburos- deja de importar petroleo, es de prever que los precios del barril se reducirán. ¿Cuáles serán entonces las consecuencias para los grandes países exportadores?

HACIA EL TRIUNFO DE LAS CIUDADES Y DE LAS CLASES MEDIAS

En el mundo hacia el que vamos, el 60% de las personas vivirán, por primera vez en la historia de la humanidad, en las ciudades. Y, como consecuencia de la reducción acelerada de la pobreza, las clases medias serán dominantes y triplicarán, pasando de los 1.000 a los 3.000 millones de personas. Esto, que, en sí, es una revolución colosal, acarreará como secuela, entre otros efectos, un cambio general en los hábitos culinarios y, en particular, un aumento del consumo de carne a escala planetaria. Lo cual agravará la crisis medioambiental.

En 2030, los habitantes del planeta seremos 8 500 millones pero el aumento demográfico cesará en todos los continentes menos en África, con el consiguiente envejecimiento general de la población mundial. En cambio, el vínculo entre el ser humano y las tecnologías protésicas acelerará la puesta a punto de nuevas generaciones de robots y la aparición de “superhombres” capaces de proezas físicas e intelectuales inéditas.

El futuro es muy pocas veces predecible. No por ello hay que dejar de imaginarlo en términos de prospectiva. Preparándonos para actuar ante diversas circunstancias posibles, de las cuales una sola se producirá. A este respecto, la geopolítica es una herramienta extremadamente útil. Nos ayuda a tomar conciencia de las rápidas evoluciones en curso y a reflexionar sobre la posibilidad, para cada uno de nosotros, de intervenir y fijar el rumbo. Para tratar de construir un futuro más justo, más ecológico, menos desigual y más solidario.

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=217558

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No entienden

Por: Gloria Hurtado

¿A quien no le ha pasado, que muy seguro de su pensamiento y de su criterio, se pregunta por qué los otros “no entienden” lo que se está diciendo? ¿Por qué “si es tan obvio” captar el planteamiento propuesto el otro no lo acepta? ¿Qué se necesita para “convencer” al interlocutor de “la” verdad que se está exponiendo? No importan las palabras, los juegos pedagógicos, las metáforas que se utilicen, el nivel profesional o intelectual, el interlocutor no acepta los razonamientos que se exponen. De lado de quien habla es facilísimo, “cae de su peso” la argumentación. Pero quien escucha no cede ni un ápice porque no lo convencen las explicaciones del contradictor. ¿Terquedad? ¿Obstinación? ¿Miedo a perder? Podrían darse muchas respuestas pero tal vez, lo importante por destacar es que en “ambos bandos” puede existir sinceridad. El que habla está “convencido” de su verdad y el que escucha “de la suya”, sin que ninguno de los dos mienta o se haga el importante para no ceder. Le vuelvo a hablar entonces de niveles de conciencia. Cada quien escucha desde su nivel de evolución. Posiblemente nunca se le había dado importancia a esto y se creyó que la inteligencia “mandaba la parada”.  Pero cuando hechos reales como que Trump no pierde puntos  y Antonio Caballero en  Semana, lo explica asi: “a sus millones de seguidores (…) les gusta porque es como todos ellos. Piensa como ellos, actúa como ellos, habla el mismo lenguaje que hablan ellos”. En definitiva quisieran tener la forma de vida del magnate porque no les parece “incorrecta”. Viejas, lenguaje soez, poder, dinero, he allí el sentido de la vida. ¿Cómo explicarlo?

Los niveles de conciencia muestran cómo cada quien capta, no de acuerdo a la inteligencia, sino al desarrollo de su conciencia, a su evolución. Un mismo término (la palabra pareja, por ejemplo) se entiende de manera diferente de acuerdo al nivel de conciencia. Para un nivel inferior puede significar fusión, media naranja, simbiosis, siempre juntos. En otro nivel mas desarrollado significa acompañamiento, somos dos no uno, diferencia. Otro nivel mas evolucionado: libertad, respeto, compañía, amistad. En fin, cada quién entiende no desde la inteligencia sino desde su conciencia, permeada por emociones, intelectualidad, información, evolución, espiritualidad. El problema es que creímos que era facilísimo que lo obvio se impusiera, que lo que se veía “tan claro” fuera claro para todos, lo que no es cierto. No todos vemos lo mismo y no sólo por preparación intelectual.

Cómo explicar que el “horroroso” de Trump tenga todavía seguidores. Que el Brexit perdiera. Que el SI no ganara tan “obvio” que eran sus objetivos. Que Maduro tenga seguidores. Que el Presidente de Filipinas con su lenguaje y actitudes, no sea repudiado por todos. Que no se perciba el caudillismo de Uribe.  No somos iguales y no existe poder humano que nos iguale por decreto, por deseo, por intelectualidad o argumentación.  No es con razonamiento intelectual como se genera conciencia. Vivir en medio de las diferencias de conciencia es el mayor reto de cuantos existen. Porque hay que aceptar la diferencia nos guste o no, querámoslo o no. La madurez (y la conciencia) se dan en aprender a vivir en el caos de la diferencia. No hay otro camino. Es el precio de ser humano.

Fuente: http://www.revolturas.com/en/articulos

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Inventamos o erramos

Por: Alí Ramón Rojas Olaya

Inventamos o erramos, es la conclusión de un estudio comparado que hace Simón Rodríguez a la relación que tiene Estados Unidos con Inglaterra respecto a la de Suramérica con España. Consideramos a Estados Unidos, dice, “como el país clásico de la libertad”, y creemos que hasta “podemos adoptar sus instituciones, sólo porque son liberales”. En efecto lo son, indica, pero “¿el suelo, su extensión, sus divisiones, su situación, los hombres, sus ideas, sus costumbres, las razas, las clases, las creencias, las necesidades, la industria, la riqueza, dónde están?”. Rodríguez sabe la forma gangrenal en que crece ese país. Conoció la sociedad esclavista porque vivió allí entre 1798 y 1800 y vivió en la Inglaterra de la Revolución Industrial: “Cada una conserva su carácter; pero el dominante es el inglés”.

En cambio, “los hijos de los españoles, se parecen muy poco a sus padres: la lengua, los tribunales y los templos engañan al viajero; no es España; aunque se hable español, aunque las leyes y la creencia religiosa sean las mismas que trajo la conquista. La única analogía que hay, entre las dos Américas, es la noble idea, que ambas tienen, de la utilidad de la esclavitud. Los angloamericanos han dejado, en su nuevo edificio, un trozo del viejo, sin duda para contrastar, sin duda para presentar la rareza de un hombre mostrando con una mano, a los reyes el gorro de la libertad, y con la otra, levantando un garrote sobre un negro que tienen arrodillado a sus pies”.

Sobre la diferencia entre ambas relaciones, Rodríguez, en un ejercicio cultural de excelsa filigrana, expone: “los angloamericanos tienen a sus esclavos a distancia -los suramericanos se rozan con ellos, y con ellas… se casan”. Previo al final, Robinson se hace (o nos hace) una pregunta para cuestionar la forma en que culturalmente se aborda el momento histórico: ¿Dónde iremos a buscar modelos? Su respuesta es contundente: “La América Española es original. Originales han de ser sus instituciones y su gobierno. Y originales los medios de fundar uno y otro. O inventamos o erramos”.

Si esta máxima bifurcada la citamos fuera de contexto, pareciera que Rodríguez, lejos de ser un planificador, tomaba decisiones improvisadamente, lanzaba una moneda al aire y se preguntaba ¿inventamos o erramos? Sobre esto es categórico: “la posibilidad es el país de las vanas observancias, con ella fraguan los hombres limitados sus enredos, y los imaginativos sus ficciones”.

Fuente: http://www.ultimasnoticias.com.ve/noticias/opinion/ali-rojas-olaya-inventamos-erramos/

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Pobreza y educación

Por: Pedro Flores Crespo

¿Qué hace a una persona ser pobre? ¿La falta de autoestima, la carencia de ingresos o ambos? La discusión sobre la pobreza en México y en el mundo se ha renovado considerablemente desde hace más de dos décadas. El interés por entender mejor este fenómeno ha servido para desarrollar inteligentes discusiones entre economistas, filósofos, sociólogos y antropólogos, entre otros especialistas.

Comprender mejor la pobreza, medirla con mayor rigor e imaginar y aplicar políticas y programas para combatirla eficazmente ha sido preocupación de gobiernos de signo político distinto, de diversas asociaciones civiles (e.g. Oxfam), así como de los poderosos organismos internacionales.
En este sentido, el Banco Mundial (BM) ha establecido dos metas importantes. Primero, terminar con la pobreza extrema al reducir a 3 por ciento el porcentaje de personas viviendo con menos de dos dólares diarios (36 pesos, aproximadamente). Segundo, promover la “prosperidad compartida” impulsando un crecimiento del ingreso de 40 por ciento más bajo de la población de cada país.

Bajo la visión del economista bengalí, Kaushik Basu, quien fuera vicepresidente y economista en jefe del Banco Mundial, se creó, en 2015, la Comisión sobre Pobreza Global con el propósito de asesorar al organismo internacional sobre cómo mejorar sus prácticas y procedimientos para medir y monitorear la pobreza a escala mundial. El informe estuvo coordinado por Anthony Atkinson, economista de la Universidad de Oxford y prominente especialista en el campo. Sir Atkinson estuvo acompañado por 23 expertos, entre quienes podemos encontrar a premios Nobel de Economía y a destacados académicos de América Latina, África, Norteamérica, Asia y Europa.

¿Cuáles fueron las recomendaciones de este grupo? De acuerdo con la carta de presentación (cover note), del reporte de 232 páginas —que aún estamos por recibir— surgieron 21 recomendaciones. Con la misma independencia que actuó la Comisión Atkinson, el Banco Mundial también declara estar en desacuerdo con cuatro de ellas, aunque va a aceptar inmediatamente 11 y en seis de ellas, tendrá que hacer trabajo adicional, pero, en principio, las suscribe.

Las 21 recomendaciones de la Comisión Atkinson son de naturaleza distinta. Encontramos, por ejemplo, diversas recomendaciones para hacer comparables los datos a escala mundial, así como un notable reconocimiento a las variaciones en los estándares de vida en cada país. Ser pobre en París no equivale a serlo en Metlatónoc, Guerrero.

Llama también la atención que la mayoría de las recomendaciones hechas al Banco Mundial tiene que ver con la necesidad de mejorar la medición de la pobreza y expresarla en indicadores más precisos. Ir más allá del ingreso monetario parece un punto ya ganado en el debate y por eso se habla de la multidimensionalidad para poder establecer quién es pobre. El Banco cayó en la cuenta de que “el dinero no es la vida”, como cantaría Luis Arcaraz hace años.

No hay que perder de vista que a partir de lo sugerido por la Comisión Atkinson, el Banco Mundial ya aceptó establecer sus propios requerimientos de información para estimar la “pobreza no monetaria” y trabajará, en los próximos doce meses, para introducir indicadores de pobreza multidimensional y no solo basados en el ingreso. Para poner en marcha esta recomendación, el Banco dice que va a rastrear carencias no monetarias en tres dominios específicos: (1) resultados educativos, (2) acceso a atención médica y (3) acceso a servicios básicos como agua, sanidad y electricidad. Según el Banco, está particularmente interesado en conocer los traslapes entre estas tres dimensiones y cómo éstas se relacionan con la pobreza monetaria ($).

Que el poderoso Banco Mundial considere como un determinante de la pobreza no monetaria los resultados educativos no es algo revolucionario; sin embargo, si abre la puerta para iniciar interesantes debates entre los especialistas educativos. Primero, se ratifica que la dosis de escolaridad —expresada en el número de años de estudio —deja de ser el indicador único para establecer avances educativos y sociales. Segundo, es posible (y deseable) que se reaviven los debates en torno a la calidad educativa y su relación con la riqueza económica. Imagínese que pronto le digan, con base en estas nuevas mediciones, que pese a pagar altas colegiaturas en el colegio de moda y de los viajes a Disneylandia, su hogar es “pobre ” debido a que sus mirreyes o mirreinas obtuvieron resultados escolares bajos.

Tercero, ¿de qué base tomará el Banco Mundial los datos sobre resultados educativos? ¿De PISA? A este respecto, seguramente pronto tendremos que conocer un posicionamiento del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) y del Coneval.

Cuarto, habrá que recordarle a los economistas del Banco Mundial que los resultados alcanzados en la escuela son muy importantes para tener un acercamiento a lo que ahora nombran como la “pobreza no monetaria”, no obstante, no hay que olvidar que aprender es parte de un proceso social y humano y que ese proceso también cuenta y no sólo el resultado que se obtiene. Puede ser que se obtengan resultados educativos sobresalientes, pero para alcanzarlos se practiqué el bullying, se menosprecié a los maestros y se endeude al hogar de manera innecesaria.

El diálogo entre economistas y pedagogos aún está por establecerse a partir de las nuevas corrientes teóricas de la pobreza y la desigualdad.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/pobreza-y-educacion/

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