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Interculturalidad, Descolonización del Estado y del Conocimiento, El desprendimiento: pensamiento crítico y giro descolonial

Por Gricel Hernández

Mignolo (2006) señala, que la descolonización es un pensamiento que desnaturaliza la matriz colonial del poder que abarca e incluye la regionalidad de la metafísica occidental, de la cual se ocupó ya el pensamiento desconstrutivo.

            Por otro lado, la Real Academia de la Lengua Española, lo define como supresión de la condición colonial de un territorio.

            Considerando las anteriores definiciones, es pertinente resaltar que la descolonización es una corriente novedosa, sinónimo de desprendimiento, el desprendernos de pensamientos coloniales del saber y del ser, ya que políticamente y económicamente, las ciencias sociales se descontruyen para analizar la manera en que el mundo se desempeña en la actualidad. Partiendo de las políticas globales y las relaciones sociales; desde modelos y teorías del conocimiento, es posible interpretar los tiempos y la localidad del poder y del conocimiento. Dicha descolonización, propone ser críticos frente a las teorías establecidas como poscolonial o saberes culturales impuestos, a fin de cuestionar dichos saberes, referidos a la modernidad. Donde exista la convicción de que otros mundos son posibles, otros mundos en los que quepan muchos mundos.

            Es pertinente señalar, que Walsh (2006) en su análisis sobre Interculturalidad y Colonialidad del Poder. Un Pensamiento y Posicionamiento Otro desde la Diferencia Colonial, refiere que la interculturalidad señala y significa procesos de construcción “otros”; formas distintas de pensar y actuar con relación y en contra de la modernidad/colonialidad, un paradigma pensado a través de la praxis política; importante en la transformación de la sociedad y contra hegemonía.

            En ese mismo orden de ideas se plantea, que es pertinente dar un giro epistémico que comprometa un conocimiento y pensamiento que no se encuentre aislado de las estructuras dominante (descolonización) y la estandarización cultural, a fin de tener una nueva condición social del conocimiento.

            Walsh afirma que otros países latinoamericanos como Ecuador y Bolivia tiene centro educativos universitarios, que tienen como desafío construir un mundo vivo, donde articule el ser humano y la comunidad, la tierra, el planeta y el cosmo y la construcción de un hábitat que recupere lo mejor de las cultura; desarrollando investigación y emprendimiento en diferentes áreas, que incluye agroecología, medicina, y desarrollo humano sustentable, entre otros.

            Interculturalidad es sinónimo de descolonización, a su vez significa, lucha, proceso, proyecto continuo, que imagina una sociedad, para un futuro distinto. Es importante, realizar cuestionamientos sobre las relaciones del poder dominante y la colonialidad del poder, saber y ser, de manera que podamos tener una identidad descolonizada y un pensamiento propio y lograr nuevas condiciones sociales de poder, saber, ser y naturaleza.

            Por otro lado, el presidente Nicolás Maduro, en su discurso del 12 de Octubre de 2016, en la Conmemoración del día de la Resistencia Indígena, hizo un llamado a iniciar una campaña para descolonizar la cultura, la educación, la economía, las artes, la mente y la vida en Venezuela y en América Latina y el Caribe, para lograr esto, nombra una comisión presidencial para el plan descolonizador. Enfatizo: “si queremos ser libres e independientes debemos descolonizar nuestra mente, las palabras, el lenguaje, todo lo que sentimos y decimos”

            Considerando, el aporte de García (2006), en el artículo “Democracia Liberal Vs. Democracia Comunitaria”, hace un llamado a un estado multinacional o multicultural donde exista igualdad de derechos políticos y culturales a las etnias y culturas del país, a su vez señala que la estructura compleja de Bolivia es cultural y organizativa (moderna, mercantil, capitalista).

            Por otro lado, afirma que en Bolivia, existen 4 tipos de civilizaciones: la moderna industrial (es un reducido número de personas). La economía y cultura organizada. Civilización comunal y Civilización amazónica. Todas esas civilizaciones a excepción de la última, atraviesan ciudad y campo, pueblos indígenas y no indígenas.

            Reflexionando sobre el tema, en la democracia liberal predomina la lógica industrial y regímenes tradicionales; sin embargo, a lo largo de la historia se muestra que el sistema liberal y la democracia comunitaria pueden articularse en sistemas de macro democracia, abarcando miles de comunidades, gremios, barrios, urbanos y rurales.

Socialización de la interculturalidad, la descolonización del estado y del conocimiento con la propuesta de tesis doctoral

            Vale la pena resaltar que en el trabajo de construcción doctoral, titulada: “Teorética Agroecológica, Sustentable y Andragógica en el Contexto del Desarrollo de los Agroecosistemas Vitales”, lo que se pretende es un proceso de descolonización y de interculturalidad, donde se comprenda y analice como la crisis mundial de alimentos y los cambios climáticos producto de la contaminación ambiental han influido en los procesos productivos. Es necesario transformar la realidad del hecho productivo. Considerar el uso de la tierra pensado en las futuras generaciones, incorporando la agroecología como disciplina científica que permite cultivar o producir alimentos y a la vez tener sustentabilidad.

            Por estas razones es necesario revalorizar los conocimientos ancestrales, sin dejar de lado los conocimientos de otras culturas. La educación universitaria es andragógica y debe estar basada en la diversidad, horizontalidad, complementariedad, reciprocidad del conocimiento, así como también se debe valorar el saber, el hacer, reflexiones, vivencias y cosmovisiones.

            Es pertinente señalar, que deben existir espacios de dialogo de saberes y de culturas (descolonizar el pensamiento) en las universidades, abrirse a la transformación  a fin de sensibilizar, oír y atender a todos. Involucrar la acción y retroacción transformadora en todos los polos, y que todos colaboren en la articulación de políticas universitarias (docentes universitarios involucrados en la organización, programación, ejecución). Así como también, impulsar un cambio cultural a fin de la creación y desarrollo del pensamiento crítico. Dejar de ser pasivos, acríticos y subordinados en lo cognitivo, axiológico y metodológico, sin desconocer el estado del arte de las ciencias, las técnicas y las humanidades. Que exista la multipolaridad o multiculturalidad

 

Literatura y referencias electrónicas consultadas

Maduro, N. 2016. Discurso del 12 de Octubre. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=OesC4mMt72Q. Consulta (Noviembre 05, 2016).

Real Academia Española. Descolonización. Disponible en: http://dle.rae.es/srv/search?m=30&w=descolonizaci%C3%B3n. (Noviembre 05, 2016).

Walsh, C. García, A. y Mignolo, W. 2006. Interculturalidad, Descolonización del Estado y del Conocimiento. Disponible en: https://es.scribd.com/document/27130775/Intercultural-Id-Ad-Descolonizacion-Del-Estado-y-Del-Conocimiento-Walsh-Garcia-Linera-And-Mignolo. Consulta (Noviembre 05, 2016).

Imagen: artelista.s3.amazonaws.com/obras/big/6/6/8/6119925679594617.jpg

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Los ritmos del capital

Europa/Francia/Noviembre 2016/Daniel Bensaïd/http://www.rebelion.org/

Tras la Segunda Guerra Mundial, el movimiento revolucionario se vio confrontado a una situación imprevista. El régimen burocrático soviético no solo sobrevivió a la guerra, sino que parecía conocer una expansión en Europa oriental. El capitalismo, asfixiado en los años 1930, parecía recuperar vigor. En 1947, el joven militante Ernest Mandel, se aferra en un primer momento a la idea de que este boom no era más que un corta respiro previo a un nuevo desarrollo revolucionario. Constatando los efectos del plan Marshall en la recuperación de la producción y la estabilización de la situación en Europa, algunos trotskistas, como Tony Cliff o Nahuel Moreno, se mostraron más vacilantes durante el congreso de la IV Internacional en 1948. Cuando estuvo claro que en realidad se trataba del inicio de un período de expansión duradera, Ernest Mandel, se comprometió en el esclarecimiento del enigma de esta vitalidad recuperada del capital. A partir de entonces, la reflexión teórica sobre los ciclos de acumulación y las crisis constituye uno de los hilos conductores de su obra económica: desde el Tratado de economía marxista (1962) hasta el libro sobre las ondas largas que ahora se edita en francés, pasando por El capitalismo tardío (1972), La crisis (1978) y El capital: cien años de controversia sobre la obra de Marx(1985)/1.

¿Cómo explicar el dinamismo recuperado del capitalismo de los «treinta gloriosos»?, ¿Por qué el desencadenamiento de la Segunda Guerra Mundial no se tradujo, a diferencia de los años 1920, en el renacimiento de un potente movimiento revolucionario en los países capitalistas desarrollados? Las respuestas de Mandel a estas cuestiones jamás fueron simples. Para el, las tendencias económicas fuertes están estrechamente entrelazadas a las innovaciones tecnológicas, a las luchas sociales y a los acontecimientos políticos. De ese modo, en los años 1960 Mandel fue uno de los primeros en retomar el debate sobre los ciclos del desarrollo capitalista, interrumpido en los años 1920, a partir de una relectura de Kondratieff, en aquella época víctima de la amnesia organizada por la ortodoxia estalinista. Mientras que, en Marx, la «periodicidad regular» de las crisis tenía que ver exclusivamente con las crisis del ciclo industrial o comercial (aproximativamente cada diez años), desde principios del siglo XX economistas académicos (como Jean Lescure o Albert Aftalion) y teóricos socialistas (como Parvus o Van Gelderen) registraron fluctuaciones de otra amplitud. Pero la primera síntesis que ponía en relación los movimientos a largo plazo de los precios y de la producción fue la de N.D. Kondratieff en los artículos y conferencias de 1922 a 1926/2. Desde los trabajos de Simiand y Schumpeter en el periodo de entreguerras, la teoría de los grandes ciclos cayó en desgracia. La expansión de los «treinta gloriosos», la atenuación de los ciclos cortos y la eficacia relativa de las políticas anti cíclicas alimentaron la ilusión de que el espectro de la crisis estaba definitivamente conjurado. Así pues, cuando parecía que iban a triunfar las teorías del equilibrio, del neocapitalismo organizado y del crecimiento ordenado, Mandel fue uno de los raros autores en sostener y desarrollar la teoría de las ondas largas. Si muchas de las interrogantes vinculadas a esta teoría continúan aún sin respuesta, la hipótesis de las ondas largas se ha impuesto en los programas de investigación con la larga depresión iniciada en los años 1970/3.

Así pues, Mandel estuvo entre los primeros a comprender el significado histórico del cambio de ciclo, o de onda, que se dio a mediados de los años 1960-1970, y a ofrecer una interpretación compleja, que no se puede recudir, como a veces lo hace la economía vulgar, al efecto mecánico de la «crisis del petróleo» de 1973. A la luz de este cambio, profundizó la distinción terminológica entre ciclo y onda, tratando de corregir la interpretación mecanicista a la que se podría prestar la noción de ciclo. A este fin, retomó las cuestionen esbozada por Trotsky en los años 1920. Éste, en su informe de junio de 1921 al 3er Congreso de la Internacional Comunista sobre La crisis económica mundial y las tareas de la Internacional, echó un pulso a todos los que establecían una relación mecánica entre crisis económica y situación revolucionaria. En su artículo de 1923 sobre La curva del desarrollo capitalista, insistió de nuevo, contra Kondratieff, sobre la complejidad de las relaciones entre economía y política: « Es una tarea muy difícil, imposible de resolver en su pleno desarrollo, el determinar aquellos impulsos subterráneos que la economía transmite a la política de hoy.» Los ciclos tienen según el, un valor explicativo real, pero «no podemos decir que estos ciclos lo explican todo: eso está excluido por la simple razón de que los ciclos mismo no constituyen fenómenos económicos fundamental, sino derivados.» Si el capitalismo se caracterizase solo por la recurrencia de los ciclos, «la historia no sería más que una repetición compleja y no un desarrollo dinámico.»

A finales de los años 1970, uno de los mayores problemas planteados a los revolucionarios por la entrada en una nueva onda larga depresiva fue (y continúa siéndolo) el de las condiciones para [el desarrollo de] una nueva onda expansiva. Si por una parte, la tendencia descendente se puede comprender teóricamente a la luz de la caída tendencial de la tasa de beneficio, por otra, la tendencia ascendente parece requerir una modificación radical de las relaciones de fuerza y la modificación de las condiciones políticas e institucionales para la realización del valor del capital. Mandel subraya así que la originalidad de su concepción de la «ondas largas asimétricas» se basa en que «nos apoyemos en la relativa autonomía del factor subjetivo para concluir de ella que la salida de una onda larga depresiva no está predeterminada sino que depende de la lucha de clases entre fuerzas sociales vivas.» De ese modo, rechaza el economicismo y el determinismo heredados de la II Internacional. Sin embargo, la oposición entre los factores «endógenos» (económicos) que determinarían la inflexión de la tendencia descendente, y los «factores exógenos(extraeconómicos) que determinarían la tendencia ascendente continúa siendo tributaria de una separación demasiado formal entre economía y política, entre objetividad y subjetividad:

«Por todas las razones señaladas, nos aferramos a nuestra concepto de un ritmo fundamentalmente asimétrico para las ondas largas del desarrollo capitalista, en el cual la tendencia descendente (el paso de una onda larga expansiva a una onda larga depresiva) es endógeno, mientras que la ascendente no lo es. Ésta depende sobretodo del cambios radicales en el contexto histórico y geográfico general del modo de producción capitalista, cambios capaces de inducir un ascenso fuerte y sostenida de la tasa media de ganancia.»

El hecho es que el pensamiento de Ernest Mandel se opone tanto a la simplificación harmónica, según la cual, el capitalismo habría superado sus contradicciones internas y alcanzado un régimen de crecimiento ilimitado, como a la simplificación catastrofista que se obstina en negar las nuevas formas del capitalismo mundial para continuar profetizando permanentemente su crisis final. Esta posición le costó sufrir un fuego cruzado, siendo acusado tanto de profetizar una crisis improbable, como de ceder a las sirenas de un «neocapitalismo» capaz de regular sus contradicciones. Sin embargo, para él, esas contradicciones seguían estando bien presentes. Y no solo conducían a una crisis generalizada de las relaciones sociales sino, también, a una crisis de las relaciones culturales y de la relación con las condiciones naturales de reproducción de la especie. En ese sentido, su programa de investigación era particularmente profundo. Mientras, como lo recuerda Francisco Louça, la teoría económica dominante se construyó, «sobre las propiedades newtonianas de un universo atomista», su teoría de las ondas largas era «histórica por esencia y conforme a las exigencias epistemológicas de un enfoque realista de la economía.» Para elucidar la conjunción de las tendencias regulares y de las irregularidades periódicas, Mandel se opuso tanto a un marxismo mecanicista como a la «mística del equilibrio» de la economía clásica, de las nociones de «variables parcialmente autónomas» y el «determinismo dialéctico.»

De ese modo, retoma y desarrolla la lógica dialéctica de Marx, presente en la tercera sección del libro 3 de El Capital en torno a la baja tendencial de la tasa de beneficio, «ley bidefálica según la cual, las mismas causas que provocan una disminución de la tasa de beneficio provocan el incremento simultáneo de la masa de benficio»/4. En efecto, extraña ley esta «ley tendencial» que contiene las causas «que la contrarrestan» y desarrolla sus propias «contradicciones internas». Semejantes fórmulas implican una causalidad diferente a la única causalidad mecánica y lineal clásica de causa-efecto. Así, la dinámica de una fase expansiva no puede, insiste Mandel, explicarse por la sola lógica del «capital en general». Implica una «serie de factores extra-económicas, tales como las guerras de conquista, la ampliación y contracción del ámbito de actuación del capital, la competencia intercapitalista, la lucha de clases, las revoluciones y las contrarrevoluciones, etc.»

Ernest Mandel distingue así los ciclos económicos de un «ciclo largo de la lucha de clases, del ascenso y declive de la combatividad y la radicalización de la clase obrera, relativamente independientes de las ondas largas de acumulación, aunque en cierta medida entrelazadas a ella«. La verificación empírica de tal «ciclo largo de la lucha de clases» está por hacer. Hay quien ha tratado de hacerlo/5. Una primera dificultad reside en los indicadores que se manejan y en su fiabilidad. Suponiendo que la misma sea resuelta (a través de una estadística rigurosa de las huelgas, de los resultados electorales, de los efectivos sindicales y de los movimientos sociales), sin duda, se podría establecer la relación entre las fluctuaciones económicas y la conflictividad social. Sin embargo, este vínculo no sería suficiente para dotarnos de las razones explicativas de la periodicidad de un ciclo largo de la lucha de clases, salvo que giremos en redondo deduciéndola (en cierta forma mecánicamente!)… ¡del ciclo económico! Hasta el final de su vida, Ernest Mandel soñó con una teoría de los ciclos de la lucha de clases dialécticamente articulada a la de las ondas largas. Sueño de formalización sin duda inalcanzable en la medida en que se enfrenta a los efectos complejos de la discordancia de los tiempos/6.

En el tercer capítulo de la Ondas largas, Mandel evalúa el desarrollo histórico del capitalismo a la luz de los cambios operados desde la Primera Guerra Mundial:

«Desde entonces hemos entrado en una nuevo periodo histórico que implica tanto el declive como la contracción geográfico de ese modo de producción. La victoria de la Revolución rusa y las pérdidas subsiguientes que sufrió el sistema capitalista internacional, en la Europa del Este, en China, en Cuba y en Viertnam, son manifestaciones significativas de ese proceso, aunque en modo alguna sean las únicas.»

Desde que fueron escritas esas líneas, Rusia y China se han integrado en el espacio de la globalización mercantil. Millones de trabajadores y trabajadoras de estos países han sido arrojados al mercado mundial sin protección social. A pesar de las derrotas infligidas al movimiento obrero a escala mundial, a pesar del restablecimiento de la tasa de beneficio, a pesar de los resultados financieros de las multinacionales y de los fondos de pensiones, la onda depresiva no se ha transformado en una onda expansiva. Nos encontramos en el umbral de una nueva época, bastante diferente de la postguerra en la que Ernest Mandel trató de descifrar estos enigmas. Por lo tanto le corresponde a la nueva general aprender a utilizar los útiles conceptuales que nos legó para descifrar los enigmas del presente.

Prefacio de 2008 al libro de Ernest Mandel Les ondes longues du développement capitaliste. Une interprétation marxiste, coeditado por M-Ediciones (Quebec) y la Fundación Leon Lesoil (Bélgica). Editions Syllepse, Paris 2014, 252 páginas, 25 euros.

Notas

1/ La edición original del libro sobre las ondas largas apareció en inglés en 1980 con el título Long Waves of Capitalist Development. El Tratado de Economía Marxista fue publicado por Ediciones ERA en 1969. El capitalismo tardío, se publicó inicialmente en allemán en 1972 en Ediciones Suhrkamp Verlag con el título Der Spätkapitalismus. En castellano fue publicado por ERA en 1979. La crisis fue publicada por Fontamara en 1975. Por último, El Capital, Cien anos de controversias, apareció en México en 1985 editado por Siglo XXI.

2/ Artículos publicados y presentados por Louis Fonvieille con el título Les grands cycles de la conjoncture, paris, Economica, 1992.

3/ Ver Bernard Rosier et Pierre Dockès, Rythmes économiques, Paris, La Découverte, 1983 ; Bernard Rosier, La théorie des crises, Paris, La Découverte, 1987 ; Jean-Paul Fitoussi et Philippe Sigogne (dir.), Les cycles économiques, Paris, Presses de la Fondation des sciences politiques, 1994 ; Francisco Louçã, Turbulence in Economics : An Evolutionary Appraisal of Cycles and Complexity in Historical Processess, Cheltenham, Edward Elgar Publishing, 1997 ; Chris Freeman et Francisco Louçã, As Time Goes by, Londres, Oxford University Press, 2001 ; Robert Brenner, The Economics of Global Turbulence, Londres, Verso, 2006.

Sin embargo, un autor como Makotoh Itoh no admite la hipótesis de las ondas largar mas que como fruto de una constatación empírica sin marco teórico establecido: «No seria necesario que la teoría de los ciclos largos presentada en la obra de Mandel oscurezca el carácter homogéneo del periodo de las crisis cíclicas regulares. La teoría de los ciclos largos debe ser considerada como un ensayo de generalización a partir de las experiencias históricas de las grandes depresiones de fin del siglo XIX y de los años 1930. Dudo mucho que se pueda probar que ella integre la teoría fundamental de la crisis de Marx» (Makotoh Itoh, La crise mondiale, théorie et practique, Paris, EDI, 1987).

4/ Karl Marx, Le Capital, livre 3, t. 1, Editions sociales, 1957, p 233.

5/ Ver, entre otros, G. Gatteï, Every 25 Years ? Strike Waves and Economic Cycles, coloquio internacional sobre las ondas largas y la coyuntura económica, Bruselas, 1989.

6/ para Henryk Grossmann, los intentos de transformación de la economía política en ciencia exacta están prisioneros de una cuantificación unilateral que les impide pensar la dinámica temporal del desequilibrio: «Se ha podido escribir que el sistema de equilibrio propio a la teoría matemática no conoce ni índices, ni coeficientes de tiempo; por lo tanto, es incapaz de concebir un estado de equilibrio real.» Su único mérito, si es que se puede decir así, es por lo tanto el de constituir una «economía atemporal» (Henryk Grossmann, Marx, l’économie politique classique et le problème de la dynamique, Paris, Champ libre, 1975). Para Frossmann la economía dinámica obedece a la lógica del desequilibrio que modifica las nociones clásicas de la ley y de la causalidad. Marx afirma también que «la ley está determinada por su contrario, a saber la ausencia de la ley» de forma que «la verdadera ley de la economía política es el azar» y que la ley se impone «a través del juego ciego de las irregularidades» (Le Capital, op. cit., livre 1, p. 112-113). Esta lógica asimétrica del desequilibrio concierne sobre todo a las ondas largas.

 Traducción del francés: VIENTO SUR / http://www.vientosur.info/spip.php?article9625

Fuente:

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=192955

Fuente imagen:

https://lh3.googleusercontent.com/vPSxtfK_BdetthCYepHqbEhMUmjlLwROrbSv-9uLN-WnzxgcjKKm-FaqPfF9ZGuz6pKxRg=s88

 

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libro: Recuperando la tierra el resurgimiento de movimientos rurales en África, Asia y América Latina

Sam Moyo. Paris Yeros. [Coordinadores]

Henry Bernstein. Kojo Sebastián Amanor. Fidelis Edge Kanyongolo. Mfaniseni Fana Sihlongonyane. Filomeno V. Jr. Aguilar. Minar Pimple. Manpreet Sethi. Salvador H. Feranil. Henry Veltmeyer. Bernardo Mançano Fernandes. Lauro Mattei. Igor Ampuero. James J. Brittain. Armando Bartra. Gerardo Otero. [Autores de Capítulo]
…………………………………………………………………………
Sur-Sur.
ISBN 978-987-1183-85-2
CLACSO.
Buenos Aires.
Abril de 2008

Este es un libro muy importante que va contra la corriente. De acuerdo con el paradigma liberal dominante, la expansión del capitalismo ya ha eliminado (o se encuentra en vías de eliminar) la cuestión agraria, organizando la transferencia de trabajo hacia actividades urbanas y modernizando el sector rural, de tal manera que los programas de reforma agraria se han tornado obsoletos. Los casos que este libro estudia, precisamente, incluyendo África, Asia y América Latina, demuestran que en realidad esto no es así. Por el contrario, el imperialismo parece ser completamente incapaz de resolver la cuestión agraria y de responder al desafío de la progresiva dislocación rural y urbana. Esta falencia estructural es una de las mayores fuentes de la creciente pobreza, así como de la progresiva movilización política, en las zonas rurales. Samir Amin Director, Le Forum du Tiers Monde, Daka.
Fuente:
http://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/buscar_libro_detalle.php?campo=titulo&texto=tierra&id_libro=69
Fuente Imagen:
http://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/buscar_libro_detalle.php?campo=titulo&texto=tierra&id_libro=69
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La pregunta como dispositivo pedagógico

 

La pregunta como dispositivo

pedagógico*

Thé quéstion as pédagogic dévicé

Germán Vargas Guillen**

Emilio Guachetá Gutiírrez***

 

Un nuevo género de filósofos está apareciendo en el horizonte:

yo me atrevo a bautizarlos con un nombre no exento

de peligros. Tal como yo los adivino, tal como ellos se dejan

adivinar -pues forma parte de su naturaleza el querer

seguir siendo enigmas en algún punto-, esos filósofos del

futuro podnan ser llamados tentadores. Este último nombre

mismo es, en Úitima instancia, sólo una tentativa y, si se

quiere una tentación.

Nietzsche (1988)

Parte 1.

El uso de la pregunta es uno de los dispositivos m6s antiguos en los procesos de pensamiento: de la investigación, de la enseñanza y del aprendizaje. Ya Sócrates empleaba la mayéutica como procedimiento básico y esencial para estimular la actividad reflexiva del hombre, y, orientarlo en la búsqueda personal de la verdad. Mediante el interrogatorio, los interlocutores eran conducidos a distinguir entre el error y las verdaderas prácticas.

 La verdad surgia como fruto del descubrimiento y la conquista personal.Conversar, preguntar y responder, son actividades cotidianas en los distintos ambientes donde se despliega la vida; por ello en el aula, se trata de propiciar espacios para pensar(se), interrogary comunicar(se) a través del diálogo. La pregunta como dispositivo pedagógico implica formular ‘buenas y pertinentes’ inquietudes, bien  sea porque  provengan del asombro o porque  conduzcan a él; lograr que las  preguntas que se formulan sean ‘buenas y pertinentes’ no es una tarea fácil, puesto que en muchos casos ellas son imposturas, simulaciones fingirnientos, engaños o simples formalismos.

Asumir la actividad docente dentro de la pregunta como dispositivo pedagógico supone desarrollar herramientas para la adquisición y despliegue de los procesos pedagógicos. Tales herramientas permiten delimitar el objeto de interés y asegurar su seguimiento. Como se insinuó, el uso de las preguntas con fines docentes es de larga data. Se pueden rastrear sus orígenes en los m6todos usados por Sbcrates-en especial en la mayéutica- y continuar con una larga tradición evidenciada en los libros de texto y manuales de enseñanza.

De otra parte, se vislumbra que lo más importante y necesario en todo ello, es que en la práctica cotidiana maestros y educandos aprendan a valorar el uso de la pregunta en las relaciones interpersonales conducentes al y del diálogo, y, que lleguen a considerarla como fuente de conocimiento tanto en la vida corriente como en el aula escolar. Ésta es una de las funciones más importantes que debe y tiene que abordar la pedagogía liberadora y humanista del siglo XXI.

Dimensión psicopedagógica de la pregunta

(El aporte de Freire  la pedagogía crítica)

Un ejemplo es preciso tener en cuenta: la educación liberadora de Freire, que se nutre de la pregunta como desafío constante a la creatividad y al riesgo del descubrimiento. En muchos sentidos se puede afirmar que la educación liberadora es la Pedagogía de la pregunta (Freire, 1986); y, su método es el diálogo. La curiosidad del estudiante en todos los casos tiene que conmover, y quizá remover, la certeza del profesor. Por esto al limitar la curiosidad del alumno, el profesor autoritario limita también la suya; pues, la pregunta que hace el alumno le brinda al profesor un ángulo distinto, desde el cual a éste le será posible profundizar en una

Reflexión crítica.

 Sin embargo, la preocupación por la pregunta, alrededor de ella, no puede quedar tan s61o en el nivel del interrogar por sí o en sí mismo. Importa, sobre todo, unir siempre que sea posible la pregunta  y la respuesta a las acciones que han sido practicadas o a las acciones que pueden llegar a ser ejecutadas o rechazadas.

El acto de preguntar de ninguna manera se torna en un juego intelectualista.

Por el contrario, es necesario que el educando al preguntar  sobre un hecho tenga en la respuesta una explicación del mismo y no una descripción pura de las palabras ligadas al hecho. vencionalrnente la fenomenología llama «Y a las cosas mismas a,. No se trata, por tanto, de ver sólo el sentido o el significado de las palabras, se trata de auscultar las vivencias que llevan a los sujetos a interpelar; y de abrir los horizontes de comprensión entre los miembros de la comunidad dialogante.

Fuente :

https://profesorvargasguillen.files.wordpress.com/…/la-pregunta-como-di…

Fuente imagen:

https://lh3.googleusercontent.com/Mkh7OWhODckFppMUvd1RzD58YXg5o_H6vMMbfc89slDHH56V3EOKWfVzhE9ytz5LcrFXmw=s103

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Micropolíticas del deseo y Macri-políticas del encierro

America del Sur/Argentina/Noviembre 2016/Marino Pacheco/http://www.rebelion.org/

La reciente modificación de la Ley Nacional de Salud Mental, que vuelve a poner el foco en la enfermedad y la reclusión, trajo otra vez a escena una lucha que ya lleva años.

El viernes 7 de octubre, bajo la consigna “La salud mental se planta, que broten nuestros derechos”, una nutrida columna se desplazó por las calles de Córdoba capital, en la tercera edición de la Marcha por el Derecho a la Salud Mental, que este año logró realizarse en coordinación con otras ciudades del país y del mundo.

“Históricamente, las personas con padecimiento mental han sido consideradas y denominadas como locos peligrosos, locos delincuentes, locos incapaces. Por esto han sido objeto de castigos y las respuestas que han dado fueron desde acciones piadosas, de reeducación hasta control por medio del aislamiento, encierro y medicalización”, destacaron desde el colectivo organizador de la Marcha en Córdoba, integrado por psiquiatras y psicólogos, usuarios y estudiantes de psicología, pero también estudiantes de otras carreras universitarias, comunicadores y talleristas, personas sensibilizadas y comprometidas con la situación de la salud pública en general.

Seguramente la reciente derogación de la resolución 1.484 de la Ley Nacional de Salud Mental, llevada adelante por el gobierno de Mauricio Macri, haya reavivado ciertas indignaciones y promovido mayores procesos de movilización, en un sector que viene ejerciendo acciones de resistencia y creación desde hace años. La resolución 1.484 fue aprobada en 2015 y establecía el plazo de un año para reducir el cupo “mínimo de camas” en las instituciones psiquiátricas, tanto públicas y privadas, en el camino hacia sustituir estas instituciones por nuevos espacios, regidos por otras lógicas, sostenidas sobre otros paradigmas.

Esta avanzada del Ministerio de Salud de la Nación sobre una ley que de todos modos no había logrado implementarse plenamente, permite un claro paso adelante de los sectores que promueven la privatización y la medicalización de la salud.

De allí que desde la organización de la movilización realizada el viernes hayan denunciado la disminución del presupuesto destinado a salud mental, así como también que desde el Estado no se haya avanzado en la creación de una red de abordaje integral y una institucionalidad que permita controlar y erradicar las prácticas manicomiales. Plantarse, entonces, sostuvieron desde la movilización, para exigir equipos de salud mental en los barrios, que funcionen con dinámicas interdisciplinarias y comunitarias; para reclamar por la readecuación de los servicios de salud mental en hospitales generales; para exigir dispositivos con participación ciudadana real en la implementación de las políticas públicas; para que se brinde atención infanto-juvenil a través de dispositivos apropiados y para que la medicalización no sea la principal respuesta; para que se diversifiquen las respuestas con dispositivos sustitutivos al manicomio y para que la internación sea efectivamente el último recurso, sin dejar de ser respetuosa de los derechos de las personas y de sus particularidades culturales .

“Todos los abordajes comunitarios en salud que se vienen realizando son los más avanzados. Desde la década del 70 la salud está invadida por la creación de necesidades, la venta de medicamentos y toda una dinámica que sostiene a los laboratorios”, comenta Alejandro Vainer, uno de los editores de Topía. Revista de psicoanálisis, sociedad y cultura, que desde hace 25 años dirige Enrique Carpintero. Para Vainer, el abordaje territorial, comunitario de la salud mental es muy importante, ya que no considera a la salud mental aislada del resto de abordajes en salud comunitaria que puedan hacerse territorialmente, que a su vez están inscriptos “en una concepción de salud no privatista sino pública y universalista”.

Para muchos especialistas, más allá de sus límites, la gran virtud de la Ley Nacional de Salud Mental argentina (promulgada por el Congreso de la Nación en 2010 y reglamentada luego de un decreto en 2013) radica en el hecho de que en ninguna parte del texto se hable de “enfermedad mental” ni de “tratamientos”, sino de “padecimiento mental” y “procesos de atención” a los “usuarios”.

Incluso algunos referentes en la materia, como Vicente Galli (Director Nacional de Salud Mental entre 1984 y 1989), han destacado la eficacia de este tipo de abordajes en contraposición a los sostenidos sobre el paradigma de las “hiper-especialización” y la “medicalización”. Galli, por ejemplo, reivindica el abordaje “Comunitario, Colectivo y Territorial” de la salud mental desde una perspectiva de “interdisciplinariedad” que, lejos de borrar o diluir las responsabilidades específicas, las sitúa en una “perspectiva integradora”, cuyo eje está puesto en las tramas colectivas, en “equipos interdisciplinares” y “saberes no disciplinables”.

Cambiar de paradigma

En el libro Vivir sin manicomios. La experiencia de Triste, publicado hace algunos años por editorial Topía, su autor, Franco Rotelli, destaca la importancia de concretar los derechos consagrados en los textos de las leyes.

El psiquiatra italiano pone énfasis en la necesidad de cambiar de paradigma: no sólo sobre el hospital y la psiquiatría, sino además sobre la mirada que el propio psiquiatra tiene de sí mismo, y de la locura. Porque el cambio de paradigma, dice, implica además un cambio en las relaciones de poder. Y también un abordaje diferente en la agenda de trabajo.

Rotelli rescata de la Ley 180 italiana, que fue un referente mundial en la temática, quince “principios operativos” que, de modo sintético, podríamos resumir a través de una serie de énfasis: en el sujeto y no en la enfermedad; en una crítica al manicomio; en la necesidad de participación ciudadana; en la definición de “no neutralidad” de clase de los “aparatos psíquicos”; en las necesidades concretas de los usuarios y la necesidad de combatir el estigma y la exclusión social; en la posibilidad de definir “la libertad” como un espacio en el que es posible imaginar un “encuentro” más allá de la “enfermedad”; en las modalidades colectivas de los tratamientos; en la dimensión afectiva y el respeto por la diversidad; en el valor “terapéutico” de las múltiples prácticas de la vida cotidiana y, finalmente, en el “valor emancipador general” de las prácticas específicas de la salud mental, que pueden ser pensadas como “laboratorios” para políticas más en general, que apuesten a “un cambio radical de las instituciones”.

Por otra parte, el autor subraya el necesario doble trabajo de deconstrucción de las estructuras psiquiátricas y la construcción del proyecto que, en el caso de Trieste, encontró en las cooperativas un rol central. Grupos de teatro, video, diseño gráfico, limpieza, venta de productos fabricados por los propios usuarios o talleres como los de teatro, danza, música, cerámica o alfabetización, resultaron de vital importancia para el proceso de “desmanicomialización” que aconteció en Italia, junto con lo aquello que Rotelli denomina como “contaminación”, es decir, como una “trama de intercambios” entre el mundo “normal” y el otro. Contaminación que parte de la necesidad de cuestionar el “viejo módulo separado” (del médico/psicólogo) para convertir a las experiencias en “laboratorios de producción de relaciones y de conexiones”. “La empresa social comprende no solamente la activación de cooperativas de formación y de trabajo, sino el conjunto de iniciativas culturales, de conexión entre todas las agencias que construyen gradualmente en la ciudad el derecho de ciudadanía”, especifica.

Ese paradigma que -sólo en parte- la Ley Nacional de Salud Mental contempla (¿contemplaba?), es sobre el que el macrismo, como en otras esferas de la vida social, se propone avanzar para desarticular barriendo la cancha (como se dice popularmente), para abrirle nuevamente paso a las formas clásicas de entender la salud desde la enfermedad como correlato del control social.

Basado en la experiencia de desmanicomialización desarrollada en Trieste, Franco Rotelli argumenta que el desarrollo de una “empresa social” coincide con la necesidad de implementar una “acción habilitadora” y “rehabilitadora”, es decir, que apueste a la emancipación. Para ello, concluye, son necesarias la fuerza “de los movimientos sociales, un nuevo protagonismo de los pacientes y un largo proceso de autocrítica dentro de las corporaciones profesionales”.

Enclaves comunitarios

Durante el último fin de semana de noviembre (los días 25, 26 y 27), en la Copi de Villa Carlos Paz, se realizará el 6° Encuentro de Prácticas Comunitarias en Salud. Dicho encuentro trabaja con “Comisiones Organizadoras Regionales” que funcionan de manera permanente en Buenos Aires, Rosario, Mendoza y La Plata, y suele realizar durante el año pre-encuentros en las distintas ciudades. Hasta el momento se han realizado encuentros en Buenos Aires (2011 y 2012), La Plata (2013), Rosario (2014) y Mendoza (2015).

El Encuentro de Prácticas Comunitarias en Salud es un conjunto de servicios, instituciones, ONGs, agrupaciones políticas, sociales y profesionales, agrupaciones estudiantiles, organizaciones vecinales, micro-emprendedores, equipos de atención y personas del campo de la salud mental de todo el país, articuladas en red en pos del desarrollo de la salud comunitaria.

El mes pasado, cuando visitó Córdoba para participar del Pre Encuentro de Prácticas Comunitarias en Salud, Vicente Zito Lema rescató el “valor de eso” de las prácticas comunitarias frente al “valor de cambio” que propone la medicina hegemónica, que -dijo- “transforma todo en un negocio”, hasta lo más sagrado, “como es nacer y morir”. Frente a esos paradigmas, las resistencias se multiplican y se hacen oír. Movilizaciones como las del viernes, encuentros como el programado para noviembre, no hacen más que evidenciar que hay un creativo reverso de potencia social al “pragmatismo neoliberal” propuesto por el macrismo.

Fuente: http://revistazoom.com.ar/micropoliticas-del-deseo-y-macri-politicas-del-encierro/

Fuente:

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=218056

Fuente imagen

https://lh3.googleusercontent.com/aQLLlA8akO-uLmO6fipR9T33-jkcbdBBaTOlSbrPYG7VVE6RFwppVSlEmB5VaKSia5L2Y-g=s85

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III. Niveles de reflexión ética por Ricardo Maliandi

III.l. Concepto de «reflexión» y sentido de sus «niveles» La reflexión, como vimos, es una intentio obliqua, un acto por el que el sujeto se convierte en objeto de sí mismo: como en un espejo, se refleja (y tal es el sentido etimológico del término). Es una autoobservación de la que tiene que surgir alguna forma de autoconocimiento. Puede entenderse entonces como una operación que la conciencia humana lleva a cabo en el marco de su propio carácter de «autoconciencia» o «apercepción». La posibilidad de esa «toma de distancia» con respecto a lo propio constituye de por sí un problema. Algunos pensadores han tratado de explicarla desde la antropología filosófica. Helmuth Plessner, particularmente, la vincula con lo que llama la «posicionalidad excéntrica» propia del hombre.1 Sostiene que, a diferencia del animal (que tiene una posición «frontal» respecto de la esfera en que vive, es decir, de su «mundo circundante»: Umwelt, y se constituye en «centro»), el hombre se halla siempre en una posición «excéntrica» con relación a su esfera, que es la del «mundo» (Welt). Pero, además, el animal no tiene «vivencia» del centro que constituye, o sea, carece de vivencia de sí mismo, mientras que en el hombre el centro se desplaza, toma distancia y provoca una especie de duplicación subjetiva: por ejemplo, el hombre siente que «es» cuerpo, pero también que «tiene» cuerpo. De ese modo puede saber sobre sí, contemplarse a sí mismo, escindiéndose en el contemplador y lo contemplado. Tal escisión representa a la vez una «ruptura», una hendidura entre el yo y sus vivencias, en virtud de la cual el hombre queda en dos lados a un mismo tiempo, pero también en ningún lado, fuera del tiempo y del espacio. Al encontrarse simultáneamente en sus «estados» y «frente a sí mismo», como objeto, su acción vuelve también constantemente sobre sí: el hombre 86 hace a sí mismo. Tiene que vivir «conduciendo su vida», ya que, de modo permanente e ineludible, se encuentra con esa vida.

Se puede poner en duda, sin embargo, que siempre, absolutamente siempre (o, al menos, en todos sus estados conscientes) el hombre esté en actitud «reflexiva». O quizá haya que distinguir también aquí un sentido estricto y un sentido lato. Este último abarcaría ese permanente «encontrarse» del hombre con su propia vida, así como la conciencia de conducir esa vida. Podría entenderse «reflexión», en sentido lato, no obstante, como toda forma de «meditación» (aunque el objeto de una meditacón determinada no fuera algo del propio sujeto meditante). En sentido estricto, en cambio, reservaríamos la palabra «reflexión» para los casos en que es «clara y distinta» la actitud en que el pensamiento, mediante un giro de ciento ochenta grados, por así decir, se vuelve sobre sí mismo. Una cosa es mostrar cómo la reflexión (en sentido estricto) es «posible». Otra, muy distinta, sostener que ella es «inevitable». Creo que hay que admitir también la existencia de estados prerreflexivos de la conciencia humana, estados en que la atención está totalmente volcada hacia «afuera», hacia lo otro de sí, y en que, sin que se haya perdido la «posicionalidad excéntrica», se adopta una —al menos provisoria— posición «frontal»

Pero lo que posibilita la reflexión no es sólo la «posicionalidad excéntrica». Esto constituye sin duda un factor fundamental y necesario, pero no suficiente. No basta comprender que uno no es el «centro» del mundo, sino una «perspectiva» sobre él, junto a otras innumerables perspectivas. Para que la reflexión en sentido estricto y, sobre todo, la reflexión deliberada, se haga posible, tiene que haberse producido la contraposición con otras perspectivas, el intercambio comunicativo con ellas. Es decir, tiene que haber diálogo, y especialmente tiene que haber diálogo argumentativo, tiene que haber «discurso»

La cuestión que nos interesa ahora es la de los «niveles» de reflexión. De nuevo nos valemos de una imagen metafórica, y podemos pensar entonces lo «prerreflexivo» como un plano, o estrato, o nivel, por «encima» del cual se establecen distintos planos, estratos o niveles «reflexivos». El primero de éstos corresponde a la reflexión espontánea, natural, cotidiana. De ese nivel resulta fácil distinguir el nivel propio de la reflexión voluntaria e intelectualmente deliberada, sistemática, ordenada, atenta incluso a pautas metodológicas. Ahí estamos ya en la razón reflexiva o, si se prefiere, en la reflexión raciocinante. En ambos niveles estamos, sin embargo, volviendo la atención sobre nosotros mismos, sobre algo que nos es propio, sea como individuos o como especie. Y eso lo expresamos lingüísticamente. Otro nivel de reflexión posible, entonces, es el de la atención vuelta precisamente hacia esa expresión lingüística, y que tiene que expresarse en un «metalenguaje». Y aun podemos imaginar un cuarto nivel, en el que la reflexión, paradójicamente, toma ya tanta distancia que parece «enderezar» la intentio, o sea, deja de ser, precisamente, una reflexión. Veamos cómo funciona esto en el caso del ethos.

Fuente :

file:///C:/Users/Administrador/Downloads/1168267072.Niveles%20de%20reflexi%C3%B2n%20%C3%A9tica%20_%20Maliandi.pdf

Fuente imagen:

https://lh3.googleusercontent.com/SjZagcmyNX0pAXd26pGHjgG4_j6QSCVjSPy5jcXDK56-jeQVSd_u8QP2SZX1mcZOuRY-EA=s85

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Alice D. Millionaire—Owsley and the Counterculture

Por: Ron Jacobs

Ken Kesey, the late author and psychedelic ranger, once told a High Times interviewer that “Acid ended the Vietnam War….Acid was a blessed thing, a powerful thing.” While he obviously didn’t mean the first part of his statement to be taken literally (after all, it was the defeat of the US and their client forces in southern Vietnam by the national liberation forces that ended that debacle), what he did mean was that the mass consumption of LSD in the 1960s and early 1970s by young people in and out of the military changed their consciousness to the extent that the war and its purpose became ever more meaningless in their minds. Soldiers and civilians alike just saw the whole exercise for what it was—a bloody festival of death celebrated for the benefit of profit and power.

Of course, LSD (or acid) had its casualties, too. It is not my intention to dismiss them or the harm the drug caused. Overall, however, I am of the opinion that the consciousness-expanding effects of LSD were beneficial to the world at large. Originally only available via Sandoz Laboratories and for what were termed professional reason, it wasn’t until the mid-1960s that acid began being manufactured by chemists not connected to the world of professional research. Of those black market chemists, it was a maverick individual named Augustus Owsley Stanley III who was both the first and the most famous.

In fact, there was a shining moment, at least in the expanded minds of some, when that chemist named Owsley was like a demigod; a combination of Dionysius, Hermes and Owsley himself. His wares were legendary and their magic was beyond description. Motivated by a desire to make the people in the world he communed with more aware of that which is inside the human experience and as yet undiscovered, he made and distributed at least a million hits of the elixir called lysergic acid diethylamide-25. When his first batches were made and distributed, LSD was still legal. However, on October 6, 1966, it became illegal and was classified as a Schedule One substance. Despite the change in laws, Owsley continued to manufacture and distribute his product. For obvious reasons having to do with the law, he tried to keep his name out of the limelight, but some of his champions would have none of that. Eventually, as Robert Greenfield tells it in his new biography of Owsley, titled Bear: The Life and Times of Augustus Owsley Stanley III, Owsley was being touted as the king of LSD in one of the most popular magazines of the period, Life. As noted previously, the notoriety was not something he wanted.

According to the legend, and confirmed by Greenfield’s biography, Owsley was an eccentric and unique individual. He was also extremely intelligent, creative and forceful. In regards to that intelligence, Greenfield begins his book with guitarist Jerry Garcia’s comment on Owsley: “There’s nothing wrong with Bear that a few million less brain cells wouldn’t cure.” For those who don’t know, Garcia and Owsley’s friendship went back to the early days of the Sixties counterculture and the events organized (and I use the term in a rather loose way) by author and LSD advocate Ken Kesey and his crew of artists and clowns, the Merry Pranksters. The band Garcia played in—the Grateful Dead—were the musical entertainment for these gatherings and Owsley became their sound engineer and advocate. His dedication to perfection was present not only in his manufacture of LSD, but also in his drive to create the perfect sound system for the band.

Greenfield captures a bit of all of this and more. Like any biography of someone who was adamant about not leaving a paper trail and generally just a fairly private person (which certainly describes Owsley), Greenfield’s text is a valiant effort to create a coherent and relatively linear story about a human who was certainly coherent but did not necessarily live the most linear of lives. In part, this biography is just another version of the story so often told about the Sixties counterculture in the San Francisco Bay Area. What makes it different from those other tales, though, is that the story is told this time through the eyes of a man who wasn’t a musician, or an activist, or even necessarily a hippie. Yet, it was the product of what I would call his alchemy that inspired the directions those artists, activists and hippies all took. LSD was crucial to the cultural upheaval that the decade known as the Sixties is identified with. The LSD made by the man we called Bear was some of the best. His influence is immeasurable. Robert Greenfield does a damn good job of telling us why that is so.

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