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Democracia y educación

Por: Sebastián Puglisi

Lejos vemos en el tiempo aquel 30 de octubre de 1983. Hoy no solo los radicales, sino casi todos quienes orillamos los 50 años, seguramente no podamos olvidar aquellos discursos imperdibles de la campaña a la presidencia del Dr. Alfonsín cuando sostenía que con la democracia se comía, se curaba y se educaba. ¿Qué nos pasó en estos 33 años?

Seguramente no es novedosa para el lector la afirmación de que mucha gente no se siente representada por los dirigentes políticos. La dirigencia política cayó en un descrédito, en muchos casos provocada por impericia o corrupción de quienes ocupamos cargos en los departamentos ejecutivos de cualquier jurisdicción, en los poderes judiciales o bien en cargos de representación parlamentaria.

Los partidos políticos y quienes integramos sus filas, debiéramos estar profundamente preocupados por ello, porque esa falta de confianza hiere, lastima a la democracia.

Como sostiene el politólogo florentino Giovanni Sartori, los partidos políticos son organizaciones formadas por grupos de personas que compiten en elecciones con la intención de ganar cargos representativos a efectos de organizar la sociedad y el estado, de acuerdo con la ideología e intereses sociales que representa.

Pero los partidos políticos, ¿a quiénes representan? ¿qué ideología e intereses representan? ¿qué partido político representa los intereses de cada sector? En Mar del Plata, ¿qué partido político representa a cada sector? ¿en cuántos sectores está dividida nuestra comunidad?¿qué formación tenemos los ciudadanos para poder comprender esto? ¿cuánto hacemos desde las estructuras partidarias para esclarecer esta situación?

Pareciera que algunos partidos políticos y desde hace un tiempo ya, han dejado de lado la idea de representar a distintos sectores, armando y rearmando su discurso de acuerdo a conveniencias de ocasión. En plenas campañas electorales observamos que no comunican qué cuestiones proponen a los ciudadanos, en caso de llegar al poder.

De hecho, han pasado varias rondas electorales en las que algunos partidos políticos no presentan, siquiera, plataforma electoral. Simplemente hay slogans de campaña armados por alguna agencia de publicidad que desinfla de contenido e ideología, la contienda electoral.

La democracia, desde mi punto de vista, es impensable sin partidos políticos, aunque se ponga en discusión su importancia y la de sus dirigentes.

Pensemos a nivel de pago chico, pensemos a nivel local. Qué saludable sería en Mar del Plata generar debate acerca de la ciudad que queremos los distintos partidos políticos, las estrategias para alcanzar esa situación deseada y eso ponerlo a consideración del electorado.

Pero no, simplemente reaccionamos como oposición a decisiones del ejecutivo de turno o sostenemos posturas a veces caprichosas, en caso de ser ejecutivo. Ideas que, en muchos casos, no propusimos en campaña electoral y no las comunicamos a la ciudadanía.

A algunos partidos políticos en nuestra ciudad hay que nutrirlos de ideas propositivas, hay que generarles espacios en los que se pueda pensar y repensar la ciudad que queremos. Y eso hay que comunicarlo. Celebremos y recuperemos la diferencia entre espacios políticos. Recuperemos banderas históricas y repensémoslas si es necesario, porque un partido político sin banderas que defender, es una caja vacía. Es simplemente la voz de dirigentes aislados con ideas propias, que a veces no representa ni la voluntad de sus afiliados.

De tanto en tanto aparecen algunos personajes que ostentan no pertenecer a ninguna estructura partidaria, pretendiendo que ello le de credibilidad y asepsia. Pero quienes se erigen individualmente, generalmente sin formación política, sin militancia, sin conocer los problemas de la comunidad no hacen más que ser oportunistas perseguidores de un salario oficial.

Volvamos a creer que podemos nutrir y mejorar los partidos políticos, aunque parezca utópico. Tenemos, quienes militamos en estructuras partidarias, la obligación de ir hacia la utopía. Decía el fantástico escritor uruguayo Eduardo Galeano: “La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para qué sirve la utopía? Para eso…para caminar”.

Y sin dudas es la educación quien nos ayudará a caminar, es la educación que nos ayudará a ir en busca de la utopía. Es la educación la que nos permitirá comprender los problemas de nuestra ciudad y nos ayudará a encontrar su solución. La formación de los afiliados a los partidos políticos les permitirá comprender mejor los problemas comunes para que sean las propias estructuras quienes den mandato y opinión a sus dirigentes.

La educación no puede resolver todos los problemas de nuestra ciudad, pero los problemas de nuestra ciudad no se resolverán sin educación. Y como ejemplo puedo nombrar dos de ellos: el tránsito y la higiene urbana.

Pensemos por un instante si no será con educación cómo se resolverán de fondo (pues coyunturalmente podrá ser con otros mecanismos) estas dos cuestiones que nos golpean desde hace tiempo en Mar del Plata y no nos permiten vivir mejor.

Los partidos políticos y quienes los integramos, debemos apostar a la formación de jóvenes capaces de encarar procesos de cambio que permitan a las futuras generaciones vivir mejor. Y somos, quienes militamos en ellos, los que debemos instar a la educación, comprendiendo que los problemas de la democracia, se resuelven con más democracia y con más educación. (Algunos partidos lo hacen, otros estamos en deuda.)

Más democracia para permitir y permitirnos tener partidos que generen alternancia en el poder, que se controlen unos a otros, que puedan pasar de ser oficialismo a oposición y de oposición a oficialismo. Que les toque conducir y controlar políticas públicas, alternadamente.

Y más educación para poder generar espacios serios de formación de dirigentes que puedan ganarse la confianza de nuestros convecinos.

Porque como decía Alfonsín con la democracia se educa, pero también con más educación, se mejora la democracia. Ojalá las convicciones de aquél Raúl Alfonsín iluminen nuestro camino. Si no lo hacemos pronto, estaremos en un problema democrático serio.

Tomado de: http://www.lacapitalmdp.com/democracia-y-educacion/

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Simón Rodríguez ¿Cuál Educación?

Desde el cielo inmenso de su praxis se puede escuchar el grito poderoso del más avanzado filósofo-científico conocido por la educación latinoamericana ¡América tiene que ser original! Originales han de ser sus instituciones y su gobierno, y originales los medios de fundar uno y otro ¡O inventamos, o erramos! Este es nuestro Simón Rodríguez, el más prominente educador nacido en estas tierras, el 28 de octubre hace 247 años en aquella Caracas colonial, donde breves décadas después surgiría la revolución independentista que aún hoy continúa.

Muchas de sus ideas estuvieron adelantadas por siglos a sus tiempos y como suele suceder en la historia, en su momento no fueron valoradas. Debieron esperar años y años para que fuesen comprendidas, asumidas y practicadas por diversidad de teóricos en todo el mundo. Y en este sentido es sensato recalcar, como siempre desde la autocrítica rotunda que nos mueve el alma, no hemos sido precisamente los educadores venezolanos en bloque quienes hemos asumido con la preponderancia pertinente, al «Sócrates de Caracas» como lo llamaba Bolívar.

Y más allá de asumir a nuestro Robinson por mera empatía nacionalista, se trata realmente de promover la comprensión de su legado teórico-práctico pues contiene las claves fundamentales para transitar hacia el sistema educativo que necesita la democracia participativa y protagónica de la Venezuela Bolivariana del siglo XXI. Allí dentro están esperando incólumes las bases para que avancemos a un estadio cualitativo del proceso bolivariano, a otra etapa, donde además de promover «las miles» de comunas, escuelas y hogares construidos (por ejemplo), se estudie, comprenda y promueva el cómo se está desarrollando la vida cualitativamente en esos hermosos alcances cuantitativos.

Sin embargo sería mezquino evitar decir específicamente de la educación, que han sido extraordinarios los logros, al punto que debieron ser reconocidos por la mismísima UNESCO, que no puede ser señala de chavista por cierto. Solo en educación universitaria a través de la Misión Sucre y la Misión Alma Mater la matrícula se ubica como la quinta más alta porcentualmente en el planeta y la segunda en América Latina. Aquí logramos democratizar radicalmente la posibilidad de profesionalizarnos a través de la educación.

Ha sido enorme el avance pero creo con convicción que llegamos al momento de preguntarnos si es esto suficiente. La educación como la conocemos, en la que nos hemos instruido y formado, ha sido contraria al principio de la originalidad convocado por nuestro Robinson. Ha sido copia de la educación que ha necesitado el sistema del capital para su reproducción y el problema principal con ello, es que esta forma educativa está adecuada a las condiciones, potencialidades y vulnerabilidades ecosistémicas de las zonas norteñas del planeta distintas a las nuestras en el Sur, en correspondencia con nuestra historia y cultura. Llegó el momento de avanzar a otras perspectivas educativas para percibir la vida y Simón Rodríguez nos da las pautas con la rebeldía de su obra, su fraseo corto, su expresión sinóptica y su comprensión crítica-sistémica de la realidad.

El proceso histórico bolivariano nos conllevó a la independencia política y es momento de trascender a la independencia económica, científica y tecnológica, lo cual solo será posible con otro modelo educativo, con otra percepción y proyección de nuestra realidad, con prácticas que tengan base en el bagaje construido por la experiencia de toda la humanidad, si, pero a su vez con prácticas que no han sido develadas aún por la comprensión humana. Para que podamos desarticular las tramas de opresión, explotación y dominación que subsisten en la sociedad venezolana y configuremos una nueva socialidad desde la vida cotidiana. Debemos alcanzar esa poderosa premisa robinsoniana que nos está pendiente del educar radicalmente, emocionalmente, con profundidad para aprender haciendo y trascender la simple instrucción. Tenemos pendiente educar como lo hizo el Simón maestro con Bolívar. Una educación que nos encienda la luz y nos abra el corazón como a Bolívar, para lo grande y hermoso, la libertad y la justicia, para la nueva vida. Simón Rodríguez VIVE.

Tomado de: http://www.aporrea.org/educacion/a236269.html

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Educación pública se vende

pablo-imen

Cambiar el Estatuto, suprimir las juntas, evaluar docentes, denunciar ante la justicia a los estudiantes díscolos, concebir a la educación como mercado constituyen las piezas del proyecto educativo macrista.

Las Juntas de Clasificación y Disciplina son órganos de gobierno del sistema educativo de la Ciudad, y se encargan de resolver a propósito de la vida laboral de los docentes de las escuelas públicas: allí se decide sobre traslados, ascensos o sanciones de los enseñantes. Hasta hoy esas atribuciones se realizan a través de las juntas, que son colegiados compuestos por representantes de los propios docentes y también por representantes del Estado de la Ciudad.

El ministro Bullrich a través de la Legislatura está intentando desmantelar estos órganos y unificarlos en una Oficina Única de Clasificación subordinada al ministerio correspondiente. Los argumentos defendidos por el oficialismo PRO son dos: la presunta ineficiencia y la posible falta de transparencia de las juntas que, insistimos, incluye representantes del Poder Ejecutivo. Y sin decir “agua va” introducen un proyecto de ley alegando que el estilo PRO es, a pesar de esa política de hechos consumados, dialoguista. Curioso modo de dialogar.

La discusión sobre los mecanismos de evaluación del trabajo docente nos dicen acerca de qué significa trabajar bien. Y trabajar bien presupone que la educación tiene objetivos claros, y medios para llevarlos adelante. Una cosa es si los fines educativos apuntan a formar ciudadanos conformistas y trabajadores dóciles y otra muy distinta es si la propuesta es formar hombres y mujeres libres, con autonomía de pensamiento, que desarrollen todos los aspectos de su personalidad, capaces de construir un proyecto colectivo de presente y de futuro. En uno y otro modelo pedagógico se enseña Matemática, Lengua, Historia, Ciencias Naturales y Sociales, se hace deporte… pero el modo de encarar esos conocimientos, esas relaciones pedagógicas, organizar el proceso de enseñanza-aprendizaje, evaluarlos son enteramente distintos.

TRANSPARENCIA, DIÁLOGO Y EFICACIA. La legisladora PRO Victoria Morales Gorleri pone en entredicho la transparencia y eficacia de las Juntas de Clasificación. Deja entrever también que la dependencia del Poder Ejecutivo y la normalización de las calificaciones docentes hace prácticamente innecesarias las juntas. El planteo encarna el verdadero sueño del tecnócrata, que supone que el acto pedagógico puede traducirse a una simple cuantificación de puntos que se comparan y, cual mecanismo mercantil, gana el que más puntos consigue. El que más puntos tiene es aquel que hizo más cursos, cada uno de los cuales tiene un puntaje asignado.

La primera objeción al planteo es el supuesto de que el Poder Ejecutivo despliega prácticas dialoguistas, transparentes y eficaces. No tenemos certeza acerca de quiénes designaron a Ciro James, Jorge Fino Palacios, Osvaldo Chamorro o Abel Parettini Posse pero tenemos todo el derecho a dudar de la eficacia, transparencia y democracia en nombramientos de personas que tienen innegables responsabilidades sobre la vida pública y social de la Ciudad.

La segunda objeción es la perspectiva que plantea el presupuesto tecnocrático de que si un docente hace un posgrado enseñará mejor. No hay ninguna evidencia de que esto ocurra, y suele haber una relación más bien opaca entre los niveles de perfeccionamiento y el desempeño en las instituciones educativas. Como hace casi dos siglos señaló Simón Rodríguez, maestro de Simón Bolívar: “El título de maestro no debe darse sino al que sabe enseñar, esto es, al que enseña a aprender; no al que manda a aprender o al que indica lo que se ha de aprender, ni al que aconseja que se aprenda. El maestro que sabe dar las primeras instrucciones, sigue enseñando virtualmente todo lo que se aprende después, porque enseñó a aprender.”

El enseñar a aprender se combina con el enseñar a pensar, según nos enseña Simón Rodríguez: “‘no será ciudadano el que para el año de tantos no sepa leer y escribir’ (han dicho los Congresos de América). Está bueno, pero no es bastante. (…) ¿qué leerá el que no entiende los libros? ¿de qué hablará el que no tenga ideas? No será menester ir muy lejos a buscar un ejemplo, con qué responder a estas preguntas. (…) IDEAS!…IDEAS! primero que las LETRAS.”

De estas sustantivas definiciones acerca de lo que esperamos de un buen maestro deben quedar claras dos cosas: que la cantidad de cursos que realice no tienen ninguna incidencia en su práctica si no se liga a una reflexión individual y colectiva de los conocimientos o métodos incorporados en su perfeccionamiento en relación a su práctica. Segundo, que hay que generar condiciones para que el docente pueda enseñar bien, que estas condiciones son materiales, simbólicas e institucionales. La política educativa del macrismo, a contramano de estas imprescindibles necesidades para la buena educación, ha desplegado medidas que van en sentido contrario: empeoramiento de las condiciones materiales de las escuelas, retroceso en los salarios docentes, quita de las jornadas de reflexión, vaciamiento de los ámbitos de formación como el Cepa, prácticas autoritarias y persecutorias. La política educativa macrista es también un proyecto político pedagógico basado en el autoritarismo, la mercantizacion educativa y la desresponsabilización estatal. Así, para Bullrich la idea de calidad podría resumirse como sigue: se trata de expertos que elaboran contenidos , empresas editoriales que los traducen en manuales, docentes que aplican ese paquete pedagógico sobre alumnos que son medidos en exámenes estandarizados que promueven premios y castigos, a los propios estudiantes y, por supuesto , a los docentes. Puede concluirse que según este modelo, la buena educación implica la formación de repetidores de conocimientos ajenos a las necesidades, intereses y contextos de la propia comunidad educativa.
Este proyecto tiene algunas consecuencias que cabe enunciar. Primero, reduce el acto pedagógico a una práctica enajenada y enajenante tanto para los docentes como para los alumnos. Esos conocimientos en lugar de ser instrumentos para comprender y actuar en la realidad se convierten en instrumentos de sometimiento y amenaza frente al dispositivo evaluador. Segundo, promueve la desigualdad y la competencia como valores que sustentan la lógica de la medición y comparación. La escuela pública es un lugar que debe propiciar la igualdad y los aprendizajes: una escuela que no enseña a aprender a los más vulnerables es como un hospital que sólo atiende a los sanos. Y la existencia de maestros que enseñan mal no puede ser un objetivo aceptable para una política educativa pues el costo lo pagan los niños, vulnerándose su derecho a la educación.

Niños que aprendan y maestros que enseñen es la fórmula para una política democrática y eso no se logra ni con la expulsión de los estudiantes ni con la amenaza a los docentes. Es preciso desarrollar mecanismos colaborativos, participativos, con tiempos institucionales que permitan ir construyendo una educación ciudadana y emancipadora. Una educación para la justicia, para la igualdad, para la participación. Claro, nada de esto está en los planes neoliberal-conservadores de Mauricio Macri y sus ministros de Educación. Cambiar el Estatuto, suprimir las juntas, evaluar docentes, denunciar ante la justicia a los estudiantes díscolos, concebir a la educación como mercado constituyen las piezas del proyecto educativo macrista. Es por eso que Esteban Bullrich envió en septiembre una carta a los docentes que se habían inscripto voluntariamente en las evaluaciones que se prevén realizar: “Queremos compartir con ustedes la alegría que nos produce que la cantidad de inscriptos haya superado las expectativas poniendo a la convocatoria al nivel de las primeras que tuvieron experiencias exitosas como… Chile.” A confesión de partes, relevo de pruebas.

Tomado de: http://www.centrocultural.coop/blogs/nuestragente/2011/10/11/educacion-publica-se-vende/

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Primera carta al nuevo ministro o ministra de Educación

Por: José Antonio Marina

Hemos entrado en la sociedad del aprendizaje. Esta situación obliga a una mirada ambiciosa. Tenemos que pensar el “sistema educativo” en su totalidad, y no sólo el “sistema escolar”

Una carta de José Antonio Marina al nuevo ministro.

 

Distinguido amigo/a:

En esta misma sección he defendido la idea de que en un Gobierno que intente afrontar la modernización de España, su ministerio debería tener un rango especial. Una vicepresidencia, por decirlo de una manera gráfica. En esta carta quiero explicarle las razones para convencerle, aunque supongo que ya lo estará, de la especial transcendencia de su puesto.

El mundo entero se encuentra en estado de emergencia educativa. Se impone lo que denomino la Ley del equipo UP, porque ha sido él quien la ha definido mejor: “Para sobrevivir, las personas, las empresas o la sociedad necesitan aprender al menos a la misma velocidad con que cambia el entorno; y para progresar, deben hacerlo a más velocidad que el entorno”. El nuestro cambia muy deprisa, y por ello nuestros sistemas de aprendizaje, a todos los niveles, deben ser potentes, universales y eficientes. Hemos entrado en la learning society, como sin duda sabe. Y esta situación obliga a una mirada ambiciosa y lúcida. Tenemos que pensar el “sistema educativo” en su totalidad, y no sólo el “sistema escolar”. Me parece un caso de miopía que siempre que en España se habla de “pacto educativo”, en realidad se está hablando de “pacto escolar”, y esto no es suficiente.

Cuando la sociedad, ante un problema social, pide a la escuela que intervenga, olvida que la escuela es parte de la misma sociedad que padece el conflicto

Resulta muy clarificador comparar el mundo de la educación con el mundo de la salud. En ambos casos queremos que cada uno de los miembros de la sociedad disfrute, en un caso, de buena salud y, en el otro, de buena educación, es decir de aquella que facilite su desarrollo personal, su progreso profesional y su aportación a la sociedad. En las naciones desarrolladas pensamos que existe un derecho a disfrutar de ambas cosas y que el Estado debe garantizar el acceso a ese derecho. ¿Cómo se puede satisfacer?¿Quién tiene que hacerlo? Comencemos por la salud. La respuesta más elemental es el Sistema sanitario. Una buena cobertura médica y farmacéutica. Sin duda, esto es imprescindible. Pero también lo es la investigación científica, la transferencia de esos conocimientos a la industria, la lucha contra la pobreza, el control de los alimentos, de la salubridad de las aguas y de  la polución, la eliminación de situaciones graves de estrés social que dañan la salud psíquica y, por supuesto, el modo de vida de cada ciudadano, sus hábitos higiénicos, etc. Propongo denominar a todo este complejo científico, social, médico, estatal, personal, Sistema nacional de salud, del que formaría parte importantísima, por supuesto, el Sistema sanitario.

La tarea del ministerio

Pasemos a la educación. Nuestro objetivo es tener un sistema educativo que permita a cada uno de los ciudadanos adquirir la mejor educación posible. Voy a aparcar este tema que, por supuesto, excedería la dimensión de un artículo, para centrarme en precisar lo que es el “sistema educativo”. La buena educación de una persona depende de muchos agentes. La familia, la escuela, los compañeros, el entorno social y económico, los medios de comunicación y, por supuesto, el sujeto de la educación, sea niño, adolescente o adulto. Todos forman un sistema, del que el “sistema escolar” es solo un fragmento. Una institución, sin duda, muy importante, pero que no es una burbuja aislada, sino que forma parte de una sociedad, de sus virtudes y de sus vicios. Cuando la sociedad, ante un problema social, pide a la escuela que intervenga para resolverlo, olvida que la escuela es parte integrante de la misma sociedad  que padece el conflicto. Sin embargo, la educación, a través de los sistemas formales, o de las influencias informales es la encargada de hacer progresar a la sociedad. Pero es todo el sistema educativo, no solo el sistema escolar, aunque el sistema educativo formal –escuela y Universidad- debería ser el centro reflexivo, impulsor, y coordinador de ese dinamismo. Y es tarea de su ministerio promoverlo.

En mi segunda carta, le expondré mi opinión sobre el sistema escolar y sobre lo que sería conveniente hacer, aprovechando la experiencia nuestra y de otros países, pero en esta quiero insistir en que el “efecto escuela”, es decir, su influencia educativa es limitada. El nivel socioeconómico y cultural de las familias, su estilo de crianza, la presión de los iguales, la cultura ambiente, las expectativas que la sociedad ofrece, su capital social, tienen en conjunto mayor influencia que la escuela. Le ahorro una inacabable bibliografía, que puedo poner a su disposición si le interesa. Si queremos que la escuela pueda ejercer su benéfica influencia, tenemos que atender a su complejo entorno. Hace dos siglos y medio, Montesquieu escribió en ‘Del espíritu de las leyes’ una frase que describe esta situación: “Recibimos tres educaciones distintas, si no contrarias: la de nuestros padres, la de nuestros maestros y la del mundo. Lo que nos dicen en la última da al traste con todas las ideas adquiridas anteriormente”. Todo esto nos obliga a pensar que la mejora de la escuela necesita un “pacto educativo” más allá de la escuela, que debe atender a las familias, a los barrios, a las ciudades. Que debe implicar  también a los ayuntamientos, los servicios sociales, al sistema sanitario, a los organismos de protección de la infancia, a las Fundaciones con fines educativos, a las iglesias, a las empresas, a toda la administración pública, etc. Todos educamos, queriendo o no, por eso sería interesante elaborar una Carta de los deberes educativos de los ciudadanos.

La educación y la empresa

El sistema escolar enlaza por un extremo con las familias, con los servicios de asistencia social, los pediatras, las instituciones que protegen a la infancia, y por el otro con la Universidad, la formación profesional y el mundo del trabajo. A su vez, este sector se prolonga con la empresa, con el mundo económico. Hay empresas que están dedicando grandes esfuerzos –dentro de su concepto de Responsabilidad Social Corporativa- a la educación: Google, Cisco, Huawei, Telefónica, por ejemplo. Debería establecer usted una colaboración flexible con ellas, implicarlas en la educación, animarles a que aporten conocimientos y fondos. En este momento, las corporaciones dedicadas a la tecnología de la información van a tener una gigantesca influencia educadora, que debemos aprovechar (y modular). Sin contar con la empresa no se podrá poner en marcha una Formación profesional dual, como todo el mundo reclama. Y tampoco se producirá una transferencia de conocimiento eficiente entre la universidad y el mundo empresarial.

Las familias tienen que aprender, y también niños, adultos, ancianos, empresas, docentes, políticos, profesionales, iglesias, sindicatos

Cambiar un sistema es complejo, por eso espero que domine usted el pensamiento sistémico, capaz de captar las interacciones. Por ejemplo, cada vez se ve con más claridad que vamos a necesitar un “aprendizaje a lo largo de toda la vida”. ¿Quién se va a ocupar de fomentarlo? Es evidente que dentro ese “sistema educativo ampliado” deben integrarse los cursos de formación para el empleo. En el curso pasado, cuatro millones y medio de personas siguieron estos cursos, y la participación en formación continua de las empresas aumentó del 27% al 75%. Hay más de 400.000 empresas que reciben bonificaciones para formar a sus empleados. El dinero público que se emplea en formación asciende a 2000 millones de euros al año. Una cifra respetable que procede de las cuotas para Formación profesional pagadas por trabajadores y empresarios. Confiamos nuestro progreso en la fórmula I+D+i, pero se nos olvida un factor común: la A de aprendizaje. La fórmula mágica es A(I+D+i). No podemos investigar, fomentar el desarrollo o innovar, si no aprendemos previamente a hacerlo.

Todo esto exige la colaboración de diferentes instituciones: escolares, culturales, económicas, laborales, de asistencia social, sanitarias, fundaciones,  sindicatos, iglesias, ONGs del dominio educativo, empresas.  Y estas tienen relación con diversos ministerios. Por eso, le decía al principio que un Ministerio de educación que se tome en serio su tarea debe poder pedir o exigir la colaboración de otros Ministerios. De ahí su mayor jerarquía.

Señor Ministro o señora Ministra: le sugiero que inicie una gran movilización educativa de toda la sociedad. Despierte la pasión por aprender. Busque apoyos dentro y fuera de la escuela. No podemos pretender entrar en una sociedad del conocimiento, si primero no fomentamos una “cultura del aprendizaje”. Las familias tienen que aprender, y también los niños, los jóvenes, los adultos, los ancianos, las empresas, los docentes, los políticos, los profesionales, las iglesias, los sindicatos. No quiero ponerme apocalíptico en mi despedida. Sin embargo, creo que España, que perdió el tren de la Ilustración, y el tren de la industrialización, puede convertirse en el bar de copas de Europa si perdemos el tren del aprendizaje.

Tomado de: http://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/educacion/2016-11-01/carta-nuevo-ministro-educacion_1283165/

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Educación y estado, contra la pared

Por: Alberto Chiu

Todo parece indicar que el anunciado “fin del viacrucis financiero” en el rubro educativo está no solamente lejos de alcanzarse, sino que se avizora que será un viacrucis de muchas más estaciones, mucho más dolorosas, que lo que se creía.

Sobre el asunto han hablado con NTR Medios de Comunicación dos ex secretarios de Educación a quienes les habría tocado ver, de primera mano, la debacle económica que mantiene en estos momentos al sector educativo al borde de un colapso que parece inevitable o, por lo menos, de solución bastante tortuosa.

Se trata de Flavio Campos Miramontes y Marco Vinicio Flores Chávez, quienes ocuparon ese cargo y que, en función de ello, algo deben de saber al respecto, pues en su momento intentaron tomar algún camino similar al propuesto ahora por el gobernador Alejandro Tello Cristerna, con el objetivo de que la Federación se hiciera cargo del peso financiero de miles de maestros que se encuentran en la nómina estatal, y que no fueron absorbidos por la Federación con la reforma educativa.

No hay que olvidar que Flavio Campos fue secretario de Educación en el gobierno de Amalia García Medina, cuando el actual secretario de Finanzas, Jorge Miranda Castro, también ocupaba ese mismo cargo al frente del tesoro estatal.

Y tampoco hay que olvidar que Marco Vinicio Flores fue titular de Educación cuando el actual gobernador Alejandro Tello era… pues secretario de Finanzas también, en el gobierno de Miguel Alonso Reyes.

Vamos, pues, que todos ellos fueron, en sus respectivos sexenios, compañeros de gabinete que debieron haber compartido en ambos momentos la información necesaria para hacer las intentonas de regresar esas plazas a la Federación. Y todos se dieron cuenta de que no se podía.

¿Por qué ahora, pues, se trata nuevamente de jugar la misma estrategia cuando está más que claro que las reglas de operación de los programas no dan para llevar a cabo el traspaso? ¿A quién quieren sorprender o tratar de convencer con un plan que ya fue infructuoso en al menos dos ocasiones? ¿Qué ha cambiado desde la Federación para que ahora lo vayan a aceptar sin más ni más, como lo ha prometido el gobierno actual?

El problema, a decir de los ex secretarios de Educación –que algo han de saber al respecto, insisto–, es mucho más grande que simplemente tratar de hacer que la Federación se lleve esas plazas y se haga cargo de esos maestros. Se trata de un problema del gobierno en su totalidad, y de la manera en la que toda la estructura gubernamental usa –y muchas veces abusa– de los recursos que recibe la entidad.

Tal como reconoció Alejandro Tello Cristerna en la entrevista que dio a NTR Medios de Comunicación, “faltó hacer trabajo” en el tema de los profesores ante la reforma educativa, y seguramente ahora falta todavía más, si se pretende (contrario a las actuales normas) que la Federación se haga responsable de esos casi 10 mil maestros de Zacatecas. Y me queda la duda: ¿a cambio de qué podría aceptar la Federación? Porque hermana de la caridad, me queda claro que no es…

El tema de fondo vuelve a ser, sin duda, el manejo del dinero que se ejerce en Zacatecas, donde, al parecer, siempre se llevan mayores cantidades las propias instancias oficiales –entiéndase la burocracia–, y mucho menos cantidades los sectores más urgidos –léase la sociedad–. ¿Le entrarán a reestructurar la distribución de los recursos? Ahí viene otro viacrucis…

Tomando de: http://ntrzacatecas.com/2016/10/20/educacion-y-estado-contra-la-pared/

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Los derechos humanos y la controversia Cuba-EE.UU.

Por Luis Antonio Gómez Pérez

La Habana (PL) Las diferencias en cuanto al tratamiento del tema de los derechos humanos son en el presente uno de los elementos más controversiales dentro de las conversaciones entre Cuba y Estados Unidos para la normalización de sus relaciones.

Si bien varios en la isla consideran que ese asunto ni siquiera debería ser un punto en la agenda para la regulación de los nexos, el tema amerita discusiones profundas dados los repetidos intentos emprendidos desde la nación norteña para tergiversar el compromiso cubano con la promoción de las referidas garantías y basar en ello parte de su política hostil.

Las discrepancias son relativas tanto a la aplicación a nivel nacional como al ámbito internacional. En esencia, ambos gobiernos divergen en las percepciones y el balance entre los derechos civiles y políticos y los económicos, sociales y culturales. Al margen del limitado compromiso formal estadounidense, Cuba señala a su contraparte hechos y realidades muy criticados globalmente, como la existencia de distintas formas de discriminación racial, la violencia y la pobreza sufrida por aproximadamente el 35 por ciento de la población de aquel país.

Según la mayoría de las definiciones y conceptualizaciones, los derechos humanos buscan proteger del ser humano la vida, la integridad física, la igualdad y diversas libertades en el ámbito político, civil, económico y cultural mediante su reconocimiento en las normativas internas de cada Estado.

De acuerdo con lo consagrado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos y los Pactos Internacionales de Derechos Civiles, Políticos, así como de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, los mismos tienen cuatro principios: la universalidad, la interdependencia, la indivisibilidad y la progresividad.

Al decir del ex secretario general de la ONU Kofi Annan los derechos humanos están en el centro de todo lo que Naciones Unidas aspira a conseguir en su misión mundial de paz y desarrollo.

Por tal razón los Estados han debatido, negociado y acordado varios centenares de principios fundamentales y disposiciones jurídicas encaminados a proteger y promover toda una serie de garantías civiles, culturales, económicas, políticas y sociales, señaló Annan en un documento del máximo organismo internacional fechado en 2002 (cuando ocupaba la Secretaría General).

‘Cuba siempre ha defendido la universalidad, la indivisibilidad e interdependencia de todos los derechos humanos’, aseguró en octubre de este año el subdirector general de Asuntos Multilaterales y de Derecho Internacional del Ministerio de Relaciones Exteriores de la isla (Minrex), Pedro Luis Pedroso.

Durante una rueda de prensa a propósito de la segunda ronda de conversaciones entre Cuba y Estados Unidos sobre derechos humanos, efectuada en La Habana, el funcionario hizo énfasis en que la mayor de las Antillas realiza una promoción efectiva de esas garantías a lo interno del país y lo proyecta en muchas otras naciones.

Apuntó, además, que, en contraste con el país norteño, La Habana tiene un alto nivel de ratificación de instrumentos internacionales en la materia.

Cabe señalar que, de acuerdo con documentos de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, los tratados internacionales (designados como pactos, estatutos, protocolos, convenios o convenciones) tienen carácter vinculante para los Estados que los ratifiquen o se adhieran a ellos.

Según el sitio web de esa instancia, existen 10 tratados internacionales principales sobre derechos humanos y cada uno de ellos estableció un comité de expertos encargado de supervisar su aplicación por las partes. Algunos de los convenios se complementan con protocolos facultativos relativos a preocupaciones específicas.

Por solo citar unos pocos ejemplos -y con base en la información pública ofrecida en la referida página digital-, mientras que Cuba firmó y ratificó tratados como la Convención para la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer, la Convención sobre los Derechos del Niño, y la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad; Estados Unidos aún no los ha ratificado.

En el caso de la Convención Internacional para la Protección de todas las Personas contra las Desapariciones Forzadas, la rúbrica de la nación norteña ni siquiera ha tenido lugar. Estados Unidos tampoco ha aceptado el procedimiento de investigación relativo a ese tratado.

Tras la mencionada ronda de conversaciones sobre derechos humanos, la parte caribeña trasladó a sus interlocutores (encabezados por Tomasz Malinowski, secretario de Estado adjunto para Democracia, Derechos Humanos y Trabajo del Departamento de Estado) su preocupación por reiterados casos de muertes por armas de fuego y brutalidad policial en territorio estadounidense.

Igualmente mencionó la falta de acceso a la seguridad social, servicios de salud y educación, así como los reportes acerca de casos de trabajo infantil.

No obstante, los mayores cuestionamientos giraron en torno a violaciones cometidas por Estados Unidos contra Cuba, entre ellas la ocupación de un territorio en la suroriental provincia de Guantánamo, donde Washington mantiene una base naval y una prisión en contra de la voluntad del pueblo y el Gobierno de la isla.

Esa última instalación es denunciada internacionalmente como un centro de torturas y violaciones graves de los derechos humanos.

También está el caso del bloqueo económico, financiero y comercial impuesto por Estados Unidos a Cuba desde hace más de medio siglo, el cual es considerado como un obstáculo inmenso para el disfrute pleno de los derechos de los habitantes del país insular.

De acuerdo con informes periódicos del Minrex, no existe un área de la vida cubana que no esté afectada por ese conjunto de leyes, el cual tiene igualmente un marcado carácter extraterritorial pues impide a terceros países relacionarse normalmente con la nación antillana.

‘El bloqueo constituye una violación flagrante, masiva y sistemática de los derechos humanos’, dijo Pedro Luis Pedroso al término de la ronda de conversaciones.

Si el ejecutivo estadounidense quiere realmente impulsar políticas que ayuden a los cubanos, el imperativo es que se eliminen las restricciones en vigor para contribuir decisivamente a desmontar el bloqueo, añadió.

Aunque aquel intercambio evidenció las diferencias entre los dos gobiernos en relación con las concepciones y el ejercicio de los derechos humanos, Cuba hizo énfasis en que la puerta para el diálogo sobre cualquier tema está abierta, eso sí, en todo momento sobre la base de la igualdad y el respeto.

Tomado de: http://prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=36951&SEO=los-derechos-humanos-y-la-controversia-cuba-ee.uu.

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Las PISA y la calidad educativa

Por Enzo Malán Castro

Mucho se habla de las pruebas PISA, y se les hace decir cosas que no dicen. Es decir, se manipulan tendenciosamente los resultados. Las PISA son pruebas estandarizadas internacionales externas. Estas pruebas aportan datos, pero no son palabra de Dios.

Se equivocan aquellos que, a partir de las pruebas PISA, se quedan en el ranking de países. Se equivocan los que se quedan en cuánto se mejoró o no desde la prueba anterior. Se equivocan, porque le piden a la prueba lo que no mide. Es como pedirle a una balanza que mida la temperatura.

La prueba internacional evalúa un conjunto de contenidos que quien realiza la prueba considera que son “los imprescindibles”. Pero quedan muchos otros afuera. Mientras se mide algo de lengua, ciencias y matemática, no se mide ciencias sociales ni conocimiento artístico, etcétera. Por tanto, los currículos (conjunto de aprendizajes) que se esperan en las pruebas PISA no están alineados con el currículo de Uruguay. Puede evaluar conocimientos PISA que en Uruguay no se enseñan, y así con todos los países. Por tanto, poner énfasis en los rankings parece un tanto ineficaz. Es más, el Instituto Nacional de Evaluación Educativa (organismo técnico, creado en la Ley de Educación de 2008) afirma que lo anterior (el desfasaje de currículos) pudiera ser, en sí mismo, una explicación de los diferentes logros.

Por todo lo anterior, las pruebas internacionales no miden calidad educativa. No la miden, porque no tienen en cuenta los contenidos (o sea, lo que se enseña), no tienen en cuenta los contextos diversos y no tienen en cuenta las inteligencias múltiples. Quienes afirman que la calidad de la educación uruguaya es baja o está bajando, a partir de los resultados medidos por una prueba que no mide calidad, están manipulando y siendo falsos.

¿Para qué sirven las PISA?

Las pruebas PISA nos informan sobre el nivel de desempeño, o sea, lo que los estudiantes son capaces de hacer en los contenidos propuestos por la prueba (como ya advertí, hay muchísimos contenidos enseñados en Uruguay que no son considerados por la prueba).

Por supuesto que esto es un insumo útil para tomar decisiones curriculares, técnicas y para trabajar en perfiles de egreso. Para eso sí sirven.

También nos dan otros datos interesantes para elaborar líneas de trabajo. Ejemplifico.

Los desempeños de los estudiantes se relacionan con la composición socioeconómica de los hogares. ¿Qué nos dice ese dato? Que debemos trabajar en esto. De hecho, en 2004 había más de 50% de niños en situación de pobreza. Se trabajó, y hoy hay 18%. Si habrá para seguir trabajando y profundizando a partir de este dato que nos aporta la prueba internacional.

Otras conclusiones que se convierten en líneas de trabajo a profundizar:

La educación privada no es mejor que la pública.

Los alumnos que han asistido a educación preescolar presentan efectos positivos de desempeños en todas las áreas.

El uso de la computadora presenta un efecto positivo y relevante sobre los resultados alcanzados en matemática.

La educación en Uruguay tiene dificultades, nadie las niega. Pero también tiene logros notables. Se está trabajando intensamente en consolidar un proyecto que supone seguir invirtiendo presupuesto en lo edilicio, en salario, en formación docente, en el diálogo con los trabajadores de la educación, entre otras líneas de acción que van configurando un para qué educamos, para qué país y para qué sociedad. Sin duda, hay tarea por delante.

Enzo Malán Castro.

Fuente: http://ladiaria.com.uy/articulo/2016/11/las-pisa-y-la-calidad-educativa/

Imagen: sintinta.com.ar/wp-content/uploads/2013/12/alumnos-rinden-examen1-715×480.jpg

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