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Michuakani: el derecho testamentario a la educación superior

Bertha Dimas Huacuz

La Universidad Intercultural Indígena de Michoacán debe ser entendida como un “bien comunal”, antes que un “bien público”, en el contexto de una economía solidaria y los procesos autonómicos de acción-investigación, enseñanza-aprendizaje y libre discusión de las ideas

El Día Internacional de los Pueblos Indígenas, celebrado cada 9 de agosto por iniciativa de las Naciones Unidas desde 1994, estuvo dedicado este año al tema distintivo del derecho de los pueblos indígenas a la educación, resguardado por la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas.

A pesar de los preceptos de este instrumento internacional cardinal, y de la propia Constitución de los Estados Unidos Mexicanos, el “derecho a la educación” no ha favorecido totalmente –como debería–, a los habitantes de los pueblos y comunidades indígenas de nuestro país. Esto es innegable, lamentablemente, por la existencia de amplias brechas en el acceso a las escuelas, en todos los niveles, aunado a la escasa calidad de la educación que reciben los niños y jóvenes indígenas.

Además de que el analfabetismo entre la población indígena no ha sido eliminado, severa es en sí misma la secuela de rezago educativo que se presenta entre el total de los indígenas que acceden al sistema educativo nacional. Mientras que en México un joven, hablante de alguna lengua indígena, alcanza solamente 5.7 años de escolaridad (en promedio), la educación de un joven no indígena es de 9.4 años.

En este mismo sentido, el 60 por ciento de la población de hablantes indígenas de México, en general, no terminó su educación primaria, en tanto que apenas 33 por ciento cuenta con la primaria completa. Por su parte, sólo el 5 por ciento de este mismo universo poblacional terminó la secundaria; y, aproximadamente, sólo el 2 por ciento alcanzó estudios completos de educación superior.

Esta situación no es nada alentadora, especialmente si se piensa que la educación debería ser el detonador del desarrollo del país en general; y de nuestras comunidades indígenas y rurales, en particular.

Rezago social en Michoacán

Una característica socioeconómica que hace resaltar a Michoacán en el ámbito nacional e internacional, es el elevado número de personas que año con año emigran a los Estados Unidos de América en busca del mínimo sustento y bienestar familiar. Este fenómeno afecta directamente a los habitantes de las diversas regiones indígenas de nuestro estado, a consecuencia de las precarias condiciones en que se encuentran nuestras comunidades, incluyendo la falta de fuentes de empleo y de oportunidades de acceso a la salud, educación y vivienda.

Otra característica de Michoacán es el alto porcentaje de jóvenes rurales e indígenas que por múltiples razones –incluyendo principalmente carencia de recursos económicos y los elementos educativos fundamentales–, no fueron aceptados en alguna escuela, y se quedaron sin acceder a la educación preparatoria. Este porcentaje es también muy alto para los jóvenes que se quedan sin ingreso a cualquier carrera o institución de educación superior, aun contando con la intención, motivación, inteligencia y capacidad.

Muchos de estos jóvenes, recurrentemente, ni siquiera alcanzan “ficha” para presentar examen de admisión a las diversas carreras universitarias, en tanto que la proporción de mujeres rurales e indígenas que tienen acceso a las aulas universitarias, es todavía mucho menor como consecuencia de las desfavorables barreras sociales y culturales existentes.

De la misma manera, apenas una proporción muy baja de jóvenes indígenas y de origen humilde y campesino que tienen acceso a la educación preparatoria y universitaria, finalmente completan una educación de nivel superior en Michoacán.

En resumen, muchos de nuestros jóvenes indígenas inician el ciclo vital de adolescentes como rezagados escolares, lo continúan como rechazados universitarios y, en consecuencia, engrosan forzadamente las filas del desempleo y la emigración.

Educación superior y el Colegio de San Nicolás

Por lo que corresponde específicamente a Michoacán, la cobertura estatal de educación superior es del orden del 24 por ciento, mientras que ésta alcanza aproximadamente al 34 por ciento de los jóvenes a nivel nacional. Y se debe enfatizar que sólo entre el 1 y el 2 por ciento de los indígenas de la entidad llegan a estudiar una carrera profesional.

Esta situación no debería de ser así. No en el pasado, menos ahora. La educación superior en Michoacán fue concebida a través de la semilla intelectual plantada en el Colegio original de San Nicolás Obispo, creado por Vasco de Quiroga en Pátzcuaro en 1540; colegio construido, físicamente, con la mano de obra de nuestros antecesores de las comunidades de la región.

Está escrito y enunciado claramente en el testamento del Obispo Vasco de Quiroga, que los indígenas del lago de Pátzcuaro, y los hijos de sus hijos, podrían ser educados gratuitamente en dicho colegio perpetuamente, como recompensa y satisfacción en tanto “dichos indios”…“trabajaron en los edificios del colegio y aposentos y capillas”. Para esto, Tata Vasco hace entrega de una gran parte de sus bienes al Colegio de San Nicolás, institución pilar fundamental sobre la que se edifica institucionalmente, a partir de 1917, la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH).

El testamento de Don Vasco literalmente expresa:

 “…con cargo que en recompensa y satisfacción de lo que allí los indios de esta dicha ciudad de Michoacán y barrios de la laguna trabajaron, pues ellos lo hicieron y a su costa, sean perpetuamente en él gratis enseñados todos los hijos de los indios vecinos y moradores de esta dicha ciudad de Michoacán y de los dichos barrios de la laguna, que también ayudaron en los dichos edificios, que quisieren y sus padres enviaren allí a estudiar y ser allí enseñados en todo lo que allí se enseñare y leyere, y esto gratis, como es dicho, sin que para ello den ni paguen ni se les pida ni lleve cosa alguna, mayormente en la dicha doctrina cristiana y moral que le dejo impresa para ello en el dicho colegio, en que han de ser así enseñados gratis, como es dicho, en satisfacción y recompensa de lo que allí y en otra cualquier parte y obras hubieren trabajado los dichos indios, pues otra mejor ni mayor satisfacción al presente no se les puede hacer, atenta su manera, calidad y condición, porque ésta es y ha sido la intención del fundador que nos habemos sido…”

Legado Quiroguiano

Las dimensiones sociales, económicas, y sobre todo ideológicas y de gobernabilidad del “modelo quiroguiano” de acción social comunitaria están reflejadas en las Ordenanzas que elaboró Vasco de Quiroga para los Indios de Santa Fe de México, y en las prácticas de trabajo, educación y cooperación establecidas por él mismo en los hospitales-pueblo de Santa Fe de México y de Santa Fe de la Laguna (Michoacán).

Don Vasco anhelaba que el trabajo comunal solidario de hombres y mujeres, jóvenes y mayores, así como la utilización de los recursos productivos de los territorios de la comunidad cubrieran ampliamente las necesidades para el cuidado de la salud, la alimentación además de la atención respetuosa –digna–, de los enfermos, los pobres, los necesitados, los indios que habitaban en los montes huyendo de los españoles, los visitantes de otros pueblos y comarcas, la gente con capacidades diferentes (“tullidos”, “ciegos”), los niños con malformaciones, los huérfanos, los viudos, las mujeres solas, los damnificados, y los ancianos.

Don Vasco sabía que tenía que existir planeación (sin olvidar la tranquilidad social) para que su deseo se convirtiera en realidad, tanto en las épocas de buena cosecha como en aquellos años de crisis productiva o catástrofe natural. Y se procuraba la limpieza e higiene; y que los edificios destinados a cumplir funciones de hospitalidad fueran amplios y debidamente organizados (“para los enfermos de males contagiosos y para los de enfermedades no contagiosas”); y mantenidos y reparados con oportunidad y bajo una racionalidad económica práctica.

Las Ordenanzas fomentaban, para que esto ocurriera, que los jóvenes fueran educados y prestaran servicios a la sociedad, dentro y fuera de las comunidades de origen; y que los médicos fueran debidamente remunerados.

Aunque las Ordenanzas se enmarcan históricamente en un contexto de conquista benevolente y conversión religiosa forzada, dichos preceptos constituyeron una cabal y congruente legislación para la convivencia, el trabajo comunal, la salud, la seguridad social, la moral y la educación además del bien de toda la comunidad. Si bien es cierto que los resultados no fueron extensos y que la viabilidad de la expansión física y material del modelo estaba constreñida por el sistema dominante español, este experimento social merece tomarse en cuenta, sobre todo si lo revisamos de manera crítica y creativa ante nuestra situación actual.

Este legado quiroguiano es parte de nuestros activos tangibles e intangibles, como capital histórico-cultural. Este patrimonio heredado es dual: (a.) es material —i.e., el Colegio de San Nicolás de Pátzcuaro; los Hospitales-Pueblo de Santa Fe; y (b.) es del pensamiento —i.e., el modelo humanista reflejado prácticamente en las Ordenanzas de Santa Fe.

La herencia de Vasco de Quiroga, aunada a los elementos de capital social y humano con los que contamos –incluyendo nuestra organización social comunal; las prácticas y saberes tradicionales sobre la naturaleza; y los activos materiales (tierras, bosques, aguas) del entorno territorial medioambiental–, constituyen los componentes físicos y principios normativos que han sustentado los sistemas organizacionales, propios de nuestra sociedad hasta nuestros días.

Educación intercultural en Michoacán

Es así que bajo los principios fundamentales de equidad social, autodeterminación, y respeto de los derechos humanos colectivos de los pueblos indígenas, la educación intercultural, bilingüe, debe expandirse  –en todos los niveles– y consolidarse en nuestro país tanto para el provecho intelectual como la realización profesional de los jóvenes indígenas, hombres y mujeres de México y Michoacán. Ésta es una condición necesaria, irrenunciable, para el ejercicio de su derecho, igualmente consagrado, de acceso igualitario a los nuevos conocimientos, científicos y tecnológicos del siglo XXI.

Concretamente, se debe materializar, en la práctica, el derecho a una educación básica, media-superior y superior de calidad, enteramente gratuita, dotada con la infraestructura y el equipamiento necesarios, que sea además cultural y lingüísticamente relevante. Consideración se hace, por lo tanto, de que la educación media-superior es el eslabón más débil de la cadena escolar y educativa en el estado de Michoacán. Esto por lo que corresponde a la calidad y relevancia educativa y la eficiencia terminal. Los “telebachilleratos”, intrínsecamente de baja calidad pedagógica, no podrán responder efectivamente a la reducción del rezago y la deserción al no contar con el abanico de instrumentos potenciales de la educación presencial.

En este contexto, la educación superior intercultural debe valorarse, ante todo, como lo que es: un instrumento de integración social, multicultural, reconquista (recuperación) de los pueblos indígenas; elemento cardinal de equidad étnica, de género e intergeneracional. No se trata de un gueto colorido o un “subsistema” más, burocrático-educativo de segunda clase, orientado a la simple expansión rural de cobertura.

Los enfoques distintivos de esta educación indígena intercultural bilingüe –entre los que se encuentran el fomento activo de la riqueza biocultural del país, la promoción del desarrollo comunitario, y la conservación de la biodiversidad– son determinantes, en su conjunto, tanto para el mantenimiento de la seguridad y soberanía agroalimentarias como para la eliminación de la discriminación, la violencia y la injusticia en todos los aspectos y ámbitos de nuestra sociedad nacional.

Finalmente, se debe garantizar el respeto a la Universidad Intercultural Indígena de Michoacán (UIIM), institución que debe ser entendida como un “bien comunal”, antes que un “bien público”, en el contexto de una economía solidaria y los procesos autonómicos fundamentales de acción-investigación, enseñanza-aprendizaje, creación-difusión de la cultura y libre discusión de las ideas. La UIIM, entidad que debe ahora renovarse de manera integral, en sus aspectos académicos y de gestión orgánica interna, no puede seguir siendo considerada como una “unidad administrativa” adicional de la estructura gubernamental, como se ha manejado, discrecionalmente, por el Ejecutivo estatal.

En su carácter universitario y escolástico superior, la UIIM debe consolidarse como una institución autónoma del pensar y del hacer; generadora de nuevo conocimiento y de la mayor relevancia para nuestra sociedad. Auténtica impulsora de la movilidad social comprometida, el avance profesional responsable y la realización ciudadana comunal de los jóvenes indígenas de la entidad, en beneficio del desarrollo de nuestros pueblos y comunidades. (Ponencia presentada en el acto de celebración del Día Internacional de los Pueblos Indígenas, bajo el título “El derecho testamentario de los jóvenes de Michuakani a la educación superior”. Morelia, 9 de agosto de 2016. Este trabajo es componente del estudio Transformación estructural incluyente en México: El papel estratégico de la educación superior indígena intercultural).

 

Fuente del articulo: http://www.contralinea.com.mx/archivo-revista/index.php/2016/09/01/michuakani-el-derecho-testamentario-a-la-educacion-superior/

Fuente de la imagen: http://www.contralinea.com.mx/archivo-revista/wp-content/uploads/2016/08/educacion-indigena-600.jpg

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Libro: Entre la deliberación política y la terapia de grupo

 América delSur/Argentina/Octubre 2016/http://www.clacso.org.ar/l

Inés Pousadela. [Autora]
Colección Becas de Investigación.
ISBN 978-987-1543-70-0
CLACSO.
Buenos Aires.
Marzo de 2011

*Disponible sólo en versión digital

 

Este trabajo se basa en una serie de entrevistas en profundidad realizadas con participantes y ex participantes del movimiento de protesta política constituído por las asambleas populares o barriales creadas en Buenos Aires entre fines de 2001 y comienzos de 200″

Descarga libre

http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/becas/20120417033152/deliberacion.pdf

 

Fuente:

http://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/buscar_libro_detalle.php?id_libro=586&campo=titulo&texto=liberacion

Fuente Imagen:

https://lh3.googleusercontent.com/iL9A6IWkJeWvekTqOBTlBOCom_7XPo588Z9TWo60xUTSfyw1rCt0WJHTTIGTLotvw7d5rw=s85

 

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De populistas a populistas: Nuño

Por: Abelardo Carro Nava

En alguno de esos eventos en los que el Secretario de Educación, Aurelio Nuño, difunde su imagen y pensamiento, expresó:

“la derecha radical busca recuperar privilegios perdidos y sobreponer intereses particulares al bien común, y la izquierda radical busca destruir lo que tanto trabajo ha costado construir como nación. Es necesario un enorme esfuerzo del gobierno, partidos, organizaciones ciudadanas y medios de comunicación, para fomentar los valores democráticos, la participación y la política activa, con una nueva pedagogía para avanzar a la democracia de calidad que permita a la ciudadanía sentirse incluida en los terrenos económico y social”.

Esto, después de asegurar que hoy se enfrentan ataques populistas y demagogos de caudillos que ven con malos ojos al gobierno de su jefe, Peña Nieto.

La verdad de las cosas, es que no sé si sea consciente este funcionario público de lo que significan cada una de los conceptos expresados y, mucho menos, tengo certeza sobre el referente que habrá utilizado para darle claridad a los mismos. Y es que mire usted, sin entrar de lleno a un análisis profundo sobre lo que entendemos por populismo y demagogia, referiré que el primero se concibe como la forma mediante la cual se busca “defender” los intereses y aspiraciones del pueblo, mientras que la segunda, se relaciona con la forma a través de la cual se hacen múltiples promesas para convencer a las personas con la intención de obtener ciertas simpatías políticas que redunden en un triunfo en las urnas. Definiciones básicas, que cualquier estudiante de la Ciencia Política, está obligado a reflexionar con la lectura de varios textos.

Dicho lo anterior, y si analiza con detenimiento las palabras del Secretario, es que me pregunto: ¿éstas no contienen un sesgo populista y demagógico? Desde luego. Es parte de su quehacer político porque, de no hacerlo, en absoluto sería un político y, mucho menos, ocuparía un cargo público.

Tal parece que no aprendió la lección que le ofreció la visita que realizó en meses pasados el Presidente Peña Nieto a Canadá. Su homólogo, Barack Obama, dio un claro ejemplo sobre la interpretación de lo que ambas palabras significan y bueno, desde mi perspectiva, con declaraciones como las que hizo el miércoles pasado, Nuño viene enterrando sus aspiraciones políticas y electoreras rumbo al 2018.

Analicemos los hechos. Cierto es que la intención de hacer este tipo de pronunciamientos, tiene como finalidad – valga la redundancia –, establecer un pleito con algunos políticos que integran los partidos de derecha (Acción Nacional) y de izquierda (Revolución Democrática y Morena) pero, también es cierto, que tal decisión, le ha mermado puntos, como decía, rumbo a su “carrera presidencial”. Para nadie es desconocido que goza de la total simpatía y confianza de su jefe, y a través de sus acciones, busca llamar los reflectores de los medios de comunicación, nacionales e internacionales. Sin embargo, algo es claro: los mexicanos ya no nos chupamos el dedo y no nos dejamos llevar por lo que diga cualquier político pendenciero.

Los medios de comunicación han jugado y juegan un papel importante en este asunto pero, también, las acciones que el mismo Secretario ha impulsado. ¿Cree usted que con la implementación de la mal llamada reforma educativa se ha ganado la simpatía del magisterio?, ¿cree usted que la sociedad lo ve como un funcionario preocupado y ocupado por la educación de sus hijos? Las cifras, datos y sondeos que han hecho varias casas encuestadoras sobre la percepción que tienen la sociedad en varios rubros, ahí están, y han reprobado al gobierno de Peña Nieto. Pero, si hablamos de aquellas que arrojan información sobre el proceso electoral que se avecina, la cosa se complica aún más, porque de manera concreta, no colocan a Nuño, como un candidato fuerte para la Presidencia de la República.

No obstante lo anterior, resulta interesante observar cómo desde Los Pinos, se ha venido configurando una estrategia con la intención de posicionar a este funcionario en el escenario político. Vaya, los eventos en los que éste y el propio Presidente han participado, así lo confirman, aunque: ¿no se supone que la educación de millones y millones de mexicanos es una prioridad para su gobierno?, ¿no es ésta la finalidad de la Secretaría de Educación Pública? Si las cosas no están tan bien que digamos en el ámbito educativo, ¿por qué insistir en que la culpa de todo la tienen los partidos políticos?, ¿acaso no se dará cuenta que el partido de su jefe se desvanece cada vez que éste aparece en público?

Como usted podrá darse cuenta, son varias las ideas que surgen sobre este asunto. Sí, nada educativas, pero que tienen un gran impacto en este terreno, motivo por el cual, me permito afirmar y reafirmar que la educación en México se encuentra politizada, sin rumbo y sentido, aunque los discursos populistas y demagógicos de quien ocupa uno de los lugares más prestigiados en México (en la SEP), digan lo contrario.

La objetividad es necesaria, y ésta se logra con el cumplimiento de las acciones encomendadas por el Estado Mexicano a través de su ordenamiento legal: la Constitución; y, si bien es cierto que quien despacha en la calle de República de Argentina ha logrado “implementar” una de ellas, mal llamada por cierto, los males que aquejan al Sistema existen, y perdurarán por más tiempo en la medida en la que los gobiernos estatales no hagan su chamba y, en tanto los programas educativos, como el de tutorías o capacitación al magisterio, no acaben de cuajar en el medio.

El discurso es bonito. Vaya, es una forma a través de la cual se ganan adeptos pero, sin contenido ni sustancia y, mucho menos sin conocimiento de causa, se convierte en eso: un discurso bonito pero sin fundamentos.nuño-becas-michoacan4

Esperemos que en lo sucesivo, como este mismo Secretario lo plantea, se debata ampliamente sobre los grandes problemas nacionales que enfrenta el sector. Ojalá que dicho diálogo, no sea únicamente con sus subordinados, como el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) en voz de su dirigente. Sino con todos los maestros de México. Eso es vivir en democracia o… ¿me equivoco? Tiempo al tiempo.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/de-populistas-a-populistas-nuno/

Imagen: insurgenciamagisterial.com/wp-content/uploads/2015/10/Gilanton2.jpg

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6. Autonomía transparente y responsable

Por: Mariano Fernández Enguita

En la organización predominante de la escuela, y más en España, hay dos niveles y modos tradicionales y habituales de decisión; el estado y el profesor, la política educativa y la práctica cotidiana. La primera ha tenido secularmente su expresión en la idea de que había una manera, la única o la mejor (the one best system, como rezaba el lema taylorista) de hacer las cosas, recogida desde el adjetivo normal que distinguía a las escuelas de magisterio, pasando por una tradición de minucioso reglamentismo, hasta tantos movimientos pedagógicos, oficiales o extraoficiales, habitualmente autoinvestidos como soluciones definitivas para todo. La segunda se refleja en el viejo dicho de que cada maestrillo tiene su librillo, en la amplia autonomía y la abrumadora soledad del profesor en el aula, e incluso en la extendida idea de que, digan lo que digan las leyes, se podrá seguir haciendo lo mismo de siempre en ella una vez cerrada la puerta tras de sí.

Sin embargo, la aceleración de los cambios sociales más amplios y las transformaciones organizativas de las instituciones escolares han desplazado el centro de gravedad de la educación. Por un lado, la diversificación social y cultural provocada por la globalización, las migraciones y el ritmo desigual del cambio hacen que las comunidades a las que los centros han de servir se diferencien fuertemente entre sí, y se transformen a menudo rápidamente, por lo que pierden sentido las fórmulas y soluciones generales, que se quieren válidas por doquier. El efecto principal de esto es un desplazamiento del centro de gravedad hacia abajo, de la política uniforme para todo el sistema al proyecto específico de centro, que tiene su justificación en la diversidad de las comunidades y los públicos y en la de los propios centros, tanto en lo que concierne a sus necesidades como en lo que hace a sus recursos y capacidades (no ya en cantidad, sino en calidad, o en sus cualidades), es decir, a sus posibilidades específicas de afrontar aquellas. No es simplemente que sean distintos, es que su especificidad resulta, además, mejor captada sobre el terreno, digamos lo desde lo que se llama conocimiento local (no confundir con municipal, autonómico, etc.), en la práctica reflexiva, que desde instancias alejadas que tienden a abstraer las diferencias.

Por otro, el desarrollo de la especialización y la división del trabajo docente, el despliegue de nuevas funciones de apoyo y la multiplicación de los servicios ofrecidos por los centros provocan que el profesor individual, incluso en el caso más envolvente del maestro-tutor de grupo, se haga cargo tan solo una parte de la jornada del alumno. La pluralidad de maestros especialistas, profesores de disciplinas concretas, apoyos especializados, cuidadores, monitores, acompañantes, colaboradores…, sea en primaria o, con mayor motivo, en secundaria, requiere una coordinación inmediata y, más que eso, proactiva, es decir, un proyecto educativo unificador. Esto produce un desplazamiento del centro de gravedad, esta vez, hacia arriba, del docente individual al centro escolar, del individuo a la organización, necesario para coordinar los distintos tiempos y actividades, encajar los diferentes saberes profesionales y, ante todo, aportar unidad de propósito, o incluso mero sentido común, a la multiplicidad de acciones y de actores que intervienen en la educación de un alumno o un grupo.

Esta nueva centralidad del centro, valga la redundancia, exige una ampliación de su autonomía en diversos terrenos, en particular la gestión económica, la administración y dirección de personal y la orientación pedagógica. Lo cual, a su vez requiere dos proyecciones: en el tiempo, la autonomía, para no ser una simple sucesión de acciones aisladas y sin un hilo conductor visible, tiene que plasmarse en un proyecto educativo a medio plazo; en el espacio (no ya físico, sino social), para no ser mero aislamiento sino adaptación activa al medio y para no generar distancia sino confianza, ha de ejercerse con plena transparencia y con un alto nivel de participación profesional y comunitaria.

La puesta en marcha de proyectos educativos de centro requiere, lógicamente, reforzar las instancias y mecanismos que actúan específicamente en ese ámbito. La necesidad más obvia es reforzar las direcciones, haciendo más atractiva la función, ampliando las posibilidades de selección, mejorando su formación y su profesionalidad, expandiendo sus competencias. En España la tendencia ha sido durante decenios (excepto en el último), desde los inicios de la democracia, precisamente la contraria, el debilitamiento sistemático de la dirección de los centros a favor del poder de los claustros (poder sobre todo de bloqueo, de no dejar hacer), bajo el lema eufemístico de ladirección democrática o participativa (léase para el profesorado, pero no para familias, los alumnos o la comunidad). El último informe de Eurydice sobre competencias de gestión en los centros (Key Data on Teachers and School Leaders in Europe, 2013), que analiza la distribución de las competencias sobre contenidos y métodos y sobre personal y recursos humanos, subraya cómo estas se reparten entre los profesores y las administraciones, dejando ayunas a las direcciones, un rasgo que señala como excepcional de nuestro país junto con Francia, Italia y Grecia (los paraísos del funcionariado). Toda la investigación comparada indica, sin embargo, que la capacidad de innovación de los centros está fuertemente ligada al nivel de competencias de las direcciones de los centros en el ámbito de gestión de recursos humanos y, sobre todo, pedagógico, más que a la abundancia de recursos o incluso a la formación del profesorado, supuesto un nivel suficiente en ambos casos.

Pero el despliegue de la autonomía y el desarrollo de los proyectos requieren también la participación profesional y comunitaria, no por mero mimetismo democrático sino por tratarse, la escolarización, de un servicio al público que necesita su colaboración activa (que no se agota en una prestación) y que se ofrece a través de una profesión (una ocupación que entraña autonomía y exige compromiso). La participación profesional ha de poder desplegarse como iniciativa en el aula, lo que supone un clima de apoyo y amparo a la innovación; como trabajo en equipo, particularmente a través de la colaboración entre pares en los niveles intermedios entre el profesor individual y la dirección de centro (dentro de y a través de los límites de los centros); y como voz y, cuando corresponda, voto en la determinación de la orientación general del centro (la elaboración del proyecto y su evaluación, ante todo). La participación comunitaria debe traducirse en una participación de las familias y, en ciertas esferas, del alumnado que no sea simplemente pasiva, subordinada o testimonial, como lo ha sido casi siempre, sino que los reconozca de manera efectiva como parte necesaria y no prescindible del proceso de decisión, ofreciéndoles el reconocimiento, la formación y el apoyo que sean necesarios; y debe ampliarse, por otros mecanismos, a la comunidad más amplia de vecinos, asociaciones, instituciones y empresas del entorno vía redes, iniciativas, programas y proyectos de colaboración que permitan movilizar recursos culturales, sociales y económicos ajenos al centro y dar una dimensión cívica a las actividades del mismo.

Y la contrapartida fundamental: transparencia. Todos los centros de enseñanzas regladas, sin excepción, son instituciones públicas que desempeñan una función pública, amparada por un mandato público, en su inmensa mayoría sostenidas con fondos públicos y, dos tercios de ellos, de titularidad pública. En los últimos años se ha debatido mucho sobre el papel de las evaluaciones externas y es seguro que este debate continuará, porque la sociedad y las administraciones demandarán saber, los centros (como todas las burocracias) y el profesorado (como todo grupo profesional) se resistirán más o menos al escrutinio y los mecanismos de evaluación serán mejores o peores y tendrán efectos imprevistos, no siempre deseables, además de los previstos, por lo que habrá que experimentar con prudencia, aprender rápido y rectificar cuando y cuanto haga falta. Pero no hay ni puede haber justificación alguna para que no sea accesible toda información sobre los centros que no entre en conflicto con el derecho al honor, a la intimidad y a la propia imagen, la confidencialidad de la información académica sobre el alumnado o los imperativos de seguridad y de protección de datos.

La transparencia puede alcanzar, de oficio y con fácil accesibilidad (user-friendly), y no a condición de tortuosos procedimientos, a aspectos como el equipamiento y los recursos del centro, incluidos indicadores de espacio en aula, instalaciones deportivas y zonas comunes; la oferta completa de enseñanzas y de actividades extraescolares; el proyecto educativo, la programación docente y los proyectos especiales; la oferta completa de servicios de apoyo y complementarios, educativos o sociales; la composición de la plantilla, incluidas su formación, categoría, antigüedad y experiencia; la distribución de funciones y tareas docentes, de apoyo y organizativas; la composición de los órganos de gobierno y participación, incluidas sus comisiones de trabajo; la identidad y características de la entidad titular, en su caso; la composición agregada del alumnado, incluidos género, edad y necesidades especiales; los resultados académicos generales y su evolución, en particular las tasas de absentismo, retención, repetición y promoción; las líneas generales presupuestarias, incluidos los principales capítulos de ingresos y gastos; los libros, recursos digitales y otros materiales escolares utilizados; las vías de atención a las familias y al público más amplio; los centros y zonas de reclutamiento y centros de destino, en su caso; las evaluaciones y encuestas de satisfacción de familias o alumnos, si las hubiere; los informes de la Inspección y otras agencias evaluadoras, si estas determinan que son publicables; las memorias anuales, resumidas y anonimizadas si es preciso.

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La sombra del Apartheid sobre el sistema educativo en Sudáfrica

Por: Khavheni Shope/Telesur

Unas de las leyes más retrogradas fue el sistema educativo llamado Bantu, el cual se esforzó en atrofiar el desarrollo de la persona africana, asegurando que estuvieran bajo el control del hombre blanco.

Escribir sobre el sistema educativo en Sudáfrica necesitaría un análisis más profuso que el que acá presentamos, pues para comprender la situación de los estudiantes es necesario verla como la continuación de una historia traumática. Para abordar los obstáculos evidentes en las instituciones académicas en unificar la dualidad de una educación que tiende a determinar su calidad y duración en función del estado socioeconómico, la cual es frecuentemente inextricable del color. Esto se traduce en una pequeña porción de la población es la que recibe los conocimientos que les permitirían acceder empleos en altos rangos, y la situación se agrava con el hecho de que la interconexión profesional en estos espacios empiezan al dentro de las salas de clase de las escuelas privadas o los campus universitarios, a los cuales el acceso ha demostrado ser más selectivo que inclusivo.

Además, esta división también existe entre aquellos que tienen el privilegio financiero para asistir a las escuelas privadas pero están todavía sometidos a un ambiente pedagógico atrincherado en una experiencia patriarcal y de supremacía blanca que pretende marginar la experiencia de los estudiantes negros. Ya sea debido a una falta de representación o a la dificultad de relacionarse con los profesores, la manera altiva en que a los estudiantes se les indica cómo llevar su cabello, el sistema epistemológico eurocentrista que construye su marco curricular, o cómo se les desaliente a hablar las lenguas africanas; y sucede lo mismo cuando los estudiantes negros vienen de una posición socioeconómica privilegiada, ellos están sometidos a sentirse como que no pertenecen, lo que es irónico pues esta es su tierra ancestral.

Estos asuntos son algunos de los problemas que avivaron movimientos como #RhodesMustFall, #FeesMustFall y #StopRacismAtPretoriaGirlsHigh, que han llamado atención sobre el apuro de numerosos jóvenes a nivel nacional. Por lo tanto, para rastrear la fuente de la crisis de la educación debemos revisar las leyes implementadas bajo el régimen del apartheid que aseguró que la población negra se quedara en constante esclavitud por la parte de los blancos.

Ya con esta introducción, nos enfocaremos en el vínculo existente entre la calidad de la enseñanza primaria y secundaria, y la asistencia y el rendimiento académico en la educación universitaria, así como la discordancia entre el costo de las universidades públicas y el sueldo promedio del sudafricano común.

La Dualidad del sistema pedagógico en Sudáfrica

Unas de las leyes más retrógradas fue el sistema educativo llamado Bantu, el cual se esforzó en atrofiar el desarrollo de la persona africana, asegurando que estuvieran bajo el control del hombre blanco. Denigró la historia, cultura e identidad africana tanto como impuso los estereotipos raciales y mitos. Lamentablemente, a más de dos décadas después de 1994 muchas instituciones educativas sudafricanas están bajo la sombra del antiguo régimen, donde las personas de estratos sociales desfavorecidos ven sus esfuerzos truncados al intentar romper el ciclo de pobreza, en un sistema que no les concede las mismas oportunidades que sus homólogos más pudientes, lo cual contribuye al alto nivel de desigualdad social en el país.

Según el artículo “South Africa’s Education Crisis: The Quality of Education from 1994-2011” escrito por Nic Spaull, hay una correlación directa entre la calidad, duración y tipo de educación y perspectivas del mercado laboral: “el bajo rendimiento refuerza la desigualdad social y resulta en que los niños heredan la posición social de sus padres a pesar de su motivación o habilidad”. Esta afirmación muestra la falsedad de la percepción común equivocada que el apartheid terminó y que aquellos que viven todavía en la pobreza es porque son ‘perezosos’. El artículo señala que en 2014, entre el 70% y el 80 % de alumnos recibieron educación primera y secundaria de baja calidad con una alta tasa de deserción escolar, de estos 35% estaban desempleados, 18% tuvieron trabajos poco calificados y 32% en empleos subcalificados, como dependientes o personal de tiendas. La minoría, entre el 20 y el 25% con altas posiciones socioeconómicas, recibieron educación de alta calidad y asistieron a instituciones de enseñanza superior donde lograron obtener una licenciatura, en consecuencia, alcanzaron trabajos e ingresos de alta productividad, apenas un 15% de la población total llegue a este nivel de privilegio.

Además, Spaull nota que a partir del tercer año de la primaria, el 60% de los estudiantes de las escuelas más pobres tienen un retraso de tres años respecto a sus homólogos en escuelas de mayor calidad, donde solo pueden asistir estudiantes de familias adineradas. Esto implica que para los estudiantes de las escuelas más pobres, mientras avanzan más en sus estudios, más se retrasan y hay mayores posibilidades de que abandonen sus estudios. Para ilustrar este asunto, debe tomarse en cuenta que hay aproximadamente 1 millón de alumnos en cada año hasta el noveno, cuando la cantidad empieza a caer radicalmente.

En 2014, de un conjunto total de 1.085.570 estudiantes, 532 860 estudiantes tomaron los exámenes finales del bachillerato, de los cuales 403.874 lo aprobaron. El cálculo de la tasa de aprobados, surge de la división del número de estudiantes que aprobaron por el número de estudiantes que tomaron la prueba, multiplicado por 100, lo que era calculado como: 403.874/532.869*100= 75.8%. Sin embargo, una cifra realista habría sido dividir 403.874 entre la cantidad total de estudiantes que potencialmente podía tomar los exámenes finales, es decir, 1.085.570; por tanto, la tasa de aprobados real de este año fue 37.2%. El 62.8% de jóvenes que debieron culminar exitosamente su bachillerato no lo hicieron, no tuvieron la oportunidad inscribirse en las universidades.

Una alternativa para estos estudiantes es la Enseñanza y Formación Técnica y Profesional (TVET por sus siglas en inglés), que ofrece formación técnica en un campo específico y que los prepararía para un empleo. El requisito mínimo es que los estudiantes hayan cumplido su noveno año de la escuela secundaria y que tengan 16 años o más. Al mismo tiempo, la falla crucial de esta forma de educación superior es que produce capital humano muy especializado, y que por tanto, puede estancar su movilidad profesional y permitirles menos oportunidades que aquellos conocimientos obtenidos en la universidad. Lo que significará que estos jóvenes no podrán diversificar sus experiencias profesionales de igual forma que sus homólogos en otras instituciones. Otra de las aristas de este tema que destaca el estudio «A Skills beyond school Review of South Africa» (Simon et al.,2014), es que los institutos del TVET tienen una capacidad limitada, además del hecho de que pueda existir una disparidad en la herramientas enseñadas y aquellas que se requieren en el mercado laboral, lo que hace que los empleadores se resistan a interactuar con el sector educativo y por tanto, hace aún más difícil que estos jóvenes encuentren empleos rentables que les facilite a ellos y a sus familias mejorar sus condiciones de vida.

 

Barreras financieras en la educación superior

Además de los problemas que enfrenta la calidad de la educación básica, otro que prevalece es el del financiamiento. En 2015, el primer año de matrícula universitaria oscilaba entre los $2.035 USD y los $4.000 USD, dependiendo de las carrera a estudiar y de la institución elegida, sin incluir los gastos de vivienda y manutención. Hay que tomar en cuenta que estos gastos son apenas para el primer año de estudios, este gasto deberá hacerse los próximos 2 o 3 años, además deberán pagar el incremento anual y los gastos extras. Si la matrícula tiene ese costo, a la vez que el promedio del salario mensual para el 60% de los trabajadores de acuerdo con los datos del Sindicato Sudafricano de Trabajadores era de unos $361 USD en 2014, cómo es que esta mayoría de la población sudafricana va a poder acceder a la educación superior, no solo a inscribirlos en el primer año, sino a asegurar que se gradúen.

La educación es un proceso acumulativo que inicia con una fundación sólida que permite construir las competencias y acumular la experiencia necesaria para la vida profesional y en general para el crecimiento social. Es responsabilidad del gobierno y de las distintas autoridades educativas el reforzamiento de las instituciones de educación primaria y secundaria, para ofrecer a todos los educandos la misma oportunidad de desarrollar sus estudios. Otro enfoque es el incremento al acceso a instituciones terciarias, lo que las hace un derecho no un privilegio. Mientras más estudiantes africanos negros sean exitosos en la vida académica, se hará mas diverso este ambiente y se generará un conocimiento más representativo.

Una sociedad bien educada es más productiva y por tanto tendrá mejores capacidades para competir en el mundo globalizado. Es crucial asegurar que la educación en el país ofrezca las mismas oportunidades para todos aquellos que quieren formarse, sin importar su raza o cuánto tienen en sus cuentas bancarias.

Tomado de: http://www.telesurtv.net/opinion/La-sombra-del-Apartheid-sobre-el-sistema-educativo-en-Sudafrica-20161021-0045.html

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La crisis de subjetividad en los estudiantes universitarios venezolanos

Por:  Jorge Díaz Piña

En diferentes ocasiones nos hemos pronunciado junto a otros compañeros trabajadores docentes-investigadores, administrativos y obreros a través de documentos públicos con respecto a la crisis institucional que atraviesa la Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez (UNESR). Siempre lo hemos hecho con el interés de promover que la universidad se piense y se trascienda reflexivamente a sí misma desde la exigencia del acumulado acervo cultural del pensamiento crítico del que dialécticamente debe ser depositaria y renovadora a la vez por definición de su esencia institucional. Sería un contrasentido, cuando no su negación, que la universidad se viera o interpretara a sí misma desde el sentido común o reproductor al que ella está llamada o misionada a trascender por medio del sentido crítico de la investigación, la formación, la extensión y la gestión. Por ello creemos que hay que discutir primeramente desde los diversos puntos de vista que pudieran existir democráticamente sobre la involución y entropía institucional provocada por las regresiones e incrustaciones del sentido común en muchos de sus ámbitos. Es un sinsentido que donde debe imperar el conocimiento y el saber más rigurosos prevalezca el desconocimiento a la hora de opinar y de actuar.

Hoy, frente a la aparente manifestación del descompromiso estudiantil con su formación profesional, habitus que parece evidenciar una parte significativa de los “participantes” de la UNESR, así como en otras universidades venezolanas,: “abulia, desgano, desinterés, apatía, desmotivación, abandono, escepticismo, etcétera”, situación ésta que se despacha desacertadamente en las conversaciones de pasillo con la expresión fácil de la existencia de una “crisis de valores” (¿o será de valoraciones? ¡que no es lo mismo!), queremos proponer una “hipótesis” para la reflexión y el debate, inicialmente fundamentada en los trabajos de investigación psicosocial relevantes internacionalmente como los de Félix Guattari y Gilles Deleuze. Desde esta perspectiva compartimos que la determinación fundamental de ese complejo comportamiento de los estudiantes radica en la crisis de subjetividad que se atraviesa como correlativa a la crisis mundial del capitalismo neoliberal que la genera a su vez. Aunque la señalemos como la determinación general principal, no se nos escapa a la consideración que inciden otros factores, entre los cuales deseamos resaltar, los dispositivos contraculturales (por negadores de la resignificación y resentidización trascendentes), y entropizantes que se han enquistado institucionalmente en la UNESR y que intervienen activamente de modo contrainstituyente en la subjetividad de sus estudiantes y en todos los demás sectores de su “comunidad” (entre comillas porque esos factores entrópicos actúan también para impedir la cohesión sociocultural e institucional de sus integrantes). Bastaría, por ejemplo, con observar críticamente en un primer diagnóstico cómo los estudiantes configuran sus trayectorias académicamente para darse cuenta del modo actuante de esos dispositivos contraculturales instituidos perversamente en su imaginario en detrimento o alienación de la propia formación cultural liberadora.

Como se sabe a través de las investigaciones sociales aludidas, el proyecto central de la política del capitalismo consiste en la articulación de los flujos económicos, tecnológicos y sociales con la producción de subjetividad, de tal modo que la economía política coincida con la “economía subjetiva”, pero es el caso que el neoliberalismo falló en esta articulación. Por ello hoy, la debilidad del capitalismo radica en su falta de correspondencia con la producción masiva de la subjetividad que le es correlativa debido a que su crisis económica estructural mundial lo ha impedido considerablemente. En consecuencia, su discurso ideológico no ha causado el efecto esperado. De aquí que su crisis sistémica expresada en los repetidos fracasos financieros, productivos, etcétera, es también una crisis de producción de subjetividad porque ambas están estrictamente vinculadas y no pueden ser separadas por sus recíprocas implicaciones.

Su inicial predica neoliberal de promoción subjetivadora de los individuos como autónomos emprendedores, como “empresarios de sí mismos”, haciendo de cada individuo  un negocio competitivo o rivalizador con los otros, en un “todos contra todos”, resultó en la realidad una paradoja para la mayoría de la población y una gran frustración para millones de jóvenes en el mundo que incautamente creyeron en ese discurso. La autonomía, la iniciativa individual privada y el compromiso subjetivo de asumir riesgos exigidos devinieron en nuevas formas de empleo y precarización, por tanto en mayor heteronomía, en más sujeción como la lógica capitalista impone. Conllevando esto a una depresión social generalizada denominada “el mal del siglo” ya que implicó un empobrecimiento de la existencia y el rechazo a la homogeneización consecuente.

En Venezuela la retórica neoliberal del Fondo Monetario Internacional (FMI) tomó concreción principalmente en las notoriamente fracasadas políticas públicas de los segundos gobiernos de los expresidentes Carlos Andrés Pérez y Rafael Caldera que incrementaron la pobreza, el desempleo, la carestía, la desnutrición, la morbilidad, la mortalidad, la corrupción, etcétera. Experiencias trágicas que condujeron a incrementar la conflictividad social que derivó durante el período del primero de los expresidentes en millares de hombres y mujeres asesinados durante las protestas populares como la del “caracazo”. Sin embargo, el descontento popular se tradujo en la búsqueda y respaldo de opciones opuestas al neoliberalismo que había gobernado, y esto condujo al gobierno de Hugo Chávez Frías quien insurgió militarme contra aquellas. Que si bien propició políticas favorecedoras del entusiasmo y el bienestar popular a nombre del socialismo, en realidad afianzó un tipo de capitalismo de estado centralizador y burocratizador de todas las decisiones en desmedro del protagonismo democrático y contralor del poder popular que retóricamente reivindicaba en sus discursos sobre el Estado Comunal.

Un Estado-gobierno envilecido, al igual que todos los anteriores,  por las apetencias de riqueza fácil de muchos de sus funcionarios que por vía de la corrupción acumularon capital para constituir con sus asociados y allegados una nueva burguesía, la denominada “boliburguesía” (nueva burguesía hoy enfrentada a la del pasado o tradicional asociada a los intereses estadounidenses que quiere regresar a cualquier costo al poder estatal del que también se enriqueció corruptamente y desea seguir haciéndolo, lo que explica la actual conflictividad socio-económica a través de sus representantes políticos)  y lo hizo dentro de la continuidad histórica del esquema rentista petrolero desdiciendo de su discurso social antidependiente y antimonoproductor de materias primas. Modelo que ha continuado con el actual gobierno del presidente Maduro con el agregado de la retoma o reactivación de políticas neoliberales (liberalización de los precios en el mercado, venta a las transnacionales de los derechos a la explotación de recursos minerales de reservas inexplotadas del denominado “arco minero”, etcétera) ante la crisis provocada por EE .UU.  con el alza de los precios internacionales del petróleo, y con medidas populistas (esporádicos  aumentos de salarios y pensiones que no compensan el alto costo de la vida, etcétera) que limiten el tránsito o fuga de sus bases  populares hacia el respaldo a la  oposición que dirige la burguesía  tradicional.

Esquema rentista que en vez de promover el esfuerzo productivo y reproductivo de toda la población con apoyo del Estado, reforzó y refuerza la creencia en el mito de la riqueza minero-petrolera y, en consecuencia, de la obligatoriedad gubernamental de redistribuir esa falsa riqueza entre el pueblo que esperaba su alícuota parte de esa presunta riqueza sin retribuir esfuerzo alguno para recibirla. Redistribución populista que alimenta imaginarios contraculturales de riqueza fácil y de logros inmediatos de fortuna o bienestar individualista que se contraponen a la dedicación, al esfuerzo, al estudio y a los logros realizadores con base en proyectos colectivos locales, regionales y nacionales soberanos para bien de todos por igual que implican confianza en la espera y la postergación,  pero que al no darse esa alícuota parte en la proporción esperada para contrarrestar los efectos de las políticas neoliberales ha generado mayor malestar y descontento en los sectores sociales supeditados a las retribuciones populistas del Estado-gobierno.

Modelo rentístico que ha entrado en su fase agónica producida por la desesperada voracidad imperial capitalista por el control de la producción y las reservas de petróleo en el mundo a través de guerras criminales y de mantener la baja de los precios en esta coyuntura creyendo el gobierno estadounidense que así podrá salir de la crisis que ha propiciado a costa de los demás. Lo que agudiza la incertidumbre ante el porvenir para los jóvenes venezolanos que se perciben en un tránsito por demás incierto debido a la crisis estructural mundial y local,  en medio de una confrontación nacional por la polarización política que inunda todos los escenarios, en la que la oposición ofrece continuar con el fracasado modelo neoliberal, lo que contribuye a incrementar más su inseguridad ante opciones profesionales universitarias que lucen endebles.

En este contexto mundial y nacional, de crisis estructural generalizada del capitalismo neoliberal que ha producido la desesperanza en la mayoría de la juventud planetaria por sus falsas promesas ya que son imposibles estructuralmente de cumplir por aquel, así como el desánimo debido a la crisis nacional por el agotamiento de la contracultura del éxito y de la riqueza fáciles producto de la redistribución populista de los ingresos minero-petroleros, es que debemos entonces ubicar la crisis de subjetivación de los estudiantes de la UNESR y  la de otros estudiantes de instituciones universitarias venezolanas diferentes. ¿Qué hacer ante ello?

Indudablemente, revertir esas tendencias que afectan desfavorablemente a los jóvenes primordialmente es una tarea que implica fuerzas movilizadoras internacionales y nacionales transformadoras que sobrepasan las fuerzas y los recursos de un pequeño grupo reducido a una sola institución por más numeroso que sea. En razón de esto, hay que articularse con las fuerzas que luchan mundialmente bajo la consigna ¡Otro mundo es posible!, y nacionalmente por la transformación auténticamente revolucionaria de la sociedad contra el neoliberalismo y todas las formas de sujeción burocrático-estatales del capitalismo de estado, mal llamado retóricamente “socialismo”, a favor del futuro y esperanza para la juventud y para todos; aunque su emancipación deberá ser obra de ellos mismos para que no recaigan en una nueva sujeción, la de sus supuestos emancipadores.

Por lo pronto, y en lo que concierne al lugar de interacción académica con los estudiantes en los ambientes universitarios y fuera de estos, reivindicando nuevamente a Guattari y Deleuze, es estratégicamente fundamental que se agencien por medio de experiencias trans-subjetivas en los estudiantes los acontecimientos de ruptura en su pensamiento y actuación, provocando en ellos las interrogantes que pongan en entredicho el sentido común del discurso capitalista dominante y que se traduce en el discurso que legitima a la actual universidad reproductora, sea este neoliberal o de estado, que actúa junto con los imaginarios reproductores de su situación de anomia en la universidad debido a su incomprensión del contexto y sinsentido que los acosa y anula, y los emplacen a dotarse de un sentido crítico y responsable en torno a sí mismos, los otros, la universidad, la nación y el mundo dándoles así autoafirmación en sus acciones autónomas y emancipadoras de sí mismos.

El agenciamiento refiere a las múltiples relaciones que se generan en los individuos de modo autopoiético o autodeterminado para producir un sentido nuevo o crítico, y ese sentido, el de  una subjetividad-otra, constituye el acontecimiento al empoderarlos de sí mismos.

Por otra parte, y como complemento de lo anterior, hay que animarlos a luchar y actuar junto con ellos por la transformación universaria utópica y radical,    principalmente contra la entropía institucional que  ha vuelto a la universidad  inercial y rutinaria, por causa del vaciamiento cultural sentidizador de su cometido trascendente para la sociedad ya que su dinamización actuaría contra las fuerzas conservadoras  y reaccionarias que representan al neoliberalismo burgués típico y a la nueva burguesía de estado;  junto con  los dispositivos contraculturales instituidos que escamotean la formación cultural de los estudiantes como potencia y realización emancipadoras.

Vaciamiento cultural reductivo ya que el primero, el neoliberalismo burgués típico, considera la universidad como un populista derroche financiero si no instrumentaliza su formación de “recursos humanos” e investigación para las industrias capitalistas bajo el discurso retórico e ideológico de la “calidad y la excelencia” anticipadamente excluyente por cuanto implica un hábitus previamente establecido a través de estándares prefijados elitescamente para la selección y el arribismo competitivo disolvente de la socialidad de los individuos; y la segunda, la nueva burguesía de estado, que busca direccionarla  burocráticamente bajo la designación politiquera de sus autoridades y control de sus dirigencias sindicales y gremiales al considerarla como instrumento de sus políticas populistas clientelares dadivosas bajo el discurso ideológico de la inclusión social demagógica que propicia el facilismo, el descompromiso  y la corrupción al no incitar formas de apropiación-producción de saberes y haceres culturales dignificadoras de la condición sociocultural de los estudiantes, y modos autónomos y democráticos o autogestionarios de contraloría y conducción académico-administrativa de su gestión por parte de sus comunidades integrantes.

Correo: jodiaz12@yahoo.es

 

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El desempleo juvenil y la educación para el emprendimiento

Por: Miguel De Castilla Urbina

La falta de correspondencia entre las demandas de los sectores productivos y las ofertas de los sistemas escolares, en términos del personal  capacitado para participar eficientemente en las empresas y unidades industriales y de servicios, tiene diferentes  formas de manifestarse según países y el nivel de desarrollo de los mismos.  En la mayoría de los casos, particularmente en los del mundo del subdesarrollo, los sectores productivos impulsados por las demandas de los procesos de globalización económica y los tratados de libre comercio, piden a las universidades y centros de educación técnica productos que estas, debido a diferentes factores, no están en capacidad de ofrecer, lo que está obligando a repensar la viabilidad financiera de estos aparatos si no cambian de misión, o al menos introducen cambios en sus apuestas curriculares y administrativas que ayuden a mitigar las consecuencias de ese desencuentro.

Las consecuencias de la falta de acuerdo entre los dos subsistemas mencionados, afecta no solo a los aparatos productivos y a las propias unidades  académicas, sino que también a la propia clientela estudiantil que logra matricularse y graduarse en las mismas.  La más dramática de ellas se produce cuando él o la recién graduada (o), conforme su perfil profesiográfico, busca empleo en los mercados de trabajo de cualquiera de nuestros países y no logra encontrarlo, iniciándose a partir de esta situación múltiples búsquedas, negaciones y fracasos.  El problema del desempleo juvenil para la población recién graduada, común y casi natural en los países empobrecidos de la periferia capitalista, en los últimos años se ha puesto de moda en todos los sectores de la geografía humana, especialmente en las economías de los países altamente desarrollados como los europeos.  Por ello no es extraño que la Comisión Europea, desde los primeros años del siglo que transcurre, se haya dado a la tarea de generar toda una iniciativa de cara a la construcción y difusión de una ideología llamada del emprendimiento como sinónimo del también llamado espíritu empresarial.

En este orden, en el año 2003, la Comisión Europea publicó el «Libro Verde del Espíritu Empresarial», definiendo al emprendimiento o espíritu  empresarial, como “la actitud en la que se refleja la motivación y la capacidad del individuo, independiente o dentro de una organización, a la hora de identificar una oportunidad y luchar por ella para producir nuevo  valor o éxito económico.  Hace que la creatividad o la innovación se introduzcan en un mercado ya existente y compitan en él y lo cambien, o den lugar, incluso a la creación de nuevos mercados”.

De lo que se trata es, de que la persona que busca trabajo y no logra encontrarlo, no se dé por vencido y por el contrario esté en capacidad de generar ideas que sean capaces de convertirse en los gérmenes de una futura empresa.  Ese es el sentido del llamado espíritu empresarial, como sinónimo de la actitud o conjunto de capacidades de los seres humanos para crear empresas, sea de manera individual o colectiva como si fuesen cooperativas.  Es el emprendimiento como “la actitud y el proceso de crear una actividad económica (empresa) combinando la asunción de riesgos, la creatividad y la innovación, en una organización nueva o en una ya existente”.

En años recientes la difusión de este enfoque propio de la esfera empresarial, ha venido ganando terreno en el campo educativo, llegando al extremo que algunos agreguen a los cuatro aprendizajes propuestos por la Comisión Delors en la Educación encierra un tesoro, un quinto aprendizaje con el nombre de «Aprender a Emprender», y otros ya hablen de una educación para el emprendimiento.

En Nicaragua, donde el Gobierno de la República, la Empresa Privada y los trabajadores en alianza, luchan en contra de todos los espacios donde se reproduce la pobreza, existen múltiples manifestaciones que buscan diseminar las semillas del emprendedurismo a través de artículos de opinión, noticias periodísticas, cursos cortos de capacitación y/o posgrados, los que debieron servir como antecedentes para la elaboración de un currículo, que en todos los niveles del sistema escolar, desde el preescolar hasta todas las carreras de la educación superior, enseñe a investigar, innovar, crear y también enseñe a emprender.

Fuente: http://www.elnuevodiario.com.ni/opinion/407852-desempleo-juvenil-educacion-emprendimiento/

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