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La importancia de la educación infantil.

Favorecer la educación infantil en el primer ciclo de 0 a 3 años tendría que ser una de las prioridades para las autoridades educativas.

Por: Miguel Ángel Presno Linera.

A Isabel Oliveros

La educación infantil es, al menos según el Real Decreto que regula las enseñanzas mínimas de su segundo ciclo, la etapa que atiende a niñas y niños desde el nacimiento hasta los seis años con la finalidad de contribuir a su desarrollo físico, afectivo, social e intelectual. Como es sabido, se ordena en dos ciclos: el primero llega hasta los tres años; el segundo, que es gratuito, va desde los tres a los seis años de edad. En ambos ciclos se atenderá progresivamente al desarrollo afectivo, al movimiento y los hábitos de control corporal, a las manifestaciones de la comunicación y del lenguaje, a las pautas elementales de convivencia y relación social, así como al descubrimiento de las características físicas y sociales del medio. Además se facilitará que niñas y niños elaboren una imagen de sí mismos positiva y equilibrada y adquieran autonomía personal. Ambos ciclos tienen carácter voluntario pero el segundo se ha generalizado en toda España, de modo que en la actualidad, según el Ministerio de Educación, prácticamente el 100% de los niños y niñas de 3 a 6 años acuden al colegio de manera gratuita.

Pero si tenemos en cuenta que, como recuerda Unicef, en los primeros meses y años de vida cada contacto, cada movimiento y cada emoción redundan en una explosiva actividad eléctrica y química en el cerebro, pues miles de millones de células se están organizando en redes que establecen entre ellas billones de sinapsis, parece que una escolarización temprana y adecuada entre los primeros meses y los tres años incidirá de manera muy positiva en la mejora del rendimiento escolar futuro pero, sobre todo, en la vida de esos niños y niñas, que, en ese período, empiezan a conocer su propio cuerpo y el de los otros; aprenden a respetar las diferencias observando y explorando su entorno familiar, natural y social; adquieren progresivamente autonomía en sus actividades habituales; desarrollan sus capacidades afectivas; se relacionan con los demás y adquieren poco a poco pautas elementales de convivencia y relación social; desarrollan habilidades comunicativas en diferentes lenguajes y formas de expresión…, y es que, en palabras de John Dewey, la educación no es preparación para la vida; la educación es la vida en sí misma.

Por todo ello parece que favorecer la educación infantil en el primer ciclo de 0 a 3 años tendría que ser uno de los objetivos prioritarios para las autoridades educativas, de manera que no hubiera niños ni niñas que se quedaran fuera de las escuelas infantiles por falta de plazas suficientes, lo que está ocurriendo en la actualidad; otra cosa es que haya familias, que por las razones que sean, consideren prematura la escolarización a esas edades y decidan que son mejores otras opciones. Como es obvio, no se trata únicamente de que haya plazas bastantes para atender las demandas familiares, sino de que los medios materiales sean adecuados y que las personas que van a asumir la enorme responsabilidad de acoger, cuidar, estimular, enseñar, arropar, limpiar, alimentar… a estos niñas y niñas tengan una estabilidad laboral razonable y sean retribuidas como merecen. Es éste uno de los ámbitos en los que las autoridades locales y autonómicas tienen la ocasión de singularizarse y de llevar a cabo políticas públicas de fomento de la educación, quizá, como dijo el Tribunal Supremo de Estados Unidos en su famosa sentencia Brown v. Board of Education of Topeka, la función más importante de las administraciones, pues es el fundamento básico de una auténtica ciudadanía al representar el principal instrumento para despertar los valores culturales en los niños, para prepararles para el aprendizaje y para ayudarles a adaptarse con normalidad a su medio.

Es conocido que, poco después de recibir el premio Nobel, Albert Camus escribió una carta al señor Germain, su maestro de la infancia, en la que le decía: «sin usted, sin la mano afectuosa que tendió al niño pobre que era yo, sin su enseñanza no hubiese sucedido nada de esto. No es que dé demasiada importancia a un honor de este tipo. Pero ofrece por lo menos la oportunidad de decirle lo que usted ha sido y sigue siendo para mí, y de corroborarle que sus esfuerzos, su trabajo y el corazón generoso que usted puso en ello continúan siempre vivos en uno de sus pequeños escolares, que, pese a los años, no ha dejado de ser un alumno agradecido». Todos tenemos en nuestra memoria a un señor o señora Germain; yo he tenido muy buenos profesores pero ahora quiero recordar a mi primera maestra, Isabel Oliveros, que a lo largo de su carrera acogió, cuidó y enseñó a centenares de niños y niñas entre 4 y 6 años. En mi caso, además, tranquilizó y orientó a mi madre, preocupada por mis importantes dificultades con la lectura. Por todo ello, y junto con nuestro recuerdo agradecido como escolares que fuimos, es necesario que todas esas personas que acogen, cuidan y enseñan a los niños y niñas de hoy, sean tratadas con la dignidad social, laboral y económica que sin duda se merecen.

Fuente: http://www.laopiniondemalaga.es/opinion/2016/10/01/importancia-educacion-infantil/879866.html

Imagen: https://encrypted-tbn1.gstatic.com/images?q=tbn:ANd9GcQCgQ8nzcX4_gR8DFi6Lu2qV7xWhpGFzMaLPINd7wyNzojkHtcH

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No baja el nivel educativo.

En España sobra cualificación. El problema es que falta empleo digno para jóvenes brillantes.

Por: Jose Saturnino Martinez Garcia.

Comienza un curso escolar presidido, una vez más, por el lamento unánime entre intelectuales y académicos acerca del alarmante descenso en el nivel de los alumnos. Pues, se pongan como se pongan, no es cierto, no tenemos los peores alumnos de la historia de España.

El estudio internacional PIAAC (el PISA de adultos) nos permite evaluar el nivel de competencias de la población entre 16 y 65 años. La comparación de las diversas generaciones debe hacerse con cuidado, pues comparamos a personas con el mismo título, pero con distinta edad. Con esta precaución, los datos muestran que el sistema educativo español desde principios de los setenta hasta principios de los dos mil ha sido una máquina sorprendentemente constante de certificar competencias.

Las reformas legislativas, las intensas oscilaciones en inversión educativa vividas durante todo ese periodo… Nada de eso alteró el nivel de competencias genéricas asociados a cada nivel educativo. Esos cambios han contribuido a que aumente el peso de la población con mayores títulos educativos, pero no han devaluado el nivel de competencias asociado al título. La combinación entre dicha constancia y el aumento del nivel de titulación hace que España sea uno de los países participantes en el estudio, tras Corea del Sur y Finlandia, en el que más aumenta el nivel de competencias de la población joven con respecto a la más adulta.

Intentaré explicar la contradicción entre lo que dicen los datos y lo que dice tanto intelectual y profesor de Universidad: que los jóvenes de hoy saben menos que los de antes. Lo que miden las pruebas como PISA son destrezas generales, pero lo que evaluamos en los centros educativos son conocimientos adquiridos en un programa. Es posible que el nivel de matemáticas de quienes acceden a primero de carrera es ahora mucho más bajo que hace 20 años, pero eso no lo mide PIAAC. Lo que ha sucedido en este tiempo es que se han reducido las horas de currículos dedicados a matemáticas. Y en la Universidad nos hemos comportado como si esto no hubiese sucedido. Esas horas que dan menos matemáticas, dan más de otras materias, como una segunda lengua extranjera. Para añadir una asignatura, debemos eliminar otra.

PISA mide destrezas generales, pero lo que evaluamos en los centros  son conocimientos adquiridos en un programa

Otro indicador que se aduce de la devaluación de la educación es el paro de los titulados superiores. Pero esta expresión es confusa. Incluso muchos expertos y responsables políticos hablan de paro de los titulados superiores como sinónimo de universitarios, cuando los titulados superiores son también los titulados de la actual Formación Profesional de Grado Superior y los antiguos titulados de FP II. Se afirma que tenemos muchos titulados en educación superior, sin saber que en titulados universitarios estamos en promedios europeos y en titulados en FP superior, por encima.

Otra confusión es comparar jóvenes con la misma edad pero con distintos títulos, cuando lo importante no es la edad, sino la experiencia. Una joven universitaria tiene unos cinco años menos de experiencia laboral que una joven de la misma edad con un Ciclo Formativo de Grado Medio. Cuando tenemos en cuenta el tiempo desde que acabaron los estudios, el desempeño de los universitarios mejora. Pero mejora a partir de los 30 años, a pesar de que durante 40 años hemos aguantado la falacia de “Universidad, fábrica de parados”.

¿Y la sobrecualificación? España es de los países con más sobrecualificados de nuestro entorno. ¿La Universidad prepara mal? No tenemos Universidades excelentes, pero tampoco mediocres, estamos en la “clase media”, por encima de lo que nos corresponde dada la financiación de la educación y la investigación en nuestro país. Además, no se detecta que ni nuestros estudiantes ni profesionales tengan problemas para incorporarse al mercado laboral en otros países, más bien al contrario, aunque sobre esto no contamos con buenos datos.

El problema no es de jóvenes mal preparados, como vemos con desesperación muchos profesores, pues nuestros jóvenes más brillantes se marchan a otros países. Nuestro problema es que no hay empleo digno para jóvenes brillantes. En la época de expansión económica, los inmigrantes que llegaban eran de baja cualificación, no de alta. Y en la época de crisis, se van nuestros jóvenes más cualificados, no los menos. Esto apunta claramente a que el problema de fondo está en el modelo productivo, necesitado de empleo de baja cualificación. La devaluación es de las condiciones de trabajo, no de la educación.

Fuente: http://elpais.com/elpais/2016/09/05/opinion/1473067365_939212.html

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Desgobierno, apatía parlamentaria y responsabilidades educativas.

Por: Juan Navarro de san pio.

Esta semana, en clase de Filosofía, hemos estado reflexionando sobre el significado de la frase «Es lo que hay». Quien calla al escuchar esta frase permite ser sometido por un poder impersonal y difuso que elude sus responsabilidades. Mis alumnos han llegado a la conclusión de que una sociedad entregada a la indiferencia y a la resignación acaba enfermando.

Una sociedad que acepta lo inaceptable se instala rápidamente en el conformismo. ¿Se debe empezar un curso sin saber qué materias deben elegir los alumnos? ¿Por qué iniciarlo cuando se desconoce el modo de evaluación de los contenidos? ¿Tiene sentido enseñar esta actitud crítica y al mismo tiempo guardar silencio sobre esta negligencia educativa?

El curso 2016-2017 se ha iniciado sin disponer de información concreta sobre las pruebas de Evaluación Final (o reválidas), en la ESO y Bachillerato. Esta situación está generando una situación de incertidumbre y angustia entre alumnado, familias y profesorado. Lo que se conoce a día de hoy es únicamente una descripción general de la estructura de las pruebas (BOE 310/2016, 29 de julio), que fue publicado cuando los alumnos ya se habían matriculado. También que la aprobación de la Evaluación Final de Bachillerato durante este curso, y de modo excepcional al ser el primer año de aplicación, no será una condición necesaria para obtener la titulación de esta etapa educativa pero sí para acceder a los estudios universitarios.

A partir de ahí reina el silencio, la confusión y la irresponsabilidad. La indefinición que existe todavía respecto al modelo de examen de cada materia ocasionará consecuencias muy graves para la formación adecuada de nuestros alumnos y, especialmente, para sus aspiraciones académicas y profesionales. Esto significa que probablemente el profesor tendrá que modificar su programación didáctica a mitad de curso para ajustarla al tipo de evaluación determinada de los contenidos de su materia; lo que supondrá, en la práctica, tener que improvisar una estrategia de supervivencia para que el alumno no se estrelle en los exámenes tan decisivos que tenga que hacer. Esta indeterminación en el modo de evaluar los contenidos también resta coherencia y fiabilidad a la elección de los materiales didácticos de cada materia.

No se sabe tampoco si el sistema de ponderaciones académicas existente hasta ahora se mantendrá o no. Mediante este sistema, el alumno sabía hasta ahora si debía cursar una materia en función del valor que se le otorgaba, en tanto que formación requerida para acceder a un grado universitario. Así la calificación obtenida en la PAU tenía dos partes: una general (de 0 a 10 puntos) y otra específica (marcada por las ponderaciones, hasta un máximo de 14 puntos).

Es decir, que un alumno podría encontrarse con la circunstancia de no haber elegido adecuadamente, por falta de información, aquellas materias que más le van a favorecer para su acceso a la Universidad. Así, por ejemplo, un alumno podría tener una mayor nota de corte dependiendo del valor que tuviese la materia para acceder a un grado universitario. Al no conocerse cuál será ese valor de ponderación si es que habrá alguno, se deja al alumno en una situación de absoluta desorientación académica. Pero el problema es más grave todavía, si se tiene en cuenta que el alumnado también tendrá que examinarse de materias de 1º Bachillerato, que este año no cursan, sin saber el modelo de examen al que habrán de hacer frente y sin posibilidad ya de recibir una preparación específica.

Ni siquiera se conoce el calendario de las pruebas: ¿Cuánto tiempo tendrán los alumnos para estudiar una vez hayan concluido 4ª ESO o 2º Bachillerato? Tampoco está clara la composición de las comisiones de evaluación, que son quienes convocan a principio de curso a los profesores de cada materia para explicarnos el funcionamiento concreto de la prueba. Nadie sabe nada de todo esto.
La incomparecencia del Gobierno y la desidia parlamentaria de la oposición, que ha sido incapaz de derogar la LOMCE o, al menos, la eliminación o aplazamiento de los aspectos más conflictivos, como las reválidas–, son los responsables de esta insólita situación. Hay un sentimiento de incredulidad, hastío y cierta resignación en la comunidad educativa. Afortunadamente, han aparecido ciertos gestos de lucidez y resistencia crítica, como la admirable iniciativa de un alumno de la ESO, Isidoro Martínez, capaz de recoger más de medio millón de firmas en unas semanas. Pero hace falta una movilización inmediata de todos los sectores educativos para detener este despropósito educativo que está truncando las esperanzas del alumnado de ESO y Bachillerato. ¿Qué se puede hacer, entonces?
Dar a conocer a toda la sociedad civil las consecuencias nefastas que está teniendo –y tendrá– la falta de información y concreción en las pruebas de Evaluación Final o reválidas.
Exigir el inmediato aplazamiento de las reválidas al no haberse presentado con suficiente antelación la estructura y contenido de las mismas.

Demandar responsabilidades políticas a quienes han tomado estas decisiones educativas (por acción u omisión) que tan gravemente perjudican el proceso de aprendizaje y enseñanza de los alumnos. Pues no hay que olvidar que, sea cual sea la opción que se adopte finalmente reválida o prolongar un curso más la PAU, el daño ya está hecho dado que supondrá la modificación de la programación y de los materiales didácticos, sin suficiente tiempo de preparación y desarrollo.

Si no reaccionamos pronto, la situación se complicará todavía más. Hoy «lo que hay» es un enorme despropósito educativo consentido por la comunidad educativa e ignorando por parte de la sociedad. Y, sin embargo, parece que hayamos empezado el curso como si nada inadmisible hubiese sucedido. En nuestras palabras y actos está la posibilidad de un rechazo masivo, una rectificación inmediata y una depuración de responsabilidades.

Fuente: http://www.diarioinformacion.com/opinion/2016/09/27/desgobierno-apatia-parlamentaria-responsabilidades/1810182.html

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La paciencia del pacto educativo.

Para que el sistema educativo español mejore se necesita una estrategia a largo plazo con más inversión, universalización y políticas inclusivas.

Por: Octavio Medina.

La semana pasada el profesor Benito Arruñada publicaba una tribuna en la que criticaba la idea de un pacto educativo porque solo contribuiría a perpetuar los problemas que ya tenemos. El sistema educativo, en connivencia con los padres, decía Arruñada, forma a jóvenes inmaduros, poco autocríticos e incapaces de “posponer la gratificación” para esforzarse más. Todo esto, unido a la eliminación de castigos, reválidas o los cursos selectivos, habrían generado una falta tanto de actitud como de preparación entre la juventud de hoy.

No seremos nosotros los que discutamos que nuestro sistema educativo es mejorable (ni que el pacto no es una panacea). Pero si a los jóvenes les falta disciplina, a los argumentos del profesor Arruñada también. En 2013 la OCDE publicó el estudio OCDE, que evalúa los conocimientos y competencias en matemáticas y lectura de la población adulta en decenas de países. El patrón general es que las generaciones recientes obtienen mejores puntuaciones que las anteriores. Hay varios motivos. Uno de ellos es que las competencias decaen a medida que uno envejece. Pero otro motivo es la universalización de la educación en la segunda mitad del siglo XX. Los países pioneros como Estados Unidos tienen diferencias menores entre jóvenes y mayores que los países que expandieron sus sistemas educativos más tarde. Entre estos últimos se encuentra España, que en 1955 tenía una participación inferior al 10% en secundaria, comparada con el casi 80% de EEUU. De los 29 países participantes en PIAAC, España es el cuarto donde los jóvenes sacan más ventaja al grupo más mayor en lectura. Los jóvenes españoles de 16-24 años están más cerca de cerrar la brecha con la OCDE que cualquiera de las generaciones anteriores. No se deduce que estén peor preparados.

España es el cuarto país donde los jóvenes más aventajan a los mayores en nivel de lectura

También se critica que a las nuevas generaciones les falta actitud. Por ejemplo, no saben posponer las gratificaciones es decir, no son pacientes, lo cual les hace esforzarse poco en decisiones que les afectan a largo plazo. Es una hipótesis interesante, pero Arruñada no aporta datos. Afortunadamente el año pasado se publicó una investigación que analiza preferencias y actitudes en distintos países (para ver patrones por generación tendremos que esperar a que se publique la base de datos). Una vez más, la realidad es más aburrida que la teoría. A pesar de que no somos tan pacientes como anglosajones y escandinavos, los españoles estamos a la cabeza de los países del sur de Europa e incluso somos algo más pacientes que los japoneses. No hay evidencia pues de que seamos particularmente impacientes.

Arruñada achaca el supuesto declive del carácter a la eliminación de los castigos, las reválidas y los cursos selectivos, lo cual ha mermado la responsabilidad del alumno. Estamos de acuerdo en que el carácter llamémosle habilidades socioemocionales— es clave. No en vano predice resultados como la tasa de empleo, el salario o la graduación. La razón por la que se han eliminado reválidas y modelos selectivos (un proceso que lideraron países con excelentes resultados como Canadá, Holanda o los países nórdicos, por cierto) es porque no suelen ayudar a desarrollar esas actitudes que Arruñada añora. Sí que ayudan, en cambio, a perpetuar fenómenos como el de la repetición, política cara, ineficaz e injusta, en la cual España sí que es una anomalía. Si queremos desarrollar carácter, convendría mirar hacia iniciativas prometedoras como las clases de refuerzo y acompañamiento (con altas expectativas) o las sesiones de terapia cognitiva para adolescentes. Tienen además la ventaja de haber sido evaluadas rigurosamente en vez de estar basadas en anécdotas.

Los partidos tienden a enfocarse en políticas “impacientes” y dejan fuera la educación

El progreso de nuestro sistema educativo en las últimas décadas ha sido sustancial, y es consecuencia de una mezcla de inversión, universalización y políticas inclusivas. Aunque queda mucho por hacer, no vemos motivos que nos impidan seguir mejorando. Quizá el pesimismo se deba a que a diferencia de la salud donde el gran aumento de la longevidad deja poco que discutir, a la educación le ocurre la paradoja de que cuanto más mejora, más expectativas y preguntas sobre su efectividad genera. En cualquier caso, resulta extraño que el profesor Arruñada a la vez critique la idea de un pacto educativo y el aumento de la impaciencia. Un problema clave de economía política es que mientras los gobiernos deben rendir cuentas cada cuatro años, existen muchas políticas cuyos beneficios tardan décadas en verse. Por lo tanto, los partidos tienden a enfocarse en políticas “impacientes” y dejan fuera, entre otras, a la educación. Un pacto o compromiso por la educación, aunque sea de mínimos, es la clase de mecanismo que nos ayudaría a posponer la gratificación de invertir en políticas cortoplacistas.

Fuente: http://elpais.com/elpais/2016/09/20/opinion/1474381889_113772.html

Imagen: http://ep01.epimg.net/elpais/imagenes/2016/09/20/opinion/1474381889_113772_1474383826_noticia_normal_recorte1.jpg

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La carga educativa.

Por: Cecilia Ester Castañeda

¡Qué pesado es ser estudiante en estos tiempos! Planteles sin mantenimiento, ventanas tapadas, maestros resistiéndose a actualizarse, consultas por internet… y una mochila excesivamente cargada que hay que llevar de lunes a viernes.

Ahí van, ahí vienen, una y otra vez. Son niños y adolescentes doblándose por el peso de sus útiles escolares, cual esclavos obligados a pagar por el derecho a aprender. No sé, a mí de alguna manera me recuerdan la emblemática escena de Los Miserables cuando una harapienta niñita apenas puede con el balde de agua que va a llenar a un pozo antes de ser rescatada por el protagonista Jean Valjean. A Cosette la explotaba la familia que cobraba a su mamá por cuidarla mientras ella trabajaba lejos, pero en el caso de los cientos de miles de menores juarenses que asisten a la escuela, creo, muchos incurrimos en omisión de cuidados por no proteger mejor el bienestar físico de nuestros hijos.

Porque cargar regularmente un peso excesivo puede tener consecuencias serias de salud. Si las palabras cifosis, escoliosis y artrosis no se relacionan en forma automática con los estudiantes se debe a que la mayoría de los síntomas suelen aparecer a edad más avanzada. Sin embargo las cargas pesadas agravan dichos padecimientos o, según algunos, predisponen a ellos.

Además el cuerpo de los alumnos de primaria y secundaria se encuentra en pleno crecimiento. En esta etapa formativa, los daños o la adquisición de malos hábitos pueden tener repercusiones para toda la vida. El dolor, la incomodidad y el esfuerzo de soportar regularmente el peso excesivo de una mochila llegan a afectar la columna vertebral, la espalda, los hombros, el cuello…

Ya sé, no se trata algo privativo de la frontera. Tampoco es nada nuevo. Cierto día observé en una radiografía que mis vértebras parecen más gastadas del lado derecho. Entonces recordé. Si cierro los ojos, aún puedo sentir en los dedos de mi mano los callos provocados por aquella mochila de cuero que me hacía irme de lado cuando caminaba en mis días de estudiante de primaria.

Aparentemente hoy es más sencillo trasladar los útiles escolares. Existe una mayor variedad de productos y hasta es posible llevar rodando como carritos las mochilas. Sin embargo, me da la impresión de que también ha aumentado el número de objetos cargados. Entre calculadora, plumas, correctores, marcatextos y archiveros portátiles son más los útiles exigidos en la mayoría de los planteles, sin contar las tablets y los teléfonos celulares que se han vuelto parte esencial del equipo con el cual se manejan muchos de los estudiantes de nivel básico. Y los artículos electrónicos son pesados.

Luego está el montón de cuadernos pedidos en la actualidad. Ya no se vale traer carpeta e ir agregando y retirando hojas conforme se necesiten, ni llevar cuadernos con divisiones. Ah no, ahora desde primer grado se encarga por lo menos un cuaderno distinto para cada clase. Si se suman los libros mínimo uno por materia, el diccionario, las guías, el juego geométrico, el álbum de trabajos y las tareas, se entiende la razón de que veamos a tantos menores que parecen en pleno  entrenamiento para interpretar al Pípila.

En secundaria al menos, creo, ha crecido asimismo la cantidad de libros de texto. ¡Yo ni siquiera recuerdo haber pensado en necesitar algo para cargar mis cuadernos! En mi generación, sólo nos pedían libro de matemáticas, de español y de inglés.

Qué bien que hoy haya material gratuito para tantas materias. ¡Bravo! por todas las herramientas y la tecnología con las cuales se facilita la enseñanza. Pero, por favor, señores maestros, un poco de atención y un mucho de consideración hacen la gran diferencia.

¿De veras es necesario adquirir cuadernos de 200 hojas? ¿Tiene que llevarse a diario el archivo con los trabajos completos? ¿Acaso necesitan los alumnos cambiar de salón a cada hora?

De seguro pueden implementarse políticas que aligeren literalmente la carga estudiantil. Al menos, como padres, debemos exigir a los profesores respetar la programación de las clases para que nuestros hijos no carguen todos los días con todos los útiles.

Fuente: http://diario.mx/Opinion/2016-09-07_e6f67d60/la-carga-educativa/

Imagen: http://noticiasdelacalle.com.ar/multi/fotos/4429_11.jpg

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La reforma educativa en Chihuahua.

Por: Luis Alfonso Arenal

Sigue vigente la discusión sobre lo que se ha denominado “reforma educativa”. La controversia empieza incluso desde su mismo nombre, habiendo quienes dicen que es una mera reforma laboral aplicada a las escuelas públicas.

En realidad la trasformación no puede ni debe ser demeritada en ninguno de los dos casos. Primero porque no es simplemente un cambio en la forma de contratar a los maestros, y si así fuese, no es tampoco un cambio menor.

Aquí en Chihuahua hemos tenido un sector magisterial con una conflictividad realmente baja, en honor a la verdad. Los recientes cambios en la dirigencia sindical de las dos secciones que existen en nuestro estado se dieron con poca oposición, si las comparamos con los eventos en Oaxaca y estados vecinos.

En un caso hubo una oposición minoritaria y en la otra fue prácticamente un día de campo. Tan es baja la conflictividad del sector magisterial en Chihuahua que tanto César Duarte como el mismo Enrique Serrano fueron candidatos también del Partido Nueva Alianza (Panal). Honestamente no supe de voces disidentes al interior del Panal en contra de este apoyo.

Desde la década de los ochentas no hemos tenido paros en las escuelas de Chihuahua. Y eso ha sido una buena noticia. En la década de los noventas hubo amenazas de paro pero no recuerdo que se hayan concretado… aunque sí el Gobierno estatal de Francisco Barrio pagó el costo político de impulsar cambios en la educación en 1995.

Ahora veremos con Javier Corral si el conflicto permanece en estos niveles o se incrementa. Ojalá que la próxima administración implemente y haga respetar la reforma educativa y la sociedad apoye este esfuerzo.

Es difícil pronosticar aquí dada la pasión con que este tema se ha discutido en las redes sociales y cómo se organizan campañas de desinformación desde algunos planteles escolares.

En el tema hay muchos mitos y mucha gente de buena fe los ha creído. Hay muchas personas que genuinamente creen que tendrán que pagar colegiatura en las escuelas públicas. La gratuidad de la educación pública no está en riesgo por esta reforma (que en realidad no es tan gratuita dado que la pagamos con nuestros impuestos). Aun así, soy de la opinión de que los padres de familia debemos apoyar el funcionamiento de las escuelas, sea en especie o con trabajo social. Asimismo, la escuela tiene un importante rol en el mejoramiento de la comunidad en la que ésta actúa. Esto no quiere decir que se vaya a privatizar o que se implementen colegiaturas en las escuelas públicas.

¿El cambio es insuficiente? Seguramente. Pero no podemos pensar honestamente en generar técnicas educativas de vanguardia cuando los maestros suspenden clases un día sí y el otro también o francamente no dominan la materia que imparten. Esta afirmación es una generalización y, como sucede con todas las generalizaciones, siempre habrá casos que la desmientan. Me consta que hay muy buenos maestros en muchas escuelas públicas… y ellos serían los primeros beneficiados si la reforma educativa se implementa correctamente. ¿A quién no le gustaría disfrutar de la tranquilidad que brinda el saber que su carrera depende más de su desempeño que de otros factores fuera de su alcance?

A la reforma educativa se le ha criticado varias cosas. Una de ellas que no atiende necesidades de infraestructura en las escuelas. Al margen del trabajo que la SEP realiza en este tema junto al Inegi, vale la pena destacar que un uso más racional del presupuesto educativo permitiría solventar esas carencias. Como en toda nueva legislación, no basta que ésta sea positiva sino que se implemente de manera correcta.

Fuente: http://diario.mx/Opinion/2016-09-13_cf6a4d1e/la-reforma-educativa-en-chihuahua/

Imagen: http://www.elpueblo.com/img/thumbnails_l/DSC_0620.jpg

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Libro: Hacia una pedagogía de la desneocolonización Luis Antonio Bigott

América del Sur/Venezuela/Octubre 2016/Reseña/

https://fondoeditorialipasme.files.wordpress.com

Reseña:

 

Las siguientes notas constituyen un conjunto de reflexiones iniciadas en los Congresos de Pedagogía celebrados en La Habana y sus derivaciones, impulsadas por la Asociación de Educadores de Latinoámerica y el Caribe (AELAC). Se suman a los mismos las propuestas realizadas al interiorde la Red de Organizaciones Afrovenezolanas en su extraordinario esfuerzode impulsar la educación interculturalEl período en el cual se configuraron las reflexiones se desarrolla entre 1991 y 2008. La primera reflexión se produce en el Encuentro Internacional de Educación promovido por la Asociación de Educadores de Latinoámericay el Caribe (AELAC), el 12 de mayo de 1991 en Caripe del Guácharo, Estado Monagas.

Señala que desea » expresar que el escribir sobre educación se ha vuelto para mí territorio difícil, me exige un esfuerzo de concentración imposible de mantener por largo tiempo. Cuando trabajaba sobre una superficie lingüísticamente plana, cuando dominaban en mí los intentos descriptivos, escribía mis libros en pocos meses. Ahora me toman bastante años de trabajo y el cansancio me obliga a interrumpirlos para caminar, mantener
una relación viva con los amigos que quiero, interesarme por otras áreas del saber desconocidas. Creo que cuando se domina una técnica o se ha llegado al fin de una experiencia hay que dejarlas para ir en busca de algo que se ignora. Todas las ideas, aún las más respetables, son monedas de dos caras y el educador que no logra advertirlo no trabajará nunca sobre la realidad sino sobre su fotografía.

Descargaraqui: bigott-luis-hacia-una-pedagogia-de-la-desneocolonizacion

Fuente:

https://fondoeditorialipasme.files.wordpress.com/2010/08/hacia-una-pedagogia-de-la-desneocolonizacion.pdf

Fuente imagen:

https://lh3.googleusercontent.com/zC8LIyr7OtDSbDGtMky34UcB0SpTzC0mH7InU5QTLo4xg4HkWu-kjLHq5pMj5izGGbGm=s85

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