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Asignatura de valores.

Por: Francisco Javier Quirós Cuevas.

¿Qué debe hacer un profesor si considera que la imposición de la asignatura de Valores Éticos a los alumnos que no desean estudiar la asignatura de Religión supone usarlos como meros medios para garantizar el derecho de quienes sí desean hacerlo? ¿Y si cree que los contenidos de la materia de Valores Éticos son arbitrarios, caóticos y reiterativos, además de inadecuados para los alumnos de algunos niveles en los que se imparte?

¿Qué tiene que hacer si, además, sabe por propia experiencia que una materia de una sola hora lectiva carece de las condiciones necesarias para poder enseñar y evaluar correctamente? ¿Debe aceptar ser cómplice del perjuicio que todo ello causa a sus alumnos para que, a cambio, se pueda rellenar el vacío que ha dejado en su horario la supresión de la Historia de la Filosofía y de la Ética con una asignatura inventada exclusivamente con el fin de que la materia de Religión tenga una alternativa que se pueda suspender? Para quien no está legalmente obligado a impartir dicha asignatura es un problema secundario, pero para aquel que lo está es una cuestión moral, es decir, de valores.

Fuente: http://elpais.com/elpais/2016/09/13/opinion/1473782731_740771.html

Image:http://images.eldiario.es/politica/numero-becados-universitarios-pasado-alumnos_EDIIMA20131226_0204_4.jpg

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Liderazgo y educación.

Por: William Arellano Cartagena.

La escuela de hoy se enfrenta al desafío de asumir nuevas formas de organización y liderazgo. Se le exige aplicar estrategias para cumplir las demandas sociales y mejorar la calidad educativa.

La lista la encabeza el Ministerio de Educación Nacional (MEN), que ha definido políticas de calidad educativa y destinado cuantiosos recursos a construir modelos de gestión para mejorar la calidad en las escuelas oficiales. Los esfuerzos se han dirigido a brindar a directivos docentes capacitación, acompañamiento técnico y entrenamiento.

Las metas han sido ambiciosas: que las escuelas mejoren los resultados en las pruebas Saber con el liderazgo de sus equipos directivos, y definan un proyecto educativo (PEI) con metas claras para avanzar sus ejes de gestión. A éstos, que comprenden lo directivo, académico, administrativo y comunitario, se suman los programas de modernización de las secretarías de educación y el MEN.

Para avanzar el Ministerio convocó iniciativas privadas regionales con modelos de gestión propios y fuerte liderazgo del sector empresarial, como, por ejemplo, Líderes Siglo XXI, Rectores Líderes Transformadores y la Escuela de Alta Dirección Educativa (EADE) en cabeza de la Fundación Mamonal.
La EADE liderada junto a la Tecnológica de Bolívar- ha tenido resultados muy positivos y logró trascender el ámbito local. La Escuela ha llegado a rectores y coordinadores académicos de Cartagena, Barranquilla, Sucre, Córdoba, Santander y Chocó.

Esta iniciativa implementa la Cátedra de Alta Gerencia Educativa, que da a rectores herramientas teóricas y prácticas para fortalecer sus habilidades gerenciales, unido a un acompañamiento que potencia los saberes y aporta a sostener la gestión escolar y transformarla en el ámbito local.
A través del entrenamiento se favorece el desarrollo de competencias de liderazgo personal y trabajo colaborativo. Un espacio de incidencia adicional es la Mesa de Directivos Docentes como estrategia para consolidar la red de liderazgo.

El impacto de estas iniciativas ha repercutido no sólo por la cantidad de directivos fortalecidos en habilidades gerenciales, sino también por el estímulo a continuar su formación avanzada y conformar redes de trabajo para gestionar recursos ante el MEN y las secretarías de educación. Se han compartido experiencias exitosas y diseñado proyectos de incidencia en las comunidades.

En un sector ávido de buenas prácticas, es sin duda una vía para construir un modelo de gestión propio orientado a la cacareada calidad educativa.

Fuente: http://www.eluniversal.com.co/opinion/columna/liderazgo-y-educacion-11326

Imagen: http://sinergiaformacion.es/wp-content/uploads/2014/10/curso-liderazgo-centro-educativo.jpg

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Opinión pública y reformas estructurales.

Por: Mariano Ruiz Funes.

Mucho se ha comentado acerca de la importancia de que en el arranque de esta administración y en el contexto de un amplio acuerdo político, el “Pacto por México”, se hayan acordado diversas reformas estructurales que retomaban un proceso de modernización. Ello generó grandes expectativas dentro y fuera del país; tal vez mayores en el exterior. Era el Mexico’s moment y el inicio de los reconocimientos y halagos a los funcionarios del gobierno en múltiples foros internacionales (financieros, energéticos, visitas de Estado, etcétera), de los que algunos perduran hasta hoy como el de la semana pasada en el que la Foreign Policy Association le otorgó al presidente Peña el premio Estadista 2016. Vaya momento para hacerlo.

La realidad es que la crisis política (Ayotzinapa, ‘casa blanca’, corrupción, visita de Trump, etcétera), la inestabilidad económica (depreciación cambiaria, repunte inflacionario, recortes al gasto y Presupuesto 2017) y el entorno internacional (petróleo, tasas de interés, magro crecimiento y elecciones en Estados Unidos) han configurado un coctel muy complejo que no sólo ha significado un deterioro de la confianza de la población y de su credibilidad en las autoridades, sino que ya se traduce en cuestionamientos a las reformas estructurales. De acuerdo con el análisis “México: política, sociedad y cambio; escenarios políticos” de septiembre, que se realiza con base en los resultados de la encuesta trimestral GEA-ISA (se puede consultar enwww.structura.com.mx/gea), los cambios en las percepciones de la opinión pública acerca de las reformas son preocupantes, por decir lo menos.

En primer lugar, 68 por ciento de la población encuestada opina que las reformas son “poco” o “nada” importantes para el país, en comparación con sólo 25 por ciento que considera que “mucho”. Segundo, todas las reformas estructurales evaluadas individualmente muestran un deterioro significativo de opiniones favorables. A la pregunta de “¿Cree usted que las cosas en el país están cambiando para bien o para mal con la reforma…?” entre septiembre de 2014 -cuando ya estaban todas aprobadas y algunas en proceso de instrumentación- y septiembre de 2016, la educativa pasó de 58 por ciento “para bien” a 43 por ciento, la energética de 37 por ciento a 24 por ciento, y la hacendaria de 28 por ciento a 18 por ciento. La percepción sobre otras reformas (telecomunicaciones, transparencia, financiera y político-electoral) también se deterioró aunque en menor grado.

Resulta particularmente delicado el caso de la reforma educativa, en la que abunda con mayor detalle la encuesta GEA-ISA. A pesar de que la población encuestada la reconoce como la más importante (34 por ciento de total) y a la mejora de la educación como el mayor acierto del gobierno (10 por ciento; otras acciones o programas tienen porcentajes inferiores y 35 por ciento opina que ninguno), 47 por ciento se manifestó en desacuerdo con esa reforma (vs. 43 por ciento de acuerdo) y un elevado 58 por ciento opinó que se debe modificar.

Ello parece basarse en que las opiniones sobre si la reforma es benéfica o perjudicial para la calidad de la educación y la formación de maestros están divididas a partes iguales. También sorprenden, sobre todo por los esfuerzos del gobierno y en particular del secretario de Educación por desprestigiarla y descalificarla, las percepciones sobre la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE): 46 por ciento de la población encuestada tiene una buena o muy buena opinión (en comparación con 41 por ciento de mala o muy mala) y 81 por ciento manifiesta que el gobierno debe dialogar con la CNTE, aunque 54 por ciento desaprueba sus movilizaciones contra la reforma.

Si bien reformas profundas (económicas, políticas o administrativas) conllevan un proceso natural de desgaste en su instrumentación, a ello se ha sumado el deterioro general de la gestión del gobierno en un entorno complicado pero con errores graves en múltiples ámbitos. El riesgo evidente es que, ante un rechazo creciente de la opinión pública, se reduzcan los alcances de las reformas estructurales o se reviertan. La tentación será elevada para los partidarios de cualquier color.

Fuente: http://www.elfinanciero.com.mx/opinion/publica-y-reformas-estructurales.html

Imagen:http://www.elfinanciero.com.mx/files/article_main/uploads/2014/02/12/52fb52f3b9353.jpg

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La brecha entre los títulos universitarios y las desigualdades

Por: Rose Mary Hernández Román

Cuando una familia inscribe su hijo o a su hija para iniciar el mundo de la educación, lo hace pensando en que esto le garantizará una mejor condición de vida. Hay padres que nunca más vuelven a la escuela o a los liceos, menos aún lo hacen a la universidad, les toca al pequeño aprender desde su propio ritmo o al ritmo de los demás, donde muchas veces, aunque parezca irónico, terminan siendo cercenados en su creatividad, puesto que son muchos los casos donde el maestro pide dibujar una flor, y la imaginación de los niños aflora distintas representaciones, más sin embargo, en la pizarra se deja apreciar la cotidianidad de una flor roja con un singular tallo verde, coartando habilidades que deben emerger desde el primer encuentro de aprender.

A pesar de estar incongruencias, así  transcurre el tiempo y la brecha entre los estudiantes y los títulos universitarios se van acercando, las ilusiones nunca desaparecen, las emociones recorren y se apoderan de los pensamientos, a tal punto, que cada quien se visualiza con ese especial momento, los padres se alegran y en medio de esfuerzos  acompañan al joven en tan distinguido acto académico.

Obtener un grado universitario es algo valioso, tanto que  si más gente fuera a la escuela, liceos y a la universidad, estarían mucho mejor, sin embargo, es difícil imaginar cómo el ayudar a que más graduados que obtengan un grado universitario pueda revertir el masivo incremento en la desigualdad de las pasadas décadas, que en su mayoría es resultado de las ganancias exorbitantes de los muy ricos. Estoy totalmente de acuerdo con mejorar la educación, que nuestros niños y niñas tengan mejores escuelas, que sean alimentados de forma debida, que las familias se incorporen en su responsabilidad escolar, que cada estudiante goce de los beneficios de una educación para todos y para todas.

Tratar el tema de la educación debe hacerse sin evasión. Hay que tener en cuenta la importancia de los maestros y de las maestras, mejorar sus condiciones de vida es también más que un reto un compromiso de cada gobernante, los ingresos o las ganancias de la gente con grados universitarios no pueden reducirse o desmejorarse con el cambio de quienes lideraran los poderes de cada país.

Cada día se aprecia como siguen creciendo los salarios de los trabajadores con las remuneraciones más altas, como los ejecutivos de corporativos, lo que marca una gran diferencia con la paga de un maestro que enseña en un pueblo, que incluso muchas veces debe trasladarse en bestias para poder llegar a sus salones de clase, para formar a los futuros médicos e ingenieros. Por lo que hablar acerca de niveles de ingreso económico en abstracto, sin considerar políticas específicas. Notablemente, se requieren de políticas redistributivas que reduzcan la desigualdad de todos modos, donde los pobres al igual que los maestros tengan oportunidades de encontrar empleos con pagos dignos, que garanticen una mejor vida familiar, poder suplir los gastos que les corresponden,  esto es una meta valiosa, sin confundirlo  con el más amplio objetivo de lograr una distribución de la riqueza más equitativa.

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Las causas profundas del conflicto educativo.

El conflicto de la educación se está agravando porque se habla mucho de la rebelión estudiantil y poco de sus causas profundas. Tampoco se buscan soluciones creativas y, si fuera necesario, excepcionales, al problema educativo, ni siquiera a sus aspectos más obvios e inmediatos, como las ruinosas infraestructuras o la mala calidad de la enseñanza.

Por: Rolando Niella.

Lo primero que hay que tener claro es que el problema no es que los estudiantes estén en rebeldía. Por el contrario, los estudiantes están en rebeldía porque la educación es un problema. Un problema que tiene raíces muy profundas, causas arraigadas y enquistadas en el sistema político y administrativo de nuestro país.

No hay conciencia verdadera, no hay convicción real de la importancia de la educación y, en consecuencia, no hay preocupación sincera por la calidad de la educación ni voluntad política de hacer lo necesario para mejorarla. Cuando las autoridades hablan de “priorizar la educación”, se escuchan solo palabras sin contenido, que no pueden trasmitir una convicción de la que carecen.

No tiene conciencia del valor de la educación el Poder Ejecutivo. No tiene conciencia institucional del valor de la enseñanza el propio Ministerio de Educación, que está más bien organizado para la política que para administrar la educación, de manera que cambiar ministros no es suficiente para lograr que la maquinaria ministerial funcione como debiera.

Tampoco tienen conciencia del valor de la educación el Congreso Nacional y las fuerzas políticas que lo integran, como han demostrado ampliamente al no tratar durante meses el proyecto de Ley de Emergencia Educativa. Ni qué decir tiene que carecen de preocupación por la educación las Gobernaciones y las Municipalidades, que mayoritariamente malgastaron o malversaron el dinero de Fonacide.

No tiene conciencia del valor de la educación el Poder Judicial, que no ha tomado medida serias ante el despilfarro y la malversación del dinero de la educación y que parece más propenso a evitar las denuncias, ralentizar los procesos y mirar hacia otra parte, ante sucesos tan graves como escuelas ruinosas o derrumbadas o ante descaradas malversaciones y docentes fantasmas.

No tienen conciencia del valor y la importancia de la educación las propias autoridades académicas, que con poca vergüenza y ninguna autocrítica, ven caer año a año la calidad educativa en todas las mediciones internacionales de resultados académicos, tanto en la primaria como en la secundaria y la universidad, pero se vienen oponiendo a cualquier intento serio de reforma.

Ni siquiera todos los docentes que, con sus sueldos insuficientes y sus horarios desproporcionados, son tan víctimas de la falta de conciencia del valor de la educación como los estudiantes (pero que, como hemos visto ocurrir en la UNA, dicen que apoyan a los estudiantes pero votan en contra), parecen tener conciencia de la necesidad de una verdadera y profunda reforma educativa.

Por supuesto que en todas esas instituciones y estamentos habrá excepciones meritorias, pero las excepciones no son ni lo bastante numerosas, ni lo suficientemente poderosas para resultar realmente significativas. Inclusive la ciudadanía hasta hace poco estaba como anestesiada ante el problema educativo; aunque por fortuna ahora está tomando real conciencia del valor de la educación, gracias precisamente al enorme impacto que está teniendo la rebelión estudiantil.

Va para un año que esta situación de protestas y de medidas de fuerza, de instituciones educativas paralizadas y protestas sistemáticas se mantiene sin que se vean síntomas de solución. Por supuesto, la tensión se agrava porque el enojo de los estudiantes crece y su paciencia se agota.

El resultado es el que todos conocemos: Todas las carreras de la Universidad Nacional están en paro. Cada vez más estudiantes secundarios se suman a la rebelión y apoyan medidas de presión cada vez más fuertes. De hecho, si los escolares de la primaria no están también en rebeldía es solo porque no tienen la edad suficiente y no porque les falten motivos.

Retomando el principio de este artículo: el problema no es precisamente la rebeldía estudiantil; el problema es la educación, es la falta de conciencia de su importancia, es la poca voluntad política y académica de reformar profundamente el sistema educativo.

Hay que dejarse de tonterías, dejarse de escusas, dejar de decir “no hay dinero” (porque para robar sí hay), dejar de decir “no se puede” y conseguir el dinero y buscar creativamente la forma de poder. Eso es lo que se debe hacer ante una catástrofe como es hoy por hoy la educación, eso es lo que se hace ante una emergencia. Eso es lo que no se está haciendo y por eso los estudiantes siguen en rebeldía.

Fuente: http://www.abc.com.py/edicion-impresa/opinion/las-causas-profundas-del-conflicto-educativo-1522155.html

Imagen: https://cdnmundo1.img.sputniknews.com/images/105935/96/1059359656.jpg

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Política pública y desempeño educativo.

Por: Irene Torres.

Al apostar por la educación para la transformación y el desarrollo sostenible, Medellín se convirtió en la protagonista latinoamericana del más reciente informe de la Unesco sobre los objetivos educativos del milenio ‘La educación al servicio de los pueblos y el planeta’. No solo que es en Medellín donde se presentó la versión en español del informe, sino que la Unesco destaca a la ciudad colombiana como ejemplo de una “ciudad del aprendizaje”.

El documento destaca cómo Colombia ha incrementado la calidad del desarrollo humano sin necesidad de dejar una alta huella ecológica. Igualmente, relieva el alto índice de asociaciones extraescolares, 50% de cuyos miembros pertenecen a organizaciones ambientales. En Corea del Sur, por ejemplo, el aprendizaje sobre y la gestión de problemas ambientales reales están relacionados con el éxito académico de los estudiantes posteriormente en la universidad.

Esto no significa que lo recomendable sea ponerse a crear organizaciones ambientales estudiantiles, sino que primero debemos aprender a valorar la colaboración entre la escuela, el colegio y otras instituciones, especialmente a la hora de pensar en el aprendizaje extraescolar. Esto es difícil cuando la ley educativa de un país limita, como en el Ecuador, la participación estudiantil y familiar en las instituciones educativas.

En contraste con su calificación del buen vivir como una postura más bien “filosófica” en Ecuador y Bolivia, la Unesco resalta el trabajo en Colombia del Consejo de Asentamientos Sustentables de las Américas con los ecobarrios, ecocaravanas, centros de educación sostenible y pueblos tradicionales sustentables.

Por supuesto, queda mucho por resolver en Colombia, la violencia contra los profesores, el bajo desempeño matemático de los estudiantes, los bajos índices de involucramiento estudiantil en clase y el inadecuado uso del tiempo en instrucción académica por parte de los docentes. Pero Ecuador tampoco se encuentra muy lejos de Colombia en la medición de algunas de estas variables.

Así es que el terremoto de abril de este año reveló las grandes limitaciones del modelo educativo ecuatoriano, la más grave de las cuales fue la escasa influencia de las instituciones educativas en el desarrollo de las comunidades. Con todos sus errores, en el pasado las escuelas y colegios movilizaban localmente recursos indispensables cuando el Estado no cumplía con sus obligaciones. Hoy están atadas de manos, y las madres y los padres de los estudiantes esperan que el Ministerio de Educación resuelva los problemas directamente.

Por su parte, los defensores de la malentendida rectoría del Estado agraviaron públicamente a quienes gestionaron apoyo para las instituciones educativas afectadas e incluso viajaron a la Costa para ayudar en persona de manera desinteresada. Cuán diferente habría sido que la Ley y el Reglamento de Educación no solo contemplen la posibilidad de reacción ante un desastre parecido, sino que entiendan la importancia de las actividades extraescolares en toda su dimensión.

Como lo subraya el informe de la Unesco sobre la consecución de los objetivos educativos del milenio, la participación de estudiantes, familiares, actores comunitarios y otras instituciones en la educación es fundamental para proponer soluciones integradoras, innovadoras y creativas a los retos que propone el futuro del planeta. Al respecto, iremos más lejos con la construcción de una ciudadanía empoderada y crítica que influya igualmente en las formas actuales de gobernanza y emprendimiento que con las destrezas con criterios de desempeño. (O)

Fuente: 

http://www.eluniverso.com/opinion/2016/09/07/nota/5786598/politica-publica-desempeno-educativo

Imagen: http://www.pieb.com.bo/UserFiles/Image/2016/JULIO/pd_educacion1.jpg

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La reforma educativa se caracteriza por ser vertical y autoritaria.

Por: Isaac Torres Cruz.

Nuestros Científicos. El investigador del Colmex ha realizado análisis y críticas a las deficiencias de la reforma educativa, y si bien advierte que se encuentra contra las condenas de las que ha sido objeto todo el magisterio, tampoco se pueden defender algunas de sus acciones más deplorables

Desde hace décadas, Manuel Gil Antón ha sido uno de los investigadores en educación más notables, si bien por sus estudios en el área, también por su aguda y puntual opinión crítica sobre su entorno. La educación es un tema complicado en nuestro país, puesto que está intrínsecamente ligado a algunos de los problemas nacionales más importantes que ha arrastrado históricamente: pobreza, desigualdad y corrupción, entre otros.

Gil Antón es uno de los científicos sociales que han hecho visible esa intrincada acumulación de factores para explicar algunos de los rezagos y disfuncionalidades del sistema educativo. En el contexto actual, su opinión y voz se ha vuelto uno de los faros de sensatez en torno a las implicaciones de la reforma educativa emprendida por el gobierno federal, la cual derivó en un estallido social.

El investigador de El Colegio de México ha explicado públicamente las deficiencias, incongruencias e injusticias de la nueva reforma educativa, pero también condenado y desaprobado algunas de las prácticas más deplorables ejercidas por sectores del magisterio, como la venta de plazas y la corrupción con la que se ha manejado parte de su dirigencia.

En entrevista, Manuel Gil relata cómo ha sido su trabajo en la investigación y como puente entre gobierno y sociedad, donde siempre ha estado, en la parte tensa del problema. Explica que el trabajo de un investigador en educación busca fundamentalmente estudiar, con el mayor rigor posible, un fenómeno social en el área, elaborar una crítica a éste e involucrar la acción del Estado y los actores en él.

“En ocasiones se le pide al intelectual su opinión, aunque a su respuesta se le puede decir que ‘es muy fácil criticar, pero difícil edificar’, pero yo digo que no es así. La función de uno es hacer crítica de lo que no ha salido bien, pero también hacer visible lo contrario cuando hay resultados positivos, y de lo cual a veces se hace propaganda gubernamental”.

Pero esta crítica necesita fundamentos sólidos y mucha responsabilidad, principalmente cuando quienes pueden opinar tienen acceso a los medios de comunicación, como es el caso de Gil Antón, y así dotar de elementos para el análisis y dar a la opinión pública los mejores argumentos para entender un fenómeno social. “Porque los investigadores llevamos mucho tiempo escribiendo para el SNI (Sistema Nacional de Investigadores), comisiones dictaminadoras y no para la sociedad”.

Esto significa, añade, seriedad en los estudios y no sólo compartir sus hallazgos únicamente con colegas, sino también compartir algunas miradas críticas con la opinión pública. En este sentido, advierte, es indispensable hacer un análisis de la política, no de los políticos, para evitar la personalización. “Cuando se critica a la política educativa no es válido decir que por expresarse con ángulos críticos uno está a favor delstatus quo o de la venta de plazas… es una forma en la que el poder reduce la crítica para invalidarla”.

EN LA TENSIÓN. Pero se necesita matizar y también desechar la idea de que toda acción gubernamental es perniciosa, puesto que eso sólo lleva a un diálogo de sordos, dice. “Matizar, ese es nuestro trabajo: no todos los profesores en México son personas que trabajen con entrega, pero tampoco son todos una bola de gandules, hay de todo”. El egresado de instituciones como la UIA y Cinvestav, y ex investigador-profesor de la UAM, refiere que colegas suyos del Departamento de Investigación Educativa del Colmex han realizado trabajos de etnografía en el aula que demuestran cómo hay maestros extraordinarios a quienes la reforma educativa debió escuchar. “Pero no lo hizo, es una reforma desde lo alto y, algo que uno puede leer sobre este nuevo modelo educativo, es que el anterior era ‘vertical y autoritario’. Pero si esta reforma se caracteriza por algo es por ser vertical y autoritaria.

“Hay que decirlo, porque así como no puede profesionalizarse a nadie desde arriba, tampoco se  puede democratizar con la concesión de la autoridad, sino por medio de la organización de los profesores. A 36 años de dedicarme a esto —me considero más bien profesor que hace investigación—, me parece que nuestra responsabilidad es tratar de introducir en la opinión pública elementos que simplifiquen elementos de complejidad y hacérselos llegar, en ocasiones, a través de los medios de comunicación”.

Dentro de esa posición crítica, la opinión y análisis de especialistas como Gil fungen también como puente entre sociedad y gobierno, situación que para él significa permanecer en la tensión, en la encrucijada del problema. Eso significa adicionalmente no estar a favor de ninguna de las dos posiciones. En su caso, y para un sector del magisterio, su posición en el conflicto de la reforma educativa puede parecer muy tibia; “por otra parte, para cierto sector de gobierno puedo ser una especie obús”. Pero eso es muy interesante, acota, porque lo obliga a no ser el intelectual orgánico de ninguno de los bandos para tratar, desde la encrucijada, desde la tensión, no estar al su servicio. El objetivo es resistirse a las grandes seducciones del poder, por un lado, y a la seducción del protagonismo por el otro. Que las ideas sean más importantes que las personas, señala.

Ser un puente no es exactamente estar en medio del problema, sino mantenerse con máxima apertura a lo que tienen que decir ambos lados, porque los “en medios” puros no existen, nunca se está libre de valores para considerarse en medio. “Por ejemplo, ante el maltrato al magisterio, como un todo al que se le vilipendió y acusó, hasta con rasgos clasistas y racistas, no tengo duda, estoy en contra y a partir de un fundamento ético. Pero, ante las personas que dicen que los profesores son una bola de santos, también en contra. Eso es estar en la tensión, en la encrucijada”.

Fuente: http://www.cronica.com.mx/notas/2016/986009.html

Imagen: http://www.cronica.com.mx/nimagenes/22/2016-09-24_10-09-47___2625.jpg

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