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De mujeres y sacrificios

Europa/ Francia /Agosto del 2016 Mercedes Oria Segura/dialnet.unirioja

Resumen Presentamos un estudio sobre las formas de representación de las sacerdotisas romanas, a fin de comprobar si se limitan a confirmar con un retrato puramente matronal su papel social como damas de élite nombradas para ciertos cargos, o si aparecen en el ejercicio de su función sacerdotal y en cuáles de sus facetas. Para ello hemos recopilado en una base de datos 91 imágenes de todo el Imperio Romano, lo que nos ha permitido alcanzar resultados interesantes. Abundan los retratos estáticos y sin atributos especiales, pero son muchas más las que prefieren mostrarse realizando una libación, una ofrenda de incienso o incluso un sacrificio animal, práctica que supuestamente les está vetada. Son mujeres orgullosas de su condición, que les proporciona una relevancia pública inalcanzable por otros medios. El arco cronológico abarca a grandes rasgos desde el s. II a.C. hasta el III d.C., diluyéndose su importancia con la cristianización del Imperio.

Las actividades públicas de las mujeres romanas han sido durante mucho tiempo consideradas irrelevantes, cuando no inexistentes. Su destino casi inevitable desde edades muy tempranas es el de esposas y madres confinadas al cuidado de la casa y la familia, ya que las normas legales les imponen un estricto control bajo la autoridad de padres o maridos, su capacidad para disponer de un patrimonio propio es teóricamente muy reducida, su actividad profesional es limitada y no tienen opciones a participar en la vida pública.

Tales rasgos descritos en las fuentes documentales antiguas2 son por lo general acentuados por los investigadores. La actividad religiosa no es una excepción, ya Livio (XXXIV, 7.8) ponía en boca de Valerio que “Las mujeres no pueden reclamar magistraturas o sacerdocios o triunfos…”.

De modo que cuando se han realizado estudios de diverso alcance respecto al tema se ha subrayado, o bien el carácter exclusivo de ciertos cultos destinados a las matronas que exaltan especialmente la fertilidad como ámbito femenino por excelencia3 , o bien lo excepcional de algunos sacerdocios que hacen asumir a la mujer papeles masculinos, o se restringen al ámbito extraurbano, o son de origen extranjero4 .

Incluso se detecta cierta “resistencia” (por llamarla de alguna forma) a reconocer las iconografías sacerdotales femeninas5 . Antiguas prohibiciones ancestrales que impedían a las primeras matronas romanas cocinar para sus maridos se han relacionado directamente con la preparación de carnes y supuestamente confirmarían la incapacidad legal de la mujer para celebrar sacrificios6 , aunque investigadores actuales rechazan que esta antigua tradición doméstica pueda aplicarse a las prácticas religiosas de épocas históricas7 .

Ciertamente que las vestales, el más conocido y socialmente relevante de los sacerdocios femeninos de Roma8 , no son precisamente un modelo de feminidad entendida al modo romano, por su celibato y por los privilegios sociales de los que disponen. Hay también noticias de la existencia en Roma de un colegio de Vírgenes Salias, complementario del de los Salios y por tanto relacionadas con el culto de Marte, aunque apenas sabemos nada de su carácter y función: Festo, el único autor que las menciona (439 L, remitiendo a fuentes anteriores hoy perdidas), afirma que eran jóvenes que colaboraban con los Salios como auxiliares en los sacrificios que éstos llevaban a cabo en la Regia y que portaban el mismo manto (paludamentum) y gorro puntiagudo (apex) de aire militar que ellos. Eran por tanto mujeres masculinizadas, en lo que se ha considerado un rito de iniciación que implica dar la vuelta a la realidad9 .

Tendríamos así dos ejemplos de sacerdocios cuyo ejercicio viene a minimizar la feminidad de sus ejercientes. Cierto también que los cultos matronales de Roma (Matronalia, Matralia, Bona Dea, celebraciones en honor de Fortuna Virilis y Venus Verticordia) no conllevan la realización de sacrificios propiamente dichos por sus participantes, que por tanto los autores en la línea citada no consideran sacerdotisas.

Sin embargo, también en las fuentes textuales romanas hay noticias respecto a su intervención como tales, sacrificio incluido, en los cultos de Fortuna Muliebris, Pudicitia, Rumina y Carmenta e incluso en la fiesta privada de la Bona Dea.

La flaminica Dialis y la regina sacrorum, esposas de los sacerdotes que llevan los mismos títulos, actú- an junto con ellos en algunas ceremonias y realizan de forma independiente otras, constando su derecho a llevar un cuchillo sacrificial igual que las vestales.

No todas las ceremonias en las que actúan las mujeres atañen a los ámbitos matronales por excelencia, el matrimonio y la procreación, y por el contrario, cultos como los de Fortuna Muliebris o Juno Sospita, así como el de la propia Vesta, se relacionan con el mantenimiento del orden social que el culto público a los dioses romanos procura garantizar10 .

Fuera de Roma apenas hay constancia de estos sacerdocios, pero en cambio proliferan desde época de Augusto en adelante las sacerdotisas encargadas de honrar a las emperatrices vivas y difuntas. Llamadas flaminicae, a imitación de la esposa del flamen Dial romano, también pueden titularse sacerdotes, títulos al parecer intercambiables en funciones cultuales y nivel social 11 . Sus privilegios, como disponer de asiento en los espectáculos, se asemejan a los de las vestales. Son elegidas para un año (el nombramiento perpetuo parece más bien honorífico) por el Senado local o por la asamblea provincial, según su ámbito de actuación, entre damas de origen decurional o ecuestre, pero también las hay de origen servil aunque teóricamente no está permitido12 .

Las sacerdotes también pueden presidir los cultos de otras divinidades, la epigrafía honorífica y funeraria está cuajada de ejemplos hispanos y de otras provincias. No conocemos con precisión las funciones ceremoniales exactas de esas sacerdotisas ciudadanas, aunque se hable de modo genérico de “presidir el culto” y “ofrecer sacrificios”.

La situación es distinta en el caso de los cultos orientales, en particular los de las diosas Isis y Cibeles. En origen sus sacerdocios están abiertos con plena capacidad a personas de cualquier procedencia y nivel, contribuyendo a la integración de los menos favorecidos por su condición o estatuto jurídico como mujeres, libertos, etc. La iniciación y el desempeño de un papel activo en esos cultos supone un medio de promoción socioeconómica y participación en la vida pública. Las flamínicas y sacerdotisas locales acaban incorporándolos también a su ejercicio, cuando en plena época imperial estos cultos han perdido ya los rasgos más “exóticos” con los que se introdujeron en Roma13.

La investigación parte por tanto de una situación contradictoria: el alcance del ejercicio sacerdotal por parte de mujeres tiende a minimizarse, cuando numerosos testimonios apuntan en la dirección contraria.

La mayor parte de los estudios sobre el tema realizados hasta ahora se han apoyado de forma preferente en las fuentes escritas: los textos, que sin embargo se refieren casi en exclusiva a Roma capital y que transmiten más bien el esquema social preestablecido y la crítica o el menosprecio de las mujeres que se salen de esos estrechos límites; y las inscripciones, muy frecuentes para todo el Imperio pero que aportan poco más que los nombres de ciertos cargos sacerdotales asociados a las personas que los ejercieron. Sin embargo, se ha hecho poco uso de la iconografía y eso ocurre incluso en trabajos muy recientes y clarificadores14, pese a que las mujeres romanas han dejado numerosas imágenes de sí mismas, muchas encargadas por cuenta propia.

En ellas se muestran en todas sus facetas: simplemente identificadas por su retrato, ejerciendo como esposas y madres de familia, en actividades laborales más variadas de lo esperable a priori, yendo de compras y participando en actos públicos. En este repertorio se enmarcan las imágenes de sacerdotisas objeto del estudio, aisladas y en escenas cultuales, procedentes de todo el Imperio y con especial abundancia en Italia: estatuas honoríficas y funerarias, figurillas de bronce, relieves votivos, conmemorativos, pinturas e incluso monedas.

Hemos recopilado estas imágenes en una base de datos, que cuenta por ahora con 91 registros de todo el Imperio Romano y sigue abierta a nuevas incorporaciones15. Su objetivo es comprobar cómo se muestran las sacerdotisas ante la sociedad: si se limitan a confirmar el papel social de unas damas de élite nombradas para ciertos cargos mediante un tópico retrato matronal, o si aparecen activas y en ejercicio, haciendo visible una u otra faceta de su actuación sacerdotal.

Podemos añadir a este catálogo la información indirecta que proporcionan las inscripciones donde se dedican estatuas hoy desaparecidas a diversas sacerdotisas. Estas no se han recopilado aún de forma sistemática y los ejemplos que se comenten aquí serán sobre todo hispanos, mejor conocidos por más cercanos.

Un buen número de las sacerdotisas conocidas reciben como homenaje de sus conciudadanos una estatua colocada en público, otras encargan una imagen esculpida o en relieve para sus tumbas.

En buena parte de estos casos, la identificación sacerdotal es posible solamente gracias a la inscripción que acompaña a la imagen, ya que el retrato no presenta ninguna característica diferente al de una ciudadana privada o con funciones diferentes, ni en su vestido ni en su tocado.

Un ejemplo especialmente conocido sería el de la pompeyana Eumachia (nº 21), patrona del gremio de tintoreros y sacerdotisa pública sin especificar de qué culto, pero también hay otros como el de la anciana ateniense Melitene, sacerdotisa de la Magna Mater (nº 62); la flamínica africana Minia Procula (nº 66), cuyo cargo es puesto en duda por algunos autores16, y también el de bastantes de las vestales, tanto las halladas en el Atrium Vestae (nº 46, 47, 71-73, 77, 79) como las de otras procedencias, caso de la del Museo Nacional de Atenas (nº 19) compañera de otras dos en la Acrópolis de la misma ciudad17, que adoptan iconografías de inspiración helenística ajenas a la típicamente sacerdotal romana.

Posiblemente sea este también el caso de una gran parte de las flamínicas y sacerdotes documentadas por la epigrafía y cuya estatua ha desaparecido, como las 72 hispanas de escalas provincial, conventual y local18. De hecho, es probable que muchas de las estatuas femeninas anónimas que pueblan nuestros museos y se reseñan en los catálogos al uso pertenezcan a sacerdotisas, ya que precisamente ése es uno de los honores cívicos que justifican la erección de una estatua pública a una mujer.

Es evidente que en estos casos lo que interesa resaltar visualmente no es la función sacerdotal de la dama en cuestión, aunque ésta sea el motivo del homenaje y como tal quede recogido en el epígrafe, sino su persona en sí, suficientemente identificada por su retrato y por la descripción escrita de su cargo y sus vínculos familiares. Desde este punto de vista, añadir una imagen más explícita al epígrafe podría considerarse redundante. De las recogidas hasta ahora en la base de datos, suponen el 17,5 % (16 ejemplos).

Sin embargo, hay un 30,8 % (28 ejemplos más) que aun careciendo de inscripción o no realizando ningún gesto cultual reconocible, sí incluyen rasgos específicos de su función, en particular peinados y tocados que permiten además distinguir ciertos sacerdocios. Así ocurre con las gruesas bandas superpuestas en paralelo a la frente, de las que asoman los mechones frontales ondulados y a las que se superpone el velo, que caracterizan a las vestales y se reconocen en el retrato de una Vestal Máxima en el Museo Nazionale Romano (nº 43), las cabezas en relieve del Antiquarium del Palatino (nº 53-54) (Lám. I.1), la de una joven en el British Museum (nº 49), así como parte de las conservadas en la propia Casa de las Vestales (nº 44, 75, 78, 85) y otros museos (nº 9, 60, 70, 74).

Ese tocado se ha identificado con el que describen los autores más antiguos, las seni crines, aunque éste consistía al parecer en tres tirabuzones que colgaban de cada sien con la parte trasera rasurada, cubierta por el manto19. El cabello muy corto sólo lo encontramos en dos imágenes de vestales que además están ejerciendo su cargo: una muy joven en el lado izquierdo de los llamados Relieves de la Cancillería (nº 36), que muestra la cabeza descubierta ceñida por una banda de la que cuelgan sobre el hombro las infulae (Lám. I.3); y otra que se la cubre con el velo mientras quema incienso, escultura conservada en los Uffizi20 (nº 37).

Ciudadanas, el ornamento más característico es una corona o diadema cubierta con el manto, o bien simplemente las infulae, muy características de los retratos de emperatrices, a quienes sus sacerdotisas se asimilan21. Así las lleva por ejemplo la difunta Licinia Flavilla de Nemausus (nº 30), muerta hacia 50 d.C., cuyo peinado es descrito como una derivación del tutulus de la matrona, sujeto con las vittae o bandas de lana22. La cabeza cubierta y los dudosos restos de una corona han llevado a calificar también como sacerdotisa, incluso flamínica, a una figura de bronce de Mérida (nº 24) (Lám. I.4), compañera en un larario privado de un togado que en consecuencia debería considerarse un flamen23.

Las de la Magna Mater presentan con más frecuencia el aspecto común de una sacerdotisa ciudadana, es decir, el de una matrona diademada y velada. Algunas de las ya descritas ostentan precisamente ese cargo, como Plancia Magna. Por ello es muy interesante la imagen de Cibeles de procedencia romana en la Villa Getty, fechada hacia el 50 d.C. (nº 32), cuyo rostro es inequívocamente el retrato de una mujer de edad madura a la que se ha considerado sacerdotisa, aunque quizás se trate simplemente de una consecratio in formam deorum por parte de una devota. La cabeza en relieve del Foro Trajano (nº 48) debe ser un caso similar31. El retrato debe ser póstumo en cualquier caso.

Es una pieza ya tardía, hacia fines del s. IV d.C., que sin embargo muestra con un estilo muy clásico a dos jóvenes de cabeza descubierta, una vestida con chitón muy fino y manto a las caderas y la otra severamente envuelta en un manto que cubre la larga túnica, realizando ofrendas en altares al aire libre.

La primera se acerca a él con una antorcha encendida e invertida y se relaciona con el culto a Cibeles, la segunda vierte con la mano el habitual incienso en una escena vinculada a los cultos de Júpiter o Baco39.

Un gesto cultual como el descrito aclara poco acerca de la capacidad o incapacidad de las romanas para ofrecer sacrificios cruentos. Sin embargo el ritual establecido para las emperatrices y otras diosas sí que incluye sacrificios animales, que por tanto deben ser puestos en práctica por sus sacerdotisas. La mejor representación de su participación directa en esta clase de ceremonias es un grupo muy significativo de ocho relieves, entre los que destaca uno procedente del santuario de Diana en Nemi, hoy en la Ny Carlsberg Glyptothek, fechado hacia el 200 d.C.40 (Lám. III.1) (nº 80).

Puede aducirse que en estas escenas la mujer no está dando efectivamente muerte al animal, lo que daría la razón a quienes les niegan esta posibilidad. Sin embargo, es necesario puntualizar que en ningún sacrificio animal romano es el propio oficiante quien ejecuta a la víctima. El sacerdote, y por tanto probablemente también la sacerdotisa, se limita a pasar simbó- licamente el cuchillo sobre el lomo del animal, que después queda en manos de los victimarii 43.

Es en el sacrificio animal no venga de la propia tradición cultural romana, sino de otros pueblos de Italia. Varias de las sacerdotisas antes citadas viven en ciudades del territorio de los Paeligni.

En Etruria contamos con un precedente iconográfico que confirmaría que algunas mujeres ejecutaban incluso a víctimas humanas. Se trata de un relieve sobre una urna cineraria de Volterra en el Museo Guarnacci, conocida a través de un dibujo del s. XIX (por tanto debe aceptarse con ciertas precauciones), y muestra la siguiente escena desarrollada al aire libre: una mujer y un hombre sujetan una espada; un hombre desnudo está caído al pie del altar; al otro lado del mismo, tres personas se lamentan y una divinidad alada, Vanth o Artumes, asiste sentada en la rama de un árbol47.

No olvidemos tampoco los ilustres precedentes en el Clasicismo griego de la figura femenina que sacrifica un toro, con el ejemplo sobradamente conocido de los relieves en el templo de la Niké Áptera de Atenas. La iconografía romana muestra en raras ocasiones a la diosa Victoria sujetando un toro y dispuesta a asestarle el golpe mortal48 . Las mujeres que en algunos relieves orientales dedicados a Cibeles se acercan al altar de la diosa con un cordero, conducido por un familiar o auxiliar, parecen en cambio disponerse a participar en un criobolio, donde con toda probabilidad no son ellaslas oficiantes, aunque en algún caso (nº 35) se identifique como sacerdotisa49.

Lo cierto es que, aunque la tradición ritual pudiera ser no exactamente romana, sino de otras regiones de Italia, acaba por incorporarse sin ninguna restricción al ceremonial oficial de la capital y alcanza incluso a las emperatrices cuando ofician como sacerdotisas máximas. Las representaciones pueden ser menos frecuentes, pero inequívocas en cualquier caso. Incluso, existe una inscripción funeraria de Roma (CIL VI 9824) en la que una mujer se califica como popa, justamente el término que designa al ejecutor físico de las víctimas de sacrificios, aunque la interpretación del texto es complicada y su protagonista no podría considerarse una sacerdotisa50.

 Establecer la función a la que se destinan las imá- genes no es siempre fácil por falta de contexto. De hecho, un grupo de 10 piezas de la base las hemos catalogado simplemente como “indeterminadas” y en otras la función propuesta se acompaña de interrogaciones. En principio, el destino de los retratos individuales es público – honorífico (23 ejemplos más 8 dudosos) o bien funerario (14 ejemplos, 2 dudosos), con lo cual aunque su origen sea privado también quedan expuestos a la contemplación general en las necrópolis ciudadanas.

En el primer caso, la comunidad reconoce el sacerdocio como un puesto de gran relevancia socia acompañado o no por otros beneficios que la homenajeada ha proporcionado a sus conciudadanos. En el segundo, es la propia interesada (o sus parientes) la que se encarga de hacer constar la que considera su imagen más digna de pasar a la posteridad.

Como en ambos casos la escultura o relieve suele acompañarse de un epígrafe, no es indispensable mostrar vestimenta o gestos cultuales para atestiguar el cargo sacerdotal de la retratada. Aun así no son pocas las que lo hacen, destacando así precisamente esa faceta de su actividad.

La  iconografia confirma lo que estudios basados en otras fuentes de documentación van ya estableciendo: que la participación femenina en las ceremonias cultuales, en calidad de oficiante, es variada y activa, extendiéndose a diversos cultos aunque con preferencia evidente por las diosas tanto olímpicas como imperiales; y que aunque en ocasiones se limite a corroborar con su presencia el rito celebrado por un sacerdote masculino, en muchas más desempeña las mismas actividades que éstos, al menos tal y como la iconografía oficial las recoge. Aunque muchas de las estatuas honoríficas dedicadas a sacerdotisas no muestren rasgos especiales (y sin duda gran parte de las conocidas sólo por sus epígrafes sean así, igual que pueden tener esa función numerosas estatuas “anónimas”), sin embargo, existe un importante número de sacerdotisas de diosas clásicas, orientales e imperiales que eligen hacer visible su condición de tales, por el procedimiento de retratarse con su atuendo característico o realizar un gesto cultual explícito.

Así aparecen en retratos individuales que unas veces han sido dedicados por su comunidad y cuentan por tanto con un respaldo oficial, mientras que otras son de carácter funerario y responden a la voluntad más personal de las mujeres en cuestión o sus familiares directos; también en las pequeñas representaciones simbólicas que dejan como recuerdo de sí mismas en templos y lararios, que suelen repetir un modelo casi único, pero no por simple poco expresivo. Se trata de mujeres orgullosas de su condición, que les proporciona una relevancia pública inalcanzable por otros medios. Siguen con ello la estela de las emperatrices, primeras damas también en el sentido de modelos sociales, quienes se presentan en monumentos oficiales ejerciendo como sacerdotisas.

La “imaginería oficial” muestra también a otras sacerdotisas con relevancia social, en particular las vestales interviniendo en diversos actos oficiales, aunque tiende a hacerlo de manera más genérica que personalizada.

La ordenación cronológica de las piezas catalogadas nos permite comprobar que las imágenes se inician en fecha relativamente avanzada, a partir del s. II a.C., cuando podríamos situar algunas de las figurillas itálicas de bronce con sacerdotisas en el acto de ofrecer la libación. Esta fecha es coherente con la progresiva introducción de imágenes en los ámbitos religiosos romanos, por ejemplo con el auge de las estatuas cultuales, aunque no tanto con el ejercicio sacerdotal femenino constatado desde épocas muy anteriores, desde los mismos inicios de la República Romana.

En el s. I a.C., sobre todo en su segunda mitad y en el cambio de Era, se amplía el abanico de representaciones y con él la complejidad de las escenas: relieves, escultura exenta, pintura mural, monedas, donde podemos apreciar procesiones, banquetes y libaciones, aunque no sacrificios animales.

Sin embargo, el grueso de las imágenes se concentra en época altoimperial, con 17 piezas del s. I y otras 25 del s. II d.C., más otras 4 de fecha más imprecisa dentro de ese margen. Obviamente el desarrollo del culto imperial es un factor de explicación de primera magnitud, junto con la expansión de las estatuas honoríficas dedicadas a mujeres a partir de Livia63.

Numerosas damas de las élites locales provinciales encuentran en el sacerdocio de las emperatrices la mejor vía para consolidar su posición social y de paso beneficiar la carrera política de sus parientes varones, y viceversa: el puesto sacerdotal y la estatua correspondiente se deben a la posición de sus maridos, padres o incluso hijos64. De ello se procura dejar constancia pública, sea en forma de epígrafe, de escultura honorífica o de relieve conmemorativo.

Las propias emperatrices, como cúspide de esa escala social femenina paralela a la masculina, se dejan retratar en los monumentos oficiales ejerciendo como sacerdotisas. Por otra parte, también desde el ascenso de Augusto al poder vemos una reforma de la religión estatal que tiende a la “recuperación” de antiguos sacerdocios y rituales y refuerza el papel de otros, en el caso que ahora nos interesa el de las vestales. Este colegio sacerdotal tendrá otro momento de auge a fines del siglo II – inicios del siglo III, con la dinastía severiana, que dedica al templo de Vesta y a las vestales varias emisiones monetales.

Buena parte de las vestales documentadas y de las que se conservan los pedestales vivieron precisamente en ese siglo, aunque no todas sus estatuas se conservan y otras tendrían un margen cronológico amplio entre los siglos II-III. Pero no son ellas las únicas sacerdotisas representadas en el s. III: la de Nemi que celebra el sacrificio de una res y la flamínica Minia Procula del Museo del Bardo corresponden también al inicio de este siglo, como la imagen de Iulia Domna en el arco de Leptis Magna y las de las monedas emitidas por la dinastía severiana.

En conjunto, 21 imágenes de las recopiladas pueden situarse con mayor o menor precisión en el s. III. Tras la época severiana prácticamente desaparecen las representaciones, excepto alguna vestal de la segunda mitad –fines del s. III. Las piezas más tardías registradas en la base son las tablas de marfil del díptico de los Symmachi– Nicomachi, hacia el 400 d.C., y aunque las escenas cultuales que recogen pueden encuadrarse en la más ortodoxa práctica ritual al modo clásico, su ambiente e iconografía las sitúan ya en el plano de lo puramente ideal.

Los sacerdocios femeninos romanos han sido oficialmente desterrados del ceremonial público cristianizado y la religión clásica ya no es más que una referencia cultural que sólo algunos intentan mantener viva.

Fuente :file:///C:/Users/Administrador/Downloads/Dialnet-DeMujeresYSacrificios-3896989.pdf

Fuente imagen: http://www.conversandoenpositivo.cl/portal/images/stories/chamanasacerdotisa.jpg

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Racismo, neoliberalismo y olimpiadas en Brasil

Por: Jesús Chucho García

Brasil, después de Nigeria, es el país demográficamente que tiene la mayor concentración de africanos y afrodescendientes en el planeta. Más del 53% de su población se consideran afrodescendientes. Brasil fue el último país en abolir la esclavitud (1888), permaneciendo desde esa época en exclusión y pobreza absoluta, hasta que el expresidente Lula Da Silva (2003-2011) llega al poder, logrando avanzar en un lento pero seguro proceso de inclusión sacando de la pobreza cerca de veinte millones de afrobrasileños.

Exclusión e inclusión racial en Brasil
Hemos visitado este gran y hermoso país donde se impuso, por un largo periodo el lusotropicalismo como ideología social del mestizaje y blanqueamiento plasmado por el investigador Gilberto Freire a mediados del siglo XX. En las mayorías de las telenovelas brasileñas solo se refleja el rostro o las imágenes de las garotas o garotos brasileños de tez blanca y mestizadas.

Las veces que hemos estado en ese país, como activista afro, hemos observado con profundidad el otro Brasil, el que es reprimido por un Estado policial y de justicia desigual hacia las y los afrodescendientes. Hace poco un estudio de la Universidad de San Carlos expresaba que 58% de las personas asesinadas en la compleja y superpoblada ciudad de São Paulo por la policía militar eran negras. Por otro lado los afrobrasileños, cuya edad oscila entre 12 y 18 años, tienen tres veces más posibilidades de ser asesinados que los blancos. El Fondo Brasileño de Seguridad Pública develó en sus estadísticas que los afrobrasileños representan el 68% de todas las víctimas de homicidios.

Sin discusión el Gobierno de Lula Da Silva avanzó en la lucha contra la exclusión, creando la secretaría contra la discriminación racial con rango ministerial, dirigida por la activista afrobrasileña Matilde Ribeiro. Lula, también impulsó la Ley 10.639/03 para la enseñanza obligatoria de la historia general de África y afrobrasileira. Los ocho volúmenes de la Historia General de África, publicada por Unesco, fue traducida  al portugués para que los brasileños entiendan los aportes africanos a la construcción de Brasil. Durante el Gobierno de Lula y posteriormente con el Gobierno de Dilma, se mantuvieron las políticas de las cuotas de la inclusión de los afrobrasileños en las universidades, ya que el 97% no asistían a las universidades. También se creó la Universidad de Integración Internacional Afrobrasileña.

El neoliberalismo racial de Temer
La onda expansiva neoracista vinculada al neoliberalismo llegó a Brasil, con el golpe parlamentario que le dieron a la presidenta Dilma Roussef. Michel Miguel Elias Temer, actual presidente interino de Brasil, dirigente del partido neoliberal Movimiento Democrático Brasileño, en un tiempo fue secretario de seguridad de la ciudad de São Paulo, donde se hacían prácticas de exterminio racial y también, como parlamentario se opuso a la reforma agraria que beneficiaría a millones de campesinos. Hoy como presidente interino neoliberal, desde el 12 de mayo, comenzó a destruir el proceso de inclusión social y racial que se inició en el 2003, aparte de impulsar en tiempo récord las políticas neoliberales, similares a las que está promoviendo el Gobierno del presidente Macri en Argentina.

La principal medida de Temer lanzada en mayo, bajo las orientaciones del Fondo Monetario Internacional, fue eliminar la inversión social, la cual fue protestada por la Central Única de Trabajadores de Brasil. Las olimpiadas se iniciaron con una concentración de más de veinte mil activistas, en las playas de Copacabana, en Río de Janeiro contra el presidente Temer, quien en su gabinete de veinticuatro ministros no tiene  ni a un solo afrobrasileño ni una mujer, es un Gobierno racista y machista.

Fuente: Correo del Orinoco (2.472, 16/08/2016). Disponible en ALAI: http://www.alainet.org/es/articulo/179564 

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=215696

Fuente de loa Imagen: https://www.google.co.ve/search?q=luis+A+Montero+Cabrera&biw=1024&bih=485&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ved=0ahUKEwiV3YiiztDOAhVFJiYKHdJLAfIQ_AUIBigB#tbm=isch&q=+Racismo%2C+neoliberalismo+y+olimpiadas+en+Brasil&imgrc=XAEgCg7fsGrDvM%3A

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Dormir la siesta mejora la memoria y el aprendizaje de los niños

Por: La Gaceta de Salamanca

Investigadores del Instituto de Neurociencias de la Universidad Libre de Bruselas han demostrado el papel fundamental del sueño en la mejora de la memoria y el aprendizaje en los niños. «Una siesta de media hora les permite asimilar y memorizar mejor lo aprendido», explican.

Durante el sueño, el cerebro todavía está activo y se consolidan dos tipos de memoria: la memoria declarativa, relacionada con el aprendizaje de conceptos teóricos (por ejemplo, definiciones) y la memoria de procedimiento, relacionada con las técnicas adquiridas (por ejemplo, tocar el piano).

Además, el sueño también juega un papel clave en la consolidación de la memoria, pasando de memoria a corto plazo a memoria a largo plazo ya que, mientras se duerme, la información se transfiere desde el hipocampo a las áreas de corteza de la memoria a largo plazo.

Charline Urbain y Philippe Peigneux, del Centro de Cognición y Neurociencias de la Facultad de Psicología y Educación, han estudiado el impacto de una siesta en el aprendizaje de los niños.

Los investigadores llevaron a cabo un experimento en un grupo de niños sanos, con una edad media de 10 años, mediante magnetoencefalografía (MEG) en el Hospital Erasmus. En la primera fase se presentaron a los niños imágenes de objetos imaginarios, cada uno con una definición que tenían que aprender. Descubrieron que el hipocampo estaba fuertemente implicado en ese aprendizaje.

A continuación, se dividió a los niños en dos grupos, uno que durmió media hora de siesta, mientras que el resto permaneció descansando sin dormir. En la segunda fase de la investigación todos los niños regresaron al MEG, donde los investigadores volvieron a presentarles las imágenes de los objetos imaginarios, a los que debían dar una nueva definición.

«Nos dimos cuenta de en que en los niños que habían dormido la siesta áreas de la corteza prefrontal (y no el hipocampo) estuvieron predominantemente activas. En otras palabras, con una breve siesta de media hora, la consolidación de la memoria (transición a largo plazo) ya se había producido», explica Philippe Peigneux, director del equipo de investigación.

«Esta transferencia del hipocampo a la corteza prefrontal ya se había observado en los adultos, pero sólo 3 meses después de aprendizaje. Nuestro estudio sugiere que el sueño en el niño permite una asimilación más rápida de nuevos aprendizajes y la práctica de post-aprendizaje tras pequeñas siestas puede mejorar la consolidación de la memoria, concluye Charline Urbana, primera autora del estudio, que acaba de ser publicado en la revista ‘NeuroImage’.

Fuente: http://www.lagacetadesalamanca.es/salud/2016/08/20/dormir-siesta-mejora-memoria-aprendizaje-ninos/182970.html

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La Universidad y la innovación

Se suele entender por innovación a una nue­va idea, o dispositivo, o método, que se diferencie de lo normal, de lo que se está empleando o haya prevalecido anteriormente. La fraseología al uso en las políticas acerca de la ciencia y la tecnología adiciona muy frecuentemente este término.

De hecho, los países de mayor éxito económico promueven la tríada ciencia, tecnología e innovación de forma sistémica en las políticas nacionales. Son tres actividades que aparecen jun­tas aunque son diferentes y con importantes interdependencias. Cada una merece su propio tratamiento y promoción. La innovación es in­trínseca al desarrollo de la humanidad y a su bienestar.

Por ejemplo, la Revolución Cubana fue una innovación monumental en nuestra sociedad. Los focos de diodos emisores de luz, conocidos como “LED”, también lo son, pero en la tecnología. La informatización es una revolución in­novadora en el tratamiento de la información y el conocimiento humano.

Aunque se puede innovar para bien, en y con cualquier actividad, la que es producto del saber o de la ingeniosidad suele ser la que más valor produce en la economía moderna. Esto es porque ocupa posiciones exclusivas en las ne­cesidades sociales o en el mercado.

Si el valor producido va a parar a minorías que poseen los medios fundamentales de producción, la innovación se convierte en un instrumento de desigualdad e injusticia. Pero si la in­novación es propiedad de toda la sociedad se re­vierte inevitablemente en una mayor felicidad para la vida de todos, sin exclusiones. Así debe ocurrir en un verdadero socialismo.

La universidad de hoy, como sistema, es ne­cesariamente la más importante institución del saber y de innovación en las sociedades funcionales. Esto ocurre porque una universidad concebida convenientemente debe agrupar de for­ma interactiva a una parte importante de la ju­ven­tud más hábil en el conocimiento y a mu­chos de los más sabios especialistas de un país. Dicha combinación genera un potencial perfecto para las ideas innovadoras y el desarrollo so­cioeco­nómico, si es adecuadamente gestionada.

Afortunadamente los principios fundacionales de la universidad cubana después de 1959 se concibieron desde una visión progresista avanzada. Estuvo inspirada en los sueños y postulados del manifiesto de Córdoba, Argen­tina, en 1918, y en las ideas de la ciencia en la política que Fidel esgrimió desde los tiempos iniciales del gobierno revolucionario. La ciencia y la tecno­logía ocuparon por vez primera en­tonces entre nosotros el papel principista que les corresponde.

Podría considerarse que el resultado principal ha sido su decisiva contribución a la sociedad más alfabetizada y culta que disfrutamos hoy con más de un millón de graduados, aun con las insatisfacciones que también experi­men­­tamos.

Las universidades cubanas producen más de la mitad de los premios nacionales anuales de la Academia de Ciencias de Cuba en conjunto y en casi todas las ramas del saber. Pero la in­mensa mayoría de los resultados aplicables premiados no se está utilizando y no fueron so­licitados por o acordados con empresas nacionales.

Muchos factores internos favorecen que bue­na parte de nuestras inversiones tecnológicas innovadoras siguen siendo esencialmente im­portadas, incluyendo sus proyectos y asistencia técnica. La tecnología desarrollada por los calificados ingenieros cubanos en Cuba po­dría tener un espacio mucho mayor.

No es un secreto para nadie que un grupo de las inteligencias que hemos cultivado hoy producen sus riquezas de saber fuera de nuestra Patria o en otras actividades ajenas a sus potencialidades de conocimientos. Precisamente por ello se requiere buscar fórmulas efectivas que fa­vo­­re­zcan la permanencia al servicio de todo el pueblo en nuestras instituciones.

Nuestros claustros están envejecidos y no existe reemplazo su­ficiente, ni siquiera con las asignaciones de re­cién graduados al servicio social en las tareas de docencia e investigación de las universidades.

El papel de promoción de iniciativas innovadoras y de emprendimiento desde nuestras universidades hacia la sociedad requiere una profunda valoración. La Universidad de La Haba­na realizó en el curso que acaba de terminar un experimento de “incubadora de iniciativas” que resultó muy exitoso en la captación de nuevas ideas, pero que solo avanza milimétricamente en su utilización. Muchas regulaciones existentes y la planificación que está diseñada para actividades macroeconómicas suelen ser obstáculos para emprendimientos e iniciativas innovadoras que por naturaleza son de pequeña escala y de gran diversidad.

Podemos idear la innovación más audaz y potencialmente productiva pero las barreras para su aplicación en la economía y la sociedad son muy altas. Aún sucede lo que magistral y didácticamente nos mostró el filme Plaff hace varias décadas con un “polímero” generado por una joven científica cubana contra el comprado expresamente en el exterior.

Vale resaltar que para resolver estos y mu­chos otros problemas asociados con la universidad y la innovación existe una voluntad política expresa. Urge entonces buscar fórmulas para que la empresa socialista encuentre más conveniente que esa innovación provenga del propio país y de sus universidades y centros científicos.

La creación de microempresas y cooperativas para la innovación asociadas con las universidades pueden ser importantes motores de de­sarrollo. Esas serían las versiones actuales de instituciones como el Centro de Investigaciones Di­gitales de la Universidad de La Habana, creado a iniciativa de Fidel en los años 60 del pasado si­glo, que concibió un modelo de computadora muy avanzado para aquellos tiempos y que se produjo en serie durante varios años. O del La­boratorio de Antígenos Sintéticos de la misma universidad que produjo a la primera vacuna sintética comercial del mundo, ya en este siglo.

Muchas acciones esencialmente organizativas podrían también emprenderse. La constitución de consejos económico–sociales en las universidades donde se sienten en la misma mesa a conversar y negociar periódicamente con los de­cisores de las principales instituciones económicas y financieras en su entorno y en cualquier pa­r­te de Cuba es una medida de muy posible realización.

El establecimiento de sistemas de interacción de las universidades con sus graduados (alumni) donde quiera que estén es un potencial de pro­greso para los especialistas, sus instituciones y la sociedad global. Todas las universidades pres­tigiosas y sus antiguos alumnos lo aprovechan hoy en el mundo, y hasta viabilizan importantes donaciones y cooperaciones voluntarias e incondicionales que les permiten avanzar más.

La movilidad de los estudiantes, docentes y científicos universitarios, interna y externa, se constituye hoy en día como una de las mayores fuentes de actualización e innovación para los países que la practican y puede serlo también para la generalidad de las universidades cubanas. La Universidad de La Habana es hoy de las más avanzadas en este aspecto.

Crear un programa bien dotado para la formación doctoral de nuestra juventud es probablemente el mayor impulso que pueda recibir la supervivencia y el progreso de nuestro sistema científico, tecnológico y de innovación.

Son muchos los retos y también pueden ser muchas las ideas de innovación, de éxito probable, que pueden emprenderse para bien de las universidades y sobre todo de la sociedad socialista próspera y sostenible, que queremos con todos y para el bien de todos.

Fuente: http://www.granma.cu/ciencia/2016-08-20/la-universidad-y-la-innovacion-20-08-2016-00-08-50

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“Reforma” de reformistas

Por: Marco Antonio Moreno
 Con prepotencia, mentiras y bravuconadas, el gobierno neoliberal ha querido imponer a todos los mexicanos la mal llamada “reforma educativa”, que no sólo incumbe a nuestro combativo magisterio. El carácter de dicha reforma carece de sustancia, es insuficiente y tendenciosa. Refleja el sello neoliberal que pudre todo a fuerza de infectar la realidad con su mercantilización y su perverso intento de mantener al pueblo en la ignorancia, humillado y resignado.

Estas “autoridades” del gobierno mexicano, y ahora “autoridades” de la educación, nos mienten alevosamente, y nos hablan de “la importancia crucial de la educación como motor básico del desarrollo”. Palabrería demagógica que no explica ¿qué educación?, ¿cuál desarrollo y a quién van a beneficiar? Además, se llenan la boca diciendo que la Educación es un “gran valor humanístico e histórico”, pero a punta de rodeos dejan caer sus anhelos de privatizarlo todo, incluida la educación. Mienten cuando dicen que quieren “diálogo” con la sociedad y con los docentes, pues sólo quieren tiempo para que sus campañas mediáticas logren hacer el efecto de linchar a los líderes sociales y a las causas que defienden. Manosean la “calidad” y la “evaluación” con tufo mercantil y policiaco, donde el profesor es una especie de operario que, cuanto más calificado esté, más se le vigile, y más dócil sea, más ganancias dará a los que privaticen (lo disfracen como lo disfracen).

Esa mal llamada “reforma educativa” del neoliberalismo salvaje, está plagada de ausencias y omisiones de consulta popular; se abandona la fortaleza de la Historia y muestra muy poco respeto al pueblo mexicano y a su historia. La “reforma” de los gobiernos del PRIAN no dice nada sobre el desastre humanitario, cultural, ecológico y educativo causado por un sistema fabricante de muerte y miseria; nada sobre un sistema económico que hunde al país; nada sobre cómo educar y educarnos para hacer surgir una sociedad emancipada; ni una sola palabra sobre las tradiciones educativas de los pueblos originarios, que son herencia de culturas y civilizaciones extraordinarias, pirámides, lenguas distintas y millones de indígenas (de acuerdo con la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, México cuenta actualmente con 68 pueblos indígenas, que representan cerca de 11 millones 132 mil 562 habitantes); nada sobre el monto del PIB que se destina a la educación, y que nos coloca entre los últimos en América Latina, con un porcentaje de apenas 5.2 por ciento (http://www.telesurtv.net/news/

Conozcalospaisesquemasinvierteneneducacion201411120001.html); ni una referencia al carácter protagónico del docente que construye la Historia del país haciendo con el saber una lucha emancipadora en serio.

“Reforma” de reformistas y avalancha ideológica empeñada en borrar categorías fundamentales en materia de Independencia y Revolución tal como están marcadas a sangre y fuego en la Historia de México.

Fuente: http://www.lajornadadeoriente.com.mx/2016/08/18/reforma-de-reformistas/

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Educación sexual versus pensamientos retrógrados

Por: Laura Aguirre

A estas alturas nadie pasa por inocente, menos una muchacha de 18 años y con preparación a nivel de tercer año de bachillerato, que se supone que tiene capacidad para razonar, que debió haber respetado a su hermana no acostándose con su marido (…) Menciona este articulo que hay más muchachas embarazadas en ese centro educativo. Si las otras están enfrentándolo, ¿por qué ella no? Respecto al tipo, opino que no habría consecuencias legales para él, debido a que la muchacha es mayor de edad.”

¿Inocente? ¿Niña? Nombre, es una mujer ya. No es tan inocente. Mató una recién nacida. Y con respecto si el hombre la violó, o no, sí ya casi tiene 18… Pues ta bueno que lo metan preso a él por pasmado de meterse con una menor de edad. (…) En este caso particular siento que nadie es inocente o puritano a los 18 años. Y no es que esté en favor del machismo (…) Pero en fin, siempre la moneda tendrá dos lados, yo me quedo con el lado donde seré responsable de mis actos independientemente si tuve o no educación, si tuve o no oportunidades (…) Hasta los animales cuidan sus propias crías. Me quedo con mi pensamiento retrógrado.”

Estos son apenas dos extractos de una serie de comentarios que aparecieron en mi muro de Facebook después de que publiqué el siguiente post: “Hay que tener poco cerebro para seguir pensando que lo que las mujeres necesitan son penas de 30 y 50 años”. Lo escribí junto a un link en referencia al caso de Sandra, la joven que tuvo un parto prematuro en el baño de un centro escolar público.

Lo que hasta ahora se sabe sobre lo ocurrido es lo siguiente: la estudiante de 18 años tenía seis meses de embarazo, nadie sabía que estaba embarazada, intentó ocultar el nacimiento y dejó a la recién nacida en el baño. La criatura murió, la joven tuvo que ser atendida de emergencia en un hospital y quedó ingresada bajo custodia, sospechosa de haber causado la muerte de su hija.

Sin ni siquiera esperar a tener los resultado de la autopsia, la Fiscalía decidió acusar a Sandra de homicidio y ahora ella enfrenta una posible pena de 30 años de cárcel. Más tarde, Medicina Legal informó de que no había indicios de que Sandra se hubiera provocado un aborto; lo que sí encontró fue señales de una infección vaginal importante, un problema obstétrico, causa probable de su parto prematuro. En la autopsia realizada a la recién nacida tampoco se encontró ninguna prueba de que la adolescente la hubiera matado.

Otra vez una mujer embarazada, en este caso una adolescente, que enfrenta un problema obstétrico no atendido a tiempo y que termina acusada de asesinar al recién nacido. Una vez más la presunción de culpabilidad como dominante, no solo en las acciones de la Fiscalía, sino en buena parte de la opinión pública que no esperó para levantar sus dedos acusadores exigiendo, casi con odio, castigo y cárcel para Sandra por no comportarse como creen que una mujer y madre decente tiene que hacerlo.

Esta historia no debería existir. No debería existir porque pudo haberse prevenido. Tuvo que haberse evitado.

Si nuestro estado cumpliera con su obligación primordial de garantizar a todos, hombres y mujeres salvadoreñas, los derechos fundamentales a una vida digna, a la salud, a la educación, la historia de Sandra sería otra. Y sería otra porque esta joven habría recibido en su escuela educación sexual responsable y médicamente correcta desde temprana edad. Y esto significa reconocer la expresión sexual como un componente clave del desarrollo de los adolescentes, impartir información que aliente a posponer el inicio de la vida sexual hasta ser mayores y promover prácticas seguras entre quienes deciden tener una vida sexual activa.

Desde pequeña, Sandra también habría conocido sus derechos sexuales y reproductivos, así como el derecho a una vida libre de violencia. Habría tenido acceso a servicios médicos e instituciones públicas con la confianza de recibir información y apoyo oportuno para lograr una vida sana y sin eventos —como abusos sexuales o embarazos precoces— que truncaran su desarrollo.

Sin embargo en El Salvador sexo sigue siendo una palabra prohibida, el eterno tabú. Cualquier cosa relacionada con ella se resuelve con el silencio, con el castigo o con ideas de castidad. Y cuando sucesos como el de Sandra ocurren, buena parte de la sociedad se convierte en un orgulloso verdugo; mientras los representante del estado se apresuran a limpiarse de responsabilidades en las mujeres y sus familias, como lo hizo el ministro de Educación, o a acusarlas de homicidas, como lo ha hecho la Fiscalía.

La sexualidad no es solo una cuestión privada, es también un asunto público, de derechos y de salud. De nada sirve que exista una política de salud sexual reproductiva en papel, ni que haya programas aislados que intenten abordar el tema, si el patrón que domina en la esfera política, en el sistema de salud y en el de educación es el de no hablar, o el de reducir la supuesta solución a la castidad hasta el matrimonio. Con estas opciones, alejadas de la realidad, hasta ahora lo que hemos conseguido es ser uno de los mayores productores de madres adolescentes en el mundo.

El informe del UNPFA en 2013 ubicó a El Salvador en el puesto 29 de países con 20% o más de mujeres que dieron a luz antes de los 18 años. Según un reporte de 2009 de la Procuraduría para los Derechos Humanos, en nuestro país seis de cada diez adolescentes ha tenido relaciones sexuales antes de los 19. En 2012, el 23.8% de los partos atendidos fueron de adolescentes. Para 2015 la atención a adolescentes representó el 30,2% del total de controles prenatales. Un poco más del 56% de estos embarazos fueron no deseados y la mayoría producto de la violencia sexual, de acuerdo a un estudio del Banco Mundial.

Hasta ahora los grupos conservadores y contrarios a hablar de derechos sexuales y reproductivos han argumentado que impartir educación sexual sería contraproducente porque alentaría a los jóvenes a tener relaciones sexuales precoces y, por lo tanto, también subiría el número de embarazos no deseados y abortos. Pero los números desmienten estos mitos. Solo es necesario ver los ejemplos de Holanda, Alemania y Suecia. Estos tres países tienen desde hace tiempo programas de educación sexual integral incorporados a los currículum escolares desde tempranas edades. Contrario a lo que nos quieren hacer creer, el resultado ha sido una disminución de los embarazos, de las muertes maternas y de los abortos entre adolescentes, pero también del contagio de enfermedades venéreas y de VIH. Por supuesto, ninguno de estos países ha usado como estrategia la mera criminalización del aborto y la imposición de penas casi perpetuas a las mujeres.

La realidad de tantas niñas, adolescentes y mujeres adultas podría ser diferente en El Salvador… ¿Cuántas Sandras más tienen que existir para que nuestros gobernantes asuman su responsabilidad y actúen? ¿Cuántas tragedias necesitamos para tener una política y programas reales de salud sexual y reproductiva? ¿Cuántas niñas y adolescentes más tienen que ser madres forzadas por no estar informadas sobre su sexualidad y sus derechos? ¿Cuántos bebés no deseados tienen que nacer? ¿Hasta cuándo vamos a seguir culpando y encarcelando a las mujeres? ¿Cuántas vidas más tienen que ser destruidas?

Fuente: http://www.elfaro.net/es/201608/opinion/19126/Educaci%C3%B3n-sexual-versus-pensamientos-retr%C3%B3grados.htm

 Fuente de la Imagen: https://www.google.co.ve/search?q=Educacion+Sexual&biw=1024&bih=485&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ved=0ahUKEwigrPSE4M7OAhVFJiYKHdJLAfIQ_AUIBigB#imgrc=r3vri-3AhzQvBM%3A

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Los profesores están hartos del uso anti-educativo del WhatsApp de los padres

Por: Juan Martín Bosco Algarra

  • Cada vez más docentes se quejan de haber sido difamados por padres de alumnos en los grupos de WhatsApp.
  • Los maestros recuerdan que minar la autoridad del docente termina perjudicando a los mismos padres.

    Las quejas de maestros por los grupos de whastapp de los padres empiezan a convertirse en más que relevantes. Las quejas que llegan al  Defensor del Profesor por falsas acusaciones de los padres de alumnos vertidas en esos grupos se han duplicado en los dos últimos cursos. Ocurre sobre todo en primaria.

    De hecho, una de cada cuatro reclamaciones presentadas por los profesores  ante el Defensor se debe a estos whastapp que ya no soportan y que creen hacen daño a los profesores, porque pierden autoridad y también a los padres, porque a la larga, no solucionar los problemas de los hijos en el ámbito educativo pasa factura. Algunas escuelas han  incluido a profesores en el chat  para pautar unas normas.

    “Queremos saber por qué no imparte el programa establecido en el curso”. Era la pregunta formulada por la Inspección de Educación a una profesora de música. La interpelada no sabía a cuento de qué le preguntaban eso. Ignoraba por qué se habían presentado en su centro los inspectores con una queja de la que no tenía noticia. Estaba completamente desconcertada. Después de mucho indagar, recibía la respuesta: los padres de sus alumnos lo habían denunciado en el grupo de WhatsApp de la clase.

    Uno de cada cuatro docentes que llama al teléfono de Defensa del Profesor motivan su queja en el uso inadecuado de esta red social. Los padres de alumnos suelen crear estos grupos para comunicarse asuntos que atañen a la educación de sus hijos. Los mensajes suelen tratar de cuestiones prácticas: desde una madre que no recuerda a qué hora es la reunión de curso hasta un padre que se interesa por un compañero de su hijo que está enfermo. Son frecuentes las preguntas sobre los deberes: “¿Alguien puede prestarme el libro de lengua, que mi hijo no lo ha traído? o “¿quién me puede decir cuándo es el el examen de inglés?”.

    Los educadores advierten que esta última petición, si se produce de manera continuada, puede mal acostumbrar al niño a no cumplir con sus responsabilidades.

    Verdaderas difamaciones

    Pero lo peor son las críticas, fundadas o no, a los profesores y a la dirección de los centros educativos. Así lo confirma Laura Sequera, responsable del Defensor del Profesor de la Asociación Nacional de Profesionales de la Enseñanza (ANPE). “Se producen verdaderas difamaciones, que tienen un efecto pésimo sobre la buena imagen del profesor, incluso sobre salud”.

    A veces las llamadas al Defensor del Profesor llegan cuando el profesor ya ha tenido que recurrir a la ayuda psicológica para sobreponerse de las críticas. Críticas que, muchas veces, cuando llegan a oídos del docentes, las mayoría de los padres asume como cierta. “Desde que el profesor no corrige los deberes, hasta que pone muchos o que pone muy pocos, o que no da el programa que corresponde… cualquier razón puede motivar una queja que se va difundiendo por WhatsApp”.

    En algunos casos, las quejas llegan a altas instancias educativas. Pero lo peor es que esos padres molestos ni siquiera han tratado de comunicarse con el profesor cuestionado, para presentar su queja directamente al director del centro o incluso a la inspección educativa. Los mensajes de WhatsApp han terminado con la presunción de inocencia, afirman en ANPE. Se han convertido en un “a ver dónde te pillo”.

    Los maestros están seriamente preocupados por este asunto y piden encarecidamente a los padres que moderen el uso del WhatsApp, que “es una herramienta fantástica para estar comunicados, pero que también puede ser cauce de difamaciones, distorsiones y exageraciones sobre el profesor”.

    El líder y los acólitos

    En ANPE distinguen dos tipos de perfiles de padres en el uso de WhatsApp: “Siempre hay un líder que lanza las críticas, y otros padres ‘acólitos’ que le secundan con más o menos entusiasmo”, cuenta Sequera.

    A este último tipo de padres quieren dirigirse desde ANPE para recordarles que, tarde o temprano, van a convertirse en víctimas de sus propias acciones. Ellos son los que más fácilmente pueden tomar conciencia del peligro de la difamación, y atajarlas a la primera.

    “Los niños acaban mirando el WhatsApp de sus padres, y si ven ahí críticas al colegio o los maestros, aprenden que el profesor no es una figura de autoridad. A medida que pase el tiempo sucederá lo mismo con los padre, porque les están acostumbrando a no respetar al adulto”. Por eso estamos oyendo cada vez más noticias de agresiones a padres por parte de sus hijos”.

    Por último, aparte del uso de la mensajería para verter críticas, recuerdan que un padre no debe resolverle los problemas que los hijos contraen por falta de responsabilidad. “Si se olvidan de la fecha de un examen porque no lo han apuntado en la agenda, los niños no pueden quedarse tranquilos pensando que ya mamá o papá lo pueden averiguar preguntando en WhatsApp”. Desde los 8 años se les supone capacidad de responsabilizarse de pequeñas tareas que deben saber apuntar previamente en su agenda, para que no se les olvide.

    Fuente: http://noticias.lainformacion.com/educacion/profesores-hartos-anti-educativo-WhatsApp-padres_0_906809707.html

 

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