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¿Seguir pasos o ser investigador?

Patricia Quiroga Pacheco (*)

El progreso del hombre ha estado vinculado con el desarrollo del conocimiento y este a su vez con la investigación. Durante mucho tiempo imperó una forma de proceder que aún persiste en nuestros días. Me refiero a la lógica que guía al método científico. Una sucesión de pasos que reconoce la realidad como única, la indagación desprovista de valores, la intención es la generalización a partir del estudio con muestras representativas acompañada de la siempre relación de causa y efecto. Esta lógica permeó el modo de investigar en los escenarios humanos, entre ellos en la educación.

La práctica investigativa sin conciencia ha llevado a la repetición y a la deshumanización de los hechos sociales. Por ello la formación del investigador debe ser integral y basada en aquello que subyace como piso sólido de un proceso investigativo. Con esto me refiero a lo señalado por Moya Otero (2003) quien interpreta a Habermas sobre las condiciones de racionalidad de un saber: “son aquellas que hacen aceptable las razones que se pueden definir para que las conclusiones obtenidas en una investigación puedan ser aceptadas como válidas y, como tales, al corpus de conocimiento heredado” (p. 8).

Entonces, a partir de lo señalado el investigador debe reflexionar sobre qué quiere estudiar, develar, justificar la epistemología que soportará su intención, y elegir o construir una metodología que se conecte con la misma. Bajo este escenario queda superado el monismo metodológico y epistemológico, es decir se abren los caminos y es el investigador quien debe elegir responsablemente y en forma argumentativa el modo de abordar la investigación.

Muchos autores han propuesto vías para cuidar el proceso de investigación. Sandoval (2002) hace mención a Taylor y Bogdan, estos autores señalan que lo que define la metodología es tanto la manera de cómo enfocamos los problemas como la forma en que buscamos dar respuesta a los mismos; mientras que Guba propone dar respuestas a tres preguntas básicas: ¿Cómo se concibe la naturaleza del conocimiento y de la realidad?, ¿Cómo se concibe la naturaleza de las relaciones entre el investigador y el conocimiento que genera?, y ¿Cuál es el modo de construir el conocimiento de investigador?

La respuesta a estas tres preguntas nos ubican en los tres planos del conocimiento: ontológico, epistemológico y metodológico. La realidad podrá ser única o múltiple, la relación investigador-conocimiento podrá ser objetiva (distante) o intersubjetiva (cercana), y los métodos a seguir tendrán que ser seleccionados de acuerdo a las respuestas anteriores. Una diversidad de opciones preexistentes podrán ser consideradas o en todo caso construidas por el propio investigador.

Muchos autores, quienes son estudiosos de estos asuntos, han escrito libros para poner en evidencia las posibilidades que tiene un investigador a la hora de hacer la selección. Es común encontrar en estas obras las características que definen un paradigma de investigación, e inclusive se señalan correspondencias entre paradigmas y métodos, pero más que seguir “recetas” es imperioso hacer un ejercicio de comprensión que le otorgue al investigador los fundamentos para basar sus argumentaciones y que le permitan defender la epistemología que soporta su elección.

A la luz de lo anterior, haré un intento por “poner a prueba” una intención de investigación. Su título preliminar es: Construcciones sociales acerca del rol de las universidades pedagógicas latinoamericanas en el proceso de formación continua de los profesionales de la docencia.

El título sugiere la intención de dar la palabra a los docentes para que versionen sobre la formación continua desde la experiencia vivida en las universidades pedagógicas. Ontológicamente, el tema de la formación continua es concibiendo como diverso porque será posible valorar lo que cada docente consultado tenga a bien decir, sobre lo cual podrán haber coincidencias o divergencias; pues bien, la base epistemológica que soporta esta pretensión es el construccionismo social, dado que este valora la interacción con la realidad, las realidades múltiples, pero muy especialmente el intercambio social (intersubjetividad); como opción metodológica se considerarán los que posibiliten la interpretación de los discursos de los actores sociales y aprecien lo que Heidegger denominó: estructura del mundo de la vida y den cabida al investigador como ente importante del proceso.

Lo anterior se presenta como un ejercicio didáctico que puede ser realizado por los investigadores con el propósito de apreciar las conexiones que son los cimientos de su pesquisa, y de no apreciarlas, propiciar la introversión y transformación como vías para el fortalecimiento de esta.

A modo de síntesis, el arte de investigar supera el seguimiento de pasos, se trata de un proceso de crecimiento profesional que amerita una reflexión permanente hasta llegar a la consolidación de epistemología y metodología sobre la que se erigirá el nuevo conocimiento.

Referencias

Moya Otero, J. (2003). Una ciencia de la educación ¿pluralismo metodológico y/o pluralismo epistemológico? [Documento en línea]. Disponible: http://rabida.uhu.es/dspace/bitstream/handle/10272/3519/b15761782.pdf?sequence=1 [Consulta: 2015, Enero 17]

Sandoval, C. (2006). Investigación cualitativa. Colombia: Arfo.

(*) Patricia Quiroga Pacheco

Contacto: patricia.quirogap@gmail.com

La autora forma parte del Doctorado Latinoamericano en Educación Políticas Públicas y Profesión Docente.

El presente es un artículo inedito, publicado con el consentimiento de la autora.

Fuente de la imagen:

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Poder, legitimidad, urgencia de los actores frente al cambio

Por Adrián Gargicevich

 

Si alguna vez te ha tocado promover un cambio de manera participativa, no tendré que explicarte lo difícil que es. Todo cambio es complejo, en especial si requiere desarrollar acciones conjunta entre varios actores. El poder, la legitimidad y la urgencia como atribuciones variables, definen la posición de cada actor frente al cambio. Reconocer dichas atribuciones y saber cómo varían cuando nos transformamos en actores activos para el cambio, te ayudará en la tarea de facilitador de procesos participativos.
Las personas no siempre asumimos los mismos roles, funciones y atribuciones ante una situación de cambio. Éstos varían según la situación, en ocasiones somos los que detentamos el poder para lograrlo, en otras somos los más urgidos para que el cambio ocurra, y otras veces somos los más indicados para lograrlo. Poder, legitimidad y urgencia son atribuciones diferentes y muy variables en los actores frente a cada situación de cambio.

Un actor será poderoso si tiene la capacidad de imponer la propia voluntad o tiene la suficiente habilidad para influir sobre la acción de otros actores y producir los resultados deseados. Tendrá legitimidad cuando se acepte que es una persona que posee la información adecuada y sus acciones son respetadas y admitidas con cierto grado de consenso y acuerdo. Será un actor urgido por el cambio, cuando presione tratando de conseguir la atención para que el mismo ocurra basándose en sus reclamos, intereses, objetivos, etc.
Estos tres atributos son socialmente variables, socialmente construidos, y pueden ser poseídos con o sin conciencia. Un mismo actor puede variar su atribución en función de la situación de cambio en la que se involucre. También puede darse la situación de ostentar más de un atributo, dando origen a combinaciones de los mimos. En el caso de que no se lo pueda asociar con ninguno, quedará claro entonces que no es un actor activo para ese cambio. Conocer la atribución de cada actor nos permitirá entender cómo puede ser afectada la acción conjunta entre ellos y ayudar a que los  cambios ocurran.
Así es posible caracterizar a los actores activos para el cambio en siete categorías claramente diferenciables. 1- Aquellos actores que poseen poder, pero no legitimidad ni urgencia, serán actores “durmientes” para el cambio, saben que tienen la opción de oro para lograrlo y descansan sobre la misma. 2- Los actores legítimos, pero sin el poder y la urgencia para lograrlo, son más bien “discretos” frente al cambio, no necesitan sobresalir dado que cuentan con el reconocimiento y saben que en el caso de ser necesario, alguien les tocará a sus puertas. 3- Aquellos a los que les urge que las cosas cambien, pero no cuentan con la legitimidad que les otorgan los demás ni con el poder para lograrlo, serán los actores “demandantes”, se ocuparan de mantener activa la llama para que el cambio ocurra.
De la interaccione de estas tres primeras categorías surgen cuatro nuevas opciones combinadas a tener en cuenta. 4- Si frente a un cambio, un actor es a la vez poderoso y está urgido de que  ocurra, pero carece de legitimidad, se transformará en “peligroso” para el propio proceso participativo. Su accionar afectará de una manera crítica al resto, él será quien quiera y pueda lograr el cambio más allá de la opinión de los demás actores. 5- Aquel actor que tenga el poder y la legitimidad se convertirá en “dominante” en el proceso participativo para el cambio. Podrá manejar los hilos afectando la participación, las interacciones pasarán por él y al no tener urgencia podrá administrar el proceso por ejemplo según sus tiempos. 6- Si un actor posee legitimidad y urgencia, pero no tiene poder para impulsar el cambio se convierte actor “dependiente. Su participación de seguro ocurrirá pero estará supeditada a otros. 7- Por último, aquel actor que disponga de manera equilibrada las tres atribuciones principales, poder, legitimidad y urgencia, será un actor claramente “definido” para el proceso participativo de cambio.
Caracterizar a los actores activos para el cambio en función de su poder, legitimada o urgencia nos permite conocer cuáles son los que se sumarán solos al proceso, cuáles deben ser sumados y cuáles pueden dificultar la tarea. Con esta información, el facilitador del proceso participativo dispondrá de un paso inicial para mejorar su plan de acción. Sobre esta base podrá disparar decisiones proactivas que mejoren su tarea de apoyo.
 
Si deseas ampliar la información y disponer gratis de una herramienta que te ayude a caracterizar la tendencia de los actores en un proceso participativo, me escribes y te la envío por correo electrónico. El resultado que obtengas con ella solo te dará una tendencia de los actores, propia y específica del proceso en el que la apliques. Para que el cambio ocurra deberás luego seguir un trabajo particular de decisión de acciones. Así tu tarea podrá ser más efectiva.
Bibliografía consultada.
– Holger Nauheimer. Change Management Toolbook
– Engel P. G. H. y M. Solomon. 1999. Facilitando Innovación para el Desarrollo. Una caja de recursos para la ERSICA. RIMST. Chile.
Fuente de publicación: http://redextensionrural.blogspot.com.ar/2014/05/poder-legitimidad-urgencia-de-los.html
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Diez preguntas sobre la educación inclusiva

Por: UNESCO

1. Más allá de las meras estadísticas, ¿qué sabemos de los excluidos?

La exclusión es un fenómeno con múltiples facetas. Pese a los avances reales hacia la universalización de la enseñanza primaria registrados desde el año 2000, quedan todavía en el mundo unos 72 millones de niños sin escolarizar. Siete de cada diez de esos niños viven en países del África Subsahariana y el Asia Meridional y Occidental. La pobreza y la marginación social son las causas principales de la exclusión. Los niños de familias que viven en zonas rurales y apartadas, o en barriadas urbanas miserables, son los que más difícilmente pueden tener acceso a la educación. Los niños discapacitados son víctimas de una flagrante exclusión de los sistemas educativos y representan un tercio del total de los que están sin escolarizar. Entre los grupos más vulnerables a la exclusión, figuran: los niños que trabajan; los que pertenecen a poblaciones indígenas, minorías lingüísticas y comunidades nómadas; y los que se ven afectados por el VIH y el sida. Un 37% aproximadamente de los niños sin escolarizar viven en los 35 Estados que la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) ha definido como frágiles. Sin embargo, estos Estados no abarcan la totalidad de los sitios del mundo que son víctimas de conflictos o viven situaciones de posconflicto. En todo caso, los niños corren un enorme riesgo de perder la oportunidad de recibir una educación. No obstante, la exclusión presenta aspectos diferentes en cada país. Por eso, es apremiante que los gobiernos puedan determinar cuáles son los niños que más probabilidades tienen de quedarse sin escolarizar. También deben identificar a los que abandonan la escuela prematuramente y a los que no consiguen adquirir un mínimo dominio de las materias básicas. Las estadísticas sobre las diferentes categorías de excluidos de la educación son un indicio importante porque, al contabilizar a los niños privados de escuela, muestran la importancia de cada uno de ellos y ponen de relieve que tienen derecho a la educación.

2. Los trabajos de investigación sobre los niños sin escolarizar indican que muchos países están promoviendo el acceso a la escuela, pero sin garantizar la calidad de la enseñanza. ¿A qué se debe esto?
Una vez que se ha determinado quiénes son los niños excluidos y por qué no están escolarizados, es posible elaborar estrategias para conseguir que prosigan sus estudios. El problema estriba en aplicar políticas y medidas prácticas que traten de abordar las causas de la exclusión. Así, se debe observar lo que ocurre dentro y fuera de la escuela, desde la vida cotidiana de los niños en el seno de sus familias y comunidades hasta su vida escolar, esto es, lo que están aprendiendo realmente y las condiciones en que lo están haciendo. Los gastos de escolarización tienen que ser asequibles para las familias. Desde el año 2000 más de doce países han suprimido el pago de los derechos de matrícula en primaria, lo que ha traído consigo un gran aumento del número de niños escolarizados. Las familias más pobres necesitan una ayuda económica suplementaria para enviar a sus hijos a la escuela. Sin embargo, esto no es suficiente para acabar con la exclusión. En muchas escuelas las condiciones de aprendizaje son muy desfavorables, especialmente para los niños más pobres. En efecto, la formación escasa de los maestros, la falta de libros de texto y material didáctico, el uso de lenguas de enseñanza inadecuadas, la insuficiencia del tiempo lectivo, el número excesivo de alumnos por clase y la penuria de instalaciones de saneamiento son factores que contribuyen, sin excepción, a incrementar las probabilidades de que los niños abandonen la escuela prematuramente, o a que no aprendan. Diversos estudios muestran que, en muchos países en desarrollo, hasta un 40% de los alumnos obtienen en lengua y matemáticas puntuaciones iguales o inferiores al índice de aprovechamiento más bajo en esas disciplinas. En resumidas cuentas, los sistemas de enseñanza de escasa calidad generan exclusión. De ahí que la mejora de la calidad de la educación sea un factor clave para acabar con ella.

3. ¿Cómo contribuye la educación integradora a promover un buen aprendizaje?
Los esfuerzos para ampliar la escolarización deben ir unidos a la aplicación de políticas encaminadas a incrementar la calidad de la educación, tanto formal como no formal, a todos los niveles. Hay que esforzarse por lograr no sólo el acceso de los niños a la escuela, sino también su éxito escolar ininterrumpido. Para ello, es preciso promover políticas que garanticen la escolarización de los excluidos, acompañándolas de programas y prácticas que permitan a los niños conseguir buenos resultados. Esto exige abordar el problema de la diversidad de las necesidades de los alumnos y darle una respuesta, lo cual tiene repercusiones en los métodos de enseñanza, los planes de estudios, las modalidades de interacción y las relaciones de las escuelas con sus comunidades. Es bien sabido que los alumnos de medios socioeconómicos más acomodados con más facilidades de acceso a material de lectura consiguen sistemáticamente mejores resultados que los de familias pobres, que sólo disponen de un acceso limitado a ese tipo de material. Un sistema de educación integradora tiene por objetivo compensar esas y otras desventajas, por ejemplo prestando un apoyo suplementario a los alumnos con dificultades para aprender.

4. ¿En qué principios se basa la educación inclusiva?
La educación inclusiva, conocida también como educación integradora, se basa, ante todo, en el derecho de cada individuo a la educación, inscrito en el Artículo 26 de la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948. Desde la aprobación de esta declaración, toda una serie de tratados e instrumentos jurídicos internacionales han venido reafirmando ese derecho. Merecen ser mencionados tres: la Convención de la UNESCO relativa a la Lucha contra las Discriminaciones en la Esfera de la Enseñanza (1960), en la que se dispone que los Estados tienen la obligación de facilitar posibilidades de educación a cuantos carecen de instrucción elemental; el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (1966), en el que se reitera el derecho a la educación de todos los individuos y se destaca que la enseñanza primaria debe ser obligatoria; y el tratado internacional relativo a los derechos humanos más universalmente ratificado, la Convención sobre los Derechos del Niño, en la que se enuncia el derecho de la infancia a no ser discriminada. Este último instrumento jurídico se refiere también a los fines de la educación, reconociendo que ésta debe centrarse en el educando. Esto tiene repercusiones en el contenido de la enseñanza y la pedagogía, y también, en un plano más general, en la manera en que son dirigidas y administradas las escuelas.

5. ¿Por qué se suele asociar la educación integradora a los niños con necesidades educativas especiales?
Con demasiada frecuencia, los programas de educación destinados a distintos grupos de niños marginados y excluidos se han venido aplicando fuera del sistema ordinario de enseñanza, recurriendo a planes de estudios, centros educativos y educadores especializados. Con demasiada frecuencia también, este modo de proceder ha conducido a la oferta de oportunidades de educación mediocres que no garantizan a los niños la posibilidad de proseguir sus estudios. En los países desarrollados, la tendencia a adoptar enfoques más integradores de la educación se ve a menudo obstaculizada por la tradición de dispensar una educación segregada o distinta a los grupos de niños calificados como “difíciles” o “diferentes”. No obstante, cada vez se admite más que lo mejor para los niños con necesidades educativas especiales es frecuentar las escuelas ordinarias, aunque sea necesario prestarles diversas formas especiales de apoyo. Los estudios realizados en los países de la OCDE y en otros Estados que no pertenecen a esta organización indican que los alumnos discapacitados obtienen mejores resultados escolares en contextos integradores. En la Convención de las Naciones Unidas sobre los derechos de las personas con discapacidad, adoptada recientemente y firmada por más de 100 países, se exige el establecimiento de un sistema de educación inclusivo a todos los niveles. Estamos presenciando, por lo tanto, una evolución profunda en la que la perspectiva de “bienestar médico” está siendo sustituida por otro planteamiento basado en los derechos humanos. Este cambio de perspectiva modifica también los planteamientos de la educación.

6. ¿Cómo debe cambiar la educación para adaptarse a cada niño?
El objetivo global es conseguir que la escuela sea un lugar al que puedan acudir todos los niños y en el que se les dispense un trato igual. Esto supone una modificación de nuestro concepto de la educación. El planteamiento de la educación inclusiva consiste en examinar cómo deben transformarse los sistemas educativos para responder a la diversidad de los educandos. Esa transformación entraña la necesidad de incrementar la calidad de la educación mejorando la eficacia de los maestros, promoviendo métodos pedagógicos centrados en los educandos, elaborando libros de texto y materiales didácticos nuevos, y velando por que las escuelas sean sitios seguros y salubres para todos los niños. Los vínculos con la comunidad son otro aspecto fundamental, ya que la relación entre los maestros, los alumnos, los padres y la sociedad en general es un factor esencial para fomentar la educación integradora. A menudo resulta difícil conseguir la cooperación de las familias de los niños más marginados, aunque en este ámbito se están adoptando iniciativas innovadoras. Por ejemplo, en una escuela primaria de Durban (Sudáfrica) las abuelas de los alumnos se encargan de practicar la lectura con ellos, lo cual permite a los maestros centrarse más en los niños con dificultades para aprender.

7. ¿Cómo se deben modificar los planes de estudios para mejorar el aprendizaje e impulsar la integración de todos los alumnos?
Un plan de estudios inclusivo aborda todos los aspectos cognitivos, emocionales y creativos del desarrollo del niño. Se basa en los cuatro pilares de la educación para el siglo XXI: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a ser y aprender a convivir, y es un proceso que empieza en el aula. Los planes de estudios desempeñan un papel fundamental en el fomento de la tolerancia y los derechos humanos, que son dos poderosos instrumentos para trascender las diferencias de índole cultural y religiosa, o de otro tipo. Un plan de estudios integrador tiene en cuenta aspectos como el sexo, la identidad cultural y el idioma de los educandos. Además, entraña la supresión de los prejuicios sexistas no sólo en los libros de texto, sino también en las actitudes y expectativas de los docentes. Un enfoque plurilingüe de la educación, en el que se reconozca el idioma del alumno como parte integrante de su identidad cultural, puede ser también un elemento integrador. Además, el uso de la lengua materna como lengua de enseñanza en los primeros grados de la escuela primaria tiene repercusiones positivas en el aprovechamiento escolar del alumnado. En Zambia, por ejemplo, los idiomas vernáculos se utilizan como lenguas de enseñanza durante los tres primeros años de primaria con resultados muy apreciables. Un enfoque inclusivo de la política relativa al plan de estudios debe basarse en la flexibilidad y ha de poderse adaptar a las necesidades individuales de los alumnos, de manera que todos ellos puedan beneficiarse de un nivel básico de calidad de la educación comúnmente aceptado. Esto supone, entre otras cosas, variar el tiempo que los educandos dedican a determinadas materias, dar a los docentes un mayor margen de libertad para escoger sus métodos de trabajo y asignar más tiempo de clase a hacer tareas.

8. Los maestros tienen una influencia de primer orden en el aprovechamiento escolar del alumnado. Sin embargo, en muchos países su situación y sus condiciones de trabajo dificultan la promoción de la educación integradora. ¿Qué se puede hacer para mejorar su suerte?
La manera de enseñar de los docentes reviste una importancia esencial en toda reforma concebida para mejorar la calidad de la educación. Un plan de estudios centrado en el alumno se caracteriza por la tendencia a otorgar menos importancia al aprendizaje exclusivamente memorístico y hacer más hincapié en una forma de aprender activa y cooperativa, basada en las tareas prácticas y en la experimentación directa. La adopción de la educación integradora como principio de orientación de la enseñanza tiene repercusiones en las actitudes y prácticas de los docentes con respecto a las niñas, los alumnos que aprenden lentamente, los que tienen necesidades educativas especiales y los que proceden de medios socioeconómicos y culturales diferentes. Para mejorar los resultados del aprendizaje es fundamental que los docentes reciban una formación adecuada, tanto inicial como permanente. Además, deben existir políticas relativas a su estatuto profesional, su bienestar y el desarrollo de su carrera profesional. Hoy en día, al grave problema planteado por el insuficiente número de docentes –sobre todo en el África Subsahariana y el Asia Occidental– viene a añadirse el de la penuria de docentes formados, que tiene repercusiones muy negativas en la calidad de la enseñanza. No se pueden aplicar nuevos planes de estudios sin que los docentes se familiaricen con sus objetivos y contenidos. Evaluar los resultados del aprendizaje puede ayudar a los maestros a calibrar el aprovechamiento escolar de sus alumnos y diagnosticar las dificultades, pero ante todo es necesario que comprendan la importancia de que esas evaluaciones estén bien hechas y adquieran competencias para poder elaborar sus propias pruebas y exámenes. En Sudáfrica, por ejemplo, una ambiciosa reforma de la educación adoptada en 1998 tropieza con dificultades en su aplicación porque los maestros no están suficientemente familiarizados con los nuevos métodos pedagógicos. Otra de las dificultades estriba en el hecho de que muchas escuelas de zonas desfavorecidas no disponen de acceso a bibliotecas, libros de texto y materiales didácticos de referencia que permitan al profesorado preparar adecuadamente sus cursos. Estos problemas de carácter práctico han entrañado toda una serie de modificaciones en el plan de estudios. Aunque éste siga estando centrado en el alumno, ha tenido que simplificarse para poderlo aplicar con eficacia.

9. ¿Tiene un costo asequible la educación integradora de calidad?
A este respecto, lo primero que debe tenerse en cuenta es que los sistemas escolares donde los niños no aprenden por la escasa calidad de la enseñanza impartida no resultan eficaces. Las escuelas en las que se registran índices elevados de repetición de curso no suelen adoptar las medidas preventivas que se imponen. Los gastos ocasionados a los centros escolares por las repeticiones de grado de sus alumnos representan una suma importante que se podría emplear mejor para proporcionar un apoyo pedagógico suplementario a los niños con dificultades para aprender. En algunos países con recursos económicos escasos se han aplicado diversas medidas eficaces para promover una educación inclusiva de calidad. Por ejemplo, la adopción de sistemas de formación permanente, el establecimiento de vínculos entre los estudiantes de magisterio y los centros escolares, o la transformación de las escuelas destinadas a niños con necesidades educativas especiales en centros de recursos que proporcionan conocimientos especializados a grupos de escuelas ordinarias, o les prestan una asistencia técnica. En lo que respecta al costo de la educación, lo realmente pertinente sería preguntarse cuánto costaría no proporcionar educación de calidad a todos los niños. Es obvio que se necesitan más recursos financieros. La Asistencia Oficial para el Desarrollo sigue siendo muy inferior a los 9.000 millones de dólares anuales que se necesitan para lograr tan sólo la universalización de la enseñanza primaria. Los gobiernos tienen que elaborar políticas nacionales encaminadas a impulsar la educación integradora, mejorando el acceso al sistema educativo y la calidad de la enseñanza. Por su parte, los países donantes deben prestar apoyo a esas políticas.

10. ¿La educación integradora propicia el surgimiento de una sociedad con mayor capacidad de integración?
La exclusión de una persona del sistema educativo es un fenómeno que se empieza a dar desde las más tempranas etapas de su vida. De ahí que sea imperativo adoptar una visión holística de la educación. Los programas globales de atención y educación de la primera infancia mejoran el bienestar del niño, lo preparan para su ingreso en la escuela primaria y, una vez escolarizado, le ofrecen más posibilidades de obtener buenos resultados de aprendizaje. Todos los datos empíricos disponibles muestran, sin embargo, que son los niños más desfavorecidos y vulnerables los que menos se benefician de esos programas. El hecho de que los adultos de la familia –y más concretamente las madres– sepan leer y escribir influye considerablemente en la decisión de escolarizar a los hijos y, en particular, a las niñas. La vinculación de la educación integradora a metas del desarrollo más generales contribuirá a la reforma de los sistemas educativos, la atenuación de la pobreza y la consecución del conjunto de los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Un sistema educativo integrador redunda en beneficio de todos los educandos, sin que se discrimine a ningún individuo o grupo. Además, está cimentado en los valores universales de la democracia, la tolerancia y el respeto de la diferencia.

Fuente: http://www.unesco.org/new/es/education/themes/strengthening-education-systems/inclusive-education/10-questions-on-inclusive-quality-education/

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Dólar Today distorsiona economía en Venezuela, confirma CEPAL

América del Sur/Venezuela/21 de Agosto de 2016/Fuente: Telesur

La CEPAL emitió un informe en el que confirmó las denuncias de Venezuela sobre la página web Dólar Today que genera distorsión en el mercado cambiario con la publicación de un dólar paralelo.

«Mayor volatidad, incertidumbre y expectativas infundadas de depreciación del Bolívar frente al Dólar de Estados Unidos» son algunas de las consecuencias que tiene para la economía de Venezuela la publicación de un dólar paralelo por la página web Dólar Today, confirmó un informe emitido por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) realizado a petición de los Gobiernos de Nicolás Maduro y Juan Manuel Santos.

El sitio web es manejado desde Estados Unidos y Venezuela ha denunciado los efectos que tiene sobre el mercado cambiario del país, un hecho que ha sido confirmado por el reciente documento.

La CEPAL explica que Dólar Today es alimentado de fuentes de información desconocidas y que no reflejan la realidad de las fuerzas de mercado, lo que genera distorsión del mercado cambiario con efectos negativos para Venezuela y en el comercio con Colombia.

El organismo advierte que este tipo de cambio no muestra una relación con la evolución del comercio entre Colombia y Venezuela, lo que se confirma con el cierre de la frontera que no ha modificado su dinámica para fijar el valor.

Asimismo, el texto señala que el dólar paralelo favorece a la especulación y el arbitraje en distintas modalidades.

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CEPAL: Comercio Fronterizo entre Colombia y Venezuela

Fuente: http://www.telesurtv.net/news/Dolar-Today-distorsiona-economia-en-Venezuela-confirma-CEPAL-20160821-0031.html

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Ardillas, castores y patos silvestres

Centroamérica/Cuba/21 de Agosto de 2016/Autora: Graziella Pogolotti/Fuente: Juventud Rebelde

Un amigo me contó esta fábula que paso a relatar. Recién graduada, la joven ingeniera decidió asumir la dirección de una fábrica en quiebra. El caos reinaba en el lugar. Milagrosamente, un taller seguía funcionando a la perfección. Deseosa de descifrar el misterio, sentada en un parque, frente a la mole silenciosa, conversó con el jefe. El personaje tenía algo de filósofo. La invitó a visitar el bosque cercano en varias ocasiones.

Se aproximaba el invierno. Observaron el comportamiento de las ardillas. Acopiaban alimento para tiempos difíciles. Trabajaban sin descanso. Su guía compartía la tarea para conducirlas luego al refugio. En otra oportunidad, el hombre acompañó a la joven  hasta el río. Los castores preparaban sus viviendas. No tenían jefe. Organizados en equipos, actuaban con precisión de reloj. Los movimientos eran rápidos y bien coordinados. En el último recorrido, contemplaron el cielo. Las bandas de patos silvestres volaban hacia el sur. Se escuchaba un rumor singular, como el aleteo sincronizado a modo coral. Innecesario para el vuelo, constituía una forma de estímulo para sostener el ánimo y soportar largas marchas.

El instinto de los animales provee          fórmulas de organización destinadas a garantizar la supervivencia de la especie. Son métodos milenarios de probada eficacia, marcados por el devenir de la historia y por la creciente complejidad de las sociedades. Los seres humanos hemos tenido que valernos de las ciencias de la dirección. Diseñamos organigramas, flujos de producción y distribución, manejamos estadísticas y teorías económicas. Todo está muy bien en el plano conceptual. Pero, la evolución de nuestra especie ha conformado algo intangible y decisivo, hecho de ideas y sensibilidad que hemos dado en llamar conciencia. No somos fichas intercambiables. Si nos robotizamos, perderíamos las cualidades que nos diferencian de las restantes especies animales. Cesaría la capacidad de crear, de innovar, de transformar la realidad y, sobre todo, la posibilidad de soñar. Caeríamos en una atrofia repetitiva.

Los edificios se construyen desde los cimientos. Se sostienen sobre ellos y sobre las columnas que arrancan ahí. La vida real de las sociedades palpita en su base.

La conducta organizada de ardillas, castores y patos silvestres se define por el instinto de preservación. De él emana un solo objetivo claro. Los humanos aprendimos a preguntarnos  el porqué y para qué de las cosas. Nuestras actividades son múltiples. Se ajustan a circunstancias variables. A la necesidad de subsistir, añadimos muchas otras. En algunas de ellas, lo material y lo espiritual se entremezclan. El buen vestir responde al acicate de la rivalidad, de la pertenencia grupal y al valor simbólico  asociado a una clase social. Por espíritu grupal, nos sometemos al doloroso proceso de tatuaje. Todavía sudoroso al término de una carrera triunfante, el caballo recibe un terrón de azúcar y unas cariñosas palmadas en el lomo. Pero, el equino es animal domesticado por su amo. Las ardillas, los castores y los patos silvestres actúan movidos por un instinto ancestral. Año tras año, ante el cambio de temperatura, repiten los mismos gestos.

El jefe de taller filósofo de mi fábula sabe que está construyendo una metáfora. Desliza tres nociones fundamentales para la coordinación de un colectivo en función del cumplimiento de un propósito determinado. El dirigente se sostiene en una autoridad inmanente, derivada de su actitud ante el trabajo. Poco podrá existir si desaparece, supuestamente involucrado en múltiples e interminables reuniones, si las ausencias enmascaran la incapacidad de afrontar con transparencia y decisión los problemas que se presentan en la práctica cotidiana. La formación de equipos asegura el ritmo y la eficacia y garantiza el intercambio de experiencias, enriquecido por el ejercicio de la crítica. El estímulo moral para vencer el cansancio o la pereza producida por un laboreo monótono nace de la cohesión del grupo animado por la obtención del objetivo final.

Las ardillas, los castores y los patos silvestres de este cuento integran manadas. Están guiados por el instinto. Los seres humanos hemos construido sociedades. De esa manera, hemos forjado culturas. Ocupamos funciones diferentes. Dependemos de formas de comunicación complejas nutridas de componentes afectivos, de memorias, de aspiraciones, de proyectos de futuro que tienen carácter individual y tienen  continuidad en la huella que queremos dejar de nuestro paso por la Tierra, porque sabemos algo que los animales ignoran. Somos mortales. Por eso, desde tiempos inmemorables, nuestra tozuda voluntad de perdurar ha construido túmulos y monumentos conmemorativos.

Por todos esos motivos, somos personas. Un extraño malentendido ha llevado a algunos a cancelar la individualidad en favor del empeño colectivo. En verdad, el proyecto socialista se orienta en sentido diferente. Propone liberar al hombre de las cadenas  que arrojan y someten a la explotación en lo objetivo y en lo subjetivo. La Revolución Cubana rescató talentos que, sin ella, se hubieran perdido en el anonimato.

El individualismo es la expresión patológica de la individualidad. Se exacerba cuando el dinero se convierte en valor supremo, origen de la lucha de todos contra todos. Para contrarrestar esas tentaciones, no podemos convertirnos en simples conductores de ardillas. Desde la comunidad y el taller más modesto, hasta las instancias administrativas, el reto consiste en cohesionar.

Potenciar las capacidades individuales no entorpece el empeño colectivo. Las deformaciones individualistas se manifiestan cuando el dinero se convierte en motor único y decisivo.

Fuente: http://www.juventudrebelde.cu/opinion/2016-08-13/ardillas-castores-y-patos-silvestres/

Fuente de la imagen: http://themarketjobs.com/detalleblog.php?ids=13&id=55

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La firma en un diploma

América del Sur/Colombia/21 de Agosto de 2016/Autor: Ignacio Mantilla/Fuente: El Espectador

Tienen lugar por estos días, en casi todas las universidades, las ceremonias de graduación de los estudiantes que concluyeron sus estudios exitosamente en el primer periodo académico del año.

El acto central de estos importantes eventos académicos es la entrega de los diplomas que acreditan y certifican un título profesional, de especialista, de magíster o de doctor. El diploma encierra un significado fundamental para quien lo recibe, pero también una gran responsabilidad para la universidad que lo expide y, por supuesto, para la autoridad académica que lo firma en nombre de la institución, como garante, entre otras cosas, de su autenticidad.

Recordemos que la firma en los documentos es una costumbre que evolucionó de los monogramas que se estampaban en los documentos reales desde la época de Carlomagno y hasta antes del siglo XIV. Estos documentos eran marcados por los secretarios como decisiones del rey. Sin embargo, una gran cantidad de documentos reales aparecían con el monograma de determinado rey, aún mucho tiempo después de su muerte. Esto obligó a que los monogramas paulatinamente fueran reemplazados por signaturas o firmas de la propia mano del rey, para asegurar la originalidad del documento. Las firmas de los reyes fueron cada vez más elaboradas hasta el punto de que se convirtieron en verdaderas obras de arte caligráfico.

Es lamentable, sin embargo, que hoy en día estemos cayendo en la costumbre, según la cual, lo que se escribe de puño y letra pierde valor o no se acepta. A propósito, comparto una anécdota reciente: en una entidad bancaria en la que hacía un reclamo verbalmente, se me indicó que era mejor que presentara una queja escrita. Ante esta recomendación pedí a la funcionaria que me atendía, que me facilitara una hoja de papel para dejar por escrito mi solicitud. Aterrada, con ojos desorbitados, de “no lo puedo creer”, como si estuviera yo a punto de cometer un sacrilegio me dijo: “pero cómo se le ocurre, tiene que hacerlo en un computador”.

Actualmente hay un debate en torno a la manera como se deben firmar los  diplomas. Toma fuerza la opinión de quienes creen que éstos deben ser firmados mecánicamente, de manera electrónica o digital, pues el alto volumen de graduandos implica una considerable dedicación de tiempo para los encargados de las firmas, y en efecto, ya en algunas instituciones se ha implementado una firma distinta a la tradicionalmente manual y original.

Es fácil hacer cuentas del tiempo que demanda una firma y del que invertirán los directivos en firmar los diplomas para unas ceremonias de graduación. Así por ejemplo, en la Universidad Nacional, patrimonio de todos los colombianos, tendremos en los próximos días 4609 graduandos y cada diploma debe tener la firma de la secretaria general, el rector y el decano o decana de la facultad a la que pertenece el estudiante. Si se estima que en un minuto se firman en promedio cinco diplomas, un cálculo sencillo arroja que el rector debe dedicar aproximadamente una hora para firmar 300 diplomas, es decir, un poco más de 15 horas para firmar todos los diplomas, lo que representa un par de días, si se dedica principalmente a esta actividad. Y este tiempo es un tercio de la tarea completa de todos.

Pero aunque parezca una posición conservadora, quiero defender la firma manual del diploma, pues desde mi perspectiva se trata de un documento trascendental para quien lo recibe, que lo conservará durante toda su vida y lo exhibirá en algún lugar o lo mostrará orgulloso a sus familiares y amigos.

Como rector, debo confesar, que adicionalmente se constituye en la firma que con mayor satisfacción realizo. Y si se acepta que deben firmarse manualmente -a veces con huella digital- algunas cartas, resoluciones, acuerdos, poderes, derechos de petición, solicitudes, entre otros, ¿cómo puede considerarse una pérdida de tiempo la firma de un diploma?

El mensaje debe ser claro: los egresados no son productos, que como mercancías se etiqueten con un código de barras para ser identificados. No puede caerse en el pragmatismo, aparentemente eficiente, de imprimir todo con formatos predefinidos con el argumento de ahorrar tiempo o trabajo. No creo, por ejemplo, que aceptemos de buen agrado que en lugar de recibir un diploma de manos del decano en una ceremonia protocolaria, solemne y de corte académico, éste se nos haga llegar por debajo de la puerta a vuelta de correo o que un personaje al que se le pida un autógrafo nos estampe su firma digital. No imagino el día en que el graduando reciba el mensaje: “estás a un click del título”, oprime <enter> para imprimir tu diploma.

Naturalmente, a medida que la cobertura universitaria aumenta, es más difícil sacar el tiempo necesario para llevar a cabo la tarea de firmar miles de diplomas, y puede ocurrir que como sucede hoy en día con los títulos oficiales que expiden las universidades españolas, los diplomas correspondientes demoren cinco años porque todos son firmados por el rey.

Nuestras universidades deben esforzarse por mostrarle a la sociedad el gran valor de sus egresados y de los títulos que otorgan. Sería contradictorio con este principio olvidar la bonita, aunque ardua, costumbre de rubricar a mano cada uno de los títulos expedidos por nuestras instituciones.

Fuente: http://www.elespectador.com/opinion/firma-un-diploma

Fuente de la imagen: https://presencia.unah.edu.hn/facultades/articulo/unah-realiza-graduaciones-publicas-correspondiente-a-junio-2014

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Lo romántico es político

Coral Herrera Gómez

Para transformar o mejorar el mundo que habitamos hay que tratar políticamente el tema del amor, reflexionar sobre su dimensión subversiva cuando es colectivo, y su función como mecanismo de control de masas cuando se limita al mundo del romanticismo idealizado, heterocentrado y heterosexista.

Amamos patriarcalmente. Amamos democráticamente. Amamos como los capitalistas: con el ansia voraz de poseer al objeto de amor, con el ansia brutal del que colecciona piezas de caza. Nos conquistamos, nos endulzamos, nos fusionamos, nos separamos, nos destruimos mutuamente… nuestra forma de amar está impregnada de ideología, como cualquier fenómeno social y cultural.

El amor romántico que heredamos de la burguesía del siglo XIX está basado en los patrones del individualismo más atroz: que nos machaquen con la idea de que debemos unirnos de dos en dos no es casual. Bajo la filosofía del “sálvese quién pueda”, el romanticismo patriarcal se perpetúa en los cuentos que nos cuentan en diferentes soportes (cine, televisión, revistas, etc.).

A través de los cuentos que nos cuentan, asumimos los mitos, los estereotipos, los ritos y los roles de género tradicionales, y mientras consumimos ideología hegemónica, nos entretenemos y nos evadimos de una realidad que no nos gusta. Consumiendo estos productos románticos aprendemos a soñar con una utopía emocional posmoderna que nos promete la salvación eterna y la felicidad conyugal. Pero solo para mí y para ti, los demás que se busquen la vida.

Frente a las utopías religiosas o las utopías sociales y políticas, el amor romántico nos ofrece una solución individualizada, y nos mantiene distraídas soñando con finales felices.  El romanticismo sirve para que adoptemos un estilo de vida muy concreto, para que nos centremos en la búsqueda de pareja, para que nos reproduzcamos, para que sigamos con la tradición y para que todo siga como está.

El romanticismo patriarcal sirve para que todo siga como está. Unos disfrutando de sus privilegios de género, y las otras sometiéndose a los pequeños reyes absolutos que gobiernan en sus hogares. Sirve, también, para ayudarnos a aliviar un día horrible, para llevarnos a otros mundos más bonitos, para sufrir y ser felices con las historias idealizadas de otros, para olvidarnos de la realidad dura y gris de la cotidianidad. Sirve para que, sobre todo las mujeres, empleemos cantidades ingentes de recursos económicos, de tiempo y de energía, en encontrar a nuestra media naranja. Ante el fracaso, deseamos que todo cambie cuando encontremos al amor ideal que nos adore y nos acompañe en la dura batalla diaria de la vida.

Cada oveja rumiando su pena con su pareja.

Estamos rodeadas de afectos en nuestra vida, pero si no tenemos pareja decimos que “estamos solas”. Las que tienen pareja aseguran que la soledad que sienten en compañía es mucho peor. Muchas mujeres siguen creyendo que la pareja amorosa es la solución a su precariedad, a su vulnerabilidad, a sus problemas personales. Las industrias culturales y las inmobiliarias nos venden paraísos románticos para que busquemos pareja y nos encerremos en hogares felices, entornos de seguridad y aburrimiento que pueden llegar a convertirse en infiernos conyugales.
Las parejas de hoy en día siguen siendo profundamente desiguales, desequilibradas, jerárquicas, y casi todas practican la división de roles: heteros, lesbianas, bisexuales, gays… el amor es el reducto final en el que se ancla el patriarcado. El individualismo del romanticismo patriarcal nos sume en ensoñaciones románticas mientras nos quitan derechos y libertades… todavía una gran parte de la población permanece adormilada, protestando en sus casas, soñando con El Salvador o el Príncipe Azul.

Los medios de comunicación tradicionales jamás promueven el amor colectivo si no es para vendernos unas olimpiadas o un seguro de vida. Si todos nos quisiésemos mucho el sistema se tambalearía, pues está basado en la acumulación egoísta de bienes y recursos y no su gestión colectiva y solidaria. Por ello es que se prefiere que nos juntemos de dos en dos, no de veinte en veinte: es más fácil controlar a dos que a grupos de gente que se quiere.

El problema del amor romántico es que lo tratamos como si fuera un tema personal: si te enamoras y sufres, si pierdes al amado o amada, si no te llena tu relación, si eres infeliz, si te aburres, si aguantas desprecios y humillaciones por amor, es tu problema. Igual es que tienes mala suerte o que no eliges a los compañeros o compañeras adecuadas, te dicen.

Pero el problema no es individual, es colectivo: son muchas las personas que sufren porque sus expectativas no se adecúan a lo que habían soñado. O porque temen quedarse solas, porque  necesiten un marido o una esposa, o porque se decepcionan cuando comprueban que el romántico no es eterno, ni es perfecto, ni es la solución a todos nuestros problemas.

Lo personal es político, y nuestro romanticismo es patriarcal, aunque no queramos hablar de ello en los foros y asambleas.  También la gente de izquierdas y los feminismos seguimos anclados en viejos patrones de los que nos es muy difícil desprendernos. Elaboramos muchos discursos en torno a la libertad, la generosidad, la igualdad, los derechos, la autonomía… pero en la cama, en la casa, y en nuestra vida cotidiana no resulta tan fácil repartir igualitariamente las tareas domésticas, gestionar los celos, asumir separaciones, gestionar los miedos, comunicarse con sinceridad, expresar los sentimientos sin dejarse arrastrar por la ira o el dolor…

No nos enseñan a gestionar sentimientos en las escuelas, pero sí nos bombardean con patrones emocionales repetitivos y nos seducen para que imaginemos el amor a través de una pareja heterosexual de solo dos miembros con roles muy diferenciados, adultos y en edad reproductiva. Este modelo no solo es patriarcal, también es capitalista: Barbie y Ken, Angelina Jolie y Brad Pitt, Javier Bardem y Penélope Cruz, Letizia y Felipe… son parejas exitosas mitificadas por la prensa del corazón para que las tomemos como modelo a seguir. Es fácil entender, entonces, porqué damos más importancia a la búsqueda de nuestro paraíso romántico que a la de soluciones colectivas.

Para transformar o mejorar el mundo que habitamos hay que tratar políticamente el tema del amor, reflexionar sobre su dimensión subversiva cuando es colectivo, y su función como mecanismo de control de masas cuando se limita al mundo del romanticismo idealizado, heterocentrado y heterosexista.

Si me pongo romántica queer, me da por pensar que el amor de verdad podría destruir patriarcado y capitalismo juntos. Las redes de solidaridad podrían acabar con las desigualdades y las jerarquías, con el individualismo consumista y con los miedos colectivos a los “otros” (los raros, las marginadas, los inmigrantes, las presidarias, los transexuales, las prostitutas, los mendigos, las extranjeras). Para poder crear estas redes de amor tenemos que hablar mucho y trabajar mucho: queda todo el camino por hacer.

Tenemos que hablar de cómo podemos aprender a querernos mejor, a llevarnos bien, a crear relaciones bonitas, a extender el cariño hacia la gente y no centrarlo todo en una sola persona. Es hora de que empecemos a hablar de amor, de emociones y de sentimientos en   espacios en los que ha sido un tema ignorado o invisibilizado: en las universidades, en los congresos, en las asambleas de los movimientos sociales, las asociaciones vecinales, los sindicatos y los partidos políticos, en las calles y en los foros cibernéticos, las comunidades físicas y virtuales.
Hay que deconstruir y repensar el amor para poder crear relaciones más igualitarias y diversas.

Es necesario despatriarcalizar el amor, eliminar las jerarquías afectivas, desmitificar finales felices, volverlo a inventar, acabar con los estereotipos tradicionales, contarnos otras historias con otros modelos, construir relaciones diversas basadas en el buen trato, el cariño y la libertad.  Es necesario proponer otros “finales felices” y expandir el concepto de “amor”, hoy restringido para los que se organizan de dos en dos.

Ahora más que nunca, necesitamos ayudarnos, trabajar unidos por mejorar nuestras condiciones de vida y luchar por los derechos humanos para todos. Para acabar con la desigualdad, las fobias sociales, los odios y las soledades, necesitamos más generosidad, más comunicación, más trabajo en equipo, más redes de ayuda. Solo a través del amor colectivo es como podremos articular políticamente el cambio.

Confiando en la gente, interaccionando en las calles, tejiendo redes de solidaridad y cooperación, trabajando unidos para construir una sociedad más equitativa, igualitaria y  horizontal. Pensando y trabajando por el bien común, es más fácil aportar y recibir, es más fácil dejar de sentirse solo/a, es más fácil elegir pareja desde la libertad, y es más fácil diversificar afectos. Se trata, entonces, de dar más espacio al amor en nuestras vidas, de crear redes afectivas en las que podamos querernos bien, y mucho.

Que falta nos hace.

Fuente del articulo: http://www.pikaramagazine.com/2014/02/lo-romantico-es-politico/#sthash.TwDCT6W1.dpuf

Fuente de la imagen: http://djd9pi028g05f.cloudfront.net/wp-content/uploads/2014/02/amor-870×580.jpg

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