Por: Juan Martín Bosco Algarra
- Cada vez más docentes se quejan de haber sido difamados por padres de alumnos en los grupos de WhatsApp.
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Los maestros recuerdan que minar la autoridad del docente termina perjudicando a los mismos padres.
Las quejas de maestros por los grupos de whastapp de los padres empiezan a convertirse en más que relevantes. Las quejas que llegan al Defensor del Profesor por falsas acusaciones de los padres de alumnos vertidas en esos grupos se han duplicado en los dos últimos cursos. Ocurre sobre todo en primaria.
De hecho, una de cada cuatro reclamaciones presentadas por los profesores ante el Defensor se debe a estos whastapp que ya no soportan y que creen hacen daño a los profesores, porque pierden autoridad y también a los padres, porque a la larga, no solucionar los problemas de los hijos en el ámbito educativo pasa factura. Algunas escuelas han incluido a profesores en el chat para pautar unas normas.
“Queremos saber por qué no imparte el programa establecido en el curso”. Era la pregunta formulada por la Inspección de Educación a una profesora de música. La interpelada no sabía a cuento de qué le preguntaban eso. Ignoraba por qué se habían presentado en su centro los inspectores con una queja de la que no tenía noticia. Estaba completamente desconcertada. Después de mucho indagar, recibía la respuesta: los padres de sus alumnos lo habían denunciado en el grupo de WhatsApp de la clase.
Uno de cada cuatro docentes que llama al teléfono de Defensa del Profesor motivan su queja en el uso inadecuado de esta red social. Los padres de alumnos suelen crear estos grupos para comunicarse asuntos que atañen a la educación de sus hijos. Los mensajes suelen tratar de cuestiones prácticas: desde una madre que no recuerda a qué hora es la reunión de curso hasta un padre que se interesa por un compañero de su hijo que está enfermo. Son frecuentes las preguntas sobre los deberes: “¿Alguien puede prestarme el libro de lengua, que mi hijo no lo ha traído? o “¿quién me puede decir cuándo es el el examen de inglés?”.Los educadores advierten que esta última petición, si se produce de manera continuada, puede mal acostumbrar al niño a no cumplir con sus responsabilidades.
Verdaderas difamaciones
Pero lo peor son las críticas, fundadas o no, a los profesores y a la dirección de los centros educativos. Así lo confirma Laura Sequera, responsable del Defensor del Profesor de la Asociación Nacional de Profesionales de la Enseñanza (ANPE). “Se producen verdaderas difamaciones, que tienen un efecto pésimo sobre la buena imagen del profesor, incluso sobre salud”.
A veces las llamadas al Defensor del Profesor llegan cuando el profesor ya ha tenido que recurrir a la ayuda psicológica para sobreponerse de las críticas. Críticas que, muchas veces, cuando llegan a oídos del docentes, las mayoría de los padres asume como cierta. “Desde que el profesor no corrige los deberes, hasta que pone muchos o que pone muy pocos, o que no da el programa que corresponde… cualquier razón puede motivar una queja que se va difundiendo por WhatsApp”.
En algunos casos, las quejas llegan a altas instancias educativas. Pero lo peor es que esos padres molestos ni siquiera han tratado de comunicarse con el profesor cuestionado, para presentar su queja directamente al director del centro o incluso a la inspección educativa. Los mensajes de WhatsApp han terminado con la presunción de inocencia, afirman en ANPE. Se han convertido en un “a ver dónde te pillo”.
Los maestros están seriamente preocupados por este asunto y piden encarecidamente a los padres que moderen el uso del WhatsApp, que “es una herramienta fantástica para estar comunicados, pero que también puede ser cauce de difamaciones, distorsiones y exageraciones sobre el profesor”.
El líder y los acólitos
En ANPE distinguen dos tipos de perfiles de padres en el uso de WhatsApp: “Siempre hay un líder que lanza las críticas, y otros padres ‘acólitos’ que le secundan con más o menos entusiasmo”, cuenta Sequera.
A este último tipo de padres quieren dirigirse desde ANPE para recordarles que, tarde o temprano, van a convertirse en víctimas de sus propias acciones. Ellos son los que más fácilmente pueden tomar conciencia del peligro de la difamación, y atajarlas a la primera.
“Los niños acaban mirando el WhatsApp de sus padres, y si ven ahí críticas al colegio o los maestros, aprenden que el profesor no es una figura de autoridad. A medida que pase el tiempo sucederá lo mismo con los padre, porque les están acostumbrando a no respetar al adulto”. Por eso estamos oyendo cada vez más noticias de agresiones a padres por parte de sus hijos”.
Por último, aparte del uso de la mensajería para verter críticas, recuerdan que un padre no debe resolverle los problemas que los hijos contraen por falta de responsabilidad. “Si se olvidan de la fecha de un examen porque no lo han apuntado en la agenda, los niños no pueden quedarse tranquilos pensando que ya mamá o papá lo pueden averiguar preguntando en WhatsApp”. Desde los 8 años se les supone capacidad de responsabilizarse de pequeñas tareas que deben saber apuntar previamente en su agenda, para que no se les olvide.
Fuente: http://noticias.lainformacion.com/educacion/profesores-hartos-anti-educativo-WhatsApp-padres_0_906809707.html