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¿Cómo incentivar la lectura desde temprana edad?

Por: Sofía García-Bullé

Con las medidas correctas, se puede establecer un vínculo con la lectura desde antes de preescolar.

La lectura es un refuerzo didáctico invaluable, en artículos anteriores hemos hablado de las habilidades que se desarrollan gracias a adoptar un gusto por la lectura frecuente. La comprensión lectora, habilidades lingüísticas, pensamiento crítico, imaginación, la tolerancia a ideas distintas y más, son solo algunos de los beneficios ligados a esta práctica. También se ha comentado que la actividad no está propiamente en declive, más bien es la calidad del material de lectura. No se puede aprender lo mismo de leer los contenidos de una red social durante tres horas, que lo que puede aportar un cuento o novela bien estructurados.

Si queremos incentivar no solo la costumbre, sino el amor por la lectura en los más jóvenes, no podemos quedarnos solamente en la conversación de la calidad de los contenidos, es necesario concientizarnos de nuestro rol como embajadores y cuestionarnos qué estrategias usamos para presentar la lectura como una actividad interesante y divertida que invite a adoptarla como pasatiempo. A continuación compartimos algunas recomendaciones.

¿Qué hacer antes de empezar?

La jornada por establecer la lectura como pasatiempo no empieza desde la edad en que los estudiantes tienen la capacidad de comenzar a leer. La preparación puede iniciar mucho antes, y al hacerlo, aumentamos considerablemente las posibilidades de inculcar el gusto por la lectura.

Si hablamos de un periodo de cero a los cuatro años, la iniciativa Reading Rockets recomienda hablar con las infancias, esto les permitirá desarrollar habilidades de comprensión y expresión de lenguaje, leerles 30 minutos al día, cantar poemas o canciones con rimas y sonidos repetitivos para ayudarles a formar un patrón lingüístico. Es necesario asegurarse de que si se usan guarderías o cuidadores, también les lean. Si los docentes y cabezas de familia son modelos de la costumbre de leer, es más fácil transmitir este hábito. Las visitas a la biblioteca son de gran ayuda para que los niños se acostumbren al uso de los libros y ofrecen la oportunidad de que escojan obras que sean de su agrado y se formen un gusto propio.

¿Y quienes ya pueden leer?

Para los estudiantes de educación básica en adelante, que ya tienen edad para aprender a leer y hacerlo hábito hay recomendaciones que potencializan su vínculo con esta útil actividad. Enseñarles a usar la biblioteca de su escuela como recurso les abrirá la puerta a cientos de opciones de obras. Una vez que tenga esta variedad a su disposición, es también indispensable permitir que elija los libros que le gustan, pero siempre tener un canal abierto a la conversación sobre los contenidos que escoge y siempre ejercer un rol de guía ante los conocimientos y experiencias nuevas ligados a la lectura responsable. Seguirá siendo un ejemplo del buen lector y de los beneficios educativos y recreativos que aporta, además de ligar la lectura con la práctica y perfeccionamiento de la escritura y expresión de ideas.

Es también fundamental que las familias estén al tanto de los programas de lectura en las escuelas, tanto los contenidos como las estrategias que utilizan, de forma que puedan reforzar la labor del profesorado tomando en cuenta los intereses de las infancias con respecto a qué les gusta leer y cómo prefieren hacerlo. Aprender a leer en la escuela y realizar las lecturas asignadas es apenas el inicio del trabajo, y no asegura todos lo beneficios cognitivos y de desarrollos ligados a estas, si comprendemos esto y acercamos la actividad a los niños en sus términos, será un hábito útil que les acompañará toda su vida.

¿Tienes infancias en casa en edad de aprender a leer? ¿Qué métodos y contenidos usas? Si das clases, ¿qué programa tienen en tu escuela? ¿lo complementas de alguna manera? Cuéntanos en los comentarios.

Fuente de la información e imagen:  https://observatorio.tec.mx
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EEUU: Para padres, la crisis del COVID causa fatiga y frustración

Por: eldiariolibre.com

  • Las clases por internet trastocaron la educación de los niños y las rutinas de trabajo de los padres
Amber Cessac se toma un selfie mientras cuida a sus hijas en Georgetown, Texas el 9 de septiembre del 2021. Para millones de padres de niños menores, la crisis del COVID no sólo ha provocado preocupación por la enfermedad misma sino también fatiga y frustración

Habían pasado ocho días desde el inicio del año escolar y las cinco hijas de Amber Cessac — de entre 4 y 10 años de edad — habían dado positivo al COVID-19.

Teniéndolas a todas enfermas, preocupándose de las repercusiones a largo plazo y teniendo a otros padres de alumnos, y a su propia madre, desestimando la pandemia, “hizo que algo estallara en mí”, relata Cessac.

“La ansiedad y el estrés se me habían acumulado adentro y me sentía como derrotada, como desesperada”, añadió.

Como millones de padres de niños pequeños, Cessac ha estado lidiando con el estrés de la pandemia desde hace ya 18 meses.

Están agotados por la pandemia misma, principalmente ante la propagación de la contagiosa variante delta, más que nada entre los no vacunados, lo que ha causado un aumento pronunciado de los casos en los niños.

Las clases por internet trastocaron la educación de los niños y las rutinas de trabajo de los padres. Luego regresaron las clases presenciales, lo que trajo más exposición al virus y tensiones sociales debido a que los padres se peleaban por las medidas de salud apropiadas. La politización de máscaras, vacunas y cierres ha dejado extenuados a los padres, que durante año y medio han tenido que decidir qué pueden sus niños hacer y no hacer.

“Los padres están más agotados de lo que jamás hemos visto”, observó Amanda Zelechoski, profesora de psicología de la Universidad de Valparaiso que fundó la organización benéfica, y el acompañante website, Pandemic Parenting.

“Llevamos año y medio con los nervios de punta y la crisis no da señales de acabar”, añadió.

Para muchos, la realidad escolar ha sido fuente de intenso debate. Hay evidencias de que las máscaras reducen la propagación del virus y en según las encuestas, en Estados Unidos la mayoría de la población está a favor de hacer obligatorio el uso de máscaras para alumnos y docentes. Pero el tema se ha politizado. Muchos gobernadores republicanos han tratado de prohibir toda orden de vestir la máscara. Las normas sobre máscaras, pruebas y cuarentenas varían notablemente de distrito en distrito. Poco después de la reanudación de las clases presenciales en agosto, la tasa de contagios repuntó y muchas escuelas tuvieron que volver a cerrar.

La escuela a la que van las cuatro hijas mayores de Cessac en un suburbio de Austin, Texas, no exige vestir la máscara. Las niñas, demasiado chicas para ser vacunadas, le dijeron que son unas de las pocas que usen la máscara. Ella las envió de vuelta al colegio mientras se recuperan.

“No hay ningún lugar donde las cosas estén mejor. Todas las madres nos sentimos atrapadas en esta situación. No hay nada que podemos hacer”, añadió.

Más de 5,5 millones de niños en Estados Unidos han dado positivo al COVID-19, el 20% desde el inicio del año escolar actual, según la Academia de Pediatría de Estados Unidos. Por lo general los niños son mucho menos susceptibles a enfermarse de gravedad o de morir, pero por lo menos 498 han fallecido.

Las vacunas han estado disponibles para niños mayores de 12 años desde mayo, pero las tasas de vacunación infantil son mucho menores a las de los adultos. Según datos oficiales, alrededor de la mitad de los jóvenes de 16 y 17 años están vacunados, y el 43% de los jóvenes entre los 12 y 15 años; entre los adultos están vacunados dos tercios de la población.

Y si bien se estima que para fines de año habrá una vacuna para los menores, por ahora siguen siendo vulnerables. Muchos padres no saben cuál es la mejor manera de protegerlos. “Muchos padres se ven ante decisiones difíciles, se preguntan ¿qué es lo más seguro para mi familia? O se sienten rezagados o invisibles porque otros segmentos de la población sí han podido reanudar actividades”, explicó Zelechoski.

Más de un millón de alumnos abandonaron el sistema de educación pública de Estadios Unidos en el año escolar de 2020, en que la mayoría asistió a clases vía internet. No queda claro cuál es la tendencia en el año escolar actual, pero la obligación de ponerse la máscara ha llevado a algunos padres a buscar alternativas.

Sheila Cocchi, una madre soltera que aún siente los efectos después de contraer COVID-19 en febrero, le está pagando a una maestra para que le dé clases a sus hijos de 10 y 14 años, 10 horas a la semana, junto con un programa educativo por internet. Ella trabaja desde casa en Fernandina Beach, Florida, justo al norte de Jacksonville.

“El año pasado era como que, bien, esto es una locura para todos y juntos vamos a tener que adaptarnos. Ahora el estrés es distinto”, dice Cocchi.

“Estamos tratando de resolver este problema todos como nación, o por lo menos como estado, pero hay un montón de gente que no ayuda. Yo quiero que mis hijos regresen a la escuela, igual que todos los demás”, añadió.

Otros padres dicen estar seguros que lo mejor para sus hijos es estar en la escuela, y están optimistas de que todo estará bien.

En Fort Worth, Texas, Heather Buen, empleada de una empresa local de servicios públicos, le insiste a sus niños que se laven las manos y que se pongan la máscara, incluso cuando los demás niños — a veces ni siquiera los maestros — lo hacen.

“Eso requiere un gran esfuerzo”, sostiene Buen.

Ella cree que al ver que su padre, un electricista, tuvo COVID-19 les causó suficiente impresión como para atenerse a las reglas sanitarias. Los cinco niños que están en la escuela no se han enfermado, y Buen se siente un poco más tranquila al ver que más docentes y niños están poniéndose la máscara. Aun así, padres de tres distritos, incluido el de ella, han entablado demandas acusando a las escuelas de violar los derechos constitucionales de los menores al no imponer una orden de vestir máscaras.

Las demandas, las peleas en las juntas escolares, y las peleas familiares y entre amigos también están contribuyendo al estrés generalizado.

“las peleas de parte y parte, eso es lo que ha sido lo más difícil”, comenta Sarah Brazwell, cuyo hijito de 3 años está en el jardín de infancia y su hijo de 9 está en primaria. Ella dice que no está lista para vacunarse, y que ponerse la máscara en el pequeño pueblo de Florida donde vive “no tiene mucho sentido” porque casi nadie la usa.

La atención infantil — cómo conseguirla, pagarla, la posibilidad de enfermarse allí — ha sido una enorme fuente de estrés durante la pandemia. Hay poco personal especializado y puede resultar difícil encontrar una plaza disponible. Si un pequeño queda enfermo o expuesto al virus, incluso si sufre un resfriado menor, la escuela tiene que mandarlos a todos de vuelta a casa por días o semanas, obligando a los padres a buscar alternativas para el cuidado de sus hijos.

Deanna Manbeck, directora del centro de atención infantil al que va su hijo en Wilmington, Delaware, tiene una gran responsabilidad para las 20 familias que usan el plantel. Allí la directiva ha obligado a todos a usar máscaras, pero no a ponerse la vacuna, pues temen que los docentes renunciarán.

“¿Cómo voy a decirle a los padres que ya no podemos cuidar a sus hijos y que tienen que encontrar otro lugar?”, expresó Manbeck.

“Como madre, quisiera que todos los maestros estén vacunados, pero no estamos en la posición para poder exigir eso”, añadió.

Jeff Sheldon y su esposa entrevistaron niñeras para sus dos hijos — uno de 3 años y uno un bebé — luego que el cierre de escuelas y enfermedades menores confinaron a los pequeños a la casa durante semanas este verano pasado. Sheldon y su esposa usaron días de enfermedad o trabajaron desde casa. Las madres de ambos también ayudaron.

“No podemos seguir en una situación en que pueden suspender las clases de un día para otro”, manifestó en relación al centro de cuidado infantil en Lincoln, Nebraska, que usaba antes.

Sheldon podía trabajar desde casa más a menudo que su esposa, quien trabaja para el sistema de educación pública. De hecho, la pandemia ha subrayado la carga en particular que tienen las mujeres en balancear su trabajo con sus labores domésticas, y millones de mujeres han dejado de trabajar.

Tomarse un tiempo de licencia fue algo que consideró brevemente la doctora Ankita Modi, una pediatra en Charlotte, Carolina del Norte. Le molestaba el hecho de siquiera pensar en eso, pero así de mal estaban las cosas. En su distrito escolar, ponerse la máscara es algo opcional, no existe la opción de clases a distancia y ella dice que el sistema de rastreo no funciona. Las autoridades de salud local estuvieron de acuerdo y amenazaron con demandar al distrito antes de llegar a un acuerdo sobre las medidas sanitarias a seguir hace pocos días.

Su hijo más pequeño tiene 11 años y por lo tanto es muy pequeño para ponerse la vacuna; los otros dos sí pueden.

“Me siento como que los estoy poniendo en peligro todos los días. Como madre, es sumamente desconcertante. Yo no creo que nadie ha dormido bien desde que comenzaron las clases”, declaró Modi.

https://www.diariolibre.com/usa/actualidad/para-padres-la-crisis-del-covid-causa-fatiga-y-frustracion-KM29166408

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¿Puedo acompañar a mi hijo hasta su clase en esta vuelta al cole?

Por: Laura Peraita

Muchos padres aún sienten incertidumbre sobre qué tienen que hacer el primer día que lleven a sus hijos al colegio.

Claves para una vuelta al cole de «10»

Los lloros de los niños agarrados a la pierna de su padres junto a una profesora que les tiende los brazos para darles una calurosa bienvenida al nuevo curso, parece que este año tampoco se repetirá, al menos, dentro del aula. El Covid-19 ha dado portazo a la posibilidad de que las familias arropen hasta el último minuto a sus pequeños en su primer día de clase y ahora las despedidas, aunque con lloros igualmente, son de otra manera.

Según el documento «Medidas de prevención, higiene y promoción de la salud frente al Covid-19 para centros educativos 2021-2022» establecido por el Ministerio de Sanidad y Educación, la «entrada y salida se realizará de manera escalonada al centro educativo o, en su caso, se arbitrarán medidas organizativas como la entrada al recinto por puertas o espacios diferenciados u otras que permitan aglomeraciones en dichas entradas y salidas». En esta línea, cada comunidad autónoma ha perfilado la normativa y, en el caso de la Comunidad de Madrid, su protocolo indica, además, que «con carácter general, las familias no deben entrar en los centros a dejar a los alumnos, salvo que por motivos de seguridad, en función de la situación del centro, sea aconsejable, si así lo considera el equipo directivo, cumpliendo siempre las medidas de prevención e higiene y, en ningún caso, si presentan cualquier síntoma compatible con el Covid-19».

Según Marta Pérez, directora del Colegio Europeo de Madrid, una de las preguntas que más hacen los padres ante la vuelta al cole es precisamente «¿qué hago cuando llegue allí con mi hijo?», «¿puedo acompañarle hasta su clase?». La respuesta es clara, apunta Pérez: los padres no pueden entrar al colegio. «Sí que es verdad que para los bebés de cero a un año, sí les permiten acceder hasta una recepción para entregar a su pequeños. Pero para el resto de niños de Infantil, los padres deben dejarles en una puerta corredera que da acceso aun patio».

La directora de este centro reconoce que la medida es «más dura para las familias primerizas y que tienen hijos que nunca han estado escolarizados porque les gustaría poder acompañarles hasta su clase. Sin embargo, «aceptan que es una medida forzada por el covid y que es lo mejor para la seguridad de todos».

Las cosas han cambiado

En el Colegio Julián Marias, su director Antonio Adánez, reconoce que antes de la aparición del Covid-19 en nuestras vidas los padres podían acompañar a sus hijos hasta la puerta de su clase, «pero ahora las cosas han cambiado» porque intentan que la presencia de personas ajenas al centro sea la mínima posible. «Anteriormente todas las familias y alumnos entraban y salían por la misma puerta del colegio, pero desde el año pasado disponemos de dos puertas: una para la entrada y otra para la salida, de manera que el tránsito de personas se realiza de forma más ordenada».

Aún así, explica que en el caso de los niños de Infantil de 3 años, los padres sí pueden entrar en el colegio y acompañarles hasta la misma puerta de su clase. Para el resto de Infantil, sólo podrán llevarles hasta una valla de colores que han situado fuera de cada clase. «No obstante, en ambos casos, la llegada de alumnos se hace de manera escalonada: unos llegan a las nueve en punto de la mañana y otros a las 9.07, al igual que a la salida al final de la jornada, que disponen de media hora y, de este modo, coinciden menos personas en la puerta».

Desde el Colegio Logos aseguran a ABC que en ningún caso los progenitores pueden entrar dentro de las aulas. «Disponemos de una puerta por edades para cada curso de Infantil y Primaria. En el caso de los más pequeños, es una persona auxiliar del centro quien recoge a los alumnos en la misma puerta del colegio y lo traslada al aula, donde le está esperando la tutora. Disponemos de entrada y salida del colegio flexible entre las 9 y 9.30 h de la mañana y las 16.30 y 17.0 h por la tarde».

Aseguran que en el caso de los escolares de Primaria llegan también a diferentes horas para no juntarse todos en la puerta. Los padres se quedan fuera del Colegio porque antes del Covid-19 tampoco se les permitía el paso. «No hemos recibido ninguna queja por parte de las familias respecto a esta forma de proceder. Creemos que son conscientes de la nueva situación y comprenden que es la mejor fórmula para el bien de sus hijos y para evitar posibles contagios. Lo más seguro —reconocen a ABC— es que esta forma de actuar se quede implantada después de que pase el coronavirus porque tanto padres como niños parecen estar más tranquilos y las entradas y salidas son más rápidas y organizadas».

Desde el Colegio Retamar señalan que «nos ajustamos a los que dicta la Comunidad de Madrid a este respecto» y permiten que los padres puedan solicitar con una cita previa acompañar a sus hijos de manera extraordinaria durante los tres primeros días de clase. A este centro escolar llegan también muchos alumnos nuevos en algunas de las 16 rutas de autocar que tienen disponibles. «En estos casos, los alumnos son acompañados por el encargado de ruta hasta su clase o, en algunas ocasiones, es el profesor quien sale a recogerles al pie del autobús».

Fuente de la información e imagen: https://www.abc.es

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Llegó el verano. ¿Cómo fomentar la lectura entre nuestros hijos?

Si quieres que los niños no se pasen las vacaciones pegados a las pantallas, la lectura puede ser una solución entretenida y didáctica para el verano. Te contamos cómo fomentar este hábito

Además de los juegos y deportes, que son un must del verano, existe otra actividad que los niños pueden disfrutar y que les hará entretenerse en las muchas horas libres que tendrán en la época vacacional. Se trata de la lectura y fomentar este hábito entre nuestros hijos es parte de la responsabilidad de los padres. «Debemos transmitir a los niños que la lectura es buena en sí misma. Que no hay un “para qué” en la lectura, y reafirmar así que el tiempo de verano (ese que llamamos tiempo libre) es el más importante del año, porque uno es libre para hacer lo que desea, para aquello a donde el corazón se nos va cuando lo dejamos suelto», afirma Pablo Velasco Quintana, editor de CEU Ediciones.

Leer al aire libre

Pero ¿y si además de leer y culturizarse, los niños pueden disfrutar del buen tiempo reinante en verano? Es entonces cuando la lectura al aire libre toma sentido. Solo tienen que meter un libro en la maleta y buscar el lugar apropiado para comenzar a leer al aire libre. Al preguntar a nuestro experto, Pablo Velasco, acude a sus recuerdos de la infancia: «Un campo de Castilla, la sombra de un castaño, y no poder despegarme de aquel libro. Ah, y el partido de fútbol que había jugado antes fue antológico».

La lectura en el jardín o en la playa pone en contacto directo con la naturaleza a los niños. Y una buena idea es leer en voz alta (tanto ellos como nosotros), ya que estimula la mente de los niños y fomenta su creatividad. Además, la lectura ejercita el cerebro de nuestros pequeños y fomenta su creatividad y habilidades lingüísticas.

Actualmente, la competencia que tiene el libro es dificil de igualar porque la televisión, los videojuegos y las tabletas estimulan también otros sentidos. Solo podremos transmitir a nuestros hijos la pasión por la lectura si nosotros mismos la amamos. Tenemos que dedicarle horas y compartir este hábito con ellos: ahí está la clave del éxito. Tenemos que implicarnos más para que la lectura sea una actividad elegida por ellos y que además la vivan de manera natural, sin forzar.

«Tradicionalmente ha funcionado eso de poner los libros «a tiro». Así, como quién no quiere la cosa uno se encuentra con Huckleberry Finn y se le transforma el verano», comenta el editor de CEU ediciones. « También es un planazo lo de ir toda la familia a una librería los primeros días de vacaciones, y elegir cada uno una lectura», añade.

Elegir un libro adaptado para cada etapa y edad es una buena forma de que se sientan cómodos con la actividad. Si además, dentro de los libros que se adapten a su edad, ellos mismos pueden seleccionarlo, se sentirán partícipes de la elección y estarán más motivados con la lectura.

«Desgraciadamente se ha puesto de moda un tipo de libro que responde a ‘lo que un adulto piensa que le gusta a un niño’, y se han obviado o retirado algunas grandes historias. Es decir, que muchas coloridas novedades de literatura infantil y juvenil tratan a estos lectores (que según las estadísticas son el grupo más numeroso) de tontos. Y desde luego que no lo son. Tienen un corazón que sabe perfectamente detectar aventuras apasionantes y verdaderas. ¡Qué momento tan bueno es el verano para echar la vista atrás y proponer a nuestros hijos esas lecturas que a nosotros nos fascinaron!», concluye Pablo Velasco Quintana.

Fuente de la información  e imagen:  https://www.abc.es/

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Tres ejercicios para prevenir y tratar la dislexia en niños

Esta dificultad consiste, básicamente, en tener problemas a la hora de vincular un sonido (o fonema) con un símbolo (o letra) de manera automática.

Hay errores o pequeños defectos que se manifiestan cuando los niños empiezan a conocer la lectura, o las tablas de multiplicar, que se subsanan cuando los pequeños consiguen dominar la lectura, su comprensión o la propia escritura. Pero hay problemas que persisten y que pueden ser indicios de la dificultad específica de aprendizaje más extendida en el mundo: la dislexia .

Trabajar las zonas del cerebro que repercuten en este tipo de aprendizajes no sólo es útil para ayudar al correcto desarrollo de los más pequeños. También sirve como prevención y tratamiento de la dislexia, un trastorno diferente en casi cada persona afectada, que dura de por vida pero que si se trabaja sobre él no resultará un obstáculo insalvable para ninguno de los objetivos que los niños se propongan en su vida académica o profesional. Conocerlo y trabajar en ello es clave para evitar las consecuencias de un mal con bases neurobiológicas.

«Cualquier manera de trabajar con los niños será más eficaz si se acomete desde un prisma divertido, la dislexia no es una excepción», reconoce la experta en lenguaje y desarrollo infantil Tamara Chubarovsky, quien aporta tres claves o ejercicios para trabajar con los más pequeños y que inciden en las localizaciones sensoriales en las que se ven reflejadas a nivel físico características propias de las personas disléxicas.

Sustituir una letra por otra, falta de ritmo lector, número de errores ortográficos alto en comparación con niños de su edad, deslices con la aritmética, falta de comprensión lectora, dificultad para explicarse verbalmente… Son algunos de los puntos que a menudo se achacan a falta de responsabilidad y atención, vagancia, problemas personales o discapacidad y que sin embargo tienen que ver con la dislexia. La dislexia es la dificultad específica del aprendizaje más extendida en el mundo. Según la Asociación Europea de Dislexia (EDA), en torno al 10% de los españoles la padece. Un diagnóstico tardío y la falta de apoyo para los niños que la sufren, a menudo la encuadra como una de las afecciones con cierto protagonismo en el elevado índice español de fracaso escolar.

A menudo, la dislexia se hace más patente en los primeros cursos de Primaria, cuando los pequeños aprenden a leer y se manifiesta -entre otras cosas- que tienen problemas para identificar, de manera continuada y constante, un sonido con una letra. Pero el entorno de los pequeños no siempre identifica las señales en un punto temprano de la educación. Además, pueden camuflarse fácilmente en otras causas como en las que con frecuencia se culpabiliza al alumno o su entorno. Pero aunque el diagnóstico pueda ser claro y se produzca en un plazo razonable, en muchas ocasiones es complicado iniciar el trabajo para que los pequeños aprendan a vivir con la dislexia y superar los problemas que le puede acarrear.

Dificultades de los niños con dislexia

«La mayoría de los niños con dislexia confunden los sonidos cuando los perciben. No oyen bien, esto genera confusión a la hora de relacionar un sonido con una letra y en su cerebro no está claramente definida la representación para cada fonema», indica Tamara Chubarovsky, experta en lenguaje y desarrollo infantil, que además de los obstáculos sonoros que encuentran los disléxicos, añade dificultades en el aspecto visual que les suele impedir que sus ojos adopten una postura idónea para leer. Este y otros puntos negativos de la dislexia tienen que ver con la falta de desarrollo del sistema vestibular.

El sistema vestibular está alojado en nuestro oído interno y, además de enviarle al cerebro -entre otros estímulos- la posición de la cabeza con respecto al suelo, también es el encargado del equilibrio y el control de los espacios que nos rodean. Así que, entre las trabas que la dislexia proporciona a quienes la sufren, se pueden encontrar varios puntos físicos que trabajar y desarrollar, lo que supondrá ir aliviando los efectos de dificultad del aprendizaje.

«Es fundamental abordar la prevención y el tratamiento de la dislexia desde el habla, mejorando la conciencia fonológica; y desde el movimiento, mejorando la orientación espacial, la lateralidad y el sentido vestibular», explica Chubarovsky quien añade: «Los trastornos del sistema vestibular son la principal causa de dificultades de aprendizaje y la mayoría de niños con dislexia presentan también una inmadurez en este parámetro, lo que les dificulta oír patrones del lenguaje y distinguir fonemas para vincularlos a un símbolo. También se nota en la rigidez de los músculos oculares».

Pero, al margen de estas particularidades, la personas disléxica suele tener diferentes manifestaciones de su afección, por lo que Chubarovsky opta por trabajar y potenciar lugares concretos del cerebro cuya influencia sobre la dislexia está demostrada. Así se simplifica a base de juegos y ejercicios divertidos algo tan complejo para los niños.

Propuesta de ejercicios

Tres claves (y ejercicios) para prevenir o tratar la dislexia.

1. Trabajar el lenguaje oral. Algo tan simple como cantar o escuchar cuentos tiene importancia en las edades tempranas. Centrarnos en que los niños pronuncien bien y estén atentos a lo que narramos de una manera pausada y adecuada a su edad les proporcionará puntos diferenciales para el desarrollo de su lenguaje oral.

Los trabalenguas son un buen arma contra la dislexia si se acompañan de paciencia y se tienen en cuenta algunos detalles: Si un mismo fonema se repite con frecuencia y lo repetimos de una manera más lenta de lo habitual, los pequeños podrán imitarnos y les será muy útil.

2. Atender al sentido vestibular. Sabemos que es importante para el equilibrio, pero no es lo único en lo que es clave. Estimularlo es bueno para la percepción auditiva de los pequeños y también para detalles como la movilidad de los músculos de sus ojos.

Saltar, girar, balancearse en un columpio, saltar a la comba o patinar son juegos infantiles que llevan detrás el desarrollo del denominado sentido vestibular.

Poner atención en que los niños puedan ir ganando aptitudes en este tipo de divertimentos desarrollará esta parte del oído interno tan importante. Aquí tendremos que saber calibrar la destreza que tienen en cada ejercicio para ir aumentando la dificultad paulatinamente.

3. Expandir la lateralidad. Orientarse en el espacio no es fácil según de qué edades estemos hablando, pero sí que podemos seleccionar algunos juegos o ejercicios que ayuden a que los niños realicen movimientos simétricos , en los que tengan que cruzar los brazos y las piernas, o en los que sus extremidades superiores e inferiores no hagan el mismo movimiento. El juego clásico de las palmas-palmitas puede ser un buen ejemplo, aunque también montar en bicicleta o los columpios en los que se puede trepar.

Con estas pequeñas herramientas simples y accesibles para todos, se puede ayudar en el tratamiento de la dislexia en función de la edad que tengan los niños a los que nos dirijamos. Se considera que una detección precoz de la dislexia sería en la franja de edad de los 0 a los 5 años, antes de que concluyan la educación infantil; mientras que una detección temprana se encuadraría entre los 5 y los 9 años. En las aulas la dislexia es una afección frecuente pero su diagnóstico no siempre es lo suficientemente rápido como para que quien la sufre no tenga también problemas de adaptación y falta de apoyo y tratamiento para superarla. De ahí la importancia del trabajo con ejercicios destinados a edades tempranas como los que propone Tamara Chubarovsky.

Fuente e imagen: https://www.abc.es/familia/educacion/abci-tres-ejercicios-para-prevenir-y-tratar-dislexia-ninos-202104030034_noticia.html

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¿Debe mi hijo de 3 años empezar su etapa escolar en un curso tan extraño o mejor evitarlo si tiene posibilidad?

Por: Carlota Fominaya

En un contexto como el actual, hay que sopesar dos aspectos fundamentales, y no necesariamente contrapuestos: de un lado, la incertidumbre en materia de salud derivada de la pandemia que estamos viviendo, y de otro, el impacto que tiene en el niño una ausencia prolongada de su centro educativo, de sus compañeros… Respecto a la primera cuestión, si bien es cierto que los protocolos de actuación marcados por las autoridades educativas todavía tienen mucho margen de mejora, sí ha habido numerosos centros educativos que han ido mucho más allá de las pautas marcadas por los protocolos públicos de actuación, en materia de medidas de higiene tanto para los niños como para el equipo, en materia de integración de las nuevas normas en los alumnos de tan temprana edad, etc.

A modo de ejemplo, en Alaria Nursery Schools ya abrimos tres de nuestros centros de Madrid durante el mes de julio, y la experiencia fue un éxito. Más allá de no haber tenido ningún caso de Covid-19 durante este primer mes (no exclusivamente, pero sí muy condicionado por ello en base a las numerosas medidas higiénicas adoptadas y a una definición de grupos muy reducidos por profesora), han sido muy positivas todas las medidas orientadas a adaptar el programa curricular, y que tenían como objetivo permitir que alumnos tan pequeños asimilasen de forma natural las nuevas circunstancias: introducción del lenguaje de signos como forma de sustituir algunos gestos físicos en los niños (¿por qué tienen que dejar de abrazarse… aunque no sea físicamente?), adaptación de elementos de gamificación para hacer que perciban las nuevas rutinas (de distancia social e higiene) como un mero juego, una adaptación de nuestro programa de “Filosofía para Niños” como forma de ayudar a nuestros alumnos a comprender el contexto que estamos viviendo… También hay que tener en cuenta que son cada vez más los estudios que evidencian (el último, realizado en Corea del Sur) que los niños de menos de 10 años tienen una tasa de contagio inferior a la mitad que comparativamente con los mayores de esta edad, lo que sin duda ofrece mayores garantías a las familias que asisten a un centro de educación infantil respecto a aquellos que ofrecen toda la gama de edades.

En relación a la segunda cuestión, las ventajas que puede ofrecer el inicio de la escolarización del niño pueden ser muy superiores a las posibles incertidumbres sanitarias que pueda tener la familia, pero siempre y cuando exista el convencimiento por sus padres de que su centro educativo ha actuado de forma efectiva y ágil de cara a adaptarse a este nuevo entorno.

Probablemente los padres ya puedan tener alguna pista acerca de cómo actuará su centro educativo en estos primeros meses, en base a evaluar cómo reaccionaron entre marzo y junio con el confinamiento: si perciben que su centro educativo reaccionó de forma ágil y con soluciones efectivas (metodología online, apoyo psicopedagógico a los padres ante un contexto tan complicado, etc.) en dichos meses, probablemente su centro tenga las capacidades para afrontar este nuevo período con mayores garantías. No obstante, también hay que decir que la respuesta de los centros educativos en dicho período ha sido muy diversa en términos de su respuesta tanto a los alumnos como a sus padres.

Fuente e Imagen: https://www.abc.es/familia/educacion/abci-debe-hijo-3-anos-empezar-etapa-escolar-enuncurso-tanextrano-o-mejor-evitarlo-si-tiene-posibilidad-202008260040_noticia.html

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Contemplar un hormiguero o aprender las fases lunares… propuestas de un maestro para este verano

Por: ABC

Manolo Gordillo, maestro de Primaria conocido como “el Profe Manolo» tras hacerse viral en 2018, lanza sus nuevos «deberes de vida» para el verano 2020.

Manolo Gordillo, maestro de Primaria conocido como «el Profe Manolo» tras hacerse viral en 2018 en redes sociales su lista de deberes de verano, ha enviado hoy nuevamente a su alumnado la ya tradicional lista de actividades para disfrutar de las vacaciones. En ella hay cabida para hasta cuarenta tareas tan especiales como escuchar la radio, visitar un jardín botánico, decir las cosas que parecen injustas o jugar delante de un espejo a poner caras extrañas. De esta forma, este docente cordobés que trabaja en un centro educativo de Bollullos de la Mitación, en Sevilla, busca que los niños y niñas desconecten de las tareas educativas tradicionales y realicen actividades con las que puedan valorar aspectos cotidianos de la vida, rodeados de amor en familia y en el entorno.

«Este verano quizás, más que nunca, recobra sentido que los niños y niñas disfruten de actividades sencillas y estimulantes, que les acerquen a la naturaleza, a su familia, que les hagan reír y conocerse mejor a sí mismos, aprendiendo al mismo tiempo», enfatiza el Profe Manolo, quien reconoce que hay tantas actividades que incluso es difícil seleccionar sólo algunas para confeccionar una lista estival.

Libro «Deberes de vida»

El «Profe Manolo» se dio a conocer en el verano de 2018 cuando entregó a su alumnado al final del curso escolar una lista de deberes poco convencional. Creer en ti, ver amanecer, cuidar una planta, mirar las estrellas…. Eran algunas de las actividades que proponía. Él fue el primer sorprendido del éxito que tuvo aquella hoja de deberes y que se viralizó tras compartirlo una madre en sus redes sociales. Al año siguiente, en 2019, esta circunstancia le llevó a escribir el libro, titulado «Deberes de Vida» (Editorial Montena, de Penguin Random House) en el que apunta, a modo de cuaderno, actividades que «todos tendríamos que hacer, una vez en la vida», señala. El docente busca con esta propuesta una serie de actividades lúdicas y motivadoras para estudiar los contenidos pues «aprendemos con lo que nos motiva y emociona», enfatiza.

En sus páginas se pueden encontrar diferentes ideas para aprender a través del juego y de la diversión porque, en su opinión, «estamos demasiado acostumbrados a trabajar de forma tradicional y hay muchos contenidos vistos a lo largo del curso que en verano se pueden afrontar de otra manera». Su libro está pensando para estudiantes de Primaria, pero también está abierto a otras personas, como niños más pequeños e incluso adultos.

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