Por: Carlota Fominaya
En un contexto como el actual, hay que sopesar dos aspectos fundamentales, y no necesariamente contrapuestos: de un lado, la incertidumbre en materia de salud derivada de la pandemia que estamos viviendo, y de otro, el impacto que tiene en el niño una ausencia prolongada de su centro educativo, de sus compañeros… Respecto a la primera cuestión, si bien es cierto que los protocolos de actuación marcados por las autoridades educativas todavía tienen mucho margen de mejora, sí ha habido numerosos centros educativos que han ido mucho más allá de las pautas marcadas por los protocolos públicos de actuación, en materia de medidas de higiene tanto para los niños como para el equipo, en materia de integración de las nuevas normas en los alumnos de tan temprana edad, etc.
A modo de ejemplo, en Alaria Nursery Schools ya abrimos tres de nuestros centros de Madrid durante el mes de julio, y la experiencia fue un éxito. Más allá de no haber tenido ningún caso de Covid-19 durante este primer mes (no exclusivamente, pero sí muy condicionado por ello en base a las numerosas medidas higiénicas adoptadas y a una definición de grupos muy reducidos por profesora), han sido muy positivas todas las medidas orientadas a adaptar el programa curricular, y que tenían como objetivo permitir que alumnos tan pequeños asimilasen de forma natural las nuevas circunstancias: introducción del lenguaje de signos como forma de sustituir algunos gestos físicos en los niños (¿por qué tienen que dejar de abrazarse… aunque no sea físicamente?), adaptación de elementos de gamificación para hacer que perciban las nuevas rutinas (de distancia social e higiene) como un mero juego, una adaptación de nuestro programa de “Filosofía para Niños” como forma de ayudar a nuestros alumnos a comprender el contexto que estamos viviendo… También hay que tener en cuenta que son cada vez más los estudios que evidencian (el último, realizado en Corea del Sur) que los niños de menos de 10 años tienen una tasa de contagio inferior a la mitad que comparativamente con los mayores de esta edad, lo que sin duda ofrece mayores garantías a las familias que asisten a un centro de educación infantil respecto a aquellos que ofrecen toda la gama de edades.
En relación a la segunda cuestión, las ventajas que puede ofrecer el inicio de la escolarización del niño pueden ser muy superiores a las posibles incertidumbres sanitarias que pueda tener la familia, pero siempre y cuando exista el convencimiento por sus padres de que su centro educativo ha actuado de forma efectiva y ágil de cara a adaptarse a este nuevo entorno.
Probablemente los padres ya puedan tener alguna pista acerca de cómo actuará su centro educativo en estos primeros meses, en base a evaluar cómo reaccionaron entre marzo y junio con el confinamiento: si perciben que su centro educativo reaccionó de forma ágil y con soluciones efectivas (metodología online, apoyo psicopedagógico a los padres ante un contexto tan complicado, etc.) en dichos meses, probablemente su centro tenga las capacidades para afrontar este nuevo período con mayores garantías. No obstante, también hay que decir que la respuesta de los centros educativos en dicho período ha sido muy diversa en términos de su respuesta tanto a los alumnos como a sus padres.
Fuente e Imagen: https://www.abc.es/familia/educacion/abci-debe-hijo-3-anos-empezar-etapa-escolar-enuncurso-tanextrano-o-mejor-evitarlo-si-tiene-posibilidad-202008260040_noticia.html