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Los padres exigentes podrían resultar ‘nocivos’ para sus hijos

Singapur/01 de Julio de 2016/Panorama

Por: Ryan Hong

Los niños con padres «invasivos» que los presionan demasiado para que obtengan buenas calificaciones podrían ser propensos a hacerse altamente autocríticos o ansiosos y deprimidos, sugiere un estudio reciente.

«Cuando los padres se vuelven invasivos en las vidas de sus hijos, quizá sea una señal para los niños de que lo que hacen nunca es suficientemente bueno», comentó el líder del estudio, Ryan Hong, profesor asistente del departamento de psicología de la Universidad Nacional de Singapur.

El estudio de estudiantes de primaria en Singapur, que duró cinco años, encontró que aquellos cuyos padres actuaban de forma invasiva, tenían unas expectativas altas del rendimiento académico o reaccionaban de forma exagerada cuando el niño cometía un error tenían un riesgo más alto de ser excesivamente autocríticos.

Los investigadores también encontraron que los que eran altamente autocríticos tenían unos niveles más altos de síntomas de ansiedad o depresión, aunque el estudio no probó que la presión de los padres provocara la ansiedad o la depresión.

«Como resultado, el niño podría tener miedo de cometer el más leve error, y culparse a sí mismo por no ser ‘perfecto'», dijo Hong en un comunicado de prensa de la universidad.

«Con el tiempo, esa conducta, conocida como perfeccionismo inadaptado, podría resultar nociva para el bienestar del niño, ya que aumenta el riesgo de que desarrolle síntomas de depresión, ansiedad e incluso suicidio en los casos muy graves», explicó.

En el estudio, los investigadores analizaron a niños de 7 años de 10 escuelas de Singapur, además de a uno de sus padres. El nivel de intromisión de los padres se evaluó mediante una tarea en que el niño, con la ayuda de uno de sus padres, tenía que resolver algunos rompecabezas dentro de un límite de tiempo. Se consideró que un padre era muy invasivo si interfería con la resolución de problemas del niño o tomaba el control del rompecabezas.

Se realizaron evaluaciones de seguimiento con pruebas similares cada año, con los mismos niños y padres. Los investigadores registraron las señales de perfeccionismo inadaptado y de conductas de autocrítica de cada niño.

«Nuestros hallazgos indican que en una sociedad que enfatiza la excelencia académica, que es la situación en Singapur, los padres podrían crear unas expectativas demasiado altas para sus hijos», dijo Hong.

Los padres deben tener cuidado de no presionar demasiado a sus hijos para que obtengan buenas calificaciones.

«Los niños deben recibir un ambiente propicio para el aprendizaje, y una parte del aprendizaje siempre conlleva cometer errores y aprender de los mismos. Cuando los padres se vuelven invasivos, podrían eliminar ese ambiente propicio para el aprendizaje», anotó Hong.

Los hallazgos aparecen en una edición reciente en línea de la revista Journal of Personality.

Fuente: http://www.panorama.com.ve/bellezaysalud/Los-padres-exigentes-podrian-resultar-nocivos-para-sus-hijos-20160701-0070.html

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Unicef alerta sobre la muerte evitable de niños

28 de Junio de 2016/El Telégrafo

Por: UNICEF

Al menos 69 millones de niños de 5 años morirán por causas evitables como enfermedades contagiosas, por la falta de determinación política de gobiernos y autoridades, de acuerdo a un informe del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef). El escrito destaca que para 2030, incluso si los avances continúan al mismo ritmo, 167 millones de niños vivirán en la pobreza, el 90% en África subsahariana. Agrega que en esa región, al menos 247 millones de niños, 2 de cada 3, serán privados de los alimentos básicos que necesitan para sobrevivir y desarrollarse.

Advierte que al menos 750 millones de niñas y jóvenes habrán sido obligados a casarse, comprometiendo su futuro. De acuerdo al informe, titulado ‘Estado Mundial de la Infancia’, se debe enfocar en mejorar las condiciones de los niños más desfavorecidos para consolidar los avances en salud y educación logrados en los últimos 25 años. La Unicef resalta avances como una caída de 53% en la mortalidad de niños menores de 5 años o la reducción a la mitad de la pobreza extrema desde 1990, pero alerta que habrá que acelerar el progreso, con la vista puesta en las metas de desarrollo sostenible fijadas para 2030 por la ONU en septiembre pasado.

Esos objetivos incluyen poner fin a la pobreza, terminar con el hambre, mejorar el acceso a la salud y educación, reducir la desigualdad y luchar por la igualdad de género. El director ejecutivo de la Unicef, Anthony Lake, enfatiza que las expectativas de vida de los niños pobres y excluidos están delineadas por las desigualdades. Sin embargo, indica, en la mayoría de los casos depende de una determinación política y de recursos, así como de la responsabilidad colectiva para sumar fuerzas y combatir las diferencias.

El escrito de la Unicef advierte que para 2030, los niños de África subsahariana tendrán 10 veces más probabilidades de morir antes de cumplir los 5 años que quienes viven en países con mayores recursos. Ese continente albergará, además, a 9 de cada 10 niños en el mundo que viven en la pobreza. También tendrá a más de la mitad de los 60 millones de escolares que no asisten a clase, situación que cercenará sus posibilidades de conseguir un empleo en su edad adulta. El director general adjunto de la Unicef, Justin Forsyth, sostiene que “la mayoría de avances alcanzados se ha concentrado en los niños más fáciles de alcanzar y en intervenciones en materia de salud o nutrición que tienen gran impacto”. Sin embargo, “aún hay un número considerable de niños abandonados y “si no nos enfocamos en los desfavorecidos, no profundizaremos estos avances”, añade.

El director del programa, Ted Chaiban, por su parte, considera que “los avances no son equitativos”, debido a que los niños más pobres tienen en promedio 2 veces más riesgos de morir antes de los 5 años que los más favorecidos. La Unicef confirma que esa relación es mayor en África subsahariana, India y Pakistán, agravada por los conflictos y el calentamiento global, en donde 250 millones de niños residen en zonas de conflicto y 30 millones se desplazaron. Para Kevin Watkins, autor del informe y quien desde septiembre será el director ejecutivo del organismo benéfico Save the Children, el mundo debe prestar más atención a la lucha contra el trabajo infantil, los matrimonios forzados y el aumento del nivel de escolaridad.

Watkins explica que uno de los peores sitios del mundo con respecto al trabajo infantil es Siria, donde millones de menores que fueron desplazados por la guerra deben trabajar para mantener el hogar. El experto agrega que una vez que esos niños cumplen 12 o 13 años se alejan para siempre del sistema educativo, perjudicando sus posibilidades laborales y de vida. La Unicef propuso 5 formas de mejorar la situación de los niños más vulnerables del mundo: aumentar la información para quienes son relegados por la sociedad, integrar esfuerzos para combatir las privaciones, consolidar los cambios para acelerar el progreso, buscar nuevas formas de financiar acciones para alcanzar a los desfavorecidos e involucrar más a las comunidades. Una de las propuestas es utilizar transferencias de dinero para proveer de incentivos a niños a permanecer en la escuela, en lugar de ingresar en el mercado laboral, o casarse a temprana edad, lo que a su criterio podría servir para resolver la pobreza monetaria. (I)

Fuente: http://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/sociedad/4/unicef-alerta-sobre-la-muerte-evitable-de-ninos

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La cultura de la violencia

Bolivia/16 de Junio de 2016/Página Siete

Por: Fernanda Wanderley

Vivimos en un mundo en el que predomina la cultura de la violencia en todos los ámbitos de la convivencia social.
La palabra violencia surge asociada a la idea de fuerza física y poder. Los romanos denominaban vis a esa fuerza que permite que la voluntad de uno se imponga sobre la de otro y  deriva el adjetivo violentus y violare con el sentido de agredir, faltar al respetar, maltratar, arruinar y dañar al otro.
El acto violento ocurre con el uso de la fuerza tanto física como psicológica, para lograr objetivos sometiendo la voluntad del violentado. Se manifiesta a través de la agresión física, la manipulación verbal, emocional y psicológica, mediante ofensa, amenaza, humillación, intolerancia, sometimiento, lesión física e, inclusive, muerte.
La cultura de la violencia se instaura cuando las prácticas violentas son normalizadas en una sociedad y así se vuelven recurrentes, aceptadas, toleradas e, inclusive, justificadas a través de la culpabilización de la víctima. Situación que se agrava cuando el Estado, responsable por normar y sancionar los actos de violencia no sólo minimiza los hechos como, en el peor de los casos, se vuelve el perpetrador de violencia.
Nosotras las mujeres somos un grupo que fue y es víctima de todo tipo de violencia. También lo son la comunidad LGTB, las minorías étnicas, los pobres, los jóvenes, los críticos al régimen, entre otros. La vulneración de derechos ocurre en todos los espacios de la vida social: hogares, comunidades, calles, escuelas, universidades, espacios laborales, partidos políticos y la burocracia estatal.
En Brasil hoy se habla de la cultura de la violación debido a la generalización de este crimen en todo el territorio. También se puede hablar de la cultura de la violación en universidades como se visibilizó con los casos en la Universidad Mayor de San  Andrés, en Bolivia, y en Stanford, en los Estados Unidos. La cultura de la violencia en las relaciones de pareja es la causa del extendido crimen de feminicidio en la región.  Igualmente dramática son las redes de trata y esclavitud sexual de niñas, adolescentes y jóvenes que se arrastran en el mundo.
La cultura de la violencia contra las mujeres se funda en el uso del cuerpo de las mujeres como objetos sexuales y como medios para la afirmación del poder masculino. Esta es una de las peores y más persistentes violencias, enraizada en estructuras de vulneración de derechos civiles, políticos y sociales.
La indiferencia o complicidad del poder público, de instituciones de la sociedad (como, por ejemplo, las escuelas, las universidades, las empresas, la burocracia estatal) y la misma ciudadanía con los diferentes tipos de violencia es lo que permite su continuidad y profundización.
La reacción de indignación de la ciudadanía, especialmente de los jóvenes en los últimos casos de violación en Brasil, Bolivia y Estados Unidos, son señales de la creciente politización sobre la violencia contra las mujeres. A esto se suman las crecientes manifestaciones de colectivos sociales e individuos en las redes sociales, en las calles y en los periódicos en contra de la violencia por parte del Gobierno boliviano en relación a grupos sociales como los discapacitados, las mujeres, los pueblos indígenas, los periodistas, los abogados y los analistas sociales.
Estamos frente a un problema profundo que nos toca a todos y a todas y que, independientemente de sus formas, tiene la misma raíz: la manutención de privilegios y del poder por parte de grupos y logias a través de la subordinación, la humillación, el amedrentamiento, el acoso y el sometimiento físico, psicológico e intelectual.
La cultura de la violencia es un monstruo que puede tragar a todas y a todos si no encuentra resistencia sostenida por parte de la sociedad y acciones integradas para detenerlo. Los colectivos feministas, de ciudadanos y de jóvenes que vienen peleando contra este mal estructural no pueden quedar solos en esta batalla. Es urgente que sumemos esfuerzos y compromisos contra todas las prácticas de violencia y su normalización, rebelándonos contra los abusos de poder y exigiendo acciones integrales y concretas por parte de instituciones y organizaciones políticas y sociales.
Fuente: http://www.paginasiete.bo/opinion/fernanda-wanderley/2016/6/16/cultura-violencia-99756.html
Fuente de la imagen: https://www.google.co.ve/search?q=cultura+de+la+violencia&biw=1024&bih=623&tbm=isch&source=lnms&sa=X&ved=0ahUKEwjKytaI89nNAhWm64MKHexFCtEQ_AUIBigB#imgrc=Y4lvwStdeTVfIM%3A
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¡No quiero seguirte!

Por: Amigos de Rimkieta

Las influencias, para bien o para mal, forman parte de la vida. Cuando eres un niño “en situación de calle” y vienen de malas compañías pueden ser un problema… y si no que se lo pregunten a JK…

JK es uno de los 100 niños del proyecto de “Formación y reinserción de niños de la calle”. Es uno de los niños de la primera promoción y lleva con nosotros 8 años. Tiene 17 años y es el mayor de una familia  de 5 hijos en situación de gran necesidad. Entró en el mundillo de la calle con tan solo 6 años. Su padre era vendedor de licor casero y se lo llevaba con él a  lugares muy poco recomendables (bares, salas de juego, discotecas…) en lugar de llevarle al colegio que es lo que le tocaría a un niño de su edad. Con 8 años JK repartía  licor ya  él sólo… Su madre nos dijo en la entrevista de inscripción de JK en la FAR que muchos días llegaba a casa bien entrada la noche y con un olor sospechoso… Su madre cava arena que vende para hacer ladrillos de adobe. Hay una gran explanada cerca de la FAR donde las mujeres van a cavar. Y es allí donde Drissa, el responsable del proyecto, encuentra a la mayoría de niños nuevos de cada año. Una mujer que pasa todo el día cavando, bajo un calor sofocante, para ganar una miseria es seguro madre de familia en extrema necesidad… Después de conseguir que el padre de JK aceptara quedarse sin “repartidor”, JK empezó su “nueva vida” en la FAR en 2008…

Pero JK ya había vivido 3 años de calle y eso deja mucha huella… y muchas malas compañías, celosas de la gran oportunidad que se le brindaba a JK en la FAR. Algún día os contaré algo que me cuesta comprender de esta maravillosa sociedad: lo que son capaces de hacer por celos y envidia…

El historial de los primeros años de JK con nosotros está lleno de peleas en clase y en casa, robos, ausencias en el colegio, desapariciones de casa durante días… La situación se hizo muy difícil de controlar para la FAR, por lo que tuvimos que internarlo en Kam Zaka, un internado especializado en niños de la calle problemáticos. Después de 3 años en Kam Zaka, este año JK ha vuelto a casa y a la FAR por “buen comportamiento”.

Una de las actividades del proyecto “niños de la calle” consiste en reunir a todos los chicos, los que están recién llegados a la FAR y los “veteranos” escolarizados y en talleres de formación, los domingos por la mañana, en un ambiente distendido de fin de semana. Después de darles de desayunar (que es fundamental para lograr que vengan), los chicos se divierten tocando música y bailando (actividad líder del domingo!), o jugando al fútbol y a juegos de mesa. Todas las actividades son el “señuelo” para que les apetezca venir, porque el objetivo principal es la charla educativa que damos al final sobre los peligros de la calle, la violencia, la higiene, el comportamiento, la alimentación, etc.

Terminamos siempre las charlas con un juego sobre el tema tratado. Este último domingo la charla fue sobre cómo evitar caer en situación de la calle y pedimos a los niños que nos contaran alguna experiencia personal al respecto. No fue fácil que los niños se atrevieran a contarnos sus confidencias, pero JK se lanzó con una vivencia que ganó la camiseta que estaba en juego como premio.

Nos contó que el año pasado, estando en Kam Zaka, un mañana, camino al colegio, se cruzó con uno de sus antiguos “amigos” de fechorías, un chico mayor que él, que le “ordenó” que le ayudara a “recoger” hierro en la calle para venderlo. JK se negó a seguirle, pero el chico le amenazó, así que no tuvo más remedio… Después de unas horas recogiendo hierro, encontraron en su camino a unos chicos peleándose, lo que hizo que el otro chico se distrajera y JK aprovechó para escaparse corriendo al colegio. JK asegura que estuvo amenazado de muerte por este chico durante mucho tiempo y que tuvo que cambiar de ruta para ir al colegio y evitarle.

Todo chico problemático que haya evitado una situación parecida tiene mucho mérito, pero el de JK es aún mayor. Su evolución le ha llevado a convertirse en un ejemplo a seguir por sus compañeros.

La historia de JK nos llena de esperanza y de energía para seguir. Porque desgraciadamente, no todos son capaces de decir “No quiero seguirte” y algún niño del proyecto se ha quedado por el camino…

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Genocidio nuclear por ambición imperialista

Por: Manuel E. Yepe

Las hostilidades de la Segunda Guerra Mundial, en el teatro de operaciones de Asia y el Pacífico, concluyeron el seis de agosto de 1945 con la explosión de una bomba atómica aerotransportada que Estados Unidos lanzó sobre la ciudad japonesa de Hiroshima asesinando a 80.000 seres humanos.

La cifra llegó a ser en 1950 de 200.000 difuntos a causa de los efectos ulteriores de la radiación nuclear. Pocos días más tarde, una segunda bomba atómica, también lanzada por Washington, cayó sobre otra ciudad japonesa aún más poblada. En Nagasaki, fueron asesinadas unas 300.000 personas más.

 En diciembre de 1941, el imperio japonés había ocupado una parte considerable de las costas de China, Corea y las colonias francesas de Indochina (Vietnam, Laos y Camboya) cometiendo atrocidades en gran parte de las Indias Orientales Holandesas (Indonesia). En 1944 atacó a Hawái, una posesión de Estados Unidos.

El gobierno del Japón era entonces una dictadura militar que nominalmente encabezaba un Emperador que había aplastado toda disidencia democrática, proscrito al partido comunista y practicado una política exterior muy agresiva contra sus vecinos. Pero en 1945 Japón era ya un imperio derrotado. Había perdido sus reservas de petróleo y su flota naval había sido  destruida. Alemania nazi, su mayor aliado, se había rendido en mayo.

 En junio de ese año, el régimen de Japón había comunicado a los gobiernos de Suecia, Suiza y la Unión Soviética su intención de rendirse, poniendo como una única condición a negociar que el Emperador Hiroito se mantuviera como jefe nominal del Estado. No obstante, a fines de 1945, ya el gobierno estadounidense había tomado la decisión de hacer una demostración de su poderío y de su voluntad de asumir el liderazgo mundial partiendo de saberse único poseedor de un arma nueva y terrible.

El mensaje sería evidente y claro: Estados Unidos posee un arma terrible y está dispuesto a usarla contra cualquier nación que se oponga a su dominación global.

 El entonces presidente estadounidense, Harry Truman, justificó la utilización del arma atómica tras el genocidio. «Hemos utilizado (la bomba atómica) para acortar la agonía de la guerra, con el fin de salvar las vidas de miles y miles de jóvenes norteamericanos». Al ser informado de la destrucción total de Hiroshima por aquel bárbaro crimen, el presidente se limitó a calificarlo textualmente como “lo más grande que ha ocurrido en la historia”.

Desde 1945 hasta hoy, Estados Unidos ha venido manipulando la cuestión nuclear como amenaza estratégica para su dominación.

 Durante gran parte de la posguerra, Washington logró imponer a la Unión Soviética una onerosa carrera armamentista a la que fueron incorporadas otras novedades de la técnica militar como los misiles intercontinentales.

 Washington, que había concluido la segunda guerra mundial (IIGM) con menos daños materiales que las demás potencias y, por tal motivo, relativamente enriquecida respecto a éstas tenía todas las de ganar en esa carrera.

 El presupuesto militar estadounidense, que sobrepasa la suma de los presupuestos militares combinados de todos los demás países del mundo, ha hecho que la deuda total del gobierno estadounidense también supere la deuda externa total del resto de los países del globo.

Washington ha sido capaz, hasta ahora, de evadir las pavorosas consecuencias de tan desastroso manejo de su economía gracias a que goza del privilegio único de poder imprimir su moneda, ventaja que le permite dilatar indefinidamente la liquidación de su enorme  deuda y transferir los nocivos efectos de ello al conjunto de la economía global.

 El mundo vive hace algunas décadas pendiente de probables desenlaces nucleares de los “conflictos” que desata o suscita Washington en cualquier lugar del mundo ya sea para provocar un cambio de régimen, imponer algún Tratado de libre comercio por medios violentos; aplastar los llamados gobiernos «fallidos» y los movimientos populares que resisten el imperio corporativo mundial; promover el despojo del petróleo y otros recursos en los países más débiles, u otros fines incalificables.

 Aunque la Guerra Fría concluyó hace un cuarto de siglo, las armas nucleares siguen estando en el núcleo de la estrategia imperialista. La doctrina militar de Estados Unidos, aunque evidencia una política de constantes guerras, agresiones y ocupaciones contra diversos países, según todo parece indicar, apunta a preparativos para una guerra contra Rusia y China que a todas luces sería a escala mundial, sería nuclear y la última de la vida en la Tierra.

http://manuelyepe.wordpress.com/

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Crónicas de Viaje: Por una Europa revuelta

Por: Alberto Croce

Es reconfortarte cuando tus amigos te escriben y te dicen que extrañan tus “Crónicas de viaje”. Algo que empezó como una necesidad de compartir lo que iba viviendo y pensando en los viajes, y que se ha transformado para mí en más que eso, casi en una responsabilidad importante, aunque no onerosa, que se me impone. Y pienso en lo que voy a compartir con ustedes cuando estoy caminando por las calles, cuando suceden imprevistos en las reuniones a las que asisto, cuando estoy conciliando el sueño que el “Jet Lack” me aleja, cuando escucho a los amigos y amigas que me cuentan sus historias, cuando levanto las persianas o corro las cortinas de mis eventuales “hogares”, ya sean hoteles o casas de mis solidarios amigos y amigas.

Esta vez fue La Haya y Barcelona el destino de estos días europeos de fin de primavera y principio del verano, mientras, dejaba atrás el otoño y espero el invierno que, inexorable, me recibirá cuando me baje de este avión.

Mientras, escucho a Frank Sinatra, en una selección que me ofrece KLM y que me relaja al escribir.
Por un lado, quiero contarles algo sobre las reuniones y actividades que me convocaron. Por otro, hablarles de la Europa que encontré en esta oportunidad.

Respecto de lo primero, fue un poco como mi propia vida en estos momentos. La primera parte del viaje -Den Haag- me hizo participar de la reunión del Comité Coordinador de la Alianza de OSC por la Eficacia del Desarrollo. Hace ya bastantes años, cuando me interesé por los temas de Cooperación Internacional, fui recorriendo distintos espacios hasta llegar a ser Referente regional para América Latina y el Caribe, elegido por distintos sectores y representantes de muchos países, en una elección que no fue nada fácil.

La Alianza es un espacio complejo, duro, áspero… Hay mucho juego de poder  e intereses diversos.
Como está presente en muchos de los foros más importantes de debate global, hay muchas cosas que se ponen a discusión y el clima no es muy sencillo. Los latinoamericanos, además, tenemos la dificultad del lenguaje y de nuestras propias limitaciones regionales, con nuestras crisis no menores y nuestras idas y vueltas políticas que nos han llevado de una década en donde referentes sociales lideraban procesos populares, a esta nueva etapa en la que los que gobiernan son empresarios, gerentes de transnacionales, políticos ligados a los medios de comunicación masivos… en muchos países y con situaciones de lavado de dinero, especulación financiera, compromisos con el narcotráfico y la mafia, conflictos de intereses y procesamientos de distinto tipo…

Es difícil, como representante de organizaciones de la sociedad civil de América Latina y el Caribe, situarse en este ir y venir de los procesos, que parecen no tener una dirección clara que se consolide por más allá de una década…

Procesos que, por contradictorios, profundizan nuestras propias dificultades de articulación. Y esto repercute, claro, en nuestra participación en estos espacios globales.

Nuestras convicciones nos llevan a reafirmar que, desde América Latina, no queremos que nos impongan desde fuera el modelo de desarrollo que los países del “norte” eligieron para sí. Por consumista, por egoista, por destructor del ambiente, por irrespetuoso de los Derechos Humanos, por autoritario y por violento. Sin embargo, a veces nuestros propios pueblos parecen ir en otra dirección. No en forma absoluta, pero con porcentajes minúsculos que les otorgan mayorías legítimas. El mundo, y no sólo nuestra región, parece partido en mitades. La “grieta” no es un defecto sólo de la sociedad argentina. Está resquebrajando el mundo entero…

Esta reunión fue una de las últimas de la Alianza en las que participaré. A fin de año dejaré mis responsabilidades allí para concentrarme en el nuevo proyecto en el que estoy comprometido. Esta etapa que termina la he vivido con todo entusiasmo y compromiso. He intentado dejar un espacio mejor para los que vengan a ocuparlo en adelante. Me deja contento pero, al mismo tiempo, espero realmente que lo construido se pueda sostener y profundizar, cosa que tampoco será sencillo para los que sigan. Pienso cómo poder transmitir y hacer aprovechar todo lo que aprendí durante todo este tiempo. Dejar una responsabilidad no puede implicar perder los conocimientos y posicionamientos que logré gracias a muchos compañeros y compañeras. Es una cuestión que me exigirá pensar un poco más para hacerlo bien.

Como les comentaba, la nueva etapa de mi vida me atrapa, me entusiasma, me apasiona.
Siento que va conquistando poco a poco todo lo que hoy me ocupa. No imaginé que sería tan fuerte.
Es como que me hubiera reencontrado con algo muy importante que estaba adentro mío. No dormido, porque nunca lo estuvo, pero sí con una fuerza particular. Siento que estoy “rehaciendo” casi, mi carrera universitaria, y aprendiendo y reaprendiendo todo lo que puedo sobre educación.
Siento que estoy siendo parte de un momento histórico importante y que, desde este lugar, me toca aportar a la construcción de un futuro que espero sea mejor para la educación de mi país y de América Latina.

Por ello fui a Barcelona, a encontrarme con referentes de la movida de transformación educativa que está teniendo lugar en esas queridas tierras catalanas, que siempre me reciben tan acogedoramente.
Las reuniones fueron todas espectaculares y me fueron moviendo interiormente y aumentado el entusiasmo. Una sensación muy profunda de ir por un buen camino, aún sabiendo que deberemos enfrentar momentos que serán difíciles pero que son, también, inevitables. Sobre lo que tengo certeza es que, cuanto más preparado esté yo mismo, la solución de esas dificultades será, en lo posible, más sencilla y con menos sufrimientos.

Quizás, como decía mi querida amiga Charo en una charla que tuvimos, “hay que ser valientes para querer cambiar las cosas en la escuela”. Yo no sé si lo soy lo suficiente, pero estoy dispuesto a profundizar el compromiso si esto hace que los adolescentes y jóvenes de mi país puedan aprender más, ser protagonistas de una buena educación y asumir compromisos serios con la construcción de un futuro digno y justo para todos. Y para mí eso de “los adolescentes” tiene cara, nombre, calor y afecto.

La última parte de esta “Crónica” quiero dedicarla a contarles la Europa que encontré. No fue un momento cualquiera. A los tres días de llegar, el pueblo británico decidió salirse de la Unión Europea. “Brexit”. No se esperaba eso. Las encuestas señalaban lo contrario. Una mayoría muy estrecha dijo “no”. Pero la situación es compleja. Ni los escoceses ni los galeses votaron así. Por lo que empezaron a plantearse en separarse de la Gran Bretaña para permanecer en la comunidad. Toda Europa se sacudió. Es cierto que la Gran Bretaña estaba de una manera peculiar en la Unión Europea. No tenía el euro, seguía con su moneda… Pero estaba.

Ahora, los países que “quedan” quieren que se salgan rápido. Las consecuencias de la movida son impredecibles aún. Por lo pronto, la Libra se devaluó casi un 30% ante el euro y el euro se devaluó ante el dólar… El primer ministro inglés anunció su renuncia y hasta el partido laborista cuestiona abiertamente a su líder más contrario al neoliberalismo, de los que hubo en los últimos tiempos.
Ni el asesinato de la diputada laborista y joven, defensora de los Derechos Humanos, frenó este NO… La inmensa mayoría de los jóvenes menores de 30 años votó por quedarse, pero los adultos y ancianos, que son muchos, especialmente de zonas rurales, prefirieron volver a un pasado al que, lamentablemente para ellos mismos, tampoco podrán regresar…

Cuando llegué a Barcelona, un viernes, me encontré con que el domingo siguiente iban a realizarse las nuevas elecciones nacionales en España. Y allí fue otro golpe. Todos esperaban que la alianza entre la Izquierda Unida y Podemos, desbancaría al Partido Popular… El resultado electoral demostró todo lo contrario. La derecha española se afianzó y está al borde de poder formar gobierno. Ni la alianza mencionada sumando al Partido Socialista, que quedó como segunda fuerza, puede sumar diputados para revertir la situación.
Sólo dos regiones en España votaron en sentido contrario: El País Vasco y Catalunya. Ambas regiones con aspiraciones independentistas. Para un extranjero como yo, quedó muy claro que allí hay otro proyecto de país que el que se propone el resto de España. De pronto, muchos catalanes no independentistas empezaban a reconocer que era entendible y hasta razonable plantearse otras alternativas…
Curiosamente, pocos días antes de la elección se había conocido un escándaloso diálogo grabado en secreto en el que un ministro nacional y el fiscal anticorrupción, hacían alarde de haber destruido el sistema de salud catalán para debilitar a su gobierno ante la opinión pública. Pero nada daña a estas derechas blindadas por la prensa y por cierto sentido común que justifica la corrupción de los ricos y demuele sin piedad a los que, siendo parte de partidos progresistas, son descubiertos en operaciones de la misma calaña. Ojalá haya quienes estudien este fenómeno que no termino de comprender adecuadamente.

No quiero terminar sin contarles que disfruté de las cervezas holandesas y de las “claras” catalanas, en medio de la envidia de muchos de ustedes que me lo hicieron saber sin disimulo. Caminé muchísimo todos estos días. Seis kilómetros en promedio, tratando de conocer “a pie” un poco más lugares hermosos de las ciudades que me recibieron. Y, sobre todo, disfruté de la amistad de muchos y muchas. Ana, Mónica, Erin, Alejandro, Jorge, Meja, Luca, Paola, Karina, Jodel, Charo, Frederic, Cecilia, Rafa, Begonia, Pepe, Sol, Santi, Marisel y su hijita, Teresa, Laura, Paco, Isabel … y los nuevos… Jaume, Jon, Jesús.
Cada viaje es, para mí, sobre todo, una fiesta de la amistad, y así intento vivirla. Esa amistad acumulada me da muchas fuerzas por seguir en el camino con más entusiasmo.
Gracias a Charo y Frederic por recibirme en su casa -mi casa a estas alturas- y festejar en la intimidad el aniversario de su boda.

Como siempre me pasa, al llegar al final, me pregunto quienes habrán quedado y agradezco y felicito a los que hayan podido acompañarme hasta aquí… La inmediatez de internet, no es para esto… Twitter y frases cortas. Fotos e imágenes. Impacto… Bueno… no todo se puede. Así que perdonen los que se quedaron hasta el final, si esperaban un final a toda orquesta…
Es un simple final, de un amigo que sigue caminando y que encuentra en estas compartidas -ojalá mate de por medio- una manera de alimentar la amistad con tantos y tantas a las que quisiera abrazar más seguido, escucharlos, verlos sonreir y descubrirlos cercanos siempre.
¡Hasta la próxima!

*Tomado de: https://albertocesarcroce.wordpress.com/2016/06/30/cronicas-de-viaje-por-una-europa-revuelta/

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Ser anticapitalista hoy: una cuestión de sentido común

Por: Mateo Aguado

La esfera de la economía no puede crecer indefinidamente sin acabar teniendo repercusiones negativas tanto sobre la esfera social en la cual se desarrolla, como sobre la esfera ecológica (o biosfera) sobre la cual, en última instancia, todo nuestro mundo construido reposa.

Hace poco más de un año tres reputados científicos de la NASA publicaron un impactante estudio en el que, basándose en complejos modelos matemáticos, pronosticaban el posible colapso de la civilización humana para dentro de pocas décadas. Las causas que se aludían como determinantes para llegar a tales conclusiones eran principalmente dos: la insostenible sobreexplotación humana de los recursos del planeta y la cada vez mayor desigualdad social existentes entre ricos y pobres (1).

Más allá de analizar la gravedad de esta predicción, me gustaría hacer notar que los dos motivos que –según estos investigadores– podrían acabar provocando el derrumbe de nuestra civilización son precisamente dos de las más claras características que posee el sistema capitalista: una insensibilidad total hacia la sostenibilidad ecológica del planetay una abrumadora despreocupación hacia la (des)igualdad y la (in)justicia social.

En consecuencia –y como se verá en mayor profundidad en las líneas que siguen– no resultaría demasiado descabellado afirmar que el capitalismo es, a día de hoy, una de las mayores amenazas que se ciernen sobre la continuidad de la cultura humana en elplaneta Tierra.

Evidencias de un sistema insensato

En las sociedades modernas de hoy en día nos hemos acostumbrado a asociar el poder adquisitivo con la capacidad de alcanzar una vida feliz. Es decir, se asume que –más que menos– nuestro nivel de renta determina la felicidad que podemos llegar a alcanzar en nuestra vida (o, como se suele decir, que el dinero da la felicidad).

Esta engañosa forma de concebir la vida (basada en los aspectos materiales y monetarios como medida a través de la cual lograr una vida buena) representa, probablemente, la mayor herramienta moral que posee el capitalismo en la actualidad. Sin embargo, y como veremos a continuación, esta concepción ofrece al menos dos evidencias que la hacen insostenible.

I) La evidencia social

Desde el punto de vista social el capitalismo es insostenible en tanto en cuanto promociona una sociedad global de poseedores y desposeídos en donde el sobre-consumo innecesario de unos pocos se produce a costa de las carencias vitales de la mayoría. Y es que una de las características que ha demostrado tener el capitalismo moderno es la construcción de sociedades en las que tienden a crecer las desigualdades sociales (lo cual sucede tanto si pensamos a una escala planetaria, a nivel de países, como si lo hacemos dentro de un mismo país bajo el prisma, cada vez más simplificado, de clases).

Paralelamente a esta estratificación económica de la sociedad en dos claros grupos (unas élites muy ricas y unas masas pobres), el capitalismo no ha logrado tan siquiera cumplir su clásica promesa de traer la felicidad a un creciente número de personas. Son cuantiosos los estudios que en este sentido han cuestionado rotundamente el axioma tan fuertemente instaurado en el ADN capitalista (y en el imaginario colectivo) de que el dinero da la felicidad. Estos estudios vendrían a mostrarnos cómo la correlación entre los ingresos y la satisfacción con la vida sólo se mantiene en etapas tempranas, cuando el dinero es usado para cubrir las necesidades más básicas. A partir de este punto entraríamos en una situación de “comodidad” en donde más dinero ya no significa necesariamente más felicidad. Es más, una vez ha sido alcanzada esta situación, seguir buscando obstinadamente el crecimiento económico (en el plano macro) y el aumento de la renta y el consumo (en el plano micro) puede resultar incluso contraproducente, pues tiende a hacernos descuidar otros aspectos de nuestra vida –intangibles pero igualmente esenciales para la felicidad– como las relaciones sociales o el buen uso del tiempo (2).

Así pues, parece claro que el capitalismo es un sistema que chirría tanto con la justicia social como con la felicidad humana. Como pusieron de manifiesto hace unos años Richard Wilkinson y Kate Pickett –en su magnífica obra Desigualdad: Un análisis de la (in)felicidad colectiva– estas dos cuestiones (justicia social y felicidad humana) son dos asuntos íntimamente relacionados. Parece ser que las desigualdades sociales tienden a hacernos más infelices: en aquellas sociedades en donde son mayores los niveles de desigualdad, mayores son también los niveles de infelicidad (3).

De todo esto se puede extraer la acertada conclusión de que una sociedad preocupada por maximizar sus niveles de felicidad debería ser una sociedad centrada en rebajar al mínimo sus niveles de desigualdad (lo cual, dicho sea de paso, parece una tarea incompatible con las actuales políticas de desarrollo occidental). Por ello, como sostiene Jorge Riechmann en su libro ¿Cómo vivir? Acerca de la vida buena, el capitalismo es “un enemigo declarado de la felicidad”. Y por esta misma razón “los partidarios de la felicidad humana no pueden ser sino anticapitalistas”.

II) La evidencia ecológica

Por otro lado, el axioma del crecimiento indefinido que el capitalismo defiende, a la vez que (como hemos visto) un sinsentido social, es una inviable biofísica. La constante demanda de materiales y energía que conlleva una economía como la que tenemos no puede mantenerse de forma indefinida en el tiempo sin acabar chocando con los límites biofísicos de nuestro planeta (un lugar éste, no lo olvidemos, finito y acotado). Este hecho, a pesar de ser firmemente ignorado por los economistas convencionales (y por la inmensa mayoría de los políticos), constituye una realidad absolutamente incontestable, tal y como nos enseña la segunda ley de la termodinámica. Se podría afirmar, por lo tanto, que el capitalismo es, desde el punto de vista ecológico, biofísico y termodinámico (desde el punto de vista científico al fin y al cabo) un sistema imposible abocado al desastre.

Es por razones como ésta que [como ya se apuntó en la primera entrada de este blog] en política y en economía, al igual que sucede con el resto de aspectos de la vida, se hace imprescindible poseer un mínimo de cultura científica para poder ejercer comociudadanos responsables y comprometidos (o lo que es lo mismo a efectos termodinámicos, para acomodar nuestro comportamiento a los límites biofísicos del planeta).

Me resultan muy interesantes en este sentido las sabias palabras de Wolfgang Sachs, quien sostiene que, en el futuro, el planeta ya no se dividirá en ideologías de izquierdas o de derechas, sino entre aquellos que aceptan los límites ecológicos del planeta y aquellos que no. O dicho de otro modo, entre aquellos que entiendan y acepten las leyes de la termodinámica y aquellos que no. No se trata por lo tanto de arreglar o refundar el capitalismo (como algún político sostuvo hace no mucho) sino de entender que nuestro futuro como especie en este planeta será un futuro no-capitalista o, sencillamente, no será (4).

Hacer comprender al común de los mortales que la esfera económica no puede crecer por encima de la esfera ecológica (al menos no sin comportarse antes como un cáncer) es, por sencillo que pueda parecer de entender, uno de los mayores desafíos a los que se enfrenta la ciencia y la educación del nuevo milenio.

Sin embargo, esta cuestión de las esferas concéntricas –cual muñecas rusas– y de los límites del planeta es (pese a los reiterados mensajes ilusorios en pro del gasterío insensato que el capitalismo se empeña en difundir) un asunto sencillo de concebir para todas las personas. Y aquí reside –precisamente– nuestra esperanza: la esperanza de un cambio social en aras de poder alcanzar otro mundo posible, más justo y sostenible.

Como argumentaba recientemente Juan Carlos Monedero, es mucho más factible hacerseanticapitalista a día de hoy desde posiciones ecologistas que desde posiciones marxistas. La inviabilidad de un sistema que aboga por el crecimiento constante en un mundo que es limitado es algo mucho más fácil de comprender para la gente normal que la tendencia descendente de la tasa de ganancia o el fetichismo de la mercancía de la que nos hablaba Marx.

Por lo tanto, y a modo de corolario, urge entender que ser anticapitalista a día de hoy no es ya una cuestión de ecologistas o de marxistas aislados, sino que es algo de sentido común; algo directamente relacionado con la lógica de supervivencia. Esperemos que este asunto sea entendido –más temprano que tarde– por la inmensa mayoría de individuos que pueblan la Tierra hasta convertirse en una evidencia popular. Nuestra continuidad sobre el planeta y nuestra felicidad de ello dependerán.

Notas
(1) Motesharrei, S., Rivas, J., & Kalnay, E. (2012). A Minimal Model for Human and Nature Interaction.
(2) Para profundizar algo más sobre este tema se recomienda leer este artículo.
(3) La obra de Wilkinson y Pickett (2009) muestra minuciosamente como el incremento en las desigualdades tiene significativas repercusiones negativas sobre otros aspectos de la vida que afectan directamente al bienestar y a la felicidad. Tal sería el caso de la educación, la esperanza de vida, la mortalidad infantil, la incidencia de enfermedades mentales, el consumo de drogas, las tasas de obesidad y sobrepeso o el número de homicidios; variables todas ellas que presentan peores valores en aquellos lugares en donde mayor es la desigualdad.
(4) Defender desde la argumentación socio-ecológica el “suicidio” social que supone seguir enfrascados en la lógica del capitalismo es un imperativo vital a la vez que uno de los grandes objetivos de este blog: crear conciencia anticapitalista a través de las Ciencias de la Sostenibilidad.
(5) EME: Evaluación de los Ecosistemas del Milenio de España (2011). Síntesis de resultados. Fundación Biodiversidad. Ministerio de Medio Ambiente, y Medio Rural y Marino.

*Fuente: http://iberoamericasocial.com/

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