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Reformar la reforma: urgencia política / Imanol Ordorika

Por Pluma invitada.

El conflicto magisterial que se desarrolla en México a raíz de la imposición de la reforma educativa alcanza ya una dimensión nacional con expresiones de oposición en el norte, el centro y el sur del país. Los niveles de confrontación se han vuelto alarmantes por la cerrazón gubernamental ante la exigencia de diálogo y las demandas de maestros y maestras, y a consecuencia del uso continuo y la violencia desmedida de la fuerza pública, contra el movimiento. La masacre de Nochixtlán, perpetrada por la PF, obligó finalmente al Ejecutivo federal a acceder a un diálogo, largamente demandado por el magisterio y amplios sectores de la sociedad. Sin embargo, las reuniones que se han desarrollado en los últimos días no presentan avances ni puntos de acuerdo que hayan trascendido a la opinión pública.

Al considerar la posibilidad de una eventual y no deseable ruptura del diálogo, parece oportuno proponer algunos elementos que puedan facilitar la ruta hacia la toma de acuerdos efectivos. Desde luego, lo que aquí se sugiere no intenta remplazar ni orientar las demandas y expresiones del magisterio, sino, en todo caso, poner sobre la mesa elementos que enriquezcan la discusión.

En el ámbito del Ejecutivo federal es necesario, ante todo, dar continuidad al mecanismo de diálogo entre la autoridad y el magisterio. En este contexto es imprescindible atender demandas básicas del movimiento mediante:

– La liberación inmediata de dirigentes magisteriales detenidos,

– la reinstalación de maestros despedidos por no participar en la evaluación y por faltas consecutivas, resultado de su participaciones en acciones contra la reforma educativa,

– el cese a la represión y al uso de la fuerza pública contra el magisterio, y

– el respeto a la libertad de expresión y manifestación en toda la República.

congresoPara contribuir a la solución del conflicto el Legislativo, en el marco de sus competencias, tendría que iniciar un proceso de revisión a profundidad de la normatividad aprobada en el contexto de la reforma educativa. A corto plazo es posible realizar enmiendas a las leyes General de Educación y la nueva del Servicio Profesional Docente, con la finalidad de:

– Desvincular la evaluación de cualquier consecuencia que atente contra la permanencia de maestros y maestras en tareas docentes y contra la estabilidad laboral del magisterio en general.

– Establecer la centralidad de la evaluación formativa y con fines diagnósticos, en lugar de evaluaciones coercitivas asociadas a incentivos o penalizaciones individuales.

– Abrir el marco jurídico para permitir y promover evaluaciones contextualizadas, diseñadas y puestas en práctica por autoridades educativas de nivel estatal y regional, y

– Establecer el carácter voluntario y no punitivo de evaluaciones para la promoción y acceso a programas de estímulos.

La solución al conflicto magisterial es una premisa básica para iniciar un proceso de cambio democrático del sistema de educación en México. Esta es una tarea urgente que debe partir de una discusión amplia y profunda sobre el sentido mismo de la educación en nuestro país. En este debate, el colectivo magisterial debe ser actor principal.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/reformar-la-reforma-urgencia-politica-imanol-ordorika/

Imagen:http://3.bp.blogspot.com/-on1XEzCeJ8g/Vj0cj7GWH3I/AAAAAAAA0II/ds4B3wOsbJM/s400/EPN_Videgaray_Economia.jpg

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La mala educación

Centroamérica/Honduras/Artículo/Autor: Julio Raudales

Trato de visualizar en perspectiva la actual problemática de nuestra Universidad, valiéndome de la distancia y el tsunami de trabajo que en las últimas semanas arrecia y me obliga al contacto, siempre útil y satisfactorio, con un buen número de instituciones de estudios superiores con las que debo dialogar en búsqueda de oportunidades para nuestros estudiantes y profesores.

Llevo 35 años ligado al Alma Máter; más de dos tercios de mi vida. Me había alejado durante los 90s, debido a mi trabajo como economista en el sector público y a la posibilidad que tuve de salir del país a realizar estudios de postgrado. Al retorno, ya incorporado de nuevo al gobierno como técnico, luego de dictar una conferencia en la Facultad de Ciencias Económicas, alguien me invitó a integrarme como profesor por hora, oferta que acepté entusiasmado, desbordado por el deseo de compartir las cosas que había aprendido en el extranjero.

Mi reencuentro en aquel 2003 fue traumático. Como profesor me tocó revivir la pesadilla estudiantil de los años 80: Deterioro en la infraestructura, incertidumbre administrativa (pasé 2 años sin recibir salario), interrupciones prolongadas en los períodos académicos debido a tomas por huelgas o problemas sanitarios, politización e ideologización extrema y más.

Aunque mi vida como docente por hora discurría ajena a los cambios que empezaron a generarse en 2006, empecé a percibir que algunas cosas eran distintas. Al comienzo la reforma parecía marchar de forma lenta: ni estudiantes ni profesores lográbamos entender el nuevo proceso y sin embargo, poco a poco fuimos percibiendo que otra Universidad era posible y que hacerlo dependía fundamentalmente de nosotros.

Aunque existía una conciencia generalizada de que la UNAH debía reformarse, no todo el mundo lo tomó a bien. Hubo en aquel tiempo, como hoy, oposición al cambio.

Nos tocó vivir épocas turbulentas: El sindicato, la Asociación de Docentes, los frentes estudiantiles, ¡en fin! Todos aquellos que se sintieron afectados en sus canonjías y “conquistas” reaccionaron de forma negativa cuando se trató de aplicar la nueva ley y reglamentos. Se comenzó a hablar de evaluación docente, de certificación de carreras, de internacionalización y de muchas otras cosas que eran nuevas a nuestros oídos acostumbrados a una tradición marcada por la mediocridad y el conformismo.

Todo cambio genera reacción, es ley social. Los seres humanos amamos nuestra zona de confort, no importa si estamos inconformes o tenemos conciencia de la posibilidad de mejorar, es natural que nos sintamos inseguros ante la incertidumbre que provocan las nuevas experiencias y que en un primer momento deseemos que todo siga igual. Pero la razón y el deseo de mejora finalmente deberían imponerse en las mentes racionales.

Pero antes de continuar con la actitud actual los jóvenes y docentes incorporados deberían considerar tres elementos: Qué es la UNAH a 10 años de reforma, las demandas del mundo actual y lo que leemos del entorno.

Primero: no debemos olvidar nunca que las 95,000 personas que conforman el conglomerado universitario (maestros y estudiantes), son el porcentaje más grande de la intelectualidad hondureña reunida en un solo ámbito. Esa masa pensante no puede darse el lujo de retroceder a la caverna, ¿recuerdan a Platón? La UNAH avanzó mucho; atrás habían quedado esos años aciagos en que perder clases era la regla y no la excepción. En estos años, la institución luce distinta, se respira orden y hay espacio para mejorar.

Por supuesto que también hay que cambiar cosas, no todo es “miel sobre hojuelas”, hay que tener más y mejores laboratorios, desarrollar un centro de lenguas extranjeras, capacitar a nuestros docentes y en esas estamos, pero suspender clases no puede bajo ningún punto, ser la vía para que las mejoras se den. Se debe pensar en esos jóvenes que cada período académico deben viajar y sacrificarse para recibir sus clases en los distintos centros. No se puede hablar de lucha social y reivindicación sin pensar en los altos costos del paro. Hay que ser consecuentes.

Segundo: las cosas han cambiado desde que llegó internet y la tecnología. Los avances en el desarrollo de la neurociencia y las nuevas técnicas en el conocimiento, nos constriñen a hacer las cosas de otro modo si queremos ponernos a tono con los tiempos que corren. De eso se tratan las nuevas normas académicas, de buscar formas adecuadas para insertar a los nuevos profesionales en un mundo que cada vez les demandará más. Craso error sería hacer caso omiso a las demandas de la realidad actual.

Por último, creo que no debemos olvidar que vivimos en un mundo de nodos interconectados. Sería ingenuo creer que lo que actualmente sucede en la UNAH está aislado a una espontánea dinámica de cambios sugeridos por las partes en disputa. La realidad nos muestra que hay fuerzas externas que pretenden adueñarse de la institución con fines abyectos. Creo que las autoridades, estudiantes y docentes, debemos leer de forma adecuada lo que se vive en la actualidad.

Y a esas fuerzas externas solo me resta decirles: ¡Es de mala educación inmiscuirse en las cosas que no les conciernen!

Fuente: http://www.latribuna.hn/2016/07/01/la-mala-educacion/

Fuente de la imagen: http://www.unionpuebla.mx/articulo/2014/07/19/educacion/puebla/40-de-estudiantes-universitarios-son-foraneos

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La verdad es siempre revolucionaria. El desprecio al feminismo de Unidos Podemos

Europa/España/Artículo/Autora: Lidia Falcon

La causa de que la formación Unidos Podemos no haya obtenido los votos esperados se está atribuyendo, por todos los comentaristas y expertos diversos, a variados factores: desde las características psicológicas y mediáticas de los protagonistas a las convulsiones internacionales producidas con el triunfo del Brexit. Pero lo que ni siquiera se menciona es la ausencia de propuestas que beneficiaran a las mujeres, ni que se obviaran los temas más cadentes que está defendiendo el feminismo desde hace varias décadas. Igual que hace cincuenta años.

Supongo que los “sabios” —todos los que he leído son hombres— pensarán al leerme —si es que alguno me lee— que qué tontería —una más de las mías— creer que el tema de la mujer tenga importancia en unas elecciones y mucho menos pueda atraer votos. Porque esos señores, los políticos y los comentaristas, todavía no se han enterado de que las mujeres conquistaron el derecho al voto en 1931 y que vale la pena atraerlo porque constituimos el 52% del censo electoral.

He repetido continuamente, a unos y otros, durante estos últimos años, que si no poseen la sensibilidad humana para dolerse de las desgracias que afligen a las mujeres, si nunca han asimilado el feminismo, al menos que actúen por egoísmo electoral.

La penosa campaña de Unidos Podemos ha puesto de manifiesto que el criterio de los dirigentes de las formaciones que la componen era que los problemas irresueltos de las mujeres desde hace décadas —alguno como la igualdad de salario denunciado desde hace 220 años— no tenían la importancia suficiente para darles protagonismo ni en sus programas ni en sus mítines y comparecencias públicas. Y no solo los hombres que se muestran absolutos protagonistas de la formación, acompañados, a veces, por un coro de muchachas de buena apariencia siempre mudas, sino que aquellas que alguna vez hablan nunca lo hacen ni como feministas ni en nombre de las mujeres.

La sospecha de que de este tenor iba a ser la campaña la tuve mucho antes cuando escuché declarar a Carolina Bescansa que el “aborto no es un tema que construya potencia política de transformación, por lo que para ellos no era prioritario”. Aparte de la inútil retórica de la frase, en esta definición queda resumido el criterio de Podemos: No queremos enfadar ni a la Iglesia ni a los sectores católicos. El aborto es cosa de mujeres, las mujeres no tienen importancia en la política ni aportan votos, por tanto no vamos a ocuparnos de ellas.

Tampoco el comité electoral de Izquierda Unida admitió representación del Partido Feminista de España ni del Área de la Mujer de la formación, a pesar de que ambas organizaciones lo pedimos reiteradas veces. En razón de este criterio se ha diseñado una campaña masculina, sin participación de las feministas, ni en las listas ni en los actos, y donde los más sangrantes temas como los feminicidios que se cometen cada dos días han consumido 8 segundos del valiosísimo tiempo de Pablo Iglesias, en el debate televisivo más importante, en el que ofreció la broma de las soluciones habitacionales. Es decir que a las maltratadas se las meterá en una habitación mientras el agresor se pasea libremente. Fue un debate televisivo concebido por hombres, desarrollado por hombres y dirigido a hombres.

Mientras los cursis carteles del corazón en technicolor y el eslogan de las sonrisas, no digamos el empalagoso discurso de Mónica Oltra en el final de campaña hablando de besos, y dándolos, y regalándonos unos versos de amor de Miguel Hernández, que no iban a ser de guerra porque Hernández sirve para todo, parecían estar dirigidos a las lectoras del Hogar y la Moda de los años cincuenta, las ofertas de cambio ni atendían la penosa situación de las mujeres españolas de hoy ni proponían soluciones a su miserable vida.

Del mismo modo ninguna de las mujeres que han participado en la campaña ha tenido sensibilidad feminista. No digamos el remedo de debate a cuatro de las que fueron a Antena3, imitando la discusión de los hombres pero eso sí, solo entre mujeres. Pronto harán otro solo entre negros y después uno más entre negras.

La brecha salarial, aún mayor en las pensiones, las esclavas que trabajan con el marido en la agricultura sin cobrar para que este llegue a ganar su jornal, las limpiadoras de hoteles, las cultivadoras de plátanos violadas por el capataz, las amas de casa sin salario ni jubilación, las profesionales marginadas trabajando de telefonistas, no tienen ningún espacio en las denuncias de nuestros políticos.

Pero la violencia, además de golpes, abusos sexuales, acoso en el trabajo, feminicidio, es la entrega de la custodia de hijas e hijos a sus padres maltratadores, a través de infamias depravadas como el SAP o erotomanías que no son admitidas por ninguna organización científica y sí en los juzgados españoles. Las mujeres que padecen durante años esta violencia judicial patriarcal son demasiadas, y es electorado. La candidatura de Unidos Podemos no ha dicho nada al respecto para ese electorado.

Como tampoco ha dicho nada de la violencia salvaje que es la prostitución –Alberto Garzón se pronunció abolicionista sin concretar medidas, mientras Pablo Iglesias en la SER dio a entender que existían mujeres que sí quieren prostituirse, Ada Colau planifica su legalización, y Manuela Carmena no tiene opinión al respecto-. Han podido ganar electorado prostituyente, no ahuyentarlo, pero han quebrantado Derechos Humanos, han pisoteado la educación sexual de un país donde el deseo y el placer han de ser recíprocos y no se han de mercantilizar personas. Con el silencio han abandonado a mujeres sumidas en una vida de pesadilla en un país que está el primero de Europa en el ranking de prostitución.

Tampoco el electorado feminista puede quedar satisfecho cuando ha conseguido que Izquierda Unida no acepte en su programa la “paternidad subrogada”, i.e.: los vientres de alquiler, que conllevan la manipulación –como el peligroso bombardeo hormonal- de cuerpos femeninos mercantilizados, una gestación arriesgada, y una falta de control intolerable respecto al destino de los bebés a diferencia de la adopción, sólo por un narcisismo genético que resulta absurdo y es ilegal en nuestro país. Porque la candidatura Unidos Podemos ni aún ha hecho mención de esta grave explotación de mujeres pobres.

La mujer ha sido abandonada en Unidos Podemos. El lenguaje no inclusivo ya lo auguró desde el inicio. Para los diseñadores de campaña la queja por el lenguaje no implica cuestiones de gran trascendencia. Han tenido que ser las mujeres de las formaciones políticas que pertenecemos a la candidatura electoral las que nos hemos hecho llamar Unidas Podemos, ante la sonrisa paternalista de los hombres que dirigen los comités electorales.

Las militantes del Partido Feminista que llevamos décadas defendiendo los derechos de la mitad de la población no hemos tenido ni participación en las conversaciones de la coalición ni en el diseño de la campaña ni en las listas electorales ni en los actos importantes. Y los resultados les han pasado la factura correspondiente.

Pero estos razonamientos no tendrán protagonismo en los análisis que van a hacer en los próximos días los señores dirigentes de la candidatura.

Fuente: http://blogs.publico.es/lidia-falcon/2016/07/01/el-desprecio-al-feminismo-de-unidos-podemos/

Fuente de la imagen: http://diariomovil.com.ar/2015/10/13/jornada-sobre-mujer-y-politica-en-upcn/

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Libro: A people’s history of the American revolution – Howard Zinn

América del Norte/Estados Unidos/04 de Julio de 2016/Autor: Steven/Fuente:Libcom.org

RESUMEN: Alrededor de 1776, ciertas personas importantes en las colonias inglesas hicieron un descubrimiento que resultaría de enorme utilidad para los siguientes doscientos años. Ellos encontraron que mediante la creación de una nación, un símbolo, una unidad legal llamada los Estados Unidos, podrían hacerse cargo de la tierra, las ganancias y el poder político de los favoritos del Imperio Británico. En el proceso, que podrían contener una serie de rebeliones potenciales y crear un consenso de apoyo popular para el gobierno de un nuevo liderazgo privilegiada.

Cuando nos fijamos en la revolución americana esta manera, se trataba de una obra de un genio, y los Padres Fundadores merece el homenaje impresionado que han recibido durante los siglos. Ellos crearon el sistema más eficaz de control nacional ideado en los tiempos modernos, y mostraron las futuras generaciones de líderes de las ventajas de combinar el paternalismo con el comando.

A partir de la Rebelión de Bacon en Virginia, por 1760, había habido dieciocho levantamientos contra gobiernos coloniales. También había habido seis rebeliones negras, desde Carolina del Sur a Nueva York, y cuarenta revueltas de diversos orígenes.

Por este tiempo también, surgió, según Jack Greene, «estable, coherente, eficaz y reconocido élites políticas y sociales locales.» Y por la década de 1760, este liderazgo local vio la posibilidad de dirigir la mayor parte de la energía rebelde contra Inglaterra y sus funcionarios locales. No fue una conspiración consciente, sino una acumulación de respuestas tácticas.

 

Around 1776, certain important people in the English colonies made a discovery that would prove enormously useful for the next two hundred years. They found that by creating a nation, a symbol, a legal unity called the United States, they could take over land, profits, and political power from favorites of the British Empire. In the process, they could hold back a number of potential rebellions and create a consensus of popular support for the rule of a new, privileged leadership.

When we look at the American Revolution this way, it was a work of genius, and the Founding Fathers deserve the awed tribute they have received over the centuries. They created the most effective system of national control devised in modern times, and showed future generations of leaders the advantages of combining paternalism with command.

Starting with Bacon’s Rebellion in Virginia, by 1760, there had been eighteen uprisings aimed at overthrowing colonial governments. There had also been six black rebellions, from South Carolina to New York, and forty riots of various origins.

By this time also, there emerged, according to Jack Greene, «stable, coherent, effective and acknowledged local political and social elites.» And by the 1760s, this local leadership saw the possibility of directing much of the rebellious energy against England and her local officials. It was not a conscious conspiracy, but an accumulation of tactical responses.

After 1763, with England victorious over France in the Seven Years’ War (known in America as the French and Indian War), expelling them from North America, ambitious colonial leaders were no longer threatened by the French. They now had only two rivals left: the English and the Indians. The British, wooing the Indians, had declared Indian lands beyond the Appalachians out of bounds to whites (the Proclamation of 1763). Perhaps once the British were out of the way, the Indians could be dealt with. Again, no conscious forethought strategy by the colonial elite, hut a growing awareness as events developed.

With the French defeated, the British government could turn its attention to tightening control over the colonies. It needed revenues to pay for the war, and looked to the colonies for that. Also, the colonial trade had become more and more important to the British economy, and more profitable: it had amounted to about 500,000 pounds in 1700 but by 1770 was worth 2,800,000 pounds.

So, the American leadership was less in need of English rule, the English more in need of the colonists’ wealth. The elements were there for conflict.

The war had brought glory for the generals, death to the privates, wealth for the merchants, unemployment for the poor. There were 25,000 people living in New York (there had been 7,000 in 1720) when the French and Indian War ended. A newspaper editor wrote about the growing «Number of Beggers and wandering Poor» in the streets of the city. Letters in the papers questioned the distribution of wealth: «How often have our Streets been covered with Thousands of Barrels of Flour for trade, while our near Neighbors can hardly procure enough to make a Dumplin to satisfy hunger?»

Para continuar con la lectura, visite: https://libcom.org/history/peoples-history-american-revolution

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Los estudiantes tienen la razón

Centroamérica/Honduras/Artículo/Autor:Armando Cerrato

En ningún periodo de la historia de los movimientos sociales, políticos, culturales y de otra índole en el desarrrollo del quehacer humano las mayorías, usualmente silenciosas, siempre han tenido la razón, aunque para demostrarla y hacerla valer, hayan de revelarse con gran escándalo contra el statu quo.

La razón ha sido, es y será la causa principal de todo cambio que por leve que sea siempre resulta groseramente traumático, pues las minorías dominantes hacen uso de todos los recursos represivos creados inicialmente para garantizar la convivencia social en paz y armonía con seguridad individual y colectiva de los ciudadanos y sus bienes, pero finalmente dedicados al control equilibrante del interés del o los dirigentes.

Usualmente todo el que busca el poder y llega a obtenerlo lo usa indiscriminadamente para conseguir los objetivos que según su propio criterio es lo mejor que puede parir la humanidad para subsistir no importando si su proyección es positiva o no, porque la impone a sangre y fuego.

Pero como toda acción produce una reacción y toda causa produce un efecto, las mayorías usualmente dispersas y aguantadoras, finalmente encuentran un horizonte señalado por uno o más líderes visionarios, futuristas y parados en la realidad concreta, no conformistas y mucho menos tolerantes ante la crueldad desmedida de quienes gobiernan no administrando sino imponiendo unilateralmente normativas alejadas de la realidad nacional al ser vil copia de otras sociedades usualmente más avanzadas.

Las copias de los avances sociales no son malas si las condiciones para aplicarlas están dadas para su asimilación pues el desarrollo obedece a un proceso cuyos parámetros y ejes transversales se basan en normas universales estandarizadas que condicionan el éxito de cualquier intento de cambio entendiendo el mismo como un salto dialéctico hacia delante y no hacia atrás.

Es por ello que el hombre creó el Estado que se define como la nación políticamente organizada lo que le atribuye tres elementos indispensables: territorio, población y gobierno, de los cuales, solo el gobierno es temporal y por lo tanto cambiante en su representación que no es su fin que en todo tiempo y circunstancia debe ser la búsqueda del bien común el cual solo se alcanza si existe consenso social sobre su existencia y necesidad de adquisición y aplicación en nuestro sistema de convivencia.

A medida que el hombre fue construyendo y acumulando el conocimiento, el mismo terminó por rebasarlo, así en la historia, Aristóteles es el último de los seres humanos poseedor de un conocimiento total, luego hubo de diversificarse la administración del mismo y surgieron las especializaciones académicas hasta llegarse en la Edad Media a la fundación de las universidades como centros educativos superiores masificadores y desarrollistas del conocimiento humano como patrimonio universal.

Las universidades llegan a ser comunidades compuestas por autoridades académicas y administrativas, trabajadores docentes y de servicio y la gran masa estudiantil, agregándose los egresados graduados que usualmente se agrupan en colegios profesionales que terminan por ver con indiferencia la vida palpitante del Alma Máter.

Durante siglos los estudiantes se mantuvieron como mayoría silenciosa y obediente de las normas académicas inventadas e impuestas por las autoridades, pero la verticalidad se pierde con la inconformidad estudiantil que da una lucha frontal mundial por la autonomía académico-administrativa universitaria y la paridad estudiantil en los sistemas de gobierno de las instituciones de educación superior.

En 1847 la denominada Sociedad del Genio Emprendedor y del Buen Gusto, fundada por el presbítero mercedario, José Trinidad Reyes, se convierte en Universidad Nacional, al frente de la misma su fundador junto a otros intelectuales emprendedores y futuristas de mente abierta.

En 1954 la Universidad obtiene su autonomía pero sigue siendo pública al depender del presupuesto nacional para su subsistencia. La autonomía trajo consigo la organización sindical, la docente y la estudiantil, y con ello la paridad en las decisiones de toda índole, pero también se abrió la puerta para una lucha por el poder en todos los sectores y un cierto libertinaje alentado por los sectores políticos vernáculos que siempre se han cuidado de mantener hegemonía o al menos presencia importante en el quehacer universitario.

Usualmente las autoridades universitarias son reflejo de los grupos políticos en el poder de la nación, por lo que partidos opositores dedican sus esfuerzos a mantenerse vigentes a través de las diversas organizaciones docentes, sindicales y estudiantiles usualmente para utilizarlas como elementos de oposición.

La oposición es la que con sus señalamientos constantes resalta los errores fatales de la administración que se vuelve impositiva en la medida de su penetración política y en defensa de intereses que van más allá de lo académico, tal sucede hoy en la Universidad Nacional Autónoma, donde los estudiantes se han cansado de ser objetos y luchan por ser sujetos del trabajo educativo sin imposiciones de ninguna especie y tienen la razón.

Fuente: http://www.latribuna.hn/2016/06/29/los-estudiantes-tienen-la-razon/

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«Mujeres con paso de gigante»

México/ 03 de Julio de 2016/AM

Por: María Guadalupe Salas Lugo

No sé de donde lo leí, pero también predico y sostengo que somos parte de construcciones sociales, que actuamos conforme a nos lleva la mayoría y que la educación se demuestra en cada acto de acuerdo a cada una de nuestras historias personales de formación o deformación en familia. Cuando nos detenemos a mirar atrás y vemos que no somos borregos y “nos arriesgamos a salir “del rebaño”, de ahí que luego nos convertimos en “ovejas negras” para la mayoría de la colectividad o quienes no aceptan que así lo hayamos decidido, nos excluirán de su manada y de ahí en adelante seremos los más vistos y criticados de la sociedad y condenados a ser llamados especímenes raros o de plano ni merecedores de algún tipo de etiqueta.

Dentro de todas esas construcciones se encuentran el papel o rol que debemos desempeñar tanto hombres como mujeres; desde vestirnos de azul o de rosa, de trabajo externo o en el hogar, llegando a ponerle género, incluso hasta la carrera por estudiar.

Todo lo que somos es producto de esta sociedad que supuestamente nos construye en un rol, sólo hasta que nos damos cuenta y nos convertimos en seres libres de decisión y que, queramos o no, los tiempos deben cambiar y que poco a poco se van haciendo presentes la igualdad y la equidad en todos los aspectos que nos constriñen en nuestra formación.

Soy de las que piensan que no existen las casualidades, y a mis manos llegó uno de los libros de poesía de Irma Guerra, mujer a la cual admiro y reconozco como una gran señora de letras, y ahí leí el poema “Mujer de a pie”. En éste poema ella hace referencia a esas mujeres que caminan su mundo y son valientes al caminar el propio, un mundo que no está marcado con pasos de otras personas, habla de esas mujeres que siempre corren y que piensan que no han avanzado mucho pues siempre es poco para ellas, habla de esas mujeres imperfectas pero que así se aceptan, sedientas de todo, y que aunque cansadas siguen sin rendirse, habla de las mujeres entregadas a lo que hacen y a quienes tienen, habla de la mujer libre en su actuar y siempre buscan la verdad.

De ahí la pregunta obligada: ¿Cuántas mujeres de a pie conocemos? Tal vez muchas, tal vez pocas, pero cuántas que le inspiren respeto -incluso temor-, o que le causen alegría, que sean dinámicas, amorosas, trabajadoras, valientes; la cantidad se va reduciendo al ir descartando cualidades porque ni ellas mismas saben que las tienen.

México en su pasado cuenta con una lista incompleta de miles de mujeres como las descritas –faltándome cualidades para describirlas-, y si digo incompleta es porque cientos de ellas murieron sin que alguien se ocupara de grabar sus nombres en la historia.

Y hablando de valentía en mujeres en este siglo, encontré información en la página de Forbes México que dedica su edición de junio 2016 a ese poder que construye, que sirve para inspirar y transformar. No al que se concibe como un activo para concentrarlo en beneficio de unos cuantos, sino al que sirve como un instrumento para convertir positivamente nuestra realidad. Se trata de las 100 mujeres más poderosas de México, ellas impulsan el cambio. Ellas ayudan. Ellas han evolucionado. Son las que promueven proyectos a pesar de los obstáculos, las que construyen posibilidades para los que no imaginaban un futuro distinto. Son las que creen que el poder es para compartirse. y en ella se señalan a mujeres como Mayra González, quien a partir de julio se convertirá en la primera mujer en conducir a Nissan Mexicana; Olga Medrano Martín del Campo, la joven que conquistó las redes sociales como “LadyMatemáticas” tras ganar la Olimpiada Europea de Matemáticas; Martha Debayle, la conductora y empresaria de medios que cree que aún existe un gran mercado de lectura en papel; y Samantha Ricciardi, la directora ejecutiva de BlackRock México que ha logrado crecimientos de dos dígitos. También forman parte de esta categoría Claudia Ruiz Massieu, secretaria de Relaciones Exteriores; Melanie Devlyn, presidenta del Consejo de Administración de Ópticas Devlyn; María Guadalupe Morales, vicepresidenta de Operaciones de Walmart Supercenter.

Mujeres de a pie son las que incrementan las oportunidades de desarrollo para otros y otras y construyen posibilidades para aquellos sectores cuyas condiciones les habían impedido imaginar un futuro distinto. Son mujeres que nos ponen la muestra de que se pueden logran lo que parecía imposible para nuestro género. Por falta de espacio no se nombran a decenas más, pero cabe mencionar que ellas tienen algo en común: sus voces se escucharon y siguen trabajando día con día dignificando su papel rompiendo roles y estereotipos arriesgándose a ser llamadas “raras”.

Como lo mencioné, de las mujeres de a pie existe una lista interminable, y vienen esas que no salen en los medios, pero que día con día luchan desde su trinchera por dignificar nuestro género, ¿cuántas más me hacen falta?: ¡Muchísimas! Me falta la madre soltera que adelante saca a sus hijos por ella misma, la profesionista que desde temprano se integra a su actividad dejando en casa todo listo para que ahí no falte nada, la obrera que llega a casa después de ocho horas mal pagadas a continuar con otra actividad que no es reconocida ni mucho menos remunerada, la que trabaja fuera de casa limpiando otras más y que llega a hacer lo mismo a la suya. Mujeres que siendo invisibles dejan lo visible en todo lo que hacen. Reconocimiento o no a lo que hagan, necesitamos siempre existan más mujeres de a pie, que donde pisan dejarán huella de gigante, porque así de gigante somos como raza humana y como hermoso género.

Fuente: http://www.am.com.mx/2016/07/02/lagos-de-moreno/opinion/mujeres-con-paso-de-gigante-295856

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Los sobrevivientes

Colombia7 03 de Julio de 2016/Semana.com

Por:Carl Henrik Langebaek

En Colombia existen por lo menos 86 comunidades indígenas que hablan 65 lenguas diferentes. Esta es su historia, desde que arribaron a este territorio hace 15.000 años.

Los colombianos conocen muy poco, pero hablan mucho sobre los indígenas. Sobre ellos se han inventado toda clase de estereotipos, desde que son salvajes sin educación hasta que son caníbales perezosos. También se han visto como “sabios ambientales” desposeídos de toda tendencia a la violencia (“buenos salvajes” al fin y al cabo); y han sido reducidos a “obstáculos para el desarrollo” o ensalzados a “esperanza de la humanidad”. Ninguna de estas ideas resiste un análisis profundo, pero se arraigan en la mentalidad nacional sin remedio.

Entre las ideas más comunes está que los indios son “nuestros indios”. A partir del desarrollo de la mentalidad criolla americana, los descendientes de europeos inventaron la idea de que los pueblos autóctonos eran ‘suyos’. Los líderes de la independencia relacionaron su causa con la de los nativos que habían sido conquistados por los españoles (sus antepasados, por lo demás), se autoproclamaron víctimas de la conquista y defensores de los indios, aunque ninguno de ellos, Bolívar incluido, parece haber sido proclive a las causas de los indios de carne y hueso. De allí en adelante, y hasta nuestros días, los indígenas han sido “fuente de la nacionalidad” de otros. Hoy, por igual, batallones del Ejército, frentes guerrilleros y bloques paramilitares se han apropiado de nombres indígenas.

En 1492 existía una amplia diversidad de pueblos, una población abundante y un legado nada despreciable de más de 15.000 años de ocupación del territorio. Es probable que la cantidad de nativos rondara por los varios millones de habitantes, siendo el cálculo más optimista cercano a unos 7 millones, lo cual, aunque exagerado, desmiente la idea de un territorio prácticamente desocupado a la llegada de los españoles.

Se trata de gente que llegó en diferentes migraciones originadas en Asia, que entraron al continente a través de Norteamérica. Los pobladores originales se desplazaron inicialmente de norte a sur, pero luego también lo hicieron de sur a norte, de las tierras bajas a los Andes y viceversa. Esta historia explica por qué a la llegada de los españoles la población indígena ya era mestiza, producto de diversas mezclas no solo genéticas sino culturales.

Grupos numerosos ocuparon algunas partes del país como la cordillera Central, el Alto Magdalena, la sabana de Bogotá y la Sierra Nevada de Santa Marta. En otras regiones la presencia fue menor, como en la Amazonia, los Llanos Orientales y la costa Caribe. Algunos pueblos practicaron la agricultura intensiva; otros, una agricultura más móvil y unos más, la caza y la recolección.

En algunos casos, las poblaciones indígenas modificaron ampliamente los ecosistemas e incluso pudieron generar procesos de erosión y sobreexplotación de los suelos. En otros transformaron muy poco el paisaje. Esto se entiende por sus modelos de organización social: comunidades como la muisca de Boyacá y Cundinamarca, o la tayrona de la Sierra Nevada de Santa Marta, estaban jerarquizadas, mientras en otras casi ni existía la diferenciación social. En fin, más de 15.000 años de historia no habían transcurrido en vano: se habían desarrollado múltiples formas de adaptación al medio, y de relaciones económicas, políticas y sociales.

A la llegada de los españoles había una extraordinaria diversidad. Y ellos fueron conscientes de esto. En el siglo XV ninguno se atrevió a considerar que había encontrado un territorio ocupado por poblaciones homogéneas. No obstante, la Conquista precipitó cambios dramáticos que amenazaron esa diversidad. El primero de ellos fue el desastre demográfico: miles de indígenas murieron por las enfermedades introducidas desde el Viejo Mundo (Europa y África especialmente), y en menor medida por los conflictos bélicos y las formas de trabajo forzoso impuestas por los conquistadores.

El hecho es que en menos de 100 años su número se había reducido a una fracción. Pasarían siglos antes de que el territorio que hoy es Colombia se recuperara de ese desastre. Quizá solo a principios del siglo XX alcanzó el nivel de población que existía a comienzos del XVI. El mismo proceso disminuyó la diversidad biológica y cultural de la población. Algunas comunidades se extinguieron, otras se mezclaron entre sí y, en casi todas, el nivel de vida se redujo considerablemente.

La debacle que se inició en el siglo XVI implicó una alteración del paisaje sin precedentes. Enormes áreas antes dedicadas a cultivar quedaron cubiertas de bosques y pajonales o invadidas de ganado. Las sociedades se transformaron social y culturalmente de forma irreversible. Las estructuras de poder prehispánicas cambiaron por completo, las jerarquías tradicionales entraron en crisis: algunas se adaptaron al sistema español y otras colapsaron. En muchos casos comenzó un activo proceso de mestizaje con blancos y africanos. Poblaciones enteras fueron trasladadas o migraron voluntariamente a regiones menos expuestas a la colonización. Las dinámicas económicas también cambiaron, no solo por la llegada de actividades como la ganadería, sino por la imposición de nuevas formas de trabajo a disposición de la Corona, la estructura administrativa virreinal y la Iglesia.

No obstante, la población indígena sobrevivió. No solo en términos biológicos, a través del mestizaje, sino también en términos culturales. Los indígenas del país no son homogéneos: existe en ellos una enorme diversidad biológica, lingüística y cultural. Mantienen formas de ver el mundo, a las otras sociedades y a la naturaleza, muy diferentes entre sí pese a los estereotipos. El país tiene una población de cerca de 1.400.000 indígenas, distribuidos entre 86 pueblos (datos del gobierno) y 102 comunidades (según la Organización Nacional Indígena de Colombia, Onic).

Tienen un alto porcentaje de participación en los departamentos de Vaupés (más del 66 por ciento), Guainía (64 por ciento), La Guajira (45 por ciento), Vichada (45 por ciento) y Amazonas (43 por ciento). También son importantes en términos demográficos en el cauca (21,5 por ciento) y Putumayo (21 por ciento). Algunas poblaciones son, desde el punto de vista económico, campesinas, otras son urbanas y algunas se dedican al comercio. Cerca de 500.000 personas conservan 65 lenguas o dialectos nativos. Además, el 75 por ciento vive en zonas rurales.

Muchas comunidades han recuperado durante los últimos años cantidades considerables de tierra y tienen niveles de vida por encima de sus vecinos mestizos y afrocolombianos. Otras pierden cada vez más sus medios de subsistencia. Sobre el papel, cerca del 31 por ciento del territorio nacional es indígena, pero buena parte de esa tierra se concentra en áreas protegidas y son de gran susceptibilidad al cambio ambiental. Además buena parte de esas tierras son amenazadas permanentemente por la violencia de los grupos ilegales, incluyendo paramilitares y guerrilla, por el cultivo de plantas con las cuales se obtienen drogas ilícitas, o por la minería ilegal.

Ojalá los colombianos cuestionemos el derecho que nos ha asistido desde hace siglos de considerar nuestros a los indios. Ellos solo se pertenecen a sí mismos. Y ojalá también conozcamos mejor y apreciemos a esta importante población, como también a los grupos campesinos y urbanos que deberán jugar un papel fundamental al construir un mejor país.

Fuente: http://www.semana.com/nacion/articulo/el-poder-de-las-razas-historia-de-comunidades-indigenas-de-colombia/480202

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