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Ser anticapitalista hoy: una cuestión de sentido común

Por: Mateo Aguado

La esfera de la economía no puede crecer indefinidamente sin acabar teniendo repercusiones negativas tanto sobre la esfera social en la cual se desarrolla, como sobre la esfera ecológica (o biosfera) sobre la cual, en última instancia, todo nuestro mundo construido reposa.

Hace poco más de un año tres reputados científicos de la NASA publicaron un impactante estudio en el que, basándose en complejos modelos matemáticos, pronosticaban el posible colapso de la civilización humana para dentro de pocas décadas. Las causas que se aludían como determinantes para llegar a tales conclusiones eran principalmente dos: la insostenible sobreexplotación humana de los recursos del planeta y la cada vez mayor desigualdad social existentes entre ricos y pobres (1).

Más allá de analizar la gravedad de esta predicción, me gustaría hacer notar que los dos motivos que –según estos investigadores– podrían acabar provocando el derrumbe de nuestra civilización son precisamente dos de las más claras características que posee el sistema capitalista: una insensibilidad total hacia la sostenibilidad ecológica del planetay una abrumadora despreocupación hacia la (des)igualdad y la (in)justicia social.

En consecuencia –y como se verá en mayor profundidad en las líneas que siguen– no resultaría demasiado descabellado afirmar que el capitalismo es, a día de hoy, una de las mayores amenazas que se ciernen sobre la continuidad de la cultura humana en elplaneta Tierra.

Evidencias de un sistema insensato

En las sociedades modernas de hoy en día nos hemos acostumbrado a asociar el poder adquisitivo con la capacidad de alcanzar una vida feliz. Es decir, se asume que –más que menos– nuestro nivel de renta determina la felicidad que podemos llegar a alcanzar en nuestra vida (o, como se suele decir, que el dinero da la felicidad).

Esta engañosa forma de concebir la vida (basada en los aspectos materiales y monetarios como medida a través de la cual lograr una vida buena) representa, probablemente, la mayor herramienta moral que posee el capitalismo en la actualidad. Sin embargo, y como veremos a continuación, esta concepción ofrece al menos dos evidencias que la hacen insostenible.

I) La evidencia social

Desde el punto de vista social el capitalismo es insostenible en tanto en cuanto promociona una sociedad global de poseedores y desposeídos en donde el sobre-consumo innecesario de unos pocos se produce a costa de las carencias vitales de la mayoría. Y es que una de las características que ha demostrado tener el capitalismo moderno es la construcción de sociedades en las que tienden a crecer las desigualdades sociales (lo cual sucede tanto si pensamos a una escala planetaria, a nivel de países, como si lo hacemos dentro de un mismo país bajo el prisma, cada vez más simplificado, de clases).

Paralelamente a esta estratificación económica de la sociedad en dos claros grupos (unas élites muy ricas y unas masas pobres), el capitalismo no ha logrado tan siquiera cumplir su clásica promesa de traer la felicidad a un creciente número de personas. Son cuantiosos los estudios que en este sentido han cuestionado rotundamente el axioma tan fuertemente instaurado en el ADN capitalista (y en el imaginario colectivo) de que el dinero da la felicidad. Estos estudios vendrían a mostrarnos cómo la correlación entre los ingresos y la satisfacción con la vida sólo se mantiene en etapas tempranas, cuando el dinero es usado para cubrir las necesidades más básicas. A partir de este punto entraríamos en una situación de “comodidad” en donde más dinero ya no significa necesariamente más felicidad. Es más, una vez ha sido alcanzada esta situación, seguir buscando obstinadamente el crecimiento económico (en el plano macro) y el aumento de la renta y el consumo (en el plano micro) puede resultar incluso contraproducente, pues tiende a hacernos descuidar otros aspectos de nuestra vida –intangibles pero igualmente esenciales para la felicidad– como las relaciones sociales o el buen uso del tiempo (2).

Así pues, parece claro que el capitalismo es un sistema que chirría tanto con la justicia social como con la felicidad humana. Como pusieron de manifiesto hace unos años Richard Wilkinson y Kate Pickett –en su magnífica obra Desigualdad: Un análisis de la (in)felicidad colectiva– estas dos cuestiones (justicia social y felicidad humana) son dos asuntos íntimamente relacionados. Parece ser que las desigualdades sociales tienden a hacernos más infelices: en aquellas sociedades en donde son mayores los niveles de desigualdad, mayores son también los niveles de infelicidad (3).

De todo esto se puede extraer la acertada conclusión de que una sociedad preocupada por maximizar sus niveles de felicidad debería ser una sociedad centrada en rebajar al mínimo sus niveles de desigualdad (lo cual, dicho sea de paso, parece una tarea incompatible con las actuales políticas de desarrollo occidental). Por ello, como sostiene Jorge Riechmann en su libro ¿Cómo vivir? Acerca de la vida buena, el capitalismo es “un enemigo declarado de la felicidad”. Y por esta misma razón “los partidarios de la felicidad humana no pueden ser sino anticapitalistas”.

II) La evidencia ecológica

Por otro lado, el axioma del crecimiento indefinido que el capitalismo defiende, a la vez que (como hemos visto) un sinsentido social, es una inviable biofísica. La constante demanda de materiales y energía que conlleva una economía como la que tenemos no puede mantenerse de forma indefinida en el tiempo sin acabar chocando con los límites biofísicos de nuestro planeta (un lugar éste, no lo olvidemos, finito y acotado). Este hecho, a pesar de ser firmemente ignorado por los economistas convencionales (y por la inmensa mayoría de los políticos), constituye una realidad absolutamente incontestable, tal y como nos enseña la segunda ley de la termodinámica. Se podría afirmar, por lo tanto, que el capitalismo es, desde el punto de vista ecológico, biofísico y termodinámico (desde el punto de vista científico al fin y al cabo) un sistema imposible abocado al desastre.

Es por razones como ésta que [como ya se apuntó en la primera entrada de este blog] en política y en economía, al igual que sucede con el resto de aspectos de la vida, se hace imprescindible poseer un mínimo de cultura científica para poder ejercer comociudadanos responsables y comprometidos (o lo que es lo mismo a efectos termodinámicos, para acomodar nuestro comportamiento a los límites biofísicos del planeta).

Me resultan muy interesantes en este sentido las sabias palabras de Wolfgang Sachs, quien sostiene que, en el futuro, el planeta ya no se dividirá en ideologías de izquierdas o de derechas, sino entre aquellos que aceptan los límites ecológicos del planeta y aquellos que no. O dicho de otro modo, entre aquellos que entiendan y acepten las leyes de la termodinámica y aquellos que no. No se trata por lo tanto de arreglar o refundar el capitalismo (como algún político sostuvo hace no mucho) sino de entender que nuestro futuro como especie en este planeta será un futuro no-capitalista o, sencillamente, no será (4).

Hacer comprender al común de los mortales que la esfera económica no puede crecer por encima de la esfera ecológica (al menos no sin comportarse antes como un cáncer) es, por sencillo que pueda parecer de entender, uno de los mayores desafíos a los que se enfrenta la ciencia y la educación del nuevo milenio.

Sin embargo, esta cuestión de las esferas concéntricas –cual muñecas rusas– y de los límites del planeta es (pese a los reiterados mensajes ilusorios en pro del gasterío insensato que el capitalismo se empeña en difundir) un asunto sencillo de concebir para todas las personas. Y aquí reside –precisamente– nuestra esperanza: la esperanza de un cambio social en aras de poder alcanzar otro mundo posible, más justo y sostenible.

Como argumentaba recientemente Juan Carlos Monedero, es mucho más factible hacerseanticapitalista a día de hoy desde posiciones ecologistas que desde posiciones marxistas. La inviabilidad de un sistema que aboga por el crecimiento constante en un mundo que es limitado es algo mucho más fácil de comprender para la gente normal que la tendencia descendente de la tasa de ganancia o el fetichismo de la mercancía de la que nos hablaba Marx.

Por lo tanto, y a modo de corolario, urge entender que ser anticapitalista a día de hoy no es ya una cuestión de ecologistas o de marxistas aislados, sino que es algo de sentido común; algo directamente relacionado con la lógica de supervivencia. Esperemos que este asunto sea entendido –más temprano que tarde– por la inmensa mayoría de individuos que pueblan la Tierra hasta convertirse en una evidencia popular. Nuestra continuidad sobre el planeta y nuestra felicidad de ello dependerán.

Notas
(1) Motesharrei, S., Rivas, J., & Kalnay, E. (2012). A Minimal Model for Human and Nature Interaction.
(2) Para profundizar algo más sobre este tema se recomienda leer este artículo.
(3) La obra de Wilkinson y Pickett (2009) muestra minuciosamente como el incremento en las desigualdades tiene significativas repercusiones negativas sobre otros aspectos de la vida que afectan directamente al bienestar y a la felicidad. Tal sería el caso de la educación, la esperanza de vida, la mortalidad infantil, la incidencia de enfermedades mentales, el consumo de drogas, las tasas de obesidad y sobrepeso o el número de homicidios; variables todas ellas que presentan peores valores en aquellos lugares en donde mayor es la desigualdad.
(4) Defender desde la argumentación socio-ecológica el “suicidio” social que supone seguir enfrascados en la lógica del capitalismo es un imperativo vital a la vez que uno de los grandes objetivos de este blog: crear conciencia anticapitalista a través de las Ciencias de la Sostenibilidad.
(5) EME: Evaluación de los Ecosistemas del Milenio de España (2011). Síntesis de resultados. Fundación Biodiversidad. Ministerio de Medio Ambiente, y Medio Rural y Marino.

*Fuente: http://iberoamericasocial.com/

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La muerte de la privacidad que nunca tuvimos

Por: Fernando Buen Abad Domínguez

Los patrones no respetan “privacidades”. No se trata de una “novedad” de ocasión ni de un “descubrimiento” de temporada… el espionaje es manía añeja que se cultiva desde que existe la dominación de una clase sobre otras. En sociedades divididas en clases no hay poder que sobreviva si no puede saber qué piensa, qué hace o qué planean sus esclavos. En la Historia que conocemos, hasta hoy, no ha habido “poder” que subsistiera sin el uso extorsivo y represivo de toda información sobre quiénes son sus sepultureros y en qué fechas planean sus exequias. Esa información es vital y, por eso, se hace lo indecible para conseguirla, atesorarla y usarla como arma de guerra económica, ideológica y política. No hay miramientos ni con los “secretos bancarios”. No es lo mismo espiar que expiar.

Sea por la vía de la tortura, sea por la del “confesionario” o sea por la vía de los “estudios de mercado”… los “poderes” hegemónicos han ejercitado siempre el espionaje y el saqueo de la información sobre la vida de personas y organizaciones, como estrategia de “inteligencia” para hacer sobrevivir todas las argucias de la explotación y el hurto de recursos naturales o de materia prima. Lo que comes y lo que defecas, lo que hablas y lo que silencias, lo que anhelas y lo que ni te importa… todo es susceptible de espionaje cuando se quiere a las personas sometidas a caprichos y necesidades de la clase dominante. Especialmente cuando de lo que se trata es de que trabajemos, hasta deslomarnos, para que ellos vivan como reyes. Cada dato que proveemos al clero, al Estado, a las empresas… es “maná” para las tropelías esclavistas. Fechas de nacimiento, años en las escuelas, preferencias culinarias, monto de los ingresos y de los egresos… caldo potente con información esclavizante. ¿Te gusta cómo se vive?, ¿Qué propones?, ¿De qué dispones? ¿A qué te opones?… Cueste lo que cueste habrá siempre jaurías hambrientas de esa información “inocente” que uno produce. Como en las “redes sociales”. Detrás hay grandes negocios y el capitalismo, que se convirtió en maestro del espionaje en tiempo real, puso a uno de sus sirvientes mayores a dirigir la causa negra del espionaje desde la Casa Blanca. Sonría “nos están filmando”. ¿Es esa una novedad?

De nada sirve espiar si donde se saquea información no se planta un dispositivo de guerra que mejore el espionaje, siembre confusiones, descarrile las conductas y mejore la rentabilidad de los negocios. Todo junto o en partes. El capitalismo aprendió, rapidito, que “conseguir información” de nada sirve si no se tienen los mecanismos para ponerla a trabajar al servicio de las mercancías y para resolver los problemas de sus crisis de sobre-producción. No se trata de espiar por el espionaje mismo, se trata de espiar para comerciar, por todos los medios y los modos, habidos y por haber, sean estos faranduleros o bélicos. Hay que desocupar las bodegas y habilitar mercados, cueste lo que cueste. Total, lo pagarán los pueblos. Claro que se espía a todo aquel que constituya “amenaza al sistema”, se espía a los revoltosos, a los revolucionarios y a los “terroristas”… se espía a los anarquistas, a los marxistas y a los “troskos”… ya lo sabemos, lo hemos sabido siempre. También se espía a la “competencia”, al que impide fijar precios, al que no deja avanzar la vorágine monopólica del capitalismo y al que se mete con los bancos. Se espía al que atenta contra la “propiedad privada” burguesa y no importa si es la esposa, si es un compañero de oficina, un rector de una universidad, un funcionario público, un cura o es un consorcio trasnacional. Yo te espío, tu me espías, él nos espía… pero ahí donde el burgués invierte dinerito en espionajes, ahí el burgués siembra “pruebas falsas”, siembra la firma de su intromisión con dispositivos de espionaje “reloaded”.

Ya podrán poner cara de compungidos, de arrepentidos o de indiferentes. Podrán poner denuncias y quejas en organismos nacionales e internacionales. Podrán crear movimientos sociales, y ONG´S de tutti fruti, con la moralina diplomática edificante de gobiernos ofendidos por el espionaje… ya podrán decir misas y podrán redactar enciclopedias; podrán fundar cátedras y alquilar intelectuales reaccionarios que repasen las leyes de Roma y las del Capitolio… fundarán partidos políticos y sectas, endiosarán demonios y satanizarán arcángeles… y mientras, seguirán espiándose los unos a los otros, de arriba abajo, entre “poderosos” y contra los débiles. Espiarán y espiarán porque es parte de su ser y de su “negocio”. No van a engañarnos.

El espionaje no es un problema “moral” o un problema de “ética”. Es un problema político y táctico que debemos estudiar y desmontar porque se lo usa como arma contra los pueblos y como mecanismo represivo, sofisticado, de control y de sojuzgamiento. Todos sabemos muy bien qué quieren ellos saber sobre nosotros… nosotros sabemos muy bien qué no queremos que ellos sepan, cuando se pone en riesgo la integridad de la lucha y la de los compañeros. No es posca cosa. No luchamos (sólo) contra el espionaje luchamos contra el sistema todo. Una buena parte de la defensa contra el espionaje (y el sistema) de ellos, es nuestra capacidad creativa y nuestras capacidades comunicativas. Shhh… que no se sepa.

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El problema de la pérdida de biodiversidad

Por: Cristian Frers

En los últimos 10.000 años la diversidad animal y vegetal se han asentado en las cálidas y húmedas franjas tropicales, y también en las frías y áridas zonas polares. Sin embargo esta exaltación de vida está sufriendo un retroceso devastador debido a la actividad humana. El ritmo de extinción de las especies se ha acelerado drásticamente.

La palabra biodiversidad es una contracción de diversidad biológica; se refiere por lo tanto a la variedad en el mundo viviente. El término biodiversidad se aplica comúnmente a describir la cantidad, la variedad y la variabilidad de los organismos vivos. Este uso tan amplio abarca muchos parámetros diferentes, y en este contexto biodiversidad es, en realidad, un sinónimo de La Vida en la Tierra.

En los últimos 10.000 años la diversidad animal y vegetal que hoy nos maravilla, fruto de una historia de miles de millones de años de evolución en donde los seres vivos han conquistado medios tan diferentes como los océanos y el aire; se han asentado en las cálidas y húmedas franjas tropicales, y también en las frías y áridas zonas polares; para resolver los retos de la locomoción, la alimentación, la comunicación o la reproducción han desplegado una apabullante variedad de soluciones.

Sin embargo esta exaltación de vida está sufriendo un retroceso devastador debido a la actividad humana. El ritmo de extinción de las especies se ha acelerado drásticamente, calculándose que en la actualidad es por los menos 400 veces mayor que el que existía antes de la aparición del ser humano.

Si calculamos la tasa de extinción de este momento, basándonos en los números deespecies por área, teniendo en cuenta la pérdida de bosques tropicales (aproximadamente 1/3 en los últimos 40 años), se extinguen 50.000 especies por año (sólo 7.000 de ellas conocidas). Esto representa 10.000 veces la tasa natural de extinción y significa un 5% del total de especies por década. De mantenerse estos números, a fines del siglo XXI habrán desaparecido dos tercios de las especies de la Tierra.

La riqueza de la biodiversidad y de los ecosistemas que son fuentes de vida para el ser humano y las bases del desarrollo sostenible, se encuentran en un grave peligro. La creciente desertificación a nivel global conduce a la pérdida de la diversidad biológica. Últimamente han desaparecido unas ochocientas especies y once mil están amenazadas. Es fácil comprender que con esta pérdida incesante de recursos está en riesgo la seguridad alimentaria. La pérdida de la diversidad biológica con frecuencia reduce la productividad de los ecosistemas, y de esta manera disminuye la posibilidad de obtener diversos bienes de la naturaleza, y de la que el ser humano constantemente se beneficia.

Las tres principales causas de esta pérdida de biodiversidad son:

  1. La destrucción de los hábitats naturales: Esta es una de las principales causas de pérdida de biodiversidad en el mundo. Los bosques tropicales, sin duda los principales almacenes de biodiversidad del planeta, están desapareciendo a un ritmo vertiginoso.
  2. La fragmentación: Campos de cultivo, áreas urbanas, carreteras y autopistas constituyen barreras infranqueables para numerosas especies. Para estos seres vivos, su hábitat natural ha pasado de ocupar extensas áreas ininterrumpidas a quedar dividido en fragmentos aislados de menor extensión. Es el efecto conocido como fragmentación de los hábitats, responsable de la extinción local de numerosas especies. Cuando un cierto número de individuos de una especie queda confinado en una pequeña porción de territorio, el peligro de extinción es mucho mayor.
  3. Los campos sin vida: La aparición de la moderna agricultura industrial, basada en la especialización y el uso masivo de fertilizantes y pesticidas produce una brusca disminución de especies. En los países más intensamente explotados por estas nuevas formas de agricultura industrial se ha acuñado el término de desierto verde, para referirse a estos nuevos paisajes, muy pobres en vida silvestre.

Debido a estas causas, el hombre esta enfrentando dos serios problemas: la falta de conocimiento científico sobre la totalidad de los seres vivos y la extinción masiva de especies. Estos problemas están relacionados y cualquier solución de los mismos debe basarse conjuntamente en generar nuevos conocimientos y forjar una nueva relación con el mundo natural. La importancia de la biodiversidad deber ser reconocida a nivel global y su tratamiento debe figurar en las agendas gubernamentales y en los programas educativos

Hasta ahora parece que el ser humano se ha salido con la suya, como lo prueba el hecho de que muchas especies se han extinguido ya causa de las actividades humanas y la vida sigue su curso. Sin embargo no sabemos lo que nos hará falta por la perdida de especies. Algunos ecologistas comparan la disminución de la biodiversidad con un vuelo en un avión al que le quitamos poco a poco los remaches. Cuantos remaches podemos quitar?….. Aun parece que no ha pasado nada por la pérdida de especies, pero sin duda el mundo es menos hermoso y mas monótono sin ellas. Posiblemente aun no hemos detectado la magnitud del daño que hemos causado.

En la Conferencia Internacional sobre Biodiversidad que se llevo a cabo en París, Francia, los científicos coincidieron en alertar al mundo sobre el peligro de la pérdida de biodiversidad. Al tratar las posibilidades económicas para los países que son depositarios de riqueza en biodiversidad, se insiste en el establecimiento de reglas claras sobre el uso de patentes y la propiedad intelectual en el campo de la genética y de la biotecnología.

Todas las presentaciones de los especialistas que participaron en París, se alejaron del enfoque fundamentalista de conservación sin intervención humana. No se puede concebir la ecuación del desarrollo sustentable sin el factor humano. Es preciso entender que proteger la biodiversidad es sinónimo de combatir la pobreza en el mundo. El desarrollo sustentable continúa siendo el gran desafío para alcanzar un equilibrio entre desarrollo y conservación.

El hombre, en todas las épocas, ha tenido necesidad de cambio y al mismo tiempo, miedo al cambio. Esta contradicción es manifiesta en la civilización industrial que preconizó la utilización despiadada del medio natural, y que ahora muestra una inquietud creciente ante la pérdida de la diversidad biológica.El difícil imaginar un desarrollo social como el actual sin afectar el medio natural, y de éste el elemento más frágil es la diversidad biológica. Sin embargo, si en la época postindustrial las sociedades humanas quieren ser dueñas de su destino, deberán poder regular su actividad y crecimiento, obtener los satisfactores que necesitan sin deteriorar el legado más importante de la evolución biológica: la biodiversidad

La extinción de especies vegetales y animales es uno de los síntomas más preocupantes del deterioro ambiental en el mundo, ya que constituye un proceso irreversible que nos priva para siempre de un material genético único e irremplazable del que tal vez ni siquiera sepamos aún que aplicaciones prácticas podrá tener en beneficio de la misma humanidad que los destruye. Este tal vez sea el concepto más fácil de comprender en el mundo materialista e interesado en que habitualmente nos movemos, pero no es el único motivo que aconseja la conservación de especies. Efectivamente ya tendría que bastarnos el solo hecho de no alterar sustancialmente la delicada trama que une a los seres vivos entre sí, y que nos recuerda que cada especie ocupa un nicho ecológico peculiar que, con su extinción, o bien queda vacante o es ocupado por otras especies más ubicuas. Con lo cual se simplifican o desaparecen cadenas alimenticias singulares, y como si esto fuera poco, el solo derecho a coexistir en el planeta Tierra en las especies vegetales y animales debería erigirse como el principal argumento para evitar la extinción por todos los medios.

www.ecoportal.net

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Para leer en 2050: Una reflexión sobre la utopía

Por: Boaventura de Sousa Santos

Operaban tres poderes al mismo tiempo, ninguno democrático: el capitalismo, el colonialismo y el patriarcado; servidos por varios subpoderes, religiosos, mediáticos, generacionales, étnico-culturales, regionales. Curiosamente, no siendo ninguno democrático, eran el pilar de la democracia realmente existente. Eran tan fuertes que era difícil hablar de cualquiera de ellos sin incurrir en la ira de la censura, la demonización de la heterodoxia, el estigma de la diferencia.»

Algún día, cuando se pueda caracterizar la época en que vivimos, la principal sorpresa será que todo se vivió sin antes ni después, sustituyendo la causalidad por la simultaneidad, la historia por la noticia, la memoria por el silencio, el futuro por el pasado, el problema por la solución. Así, las atrocidades bien pudieron atribuirse a las víctimas; los agresores fueron condecorados por su valentía en la lucha contra las agresiones; los ladrones fueron jueces; los grandes responsables políticos pudieron tener una cualidad moral minúscula en comparación con la magnitud de las consecuencias de sus decisiones. Fue una época de excesos vividos como carencias; la velocidad fue siempre menor de lo que debía ser; la destrucción siempre justificada por la urgencia de construir. El oro fue la base de todo, pero estaba asentado en una nube. Todos fueron emprendedores hasta demostrar lo contrario, pero la prueba de lo contrario fue prohibida por las pruebas a favor. Hubo inadaptados, aunque la inadaptación apenas se distinguía de la adaptación: tantos eran los campos de concentración de la heterodoxia dispersos por la ciudad, por los bares, por las discotecas, por la droga, por Facebook.

La opinión pública pasó a ser igual a la privada de quien tenía poder para publicitarla. El insulto se convirtió en el medio más eficaz del ignorante para ser intelectualmente igual al sabio.

Se desarrolló el modo a través del cual los envases inventaron sus propios productos y de no haber productos fuera de ellos. Por eso, los paisajes se convirtieron en paquetes turísticos y las fuentes y manantiales tomaron la forma de botella. Cambió el nombre de las cosas para que estas se olvidaran de lo que eran. La desigualdad pasó a llamarse mérito; la miseria, austeridad; la hipocresía, derechos humanos; la guerra civil sin control, intervención humanitaria; la guerra civil mitigada, democracia. La propia guerra pasó a llamarse paz para poder ser infinita. También el Guernica pasó a ser un mero cuadro de Picasso para no estorbar el futuro del eterno presente. Fue una época que comenzó con una catástrofe, pero que pronto logró convertir catástrofes en entretenimiento. Cuando una gran catástrofe sobrevenía, parecía ser sólo una nueva serie.

Todas las épocas viven con tensiones, pero esta pasó a funcionar en permanente desequilibrio, tanto en el ámbito colectivo como en el individual. Las virtudes fueron cultivadas como vicios y los vicios como virtudes. El enaltecimiento de las virtudes o de la cualidad moral de alguien dejó de residir en cualquier criterio de mérito propio para convertirse en el simple reflejo del envilecimiento, de la degradación o negación de las cualidades o virtudes ajenas. Se creía que la oscuridad iluminaba la luz, y no al revés.

Operaban tres poderes al mismo tiempo, ninguno democrático: el capitalismo, el colonialismo y el patriarcado; servidos por varios subpoderes, religiosos, mediáticos, generacionales, étnico-culturales, regionales. Curiosamente, no siendo ninguno democrático, eran el pilar de la democracia realmente existente. Eran tan fuertes que era difícil hablar de cualquiera de ellos sin incurrir en la ira de la censura, la demonización de la heterodoxia, el estigma de la diferencia.

El capitalismo, que se basaba en los intercambios desiguales entre seres humanos supuestamente iguales, se disfrazaba tan bien de realidad que el propio nombre cayó en desuso. Los derechos de los trabajadores eran considerados poco más que pretextos para no trabajar. El colonialismo, basado en la discriminación contra seres humanos que sólo eran iguales de manera diferente, tenía que ser aceptado como algo tan natural como la preferencia estética. Las presuntas víctimas de racismo y xenofobia, antes que víctimas, eran siempre sujetos de provocación. A su vez, el patriarcado, que se basaba en la dominación de las mujeres y la estigmatización de las orientaciones no heterosexuales, tenía que ser aceptado como algo tan natural como una preferencia moral compartida por casi todos. A las mujeres, homosexuales y transexuales había que imponerles límites si no sabían mantenerse dentro de sus propios límites.

Nunca las leyes generales y universales fueron tan impunemente violadas y selectivamente aplicadas, con tanto respeto aparente por la legalidad. El primado del derecho convivía amenamente con el primado de la ilegalidad. Era normal desconstitucionalizar las Constituciones en su nombre.

El extremismo más radical fueron el inmovilismo y el estancamiento. La voracidad de las imágenes y de los sonidos creaba remolinos estáticos. Vivieron obsesionados por el tiempo y por la falta de tiempo. Fue una época que conoció la esperanza, pero en cierto momento la halló muy exigente y cansadora. Prefirió, en general, la resignación. Los inconformes con tal renuncia tuvieron que emigrar. Sus destinos fueron tres: ir afuera, donde la remuneración económica de la resignación era mejor y por eso se confundía con la esperanza; ir adentro, donde la esperanza vivía en las calles de la indignación o moría en la violencia doméstica, en el crimen común, en la rabia silenciada de las casas, de la espera en las salas de urgencia de hospitales, de las prisiones, y de los ansiolíticos y antidepresivos, y el tercer grupo quedaba entre dentro y fuera, en espera, donde la esperanza y la falta de ella alternaban como las luces de los semáforos.

Todo pareció estar al borde de la explosión, pero nunca explotó porque fue explotando, y quien sufría con las explosiones o estaba muerto o era pobre, subdesarrollado, viejo, atrasado, ignorante, prejuicioso, inútil, loco; en cualquier caso, descartable. Era la gran mayoría, pero una insidiosa ilusión óptica la tornaba invisible. Fue tan grande el miedo de la esperanza que la esperanza acabó por tener miedo de sí misma y entregó a sus adeptos a la confusión.

Con el tiempo, el pueblo se transformó en el mayor problema, por el simple hecho de haber tanta gente de más. La gran cuestión pasó a ser qué hacer con tanta gente que en nada contribuía al bienestar de quienes lo merecían. La racionalidad se tomó tan en serio que se preparó meticulosamente una solución final para los que producían menos, por ejemplo, los viejos. Para no violar los códigos ambientales, cuando no fuese posible eliminarlos, fueron biodegradados. El éxito de esta solución hizo que después fuese aplicada a otras poblaciones descartables, como los inmigrantes, jóvenes de las periferias, tóxicodependientes, etcétera.

La simultaneidad de los dioses con los humanos fue una de las conquistas más fáciles de la época. Bastó para ello con comercializarlos y venderlos en los tres mercados celestiales existentes: el del futuro más allá de la muerte, el de la caridad y el de la guerra. Surgieron muchas religiones, cada una parecida con los defectos atribuidos a las religiones rivales, pero todas coincidían en ser lo que más decían no ser: mercado de emociones. Las religiones eran mercados y los mercados eran religiones.

Es extraño que una época que comenzó solo teniendo futuro (todas las catástrofes y atrocidades anteriores eran la prueba de la posibilidad de un nuevo futuro sin catástrofes ni atrocidades) haya terminado solo teniendo pasado. Cuando comenzó a ser excesivamente doloroso pensar el futuro, el único tiempo disponible fue el pasado. Como ningún gran acontecimiento histórico nunca fue previsto, también esta época terminó tomando a todos por sorpresa. A pesar de ser generalmente aceptado que el bien común no podía dejar de asentarse en el lujoso bienestar de pocos y el miserable malestar de las grandes mayorías, había quien no estuviese de acuerdo con tal normalidad y se rebeló. Los inconformes se dividían en procurar tres estrategias: mejorar lo que había, romper con lo que había, no depender de lo que había.

Visto hoy, a tanta distancia, era obvio que las tres estrategias debían ser utilizadas articuladamente, a modo de división de tareas en cualquier trabajo complejo, una especie de división del trabajo del inconformismo y de la rebeldía. Pero en esa época ello no fue posible porque los rebeldes no veían que, siendo producto de la sociedad contra la cual luchaban, tendrían que comenzar por rebelarse contra sí mismos, transformándose primero ellos antes de querer transformar la sociedad. Su ceguera los hizo dividirse sobre lo que debía unir y unirse respecto a lo que los debía dividir. Por eso ocurrió lo que ocurrió. Y cuán terrible fue está bien inscrito en el modo como vamos intentando curar las heridas de la carne y del espíritu al mismo tiempo que reinventamos una y otro.

¿Por qué persistimos, después de todo? Porque estamos reaprendiendo a alimentarnos de la hierba dañina que la época pasada más radicalmente intentó erradicar, recurriendo para eso a los más potentes y destructivos herbicidas mentales: la utopía.

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Ser maestro y defender la tierra, emprendimientos letales

Por: Silvia Ribeiro

El 5 de junio, día de la Tierra, tres relatores de Naciones Unidas se pronunciaron denunciando que defender la tierra y el medio ambiente, son “emprendimientos letales” en algunos países, y que los derechos humanos de las defensoras y defensores son violados continuamente, incluso el derecho más elemental, a la vida. México está entre los cinco países que encabezan esa lista a nivel global.

Siete países, la mayoría en América Latina –Brasil, Colombia, Honduras, Filipinas, México, Perú, Guatemala– suman 913 homicidios de activistas de los 1024 que denuncia el reporte de la organización Global Witness sobre asesinatos a ambientalistas del 2002 al 2014. Varios de esos países encabezan también la lista global de asesinatos a sindicalistas (Colombia, Guatemala, Honduras) y México va camino a colocarse entre ellos.

Los que hicieron el comunicado son John Knox, Relator sobre los Derechos Humanos y el Medio Ambiente, Michel Forst, Relator sobre la Situación de los Defensores de los Derechos Humanos y Victoria Tauli Corpuz, Relatora sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas. El asesinato de la líder indígena Berta Cáceres en Honduras el 3 de marzo 2016 –que sigue impune – fue uno de los casos de alerta mundial que lo motivaron. En mayo 2016, Michel Forst estuvo México. En esta visita no oficial, declaró que entrevistas con más de 80 defensores revelaron una situación altamente preocupante de violación sistemática de derechos humanos en el país.

La decisión de hacer un comunicado conjunto fue porque los ataques, violaciones y asesinatos no están referidos a defensores del ambiente o derechos humanos solamente, sino también a luchadores por la tierra, territorios, por el derecho a sus culturas y formas de vida, a vivir dignamente en sus pueblos y comunidades.

Todas luchas que forman parte también de las condiciones y luchas de los maestros y maestras de la CNTE, como los que el 19 de junio fueron atacados salvajemente por policías de varias niveles de gobierno en Oaxaca, resultando en 11 muertos (en el ataque y posteriormente), decenas de heridos y más de veinte desaparecidos. Entre los asesinados había también pobladores que los estaban apoyando. No sólo porque compartían su lucha, también por que los maestros son como ellos, indígenas,campesinos e hijos de campesinos. La lucha de esos dignos maestros y maestras contra la llamada reforma educativa (en realidad una reforma laboral para echar maestros críticos y hacer de la educación un mercado “competitivo”) es por su sobrevivencia, pero también por la educación pública y no está separada de otras luchas de sus pueblos, contra mineras, represas y megaproyectos, robo y contaminación de agua, contra transgénicos, tala de bosques y otros despojos. A menudo son maestros los que informan, explican, trasmiten, apoyan, organizan. Eso lo saben las autoridades, por eso nada les da más rabia que un sindicato independiente como la CNTE.

Esta masacre se suma a otros asesinatos contra luchadores y defensores de los pueblos, comunidades, barrios que luchan por defender sus localidades, sus formas de vida y sustento, y que a través de ellas nos enseñan y cuidan a todos. Sigue abierta a flor de piel la herida por el asesinato de 6 personas y la desaparición de 43 estudiantes, futuros maestros, de la Normal Rural Isidro Burgos de Ayotzinapa la noche del 26 de septiembre de 2014. Otra vez, como con el caso de Ayotzinapa, el país entero se levanta para protestar contra la masacre de maestros, exigir que se castigue a los culpables, que termine la represión en lugar de diálogo, que se libere a los maestros presos, que renuncie el Secretario (i)rresponsable. Desde todo el mundo aumentan las muestras de protesta y solidaridad, que se suman y expanden las protestas al gobierno de México por los crímenes contra los estudiantes de Ayotzinapa y la reciente “expulsión” gubernamental del Grupo Internacional de Expertos Independientes (GIEI), para evitar que salga la verdad a la luz.

Como en el caso de Nochixtlán, Iguala y otros, las autoridades intentan cínicamente culpar de los hechos a las propias víctimas, encarcelan a los luchadores con acusaciones falsas y las difunden a través de los medios vendidos. Métodos similares usan en Brasil y Paraguay.

El 7 de abril 2016, la policía y pistoleros de la papelera Araupel en el estado de Paraná, Brasil, asesinaron a dos militantes del Movimiento Sin Tierra (MST), Vilmar Bordim y Leonir Orback, e hirieron a 6 más que estaban ocupando una tierra asignada para reforma agraria. Los policías afirmaron falsamente que habían sido “emboscados” aunque los Sin Tierra no traían armas, el crimen sigue impune.

En Curuguaty, Paraguay, 300 soldados atacaron el 15 de junio 2012 a 60 campesinos, mujeres, hombres y niños que ocupaban Marina Kué, tierra destinada a la reforma agraria; mataron a 11 campesinos y a 6 de sus propios policías, para poder decir que fue una emboscada y justificar el juicio político que depuso al entonces presidente Lugo. La policía declaró que las mujeres y niños eran un señuelo para emboscarlos. Tras cuatro años de cárcel injusta, once de los propios campesinos afrontan un juicio falseado, acusados de los asesinatos Hay una campaña mundial para exigir su liberación y absolución (https://absolucionya.wordpress.com/).

Las mentiras del poder van cayendo cada vez más rápido, por la reconstrucción y memoria colectivas. Los ataques siguen, pero no logran imponer sus cuentos y así se desarma el terror que quieren sembrar. Al contrario, cada lucha es ejemplo de dignidad y fortalece a las que siguen.

Ecoportal.net

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Artículo: La necesidad de formar lectores

América del Sur/Ecuador/Autor: Lenin Vladimir Paladines Paredes

Uno de los retos más importantes para la escuela en general, en estos tiempos, es el de competir con los intereses y aficiones de los estudiantes para formar lectores. Pero no lectores de libros obligatorios o de lecturas planificadas sobre temas específicos de la enseñanza, sino lectores espontáneos, que busquen y creen sus propias listas de lecturas, que encuentren en los libros elementos para encontrarse a sí mismos, para aprender de otras culturas y otros mundos, para entender cómo expresarse y cómo funciona el lenguaje para determinada función, y también para poder producir conocimiento propio, partiendo de lo que han leído. Uno de los dilemas más antiguos en este ámbito, es determinar qué libros deben leer los estudiantes en la escuela o en el colegio. Y muchas veces, sucede que los libros seleccionados por el currículum resultan ajenos, lejanos, difíciles de entender, y no invitan al estudiante a buscar por sí mismo, sino que los ve como una obligación, como algo que se debe hacer para conseguir una nota y pasar el curso, y poco a poco, su mínimo interés por la lectura va disminuyendo hasta desaparecer.

Por eso es que los adolescentes buscan otros espacios. Por eso es que comparten a través de redes sociales, blogs, foros o videos, los libros que les interesan, los que leen y recomiendan. Y siempre sucede que estos libros no son los mismos que los profesores piden para la escuela. Y también sucede que los profesores poco o nada conocen de esta literatura, la que a los estudiantes sí les interesa.
En ese sentido, la recomendación que se hace, tomando en cuenta por ejemplo, estudios como el de Mireia Manresa (2011), es diversificar y ampliar el bagaje de lecturas que puede tener un estudiante, frente a un encasillamiento de la temática o el estilo. El profesor tiene que mostrar un abanico de lecturas apropiadas para la edad del alumno, sin  llegar a obligar o a censurar el tipo de lectura en el que el adolescente esté interesado, sino más bien ofrecerle opciones de literatura con las que se sienta cómodo, permitiéndole encontrar un sentido al mensaje y a la aplicabilidad de este en la vida real y en contextos prácticos. (O).

Fuente: http://www.cronica.com.ec/opinion/columna/columnista/item/13739-la-necesidad-de-formar-lectores

 Fuente de la Imagen: http://www.guiainfantil.com/articulos/educacion/lectura/ninos-lectores-nacen-o-se-hacen/

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Artículo: La contaminación ambiental se encuentra bajo la lupa

América del Sur/Argentina/Autora:Lilian Corra

Un reciente comunicado de la Organización Mundial de la Salud indica que pocos riesgos afectan tanto la salud como la contaminación del aire, por sí sola el riesgo ambiental más grave. Es responsable de 1 de cada 8 muertes y la causa de más del 80% de la mortalidad en  países con medianos y bajos ingresos.

La carga de enfermedad provocada por la contaminación es uno de los factores de riesgo más importantes para la salud pública. En las comunidades en situación de pobreza y en las poblaciones indígenas la carga ambiental de la enfermedad se duplica porque las situaciones de inequidad son evidentes, se vulnera el derecho a la salud y a un ambiente sano.  En este contexto, los niños, embarazadas y jóvenes en edad reproductiva son más vulnerables.

Cada año mueren 4.3 millones de personas debido a la exposición aire contaminado interior de las viviendas, y 3.7 millones por exposición a contaminantes del aire exterior.  La repercusión es mayor de lo pensado con gran impacto en las cardiopatías y accidentes cerebrovasculares además de las afecciones respiratorias (cáncer de pulmón, bronquitis, asma y otras).

Expuestos desde la concepción

Los niños están expuestos desde el momento mismo de su concepción, son afectados por la exposición de sus padres (¡y sus abuelos!), tienen tasa metabólica alta, coeficiente superficie corporal/volumen superior al del adulto y sistemas de desintoxicación inmaduros. Además no reconocen los peligros y no pueden evitarlos, lo que los predispone a sufrir más lesiones no intencionales (accidentes). Los efectos de la exposición temprana pueden expresarse en la adultez ya que los niños tienen más tiempo de vida para expresar la enfermedad.

La pérdida de la calidad de vida, la salud o de una vida joven provoca un profundo daño emocional y económico para la familia. Los niños no tienen voz política y tenemos la enorme e indeclinable responsabilidad de protegerlos y prevenir la exposición peligrosa a factores ambientales.

Preocupa de manera especial los efectos en la fertilidad (reproducción) y sobre el neuro-desarrollo, que se expresan como problemas de conducta, de las funciones intelectuales y el deterioro del coeficiente intelectual.

Tenemos todavía mucho que aprender sobre la exposición y forma de acción de las nano-partículas, sus efectos son aún imperceptibles. El que haya químicos en el ambiente con actividad hormonal (disruptor endocrino) o que sea tóxico para el neuro-desarrollo (inteligencia y conducta) y la fertilidad (reproducción) agrega también un peso importante al definir su carácter toxico.

La creciente evidencia sobre la carga ambiental de la enfermedad es abrumadora e indica la necesidad y urgencia de implementar acciones efectivas de intervención para proteger la salud y calidad de vida desde el sector de Salud Pública. La raíz ambiental de las enfermedades es causa «evitable” de daño, los efectos pueden ser «irreversibles” y los factores ambientales son «modificables”.

Relacionar los temas de salud y ambiente permite comprender la relevancia de la raíz ambiental de las enfermedades, identificar las fuentes ambientales de contaminantes o exposición.

Estrategias para el futuro

En las últimas décadas, de la mano de los nuevos conocimientos, su pueden actualizar y entender los nuevos escenarios, desarrollar herramientas para facilitar el proceso de toma de decisiones y diseñar estrategias para implementar intervenciones exitosas de protección de la salud.

Hoy sabemos sobre la especial vulnerabilidad durante el periodo de desarrollo, la relación entre la causa (exposición) y los efectos, sobre los determinantes ambientales de enfermedad y la toxicidad de los químicos presentes en el ambiente.

Urge fortalecer los recursos profesionales médicos y también de todos los sectores involucrados para incentivar la participación, promover la colaboración inclusiva intersectorial, mejorar el diagnostico del escenario en ambiente y salud, desarrollar políticas y estrategias adecuadas e implementar intervenciones efectivas para revertir la escalada de la carga ambiental de la enfermedad y proteger a los mas vulnerables y en riesgo.

La estrategia planteada por Ban Ki Moon, secretario general de Naciones Unidas («Estrategia Mundial para la Salud de la Mujer y el Niño) indica que: «Los determinantes ambientales de la enfermedad tienen una carga importante sobre la salud y calidad de vida, en especial jóvenes en edad reproductiva, embarazadas, niños y a lo largo de la vida. Los más vulnerables son los más afectados. Modificar los factores ambientales requiere de la colaboración multisectorial para intervenciones efectivas en Salud Publica. La identificación y colección de indicadores de salud actualizados facilitara la priorización de políticas e intervenciones”.

Acorde a la OMS: «Para tener una visión integral de los Objetivos de Desarrollo Sustentable es necesario un proceso participativo con un abordaje multi-disciplinario y multi-institucional. Hay expectativas en los puntos sobre accidentes de tránsito y contaminación porque los sectores que no son de salud deben liderar los cambios”.

Fuente: http://www.ecosdiariosweb.com.ar/analisis/2016/3/27/contaminacion-ambiental-encuentra-bajo-lupa-43531.html

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