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Por qué el modelo ‘multicultural’ norteamericano es una catástrofe política en Europa e Israel

Gadi Taub

Tan rutinario ha llegado a ser el uso de la palabra “multiculturalismo”, que ahora se invoca para describir cosas harto distintas. En alguno de sus uso populares, es meramente un sinónimo de pluralismo. No hay, huelga decirlo, problema ninguno con esta forma de presentar la perspectiva liberal-progresista democrática. Sin embargo, originariamente, el término refiere a algo mucho más drástico, a una criatura de la ideología posmoderna. Porque, en la medida en que el posmodernismo sostiene que no existe la verdad, el multiculturalismo asevera que todas las culturas están a la par y valen lo mismo. A sus propios ojos, la actitud multiculturalista no sería sino una ampliación de la democracia, una extensión de esta desde de los seres humanos hasta los valores. No bastaría con reconocer          que todos los seres humanos son iguales; la verdadera igualdad requeriría que respetáramos igualmente también todas sus culturas.

El sencillo argumento contiene una contradicción: acordar igual valor a las culturas puede tener por efecto el socavamiento de la igualdad entre humanos, y no sólo su expansión. Garantizar igual estatus a una cultura en la que las mujeres son propiedad de los hombres, o en la que se permite la esclavitud, no es extender la democracia. Pero a despecho de esa contradicción flagrante, la retórica multiculturalista ha llegado a arraigar en amplios segmentos de la elite occidental hasta convertirse en la piedra angular de la corrección política. Del “Otro” sólo puede hablarse en términos que (a oídos liberal-progresistas) sólo pueden ser positivos. En esta conversación, el Otro es usualmente percibido sólo como víctima y como santo.

Si escuchamos atentamente el discurso de los elementos progresistas en Europa sobre la cuestión de los refugiados, nos percataremos de lo profundamente arraigado que ha terminado por estar este discurso. Lo que a uno le está permitido decir es que los encuentros culturales son productivos, que la diversidad enriquece y que el contacto con la “otredad” expande nuestros horizontes.

Pero hay algo engañoso en esa celebración acrítica de la multiciplicidad. Habla de la “Otredad”, pero se niega a mirarla de frente; se declara partidario de la diversidad, pero presume de uniformidad. En otras palabras, es una forma de autoengaño. A pesar de su (confundente) nombre, la postura conocida como “multiculturalismo” se funda en un supuesto de monoculturalidad, y es a saber: que por debajo de todos los malentendidos, todos compartimos las mismas creencias liberal-progresistas básicas. Lo cierto es que el colorido mosaico que quienes abrazan esos enfoques crean en su mirada mental sólo funciona cuando no es en realidad tan colorido. O tal vez sea mejor decir que el mosaico sólo puede existir cuando todas las partes son ellas mismas entusiastas de los mosaicos, es decir, sólo cuando todos los elementos comparten la misma pasión por la multiplicidad y están igualmente encantadas con la diversidad.

Paradójicamente, cuando todo el mundo cree en la diversidad, la diversidad no existe realmente. Por debajo del superficial parloteo sobre la multiplicidad, lo que encontramos es el supuesto liberal-progresista de la unidad. Evidentemente, si todas las “culturas” fueran liberal-progresistas, no habría el menor problema con esta posición. Sin embargo, si una de ellas no lo es, esta posición no ofrece solución ninguna. El multiculturalismo, así pues, nos ofrece una solución sólo en el caso de que no tengamos un problema. Como en el resto de Occidente, en Israel compramos también este punto de vista errado, conforme al cual el liberalismo progresista presenta su unidad como multiplicidad: se lo compramos a los EEUU, bajo los auspicios de modas académicas que, aun vendidas bajo rótulos diversos, no dejan de guardar relación entre sí. Las más extendidas son el posmodernismo (las versiones que llegaron a destacar más tienen una impronta antes norteamericana que francesa), la teoría crítica (las versiones que llegaron a destacar más tienen una impronta antes norteamericana que marxista), los estudios culturales, los estudios de género, los estudios poscoloniales y otras modas académicas similares. Todas ellas están incardinadas en el liberalismo progresista norteamericano, y al comprarlas, hemos comprado también sin saberlo el liberalismo progresista norteamericano. Para los académicos norteamericanos, el liberalismo progresista es tan manifiestamente evidente, que su presencia, como el aire que respiramos, resulta transparente e intangible.

Dios es liberal-progresista

El liberalismo progresista norteamericano, que se desarrolló en el seno de una sociedad de migrantes, tuvo que lidiar desde el principio mismo con la cuestión de crear unidad a partir de la multiplicidad. Y encontró soluciones eficaces. También en Norteamérica el punto de vista multiculturalista entraña autoengaño. Pero, en su caso, el autoengaño fue beneficioso, asentadamente yuxtapuesto como estaba sobre el fundamento de un consenso profundo y de amplio alcance.

Las fuerzas asimilacionistas en Norteamérica son tremendas, y las presiones que esas fuerzas ejercen sobre las gentes para que se adapten son asimismo tremendas. Por varias vías, tanto de facto como de iure, la asimilación exige que los migrantes acepten los valores morales básicos del país: el individualismo, los derechos naturales, la igualdad de género, la democracia, el capitalismo y una concepción contractualista de la sociedad y de las relaciones humanas. Eso es condición necesaria para llegar a ser parte del sueño norteamericano. Si tú tienes otros sueños, Norteamérica no tardará en pulverizarlos y aventarlos eficientemente, no vaya a ser que pongan en peligro el consenso moral. Es verdad: la diversidad tiene un lugar bajo ese paraguas liberal-progresista, pero no fuera.

Uno de los más importantes progenitores de la fórmula norteamericana que con tanta eficacia transformó la multiplicidad en unidad fue Thomas Jefferson, quien redactó el Estatuto de Virginia para la Libertad Religiosa de 1786. Jefferson halló una vía de salida cuadrando el círculo mediante un desplazamiento de énfasis en los argumentos a favor de la libertad de religión. Huelga decir que no estaba sólo a la hora de creer en la libertad de religión. El grueso de los progresistas de su tiempo coincidían en que era malo para el Estado intervenir en las creencias religiosas de los ciudadanos. Pero los argumentos habituales pasaban generalmente por sostener que nadie tenía acceso directo a las intenciones divinas. En la medida en que también el Estado carecía de ese acceso, no debía decidir por nosotros qué creer. Ello es que Jefferson invirtió la fórmula. El Estatuto por él redactado se abre con esta rotunda declaración: “Dios ha creado la mente libre”. En otras palabras, la libertad de religión misma es un mandato divino. La razón que debemos avanzar no es falta de acceso a las intenciones de Dios, sino todo lo contrario: ahora sabríamos que Dios mismo es un progresista. Y así comenzó a santificarse la unidad a través del lenguaje de la multiplicidad.

La fórmula de Jefferson experimentó con el tiempo múltiples transformaciones. Pero la versión relevante para lo que aquí interesa es la que surgió del fracaso y derrota de la rebelión estudiantil de los años 60 del siglo pasado, que reflejó una seria decepción de los jóvenes norteamericanos con su país. Esa versión anduvo inextricablemente amalgamada al amargo sabor de esa decepción, y trajo entonces consigo el kitsch moral que convirtió la  autoflagelación en un fácil substituto teatral de la verdadera autocrítica.

La gran campaña y el kitsch moral sesantaiochesco en los EEUU

La revuelta de los 60 en los EEUU fue varias cosas muy distintas. Pero por unos momentos pareció como si todas las facciones convergieran en una protesta común contra un único adversario: “el sistema”. Se llegó a creer que el sistema –el establishment— genera varios tipos de males allí donde penetra: la discriminación contra los negros en el Sur, la guerra de Vietnam, el machismo, el tratamiento de los gays como pacientes psiquiátricos, la criminalización de la disidencia, etc. Todos esos males serían curados cuando las masas –el pueblo— se los sacudiera de encima. Y entonces, en vez del uniforme cemento gris de la opresión del establishment, florecerían mil flores, cada una con su propio color y a su propio modo. El movimiento estudiantil, el movimiento de derechos civiles, el feminismo, las manifestaciones de Stonewall de la comunidad gay y la protesta contra la guerra de Vietnam: todo formaba parte de la misma campaña. O eso parecía.

El primer revés serio y profundo experimentado por ese supuesto de partida llegó en 1966, cuando el movimiento de derechos civiles de Martin Luther King Jr. Quedó bajo el control de los partidarios del “poder negro” y del “orgullo negro”. Stokely Carmichael resultó elegido líder del Comité Estudiantil de Coordinación No-violenta (la rama juvenil del movimiento de King) e, inmediatamente, exigió que todos los blancos que lo habían apoyado fueran expulsados. Los Panteras Negras comenzaron a ocupar la primera fila, y Malcom X se convirtió en una celebridad. Mientras que King hablaba en nombre de los valores comunes y abrazaba la integración, la generación de líderes que le sucedió se rió de él como ejemplificación de un nuevo Tío Tom que se allanaba a l os caprichos del establishment con tal de resultar aceptable para los blancos. La integración misma se convirtió en algo peyorativo, en símbolo de la pérdida del autorrespeto y de la identidad. En vez de integración, los jóvenes líderes decían querer la segregación voluntaria, el orgullo de la propia identidad diferencial y una cultura separada.

Luego vinieron los choques entre los partidarios de los Panteras Negras y el movimiento feminista. En la última convención del movimiento estudiantil organizado –celebrada en 1969 en Chicago—, los Panteras Negras descalificaron a las feministas como “el poder de las mininas”. Furiosas, las mujeres se largaron.

La protesta contra la guerra en Vietnam tuvo una dinámica propia. En sus márgenes, se transformó en un apoyo incondicional al comunismo fanático del Vietnam del Norte. Algunos de los líderes del movimiento buscaban explícitamente, en efecto, la derrota del propio país, una posición que les costó el apoyo de los partidarios moderados de la paz. Poco después del fin de la década, los distintos tributarios de la revuelta parecían haber florecido en un sinnúmero de direcciones. Cada quien fue por su propio camino y se atuvo a su propia lucha. Por un tiempo.

En las dos décadas que siguieron, volvieron a reagruparse paulatinamente bajo los auspicios de la academia y bajo la bandera del posmodernismo. A partir del activismo social y político, el movimiento de protesta se convirtió en una teoría académica, y, en teoría, todas las luchas podían volver a verse como una sola lucha. El marco posmoderno, según se entendió en Norteamérica, podía volver a conjurarse en la magia jeffersoniana: todas las fes están en pie de igualdad, a condición de que acepten la igualdad de todas las fes. El pluralismo se convertía así en una fuerza unificadora. El Dios del nuevo discurso –eso parecía— era él mismo pluralista.

Por lo pronto, el nuevo espíritu posmodernista pareció tener un impacto diferenciado en los distintos veteranos de las luchas de los 60. Los participantes en las turbulentas manifestaciones contra la Guerra de Vietnam encontraron en Edward Said el oportuno adalid de su oposición al imperialismo y al colonialismo. De acuerdo con el historiador y crítico literario, las raíces del colonialismo y el imperialismo occidentales en todas sus encarnaciones descansan en el patrocinio del discurso occidental que “construye” a Occidente como un sujeto racional-científico y al Este, como un objeto primitivo de “nuestro” conocimiento. Así justificaríamos “nosotros” nuestro papel. Para quienes hubieran leído a Herbert Marcuse en los 60 y a Foucault en los 70, nada resultaba más fácilmente aceptable.

El feminismo de la época, que se hallaba en medio de una crisis propia, adoptó lo que sus partidarios llamaron inicialmente la “teoría de la perspectiva”. También el feminismo desplazó el peso del discurso para dar primacía al concepto de “género” (que ya había tenido su momento entre los enterados a fines de los 60). Como en el caso de Said, y conforme a esa posición, el conocimiento referido a la feminidad y la masculinidad habría sido producido por hombres desde la perspectiva masculina, razón por la cual estaría concebido para justificar la desigualdad existente. Y también como en el caso de Said, el discurso construiría al Hombre como sujeto y a la Mujer como el objeto.

Análogamente, la lucha de Stonewall Inn, en la que la comunidad gay exigía que la policía dejara de molestarlos, encontró una renovada expresión en la deconstrucción del discurso psiquiátrico y en la reencarnación en un nuevo campo académico escindido de los estudios de género: los estudios queer.

El movimiento de derechos civiles, la más antigua de las manifestaciones de rebelión de los 60, no tuvo problemas para adaptar el separatismo negro a la nueva terminología. El “discurso hegemónico” es “blanco”, y la manera de erradicar la opresión sería sacar a la cultura negra de su influencia. Los problemas sociales, políticos y económicos se reencarnaron en una discusión de identidades, culturas y discursos.

Una tras otra e imperceptiblemente, todas esas nociones convergieron, se identificaron unas con otras y empezaron a reconstruir, ladrillo a ladrillo, la vieja imagen de la lucha común contra el “sistema”. Este término fue substituido por otro nuevo –“discurso hegemónico”— en el que todos los grupos marginalizados, por lo mismo que eran sus víctimas, eran también socios en la lucha por su desmantelamiento. De esta forma, la diferenciada separación de cada movimiento terminó siendo la base definitoria de lo que todos tenían en común. El separatismo negro, la perspectiva feminista, la singularidad queer y la confianza en la autodeterminación del Tercer Mundo, todo se fundía en una sola visión con sólo fijar un adversario común y fantasear una estrategia de combate contra él.

La imagen del círculo central del monopolio hegemónico

Aunque la jerga se hinchó y las formulaciones derivaban en enredizos, la tesis misma era pegadiza y simple. El núcleo del nuevo paradigma es la idea de que el grupo dominante (definido, en remedo de Gramsci, como “hegemónico”) posee el monopolio de la fábrica de conocimiento. Ese grupo crearía el discurso que construye el mundo social al servicio de la continuación de su dominio. El discurso se presentaría a sí mismo como “universal”, pero eso no sería sino la manera de justificar su deseo de imponerse banderizamente a los demás.

Imaginen ustedes, si quieren, un círculo central que contiene al grupo hegemónico: varones tan blancos y europeos como rectos. Son quienes fabrican nuestro conocimiento, y ese conocimiento está concebido para justificar su estatus dominante. Ahora tracen ustedes círculos más pequeños fuera del círculo hegemónico principal, cada uno de los cuales representa a un grupo: mujeres, negros, gays y el Terecr Mundo. Bueno, pues ya tienen ustedes el formato de la concepción multicultural. Todos esos grupos necesitan asaltar al centro desde distintas direcciones, desmantelar su discurso y reemplazarlo por otro diferente, liberador y cuyo pluralismo contrasta con la uniformidad de la hegemonía.

Es un modelo de claridad cegadora. Es elegante y económico. Pero lo que gana en elegancia lo pierde en su incapacidad para iluminar la compleja realidad de los cruces culturales. Sin una multiplicidad de culturas, y cuando todas las culturas comparten un amplio y profundo consenso, como en el caso del liberalismo progresista norteamericano, los problemas saltan con menor frecuencia. Pero una vez se sale de los EEUU y se entra en ámbitos en los que ese consenso no existe –Europa, pongamos por caso, o la sociedad de inmigrantes que es Israel— el modelo se desploma a la primera de cambio. No hay razón para suponer –digámoslo con cautela— que la lucha de un migrante musulmán en Alemania para preservar su identidad frente al centro hegemónico lo convierte en un aliado natural de los gays alemanes que pugnan por el matrimonio del mismo sexo.

El aislamiento de los ultraortodoxos haredim en Israel frente a la hegemonía del discurso sionista no necesariamente promueve las aspiraciones de las mujeres haredim. Análogamente, la campaña de las mujeres egipcias contra la circuncisión femenina no necesariamente va de la mano de quienes buscan proteger la identidad egipcia contra las influencias occidentales. Porque, a despecho de todos esos modelos elegantemente simples, no todas las formas de opresión dimanan del “centro hegemónico”.

La confusión creada por el modelo multicultural puede llegar a observarse desde dentro de su propia pureza geométrica. Es analíticamente engañoso. Porque los grupos marginales que dibuja –mujeres, negros, indígenas, pueblos del Tercer Mundo, gays, etc.— no son grupos “separados”, sino categorías sociales intersectantes. El modelo no funciona, porque las categorías se solapan. Resulta que, sorprendentemente, hay mujeres que son negras, lesbianas que son árabes, haredims que son gays, y así todo. Por eso el modelo oculta un hecho palmariamente simple, y es a saber: que algunos tipos de opresión se generan en los márgenes. Pero los márgenes están fuera del alcance de la crítica, ni que decir tiene.

Lo cierto es que, así que hurgamos un poco en la jerga de la retórica multicultural, caemos inmediatamente en la cuenta del absurdo de su núcleo. Saturado como está por el espíritu del liberalismo progresista, de uno u otro modo viene a suponer que ese liberalismo no es lo suficientemente progresista, mientras que todos los adversarios del mismo, por una u otra razón, lo serían más que él. Así pues, no es tan sorprendente que, para ocultar tamaña contradicción, se precise de jerga tan superlativamente fosca.

Los Panteras Negras no eran feministas; Ho Chi Min no era uno de los Justos Entre Las Naciones; los rabinos del partido Sha no son defensores de los derechos de la comunidad gay; y el final de la ocupación israelí de la Franja de Gaza no convierte a Hamás en una organización amiga de los Derechos Humanos. El supuesto de que el pluralismo democrático y la libertad política han de dimanar necesariamente de los márgenes carece de todo fundamento en la realidad. El ilogismo admite una formulación sumaria: todo el modelo descansa en un kitsch moral que identifica victimización con justicia. Desgraciadamente, sin embargo, en el mundo real las víctimas no son necesariamente santos, y mucho menos santos liberal-progresistas.

Consciencia de élites

Pero el modelo multicultural no versa sobre la realidad; versa sobre la consciencia de las elites. Ignora el hecho de que, en una sociedad migrante, la multiplicidad es, por lo pronto, el problema, y no, por lo pronto, la solución. Porque una sociedad de este tipo necesita, para empezar, sentar los fundamentos comunes sin los cuales la solidaridad resultaría inviable, un escenario político congruente, imposible, e inconcebible un igual acceso a los recursos. Sólo luego de resolver eso puede empezar a tener sentido el disfrute de la multiplicidad. En contra de la impresión creada por su retórica, el multiculturalismo es una ideología generada en el centro, no en los márgenes.

En el actual clima de opinión, como es harto sabido, está terminantemente prohibido decir nada bueno sobre el melting pot del mestizaje israelí. Y en efecto, la institucionalización del mismo es susceptible de crítica. Pero debería recordarse que su otra cara es la igualdad, así como un sentido de pertenencia, y que ambas caras son interdependientes. Una común identidad significa solidaridad, responsabilidad común, destino compartido.

Mapai, el precursor del laborismo de izquierda en Israel, también puso por obra agresivas políticas a favor de la igualdad económica. En vivo contraste con eso, el ataque de los multiculturalistas al melting pot israelí es parte del espíritu neoliberal de la época de la sociedad de mercado. La “privatización de la identidad”, como ha llamado a estas tendencias el Dr. Daniel Gutwein, es el espejo cultural de la privatización económica, y el ataque al éthos común es un ataque al más importante baluarte con que cuenta la defensa de los débiles: la solidaridad generalizada.

El multiculturalismo representa, así pues, y en resolución, un ataque a la igualdad concreta, un ataque apenas camuflado tras la pantalla de humo de la igualdad simbólica. Publicita y vende la indiferencia como preocupación por el “Otro”, el narcisismo como empatía y las inquietudes de la consciencia de la elite como sentido imaginario de responsabilidad para con los márgenes de la sociedad.

 

Fuente : Publicado inicialmente en Sinpermiso /http://www.sinpermiso.info/textos/por-que-el-modelo-multicultural-norteamericano-es-una-catastrofe-politica-en-europa-e-israel

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Espacio libre y actor político

“No aceptes lo es habitual como algo natural, pues en tiempo de desorden sangriento, de confusión organizada de arbitrariedad consciente de humanidad deshumanizada, nada debe parecer natural, nada debe parecer imposible de cambiar”.

Bertolt Brecht

En la reunión del Consejo Internacional del FSM en Utrecht, Holanda, a finales de marzo de 2005, además de la evaluación del FSM 2005, se definió la Metodología del FSM 2006 policéntrico (Américas, África, Asia). Cada entidad indicó en qué “evento” del FSM quería y podría inscribirse y en qué temas. Cada evento tuvo su autonomía. El FSM policéntrico se constituye en un desafío innovador, la posibilidad de participar en un Foro más intercultural, simultáneo, en red internacionalizándose y facilitando la participación física a muchos más habitantes del planeta[1] y, sobre todo, a los sectores más pobres de la sociedad, que no tienen las condiciones financieras para trasladarse a regiones muy distantes.

 

 

 

 

 

 

Todo el proceso del FSM 2005 significó una gran innovación. Fue un encuentro inspirador. Inauguró un nuevo concepto, el de “Territorio Social Mundial”, que le da fuerza y raíces. Hay mucho en juego en este nuevo formato, más democrático, a pesar de que ha mostrado algunos problemas de infraestructura. Fue un encuentro abierto, organizado y autogestionado. El Mural de Propuestas fue otra idea innovadora, pero que debe ser perfeccionada. La idea de incluir a los “ejes transversales”, sin embargo, no funcionó en la práctica.

En relación al creciente proceso de autogestión, el Consejo Internacional consideró que el FSM 2005 fue un gran avance. No obstante, afirmo que el “FSM no está programado para ser un foro totalmente autogestionado”. Es necesario que haya algunas estructuras para que los grupos avancen en sus programas de acción. En una sociedad de mercado, la autogestión ayuda a que todos puedan contribuir, pero persisten “relaciones de poder y desigualdad”. La autogestión dejó un “vacío político” que permitió que los eventos Lula-Chávez, que formalmente no formaban parte del FSM, se convirtieran en los eventos con la mayor visibilidad. La clausura del FSM 2005 fue vacía. El CI sugirió que haya eventos co- organizados como alternativa.

La Comisión de Comunicación del CI ha insistido en privilegiar en su apoyo a los llamados medios alternativos, aunque estos medios no tienen mucho impacto en la opinión pública mundial. Y la razón es muy simple; según la Comisión de Comunicación, los medios alternativos “son aliados estratégicos en la construcción del FSM, ya que los vehículos y organizaciones que transmiten a través de ellos se identifican con los principios del Foro. También son profesionales y medios de comunicación que son seguidos muy de cerca por el FSM, y tienen más capacidad para dar una visión aproximada de lo que es el Foro. También son vehículos que le hablan directamente al público relacionado con la lucha por otro mundo posible, es decir, a las personas involucradas en el proceso del FSM, aunque no estén en la ciudad en que se está realizando”. Por estas razones, la Comisión de Comunicación considera que los medios alternativos son un “aliado estratégico del FSM” y, por eso, deberá continuar gozando de un tratamiento diferenciado dentro del proceso del FSM: “los vehículos y organizaciones que transmiten a través de los medios alternativos también son actores políticos de la lucha por otro mundo posible, en la práctica de la lucha por la democratización de la comunicación”. La Comisión de Comunicación lanzó el concepto de “cobertura compartida”, buscando una mayor cooperación entre organizaciones y vehículos de comunicación y la idea de una “plataforma de comunicación” del FSM.

Desde la primera edición del FSM, los foros se multiplicaron: tenemos el Foro Social Americano, el Foro Social Europeo, el Foro Social Asiático, el Foro Social Brasileño, el Foro Social Pan- Amazónico, el Foro Social Midwest, de los Estados Unidos, el Foro Social de las Américas, y los foros sectoriales de educación, cultura, información etc. Tenemos el Foro Mesoamericano de los Pueblos (San Salvador, 19 a 21 de julio de 2004), que reunió las conclusiones de una serie de foros sectoriales y temáticos (mujeres, campesinos, jóvenes, etc.) bajo el lema: “Construyendo el poder popular para la autodeterminación”. En este foro participaron 2 mil dirigentes de aproximadamente 600 organizaciones populares y sociales, y produjo una “declaración final”, innovando en relación a otros foros. El sexto y último Foro Mesoamericano de los Pueblos fue celebrado en San José de Costa Rica, en diciembre de 2005. Todavía nos falta la Cumbre de los Pueblos de América, la tercera que se realiza en Mar del Plata, Argentina, en noviembre de 2005. También falta el Encuentro Hemisférico de Lucha Contra el Alca. El cuarto Encuentro fue realizado en La Habana, Cuba, en abril de 2005.

Tenemos la Cumbre Continental de los Pueblos y Nacionalidades Indígenas de Abya Yala, el Foro Social Américas (el primero se celebró en Quito, Ecuador, del 25 al 30 de julio de 2004). En este último participaron 11 mil personas de 55 países de los cinco continentes: 926 organizaciones organizaron más de 450 eventos. Tenemos el Foro Social Europeo, el Foro Social Mundial de las Migraciones, el Foro Social Magrebí, en Marruecos; el Foro Social Holandés. El tercer Foro Social Europeo se realizó del 15 al 17 de octubre de 2004 en Londres, Inglaterra. Participaron 20 mil delegados provenientes de 70 países; 65 mil personas participaron en la marcha de clausura contra la invasión a Irak. Tenemos el Foro Social Chileno (19 al 21 de noviembre de 2004), el Foro Pan- Amazónico (el primero fue celebrado entre el 18 y el 22 de enero de 2005, en Manaos). Y muchos otros: en Paquistán, en Benín, en Mali, en Finlandia, en Australia. Tenemos el Foro Social Nordestino: el primero fue realizado del 24 al 27 de noviembre de 2004, en Recife, con 700 entidades de los nueve estados de la región y con la presencia de 5 mil delegados. Tenemos el Foro Social Caribeño, el Foro Social de Boston (EUA), el de Upsala (Suecia), el Foro Social de la Triple Frontera. Y además tenemos el Foro de Parlamentarios, el Foro de Autoridades Locales, el Foro de Jueces, el Planeta Femenino, el Tribunal de la Deuda, el World  Peace Forum… y muchos otros. La responsabilidad del Consejo Internacional del Foro Social Mundial está creciendo con cada nuevo foro.

 

– ¿Cómo pensar en todo esto de manera estratégica? ¿Cómo hacerle seguimiento a tanta creatividad?

– Lo nuevo nace de lo viejo, pero no nace con mucha rapidez, sin transición, sin conflictos. Todos creemos, como Cândido Grzybowski  (2001, p. 24 e 33) que “en Porto Alegre nació algo nuevo”, pero su eficacia para cambiar al mundo está siendo puesta a prueba. Afortunadamente, una nueva iniciativa parece tomar fuerza en el interior del proceso del FSM, surgida a partir de la necesidad de dar secuencia al “Mural de Propuestas”, lanzado durante el FSM 2005, y que contó con la participación del Instituto Paulo Freire.

El FSM todavía está muy centrado en eventos, y estos eventos todavía están muy centrados en personas famosas, en personalidades “occidentales”, en busca de visibilidad mediática, muchas veces hablando más para agradar al público que para responder a los desafíos urgentes expuestos por los movimientos. Los eventos del FSM todavía son mucho más frecuentados por las clases medias que por aquellos que más los necesitan (77% de los inscritos en el FSM 2005 tienen un grado de instrucción superior o lo estaban cursando). Todo esto preocupa mucho al Consejo Internacional del FSM.

  • ¿Dónde está lo viejo en el FSM?

– Sin duda está en lo que ya se ha expuesto, pero también está en su interior. Está también en la insistencia de algunos en considerar al FSM como un anti-Davos. El movimiento anti-Davos existía antes del FSM, pero, por medio de él, no se llegaría al proyecto original del FSM. Nos quedaríamos en el anti-Davos[2].

– ¿Dónde está lo novedoso del FSM?

– Ciertamente no está en su referencia a Davos. ¿Dónde está la fuerza del FSM? Responde Cândido Grzybowski: “la gran fuerza del Foro Social Mundial reside en aquello que lleva consigo como novedad. Se trata de una iniciativa de la emergente sociedad civil planetaria. Su objetivo es valorizar las prácticas de lucha y de participación  ciudadana  en  las  diferentes  sociedades,  y  pretende darle una dimensión mundial a las propuestas que manan de ellas” (Idem, p. 19). El anti-Davos podría ser una referencia inicial de los medios de comunicación, pero no puede seguir siendo parte de la construcción original del FSM.

Uno de los debates más significativos del Consejo Internacional reunido durante la realización de la quinta edición del FSM en 2005, fue la preocupación por dar respuestas más eficaces al mundo globalizado. Uno de los documentos presentados por la Secretaría Internacional – Sección Brasil – insistía en que “para que las ideas debatidas y las propuestas formuladas en nuestros encuentros lleven efectivamente a esos resultados, será necesario perfeccionar aún más la metodología, para que las propuestas resulten de articulaciones hechas antes de dichos encuentros y para asegurar su continuidad en múltiples acciones comunes”. En este sentido, las concentraciones de 2005 fueron significativas, una conquista política que llegó para quedarse. Estas permitieron valorizar la diversidad y la no jerarquización de las causas, luchas y sujetos sociales[3]. El lanzamiento, durante los foros, de campañas a largo plazo parece inevitable  de aquí en adelante,  para hacer más efectiva la acción política global del FSM. Y para darle continuidad a esas acciones, el Mapa para la construcción de otro mundo posible se hace indispensable como sistema permanente de auto-información, dando a conocer las campañas globales e involucrando a un número creciente de participantes en el FSM, más allá de sus eventos.

En la reunión del Consejo Internacional del FSM en Utrecht, se discutió la estrategia para poner en práctica las numerosas sugerencias enviadas al Mural de Propuestas en el FSM 2005[4]. El tema central propuesto por el CI hace referencia al “uso” posterior de las propuestas. No hay claridad en este sentido. ¿Es un banco de propuestas para que la gente sepa qué pasó en el Foro? ¿Es  un espacio de articulación de organizaciones en torno a propuestas comunes?

Para iniciar una posible respuesta a estos asuntos, el CI aprobó una propuesta para la creación de un Mapa para la construcción de otro mundo posible, presentado por la Secretaría Internacional – Brasil, como proyecto para la comunicación permanente y autogestionada entre los que participan en el FSM con un “sistema avanzado de búsqueda”. Este mapa posibilitará el proceso permanente a distancia del FSM, buscando responder al desafío global de construir otro mundo posible, equilibrando el principio, por una parte, de la máxima autogestión participativa posible, y, por la otra, de la máxima eficiencia política transformadora posible. Este mapa puede generar una ganancia “política”, por la intercomunicación sobre el proceso del FSM, una ganancia “comunicativa”, abriendo a todas las comunidades la posibilidad de mostrar sus iniciativas, y una ganancia “técnica”, posibilitando la creación de una gran base de datos, como parte de la lucha permanente y continua por la construcción de otro mundo posible, y con datos sobre cómo el mismo puede alcanzarse.

El principio básico del mapa es la autoinformación. Las mismas organizaciones que participan en el FSM inscriben sus iniciativas: “una tarjeta electrónica de identidad, que puede ser llenada y modificada en cualquier momento (mediante una clave), permitirá informar sobre cuatro temas: 1) identidad de la organización; 2) acciones permanentes que desarrolla por un mundo nuevo; 3) actividades que pretende realizar en los próximos Foros Sociales, regionales, nacionales, temáticos, etc.; 4) iniciativas de su agenda que quiere compartir con los demás participantes del mundo FSM”. La búsqueda estaría abierta a todos, pero el suministro de informaciones sólo estará permitido a los participantes de los FSM. Según Antonio Martins, de la Secretaría Internacional del FSM, este sistema de comunicación permanente respeta al pie de la letra los principios de auto-organización y de no jerarquización de las actividades e iniciativas del FSM y, al mismo tiempo, estimula la intercomunicación y la articulación entre los actores del Foro. El Mapa para la construcción de otro mundo posible, además de ser un instrumento de información, es un instrumento de formación y de lucha. Puede representar un gran avance si logra unir la inteligencia colectiva[5] con la voluntad política colectiva de cambiar en el Foro o el Foro. No basta con ser anti-Davos. Es necesario crear las condiciones para viabilizar las propuestas de los movimientos, organizaciones y entidades que participan en el FSM. Tenemos que organizar la confrontación. Ya todos sabemos lo que está equivocado y lo que se debe hacer. La acción articulada, con fuerza política transformadora, es necesaria desde ya. Ya dimos bastantes discursos. Ya celebramos bastante nuestra diversidad y nuestra fuerza social. Ya denunciamos a los medios de comunicación por ser espejos de imágenes distorsionadas y denunciamos a la burguesía corrompida por el poder económico. Nos regodeamos sobre las elites insensibles, insaciables, insensatas. Denunciamos a la violencia. Y, ¿ahora?

No podemos quedarnos a la defensiva. Si el FSM, aunque Foro, es decir, aunque se trata de un espacio abierto y organizado, no puede tener un programa concreto para no convertirse en un partido, puede propiciar, facilitar más, un gran espacio organizado, articulado e institucional de luchas por la liberación. La esperanza está sobre todo en los jóvenes que constituyen casi la mitad de los participantes de los eventos del FSM (en la edición de 2005, 44% de los participantes eran estudiantes). Por tanto, se trata de crear una Red Altermundista, referencia para otro mundo posible, basado en los jóvenes, interconectando y articulando acciones y programas, trabajando en red de redes, produciendo cambios las 24 horas del día, sin parar, reconstruyendo el mundo, como un movimiento perpetuo, demostrando on-line lo que cada uno está haciendo por “otro mundo posible” en todos los campos: en la educación, en la economía, en la política, en la cultura, en el medio ambiente… interconectando espacios temáticos de los jóvenes, de las mujeres, de los sin tierra, de los esclavizados, de los negros, de los ambientalistas, de los campesinos, de los jueces, de los empresarios, de los artesanos, de los comerciantes, de los niños, de los parlamentarios, de los educadores, de las autoridades locales, de lo audiovisual, de la comunicación, de la cultura.

Hasta ahora hemos hecho bien lo que sabíamos hacer: buenos y grandes eventos. Tenemos mucha experiencia en eso. Pero no hicimos bien lo que realmente es nuevo: el proceso del Foro. “En mi opinión”, dice Boaventura de Souza Santos (2005, p. 36), “el FSM será cada vez menos un evento o conjunto de eventos, para pasar a ser cada vez más un proceso basado en el trabajo de articulación, de reflexión y de planificación dominada por acciones colectivas llevadas a cabo por las diferentes organizaciones y movimientos que integran el FSM”. Para él, la novedad política del FSM consiste en su “cultura organizacional”, que no tiene un líder y que rechaza las jerarquías. El futuro del FSM dependerá cada vez más del uso que haga de la internet para visibilizar la “novedad política” de la cual es portador. Las redes colaborativas del FSM, posibilitadas por la internet, se constituyen en la respuesta que el Foro le puede dar a la globalización jerarquizada y opresiva neoliberal.

El FSM es un éxito, pero, después de seis años de existencia, algunas cosas tienen que cambiar. El problema es saber lo que debe y puede cambiar, sin descaracterizar su misión original. El FSM como espacio libre, crítico y auto-organizado, es un éxito. No creo que debamos cambiar algo exitoso para aventurarnos con propuestas dudosas. Entretanto, debemos reconocer que, si bien avanzamos en el campo de los eventos, no tuvimos el mismo éxito en lo que se refiere al proceso. Algunos dicen que nuestros eventos son folklóricos, un “festival de ideologías” (Lula), y eso no tiene nada de malo. Muy por el contrario. Ser un festival de ideologías en una época de pocas utopías es una señal positiva. El folklore tiene raíces populares. Es mejor el folklore que la espectacularización mediática política vacía, puramente emocional y coyuntural.

Esto no significa que el Foro sea una plaza pública neutral. El Foro se constituye en un espacio abierto para los fines específicos para los cuales fue creado y están constituidos en su Carta de Principios. El espacio del Foro no es un espacio libre de reglas, las mismas están claras en la Carta de Principios. Para esto no necesita tener una estructura piramidal de mando y subordinación, pero sí una estructura democrática y participativa. El FSM debe seguir siendo un espacio abierto, con la condición, como sostiene Immanuel Wallerstein (2004), de que “asegure, por su parte, que el FSM se transforme en un espacio institucional de encuentro de alianzas múltiples entre distintas actividades políticas”.

 

5.1. ¿Cómo hacer del FSM algo más que la contrapartida de Davos?

 

Todo el mundo dice que el FSM debe ser perfeccionado, que debe convertirse en un foro efectivamente “mundial”, que debe tomar iniciativas conjuntas. Después de seis años de experiencia, ante el desgaste natural del formato actual, esto está provocando tensiones, como vimos en el Foro de Caracas, principalmente dentro del CI. Hay propuestas de alteración de la estructura organizativa y de su funcionamiento, así como para la adopción de un calendario de actividades oficiales a lo largo del año. Para muchos, los megaeventos no pueden limitarse a encuentros de debates, e incluso llegan a proponer que el FSM se convierta en el embrión de una “Asamblea de toda la humanidad”, de la sociedad civil global, como propone Ignácio Ramonet, del Consejo Internacional, contraponiéndose  a la Organización de las Naciones Unidas, que concentra estados y gobiernos. No hay consenso en cuanto a esta propuesta. Ramonet sostiene que, desde enero de 2005, el formato inicial del FSM se agotó. Para él, el FSM tiene que ser un actor político colectivo, alternativo a las políticas neoliberales, a falta del cual “el FSM corre el riesgo de despolitizarse y de folklorizarse, de convertirse en una especie de Feria Internacional de asociaciones, un Salón Mundial de la sociedad civil” (Ramonet, 2005).

Como evento, el FSM es un espacio más apropiado para el de- bate y el aprendizaje de una nueva cultura política, al mismo tiempo que el FSM, como proceso, es un espacio más apropiado para la acción. Estos necesitan coexistir de manera complementaria en lugar de antagónica. No son excluyentes.

Es necesario considerar que existen diversos conceptos de “espacio”, y no sólo el que estamos construyendo actualmente en el Foro. La noción de espacio no es homogénea. Existen espacios concebidos simplemente como una plaza abierta y libre, por la que cualquiera puede andar, sin ningún tipo de organización, sin ningún propósito. Hasta una feria o un mercado libre, en una plaza pública, tiene una organización para alcanzar determinados fines. El espacio del FSM no pretende ser una feria ideológica. Tiene finalidades definidas en su Carta de Principios. Aunque libre y auto-organizado, el espacio del FSM puede ser estructurado de diversas maneras. Como insiste Wallerstein, puede ser organizado para construir agendas comunes, para construir articulaciones y proyectos comunes, impulsados por una nueva lógica, por su fuerza congregadora, como actor político nuevo. Puede constituirse en un espacio que reúne a todos y a todas para pensar, programar, planear y actuar en busca de la soñada ciudadanía planetaria.

Para Cândido Grzybowski (2006, p. 30-31), el FSM es un “pedazo de tierra lleno de obras de la ciudadanía mundial”, pero, según él, el FSM todavía no ha creado “alternativas estructurantes ante la globalización dominante. Esta es una tarea colectiva de larga duración”. El FSM es un espacio abierto a la diversidad que nos caracteriza, por sobre todas las cosas, como seres humanos. La diversidad es la gran riqueza de la humanidad. Pero no puede ser sólo eso. También es el espacio para la formación de nuevas alianzas, de nuevas redes, de la formación de campañas, en fin, el espacio de estructuración de alternativas.

El FSM, aunque no es un movimiento político, trabaja por una nueva manera de hacer política y, por eso, se pregunta: ¿cómo actuar políticamente  sin imponer lógicas centralizadoras de definición de políticas? ¿Cómo convertir al FSM en un foro más eficaz y construir plataformas comunes, respetando la diversidad de posturas políticas, métodos de trabajo y la autonomía de cada movimiento? ¿Cómo construir la convergencia en la diversidad? ¿Cómo transformar el mundo sin tomar el poder?

Muchos sostienen que el FSM en sí no tiene capacidad de intervención porque no puede tener planes de acción como espacio abierto, pero sí puede ser un actor político de carácter nuevo, dando poder a planes de acción y plataformas de movimientos y ONGs, fortaleciendo a la ciudadanía planetaria. A su modo, sí puede ser un gran actor político, facilitando la construcción de redes, movimientos, campañas, promoviendo movilizaciones…  porque no puede ser sólo un espacio de debate. Se fortalecerá en la medida en que los pueblos – las “multitudes”, como dicen Negri y Hardt – vean resultados concretos de su acción y se debilitará en la medida en que sólo el discurso prevalezca sobre la praxis. Tenemos que cambiar al mundo aunque tengamos que pasar algún tiempo discutiendo cómo.

El “Llamamiento de Bamako” hace referencia a un nuevo sujeto popular histórico. En el capítulo de Bamako del FSM 2006, se retomaron algunos principios del “Manifiesto” lanzado en Porto Alegre. Se presentaron algunas “propuestas para la acción inmediata”. Bamako dio un paso al frente en la construcción del FSM como un sujeto político, para “pasar de la conciencia colectiva a la construcción de actores colectivos, populares, plurales y multipolares” en el sentido de “identificar temas precisos para for- mular estrategias”. Entre los temas expuestos está el de la “construcción de un frente unido de los trabajadores”, lo que recuerda las viejas tácticas de las “internacionales” socialistas.

– ¿Bamako estaría avanzando o retrocediendo?

– En comentario sobre el documento de Bamako, Francisco Whitaker reafirma el respeto a la autonomía de la sociedad civil – que amenaza la hegemonía de los partidos como actores políticos – la cual “pretende hacer cosas sin tomar el poder” (2006). Vuelve a criticar la concepción según la cual “toda lucha política tiene que contar con direcciones o vanguardias que movilicen a los militantes y que los dirijan en la acción”, y expone el peligro de la división que marcó la historia de las izquierdas[6], entre los llamados “intelectuales” invitados a conferencias y debates – “que se ponen como dirigentes y orientadores de los Foros” – y la llamada Asamblea de los Movimientos Sociales, que propone que “su” documento “sea asumido como el del Foro como un todo”. El FSM se haya frente a un desafío que viene de arriba y otro que viene de abajo. Whitaker sostiene que el desafío mayor está siendo presentado por la Asamblea de los Movimientos Sociales, que pretende “hegemonizar los Foros, para convertirse en la principal articulación nacida de ellos”. Y concluye: “es como si quisiera secuestrar los Foros para la realización de los objetivos de los movimientos que la componen”.

El alerta de Whitaker es en relación al riesgo de perjudicar uno de los pilares del FSM que es el respeto a la diversidad. La unidad – otro de los pilares del FSM – puede y debe ser afectada por la “convicción militante” y no por la disputa interna o por “comandos unificados”. Es en este punto que veo la importancia de educar para otro mundo posible. Es decir, formar para una nueva cultura política que coloque la “lógica de escuchar” por encima de la “lógica de la disputa”, como sostiene Whitaker.

José Maria Gómez (2005, p. 172-5), profesor de la Universidad Católica de Río de Janeiro, preocupado por repensar el formato del FSM, dice que sería conveniente “neutralizar algunas tentaciones reduccionistas” que descaracterizan al Foro: la primera sería la de “tender a limitarlo a los encuentros anuales y fijarlo en el tiempo a las condiciones de origen”. La segunda sería la tendencia a “concentrar el análisis exclusivamente en el FSM, disociándolo por un lado de los movimientos sociales, ONGs, redes de activistas transnacionales y numerosos colectivos políticos y sociales que en él participan y que componen el movimiento altermundialista”. La tercera consiste en la tendencia a “reducir la multiplicidad y la superposición de segregaciones y tensiones políticas e ideológicas que atraviesan al ‘movimiento de movimientos’ y los diversos niveles  de construcción y funcionamiento del FMS, a uno o a algunos de ellos”.

Las observaciones de Whitaker y Gómez nos indican la necesidad de avanzar en el debate estratégico y organizacional del FSM. El riesgo de una división, expuesto por Whitaker, puede profundizarse si no tenemos las condiciones prácticas y teóricas para examinar cuidadosamente el formato original del FSM[7]. La impotencia política es nuestro mayor temor, y sólo seremos fuertes políticamente si permanecemos juntos, reafirmando la gran novedad del FSM, que es su metodología y su carácter inclusivos, muy diferente de las utopías que emergieron en el siglo XIX, tanto en lo que se refiere a la estrategia política, como en lo referente al sujeto histórico de cambio y al modelo de sociedad.

Para eso, sustenta José Maria Gómez, el FSM no puede quedar atrapado entre las categorías convencionales de las ciencias sociales. Él defiende para el FSM el modelo analítico y epistemológico de Boaventura de Souza Santos (2003), que expone dos tipos ideales y complementarios de interpretación: el de la “sociología de las ausencias” y el de la “sociología de las emergencias”. La interpretación de la sociología de las ausencias rechaza la visión monocultural que sobrevalora lo “científico”, lo “avanzado”, lo “superior”, lo “global”, lo “productivo”, en detrimento del llamado conocimiento del “ignorante”, del “residual”, del “inferior”, del “local”, de lo “no productivo”. Paralelamente y contraponiéndose a la monocultura dominante, la sociología de las emergencias busca en la visibilización de lo que la monocultura desprecia las alternativas de futuros posibles de la alterglobalización. El FSM estaría exactamente partiendo de que la cultura dominante desvaloriza para construir sus alternativas, evocando la horizontalidad, la diversidad y la multiplicidad de experiencias sociales despreciadas por los criterios hegemónicos de racionalidad y de eficiencia capitalista.

Aunque existe una percepción generalizada de que el formato vigente del FSM debe ser revisado, para permitir la profundización de la democracia interna y haciéndose más inclusivo y representativo, todavía muchos rechazan cualquier propuesta que implique deliberar y llevar adelante acciones comunes en nombre del Foro, sosteniendo que eso generaría todavía más tensiones y se correría el riesgo de la instrumentalización partidaria (cf. Whitaker, 2003). En contraposición, algunos sostienen que sería posible crear, en el interior del FSM, “estructuras ad hoc” que funcionarían “fuera de los Foros”, con la posibilidad de promover consensos mínimos y defender plataformas que, en el formato actual, el FSM no podría tener (cf. Cassen, 2004).

Después de Bamako, Caracas y Karashi, el debate sobre el formato del Foro ya ha producido diversas reflexiones, entre las cuales se cuenta la de Irene León, del Consejo Internacional. Para ella, “el Foro puede ser lo que ya es, además de muchas otras cosas, todas importantes, todas transcendentes. Pero insistimos en que su desafío central consiste en el encaminamiento del principal propósito de su convocatoria: la resistencia a la globalización neoliberal, que no podrá ser lograda fácilmente por medio de una ‘feria de alternativas’, ni por medio de una gran mesa de debates, ni de la convocatoria a movilizaciones desconectadas entre sí, ni de experiencias metodológicas para el buen encaminamiento del Foro- evento, cuya cristalización no está desvinculada de las relaciones económicas y de poder intraforo. Mientras esto sucede, el modelo neoliberal puede continuar su consolidación tranquilamente” (León, 2006b, p. 13). Lo peor que podría pasar es que nos quedáramos debatiendo y que dejáramos en paz al enemigo.

Hace ya más de dos años que el Consejo Internacional está preocupado por la pérdida de fuerza e impacto del FSM. Una reducción del impacto ligada a su formato inicial, según algunos. Tenemos que incidir en la política, en las instituciones, en el mundo real, para que ese otro mundo sea realmente posible. Pero, ¿cómo construimos caminos para la implementación de las propuestas de cambios con el formato actual? Saber cómo intervenir en el mundo real sigue siendo el gran desafío del FSM.[8]

 

5.2. ¿El formato original del FSM está realmente agotado?

 

Queda claro que lo que se agotó fue la protesta pura, el antiglobalismo sin propuestas, el antiglobalismo sin la alterglobalización. No basta con protestar, ni tampoco es suficiente celebrar la diversidad de nuestras agendas en el interior del Foro. No basta con discutir utopías. Es preciso saber lo que estamos haciendo para ponerlas en práctica. Es preciso proponer con decisión y actuar en consecuencia, movilizarse permanentemente, estimular el surgimiento de nuevas iniciativas, organizaciones, participaciones, etc. Lo que se agotó fue el anti-Davos.

Para superar esa fase, en 2005 fue instituido el Mural de Propuestas de Acción, que aún no ha tenido la eficacia que deseábamos al momento de su creación. Todavía no hemos logrado crear los instrumentos prácticos que nos permitan el diálogo permanente, un sistema de comunicación que funcione independientemente de los eventos del Foro.

Además del Foro como evento y como proceso, debería existir el Foro on-line. Todavía no utilizamos toda la fuerza política que representa el ciberespacio. Cuando pensamos en espacio, siempre pensamos en una plaza, en un espacio físico, en un territorio geográfico. Tenemos que involucrarnos más con el espacio virtual. Daremos un salto cualitativo en el FSM cuando estemos conectados permanentemente en acciones globales simultáneas, alimentando el proceso. Los Foros-eventos ya no serían la actividad principal del FSM, tendrían un peso mucho menor y servirían, sobre todo, para impulsar al Foro como proceso. Avanzaríamos mucho más rápidamente. Debemos acostumbrarnos a trabajar a distancia. Es probable  que no logremos cambiar al mundo presencialmente, es mucho más probable que logremos ir cambiando al mundo virtualmente, a distancia, “conectados” en nuestras diversidades. Cambiar al mundo tiene un alto precio y ese precio será aún más alto si intentamos hacerlo presencialmente. Preguntar cuánto cuesta cambiar al mundo no es ser capitalista, porque no se trata sólo de recursos financieros. Se trata de trabajo, de nuestro tiempo, que es nuestra riqueza, nuestro capital disponible. ¡Cambiar al mundo da trabajo!

El FSM se convirtió en un símbolo de la esperanza colectiva y de la expresión más visible de la sociedad civil global. Nuestra fuerza política está en el capital de esperanza que acumulamos y en nuestra capacidad para movilizar a la sociedad civil global. Sin embargo, todavía no hemos sabido utilizar toda nuestra capacidad de cambio. Nos falta acción política realmente nueva. Sabemos lo que tenemos que cambiar, pero tenemos poca capacidad para decir cómo cambiar. El FSM puede ser simultáneamente  un facilitador de la acción de las ONGs y movimientos que en él participan, y un actor político, él mismo, sin renunciar a su Carta de Principios. Será en la práctica transformadora que superará el dilema que se presenta hoy: ser una cosa u otra. Para eso, tiene que trabajar más la relación entre ONGs y movimientos y trabajar mejor su relación con gobiernos y partidos políticos.

Puede que el FSM haya perdido la fuerza de la novedad, pero ganó en extensión, en expansión, multiplicándose en innumerables foros locales, regionales, nacionales. En este, no perdimos fuerza. El FSM no perdió fuerza como facilitador. Tal vez hayamos perdido visibilidad, lo que nos ayudará a construir el proceso con menos vigilancia de las fuerzas que queremos combatir. Creamos mucho impacto en los medios de comunicación, pero, ¿es eso lo que queremos? ¿Cambiar al mundo a través de los medios de comunicación? ¿Qué es lo que realmente queremos transformar?

Tener o no tener una agenda política global: ¡esa es el dilema! Y si asumimos una agenda política global, se presenta el segundo dilema: ¿quién la va a asumir y cómo será la gobernabilidad de esa agenda? ¿Con qué instrumentos, con qué dirección política? Dependiendo de la respuesta a esas preguntas, podrá faltar un pequeño paso para caer en una nueva internacional: ¡de la internacional comunista a la internacional altermundista! Y, ¿cuántos de los que hoy se suman al proceso del FSM quedarán fuera? ¿Sofocaríamos a la ciudadanía y substituiríamos la voz de millones de personas, movimientos y organizaciones por una militancia profesionalizada, “representantes” de la sociedad civil global? Si eso sucediera, perderíamos nuestro proyecto original.

Definitivamente, no debemos ahorrar imaginación y debemos escuchar, con paciencia, para inventar nuevos modos de hacer política. Lo que está en juego es si el FSM en efecto va a asumir una nueva cultura política, si va a aprender a hacer política de otra manera, o si va a repetir la historia de fracasos de los viejos paradigmas. Los paradigmas no surgen de manera repentina, requieren tiempo, dedicación, paciencia, mucho trabajo. Todo eso lo tenemos. Por eso tenemos la seguridad de que vamos a superar el impase actual, porque lo esencial ya lo tenemos: tenemos fe en que es posible cambiar al mundo. Esa fe es la que nos debe guiar. Esa fe es la que alimenta nuestros sueños, nuestras utopías. Debemos seguir creyendo que la multitud es la que debe dirigir al proceso; debemos seguir confiando en nuestra capacidad para superar nuestras dificultades y para mantenernos firmes en la Carta de Principios que establece que nadie representa al FSM y que nadie habla en su nombre. ¡No existe una forma de dirección que substituya a la ciudadanía global! ¡Sí a escuchar, a la transparencia, al compañerismo y a la solidaridad! ¡Sí a la ciudadanía planetaria!

Es muy difícil prever qué pasará con el FSM en los próximos años. Estamos construyendo algo nuevo, imprevisible, pero el creciente descontento en relación al formato político inicial nos está indicando la necesidad de pensar de manera más estratégica. Tanto en Bamako como en Caracas, muchos participantes pedían más acción. El FSM tiene un potencial educativo, organizativo y de movilización que todavía no ha sido suficientemente trabajado. El mismo puede ser estructurado de mejor manera para la articulación; puede involucrase más en luchas mundiales, como un gran actor altermundista. Se trata de cambiar al mundo. Después de Bamako y Caracas ya no es posible avanzar en un proceso sin una agenda global de luchas. En 2003, el llamado del FSM contra la guerra fue un gran éxito. Debemos continuar con otros llamados sin substituir iniciativas ya existentes en el propio Foro. El FSM no debe superponerse, en su agenda, a las agendas y plataformas[9] de los movimientos y ONGs. En esta agenda política global no será necesario trabajar con la idea del socialismo, pero se dejará claro que se trata de dejar atrás al capitalismo como modo de producción y reproducción de nuestra existencia en el planeta. El neoliberalismo no es más que la forma actual del capitalismo. Como sostiene François Houtart, hoy en día se trata de oponerse frontalmente al control militar del planeta por parte de los Estados Unidos, de oponerse a la política belicista de Washington, luchando por el desmantelamiento de todas las bases militares en el extranjero y por la total destrucción de todos los armamentos nucleares. Es necesario concretar la alterglobalização.

El Foro debe tener una agenda propia, inclusive para continuar como espacio libre y auto-organizado, como principal actor que ya es del movimiento global de la altermundialización. Una cosa no impide la otra, al contrario, una cosa necesita de la otra, la una complementa a la otra: los eventos son el espacio privilegiado de la auto-organización  y la agenda consolida el proceso altermundista.

Esa es también la posición de Immanuel Wallerstein (2004), para lo cual “lo que determinará la capacidad del espacio abierto para servir al objetivo de transformar al mundo en un sentido más democrático e igualitario es la manera en la que FSM puede desarrollar mecanismos para conciliar un espacio abierto y una actividad política real y concreta (…). Personalmente creo que la clave para una solución está en promover y crear un espacio institucional para múltiples alianzas y actividades políticas en el FSM, sin hacer que ninguna de las actividades sea propia del FSM. El espacio abierto debería servir no sólo para el intercambio de puntos de vista y el análisis de los participantes, sino también para el intercambio concerniente a la efectividad de los resultados de los modos alternativos de acción política en el sistema-mundo”.

Lo que se debe evitar es el peligro de querer convertir al FSM en un “sujeto único”. Eso ya lo vimos cuando pensábamos que la clase obrera era considerada “sujeto único” de la historia de la transformación[10]. Convertir al FSM en sujeto colectivo de la revolución haría que perdiera su gran riqueza que es la diversidad. Muchos no se sentirían representados y desacreditarían al Foro. Debemos mantener la radicalidad de la diversidad, sin jerarquizar las luchas: la lucha anti-imperialista es tan radical como la lucha feminista, la homosexual o la lucha contra la dominación machista. El peligro de una agenda de luchas es la jerarquización, pero ese peligro no debe servir de coartada para la inmovilidad.

Ante este escenario, Roberto Sávio, presidente de la Agencia Inter Press Service (IPS) y miembro del Consejo Internacional, distingue tres corrientes en el interior del FSM. La primera, de los que dicen que el Foro les resulta muy simpático, pero “estamos tan ocupados en la lucha por los cambios que no podemos reunirnos todos los años”. La segunda, de los que sostienen que el Foro es un espacio abierto para que cada quien pueda organizarse de la manera que mejor le parezca: en el Foro no habría lugar para la acción política. Finalmente está la corriente de los que piensan que el Foro debe actualizarse introduciendo un espacio de trabajo propositivo, y que sea una referencia para todos. Según Immanuel Wallerstein (2004) habría un grupo más, el que “considera que el FSM debe intentar un diálogo con el Foro Económico Mundial (FEM) y con varias otras instituciones internacionales (FMI, Banco Mundial, OMC) sobre programas específicos que alivien, de alguna manera, el sufrimiento (del SIDA, por ejemplo), que mejoren las perspectivas del supuesto desarrollo sostenible y eliminen la pobreza”.

No está resultando fácil ubicarse dentro de estas tendencias tan diversas. Si continuamos con el criterio de sólo asumir una posición por consenso, es probable que el FSM continúe como está, profundizando más su metodología. Ciertamente, el FSM no será un actor político en el sentido partidario del término. Continuará siendo instrumento, medio, de la sociedad civil planetaria. Esta sí se constituye en el nuevo actor político, como defiende Francisco Whitaker. La sociedad organizada es la que cambiará al mundo, no el Foro. Dentro de esta perspectiva está claro que la metodología adquiere un papel determinante. La tesis de que el FSM es un facilitador de la sociedad civil está ganando cada vez más fuerza, pero no responde a aquellos que demandan más acción política.

Yo me pregunto si el dilema “ser espacio o ser actor político” no es un falso dilema que podría ser resuelto en la práctica. Ser actor, ser facilitador: ¿cuál es la diferencia fundamental? Dentro del FSM, los movimientos se organizan, hacen contactos, toman posiciones en red, etc. Esto no impide que, además de ellos, que frecuentan los Foros, muchos otros puedan beneficiarse del proceso del FSM. El FSM debe servir para una población mundial mucho más grande. Algunos temas, en los cuales tenemos consenso, deben convertirse en acciones locales de todos, aunque esos temas no sean los específicos de mi organización.

La decisión sobre el cambio estructural o sobre el nuevo formato del FSM debe ser tomada después de una amplia consulta y discusión. El formato debe crear articulaciones concretas entre los diferentes movimientos. Estamos discutiendo el formato del FSM desde el comienzo, porque es algo nuevo y “nuestras cabezas fueron formadas con los viejos paradigmas”, nos alertaba, en Caracas, Boaventura de Souza Santos. Es difícil entender al FSM, porque no es algo dado, sino algo en construcción. Políticamente, la gran novedad del FSM es que no existe un sujeto único del FSM: todos somos sujetos. Claro que existen diferentes concepciones del FSM. La novedad del FSM es que ofrece espacio para las multitudes. Tenemos que relativizar a los “grandes personajes” coyunturales; los grandes hombres se van, pero los movimientos quedan, continúan. Los políticos son muy impacientes, muy coyunturales. El FSM es más estructural, tiene un proyecto a largo plazo.

Detrás de la dificultad en el tratamiento de la cuestión está el viejo dilema del maniqueísmo entre izquierda y derecha, y la necesidad de jerarquizar las luchas, el dilema de saber cuáles serían las luchas más importantes, si la lucha antiimperialista sería o no más importante, como se propuso en Caracas. Esa es una visión que se opone a la forma original en que el FSM ha venido concibiendo, hasta ahora, su misión. La nueva cultura política del FSM “tiende a rechazar todas las tentativas de jerarquización (que atentan contra la igualdad) o de uniformización (que violan la diversidad) – tanto las que parten del capitalismo, como las viejas formas de lucha contra el mismo. No hay sujetos sociales ‘históricos’ más capaces que otros para liderar la transformación del mundo. No hay campañas que sean, a priori, más relevantes que las demás. No hay direcciones – ni partidarias, ni intelectuales – autorizadas para definir estas campañas en nuestro nombre, fuera de nuestros espacios de diálogo” (Martins, 2006, p. 3). La vieja tradición de la izquierda, paralizada en la tesis de la conquista del estado como precondición para la revolución, no logra ver que la revolución ya está en marcha en la sociedad, en las prácticas solidarias, en la defensa de los derechos humanos, en las alternativas económicas a la mercantilización de la sociedad, en las prácticas cotidianas en defensa de la vida, del buen vivir de las personas, y en la búsqueda de la felicidad en la convivencia social. La revolución está en curso en numerosas acciones orientadas por una lógica no capitalista, estén vinculadas o no al Foro Social Mundial.

Si el Foro superó de forma original el debate entre izquierda y derecha, sabrá también superar el dilema entre ser actor político o ser un facilitador político. Según Boaventura de Souza Santos: “está en curso la substitución de la monocultura de pensamiento de izquierda por una ecología de pensamientos, saberes y prácticas de izquierda. A mi entender, el mayor éxito del FSM reside en el modo en que ha consolidado y difundido esta nueva política de izquierda” [2005b]. Ser de izquierda o de derecha no implica más respeto a posiciones políticas en relación al papel del estado. Ser de izquierda ya no se refiere al control del estado por medio de una dictadura clasista del proletariado, pero sí, y mucho más, a la democracia, a los derechos humanos y, en consecuencia, al tema de la igualdad, como sostenía Norberto Bobbio.

El asunto es cómo construir más poder entre aquellos que no tienen poder para que todos tengan igualmente poder, para que no pierdan el poder que construyeron juntos, en comunión. La centralidad está en el ser humano y no en el estado. Nuestro poder es el “poder hacer”, como dice John Holloway. En este sentido, el FSM es, sin duda alguna, un “poder hacer”. Por eso debemos evitar, por el diálogo radical, cualquier manera de dividirnos. Los “dueños del poder” transnacional, por medio de las mañas y artimañas de sus medios de comunicación, nos quieren dividir, quieren enfrentarnos unos contra otros[11], fomentando disputas internas en el FSM, para dividirnos y destruirnos.

No podemos adoptar los métodos que la derecha quiere imponernos en la discusión del significado y del sentido de nuestro Foro. Quieren que discutamos nuestras posiciones en sus medios de comunicación para debilitarnos. Nuestras discusiones deben darse en nuestro territorio (Territorio Social Mundial), en los medios de comunicación que están de nuestro lado y no en sus terrenos, con las reglas de ellos, para vender los periódicos de ellos. Es más: nuestros debates no deben darse en el plano puramente académico, para saber quién tiene la idea más brillante, ni puramente en el interior del Consejo Internacional. El futuro del FSM le interesa a todos y a todas las que en él participan. No es un asunto restringido a “dirigentes”, especialmente porque en el FSM no existen dirigentes. Esta también es una gran novedad del FSM. En él se rompieron las barreras existentes entre académicos y activistas.

Las disputas deberían ser mucho más relacionadas con qué hacer, con cómo vamos a construir otro mundo posible desde ya, que con quién tiene la razón. La disputa tiene que ser resuelta en la práctica y no en el campo mediático e intelectual. Los manifiestos de intelectuales no tienen ningún peso en la historia si no están articulados con una fuerza política. El papel – y actualmente el espacio digital – aguanta cualquier cosa. En ellos se puede escribir de todo. El peligro de los “manifiestos” es el verticalismo.

[1] Una investigación hecha por el Ibase sobre los participantes del FSM 2005, en Porto Alegre (“Encuesta Foro Social Mundial 2005”– Resultados Preliminares – Ibase, Coordinación de Indicadores, marzo/2005), reveló que 80% de los participantes (155 mil) provenían de Brasil. La presencia de los jóvenes es evidente: 42% tiene entre 14 y 25 años. Esto también explica la escolaridad: 77%  tiene estudios superiores (completos o incompletos). Entre los participantes: 40% son estudiantes, 17% son funcionarios públicos, y 11% trabaja en alguna ONG. El que participa en un Foro termina regresando: 30% había participado en Foros anteriores,  y 15% ya había participado en Foros regionales.

[2] Según un informe  no secreto  de la CIA (2006), el mundo del futuro (2020) no tendrá polos de poder como en la actualidad, y la tecnología de la información tendrá un papel decisivo. No obstante, en todos los escenarios posibles, la CIA sostiene que los EUA deben continuar teniendo un papel decisivo, tanto por su superioridad militar, como por su liderazgo en el campo científico y tecnológico. En el escenario llamado “Mundo de Davos”, el más “optimista”, el mundo tendrá una globalización “exitosa” y “menos occidental”, con el triunfo de la democracia liberal. Por el otro lado está el “Escenario del Caos”, con el aumento del terrorismo, del anti-americanismo y de las fuerzas “antiglobalización”, que pueden generar una guerra generalizada. La estrategia de la CIA es luchar por elecciones “libres”, jugando a la división del mundo islámico. Queda claro que el informe de la CIA no considera entre sus posibles escenarios la presencia del Foro Social Mundial. Se refiere al crecimiento de las ONGs y de los movimientos sociales, pero juega a su fragmentación. No hace ninguna referencia al FSM.

[3]. Como afirma Cândido Grzybowski (2006, p. 35), “no se trata de buscar el mínimo denominador común, reductor y excluyente, sino de valorizar la diversidad de posibilidades, donde ninguna posibilidad pueda negar las otras ni sea sometida a cualquier otra”. Se trata de crear alianzas, bloques, coaliciones, articulaciones… por la radicalización del diálogo y por la “traducción” (Boaventura de Souza Santos) entre movimientos, ONGs e instituciones. El FSM todavía no ha logrado dejar claro en qué consiste la participación de partidos y gobiernos que convergen en una misma dirección de los objetivos del Foro. Sólo dejó claro que estos no participan como miembros de sus consejos y comités. Sólo pueden participar en las actividades del FSM miembros de gobiernos y de partidos, a título personal, cuando sean invitados por alguna organización o movimiento del cual forma parte.

[4] Sobre las propuestas del FSM 2005, véase el libro 100 propuestas en el Foro Social Mundial. El libro fue publicado en portugués, español, inglés y francés, gracias a una iniciativa de la “Alianza de Editores Independientes por otra mundialización”, una red de 23 editores, entre ellos la Editora Laboratorio Educativo (Caracas), Editora Jamana (Bamako), Éditions du Silence (Ga¬bón), Éditions Tarik (Marruecos), Éditions Tropiques (Camerún) e Editora Charles Léopol Mayer (París). El libro está inspirado en el proyecto “Memoria Viva” y en las diversas  propuestas elaboradas por los participantes de los 11 espacios  temáticos del “Territorio Social Mundial” del FSM 2005, realizado en Porto Alegre. Véase el sitio web www.eclm.fr y www.choike.org . Sobre las propuestas del FSM, véase también el sitio web www.memoria-viva.org/recherche .

[5] Como sostiene Pierre Lévy (1998,  p. 209), “el proyecto de la inteligencia colectiva no deja la felicidad para más tarde. Lejos de toda idea de sacrificio, incita cotidianamente, en cada situación particular, a aumentar los grados de libertad de los individuos y de los grupos, a administrar juegos ganadores-ganadores, a crear sinergia, transversalmente, entre conocimientos y cognoscentes. La inteligencia colectiva no tiene enemigos. No combate los poderes, los abandona. No busca ningún tipo de dominación, sino mil germinaciones. Tiende a dar vida a la mayor variedad de existentes”.

[6] Como dice uno de los organizadores del Foro Social Mundial policéntrico de Caracas, Edgardo Lander (2006, p. 16), “el Foro hizo mucho para superar las antiguas tradiciones del sectarismo, la intolerancia y las pugnas por el control que han caracterizado históricamente a tantas de las luchas de los pueblos del planeta, en las cuales la izquierda jugó un papel significativo”. El FSM no se presenta como un modelo único alternativo  ni como único actor contra el modelo dominante.

[7] Para José Maria Gómez (2005, p. 183), “la forma organizativa y operacional del modelo se muestra cada vez menos apropiada y eficaz para enfrentar y superar tanto las distorsiones y desequilibrios internos del proceso como las señales de impotencia política externa (…). No parece existir otra salida a no ser la de recurrir a la experimentación – con una alta dosis de invención e imaginación – y a un ejercicio constante de evaluación y de debate sobre el proceso mismo de constitución”.

[8] Después de Bamako y de Caracas, los Foros están teniendo una preocupación más grande por las acciones concretas. La convocatoria para el Foro Social Mundial 2007 de Nairobi pide sugerencias no sólo de temas, sino indicaciones de acciones, campañas y luchas: “la propuesta es organizar el 7º Foro en torno a esas acciones, campañas y luchas, aglutinando, en los diferentes espacios del Foro, las actividades vinculadas a esas acciones, campañas y luchas”.

[9] El Foro Mundial de Educación está construyendo su plataforma de luchas por el derecho a la educación, una “Plataforma Mundial de Educación”. Existen muchos documentos de los movimientos y ONGs que establecen sus agendas globales y plataformas de lucha. Entre otras, podemos destacar la Plataforma Global de los Ciudadanos, una red de movimientos y ONGs que tiene el propósito de fortalecer la participación de esos actores en el proceso de toma de decisiones en las esferas global, regional y local, y la Coordinación de Movimientos Sociales (CMS), creada en 2003, que también tiene su agenda de luchas.

[10] Como sostiene Boaventura de Souza Santos (2005, p. 174-189), muchos movimientos sociales de la actualidad ya no trabajan con la noción de “clase social”, y proponen el concepto de “grupos transclasistas”. Critican a los movimientos obreros tradicionales por no referirse a otras formas de opresión, sexual, étnica etc.

[11]  Una ilustración de este juego divisionista está en el artículo de Demétrio Magnoli, “El foro entre dos señores”, publicado en el periódico Folha de S. Paulo, el 27 de enero de 2006.

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Tienes trabajo, pero… ¿Sabes regla de tres?

Javier Luque

Hace unos días, viendo las ofertas de empleo en un periódico de la región,  encontré un anuncio que capturó mi atención. Una posición para ser asesor de negocios en micro finanzas que requería de los postulantes una educación secundaria completa y especificaba dos grupos de habilidades independientes: dominar operaciones matemáticas básicas, incluyendo la regla de tres, y manejo de habilidades socioemocionales (proactivo, trabajo bajo presión). Si bien un chico con secundaria completa debería dominar estas habilidades, el hecho de que las mencionaran específicamente me hizo reflexionar sobre si realmente los graduados las saben aplicar.

Mucha discusión reciente se ha enfocado en las habilidades socioemocionales para el trabajo y poco en las cognitivas, en particular, en las habilidades matemáticas. Este anuncio requiere dominio de la regla de tres, la cual es un contenido incluido usualmente en los últimos años de primaria y es clave para aplicar conceptos de aritmética a nuestra vida diaria. ¿Saben los chicos de la región emplearla? Mi inquietud fue resuelta, al menos parcialmente, al descubrir una pregunta en la prueba PISA aplicada en el 2012, que requería el uso de la regla de tres.  La pregunta era:

ESCALANDO EL MONTE FUJI

El camino Gotemba para subir el monte Fuji es de 9 km. Los montañistas tienen que regresar de la caminata de 18 km a las 8 pm.

Toshi estima que él puede caminar hacia la cima de la montaña a 1.5 kilómetros por hora en promedio, y de bajada al doble de la velocidad. Estas velocidades toman en cuenta comidas y tiempo de descanso.

Usando las velocidades de Toshi, ¿a qué hora es lo más tarde que puede salir Toshi para estar de regreso a las 8 pm?

Esta pregunta fue respondida correctamente por muy pocos alumnos en la región. Por ejemplo, en el caso de Perú, solo el 5% de las chicas y el 8% de los chicos acertaron en la respuesta.

Fuente: PISA, 2012.

Claramente, la mayoría de los chicos de la región no podría aplicar a esta posición. ¿Para qué otras no podrán aplicar? Probablemente muchas, dado que existe una relación entre los conocimientos matemáticos y las habilidades requeridas en muchas ocupaciones para desempeñarlas bien. Un libro simpático, y relativamente poco conocido, escrito por Hal Saunders da un vistazo a la relación entre ocupaciones y conocimiento matemáticos (When Are We Ever Gonna Have To Use This?).  El análisis de Saunders de ratios y proporciones indica que la regla de tres se requiere en 80% de las ocupaciones presentadas.

Como reflexión final, si bien ya conocíamos la relación entre las pruebas PISA y el crecimiento a largo plazo de los países, este anuncio de periódico nos hace aterrizar y ver problemas específicos en conceptos básicos. Ya se han documentado los retos en identificar postulantes con habilidades socioemocionales correctas.  Es necesario complementar dicho análisis con habilidades cognitivas, de tal forma que el sistema educativo pueda apoyar claramente al proceso de crecimiento económico.

Fuente de la noticia: http://blogs.iadb.org/educacion/2015/06/16/tienes-trabajo-pero-sabes-regla-de-tres/

Fuente de la imagen: http://blogs.iadb.org/educacion/files/regla-de-tres-baja.jpg

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Noam Chomsky: «No es extraño que a la gente no le entusiasme la democracia»

Pablo Pardo

Un pequeño despacho con techo abuhardillado, con las paredes llenas de libros y una mesa en el centro repleta de papeles desordenados y con un ordenador. Ése es el centro de trabajo del que probablemente sea el lingüista más influyente de las últimas décadas, Noam Chomsky. Y, también, el principal líder de la izquierda radical del mundo. El despacho de Chomsky es convencional en un edificio que no lo es. El Centro Ray y Maria Stata, del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, según sus siglas en inglés), es una pequeña – y controvertida- joya arquitectónica diseñada por Frank Gehry, el autor del Guggenheim de Bilbao. Nada más ver el complejo, la firma de Gehry queda de manifiesto, porque los dos edificios que componen el Centro -el Alexander W. Dreyfoos, en el que está el despacho de Chomsky, y el William H. Gates, que toma su nombre del padre de Bill Gates, que financió su construcción– no tienen paredes rectas, sino que los muros se doblan.

Para los críticos de Chomsky, acaso el edificio sea una paradoja. A sus 87 años, el profesor no dobla sus ideas desde los años 60, cuando desarrolló la teoría de que los seres humanos estamos programados para manejar el lenguaje de una manera predeterminada en nuestras neuronas; ni en política, donde sigue defendiendo los mismos ideales de izquierda que entonces. Al igual que el Centro Ray y Maria Stata, Chomsky ha sido criticado. No tanto en Lingüística, donde sus teorías siguen siendo dominantes, como en política. Ha sido acusado de defender el genocidio por su postura a favor de la libertad de expresión incluso en casos como la negación del Holocausto -algo curioso siendo él mismo judío-, de hacerle el juego a dictadores, y de oponerse a Occidente en general y a Estados Unidos en particular siempre y en todo lugar.

Hablando de elecciones: los datos de la Encuesta Mundial de Valores (World Value Surveys) revelan que el apoyo a la democracia está cayendo en todo el mundo.

No estoy de acuerdo. Está cayendo el apoyo a las democracias formales porque no son verdaderas democracias. En Europa, las decisiones se toman en Bruselas. En EEUU, alrededor del 70% de la población -el 70% con ingresos más bajos- está totalmente desvinculado del proceso político. Eso demuestra que hay una correlación enorme entre nivel económico y educativo y movilización política. No es de extrañar que a la gente no le entusiasme la democracia.

¿Hay desencanto con las élites?

Desde luego. Las políticas neoliberales han sido muy negativas para la gente de a pie en todas partes. En Europa, aplicar austeridad en medio de una recesión ha sido absurdo, e incluso los economistas del FMI han criticado sus efectos en los países periféricos del euro, como España. Es algo que sólo puede explicarse como lucha de clases: el objetivo era minar la democracia y eliminar los logros de la socialdemocracia, que habían sido bastante significativos. Así que no debería sorprendernos que haya habido una respuesta.Pero los mismos datos de la Encuesta Mundial de Valores ponen de manifiesto que la gente rica es también cada día más escéptica con respecto a la democracia.Porque hay un verdadero Estado de Bienestar para los muy ricos, y los muy ricos quieren más. No quieren que se impongan límites a su capacidad de robar a los demás.La tecnología ¿beneficia a los ricos?No. A quién beneficie es cuestión de preferencias políticas.

¿A dónde puede llevarnos esta situación?

Tal vez a más democracia. Podemos no se opone a la democracia, sino que quiere más democracia. Igual que Syriza, antes de que capitulara. El caso griego es interesante. Convocaron un referéndum. Que los griegos tengan voz en sus asuntos no es antidemocrático. Lo que fue antidemocrático fue la reacción tan histérica de la UE. Syriza fue pulverizada por los eurócratas, para demostrar a los europeos que debían de abandonar toda esperanza de tener más democracia.

¿La situación es sostenible?

Lo veo muy improbable. Cuando el centro se colapsa, sólo quedan los extremos. Yo soy lo bastante viejo como para recordar los discursos de Hitler en la radio. Recuerdo la excitación, el miedo… asustaba. Aquello pasaba en Alemania en los años 30. Una década antes, en los 20, Alemania estaba en la cúspide de la civilización occidental en términos científicos y culturales. Diez años más tarde se encontraba en el abismo más profundo de la Historia de la humanidad. Es lo que sucede cuando desaparece el centro.

¿Qué opina de la Teoría de la Singularidad, que dice que en un futuro -dentro de entre 25 y 100 años- habrá máquinas que sean capaces de aprender y sustituir a los humanos?

Una tontería. Nos habremos destruido a nosotros mismos mucho antes con una guerra nuclear. Y, si no será con el calentamiento del planeta

Fuente: http://www.elmundo.es/cronica/2016/04/18/57122930ca474118338b45f0.HTML

Fuente imagen: http://e04-elmundo.uecdn.es/assets/multimedia/imagenes/2016/04/16/14608079139804.jpg

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La pelea de Monsanto por mantener su reinado

LaHaine/17 de abril de2016/Por: Silvia Ribeiro

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Desde el año pasado, el sector industrial químico-semillero está en erupción y si no lo prevenimos, su ceniza tóxica nos caerá en el plato de comida

Monsanto, la mayor empresa de transgénicos y semillas comerciales del globo, intentó dos veces comprar Syngenta, la mayor trasnacional de agrotóxicos, para establecer una megaempresa que habría sido la número uno en ambos sectores. Pero Syngenta lo rechazó y decidió fusionarse con ChemChina. Monsanto inició entonces negociaciones con otras dos de las seis gigantes globales de agrotóxicos y transgénicos, CBayer y BasfCC, para contrarrestar esa jugada. Poco antes, DuPont y Dow Agrosciences habían decidido fusionarse también. Si el hecho de que seis trasnacionales dominaran altos porcentajes de la venta de semillas y agroquímicos ya era un atentado a la seguridad y soberanía alimentaria de los países, ahora estamos ante la perspectiva de que esos mercados globales queden en manos de sólo tres empresas.

El Grupo ETC advirtió sobre estos movimientos desde el año pasado, explicando su lógica y consecuencias en el documento Campo Jurásico: Syngenta, DuPont, Monsanto: la guerra de los dinosaurios del agronegocio (http://goo.gl/d8tbdA)

Durante las últimas tres décadas, las viejas y poderosas empresas de la industria química, con más de un siglo de existencia, se lanzaron a comprar las empresas semilleras en todo el mundo, que hasta ese momento eran miles y estaban muy descentralizadas. Lo hicieron para crear un mercado oligopólico que obligara a los agricultores a comprar las semillas junto a sus propios agrotóxicos (que llaman agroquímicos para que parezcan menos dañinos). El resultado más evidente de esa búsqueda de venta casada fueron las semillas transgénicas, manipuladas para tolerar altas dosis de los venenos de las mismas compañías.

Hasta 2015, seis empresas, Monsanto, Syngenta, Dow, DuPont, Bayer y Basf, controlaban juntas 75 por ciento del mercado mundial de venenos agrícolas y 61 por ciento de las semillas comerciales de todo tipo, además de 75 por ciento de la investigación agrícola privada. En semillas transgénicas, las seis controlan ciento por ciento, o sea todo el mercado global, aunque a veces no se reconocen porque mantienen los nombres de empresas que compraron antes. A DuPont, por ejemplo, se la conoce más como Pioneer Hi-Bred en el área agrícola y de semillas.

En tres décadas, el ritmo de fusiones y adquisiciones en los sectores de semillas y agrotóxicos fue tal que se llegó a un tope donde virtualmente no quedan empresas para comprar, pero las compañías quieren seguir creciendo para controlar porciones aún más grandes de mercado.
Por eso comienzan a devorarse unas a otras. El resultado podría ser que solamente tres empresas gigantes tendrían un dominio total de los primeros eslabones de la cadena agrícola industrial, incluida la investigación y desarrollo. Por ello, estas fusiones están ahora bajo escrutinio de autoridades anti-monopolio en varios países, lo cual puede significar que no se concreten, particularmente si existe presión social y pública contra éstas. Monsanto espera que si se autorizan las fusiones de Syngenta y las demás, ya no le podrán impedir que prosiga su fusión con la división agrícola de Bayer y/o Basf. Según analistas de la industria, la preferencia de Syngenta por ChemChina se explicaría en parte porque al ser la segunda una paraestatal china, podrían evadir medidas antimonopolio. Sin embargo, un grupo de organizaciones internacionales y chinas, ya iniciaron una acción dirigida al gobierno de China, para que objete esta fusión, por la expansión de más y peores tóxicos que implicará (http://goo.gl/YILmBD).

Nada indica que la concentración corporativa terminará allí, aunque sólo queden tres empresas. La lógica de búsqueda de ganancias de las corporaciones de agronegocios será integrar esos cárteles de semillas y agrotóxicos con los eslabones siguientes de la cadena industrial, sea con las corporaciones de fertilizantes o de maquinarias agrícolas, con las que ya existen varios acuerdos de colaboración. El objetivo es extender el control sobre los agricultores, integrando en un solo proveedor las semillas, agrotóxicos, fertilizantes, maquinarias, servicios de datos sobre el clima y hasta seguros agrícolas. Esto significaría niveles sin precedente de control de la agricultura por parte de unas pocas empresas.

Para las comunidades y organizaciones campesinas que son las que alimentan a la mayoría de la humanidad y que en su gran mayoría tienen sus propias semillas, así como a las muchas que han optado por una agricultura ecológica, quizá estas fusiones podrían parecer irrelevantes, porque de todas formas no son sus clientes. Pero esas gigantes industriales aumentarán la fuerza para moldear a su favor acuerdos de comercio agrícola, subvenciones y programas rurales, leyes laborales, de semillas y patentes, normativas de uso del suelo, de uso de agroquímicos y hasta gastos públicos en infraestructuras, todo a favor de sus negocios. Todo esto ya tiene impactos muy negativos en las economías campesinas. Si a nivel global se concretan las nuevas fusiones, el poder de presión de las superempresas que permanezcan, será mucho mayor. Existen ya iniciativas desde la sociedad civil para impedir legalmente que estas fusiones se concreticen. (http://goo.gl/9006sd). Finalmente se trata de la alimentación de todos.

* investigadora del Grupo ETC
Fuente: http://www.lahaine.org/mundo.php/argentina-despues-del-golpe-blando-1

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La educación en la era corporativa (II)

Del normalismo a la estandarización

En una novela filosófica, poco conocida, de Juan Bautista Alberdi, que escribe hacia 1870, una de las secuencias donde los personajes, Luz de Día (la verdad) interroga sobre educación a Tartufo, el célebre personaje de Moliere, (la mentira), puede leerse.“-¿Pero Tartufo tiene escuela para niños? – le pregunta Luz de Día.

-¡No, faltaría más sino que yo vendiese mi tiempo y mi paciencia por treinta pesos al mes, el salario del último sirviente! Yo me ocupo de la educación para lo que es exaltar y ponderar sus ventajas, porque eso produce buen efecto y da opinión. Yo me ocupo (…) de dirigir, de administrar, de gobernar la educación; pero no de darla, porque eso es oficio humilde, subalterno y, sobre todo, para darla es preciso haberla recibido. En una palabra, yo predico sobre educación y hago sermones (…), y esto me basta para ganar la confianza de los padres de familia y pasar por amigo del progreso, que es todo lo que yo quiero”.1

Un texto que no tiene desperdicio, el “delirio” de Alberdi prefigura el carácter de rehén del sistema educativo subordinado a los intereses particulares de un sector que decide.

Unos cuantos años antes, el propio Alberdi, escribía:

“… ¿qué filosofía puede convenir a nuestra juventud? Una filosofía que por la forma de su enseñanza breve y corta, no le quite tiempo que pudiera emplear con provecho en estudios de una aplicación productiva y útil…2

Hasta desembocar en la generación del ochenta, como afirma David Viñas3:

La clave del proceso del imperialismo clásico en la secuencia 1889 –Mitre/Roca- es, por tanto, decisiva: al fin de cuentas esa conexión había sido propiciada antes del 80 por los granes teóricos del liberalismo argentino, desde Sarmiento a Alberdi, quien declara, frente a la acción imperialista en la India: ‘mis simpatías en esta lucha son todas por Inglaterra. El día que ella triunfare en la India, debía ser un día de fiesta para todo el mundo cristiano. La mitad de nuestra prosperidad en Sud América depende de Inglaterra y la libertad del mundo entero tiene en esta nación noble y brava su más poderoso baluarte.

Eso, antes del 80. Sobre el 80, lo mismo: `necesitamos transformar esta América en América inglesa`, dice Dardo Rocha en 1881”.

La filosofía del positivismo, el liberalismo y la mirada obnubilada de los intelectuales, sobre la que se construye la nación argentina y se formula el sistema educativo: mirando y admirando el afuera imperial, donde habita la civilización; e imponiendo la muerte, la exclusión o la invisibilización en el adentro, donde habita la barbarie.

Dicen la documentalista Valeria Mapelman y el sociólogo Marcelo Musante:

Se eligió eliminar las fronteras interiores con el indígena a través del asesinato y la usurpación de tierras, dejando en evidencia que lo que se estaba poniendo en juego era la urgencia de incorporar territorios para la profundización de un tipo de sistema económico, de modificar los modos de propiedad y sobre todo, en el norte, de incorporar y asegurarse mano de obra barata para los ingenios y obrajes que se estaban instalando en la región”.4

Llevada felizmente a término la ocupación militar de La Pampa y La Patagonia en toda su extensión y extirpada la barbarie que esterilizaba a aquellos vastos territorios adonde hoy acuden los pobladores civilizados y las especulaciones del comercio y de la industria, engrandeciendo la Nación, ha llegado el momento de abrir operaciones decisivas sobre los también extensos y ricos territorios del Chaco”.5

El texto precedente es un fragmento de la posición del presidente Julio Argentino Roca y su gobierno en alocución frente al Congreso de la Nación, el 26 de julio de 1884, para solicitar una partida especial de presupuesto para llevar la Campaña al desierto verde, es decir, al Chaco.

Todas estas marcas impregnaron el sistema educativo con la fórmula sarmientina, civilización o barbarie, tiño los textos escolares, incluso por la omisión deliberada durante casi todo el siglo XX de generar el imaginario de desaparición de los pueblos originarios o mostrarlos como los habitantes pre-históricos en extinción.

Un plan estratégico, de la clase gobernante y terrateniente para instalar un proyecto económico que respondiera al engrandecimiento de sus fortunas y de dependencia y saqueo de las corporaciones extranjeras y nacionales a costa de los trabajadores esclavizados, encerrados en reducciones o ingenios o vendidos como sirvientes a familias adineradas, separándolos de sus núcleos de origen.

En el marco de ese plan de extermino indígena se crea la Nación, esos años en que el general Roca proyectó la llamada “Conquista del desierto” en 1879 y la “Campaña al desierto verde” en 1884 “en los territorios del Chaco”.

No prosperó el Alberdi del “delirio”, que realizaba la crítica a los que enmascarados en el progreso, acrecentaban intereses personales; ni el Alberdi que se opuso a Mitre por la guerra contra el Paraguay, la llamada guerra de la Triple Alianza o como él la llamó: de la Triple Infamia. No, las contradicciones del autor de las Bases permeabilizaron la otra faceta en el discurso historiográfico oficial.

No es intención de este trabajo profundizar en el pensamiento del imaginario del siglo XIX, sino encontrar perspectivas históricas que den cuenta de la pedagogía fundante de la Nación, que sí tiene conexiones con el Requerimiento de Obediencia, que impusieron los invasores españoles, cuando desembarcaron en estas latitudes, a los habitantes originarios.

Si bien la ley 1420 estableció la educación pública, gratuita y laica, también se inscribió dentro del pensamiento liberal que continuará más allá de variaciones en los enfoques de acuerdo con zonas epocales y nacionalismos mediante (ese artefacto cultural de una clase particular).

Por otra parte, el establecimiento del normalismo aseguraba una masa de educadores profesionalizados que sirvieran a los propósitos de la clase: la educación inscripta en el modelo positivista y el liberalismo económico como escuela de pensamiento.

Cerremos este apartado con dos pensamientos más de los intelectuales faro del siglo XIX:

Sarmiento: “… ¿Qué le queda a esta América para seguir los destinos prósperos y libres de la otra? Nivelarse, y ya lo hace, con otras razas europeas, corrigiendo la sangre indígena, con las ideas modernas, acabando la edad media. Nivelarse por la nivelación del nivel intelectual, y mientras tanto no admitir en el cuerpo electoral sino a los que se suponen capaces de desempeñar sus funciones.”

En el mismo sentido dice Alberdi: “El suelo más rico o más capaz de ser rico de Sud-América, será el que por condiciones geográfica, geológica y climatéricas, sea más capaz de atraer y fijar al poblador francés, inglés, suizo, alemán, italiano y español del norte. Porque será el trabajo de semejantes pobladores la verdadera causa de la riqueza de que este, suelo sea capaz.”6

Esa perspectiva como hecho pedagógico que continuó como parámetro de medida y que delimitó y dividió entre instrucción y educación; solo las clases acomodadas podían tener una educación y al resto había que instruirlo, incluso por necesidad de esas elites que van conformando la nueva burguesía de fines del siglo XIX y principios del XX con una nueva amenaza, la inmigración. Es en ese contexto que el sistema educativo debía prepararse y era preciso que el Estado tomara el monopolio del sistema.

De la colonialidad del poder: globalización corporativa, neoliberalismo

Esa pedagogía de la admiración del poderoso, del rico y sobre todo del poderoso y rico extranjero, se sostiene a pesar de las expoliaciones perpetuadas en Latinoamérica, primero originadas por los llamados conquistadores y luego, por la oligarquía y la burguesía locales, subordinadas siempre a los intereses de los países imperialistas y a los intereses de las corporaciones.

Así como en el siglo XIX hubo que preparar el sistema educativo en función del ideario de riqueza que el país tenía y generar los medios para poseerla, lo cierto es que esas riquezas siempre quedaron en las manos de las minorías que traman nuestro destino, autóctonas o no y que conservan el poder gracias a una educación colonializada, que expandió la pedagogía de la obediencia y la repetición de los valores, idearios y proyectos de la burguesía y su modelo de país y por ende de sociedad. Plasmados sobre currículas que atravesaron todo el canon escolar.

La “normalización” que se impuso a fines del siglo XIX y principios del XX, pero que desbordó el cauce y por eso generó rebeliones universitarias que posibilitaron la autonomía, movilizaciones de los estudiantes secundarios, lucha de los maestros a lo largo de todo el siglo XX; pero no se logró reformar la esencia; es decir, la fuerza que la colonialidad del poder posee para mantener su imaginario de clase sobre el sistema.

Hay que marcar una diferencia entre la perspectiva del siglo XX y la actual. No pasaba por el proyecto de la burguesía transferir el circuito público a sectores privados. El sistema tal cual estaba servía a los propósitos de la colonialidad del poder.

Sin embargo, un nuevo horizonte comienza a diseñarse desde los más poderosos del globo: la educación como una plaza más del mercado, transformar la educación en una mercancía a la que hay que agregarle valor para que sea rentable.

Un nuevo paradigma de sujeción de los sistemas educativos, el estandarizado. Del normalismo del siglo XX a la estandarización del siglo XXI. Otra de las caras de la posmodernidad, según algunos teóricos o de la modernidad tardía, según otros. Los cambios culturales, las nuevas formas de adquisición del conocimiento habilitan el paradigma estandarizado de sustracción de lo público del sistema educativo en función de la optimización de ganancias corporativas y control social.

De esto se trata la llamada reforma educativa, este es el nuevo desplazamiento de la colonialidad del poder, que desde sus documentos “ecuménicos” internacionales reproducidos viralmente en documentos regionales y locales imponen por la vía del precepto “modernización” el imaginario del servilismo educativo.

La estandarización en sí misma es el triunfo de la pedagogía instrumental que en términos generales nos habla de educar por competencias y habilidades, en su universo no aparece la crítica, sino la “comprensión”, la “adaptación” y la “flexibilidad”. Lo terriblemente perverso es que los documentos de la reforma educativa hablan desde hace 26 años de “inclusión”, que no es más que un mito discursivo de que el “excluido” vaya a la escuela, pero después vuelva a la marginalidad, con políticas focalizadas para mantenerlo en esa condición. O la llamada “calidad” educativa, que pone su foco en los “resultados” instrumentales.

Todos esos conceptos, también vienen de los organismos internacionales, sus fundaciones empresariales y de grupos o sociedades civiles que se han trasformado en laintelligentsia de la educación global.

¿Qué ocurre mientras nosotros estamos distraídos haciendo otra cosa?

Un artículo de David Brooks, publicado hace poco más de tres años nos informa lo siguiente:

De pronto, la educación pública se ha vuelto un nuevo ‘mercado’, gracias a las reformas impulsadas durante la década pasada.

Una conferencia de inversionistas interesados en el sector educativo con fines de lucro (Capital Roundable For Profit Education Private Equity Conference), en julio del año pasado, afirmó que `la educación es ahora el segundo mercado más grande de los Estados Unidos, valuado en 1.3 billones de dólares’.

Empresas como Pearson (la cual fue investigada por invitar a legisladores a viajar por el mundo justo antes de que tomaran decisiones sobre el otorgamiento de contratos para exámenes) y el Fondo Becas McKay, creado por Jeb Bush, el hermano del presidente que promulgó las reformas educativas que tanto interesan al sector privado, han visto cientos de millones de dólares en negocios.

El economista Jeff Faux reporta que el multimillonario Rupert Murdoch, dueño de Fox News, el Wall Street Journal y el imperio News Corp, afirmó que ‘la industria de la educación’ estadounidense representa una ‘oportunidad’ de 500 mil millones de dólares para los inversionistas.

Al desviar flujos grandes de dinero existentes del sector público al privado, esto creará nuevas iniciativas con fines de lucro que podrían ser capitalizadas y transformadas en acciones bursátiles y otros ‘instrumentos financieros’.

Más allá de esto, los contratos multimillonarios para sistemas de evaluación, desde bancos de datos, computación, exámenes, guías de evaluaciones, servicios de apoyo para mejorar las calificaciones y sistemas on line de instrucción, ya están enriqueciendo a todo tipo de empresas, desde Microsoft (la de Gates) a Pearson y Kaplan, entre otras.

(…) Bill Gates, a través de su Fundación Bill y Melinda Gates, ha usado sus masivos recursos para definir en gran medida sobre educación (…) ha sido el principal impulsor de reformas federales y estatales que se centran en la evaluación de maestros y escuelas con base en los resultados de los exámenes estandarizados, la promoción de escuelas privadas y semiprivadas (escuelas chárter) y la aplicación de soluciones de mercado a lo que ha tachado de ser un sistema ‘fracasado’.

Su fundación es la organización ‘filantrópica’ más grande en el sector de educación pública. Gates lo ha logrado financiando desde agrupaciones promotoras de políticas educativas, think tanks, medios especializados, universidades, líderes académicos y periodistas, hasta programas de televisión y películas de Hollywood.7

Un artículo sin desperdicio que muestra cómo se va diseñando la estrategia del “mercado” educativo y la disolución del carácter público del sistema al mismo tiempo que expone la colonialidad del poder.

Y, a propósito de los financiamientos de Gates; para el caso de Hollywood, se trata de una película que se llama “Esperando a Superman”; un libelo que critica la escuela pública y reivindica la calidad de la educación privada. La película califica a la escuela pública como una “fábrica de desertores” y hace una perversa comparación: un preso le cuesta al estado 33 mil dólares por año, esto es que por 4 años se gastará en el preso 132 mil dólares; mientras que una escuela privada cuesta 8.300 por año; es decir que por 13 años de escolaridad el monto asciende a 107.900, quedando un remanente de 24.000 dólares para pagar parte de los estudios superiores.

La intención del mensaje va más allá de lo que dice de la escuela pública: “fábrica de desertores”, en realidad la equipara con una fábrica de delincuentes, siendo que si la sociedad invierte en enviar a sus hijos a la escuela privada se aseguraría, en principio, la no deserción y finalmente que no sean delincuentes y, siguiendo la lógica de la película, que el estado no invierta en educación, mucho menos sosteniendo presos y que desplace el manejo del sistema a manos privadas, es decir, se aseguran el negocio y la imposición del imaginario sin interferencias, todo por la “mano invisible” del mercado y su falso sistema de competencia.

All That Jazz

El campo corporativo socava y corrompe la naturaleza pública del conocimiento, no por los cambios culturales ni por los formatos de adquisición, sino por negocios y control.

En el mismo sentido, las propias fundaciones corporativas fueron construyendo instituciones que funcionan como redes en el negocio educativo, un entramado mundial que actúa con el despliegue de sus nodos casi por todo el mundo, la orquesta perfecta, pues todos tocan la misma melodía, la del dinero.

Teach For America fue fundada en 1989 por Wendy Kopp, cuando se globaliza la reforma en educación, la idea central de la institución es la captación y formación de líderes que luego tendrán una actuación calificada a nivel local y mundial por el “cambio” en educación. Hace siete años aparecía Teach For All, que tiene como cofundadora a la propia Wendy Kopp.

Teach For All se define como una red mundial comprometida con asegurar excelencia y equidad educativa mediante la aceleración del impacto de las organizaciones nacionales que están reclutando a los futuros líderes más prometedores de sus naciones para ese propósito.”

Es decir que selecciona, en un americanísimo darwinismo social, quienes van a ser los futuros líderes mundiales.

La red tiene 35 organizaciones independientes alrededor del mundo, donde incluyen a sus socios fundadores Teach For América y Teach First del Reino Unido.

Es decir, que es una red que recluta a los futuros “líderes” para trabajar como educadores en todos los países donde funcionan sus organizaciones.

Según su propia página web: “Los socios de Teach For All están comprometidos con los siguientes cinco principios:

Buscar y seleccionar la mayor cantidad posible de futuros líderes más prometedores de su país, de todas las disciplinas académicas básicas para impactar positivamente en el rendimiento de los estudiantes y convertirse en líderes a largo plazo capaces de lograr un cambio sistémico.

Formar a los participantes para que desarrollen las habilidades, la mentalidad y los conocimientos necesarios para maximizar el impacto en el rendimiento estudiantil.

La colocación de los participantes como profesores durante dos años en puestos regulares de enseñanza en áreas de alta necesidad educativa, con clara responsabilidad sobre los resultados en sus salas de clase.

Acelerar el liderazgo de los alumni fomentando la conexión entre ellos y creando caminos claros y convincentes hacia el liderazgo para la expansión de las oportunidades educativas.

Impulsar el impacto medible en el rendimiento de los estudiantes en el corto plazo y en el largo plazo, en el desarrollo de líderes que ayudaran a asegurar oportunidades educativas para todos.

Las organizaciones de la red comparten el diseño organizacional:

Independencia del control del gobierno y otras entidades externas (el resaltado es mío), con una junta autónoma, una base de financiamiento diversificada y la libertad de tomar decisiones operativas, desafiar los paradigmas tradicionales y mantener el modelo frente a los cambios políticos.

Alianza con los sectores público y privado a cargo de la asignación de plazas docentes, el financiamiento y el contexto regulador necesarios para lograr la escala y mantener el impacto en el tiempo, y a la vez aumentar la responsabilidad por resultados.

En la cumbre celebrada en febrero de este año por los 25 años de Teach For America, su fundadora Wendy Kopp, dijo, refiriéndose a la nueva red Teach For All:

Para tener éxito necesitaremos esfuerzos audaces y tenaces, cometeremos errores y daremos pasos hacia atrás, y tendremos que aprender muchísimo. He llegado a pensar en esta obra nuestra como un proyecto a largo plazo. Tomando en cuenta el tiempo que tardará, somos muy privilegiado de habernos encontrado con él tan temprano en nuestras vidas. Con todos nosotros en este trabajo – tratándonos a nosotros mismos y unos a otros con generosidad para que tengamos la fuerza para lo que se viene- , podemos lograr un progreso real en nuestras vidas. ¡No puedo esperar para ver a dónde nos llevarán los próximos 25 años!

Surgen algunas preguntas de esta “celebración” que Wendy Kopp hace sobre este desafío que tiene Teach For All.

Veamos, ¿a qué se refiere con el éxito de su proyecto?; ¿por qué los esfuerzos deben ser audaces y tenaces?; ¿qué es lo que tardará mucho tiempo?; ¿qué es lo que se viene, por qué necesitan tanta fuerza?

En el territorio de la interpretación, podemos pensar en un primer momento que a lo que se dedica la red Teach For All es a “reclutar” líderes educativos; para ello necesitan expandirse por todo el globo, de hecho cuentan con 35 organizaciones en varios países y por lo que expresan, gozan de “Independencia del control del gobierno y otras entidades externas”, es decir que mientras a los sistemas públicos se les imponen agencias de evaluación de resultados, la red de organizaciones que componen Teach For All poseen absoluta autonomía de control tanto de los gobiernos como de entidades externas.

Otro punto sugerente es el de “la colocación de los participantes como profesores por dos años en puestos regulares de enseñanza en áreas de alta necesidad educativa, con clara responsabilidad sobre los resultados en sus salas de clase. Mientras que para ejercer en la docencia se necesita hacer una carrera de grado con una formación específica y luego inscripciones en listados por mérito para acceder a un cargo, los reclutas de Teach For All ingresan directamente sorteando las normativas, puesto que en los “compromisos” de sus organizaciones está la “independencia de los gobiernos” y “desafiar paradigmas tradicionales”.

¿Acaso Teach For All tiene como proyecto la apropiación mundial de la educación? “esfuerzos audaces y tenaces para lograr el éxito” dice Wendy Kopp.

Claro que la red tiene aliados muy poderosos en el sector financiero que se comprometen con fuertes aportes como Deutsche Post DHL8, Laura y John Arnold9; Robertson Foundation10 y Seedlins Foundation11, cada una de esas organizaciones aporta a Teach For All 1.000.000 de dólares. También está asociado a Teach For All con un aporte de al menos 500.000 mil dólares, Credit Suisse, una de las mayores corporaciones financieras del mundo y Western Unión, con un aporte no menor a 250.000 dólares, entre otras tantas corporaciones y fundaciones.

Todos apostando al “cambio” en educación, todos en el gran desafío por la “calidad”, “reclutando” líderes o mentores, bregando por aquello que dijo Bill Gates sobre los sistemas “fracasados” y por aplicar las recetas del mundo empresarial en los sistemas públicos de educación para conseguir “resultados”.

Entre sus socios de estas regiones aparecen: Enseña Chile; Enseña Colombia; Enseña Ecuador; Enseña por México; Enseña Uruguay; Enseña por Panamá y Enseña por Argentina.

¡Enseña por Argentina!

Un artículo publicado por el diario La Nación12 nos ilustra que Enseña por Argentina es una ONG creada como réplica local del programa Teach for América, y por supuesto con su misma filosofía: “detectar jóvenes recién egresados de sus carreras universitarias, con ‘talento’ (…) darles formación pedagógica y comprometerlos a que trabajen como docentes en escuelas secundarias en zonas desfavorecidas durante dos años, recibiendo el mismo salario que el resto de los docentes”.

El diario caracteriza al CEO de Enseña por Argentina, Oscar Ghillione, como un joven “emprendedor social”, con título de grado en la UADE, Administración de Empresas; postítulo en el CEMA y especialización en negocios en España.

La ONG se sostiene con aportes de empresas, subsidios del Estado y donaciones.

Entre otros tantos socios corporativos de la ONG, Enseña por Argentina, aparecen: Laboratorios Roche; Fundación La Nación; Fundación Acindar; Credit Suisse; Microsoft; Southamerican business forum; Techint; Endemol; Telefé; DHL; Fundación Telefónica; Banco HSBC; Banco Superville; Coca-cola Argentina; Banco Galicia; Visa; Universidad Austral, Universidad Abierta Interamericana (UAI); Universidad Argentina de la Empresa (UADE); Universidad Católica Argentina (UCA); Universidad de San Andrés; Universidad Torcuato Di Tella, Flacso y Proyecto Educar 2050.

Como vemos, una importante combinación de reformadores son socios de la ONG Enseña por Argentina, desde corporaciones comerciales, pasando por bancos, fundaciones corporativas, universidades de élite y asociaciones civiles, como Proyecto Educar 2050, que también se ha formado para “presionar” por los mismos objetivos de la “educación para todos”, hacer de los sistemas educativos una fuente de ganancias sustentable a partir de la estandarización de los sistemas.

La estandarización, no sólo es en función de negocios corporativos multimillonarios con la educación, como lo venimos desarrollando, sino que responde a la manipulación y el control sobre el conocimiento y por sobre todo, sobre la subjetividad social. Las inversiones que las corporaciones hacen tienen que rendir sus frutos, cosa que no viene sucediendo con la velocidad que esperaban. Es por eso que cada vez la presión y la ofensiva son mayores por la transferencia de los sistemas públicos de educación a laintelliguentsia de las corporaciones.

Breve digresión

Lo curioso es que siempre son los mismos que desde hace años dicen que las pruebas internacionales, las pisa y las de la UNESCO por un lado; o el operativo nacional de evaluación (one) por otro, obtienen “peores” resultados, siendo que ellos son los que fijan sus presiones políticas en función de la mentada reforma desde hace 26 años. Tal vez la reforma global corporativa en educación sea un fracaso, para usar el término que Bill Gates utilizó para calificar a los sistemas públicos de educación, tal vez no sean buenos “pedagogos” los hombres y mujeres del mundo empresarial, tal vez las estrategias del Banco Mundial, la Unesco y la Cepal, también sean un fracaso, tal vez la educación no encierre un tesoro, recordando el informe Delors13, tal vez la educación sea el tesoro del que hay que apropiarse.

Decía el informe Delors: “…movilizar el enorme potencial que ofrecen las organizaciones no gubernamentales (ONG), y, por consiguiente, las iniciativas de base que podrían prestar un valioso apoyo a las actividades de cooperación internacional.”

Está claro que el informe Delors, de mediados de los ’90, proponía esa estrategia: la intervención de las ONG como instrumento territorial. La participación directa del Banco Mundial o del BID con programas focalizados, no dieron los resultados esperados. En cambio, la incentivación a la creación de más organizaciones no gubernamentales y fundaciones corporativas aseguran la inserción territorial para llevar a cabo el “cambio”, la “reforma educativa”, esto es, el proceso de transferencia del sistema. El fraude.

Está claro que nada ha cambiado desde las políticas educativas de los ’90, los instrumentos legales que se utilizaron, en el caso argentino, desde la Ley Federal de Educación, su derogación, hasta la Ley de Educación Nacional, habilitan a la cooptación del sistema público. Los informes de la UNESCO o el grupo PREAL de la Comisión Diálogo Interamericano siguen con la misma vigencia de la década del ’90, así como la continuidad, reformulación y ampliación que le dan a estas estrategias de transferencia: las Metas Educativas 2021, la Agenda Post 2015 y, por supuesto, las Estrategias 2020 del Banco Mundial.

Tal vez cambiaron algunas cuestiones de conceptualización que causaban mayor resistencia, como, por ejemplo, hablar de la educación como servicio; pasó a ser bien socialo bien público, siendo que un bien es una mercancía, por lo tanto es transable. Mantuvieron la esencia más allá de la nominación.

Para algunos, muchos, entre los que me incluyo, la educación es un derecho humano y como tal, no puede ser un bien, ni un servicio; no debe ser tomado como mercancía, ni pública, ni privada.

¡No es la filantropía, estúpido!

La educación como derecho humano universal no es compatible con la didáctica empresarial, ni con su organización, ni con sus objetivos. Si la educación es el motor de la transformación social, política y económica, no es el sector empresarial el que debe diseñar (controlar) el modelo educativo. Simplemente, porque el modelo empresarial es mercado, es especulación, es optimización de ganancias, es evasión impositiva, es fuga de capitales (para no abundar).

Son los mismos que nos hablan de un mundo competitivo y que tienen sus especialistas en educación para transferir directamente este concepto como uno de los fundamentos de lo que llaman la “reforma educativa”, “enseñar conocimientos socialmente productivos”, dice la ley de educación y los documentos internacionales.

Es una falacia hablar de la competencia del mercado cuando hay un estudio14 (que fue censurado), entre otros, en el que demuestran que 147 corporaciones transnacionales, principalmente financieras y minero-extractivas, controlan la economía mundial.

Esas mismas corporaciones que establecen redes de control, crean y articulan organizaciones no gubernamentales, son las que pretenden, con una máscara filantrópica, quedarse con el control global de la educación.

No es una novedad que el poder corporativo impone políticas a los gobiernos para optimizar aún más sus ganancias, al mismo tiempo que “flexibiliza” o precariza a sus trabajadores, porque consiguen las leyes para hacerlo. Pero no sólo es la “presión” política, como vemos que dicen sus propios escritos; es mucho peor cuando son gobierno, cuando los titulares de ministerios u organismos públicos son Ceo o gerentes corporativos.

Es imprescindible cerrar este capítulo II de La educación en la era corporativa con otra cita de Noam Chomski: “En los últimos 25 años, ha habido un ataque generalizado a la solidaridad, a la democracia, al derecho social o a cualquier cosa que interfiera con el poder privado; son muchos los objetivos. Uno de esos objetivos es indudablemente el sistema educativo (…) Un sistema público de educación se basa en el principio de que unos se preocupan por los otros (…) Hay un gran esfuerzo por debilitar todo eso, en tratar de privatizar las aspiraciones para así controlar totalmente a la gente (…) el debilitamiento de la concepción de solidaridad y cooperación, eso es lo que radica en el ataque al sistema de escuelas públicas, el ataque a la seguridad social, el esfuerzo por bloquear cualquier forma de sistema nacional de salud (…) todo ello es parte general de crear un orden socioeconómico bajo el control del poder privado.15

Notas:

1 Alberdi Juan B. “Peregrinación Luz de Día” en Obras Selectas. Tomo II. Librería La Facultad. Bs. As. 1920

2 Alberdi Juan B. “Filosofía Contemporánea” en op. cit.

3 Viñas David. Literatura Argentina y Política. Editorial Sudamericana Bs. As. 1995

4 Mapelman Valeria y Musante Marcelo. “Campañas militares, reducciones y masacres. Las prácticas estatales sobre los pueblos originarios del Chaco” en Historia de la crueldad argentina, volumen I, Coordinado por Osvaldo Bayer. Ediciones El Tugurio. Bs. As. 2010

5 Citado por Diana Lenton en: De Centauros a protegidos. La construcción del sujeto de la política indigenista argentina a través de los debates parlamentarios. Tesis Doctoral. 2005. Facultad de Filosofía y Letras. UBA. Incluido en op.cit.

6 Las citas de Sarmiento y Alberdi fueron tomadas de Cucuza Héctor R. Yo argentino. La construcción de la Nación en los libros escolares (1873-1930). Miño y Dávila editores srl. Bs. As. 2007

7 “Inversionistas: la enseñanza, el segundo mercado más grande en EU” y “El empresario Bill Gates, fuerte impulsor de la reforma”. David Brook. Diario La Jornada. México. 03-01-2013

8 La empresa de correos Deutsche Post surgió entre 1989 y 1995 mediante la privatización de la administración de la antigua empresa de correos Deutsche Bundespost. Al mismo tiempo, surgió en las telecomunicaciones la empresa Deutsche Telekom, así como el Deutsche Postbank.En ese tiempo, el Ministerio de Correos y Telecomunicacionesquedó encargado de las tareas del servicio postal. Después, la recién creada Agencia Federal de Comunicaciones se encargó de todas las actividades relacionadas con la administración postal.

Deutsche Post quedó fuera del control del estado el 14 de junio de 2005 cuando la institución financiera KfW Bankengruppe compró acciones de esta empresa valoradas en 2 millones de euros.

El empresario alemán Klaus Zumwinkel fue el presidente ejecutivo de la empresa desde 1990 hasta 2008. Renunció al cargo el 15 de febrero de 2008 ante la presión de la opinión pública debido a una investigación que lo vinculaba a una evasión de impuestos.

9 Según su propia página web, http://www.arnoldfoundation.org/ la propuesta de la fundación “se basa en las políticas que promueven una administración descentralizada y más posibilidades de elección de la escuela para familias, así como una mayor flexibilidad y responsabilidad para los líderes y educadores. Creemos que las escuelas y los sistemas escolares que dan prioridad a estos principios se pueden abordar las desigualdades sistémicas y mejorar los resultados educativos.A diferencia de muchos sistemas tradicionales de la escuela, donde los líderes escolares deben seguir un programa de instrucción específica y se adhieren a los mandatos del distrito, los operadores en el modelo de cartera tienen un alto grado de autonomía en su toma de decisiones. Ellos seleccionan su propio plan de estudios y los materiales, contratan a los maestros y el personal, y controlan el presupuesto de la escuela”.

10 Según su propia página web, www.robertsonfoundation.org/reform: “El objetivo de la Fundación Robertson es asegurar que todos los niños tengan acceso a las oportunidades educativas de alta calidad. Nuestras iniciativas de reforma de las escuelas públicas tratan de abordar desafíos que afectan negativamente el rendimiento estudiantil. Utilizamos un enfoque de dos vías:«La reforma desde dentro» – las actividades que mejoren las políticas y prácticas del sistema de apoyo existentes, impulsar un uso más eficaz de los recursos, y llevar a cabo proyectos de demostración que pueden ser adoptadas a lo largo de los sistemas públicos.

Cambiar unidad de generación de presión externa
– el fomento de la competencia mediante el apoyo al desarrollo de las escuelas autónomas, los programas de cupones, y los recursos que permiten a elección de los padres informados.Nuestra esperanza es que las escuelas y los sistemas eficaces que apoyamos servirán como ejemplos de «lo que puede y debe ser» para las escuelas públicas de Estados Unidos; demostrando un liderazgo efectivo, exigiendo un alto nivel, la promoción de la gestión basada en la escuela, lo que garantiza un apoyo efectivo maestro, y que requiere la rendición de cuentas sobre la base de datos de los estudiantes.

El centro de nuestra estrategia de educación general es un enfoque implacable en el rendimiento de los estudiantes. Nuestra convicción es que la combinación de apoyo y la presión sobre la educación pública impulsará los cambios fundamentales necesarios para garantizar oportunidades educativas de alta calidad” (resaltado es mío).

11 Tiene un programa de acompañamiento a alumnos y estudiantes con problemas familiares y sociales. Trabaja con lo que llaman “mentores”, es decir los acompañantes. Decenas de otras organizaciones son aportantes de esta fundación.

12 Diario La Nación Oscar Ghillione, “Un emprendedor social tras la utopía de una escuela que construya futuro” 16-12-2012

13 La educación encierra un tesoro. Informe Delors. Ediciones UNESCO. 1996

14 Los autores del estudio son Stefania Vitali, James B. Glattfelder y Stefano Battiston, investigadores de la Universidad de Zurich (Suiza), quienes publicaron su trabajo el 26 de octubre 2011, bajo el título “La Red de Control Corporativo Global” (The Network of Global Corporate Control) en la revista científica PlosOne.org.

15 Chomsky Noam. “Asaltando la solidaridad – Privatizando la educaciónRebelión.org, julio 2001

Fuente del artículo: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=211224

Fuente de la imagen destacada: http://talent.paperblog.com/blog-120-historia-de-un-suspenso-el-de-la-educacion-3131964/

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Historias que no están hechas para niños (y sin embargo, las viven)

No es un cuento, y mucho menos de hadas. La situación que están atravesando miles de familias y de niños sirios buscando un hogar seguro donde vivir, lejos d ella guerra, nos remueve cada día viendo las noticias. ¿O ya no es cada día? UNICEF nos recuerda que existen muchos cuentos sin hadas, de final triste, protagonizados por los más indefensos, los niños. Y son cuentos reales.

Los niños en este camino dejan atrás su hogar y puede que pierdan a sus amigos, a su familia e incluso su propia vida. Se estima que cada día mueren dos niños en la ruta a Grecia, y Save the Children denuncia que más de 1250 niños refugiados han llegado solos al país heleno en lo que va de año. Es una de las historias que vemos en los vídeos, la de «Mustafá sale a caminar», con su familia dispersa, dejando atrás sus juguetes y sin amigos en un campo de refugiados.

Estos vídeos elaborados para UNICEF son dibujos animados pero al final de cada uno descubrimos que son historias reales, vividas y contadas por los mismos niños protagonistas. Como la historia de «Malak y el barco», que sufrió Malak, un niño de siete años que perdió a su familia. O la de Ivine y su almohada, que siempre amanece empapada en lágrimas porque las imágenes de la guerra y del duro camino la atormentan.

La situación de los niños refugiados no es muy optimista. El reciente acuerdo que ha firmado la Unión Europea con Turquía es denunciado por las ONGs y esperamos que esta denuncia junto a las actuaciones que generosamente hacen tantas personas o a campañas como esta de UNICEF abran los ojos a la sociedad y a quienes, desde el poder, podrían hacer más por ayudar a las familias.

Sin duda, algunas historias no están hechas para los niños y así lo vemos en estosemocionantes vídeos de UNICEF que muestran la trágica situación que viven cada día los refugiados, una crisis sin precedentes que supone un triste y peligroso éxodo. Una situación frente a la que no podemos, no debemos quedar impasibles.

A continuacion varias de ellas:

 

Historias que no están hechas para niños (y sin embargo, las viven)
 Fuente: http://www.bebesymas.com/infancia/historias-que-no-estan-hechas-para-ninos-y-sin-embargo-las-viven
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