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Si sabes, enseña y si no sabes, aprende

¿De qué sirve saber algo si usted no comparte lo que sabe? Ruben Blades
Se acabaron los tiempos en que te pagaban únicamente por trabajar. Cualquier organización que pretenda prosperar, te pagará además por enseñar lo que sabes y también por aprender lo que no sabes y necesitas para hacer mejor tú trabajo. A ninguna empresa le resulta rentable tener individuos brillantes o equipos de alto rendimiento que no sean capaces de mejorar el desempeño de sus pares. La evidencia nos demuestra que contar con abundantes talentos individuales no es garantía de éxito. Demasiadas veces, el todo es menos que la suma de las partes.

Acabo de regresar de nuestro cuarto viaje a Venezuela en 6 meses. Cada periplo ha resultado una pequeña odisea. El país está en una situación verdaderamente precaria. Permanentes cortes de luz, interminables colas para conseguir artículos de primera necesidad y Caracas que ostenta el nada decoroso título de ciudad más peligrosa del mundo. Llama la atención ver a la Guardia Nacional Bolivariana desplegada en calles y carreteras así como continuas referencias al “eterno comandante Chavez”. En contraste, Venezuela tiene las mayores reservas de petróleo del mundo. Pero un país rico en materias primas no es sinónimo de una sociedad desarrollada (de hecho los países más avanzados son aquellos con mayores “reservas” de conocimiento). Esta vez trabajamos con el equipo de perforación de Petróleos de Venezuela para tratar de resolver una problemática que no es nueva en la industria. En su principal División, tienen 40 taladros perforando pozos y su rendimiento es absolutamente desigual. Los hay que perforan un pozo en 17 días y los hay que tardan por encima de 50 en condiciones prácticamente idénticas. Es decir, los equipos con mejor rendimiento claramente tienen conocimiento que los peores equipos no tienen y que explica un porcentaje sustancial de las diferencias. Para hacerse una idea, 1 día de perforación de un taladro cuesta 22.000 dólares a lo que hay que sumar la producción que se deja de vender (600 barriles diarios por pozo) por cada jornada de retraso. Significa que cada mes se están perdiendo varias decenas de millones de dólares, un despilfarro mayúsculo. La solución, en términos de gestión del conocimiento es bastante clara: hay que determinar qué hacen esos equipos sobresalientes, cuáles son sus prácticas y decidir cómo se las transferimos a los equipos con problemas. La mejor práctica es aquella que asegura un resultado óptimo cuando la utilizas. Cuando preguntamos a los responsables de los equipos de perforación si interactúan entre sí para compartir conocimiento, su respuesta fue tajante: No. Ahora bien, esta misma realidad, es común a la mayor parte de organizaciones: vendedores o sucursales con niveles distintos de rendimiento, direcciones regionales de servicios públicos con desempeño desigual, unidades de negocio, plantas productivas… Acabamos de empezar un proyecto con una minera que consiste en identificar a las empresas con mejor desempeño a nivel mundial en una serie de procesos críticos en el área de mantenimiento para programar visitas de captura de conocimiento con el objetivo de aprender y transferir de vuelta ese conocimiento en sus operaciones en Chile. Allá donde uno mire, existen siempre diferencias en los resultados de los individuos y de los equipos cuya explicación, dado que ninguna empresa está formada por superhombres con poderes milagrosos, tiene que ver con distintos niveles de conocimiento. Asombrosamente, casi nadie parece muy preocupado.

¿Por qué sucede esto? Porque tenemos organizaciones diseñadas para competir internamente. En las empresas, es habitual encontrarse con rankings de individuos, equipos, oficinas, sedes, áreas de negocio, etc. Los resultados se gestionan felicitando y premiando al mejor y amonestando al peor (incluso castigándolo con el despido). Cualquier líder debe tener claro que lo más rentable para su organización no es promover esta lucha fratricida sino asegurarse de qué lo que hacen los mejores está siempre disponible para los que no lo hacen tan bien. La primera frase de este artículo lo resume perfectamente: “Comparar sirve para averiguar quiénes hacen mejor las cosas y en qué se basan sus logros para poderlos imitar”. Sin embargo, se insiste tozudamente en alimentar la rivalidad. Y en este contexto, al que le va bien, el que recibe bonos por su desempeño no tiene ningún interés en compartir lo que sabe y ayudar a mejorar al resto porque lo que haría es crearse competidores y disminuir sus probabilidades de ganarse el premio. “Dime como me vas a medir y te diré como me voy a comportar”. No se trata de mala voluntad sino de la respuesta natural al diseño nocivo que la organización ha promovido. La mayoría de personas a las que pregunto confiesan que no comparten su conocimiento porque no pueden, principalmente porque su empresa no les concede tiempo para ello. No existen ni espacios ni mecanismos para ayudar a los colegas y, dado que está todo diseñado para luchar encarnizadamente, cada cual se guarda para si sus mejores armas. ¿Y luego nos asombramos cuando las personas no colaboran? Más que demonizar la competencia, es urgente reaccionar ante el daño que causa colocar el “yo” por encima del “todos”. La principal queja que escuchamos en cada empresa es siempre la misma: no trabajamos en equipo. Los participantes en el último taller en Venezuela afirmaron “nuestra principal debilidad es no compartir”.
Por tanto, no estamos ante una simple casualidad sino que las organizaciones carecen de instancias para que el conocimiento fluya porque su modelo de gestión fue creado deliberadamente de esa manera. La inmensa mayoría de profesionales dedican su tiempo a “trabajar en lo suyo” y resulta casi imposible encontrar alguno cuya función consista en ayudar, con su conocimiento, a que los demás progresen. Se considera que todo tiempo que no se dedica a ejecutar es tiempo perdido. Las descripciones de cargo jamás incluyen ninguna referencia a compartir conocimiento o a enseñar a otros. A casi nadie le pagan por su contribución a la mejora del desempeño de sus colegas. ¿Cuántas empresas consideran fundamental la capacidad de aprender o las habilidades para enseñar de los candidatos durante el proceso de selección? Sin embargo, el espíritu de la gestión de conocimiento es precisamente crear las condiciones para asegurar que el conocimiento circule al interior de la compañía, que a sus integrantes les merezca más la pena compartirlo que guardárselo para sí, porque eso es beneficioso para a la organización. Las consecuencias de no compartir conocimiento pueden llegar a ser catastróficas. Los mismos errores que ocasionaron el peor accidente ecológico de la historia con la explosión de una plataforma petrolífera de British Petroleum en el golfo de México, habían sucedido 5 años antes en una refinería de Texas.

Gestionar el conocimiento consiste en crear las condiciones para aprender y para que el conocimiento fluya. Que las personas sepan que crear, sistematizar y compartir conocimiento es lo que se espera de ellos (y no algo que ocurre cuando sobra tiempo o cuando alguien te cae bien) porque contribuye a los objetivos de la empresa. Por un lado, la gestión de conocimiento es un concepto muy simple de entender: Enseño lo que sé y aprendo lo que no sé. Pero por otro lado, gestionar el conocimiento implica desafíos considerables. Cambiar la forma de mirar la empresa como un organismo que aprende, obliga a replantearse los procesos de trabajo, el rol de las personas y los sistemas de medición. Mientras tanto, aprender se sigue viendo como una pérdida de tiempo, algo que interfiere con el trabajo, que ojala sea lo más barato posible y responsabilidad de “la gente de formación”. Años atrás, el Jefe de Capacitación de una cadena de farmacias me confesaba su frustración por no haber conseguido convencer al gerente de ventas para que le cediese a uno de sus vendedores estrella para que pudiese formar a otros vendedores. Las capacidades de ejecutar y de enseñar no solo no son incompatibles sino que es imprescindible realizarlas simultáneamente.
Ante una realidad que no cesa de cambiar, las organizaciones no tendrán más remedio que transformar su diseño de los procesos de trabajo para adaptarse. No pueden mantener el mismo esquema eternamente. Por ejemplo, hace 10 años, en Catenaria todo el mundo estaba religiosamente en la oficina a las 8:30h (y con corbata) mientras que hoy, yo piso la oficina solo cuando es imprescindible. Y es que el trabajo no es un lugar. En demasiadas instituciones públicas y privadas, mientras sus integrantes confiesan que podrían realizar su trabajo sin necesidad de acudir a diario a la oficina, se mantiene inalterable el mismo formato rígido y anticuado de hace décadas. Las organizaciones que aprenden son más planas y son más orientadas a la persuasión que al control y a la jerarquía.

¿Qué tenemos que cambiar? Cambiar obliga a aprender. Hace 2 columnas ya vimos que resulta imprescindible generar 3 hábitos inexistentes en las empresas: reflexionar, sistematizar y compartir. Pero no basta con esto, se requiere darle un protagonismo central al aprendizaje. Claro que para enseñar a otros necesitas aprender a enseñar y para eso hay que dominar el proceso de aprendizaje, algo que como ya abordamos, está al alcance de pocos profesionales. ¿Quién te enseña a enseñar? ¿Cómo se aprende a lograr que otros aprendan (y no a contarles cosas)? ¿ Te lo enseñaron en el colegio o la universidad? ¿Seguro que sabes aprender? ¿Cómo aprendemos? Siempre que hago esta pregunta en un curso, todos los participantes me responden lo mismo: “Haciendo”. Aprender no consiste en asistir a cursos, escuchar a expertos o leer contenidos bellamente estructurados. Aprender exige practicar y al finalizar, tengo que ser capaz de hacer algo que antes no podía.

Muy pronto, todas las empresas abrazarán un mandamiento que dirá: “Todo lo que sepas en tu área de expertise, necesitamos que se lo enseñes a quien le pueda hacer falta. De igual modo, cualquier ámbito en el que no tengas todo el conocimiento que requieras, necesitamos que lo aprendas para mejorar el rendimiento”. Lo que una persona o un equipo aprenden únicamente se convierte en conocimiento organizacional si existe un proceso deliberado de compartir, de otra manera el conocimiento permanece en el individuo o grupo que lo originó y la empresa no aprende. Para ello, necesitamos crear instancias para aprender y compartir y al mismo tiempo, modificar el sistema de incentivos para que dichas instancias formen parte de las tareas ineludibles de cada miembro.

El conocimiento organizacional ocurre cuando toda la organización aprende y comparte lo aprendido. En EEUU, el Ejército, una de las organizaciones más antiguas del mundo, creo en 1985 el Centro de Lecciones Aprendidas (CALL), un órgano cuya función es captar el aprendizaje y difundirlo por toda la institución. La labor de este cerebro es, como expusimos en esta charla TED, capturar lo que se aprende y proveer el conocimiento a quien lo necesite. Gordon Sullivan, ex jefe del estado mayor del ejército de EEUU decía: “El reto es descubrir qué se sabe en cualquier parte de la institución y si es valioso, hacer que lo conozcan todos”.Actualmente, con el apoyo de la tecnología, la experiencia se puede difundir casi al mismo tiempo que se genera.

El principal reto para el futuro de una empresa consiste en crear una cultura de aprendizaje, instaurar la libertad de aprender. ¿Cuál es el desafío de un líder? Desarrollar a sus colaboradores para que se revaloricen y rindan lo mejor posible en lugar de que se deprecien y rindan menos. Desarrollar exige enseñar, lo que expone a los líderes a demostrar que verdaderamente saben. La mejor estrategia para un líder es predicar con el ejemplo: ser los primeros en enseñar y mostrarse disponibles para aprender, lo que no siempre ocurre (el principal enemigo del aprendizaje es creer que ya lo sé todo y no necesito aprender). Un líder que aprende, reconoce la importancia de enseñar. Aprender implica aprender de todo lo que haces todo el tiempo. No sirve que solo algunos aprendan y no todos o que se aprenda algunas veces y no siempre. El aprendizaje es un hábito para toda la vida. Aprender y enseñar son una responsabilidad compartida. A la empresa le interesa siempre tener a los colaboradores mejor formados pero también te tiene que importar a ti: convertirte en mejor profesional (cuanto más sabes más valioso te vuelves) y contribuir al bien común. Por eso la actitud juega un papel tan decisivo. La motivación por aprender lleva a generar conocimiento y a compartirlo. La gestión del conocimiento depende de la actitud de aprender y ayudar a otros.

Aprender de lo que se hace y compartir el conocimiento está en la esencia del aprendizaje organizacional. Una organización que aprende reduce sus riesgos porque cuanto más saben los individuos y los equipos, más eficientes se vuelven y menos errores se cometen. Solo una autentica atmosfera de aprendizaje puede garantizar la innovación. Invertir en conocimiento es siempre la mejor elección.
“Si tuviésemos una organización de 25.000 aprendedores que viniesen cada día y aprendiesen nuevas maneras de crecer y mejorar, seríamos la empresa más competitiva del mundo. James Champy.

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El día que el tomate Cherry gane a la papa frita

Más frecuentemente de lo que me gustaría, me encuentro deseando una porción de papas fritas del restaurante de comida rápida ubicado frente a la oficina. Me resisto pero, cuando mi fuerza de voluntad está ocupada digiriendo la ensalada, me descubro, demasiado tarde, con una cajita de papas fritas en la mano.

No deja de sorprenderme, cada vez que entro al restaurante, los comensales y la atmosfera allí dentro tan diferente a los de América Latina. En el centro de Washington, DC, ciudad en la que vivo, los comensales de este restaurante de comida rápida son, en  muchos casos, personas que no tienen a dónde ir. Pasan el día allí, resguardándose del frío y comprando cada tanto alguna hamburguesa u otros bocadillos con las monedas que reciben de mendigar.

En cambio, entrar a un restaurante de comida rápida en América Latina es una fiesta de niños y colores. Padres o madres cargados de carritos y otras necesidades de infantes son los que se resguardan allí del frio o la hiperactividad de sus hijos. Los niños gritan, corren o gatean felices por el local, exacerbados por el azúcar de las gaseosas y los estímulos marketineros.

Todo está planificado para que un padre pueda, durante una tarde, leer serenamente las noticias o ponerse al día charlando al teléfono con amigos mientras los chicos están en el pelotero. Incluso, todos los niños de mi pequeña encuesta concuerdan, las mejores fiestas de cumpleaños son aquellas celebradas en el local de comida rápida.

Los cumpleaños infantiles es otra ocasión en donde existen varias diferencias en temas de nutrición entre la ciudad que habito y mi ciudad natal. Muchos padres y madres que repartan refrescos con azúcares en un cumpleaños infantil serán, inmediatamente, descalificados del listado de padres responsables y sus hijos perderán para siempre las visitas de sus amigos. Es común ver agua de coco, juguitos o, como mucho, leche chocolatada.

En cuanto a la comida, el menú varía drásticamente. Las fuentes de papas chips y pali chips, tan habituales en las fiestas infantiles de los países de América Latina, son reemplazadas por bandejas de zanahorias y brócolis crudos. Los dulces, caramelos y chocolates, golosinas reservadas estrictamente para la fecha de Halloween, se cambian por manzanas, orejones disecados y tomates cherry.

Es importante resaltar que mis amigos de Washington, DC no son representativos de los estilos alimenticios de EE.UU. Sin embargo, más allá de lo anecdótico de éstas costumbres tan contradictorias según mi propia experiencia, miremos las cifras sobre nutrición infantil en América Latina.

Según un estudio de la revista The Lancet, en América Latina hay unos cuatro millones de niños menores de 5 años con sobrepeso u obesidad. Por poner algunos ejemplos, en Brasil se reportó un incremento de niños de 10 a 12 con sobrepeso y obesidad de 23% a 39% en los cuatro años que van desde el 2004 al 2008. En México, la prevalencia de sobrepeso en niños de 5-11 años es de 17.3% y en Argentina ésta es de 27% en niños de 10-11 años. En Uruguay, una nueva encuesta nacional reveló que  el 10,5% de los niños menores de 5 años sufren de sobrepeso y obesidad. Y la realidad más dura es que estos números van en aumento.

Cambiar hábitos o costumbres es una de las tareas más difíciles para la psicología de los seres humanos. Los que primero se animan a estos cambios son considerados raros y hasta locos.  Pero imagina, dadas estas cifras y la forma exponencial en que crece la obesidad infantil, ¿no crees que sea hora de cambiar la bandeja de papas fritas por una de zanahorias en el próximo festejo de cumpleaños de tu hijo? Si no eres tan radical, por lo menos puedes ofrecer limonada casera con menos azúcar que un refresco. Si te animas, yo también prometo dejar de ir por mis grasas trans de las 3 de la tarde.

Publicado originalmente en el blog: http://blogs.iadb.org/desarrollo-infantil/2016/04/04/comida-rapida/?mc_cid=a01bcdd3d3&mc_eid=9b12d2df8b#.Vwgt75zhDIV

Fuente de la foto: http://www.mdzol.com/nota/363291-planta-tomates-cherry-en-casa/

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Conflictos y diálogo democrático en Nuestra América

 Los avances sociales realizados en Nuestra América, desde los años 1990, con la Constitución Bolivariana en Venezuela, la revolución ciudadana en Ecuador, el movimiento plurinacional en Bolivia, el hambre cero de Brasil, el avance del Frente amplio en Uruguay , la superación de la tenaza neoliberal del Área de Libre Comercio de las Américas, ALCA, en Argentina, representó un avance democrático de inclusión social, dado en un marco de unidad en la diversidad, con esfuerzos de integración solidaria, como UNASUR, CELAC, PETROCARIBE y ALBA. Período que intenta superar las tensiones sociales producidas con la exclusión de las mayorías populares durante los años 1970,  con dictaduras como las de Pinochet o Videla y luego con medidas de ajuste en los años 1980.

Este esfuerzo común Nuestro Americano, se presenta hoy amenazado, teniendo a la Argentina, como fuerte intento de regresión  hacia la exclusión social. No se manifiestan todavía, los golpes de estado explícitos, como en épocas anteriores. Sin embargo, los golpes estilo Paraguay, expulsando a presidentes legítimos como Fernando Lugo, con base en artimañas parlamentarias, resulta una tentación que se hace sentir en Brasil, Bolivia, Ecuador,  Venezuela… Región que, aún con los conflictos, sigue siendo zona de paz del planeta en crisis.

Se pretenden exacerbar al máximo los conflictos, sea por la vía mediática, paramilitar o delincuencial, o económica financiera, hasta intentar llevarlos interesadamente por grandes poderes mezquinos, hacia violentas rupturas sociales. Los procesos verdaderamente democráticos, requieren superar los conflictos con sentido ético, por la vía del diálogo, con verdad, justicia y respeto mutuo en función del bien común.

De allí que llamados como los del Papa Francisco, en diversas instancias, hayan resultado muy bien recibidas en la región. El papa pidió el Domingo de Resurrección, “diálogo y colaboración” en Venezuela para que se trabaje por el bien común y se promueva “la cultura del encuentro, la justicia y el respeto recíproco”…” lo único que puede asegurar el bienestar espiritual y material de los ciudadanos”. (Papa Francisco, Mensaje 27.03.2016). Este mensaje fue debatido en la Asamblea Nacional en Caracas, la cual,  luego de un intenso debate, logró  un acuerdo unánime con ocasión de exhorto del Papa Francisco a favor de diálogo y la Paz en Venezuela. Por su parte, el nuncio apostólico Aldo Giordano, en visita al Estado Lara comentó que el Papa Francisco expresó su deseo de que Cristo guíe a quienes tienen la responsabilidad de dirigir el destino del país, enfocado en el primer instrumento de paz, el diálogo. Y que el Papa estaría dispuesto a incluir a Venezuela en su agenda de visitas.

Pese a los intentos de aprobar una ley de amnistía cuestionada por organizaciones de víctimas y de defensa de derechos humanos, al no basarse inicialmente en una comisión de la verdad que permita una reconciliación con justicia, se manifiesta en Venezuela una reserva ética en los movimientos populares incluyendo pueblos originarios y en diversas mesas productivas, que impulsa un esperanzador diálogo sincero para tratar los conflictos en función del bien común.

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La norma del género

Alba Carosio / La Araña Feminista

albacarosio@gmail.com

Imagen: Fabiola-Andreu

 

A la diferencia biológica innegable entre hombres y mujeres se superponen las categorías metafísicas de masculinidad y feminidad, como principios distintos, contrapuestos y antagónicos. En torno a estas categorías se agrupan características psicológicas, conductuales y sociales que conforman el código genético de hombres y mujeres, y se presentan como “naturalmente” adscriptas al macho o a la hembra humanos y por lo tanto, inevitables e inmodificables.

La norma social establece una femineidad y una masculinidad con rasgos determinados, dos principios diferenciados y jerárquicos que conforman un dualismo constitutivo de lo humano. Este dualismo propone una explicación valorativa de las diferencias sexuales conectada con el dualismo ontológico, que ofrece una reflexión sobre el origen del mal: hay dos órdenes de ser y, por tanto, hay dos principios de ser, irreductibles y mutuamente incompatibles, el bien y el mal. El dualismo en todas sus formas, representa una división polar antagónica y excluyente, en uno de los polos está el bien y en el otro todo lo negativo y malo. Hay antagonismo y exclusión.

El dualismo plantea la existencia de la identidad como fundamento o principio: existe un principio masculino y un principio femenino, dicotómicos y opuestos, en uno se produce el bien y en el otro el mal. Y por ello, los principios no son iguales ni complementarios, uno de ellos es superior al otro y debe predominar, sometiendo y dominando al otro. Los principios masculino y femenino son fundamento de lo humano y se proponen como deber ser para los individuos de cada sexo.

La masculinidad normativa, incluye asertividad, competitividad y fortaleza, está definida por el poder dentro del espacio público y privado. La masculinidad es el lugar de la autoridad simbólica, y para actualizarse necesita contraste con la femineidad, caracterizada por la pasividad. La diferencia sexual es vivida y transmitida socialmente como jerarquía, que determina situación de poder privilegiado para los hombres y situación de opresión y sujeción para las mujeres.

El dualismo femenino/masculino implica valoración. La masculinidad posee una connotación tan positiva dentro de la escala humana que, cuando una mujer tiene un comportamiento valiente -comportamiento que es valioso en una situación dada- suele decirse que ha actuado de manera viril. Resulta un elogio para una mujer calificarla de viril en ciertos casos, mientras que siempre resulta agraviante para un hombre decir de él que es femenino. Es más, lo viril no sólo se ha cargado de valoración positiva, sino que es asumido como “lo humano”, distinto de lo animal natural. Decía Simone de Beauvoir que “el hombre representa a la vez lo positivo y lo neutro”, mientras la mujer es la alteridad total. El patriarcado se mantiene negando, excluyendo o infravalorando la alteridad femenina, considerándola no como alteridad complementaria o como diferencia en la diversidad humana,  sino cómo desigual, cómo jerárquicamente inferior, cómo “lo otro”. Y lo “otro” siempre es aquello que no es de los nuestros, por lo tanto, es inferior y puede ser peligroso.

Sólo la mujer parece tener ‘género’, la propia categoría se define como aquel aspecto de las relaciones sociales basadas en la diferencia entre sexos, en la cual la norma siempre ha sido el hombre, lo que implica la idea de que “la mujer es una categoría vacía”. Y como las normas, las leyes, la filosofía y en general, la cultura que conforma lo social fueron elaboradas por hombres, la mujer es tomada como un otro sexual, un opuesto radical, un otro misterioso, diferente e inferior.

El mito de la femineidad es una construcción metafísica, que bajo diferentes formas y modalidades, ha venido postulando históricamente la idea esencial de que hay una naturaleza femenina radicalmente diferente de la masculina. Unos han defendido la inferioridad de esa naturaleza femenina, otros la igualdad dentro de la complementariedad y otros incluso han defendido la superioridad de la mujer en determinados ámbitos (los menos valorizados) claro está sobre la base de la división del mundo en dos esferas, una reservada a los hombres y otra a las mujeres. Pero, se afirme la inferioridad, la complementariedad o la superioridad, el común denominador del mito de la femineidad es siempre el mismo: hombres y mujeres tienen “naturalezas”, identidades diferentes, y de ahí se derivan distintas misiones de unos y otros en la vida, papeles masculinos y papeles femeninos, cualidades propias de hombres y cualidades propias de mujeres, que se plantean como intemporales y ahistóricas.

Ocurre que para lograr ajustarse a la “naturaleza masculina” y a la “naturaleza femenina”, los hombres y las mujeres deben aprender comportamientos normados que los ubican en lugares sociales y personales de diferente jerarquía y diferente acceso a bienes sociales, y a decisiones autónomas. En orden ontológico, decía Aristóteles:

      “El libre manda al esclavo, el macho a la hembra y el varón al niño, aunque de diferente manera; y todos ellos poseen las mismas partes del alma, aunque su posesión sea de diferente manera. El esclavo no tiene en absoluto la facultad deliberativa; la hembra la tiene, pero ineficaz; y el niño la tiene, pero imperfecta. De aquí que quien mande debe poseer en grado de perfección la virtud intelectual… y cada uno de los demás en el grado que le corresponde” (Aristóteles: Política, 170)

Resulta del todo imposible probar la existencia de una naturaleza femenina o una naturaleza masculina. Como resulta del todo imposible para el género humano probar qué es lo natural y que es lo cultural: ¿Dónde se encuentra el buscado ser humano natural? Incluso la biología está determinada por la cultura.

Si bien no es posible hablar de naturaleza femenina o naturaleza masculina, como conjunto de rasgos determinados biológica y naturalmente, y por lo tanto ahistóricos; en cambio, es posible e incluso innegable ver la existencia de diferencias de comportamiento entre mujeres y hombres. “No se nace mujer se llega serlo” dijo Simone de Beauvoir. Y es evidente que desde que existe memoria, la sociedad y la familia, han socializado de muy diferente manera a varones y mujeres. El género está así constituido por las determinaciones psicológicas, sociales, de comportamiento, de roles, todas ellas culturales, es decir históricas, es decir modificables. A este conjunto de diferencias psicológicas, sociales, actitudes, cualidades, aludimos cuando nos referimos a femineidad y masculinidad.

El patriarcado es el sistema histórico que teniendo como base ideológica legitimadora el dualismo jerárquico masculino/femenino mantiene el poder de los hombres como grupo sobre las mujeres como grupo.  El patriarcado ha pasado por diferentes etapas históricas desde la sustitución de la valoración y de las deidades femeninas hasta la conjunción de patriarcado y capitalismo que mantiene la dominación sobre las mujeres y la reproducción de la vida como garantía de la acumulación, y el peligro del socialismo patriarcal que promueve la emancipación pública y mantiene la dominación en lo privado personal.

Es evidente que la femineidad ha sido detentada históricamente por las mujeres, mientras que la masculinidad lo ha sido por los hombres. El dualismo femineidad/masculinidad es jerárquico y encierra una valoración que mantiene y apoya la opresión de las mujeres. A la femineidad se han asignado todas las características de lo que desea someterse o reprimirse en la humanidad, y también las cualidades que permiten la manipulación de las mujeres como grupo oprimido.

La “diferencia” entre masculinidad y femineidad vivida como jerarquía constituye la primera y más importante experiencia de poder y subordinación humana. La distinción ideológica entre masculinidad-femineidad y su consiguiente elaboración sofisticada, se da a partir de la experiencia concreta de la diferencia natural que es retomada por la cultura como desigualdad esencial. Esta experiencia ha actuado en contra de las mujeres, manteniéndolas en su estado de opresión, pero también en contra de los hombres puesto que ha negado a su propia humanidad el desarrollo de la mitad de sus posibilidades. El primer deber de los hombres es cuidar su masculinidad de manera tal que les permita mantener su posición de dominio, y el primer deber de las mujeres es vivir la sumisión de manera natural.

En la jerarquía sexual se encuentra el origen más profundo y sutilmente oculto de la opresión social. Este desequilibrio y desigualdad primitiva entre los sexos apoya todo otro sistema de desigualdad y dominio. La primera experiencia de la diferencia, y con ella dentro de nuestra civilización, la primera experiencia de la desigualdad y del dominio, es la experiencia de la diferencia sexual. El sistema patriarcal es el sistema de dominación más antiguo, más superviviente y más extendido. No existen grupos humanos que hayan escapado de él.

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Construyendo una República de muchas voces: ¿Cuál es mi lugar en el mundo? (parte II)

(continuación del mismo articulo con igual nombre)

 

El “Pensum Ciudadano” comienza con el “Primer Conjunto Básico de Preguntas”:
1. ¿Por qué estamos, profesores y estudiantes, en escuelas por la libertad?
2. ¿En qué consiste el Movimiento por la Libertad?
3. ¿Qué alternativas nos ofrece el Movimiento por la Libertad?
Estas eran preguntas que había que plantearse continuamente. Una y otra vez. El “Segundo Conjunto de Preguntas” era:
1. ¿Qué nos gusta de la cultura predominante?
2. ¿Qué no nos gusta de la cultura predominante?
3. ¿Qué tenemos y queremos conservar?

Tales preguntas eran formuladas para provocar un sentido de acción y poder en los estudiantes para permitirles que piensen por sí mismos y descubrir, mientras piensan, sus propias habilidades,  capacidades, esperanzas y aspiraciones. Ellos ya tenían en su cabeza y experiencia las respuestas, al menos en parte. Y, ya que no existe una simple y “correcta” respuesta a estas preguntas, todos los estudiantes tendrían una porción de la razón a medida que desarrollaban sus respuestas, exploraban la complejidad a través del diálogo, una y otra vez, con cuestionamientos continuos. No existía el sentimiento de gente que era definida por sus defectos, cacareos sobre estudiantes “en riesgo” o de una comunidad aberrante. Como escribieron Paul Lauter y Florence Howe, dos voluntarios de las Escuelas por la Libertad, “La confianza en el diálogo viene dada porque se supone, primero, que el
hablar, decir palabras, constituye un paso necesario para descubrir la identidad propia y social. Segundo, el descubrimiento público, decir palabras en un grupo, puede guiar a la acción…” La participación pública y la responsabilidad social en el salón de clases, el respeto por la decencia, el valor y compromiso para con todo ser humano y la adquisición de conocimientos y habilidades, todo esto en lugar de la sumisión, el miedo, la duda hacia uno mismo y la opresión. Los estudiantes dicen las palabras y por consiguiente nombran el mundo. Los estudiantes cambian y, de esta manera, fijan las condiciones para cambiar la sociedad.
***
Estamos en la búsqueda de una pedagogía basada en la experiencia y la participación, una pedagogía que se ubique y se expanda más allá de sí misma, una pedagogía crítica que sea capaz de cuestionar, re-pensar y re-imaginar. Estamos en la búsqueda de una enseñanza que esté viva y sea dinámica, que ayude a los estudiantes a enfrentar la pregunta: “¿Cuál es mi lugar en el mundo?”

En este sentido, me gustaría hablarles de mi hermano menor, Rick, quien ha sido profesor de inglés, humanidades y periodismo en la Secundaria Berkeley desde 1995. Rick obtuvo el título de Lenguas Clásicas y comenzó a dar clases algo tarde, luego de haber sido organizador, activista, chef y muchas cosas más. He pasado algún tiempo asistiendo a sus clases para observarlo. Lo respeto y admiro profundamente y es realmenteun profesor extraordinario. Pero, antes de continuar, debo advertirles sobre mi sesgo y, por ello, debo admitir que existe cierta posibilidad de distorsión.

Como ya he mencionado, respeto y admiro a Rick como profesor y lo quiero como persona y hermano, por lo tanto mi punto de vista no será objetivo. Siempre pienso sobre la forma valiente y llena de sentido con la cual ha vivido su vida, sobre la aguda inteligencia que aplica para enfrentar los obstáculos que se le presentan a diario (al igual que a todos nosotros) y, lo más destacado, sobre la profunda humanidad que muestra con los compromisos que asume para los proyectos, para afrontar los retos a la hora de impartir clases, con su familia o con las comunidades.

Para darle una dimensión a mi sesgo, les tengo que decir que cada vez que Rick me escucha que cuento una anécdota sobre una de sus clases o describo lo que, a mi parecer, es uno de sus momentos emblemáticos, él dice, generalmente mucho después y con su modestia característica, “realmente me gustó tu historia sobre mí. Es mucho mejor de lo que realmente sucedió”.  Los dos reímos, pero yo con cierta incertidumbre.

La primera impresión que tengo cuando entro en una de sus clases es que todos, Rick, los estudiantes, y hasta yo que soy su invitado, nos sentimos absolutamente cómodos. No existe ninguna de las formalidades forzadas o de las incomodidades evidentes que son típicas en muchos salones de clases ni tampoco la tensión feroz o el miedo o la ritual indiferencia que es el común de muchas escuelas y, sobre todo, en los liceos.

Rick está trabajando en su computadora, pero sube la vista para saludar a cada estudiante a medida que van entrando al aula. Quizás le pregunte a uno de los estudiantes sobre como sigue su hermano mayor luego de la cirugía en la rodilla y a otro sobre como le va con su preparación para entrar en la universidad. A la larga, la clase continúa sin interrupciones y se siente como si solo fuera una conversación continua, la cual es temporalmente interrumpida cuando se dan cuenta que la hora de clase se acabo hace rato. “Yo solía caer en pánico intentando hacer todo lo que tenía en mente”, me dice. “Sin embargo, terminé dándome cuenta que siempre hay un mañana”.

Hay grandes interrogantes que animan la enseñanza de Rick, preguntas a las cuales él regresa una y otra vez porque son generativas, expansivas e inagotables: ¿Qué significa ser un Ser Humano?, ¿Qué significa ser educado?, ¿Qué significa asumir responsabilidades para uno y para con los demás? Lo importante, en su opinión, es “llevar a cabo actividades que permitan a los estudiantes que se reconozcan como sujetos, actores de sus propios dramas, autores de sus propias historias, hacedores de sus propios mundos”.

Rick tiene un desorden de libros, trabajos y proyectos sobre su escritorio, pero los revisa constantemente, lo cual le indica a uno que mantiene cierto orden. Es parecido a su lugar de trabajo en su casa. Los alumnos también tienen escritorios para regar sus libros, trabajos y proyectos, y en algún punto de la clase, pareciera que, todos están comiendo. “Nunca entendí porque hay reglas que prohíben comer en clases”, dice Rick. “Los adolescentes tienen hambre todo el tiempo así que ellos quieren comer todo el tiempo. La obsesión de los adultos de las comidas a ciertas horas es una especie de mito puritano que no ha sido revisado, así como una receta para el desastre”. Sus alumnos entran a su clase, se acomodan y comienzan a comer. “Yo puedo leer y comer al mismo tiempo”, añade. “Puedo comer y pensar, comer y seguir una conversación. Por supuesto, no tengo ganas de comer cada media hora, pero al parecer ellos si. Así que si eso los hace felices ¿Por qué no?”.

Rick siempre consigue la manera de explotar el pensum para encontrar preguntas más profundas. Cuando le tocó dar una clase sobre el poema más extenso y conocido de Walt Whitman, “Leaves of Grass” (Hojas de hierba), llevó a su clase el tributo de Langston Hughes a Whitman “I, too, Sing America” (Yo también canto América). Sus estudiantes pronto estaban cantando América desde el caleidoscopio de ventajas y de pronto tenía un proyecto en mente que combinaba historia y literatura, eventos de la actualidad y periodismo, antropología, sociología y más. Llevó una película, un ensayo, una historia corta, fotografías, y jugó con el conocimiento adquirido, con las categorías de razas del sentido común que llenan de locura y opresión la historia de Estados Unidos. Les hizo un llamado a sus estudiantes para que se resistieran a que les convirtieran sus vidas en vidas estrechas definidas solo por la raza de cada quien, les recomendó viajar. Los estudiantes leyeron, tomaron fotografías, entrevistaron gente, y cada uno de ellos terminó escribiendo un poema que tenía que comenzar con:

“Me pidieron que escribiera sobre mi raza
Lo pienso seriamente
Voy a escribir la verdad
Y tengo que leer mi respuesta,”
Y tenían que terminar diciendo:

“Pero me detengo y simplemente escribo”.

A continuación algunos ejemplos de los trabajos entregados por los estudiantes:

1) Me pidieron que escribiera sobre mi raza
Lo pienso seriamente

Voy a escribir la verdad
Y tengo que leer mi respuesta,

Tengo un hermano, una hermana, una madre y un padre,

Tengo la revista Turbo que me leo todos los días
Para aprender más como poner los carros a punto

Tengo un Honda Prelude, un Ferrari F-50, un Ferrari
360 Modena, un Toyota Supra y un Chevrolet
Corvette C-12 pegados en mi pared.

Tengo profesores que me enseñan y me ayudan
A meter más conocimiento en mi cabeza

Tengo un equipo de béisbol favorito
Creo que van a ganar la Serie Mundial
Los Bravos de Atlanta.

Respeto a los mayores y a mis compañeros de escuela

Tengo la suficiente confianza para saber que voy a
Terminar la escuela y me convertiré en un muy buen ingeniero automotriz

Tengo una casa con patio trasero y grama

Tengo amigos que siempre están ahí cuando los necesito

Soy de tez morena y tengo el cabello negro y corto
Ojos marrones

Me apasionan los carros

Tengo talento para jugar béisbol y fútbol

Pero me detengo
Y simplemente escribo
“Salvadoreño”
2) Me pidieron que escribiera sobre mi raza

Lo pienso seriamente

Voy a escribir la verdad
Y tengo que leer mi respuesta,
Pero es difícil cuando tienes
Que poner todo lo que te hace ser la persona

Que eres y dejar solo tu
Apariencia exterior, tu color de piel.

Pienso sobre mí,
Hay mucho más de mí
Que lo que muestra mi color de piel.

Me corre sangre verde escocesa y de las montañas,
Y pies bailarines congoleses.

También tengo en mi piel y cabello Pies Negros y Seminole.

Tengo besos de chocolate en mis ojos
Y el sentido de valor de mi padre hacia la vida y la felicidad.

He tenido novios y juguetes

Y estas lindas curvas en mi cuerpo.
Pero me detengo
Y simplemente escribo
Afro-Americana

3) Me pidieron que escribiera sobre mi raza
Lo pienso seriamente
Voy a escribir la verdad
Y tengo que leer mi respuesta,

Como mis ancestros dormían, se despertaban y morían
Dejando rastros para que el tren pasara algún día
Como miraban al otro lado de la bahía
Hacia la ciudad resplandeciente desde la isla de los ángeles
Como fueron desgarrados de la tierra,
Su carne desgarrada de sus huesos por bombas
Como miraban desde los campos,
Los establos de caballos enojados que eran cabalgados
Forzados a llamar a casa y preguntarse por que seguían ocurriendo
atrocidades
Pienso en todo esto pero me detengo
Y simplemente escribo
Asiático.
4) Me pidieron que escribiera sobre mi raza
Lo pienso seriamente

Voy a escribir la verdad
Y tengo que leer mi respuesta,
¡Soy una princesa gitana! Mi papá es un gitano romano
Mi abuela por parte de papá era bailadora de flamenco
Mi apellido es escocés
Mi familia tiene un castillo en Escocia
Mi papá tiene cabello y ojos negros
Yo soy rubia
Soy árabe,
Mi Jedu, o abuelo por parte de mamá
Vino de Irak para estudiar en la universidad,
Su nombre es Yasmeen, como la flor de Jazmín
Mi mamá tiene pelo negro y tez morena

Tengo sangre alemana,
Mi bisabuela llegó en barco,
Con cinco hijos a Estados Unidos
Mi abuela es India Americana, Apache
Ella habla su idioma
Cuando la gente supone mi raza,
Dicen que soy blanca o “Americana”
Mi abuelo tiene acento árabe
¿Realmente soy blanca? De ninguna manera, bueno…
¿Eso acaso dice quién soy?
¿Podrían saber la verdad?
Tengo ojos azules
¿Me mirarán extrañados luego que entregue mi trabajo?
Tantas preguntas…
Pero me detengo
Y simplemente escribo
De dos razas
Los estudiantes de Rick están luchando por encontrar su lugar en el mundo, su plenitud, participación y libertad luchando contra los lugares comunes, la barrera de las categorías raciales y los encajonamientos. El salón de clase de Rick es agradable, como ya he comentado, pero eso no quiere decir que sea tranquilo. El se ha inventado algo con sus estudiantes a través del trabajo duro decidido y una intención con un fin. Ellos han leído juntos sobre razas e identidad sin dejar de discutir sobre sus vidas, sus antecedentes o sus futuros. Han creado retratos diarios donde las conversaciones son vívidas y extensas, han leído Studs Terkel y Anna Devere Smith, han aprendido a entrevistar gente (primero entre ellos, luego a familiares y por último a la comunidad) para así crear “archivos históricos orales” y capturar una amplia gama de experiencias, reflexiones e interpretaciones.
Se están descubriendo a si mismos como gente libre, autores, pensadores y ciudadanos. Ellos nombran el mundo, se nombran a si mismos y en el proceso ellos crean para si un salón de clases que es una república de
muchas voces. Rick no permite que el trabajo de los estudiantes simplemente llegue a su escritorio para luego regresárselo al estudiante como si lo único útil de esta relación estudiante-profesor fuera el hablar con él, o que la única motivación fuera un puntaje en la boleta final. Los proyectos desarrollados y refinados, editados y re-hechos. A la postre, todos los trabajos llegan al dominio público con un fin más provechoso, ya sea en la pared de poesías de
la escuela, un vídeo, o una pequeña revista o periódico con una recopilación de los trabajos.
***
James Baldwin en su libro “A Talk To Teachers” (Una charla con los profesores) describe la paradoja central de la educación:

El propósito final de la educación es de desarrollar en la persona
la capacidad de mirar el mundo por si misma, tomar sus propias decisiones,
decirse a si mismo si algo es blanco o negro, tomar su propia
posición de si Dios y el cielo existen o no. Hacerse preguntas sobre el
universo y aprender a vivir con esas interrogantes es la manera como
cada quien alcanza su identidad. Sin embargo, ninguna sociedad está
realmente ansiosa de tener ese tipo de personas a su alrededor. Lo que
las sociedades realmente, idealmente, quieren es una masa de ciudadanos
que solo obedezcan las reglas que les imponen.

 

No existe nada más refrescante (ni más peligroso) que una mente que se cuestione a si misma. Un profesor puede demostrarlo, personificarlo y promoverlo en sus estudiantes. Por ejemplo, una manera de hacerlo es cuestionando el contenido programático a medida que se va enseñando el mismo. Esto podría llamarse “enseñando el conflicto”, como le dice Jerry Graff, es decir, enseñar, por ejemplo, Huckleberry Finn y a la vez enseñar todas las peleas, controversias y críticas que existen sobre este libro: ¿La historia promueve el irrespeto a las leyes? ¿Glorifica la ignorancia? ¿No es adecuado para lectores jóvenes? ¿Es racista? Enseñar Huckleberry Finn junto con historia, literatura crítica u otros libros está repleto de posibilidades pedagógicas.
Ciertamente esto significa leer la historia como algo esencialmente escrito por humanos y acercarse a cada texto como un igual y no como un consumidor, como un agnóstico y no un acólito. Estudiantes con mentes propias y también profesores con mentes propias, esto es una república de muchas voces, un espacio donde la más amplia gama de estudiantes pueden encontrar tanto lo que les es familiar como lo que les es extraño, lo que los nutre y lo que los desafía, una variedad de cosas que los involucran y los expande.
Insistimos en la libertad para pensar y decir lo que nos parezca. Estamos en contra de ser intimidados por los triunfalistas, los que mandan y los poderosos así como por los ortodoxos que dicen estar de nuestro lado. Insistimos en la independencia, pero al mismo tiempo, paradójicamente, aceptamos que nosotros vamos y debemos unirnos, sentirnos identificados con grupos y causas, y tomaremos posiciones. Tengo que convencer a mis estudiantes y ustedes deben intentar convencer a los suyos para que miren el mundo por ellos mismos y tomen sus propias decisiones. Debo insistir en que todos tenemos una forma de pensar distinta, todos hablamos con una voz distintiva (ustedes serán una prueba viviente), siendo protestatarios ante el poder cuando fuese necesario, articulando la verdad, desinflando el clamor autoritario que pide capturar todos los espacios disponibles, buscando lo que no se conoce, lo que se ha olvidado.
Para querer a nuestros estudiantes tenemos que inculcarles el amor propio y la confianza en ellos mismo. Si yo deseara convertirme en un buen profesor, debo defender a mis estudiantes, sobre todo de mí. Por lo tanto, les enseñaré a tener una consciencia crítica y no crédula, escepticismo y no una creencia obediente, curiosidad antes de una fe ciega. No quiero reverencias por lo que digo. No quiero discípulos.
La pensadora luminaria, la diva transgresora y prolífera escritora Bell Hooks (Gloria Jean Watkins) dice que la educación puede ser la puesta en práctica de la libertad cuando los salones de clase son vistos como “un espacio para lo posible”, un sitio donde debemos obligarnos a tener “una mente y corazón abiertos que nos permita enfrentar la realidad al tiempo que imaginamos colectivamente maneras de ir más allá de las fronteras, de transgredirlas”. Una enseñanza que invita a cuestionar y cruzar las fronteras, que permite la curiosidad y la transgresión, indagar e ir más allá. Este tipo de educación, este movimiento educador es el que Hooks llama la práctica de la libertad.
En un encantador documental francés llamado “To Have and To Be” (Tener y ser), conocemos a Georges López, un hombre de mediana edad que es maestro en una casa-escuela rural en Francia y quien tiene a su cargo cerca de doce niños con edades entre los cinco y doce años, aproximadamente. La película comienza con una larga toma tranquila del vacío salón de clases, las sillas sobre los escritorios, cuadros llamativos por todas partes, plantas, fotos, lápices y marcadores. El aula está descansando y uno puede anticipar una explosión súbita de energía joven cuando comience el día. Pero la toma tarda bastante. Y luego, sin ninguna fanfarria, una tortuga sale de entre un estante, y después otra más. Se observan las dos caminando pesada y lentamente por el piso con pesadez, en un contrapunto.
El baile de las tortugas es una metáfora sobre la enseñanza de López: todo es lento, nada apurado. En un mundo de un todo al instante, de aceras y escaleras que se mueven, de comida rápida y palabras procesadas, López reconoce que el crecimiento de un ser humano toma tiempo. Hay tiempo para involucrarse, para correr tras proyectos, tiempo para cometer y corregir errores y tiempo para resolver pequeños conflictos que siempre se presentarán en un grupo. Casi no se evidencia el típico encuentro superficial y el plan apurado (minutos para esto, minutos para aquello): el pensum de “Yo sé, tu no sabes”. Los cinco sentidos están comprometidos, los niños más grandes ayudando a los más chicos, todos tienen responsabilidades, expectativas, trabajos, metas y límites. Hay un sentimiento palpable de
crecimiento y cambio, euforia porque el salón no es igual a como era el día anterior o a como va a ser el día siguiente: ni los estudiantes ni el maestro. Todos ellos se encuentran en un viaje sin un comienzo claro y sin un final a la vista.

En un salón de clases de segundo grado de primaria que visité en Chicago observé una cartelera de actividades, una cartelera de limpieza y una cartelera de libros favoritos; un mapa de las calles, del tránsito y mapas de distintos lugares del mundo que compartían su espacio con mapas dibujados por los estudiantes sobre el salón de clases, el vecindario, y de sus casas; un área de cocina con una “barra de jugos” y afiches llamativos representando “Fideos”, “Ajíes”, “Hongos”, “Quesos del mundo” y “Colorantes naturales”; las huellas de la mano de cada niño con sus firmas, diarios, diccionarios, tesauros, “mini libros”, íconos, libros de matemáticas, rompecabezas y juegos de mesa; títeres; cubos; un recipiente con hojas de árboles; un sofá y una alfombra; dos largos troncos de árboles; y un tarro con pedazos de madera. Al igual que con el salón de clase de López, el ambiente se sentía que era rico y profundo, incitante y potencialmente incluyente. Estaba deslumbrado por todos esos detalles que nunca había visto ni se
me habían ocurrido (por ejemplo, un icono para cada estudiante que ellos mismos seleccionaban, símbolos como un sol o un cepillo de dientes que se colocaban junto al nombre de cada niño en el pizarrón, en los cubículos, en el libro o en un papel), me impactaron por considerarlos una ayuda inteligente para cuando se está aprendiendo a leer; todos los libros hechos por ellos personalizados, un “tesauro” y un libro de matemáticas me mostraron cuanto más se podría expandir el sentido de creadores y autores entre, incluso, estudiantes muy jóvenes. Pero lo que más me impresionó de esta colección de artefactos no fue nada de lo que ya he mencionado. Estaba impactado por la sensación de que este espacio para la enseñanza era un diseño intencional de una inteligencia particular, que el arquitecto de este ambiente tenía un propósito y una visión de sus estudiantes y de si mismo y que sus esperanzas, prioridades y compromisos fueron maquinados hasta el más mínimo detalle en esa aula.
***
En noviembre de 1999, mi hermano estaba leyendo un periódico de Oakland y encontró un artículo sobre la muerte de una niña india de 16 años llamada Sitha Vemireddy. Murió por envenenamiento por monóxido de carbono. Al parecer un accidente en su casa que se encontraba a dos cuadras del Liceo Berkeley. Esto le llamó la atención a Rick ¿Conocían sus estudiantes a Sitha Vemireddy?, ¿Estudiaba ella en Berkeley?, ¿Por qué no se mencionaba a ningún familiar? Se llevó el artículo de prensa al colegio y preguntó si alguien lo había leído. Por supuesto nadie lo había hecho. Los adolescentes no leen periódico. Sin embargo, muchos sentían la misma curiosidad que él y dos de sus estudiantes de periodismo, Megan Greenwell e Ileana Montauk, salieron en busca de Sitha Vemireddy esperando poder contar su historia.
Descubrieron que ella no era estudiante de Berkeley ni de ningún otro liceo de la zona, así que continuaron su búsqueda entre la comunidad Sur Asiática. La curiosidad y determinación de Greenwell se incrementó cuando fue rechazada bruscamente por el dueño de un restaurante donde quizás había trabajado Vemireddy. En cuestión de días, las dos estudiantes escribieron una historia en el periódico del colegio que fue la noticia principal de California por semanas “Muere joven inmigrante”, era el título, y el subtítulo: “La comunidad Sur Asiática dice que estaba ‘contratada’”. Dos niñas de liceo volaron la tapa de uno de los mayores contrabandos que consistía en la venta de mujeres en la India para luego ser llevadas a Estados Unidos ilegalmente a trabajar como meseras, obreras, domésticas o prostitutas.
Todo comenzó por la simple curiosidad de conocer un poco sobre el mundo en que vivimos. La noticia fue descubierta con tenacidad y valentía. Se conectó con asuntos de mayor envergadura como el empleo y las leyes, moralidad y ganancia, la migración voluntaria y forzada, políticas de inmigración, el estatus de la mujer y la lista continúa. Al final, dos prominentes hombres de negocios fueron arrestados y llevados a juicio, y una compañía de Hollywood le compró los derechos de la historia a Greenwell y Montauk. Esto último llevó a que hubiera más reflexiones, más pensamientos profundos y le añadió más complejidad. Las jóvenes reporteras decidieron enviar un tercio del dinero que recibieron a la familia de Sitha Vemireddy en la India, pero se dieron cuenta que ellas no podrían enviar un gran cheque a un poblado rural pobre sin consecuencias potencialmente violentas. Esto las condujo a las Naciones Unidas y a una organización no gubernamental que trabaja en la zona y las pudieron ayudar. El aprendizaje continúa.

La educación democrática se caracteriza básicamente por el diálogo, el cual es el vehículo para la discusión, la deliberación, la reconsideración y la transformación. En todo diálogo existe la posibilidad de cometer errores o de interpretar erróneamente, de luchas y emociones y también de crecimiento y cambio debido a que el verdadero diálogo es un acto espontáneo de pensar en voz alta, basado en reconocer que pensar es, en gran parte, una actividad social que es imposible de alcanzar sin estimular otras mentes. En un diálogo hablamos con la posibilidad de ser escuchados, de tocar corazones y cambiar ideas, y escuchamos con la posibilidad de alterar el ángulo de nuestro propio punto de vista. Comenzamos con la seria intención de comprometer a otros, pero ya que estamos entrando en el reino de lo flexible y recíproco, a veces incluso de lo alegre, sabemos que esta jornada nos va a cambiar. El diálogo enciende nuestra imaginación y nos empuja mucho más lejos.
El diálogo también forma comunidades, aun si la comunidad que crea está llena de conflictos. Puede ser el presagio del desequilibrio, revolviendo nuevas conciencias, nuevas empatías, nuevas maneras de apreciar lo complejo. Nos acercamos con convicción moderados por el agnosticismo, escepticismo, duda y por una sensación de lo fortuito. Nuestra meta no es hacer valer nuestro punto de vista, sino el ser transformados. Nuestra obligación es interrogar, explorar, prestar atención y observar más a profundidad una y otra vez. A través del diálogo descubrimos la posibilidad de re-denominar las cosas, de alcanzar algo nuevo. Nadie permanece exactamente igual.
El diálogo auténtico lleva a un conflicto esencial en la enseñanza, el conflicto entre el profesor que sabe y los estudiantes que no saben, y nosapunta hacia la síntesis. En el diálogo, el profesor se convierte en el estudiante
de sus estudiantes y estos se convierten en los profesores de su profesor. Las líneas son borrosas, la autoridad subvertida y una nueva travesía comienza.
El diálogo es un impulso democrático, un gesto participativo basado convincentemente en la capacidad de cada persona. Es un reconocimiento al clamor de los demás así como un reconocimiento de las propias imperfecciones.
Admitir que, por supuesto, uno no lo sabe todo. Aceptar la poca confiabilidad de cualquier investigación, en especial las propias, la contingencia de todo conocimiento y la multiplicidad de perspectivas e interpretaciones. Si se intenta, todo ello debería ser motivo de emoción y una razón para tener esperanzas, no para desesperar.
***
Existen Escuelas por la Libertad contemporáneas. Lugares donde la experiencia es el punto de partida para pensar, donde el diálogo, la investigación y las actividades autodidactas guían a la transformación de los estudiantes y de sus comunidades. Una de ellas es la escuela Detroit Summer, la cual fue organizada hace una década por los activistas Jimmy Boggs y Grace Lee Boggs. Jimmy ya falleció, pero Grace, con sus 88 años todavía le inyecta visión, inspiración, sabiduría y energía al proyecto.
El objetivo de Detroit Summer es darle un nuevo espíritu, redefinir y reconstruir Detroit desde abajo, para  enriquecer la vida de la comunidad gracias al trabajo de raíz llevado a cabo por los ciudadanos comunes. En el primer tríptico de Detroit Summer, Grace Lee Boggs escribió: “Nuestra preocupación se enfoca en como nuestra ciudad ha sido desintegrada social, económica, política, moral y éticamente”. Ella y sus colegas estaban convencidos de que ninguna compañía iba a ir a resolver sus problemas y que dependía de ellos “poner nuestro corazón, nuestra imaginación, nuestra mente y nuestras manos juntas para crear una visión y diseñar programas concretos para desarrollar empresas locales que provean trabajos útiles e ingresos para todos los ciudadanos”.
Detroit Summer agrupa estudiantes universitarios, de liceos y gente de la comunidad en talleres y diálogos intergeneracionales para explorar asuntos históricos y teóricos, para establecer agendas y crear planes para un ambicioso programa de trabajo y actividades. Los organizadores aseguran que las escuelas de Detroit despojan a sus estudiantes de muchas cosas, sobre todo del derecho de pensar y escoger, y que por tal motivo ellos establecen un modelo explícitamente diferente, basado en el conocimiento, el pensamiento, la crítica y la escogencia. Todos on participes, sujetos históricos, no objetos, y todos hacen preguntas sobre lo que les causa problemas o lo que les gusta. El trabajo en Detroit Summer involucra búsqueda, servicio a la comunidad, investigación y acción. En el
pasado esto ha sido materializado con trabajos de reciclaje, reconstrucción la ciudad y para crear espacios públicos para el diálogo con las comunidades, transformar terrenos baldíos en jardines comunitarios y crear un taller de bicicletas donde se les enseñaba a los jóvenes de la comunidad como reparar sus bicicletas que representaban su medio de transporte en una ciudad con un sistema de transporte deficiente.
La Detroit Summer enfrenta al modelo educativo convencional el cual se asemeja al organigrama de cualquier fábrica con estudiantes pasivos e inertes y profesores autoritarios que solo mandan a llenar espacios en blanco, con un modelo de gente joven motivada a aprender porque se les promueve a resolver problemas reales de sus vidas y comunidades. Representa una alternativa vital al mundo que están recibiendo.
Julia tenía 16 años cuando fue por primera vez a Detroit Summer. Ella estaba encantada con su colegio mientras era niña y estaba ansiosa por comenzar la secundaria, para comenzar lo que ella pensaba sería una educación real y sustanciosa. “Leer libros me apasionaba”, dijo. “Solo el hecho de aprender nuevas cosas me emocionaba”. Pero la secundaria no fue lo que ella esperaba. “El aprendizaje estaba completamente perdido en mi liceo”, dijo. “Todo era ‘párate aquí… ve para allá… formen una fila’” La lista de no esto o no aquello ocupaba todo el espacio disponible y los niños aparentemente sin vida se arrastraban alrededor de la escuela, desilusionados, nulos, desconectados.
En Detroit Summer ella encontró algo más parecido a lo que esperaba, discusiones tendidas sobre asuntos interesantes, desde la estructura de la poesía hasta el porque de tantas casas dilapidadas por todas partes.
“Hablábamos y leíamos”, comentó. “Y también hicimos cosas”. En su primer año, ella junto a otros estudiantes limpiaron un terreno baldío y construyeron un jardín de vegetales y flores.

La hermana menor de Julia, Angela, quien tenía 12 años para aquel entonces, pasaba por ahí y participaba un poco en todo, sin embrago, los talleres de poesía fueron los que realmente incendiaron su imaginación. Angela fue alumna de Detroit Summer por una década, se graduó de la universidad y es Voluntaria de los Cuerpos de Paz de Perú. Para Angela, la Detroit Summer y sus talleres de escritura se convirtieron en educación como práctica de libertad.
Otro ejemplo de una Escuela por la Libertad moderna es la red de talleres de alfabetización organizada por el brillante educador de la comunidad, Hal Adams. Él ha organizado talleres desde Seattle hasta Boston, pero yo solo he visto los de Chicago. Se inspira en una frase que le atribuye a Antonio Gramsci: Todos somos filósofos. Los talleres comienzan con Hal presentando la idea germinal y luego provocando una discusión sobre el porqué es relevante. Hal Adams considera que el poder y la dominación son mantenidos no solo por el garrote y las armas: si controlas ideas también controlas vidas. Si la gente común puede tener confianza en sus propias ideas, sus creencias, si se pueden ver a si mismos como actores y no simplemente como objetos, entonces ellos tendrán los medios para desafiar el control que otros ejercen sobre ellos.
Hal piensa que cuando la gente común adopta las ideas de los dominantes y de los poderosos, dejando a un lado sus propias ideas y experiencias como algo menos importante, las personas están limitando el alcance de su imaginación y, por lo tanto, de sus propias acciones. Él quiere que sus estudiantes comiencen con sus propias experiencias para que desarrollen la confianza en si mismos y en sus ideas, para luego expresarlas públicamente permitiendo que las verdades esenciales pero olvidadas se conviertan en semillas para el cambio.
Un taller de madres que se reunía a las 09:00 a.m. en una escuela pública de Chicago comenzó con un ensayo sobre las experiencias vividas esa misma mañana. Cuando leyeron sus trabajos, una mujer comentó sobre un edificio abandonado por el cual pasaba todos los días y que le causaba temor. En la discusión subsiguiente, se hizo claro que los demás compartían su punto de vista y pronto muchas mujeres comenzaron a escribir sobre “edificios  abandonados” y “un mundo peligroso”. Lo que ella había experimentado como algo personal y privado resulto ser un sentimiento común que se hizo público en la clase. En los meses posteriores, las mujeres investigaron sobre la ley de vivienda, fueron a los tribunales y recibieron una orden para condenar la propiedad. Inspiradas en sus acciones, las mujeres fundaron un Comité Asesor de Base para tomar medidas en cuanto a otros abusos que se cometían en la comunidad. Estas mujeres descubrieron que lo que puede parecer un ensayo sencillo puede llegar a contener una significación importante y que, trabajando juntas, ellas son capaces de llevar a cabo ideas y actividades. Hal opina que es necesario pensar por uno mismo, para alcanzar la liberación y las metas a través los esfuerzos de nuestro
colectivo, en vez de acudir a autoridades externas. Además insiste que todos deberíamos trabajar juntos por un mundo mejor y más justo y aquellos que no se dan cuenta de esto son los analfabetas, sin importar si saben leer.
***
Nosotros los profesores nos ponemos del lado de los estudiantes. Creamos un espacio donde las voces puedan ser escuchadas, sus experiencias afirmadas, sus vidas valoradas, su humanidad proclamada. Los estudiantes no pueden entrar a las escuelas como “objetos”, simples cosas, aparatos y dispositivos, y salir como “sujetos”, con autodeterminación, concientes, con sentido, pensantes, interesados, auto-activados y libres ¿Cuál es mi lugar en el mundo? Unan sus manos, el lugar de ustedes no es a un lado, ven a la mesa, siéntate con los demás. Esta es tu mano. Esta es tu realidad. Aquí es donde nosotros nombramos el mundo y juntos alcanzamos nuestra humanidad. El diálogo comienza.

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¿ESTADO EDUCADOR?

estado eucador

Julio C Valdez/ Venezuela
Ocurre algo casi invisible pero de la más alta relevancia en la Venezuela de hoy. Desde nuestro cuerpo institucional vigente, tan pesado para vivir en sí mismo la práctica socialista, han empezado a proliferar en los últimos años espacios de formación institucionales y transinstitucionales.

Por ejemplo, existen viceministerios cuya función primordial es la formación, como es el caso del viceministerio de educación del Ministerio de la Defensa. Los ministerios asumen directamente procesos formativos, no sólo para sí mismos, sino también para las comunidades, como lo hacen los Ministerios de Comunicación e Información y el Ministerio para las Comunas y Movimientos Sociales, entre otros. Y también lo hacen organismos como CANTV, UNAMUJER, IDENNA, ONA y un buen etcétera. En estos procesos, nuestro cuerpo institucional comparte (por lo menos de modo incipiente) con innumerables experiencias formativas en educación popular, autogestionarias, para la producción, que han emergido desde hace mucho a partir de la organización popular.

¿Por qué es importante esto? Tal vez por dos grandes razones:

1. La diversificación de sujetos educativos y la proliferación de espacios para la formación (política, científica, técnica) implica un replanteamiento incluso de la concepción de estado docente que pese a su vigencia y su enorme importancia, había restringido la función formativa a las instituciones de la educación escolarizada (inicial, primaria, liceo, universidad). Es la sociedad la que educa en todos sus espacios y todo el tiempo; la educación escolarizada es sólo un modo de educar.

2. En la búsqueda de modos y medios de formación con la máxima pertinencia social, los/las diversos/as protagonistas en los múltiples espacios necesariamente se han visto en la situación de asumir reflexiones críticas sobre los modos y modelos educativos dominantes y buscar referencias en fuentes latinoamericanas (como la educación popular, la educación dialógica de Freire y la sistematización de experiencias) para desplegar procesos formativos realmente transformadores en conjunción con los grandes colectivos nacionales.

Estos procesos casi invisibles son sumamente importantes no sólo para la formación transformadora al interior de las propias instituciones –tarea extremadamente urgente-, sino también para la construcción de espacios formativos transformadores nacionales con la participación activa y protagónica de todas las comunidades del país. Esto –a mi humilde parecer- conlleva una alta potencialidad transformadora en el sistema educativo venezolano capaz de mover las anacrónicas pautas organizativas y prácticas curriculares de nuestro sistema escolar.

Ahora bien, dado lo anterior queremos hacer tres propuestas para mejorar y potenciar estos espacios formativos aún incipientes:

1. Considerar todo esto como un asunto de Estado. De un Estado educador, que ya aparece en el artículo 5 de la Ley Orgánica de Educación vigente. El Estado ha de asumir los lineamientos filosóficos y las acciones estratégicas para que estos procesos formativos impregnen las instituciones y viabilicen el plan de la patria.

2. Fomentar oportunidades de encuentros entre instituciones y comunidades para compartir lo que hacen en materia formativa y para reflexionar conjuntamente en torno a los supuestos fundamentales, las referencias doctrinarias y las acciones sistemáticas que puedan derivarse de ello. En foros, conversatorios, jornadas de reflexión pueden constituirse -por ejemplo- mesas de trabajo encargadas de analizar críticamente las experiencias, sus fundamentos y su impacto social, generando propuestas y caminos alternativos.

3. Registrar, sistematizar, escribir y socializar estas experiencias formativas de cara a la profundización teórica y al desarrollo de esquemas y metódicas de acción ampliamente dialógicas y transformadoras.

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