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Política docente y educacion de alta calidad

Por: Dennis Shirley
Vivimos en una época extraordinaria. Por un lado, se producen progresos sorprendentes en todos los lugares del mundo. En los últimos veinte años, mil millones de personas han salido de la pobreza. El 95 por ciento de niños y niñas de todo el mundo ahora reciben educación primaria. En los últimos 12 años hemos reducido el número de niños sin escolarizar de 102 millones a 57. Hemos hecho verdaderos progresos en la consecución de los Objetivos de Desarrollo del Milenio y estamos preparados para definir nuevas y ambiciosas metas para los próximos años.

Por otro lado, a la par de estos impresionantes logros, persisten, y a veces incluso se han agravado, problemas ancestrales. Más de mil millones de personas padecen una vida de miseria absoluta. El cambio climático sigue sin disminuir. No hemos sido capaces de compaginar la prosperidad de algunos con la igualdad para todos; en los últimos años la desigualdad de ingresos ha aumentado extraordinariamente. Aun cuando la tecnología ha conseguido reunirnos en gran número, con más de mil millones de usuarios solamente en Facebook, el 17 por ciento de los adultos que viven en esta época son analfabetos y, por ende, están totalmente excluidos de la deslumbrante revolución mundial que representa la información instantánea.

Estas paradojas, que hacen convivir la pobreza en medio de la abundancia, la excelencia académica con la exclusión educativa y la transformación tecnológica con los más laboriosos e ineficientes medios de producción, conforman el orden del día de las asociaciones profesionales de educadores en todo el mundo. Las tendencias generales son claras y esperanzadoras. Está a nuestro alcance la posibilidad de eliminar por completo la pobreza extrema para el año 2030. Después de haber estado a un paso de establecer la enseñanza primaria universal, podemos y debemos seguir hasta obtener la educación secundaria universal gratuita y abierta a todos y a todas. La Internacional de la Educación se sitúa a la vanguardia de estos programas, tendiendo con toda rapidez y energía redes con las asociaciones de la sociedad civil, los gobiernos y los empresarios del sector privado a fin de asegurar que el ambicioso objetivo de una educación basada en los derechos para todos se haga realidad en el transcurso de nuestras vidas.

Sin embargo, para alcanzar estos objetivos necesitaremos ser mucho más claros en lo que se refiere a la forma de avanzar tanto en la teoría como en la práctica. Tendremos que reinventar las políticas docentes y redefinir lo que significa recibir una educación de alta calidad. En nuestras asociaciones profesionales tendremos que ser más severos con nuestros gobiernos y más exigentes también con nosotros mismos. Estamos ante una doble revolución que nuestra profesión debe encabezar con valentía y perseverancia para alcanzar el noble objetivo de conseguir los logros educativos actuando con total integridad.

La primera parte de esta revolución implica un replanteamiento radical de las políticas docentes en todo el mundo. Suele ser muy frecuente que los gobiernos digan a los docentes que quieren que sean verdaderos profesionales y luego los embrollen en una maraña tal de exigencias contradictorias que les impide contar con el tiempo y el espacio necesarios para una reflexión crítica y creativa continua. Los gobiernos dicen también a los directores escolares que quieren que lideren con audacia y valentía la educación, y en realidad se han dedicado a clasificar sus escuelas con tal empeño y persistencia que nuestros directores han tenido que introducir a sus docentes en un laberinto de manipulación competitiva de los datos y políticas que inducen a una verdadera sobrepuja. Los gobiernos tienen razón al insistir en que existe una urgencia real de mejorar las políticas docentes, pero se equivocan al inundar a los docentes con tantas iniciativas y sanciones que no hacen sino abrumarlos continuamente. Lo que empezó como algo positivo -un impulso sano y loable para mejorar las políticas docentes- se ha convertido en un contrasentido –una marcha forzada contraria a la educación en pos de metas que anulan la curiosidad y el amor natural por aprender, que es precisamente lo que debemos tratar de imbuir en nuestros docentes y alumnos.

De modo que la primera parte de nuestra revolución educativa tiene que tomar mucho más en serio la creación de capacidades entre nuestros docentes y estudiantes. Efectivamente, tenemos que medir el aprendizaje, para estar seguros, pero también debemos ampliar la lente a través de la cual lo hacemos para cerciorarnos de que los mejores logros no provocan la resistencia de los alumnos, ni su distanciamiento, con respecto a la educación pública formal. Tenemos que dar un nuevo impulso a nuestros debates y entender la finalidad de la educación, aceptar y reconocer sus consecuencias económicas, pero nunca reducir nuestras políticas docentes a poco más que voluminosas listas de comprobación que, en última instancia, despojan a los docentes de su sentido innato de la dignidad y la autoestima.

¿Cuál es la alternativa? Sabemos en qué consisten las buenas políticas docentes a través de varios sistemas educativos de alto rendimiento que existen en todo el mundo. He tenido la suerte, junto con mi colega Andy Hargreaves, de estudiar estas políticas y documentar sus características en dos libros:The Fourth Way (2009) y The Global Fourth Way (2012). Los sistemas de alto rendimiento apoyan a los docentes en sus asociaciones profesionales. Les dan tiempo y espacio para aprender unos de otros y para circular horizontal y verticalmente dentro y alrededor de sus sistemas educativos. Fijan normas, pero éstas no son tan detalladas ni tan mecanicistas que priven a los educadores de la oportunidad de idear formas creativas y apropiadas a cada edad para alcanzarlas. Saturan sus escuelas con una presión que realmente obedece el propósito moral de la educación, evitando estrategias simplistas de sorpresa y temor que distorsionen la naturaleza del aprendizaje y lleven a los educadores a desvirtuar el sistema en busca de una rápida mejora, por aquí, y un posible incentivo remunerativo, por allá.

La segunda parte de la doble revolución es mucho más difícil y exigente que la primera. La primera es fácil porque implica la autoafirmación profesional y ¿quién no goza reconviniendo la actuación del gobierno de vez en cuando? Sin embargo, años de experiencia nos revelan que hacer retroceder al gobierno rara vez se traduce en una mejora del aprendizaje de los estudiantes. Una vez encerrados entre los cuatro muros de nuestras aulas nos resulta demasiado fácil aplicar de nuevo los viejos patrones que nos resultan familiares, sin nunca intercambiar entre nosotros comentarios críticos que puedan ayudarnos a mejorar nuestra enseñanza y nunca jamás introducir innovaciones. Tenemos que evitar a toda costa este camino reconfortante pero, en última instancia, disfuncional. Lo que tenemos que hacer es tomar medidas valientes y audaces para reinventar nuestra vida de trabajo diaria. Este es nuestro nuevo imperativo profesional y no podemos, ni debemos, dar marcha atrás ni tergiversarlo.

¿Por qué es preciso el cambio? Tenemos a nuestras espaldas décadas de investigación educativa excepcional que indican que no podemos alcanzar un alto rendimiento cuando los educadores nunca se aventuran más allá de los confines de su propia aula para aprender de sus compañeros. No podemos mejorar el aprendizaje cuando nuestras escuelas carecen de acceso a la nueva investigación de alta calidad. No podemos llegar a todos nuestros estudiantes procedentes de universos culturales y lingüísticos diversos, cuando nosotros nunca hemos tenido la oportunidad de probar nuevas prácticas de enseñanza o nuevos planes de estudio. Y cuando tenemos la oportunidad de innovar, necesitamos un acompañamiento comprensivo y constante para superar los inevitables tropiezos y reveses que no deja de deparar todo camino conducente a un verdadero cambio.

Por lo tanto, la segunda parte de nuestra nueva revolución educativa consiste en dejar de hablar de la autonomía individual de cada docente y en su lugar debemos empezar seriamente a promover la autonomía colectiva de una profesión unida, tendiendo constantemente redes y en permanente aprendizaje. Tenemos que abrir las puertas de nuestras aulas y de nuestras escuelas, formular nuestros propios protocolos para definir la excelencia en la enseñanza y ¡aprender, aprender, aprender! ¡Nuestros alumnos deben vernos no como directores ejecutivos, directores financieros, o directores de tecnología, sino como jefes de los servicios de aprendizaje!

¿Quién puede ayudarnos a llevar a cabo esta segunda parte de nuestra doble revolución? Ciertamente no cabe pedir a los gobiernos que desempeñen el papel principal, porque los gobiernos están demasiado lejos del núcleo real de la educación, es decir, la intensa interacción existente entre docentes y estudiantes. Tampoco podemos pedir a las organizaciones de la sociedad civil, a la comunidad empresarial, ni a cualquier otro grupo que intensifiquen sus esfuerzos para llevar adelante esta segunda parte de la nueva revolución educativa. Como tampoco podemos dejarlo en manos de los docentes en lo individual, a los directores escolares, ni a los responsables del sistema educativo. En cambio, son únicamente nuestras asociaciones profesionales las que pueden y deben tomar la batuta en lo que se refiere a este tipo de aprendizaje y desarrollo profesional.

¿Tenemos prueba alguna de que las asociaciones profesionales pueden y deben intensificar sus esfuerzos para asumir nuevos roles en la búsqueda de un mejor aprendizaje de los alumno? ¡Por supuesto! Lo hemos visto en Alberta, Canadá, donde la Alberta Teachers’ Association (ATA) echó atrás un plan del gobierno conservador consistente en remunerar a los docentes de acuerdo con los puntajes obtenidos en las pruebas, y en su lugar convirtió esa propuesta en una red provincial que hizo posible el improbable ascenso de Alberta a la cima de los resultados internacionales en las pruebas del Programa de Evaluación Internacional de Alumnos (PISA) de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Lo hemos visto en la forma en que la California Teachers’ Association (CTA ) en Estados Unidos demandó al gobernador de California para que liberara 2300 millones de dólares de fondos que luego se asignaron a un esfuerzo encabezado por los sindicatos que elevó los resultados de las escuelas más desfavorecidas del Estado. Educadores de todo el mundo han viajado a Finlandia y han visto cómo las asociaciones profesionales de los docentes ejercen un liderazgo generalizado e inspirador en el diseño de los nuevos planes de estudio, lo que les permite circular entre la profesión y colaborar con un gobierno de mente abierta que los respalda.

Efectivamente, tenemos algunas excelentes y sólidas demostraciones de que cuando son plenamente activas y el propósito moral de los educadores prima por encima de las consideraciones políticas y administrativas, nuestras asociaciones profesionales pueden abrir de par en par nuevas y prometedoras perspectivas con miras a un cambio educativo duradero y sostenible.

Estos avances en el ámbito del cambio educativo encabezados por los sindicatos nos señalan el camino correcto que hemos de seguir. Ya es hora de dejar atrás tantas reformas abortadas. Tenemos que ir más allá de toda negociación política y de toda polémica administrativa que durante tantos años han llevado a los gobiernos a centrar sus reformas en el aumento del rendimiento académico o la rendición de cuentas y en dar respuesta a los mercados. Ha llegado la hora de dejar a un lado la infinidad de pequeños ajustes en los márgenes de nuestros sistemas e ir directamente al núcleo de este cometido.

Primer paso: es el momento de reafirmar nuestros conocimientos profesionales convirtiéndonos engeneradores innatos del cambio en lugar de obedientes ejecutores del último mandato del gobierno. Los gobiernos desempeñan un papel legítimo en la prestación de apoyo y la formulación de objetivos generales, pero cuando intervienen en las complejidades de la enseñanza y el aprendizaje, sobrepasan sus límites. Segundo paso: avancemos en nuestra autonomía colectiva para impulsar el rendimiento académico de los alumnos sin desvirtuar el sistema y sin poner en peligro nuestro propósito moral, con una integridad basada en el mejor interés de nuestros alumnos de principio a fin. Trabajemos denodadamente con los alumnos y los padres de familia de nuestras comunidades para garantizar que todos los estudiantes tengan todas las oportunidades, sin cortapisa alguna, de realizar su pleno potencial.

Esta es la doble revolución cuya hora ha sonado. Promovamos el cambio tanto dentro como fuera de nuestra profesión. Examinemos qué podemos lograr todos juntos para impulsar hacia delante la próxima gran revolución educativa mundial.

Referencias.

Hargreaves, A., & Shirley, D. (2009) The Fourth Way:  The Inspiring Future for Educational Change.  Thousand Oaks, CA: Corwin.

Hargreaves, A., & Shirley, D. (2012) The Global Fourth Way:  The Quest for Educational Excellence. Thousand Oaks, CA: Corwin.

Publicado originalmente en: http://worldsofeducation.org/new/spa/magazines/articles/218
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Miseria en la cultura: decepción y depresión

 En 1930 Sigmund Freud escribió su famoso libro El malestar en la cultura y ya en la primera línea denunciaba: «en lugar de los valores de la vida, se prefiere el poder, el éxito y la riqueza, buscados por sí mismos». Hoy día estos factores han alcanzado tal magnitud que el malestar se transformado en miseria en la cultura. La COP-15 en Copenhague nos dio la demostración más cabal: para salvar el sistema del lucro y de los intereses económicos nacionales no se ha temido poner en peligro el futuro de la vida y del equilibrio del planeta sometido ya a un calentamiento que, si no es encarado rápidamente, podrá exterminar a millones de personas y liquidar gran parte de la biodiversidad.

La miseria en la cultura, o mejor, de la cultura, se revela por medio de dos síntomas verificables en todo el mundo: la decepción generalizada en la sociedad y una profunda depresión en las personas. Ambas tienen su razón de ser. Son consecuencia de la crisis de fe por la que está pasando el sistema mundial.

¿De qué fe se trata? Es la fe en el progreso ilimitado, en la omnipotencia de la tecnociencia, en el sistema económico-financiero, con su mercado, que actuarían como ejes estructuradores de la sociedad. La fe en estos dioses poseía sus credos, sus sumos sacerdotes, sus profetas, un ejército de acólitos y una masa inimaginable de fieles.

Hoy día esos fieles han entrado en una profunda decepción porque tales dioses se han revelado falsos. Ahora están agonizando o simplemente han muerto, y los G-20 tratan en vano de resucitar sus cadáveres. Los que profesan esta religión fetiche constatan ahora que el progreso ilimitado ha devastado peligrosamente la naturaleza y es la principal causa del calentamiento global. La tecnociencia que, por un lado, ha traído tantos beneficios, creó una máquina de muerte que sólo en el siglo XX mató a 200 millones de personas y es hoy capaz de exterminar a toda la especie humana; el sistema-económico-financiero y el mercado quebraron y si no hubiera sido por el dinero de los contribuyentes, a través del Estado, habrían provocado una catástrofe social. La decepción está estampada en los rostros perplejos de los líderes políticos, que no saben ya en quien creer y qué nuevos dioses entronizar. Existe una especie de nihilismo dulce.

Ya Max Weber y Friedrich Nietszche habían previsto tales efectos al anunciar la secularización y la muerte de Dios. No que Dios haya muerto, pues un Dios que muere no es «Dios». Nietszche es claro: Dios no murió, nosotros lo matamos. Es decir, para la sociedad secularizada Dios no cuenta ya para la vida ni para la cohesión social. En su lugar entró el panteón de dioses que hemos mencionado antes. Como son ídolos, un día van a mostrar lo que producen: decepción y muerte.

La solución no estriba simplemente en volver a Dios o a la religión, sino en rescatar lo que significan: la conexión con el todo, la percepción de que la vida y no el lucro debe ocupar el centro, y la afirmación de valores compartidos que pueden proporcionar cohesión a la sociedad.

La decepción viene acompañada por la depresión. Ésta es un fruto tardío de la revolución de los jóvenes de los años 60 del siglo XX. Allí se trataba de impugnar una sociedad de represión, especialmente sexual, y llena de máscaras sociales. Se imponía una liberalización generalizada. Se experimentó de todo. El lema era «vivir sin tiempos muertos; gozar la vida sin trabas». Eso llevó a la supresión de cualquier intervalo entre el deseo y su realización. Todo tenía que ser inmediato y rápido.

De ahí resultó la quiebra de todos los tabúes, la pérdida de la justa medida y la completa permisividad. Surgió una nueva opresión: tener que ser moderno, rebelde, sexy y tener que desnudarse por dentro y por fuera. El mayor castigo es el envejecimiento. Se concibió la salud total, y se crearon modelos de belleza, basados en la delgadez hasta la anorexia. Se abolió la muerte, convertida en un espanto.

Tal proyecto posmoderno también fracasó, pues con la vida no se puede hacer cualquier cosa. Posee una sacralidad intrínseca, y límites. Si se rompen, se instaura la depresión. Decepción y frustración son recetas para la violencia sin objeto, para el consumo elevado de ansiolíticos y hasta para el suicidio, como ocurre en muchos países.

¿Hacia donde vamos? Nadie lo sabe. Solamente sabemos que tenemos que cambiar si queremos continuar. Pero ya se notan por todas partes brotes que representan los valores perennes de la condición humana: casamiento con amor, el sexo con afecto, el cuidado de la naturaleza, el gana-gana en vez del gana-pierde, la búsqueda del «bien vivir», base para la felicidad, que es hoy fruto de la sencillez voluntaria y de querer tener menos para ser más.

Esto es esperanzador. En esta dirección hay que progresar.

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¿Dar clases?

Una reforma educativa es tan seria como su comprensión de la complejidad de factores que intervienen en el milagro de aprender a pensar y preguntar con fundamento, y da muestra de la solidez de su proyecto en relación directa con la concepción que tenga del quehacer docente. La emprendida en esta administración, si atendemos a estos dos criterios, reprueba: lejos de la complejidad, simplificó las cosas y endilgó todos los males educativos a un solo actor: el magisterio. Además, percibe a la docencia como el proceso que arranca y termina en una frase que es la antítesis del trabajo educativo: “dar clases”. Te toca tercero B… a ti matemáticas en segundo: a darle.

Los gestores de la reorganización laboral, administrativa y política del sistema escolar en el país tienen discursos largos pero miras cortas: consideran que lo crucial es que ningún niño se quede sin clases, como sean, y quien acceda a una plaza docente a eso se dedique: a impartirlas. ¿Quién no puede dar clases? Es fácil: repartir, repetir, recordar, repasar y reiterar lo que se sabe, y reprender o reprobar al que no atine a reconocerlo y rellenar el ovalito correcto del reactivo. Erre con erre, cigarro…

Esa profesión, oficio en el mejor sentido de la palabra, es lo más remoto al verbo repartir. Enseñar es la forma más alta del conocimiento, porque hay que saber, pero, a su vez, saber cómo propiciar en otros el hambre y la pasión por pensar las razones en las que se funda lo que se conoce. Por eso, ha habido en la historia instituciones dedicadas a la preparación del magisterio. Son escuelas, en nuestro caso las Normales, especializadas en la formación de lo que diferencia al que es erudito en un campo del conocimiento, del que sabe del mismo, sin duda, pero cuenta en su haber, además, con la sapiencia para ejercer el domino pedagógico del contenido a enseñar. Los distingue la perspectiva pedagógica y la capacidad para producir, de manera creativa, diversas  modalidades didácticas orientadas al aprendizaje. ¿Dar? Que den misa los curas y discursos los funcionarios. Las maestras y los profesores producen ambientes de aprendizaje en relación con sus alumnos y colegas.

Hay un programa de estudio inicial para ello, específico, que incluye prácticas docentes dirigidas y, como en las demás profesiones, en el ejercicio cotidiano y los retos que se presentan, ocurre la habilitación más profunda: no es nada más experiencia. Es experiencia reflexionada y discutida. Es lo que sabemos apreciar en la vida diaria cuando decimos: ese señor sabe bien su oficio. El que sea.

No va en este sentido considerar que, con base en la ley, a partir de este año “cualquier persona con un título universitario que obtenga el puntaje adecuado podrá acceder a una plaza docente en Educación Básica” Esta expresión relaciona un diploma y un examen, suponiendo que el diploma avala que se sabe, y el examen mide si se tienen las condiciones para ser docente. No hace referencia a la necesidad ineludible de una especialización en la labor pedagógica.

¿Tiene título y le falta trabajo? No se angustie: con la licenciatura y buen puntaje puede dar clases. ¿Y el examen? Calma: abundan negocios en que le enseñan, en un par de fines de semana, cómo sacar nota de idóneo. Garantizado. ¿Cobran? Sí: nada es gratis. Es una inversión…con lo escaso que está el empleo.

Fortalecer a las Normales y otras modalidades de formación de profesores es crucial. Urge. Suponer que la llegada de “cualquier” persona con algún título mejorará la educación ignora que la evaluación oficial reportó que el 85% de los examinados resultó satisfactorio, bueno o destacado: egresaron de Escuelas Normales. No cualquiera es capaz de llevar a cabo el oficio, salvo que dar clases sea el rumbo y objetivo. Así, la educación no avanzará pues no es idóneo el camino.

 

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En la batalla final contra el gran capital, dónde está la educación universitaria

Venezuela/Aporrea/04-04-2016/Por: Roger Lázaro

Han transcurrido 58 años de
la promulgación de la Ley de Universidades que norma en Venezuela la educación superior de entonces, modificada en el 70, actualmente educación universitaria, tal como lo plantea la Ley Orgánica de Educación. De esos 58 años de la Ley al servicio del Estado Burgués, 18 han transcurrido en el marco del proceso bolivariano, donde lo más resaltante de la IV Repúblicas, muy poco modificado hasta ahora, salvo excepción de algunas instituciones que dependen del estado, ha sido el monopolio del conocimiento, el docentismo, el profesionalismo y una educación para la dominación, así como, el mantenimiento del gran capital.

El gran capital, dado que la ciencia, ni la técnica, son neutras, conjuntamente con sus aliados nacionales ajustó la educación universitaria venezolana al desarrollismo desde la década del 70 hasta los 90, donde luego se adecuó al florecimiento del neoliberalismo; siempre considerando la autonomía universitaria como inmodificable, cuando se trata de una categoría histórica, es decir, cambiante, y prueba de ello, es que, los que antes defendíamos con la vida la autonomía universitaria, hoy la criticamos; y los que la atacaban en el pasado, ahora la defienden con todas las armas comunicacionales del gran capital, por cierto, con los recursos que aporta el estado, tal como lo planteó en su oportunidad el gran Camarada Luis Biggott, un gran ausente en esta batalla contra el gran capital, en el campo de la ciencia, la técnica y la investigación.

Ahora bien, en la estrategia de transformación de la educación universitaria nacional, planteada por el proceso bolivariano, en el caso de colegios e institutos de educación superior, a partir del año 2001, las autoridades de estos, empezaron a denominarse Comisiones de Transformación y Modernización, en atención a lo que luego sería el nacimiento de la Misión Alma Mater, creada mediante el Decreto 6.650 del 24 de marzo de 2009, publicado en Gaceta Oficial Nº 39.148 del 27 de marzo 2009, donde se oficializa la creación de esta misión relevante para la transformación de la educación universitaria.

Pasados 7 años del inicio del proceso de transformación universitaria, quienes hemos estado como autoridades universitarias debemos reconocer autocríticamente que no se han alcanzado las metas políticas establecidas, y que, debemos reimpulsar con fuerza el proceso de transformación para poder estar en condiciones favorables, en esta guerra frente al gran capital y sus aliados nacionales e internacionales, en una batalla que pudiera ser la final, en el choque inevitable entre el gran capital transnacional occidental, principalmente los Estados Unidos y los pueblos, que como el venezolano, decidieron tomar la ruta de la emancipación nacional.

Indiscutiblemente, seríamos inocentes si creemos que una nueva Ley de Universidades transforme las instituciones universitarias; no, no es así, solo ayuda o inclusive puede obstaculizar el proceso de transformación; proceso complejo, entre otras razones, porque la universidad tradicional, la iglesia católica y algunos estamentos militares en América Latina y el Caribe están calificados como las instituciones más conservadoras.

En la revolución bolivariana, la educación universitaria incrementó la matricula por encima del 300%, aumento el número de egresados en una cifra superior al 140%; está presente en 335 municipios, en más de 1900 aldeas; se dio la creación de una docena de universidades y aumento en 587% de becarios activos en el 2008. Estas cifras halagadoras tienen su principal componente en las universidades experimentales, Misión Sucre, universidades politécnicas territoriales, colegios e institutos universitarios de tecnología. Aun así, pareciera que no estamos en condiciones de enfrentar con éxito la batalla frente a una mayoría de los disociados de las universidades autónomas y privadas bajo la égida política de la MUD y sus dueños imperiales.

Se debe plantear en esta etapa un clima constituyente, para construir colectivamente una institución universitaria que contribuya con modelo económico productivo, frente al rentismo; clima constituyente, frente la sospecha permanente de lo constituido; sin reingenierías planteadas por algunos universitarios, ni partir de cero como proponen otros; hay que repensarlo todo, casi nada debe quedar en su lugar, aplicar la experimentalidad que no adoptaron precisamente las «universidades experimentales», que claudicaron en su intento, principalmente por el peso del lastre de la vieja universidad.

En esta batalla entre el gran capital y la reacción, las instituciones en general, lejos de ser el combustible de los 14 motores planteados por el Camarada Presidente Maduro, se constituyen en freno para el arranque y continuidad de estos motores, sino planteamos un movimiento constituyente que sacuda el alma, el corazón y la conciencia de los universitarios patriotas de la Venezuela amenazada por los cuatro puntos cardinales, por la «operación tenaza», que tanto denunció el Presidente Maduro.

Fuente: http://www.aporrea.org/actualidad/a225643.html

Fuente de la Imagen: Pink Floyd

 

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España: Tras el debate de la LOMCE el PSOE debe romper con Ciudadanos

El día 5 de abril se debatió y aprobó una proposición de ley en el Congreso que planteaba la paralización de la LOMCE. La votación tiene pocas consecuencias prácticas pero un importante valor político. Desenmascara a los que se oponen, por activa o por pasiva, a la paralización de la LOMCE por estar de acuerdo con un sistema segregado y que mercantiliza la educación.

También tiene la fuerza de demostrar que existe una mayoría  de progreso y que Ciudadanos no forma parte de ella.

1. La LOMCE es la ley de educación más nefasta y con menos apoyos políticos y sociales que ha haya habido nunca en España. Es la herencia de José Ignacio Wert, que encima fue premiado con una canonjía en la OCDE por ostentar el récord absoluto de ser el ministro peor valorado.

Hay un gran consenso contra una ley unilateral que consolida los recortes en la inversión educativa, consagra la doble red de centros privados-concertados financiados con fondos públicos, y segrega al alumnado introduciendo reválidas, clasificaciones competitivas en un modelo que es puro darwinismo escolar.

La proposición de ley fue planteada a iniciativa del PSOE que firmó el 17 de julio de 2013 un texto solemne comprometiéndose a la derogación de la LOMCE en cuanto hubiera un cambio político. Compromiso que adquirió con todos los partidos menos con el PP y que la propuesta de ayer no respeta estrictamente. La ciudadanía deberá exigir su fiel cumplimiento o las responsabilidades correspondientes si no se hiciera.

El rechazo a la ley ha sido tan grande que solo el PP -con el voto en contra- y Ciudadanos –con la abstención- se han opuesto a su paralización. La mayoría absoluta del Congreso ha votado a favor reflejando el repudio social y de la comunidad educativa. Hay otra reflexión a hacer ¿puede un partido imponer un cambio legal tan radical que rompe todos los consensos aprovechando una circunstancial y efímera mayoría absoluta?

2. Ciudadanos ha roto el pacto con el PSOE al no votar la paralización de la LOMCE. Hay que recordar que el acuerdo firmado entre PSOE Y Ciudadanosen las negociaciones para la investidura dice: “Se paralizará con carácter inmediato el calendario de implantación de la LOMCE en todos aquellos aspectos que no han entrado en vigor”.

Es muy grave que Ciudadanos no cumpla ni siquiera un acuerdo tan flojo y ambiguo. Por eso la pregunta es ¿piensa el PSOE gobernar con Ciudadanos que no vota siquiera a favor de lo pactado? Es conocido el programa neoliberal de Ciudadanos en educación, en el que apuesta por aumentar la privatización y colocar la educación al servicio del mercado y de las  élites. Este modelo intenta enmascararlo con un etéreo  “pacto educativo”. Un pacto que dada la dificultad para alcanzarlo (vistas las intransigentes posiciones del PP y de la Iglesia) conducen a la paralización de cualquier iniciativa y, como consecuencia, al mantenimiento del actual status quo, es decir, la LOMCE. Ésta es la jugada maestra de Ciudadanos.

Que el socio preferente del PSOE para formar gobierno no haya votado con ellos en un tema tan importante indica que son de poco fiar. Pero, sobre todo, que el papel adjudicado por el establishment a Ciudadanos no es otro que el de embridar al PSOE para que no gire a la izquierda. O dicho de otra manera, actuar como caballo de troya de los intereses de la derecha evitando el acuerdo PSOE/Podemos/IU-UP… Ya habrá tiempo luego para pactar con el PP si tras unas nuevas elecciones les diera la suma de votos para formar gobierno. Ahora bien, que nadie lo dude: un gobierno PSOE-Ciudadanos no asegura ni un sistema educativo público de calidad, ni la paz social en las aulas.

3. La mayoría de progreso hay que construirla a partir de los 186 votos a favor de la paralización de la LOMCE. Empeñarse en un acuerdo con Ciudadanos es un error del PSOE. Y se demostrará como puro teatro para rebañar votos al no sumar los apoyos suficientes ni conseguir la abstención del PP o Podemos.

Hay que avanzar hacia la formación de una mayoría de cambio para que la paralización de la LOMCE sea efectiva y para ir más lejos, hasta la derogación. El PP ya ha anunciado que no va a hacer ni caso de la propuesta acordada ayer y la bloqueará en el senado. Y mientras tanto, la incertidumbre del alumnado y de sus familias crece. Por ejemplo, ¿qué va a pasar el año que viene con la reválida a los chicos y chicas de mi tutoría de 1º de bachillerato?

4. Por eso es necesario y urgente un acuerdo social, político y territorial para la educación española. La referencia de contenido y de procedimiento está en el‘Documento de bases para una nueva Ley de Educación, Acuerdo social y político educativo’ que el Foro de Sevilla y otras muchas organizaciones sindicales y educativas han elaborado para defender la educación pública como una palanca de equidad y cambio social y cultural.

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Venezuela. Tecnología ¡úsala sin abuso!

Venezuela/Abril 2016. Autora: Mariana Tello/Fuente: Panorama
La tecnología puede ser un gran estímulo para su aprendizaje,  sin embargo, el abuso provoca que muchos niños estén perdiendo habilidades sociales por causa de que sus días no pasan, como antes, jugando con otros niños, sino sentados frente a un aparato tecnológico. Actualmente es dificultoso evitar que los niños utilicen la tecnología, nosotros la empleamos, que no crezcan rodeados de ellas es casi imposible. La tecnología está cambiando la forma en que los niños aprenden en la actualidad permitiendo que aprendan conceptos complejos con mayor rapidez e incluso de formas divertida.

Con ayuda del docente Jesús Parra, especialista en nuevas tecnologías del colegio Fe y Alegría El Manzanillo y la psicóloga Catina Furlan nos ayudaron a establecer unas pautas para conocer los bueno y lo mano de las tecnologías. Lee con atención:

Ante lo positivo y negativo que el proceso tecnológico puede generar en tu vida, te presentamos los pros y los contras

Tecnología, aliada del aprendizaje

Los teléfonos inteligentes, tabletas, computadores y otros objetos tecnológicos pueden darle a los niños ventajas como:tic 2

Desarrollo de habilidades para niños con problemas de aprendizaje.

Los puede ayudar en el proceso de aprender a hablar y comunicarse correctamente con los demás.

Jugando, puede desarrollar autoconfianza al superar nuevos retos.

Pueden incluso realizar la actividad física que necesitan  gracias a los videojuegos con temáticasdeportivas.

Puede también encontrar y disfrutar material educativo diseñado especialmente para ellos (documentales, películas, instructivos, etc.).

“Los niños están creciendo en un mundo digital, por lo que la tecnología está integrada en sus vidas. Laptops de juguete, teléfonos celulares y teclados, están disponibles para que los niños exploren el mundo y los incorporen a sus juegos. La relevancia a nivel educativo de las nuevas tecnologías son muchas y diversas. En la escuelas es un reto, por eso es importante abordarlo de manera educativa y que no se pierda la intensión pedagógica porque este mundo ofrece cosas positivas y negativas. El garante de lo positivo está en manos del docente y padres”, precisó Jesús Parra, dicente del colegio Fe y Alegría El Manzanillo.

La tecnología: adicción y aislamiento

Pero una moneda tiene dos caras y por ello, la tecnología en los niños también puede representar un grave problema para su salud.

La adicción a la tecnología es el primero de ellos. Y es que puedes presentar los siguientes problemas de salud: 

Ansiedad,

Depresión,

Trastornos del sueño.

Bajo rendimiento escolar.

Riesgos de sobrepeso y obesidad.

En cuanto a sus habilidades y comportamientos sociales, también puedes recibir efectos negativos por parte de la tecnología.  Las más importantes son:

Aislamiento social.

Falta de habilidades sociales y dificultades de comunicación con los demás.

Falta de comunicación con sus seres queridos.

Al estar usando la computadora o tablet los niños están quietos, por lo tanto se quita tiempo al ejercicio físico que es el que permite desarrollar los músculo

«La tecnología puede ser una herramienta útil e interesante si se utiliza en el lugar adecuado para ayudarte a aprender, y no todo el tiempo ni como reemplazo de otras cosas, además de la necesidad de tener supervisión de un adulto» explica la psicóloga Catila Furlan.

Los niños pueden generar una adicción cuando no se les regula el horario de uso, el equilibrio entre el uso y abuso de la tecnología puede ser lo ideal para los más pequeños, para que obtengan sus beneficios sin llegar a los aspectos negativos. Encontrar el punto medio depende de nosotros, lo importante es enseñarles el uso responsable de la tecnología.

Fuente de la noticia: 

http://www.panorama.com.ve/pitoquito/Tecnologia-usala-sin-abuso-20160330-0100.html

Imagen 1: http://www.uakix.com/wp-content/uploads/2015/02/tecnologia-uakix-e1422966853534.jpg

Imagen 2: https://webadictos.com/media/2013/07/ensenar-programacion-ninos.jpg

Socializado por:

Dulmar Pérez. Candidata al Doctorado Pedagogía, Magister en Docencia Universitaria, Especialista en Docencia para la Educación Inicial. Ha publicado artículos internacionales y nacionales PEII-A Investigadora adscrita al CIM. Coordinadora CNIE en Barinas

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El cantante mexicano Gerardo Ortiz hace apología del femicidio

Se dio a conocer que policías del municipio de Zapopan participaron del polémico video que hace apología del femicidio. La lujosa casa donde se filmó el video, está asociada al crimen organizado.

Aberrante, brutal. El video muestra a una pareja en una lujosa propiedad. Llega otro hombre, caracterizado como un narco, personificado por el mismo Gerardo Ortiz, famoso cantante de música norteña en el país azteca. Enseguida, mata al hombre de un tiro en la cabeza, como acostumbran los narcos, y el resto del tiempo se la pasa violentando y amedrentando a la mujer. La amarra, la manosea, y tiñe de un erotismo degradante una cantidad infinita de actitudes violentas hacia las mujeres.

Como corolario, la lleva a empujones hasta un auto estacionado frente a la propiedad, la encierra en la cajuela, incendia el auto y se va sonriendo con satisfacción. En el medio aparecen los policías de Zapopan revisando la casa.

El video clip de la canción titulada “Fuiste mía” tiene ya más de un millón de visitas en Youtube y el caso ha transgredido fronteras para colocarse como escándalo internacional. De ello dio cuenta la cadena global de noticas CNN que reprodujo los dichos del cantante ante la prensa quien se “defendió” diciendo: “Tiene un final impactante pero de eso se trata: de impactar al público”. Circula ya en redes sociales unapetición de Change.org para sacar el video del aire.

Femicidio y narcotráfico: las mujeres como objetos descartables

No es simplemente una canción de amor despechado y un video controvertido. Es convertirnos a las mujeres en un objeto, sin poder de decisión sobre nada, y susceptibles de ser descartadas/eliminadas si no hacemos lo que se espera de nosotras: ser fieles, amorosas y sumisas.

Es también hacer apología del estilo de vida de los narcotraficantes, a todo lujo, ejerciendo su voluntad sobre su entorno, y entre cuyas costumbres se cuentan la degradación y manifestaciones de violencia contra las mujeres.

Y, además, el lugar donde se grabó el video, y la participación de la policía municipal en el mismo, viene de nueva cuenta a probar los nexos entre narcotraficantes y las fuerzas represivas del Estado, ya que la lujosa propiedad está vinculada al crimen organizado.

Se está reclamando vía redes sociales a Youtube que baje el video. Asimismo, activistas feministas han interpuesto una demanda.

Ante las críticas, el misógino Gerardo Ortiz trató de minimizar el femicidio. Este “artista” se dedica a hacer ideología para justificar y promover los femicidios: se muestra como poderoso ante la indefensión de las mujeres.

Un escándalo que cimbra a la cuna del femicidio en el mundo

Esto en un país donde en 2015 siete mujeres por día fueron víctimas de femicidio. Sin contar los innumerables casos de abusos sexuales, de trata, de discriminación laboral y de otras múltiples expresiones de violencia que sufrimos las mujeres.

Los femicidios -y todas las múltiples formas de violencia contra nosotras- son armas de disciplinamiento para que no trasgredamos los roles de género que al capitalismo le conviene que tengamos: ser esposas y madres, ser sumisas y poner por delante las necesidades de los demás antes que las nuestras. Garantes de las tareas domésticas en forma gratuita para que cada día haya comida en la mesa, ropa limpia y un lugar más o menos decente donde dormir y que a la mañana siguiente el trabajador concurra con energía renovada su centro de trabajo. Madres para criar a las futuras generaciones de trabajadores que constituirán, como hoy, un engranaje fundamental en el funcionamiento de la economía capitalista.

Gerardo Ortiz y su descarnado y ofensivo video constituyen un instrumento que opera en ese sentido. Para amedrentarnos, para intimidarnos, para que no digamos “esta boca es mía, estos son mis derechos y me lanzaré a la calle por ellos”.

Contra todos los Gerardos Ortiz de este mundo, contra los partidos que están en contra de los derechos de las mujeres en México – el PRI, el PAN y el PRD- y se asocian con narcos y empresarios en el negocio de la trata y el propio femicidio, que albergan en sus filas al priista Cuauhtémoc Ruiz, quien contaba con una red de trata propia para satisfacerse, que militan activamente contra el derecho al aborto, que solapan los abusos sexuales y la discriminación laboral, hay que alzar la voz muy fuerte.

Por eso, para que se escuche la voz de las mujeres contra la violencia y por sus derechos, es que, junto con mi compañero Sergio Moissen, profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), desde la Plataforma Anticapitalista aspiramos a una candidatura independiente a la Asamblea Constituyente de la Ciudad de México, y que como hemos planteado, defenderemos allí, como lo hacemos en las calles, los derechos de las mujeres.

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