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Entrevista a Iliana Lo Priore: Educar para la emancipación, es re-habitar el mundo

Por: CLADE.

 

Una de las autoras del libro “Emancipación de las Subjetividades en las Infancias y Juventudes”, Iliana Lo Priore analiza la importancia de la emancipación y de las subjetividades en la educación


Presentar una opción alternativa a los modos de relación sociocultural que prevalecen en las sociedades actuales y proponer cambios educativos para que favorezcan una convivencia sociocultural diferente, que se sustente en relaciones afectuales para el bienestar de todos y todas. Es lo que buscan Iliana Lo Priore y Jorge Eliecer Días Piña al escribir su libro “Emancipación de las Subjetividades en las Infancias y Juventudes – Afectualidad, uso de las TICs y educación liberadora”.

Para profundizar sobre la obra, entrevistamos a Iliana Lo Priore, una de las autoras. Ella analiza la importancia de las subjetividades y los esfuerzos para que la educación sea construida desde la perspectiva emancipadora.

“Para que la educación contribuya a la emancipación es primordial que se establezca una relación afectual entre quienes participan, esto es, por ejemplo, que estudiantes perciban que hay con les otres una sensibilidad empática que les hace sentipensar juntes”, dice.

A continuación, lee la entrevista completa.

Según propone el libro que escribiste en alianza con Jorge Eliecer, ¿por qué es importante emancipar las subjetividades en las infancias y juventudes, y qué significa eso?

Iliana Lo Priore – Como es conocido, la configuración de las subjetividades se inicia con lo que se denomina un “yo emergente” que va a ir constituyendo lo que se denomina el “sí mismo” de cada quien y que define la apertura al entorno y al mundo de las personas y los objetos.

Esa configuración inicial es de naturaleza afectiva y preverbal para luego ser verbalmente significativa en les niñes. Aquí deseamos destacar el papel que juega la interacción intersubjetiva de la madre, o quien haga sus veces, con sus hijes para formar la sintonía afectiva entre elles. Sintonía afectiva que da protección y seguridad a les niñes y que será el potencial asiento de la evolución de la empatía con los demás.

No obstante, con el tiempo se tiende a sobreponer las significaciones verbales y subordinar o reprimir las significaciones afectivas o empatizadoras con las personas, animales y objetos, por ejemplo. Luego ello se extiende y profundiza en la vida escolar, cuando se refuerzan la significación escrita y sus representaciones en detrimento de las relaciones o significaciones autónomas y afectivas con les otres, el entorno y el mundo.

Hay que señalar que los enunciados escolares son impuestos por relaciones de poder y son funciones objetivadoras que responden a regímenes de enunciación reproductores de la mismidad con el respaldo de actuaciones institucionales que los legitiman al acreditarlos discursivamente como verdades. Por consiguiente, son efectos discursivos de saber y de poder.

Todo este proceso va a ir constituyendo una subjetividad reprimida y subordinada a una forma cultural de significación alienada y de relacionamiento no afectuosa y no empatizadora, individualista y competidora con otres niñes, que no favorece su encuentro convivencial y autónomo, significante con el entorno social y natural que les rodea al no permitirles una enunciación propia y re-creadora. Por ello insistimos en propiciar la emancipación subjetiva por medio del desarrollo de la resignificación, de la empatía y de la afectualidad, entendiendo por afectualidad una transfiguración o transformación del afecto en afectualidad.

La diferencia principal entre afecto y afectualidad radica en que el afecto es intersubjetivo o intercorporal y la afectualidad es trans-subjetiva o transcorporal, por trascender el marco estrecho de los conocidos por los desconocidos, pero sentidos a la distancia o en su ausencia. Por ello se define la afectualidad como “sentir y sentirse juntes” y, para nosotros, ello conlleva intrínseca y trascendentalmente la emancipación de la subjetividad de los cuerpos de les niñes y jóvenes.


¿Por qué y cómo se deben hacer esfuerzos desde y en la educación, para contribuir a la emancipación de niñas, niños, adolescentes y jóvenes?

Iliana Lo Priore – La emancipación nace del diálogo y una educación emancipadora debe propiciarlo. Al enmarcar la comunicación y la información en la repetición de los enunciados ya dichos o establecidos en la escuela, y no en la enunciación cooperativa, recreadora y emancipadora, se impide considerar a los intercambios verbales o conversaciones como productores de acontecimientos dialógicos, como agenciadores de cocreaciones y coefectuaciones de las cooperaciones intersubjetivas. Reduciéndolos en la educación a unos simples “intercambios comunicacionales” o “transmisiones informacionales”, bloqueando de esa manera la realización de acontecimientos imprevisibles para pensar y sentir emancipadoramente otros entornos-mundos posibles.

Para que la educación contribuya a la emancipación es primordial que se establezca una relación afectual entre quienes participan, esto es, por ejemplo, que estudiantes perciban que hay con les otres una sensibilidad empática que les hace sentipensar juntes.

Por ello es importante en la educación inducir el reconocimiento del acontecimiento re-creador y la resignificación en los intercambios dialógicos, por ejemplo, desde la sustitución o alteración de las palabras de los textos o discursos pre hechos a repetir, decodificándolos y recodificándolos imaginariamente, hasta la invención de nuevos enunciados y narrativas que buscan designar realidades no pensadas y no sentidas, pero imaginables por los colectivos o comunidades de niñes, adolescentes y jóvenes.


¿Cuál es la importancia de la afectualidad y de las tecnologías para la realización de una educación emancipadora hoy día? ¿Cómo esta relación entre afecto, TICs y educación puede darse en la práctica educativa?

Iliana Lo Priore – La afectualidad que referimos tiene su asiento en una sensibilidad convivencial experimentada con/por les otres. Cuando esta experiencia es intervenida tecnológicamente sufre variaciones que hay que considerar en sus efectos. Sobre el uso de las Tecnologías de Información y Comunicación (TICs), existe una valoración hegemónica como herramienta neutra, sin tomar en cuenta que son expresiones de un contexto que las constituye y las hace vehículo de relaciones socioculturales que condicionan su uso y a quienes las usan. Como efecto recursivo sobre les usuaries, su subjetividad se constituirá cada vez más a partir de sus interacciones virtuales con la red, en sujetos dependientes de ésta según sea la frecuencia y el tipo de uso, porque su uso exige cambios de comportamiento o conducta que serían inducidos.

Por ello es relevante analizar el uso de Ias TICs en el campo educativo. Aquí es clave entender que si las personas que son usuarias no poseen contramarcos informacionales y comunicacionales, estos se inclinarán a aceptar los marcos que les ofrecen acríticamente las TICs. Esto se puede contrarrestar si se forman, bajo la orientación problematizadora de docentes, grupos o colectivos de interpretación crítica de las informaciones y comunicaciones que circulan por medio de la Internet.

Por otra parte, la afectualidad se vincula de manera pertinente con el uso en la educación de las tecnologías, cuando se articulan de una forma no manipulada, con la afectividad, emocionalidad y empatía de les niñes, adolescentes y jóvenes al no imponerles una significación y representación únicas por encima de su sintonía autónoma y recreadora recíproca. En este tipo de vínculo donde median las TICs, se debe, en consecuencia, propiciar ese reconocimiento recíproco de las alteridades empáticas entre las personas involucradas.


¿Cómo caminar hacia la realización de una educación para la libertad, la justicia social y la ciudadanía?

Iliana Lo Priore – La libertad asumida como autodeterminación consciente y responsable por las opciones a escoger o decidir en la educación, debe ser producida bajo la consideración de los puntos de vista de los demás. Aunque parezca redundante a la libertad, hay que liberarla de las formas de pensamiento y las decisiones atadas a intereses egocéntricos y egoístas. Hay que sustentarla éticamente en el bien común, contrarrestando al individualismo.

De esta manera se propende a hacer justicia en contra de cualquier tipo de discriminación, en tanto reconocimiento de la alteridad de les otres con quienes se comparte una determinada comunidad o encuentro social de propósitos, por más diferentes que entre sí sean los miembros o integrantes. Ello irá conformando criterios para formular juicios sociopolíticos en torno a los diversos derechos y deberes que le asisten a cada quien y a todes en conjunto, en tanto ciudadanos integrantes de una comunidad.

Los derechos y los deberes hay que asumirlos y enseñarlos escolarmente como prácticas de autorreconocimiento y reconocimiento de los demás. Un modo, entre otros posibles, de asumir la formación para estas tres formas de socialidad (libertad, justicia social y ciudadanía) es que la institución educativa o los centros comunitarios adopten una forma republicana democrática y cogestionadora en su estructura de funcionamiento.

La vida institucional republicana constituirá una cantera de experiencias prácticas formadoras para el ejercicio de la libertad responsable, la justicia social y la práctica de los derechos y deberes convivenciales.


¿Cómo debe ser, desde la mirada del libro, una educación emancipadora e inclusiva para América Latina y el Caribe?

Iliana Lo Priore – Hay que partir de que América Latina y el Caribe constituyen su unidad y diversidad en naciones, sociedades, pueblos y comunidades con características que paradójicamente los identifican en su heterogeneidad e hibridación sociocultural. Su configuración es producto de su inicial dependencia colonial y posteriormente neocolonial – y de sus luchas contra ellas -, que perduran todavía bajo nuevas formas de colonialidad que impulsa la globalización neoliberal. Este contexto histórico ha generado profundas desigualdades sociales, económicas y políticas en su población.

Desigualdades e injusticias que han degradado y afectado la dignidad de la existencia de la mayoría. Así, una forma de emancipación puede ser una educación que se oriente primordialmente hacia su dignificación, con base en reconocer y legitimar su heterogeneidad e hibridez sociocultural, ya que estas condiciones constituyen sus modos de ser o su ser. Su afectualidad cooperativa y solidaria ha surgido como resistencias idiosincrásicas a la modernidad capitalista.

Estas formas resistentes de significar el mundo y dar sentido a su existencia, desde las culturas ancestrales, deben ser reconocidas y legitimadas para desde allí, favorecer su inclusión en una educación que las potencie junto a su articulación pertinente con otros tipos de saberes y prácticas requeridos para su inserción crítica en la sociedad.


¿Cuál es la importancia de una educación para la afectualidad y las TICs en el actual escenario de crisis y pandemia que vivimos, debido al COVID-19?

Iliana Lo Priore – La pandemia ha ocasionado, por las restricciones de interacción social para evitar la propagación del contagio, que la socialidad de las personas se haya fracturado y reducido a los intercambios con los más cercanos o los familiares.

Como efecto colateral, también ha generado el miedo o temor al contacto o relación con los cuerpos de los demás. Sin embargo, el deseo de encuentro con les otres se ha vuelto cada vez más indispensable y está ocasionando en les niñes, adolescentes y jóvenes estados liminales o de tránsito en sus subjetividades, de preocupación por la salud y situación de los demás lejanos o ausentes.

Estos estados son potencialmente afectuales o empáticos, pues conllevan a sentir y sentirse juntes. En consecuencia, la afectualidad puede prosperar y definir la sensibilidad ética y estética de les niñes, adolescentes y jóvenes si se desarrollan estrategias educativas al respecto en su confinamiento (juegos de intercambio de roles, envío de correpondencias empatizadoras, cuentos y narraciones que impliquen identificaciones con les otres, juegos de reimaginación y reinvención de un mundo mejor con los otros, con la otredad de la naturaleza, etc.). Aquí intervienen las TICs, en la medida que se usen para establecer relaciones virtuales empatizadoras con los demás ausentes o distantes, que redunden en beneficio del desarrollo de la afectualidad como nueva forma prevaleciente de relacionamiento social.

Fuente de la entrevista: https://educarparalalibertad.org/noticia/entrevista-educar-para-la-emancipacion-es-re-habitar-el-mundo/

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Josée Scalabrini: Les problèmes en éducation, le gouvernement ne peut s’en laver les mains

Par: lapresse.

Les derniers mois n’ont pas été de tout repos pour l’ensemble des acteurs de notre système d’éducation public.

Josée ScalabriniJOSÉE SCALABRINI
PRÉSIDENTE DE LA FÉDÉRATION DES SYNDICATS DE L’ENSEIGNEMENT, CENTRALE DES SYNDICATS DU QUÉBEC

En mars dernier, alors que la pandémie de la maladie à coronavirus nous frappait de plein fouet, le premier ministre a convié les syndicats à négocier de façon intensive et accélérée dans le but, disait-il, de mettre ces pourparlers derrière nous et de garantir une « paix sociale ». Bien que les enseignantes et enseignants n’avaient pas du tout la tête à la négociation à ce moment, nous avons accepté l’invitation insistante du gouvernement. Nous étions au rendez-vous. De toute évidence, malgré l’image qu’il voulait laisser, le gouvernement n’avait pas non plus la tête à la négociation.

Dans le contexte de la pandémie que nous vivons depuis plusieurs mois, la FSE-CSQ a démontré qu’on peut toujours compter sur elle quand vient le temps de trouver des solutions pour améliorer les choses en éducation. Dans un contexte difficile, les profs ont organisé le retour en classe de mai dernier avec brio, en moins de deux semaines. Cette opération a été réussie grâce au professionnalisme des enseignantes et enseignants et des équipes-écoles, car on va se le dire, les conditions n’étaient pas toutes réunies. La FSE-CSQ a joué son rôle en posant des questions, en demandant des réponses, en remettant parfois en doute certaines décisions gouvernementales. De bonne foi, elle a proposé des voies de passage réalisables afin de s’assurer que les décisions prises répondent aux besoins réels des profs et des élèves dans les écoles et les centres du Québec.

C’est avec la même attitude que la FSE-CSQ s’est présentée aux tables de négociation à la demande du premier ministre. Malheureusement, force est de constater que le gouvernement ne s’est pas présenté aux rencontres qu’il a lui-même convoquées.

Cette négociation devait être enfin l’occasion de mettre un baume sur la souffrance du personnel enseignant, en s’assurant que les services soient offerts aux élèves qui en ont besoin, en revoyant la composition de la classe et en reconnaissant son travail à sa juste valeur, notamment sur le plan de la rémunération.

Le gouvernement avait un autre plan en tête. Il souhaitait profiter de la crise ainsi que de son capital de sympathie pour tenter d’obtenir une entente au rabais avec les profs. Les enseignantes et enseignants ne sont pas dupes. Ils ont été catégoriques et ont refusé à 97 % les dernières offres gouvernementales.

Rappelons-nous que ce gouvernement se targuait de mettre l’éducation au cœur de ses priorités. De plus, le ministre de l’Éducation a répété à maintes reprises ses intentions d’améliorer les conditions de travail des enseignantes et enseignants pour attirer les meilleurs candidats, et retenir celles et ceux qui ont fait le choix de la profession enseignante. Mais entre le discours et la réalité de l’offre qui nous est faite, il y a un monde.

Alors qu’ils sont nombreux à être épuisés, est-ce en allongeant la semaine de travail qu’on rendrait la tâche du personnel enseignant humainement supportable ?

Est-ce en ne proposant rien pour améliorer la composition de la classe et en retirant les remparts qui garantissent les services aux élèves en difficulté qu’on améliorerait leur sort ?

Est-ce en revenant sur sa promesse phare d’éliminer les six premiers échelons salariaux que le gouvernement reconnaîtrait le travail des enseignantes et enseignants ? En leur offrant moins que l’inflation ?

Est-ce en offrant une majoration salariale minime à quelques enseignants émérites (des directions adjointes déguisées !) qu’on revaloriserait la profession enseignante et qu’on lui retirerait la palme de la moins bien payée au Canada ?

Si le gouvernement avait été réellement sincère et avait donné des mandats conséquents à son équipe de négociation pour qu’il y ait de véritables avancées aux tables de négociation, il aurait été possible d’en arriver à une entente rapidement. Malheureusement, il faut être deux pour danser.

Malgré le fait qu’il n’y aura rien de normal à la prochaine rentrée, les enseignantes et enseignants sont tout de même soulagés de voir que l’ensemble des élèves reprendront le chemin des établissements et des centres et que les spécialités seront enseignées, car elles favorisent la motivation de plusieurs et le développement global de chacun.

Oui, les enseignantes et enseignants ont hâte de retrouver leurs élèves. Parce qu’ils tiennent toujours à bout de bras l’école publique, ils seront tenus de mettre les bouchées doubles pour aider les plus vulnérables à rattraper le retard qu’ils ont accumulé au cours des derniers mois, sans qu’on leur donne toutes les ressources nécessaires.

Ils auraient cependant souhaité se consacrer aux élèves l’esprit tranquille, sans avoir à se préoccuper de la négociation nationale. Mais parce qu’ils aiment leurs élèves et leur profession, si besoin est, ils seront mobilisés.

Les enseignants seront prêts à poursuivre le combat pour obtenir une juste reconnaissance de la qualité de leur travail, car le gouvernement, qui s’était pourtant engagé à le faire, a manqué à sa parole.

On comprend qu’il pourrait être tenté de faire porter à la négociation le poids des ratés du plan de pandémie, comme il l’a fait pour les camps pédagogiques, alors que ce sont particulièrement les directions qui les décriaient. Nous avons trop donné dans les dernières semaines pour accepter d’être instrumentalisés ainsi.

L’arrivée de la nouvelle présidente du Conseil du trésor nous laisse cependant espérer un changement de ton dans les négociations. Sonia LeBel doit prendre rapidement conscience de l’ampleur des défis qui sont devant elle.

C’est le gouvernement qui voulait négocier en temps de pandémie. Les problèmes en éducation, il ne peut s’en laver les mains.

Source de l’interview: https://www.lapresse.ca/debats/opinions/2020-06-26/les-problemes-en-education-le-gouvernement-ne-peut-s-en-laver-les-mains.php

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Entrevista a Octavio Falconi: Una secundaria que valore la producción colectiva del saber

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Francisco Mora: “Nada puede sustituir la humanidad del maestro en el aula”

Por: Susana Velasco

Para el doctor en medicina y Neurociencia, los docentes son insustituibles y su labor presencial en la escuela como transmisores de emociones es clave para un acompañamiento y aprendizaje efectivos. Francisco Mora llama a la reducción de cualquier tipo de confinamiento que precise de una formación a distancia ya que, en su opinión, debilita la conexión emocional entre docente y estudiante.

“Sólo el ser humano puede transmitir humanidad”, afirma Francisco Mora, doctor en Medicina y Neurociencia y catedrático de Fisiología, en relación al modelo educativo a distancia que se ha impuesto a causa de la pandemia por la Covid-19. En su opinión, nada puede sustituir al centro educativo ni al maestro y cree que de cara al próximo curso escolar no se puede justificar un hipotético modelo educativo en el que la formación online tenga más peso que la presencial.

Autor de ‘Neuroeducación: solo se puede aprender aquello que se ama’, que se ha convertido en libro de cabecera de multitud de docentes y familias, Mora ha publicado recientemente ‘Neuroeducación y lectura: de la emoción a la comprensión de las palabras’ sobre el proceso de aprendizaje de la lectura y qué efectos tiene en el cerebro.

Pregunta: ¿Cómo se puede procurar un aprendizaje significativo mediante la enseñanza online?

Nunca es posible sustituir al maestro, al ser humano en el proceso de enseñanza. Solo el ser humano puede transmitir humanidad. Nada puede sustituir al colegio o al maestro o profesor porque la transmisión de conocimientos académicos no vale nada si no va acompañado del sustrato emocional de quien enseña: sólo se puede aprender aquello que se ama.

Respuesta: ¿Es posible transmitir emoción y amor por lo que se enseña a través de una pantalla?

Es muy complicado y recala en la individualidad del docente: hay profesores que son capaces, a través de Internet, teléfono u otro tipo de conexión no personal, de transmitir un mundo emocional. Y esa es la base en la que se fundamenta la instrucción, entendida como el proceso de aprender y memorizar. Haz atractivo lo que cuentas y puedes llegar a captar la atención en el estudiante y activar su memoria ejecutiva.

P: ¿Cómo pueden los docentes conseguir ese apego emocional en la distancia?

R: Es realmente difícil. No todos los profesores lo logran, muchísimos no lo consiguen. Por eso, de cara al futuro, uno de los principales requisitos deseables en un maestro será que tenga esa capacidad de convertir lo árido o soso en interesante y de este modo abrir los ojos de quien te escucha.

P: Sin embargo, para el próximo curso la formación on line puede volver a tener un enorme protagonismo si se producen contagios en los centros educativos…

R: Me pregunto cómo será posible la propuesta de que sólo el 50% de los estudiantes acuda al aula y que la mitad se quede en casa con instrucción a través del ordenador. ¿Cómo se puede instrumentar y justificar eso?

P: ¿Qué impacto tendría en los estudiantes?

P: ¿Qué cambios necesita la educación de cara al futuro?

R: Los principales cambios necesarios no se refieren a la instrucción, aprender y memorizar en Infantil, Primaria, etcétera… sino a la institucionalización de la relación familia-colegio. Esto no solo consiste en una llamada ocasional del tutor para hablar de los problemas que tiene el niño. Sino que supone la transmisión de valores, normas y hábitos éticos que estén en sintonía; si los valores de la familia son distintos de los del colegio pueden surgir problemas.

P: ¿En qué consisten los hábitos éticos?

Son los hábitos que se acaban adoptando de manera inconsciente, como el hecho de no ocupar los asientos de autobús reservados a personas mayores, embarazadas, etc. No se tienen que pensar, se respetan de forma inconsciente. Es el respeto al otro que se graba en diversas áreas del cerebro y se produce de una manera automática. Los valores, normas y hábitos éticos garantizan la educación propiamente dicha.

P: Es es la instrucción propiamente dicha, el proceso de aprender y memorizar que debe ser una función esencialmente del colegio, institucional, no de la casa. Y en este apartado también estarían los deberes.

R: ¿Qué efectos ha podido provocar esta época de confinamiento en los niños?

R: Depende mucho de la edad. De 0 a 3 años, por ejemplo, si es una familia acogedora y estable que respeta y potencia el juego en el niño, el confinamiento no le afectará de forma trascendente. El juego es su manera de aprender y memorizar de manera inconsciente los patrones motores, sensoriales y emocionales. Sin la duración no es excesiva, el ser humano retoma casi todo lo que dejó aparcado antes del confinamiento, y nos olvidaremos de ello.

P: Acaba de sacar un nuevo libro: ‘Neuroeducación y lectura: de la emoción a la comprensión de las palabras’…

R: Este libro trata, sobre todo, de cómo la lectura transforma el cerebro en su química y en su física a través de procesos de ‘recableado neuronal’ en los que el cerebro reinventa caminos que logran, por ejemplo, que las personas ciegas o los niños que tienen dificultades con la lectura puedan leer bien y alcancen una fluidez de lectura tan alta como la de cualquier otra persona.

Fuente e Imagen: https://www.educaciontrespuntocero.com/entrevistas/francisco-mora-humanidad-maestro/
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Juan Carlos Casco: «Las grandes transformaciones que experimentamos reclaman a gritos un Tercer Contrato Social de la Educación»

Por Kelly Robledo

Un mundo cambiante y el sentirnos vulnerables frente a situaciones como la actual crisis del coronavirus, nos invitan a reflexionar sobre el estado actual de las políticas sociales, los retos a los que nos enfrentamos y cómo estamos preparados para afrontarlos. En medio de todo esto se encuentra la educación, cuyos modelos que hasta el momento ha ejecutado ameritan cambios urgentes frente a los desafíos del escenario actual.

Aika conversó con Juan Carlos Casco, historiador de formación, y dedicado actualmente a la asesoraría de gobiernos y organizaciones en el desarrollo de nuevos modelos educativos, en base al emprendimiento y las nuevas tecnologías. En este entrevista, Casco defiende la necesidad de lo que denomina el Tercer Contrato Social de la Educación, en la línea del cual ya trabaja junto a su equipo Kairós, una organización integrada por profesionales de la educación unidos para contribuir a la innovación y transformación del sector.

¿Cuál es su visión de la historia reciente de la educación?

La economía, la sociedad y la tecnología han sufrido una evolución sin precedentes que no se ha visto secundada por un cambio en la educación. Aunque hemos incorporado nuevas tecnologías y aparatos al aula, solo nos han servido para reproducir el viejo patrón del profesor como emisor de información para ser memorizada por los alumnos y repetida en un examen.

Pese a que utilizamos la tecnología en el aula, no hemos cambiado el propósito. Continuamos anclados en el paradigma de la enseñanza y no entendemos que estamos en la sociedad del aprendizaje.

Aunque usamos videproyectores, internet y plataformas virtuales, los fundamentos del currículo educativo no han evolucionado tanto en muchos siglos, no somos tan “modernos” como pensamos. El modelo de Boecio y Casiodoro (Trivium y Quadrivium) aún es reconocible en nuestra educación, mucho más patente es el influjo de la Ilustración con su ideal académico o los requerimientos de la era Industrial que demandaba una escuela para “fabricar” trabajadores que realizasen tareas repetitivas en las cadenas de montaje y la administración, un estándar de escuela prusiana enfocada en producir personas obedientes y soldados disciplinados.

Ahora mismo, ¿cuáles deberían ser las principales preocupaciones en materia de educación?

La principal preocupación está en torno a la pregunta: ¿Qué necesitamos enseñar a nuestros niños y niñas para desempeñarse de manera satisfactoria en el futuro, actuando con la mirada puesta en 2050? Aún siendo evidente que no sabemos cuál va a ser la evolución en el mundo de la economía o el trabajo, algo que es difícil de prever en unos meses, sería pretencioso anticipar el mundo del futuro, y más aún pretender preparar a los niños para profesiones con futuro. Incluso las profesiones más prometedoras, en un horizonte de 10 años, es posible que estén obsoletas, sean marginales o puedan sustituirse por la inteligencia artificial u otras tecnologías disruptivas.

Sin embargo, en este entorno complejo y cambiante, sí sabemos cuáles van a ser las competencias claves para el desempeño personal y profesional en las que tenemos que centrarnos y emplearnos a fondo, como el desarrollo de la creatividad, la innovación, el emprendimiento y el liderazgo. De hecho, muchas de ellas, de una u otra manera, ya están escritas en las leyes educativas de muchos países, aunque su enunciado no deja de ser una mera declaración de intenciones porque para su enseñanza y aprendizaje se necesita una apropiación por parte del profesorado.

Nuestros niños y niñas van a necesitar aprender a vivir en la incertidumbre, a trabajar juntos, a ser sensibles, a diseñar soluciones creativas a problemas emergentes, a inventarse su propio trabajo y sustento, a liderar su propia vida. Todo esto no se adquiere por generación espontánea, la base de los nuevos saberes está en el desarrollo de competencias y habilidades subyacentes que hemos reunido en un modelo para su aprendizaje (Modelo 6-9). Estas las podemos resumir en aprender a ser sensibles, a escuchar a los demás y hacernos cargo de sus necesidades y preocupaciones, a prometer cosas valiosas a otras personas, a pedir de manera efectiva, a cumplir nuestras promesas, a hacer buenas ofertas, a declarar cosas importantes y significativas para los demás, a ser veraces y éticos, a hacer juicios fundados con los que conducir nuestros cursos de acción, a tomar decisiones, a crear una visión, a construir dirección con sentido y criterio, a coordinar nuestras acciones y ejecutar el trabajo de manera impecable, a producir satisfacción, a gestionar emociones y crear espacios emocionales expansivos, a evaluar lo que hacemos, a programar y planificar de manera flexible…

Las grandes transformaciones y disrupciones que estamos experimentando en el ámbito económico, social o laboral, están reclamando a gritos un Tercer Contrato Social de la Educación, cuyos rasgos definitorios comienzan a entreverse en torno al siguiente enunciado: “descubre tu pasión, aprende a lo largo de la vida, cultiva nuevas competencias y habilidades, hazte cargo de inventar tu trabajo…”.

Habla de un cambio o renovación de lo que se ha desarrollado hasta el momento. ¿Qué significa en detalle lo que denomina “tercer contrato social de la educación”?

La mayoría de nuestros padres y abuelos nacidos en la primera mitad del siglo XX aceptaron un contrato social que les proponía el siguiente itinerario educativo:  “aprende las cosas básicas para desenvolverte en la vida, desarrolla disciplina y obediencia, luego aprende un oficio y tendrás un trabajo digno para ganarte la vida…”.

Los nacidos en la segunda mitad del siglo XX tuvimos más suerte y nos encontramos con otro contrato social que ampliaba nuestras posibilidades educativas y laborales bajo este enunciado:  “estudia mucho, esfuérzate, saca buenas notas, haz una carrera y tendrás un buen trabajo de por vida…”.

Los venidos al mundo a finales del siglo XX y principios del XXI han tenido la mala fortuna de verse obligados a firmar el mismo contrato que sus padres, cuando la realidad de su mundo es radicalmente distinta.

El Primer Contrato Social de la Educación se basaba en la adquisición de competencias básicas (matemáticas, lenguaje, conocimiento del medio, historia…); el Segundo tenía su fuerte en las competencias técnicas asociadas al desempeño de una profesión que se obtenían principalmente a través del estudio de una carrera; el Tercero tendrá su fuerte en la adquisición de las competencias genéricas (competencias clave para el siglo XXI o soft skills).

En esta línea, ¿qué es Kairós? ¿Qué respuesta da a los desafíos que plantea la sociedad actual? ¿Y de qué manera busca hacerlo en contraste a lo que plantean otras instituciones del mismo sector?

Kairós es un movimiento que trabaja para impulsar y materializar el Tercer Contrato Social de la Educación, cuyos miembros son reconocidos líderes educativos de diferentes países y continentes, expertos en campos diversos y profesionales de un gran prestigio y compromiso.

Nos hacemos cargo de una anomalía histórica para adaptar la educación al signo de los tiempos desde una actitud proactiva. Somos conscientes del desafío monumental que enfrentamos, pero nos une el compromiso con la sociedad y el amor por las futuras generaciones.

Desde Kairós nos mueve el compromiso radical y somos optimistas respecto al futuro de la educación, reclamamos valentía a los gobiernos para plantear un Tercer Contrato Social de la Educación e iniciar el camino dando el primer paso, uniendo vigores dispersos y haciendo camino al andar. Sabiendo, como el esforzado labrador, que es posible que no lleguemos a recoger el fruto del olivo, pero con la satisfacción de que lo plantamos y lo cuidamos con todo nuestro cariño para las futuras generaciones.

Kairós es la casa común de toda la comunidad educativa, es tu casa.

Como ha dicho, estamos en un momento histórico que demanda cambios profundos en políticas a todo nivel, y especialmente en el campo educativo. ¿Cómo asume Kairós el complejo escenario planteado por la expansión del coronavirus?

El coronavirus ha actuado como un acelerador del cambio histórico en el que ya estábamos inmersos, evidenciando y haciendo transparentes las anomalías y fallas que ya existían en el mundo de la economía, el trabajo o la educación.

La crisis del coronavirus nos ha puesto ante la evidencia de que el mundo que nos espera estará presidido por la incertidumbre, y que para un buen vivir, tendremos que aceptarlo con alegría y en clave de oportunidad. Estamos ante un cambio radical de paradigma que no es nada nuevo, forma parte de un debate histórico que se inició hace 2500 años en torno a la concepción del ser humano como realidad inmutable o devenir.

La educación en este momento ha de hacerse cargo del estado de ánimo de la gente, que se concentra en un sentimiento colectivo mayoritario donde las personas perciben que su mundo se desmorona a sus pies. “No veo posibilidades para mí” es el pensamiento más recurrente, y la educación ha de hacerse cargo de ello, ayudando a las personas a descubrir posibilidades. Si no somos conscientes de esto, podemos vernos arrastrados hacia el derrotismo y el nihilismo, o por el contrario, abrirnos la puerta a una nueva esperanza para construir un mundo mejor. Eso sí, aprendiendo otras cosas, de otra manera y con otro propósito.

En base a su experiencia, ¿qué le hace falta a la gestión de la educación que los gobiernos realizan? ¿Qué diferencias encuentra entre las políticas educativas de Latinoamérica y Europa?

Los gobiernos están gestionando el presente de la educación como pueden, agotados en discusiones estériles y cortoplacistas, sin tiempo para pensar, ni mucho menos, para diseñar el futuro. Y esto es una auténtica anomalía. Todo el mundo sabe que el problema está ahí pero muy pocos quieren reconocerlo. Llevamos décadas escondiendo los problemas en los cajones con la amenaza latente de que un día nos exploten en las manos.

Muchas personas viven en la tranquilidad de que sus gobiernos están trabajando por el futuro de la educación. Yo les digo ¡Asústense! Porque su gobierno no se está haciendo cargo del futuro de la educación. La Educación que están recibiendo nuestros hijos es una herencia del pasado que los lleva directamente a un callejón sin salida.

Las democracias no son perfectas, están llenas de tabúes y conversaciones prohibidas, los partidos políticos se mueven por el tacticismo electoral, están pensando en las próximas elecciones en lugar de las futuras generaciones.

La política se centra en producir resultados a corto plazo que puedan traducirse en votos. Y la educación requiere la sensibilidad del agricultor que planta un olivo, el mismo amor que nos guía como padres y madres cuando realizamos una gran inversión durante 20 años o más en la educación de nuestros hijos e hijas, sin condicionarlo a los resultados en los próximos cuatro años, sabiendo que la educación es un tesoro que produce resultados a largo plazo. Es el amor por las futuras generaciones lo que mueve el mundo, y también debería ser el sentimiento que estuviera presente en nuestros gobernantes.

Los problemas que aquejan a la educación en diferentes países y continentes tienen la misma raíz.

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Entrevista a Elena Martín: “La escuela es fundamental, sin ella hay determinados aprendizajes que no se van a producir”

Entrevistas/25 Junio 2020/Autor: Daniel Sánchez Caballero/eldiariolaeducacion.com

atedrática en Psicología Evolutiva de la Educación en la Universidad Autónoma de Madrid, Elena Martín ve en el cierre de las escuelas y las lecciones aprendidas durante estos meses una oportunidad para darle una vuelta al modelo educativo. “Esta pandemia nos da la oportunidad de hacer la innovación que ya sabíamos que teníamos que hacer, solo que ahora lo hemos visto más claro”, reflexiona. Martín cree que no hay que dramatizar excesivamente sobre los meses de clases presenciales perdidos (“casi nada es irreversible en Educación”), pero sí aprovechar, todos, para hacer una reflexión, desde el Ministerio hasta las familias, sobre los procesos de enseñanza-aprendizaje. Una reflexión activa y dirigida, especifica. Si no, no pasará. Hablamos con esta experta sobre cómo ha afectado el confinamiento a los más pequeños y qué lecciones podemos sacar de la situación excepcional que hemos vivido estos meses.

¿Cómo afecta a los más pequeños estar seis meses sin pisar un colegio?

Creo que debemos ser prudentes y saber que no lo sabemos. No se puede hacer afirmaciones categóricas. Hay estudios interesantes y que dicen algunas cosas, por ejemplo, el de Bonal sobre las desigualdades. Bonal explica cómo se ha puesto de manifiesto la desigualdad, de manera que no podemos afirmar que para todos ha supuesto lo mismo. Para unos ha significado más dificultades que para otros en esta etapa. Una dificultad que tiene que ver con el nivel sociocultural en el acceso a trabajar online. Pero no solo eso, la dificultad de seguir las clases es más obvia. El nivel sociocultural de la familia marca diferencias significativas respecto a las horas que han estado conectados, el tipo de extraescolares o no que han mantenido… Es decir, lo que ya sabíamos: no es solo lo socioeconómico, también lo sociocultural (se medía el nivel de estudios de la madre) es una variable que influye muchísimo en el aprovechamiento educativo de los hijos.

¿Es irreversible lo que se ha perdido estos meses?

Más allá de lo que los estudios, ahora más coyunturales, han puesto de manifiesto, desde la psicología del desarrollo se pueden resolver algunas cuestiones. Lo que sabemos es que la plasticidad del aprendizaje del alumnado apunta siempre a que casi nada es irreversible. No ha pasado nada que un alumno no pueda retomar. Es importante señalar esto, porque hay algunos titulares de “La generación de la Covid-19”, como si fueran a estar negativamente marcados. No hay nada irreversible, pero tenemos que saber que si se han producido algunos desfases en aprendizajes concretos deberemos compensarlo. También sabemos que lo que sí ha pasado es que estas circunstancias han puesto de manifiesto que la escuela es fundamental. Es importante destacarlo porque había voces que decían –con datos detrás– que había otros escenarios educativos que estaban empezando a cobrar importancia. Y es cierto, pero eso no niega que sin escuela hay determinados aprendizajes, determinados aspectos del desarrollo que no se van a producir. Uno aprende a hablar fuera de la escuela, pero no a leer y escribir fuera de ella. Y la alfabetización cambia la mente. Hay partes del desarrollo garantizadas por vivir en sociedad, por la crianza, pero también hay determinados aspectos que solo se aprenden porque hay una instrucción intencional y creo que esto se ha puesto de manifiesto ahora. La escuela tiene una función epistémica. Es decir, la escuela coge la realidad y la trae para hacerla objeto de reflexión. En la escuela no se cocina para comer, se cocina porque al cocinar entendemos la química, las cantidades, que necesitamos el comercio… Esta función epistémica en la que no hacemos cosas para resolver problemas sino para entender el mundo y por qué actuamos como actuamos es absolutamente peculiar y es la función que justifica que tengamos que obligar a los alumnos a ir a la escuela, porque es un derecho. De no hacerlo estamos socavando la igualdad de oportunidades. Y eso convierte en deber para la sociedad ofrecer la escuela con igualdad de oportunidades para todos.

Uno aprende a hablar fuera de la escuela, pero no a leer y escribir fuera de ella. Y la alfabetización cambia la mente

¿Qué hemos aprendido a nivel educativo durante el confinamiento?

Además de que la escuela es imprescindible, también hemos aprendido algunas cosas específicas del alumnado. Lo que tenemos que hacer es utilizarlo para dos grandes metas: en unos casos para compensar, pero en otros para aprovechar lo que hemos visto de distinto. Se está destacando en exceso la idea de que hay alumnos vulnerables que necesitan ser compensados. También hemos descubierto que son capaces de aprender de otra manera, hemos descubierto competencias que desconocíamos de ellos, la importancia de lo emocional… Hemos de aprovechar lo aprendido sobre cómo aprenden nuestros alumnos para no volver a enseñarles igual, sino enseñarles mejor.

Hemos aprendido –ya lo sabíamos, pero ahora se ha visto de manifiesto– que los alumnos son distintos y hay que atender a la diversidad. Hemos tenido que hacer tutorías diferenciadas para cada uno. Eso, que parecía imposible y que no lo hacíamos porque teníamos todo el grupo delante, hemos podido comprobar que hay que hacerlo de manera diferenciada. La atención a la diversidad no es solo para alumnos con discapacidad. Todo ser humano es diferente de otro y aprende de manera distinta. Está comprobado, y tiene consecuencias para el futuro esenciales. Hay que reforzar la acción tutorial (los centros lo están haciendo ya), quién necesita que reforcemos y quién está al nivel que queríamos para empezar. Esta atención individualizada es fundamental, y hemos aprendido además que las TIC nos pueden ayudar no para grabar clases, justo para lo contrario: para individualizar la enseñanza.

También hemos descubierto la importancia de lo emocional. Todos los profesores hemos comprobado que lo que les estaba pasando a los alumnos estaba influyendo en su aprendizaje, aunque tampoco hacía falta una pandemia para entender que el estado emocional del alumnado siempre influye en su aprendizaje.

Hemos aprendido que un alumno ahora nos parece otro alumno. Hemos descubierto cosas de ellos que el aula tradicional no permitía ver. He oído a muchos docentes sorprenderse por lo bien que se organizaba algún alumno por sí solo. Claro, no se veía porque se le daba todo organizado, pero ahora se ha visto quién podía y quién no. Esta es una idea esencial. Las personas no somos, estamos. Una misma persona puede comportarse de maneras distintas en distintos contextos. Un alumno en una clase de Lengua puede no estar motivado, pero lo ves en un taller de teatro hablar, escribir… Y ahora hemos visto a los alumnos en distintos contextos, que se les ha ocurrido hacer tareas que la escuela nunca plantea, pero que ellos en un contexto más abierto, con su familia o con otros medios de aprendizaje, han aprendido. Necesitamos actividades más abiertas, no tan academicistas, y que alumnos con distintos estilos encuentren espacios para aprender de otras maneras.

También hemos aprendido la importancia de las familias. Un alumno es diverso entre otras cosas por la familia que tiene. No podemos mandarle los mismos deberes. Contaremos con un apoyo que hay que exprimir al máximo y no poner topes al aprendizaje. Hay que saber que el contexto familiar es una fuente de recursos. A veces de ausencia de recursos también, pero tenemos que actuar con cada uno dependiendo de las familias. La familia también nos ha conocido mejor a nosotros, han visto la escuela de manera más descarnada y se han dado cuenta de lo terriblemente aburridas que son algunas de las tareas que se encargan. Puede servir esto para colaborar más con las familias también.

Hemos de aprovechar lo aprendido sobre cómo aprenden nuestros alumnos para no volver a enseñarles igual, sino enseñarles mejor

¿Cómo sacar provecho de estos aprendizajes?

Todas estas cosas no se van a convertir por sí mismas en aprendizajes a no ser que nosotros reflexionemos sobre ellas. Esto tiene una doble función: los docentes deben reflexionar sobre esto para adaptar su enseñanza a una mejor enseñanza. No podemos seguir enseñando igual que antes porque hemos tenido oportunidad de aprender nuevos elementos que siempre han estado en el aprendizaje, aunque no los veíamos. Pero es igualmente importante hacer reflexionar al alumnado sobre lo que ha pasado estos meses con su forma de aprender. Se dice, y yo lo comparto, que la competencia por excelencia que la escuela debe enseñar es “aprender a aprender”. Debemos garantizar que al acabar la etapa obligatoria toda persona va a ser capaz de seguir aprendiendo. Para que alguien pueda aprender a aprender tiene que haber reflexionado sobre qué es aprender y sobre cómo es él o ella como aprendiz. Por eso enseñar a aprender a aprender no es solo que los alumnos aprendan a aprender, también que piensen cómo aprenden. Ahora los alumnos han tenido experiencias reales de aprender de otra manera. La gente dice: “La escuela tiene que hacer aprendizajes con actividades auténticas”. Pues toma autenticidad. Ahora han tenido que aprender con actividades en casa, cosas nuevas. Muchos niños han hecho cosas de música en sus balcones o les han escrito a sus abuelos. Eso es autenticidad. Pero tienen que darse cuenta de que al hacer eso igual han aprendido mejor. Han visto que servía para algo, que los demás les felicitaban… Se han sentido competentes para hacer cosas que antes no hacían. Yo he hablado con padres que me decían que sus hijos no se consideraban grandes estudiantes en la escuela, pero se han leído no sé cuantos libros durante la pandemia o han escrito cosas para sus amigas. La oportunidad ahora es hacer actividades que les lleven a ellos a tomar conciencia de cómo han aprendido, cómo se han sentido al aprender así, cómo se han sentido al ver que lo que en la escuela no les motiva pero en su casa, de otra manera, sí. Esta reflexión es esencial para aprender a aprender. Esto se tiene que programar –los docentes proponemos momentos en septiembre que les permitan, planificada e intencionalmente, reflexionar– .

El problema es que luego los profesores apenas dan para sacar las clases adelante, igual no les da tiempo a dedicar ratos a reflexionar. ¿Crees que se aprovecharán estas enseñanzas?

Lo urgente no debe comerse lo importante. Es comprensible que ahora las urgencias estén en imaginarse al menos cómo va a ser la vuelta desde el punto de vista de la organización de ratios, espacios, calendario… Pero espero y confío –y creo que la ministra es consciente– en que el Ministerio tenga una responsabilidad de crear una línea de discurso. Esta es la tarea desde el punto de vista educativo. Cuando se da dinero para programas de cooperación territorial se puede marcar la finalidad [algo que finalmente no ha pasado con los 2.000 millones de euros del fondos europeos para la Educación]. El Ministerio tendría la responsabilidad de marcar y aunar el discurso a las comunidades, pero luego estas deben seguirlo. La siguiente pieza son los equipos directivos. Yo estoy trabajando con algunos y noto claramente la diferencia entre quién está solo en “voy a usar el gimnasio” –que hay que estar en esto–, y quien además está pensando en aprovechar la ocasión para empezar a trabajar por ámbitos y no por materias, empezar con la docencia compartida, un plan de acción tutorial… Alguien que ha recuperado parte de este discurso. En los planes que se les pide a los centros para comienzo de curso, además de estas medidas sanitarias, ratios, etc. debe haber un proyecto que haga hincapié en las líneas pedagógicas que van a seguir.

Has mencionado las tutorías antes, la oportunidad para darles una vuelta. ¿Son una herramienta a la que se podría sacar más partido, quizá individualizarlas?

El seguimiento de la acción tutorial tiene por una parte la exigencia de que cuando se esté en clase enseñando se utilicen unas metodología ajustadas (por ejemplo, si están trabajando en grupos voy pasando para ver qué necesita cada uno). Pero, además de este ajuste durante el proceso de enseñanza-aprendizaje, tenemos horas de acción tutorial. Lo que pasa es que no siempre se utilizan bien. Hay que trabajar esta idea de cómo vamos, cómo aprendemos. Hay centros con tutorías individualizadas, aunque es difícil meterlo en horarios. Además está la idea de montar un PROA en el que luego por la tarde o en los recreos pueda atender de manera más individualizada a alumnos con niveles de aprendizaje distintos… Son espacios de individualización. A veces las familias han venido haciendo este acompañamiento, pero otras no. Hay muchas maneras de individualizar. Estos planes de los que hablamos, desde metodologías más individualizadas a programas más individualizados. La tutoría individual sería maravillosa.

Fuente e imagen tomadas de: https://eldiariodelaeducacion.com/2020/06/22/la-escuela-es-fundamental-sin-ella-hay-determinados-aprendizajes-que-no-se-van-a-producir/

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Entrevista al periodista británico Andy Robinson: Las nuevas venas abiertas de América Latina: Un periodista inglés revisita la obra de Eduardo Galeano

Por: Irene Hernández Velasco

El año próximo se cumple medio siglo de la publicación de Las venas abiertas de América Latina, el famoso ensayo obra del escritor uruguayo Eduardo Galeano.

Un libro que se convirtió en la biblia de la generación de izquierdas que alcanzó el poder en la zona a principios del siglo XXI (Lula, Evo Morales, Rafael Correa o Hugo Chávez) y en el que se narraba el salvaje saqueo de los recursos naturales de la región por parte de los imperios coloniales primero y de los estados imperialistas después.

«Los latinoamericanos somos pobres porque es rico el suelo que pisamos», sentenciaba Galeano.

Para escribir Las venas abiertas de América Latina, Galeano recorrió buena parte del continente.

Ahora un periodista británico, Andy Robinson (Liverpool, 1970), ha realizado muchos de los mismos viajes que efectuó hace medio siglo Galeano (Potosí, Minas Gerais, Zacatecas, etc.) para analizar cuál es la situación actual de las materias primas en América Latina y ver si han cambiado las cosas.

El resultado es un libro estremecedor titulado Oro, petróleo y aguacates. Las nuevas venas abiertas de América Latina (Editorial Arpa).

Un ensayo en el que Robinson detalla cuáles son las nuevas riquezas de América Latina (coltán, petróleo, litio, soja, niobio, aguacates…) y en el que revela cómo una docena de materias primas explican los últimos golpes de Estado, las rebeliones ciudadanas y la crisis medioambiental en ese continente.

Y advierte que la pandemia de coronovirus puede representar otra década perdida para las economías de la región, que ya se encontraba en un estado terriblemente débil, y que está agudizando terriblemente las desigualdades sociales.

Galeano en 1988. Foto: Getty.

—Eduardo Galeano sostenía: «Los latinoamericanos somos pobres porque es rico el suelo que pisamos». Usted que ha recorrido muchas de las rutas que él hizo, ¿considera que sigue siendo verdad esa máxima?

—En alguna medida sí. No creo que sea casualidad que los países en desarrollo que más han logrado estrechar la brecha con los países ricos sean los asiáticos, que tienen pocos recursos naturales.

Eduardo se refería a lo que se suele llamar la maldición de las materias primas en el sentido de que despertaban la avaricia colonialista y un saqueo implacable a lo largo de siglos de los recursos naturales, primero por las potencias coloniales y luego las multinacionales.

Creo que los gobiernos de la izquierda en América Latina entendieron que era necesario «nacionalizar» esos recursos y utilizar los ingresos para redistribuir la renta, y su enorme mérito es haber sacado a millones de la pobreza.

Pero no lograron salir de la trampa de la dependencia de la exportación de materias primas y por tanto permitieron sobrevaloraciones de sus divisas. Y cuando terminó el súper ciclo de precios altos de las materias primas, les pasó factura.

Al margen de esa explicación económica −mi libro no pretende ser una tesis sino que es una serie de crónicas periodísticas− lo maravilloso de esa frase de Galeano es la paradoja que describe.

Y las paradojas son útiles para entender la realidad esperpéntica de América Latina. He intentado destacar unas cuantas paradojas en el libro.

El fenómeno de Alicia en el País de las Maravillas de correr para quedarte en el mismo sitio se puede aplicar a muchas actividades de la economía de materias primas.

Andy Robinson (Liverpool, 1970), ha realizado muchos de los mismos viajes que efectuó hace medio siglo Galeano. Foto: Cortesía de Andy Robinson.

—¿Cuáles son las nuevas materias primas que hacen de América Latina un continente riquísimo?

—No son nuevas, pero Brasil se ha convertido en el productor de soja, carne y pollo más grande del mundo.

La exportación de estos alimentos básicos genera muchos ingresos pero como se explica en el libro, las consecuencias medioambientales y sociales son muy preocupantes.

En cuanto a minerales tenemos metales como el niobio y coltán en Brasil y Venezuela que, en el contexto de una suerte de Guerra Fría versión siglo XXI entre EE.UU. y China, se han convertido en recursos que tienen un valor geopolítico.

Y se explica también que el litio en el salar de Uyuni en Bolivia −que Evo Morales quiso industrializar para fabricar baterías y hasta coches eléctricos− acabó desempeñando un papel en el golpe de noviembre del año pasado. Aunque un papel contradictorio y paradójico.

—¿Y por qué todas esas riquezas naturales siguen sin transformarse en prosperidad económica para ese continente?

—Por el motivo comentado antes. Hay que crear valor en una economía moderna y a veces la presencia de recursos naturales te ofrece un «camino bajo» de desarrollo en lugar del «camino alto» elegido por China.

Pero esas son cuestiones complejas y el libro no pretende ser una tesis sobre la gestión económica ni dar recetas simplistas.

Es una serie de crónicas de viaje, cada una inspirada por un recurso o una materia prima como punto de partida, pero luego se va un poco por las ramas.

En el capítulo del oro hasta se llega a Salt Lake City para hablar del fetichismo por el oro de la derecha cristiana en EEUU. Y en el capítulo de la plata de San Luis Potosí en México se acaba hablando más del peyote.

En el de la papa, viajo a Los Andes donde los indígenas crearon 4 000 clases distintas de papa, en busca de una salida de mi propia adicción a las papas fritas.

Hay un homenaje a las venas abiertas en cada capítulo, pero confieso que las crónicas ofrecen pinceladas descriptivas y testimonio de los pueblos más que un análisis económico profundo.

—Galeano denunció en su libro el saqueo de los recursos naturales de América Latina por parte de los imperios coloniales y postcoloniales. ¿Quién se beneficia ahora de las materias primas de América Latina?

—Pues durante el periodo de la pink tide (la marea rosada, como se conoce a la mayor influencia en el siglo XXI de la izquierda en América Latina) se logró que el estado se beneficiara más de estas actividades y por lo tanto ayudaron a transferir rentas a los más necesitados.

Ahora tras los golpes en Brasil, Bolivia y en cierta medida en Ecuador, vuelven a ser las multinacionales extranjeras…

—Muchas de esas materias primas se extraen en lugares extremos. ¿Cómo son las condiciones de trabajo en general de los trabajadores que se dedican a sacarlas de la tierra?

—Yo hablo en varios capítulos de las condiciones de los mineros artesanales, de los barqueros colombianos y de los garimpeiros brasileños.

Sus condiciones de trabajo son duras, pero no tanto como las condiciones que dejan a las comunidades indígenas tras la deforestación, el envenenamiento con mercurio y cianuro y el asesinato de campesinos.

A diferencia de las economías extractoras de azúcar, café o banana del siglo XVII y XVIII que Galeano describe, la nueva agroindustria de soja y carne no emplea a mucha gente.

Pero desplaza a comunidades campesinas y destruye la selva, tal y como se describe en el libro.

Las materias primas siguen siendo esenciales para las economías de la región. Foto: Reuters.

—Los gobiernos de izquierdas en Latinoamérica −Lula en Brasil, Chávez en Venezuela, Evo Morales en Bolivia…− apostaron por acelerar el crecimiento de sus países y tratar así de eliminar la pobreza a través de la exportación de materias primas. ¿Lo lograron? ¿Qué falló?

En Brasil el modelo no dependía exclusivamente de las exportaciones de materias primas pero el Partido de los Trabajadores (PT) acabó sufriendo las consecuencias de la apuesta por exportar soja, hierro y carne.

Yo trato de explicar el caso del hierro y de la compañía Vale, que provocó una catástrofe medioambiental en el río Doce, el más grande de Brasil después del Amazonas.

En Venezuela, la dependencia del petróleo fue desastrosa para el chavismo, sobre todo si se tiene en cuenta que su primer comprador era EE.UU., país que ha apoyado una serie de golpes de estado en Venezuela…

En Bolivia, los resultados económicos fueron excelentes, pero la dependencia del gas empezó a pasar factura después de la caída del precio.

—¿La causa de ese fracaso es el precio tan volátil de las materias primas? ¿Por qué sus precios están sujetos a cambios tan fuertes?

—Porque están establecidos en mercados internacionales y se someten a una dinámica «boom to bust» (ciclo de prosperidad y luego caída) de sobreproducción y luego exceso.

Al mismo tiempo, hay mucha especulación ya que los inversores venden y compran las materias primas como si fueran activos financieros.

—Explíqueme qué relación hay entre el Superbowl, el partido final de la Liga Nacional de Fútbol Americano en Estados Unidos, durante el cual se ha puesto de moda comer guacamole, y la sobreexplotación del cultivo de aguacate en Latinoamérica…

—En el libro, en el capítulo sobre el aguacate, explico que es algo que tiene que ver con las modas y los caprichos, un fenómeno muy extendido en nuestra era de capitalismo de consumo y marketing.

Y trato de explicar como es muy fácil implantar esas modas mediante campañas de publicidad, etc., en un país como EE.UU., con una cultura culinaria débil.

Es relativamente fácil convertir un producto como el aguacate en un elemento imprescindible del menú, y eso es lo que ocurrió con las comidas que se consumen durante el Superbowl con el guacamole.

Y esa explosión de la demanda genera la oferta, y es lo que ha ocurrido en Michoacán, donde se han destruido bosques de pinos autóctonos para plantar arbustos de aguacate, al mismo tiempo que se van secando los acuíferos.

Y ahora pasa lo mismo en Chile y en Colombia, en lo que empieza a ser una sobreproducción típica de este tipo de fiebre extractora de las materias primas.

—En 2000 cada estadounidense consumía un kilo de aguacate al año, hoy consume 2,5 kilos, un 150% más. ¿Por qué eso no se traduce eso en una mayor riqueza para México, Chile y Colombia, sus principales productores?

—En algún sentido sí que contribuye a un crecimiento de esos países, pero es un crecimiento desigual y en el caso de Michoacán la producción de aguacates está dominada por grupos criminales.

Los aguacates son el nuevo oro para algunas economías latinoamericanas. Foto: Ronaldo Schemidt/AFP.

—¿Quién está detrás de la sobreexplotación del aguacate en el estado mexicano de Michoacán?

—Grupos de la delincuencia organizada han entrado en el negocio del aguacate. Son mafias muy violentas y hay unas historias espeluznantes que cuento en ese capítulo, con cadáveres colgados de puentes y ese tipo de cosas.

—¿Qué efectos tiene esa sobreexplotación para el medio ambiente, dado que ese cultivo del aguacate requiere muchísima agua? ¿Puede darnos algún ejemplo?

—En el caso de Michoacán ha sido un problema muy gordo y aquí se están secando los acuíferos subterráneos, mientras que los maravillosos lagos de Michoacán como el lago Pátzcuaro, se están contaminando y pierden agua.

Es aún más triste porque la civilización indígena de la zona de los lagos de Michoacán fue una de las más sofisticadas, y eso se explica en una visita a una de las ruinas en la orilla del lago Pátzcuaro.

—Venezuela es riquísima en petróleo. ¿Ha sido esa la causa precisamente de su desastre? ¿Por qué?

—Creo que el fracaso de Chávez de cumplir con su proyecto de diversificación de la economía venezolana sí que ha pasado factura los últimos años, porque esa dependencia del petróleo en el 98% de sus exportaciones se tradujo en una crisis gravísima después de la caída del precio del crudo en 2013 y 2014.

Y fue rematador el embargo petrolero estadounidense adoptado por Donald Trump en los últimos dos años, parte de un intento de golpe de Estado en el cual Juan Guaidó es un títere.

—Usted sostiene que una docena de materias primas están detrás de los últimos golpes de Estado, rebeliones ciudadanas y crisis medioambientales que ha sufrido América Latina. ¿Cómo se explica eso?

Eduardo Galeano escribió el ensayo «Las venas abiertas de América Latina» en 1971. Esta foto es de 2008. Foto: Leonardo Cendamo/Getty.

Es simplista pensar que todos los golpes de Estado responden a un deseo de Estados Unidos y otras potencias ex coloniales por hacerse con los recursos naturales de América Latina como el petróleo en Brasil o el litio en el caso de Bolivia.

Pero yo trato de analizar esto de alguna manera. Y creo que según las entrevistas que hice hay algún motivo para pensar que los golpes de estado que ocurrieron en Brasil y Bolivia tenían algo que ver con esas dos materias primas, concretamente con el petróleo y el litio.

Y en Venezuela los intentos de golpe también contra Maduro tenían que ver evidentemente con la batalla entre Washington, Moscú y Pekín por el control del petróleo.

Pero también se trata de explicar que a veces es precisamente el miedo latinoamericano a que alguien le robe sus materias primas lo que desestabiliza los gobiernos.

Es el caso del Potosí en Bolivia, donde se organizó una rebelión popular contra Evo Morales justificada por una percepción de que Morales estaba vendiendo el litio a empresas extranjeras. Otra paradoja.

—¿Qué deberían hacer los gobiernos de América Latina para cerrar de una vez por todas las venas abiertas en ese continente?

—Lo primero que hay que hacer es volver a derrotar a la derecha neoliberal que ha llegado al poder en Bolivia, Brasil y Ecuador.

Y una vez recuperado el poder hay que diseñar otro proyecto de redistribución y desarrollo, basado menos en la extracción de materias primas y más en empresas a pequeña escala y en energías alternativas.

—¿Qué efecto está teniendo el coronavirus en Latinoamérica?

—Creo que la pandemia ha acentuado los problemas que atraviesa América Latina desde desde el fin de la bonanza de materias primas hace seis o siete años y las posteriores recesiones.

Ya se habla de otra década perdida en la región debido al impacto de la pandemia sobre una economía que ya se encontraba en un estado terriblemente débil.

Y el impacto social, económico y sanitario será mucho peor debido a la caída del poder de los gobiernos de la izquierda debido a sus propios errores y a las presiones golpistas desde EE.UU.

La ausencia de gobiernos comprometidos con la protección de las capas sociales más necesitadas ya se nota. Hablé hace dos semanas con Rafael Correa, expresidente de Ecuador, y me comentó que el gobierno de Lenin Moreno ya ha pactado con el Fondo Monetario Internacional un duro ajuste.

—En Ecuador, y en concreto en Guayaquil, el coronavirus ha causado estragos…

Lenin Moreno criticó el gasto de los gobiernos de Correa en nuevos hospitales, y al llegar al poder echó a miles de trabajadores de la sanidad pública con la excusa de que Correa había gastado en esos servicios por populismo, para ganar votos.

Pero obviamente la catástrofe de Guayaquil, donde no solo los hospitales no han dado abasto si no tampoco las funerarias, demuestra que ese tipo de argumento contra el programa de la izquierda es falso y además ha puesto en peligro las vidas de los ecuatorianos.

—¿Qué países de Latinoamérica se están enfrentando bien al coronavirus?

—Me ha llamado la atención la capacidad de Cuba y Venezuela para hacer frente a la pandemia pese a las dificultades que tienen (sobre todo Venezuela) para financiar sus sistemas de sanidad.

Cuba es uno de los países que ya se considera que ha ganado la batalla contra el virus y, pese a las constantes advertencias, no ha habido un desastre en Venezuela pese a las sanciones, el embargo y los errores de gestión del gobierno de Maduro.

Por supuesto aún es pronto para descartar una grave crisis en Venezuela dado el impacto terrible del embargo estadounidense, que me imagino que se endurecerá conforme Trump busca votos en Florida, y eso será un problema también para Cuba dada la crisis del turismo.

Por su parte, Argentina ha gestionado la pandemia mucho mejor que Brasil, Bolivia, Ecuador o Chile, de modo que se ha demostrado que la izquierda y la sanidad publica responden mejor cuando se trata de proteger a los más vulnerables a una pandemia, que son los mas pobres.

—¿Y qué efectos está teniendo la pandemia a nivel social?

-La pandemia esta agudizando las desigualdades sociales de forma alarmante en América Latina, y creo que es muy probable que haya una nueva ola de protestas.

Ya se han producido dos manifestaciones en barrios pobres de Santiago de Chile donde el confinamiento, por necesario que sea, está provocando problemas de hambre para trabajadores cuya única fuente de ingresos es salir a trabajar a la calle o donde sea. No están recibiendo apoyo del Estado chileno.

Asimismo hay huelgas en la región minera de Antofagasta. Y en Bolivia, donde el gobierno interino aprovecha la pandemia para aplazar la fecha electoral, habrá más protestas también.

Existe un peligro para la democracia boliviana: puesto que el partido de Evo Morales parece que tiene más posibilidades ahora de ganar en la primera vuelta, no me extrañaría nada que no se respetara el resultado de las elecciones (si es que se celebran) y eso evidentemente está vinculado con cuestiones de Washington.

Habrá que garantizar que otras instituciones vigilen del proceso electoral.

—¿Y en Brasil?

—En Brasil también existe un grave peligro de que Bolsonaro aproveche el caos y el sufrimiento por la pandemia para justificar un decreto que establezca un estado de sitio con el fin de evitar protestas. Incluso hay peligro de un autogolpe de Estado.

 

La fuente e imagen: https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-53009680

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